Textos narrativos Evidencias 2013-‐14 Alumnos de 5º de EP C del CEIP Andalucía de Fuengirola
ESPAÑOL EN EL ISLAM PRÓLOGO El llamamiento al rezo retumbaba en mis oídos aquella mañana. Viernes, día de culto para Alá, el dios en el que no creo. Hace ya tres años, cuando todo empezó y no me acababa de acostumbrar. Mi padre se puso su chilaba y sus babuchas y me llevó al colegio, para después irse a su frutería en el zoco. Mi madre ya estaba en la mezquita. Cuando acabé el colegio, mi madre me esperaba con el cuscús hecho (otra vez). Ella había acabado y bebía té verde. Como echo de menos el cerdo. El llamamiento se volvió a oír. En la mezquita aguardaba mi padre. Me lavé, me puse el gorro árabe, me quité los zapatos y los tres entramos en la mezquita, al igual que miles de españoles sometidos a la civilización árabe. 1. LA INVASIÓN Las fuerzas armadas marroquíes entraron a España gracias a los ya residentes. Recuerdo a los marroquíes de mi barrio corriendo hacia el puerto aquella mañana. Sucedió en un visto y no visto. Varios soldados asaltaron mi edificio y todos los vecinos fuimos conducidos en furgonetas hacia campos de refugiados. Allí nos dirigieron a tiendas de campañas sucias y gastadas. En este lugar nos hacían trabajar duramente en el campo y nos iban informando sobre el destino de nuestro país. Derrocaron el gobierno central y arrasaron toda ciudad para adaptarlas a sus hábitos. Un día, tras algunos meses en el campo de refugiados, nos llevaron a nuestro nuevo hogar. He de contar que mi ciudad se llama Fuengirola y yo Juan Manuel, mi padre Juan y mi madre Manuela. Por el camino (en furgonetas) los soldados nos contaron que España era ahora el emirato de El Minzha, conquistado para engrandecer el reino de Marruecos Cuando llegamos a Fuengirola, nos quedamos con la boca abierta. Cientos de alminares despuntaban en la ciudad y las calles eran un laberinto de estrechos callejones llenas de tiendecitas donde supuse que meterían a trabajar a los españoles. Llegamos a nuestra casa. Era una pequeña edificación, con la fachada pintada de beige y ventanas con celosías. Bajamos de la furgoneta y nos dieron nuestros carnés de identidad. Me llamo Ahmed, mi padre Ibrahim, y mi madre Meriem y estamos obligados a vivir como árabes. 2. NUEVA CASA He de señalar que en mi calle todas las casas son iguales. Cuando los soldados se fueron mi madre nos dijo que debíamos de explorar la casa. La puerta era grande y de caoba, con escrituras del Corán talladas. Al entrar, nos sorprendió el sofá en forma de u alrededor de una mesa camilla grande. Varios arcos de herradura separaban esto de la pequeña cocina. Arriba estaban las habitaciones, dos iguales excepto por el tamaño de las camas. En la mía era individual y en la de mis padres de matrimonio. Lo mas curioso fue el baño, consistente en un agujero en el suelo como retrete, lavabo y ducha todo de un chillón color verde. Además, al lado de la cocina teníamos un patio para lavar y tender la ropa. Mi padre afirmó que no estaba mal, al fin y al cabo, pero debíamos de atenernos a las consecuencias de vivir en un país árabe sin poder salir (como nos dijo el soldado) pero todo cambió instantes después. 3. REGLAS Optamos por salir a ver la ciudad, pero en la misma puerta de la casa vimos un gordo libro titulado "REGLAS DE VIDA PARA LOS HABITANTES DE EL MINZHA". Rápidamente volvimos a entrar y nos sentamos en el sofá a hojearlo. Nos dimos cuenta de que estábamos condenados a vivir como árabes el resto de nuestras vidas. Mi padre debía de llevar chilaba y babuchas y mi madre un largo vestido y un velo sobre el pelo. En cuanto a trabajo a mi padre se le había asignado una frutería en el zoco y mi madre se encargaría de las tareas domésticas. Todos estábamos muy indignados.
Tras esto se encontraba el corán, el libro sagrado de los musulmanes. Teníamos que acatar todas y cada una de sus reglas entre las que se encontraban no comer cerdo, celebrar el mes sagrado del ramadán, peregrinar al menos una vez en la vida a la Meca, ciudad santa del islam, e ir a rezar a la mezquita los viernes entre otras. Y así lo hicimos durante tres años hasta aquel Viernes. 4. AQUEL VIERNES Aquel viernes, al salir de la mezquita, nos sorprendió una gran masa de policías intentaban retener a un buen número de españoles. No llevaban la vestimenta reglamentaria y llevaban pancartas y carteles exigiendo la libertad de España. Gritaban con megáfonos cánticos de protesta y parecían querer destruir la mezquita. Aquellas personas estarían probablemente peligrando sus vidas por la libertad del pueblo, hecho que se me ha grabado en la memoria. Pronto llegaron coches patrulla con más policías y, debido a la brutalidad con la que estos protegían el templo, muchos fueron arrestados y otros heridos de gravedad. A mí todo aquello me conmocionó mucho. ¡Por fin alguien daba la cara por nuestro amado país y a los marroquíes no sólo les daba igual, sino que trataban a los manifestantes como animales! Cuando todo esto acabó, mis padres me llevaron rápidamente a casa y me dejaron solo unas cuantas horas. Yo decidí buscar a un amigo para jugar, pero me detuvieron unos extraños ruidos. Eran disparos. Disparos y bombardeos sonaban por toda la ciudad. Subí a mi habitación y me encerré en el armario hasta que todo cesó. Por extraño que parezca, de repente un silencio aterrador inundó el ambiente. Extrañado salí del armario y salí a la calle. 5. HUIDA Del susto casi me desmayo. Mis padres estaban ahí, en la puerta. Me dijeron que esperara donde estaba. Mis padres entraron y cuando volvieron a salir iban cargando con todas nuestras pertenencias. Mientras corríamos hacia el puerto me contaron que muchos españoles residentes en el extranjero habían entrado armados a la ciudad. Habían acabado con la policía y tenían a su disposición pequeños yates. Habían entrado en todas las casas y avisado a todo el mundo de que ya podían marcharse. Llegamos al puerto, atestado de gente, nos asignaron nuestro yate y zarpamos sin rumbo alguno, al fin libres. 7. EL PLAN Durante el viaje, mis padres me contaron que todo estaba planeado. La manifestación fue provocada para despistar a la policía y así, poder llegar al puerto con el más sigilo posible. La cadena de soldados fue destruida fácilmente, gracias a los explosivos y, no habiendo policías, fue fácil ir a las casas. Yo estaba muy contento, porque al fin podría volver a ser lo que soy; español. EPÍLOGO Las campanas de la iglesia retumbaban en mis oídos aquella mañana. Domingo, día para ir a misa y estar con la familia. Hace ya tres años, cuando todo acabo, y tengo nueva vida. Vivo en Houston, Texas, y estudio en la sutton elementary. Ah, por cierto; me llamo Ahmed.
Por Juan Manuel Bueno
LA POSADA DE LAS ALMAS
Todo sucedió en el caluroso mes de junio del año 2004, en un pueblo llamado Balestrino, situado en el país de Italia. Era un lugar misterioso y tenebroso, donde multitud de personas que han vivido allí, cuentan que está encantado y que habitan fantasmas. Martina era una niña de tan sólo 12 años, con cabellos rubios, una cara expresiva y ojos azulados. Tenía un carácter valiente, alegre, extrovertido y sobre todo tenía mucha confianza en sí misma. Su hermana Jessica, de 9 años de edad, era, sin embargo, bastante asustadiza. Martina y su familia vivían en Madrid, la capital de España, y allí mismo estudiaba. Todos sus compañeros y ella misma estaban muy ilusionados porque se acercaba el último día de colegio, lo que significaba que empezarían las vacaciones de verano, pero Martina estaba especialmente emocionada, ya que sus padres días antes le prometieron que si ella y su hermana sacaban buenas notas irían de vacaciones a un lugar especial de Italia. Acabaron las clases y efectivamente sus notas y las de Jessica fueron inmejorables, y como no, toda la familia iría de viaje. Las hermanas propusieron muchos lugares que recorrer como: Roma, Venecia, Sicilia, La Toscana.... pero sus padres ya tenían un lugar pensado, el pueblo de Balestrino. En cuanto Martina oyó nombrar ese lugar se quedó con la boca abierta, ya que ella sabía que ese sitio tenía multitud de historias antiguas; fantasmas... pero eso no hizo que se echara para atrás, todo lo contrario, hizo que tuviera más ganas de ir, sin embargo, a Jessica le dio mucho miedo por si pudiera pasarles algo, por esa razón estuvo el resto del día convenciendo a sus padres para ir a otro lugar como a Disneyland París, pero no lo consiguió ya que sus padres no creían en fantasmas y les parecía una buena experiencia para sus hijas. Al día siguiente todos se pusieron en marcha, hicieron las maletas y después de horas y horas de quejas y pataletas de Jessica sobre el fantasmagórico lugar de vacaciones, lograron subirse al avión. Aunque el trayecto fue largo, no fue para nada aburrido; Martina se entretuvo ojeando un libro de terror cuyo autor era Stephen King, Jessica estuvo todo el tiempo quejándose y comiendo bolsitas de cacahuetes, y los padres tranquilizando a su hija menor y haciendo fotos de todo lo que veían. Cuando llegaron a su destino pensaron que verían calles coloridas, llenas de vida, mucho turismo.... pero era todo lo contrario, lo que se encontraron no se parecía en nada a lo que imaginaron. Lo primero que llamaba la atención eran las calles vacías, sin vida, las paredes de las casas y tejados estaban malgastadas, sucias y viejas, parecía que no vivía nadie en kilómetros. Todo estaba envuelto en un ambiente tenebroso. En ese momento tanto Martina como su familia, comprendieron porque se decía que ese lugar estaba encantado. Pero el mal estado en el que se encontraba el pueblo, no iba a impedir unas vacaciones fantásticas. Martina, Jessica y sus padres estuvieron buscando el hotel que reservaron, y después de una hora dieron con él. Allí estaba, en la cima de una montañita se encontraba el hotel conocido por el nombre de "La Posada de las Almas", Martina reconoció que ese nombre le pegaba mucho ya que estábamos hablando de un hotel en pleno pueblo encantado. El exterior era exactamente como el del resto del pueblo, viejo y antiguo, pero con algo extraño que atraía a su interior.
Cuando la familia al completo miraron dentro, todo tenía un ambiente misterioso y poco familiar; había papel pintado antiguo en las paredes, gotelé en el techo, las luces se encendían y apagaban solas... pero lo más extraño es que había personas de lo más normales. Todos se quedaron un poco en shock cuando vieron el aspecto que tenía todo, pero ya que no tenían otro lugar donde quedarse y dudaban que lo encontraran, así que aceptaron. A Martina todo le pareció muy inquietante, pero a la vez apasionante, así que se propuso averiguar sí de verdad allí habitaban fantasmas, como decían. Durante los tres días siguientes, se dedicó a observarlo todo, como si fuese una detective, mientras tiraba de su hermana que siempre estaba asustada, pero todo era de lo más normal, ninguna aparición ni cosas paranormales...nada de nada.... La cuarta noche Martina se acostó sin respuestas de nuevo, y minutos más tarde, cuando ya estaba casi dormida se escuchó un estruendo en el pasillo, todas las personas del hotel salieron de sus habitaciones asustadas y vieron al encargado que les intentaba tranquilizar diciéndoles que no pasaba nada, que eran los ruidos normales de una estructura ya un poco vieja. Pero Martina dudaba de que eso fuese verdad..... Al día siguiente, en el desayuno mientras sus padres y su hermana comían, Martina aprovechó para investigar. Subió y bajó pisos sin resultados, hasta que pasó por una habitación, que estaba entreabierta, y le pareció escuchar un débil sonido de cadenas, pero como no estaba segura avanzó y otra vez lo escuchó, y con miedo fue corriendo a decírselo a sus padres, pero claro, no la creyeron. Pasaron horas y horas, y Martina se estaba empezando a rendir. Durante ese día se dedicaron a recorrer los alrededores del hotel, eso sí, sin alejarse demasiado. Llegó la última noche que estarían en aquel hotel, se acostaron pronto porque tenían que madrugar, pero a eso de las cinco de la madrugada, Jessica despertó a su hermana, le había parecido escuchar murmullos de voces, había oído algo así como: "¡Cállate tonto, vas a despertar a nuestros clientes...!; ¡Haz lo planeado y tendremos más huéspedes, entendido! A Martina le entró un escalofrío y decidió salir fuera para ver lo que sucedía, el pasillo estaba oscuro y solitario, anduvo y anduvo hasta que se encontró en una habitación llena de cadenas de metal, disfraces, esqueletos de plástico.. y al lado al ¡encargado!. Martina del susto dio un grito que despertó a dos los clientes, incluido a sus padres. El encargado no tenía respuestas y en cuanto se vio rodeado de sus clientes, no pudo hacer otra cosa que confesar: -‐Vale, confieso, la verdad es que aquí en este pueblo no hay ningún fantasma, todo son mentiras...los trabajadores de este hotel se disfrazan para atraer a la gente a nuestro hotel, "La posada de las Almas", y así crear leyendas. Y todo quedó aclarado y zanjado....o no. Por la mañana llegó la hora de la despedida, todos se fueron contentos y a la vez con una sensación extraña por lo que habían vivido. Cuando se alejaban de la puerta, dirección al aeropuerto, Martina miró hacia atrás, como para dar su último adiós a un lugar que sabía que jamás volvería, y de pronto en una de las ventanas, algo, una silueta extraña, le decía adiós con la mano.... no se le veía el rostro pero tenía un aire escalofriante, nada parecido a un disfraz, de eso estaba segura. Ahora sí un miedo tremendo le recorrió desde la punta del cabello hasta la punta del pie; y se apresuró a salir de allí con una duda en su cabeza....¿Habría fantasmas realmente?.....
Por Sonia Morales Delgado
WILSON Y YO Una mañana de mayo de 2014 en el colegio todos estaban pendientes de que todo estuviera fantástico para que ese día quedara en nuestras memorias . Todo estaba lleno de guirnaldas, farolillos, pancartas anunciando que iba a comenzar el día de la mascota. Todos los niños y niñas de 5-‐B estaban deseando contar a sus compañeros las maravillosas historias que habían vivido con sus mascotas. Todos presentaron a sus mascotas encantados, pero cuando llegó el turno de que Carmen, una chica alta, rubia, simpática y alegre, todos se quedaron alucinados. Ella empezó a hablar diciendo: -‐ Todo comenzó porque se acercaba mi comunión y lo que más deseaba en el mundo era un perrito. Mi padre me concedió el deseo, me regaló un cachorro de yorksay cruzado con otra raza. Lo llamé Simba. Tenía el pelo largo, negro y largo, era un poco llorón, arisco, aburrido, aunque a mi me hacía feliz. Pero sucedió algo terrible, el 10 de abril de 2013 después del mediodía Simba no estaba ¡Se había escapado! o quizás nos lo habían robado, la cuestión es que ya no estaba con nosotros. Lo buscamos por toda la ciudad pero no hubo resultado. A todos nos entristeció mucho, mi hermano incluso tenía pesadillas, porque sólo quería a su perrito. -‐¡Qué pena!-‐dijo Claudia con tristeza. Carmen siguió contándonos su increíble historia: -‐ El 14 de enero de este mismo año sucedió algo maravilloso. Yo estaba con mi abuela Inés y mi hermano Adrián, mis padres no estaban. Cuando llegaron traían con ellos a un nuevo miembro de la familia ¡A un cachorro de bodeguero andaluz! Yo no me lo podía creer. Mi hermano y yo empezamos a dar saltos de alegría. Le dimos muchas vueltas al nombre, al principio se iba a llamar Dusty, después Tom, luego Komu, mi hermano hasta le quería volver a llamar Simba, pero no lo queríamos recordar y al final se llamó Wilson. Él es de color blanco y con algunas manchas negras, también es divertido y comilón. A Wilson le encanta hacer todas las cosas que hacen todos los perros además de ir a la playa, correr por las malas hierbas del llano de atrás de mi casa, recoger la pelota, morder palos, pero lo que más le gustan son los niños. También le gusta jugar un montón con su hermano Wilo, que como a mi tío y a mis abuelos les gusto mucho Wilson decidieron acoger a otro cachorrillo. Fuimos todos a Coín a la casa del gran señor Paco que hizo posible nuestro sueño. Todas las mañanas juega con los mismos perros, Dora, Chispa, Lola, Kira y Darco, esos son sus amigos; los dueños de estos perros y mi padre han decidido llamarlos "La Manada". Con la que más juega es con Dora, puesto que es la más activa junto con Wilson. Nos quiere a todos un montón, pero yo creo que al que más quiere es a mi padre, porque él es quien lo lleva a los sitios en los que él más disfruta. Como mi padre es camionero cuando tiene que irse a trabajar a Francia se pone supertriste y cuando vuelve no puede contener la alegría. Bueno así es Wilson, ya habéis conocido un poco más a mi mascota. No hemos vuelto a saber nada de Simba, pero pensamos en positivo, a lo mejor tuvo suerte y esta con una buena familia. Al final, todos empezaron a aplaudir y le dieron la enhorabuena a Carmen porque había ganado el premio a la mejor mascota, por su conmovible historia.
Por Carmen Sánchez Alarcón
LOS RENACIENTES Allá por el año 2004, se levantaba una mañana tranquila en BUDBERY (LONDRES), una ciudad llamativa en la que los pájaros silbaban alegremente su dulce canto con el buen tiempo que hacía. En el vivía Raúl, un hombre con 32 años que era simpático y risueño. Su pelo era corto y rubio y con ojos azules. Con carácter rudo y humilde, normalmente vestía con camisa negra, pantalón y tenis verdes. Con él también vivían su amigo Rogger, que continuamente presumía de su espectacular coche y de su increíble control en el juego de matar zombie y su hermano Samuel, que estaba en paro desde hacía tiempo. A primera hora de la mañana, Rogger siempre estaba pensando en el juego de zombie que le fascinaba. Un día sentado en el sofá jugando, dijo -¡QUÉ EXCITANTE SERÍA QUE LOS MUERTOS COBRASEN VIDA FUERA DE LOS VIDEOJUEGOS!-. A Raúl también le gustaba este tema y para colmo le apetecía jugar en su tiempo libre. Raúl, como todos los días, hacía su rutina de siempre: se levantaba de la cama para ir a desayunar su delicioso café, se lavaba las manos y la cara con gel suavizante, se vestía para ir a hacer la compra y, lo más gracioso era que al salir de su casa un niño con una pelota de baloncesto le golpeaba en la cabeza todos los días. Se iba a su aburrido trabajo de camarero y volvía al atardecer para relajarse y jugar a la Playstation con Rogger. …OTOÑO… Pasado unos cuantos años, Raúl seguía su rutina de siempre, pero cuando salió a la calle, el balón que le golpeaba todos los días estaba en el suelo rodando sin rumbo. Paso de los coches y vio un chaval con la misma estatura que la del chico del balón tambaleándose como un borracho y con sangre. Entró en la tienda donde él suele comprar y el hombre que había en el mostrador no estaba por ningún lado. Mientras tanto Rogger se quedó mirando fijamente el mordisco que tenía el hermano de Raúl en la mano al entrar por la puerta, -Esto no es nada- dijo un Samuel dudoso. Entonces Raúl fue corriendo a la casa esquivando a las personas que hacían S por las calles como si fueran borrachos andado sin rumbo. Llegó dando un portazo en la puerta y muy alterado y gritó -¡TÍO, HAY GENTE HACIENDO EL ZOMBIE COMO EN EL JUEGO ESE!Rogger le contestó -Tranquilo, pero vamos a ver, tienen sangre- y Raúl le respondió que sí. Rogger al escucharlo se fue corriendo a la ventana para verlo con sus propios ojos. Mientras él observaba aquello detenidamente, la televisión que estaba encendida decía: ABSTENGANSEN DE LOS ARAÑAZOS Y MORDIDAS DE ESOS CAMINANTES. PARA MATARLOS HAY QUE DARLE CON UN OBJETO DURO EN EL CEREBRO. -¡Tu hermanooo!, dijo Rogger. -¿Qué le pasa a mi hermano?- preguntó Raúl y Rogger contestó que lo había visto con un mordisco en la mano. Rogger comenzó a llamarlo por las escaleras: ¡Samueeeel! y del mismo modo hizo Raúl subiéndolas dubitativo. Cuando llegó arriba entró en el baño, vió una sombra en la bañera y lo encontró ensangrentado. Samuel le hizo un amague de morder, pero Raúl fue más rápido que él. Salió, cerró la puerta del baño, bajó y le dijo a Rogger que debían irse de allí rápidamente. Salieron de la casa velozmente, cogiendo las cosas necesarias para sobrevivir y se toparon con una muchedumbre de zombie rodeando el coche de Rogger. Entonces se abrieron camino con las palas que habían en el jardín. Arrancaron y, a medio camino, vieron un lugar seguro en el cual trabajaba Raúl, el CAFELAND, pero nuevamente, rodeado por una gran cantidad de
muertos o como los denominaría Rogger, Zombie. Había demasiados y, entonces, se fueron a una esquina para planear una táctica de distracción. Había un coche abandonado y Raúl decidió hacer una locura: romper el cristal. Cuando lo hizo, saltó la alarma y los zombies se fueron en dirección al coche; era el momento exacto para entrar, pero la puerta principal estaba cerrada, de modo que Rogger, en un momento de brillantez, rompió un escaparate del bar. Entraron, pero los zombies les vieron y les siguieron. Los chicos se encerraron en una habitación cercana a la entrada y aguardaron. Tras un buen rato de golpes de manos ensangrentadas sobre la puerta que separaba a los nomuertos de los chicos, la puerta se resquebrajó y cedió. Los jóvenes quedaron expuestos totalmente a la sed de sangre de aquellos seres que acechaba. De pronto, una luz cegadora se adentró en aquella habitación infectada de esos no-muertos. A dicha luz le siguieron disparos precisos y contundentes hacia las cabezas de aquellos monstruos que nada pudieron hacer. Entre tanto disparo, se pudieron escuchar los desgarradores gritos de socorro de Rogger y Raúl viendo la cantidad de sangre que les goteaba de las paredes y de repente... -¡Ah!- cariño vienes a desayunar que tu hijo Rogger te esta esperando para ir al colegio-, -¿cómo?-. Al final, era una enorme y enrevesada pesadilla de Raúl.
Por Ángel Recio Gutiérrez
QUIERO SER MÉDICO Una mañana calurosa del mes de Julio, estaba Laura, una niña de 10 años; alta, delgada, con el pelo largo y castaño, sus ojos claros y un lunar muy peculiar en su mejilla. Ella iba vestida con una camisa blanca, unos vaqueros y unas sandalias blancas. Laura era una niña de carácter alegre y también es muy extrovertida. Esa mañana decidió ir al parque de siempre, en Torrequebrada. Aquel parque estaba muy cerca de su casa y era un parque con tan sólo un columpio, dos toboganes y un balancín que subía y que bajaba. En aquel parque Laura jugaba con una niña llamada Paula, que eran la una para la otra de buenas amigas, aunque ellas eran totalmente diferentes. Paula es una chica gordita, baja y con gafas y, a parte, es muy, muy tímida e introvertida, pero ellas se llevaban muy bien. Paula y Laura estaban jugando alegremente y, de repente, a Paula le pasó algo terrible, se cayó del columpio. Dos segundos más tarde, Paula se dio cuenta de que un hueso del brazo "el radio" se le había salido de su sitio. Laura intentó distraerla para que esta no se diera cuenta de la gravedad del suceso. A Laura se le ocurrió ponerle un pañuelo e inmovilizarle el brazo, mientras la madre de Laura llamaba a los médicos de la ambulancia. Cuando llegó, a Paula se la llevaron al hospital más cercano; en aquel hospital la tuvieron que intervenir de urgencia. Allí le dijeron que fue todo un éxito y que si no fuera por la que le inmovilizo el brazo, no se imaginarían lo que le hubiera pasado. Tras ese comentario, Laura se puso muy contenta por lo que le dijeron. A ella le encanta investigar, reunir datos, preguntar, conocer todos los detalles y sobre todo, ayudar a los demás. Desde ese día ella tuvo muy, muy claro lo de ser médico de mayor. Pasados unos cuantos años más, Laura ya se había sacado su carrera y estaba en el hospital de Torrequebrada; cumplió su sueño de ser médico. Poco más tarde de instalarse en ese hospital, le llegó una chica que de casualidad, le pasó lo mismo que a su amiga Paula, se había caído de un columpio. Eso a ella le hizo recordar la feliz infancia que tuvo con su amiga Paula y también le hizo recordar porqué ella se hizo médico.
Por Carmen Baena Corral
PEDRO, EL NIÑO MÁS ESPECIAL Todo ocurrió hace mucho tiempo. Había una madre llamada María que vivía con sus hijos Pedro y Sandra en Groenlandia. Pedro era un chico introvertido, su pelo moreno y rizado le hacía un aspecto desaliñado; aunque hiciese frío siempre iba con una camiseta de manga corta y unos vaqueros muy desgastados y, casi siempre, descalzo. Sus vecinos lo conocían por " el chico de hielo" porque a pesar de ir tan desabrigado nunca tenía frío. Por el contrario, su hermana era una chica muy extrovertida y hacía amigos muy fácilmente, siempre iba muy abrigada con un chaquetón hasta los pies y con el pelo recogido, que le hacía resaltar sus grandes y hermosos ojos azules. María era una mujer que, a pesar de no ser muy mayor, se la veía cansada y triste desde la muerte de su marido, el cual murió muy lejos, cuando estaba trabajando como reportero, cubriendo una noticia en Málaga; no les dio tiempo despedirse de él. Ella pensó que si viese el sitio donde había muerto lo comprendería todo un poco mejor y le aliviaría la pena de su interior. Una noche al salir del trabajo mas cansada y triste que nunca, llegó a su casa y llamó a sus dos hijos: - Sandra, Pedro, venid, tengo que anunciaros algo. _ ¿Qué?, mamá. - He pensado que podríamos visitar el sitio donde murió vuestro padre ¿Qué os parece? Los niños dijeron que sí, pero un sí entre alegre por salir de la rutina y triste por recordar la muerte de su padre. Se fueron a la cama con una gran sensación de tristeza. Pedro no lograba dormirse y pensó que un paseo le vendría muy bien para desconectar un rato. Después de un rato de camino, se desencadenó una terrible tempestad y una gran ventisca que lo envolvió todo con un gran manto blanco de hielo, perdiendo la consciencia y cayendo al suelo. Allí pasó toda la noche (sin despertarse). Con las primeras luces del amanecer, despertó sin saber muy bien lo que había pasado. Corrió hacia la casa a contarle a su madre lo que había pasado. La encontró en la puerta, pues salía a buscarlo. Cuando lo vio, su cara reflejó expresión de asombro, el pelo de su hijo no era negro, sino blanco como la escarcha, su piel blanca y transparente como el hielo y sus ojos ya no tenían ese azul intenso, eran mucho más apagados. Cuando lo abrazó notó un frío que le recorrió todo el cuerpo como si abrazase un tempano. Lo llevó a casa, donde Sandra tenía ya preparadas las maletas. Su madre les dijo que, después de lo sucedido, no viajarían, pero Pedro la tranquilizó diciéndole que se encontraba bien y, tras mucho insistir, hicieron ese viaje rumbo a Málaga. Ya en el avión Pedro empezó a sentirse extraño, pero no le dijo nada a su madre por no preocuparla. Una vez en Málaga, su sensación de cansancio fue aumentando, pero al llegar al hotel sintió que se encontraba mejor, gracias al frío que desprendía el aire acondicionado, dándose cuenta por ello que era el calor lo que le provocaba el malestar. Por la mañana pensaron visitar el lugar donde murió su padre. Pedro temía salir a la calle porque ya se imaginaba que era lo que le sucedió aquella noche, pensó: -"¡Me he convertido en hielo!, me temo que si salgo a la calle moriré". Pedro se armó de valor y se lo contó a Sandra, ella le aconsejó que se lo contase a su madre, pero a Pedro le daba miedo que no lo creyese, pero no encontró otra salida. Cuando se lo contó a su madre, efectivamente no lo creyó. - Pedro, eso es imposible. Pedro rompió a llorar, impotente ante aquella situación. María al ver a su hijo tan desesperado terminó por preguntarse si eso fuera posible, pero de todas formas pidió un taxi para ir al lugar previsto. Sandra le pidió también por favor que no saliesen, María no escuchó las suplicas de sus dos hijos desesperada por ver el lugar donde murió su marido. Los tres subieron a ese taxi, no hubo andado mucho cuando Pedro empezó a sentirse muy mal. La madre le miraba constantemente y no decía nada. A los 20 minutos de la salida del hotel, ya Pedro no podía
respirar ni articular palabras, su madre al verlo de esa manera, sin plantearse si era verdad o no lo que Pedro le dijo, se dirigieron rápidamente al hotel. Al llegar al hotel Pedro empezó a sentirse mejor, pero no bien del todo y decidieron dejarlo en su habitación. Sandra y María hablaron de lo que sería mejor para Pedro. Sandra le dijo a su madre que el clima de Groenlandia sería lo mejor para él, puesto que lo mantendría a una mejor temperatura para su estado. Así lo hicieron, cogieron un avión hacia su país y, nada más poner un pie allí, Pedro se recuperó totalmente, esto hizo pensar a su madre que lo que le contó el hijo era cierto...
Por Ada Domínguez Martínez
EL DETECTIVE Y EL ASESINO Un oscuro y tenebroso día de marzo de 1998 en Londres, habitaba un asesino llamado Matías. Era un hombre alto, delgado, con los ojos marrones y de carácter muy malvado. Tras asesinar a una mujer, de repente, cayó una lluvia de sangre roja como el tomate. Caía sobre la gran ciudad de Londres. Al mismo tiempo, otra persona buscaba pistas, se trataba del detective David. Era un hombre valiente, listo, alto, delgado y con ojos azules. Londres es la capital de Inglaterra, una ciudad grande y preciosa. Antes era una ciudad completa, un sitio lleno de creatividad, negocios, buen trato y el entretenimiento. Era una capital casi perfecta, la más visitada del mundo. Pero eso era antes, ahora era un lugar lleno de sangre y también muy tenebroso. Los policías no paraban de buscar al asesino, pero no encontraban nada, así que decidieron buscar al detective que nunca se rinde: David. Cuando llegaron a casa de David no estaba y en la pared ponía algo: no me busquéis estoy resolviendo el misterio. De esta forma los policías se tranquilizaron, ya que él estaba investigando el caso. David buscó pistas pero no encontraba nada, así que utilizó su invento: "la lupa mágica", que servía para ver las huellas de los demás e identificar de quién eran. Pues así siguió sus huellas y llegó a su guarida secreta. No pensaba en pillarle directamente, sino seguir adquiriendo pistas para hacer un plan para atraparle durante un despiste. Cuando consiguió toda las pistas que necesitaba pensó una estrategia para atraparle fácilmente, pero necesitaba muchos refuerzos, por eso llamó a los policías para ayudarle en su plan "maestro", que consistía en que los policías distrajesen al asesino mientras que él preparaba la trampa para atraparle. Cuando el plan se inició, los policías fueron descubiertos, pero el detective logró atraparlo rápidamente con su red. Tras la rendición del asesino y ser desenmascarado, pudieron comprobar que este era el hermano mayor de David, Matías. David lloró, y le preguntó porqué decidió ser asesino; él le contestó que su vida era muy mala y que no le gustaba como le trataban ya que le decían apestoso, tonto, sucio, etc. Al final se dieron un abrazo y se llevaron al asesino a la cárcel de Londres. David se comprometió a seguir siendo el mejor detective del mundo y que intentaría resolver todos los misterios, por difíciles que sean. Con el paso del tiempo David tuvo cada vez más fama y vio cumplido su sueño: ser el mejor detective. Su hermano por fin salió de la cárcel y entablaron una buena relación, símbolo de la amistad entre hermanos, o mejor dicho, los lazos que les unen.
Por Antonio (Zhou Hao)
EL CAMPAMENTO TERRORÍFICO
Hace mucho tiempo, había una ciudad muy lejana llamada Doblen. Era una ciudad muy vieja, siempre estaba muy oscuro y nunca había un niño con el que jugar. Allí habitaba una familia de 4 miembros; los hijos se llamaban Marta y Pablo. Marta era rubia con los ojos azules, un poco gordita y cariñosa; su hermano Pablo también era rubio con los ojos verdes, bastante delgado y quería mucho a su hermana. Ya se había acabado el colegio y como no les habían mandado deberes, sus padres Alicia y Alex decidieron llevar a sus hijos a un campamento de verano, aunque a Pablo no le gustó mucho la idea de ir, puesto que él quería ir a París Sus padres no le hicieron caso y fueron a buscar un taxi. Pasaron unas cuantas horas y…¡por fin llegaron!; cogieron las maletas, se despidieron de sus padres y se marcharon al campamento. Cuando llegaron era casi la hora de cenar y allí se encontraron a otros ocho niños. Tras la cena se fueron a sus literas y, a la mañana siguiente, vieron que en su habitación faltaba un niño; cancelaron la excursión que habían planeado y se fueron a buscarlo. Eso hicieron durante 2 horas y media, pero no lograron encontrarlo. Ya era la hora de comer, así que dejaron de buscar. Después del almuerzo los monitores del campamento dijeron que esa tarde la dedicarían a juegos, pero los niños no querían jugar. Siguieron la búsqueda de su compañero a escondidas hasta que llegaron a un bosque seco, oscuro y en el que hacía mucho frío. Se metieron en una cueva y vieron…….un niño,se acercaron a él y…….. vieron que era su compañero. Tenía un brazo roto y sólo se acordaba de que un hombre le cogió, se lo llevó y le durmió con un spray. Rápidamente, fueron al campamento y le dijeron que lo habían encontrado. Cuando los monitores llegaron hasta el lugar, se lo llevaron rápidamente al hospital. Los responsables del campamento decidieron buscar al hombre malvado y los niños tendrían que quedarse en sus habitaciones con un monitor. Raúl, rubio con los ojos marrones, bastante alto y guapo, era uno de los monitores; vio una sombra justo delante suya que paso rápidamente, inmediatamente cogió su linterna y llamó a los demás. Era el secuestrador y lograron cogerlo, se lo llevó la policía y decidieron que tendría que estar en la cárcel 20 años. Todos los niños, junto a una monitora, fueron al hospital para ver como estaba su compañero; tenía el brazo escayolado, pero pronto se recuperaría. Cuando acabó el campamento el niño ya tenía el brazo perfecto, cogieron sus mochilas y se volvieron a casa.
Por Claudia Garrido González
El bosque fantástico Una mañana de mayo estaba en el patio de mi casa jugando al baloncesto con mis amigos. Martín era inteligente, alto, moreno y valiente. Leo, por el contrario, era un miedica y le encantaba comer, ¡era un gordinflón¡. Rebeca era delgada valiente y creativa. Martín, que era un patoso, envió la pelota lejos y fuimos detrás de ella. Entre tanto vimos un árbol lleno de flores, donde se posó un pájaro impresionante que era de colores (azul, rojo, verde, amarillo etc.) y con unas plumas largas en la cola como las de un pavo real. Cuando el pájaro extraño notó nuestra presencia se largó. Decidimos ir tras él y, por el camino, pasamos por muchos sitios oscuros y estrechos que eran como túneles. De pronto el pájaro se posó en una roca, nos habló y nos dijo: -¿porqué me perseguís, me queréis secuestrar? y nosotros le contestamos que no era nuestra intención, sólo queríamos saber a donde iba. -Bueno ya que habéis venido hasta aquí os lo enseñare pero me tenéis que prometer guardar el secreto- dijo el pájaro un poco más tranquilo. De pronto, la extraña ave apartó las ramas de un árbol y nos quedamos alucinados al ver aquello: todo era una fiesta y además se veían que vivían más pájaros similares que bailaban salsa desde el más pequeño al más grande. El pájaro nos llevó a su casa,; era bastante bonito y resistente. El pájaro, que en verdad era una pájara, nos dijo que se llamaba Rosita María Flor Catellana Rosalita Margarita de la Clavelita. Nos ofreció chocolate de gusanillo, pero no teníamos mucha ganas, preferimos tomar zumo de coco natural, que era más apetitoso. Rosita nos presentó a sus amigos y nos mostró su ciudad. Sus amigos tenían acento brasileño y su ciudad era maravillosa. Lo mejor de ese lugar era que no había colegio y siempre era fiesta. Cuando fuimos a acostarnos se escuchaba la música a todo volumen; salimos fuera a buscar a Rosita que estaba bailando salsa con su novio Mariano Rogelio Fernandito, para decirle que no podíamos dormir y Rosita nos dijo eso aquí era lo normal. Nosotros intentamos dormir pero no hubo manera. Al día siguiente teníamos ojeras y mucho sueño. Fuimos a la cocina y al abrimos el mueble, vimos que sólo había un tarro de gusanillo, cereales de gusanillo y frutos secos de gusanillo. Decidimos ir a buscar comida, pero no tuvimos mucha suerte ya que sólo encontramos semillas . El día lo pasamos jugando a nuestro deporte favorito, el baloncesto. Llegó de nuevo la hora de dormir y nos encontramos con la misma situación que la del día anterior. Así fue todos los día, así que nos cansamos de tanta fiesta y fuimos a la búsqueda de la salida pero no logramos encontrarla; Rosita nos dijo que no podríamos salir jamás de la ciudad, "¡qué horror!", pensamos alarmados. De pronto escuché una voz que me decía:.......¡venga hija que hay que ir al colegio! En ese momento no me lo podía creer, ¡TODO FUE UN SUEÑO!. Cuando estaba en el colegio toco la sirena y fuimos al patio; a Martín se le fue la pelota y vimos un árbol lleno de flores como en el que de se posó el pájaro del sueño y decidimos no ir en su búsqueda.
Por Dalia Leiva Domínguez
El niño y la perrita Una mañana de junio de 2009 y en lugar desconocido, todo estaba rodeado de árboles y de montañas, con casas de color blanco y la brisa del mar cercano llegaba hasta sus calles. En sus alrededores la gente vivía en pequeños grupos, pero en el monte se encontraba la casa de Jorge. Era un chico que tenía 11 años, valiente y fuerte. El vestía con un taparrabos, iba descalzo y sin camiseta, es decir, era el típico Tarzán. No estaba solo, vivía con su perrita Clara, que era un tanto cariñosa, de color blanco como la nieve y juguetona. Vivían en una casita fabricada por el mismo, era un manitas. Un día los echaron del monte por que decían que derruirían su casa para hacer un aeropuerto. Jorge decidió marcharse a la playa porque la tenía cerca y allí podría comer pescado y cocos. Nada más llegar a la playa Clara, la perrita, tenía mucho calor y fue al agua a darse un chapuzón, mientras que Jorge iba a fabricar una caña para pescar, aunque no sabía que poner de anzuelo. En la orilla, encontró un diente de tiburón y con él logró terminar la caña de pescar. Clara salió del mar y se puso a recoger objetos útiles. Jorge mientras pescaba se acordó de que necesitaría fuego para cocinar el pescado y, de pronto, decidió preparar todo para encender fuego con hojas secas, madera y dos palos para frotarlos y hacer arder. Efectivamente, lo consiguió, ya tenían fuego; se puso a pescar de nuevo y tras intentarlo un buen rato se dio cuenta de que algo pasaba y sin pensárselo se metió bajo el agua a bucear y comprobó que no había peces. Entonces, decidió caminar junto a su perrita hasta llegar a Bolonia, una playa de Cádiz. Allí hicieron fuego y volvió a echar la caña y, en esta ocasión, si pudo pescar. Pescaron especies de todo tipo, como sargos y rascacios. Después de su hazaña se pusieron a comer tranquilos. Mas tarde, salieron a dar un paseo por la playa. En ese mismo momento una mujer llamada Loli lo adoptó como su propio hijo, se fueron a la casa de Loli y formaron una familia perfecta.
LA ISLA PERDIDA
Por Daniel Mena Pascual
Hace aproximadamente 25 años, en un país rico en cultura y con una gran variedad de alimentos, vivía un matrimonio rico e importante, con su hija Estíbaly de 14 años, bajita, rubia y con un carácter querido y su sobrino Jack de 15 años, alto, moreno y a veces con un carácter fuerte. Un día se embarcaron en un barco de lujo para vivir una aventura única. Descubrieron muchos lugares y vieron países alucinantes; pescaban muchos y variados ejemplares de peces y se los comían, se bañaban tirándose al agua y descubrieron un mundo nuevo bajo el mar. De pronto una noche empezó a levantarse un viento terrible y Eric, el padre, estaba muy preocupado por el barco y sus pasajeros. Empezaron las tormentas y, de pronto, las olas gigantes impidieron controlar el barco, se hundió y todos cayeron al agua. Los niños asustados, se aferraron a lo que veían y despertaron a la mañana siguiente en una isla desierta. Jack se despertó asustado buscando a sus tíos. A su prima la encontró bajo una rama de palmera y pensó que estaba muerta, aunque logró reanimarla. Él se dio cuenta de que sus tíos no estaban allí y Estíbaly creía que ellos se habían ahogado. Empezaron a caminar por la isla y vieron que sólo estaban ellos dos y se preguntaron que como iban a sobrevivir. Jack asustado y preocupado se sentó en la arena blanca observando como el barco de sus tíos se venía a lejos estaba completamente destrozado. Pensó que tenían que sobrevivir como fuese, aunque fuese duro. Llegada la noche, Jack y Estíbaly fueron en busca de cosas del barco para hacerse un refugio, mientras, Estíbaly fue a buscar comida y encontró varias palmeras con cocos y un lago grandísimo donde habitaban gran variedad de peces. Estíbaly llamo a Jack y le dijo lo que había encontrado, de esta forma, Jack inventó un artilugio para poder pescar.
Sin darse cuenta se hicieron mayores, decidieron formar una familia y tuvieron un niño llamado Alfonso, rubio y gordito. Cuando el niño tenía 3 añitos y mientras jugaban en la arena, a sus espaldas apareció un barco que andaba buscándolos, pero como estaban cubiertos de arena no los reconocieron y se marchó. A la semana siguiente, Jack construyó una barca de madera. Alfonso, antes de embarcar con sus padres, cogió una ramita de frutas que hacían dormir. Cuando se montaron en la barca, Alfonso llevaba esa ramita y su madre no se dio cuanta. En alta mar Alfonso se comió algunas y se quedo dormido. Sus padres no sabían que había pasado y creyeron que estaba muerto. Ellos decidieron tomárselas también, se abrazaron los tres y se durmieron. Pasadas unas tres horas, el barco que los buscaba los encontró, aunque pensaron en lo peor porque creyeron que estaban muertos. Al llegar a tierra se despertaron y en el hospital Estíbaly supo que sus padres habían muerto ella se entristeció mucho, pero al mirar a Alfonso se alegró........
Por Redouan Elkallaly Sánchez
LA ISLA DE NIM Esta historia ocurre en una pequeña parte de su vida que dura aproximadamente cuatro años. Trata sobre un suceso que viven una bióloga marina, su hija y su marido, todos ellos llamados Laura, Nim y José respectivamente. Nim era una chica extrovertida, cariñosa y muy amable que siempre tenía una actitud muy aventurera. Laura era una mujer apasionada por los seres unicelulares del mar y José, un señor amable, simpático y muy aficionado a la ciencia, era muy fuerte y guapo. Laura un día de investigación quiso averiguar como era el interior de la ballena azul. Cuando se arrimó a ella, esta abrió la boca y la bióloga se asomó a investigar, pero de repente apareció un barco de bucaneros, la ballena se asustó y engulló a la bióloga que observaba el interior de aquella bestia. Su marido y su hija surcaron los mares de todo el mundo para poder encontrarla y cuando Nim cumplió cuatro años ya habían recorrido el mundo dos veces. Un día mientras seguían la búsqueda, tras una espesa niebla se encontraron con la mayor isla del mundo y decidieron vivir allí. Cada pocos meses les visitaba un barco con provisiones que les traía comida para alimentarse, ropa, revistas para leer, etc... Un día su padre descubrió placton y le dijo que tenían que irse, pero Nim le dijo que no, ya que cuando se fueron la vez anterior a buscar a su madre, su tortuga puso huevos y sólo se pudo salvar una cría. Su padre discutió con ella, pero al final Nim ganó la pelea y consiguió quedarse. Su padre le dijo que lo tenía que llamar todos los días o si no, nunca más confiaría en ella. Cuando su padre estaba en el barco, maravillado con lo que veía, le llegó una tormenta e intentó refugiarse, pero ya era demasiado tarde. El barco se quedó en muy mal estado y creyó que no podría sobrevivir. Pasados unos días de que su padre partiese, cuando ya tenía que haber vuelto, Nim se puso en lo peor y algo nerviosa, se construyó un barco y se puso rumbo a intentar encontrarlo. Se llevó a su gaviota para que ella pudiera ayudarle. Cuando iba por el camino se encontró a la ballena azul que se trago a su madre, le dio un puñetazo y logró rescatarla. Nim contó a su madre lo que pasó y, mientras tanto, mirando por su catalejo encontró a su padre. Todos volvieron a casa felices con seis tortuguitas.
Por Soledad González Páez
EL REINO ESCONDIDO Una mañana fría de invierno, en un país llamado Cobren, que estaba al norte de Fatiquistan y al sur de Feprosterdam, existían animales muy raros como dragones, comadrejas con dos cabeza, jirafas con 36 patas, etc. Allí vivían 5 hermanos, concretamente 3 chicos y 2 chicas; todo el mundo los conocía como “LOS CINCO”. Les gustaban mucho las aventuras y más aún, cuando eran peligrosas o para conocer gente o lugares nuevos. El más alto se llamaba Pablo, el más bajo Antonio, el más trabajador Carlos y entre la niñas estaban Lucía, que era la rubia y Marta, que era morena. Marta y Lucía eran gemelas, sólo se las distinguía por el pelo. Nunca se aburrían, siempre tenían alguna aventura que correr, ¡Eran unos auténticos aventureros! La aventura de ese día empezó de una forma bastante inusual, ¡Con el gato de Lucía !; ella le tenía mucho aprecio. Lucía avisó a sus hermanos; cuando llegaron, estaba llorando, todos a la vez le preguntaron qué le pasaba. Ella contestó que su gato había desaparecido y no sabía que le habría pasado. Pablo pensaba que no le habría pasado nada, pero, aún así, fuese lo que fuese lo encontrarían y no se rendirían. Carlos propuso una idea, porqué no investigan en la zona de los hechos y todos asintieron con la cabeza. Así que eso hicieron, investigaron. Marta encontró una cosa extraña, era una nota, y en ella ponía “Su gato está con nosotros, lo hemos secuestrado. Vengan el lunes 29 de diciembre a las 6:30 al Castillo del Monte. Muy importante: venga sola”. Pasó el tiempo y al fin llegó ese día; era lunes 29 de diciembre y eran las 4:00 horas. Lucía estaba muy pero que muy nerviosa, tanto que no paraba de sudar. Decidieron ir todos juntos, por si a caso. Llegó la hora y se fueron con las bicicletas. Al aproximarse al lugar se separaron, Lucía se adentró sola en el Castillo y sus hermanos la vigilaban por si le pasaba algo. Allí estaba su gato, en una jaula muy grande, ella fue corriendo hacia él, pero cayó por un pasadizo que la llevo hacia un laberinto secreto. Ese castillo tenía muchos años; los caballeros y reyes medievales crearon trampas, pasadizos y guaridas secretas como medida de seguridad que sólo las conocían ellos y nadie más. Sus amigos no sabían donde se había metido así que decidieron entrar a buscarla. Ella estaba junto a su gato en el laberinto, ya que antes de caer logró rescatarlo. Su gato y ella empezaron a buscar la salida para reencontrarse con sus hermanos. Al final vieron una luz blanca y la siguieron, ¡era la salida! y se reencontraron todos. Después de la hazaña volvieron a casa y todo se arregló, pero los secuestradores…; …bueno, eso ya es para otro cuento.
Por Ismael López Serrano Abrarov
UNA NIÑA AVERGONZADA Cuando era pequeña y como todos los años viajábamos a un país muy lejano, al que íbamos de vacaciones para ver a la familia. Mis padres siempre me apuntaban a unos talleres que se celebraban en el colegio . Allí estaba con mis amigas Sheila, que era sencilla e inteligente, Daniela, estudiante y con un fuerte carácter y Martina, dulce pero de las que los demás se solían reír. En uno de los días de clase ocurrió algo inesperado, Martina estaba copiando un ejercicio de la pizarra y Juan, uno de sus compañeros, empezó a molestarla como casi siempre pasaba. Ella se echó a llorar, pero, en esta ocasión, la señorita Lucia lo vio todo y mando a Juan a la pizarra Para sorpresa de todos, Juan no sabía hacer el ejercicio y fue tanta la vergüenza que sintió que prometió no volver a molestar y cambiar. Martina se fue muy triste a su casa, pero por el camino la acompañamos sus amigas, Daniela, Sheila y yo. La intentamos animar diciéndole que se alegrará porque juan ya había prometido cambiar. Al día siguiente Daniela estaba muy contenta porque había sacado un 10 en el examen de conocimiento y Sheila también estaba contenta pues había sacado un 9. Martina y sus amigas empezamos a observar si era verdad que Juan iba a cambiar y vimos que ya era generoso, atendía en clase, compartía sus cosas y nunca molestaba a nadie. Martina y sus amigas se dieron cuenta de que de verdad había cambiado. Desde ese momento fueron felices todos.
Por Rosalba Moreno Velázquez
EL DETECTIVE Todo ocurrió en un parque en Sevilla donde había muchos niños. En el parque había muchos bancos, árboles con un color verde muy intenso, también había muchos pájaros de diferentes especies: gorriones, loros, ruiseñores que daban un color y una alegría especial a ese lugar. Estaba soleado y por allí había un hombre corriendo por la calle, que era muy sospechoso; por su forma de comportarse, su oscuro andar, su manía de mirar de un lado a otro constantemente, parecía un secuestrador. Por casualidad, rondaba por allí un detective valiente conocido por todo el mundo porque se enfrentaba a todo lo que se proponía. Tenía los ojos azules y siempre llevaba una capa, una lupa para ver el rastro de los hombres tenebrosos y se llamaba Juan. Tenía que encontrar a ese hombre para pararle los pies y que no secuestrase a más niños. Durante la noche se pusó manos al obra y al rato a Juan se le ocurrió inventarse un plan. Se hizo de día y , aunque Juan estaba cansadísimo, siguió investigando a ese hombre. Fue a buscar el periódico en el que leyó que un hombre había secuestrado a una niña. Juan se puso manos a la obra, cogió su GPS para encontrar a ese hombre y se llevó la lupa para buscar huellas y detenerle. Cogió su coche y se fue al rescate de la niña. Llegó a una calle aislada, al final de esta había una lucecita que se veía claramente. Juan fue hacia allí y al llegar, subió la escalera de la entrada y se encofró con una puerta cerrada que derribó. Cuando entró había una trampa y Juan se dio cuenta y la esquivó; siguió más adelante y se encontró una llave en el suelo junto a una cerradura que abrió con la llave que encontró, ¡ERA UN PASADIZO SUBTERRÁNEO!. Entró, bajó las escaleras, pasaron las horas y encontró una puerta que ponía privado, la atravesó y… ¡¡¡Ahí estaba la niña!!!, Juan se acercó a ella, y le dijo que no te asustase, que el venía a rescatarla. Poco después llegó el secuestrador y Juan se alejó y se llevó a la niña huyendo. Por el camino llamó a la policía y lograron detenerlo; se lo llevaron a la cárcel donde le esperaba una dura vida de cadena perpetua… La chica era la hija del detective y el la llevó a casa para que se tranquilizase y olvidará lo que había pasado, asegurándole que no volvería a pasar…
Por Borja Rollán García
PEPA Y SUS REGALOS Una fría mañana de diciembre, a las once y media Pepa, estaba en casa aburrida, sin saber qué hacer. Era una niña alta, delgada, rubia, con los ojos verdes y una sonrisa eterna que parecía, cuando la mirabas, que siempre estaba contenta, aunque quien la conocía, sabía que en ocasiones tenía mal carácter. Ella sabía que dentro de cuatro días era Navidad y el maravilloso día de Papá Noel. Había trabajado mucho en el colegio durante todo el año y además su conducta en casa había sido muy buena, por eso este año era especial y había pedido muchos regalos: una bici, un perro y una piscina, que era lo más caro de la tienda. Estaba impaciente. Miró por la ventana y vio que nevaba. Vio que el parque donde jugaba normalmente con sus amigos comenzaba a vestirse de un color blanco que la incitaba a salir, hacer bolas de nieve y a jugar con sus amigos. Salió y se encontró con un grupo de amigos que habían pensado a jugar igual que ella y decidieron hacer un muñeco de nieve muy grande. Pepa no estaba muy de acuerdo, porque pensaba que al tener un muñeco de nieve tan grande y tan cerca de casa, asustaría a Papá Noel y no se atrevería a acercarse, por lo que, ¡se quedaría sin regalos! Pepa quería jugar al baloncesto y sus amigos le dijeron que no, que aprovecharían la nieve para hacer el muñeco, ya que no nevaba en el pueblo desde hacía más de cinco años. Fue entonces cuando Pepa sacó su mal carácter y les contestó de mala manera, aunque finalmente accedió a hacer el muñeco. Cuando se fue a la cama, no podía dormir, pensando en lo mal que había tratado a sus amigos, por lo que al día siguiente les pidió perdón. Sus amigos agradecidos por el gesto de Pepa, le propusieron ir a jugar al baloncesto, aun sabiendo que Pepa era muy buena jugadora e iban a perder. "Está en un equipo de baloncesto femenino; ¡ es normal que nos gane !", pensaron sus amigos. Al día siguiente, cuando despertó de su placentero sueño, pegó un salto de su cama y miró rápidamente por la ventana de su habitación, desde la que se veía el parque. Todo era diferente: estaba soleado y el muñeco se había derretido. Estaba contenta porque no quería al muñeco al lado de su casa y además sabía que Papá Noel no tendría excusa para venir. Al final!!! Llegó el día!!! Bajó las escaleras desde su habitación de tres en tres y se encontró frente al árbol de navidad que presidía el salón de su casa al lado de la chimenea, con tres regalos. Comenzó a abrir los paquetes con gran nerviosismo y rasgando los papeles de regalo que los envolvían de forma desenfrenada. En el primer paquete apareció uno de los que había pedido, la bici, el segundo regalo era..., la piscina, y el tercero, una baraja de cartas. En ese momento, volvió a aparecer su mal carácter en ella. Pero las cosas no eran lo que parecían, su padre Mario apareció !! Con el perro!! Ella se puso muy contenta porque Papá Noel le había traído todo lo que había pedido, la bici, la piscina y el perro, y de paso una baraja de cartas para poder jugar con sus padres. Como el día era tan bueno, se fue a probar la bici, acompañada de su perro Willy. En el parque se encontró con sus amigos, a los que Papá Noel también les había traído una bicicleta y se fueron todos juntos a dar una vuelta. Eran cinco y el perro de Pepa. !!! Todo había salido perfecto!!!
Por Francisco Criado Jiménez
El destino Un día de verano caluroso, Dani, un chico alegre preocupado por sus amigos y que era un buen ejemplo para sus hermanos, estaba en el parque. Se lo pasaba muy bien por que había puestos de dulces, estatuas de elefantes y muchos toboganes. Disfrutaba mucho jugando con su hermano pequeño Fran y su amigo Juanjo. Juanjo y Dani jugaban a la pelota sobre el verde césped y Fran les miraba sentado a un lado. Pasado un rato Dani se dio cuenta de que Fran había desaparecido y grito ¡ Juanjo!, Fran no está!, ¡Tenemos que encontrarle!, y Juanjo dijo, - No te preocupes, juntos le encontraremos-. Juanjo y Dani estaban a punto de correr una gran aventura para encontrar al pequeño Fran. Un hombre con barba, bigote y vestido de negro había cogido a Fran y se lo había llevado a su casa, pero al salir corriendo se le había caído la cartera. Los dos amigos tuvieron la suerte de encontrarla y vieron su dirección en un papel. Cuando iban de camino a la casa del secuestrador, se llevaron una gran sorpresa, Fran venía corriendo como un rayo y se abrazó a su hermano; lloraba y a la vez reía. Les contó que en realidad todo había sido un gran error, que el secuestrador era en realidad el papá de otro chico y sin darse cuenta se lo había llevado a él. Cuando llegaron a su casa y se dio cuenta de que no era su hijo, se disculpó, le dio un bocadillo y se fue corriendo a buscar a su hijo. Fran estaba muy contento de volver a casa con su querido hermano.
Por Juan José Rojas González