Textos  narrativos   Evidencias  2013-­‐14   Alumnos  de  5º  de  EP  C  del  CEIP  Andalucía  de  Fuengirola  

 

 

ESPAÑOL EN EL ISLAM PRÓLOGO El llamamiento al rezo retumbaba en mis oídos aquella mañana. Viernes, día de culto para Alá, el dios en el que no creo. Hace ya tres años, cuando todo empezó y no me acababa de acostumbrar. Mi padre se puso su chilaba y sus babuchas y me llevó al colegio, para después irse a su frutería en el zoco. Mi madre ya estaba en la mezquita. Cuando acabé el colegio, mi madre me esperaba con el cuscús hecho (otra vez). Ella había acabado y bebía té verde. Como echo de menos el cerdo. El llamamiento se volvió a oír. En la mezquita aguardaba mi padre. Me lavé, me puse el gorro árabe, me quité los zapatos y los tres entramos en la mezquita, al igual que miles de españoles sometidos a la civilización árabe. 1. LA INVASIÓN Las fuerzas armadas marroquíes entraron a España gracias a los ya residentes. Recuerdo a los marroquíes de mi barrio corriendo hacia el puerto aquella mañana. Sucedió en un visto y no visto. Varios soldados asaltaron mi edificio y todos los vecinos fuimos conducidos en furgonetas hacia campos de refugiados. Allí nos dirigieron a tiendas de campañas sucias y gastadas. En este lugar nos hacían trabajar duramente en el campo y nos iban informando sobre el destino de nuestro país. Derrocaron el gobierno central y arrasaron toda ciudad para adaptarlas a sus hábitos. Un día, tras algunos meses en el campo de refugiados, nos llevaron a nuestro nuevo hogar. He de contar que mi ciudad se llama Fuengirola y yo Juan Manuel, mi padre Juan y mi madre Manuela. Por el camino (en furgonetas) los soldados nos contaron que España era ahora el emirato de El Minzha, conquistado para engrandecer el reino de Marruecos Cuando llegamos a Fuengirola, nos quedamos con la boca abierta. Cientos de alminares despuntaban en la ciudad y las calles eran un laberinto de estrechos callejones llenas de tiendecitas donde supuse que meterían a trabajar a los españoles. Llegamos a nuestra casa. Era una pequeña edificación, con la fachada pintada de beige y ventanas con celosías. Bajamos de la furgoneta y nos dieron nuestros carnés de identidad. Me llamo Ahmed, mi padre Ibrahim, y mi madre Meriem y estamos obligados a vivir como árabes. 2. NUEVA CASA He de señalar que en mi calle todas las casas son iguales. Cuando los soldados se fueron mi madre nos dijo que debíamos de explorar la casa. La puerta era grande y de caoba, con escrituras del Corán talladas. Al entrar, nos sorprendió el sofá en forma de u alrededor de una mesa camilla grande. Varios arcos de herradura separaban esto de la pequeña cocina. Arriba estaban las habitaciones, dos iguales excepto por el tamaño de las camas. En la mía era individual y en la de mis padres de matrimonio. Lo mas curioso fue el baño, consistente en un agujero en el suelo como retrete, lavabo y ducha todo de un chillón color verde. Además, al lado de la cocina teníamos un patio para lavar y tender la ropa. Mi padre afirmó que no estaba mal, al fin y al cabo, pero debíamos de atenernos a las consecuencias de vivir en un país árabe sin poder salir (como nos dijo el soldado) pero todo cambió instantes después. 3. REGLAS Optamos por salir a ver la ciudad, pero en la misma puerta de la casa vimos un gordo libro titulado "REGLAS DE VIDA PARA LOS HABITANTES DE EL MINZHA". Rápidamente volvimos a entrar y nos sentamos en el sofá a hojearlo. Nos dimos cuenta de que estábamos condenados a vivir como árabes el resto de nuestras vidas. Mi padre debía de llevar chilaba y babuchas y mi madre un largo vestido y un velo sobre el pelo. En cuanto a trabajo a mi padre se le había asignado una frutería en el zoco y mi madre se encargaría de las tareas domésticas. Todos estábamos muy indignados.

Tras esto se encontraba el corán, el libro sagrado de los musulmanes. Teníamos que acatar todas y cada una de sus reglas entre las que se encontraban no comer cerdo, celebrar el mes sagrado del ramadán, peregrinar al menos una vez en la vida a la Meca, ciudad santa del islam, e ir a rezar a la mezquita los viernes entre otras. Y así lo hicimos durante tres años hasta aquel Viernes. 4. AQUEL VIERNES Aquel viernes, al salir de la mezquita, nos sorprendió una gran masa de policías intentaban retener a un buen número de españoles. No llevaban la vestimenta reglamentaria y llevaban pancartas y carteles exigiendo la libertad de España. Gritaban con megáfonos cánticos de protesta y parecían querer destruir la mezquita. Aquellas personas estarían probablemente peligrando sus vidas por la libertad del pueblo, hecho que se me ha grabado en la memoria. Pronto llegaron coches patrulla con más policías y, debido a la brutalidad con la que estos protegían el templo, muchos fueron arrestados y otros heridos de gravedad. A mí todo aquello me conmocionó mucho. ¡Por fin alguien daba la cara por nuestro amado país y a los marroquíes no sólo les daba igual, sino que trataban a los manifestantes como animales! Cuando todo esto acabó, mis padres me llevaron rápidamente a casa y me dejaron solo unas cuantas horas. Yo decidí buscar a un amigo para jugar, pero me detuvieron unos extraños ruidos. Eran disparos. Disparos y bombardeos sonaban por toda la ciudad. Subí a mi habitación y me encerré en el armario hasta que todo cesó. Por extraño que parezca, de repente un silencio aterrador inundó el ambiente. Extrañado salí del armario y salí a la calle. 5. HUIDA Del susto casi me desmayo. Mis padres estaban ahí, en la puerta. Me dijeron que esperara donde estaba. Mis padres entraron y cuando volvieron a salir iban cargando con todas nuestras pertenencias. Mientras corríamos hacia el puerto me contaron que muchos españoles residentes en el extranjero habían entrado armados a la ciudad. Habían acabado con la policía y tenían a su disposición pequeños yates. Habían entrado en todas las casas y avisado a todo el mundo de que ya podían marcharse. Llegamos al puerto, atestado de gente, nos asignaron nuestro yate y zarpamos sin rumbo alguno, al fin libres. 7. EL PLAN Durante el viaje, mis padres me contaron que todo estaba planeado. La manifestación fue provocada para despistar a la policía y así, poder llegar al puerto con el más sigilo posible. La cadena de soldados fue destruida fácilmente, gracias a los explosivos y, no habiendo policías, fue fácil ir a las casas. Yo estaba muy contento, porque al fin podría volver a ser lo que soy; español. EPÍLOGO Las campanas de la iglesia retumbaban en mis oídos aquella mañana. Domingo, día para ir a misa y estar con la familia. Hace ya tres años, cuando todo acabo, y tengo nueva vida. Vivo en Houston, Texas, y estudio en la sutton elementary. Ah, por cierto; me llamo Ahmed.

Por Juan Manuel Bueno

LA POSADA DE LAS ALMAS

Todo   sucedió   en   el   caluroso   mes   de   junio   del   año   2004,     en   un   pueblo   llamado   Balestrino,   situado   en   el   país   de   Italia.   Era   un   lugar   misterioso   y   tenebroso,  donde  multitud  de  personas   que   han   vivido   allí,   cuentan   que   está   encantado  y  que  habitan  fantasmas.   Martina   era   una   niña   de   tan   sólo   12   años,     con   cabellos   rubios,   una   cara   expresiva   y   ojos   azulados.   Tenía   un   carácter   valiente,   alegre,   extrovertido   y   sobre  todo  tenía  mucha  confianza  en  sí   misma.  Su  hermana  Jessica,  de  9  años  de  edad,  era,  sin  embargo,  bastante  asustadiza.   Martina   y   su   familia   vivían   en   Madrid,   la   capital   de   España,   y   allí   mismo   estudiaba.   Todos   sus  compañeros  y  ella  misma  estaban  muy  ilusionados  porque  se  acercaba  el  último  día   de   colegio,   lo   que   significaba   que   empezarían   las   vacaciones   de   verano,   pero   Martina   estaba  especialmente  emocionada,  ya  que  sus  padres  días  antes  le  prometieron  que  si  ella   y  su  hermana  sacaban  buenas  notas  irían  de  vacaciones  a  un  lugar  especial  de  Italia.   Acabaron  las  clases  y  efectivamente  sus  notas  y  las  de  Jessica  fueron  inmejorables,  y  como   no,  toda  la  familia  iría  de  viaje.     Las  hermanas  propusieron  muchos  lugares  que  recorrer   como:   Roma,   Venecia,   Sicilia,   La   Toscana....   pero   sus   padres   ya   tenían   un   lugar   pensado,   el   pueblo   de   Balestrino.   En   cuanto   Martina   oyó   nombrar   ese   lugar   se   quedó   con   la   boca   abierta,   ya   que   ella   sabía   que   ese   sitio   tenía   multitud   de   historias   antiguas;   fantasmas...   pero  eso  no  hizo  que  se  echara  para  atrás,  todo  lo  contrario,  hizo  que  tuviera  más  ganas   de   ir,   sin   embargo,   a   Jessica   le   dio   mucho   miedo   por   si   pudiera   pasarles   algo,   por   esa   razón   estuvo   el   resto   del   día   convenciendo   a   sus   padres   para   ir   a   otro   lugar   como   a   Disneyland   París,   pero   no   lo   consiguió   ya   que   sus   padres   no   creían   en   fantasmas   y   les   parecía  una  buena  experiencia  para  sus  hijas.   Al  día  siguiente  todos  se  pusieron  en  marcha,  hicieron  las  maletas  y  después  de  horas  y   horas   de   quejas   y   pataletas   de   Jessica   sobre   el   fantasmagórico   lugar   de   vacaciones,   lograron   subirse   al   avión.   Aunque   el   trayecto   fue   largo,   no   fue   para   nada   aburrido;   Martina   se   entretuvo   ojeando   un   libro   de   terror   cuyo   autor   era   Stephen   King,   Jessica   estuvo   todo   el   tiempo   quejándose   y   comiendo   bolsitas   de   cacahuetes,   y   los   padres   tranquilizando  a  su  hija  menor  y  haciendo  fotos  de  todo  lo  que  veían.   Cuando  llegaron  a  su  destino  pensaron  que  verían  calles  coloridas,  llenas  de  vida,  mucho   turismo....  pero  era  todo  lo  contrario,  lo  que  se  encontraron  no  se  parecía  en  nada  a  lo  que   imaginaron.   Lo   primero   que   llamaba   la   atención   eran   las   calles   vacías,   sin   vida,   las   paredes  de  las  casas  y  tejados  estaban  malgastadas,  sucias  y  viejas,  parecía  que  no  vivía   nadie   en   kilómetros.   Todo   estaba   envuelto   en   un   ambiente   tenebroso.   En   ese   momento   tanto   Martina   como   su   familia,   comprendieron   porque   se   decía   que   ese   lugar   estaba   encantado.   Pero   el   mal   estado   en   el   que   se   encontraba   el   pueblo,   no   iba   a   impedir   unas   vacaciones   fantásticas.  Martina,  Jessica  y  sus  padres  estuvieron  buscando  el  hotel  que  reservaron,  y   después  de  una  hora  dieron  con  él.  Allí  estaba,  en  la  cima  de  una  montañita  se  encontraba   el  hotel  conocido  por  el  nombre  de  "La  Posada  de  las  Almas",  Martina  reconoció  que  ese   nombre   le   pegaba   mucho   ya   que   estábamos   hablando   de   un   hotel   en   pleno   pueblo   encantado.   El   exterior   era   exactamente   como   el   del   resto   del   pueblo,   viejo   y   antiguo,   pero   con  algo  extraño  que  atraía  a  su  interior.  

Cuando  la  familia  al  completo  miraron  dentro,  todo  tenía  un  ambiente  misterioso  y  poco   familiar;   había   papel   pintado   antiguo   en   las   paredes,   gotelé   en   el   techo,   las   luces   se   encendían   y   apagaban   solas...   pero   lo   más   extraño   es   que   había   personas   de   lo   más   normales.  Todos  se  quedaron  un  poco  en  shock  cuando  vieron  el  aspecto  que  tenía  todo,   pero  ya  que  no  tenían  otro  lugar  donde  quedarse  y  dudaban  que  lo  encontraran,  así  que   aceptaron.   A  Martina  todo  le  pareció  muy  inquietante,  pero  a  la  vez  apasionante,  así  que  se  propuso   averiguar   sí   de   verdad   allí   habitaban   fantasmas,   como   decían.   Durante   los   tres   días   siguientes,  se  dedicó  a  observarlo  todo,  como  si  fuese  una  detective,  mientras  tiraba  de  su   hermana   que   siempre   estaba   asustada,     pero   todo   era   de   lo   más   normal,   ninguna   aparición  ni  cosas  paranormales...nada  de  nada....   La  cuarta  noche    Martina  se  acostó  sin  respuestas  de  nuevo,    y  minutos  más  tarde,  cuando   ya   estaba   casi   dormida   se   escuchó   un   estruendo   en   el   pasillo,   todas   las   personas   del   hotel   salieron   de   sus   habitaciones   asustadas   y   vieron   al   encargado   que   les   intentaba   tranquilizar   diciéndoles   que   no   pasaba   nada,   que   eran   los   ruidos   normales   de   una   estructura  ya  un  poco  vieja.  Pero  Martina  dudaba  de  que  eso  fuese  verdad.....   Al   día   siguiente,   en   el   desayuno   mientras   sus   padres   y   su   hermana   comían,   Martina   aprovechó   para   investigar.   Subió   y   bajó   pisos   sin   resultados,   hasta   que   pasó   por   una   habitación,   que   estaba   entreabierta,   y   le   pareció   escuchar   un   débil   sonido   de   cadenas,   pero   como   no   estaba   segura   avanzó   y   otra   vez   lo   escuchó,   y   con   miedo   fue   corriendo   a   decírselo  a  sus  padres,  pero  claro,  no  la  creyeron.   Pasaron   horas   y   horas,   y   Martina   se   estaba   empezando   a   rendir.   Durante   ese   día   se   dedicaron   a   recorrer   los   alrededores   del   hotel,   eso   sí,   sin   alejarse   demasiado.   Llegó   la   última   noche   que   estarían   en   aquel   hotel,   se   acostaron   pronto   porque   tenían   que   madrugar,   pero   a   eso   de   las   cinco   de   la   madrugada,   Jessica   despertó   a   su   hermana,   le   había   parecido   escuchar   murmullos   de   voces,   había   oído   algo   así   como:   "¡Cállate   tonto,   vas   a   despertar   a   nuestros   clientes...!;   ¡Haz   lo   planeado   y   tendremos   más   huéspedes,   entendido!   A   Martina   le   entró   un   escalofrío   y   decidió   salir   fuera   para   ver   lo   que   sucedía,   el   pasillo   estaba   oscuro   y   solitario,   anduvo   y   anduvo   hasta   que   se   encontró   en   una   habitación   llena   de   cadenas   de   metal,   disfraces,   esqueletos   de   plástico..   y   al   lado   al   ¡encargado!.   Martina   del  susto  dio  un  grito  que  despertó  a  dos  los  clientes,  incluido  a  sus  padres.   El   encargado   no   tenía   respuestas   y   en   cuanto   se   vio   rodeado   de   sus   clientes,   no   pudo   hacer  otra  cosa  que  confesar:   -­‐Vale,   confieso,   la   verdad   es   que   aquí   en   este   pueblo   no   hay   ningún   fantasma,   todo   son   mentiras...los   trabajadores   de   este   hotel   se   disfrazan     para   atraer   a   la   gente   a   nuestro   hotel,  "La  posada  de  las  Almas",  y  así  crear  leyendas.   Y  todo  quedó  aclarado  y  zanjado....o  no.   Por  la  mañana  llegó  la  hora  de  la  despedida,  todos  se  fueron  contentos  y  a  la  vez  con  una   sensación  extraña  por  lo  que  habían  vivido.  Cuando  se  alejaban  de  la  puerta,  dirección  al   aeropuerto,   Martina   miró   hacia   atrás,   como   para   dar   su   último   adiós   a   un   lugar   que   sabía   que  jamás  volvería,  y  de  pronto  en  una  de  las  ventanas,  algo,  una  silueta  extraña,  le  decía   adiós   con   la   mano....   no   se   le   veía   el   rostro   pero   tenía   un   aire   escalofriante,   nada   parecido   a  un  disfraz,  de  eso  estaba  segura.  Ahora  sí  un  miedo  tremendo  le  recorrió  desde  la  punta   del   cabello   hasta   la   punta   del   pie;   y   se   apresuró   a   salir   de   allí   con   una   duda   en   su   cabeza....¿Habría  fantasmas  realmente?.....  

  Por  Sonia  Morales  Delgado  

WILSON Y YO Una   mañana   de   mayo   de   2014   en   el   colegio   todos   estaban   pendientes   de   que   todo   estuviera  fantástico  para  que  ese  día  quedara  en  nuestras  memorias  .  Todo  estaba  lleno   de   guirnaldas,   farolillos,   pancartas   anunciando   que   iba   a   comenzar   el   día   de   la   mascota.   Todos   los   niños   y   niñas   de   5-­‐B   estaban   deseando   contar   a   sus   compañeros   las   maravillosas  historias  que  habían  vivido  con  sus  mascotas.   Todos  presentaron  a  sus  mascotas  encantados,  pero  cuando  llegó  el  turno  de  que  Carmen,   una  chica  alta,  rubia,  simpática  y  alegre,  todos  se  quedaron  alucinados.   Ella  empezó  a  hablar  diciendo:   -­‐  Todo  comenzó  porque  se  acercaba  mi  comunión  y  lo  que  más  deseaba  en  el  mundo  era   un  perrito.  Mi  padre  me  concedió  el  deseo,  me  regaló  un  cachorro  de  yorksay  cruzado  con   otra   raza.   Lo   llamé   Simba.   Tenía   el   pelo   largo,   negro   y   largo,   era   un   poco   llorón,   arisco,   aburrido,   aunque   a   mi   me   hacía   feliz.   Pero   sucedió   algo   terrible,   el   10   de   abril   de   2013   después  del  mediodía  Simba  no  estaba  ¡Se  había  escapado!  o  quizás  nos  lo  habían  robado,   la   cuestión   es   que   ya   no   estaba   con   nosotros.   Lo   buscamos   por   toda   la   ciudad   pero   no   hubo   resultado.   A   todos   nos   entristeció   mucho,   mi   hermano   incluso   tenía   pesadillas,   porque  sólo  quería  a  su  perrito.   -­‐¡Qué  pena!-­‐dijo  Claudia  con  tristeza.   Carmen  siguió  contándonos  su  increíble  historia:   -­‐  El  14  de  enero  de  este  mismo  año  sucedió  algo  maravilloso.  Yo  estaba  con  mi  abuela  Inés   y  mi  hermano  Adrián,  mis  padres  no  estaban.  Cuando  llegaron  traían  con  ellos  a  un  nuevo   miembro  de  la  familia  ¡A  un  cachorro  de  bodeguero  andaluz!  Yo  no  me  lo  podía  creer.  Mi   hermano  y  yo  empezamos  a  dar  saltos  de  alegría.  Le  dimos  muchas  vueltas  al  nombre,  al   principio   se   iba   a   llamar   Dusty,   después   Tom,   luego   Komu,   mi   hermano   hasta   le   quería   volver  a  llamar  Simba,  pero  no  lo  queríamos  recordar  y  al  final  se  llamó  Wilson.  Él  es  de   color  blanco  y  con  algunas  manchas  negras,  también  es  divertido  y  comilón.  A  Wilson  le   encanta  hacer  todas  las  cosas  que  hacen  todos  los  perros  además  de  ir  a  la  playa,  correr   por  las  malas  hierbas  del  llano  de  atrás  de  mi  casa,  recoger  la  pelota,  morder  palos,  pero  lo   que   más   le   gustan   son   los   niños.   También   le   gusta   jugar   un   montón   con   su   hermano   Wilo,   que   como   a   mi   tío   y   a   mis   abuelos   les   gusto   mucho   Wilson   decidieron   acoger   a   otro  cachorrillo.   Fuimos  todos  a  Coín  a  la  casa  del  gran  señor  Paco  que  hizo  posible  nuestro  sueño.  Todas   las  mañanas  juega  con  los  mismos  perros,  Dora,  Chispa,  Lola,  Kira  y  Darco,  esos  son  sus   amigos;  los  dueños  de  estos  perros  y  mi  padre  han  decidido  llamarlos  "La  Manada".  Con  la   que  más  juega  es  con  Dora,  puesto  que  es  la  más  activa  junto  con  Wilson.   Nos  quiere  a  todos  un  montón,  pero  yo  creo  que  al  que  más  quiere  es  a  mi  padre,  porque   él   es   quien   lo   lleva   a   los   sitios   en   los   que   él   más   disfruta.   Como   mi   padre   es   camionero   cuando  tiene  que  irse  a  trabajar  a  Francia  se  pone  supertriste  y  cuando  vuelve  no  puede   contener  la  alegría.  Bueno  así  es  Wilson,  ya  habéis  conocido  un  poco  más  a  mi  mascota.   No   hemos   vuelto   a   saber   nada   de   Simba,   pero   pensamos   en    positivo,   a   lo   mejor   tuvo   suerte  y  esta  con  una  buena  familia.   Al  final,  todos  empezaron  a  aplaudir  y  le  dieron  la  enhorabuena  a  Carmen  porque  había   ganado  el  premio  a  la  mejor  mascota,  por  su  conmovible  historia.  

  Por  Carmen  Sánchez  Alarcón          

LOS RENACIENTES Allá por el año 2004, se levantaba una mañana tranquila en BUDBERY (LONDRES), una ciudad llamativa en la que los pájaros silbaban alegremente su dulce canto con el buen tiempo que hacía. En el vivía Raúl, un hombre con 32 años que era simpático y risueño. Su pelo era corto y rubio y con ojos azules. Con carácter rudo y humilde, normalmente vestía con camisa negra, pantalón y tenis verdes. Con él también vivían su amigo Rogger, que continuamente presumía de su espectacular coche y de su increíble control en el juego de matar zombie y su hermano Samuel, que estaba en paro desde hacía tiempo. A primera hora de la mañana, Rogger siempre estaba pensando en el juego de zombie que le fascinaba. Un día sentado en el sofá jugando, dijo -¡QUÉ EXCITANTE SERÍA QUE LOS MUERTOS COBRASEN VIDA FUERA DE LOS VIDEOJUEGOS!-. A Raúl también le gustaba este tema y para colmo le apetecía jugar en su tiempo libre. Raúl, como todos los días, hacía su rutina de siempre: se levantaba de la cama para ir a desayunar su delicioso café, se lavaba las manos y la cara con gel suavizante, se vestía para ir a hacer la compra y, lo más gracioso era que al salir de su casa un niño con una pelota de baloncesto le golpeaba en la cabeza todos los días. Se iba a su aburrido trabajo de camarero y volvía al atardecer para relajarse y jugar a la Playstation con Rogger. …OTOÑO… Pasado unos cuantos años, Raúl seguía su rutina de siempre, pero cuando salió a la calle, el balón que le golpeaba todos los días estaba en el suelo rodando sin rumbo. Paso de los coches y vio un chaval con la misma estatura que la del chico del balón tambaleándose como un borracho y con sangre. Entró en la tienda donde él suele comprar y el hombre que había en el mostrador no estaba por ningún lado. Mientras tanto Rogger se quedó mirando fijamente el mordisco que tenía el hermano de Raúl en la mano al entrar por la puerta, -Esto no es nada- dijo un Samuel dudoso. Entonces Raúl fue corriendo a la casa esquivando a las personas que hacían S por las calles como si fueran borrachos andado sin rumbo. Llegó dando un portazo en la puerta y muy alterado y gritó -¡TÍO, HAY GENTE HACIENDO EL ZOMBIE COMO EN EL JUEGO ESE!Rogger le contestó -Tranquilo, pero vamos a ver, tienen sangre- y Raúl le respondió que sí. Rogger al escucharlo se fue corriendo a la ventana para verlo con sus propios ojos. Mientras él observaba aquello detenidamente, la televisión que estaba encendida decía: ABSTENGANSEN DE LOS ARAÑAZOS Y MORDIDAS DE ESOS CAMINANTES. PARA MATARLOS HAY QUE DARLE CON UN OBJETO DURO EN EL CEREBRO. -¡Tu hermanooo!, dijo Rogger. -¿Qué le pasa a mi hermano?- preguntó Raúl y Rogger contestó que lo había visto con un mordisco en la mano. Rogger comenzó a llamarlo por las escaleras: ¡Samueeeel! y del mismo modo hizo Raúl subiéndolas dubitativo. Cuando llegó arriba entró en el baño, vió una sombra en la bañera y lo encontró ensangrentado. Samuel le hizo un amague de morder, pero Raúl fue más rápido que él. Salió, cerró la puerta del baño, bajó y le dijo a Rogger que debían irse de allí rápidamente. Salieron de la casa velozmente, cogiendo las cosas necesarias para sobrevivir y se toparon con una muchedumbre de zombie rodeando el coche de Rogger. Entonces se abrieron camino con las palas que habían en el jardín. Arrancaron y, a medio camino, vieron un lugar seguro en el cual trabajaba Raúl, el CAFELAND, pero nuevamente, rodeado por una gran cantidad de

muertos o como los denominaría Rogger, Zombie. Había demasiados y, entonces, se fueron a una esquina para planear una táctica de distracción. Había un coche abandonado y Raúl decidió hacer una locura: romper el cristal. Cuando lo hizo, saltó la alarma y los zombies se fueron en dirección al coche; era el momento exacto para entrar, pero la puerta principal estaba cerrada, de modo que Rogger, en un momento de brillantez, rompió un escaparate del bar. Entraron, pero los zombies les vieron y les siguieron. Los chicos se encerraron en una habitación cercana a la entrada y aguardaron. Tras un buen rato de golpes de manos ensangrentadas sobre la puerta que separaba a los nomuertos de los chicos, la puerta se resquebrajó y cedió. Los jóvenes quedaron expuestos totalmente a la sed de sangre de aquellos seres que acechaba. De pronto, una luz cegadora se adentró en aquella habitación infectada de esos no-muertos. A dicha luz le siguieron disparos precisos y contundentes hacia las cabezas de aquellos monstruos que nada pudieron hacer. Entre tanto disparo, se pudieron escuchar los desgarradores gritos de socorro de Rogger y Raúl viendo la cantidad de sangre que les goteaba de las paredes y de repente... -¡Ah!- cariño vienes a desayunar que tu hijo Rogger te esta esperando para ir al colegio-, -¿cómo?-. Al final, era una enorme y enrevesada pesadilla de Raúl.

Por Ángel Recio Gutiérrez

QUIERO SER MÉDICO Una mañana calurosa del mes de Julio, estaba Laura, una niña de 10 años; alta, delgada, con el pelo largo y castaño, sus ojos claros y un lunar muy peculiar en su mejilla. Ella iba vestida con una camisa blanca, unos vaqueros y unas sandalias blancas. Laura era una niña de carácter alegre y también es muy extrovertida. Esa mañana decidió ir al parque de siempre, en Torrequebrada. Aquel parque estaba muy cerca de su casa y era un parque con tan sólo un columpio, dos toboganes y un balancín que subía y que bajaba. En aquel parque Laura jugaba con una niña llamada Paula, que eran la una para la otra de buenas amigas, aunque ellas eran totalmente diferentes. Paula es una chica gordita, baja y con gafas y, a parte, es muy, muy tímida e introvertida, pero ellas se llevaban muy bien. Paula y Laura estaban jugando alegremente y, de repente, a Paula le pasó algo terrible, se cayó del columpio. Dos segundos más tarde, Paula se dio cuenta de que un hueso del brazo "el radio" se le había salido de su sitio. Laura intentó distraerla para que esta no se diera cuenta de la gravedad del suceso. A Laura se le ocurrió ponerle un pañuelo e inmovilizarle el brazo, mientras la madre de Laura llamaba a los médicos de la ambulancia. Cuando llegó, a Paula se la llevaron al hospital más cercano; en aquel hospital la tuvieron que intervenir de urgencia. Allí le dijeron que fue todo un éxito y que si no fuera por la que le inmovilizo el brazo, no se imaginarían lo que le hubiera pasado. Tras ese comentario, Laura se puso muy contenta por lo que le dijeron. A ella le encanta investigar, reunir datos, preguntar, conocer todos los detalles y sobre todo, ayudar a los demás. Desde ese día ella tuvo muy, muy claro lo de ser médico de mayor. Pasados unos cuantos años más, Laura ya se había sacado su carrera y estaba en el hospital de Torrequebrada; cumplió su sueño de ser médico. Poco más tarde de instalarse en ese hospital, le llegó una chica que de casualidad, le pasó lo mismo que a su amiga Paula, se había caído de un columpio. Eso a ella le hizo recordar la feliz infancia que tuvo con su amiga Paula y también le hizo recordar porqué ella se hizo médico.

Por Carmen Baena Corral

PEDRO, EL NIÑO MÁS ESPECIAL Todo ocurrió hace mucho tiempo. Había una madre llamada María que vivía con sus hijos Pedro y Sandra en Groenlandia. Pedro era un chico introvertido, su pelo moreno y rizado le hacía un aspecto desaliñado; aunque hiciese frío siempre iba con una camiseta de manga corta y unos vaqueros muy desgastados y, casi siempre, descalzo. Sus vecinos lo conocían por " el chico de hielo" porque a pesar de ir tan desabrigado nunca tenía frío. Por el contrario, su hermana era una chica muy extrovertida y hacía amigos muy fácilmente, siempre iba muy abrigada con un chaquetón hasta los pies y con el pelo recogido, que le hacía resaltar sus grandes y hermosos ojos azules. María era una mujer que, a pesar de no ser muy mayor, se la veía cansada y triste desde la muerte de su marido, el cual murió muy lejos, cuando estaba trabajando como reportero, cubriendo una noticia en Málaga; no les dio tiempo despedirse de él. Ella pensó que si viese el sitio donde había muerto lo comprendería todo un poco mejor y le aliviaría la pena de su interior. Una noche al salir del trabajo mas cansada y triste que nunca, llegó a su casa y llamó a sus dos hijos: - Sandra, Pedro, venid, tengo que anunciaros algo. _ ¿Qué?, mamá. - He pensado que podríamos visitar el sitio donde murió vuestro padre ¿Qué os parece? Los niños dijeron que sí, pero un sí entre alegre por salir de la rutina y triste por recordar la muerte de su padre. Se fueron a la cama con una gran sensación de tristeza. Pedro no lograba dormirse y pensó que un paseo le vendría muy bien para desconectar un rato. Después de un rato de camino, se desencadenó una terrible tempestad y una gran ventisca que lo envolvió todo con un gran manto blanco de hielo, perdiendo la consciencia y cayendo al suelo. Allí pasó toda la noche (sin despertarse). Con las primeras luces del amanecer, despertó sin saber muy bien lo que había pasado. Corrió hacia la casa a contarle a su madre lo que había pasado. La encontró en la puerta, pues salía a buscarlo. Cuando lo vio, su cara reflejó expresión de asombro, el pelo de su hijo no era negro, sino blanco como la escarcha, su piel blanca y transparente como el hielo y sus ojos ya no tenían ese azul intenso, eran mucho más apagados. Cuando lo abrazó notó un frío que le recorrió todo el cuerpo como si abrazase un tempano. Lo llevó a casa, donde Sandra tenía ya preparadas las maletas. Su madre les dijo que, después de lo sucedido, no viajarían, pero Pedro la tranquilizó diciéndole que se encontraba bien y, tras mucho insistir, hicieron ese viaje rumbo a Málaga. Ya en el avión Pedro empezó a sentirse extraño, pero no le dijo nada a su madre por no preocuparla. Una vez en Málaga, su sensación de cansancio fue aumentando, pero al llegar al hotel sintió que se encontraba mejor, gracias al frío que desprendía el aire acondicionado, dándose cuenta por ello que era el calor lo que le provocaba el malestar. Por la mañana pensaron visitar el lugar donde murió su padre. Pedro temía salir a la calle porque ya se imaginaba que era lo que le sucedió aquella noche, pensó: -"¡Me he convertido en hielo!, me temo que si salgo a la calle moriré". Pedro se armó de valor y se lo contó a Sandra, ella le aconsejó que se lo contase a su madre, pero a Pedro le daba miedo que no lo creyese, pero no encontró otra salida. Cuando se lo contó a su madre, efectivamente no lo creyó. - Pedro, eso es imposible. Pedro rompió a llorar, impotente ante aquella situación. María al ver a su hijo tan desesperado terminó por preguntarse si eso fuera posible, pero de todas formas pidió un taxi para ir al lugar previsto. Sandra le pidió también por favor que no saliesen, María no escuchó las suplicas de sus dos hijos desesperada por ver el lugar donde murió su marido. Los tres subieron a ese taxi, no hubo andado mucho cuando Pedro empezó a sentirse muy mal. La madre le miraba constantemente y no decía nada. A los 20 minutos de la salida del hotel, ya Pedro no podía

respirar ni articular palabras, su madre al verlo de esa manera, sin plantearse si era verdad o no lo que Pedro le dijo, se dirigieron rápidamente al hotel. Al llegar al hotel Pedro empezó a sentirse mejor, pero no bien del todo y decidieron dejarlo en su habitación. Sandra y María hablaron de lo que sería mejor para Pedro. Sandra le dijo a su madre que el clima de Groenlandia sería lo mejor para él, puesto que lo mantendría a una mejor temperatura para su estado. Así lo hicieron, cogieron un avión hacia su país y, nada más poner un pie allí, Pedro se recuperó totalmente, esto hizo pensar a su madre que lo que le contó el hijo era cierto...

Por Ada Domínguez Martínez

EL DETECTIVE Y EL ASESINO Un oscuro y tenebroso día de marzo de 1998 en Londres, habitaba un asesino llamado Matías. Era un hombre alto, delgado, con los ojos marrones y de carácter muy malvado. Tras asesinar a una mujer, de repente, cayó una lluvia de sangre roja como el tomate. Caía sobre la gran ciudad de Londres. Al mismo tiempo, otra persona buscaba pistas, se trataba del detective David. Era un hombre valiente, listo, alto, delgado y con ojos azules. Londres es la capital de Inglaterra, una ciudad grande y preciosa. Antes era una ciudad completa, un sitio lleno de creatividad, negocios, buen trato y el entretenimiento. Era una capital casi perfecta, la más visitada del mundo. Pero eso era antes, ahora era un lugar lleno de sangre y también muy tenebroso. Los policías no paraban de buscar al asesino, pero no encontraban nada, así que decidieron buscar al detective que nunca se rinde: David. Cuando llegaron a casa de David no estaba y en la pared ponía algo: no me busquéis estoy resolviendo el misterio. De esta forma los policías se tranquilizaron, ya que él estaba investigando el caso. David buscó pistas pero no encontraba nada, así que utilizó su invento: "la lupa mágica", que servía para ver las huellas de los demás e identificar de quién eran. Pues así siguió sus huellas y llegó a su guarida secreta. No pensaba en pillarle directamente, sino seguir adquiriendo pistas para hacer un plan para atraparle durante un despiste. Cuando consiguió toda las pistas que necesitaba pensó una estrategia para atraparle fácilmente, pero necesitaba muchos refuerzos, por eso llamó a los policías para ayudarle en su plan "maestro", que consistía en que los policías distrajesen al asesino mientras que él preparaba la trampa para atraparle. Cuando el plan se inició, los policías fueron descubiertos, pero el detective logró atraparlo rápidamente con su red. Tras la rendición del asesino y ser desenmascarado, pudieron comprobar que este era el hermano mayor de David, Matías. David lloró, y le preguntó porqué decidió ser asesino; él le contestó que su vida era muy mala y que no le gustaba como le trataban ya que le decían apestoso, tonto, sucio, etc. Al final se dieron un abrazo y se llevaron al asesino a la cárcel de Londres. David se comprometió a seguir siendo el mejor detective del mundo y que intentaría resolver todos los misterios, por difíciles que sean. Con el paso del tiempo David tuvo cada vez más fama y vio cumplido su sueño: ser el mejor detective. Su hermano por fin salió de la cárcel y entablaron una buena relación, símbolo de la amistad entre hermanos, o mejor dicho, los lazos que les unen.

Por Antonio (Zhou Hao)

EL CAMPAMENTO TERRORÍFICO

Hace   mucho   tiempo,   había   una   ciudad   muy   lejana   llamada   Doblen.   Era   una   ciudad   muy   vieja,  siempre  estaba  muy  oscuro  y  nunca  había  un  niño  con  el  que  jugar.  Allí  habitaba  una   familia  de  4  miembros;  los  hijos  se  llamaban  Marta  y  Pablo.  Marta  era  rubia  con  los  ojos   azules,   un   poco   gordita   y   cariñosa;   su   hermano   Pablo   también   era   rubio   con   los   ojos   verdes,  bastante  delgado  y  quería  mucho  a  su  hermana.   Ya  se  había  acabado  el  colegio  y  como  no  les  habían  mandado  deberes,  sus  padres  Alicia  y   Alex  decidieron  llevar  a  sus  hijos  a  un  campamento  de  verano,  aunque  a  Pablo  no  le  gustó   mucho  la  idea  de  ir,  puesto  que  él  quería  ir  a  París   Sus   padres   no   le   hicieron   caso   y   fueron   a   buscar   un   taxi.   Pasaron   unas   cuantas   horas   y…¡por  fin  llegaron!;  cogieron  las  maletas,  se  despidieron  de  sus  padres  y  se  marcharon  al   campamento.   Cuando   llegaron   era   casi   la   hora   de   cenar   y   allí   se   encontraron   a   otros   ocho   niños.   Tras   la   cena  se  fueron  a  sus  literas  y,  a  la  mañana  siguiente,  vieron  que  en  su  habitación  faltaba   un  niño;  cancelaron  la  excursión  que  habían  planeado  y  se  fueron  a  buscarlo.   Eso   hicieron   durante   2   horas   y   media,   pero   no   lograron   encontrarlo.   Ya   era   la   hora   de   comer,  así  que  dejaron  de  buscar.  Después  del  almuerzo  los  monitores  del  campamento   dijeron  que  esa  tarde  la  dedicarían  a  juegos,  pero  los  niños  no  querían  jugar.  Siguieron  la   búsqueda  de  su  compañero  a  escondidas  hasta  que  llegaron  a  un  bosque  seco,  oscuro  y  en   el  que  hacía  mucho  frío.  Se  metieron  en  una  cueva  y  vieron…….un  niño,se  acercaron  a  él   y……..   vieron   que   era   su   compañero.   Tenía   un   brazo   roto   y   sólo   se   acordaba   de   que   un   hombre   le   cogió,   se   lo   llevó   y   le   durmió   con   un   spray.   Rápidamente,   fueron   al   campamento  y  le  dijeron  que  lo  habían  encontrado.  Cuando  los  monitores  llegaron  hasta   el   lugar,   se   lo   llevaron   rápidamente   al   hospital.   Los   responsables   del   campamento   decidieron   buscar   al   hombre   malvado   y   los   niños   tendrían   que   quedarse   en   sus   habitaciones  con  un  monitor.     Raúl,  rubio  con  los  ojos  marrones,  bastante  alto  y  guapo,  era  uno  de  los  monitores;  vio  una   sombra   justo   delante   suya   que   paso   rápidamente,   inmediatamente   cogió   su   linterna   y   llamó   a   los   demás.   Era   el   secuestrador   y   lograron   cogerlo,   se   lo   llevó   la   policía   y   decidieron  que  tendría  que  estar  en  la  cárcel  20  años.   Todos   los   niños,   junto   a   una   monitora,   fueron   al   hospital   para   ver   como   estaba   su   compañero;   tenía   el   brazo   escayolado,   pero   pronto   se   recuperaría.  Cuando   acabó   el   campamento   el   niño   ya   tenía   el   brazo   perfecto,   cogieron   sus   mochilas   y   se   volvieron   a   casa.  

Por  Claudia  Garrido  González    

         

El bosque fantástico Una mañana de mayo estaba en el patio de mi casa jugando al baloncesto con mis amigos. Martín era inteligente, alto, moreno y valiente. Leo, por el contrario, era un miedica y le encantaba comer, ¡era un gordinflón¡. Rebeca era delgada valiente y creativa. Martín, que era un patoso, envió la pelota lejos y fuimos detrás de ella. Entre tanto vimos un árbol lleno de flores, donde se posó un pájaro impresionante que era de colores (azul, rojo, verde, amarillo etc.) y con unas plumas largas en la cola como las de un pavo real. Cuando el pájaro extraño notó nuestra presencia se largó. Decidimos ir tras él y, por el camino, pasamos por muchos sitios oscuros y estrechos que eran como túneles. De pronto el pájaro se posó en una roca, nos habló y nos dijo: -¿porqué me perseguís, me queréis secuestrar? y nosotros le contestamos que no era nuestra intención, sólo queríamos saber a donde iba. -Bueno ya que habéis venido hasta aquí os lo enseñare pero me tenéis que prometer guardar el secreto- dijo el pájaro un poco más tranquilo. De pronto, la extraña ave apartó las ramas de un árbol y nos quedamos alucinados al ver aquello: todo era una fiesta y además se veían que vivían más pájaros similares que bailaban salsa desde el más pequeño al más grande. El pájaro nos llevó a su casa,; era bastante bonito y resistente. El pájaro, que en verdad era una pájara, nos dijo que se llamaba Rosita María Flor Catellana Rosalita Margarita de la Clavelita. Nos ofreció chocolate de gusanillo, pero no teníamos mucha ganas, preferimos tomar zumo de coco natural, que era más apetitoso. Rosita nos presentó a sus amigos y nos mostró su ciudad. Sus amigos tenían acento brasileño y su ciudad era maravillosa. Lo mejor de ese lugar era que no había colegio y siempre era fiesta. Cuando fuimos a acostarnos se escuchaba la música a todo volumen; salimos fuera a buscar a Rosita que estaba bailando salsa con su novio Mariano Rogelio Fernandito, para decirle que no podíamos dormir y Rosita nos dijo eso aquí era lo normal. Nosotros intentamos dormir pero no hubo manera. Al día siguiente teníamos ojeras y mucho sueño. Fuimos a la cocina y al abrimos el mueble, vimos que sólo había un tarro de gusanillo, cereales de gusanillo y frutos secos de gusanillo. Decidimos ir a buscar comida, pero no tuvimos mucha suerte ya que sólo encontramos semillas . El día lo pasamos jugando a nuestro deporte favorito, el baloncesto. Llegó de nuevo la hora de dormir y nos encontramos con la misma situación que la del día anterior. Así fue todos los día, así que nos cansamos de tanta fiesta y fuimos a la búsqueda de la salida pero no logramos encontrarla; Rosita nos dijo que no podríamos salir jamás de la ciudad, "¡qué horror!", pensamos alarmados. De pronto escuché una voz que me decía:.......¡venga hija que hay que ir al colegio! En ese momento no me lo podía creer, ¡TODO FUE UN SUEÑO!. Cuando estaba en el colegio toco la sirena y fuimos al patio; a Martín se le fue la pelota y vimos un árbol lleno de flores como en el que de se posó el pájaro del sueño y decidimos no ir en su búsqueda.

Por Dalia Leiva Domínguez

El niño y la perrita Una mañana de junio de 2009 y en lugar desconocido, todo estaba rodeado de árboles y de montañas, con casas de color blanco y la brisa del mar cercano llegaba hasta sus calles. En sus alrededores la gente vivía en pequeños grupos, pero en el monte se encontraba la casa de Jorge. Era un chico que tenía 11 años, valiente y fuerte. El vestía con un taparrabos, iba descalzo y sin camiseta, es decir, era el típico Tarzán. No estaba solo, vivía con su perrita Clara, que era un tanto cariñosa, de color blanco como la nieve y juguetona. Vivían en una casita fabricada por el mismo, era un manitas. Un día los echaron del monte por que decían que derruirían su casa para hacer un aeropuerto. Jorge decidió marcharse a la playa porque la tenía cerca y allí podría comer pescado y cocos. Nada más llegar a la playa Clara, la perrita, tenía mucho calor y fue al agua a darse un chapuzón, mientras que Jorge iba a fabricar una caña para pescar, aunque no sabía que poner de anzuelo. En la orilla, encontró un diente de tiburón y con él logró terminar la caña de pescar. Clara salió del mar y se puso a recoger objetos útiles. Jorge mientras pescaba se acordó de que necesitaría fuego para cocinar el pescado y, de pronto, decidió preparar todo para encender fuego con hojas secas, madera y dos palos para frotarlos y hacer arder. Efectivamente, lo consiguió, ya tenían fuego; se puso a pescar de nuevo y tras intentarlo un buen rato se dio cuenta de que algo pasaba y sin pensárselo se metió bajo el agua a bucear y comprobó que no había peces. Entonces, decidió caminar junto a su perrita hasta llegar a Bolonia, una playa de Cádiz. Allí hicieron fuego y volvió a echar la caña y, en esta ocasión, si pudo pescar. Pescaron especies de todo tipo, como sargos y rascacios. Después de su hazaña se pusieron a comer tranquilos. Mas tarde, salieron a dar un paseo por la playa. En ese mismo momento una mujer llamada Loli lo adoptó como su propio hijo, se fueron a la casa de Loli y formaron una familia perfecta.

  LA  ISLA  PERDIDA  

Por Daniel Mena Pascual  

Hace   aproximadamente   25   años,   en   un   país   rico   en   cultura   y   con   una   gran   variedad   de   alimentos,  vivía  un  matrimonio  rico  e  importante,  con  su  hija  Estíbaly  de  14  años,  bajita,   rubia  y  con  un  carácter  querido  y  su  sobrino    Jack  de  15  años,  alto,  moreno  y  a  veces  con   un   carácter   fuerte.   Un   día   se   embarcaron   en   un   barco   de   lujo   para   vivir   una   aventura   única.   Descubrieron   muchos   lugares   y   vieron   países   alucinantes;    pescaban   muchos   y   variados   ejemplares   de   peces   y   se   los   comían,   se   bañaban   tirándose   al   agua   y   descubrieron  un  mundo  nuevo  bajo  el  mar.   De  pronto  una  noche  empezó  a  levantarse  un  viento  terrible  y  Eric,  el  padre,  estaba  muy   preocupado  por  el  barco  y  sus  pasajeros.  Empezaron  las  tormentas  y,  de  pronto,  las  olas   gigantes   impidieron   controlar   el   barco,   se   hundió    y   todos     cayeron   al   agua.  Los   niños  asustados,     se  aferraron  a  lo  que  veían  y     despertaron  a  la  mañana  siguiente  en  una   isla  desierta.  Jack  se  despertó  asustado  buscando  a  sus  tíos.     A  su     prima  la  encontró  bajo   una   rama   de   palmera   y   pensó   que   estaba   muerta,   aunque   logró   reanimarla.   Él    se   dio    cuenta  de  que  sus  tíos  no  estaban  allí  y  Estíbaly  creía    que  ellos  se  habían  ahogado.   Empezaron  a  caminar  por  la  isla  y  vieron  que  sólo  estaban  ellos  dos  y  se  preguntaron  que   como  iban   a   sobrevivir.   Jack   asustado   y   preocupado   se   sentó   en   la   arena   blanca   observando  como  el  barco  de  sus  tíos  se  venía  a  lejos  estaba  completamente  destrozado.   Pensó  que  tenían  que  sobrevivir  como  fuese,  aunque  fuese  duro.  Llegada  la  noche,  Jack  y   Estíbaly  fueron  en  busca  de  cosas  del  barco  para  hacerse  un  refugio,  mientras,  Estíbaly  fue   a   buscar   comida   y   encontró   varias   palmeras   con   cocos   y   un   lago   grandísimo   donde   habitaban   gran   variedad   de   peces.   Estíbaly   llamo   a   Jack   y   le   dijo   lo   que   había   encontrado,   de  esta  forma,  Jack  inventó  un  artilugio  para  poder  pescar.  

Sin   darse   cuenta   se   hicieron   mayores,   decidieron   formar   una   familia  y   tuvieron   un   niño   llamado   Alfonso,   rubio   y   gordito.  Cuando   el   niño   tenía   3   añitos   y   mientras   jugaban  en    la  arena,   a   sus   espaldas   apareció   un   barco   que   andaba   buscándolos,   pero   como  estaban  cubiertos  de  arena  no  los  reconocieron  y  se  marchó.   A   la   semana  siguiente,   Jack   construyó  una  barca  de  madera.  Alfonso,  antes  de  embarcar   con  sus  padres,  cogió  una  ramita  de  frutas  que  hacían  dormir.  Cuando  se  montaron  en  la   barca,  Alfonso   llevaba   esa   ramita   y   su   madre   no   se   dio   cuanta.   En   alta   mar   Alfonso   se  comió   algunas   y   se   quedo   dormido.    Sus   padres   no   sabían   que   había   pasado   y   creyeron   que   estaba   muerto.   Ellos   decidieron   tomárselas   también,   se   abrazaron   los   tres   y   se   durmieron.   Pasadas   unas  tres   horas,   el   barco   que   los   buscaba   los   encontró,   aunque   pensaron   en   lo   peor   porque   creyeron   que   estaban   muertos.   Al   llegar   a   tierra   se   despertaron   y   en   el   hospital   Estíbaly   supo   que   sus   padres   habían   muerto   ella   se   entristeció   mucho,   pero   al   mirar  a  Alfonso  se  alegró........      

Por  Redouan  Elkallaly  Sánchez    

LA ISLA DE NIM Esta historia ocurre en una pequeña parte de su vida que dura aproximadamente cuatro años. Trata sobre un suceso que viven una bióloga marina, su hija y su marido, todos ellos llamados Laura, Nim y José respectivamente. Nim era una chica extrovertida, cariñosa y muy amable que siempre tenía una actitud muy aventurera. Laura era una mujer apasionada por los seres unicelulares del mar y José, un señor amable, simpático y muy aficionado a la ciencia, era muy fuerte y guapo. Laura un día de investigación quiso averiguar como era el interior de la ballena azul. Cuando se arrimó a ella, esta abrió la boca y la bióloga se asomó a investigar, pero de repente apareció un barco de bucaneros, la ballena se asustó y engulló a la bióloga que observaba el interior de aquella bestia. Su marido y su hija surcaron los mares de todo el mundo para poder encontrarla y cuando Nim cumplió cuatro años ya habían recorrido el mundo dos veces. Un día mientras seguían la búsqueda, tras una espesa niebla se encontraron con la mayor isla del mundo y decidieron vivir allí. Cada pocos meses les visitaba un barco con provisiones que les traía comida para alimentarse, ropa, revistas para leer, etc... Un día su padre descubrió placton y le dijo que tenían que irse, pero Nim le dijo que no, ya que cuando se fueron la vez anterior a buscar a su madre, su tortuga puso huevos y sólo se pudo salvar una cría. Su padre discutió con ella, pero al final Nim ganó la pelea y consiguió quedarse. Su padre le dijo que lo tenía que llamar todos los días o si no, nunca más confiaría en ella. Cuando su padre estaba en el barco, maravillado con lo que veía, le llegó una tormenta e intentó refugiarse, pero ya era demasiado tarde. El barco se quedó en muy mal estado y creyó que no podría sobrevivir. Pasados unos días de que su padre partiese, cuando ya tenía que haber vuelto, Nim se puso en lo peor y algo nerviosa, se construyó un barco y se puso rumbo a intentar encontrarlo. Se llevó a su gaviota para que ella pudiera ayudarle. Cuando iba por el camino se encontró a la ballena azul que se trago a su madre, le dio un puñetazo y logró rescatarla. Nim contó a su madre lo que pasó y, mientras tanto, mirando por su catalejo encontró a su padre. Todos volvieron a casa felices con seis tortuguitas.

Por Soledad González Páez

EL REINO ESCONDIDO Una mañana fría de invierno, en un país llamado Cobren, que estaba al norte de Fatiquistan y al sur de Feprosterdam, existían animales muy raros como dragones, comadrejas con dos cabeza, jirafas con 36 patas, etc. Allí vivían 5 hermanos, concretamente 3 chicos y 2 chicas; todo el mundo los conocía como “LOS CINCO”. Les gustaban mucho las aventuras y más aún, cuando eran peligrosas o para conocer gente o lugares nuevos. El más alto se llamaba Pablo, el más bajo Antonio, el más trabajador Carlos y entre la niñas estaban Lucía, que era la rubia y Marta, que era morena. Marta y Lucía eran gemelas, sólo se las distinguía por el pelo. Nunca se aburrían, siempre tenían alguna aventura que correr, ¡Eran unos auténticos aventureros! La aventura de ese día empezó de una forma bastante inusual, ¡Con el gato de Lucía !; ella le tenía mucho aprecio. Lucía avisó a sus hermanos; cuando llegaron, estaba llorando, todos a la vez le preguntaron qué le pasaba. Ella contestó que su gato había desaparecido y no sabía que le habría pasado. Pablo pensaba que no le habría pasado nada, pero, aún así, fuese lo que fuese lo encontrarían y no se rendirían. Carlos propuso una idea, porqué no investigan en la zona de los hechos y todos asintieron con la cabeza. Así que eso hicieron, investigaron. Marta encontró una cosa extraña, era una nota, y en ella ponía “Su gato está con nosotros, lo hemos secuestrado. Vengan el lunes 29 de diciembre a las 6:30 al Castillo del Monte. Muy importante: venga sola”. Pasó el tiempo y al fin llegó ese día; era lunes 29 de diciembre y eran las 4:00 horas. Lucía estaba muy pero que muy nerviosa, tanto que no paraba de sudar. Decidieron ir todos juntos, por si a caso. Llegó la hora y se fueron con las bicicletas. Al aproximarse al lugar se separaron, Lucía se adentró sola en el Castillo y sus hermanos la vigilaban por si le pasaba algo. Allí estaba su gato, en una jaula muy grande, ella fue corriendo hacia él, pero cayó por un pasadizo que la llevo hacia un laberinto secreto. Ese castillo tenía muchos años; los caballeros y reyes medievales crearon trampas, pasadizos y guaridas secretas como medida de seguridad que sólo las conocían ellos y nadie más. Sus amigos no sabían donde se había metido así que decidieron entrar a buscarla. Ella estaba junto a su gato en el laberinto, ya que antes de caer logró rescatarlo. Su gato y ella empezaron a buscar la salida para reencontrarse con sus hermanos. Al final vieron una luz blanca y la siguieron, ¡era la salida! y se reencontraron todos. Después de la hazaña volvieron a casa y todo se arregló, pero los secuestradores…; …bueno, eso ya es para otro cuento.

  Por  Ismael  López  Serrano  Abrarov  

         

UNA NIÑA AVERGONZADA Cuando era pequeña y como todos los años viajábamos a un país muy lejano, al que íbamos de vacaciones para ver a la familia. Mis padres siempre me apuntaban a unos talleres que se celebraban en el colegio . Allí estaba con mis amigas Sheila, que era sencilla e inteligente, Daniela, estudiante y con un fuerte carácter y Martina, dulce pero de las que los demás se solían reír. En uno de los días de clase ocurrió algo inesperado, Martina estaba copiando un ejercicio de la pizarra y Juan, uno de sus compañeros, empezó a molestarla como casi siempre pasaba. Ella se echó a llorar, pero, en esta ocasión, la señorita Lucia lo vio todo y mando a Juan a la pizarra Para sorpresa de todos, Juan no sabía hacer el ejercicio y fue tanta la vergüenza que sintió que prometió no volver a molestar y cambiar. Martina se fue muy triste a su casa, pero por el camino la acompañamos sus amigas, Daniela, Sheila y yo. La intentamos animar diciéndole que se alegrará porque juan ya había prometido cambiar. Al día siguiente Daniela estaba muy contenta porque había sacado un 10 en el examen de conocimiento y Sheila también estaba contenta pues había sacado un 9. Martina y sus amigas empezamos a observar si era verdad que Juan iba a cambiar y vimos que ya era generoso, atendía en clase, compartía sus cosas y nunca molestaba a nadie. Martina y sus amigas se dieron cuenta de que de verdad había cambiado. Desde ese momento fueron felices todos.

Por Rosalba Moreno Velázquez

EL DETECTIVE Todo ocurrió en un parque en Sevilla donde había muchos niños. En el parque había muchos bancos, árboles con un color verde muy intenso, también había muchos pájaros de diferentes especies: gorriones, loros, ruiseñores que daban un color y una alegría especial a ese lugar. Estaba soleado y por allí había un hombre corriendo por la calle, que era muy sospechoso; por su forma de comportarse, su oscuro andar, su manía de mirar de un lado a otro constantemente, parecía un secuestrador. Por casualidad, rondaba por allí un detective valiente conocido por todo el mundo porque se enfrentaba a todo lo que se proponía. Tenía los ojos azules y siempre llevaba una capa, una lupa para ver el rastro de los hombres tenebrosos y se llamaba Juan. Tenía que encontrar a ese hombre para pararle los pies y que no secuestrase a más niños. Durante la noche se pusó manos al obra y al rato a Juan se le ocurrió inventarse un plan. Se hizo de día y , aunque Juan estaba cansadísimo, siguió investigando a ese hombre. Fue a buscar el periódico en el que leyó que un hombre había secuestrado a una niña. Juan se puso manos a la obra, cogió su GPS para encontrar a ese hombre y se llevó la lupa para buscar huellas y detenerle. Cogió su coche y se fue al rescate de la niña. Llegó a una calle aislada, al final de esta había una lucecita que se veía claramente. Juan fue hacia allí y al llegar, subió la escalera de la entrada y se encofró con una puerta cerrada que derribó. Cuando entró había una trampa y Juan se dio cuenta y la esquivó; siguió más adelante y se encontró una llave en el suelo junto a una cerradura que abrió con la llave que encontró, ¡ERA UN PASADIZO SUBTERRÁNEO!. Entró, bajó las escaleras, pasaron las horas y encontró una puerta que ponía privado, la atravesó y… ¡¡¡Ahí estaba la niña!!!, Juan se acercó a ella, y le dijo que no te asustase, que el venía a rescatarla. Poco después llegó el secuestrador y Juan se alejó y se llevó a la niña huyendo. Por el camino llamó a la policía y lograron detenerlo; se lo llevaron a la cárcel donde le esperaba una dura vida de cadena perpetua… La chica era la hija del detective y el la llevó a casa para que se tranquilizase y olvidará lo que había pasado, asegurándole que no volvería a pasar…

Por Borja Rollán García

 

PEPA  Y  SUS  REGALOS   Una fría mañana de diciembre, a las once y media Pepa, estaba en casa aburrida, sin saber qué hacer. Era una niña alta, delgada, rubia, con los ojos verdes y una sonrisa eterna que parecía, cuando la mirabas, que siempre estaba contenta, aunque quien la conocía, sabía que en ocasiones tenía mal carácter. Ella sabía que dentro de cuatro días era Navidad y el maravilloso día de Papá Noel. Había trabajado mucho en el colegio durante todo el año y además su conducta en casa había sido muy buena, por eso este año era especial y había pedido muchos regalos: una bici, un perro y una piscina, que era lo más caro de la tienda. Estaba impaciente. Miró por la ventana y vio que nevaba. Vio que el parque donde jugaba normalmente con sus amigos comenzaba a vestirse de un color blanco que la incitaba a salir, hacer bolas de nieve y a jugar con sus amigos. Salió y se encontró con un grupo de amigos que habían pensado a jugar igual que ella y decidieron hacer un muñeco de nieve muy grande. Pepa no estaba muy de acuerdo, porque pensaba que al tener un muñeco de nieve tan grande y tan cerca de casa, asustaría a Papá Noel y no se atrevería a acercarse, por lo que, ¡se quedaría sin regalos! Pepa quería jugar al baloncesto y sus amigos le dijeron que no, que aprovecharían la nieve para hacer el muñeco, ya que no nevaba en el pueblo desde hacía más de cinco años. Fue entonces cuando Pepa sacó su mal carácter y les contestó de mala manera, aunque finalmente accedió a hacer el muñeco. Cuando se fue a la cama, no podía dormir, pensando en lo mal que había tratado a sus amigos, por lo que al día siguiente les pidió perdón. Sus amigos agradecidos por el gesto de Pepa, le propusieron ir a jugar al baloncesto, aun sabiendo que Pepa era muy buena jugadora e iban a perder. "Está en un equipo de baloncesto femenino; ¡ es normal que nos gane !", pensaron sus amigos. Al día siguiente, cuando despertó de su placentero sueño, pegó un salto de su cama y miró rápidamente por la ventana de su habitación, desde la que se veía el parque. Todo era diferente: estaba soleado y el muñeco se había derretido. Estaba contenta porque no quería al muñeco al lado de su casa y además sabía que Papá Noel no tendría excusa para venir. Al final!!! Llegó el día!!! Bajó las escaleras desde su habitación de tres en tres y se encontró frente al árbol de navidad que presidía el salón de su casa al lado de la chimenea, con tres regalos. Comenzó a abrir los paquetes con gran nerviosismo y rasgando los papeles de regalo que los envolvían de forma desenfrenada. En el primer paquete apareció uno de los que había pedido, la bici, el segundo regalo era..., la piscina, y el tercero, una baraja de cartas. En ese momento, volvió a aparecer su mal carácter en ella. Pero las cosas no eran lo que parecían, su padre Mario apareció !! Con el perro!! Ella se puso muy contenta porque Papá Noel le había traído todo lo que había pedido, la bici, la piscina y el perro, y de paso una baraja de cartas para poder jugar con sus padres. Como el día era tan bueno, se fue a probar la bici, acompañada de su perro Willy. En el parque se encontró con sus amigos, a los que Papá Noel también les había traído una bicicleta y se fueron todos juntos a dar una vuelta. Eran cinco y el perro de Pepa. !!! Todo había salido perfecto!!!

Por Francisco Criado Jiménez  

   

 

El destino Un día de verano caluroso, Dani, un chico alegre preocupado por sus amigos y que era un buen ejemplo para sus hermanos, estaba en el parque. Se lo pasaba muy bien por que había puestos de dulces, estatuas de elefantes y muchos toboganes. Disfrutaba mucho jugando con su hermano pequeño Fran y su amigo Juanjo. Juanjo y Dani jugaban a la pelota sobre el verde césped y Fran les miraba sentado a un lado. Pasado un rato Dani se dio cuenta de que Fran había desaparecido y grito ¡ Juanjo!, Fran no está!, ¡Tenemos que encontrarle!, y Juanjo dijo, - No te preocupes, juntos le encontraremos-. Juanjo y Dani estaban a punto de correr una gran aventura para encontrar al pequeño Fran. Un hombre con barba, bigote y vestido de negro había cogido a Fran y se lo había llevado a su casa, pero al salir corriendo se le había caído la cartera. Los dos amigos tuvieron la suerte de encontrarla y vieron su dirección en un papel. Cuando iban de camino a la casa del secuestrador, se llevaron una gran sorpresa, Fran venía corriendo como un rayo y se abrazó a su hermano; lloraba y a la vez reía. Les contó que en realidad todo había sido un gran error, que el secuestrador era en realidad el papá de otro chico y sin darse cuenta se lo había llevado a él. Cuando llegaron a su casa y se dio cuenta de que no era su hijo, se disculpó, le dio un bocadillo y se fue corriendo a buscar a su hijo. Fran estaba muy contento de volver a casa con su querido hermano.

             

Por Juan José Rojas González  

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