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Créditos Moderadoras Aria, Boom, Dika18 & Lectora

Traductoras

Correctoras

Aria

Curitiba

Boom

Nony_mo

Clau

Osma ♡

Curitiba

Maggiih

Lectora

Neige

Lililamour

Pachi15

xx.Majo.xx Malu_12 Mary Jane♥ Nelly Vanessa Pachi15 Rihano Shari Bo Nelshia

Recopilación y Revisión Sttefanye

Diseño Lectora

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Índice Sinopsis Capitulo 1 Capitulo 2 Capitulo 3 Capitulo 4 Capitulo 5 Capitulo 6 Capitulo 7 Capitulo 8 Capitulo 9 Capitulo 10 Capitulo 11 Capitulo 12 Capitulo 13 Capitulo 14 Capitulo 15 Capitulo 16 Capitulo 17 Epilogo Próximo libro: Tap Dance (Dance #2 ) Sobre J.A Hornbuckle

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Sinopsis Caitlin Thomas estaba al final de la cuerda. Trabajando en cuatro empleos insignificantes para completar su media beca en la Universidad donde está determinada a obtener su título en un plazo de cuatro años como sus padres habían planeado. Pero es difícil estudiar, mucho menos dormir cuando tienes tantas cosas que hacer. Al escuchar a su compañera de laboratorio describir su trabajo como bailarina de pole dance en el club Fuego y lo mucho que le pagan además de las propinas, Caitlin decide presentarse. Esperando entrevistarse con un hombre troglodita de mediana edad, tipo mafioso, Caitlin queda sorprendida al descubrir que su entrevista era con el joven copropietario con un cuerpo de infarto, Jake Stanton. Él pronto descubre que Caitlin no está hecha para ser una bailarina del club Fuego, pero definitivamente está hecha para él, sobre todo cuando tiene evidencia de primera mano de cómo es tratada por uno de sus jefes y el presidente de un banco que le hace una visita en su apartamento después del horario bancario. Está aún más intrigado cuando recibe una verificación de sus antecedentes y descubre que ella era exactamente quien dijo que era, una estudiante, sin familia viva, esforzándose por cumplir con sus compromisos de trabajo y la escuela. En su trabajo esa clase de honestidad es rara y queda completamente cautivado. Jake comienza una campaña para ganar el corazón de Caitlin pero ella es tan ferozmente independiente que tiene problemas para romper sus muros. Considera su ayuda como ―tratar de asumir el control‖ y trata de resistirse a él a cada instante. No ayuda cuando es abordada por una celosa ex-amante que dice que Jack va a intentar comprar su lugar en su cama. Sus esfuerzos son obstaculizados aún más por un socio de negocios desconfiado, un asesino en serie cuyas víctimas son actuales o viejas bailarinas del club Fuego, y Floyd, el gato. A través de todo esto, ¿puede Jake, cansado del mundo, convencer a la ingenua pero independiente Caitlin que compartir su vida no significa renunciar a ella?

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Capítulo 1 Sabía cuándo había tomado la decisión de dar la entrevista que era probablemente la equivocada. Pero no sentí que tuviera otra opción. Estaba a solo medio camino de mi segundo año de universidad y ya estaba endeudada hasta el ombligo. No podía encontrar un trabajo bien pagado que encajara con mi horario de clases, sin importar donde hiciera la solicitud. Tenía que encontrar otro trabajo, cualquier trabajo, el cual pudiera traer más dinero y permitirme pagar mi parte de la carrera porque no tenía a nadie ni nada más que pudiera suministrar los fondos que necesitaba para completar mi educación y comer al mismo tiempo. Sopa ramen preparada en una estufa de dos quemadores usada podía sustentar un cuerpo de veinte años solo por cierto tiempo. Y, dado que estaba determinada a graduarme en cuatro años con tan poca deuda como fuera posible en vez de los seis años financiados-por-sus-padres que harían la mayoría de mis compañeros, hacía que mi estómago estuviera gruñendo constantemente. Como una estudiante de segundo, un año más vieja que la mayoría, había estudiado las diferencias y había escogido el ramen por encima de la "taza de sopa de…" lo que sea, por que costaba la mitad y estaba dentro de mi presupuesto, las cosas estaban así de mal. Así como, realmente mal. La mejor parte de mi horrible dieta fue que nunca experimenté el Freshman Fifteen, esos horribles siete kilos de los que había oído hablar que lo estudiantes acumulan cuando empiezas la universidad y finalmente estás fuera de la influencia y control de tus padres. No, mi escasa dieta, la cual consistía en sólo el almuerzo y la cena de $0.17 centavos por cada paquete, ayudó no sólo en términos de dinero sino que fue clave en la eliminación de la grasa de bebé que se había quedado en mi barriga y muslos pero que me mantuvieron oculta y aislada en el instituto. Era de apariencia normal, más bien alta aunque un poco mayor, estudiante de segundo año quien era solo una de muchas de una de las multitudes, de las otras chicas del campus. Lo que no era normal, sin embargo, era la búsqueda de maneras de hacer dinero. Estaba constantemente atenta, oídos siempre listos, para encontrar formas de traer dinero adicional. No tan buena en la computadora, de buen agrado acepté trabajos de los que otros se burlarían: limpiar baños en la cadena local de supermercados, pulir autos en el exclusivo lavadero de autos o vaciar orinales en el asilo de la localidad. Trabajé a cualquier y todas horas siempre y cuando no interfiriera con mi horario de clases. Así que, cuando escuché a mi compañera de laboratorio, Renee, hablando acerca del baile en tubo en el club local Fuego con su hermana de fraternidad, simplemente tenía que oír.

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―Entonces, es como que te vistes con esa tanga y finges que el tubo es, como que tu pareja… como en un tipo de fiesta, ¿cierto? —explicó Renee―. ¿Y tú realmente trabajas en el tubo y luego giras hacia todos éstos, algo así como pervertidos, sentados ante la consola la cual está como totalmente colocada al lado de dónde tú estás, algo así como bailando? —Todas las oraciones de Renee siempre terminaban en una pregunta lo cual, en mi opinión, era una de sus cualidades más adorable. De acuerdo, su única cualidad adorable porque la hacía linda. Por otra parte, consideraba a Renee como una total y completa cabeza hueca. Pero pasé por alto esta evidente falta porque estaba muy bien dotada en dinero, eso es. Renee y su siempre-lista tarjeta de crédito habían proveído más comidas, dulces y diversión antes o durante los grupos de estudio de lo que podría contar en el par de meses en lo que habíamos estado juntas en nombre de la ciencia. ―Entonces, ¿sólo tienes que bailar y sacudir tu tam-tam y tus cosas de chicas en las caras de estos pervertidos y ellos meterán dinero en cualquier correa de lo que tengas puesto? ¡Juro por Dios, es, como, increíble! ¿Una vez fui a casa con más de $300.00 dólares sólo por bailar como cuando lo hago para mí misma? —Renee pasó sus ojos sobre mí y se dio un cuarto de vuelta para tratar de bloquearme de oír por casualidad. No es que le hubiera dado toda mi atención, desanimada como estaba y utilizando excesivamente mi resaltador amarillo en cualquiera y todas las oraciones que contenían palabras científicas en mi libro de laboratorio. Si no me detenía pronto, el capítulo 18 iba a ser un lío de páginas abultadas, resaltadas y empapadas, haciendo el libro inútil para poder ser revendido. Tal vez fue el bloqueo que tuve en mi cuerpo en relación a sus palabras que estaba respondiendo porque, tengo que admitirlo, fueron los $300.00 los que llamaron mi atención. Toda mi atención. En el mejor de los casos, sólo logró conseguir $150.00 o $175.00 durante una semana buena de cada uno de mis trabajos extras, pero Renee ha conseguido $300.00 dólares por sesiones de baile. ¡Por sesión! ¡No por día o por semana, sino por sesión! ¡Santa mierda! Mi mente giraba mientras trataba de hacer los cálculos pensando en cuánto más dinero podría tener en lugar de esta-mierda-por-dólares que actualmente hago trabajando en horas insanas y tratando de decidir exactamente a cuál de los trabajos de mierda podría renunciar. Sabía que el dinero extra que ella ganaba era sólo para pagar una parte importante de la tarjeta de crédito de papi sin que él lo supiera antes de que el estado de cuenta se actualizara. Él sólo le gritaba, había confesado ella durante uno de sus maratones de tapas y cerveza, si su estado de cuenta era más de un tercio de la línea de crédito. Sin pensarlo, la miré de arriba abajo a través de mi cortina de cabello. Renee no tenía mucho que admirar, en mi opinión, porque lo único que realmente tenía era su largo cabello rubio hasta la cintura. Su cuerpo era ―equitativamente regular‖ para citar a mi abuela Lela, con pechos más bien pequeños, una cintura gruesa y caderas contundentes que amenazaban, pero nunca completamente, con desbordarse por encima de sus siempre presentes jeans. Observando sus supuestos ―atractivos‖, fui inmediatamente convencida

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de que yo podría hacer lo que fuera que ella estuviera haciendo. Y recuerdo haber pensado maliciosamente en ese momento, ¿podría hacerlo, como, mejor? Así fue que me encontré delante de Jake, el gerente de Fuego, menos de tres días después de escuchar a Renee diciendo algo, por primera vez, que era interesante para mí. Como compañera de laboratorio, Renee era una mierda. Como consejera de carrera, podría tener esperanzas. —Eres estudiante de tiempo completo —gruño Jake mientras miraba por encima de mi currículum. Estábamos en una de las oficinas dentro de las entrañas de Fuego para mi entrevista, una enorme sala sin ventanas, la iluminación venía de las pequeñas luces centrada en el perímetro de las paredes. El único movimiento de Jake era el clic del bolígrafo que sostenía al lado de su oído mientras leía detenidamente mi hoja de vida. Las luces se reflejaban en su largo y oscuro cabello castaño que tocaba el cuello de su camiseta negra y también de sus bien desarrollados y fuertes hombros mientras yo nerviosamente me acomodaba en una de las sillas colocadas frente a su monstruosamente grande escritorio. Jake, en el sentido físico, no parecía ser un hombre desagradable aunque era, por definición, un chico muy caliente. Su estado natural parecía ser de calma, calma en su caminata que había sido silenciosa mientras me guiaba a una de las dos sillas de cuero frente a su escritorio, sus amplios hombros moviéndose en contra del ritmo de sus rodillas mientras cruzaba la vasta extensión a su área de la oficina escondida-en-una-esquina. Las palabras felino y vigorosa-fuerte-elegancia dieron vuelta en el borde de mi mente mientras él bajaba la longitud de sí mismo en su gran asiento de respaldo alto. Y, ya que había imaginado que un mono peludo, de mediana edad tipo mafioso, sería mi entrevistador, estaba más que intimidada por la juventud de Jake, sus miradas calientes que picaban, su vestimenta casual y su actitud tranquila. —No —dije mientras me centraba en la punta del bolígrafo que entraba y salía de su cubierta—. Quiero decir, sí, soy estudiante de tiempo completo. — Nerviosamente, crucé de nuevo mis piernas y miré sus ensombrecidos ojos mientras seguía con mis intentos de instalarme en una de las sillas más exuberantes que el cuero, colocadas directamente frente a su escritorio tamaño océano. —¿Alguna vez has bailado profesionalmente antes, exótico o de otra manera —preguntó. Sabía que esta era una pregunta crucial y sentí que mi estómago se apretaba mientras desesperadamente buscaba las palabras adecuadas para decir. Me quedé viendo dentro de las profundidades de sus ojos color ámbar esperando obtener una idea o una pista de cuál podría ser la respuesta correcta—. ¿Qué hay de gimnasia? ¿Has estado involucrada en eso? — continuó. Tan pronto como mi cerebro había aceptado la idea de trabajar en el club, había estado haciendo investigaciones sobre el baile en tubo. Primero pasé horas en línea en la biblioteca de la universidad mirando a través de YouTube para ver de qué se trataba y haciendo notas de los movimientos básicos. Entonces practiqué tanto como pude, trabajando en la rigidez mientras trataba de estirar mis músculos en los splits y doblando mi cabeza hacia mis rodillas sin doblarlas. Mientras no estaba segura de que pudiera realizar el ―Bamn‖

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(haciendo una amplia v con tus piernas mientras te mantienes firme en el tubo), había estado practicando mi ―contoneo‖ y mi ―palmoteo de nalgas‖, sin embargo, y me sentí algo segura en mis habilidades con esos. —Uhm. ―Me levanté―. Bueno, no, no exactamente profesional. —Evadí—. Tomé baile y lecciones de gimnasia cuando niña. Ya sabe, cosas como tap, ballet y danza moderna. —Hice una pausa, mi mente corría en cómo darle al ―gancho‖ que me llevaría a obtener el trabajo ya que sus hermosos ojos cálidos no estaban dando ningún tipo de información—. ¡Pero siempre que bailo parece que consigo MUCHA atención! —Esperaba que pudiera notar lo que yo consideraba mi sonrisa ganadora y actitud alegre, en vez de mi lamentable inexperiencia para el trabajo como lo evidenciaban mi currículum y respuestas. Jake bajó la mirada a mis piernas que se mostraban debajo de mi escasa falda de mezclilla, una falda normalmente para ser usada con leggings o mallas gruesas, antes de continuar su estudio de mi dolorosamente corto pero cuidadosamente elaborado currículum y chasqueó su pluma otra vez. Esperé, contando los clics de su pluma antes de su siguiente pregunta, sintiendo el goteo de sudor nervioso bajando por el centro de mi espalda alrededor del clic treinta y cinco. $300.00 era un MONTÓN de dinero, especialmente por una sola sesión de trabajo, me recordé. Sentí pinchazos en mi piel mientras sus ojos de nuevo parecían concentrarse en mis piernas y viajaron hasta el lindo top de gasa estilo campesino de los sesentas que pillé la semana pasada por $ 2.50 en la tienda de caridad local. Adivinaba que él trataba de determinar qué cantidad de relleno podría incluir mi sujetador y saqué mis hombros hacia atrás para mostrarle que lo que veía era lo que sus clientes podrían esperar. Pero podía sentir el calor revelador de mi rubor mientras trataba de afrontar sin vergüenza su escrutinio, el enrojecimiento trepó por mi pecho hasta la línea de mi cabello. Lo que esperaba que no pudiera ver eran las perlas de mis pezones mientras miraba mis pechos. Podía sentirlo, o más bien lo que su observación había causado. Lo cual era una inflamación por su imparable mirada, primero en mis pezones coloreados de oscuro y luego el endurecimiento de los puntos por sí mismos. Y mientras aquellos puntos rosados se ponían firmes, me hice consciente del latido de mi corazón golpeando entre mis piernas y mi coño humedecido mientras él continuaba contemplando mis pechos. A menudo había imaginado ser admirada de esta manera e incluso había leído acerca de cómo las partes rosadas de una mujer se hinchaban y los labios se humedecían con una mirada bien dirigida de alguien que encontraras atractivo o te estimulara físicamente. De acuerdo, entonces yo había resaltado esa porción en mi libro de texto de ―La educación sexual y tú‖ en mi primer año del instituto. Soy una chica que remarca desde hace mucho tiempo, ¿qué puedo decir? Estaba, sin embargo, un poco sorprendida ante la línea directa entre mis pezones y la ahora temblorosa carne entre mis piernas. No podía recordar ese pequeño pedacito en el libro. —Mientras puedo apreciar que puedas seducir a los muchachos de fraternidad que no han venido, no creo que seas exactamente lo que estamos buscando en términos de una bailarina —dijo Jake con una sonrisa torcida mientras sus ojos parecían indecisos en encontrarse con los míos. Su voz iba

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más por la línea de un gruñido. Juro por Dios, que parecía retumbar y rodar y salir de su boca como un gruñido. El timbre de su voz era como pasar tus manos sobre terciopelo quemado, pero casi dolorosamente suave al mismo tiempo. Jake parecía más caliente que caliente. Pero su voz era aún más caliente. Imaginaba que su media sonrisa estaba ahí para suavizar el golpe de su rechazo y mi corazón cayó a mis rodillas viendo que el sueño de tener un solo trabajo se alejaba de mí como un cubo siendo rápidamente arrastrado hacia el mar por la marea. Mi mente se apresuró a dar con una respuesta ingeniosa, algo inteligente para impedir que me alejara de la posibilidad de ganar tal suma de dinero. Pero no podía pensar nada en respuesta; nada para influir en él para que me aceptara mientras mis ojos se lanzaban alrededor buscando inspiración. Volviendo mi cabeza, vi a un tubo de metal en una plataforma levantada metida entre las sombras en la cueva que era su oficina y una idea comenzó a formarse. —¿Y si le mostrara que puedo hacerlo? —pregunté sin aliento―. ¿Me contrataría si pudiera ponerlo ca… caliente sólo por bailar? —Tropecé con mis palabras con esta pregunta. Una pregunta que nunca había creído que pensara alguna vez, mucho menos pronunciarla. Hubo un par de latidos de silencio mientras los ojos de Jake sostenían los míos, con suerte sopesando mi sugerencia. Mi corazón retumbaba pesadamente mientras esperaba, viendo su cabeza inclinarse en deliberación como si sopesara su veredicto, antes de que su melosa mirada se enganchara a la mía. —De acuerdo, cariño, ve por ello —contestó mientras giraba interruptores que vi que estaban incrustados encima de su gran escritorio de madera oscura. El resto del cuarto fue sumergido en la oscuridad y un haz de brillante luz estaba ahora centrada sobre el brillante y metálico tubo—. ¿Cuál canción es la que deseas? —preguntó—. Tengo de todo en el iPod. Furiosamente, corrí a través de todo lo que conocía en mi cabeza. Este era mi tiempo de triunfo o de fracaso y este hombre probablemente había estado en todas partes y probablemente ha visto todo eso y más. Necesitaba algo para realmente capturar su atención y asegurarlo de contratarme. Sabía que no podía elegir algo que había estado alrededor de la cuadra, nada de lo que hubiera escuchado como fondo en anuncios o en las películas que había visto o incluso lo que era popular en la radio. Mi mente corría para elegir una canción que me distinguiera de las otras bailarinas para demostrarle, al hombre con mi futuro en sus manos, que yo era digna de bailar en su club y hacer el dinero que tan desesperadamente necesitaba. Pensé y descarté multitudes de canciones a un ritmo rápido, mientras miraba sus sombríos ojos. —Porcelain de Moby —contesté en voz baja sabiendo sin lugar a dudas y con cada molécula de mi cuerpo que sería la elección perfecta para presentarle a Jake lo que era capaz de hacer en el arte del baile seductor. Buscando a tientas en su iPod mientras miraba por encima de su hombro en mi dirección y con su ceja izquierda levantada en una pregunta, lo escuché murmurar algo así como que una chica de mi edad no debería saber acerca de la música de Moby.

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Me levanté de la silla con un pequeño fruncimiento de ceño hacia la altísima plataforma tratando de controlarme mientras me ponía de pie y con valentía pregunté—: ¿Apreciar la buena música tiene un límite de edad? Lo que Jake no podía ver en la oscuridad, que por suerte ahora rodeaba su escritorio, era que mis rodillas temblaban con la fuerza suficiente para derribarme. Me puse de pie lentamente, despegando literalmente mis muslos del cuero de la silla mientras intentaba equilibrarme sobre mis sandalias de tiras plateadas prestadas de diez centímetros. Entrevistas de estríper requerían zapatos de estríper y los había conseguido prestados de una de mis vecinas con la esperanza de que me ayudaran a mostrar que sería la "estrella naciente" que podía ganar un montón de dinero por sesión. Aunque, ahora estaba teniendo mis dudas acerca de su utilidad viendo cómo probablemente sólo revelarían mi inexperiencia no sólo en bailar por dinero, sino también en usar tacones en general. Botas de tacón bajo o simples sandalias eran más mi calzado. Finalmente encontré mi equilibrio y me tambaleé mientras trataba de abrirme camino hacia el escenario, a seis zancadas cortas del área del escritorio, pero bien podrían haber sido diez kilómetros. Me podía escuchar pisando con fuerza mientras me movía en los pesados zapatos y me recordé añadir más balanceo de cadera en un intento de parecer más seductora y más mundana. Podía ver el círculo de luz mostrando claramente dónde se estaba llevando a cabo la entrevista, pero mi bravuconería me estaba abandonando con cada paso que daba a pesar de mi entrenamiento interior. La luz era sorprendente en su brillantez ya que señalaba hacia abajo desde el techo y se disparaba sobre el brillante tubo del piso-al-techo mostrando exactamente donde se suponía que debía estar. Vi que había espejos en cada pared que rodeaba el tubo y añadían toques de luz al área de baile. Me acerqué a la plataforma que determinaría el resto de mi vida financiera como estudiante universitaria y levante una pierna para subirme en la plataforma elevada a treinta centímetros, mientras los primeros compases del teclado de Moby comenzaba. —No estoy lista, todavía. —Me lancé sobre mi hombro con un pie en el escenario y el otro, incómodamente en el suelo junto con mi trasero lamentablemente, y de lo que estaba segura era una vista poco atractiva señalando totalmente en su dirección. —Lo siento —respondió Jake―. Déjame saber cuándo, ¿sí? Tanto si fue su disculpa, su ―sí‖ casual o la suavidad de su voz profunda, nunca lo sabré; pero gane fuerza con la respuesta de Jake. Su tranquilo tono agarró mis nervios histéricos poniéndoles fin y pareció fortalecer mi determinación. Me las arreglé para llegar al pequeño escenario y me paré dentro del área detrás del tubo que estaba sumido en la oscuridad. Agarré el tubo y me di cuenta de que era un tubo de giros el cual debería, si mi investigación fue correcta, facilitarme hacer las vueltas alrededor de él. Mis rodillas todavía estaban temblando y los músculos de mi estómago se estremecían cuando escuché a Jake caminar alrededor del área frente al tubo. Me protegí los ojos para ver de qué iba todo el ruido, sólo para descubrir que

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estaba arrastrando una silla para sentarse cerca de unos dos metros y medio del centro del escenario. Obviamente, quería capturar la experiencia completa de mi pericia aún por descubrir del baile en tubo. Esperé a que se sentara y luego con voz entrecortada dije—: Bien, ahora. — Mientras tomaba lo que esperaba fuera una dramática pose allí entre las sombras. Jake dirigió su control remoto por encima de su hombro y luego se puso cómodo en su silla extendiendo sus largas piernas vestidas con desgastados jeans y cruzando sus pies a la altura de los tobillos, sus manos entrelazadas descansaban cómodamente sobre su bien formado pecho. Con las notas que iniciaba una de mis canciones más preciadas, dirigí mi pie derecho hacia el tubo usando mis manos extendidas en movimientos para captar la luz del entorno y traerla hacia mí, mientras poco a poco, rotaba mi cadera hacia la luz y para tocar el tubo. Mientras piano inicial se ponía a cien, comencé a fingir que el tubo era el hombre de mis sueños, al cual añoraba y anhelaba, al que yo, sin duda, me entregaría totalmente. La canción siguió mientras yo bajaba, caminaba y me balanceaba alrededor de él burlonamente, perdida en los dulces sonidos de la música. En mi fantasía, me envalentoné y empecé a acariciar la brillante longitud del tubo, pasando suavemente una mano y luego la otra arriba y abajo de su longitud con la seguridad de que ―él‖ era el que yo quería mientras mis caderas giraban tentadoramente. Con coquetería le di la espalda al tubo mientras sin pensarlo cerraba mis ojos y me recargaba contra él. Lentamente levanté un brazo por encima de mi cabeza, presioné mi espalda contra ―su‖ brillante y frío exterior, balanceándome ligeramente para alejar mi cabello y exponer mi cuello y hombros como si diera acceso a ―su‖ toque. Provocativamente, me incliné desde mis caderas, mis manos resbalaban por mis muslos manteniendo aún mis rodillas cerradas mientras suavemente frotaba mi trasero contra ―su‖ firmeza moviéndome de lado a lado. Meneándome sin pensar, sentí los globos de cada mejilla frotarse contra el duro tubo, un poco encantada mientras acumulaba la mezclilla de mi falda entre las mejillas de mi trasero. Mientras las notas crecían, giré, hice piruetas y me meneé, con el cabello revoloteando y dando vueltas a mi alrededor. Pero nunca quité una mano del tubo mientras giraba usando ambas manos y muslos mientras me frotaba, arrastraba y tocaba mis temblorosas piezas rosas con su brillante superficie. En mi fantasía, mis movimientos fueron diseñados para atraer e invitar una respuesta de este objeto inanimado mientras me encontraba atrapada en mi alucinación de seducción. Al coro me encontró enganchado una pierna alrededor de mi leal "amante" para girar en un delicioso círculo permitiéndole a mi cabeza caer hacia atrás, a mi cabello colgar hacia mi cintura y presentar el arco de mi cuello mientras giraba lentamente, con los pies levantados, usando sólo mis manos y muslos bajándome del tubo.

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Estaba perdida en el poder hipnótico de la canción, los tonos seductores y mi propia imaginación. Hubo un brillante estallido de luz contra mis ojos y poco a poco los abrí pero no vi nada más que mi propio reflejo en los espejos. Acuclillándome, dejé caer mi trasero en mis talones y audazmente abrí mis rodillas para sentarme a horcajadas sobre el metal frío pero aún lo suficientemente consciente de mi audiencia de uno como para apuntar mi entrepierna lejos de su directa mirada, pero aún se reflejaba en los espejos que rodeaba el tubo. Poniéndome derecha, de nuevo pasé mis partes rosadas contra el tubo juguetonamente… un pezón aquí, un largo y lento deslizamiento de mi vulva allá, una rápida vuelta para presionar mi trasero. Para ese momento, y con esa hermosa música, me perdí otra vez en la melodía, en mis movimientos y olvidé completamente que era una huérfana hundida en deudas y que sólo estaba solicitando un trabajo. Que estaba ahí sólo para impresionar a alguien que podría ayudarle a pagar por los próximos dos años y medio de mi vida. Estaba atrapada en la fantasía de ser deseada, necesitada. Hay tan delicioso poder en ser sexualmente deseada y estaba completamente perdida en el mundo de mi propia invención, la fantasía de él, aún si solo ―él‖ era un tubo frío y de metal. Cuando las últimas notas se desvanecieron, me encontré en el suelo, con la espalda arqueada en señal de rendición, las piernas levantadas y entrelazadas alrededor del reluciente latón del tubo. Como si eso no fuera suficientemente malo, me sorprendí frotando lentamente mis ahora completamente empapadas bragas que estaban pulsando con mis temblorosos, inflamados y expandidos pliegues rosados, sólo separados de la deliciosa frialdad de mi acerado ―amante‖ por un pedacito de seda, y sólo a un par de empujes de cadera del único éxtasis que había experimentado sola en mi cama y con mis dedos. Decir que respiraba con dificultad habría sido una sutileza. No sé si hubo simplemente un par de latidos de silencio o si me perdí por un rato, pero lo siguiente de lo que me di cuenta fue del chirrido de la silla de Jake. Traté de soltarme del tubo con tanta gracia como fuera posible y levanté la mirada sólo para ver su espalda mientras se dirigía a su escritorio. Retirando mi cabello de mi cara, le di un vistazo al tubo mientras me colocaba en una posición sentada, buscando los reveladores signos de humedad en su lustrosa superficie. Moviéndome rápidamente, conseguí un olorcillo de mi propia excitación y tenía la esperanza de que no se hubiera sentado tan cerca del escenario para ver cualquier mancha o para oler lo que mi baile había generado dentro de mí. Jake golpeó el interruptor de su escritorio y la brillante luz alrededor del tubo se apagó y las luces indirectas del perímetro de la habitación regresaron. Esos pocos segundos me dieron el respiro que necesitaba para colocar mi falda hacia abajo y mover mis pies hasta el final del escenario. Mi sonrojo estaba en neón, un latido en mi pecho y cara siguieron a los pocos momentos de mi abandonado baile.

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Jake se volvió lentamente hacia mí mientras rodeaba el borde de su escritorio pero, por la iluminación ambiental, no podía ver su expresión. Mi corazón seguía corriendo y todavía estaba tratando de recuperar el aliento. Después de lo que se sintió como días de silencio pero probablemente fueron unos pocos segundos, no pude evitar la pregunta. —¿Y bien? Usando un gesto de mano de ―ven aquí‖ mientras de nuevo dirigía sus ojos hacia mi currículum de una sola hoja, Jake me hizo señas para que me volviera a sentar en una de las sillas frente a su escritorio. Mientras me sentaba, me di cuenta de que estaba metiendo remilgadamente mi falda y me sentaba derecha como si se otorgaran puntos por la perfecta postura y buen comportamiento. Jake lentamente se hundió en su silla al otro lado de la mía, nunca encontrando mis ojos, y, recogiendo su pluma, empezó a chasquear. Otra vez. —Ese fue un gran espectáculo —comenzó Jake―. Tu elección de música fue… —¿Inspiradora? —pregunté con optimismo cuando vaciló. —Inusual —afirmó Jake finalmente mirándome aunque podría jurar que su mirada de tonos ámbar estaba en mi barbilla. El clic de la pluma parecía golpear en un ritmo más rápido mientras hablaba. —¿Y el baile? —pregunté tratando de sonar tranquila, fría y serena, aunque estaba empezando a sudar a la espera de su respuesta, su veredicto. Los chasquidos estaban llegando aún más rápido y me encontré respirando al ritmo de ellos. —¿Eres consciente de que estarías vistiendo sólo un tanga si te convirtieras en una bailarina? —preguntó Jake murmurado tranquilamente pero aun así todavía evitando mis ojos. —S… sí —tartamudeé pero podía sentir otro rubor delator arrastrándose desde mi cuello hasta mi cara mientras pensaba en la exposición de mi descubierto y desnudo pecho a los pervertidos de Renee. No era que yo fuera una mojigata, al menos eso era lo que me decía a mí misma, pero es sólo que no estaba acostumbrada a mostrar mi propia existencia descubierta a extraños que me hacían temblar. —Tal vez estoy fuera de lugar aquí… uhm… Caitlin —dijo Jake echando un vistazo a mi currículum donde mi nombre estaba presentado en negrita y fuente Calibri número catorce—. Pero tengo la impresión de que el baile exótico no es exactamente tu elección de una carrera. Así que, ¿por qué estás realmente aquí? —El clic de la pluma se detuvo mientras sus amielados ojos oscuros finalmente encontraban los míos muertos y centrados en la pregunta que yo misma me había estado haciendo desde que llegué. Luché conmigo misma. ¿Decir la verdad o mentir? Hubo más de algunos latidos de silencio mientras peleaba dentro de mí misma. —En verdad, señor, simplemente necesito el dinero.

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Su ceja izquierda se levantó mientras me estudiaba. Usando de nuevo su movimiento de mano de ―ven aquí‖, me di cuenta de que quería más de mi historia. Le expliqué a Jake sobre mantener mis calificaciones para cumplir con los requisitos de la beca y la muerte de mis padres en un accidente de auto al inicio del verano seguida de mi graduación del instituto. Mientras que el seguro había cubierto gran parte de los costos de los entierros, todavía quedaban cuentas que pagar, necesidades financieras por ser aclaradas y lo poco que quedó fue retenido en un fideicomiso hasta que cumpliera veinticinco años. —Sólo tengo una beca parcial que cubre la colegiatura. Pero estoy trabajando en cuatro trabajos de tiempo parcial ahora, que no me dejan mucho tiempo para estudiar. Si en su lugar pudiera conseguir un solo trabajo… un trabajo que me ayudará a conseguir el dinero que necesito para pagar los gastos de laboratorio, libros y las otras necesidades como comida a fin de sobrevivir… entonces podría tener tiempo para ambas cosas, dormir y estudiar. —Hice una pausa mientras me permitía reconocer qué tan asustada estaba de dejar la universidad. Había sido el sueño de mis padres que obtuviera mi título; un sueño que no era negociable. Habían decidido que yo lo iba a hacer mejor en la vida que ellos y habían estado convencidos de que un título de la universidad era la forma de hacerlo—. He tomado casi todo lo que puedo manejar. Aunque francamente, la presión es… —Me detuve comprendiendo que estaba hablando demasiado rápido y demasiado honestamente. —¿Casi la suficiente para hacerte quitar tu ropa en público? —Terminó en voz baja o tan suavemente como su profunda y áspera voz le permitió. —Ajá —admití en un susurro, con mis manos retorciéndose en mi regazo, sintiendo mi rubor profundizarse. Levanté la mirada para evaluar su reacción a mi confesión pero sus ojos estaban de regreso a mi única hoja que pintaba los aspectos más destacados de mi experiencia laboral. Mientras esperaba, no pude evitar admirarlo. Jake era un hombre espléndido, con su oscuro cabello largo hasta el hombro, bien definido, amplios pómulos y mentón cuadrado el cual, combinado con sus suaves ojos color ámbar, eran una combinación mortal. Además, le había mostrado a él de todas las personas mi sexualidad; un lado que nunca había mostrado a nadie, nunca. Sentí una intimidad entre nosotros diferente a aquella en la mayoría de los entrevistadores/entrevistados. Al menos, esperaba que eso fuera lo que estaba sintiendo después de mi lasciva exhibición en el tubo. Mi baile, y su provocada excitación posterior, todavía resonaban en mi interior. El clic de la pluma comenzó de nuevo y observé su gran oficina tratando de distraerme de él y del hecho de que su elección sería o bien verme obtener mi título con un trabajo en su club o preguntando ¿Desea papas fritas con eso? —Tengo que verte desnuda —murmuró con su cabeza todavía agachada.

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Capítulo 2 —Eh… ¿qué? —Mi corazón tropezó mientras mis ojos se dispararon a su cara y mi cabeza trató de darle sentido a sus palabras—. ¿Des… desnuda? ¿Aquí? ¿Ahora? El chasquido de la pluma se detuvo cuando él levantó sus ojos a los míos. Asintió. Mi corazón comenzó a golpear casi fuera de mi pecho. —Uhm. —Mi mente trató de recordar lo que tenía de ropa interior y frenéticamente me pregunté si las luces estarían encendidas o apagadas cuando me quitara la ropa. Nunca me había desnudado a la vista de cualquier otra persona desde que comencé a bañarme sola cuando tenía siete años. Debajo de las sábanas era más mi estilo. Debajo de las sábanas y en la oscuridad, si quieres saber la verdad. —Ah, claro. Bien. —Podía sentir el rubor comenzar a crecer una vez más, mientras él deslizaba una ceja hacia el nacimiento de cabello, solo de pensar en hacerlo. Con el hecho de que mi ropa no tardaría en ser descartada y todos mis pedacitos rosados estarían abiertos a los suyos, a este hermoso, exitoso, pedazo de hombre, a su inspección. Probablemente ha visto a cientos o incluso a miles de otras chicas en diversos grados de desnudez, me dije a mí misma. Sí, pero él nunca me ha visto a mí. Y nunca me han visto así. —¿Hay algún problema? —preguntó sin dejar de mirarme directamente a los ojos. —N…no, uhm. Quiero decir, no hay un problema real. —Mi voz se fue apagando con incertidumbre y mis ojos se deslizaron lejos de los suyos, que incluso yo sabía que mis palabras eran mentira. —Si se siente incómoda… —Jake comenzó mientras su ceja izquierda se levantaba de nuevo hacia el nacimiento de su cabello. —N…no, no. Estoy bien. —Forcé mis labios en una firme pero falsa sonrisa mientras tragué con fuerza—. Entonces, ¿está bien aquí? Sin esperar su respuesta, usé mis manos en los apoyabrazos de su silla de oficina de nuevo para apalancarme a mí misma y ponerme de pie, tambaleándome hacia atrás en mis plataformas. Al día de hoy, no sé cómo mis piernas me han sostenido. Mis rodillas sonaron al juntarse en el momento de mi latido acelerado y me sentí ligeramente asqueada al pensar en mi próxima

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presentación. Podía sentir mis ojos mirando nerviosamente en todas partes menos a él mientras traté de permanecer quieta en mis zapatos prestados y en posición vertical. No puedo recordar si Jake incluso respondió a mi pregunta, pero sí recuerdo cuán adormecidas se sentían mis manos mientras iban debajo de mi blusa y comenzaban a desabrochar la falda jean. Bajé la cremallera a mitad de camino cuando oí la voz de Jake rompiendo el silencio. —Caitlin, cariño. Escuché su suave rugido mientras mis manos se detenían de jugar en la cintura de la falda, una cadera ya apuntaba hacia arriba para ayudarme a moverla fuera. Me quedé helada. —¿Sí? —pregunté levantando los ojos hacia él. —En este negocio, generalmente te quitas el top primero. —Oh. —Otra vez pude sentir el rubor trabajar su camino hacia el norte a través de mi pecho y cara. Crucé los brazos para agarrar el dobladillo de mi top de gasa y comencé a levantarlo. Esto es demasiado, me dije a mí misma. Pero 300 dólares por sesión, mi otro yo susurró tentadoramente. —¿Podemos tener un poco de música? —pregunté con cautela sin mirar para prolongar el momento, pero con la esperanza de perderme en la música como cuando estaba bailando en el tubo—. Tú eliges. Él se volvió de nuevo a su sistema de sonido mientras descrucé las manos y simplemente las coloqué en el fondo de mi blusa. Los sonidos iniciales de la sexy voz especial de Fifty Cent nos rodearon y hablaron de una tienda de dulces y de piruletas de caramelo. Oí el crujido de la silla de Jake mientras lentamente se volvía hacia mí, aunque no me atrevía a mirarlo. Tomando una respiración profunda, me preparé mentalmente, mientras obligué a mis caderas a comenzar a moverse al compás de los golpes del ritmo de la canción de acoplamiento. Traté de ser graciosa, sigilosamente limpiar mis palmas sudorosas en mi falda antes de agarrar el borde de mi blusa y empezar a moverla hacia arriba. Sentí el frío del aire acondicionado golpear el sudor nervioso que brillaba en mi piel cuando me levanté el top. Mostré mi vientre y estómago lentamente mientras juntaba la tela ligera y la alzaba. Cuando mis manos rozaron la banda inferior de mi sujetador, perdí los nervios. Furtivamente di una mirada rápida a través de mi cabello que había empezado a oscilar a tiempo con el balanceo de mis caderas, vi que Jake estaba sentado hacia delante en su escritorio, apoyando su barbilla en sus nudillos con sus codos firmemente apoyados en el escritorio de caoba. Sus ojos eran como de

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láser, moviéndose sobre mi piel con tal intensidad que casi podía sentir su caricia. Me volví tan pronto como esos malditos zapatos me lo permitieron y le presenté mi espalda sin darme cuenta, sin saber, que estaba más que interesado en mí desvistiéndome. Ese pensamiento trajo los temblores de regreso y preparé mis rodillas contra el cuero del asiento de la silla para ayudarlas. Otra vez levanté el dobladillo de mi camisa y lo subí por encima de mi cabeza rápidamente, con torpeza. Recordando que tenía que seducirlo, sacudí mi cabello para moverlo en su lugar alrededor de mis hombros y espalda cuando lancé mi top hacia fuera casualmente, o con tanta naturalidad como mis empapados, temblorosos dedos de sudor, pudieron desenredar la tela de gasa, y la dejé caer al lado de la silla. Di un vistazo a Jake sobre mi hombro para calibrar su reacción. Sus ojos se encontraron con los míos y había una energía que chisporroteaba definida que describió un arco entre nosotros mientras nuestras miradas se encontraban antes de que se moviera hasta mis caderas ondulantes. Tragué audiblemente mientras todas mis partes rosadas respondían con un espasmo de esa breve mirada compartida. Aún de espaldas, me crucé de brazos de nuevo, tomando cada pecho con la mano contraria y luego lentamente volviéndome hacia él, cuidando de mantener mis caderas en movimiento al ritmo de la canción. Podía sentir cómo se endurecían mis pezones contra mis palmas a través de las copas de mi sujetador y me armé de valor para mostrar mis partes femeninas a este impresionante, guapo desconocido. Estaba reacia a quitar mis manos. Mi mente estaba corriendo tan rápido como mis latidos. Sabía que tenía que descubrirme, pero mis manos no querían obedecer mi orden mental. Agarré las copas del sujetador para presionar la tela más duro en contra de mis pechos y las correas, en respuesta, cayeron de mis hombros. Los ojos de Jake siguieron el movimiento mientras una correa lentamente se deslizaba de mi hombro y siguió abajo por mi brazo. Aunque no sentí la correa, sentí la intensidad de su mirada concentrada. Centrado mientras sus ojos seguían el descenso de la correa luego se movió visualmente para acariciar mis pechos, que ahora estaban aplastados y cubiertos bajo el agarre de mis manos. Incluso mi ropa parecía tener mente propia y estaba en el plan para que me desnudara. 300 dólares por sesión, susurró mi corazón. Me temblaron las manos mientras las forzaba a liberar la tela del sostén.

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Cerré los ojos y solté mis manos mientras intentaba arquear la espalda en lo que esperaba fuera un movimiento sexy y llegué detrás de mí para desabrochar la funda traidora que ya estaba a medio camino. Manteniendo los ojos cerrados, deliberadamente saqué las correas por encima y fuera de mis manos, permitiendo que el sujetador se deslizara hasta el suelo antes de levantar los brazos con tanta gracia como era posible en un movimiento de danza. Aunque en retrospectiva, no estaba segura de que no estaba tomándole el pelo como un títere en una cuerda de marioneta. Me tambaleé hacia delante y permití que mi cabello cayera sobre mis hombros para ocultar parte de mi rubor y de mis pechos descubiertos. Abrí los ojos y di una mirada a Jake a través de los hilos de mi cabello, pero él todavía estaba en la misma posición, con la barbilla en sus nudillos. Solo sus ojos brillantes parecían estar recorriendo mi piel desnuda, acariciando mis hombros, pechos y vientre expuesto abrasadoramente a su sentido. Podía sentir mis pezones endurecerse aún más mientras su mirada parecía ser atraída de nuevo una y otra vez. Levanté los brazos y moví mis hombros suavemente para que mis pechos rebotaran en lo que esperaba fuera una manera atractiva y vi las cejas de Jake levantarse en respuesta inmediata a mi movimiento. Me di la vuelta, presentando mi espalda una vez más al tiempo de la música, abriendo el botón situado en la falda y tirando de la lengüeta de la cremallera. Estaba empezando a perder mi nerviosismo y comenzando a sentir el poder dentro al exponerme a este magnífico hombre, quien parecía estar disfrutando de todo lo que estaba viendo. Eso, y recordé que me había puesto mi mejor braguita que hace juego con mi sostén. Hecha de encaje color crudo cremoso, era la ropa interior más cara que alguna vez había poseído y sabía que mostraba mi bajo vientre, el culo y montículo en la mejor luz, debido a la forma sutil, adornos delicados y paneles de satén. Miré de nuevo por encima del hombro mientras la música continuaba. ¿Era transpiración lo que veía rebordear la frente de Jake? ¿Por qué tenía los puños apretados, los nudillos blancos mientras sus manos se aferraban una a la otra con tanta fuerza mientras observaba mi baile para él? Envalentonada, dejé de tocar la cremallera de mi falda y llegué detrás para gentilmente tomar mis nalgas mientras moví mi cabello y miraba por encima de mi hombro. Mis ojos otra vez se quedaron atrapados en los suyos. Mis músculos estaban tensos, con las rodillas bloqueadas, mientras continuaba moviendo mis caderas al pulso de la música y movía la mezclilla de la tela para arriba. El aire frío acarició mis muslos mientras poco a poco

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arrastraba el dobladillo hasta que pude sentir que la parte inferior de mis nalgas estaban a la vista. No es mentira, mis bragas estaban empapadas mientras me exponía a sus ojos. Actuando con mis lecciones de YouTube, ejecuté el ―meneo‖, moviéndome por mis nalgas, usando solo los músculos de los muslos. Ese fue el único movimiento que había podido practicar en la intimidad de mi propia casa. Y si el sonido audible de la inhalación de Jake era una indicación, mi práctica había dado sus frutos. Me volví hacia él y, agarrando la cintura de la falda, lentamente arrastré la tela por mis elegantes muslos bronceados. Capturando la falda sobre mis elevados tacones, me las arreglé para ponerlos a un lado a medida que continuaba mi baile. Me volví hacia él y di un paso adelante presionando mis piernas en el borde de su escritorio mientras hacía un balanceo de cuerpo con las manos por encima de mi cabeza. Estaba casi desnuda, excepto por el cuidadoso hecho a mano, aunque saturado a fondo, pedazo de encaje atrapado entre mis piernas mientras seguía bailando para este magnífico hombre. Mi latido era casi tan fuerte como la música, mientras apoyaba las manos en su escritorio arqueando mi trasero hacia arriba para presentar mis pechos a su inspección abrasadora. Y él me inspeccionó, lo hizo. A fondo. Podía sentir, mientras lo miraba, sus ojos marcándome mientras me veía. Una y otra vez su escrutinio me tocó los pezones y pechos, mientras ellos temblaban por mis movimientos. Levanté una rodilla al escritorio y luego oí su suave gemido. —Détente —murmuró Jake, su voz cubierta de aterciopelado acero mientras señalaba con el control remoto al estéreo sobre su hombro. No necesitaba decirlo dos veces debido a que el cese de la música pareció derribar mi bravuconería. Usando mi brazo para protegerme la mitad superior, me agaché, con el trasero en los tacones, mientras buscaba mi descuidada falda retirada y la levanté lo más rápido que mis dedos pudieron hacerlo. Mi mente daba vueltas con vergüenza, que fue golpeada con el dilema milenario del top o la parte inferior primero. La decisión de esa modestia era el mejor punto de valor, le di la espalda a Jake y me metí de nuevo en mi falda, deslizándome en mi top tan rápido como mis torpes dedos podían moverse y conseguí acomodarlo en su lugar a una velocidad récord. Mientras me había vuelto a vestir a toda prisa indebidamente, no fui tan rápida para enfrentarlo. Tomando una respiración profunda de valor, poco a poco me di la vuelta y me dejé caer de nuevo en el cuero de la silla de visitantes teniendo mucho

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cuidado de no mirarlo a los ojos. ¿Qué se había apoderado de mí? ¿Cómo podría haberme degradado a mí misma con tanto baile y quitándome la ropa para este perfecto desconocido? Claro, el dinero era un buen incentivo, pero ¿hacer eso? Hacer cosas desagradables por desagradable, aunque el buen dinero todavía era forraje mental que un idiota pudiera frotar en mí cuando salieran del club. Me senté esperando, viendo mis manos dando vueltas a sí mismas en mi regazo. —Caitlin. —Comenzó Jake lentamente—. No creo… —Escucha —interrumpí bruscamente, mirando en su dirección, pero buscando por todas partes, en cualquier lugar, excepto a él—. No creo que esta fuera una buena idea. Me refiero a que el dinero solo sonaba demasiado bueno para dejarlo pasar y realmente, realmente lo necesito, pero no creo que pueda hacer esto. Renee puede, pero yo no me siento cómoda haciéndolo. —Agité los brazos alrededor de su oficina en un esfuerzo por mostrar lo que ―esto‖ significaba—. Y la idea de pervertidos mirándome de arriba a abajo o tocándome, incluso si es solo para meter la punta de un billete me pone un poco enferma, si quieres saber la verdad. No creo que pueda hacer esto. De verdad, no lo creo. Sabía que estaba balbuceando, pero no me importaba. —Realmente te agradezco tu tiempo, eh, y tu, ah, atención, pero creo que probablemente debería irme —continué alcanzando mi gastado bolso, de segunda mano, de imitación de diseñador y una chaqueta delgada que había escondido debajo de mi silla previamente. Mis ojos trataron de detectar algún rastro errante de ropa que hubiera arrojado fuera por mi abandono mientras mantenía mi boca en movimiento. A pesar de que sabía que tenía la ropa puesta, no me sentía cubierta. Espiando un poco de encaje de color crudo a escondidas de la esquina de su escritorio, me fui de agaché con los tacones mientras lo alcanzaba y agarraba mi brasier errante, metiéndolo en las entrañas de mi gran bolso. Me incorporé en mi ropa desgastada y prestada, agradecida de que solo hubiera una ligera influencia en mi postura debido a la ayuda del reposabrazos de la silla de visitantes. —Gracias de nuevo por tu, ah, tiempo y, uhm, consideración —dije señalando con mi cara de manera general mientras agarraba mi bolso y chaqueta raída a mi pecho y caminaba hacia una trayectoria que esperé fuera la dirección correcta de la puerta. —Caitlin. —Oí su voz de nuevo, pero la sensación de la perilla de la puerta en la palma de mi mano me dio un renovado sentido de valentía. Torcí el metal frío bajo mis dedos y me sentí mareada al pensar en mi inminente liberación—. Gracias de nuevo —dijo en lo que esperaba fuera un tono poco ventoso, agitando mi mano sobre mi hombro, cuando salí al pasillo. Mis rodillas todavía estaban temblando y me aferré a la barandilla mientras subía las escaleras alfombradas en mis ridículamente altos zapatos prestados antes de romper a correr a través

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de la puerta de la planta baja y hacer un giro brusco a las puertas principales que llevaban a mi libertad. *** Jake se quedó quieto como una piedra mientras escuchó los tacones de Caitlin repiquetear por la escalera. Podía sentir sus ojos como un ciervo en unos faros mientras su cerebro intentaba hacer entrar en sentido sobre lo que había visto, de lo que había sido testigo. Estaba impreso en su cerebro. Su cuerpo, sus movimientos, la esencia de ella. —No me jodas —murmuró mientras escuchaba el portazo pesado cuando ella estaba finalmente fuera de su club. El aburrido ―bam‖ del segundo portal de la parte superior de la escalera pareció liberarlo de su quietud. Jake se ajustó sus jeans a la altura de su ingle, con un movimiento firme hasta su creciente erección. Bien, ahora eso ya era algo. Algo que no había previsto. Algo para lo que no estaba preparado pero, Cristo, estaba caliente. Apretó el intercomunicador por Dale. Soltando el botón, juró en voz baja. ¿Qué diablos fue ESO? A medida que su inmovilidad se disipaba, Jake se pasó las manos por la cara y se dio cuenta de que estaba sudando. Esperó a que su mano derecha apareciera y, mientras esperaba, trató de calmar su respiración y de reorganizar su pene completamente lleno de sangre a una posición más cómoda ya que la anterior se ajustaba y la estocada solo había añadido más leña a su fuego. Joder, habían pasado años desde que había llegado a estar tan excitado solo viendo a una mujer hermosa bailar o desvestirse. Pero lo que había visto en la última media hora le había excitado como nada que pudiera recordar. Caitlin, en su determinación en la entrevista, le había proporcionado la más erótica vista que jamás había visto en su vida. Su corazón seguía brincando y su pene era casi granito rígido. Seguro, ella era hermosa, con un gran cuerpo, pero Jake sabía que era más que eso. Había follado más que su parte justa de mujeres hermosas, algunas con mejores cuerpos que el de ella. Era su inocencia y dulzura que brillaba a través de ella, a pesar de que fueron las bravatas que utilizaba como escudo lo que lo habían capturado. Sabía que ella había estado nerviosa, era difícil pasarlo por alto. Pero, su coraje mezclado con la embriagadora sensualidad sofisticada se había apoderado de él desde el momento en que había entrado.

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Lo cual era probablemente la razón por la que le había pedido, sin pensar en ello primero, desnudarse a pesar de que no tenía ninguna intención de contratarla para ningún tipo de trabajo en el Club. Número uno, era demasiado joven, y número dos, este negocio masticaría el lado dulce de ella y no de una manera agradable. Su cabello grueso y curvas redondeadas lo habían llamado desde el momento en que entró por la puerta. Luego, cuando fue alcanzado por sus movimientos, no cualificados, sin educación, pero malditamente sexys. El olor de su excitación y la vista de su piel cremosa, el color rosa de sus pezones desnudos no habían estado mal tampoco. —¿Me llamaste? —Jake podía escuchar el interrogatorio suave en la voz de Dale mientras pasaba a través de la pesada puerta. Dale era una de las pocas personas en las que Jake podía confiar y había confiado en él desde la primaria. Ellos tenía una historia juntos que se extendía por décadas y que había sido una constante en la vida del otro. Mientras habían seguido carreras separadas después de la secundaria, se habían mantenido en contacto y, finalmente, habían hecho negocios juntos, el Club Fuego era solo uno de sus exitosos emprendimientos. Jake miró a Dale, teniendo en cuenta la bien planchada camisa abotonada y pantalones de vestir. Donde Jake se inclinó hacia la apariencia ―quiero ser estrella de rock‖ —como una de sus ex chicas había marcado—, Dale abrazaba por completo el estilo ―hombre de negocios joven en subida‖. Desde su rubio cabello oscuro, casual –aunque caro– y estilo de sus botas escandalosamente caras, Dale trabajaba una apariencia que tenía a toda cazafortuna en tres condados jadeando por su atención. —¿Todavía tenemos al investigador privado dentro? —preguntó Jake. —Claro, Rich sigue haciendo extrañas investigaciones para nosotros cuando es necesario. ¿Qué pasa? —Dale se inclinó contra la puerta cruzando los brazos. —Necesitamos que investigue más allá de lo que está aquí. —Jake lanzó el periódico sobre el escritorio. Despegándose a sí mismo de la puerta, Dale dio unos rápidos dos pasos para tomar la hoja antes de que se deslizara hasta el suelo. Pudo ver que era una hoja de vida de una página que sólo estaba medio llena de 8 x 10. —¿Estamos contratando? —Los ojos de Dale se movieron por el papel teniendo en cuenta la fecha de nacimiento y la negrita de los títulos de trabajo. Levantando los ojos hacia Jake, se corrigió con una sonrisa: —¿Estamos contratando a menores de edad, lavadoras de retretes? Jake sacudió la cabeza ante el sarcasmo en la voz de Dale. Los dos estaban muy conscientes de las leyes y se mantenían estrictamente en el lado derecho de ella a la hora de sus negocios. Eran exitoso e intentaban con todos sus esfuerzos

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mantenerse dentro de los lineamientos de la ciudad, mandatos del condado, estatales y federales referentes a cada una de sus empresas. —¿Huelo... —Dale hizo una pausa mientras levantó la cabeza después de su breve lectura y tocó el encabezado moviéndolo de lado a lado, olfateando el aire—... a chica? —No es una consideración incluso como lavaplatos. —Jake decidió ignorar la segunda pregunta mientras respondía a la primera—. Contacta a Rich y pregúntale si puede hacer un informe completo sobre ella. Quiero saber lo más que sea posible en el menor tiempo posible. —Está bien, lo haré. Aunque, el plazo tendrá un costo extra —le recordó Dale, dejando que se le desviara por el momento. Jake asintió, sabiendo que Rich proporcionaría tanta información como estuviera disponible de Caitlin y, si Jake estaba dispuesto a pagar más por la velocidad, entonces, el informe estaría en sus manos lo antes posible. —Tenemos que hacer algo acerca de Fiona. —Dale cambió el tema al tiempo que se acomodaba en una de las sillas de cuero recientemente abandonadas por la encantadora y calienta Caitlin. Con la mirada de Jake, Dale continuó—: Ella está de nuevo pidiendo más dinero y más bebidas durante las horas de las noches en las que está. Jake puso los ojos en blanco pensando para sí mismo por enésima vez que, si bien los clientes eran un enorme desafío para mantener un negocio en funcionamiento, era el personal contratado quien era un dolor grave en su trasero. Fiona era una de las bailarinas y una de las cuatro cabezas de cartel que se utilizaban en los tubos. Era impresionante, con su cabello rojo en capas y piernas largas y deliciosas e incluso tenía un puñado de devotos que no se perdían su actuación. Pero Fiona pensaba que valía mucho más de lo que en realidad era, sobre todo para la ciudad. Es cierto que se había colocado tercera en el Tubo de Baile de los campeonatos de 2009 y durante mucho tiempo, el club había estado feliz de haberla contratado. Pero, Fiona era una diva con D mayúscula, insistiendo en su propia mesa de maquillaje, intimidando a las nuevas chicas y apareciéndose tarde a sus llamados. Comportamiento que había comenzado después de que había logrado su camino a la cama de Jake, poco después de su contratación. Fiona también había desarrollado un hábito muy desagradable de exigir más dinero cada tres meses que comenzaron la semana después de que Jake la había expulsado de su vida y de sus putas rabietas de diva de su cama. Se rumoreaba que ahora estaba unida a Hank, uno de sus guardias, después de romper su camino a través de la mayoría de los otros empleados de sexo masculino de Fuego, con excepción de Dale. Después de una larga semana de aventura desastrosa con su bailarina principal en los primeros días, Dale había aprendido su lección. Y se aseguró de que su amigo y socio de negocios entendiera que ninguno de los dos debía nunca, bajo ninguna circunstancia, pedir ayuda. Dado que Jake no había

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compartido su corta relación de Fiona Fiasco con nadie, pudo llegar a un acuerdo sin pestañear, una postura a la que ambos se habían apegado desde hace seis años desde que habían estado en el negocio. —¿Tienes a alguien en lista para llenar su lugar? —Nancy está lista para moverse hacia arriba y Pam ha estado insinuando que le gustaría probar el escenario en vez de servir bebidas —respondió Dale—. Pero si dejamos ir a Fiona podríamos perder a Hank también. Jake, aunque sin sorpresa, seguía siendo infeliz ante la idea. Hank era un buen hombre, y un gran gorila que tenía la extraña habilidad de escoger qué cliente era propenso a causar problemas con solo un rápido vistazo a la habitación y erradicar ese problema antes de que se convirtiera en un inconveniente. Podía escoltar a un cliente rebelde fuera tan rápido y silenciosamente como era posible a la vez que murmuraba al oído del cliente que esperaban verle la próxima vez. Encontrándose con el 1.90m de Jake en altura, pero dos veces más amplio en su pecho, Hank se había abierto camino a través de las filas de seguridad de Fuego. Estaba recomendado para más cambios y más responsabilidad por Max, la cabeza de seguridad de Jake y de Dale. Incluso Max había presionado para que Hank se convirtiera en una parte de la contratación y el entrenamiento de los nuevos guardias y, en consecuencia, tenían menos problemas que cualquiera de los rivales de los clubes de la zona. Perder a Hank sería un golpe mucho más duro que perder a Fiona. —Que ella logre la siguiente infracción y así se endulza la situación para él —dijo Jake con firmeza—. ¿Suena bien? —Vale la pena el tiro, de todos modos —respondió Dale levantándose—. ¿Algo más? —No, encuéntrate con la inmobiliaria respecto a la dirección arriba indicada, en Buxby. —Jake tomó sus llaves del escritorio y comenzó a moverse mientras Dale se levantaba, también. Dale sabía que Jake estaba buscando expandir su negocio de contabilidad y los negocios en que la arena estaba en auge. Habían comprado la firma original hace poco más de un año cuando el propietario había muerto de forma inesperada y estaban sumando más clientes a diario sobre la base del nivel de experiencia de su CPC1, esos que habían decidido quedarse con los nuevos propietarios. El área por encima de la cafetería local, ocupada por Buxby era enorme y podría contener el doble de cubículos de su ubicación actual y a un precio más barato. Dale sabía que si era lo que necesitaban Jake haría que diera una mirada y luego la decisión sería tomada en conjunto. Ambos apreciaban que la piedra angular de su éxito fuera las decisiones que los dos hacían y acordaban. 1-

CPC: Contadores Públicos Certificados. El insulto en realidad debe ser Maldito y Sangriento Infierno, pero su papá debió modificarlo a Loco y Floreciente Infierno, que en inglés rima con el otro. 2

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Girando a la puerta, Jake preguntó: —¿Tú? —Llamar a Rich en cuanto a la lavadora de baños, empezar mi plan para despedir a Fiona la próxima vez que parpadee mala mierda y hacer todo lo posible para mantener a Hank. Entonces, me ocuparé de la bella Penélope cuyo padre es dueño de cuatro concesionarios de automóviles usados. Ella es la princesa de segunda mano, hombre, y se imagina a sí misma un poco como un gato montés —respondió Dale con una mirada lasciva y moviendo las cejas. —Juega limpio chico grande, y vuelve a mí cuando ese informe llegue en el minuto que lo haga, ¿sí? —dijo Jake por encima del hombro con una sonrisa mientras abría la puerta y movía los dedos en despedida. —Claro —dijo Dale en voz baja preguntándose qué era tan intrigante que tendría a Jake investigando a esta chica en particular y si tenía algo que ver con los aromas maravillosos que todavía flotaban en el aire. Tomando la puerta antes de que pudiera cerrarla, Dale se armó de valor contra la, seguro como la mierda, tercera guerra mundial que experimentaría al lanzar el trasero de Fiona mientras seguía a Jake por las escaleras.

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Capítulo 3 —Vamos, nena —murmuré—. Solo un viaje más y podrás tomar un descanso. —Giré la llave de encendido de nuevo, pero esta vez solo hubo pequeños clics en lugar del sonido gruñendo que había oído tras los cinco primeros intentos de conseguir poner mi auto en marcha. Era un gigante que había comprado con la ayuda de mis padres tan pronto como conseguí mi licencia, pero cada vez necesitaba más dinero con los numerosos problemas de motor que se estaban produciendo con más y más frecuencia. Apoyé la cabeza en el volante con la esperanza de que solo se hubiera inundado el motor. Era mi excusa de ―irme‖ cuando no podía ponerlo en marcha. Esta era solo la mierda que necesitaba, pensé reconociendo que mi garganta comenzaba a engrosarse y mis ojos comenzaban a picar, una clara evidencia de que mi cuerpo iba a liberar todas las emociones reprimidas del día. Me armé de valor, sin embargo, dispuesta a las lágrimas, sabiendo que el llanto no ayudaría ahora. Espera a llegar a casa, antes de caerte a pedazos. Enderecé la vieja manta que había olvidado sacar del maletero cuando el verano había terminado el año pasado. Ahora la estaba usando para ayudarme a mantener el calor debido a que el calentador había dejado de funcionar. Solo había vencido la liberación emocional de nuevo cuando escuché unos golpes en la ventana del lado del conductor. Saltando en respuesta, lo único que pude pensar era, ¿qué demonios ahora? Poco a poco bajé la ventana para ver a Jake agachado. —¿Algún problema? —preguntó mientras mi corazón comenzó a brincar con su cercanía. A pesar de que se veía aún mejor en la luz del día, todavía estaba mortificada por lo que había pasado en su oficina. Había contado con nunca, nunca volver a verlo en esta vida. —No arranca —dije apoyando la cabeza hacia atrás en la consola con el fin de romper el rayo tractor de sus ojos que ahora estaban a pocos centímetros de distancia de mí y se inclinaban hacia adelante en mi ventana abierta. —Inténtalo de nuevo —sugirió Jake y giré la llave y oí los clics. Metió la mano en el bolsillo trasero de sus vaqueros bien gastados, sacó su teléfono y marcó un número mientras se enderezaba—. ¿Trails? Sí. Envía el remolque al club. Tienes que recoger un Buick color azul marino y llevarlo de vuelta a la tienda. Haz que Skeet lo revise y que me avise, ¿de acuerdo? —¿Qué estás haciendo? —pregunté mientras colgó la llamada.

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—Haciendo que remolquen tu auto —respondió Jake con calma guardando su teléfono. Me abrió la pesada puerta del auto que chilló con esfuerzo—, no creas que podrás ponerlo en marcha, querida. Vamos, te voy a dar un paseo. —Pero, yo… —Caitlin, es solo un remolque y un paseo. Consigue tus cosas y te llevaré a casa o a dondequiera que necesites estar. —Parecía determinado según su evidenciada postura, con las piernas abiertas y los brazos cruzados sobre el pecho mientras esperó que saliera. Mi cuerpo no se movió, pero lo miré mientras frenéticamente traté de pensar en una razón para quitarme su compañía. —Jake, no creo que... —No voy a decirlo de nuevo. Consigue tus cosas, cariño, y vamos. Lo miré, a su postura varonil mientras un par de latidos saltaban con mi mente aun corriendo por una razón, cualquier razón, para declinar antes de que me diera cuenta de que realmente era la mejor solución a mi problema. Llegué detrás de mí para arrastrar un par de zapatos tenis listos para-la-basura que dejaba en mi auto para las ―emergencias‖. Ya había abandonado las sandalias de zorra de cuando llegué por primera vez. No era la primera ocasión que había tenido problemas con la Bestia como había llamado cariñosamente y acertadamente a mi enorme Rivera '87 y los tenis ayudaban cuando tenía que ir a pie después de que la Bestia tenía un ―episodio‖, como eufemísticamente llamé cada detalle. Volteé mi cuerpo a la salida, deslicé mis pies en mis tenis y capté la mirada de Jake mientras comencé a desenrollar la vieja manta de a mi alrededor. —Uh, un calentador en el Fritz —le expliqué. Jake me llevó alrededor de la parte trasera del club a un Silver Kia Optima y abrió los seguros. —Necesito hacer una parada rápida antes de dejarte. ¿Está bien? — preguntó mientras abría la puerta del pasajero para mí. Estaba un poco desconcertada por los modales de Jake abriéndome la puerta y asentí—. Dame la llave para dejársela a Jorge y luego podemos irnos. —Luché pero finalmente saqué mi llave del auto fuera del aro, luego observé a Jake trotar hacia la puerta para entregarla. Mientras entregaba mi llave, me senté y subrepticiamente examiné el interior de su auto, no tenía ninguna de las comodidades y lujos de un auto, a diferencia del mío, de este año, ni de esta década. Manejó en una especie de tenso silencio solo roto por el sonido de sus indicadores mientras hacía su camino hacia la pequeña porción que los lugareños llamaban ―centro‖. Estacionó el auto en un lugar milagrosamente abierto en la concurrida calle principal y apagó el motor.

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—¿Quieres venir conmigo? —me preguntó dándome una mirada al tiempo que abría la puerta a pesar de que no esperó mi respuesta mientras caminaba alrededor del auto y abría la puerta. Mi mano fue capturada en la suya cuando me ayudó y Jake siguió sosteniéndola mientras tiraba suavemente de mí a través de la calle a Buxby’s, la única casa de café de nuestra ciudad. Era un lugar frecuentado por los adolescentes y gente de la universidad, pero fuera de mi rango de precio, de forma que a menos que Renee decidiera tratar, era un lugar que había evitado. Buxby’s era grande, lleno de pequeñas mesas y cómodos sofás que parecían rodear la estación de café y sus vitrinas llenas de tentadoras delicias de panadería. No solo era una delicia para los ojos y nariz, sino que el café era asesino y conocido por ser el mejor de la ciudad. —Café primero —anunció Jake mientras sostenía la puerta abierta en lo alto de la estructura. No tenía otra opción que entrar en el calor de la tienda bajo el brazo mientras trataba de girar mi cuerpo a través de la pequeña apertura tratando de evitar tocarlo. No hubo ayuda para ello, sin embargo, nuestros cuerpos se conectaron mientras lo rozaba. Mis ojos vieron los de él por el breve roce de nuestros cuerpos y la electricidad que había quemado entre nosotros antes ahora se desataba de nuevo con solo un poco de contacto inocente. Mi latido, ese músculo involuntario, aceleró y un latido suave comenzó de nuevo en todas las zonas de color rosa mientras mi rubor comenzaba. Mis rodillas se volvieron agua y, a pesar de que llevaba zapatos menos peligrosos, mis pies se enredaron mientras intenté dar un paso más lejos de él. Como si sintiera la reacción de mi cuerpo, sentí la mano de Jake en mi codo. —Quieta, muchacha bonita —dijo suavemente, inclinado la cabeza junto a la mía—, es solo café. Nos abrimos paso a la línea corta para ordenar y saludé con la mano a un par de personas que conocía de la instituto tratando de ser suavemente ocasional. Vi las cabezas comenzar a unirse mientras la gente era llamada a paso lento hacia el mostrador. Hubo murmullos bajos e incluso un par de risas, mientras miraban hacia nosotros. Mis ojos vagaron por los otros clientes, capturando un rápido vagar de mirada arriba y abajo de las mujeres evidentemente encantadas al magnífico Jake antes de que rápidamente voltearan hacia mí y fruncieran el ceño. Los hombres, por otro lado, miraron primero mis piernas expuestas y viajaron hacia arriba con un ojo agudo hacia tal detalle que me encontré apretando el cinturón de mi chaqueta y sosteniendo el cuello derecho. Estoy segura de que hacíamos una pareja incongruente, pero no creo que fuéramos apenas dignos de la atención que atraíamos. Jake, sin embargo, parecía ajeno a las miradas y los comentarios de la cafetería llena de gente. Volví la mirada al suelo, determinada a salir de esto con la mayor dignidad posible.

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Jake me dio el vaso alto de plástico, con un pitillo. Puso su mano en la mía volviéndose para dirigirme hacia la puerta, pero ni siquiera recuerdo el pedido. Todavía estaba en una especie de neurosis de guerra de nuestra entrevista y estaba tratando de equilibrar a este cortés, casi cortesano, hombre quién me había mirado con tanta atención cuando expuse mis pedacitos de color rosa para él en las entrañas de su club de striptease. Habíamos caminado solo un par de pasos por la acera cuando Jake empujó lo que parecía ser un timbre en la puerta al lado de una puerta de inserción, algo que probablemente perderías serpenteando por la calle, pero que se encontraba junto a la cafetería. Oí un chasquido y un zumbido mientras el seguro era soltado. Jake y yo nos encontramos en la parte superior de las escaleras junto a una mujer regordeta mayor sonriendo quién sacudió las manos calurosamente. Mientras que ella parecía estar a finales de sus años cuarenta, Jean estaba muy elegantemente vestida y llevaba su peso extra con clase. Jake hizo las presentaciones y los dos comenzaron a caminar a través de la enorme sala mientras hablaban en voz baja. Al fin sola por un momento, me acerqué a las ventanas que daban a la calle de abajo mientras bebí mi latte de caramelo. Mis ojos no vieron la lluvia golpear las ventanas que se alineaban en el frente de la oficina vacía. Mi mente corrió, recordando mi baile, mis finanzas y preguntándome qué haría al respecto con Bestia. No sé cuánto tiempo me quedé allí perdida en mis pensamientos, pero la sensación de los ojos de Jake en mí me trajeron de vuelta al momento. Me aparté de la ventana y encontré sus orbes dorados puestos en mí con intención, con una precisión mortal mientras siguieron el rastro de mi pitillo desde mi taza a mis labios. Mi acción había sido involuntaria, algo que siempre he hecho para capturar el resto de la crema que permanece en la parte inferior de la taza. Pero era muy consciente de que los ojos ardientes de Jake me observaban mientras lamía la crema del pitillo y luego succionaba el líquido restante al final. Hice una pausa, a medio movimiento mientras nuestros ojos se enganchaban, y la electricidad que habíamos compartido en su oficina, se arqueó de nuevo entre nosotros. Como sin pensarlo, Jake se movió directamente a mí, sus pasos firmes y seguros. Mi pulso cardiaco se aceleró viéndolo caminar hacia mí, sin que nuestras miradas se rompieran nunca, mientras él se movió más y más cerca. Se paró justo delante de mí antes de que se diera cuenta de que no estábamos solos. ojos.

Hubo un par de golpes de silencio, mientras ambos dejábamos nuestros

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—Haré que Dale te llame, Jean. —Retumbó Jake por encima del hombro, pero sus ojos volvieron a los míos y pude ver que había algo que se movía en sus profundidades aunque no podía decir qué era. Jake utilizó de nuevo la presión sobre la parte baja de mi espalda para impulsarnos hacia adelante, para guiarme hacia la parte superior de las escaleras. Salimos del edificio y me colocó cuidadosamente en el asiento del pasajero de su auto, los dos en silencio. Pero el aire estaba lleno de cosas no dichas. —Uhm, ¿Jake? Puedo tomar un autobús desde aquí. Quiero decir, no tienes que llevarme a casa. Estoy segura de que tú... ah.... estás ocupado y necesitas volver. —Te veré en casa, querida —dijo mientras se abrochaba el cinturón y encendió el auto —Eh, en realidad... —murmuré manteniendo mis ojos firmemente hacia adelante—. Si pudiéramos... quiero decir, si pudieras... ah... —Dilo de una vez, Cait —le oí retumbar. —¿Estaría bien pasar primero por el Mini Mart justo al lado de Grant? El Sr. Mahmood tiene mi cheque de pago. —El sueldo que se suponía que me lo daría el martes. Pero me di cuenta de que tenía que perseguirlo para conseguirlo cada semana. Y cada semana tenía que evitar sus manos para conseguir dicho sueldo. —No hay problema. Jake estacionó el auto en uno de los espacios frente a la tienda y antes de que pudiera siquiera darme la vuelta para decirle que solo serían unos minutos, él estaba fuera de su puerta y abriendo la mía. Su mano estaba en mi espalda inferior y me llevó dentro de la tienda. —Hola, Khalid. ¿Está el Sr. Mahmood aquí? —le pregunté, consciente de Jake de pie detrás de mí en mi hombro izquierdo. Vi como Khalid tomó el teléfono y presionó dos botones antes de hablar en un idioma que no conocía en el teléfono. Hubo un par de ―sí‖ que dijo, que fueron las únicas palabras que pude entender en lo que Khalid había murmurado en el teléfono. —Mahmood dice que vayas a la parte de atrás —dijo Khalid con una sonrisa. Mi corazón se hundió. Sabía lo que la sonrisa significaba y no, no, quería ir a la trastienda para reunirme con Mahmood. Pero necesitaba mi cheque. Me volví hacia Jake.

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—Uh, tardaré solo un… —Pero no tuve la oportunidad de terminar mientras Jake agarraba mi bíceps y me acompañó hasta la parte trasera de la tienda, al pasillo que conducía a la habitación de atrás. —Digas lo que digas, solo tienes que ir con él, ¿no? —susurró Jake en mi oído. Tuve el tiempo justo de cabecear antes de que Jake llamara a la puerta. Hubo un sordo ―adelante‖ y Jake abrió y entró por la puerta primero. —¡Jesús, Mahmood! —Oí gritar a Jake pero había puesto una mano en medio de mi pecho para empujarme detrás de la puerta y usó la otra para tirar de mí detrás de él. —¿Qué mierda, Stanton? —Oí al Sr. Mahmood gritar de nuevo, pero hubo un sonido de metal tintineante que sonó sospechosamente como una hebilla de cinturón saliendo de la habitación. Mi corazón brincó mientras sumé dos más dos para conseguir un ―Ewww‖. Sin pensarlo puse las manos en la espalda de Jake y descansé mi frente allí también. —Vine con mi chica para obtener su cheque de pago —gruñó Jake. Me di cuenta de que su cuerpo estaba cerrado hasta lo más ajustado y que su voz era aguda—, estaba con ella cuando tu hijo te llamó para decirle que estaba aquí. Fue jodido allí, Mahmood, cuando tu puto chico le dijo que fuera a la mierda de atrás para conseguir su maldito cheque. Hubo silencio por un par de segundos, pero no una tranquila calma. Una tranquilidad tensa espeluznante. —¿Quieres decirme por qué diablos estabas esperando a mi chica con tu pene, Mahmood? —No es lo que parece, Jake... —Nunca malditamente lo es. Dame su cheque. Mis manos estaban agarrando el abrigo de Jake y había cerrado los ojos. —¡Dije. Dame. El. Maldito. Cheque! —Eso no lo dijo alto, sino con intención suave y mortal. Oí traqueteo de papel y sentí a Jake moverse bajo mis manos. —Ahora, solo para que quede claro... —Ella está malditamente despedida. —¿Por qué? —Ya me oíste, Stanton. Está despedida.

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—¿Nena? ¿Quieres ser despedida? —Oí a Jake preguntar tratando de cambiar a mi dirección, pero tenía tal control sobre él que no podía moverse con facilidad, y mucho menos voltearse. Mis pensamientos estaban corriendo. Necesitaba el dinero. No podía quedarme sin mi trabajo en el Mini-mart. No era un trabajo duro, simplemente era sin cerebro y por muy poco dinero u horas. Pero, aun así, lo necesitaba. Sacudí la cabeza con pesar. —Creo que quiere quedarse, Mahmood, pero por mi vida, no te podría decir por qué. Así es como serán las cosas. Ella hará sus turnos y en lugar de estarla persiguiendo, dejarás tu trasero abajo para tener su cheque y poner tu puta mierda cuando lo hagas, le enviarás por correo sus cheques. ¿Entiendes? —Ella está malditamente despedida, Stanton. —No, Mahmood, no lo está. Mira, si está putamente despedida entonces le avisaremos a Sam por teléfono para que abra una demanda de acoso sexual. Contra ti. Será mejor que sea la primera vez que hayas hecho esta mierda. Me pregunto si a las otras chicas les gustaría presentar una reclamación. —Escuché a Jake hacer pausa antes de continuar—. Ahora, ¿vas a jugar con las reglas y dejarle el trabajo a mi chica o vamos a hacer que se ponga feo? Oí un rasguño en la silla y sentí a Jake de nuevo ponerse tenso bajo mis manos. Metió la mano hacia atrás y me desenredó de su chaqueta, empujándome rápidamente lejos y hacia un lado. —No quiero hacer eso, hombre. Pateé tu trasero en más de una ocasión y fue entonces cuando eras veintitrés kilos más ligero y diez años más joven. ¿Crees que puedes tomar esto ahora? —Ella pone un pie fuera de la línea y está fuera de aquí. —¿Escuchaste eso, Caitlin? —Sí, Jake. —¿Estás bien con eso, Caitlin? —Sí, Jake. —Está bien, tú bastardo —llamó Jake volviéndose hacia mí antes de dar vuelta rápida a la oficina—. Y si mi chica me dice una, solo una vez que tratas de hacer alguna cosa con ella, entonces llamaré a Sam, ¿de acuerdo? No sé cómo Mahmood respondió porque no oí nada, pero debí haber hecho algún gesto ya que Jake estaba sonriendo cuando se volvió hacia mí para darme el paso y sacarme de la tienda. Esta vez necesitaba su guía ya que mi cuerpo estaba temblando duro. Me guío al asiento del pasajero y se quedó en mi espacio con la puerta abierta mientras me até el cinturón de seguridad. Lo miré cuando no se apartó.

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—Jake... —dije en voz baja, y vi cómo su cuerpo se calmó completamente al oír el sonido de mi voz antes de que se adelantara y frotara los nudillos a lo largo de mi mejilla. No pude evitar inclinarme contra su mano mientras sostenía su mirada. Parecía distraído mientras le daba las instrucciones de mi casa antes de que se retirara hacia el tráfico. Yo estaba suspirando, volviendo los ojos hacia la ventana, vagamente notando el paisaje húmedo, mientras lo pasábamos, deseando que Jake fuera más rápido mientras conducía. Quería estar en casa. Necesitaba estar en casa. Por fin podría poner este día detrás cuando llegara a casa. —Gran casa, nena —dijo Jake mientras apagaba el auto y se asomaba por encima de la gran estructura que estaba rodeada de veranos bien cuidados, de parterres de flores y césped que se extendía sobre el resto de la propiedad hasta la esquina. No era que viviera en el conjunto de la enorme casa. Mi parte era solo un minúsculo situado en un dormitorio de la planta baja. Pero la mansión había estado en mi familia durante años y en los últimos años había sido convertida en cuatro apartamentos de diferentes tamaños y planos de piso. Lo había heredado de mis padres quienes lo habían heredado de mi abuela por el lado de mi madre. Como una sola vivienda, nuestra casa de la familia había sido monumental y un testimonio perfecto de la riqueza de mi abuelo. Pero, después de un ataque cardiaco repentino hace unos cuarenta años, mi abuela había ido perdiendo la mayor parte de su finca. La mayor parte de ella se había ido con malas transacciones de tierras y a las inversiones promocionadas por guapos, mercachifles nefastos empeñados en tener éxito, al separar a la hermosa viuda de sus activos, tanto monetarios como físicos si las historias alrededor de la ciudad eran creíbles. Mi padre era el que había dividido la casa en apartamentos después de ganar su licencia general de contratista y de aprender los aspectos financieros de su suegra, Lela. Problemas era decir poco al ver cómo la abuela había estado ocultando su estado casi indigente de su única hija, mi madre. Solo se descubrió cuando mi madre había estado haciendo un inventario para reponer la despensa después de que Lela fuera al hospital por una fractura de cadera, causada por tropezar con el desigual linóleo de la tradicional cocina. El armario sostenía una sorprendente cantidad de comida gourmet para gatos y galletas en medio de habas verdes y duraznos enlatados en casa. El dolor de ella fue, que la abuela Lela no era dueña de un gato. Eché un vistazo a la casa y traté de ver a través de los ojos de Jake.

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—Sí, lo es —respondí en un susurro—. Mis padres tuvieron que conseguir el poder notarial sobre la finca de la abuela con el fin de obtener los permisos necesarios para hacer la renovación cuando ella se negó a mudarse con ellos. El plan de papá era tener cuatro apartamentos de un dormitorio y alquilar tres para pagar tanto la hipoteca como los gastos de manutención de la abuela Lela. Funcionó muy bien hasta que las inspecciones mostraron que el techo necesitaba ser reemplazado y la inclinación de la formal sala de estar que era todo lo que encontrábamos peculiar y lleno de carácter en realidad era debido a un desplazamiento de las bases. Más dinero se necesitaba y mis padres no tuvieron más remedio que tomar una segunda hipoteca en nuestra casa con el fin de conseguir el trabajo hecho aquí. —¿Tu padre hizo el trabajo? —cuestionó Jake en voz baja sin dejar de mirar hacia la casa. Asentí, demasiado atrapada en los recuerdos para hablar—. Buen trabajo. No se puede decir que se trata de apartamentos y no de una casa de familia —continuó—. Mantuvo las grandes líneas de la estructura original. Debe haber sido artesano. Era cierto. Solo desde el exterior no se podía saber que la casa eran en realidad cuatro apartamentos distintos. Papá no había tenido educación formal para respaldarlo, pero parecía tener buen ojo para la arquitectura y al detalle. Había mantenido la puerta original que conducía a un pasillo con sus dos unidades de la planta baja y la escalera original que llevaba a las otras dos unidades y a la pequeña sala de lavandería en el segundo piso. Los ojos de Jake se volvieron hacia mí mientras en voz baja preguntó: —¿Te la dejaron cuando murieron? Una vez más, solo pude asentir, pero podía sentir mis dientes morder mi labio inferior, en un esfuerzo por mantener las lágrimas a raya, lágrimas que no quería que viera. Levantando la mirada a la casa, me di cuenta una vez más que era una de las únicas cosas tangibles que me había dejado mi familia y que era a la vez una bendición tenerla y una maldición para mantener. No sé si podía sentir mi creciente melancolía o si solo quería tocarme de nuevo, pero Jake tomó mi mano apoyada en la consola entre nosotros. —Querida… —Comenzó cuando sus dedos se encontraron con los míos. La electricidad de su piel caliente en mi mano otra vez me trajo de vuelta al momento y sacudí mi mano. Agarrando el asa de la puerta, preparé mi escape. Para no ser menos, oí la puerta de Jake abrirse antes que la mía, incluso haciendo estallar el pestillo de la mía y estaba delante de mí antes de que pudiera salir completamente del asiento. —No tienes que abrirme la puerta, Jake. —Mi voz era más aguda de lo que había previsto. Solo quería, no, necesitaba crear una distancia entre nosotros.

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—Te voy a ver hasta el fondo, Caitlin. Lidia con ello —gruñó suavemente mientras una vez más me impulsaba hacia delante con solo un toque suave en la parte baja de mi espalda. Le di una mirada sobre mi hombro mientras pisoteé los escalones antes de usar la llave en la puerta exterior. —No me estás trayendo a casa de una cita —le espeté. Cuando la puerta se abrió de golpe, me di cuenta de las grandes voces que reverberan alrededor de la sala. Empujando y abriendo más la puerta, pude ver a Layton Jamison, el presidente del Banco de Ahorros y Préstamo de Grantham, por encima de Marianne, mi vecina de enfrente quién estaba gritándole en la cara mientras meneaba un dedo. —Y, además, enfermo hijo de agua de escoria. —La voz de Marianne se apagó cuando ambos volvieron sus ojos hacia Jake y hacia mí en la puerta. Debido a que mis padres solo me habían heredado la propiedad, sus edificios periféricos y la casa en sí estaban a unos seis meses antes de su propia muerte, todavía bajo el arma financiera. El Sr. Jamison y el abogado que me recomendaron me explicaron una y otra vez que la herencia de impuestos mataba cualquier capital en la propiedad que mis padres pudieron haber disfrutado y los impuestos regulares se comían cualquier otro beneficio que podría haber habido. vieja.

Luego estaba el mantener una hermosa aunque hay que decirlo, una casa

—Sra. Tomas —ronroneó el señor Jamison cuando se volvió hacia mí, alisando la parte superior de su camisa de rayitas finas luego pasando la mano por la alta corbata. Parecía tener una impresión de diferentes M&M de colores. No es el tipo de corbata que se puede esperar de un Presidente del Banco—. Una palabra, por favor. —Claro —murmuré tratando de pensar en una razón para que Jamison estuviera aquí, en mi espacio, en este momento de la noche. Por lo general, estaba obligada a reunirme con él en su oficina para que pudiera masticarme y decirme cuán tarde en mis ―responsabilidades financieras‖ estaba y para recordarme lo mucho que había hecho por mí en solucionar lo de la propiedad de mi padre. Vi a Marianne darme una mirada burlona antes de disparar sus ojos al señor Jamison, quién parecía estar ignorándola ahora. Le asentí un hola en silencio a ella cuando me volví hacia la puerta de mi apartamento con mi mente buscando, buscando una razón por la que el banquero hubiera venido a mi casa. Oí los maullidos de Floyd mientras deslicé mi llave en la cerradura, aunque un maullido hubiera sido una descripción más adecuada. Floyd, mi compañera de cuarto de refugio adoptado, no se parecía al pequeño gatito, lindo que había

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estado entre jaulas y jaulas de animales abandonadas en el local del refugio de animales. Ahora estaba en toda su gloria con las bolas castradas, seis kilos de pelusa adorable tanto como un ronroneo feroz y fuerte voz que era más que la demandada voz alta que podría significar cualquier cosa, desde ―Necesito un regalo‖ a ―Sienta tu trasero porque necesito un masaje‖. Floyd, como la mayoría de los gatos, era dueño de su propietaria en lugar de al revés. Casi me había olvidado que Jake estaba detrás de mí hasta que sentí su calor en mi espalda cuando saqué mi llave de la cerradura de mi departamento y rápidamente empecé a encender las luces en mi pequeño espacio mientras Jake tomaba una pose casual apoyada contra la pared cerca de la puerta mirando a mi gato hacer una loca carrera por el corto pasillo hasta mi habitación. El Sr. Jamison llegó hasta el fondo y puso su gruesa carpeta de archivo en la barra que separaba mi cocina del salón. Se aclaró la garganta y comenzó a hablar. —Srta. Tomas, este es un asunto que será mejor discutir en privado acerca de su situación financiera personal. Sus ojos cortaron a Jake con énfasis. También miré a Jake y encontré sus ojos con los míos. Su mirada fija parecía darme el poder de decidir si quería tenerlo aquí para este debate o no. Puesto que ya había visto casi todo mi cuerpo sin ropa, oído una gran parte de mi pasado, ya era consciente de mis estrechos financieros, y había acabado de amenazar a uno de mis jefes, me di cuenta que no se iba a sorprender por cualquier otra noticia. Además, era un gran amortiguador contra el gusano del Sr. Jamison. Si Jake podía atacar al Sr. Mahmood, muy bien podía manejar a mi banquero. No había dos hombres que pudieran ser más diferentes. Mientras Jamison tenía unos 15 años más que Jake, también tenía cerca de 36 kilos sobre él también. Puesto que era también un poco más bajo que mi estatura de 1,80 metros, en comparación con los imponentes 1,95 metros de Jake, él era en resumen, como una bola de masa blanca, suave y blandita. Pero, la mayoría de las albóndigas no lucen lazos multicolores adornados con M&M. —Puedes hablar delante de Jake —le dije, encaramándome en el brazo de mi sofá a un escaso pie, aunque la posición de alerta de Jake fue informal. No se me escapó que me había puesto a mí misma, para que Jake estuviera entre el lugar donde el señor Jamison se puso de pie y donde yo estaba sentada. —¿Jake? ¿Cómo Jake Stanton? —preguntó Jamison dándole a Jake una mirada por encima. —Sí —respondió Jake mientras se apartaba de la pared y se paraba a mi lado, con una mano suavemente apoyada en mi hombro. Jamison no perdió el movimiento de la mano mientras Jake retumbó con sus ―manos a la obra‖.

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—Bien. —Jamison comenzó con una respiración hacia adentro—. Está atrasada en sus pagos de nuevo, Srta. Tomas. —¿Cuánto? —Jake ladró cortando la meliflua voz del banquero de Jamison que solo no había hecho más que empezar con su conocido tema. Estaba pensando que Jake de alguna manera tenía suficiente buena razón. —Ahora, señor Stanton —dijo Jamison con un claro esfuerzo por tomar el control de la conversación después de la interrupción altamente indeseable y explosiva de Jake. —¿Con cuánto está atrasada, Jamison? —Bueno, vamos a ver… —Jamison alcanzó el archivo de la barra y comenzó a hojear la multitud de páginas—. Un mes y ocho días. Lo cual, como sabe, Srta. Tomas, está claramente en violación de su contrato de hipoteca. —Tonterías —dijo Jake con firmeza en su voz profunda cuando sentí su mano en mi tenso hombro—. Esa es un montón de mierda y lo sabes. Ella podría pagar un interés adicional y tal vez una sanción, pero solo con 39 días de retraso no debería ser suficiente para que el jefe del banco viniera a las puertas de Caitlin después de las putas horas de trabajo del banco. Jake bajó la barbilla hacia mí y miró mis ojos, pareciendo darme algún tipo de advertencia. Volvió a mirar a Jamison con el ceño fruncido. —¿Qué clase de mierda estás tratando de tirar, Jamison? —Hubo más de un par de segundos de silencio mientras Jake miraba al Sr. Jamison quien se había hinchado considerablemente con el primer sonido del desafío de Jake. Permanecí tranquila durante su breve intercambio que parecía contener muchas más cosas, bajo la superficie, de lo que estaba oyendo. La tensión en la sala era apetecible, pero, de nuevo, no sabía por qué. A decir verdad, no esperé la participación inmediata de Jake en el trato con mi banquero aunque debo admitir que estaba agradecida por ello. Bueno, algo así. Tal vez si él no hubiera ya tenido que enfrentar a uno de mis jefes por mi cheque hoy, eso es. —Sabe qué, me encargaré de eso, señor Jamison —dije, finalmente uniéndome a la conversación—. Uno de los inquilinos está atrasado en su alquiler y no he tenido el dinero para pagarle pero le envié lo que tenía a mano a tiempo. —Pam, del Tres era notoria por retrasarse en su renta y, como no tenía un cojín de efectivo para absorberlo, tuve que hacer un pago corto de la hipoteca. Esta es la tercera vez que pasaba y la tercera vez que tenía que enfrentar al señor Jamison como resultado. Vi la cara del presidente del banco enrojecer mientras hablaba, aunque no estaba segura de sí era de rabia o de vergüenza de ser llamado a hacer sus tareas delante de un testigo. Miró de nuevo a Jake mientras espetaba el archivo de cerca.

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—Miraremos su cuenta hasta estar al corriente de nuevo —dijo Jamison secamente mientras me miró con severidad antes de mover sus ojos a la deriva y su rostro tomó un aspecto diferente, mientras caía a mi pecho donde mi abrigo se había abierto exponiendo la gasa delgada de mi top. ―Ewww‖, mi mente gimió tan pronto tomé el cinturón de la delgada chaqueta esperando contra toda esperanza que el viscoso hombre no hubiera visto mis pezones a través de la tela de gasa. Había olvidado que mi sujetador aún estaba abarrotado en mi bolso. —Terminaste —gritó Jake con mi movimiento, dando un paso hacia el gordito banquero envejecido mientras saltaba, sobresaltándose. Por el tono de Jake sabía que él había captado bien mi movimiento para ocultarme o había atrapado al señor Jamison comiéndome con los ojos. —Me iré, entonces —oí al señor Jamison murmurar mientras salía rápidamente por mi puerta. Después de oír el ruido sordo de la puerta exterior mientras se iba, me puse de pie y me volví hacia Jake.

39 —¿Stu? Escucha, estaba en casa de Caitlin Tomas y ella estaba allí con Jake Stanton. ¿Cómo iba yo a saber por qué estaba allí? Eh, eh. Síp. Una mosca en la sopa es una buena manera de decirlo. Lo haré. Layton Jamison cerró el teléfono y se quedó mirando las ventanas iluminadas del apartamento de Caitlin. Había pasado tanto tiempo, tanto esfuerzo por esa pequeña y hermosa potranca en línea. Casi la tenía donde quería. Pero ahora había tenido que cruzarse de espadas con ese vendedor ambulante de carbón. Y había perdido con el hombre más joven. Jamison no se hacía ilusiones acerca de sus propias miradas. Sabía que Stanton tenía un llamamiento con las damas. Pero la belleza se marchitaba y los tiempos duros tenían una forma de mostrarse en el rostro de una persona, incluso en un rostro tan hermoso como el de Stanton. Si la memoria no le fallaba, el padre de Stanton había bebido hasta morir. ¿Había esperanza de que esto fuera como de tal palo, tal astilla? Layton Byron Jamison odiaba perder, sobre todo con hombres como Jake Stanton. Hombres que pensaban que eran demasiado buenos para usar su banco y mantenían sus fondos fuera de la ciudad. Fuera de su control. Quiénes hacían su dinero de la manera en que Jake hacía, con tráfico de pornografía, incluso si Jamison, en ocasiones, participó y disfrutó de ese carbón. A fondo.

Hubiera sido diferente si el juez Everett y Walt Saltzman, el antiguo jefe de la policía no hubieran sido acusados de corrupción. Eran la pareja perfecta que completaba la base de poder que incluía a Jamison y a Stuart McBride, abogado en ley. Respaldados entonces, entre los cuatro, podían hacer lo que quisieran con quien quisieran con muy poco esfuerzo. Pero con el Juez y Saltzman fuera, los planes tenían una manera de alejarse de él y de Stu. —Maldita sea, al infierno —murmuró, golpeando su mano contra el volante. Observó la silueta bien proporcionada de Caitlin perfilarse mientras corría las cortinas por las grandes ventanas que daban a su apartamento antes de encender su convertible Audi 350C y comenzar su camino a su hogar desolado sin alma, sin amor.

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Capítulo 4 Pasé las manos por la piel caliente de Floyd mientras él empujaba y se movía en mis dedos. La sensación familiar de frotarlo ayudó a calmar el temblor de mis manos al recordar la sensación de la mano de Jake enganchando mi cuello cuando me atrajo hacia él después de que Jamison se fuera. Había medio tropezado, medio dado un paso hacia él dándome de plano contra su ancho pecho duro, cuando mis manos apretaron el dobladillo en la cintura por debajo de su chaqueta mientras su otro brazo me abrazó alrededor de mi espalda, manteniéndome cerca. Él no dijo nada durante un tiempo, pero solo me sostuvo. Y, Dios me ayude, lo dejé. Había pasado tanto tiempo desde que alguien me había tocado de alguna manera, forma o modo, y estar en sus manos se sentía tan... tan bueno. Tan bueno, que comencé a relajarme contra él. Como me relajé, sentí que mis ojos empezaron a arder antes de que las lágrimas comenzaran a caer. Traté de detenerlos. Realmente lo hice. No quería humillarme aún más por berrear como un bebé en contra de este hombre maravilloso, pero lo que quería y lo que mi cuerpo necesitaba parecían ser dos cosas diferentes en este momento. —Todo va a estar bien, cariño —gruñó suavemente contra mi cabello mientras frotaba mi espalda y yo sollozaba en su contra. Cada vez que traté de obtener un control sobre mis lágrimas parecía que ellas de nuevo se formaban y, por un tiempo, pensé que nunca cesarían. Pero, lo hicieron. Con el tiempo. Afortunadamente. Cuando mis ojos dejaron de trasbordar y mi respiración se normalizó, traté de salir del cálido y maravilloso abrazo de Jake. Pero él no me dejó ir. —Tranquila, cariño, ¿sí? —Oí y sentí su voz retumbar contra mí mientras frotaba una mano de arriba a abajo en mi espalda. Su otra mano, en mi cabello, todavía me sostenía cerca pero su pulgar comenzó a deslizarse suavemente sobre la piel detrás de la oreja. Y él todavía seguía sosteniéndome. —¿Mal día, chica bonita? —retumbó contra al oído que había presionado a su pecho. Asentí. Él se rió en voz baja. —Apuesto. Decidí hacerme la valiente. Aparté mi cabeza de su pecho, —aunque ―quité mi cabeza lejos‖, sería más verídico ya que yo había empapado completamente su camiseta con mi ataque de llanto— y la incliné para mirarlo y murmuré:

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—Bienvenido a mi mundo. La mano que tenía en el cuello se movió hasta mi cara y sentí que la deslizó por mi mejilla mientras observaba su rostro dividido en una lenta sonrisa antes de que él me agarrara del mentón. —¿Siempre es emocionante, cariño? —No siempre —admití. Y era verdad. Tenía un montón de mierda en mi vida, pero por lo general se extendía a lo largo de unos cuantos días. No todos a la vez como hoy. Dios, hoy. —Bien, aquí está cómo va a ser. Si una de esas bolsas de porquería con nombre, alcanza u obtienen vistazos de ti desde más allá de la calle, me llamas, ¿sí? —Jake usó su agarre en mi cabello para alar mi cabeza hacia atrás hasta que pudiera ver mis ojos—. ¿Entendiste? —susurró, aunque mi corazón reconoció que no era tanto una pregunta como una demanda. —Lo tengo —le contesté en voz baja, perdida otra vez en su hermosa mirada. Uno pensaría que habría tenido un infarto con toda la paliza errática que había ocurrido en el transcurso de este día. Pero podía sentir que era solamente un pálpito a lo largo, ya sea más rápido o más profundo dependiendo de Jake. Su mirada fija. Sus palabras. Su atención. —Está bien, cariño —ofreció antes de suavemente besar mi frente y deslizar su tarjeta de visita en mi mano. —Hasta más tarde, Jake —exclamé suavemente sintiendo todavía la impresión de sus labios y el eco de la calidez de sus manos cuando lo vi salir. Y fue solamente con el sonido del golpe de la puerta exterior cerrándose que me atreví a moverme. Suspirando, le di un último rasguño a Floyd antes de dejarlo salir, depositándolo de nuevo en el suelo mientras caminaba por el corto pasillo de mi pequeño apartamento, tirando y quitando mi ropa por el camino. Decidí tomar una ducha, aunque no tenía muchas esperanzas de que fuera a sentirme limpia durante mucho tiempo. Había demasiadas capas de ―asco‖ en mí después de los eventos de hoy. Abrí el grifo de agua caliente y, mientras esperé a que se calentara, miré fijamente mi reflejo en el espejo. Me sentía más vieja de alguna manera, tal vez más sabia después de mi incursión en la parte más oscura de la sociedad, —aunque mi mente gritaba, ―¡Intentaste ser una stripper!‖—, tratando de conseguir mi pago de un demonio sexual —¿quieres decirme por qué tienes tu puta polla afuera?—, la reunión improvisada con el titular de la hipoteca de mi casa y todo eso pasando en la compañía de un, caliente, magnífico campeón anteriormente desconocido. En realidad no podía ver ninguna diferencia perceptible en mis ojos, sin embargo. Solamente el restante y los sentimientos rotundos que resonó en mi interior. Había algo que parecía nadar justo debajo de la superficie de mi iris azul-verde. Aunque, esto podría haber sido solo un truco de la débil luz en mi pequeño cuarto de baño. O el recordatorio de que iba a tener que hacer la dieta ramen, dos al día, por un tiempo con el fin de ponerme al día con la hipoteca.

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O porque este había sido un día de mierda en absoluto. El peor día de mi vida fuera de... bueno, ya sabes. No fue sino hasta después de haber restregado con una esponja mi piel en carne viva y estar en la repetición del champú, que mis paredes cuidadosamente sostenidas bajaron y empecé a llorar de nuevo. Mis lágrimas manaron suavemente, silenciosamente al principio y luego pronto se transformaron en el enganche de respiraciones y lagrimeos marcando una completa fusión. Pasado un tiempo me encontré acurrucada en una protectora posición fetal en el diminuto piso de la ducha, los pinchazos del agua ahora fría rozando mi piel mientras sollocé hacia fuera mi decepción, desesperación y el vacío en el diminuto cubículo de fibra de vidrio. Solamente después de que sequé mi cuerpo y mi cabello con golpecitos de la toalla, estaba metida calurosamente en la cama, y tenía los ojos cerrados que me encontré recordando la calidez de los ojos dorados de Jake y me deleité con el recuerdo de ser arropada de manera tan segura en sus brazos.

—Hola —dijo Jake a su iPhone después de ver que la llamada era de Dale. Todavía estaba un poco mojado por la ducha en su gimnasio después de su entrenamiento semanal que se había consentido después de dejar a Caitlin en su casa. Su gimnasio quiere decir, que le pertenecía la llave, el estoque y el barril después de haber comprado en una venta de estado hace un par de años. Anteriormente con un estudio de boxeo, Jake había hecho reformas mínimas, manteniendo una parte como entrenamiento para boxeadores y el resto para los que quisieran hacer ejercicio individual. No había lycra, las distracciones por caras-dulces estaban disponibles o incluso buscadas por su clientela y el calendario mensual nunca, nunca se incluyó algo que contenía las palabras ―aeróbico‖ o ―baile‖. —Tengo el informe que querías —dijo Dale—: está sobre tu escritorio siempre que decidas volver, oh rey de todo lo que gana el oro. Jake no pudo evitar que sus labios se levantaran en una sonrisa al oír las palabras de su amigo y se sorprendió ligeramente que el informe fuera entregado en el corto espacio de unas pocas horas. —¿Conseguiste ordenar el resto? —preguntó tratando de evitar cualquier burla ulterior mientras terminaba de empujar su ropa en su bolsa de entrenamiento. —Estoy viendo a Fiona como un halcón y esperando, o preparándome en realidad, para disparar en su culo bien formado y exigente. Hank está cerrado pero tengo que decir, que vamos a intentarlo para mantener su trasero particular a bordo. —Jake casi podía sentir a Dale suspirar a través del teléfono—. ¿Debo planear ver el lugar encima de Buxby? —Sí, el agente inmobiliario está a la espera de tu llamada. Creo que te gustará.

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—Bastante bien, voy llamar mañana a primera hora. ¿Hay algo más que deba saber? —Jake se dio cuenta de que Dale estaba ya medio fuera de la conversación y lo dejó ir sin más instrucciones. Un corto paseo en el exterior llevó a Jake a la playa de estacionamientos de Fuego dónde tiró todo alrededor hasta la esquina alejada donde estaba el espacio reservado con su nombre. No es la mejor zona de la ciudad, aunque tampoco la peor, el club era uno de los muchos negocios que se alineaban en la calle, una calle que había que tener un cierto deseo de estar para encontrarla evidentemente. Jeroglíficos Humanos, el salón de tatuajes local y el mejor en el condado y Encantamientos, el mejor en el comercio de juguetes para adultos, inciso a su club. No le pasó desapercibido a ninguno de los propietarios de los tres establecimientos que ellos atendían a un cierto tipo de clientela, del tipo que tenía negocios en la Calle Central, pero conseguían sus pasos en gastar su tiempo y dinero en el lado ―más oscuro‖ de la ciudad. Enfocó el Kia en el espacio marcado ―Sr. Stanton‖ y apagó el motor de alta potencia. Hizo una pausa antes de salir, pensando de nuevo en la demonstración inexperta pero erótica de Caitlin esa tarde. Echó un vistazo a su reloj y se sorprendió al ver que solo había pasado doce horas desde que había visto a su baile. Mierda, diez horas desde que había entrado por ella contra Mahmood. Nueve horas y media desde que había hecho retroceder al banquero basura en su nombre. Joder. ¿Ella siempre era tratada de esta manera? Jake no lo entendía. ¿Cómo es posible que alguien tan limpio y dulce permanezca tan limpia y dulce con toda la mierda que se enfrentaba? Todos aquellos malditos pedazos de mierda tenían una mano en su vida; una mano que podría hacerlo mejor, pero querían agarrarla, tomarla con ellos en vez de valorar la belleza de todo lo que ella era, trataba de ser. A pesar de que solo pasaron unas cuantas horas, parecía como una eternidad desde que había estado con ella. No podía sacarla de su mente o de sus pantalones, si su actual semiduro era cualquier cosa para estar cerca. Tal vez solo tengo que echar un polvo, reflexionó Jake mientras emitía una señal sonora de las cerraduras. Pero, la idea no poseía aún el brillo tenue de la tentación. Él había sido uno de los más grandes jugadores del condado en su juventud, coqueteando y clavando la mayor parte de las bellezas que otros chicos y hombres solo podían soñar con tener. Pero ahora, acercándose a los treinta, él buscaba algo más que la fricción de otro cuerpo. No es que fuera adverso a ser acunado en los límites cálidos de unos muslos cremosos. Jake se acabó de hacer muy específico de cuales cremosos muslos lo acunarían y que si la mente y la personalidad del acunador fueron suficientes para mantener su interés después de que ellos hubieran hecho la acción en horizontal.

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A decir verdad, ser dueño de un club de striptease, mientras ser una mierda de carga de pastel, también había mostrado a Jake el lado más sórdido del sexo. Al igual que sentarse en la primera fila de un teatro, Jake era consciente de los dobladillos deshilachados y manchas de sudor de los trajes, el maquillaje mal aplicado de los actores y las marcas de cinta que muestran donde se suponía ellos debían estar de pie. Esto tomó toda la magia de la historia que se desarrolló. No había nada peor, en su opinión, que ver a una de esas magníficas estrellas, de piernas largas en los bastidores, mientras esperaban para salir al escenario. Verla con sus coloretes, luego esparciéndolo en sus pezones con una expresión de cara de póquer antes de estallar en el escenario con un entusiasmo forzado. Todo con la esperanza de que si ella es lo suficientemente vivaz, lo suficientemente caliente, de alguna manera, de algún modo sacar el máximo provecho posible y sería capaz de pagar la guardería o la factura médica para uno de los niños en casa. Y, tan cuidadosamente como él y Dale entrevistaran, examinaran y tenían a la chica continuamente probada, todavía había unas cuantas que recogían una adicción a las drogas. O recogían a un hombre que creía que su trabajo era su sueldo y mejor le entregara en su mano el sobre de dinero o estaría luciendo el negro y azul en zonas que incluso los clientes podían ver. O aquellas bailarinas que creían que la regla de Fuego de ―no coño‖ no se aplicaba a ellas y tarde o temprano serían agarradas en la etapa final, superando el refuerzo de la tanga a un lado para dar un espectáculo muy privado e ilegal a los ojos de un cliente después de haber sido engatusada por el ondear de múltiples billetes de cincuenta o cien dólar y un susurro ferviente. Todo esto, el uso excesivo de substancias tóxicas en cualquier forma, los moretones de una vida en un hogar abusivo y el destello de soldados en un ―tetas‖ club de stiptease, encontró a su personal despedido, sin preguntas, sin razones aceptadas. Tal vez era un romántico, pero Jake anhelaba estar con alguien que le ayudara a sentirse limpio y bueno. Algo que lo alejara de mal gusto y le diera esperanza inmaculada en la conexión fácil que surgía de dos personas que simplemente disfrutaban uno del otro y no solo a un nivel físico. Y, tal vez, solo tendría que tomar mi mano para domarlo otra vez, pensó con una sonrisa tratando de dispersar a sus oscuros pensamientos. Esa Caitlin, ahora. ¿Qué tenía ella que lo había envuelto en nudos? Tendría suerte si él no viniera en sueños esta noche, manchando las sábanas en una parodia de sus catorce años de edad. Encendiendo las luces perimetrales en el enorme espacio de la planta baja del club, Jake hizo su camino alrededor de la mesa y agarró el sobre grande que había sido colocado al frente y al centro para que no pasara desapercibido. Apretando las lengüetas, rompió el sello y vertió las hojas en su palma.

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Solo seis páginas salieron y Jake se asomó en el sobre para ver si había otras atrapadas en su interior. No, solo seis. ¿Quién coño solo tiene seis malditas páginas? Al final de su cuarta lectura, sin embargo, Jake sabía por qué había solo seis páginas. Y que Caitlin realmente había dado todo de sí misma en su breve tiempo con él ayer, en cada puta forma. Ella era una persona real y Jake quería todo, ese dulce pedazo de autenticad en su vida y en su cama. Él miró otra vez la lista de clases y referencias de trabajo. Iba a ser difícil dar tiempo al tiempo pero Jake sabía que cuando ponía su mirada en un objetivo, haría y podría hacer lo que fuera para alcanzarlo. La hermosa, trabajadora y conducida Caitlin era un objetivo muy digno a pesar de su diferencia de edad, aunque ella pudiera pensar de otra manera. Después de solo unas pocas horas juntos, Jake ya había visto destellos de su orgullo y su ingenuidad, su determinación que lindaba en la terquedad y sus chispazos de carácter que ardían brillante y entonces rápidamente se iban. Sí, podría ser complicado en todos los sentidos. Pero había sido difícil de desempaquetarse del alrededor de ella cuando había llorado. Lloró en sus malditos brazos. Algo que nunca le había pasado en toda su vida. El cuerpo de Jake se quedó completamente inmóvil mientras recordaba que ni una sola vez, fuera de una sonrisa forzada que ella le había dado durante su entrevista, ni una sola vez Caitlin había sonreído abiertamente, sonrió o incluso rió. Ni una puta vez. —Jódeme —susurró Jake suavemente. Aunque, en ese momento, incluso él mismo no podría haber dicho que si era un deseo, un voto o simplemente una maldición.

—Loco y Floreciente Infierno2. —Respiré mientras mis ojos recorrieron de nuevo el artículo que anunció mis calificaciones para la mitad del semestre. No era frecuente que pronunciara mi versión revisada de la frase de maldición favorita de mi padre, pero la situación pareció estar pidiendo por ello. 3.0, y estaba jodida. Mi beca dependía de mí manteniendo un sólido promedio de calificaciones de 3.75. Y aquí estaba la prueba irrefutable de que no lo estaba consiguiendo. Miré de nuevo tratando de averiguar lo malo y en qué había fallado en la clase.

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El insulto en realidad debe ser Maldito y Sangriento Infierno, pero su papá debió modificarlo a Loco y Floreciente Infierno, que en inglés rima con el otro.

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En negocio 201 era un sólido 4.0 como lo era en Física. Pero la maldita Biología y Discurso me estaban pateando el culo. Podía culpar en parte a la efervescente, aunque muda como una caja de piedras, Renee por la calificación de laboratorio mientras ella no lo hizo mierda y de ninguna manera contribuyó a nuestro grupo fuera de saciar mi hambre de la variedad no ramen y conseguir achisparme sobre la tarjeta de crédito de papá. Discurso, sin embargo, era todo sobre mí. —Hijo de la pala de un agitador —murmuré a la mamá del que daba las calificaciones en mi completa expresión. Qué puedo decir, soy una oportunista igual cuando se trata de palabrotas de padres—. Oh, Floyd —le dije mientras hacía suavemente su camino hacia mí—. ¿Qué voy a hacer? —Lo enganché bajo su vientre y lo acuné, patas arriba, cerca de mi pecho. Reconociendo algo bueno cuando lo tenía, Floyd detuvo su lucha y se relajó en mis caricias de frotarle la barriga cuando comencé a caminar la decena de metros delante de mi puerta y por el corto pasillo. Era la única parte clara disponible para la estimulación en mi diminuto espacio. ¡Qué semana maldita! Primero la —estremecimiento intencionado— entrevista con el divino Jake y ligeramente mejor, pero todavía nerviosa por la tarde gastada con él defendiéndome de dos de mis torturadores —doble estremecimiento—, los problemas con el calentador de agua del Cuatro —ningún técnico disponible hasta el jueves a menos que esté dispuesta a pagar el precio de la opción de $200 por emergencia que no está cubierto por el seguro—, y tener que poner un aviso de ―pagar el alquiler o desalojar‖ en la puerta de Pam después de no haber recibido ninguna respuesta a mis golpes con el fin de preguntar, aunque dispuesta a rogar y suplicar si fuera necesario, por el alquiler atrasado. El golpe final llegó cuando fui echada de mi trabajo de lavado de autos, ya que el propietario, Héctor, tenía un primo que acababa de conseguir su tarjeta verde y necesitaba un trabajo. Y ahora esto. Mis calificaciones. Liberando a Floyd, poco a poco me hundí en mi cómodo sofá mientras me asomé sin ver a mis ventanas. ¿Cómo iba a arreglar esto? Mi mente corrió y se lanzó de idea en idea, pero ninguna de las que tenía iba a conseguir los resultados que necesitaba. Echando un vistazo a un reloj de plástico barato sobre la puerta, vi que todavía tenía un par de horas para agarrar al profesor Davis antes de que las clases terminaran por el fin de semana. Agarrando mi bolso, acaricié a Floyd pidiéndole que me deseara suerte al salir de mi apartamento. iba.

Marianne, la inquilina del dos, estaba regresando del porche cuando me

—Oye, tú —me llamó suavemente con su voz musical. Marianne vivía al otro lado de mi pasillo y era una de mis inquilinas a largo plazo habiendo vivido aquí antes de la muerte de la abuela Lela. Una rubia natural curvilínea, era la

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arrendataria ideal. El alquiler siempre pago a tiempo, cualquier ruido mantenido al mínimo y ningún hombre extraño era visto salir de su apartamento en cualquier hora del día o de la noche. Las únicas cosas que realmente sabía de ella era que estaba trabajando para una compañía de contabilidad local mientras hacían cambios ocasionales en Buxby durante los fines de semana, y consideraba el azul el color de su firma. Toques de ello se podía encontrar en todos sus equipos y, por lo que pude ver a través de la puerta abierta, en su apartamento. —Hola —le saludé de vuelta, mirando a mis pies en los escalones limpios del porche, pero todavía helados cuando comencé a bajar por ellos. baja:

Parando por encima de mí, Marianne me tocó el brazo preguntando en voz —¿Estás bien, cariño?

Hice una pausa antes de dar un paso y levanté mis ojos azules verdes a sus enormes ojos azul bebé. —Uh-huh —dije con una leve inclinación de cabeza—. Justo a la salida para ver si puedo negociar una calificación más alta —confesé. Todos los inquilinos sabían que tenía un programa completo a nivel de Estado, así como una plétora de empleos impares pero era la comprensión de que ellos sabían que como su propietario, atendería a sus llamadas de día o de noche o volvería a ellos tan pronto como mis tiempos libres, clases o trabajos permitirían. —¿Qué clase? —Discurso —admití. —¿Discurso? —repitió ella mientras miraba lejos de mí, perdida en sus propios pensamientos—. Te puedo ayudar. Logré conseguir que mi novio del instituto fuera elegido como presidente de clase con mis habilidades de escribir un discurso. ¿Sabes que es todo sobre el tema, no? —Sus ojos volvieron a los míos, calentando ligeramente. —Uhm, bien, pero esa no es la cuestión en la que parezco tener problemas —le respondí rápidamente. Estaba recordando las críticas que había recibido y sabía que ninguna de ellas, ni siquiera la más despectiva de los que maliciosamente llamaban la atención sobre mi ropa, mi altura o mi figura, incluyeron nada sobre mi elección del tema—. Tiendo a hablar demasiado rápido o demasiado suave o demasiado confuso o algo que haga eficaz mi punto. —De todos modos puedo ayudar —indicó ella con confianza—. ¿Por qué no dejamos de lado algún tiempo y puedes entregarme tus discursos y vamos a trabajar en ellos juntas? Carl era un fanfarrón de tal manera que mi trabajo principal, además de escribir cada palabra que tenía que decir delante de una audiencia de más de dos, que incluía tanto a él como yo, fue volver sus gritos en un bramido suave. Si yo lo pude frenar, cariño, puedo dejarte salir. De hecho, vamos a compartir la cena y el vino primero para asegurar de que te relajes y estés lista para ir. Aunque nosotras nunca habíamos socializado en el sentido más estricto, sentí que Marianne y yo siempre habíamos tenido una estrecha relación. La cena sería buena, pero ayuda experimentada sería aún mejor.

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—Estás adentro —le dije—. Esperemos que el profesor Davis esté dispuesto a dejarme hacer el crédito adicional para subir mi nota. —¿El domingo por la tarde está bueno para ti? —preguntó Marianne. Asentí agradecida. No tuve mucha ayuda ahora que estaba por mi cuenta y me gustó mucho su oferta. Acariciando mi brazo ella asintió y se volvió para seguir hacia atrás. Como yo estaba pisando cautelosamente por la vereda, ella llamó por mi nombre. —¿Caitlin? Capturé sus ojos cuando me di vuelta con cuidado, la parte superior de mi cuerpo hacia ella, pero mantuve mis pies firmemente plantados en el camino helado. —¿Aquel señor Jamison? —casi susurró mientras se le arrugó la nariz—, no es un buen tipo, dulzura. Por favor, no dejes que te consiga sola en cualquier lugar fuera del banco, ¿de acuerdo? —¿Conoces al señor Jamison? —pregunté todavía torcida y sorprendida por su advertencia. ¿Cuál fue su experiencia con el Sr. Jamison? —Sí, chica, más de lo que quiero o necesito —dijo Marianne en un suspiro, mirando hacia el cielo. Devolviendo sus ojos a los míos, dijo con firmeza—: Solo cuídate cuando estés con él, dulzura. —Uhm, está bien —murmuré, después de ver su giro hacia la puerta principal. Apreté el cinturón de mi chaqueta, sintiendo el frío de enero en el corte del viento a través de la fina tela y con cuidado seguí mi camino por el sendero. Mi siguiente compra, cuando mi presupuesto lo permitiera, sería un abrigo de lana caliente, me prometí a mí misma cuando empecé mi caminata de tres cuadras a la Tudor House, donde se encontraba mi clase de discurso. Justo cuando me estaba acercando a la estrecha cinta de hormigón que proyectaba desde la acera principal y me conducía a mi sala de clase, vi a un hombre alto balancear su larga, larga pierna, sobre su gran, gran moto. No pude ver claramente su rostro mientras se ajustaba su chaqueta, pero había algo familiar en su postura, en sus hombros. —Oye, Caitlin —llamó. ¿Cómo este tipo sabía mi nombre? Protegí mis ojos para ver mejor en el resplandor de la nieve cuando escaneé mis recuerdos de alguien que conociera que montara una motocicleta y me quedé en blanco mientras mis pasos tartamudeaban. No fue hasta que él hizo un gesto, rodando la mano hacia su pecho, en un movimiento insinuante que lo tuve. ¡Jake! Oh, mierda, JAKE. Mi corazón se aceleró hasta que prácticamente golpeó fuera de mi pecho y cada zona rosada en mi cuerpo se incorporó y se dio cuenta, incluyendo la punta muy fría de mi nariz.

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Parecía que cada fibra de mi cuerpo se había convertido de repente en una animadora, levantando sus pompones y gritando, ―Squeeeee‖ muy fuerte solo de pensar en él. Pensamientos que había sido muy cuidadosa de alejar desde que él me trajo a casa la otra noche. Pensamientos que solamente tendría sola en mi cama. —Oye, Jake —contesté tratando de ser lo más fría y serena como posiblemente podría ser, a pesar del boom rotundo del aumento de latidos de mi corazón. Maldita sea, podría haber dicho: ―Jake, ¿verdad?‖ o, mejor aún, ―¿te conozco?‖ Sí, lo sé. Debería. Tendría. Podría. —¿Estás bien, cariño? —me preguntó. Extraño, ya eran dos personas hoy que me preguntaban si estaba bien. Desde que mis padres habían muerto podía contar con una sola mano con qué frecuencia eso había sucedido. Asentí y luego le hice mi propia pregunta: —¿Por qué estás aquí? —Intenté sutilmente, encubiertamente tomar todo lo maravilloso de él a través de mis ojos. Ataviado en su chaqueta de cuero, botas y jeans desgastados, me imaginé que se vestía para estar cómodo en vez de tratar de impresionar. En las entrañas de su club, vestido con jeans y una camiseta, Jake solo aparentaría ser un chico malo, del tipo que una madre le advertiría. Sentando a horcajadas sobre una motocicleta y vestido con una chaqueta de cuero, él era el peligroso que un padre exigiría que se mantuviera alejada, pero que tú escaparías libre para estar con él en cada oportunidad. —Solamente visitando un viejo amigo —respondió jugando con las correas de su casco—. Siento mucho no poder haberte ofrecido un trabajo, cariño —dijo Jake suavemente, en voz tan baja que me encontré dando un paso hacia él para asegurarme de que escuché cada palabra. Sus ojos encontraron a los míos y pude ver la sinceridad en sus profundidades doradas. —No te preocupes. Técnicamente, rehusé el trabajo, ¿recuerdas? — respondí igualmente en voz baja, sorprendida de que mis palabras hablaran la verdad. No culpo a Jake por no contratarme cuando fui yo la que no podía esperar para hacer una demonstración para él y luego no podía quedarme para que me dijera que no era exactamente lo que el club necesitaba. Estaba lo suficientemente cerca de él y lo suficiente tranquila ahora para ver qué tan gruesas eran sus oscuras pestañas tan sombreadas y enmarcando sus hermosos ojos. Dios, él era magnífico. —¿Estamos bien? —Mm-hmm —mascullé aun mirándolo fijamente, obligándome a mirar directamente su mirada. Era la misma bravuconería que había usado durante mi entrevista, pero ahora mi estómago se calentó mientras lo observaba. Hubo un destello, un movimiento por debajo de su mirada dorada de que estaba aprobando y, sin embargo, vigilando.

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Pareciendo tomar una decisión, Jake apartó la mirada y después, arrastrando sus ojos de nuevo a los míos se alzó de su asiento de la motocicleta mientras enganchó la parte trasera de mi cuello y me atrajo hacia su pecho. Y, justo como antes, fui pillada fuera de equilibrio, tropezando antes de aferrarme a la suave piel de su chaqueta. —Eso está bien —susurró mientras sus labios rozaban suavemente mi frente. Sentí el calor de sus dedos a través de mi delgada chaqueta cuando él soltó mi cuello y deslizó su mano por mi espalda. Incliné mi mirada fija suavemente hasta sus labios carnosos dándole a entender lo que yo quería, había anhelado la sensación de su boca en la mía desde mi baile, ya que él había tomado Mahmood y Jamison, ya que había estado en sus brazos. Alcé los ojos y encontré los suyos y vi la conciencia de mis necesidades reflejadas allí. Jake me liberó con una sonrisa y me empujó hacia atrás un poco antes de resbalar el casco en su cabeza, recostándose en el asiento y girando la llave en la ignición. Temblorosa di otro paso atrás y me di cuenta una vez más, en su presencia, que mis rodillas se hacían agua. —Que estés bien, preciosa, ¿sí? —dijo por encima del rugido del motor. Lo único que pude hacer fue asentir en respuesta mientras lo observé liberar el soporte de patada y, mirando por encima del hombro, la sacó a la calle. Mis ojos lo siguieron mucho después de que él hubiera desaparecido de mi vista. ¿Qué diablos fue eso?, pensé furiosamente mientras me quitaba de encima lo que fuera que me había congelado, todavía con mucho dolor consciente de mi propio latido del corazón en todos los diferentes lugares. Me volví e hice mi camino para ver si mi profesor se sentía generoso.

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Capítulo 5 —Hola Sra. Baxter —llamó abriendo la puerta del cuarto mientras que equilibraba una bandeja cubierta en una mano—. Hora de la cena. Jake miró hacia la asistente de enfermería mientras ella hacia su camino dentro de la habitación de la Sra. Lily en el Hogar de ancianos Shady Acres. Sus ojos volvieron a su persona más querida, ahora que su hermano se había ido. Era mayor y su cuerpo se estaba viniendo abajo poco a poco todos los días, pero era tan hermosa hoy como lo era el día en que lo abrazó cuando tenía solo seis años. —Hola Caitlin —escuchó la voz melódica de la Sra. Lilly decir—. Ven a conocer a mi Jacob. A la mención de su nombre, la cabeza de Jake volteó de golpe a la asistente enfermera. La suya fue lenta para deducirlo, pero cuando finalmente se abrió camino a la suya, vio sus ojos ampliarse y su boca abrirse en un círculo perfecto de ―oh‖. Ambas miradas volvieron a la Sra. Lillian Baxter mientras ella continuó hablando, sin darse cuenta de sus impresiones al ver el uno al otro aquí, en este lugar. —Jacob, esta es la chica de la que te he estado hablando. Caitlin, este es mi amado Jacob. —Encantado de conocerte, Caitlin —gruñó Jake en voz baja con una sonrisa descarada, sus ojos vagando arriba y abajo por su bata de enfermería verde claro. —Jacob —le oyó decir con voz entrecortada y atrapó el rubor que ella estaba tratando de ocultar cuando se inclinó sobre la mesa rodante, trayéndola hacia el regazo de su paciente. —Caitlin, ¿qué estás haciendo aquí un sábado? —Pidió la Sra. Lily. —Uhm, intercambié con Carmen cuando tomó mi turno del jueves — respondió Caitlin. Jake podía ver que se cuidó de evitar mirar hacia él, sosteniendo una postura oh-tan-casual con una mano en su cadera y la otra en equilibrio sobre la mesilla de noche, pero resultó lo más lejos posible de él. —¿Cuál era esa cosa especial que habías hecho? Oh, sí, una entrevista. —La Sra. Lily señaló con el rostro hacia él, pero Jake sabía que, con su pérdida de visión, no podía realmente verlo, a excepción de su sombra borrosa. Volvió la cabeza hacia atrás en la dirección de Cait—. ¿Cómo te fue con eso, querida? Él observó a Caitlin volverse roja de nuevo mientras entrecerraba sus ojos en él antes de contestar. —No conseguí el trabajo. —Lo siento mucho. Tal vez mi Jacob tenga algo para ti. Es un hombre de negocios muy exitoso, ¿verdad, Jacob?

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Ahora le tocó a Jake retorcerse mientras fue expuesto por la única mujer que alguna vez amó. —Podría ser capaz de encontrar algo —gruñó mientras los ojos de Caitlin se encontraron con los suyos. Ella movió la cabeza en sentido negativo. —Jacob me estaba contando de una chica muy maravillosa que conoció recientemente. Suena encantadora. Entonces, ¿por qué no la invitaste a salir? — La Sra. B apuntó su cara de nuevo a donde Jake se retorcía en su silla. —No empiece, Sra. Lilly —gruñó Jake. —Jacob… —Me tengo que ir, señora B. Tengo un montón de cenas que entregar — dijo Caitlin con sus ojos aún pegados a los suyos. Observó, su corazón derritiéndose, mientras la chica que quería como su propia dulzura, reverentemente se inclinó para besar a su madre de alquiler. —Un momento, ah, Caitlin, ¿verdad? —Vio cómo sus cejas se elevaron ante su pregunta─ .¿Te importaría tomar una foto de mí con mi chico? Jake pensó que nunca había visto nada más hermoso que la cara de Cait mientras se suavizaba a su petición. —Encantada —respondió y alcanzó el teléfono que estaba sosteniendo hacia ella—. Ooh, señora B. Una foto con su ¡Jacob! ¿No es genial? Caitlin estaba haciendo su camino de regreso a recoger las bandejas de la cena, cuando Jake la alcanzó. —Oye, niña bonita. —Oye, Jake. —Había detenido sus movimientos, pero aún no lo estaba mirando. De hecho, le resultó interesante que encontrara sus zapatos tan interesantes. —Mírame, Cait, ¿sí? Él la observó mientras ella lentamente llevó su mirada hacia él. —He estado oyendo acerca de ti, querida, por un buen rato. Siempre quise conocer a la chica que la Sra. Lilly alababa, que ha sido tan buena con ella. —He oído hablar de ti, también, Jake —admitió en voz baja. Cristo, le encantaba cuando decía su nombre de esa manera—. Ella es algo especial, ¿verdad? —Sí, lo es —contestó Jake en un murmullo de corazón—. La única madre que he conocido. Nos tomó a Frank y a mí bajo su ala cuando éramos pequeños. Me dio un hogar cuando Frank entró en el ejército. —¿Quién es Frank? —oyó preguntar, su voz tan suave que era casi un susurro. —Mi hermano. —La escuché hablar de él. ¿Ranger del Ejército? ¿Fallecido en Afganistán? Era el turno de Jake de asentir. Todavía era muy difícil hablar de Frank en voz alta a pesar de que parecía ser capaz de pensar en él ahora sin dolor.

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—Lo siento por tu pérdida. —Jake vio que era ella realmente compasiva. Tanta gente le había dicho esas mismas palabras al enterarse de la muerte de Frank pero sabía que Caitlin realmente entendía y se solidarizó. —Gracias. ¿A qué hora sales? La observó mientras ella metió la mano en su bolsillo trasero y sacaba su teléfono. —Alrededor de una hora, pero tengo que llegar a mi otro trabajo después, lo siento —dijo ella. —¿En otra ocasión, chica preciosa? —Me encantaría, Jake —escuchó su voz suave decir mientras su hermoso rostro se alzaba hacia el suyo y le tocaba el brazo. Dios, era preciosa. Le tomó todo lo que tenía de no inclinar su boca hasta tocar la de ella, pero él le dio una sonrisa y un guiño antes de girar y alejarse de ella malditamente de nuevo.

—Situación arriba. —Jake oyó a Max, Jefe de Seguridad, en el altavoz de la oficina—. Fiona y Jamison en silla tres. —¿Estas grabando? —le preguntó Jake con su voz tensa. —Como siempre —respondió. —¿Todavía en la cabina? —preguntó con los dientes apretados. —Parece que ella está a punto de terminar. Oh mierda, eso es la segunda ahora. —La voz de Max fue cuidadosamente controlada. —Tú y tus hombres agarren a Jamison. Iré por Fiona cuando llegue al vestidor. —Está bien, jefe. ¿Vas a estar bien enfrentando a Fiona por ti mismo? Jake pensó por un minuto. Fiona podría ser un infierno sobre ruedas y había perdido su temperamento a menudo por los desaires reales o imaginarios con los otros bailarines. Tanto Jake y Dale tuvieron numerosas conversaciones con ella con respecto a su trato con otros miembros del personal, pero no hicieron nada hasta que comenzaron a enviarla a su casa, sin paga por el turno. Parecía funcionar pero todavía se le iría la boca de vez en cuando aunque no con tanto veneno y ya no se ponía física. Jake tomó una respiración lenta y constante. —Después de que te asegures que Jamison se ha ido, únete a mí en el vestidor. Si no estoy allí, trata en la oficina. Además, pídele a Sky que llame a Dale y consigue que baje. —Hecho y hecho, jefe. ¡Nos vemos en unos minutos! —concluyó Max antes de que desconectara el teléfono. Jake colgó el teléfono y dio un puñetazo sobre la mesa. Esta vez había ido demasiado lejos, había puesto el club en peligro con

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su exhibida raja en una de las cabinas de baile privado. Él se movió rápidamente hacia la puerta y por el pasillo hacia el vestidor. Al llegar a él, hizo un doble golpe antes de entrar. Sus ojos hicieron una exploración rápida hacia la izquierda por los armarios, luego a la derecha viendo a Kristen en el vestidor más lejano a la mesa, retocando su maquillaje. Fiona se sentó en la mesa más cercana jugueteando con su cabello. —Fiona, una palabra en mi oficina, por favor —gruñó Jake, sin dejar la puerta. Se volvió lentamente, sus pechos todavía expuestos de su tiempo en la planta alta, y vio como le dio una de sus sonrisas lentas y sensuales. —Quieres verme a solas en tu oficina —murmuró, sacando una mano sobre su pecho desnudo. —Sí. Inmediatamente. —Voy a estar allí, cariño —dijo lamiéndose los labios lentamente. Jake salió de la habitación y regresó a su oficina negando. Fiona era una pieza de trabajo. Ellos tuvieron una cosa alrededor de una semana, cuando fue contratada por primera vez hace años. Había tomado mucho convencerla de que él había terminado con ella y su escena final fue mala. La primera vez que Jake alguna vez había querido golpear a una mujer. No lo hizo, aunque sinceramente lo quería. Se sentó detrás del escritorio antes de que él escuchara un golpe y luego vio a Fiona meter su cabeza por la puerta. —¿Querías verme? —Entra, Fiona. —Le indicó las sillas frente al escritorio. Sonó el teléfono y tomó la llamada, mientras que Fiona se dejó caer en una de las sillas del visitante y cruzó las piernas. Se había cubierto con una chaqueta transparente que no ocultaba nada. —Bueno. Sácalo de nuevo. ¿Dale? Está bien —gruñó antes de colgar el teléfono. Miró a Fiona mientras trataba de contener su temperamento. La perra estaba sentada allí medio desnuda y sonriente—. ¿Cuál es la regla número uno aquí, Fiona? Observó el cuerpo de Fiona estremecerse tanto a su tono como a sus palabras mientras una sonrisa se deslizó en su cara. — ¿Perdón? —Preguntó con un resoplido y un movimiento de cabeza—. No puedes estar hablando en serio. —Como un ataque al corazón. Te pregunto de nuevo, Fiona, ¿cuál es la regla número uno en Fuego? —La voz de Jake era tan dura como el acero y sostuvo su mirada. Observó mientras chupaba sus mejillas y sus ojos recorrieron la habitación. —¿No recuerdas, Fiona? Vamos, tienes que firmar las reglas cada año para mostrar que estás de acuerdo con ellas.

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Se echó el cabello hacia atrás y volvió a cruzar las piernas delante de él, con una mirada fija. —Nunca. Malditamente. Mostrar. Tu. Coño. ¿Verdad, Fiona? ¿No es la regla que aceptaste? Ella rompió el contacto visual mientras dejó escapar un suspiro ruidoso y comenzó a cruzar los brazos sobre el pecho. —No se aplica a mí —se burló con un gesto desdeñoso. eso.

—Estás tomándome el pelo. —Jake no podía creer que acababa de decir

—Soy la que trae los grandes apostadores, Jake, y lo sabes. Sin mí, no tienes verdadero talento de trabajo en los tubos. Así que si me voy, esos grandes consumidores se irán conmigo. —Tengo otras bailarinas, Fiona… —comenzó Jake. —Tienes una mierda, Jake. Sin mí, tienes solo un puñado de putas sin talento amontonadas por todo en el escenario —dijo con un feo giro de su boca. Jake hizo otra lenta sacudida de cabeza. —Soy la estrella aquí, Jake. Sin mí este lugar simplemente es otro pequeño club de striptease en un pueblo atrasado. —La barbilla de Fiona sobresalía—. Soy lo mejor que tienes. uno.

—Reglas, Fiona —la voz de Jake era firme—. Rompiste la regla número Fiona lo miró mientras su voz continuó. —Te estoy dando treinta minutos para conseguir tu mierda e irte. —Pero, Jake… —Vete. A. La Mierda. De. Aquí. ¡Ahora! Fiona finalmente comenzó a moverse, pero se volvió de nuevo en la puerta. —No lo digas, Fiona —murmuró Jake con un suspiro.

El portazo de la oficina dio evidencia de la ira de Fiona. No fue hasta tres minutos después, cuando la puerta se abrió de nuevo para admitir a Dale, vestido a la perfección con un traje azul marino y camisa a rayas azul abierta en el cuello. —Escuché que teníamos un problema —dijo Dale, la espalda apoyada en la puerta, con las manos hundidas en los bolsillos. —Max atrapó a Fiona mostrando sus partes mientras daba un baile erótico. Lo tengo en la cinta. Solo la tuve aquí y le dije que tenía treinta minutos para largarse. Dale asintió. — ¿Fue bien? —Sí. Tan bien como se puede esperar —resopló—. ¿Por qué no vas a supervisar la partida de su alteza, sí? Tengo que comprobar si ellos consiguieron sacar a Jamison del club y lo pusieron en camino.

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—¿Qué pasa con Jamison? —Él es a quien ella estaba dándole el baile de exhibición. Jamison. —Jake todavía no podía creerlo. —Bueno, voy a ir a ver a Fiona. ¿Conseguimos alguna armadura, un chaleco a prueba de balas, tal vez? —preguntó Dale con una sonrisa. Jake sonrió y negó. —Mi última voluntad y testamento está con Sam —anunció Dale por encima del hombro mientras salía de la oficina. Jake se rió entre dientes y se sorprendió al oír el sonido de la misma. Él todavía estaba enojado pero hablar con Dale había ayudado. Hizo su camino a la planta alta y usó la puerta principal, ya que no quería pasar por el club para llegar a la parte de atrás. Para llegar a Jamison. Dio un golpecito al pasar por Hank que estaba trabajando la puerta y continuó alrededor del edificio. Vio a Max y Tony sosteniendo los brazos de un presidente de un banco muy ebrio de pie bajo la luz de la puerta de la cocina. —Ashíííí está, el vendedor ambulante enn pershoonaa —dijo Jamison arrastrando las palabras cuando Jake se unió al grupo. Jake hizo una elevación de la barbilla a sus muchachos y le dio el presidente del banco otra por encima. —Él está destrozado —dijo, afirmando lo obvio. —Hemos estado aquí desde el mediodía, ¿verdad Tony? —dijo Max. —Sí, los ha estado golpeando de nuevo. Sky trató de conseguir que se fuera antes, pero el chico amante aquí no se quería ir. —Estaba esperando a mi Fiona —intervino Jamison con un movimiento y un arrastre de pies—. Eshaa es la mejor. —¿Alguien llamó a un taxi? —le preguntó Jake a Max. —Sí, estamos esperando a que aparezca, jefe. Jake vio a Jamison doblarse de repente por la cintura y Max dio un paso atrás mientras todavía sostenía el brazo de Jamison. Tony no era tan rápido y el vómito de Jamison salpicó en sus zapatos y pantalones. —¡Hijo de puta! Acabo de conseguir estos zapatos la semana pasada —gritó Tony antes de soltar el brazo de Jamison—. Tú eres una mierda estúpida —le gritó en el oído a Jamison. Jake contuvo su sonrisa y miró a Max que había girado la cabeza. —Voy a tomar tu lugar, Max, y esperar al taxi. Pienso que a Dale le vendría bien un poco de respaldo en el vestidor, ¿sí? Jake se movió para agarrar el brazo de Jamison y Tony ahora estaba limpiándose sus zapatos en la parte de atrás de sus pantalones mientras murmuraba obscenidades. —¿Crees que erees una claasee de semental, ¿verdad Sr. Gran jefe? Jake giró la cabeza para evitar los zumbidos y escupitajos volando de la boca del presidente del banco. Vio las luces de un auto viniendo a la vuelta de la parte trasera del edificio. Tenía la esperanza por Cristo que fuera el puto taxi.

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Lo era. Soltó el brazo de Jamison y dejó a Tony que lo ayudara en la cabina. —Oye, Rick —saludó al taxista mientras metió la mano en el bolsillo por su clip de dinero y plegó uno de cincuenta—. Llévalo a casa, ¿ok? —Seguro, Jake. Conozco la manera, esta no es mi primera vez llevando su borracho trasero a su casa. Jake sonrió y golpeó el techo del taxi como despedida mientras se volvía para hacer su camino de vuelta al club. ¡Qué maldita noche!

—¿Cómo te fue con tu profesor? —Marianne se estiró sobre el montículo de cómodas almohadas en tonos azules a un lado de la mesa de café conmigo a través de los cómodos cojines de su sofá de dos plazas en el otro. Acabábamos de terminar un infierno de comida de un plato de lasaña y una ensalada con mi casera vinagreta de cilantro limón y terminando con cannolli y café descafeinado con sabor a avellana para el postre. —Extraño —le respondí con un suspiro—. Estaba preparada para marchar allí y argumentar mi caso cuando me preguntó si estaría dispuesta a dar un discurso más, cada período de clase, para elevar mi calificación. —Recordé sintiéndome incómoda incluso acercándome al Prof. Davis desde que era solo unos pocos años mayor, preguntarle por maneras, sugerencias o ideas para elevar mi calificación. Pero todos mis grandes planes de rogar y suplicar quedaron en el camino con su más que generosa, sin embargo preventiva, oferta. —Genial —dijo Marianne en voz baja—. De vez en cuando, conseguimos un descanso de los buenos chicos. —Uh, sí —le contesté, no dejándome pensar en estar en el lado de ―los buenos chicos‖ quienquiera que sean. Recordando su advertencia respecto al señor Jamison, me pregunté ociosamente si el mundo de Marianne era en blanco y negro en lugar de la multitud de tonos grises que parecían tener en el mío. —¿Trajiste tus discursos? —preguntó Marianne mientras lentamente se puso de pie y comenzó a limpiar nuestros platos de postre y tazas de café. —Los dejé en mi bar. Voy a correr y conseguirlos —dije, sabiendo que estaría de vuelta en menos de un minuto. Cerré la puerta de Marianne y justo cuando estaba girando la llave en la cerradura de mi apartamento, escuché a Layne del cuatro, pisando fuerte por las escaleras desde su apartamento del segundo piso. —¡Hola, Cay! —Layne era nada si no entusiasta. Como diseñadora de joyas, era la ―artística‖ de nosotros en la Casa de Lela como llamé a nuestro colectivo. Aunque el nombre oficial era ―Arminster Arms‖ dado que el nombre de la abuela de soltera era Lela, parecía demasiado estirado para describir el elenco de personajes que en la actualidad residían allí. Layne era alta, con el cabello

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largo negro y elegante que siempre llevaba medio alto en giros complicados sujeto por algunas de las obras de arte que hizo a mano ―en su tiempo libre‖. »Tengo algo para ti —declaró mientras corría de vuelta a su apartamento, apareciendo de nuevo en la parte superior de las escaleras—. Entregado ayer. Mis ojos giraron y atraparon la caja grande insertada al lado de la barandilla mientras ligeramente saltó hacia abajo, la parte inferior de su cabello negro rebotando alrededor de sus hombros. —No he pedido nada —dije mientras me alcanzaba en mi puerta. Marianne asomó la cabeza desde el otro lado del pasillo a lo que pasaba. —¿Paquete sin ordenarlo? —preguntó con una sonrisa—. ¡Un misterio genial! Sentí sus ojos en mí, unos azules y otros de un marrón tan profundo como para ser negro. Tragando fuerte gentilmente agarré el paquete que Layne estaba empujando hacia mí. —La etiqueta de devolución dice que es de Meer’s —anunció Layne. Todos conocíamos los grandes almacenes de gama alta, que era el Rey de todas las cosas materiales en esta parte del mundo. Un lugar que había visitado, pero que nunca había comprado cualquier cosa, desde que sus precios estaban lejos, muy lejos de mi alcance. Tan lejos de mi alcance, que Meer’s podría haber estado en otra galaxia. —¿No vas a abrirlo? —preguntó Marianne. Layne asintió dando su aprobación tácita. —Pero no he pedido nada de Meer’s. —Estaba manteniendo mi inocencia en lo que seguro iba a ser un error. —Aw, vamos —animó Layne—. Solo un vistazo rápido. He estado muy curiosa ya que lo recibí. ¿No estás incluso preguntándote qué hay ahí? Era verdad, quería ver lo que había dentro. Volviéndome hacia mi puerta, abrí mi apartamento y las tres caminamos dentro. Con solo el bajo resplandor de luz de la estufa para guiarme, rápidamente encendí la lámpara de pie en el otro lado de la barra. Las chicas tomaron sus lugares en los taburetes mientras me afané en localizar mi cuchillo en las entrañas de mi cajón de chucherías en mi pequeña cocina. Soy una firme creyente de que cada cocina necesita un cajón de chucherías, incluso si solo hay tres cajones en la pequeña, minúscula habitación. —Vaya, Louise, Caitlin. Ni siquiera tienes un lavaplatos —declaró Marianne mientras sus ojos recorrían mi pequeña área de cocina. Es verdad, mi apartamento era el menos actualizado en el edificio, pero la abuela no había querido cualquiera de los aparatos inútiles de nueva invención o pertrechos que las otras unidades tenían. Aunque mi pequeña ducha tenía barandas en dos de sus tres paredes que los otros apartamentos no tenían. Como para colgar mis cosas de baño sin tener que comprar uno de esas cosas sobre la ducha, me dije. Encontrando el cuchillo usado, quité la cinta de la caja y saqué las aletas hacia atrás con cuidado. Una envoltura de burbuja era la capa superior que solo cubría otra caja, pero este segundo cuadro estaba cubierto elegantemente en papel de embalaje de color verde claro alegremente estampado con pequeños

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resortes de lavanda. Mientras lo saqué y alejé la caja, vi que estaba enroscado en una magnífica cinta color verde oliva atada en un moño suave y esponjoso. —¡Hay una tarjeta! —susurró Layne y me di cuenta de que tanto ella como Marianne estaban casi tan emocionadas como yo estaba sobre mi caja, mi presente, si este papel hermoso y brillante moño eran cualquier indicación. No había recibido un presente desde... bueno, ya sabes. Atrapando la tarjeta antes que cayera al suelo, puse con cuidado el paquete abajo, moviendo rápidamente la cubierta exterior al lado de mi única encimera de la cocina. Pasé un dedo por debajo de la solapa del sobre y lentamente deslicé la tarjeta de alta calidad con bordes dorados fuera. Incluso el calor de un rubor de todo el cuerpo no puede mantenerse en el frío del invierno. Disfrútalo. Dice la tarjeta. Simplemente firmada, JS. ¡Mierda! Era de Jake Mientras solo había oído su nombre completo una vez de los labios gordos del señor Jamison, también sabía que Jake era el único que había visto alguna vez algo parecido que se asemejara a un ―rubor-corporal-completo‖ en mí. Mis manos estaban temblando y mis oídos zumbando mientras me extendía a rasgar la envoltura de papel. —¿Qué dice? —le preguntó Layne a Marianne mientras se extendía por la tarjeta. Apenas estaba aún consciente de su presencia mientras mis manos tantearon para desatar el contenido de mi regalo. Mi regalo de Jake, mi mente se corrigió, mientras luchaba por hacerse oír por encima de mis fuertes latidos. Empujé el papel de regalo al suelo y abrí la caja mientras mis dedos atravesaban el papel de seda que ocultaba lo que sea que me había dado. —Supongo que no va a devolverlo, ¿eh? —Marianne estaba sonriendo con arrepentimiento mientras murmuraba en voz baja y chocó contra Layne haciendo énfasis. Mis manos sintieron la lana suave pero pesada mientras sacaba la prenda de vestir y la sostenía contra mí. —¡Es un abrigo! —dijo Layne con una palmada de la mano. Ella tenía razón. Era un abrigo, pero un abrigo como nunca había visto. Un profundo, verde y azul con un toque de marrón en su pila, que era un sueño. Del largo de un vestido, cruzado, era una visión de costuras princesa y botones de concha de tortuga. Mis manos acariciaban la calidad de su tela mientras mis ojos acariciaron el acabado de cuero marrón que bordeaba, lo que desencadenó la perfección de sus líneas. Me atreví a ponérmelo, deslizando el brazo en una manga solo para ver que la capa estaba forrada con una tela suave de color marrón dorado cálido, el color exacto de los ojos de Jake. Me apresuré ahora, queriendo sentir el calor de los ojos de Jake en mí otra vez aunque fuera solo a través de una pieza de ropa. Se ajustó como si hubiera sido diseñada solo para mí. —Santo cielo, chica —exclamó Marianne—. ¿Tienes un admirador secreto del que no sabemos? Al igual que Marianne, nadie había visto jamás a hombres saliendo de mi apartamento, principalmente porque nunca he tenido hombres en mi

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apartamento. ¿No había estado allí cuando el mejor de los mejores me había escoltado a casa? —No lo entiendo —dijo Layne mientras volvía a leer la tarjeta. Le dio la vuelta como si el reverso en blanco pudiera ofrecer una pista sobre lo que significaban las palabras. Me abotoné cada botón y até el cinturón del mismo tejido alrededor de mi cintura mientras pisaba con cuidado a través de la devastación de mi frenesí de desenvoltura que ahora llenaba el piso de la cocina. Mi apartamento solo tenía un pequeño espejo de encima de mi lavabo del baño, así que aparté las cortinas y las cortinas más de mi gran ventana frontal arqueada para verme envuelta en la belleza del regalo de Jake. Era absolutamente impresionante, pero aún mejor, me hizo ver hermosa. Pude ver sus líneas limpias y ordenadas desenfocando los bordes de mi torpeza y definiéndome en sofisticación, o al menos, lo que yo pensaba que lucía como sofisticación. Mientras que en el fondo sabía que era uno de los muchos conocidos como ―estudiantes muertos de hambre‖, lo que vi reflejado en mi espejo improvisado era una estudiante que tenía sus metas claramente establecidas y estaba en camino a lograrlas. Me giré, viendo a mi auto reflejado capturado en la superficie brillante de las oscuras ventanas mientras la falda del abrigo se levantó y luego se instaló a mí alrededor. Había incluso una capucha desmontable que descubrí mientras mis dedos voltearon el cuello antes de llegar a detenerme ante mi audiencia. Entonces puse mis manos en los bolsillos. Estaban llenos de caramelos. Oh mí… caramelo. Como el desnudo frente al escritorio de Jake. La canción sexy que había elegido. Candy Shop. Si tuviera alguna duda en absoluto de quien venía mi abrigo, los dulces en los bolsillos fueron todo lo que necesité. Pude sentirme romper en una sonrisa enorme. Era algo que no me había sentido haciendo desde hace mucho, mucho tiempo. —Oh, cariño, te ves tan hermosa —suspiró Marianne. —Dejas a todos fuera de combate, Cay. —Layne estuvo de acuerdo. Volviéndome hacia atrás para mirar mi reflejo y, por una vez en mi vida, no podía no estar de acuerdo antes de extenderme a regañadientes y cerrar las cortinas. Las chicas me ayudaron a recoger los papeles y cajas, limpiando después de mi torbellino de desenvoltura. Layne volvió a subir a su apartamento en el cuatro. Marianne y yo fuimos a su apartamento, el dos, para que pudiéramos trabajar en mis discursos. Y seguí con mi nuevo abrigo puesto todo el tiempo.

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—Jake, la línea de tres. —El intercomunicador zumbó mientras una vez más trató de darle sentido al último balance de la cadena de lavanderías que Dale y Jake estaban pensando en comprar. Pero, por más que lo intentó, su mente no estaba llena con los dólares y los centavos de la empresa que estaban pensando en comprar. Estaba llena de visiones de la piel sin defectos de Caitlin mientras el aroma de ella parecía permanecer en el aire de su oficina. ¿Llegaría a ser capaz de sentarse aquí de nuevo sin imaginar sus pechos desnudos y oler su dulce aroma terrenal? Jake se frotó los ojos cansados mientras levantaba el auricular y apuñalaba en el botón de la línea tres. —Stanton —respondió dándose cuenta que su voz era más como un gruñido que la habitual por la interrupción. —¿Jake? —la suave voz susurró en su oído. Se disparó derecho en su silla, que estaba a solo dos latidos por delante de su polla haciendo lo mismo, mientras reconocía al instante la voz de Caitlin. —Es Caitlin. ¿Caitlin Tomas? —Su dulce y suave voz, se detuvo—. Recibí el regalo, el abrigo —continuó—. Es hermoso. —Me alegro que te guste, querida —gruñó imaginándola usando lo que él había escogido. Había sido toda una incursión para él en la sección de prendas de vestir exteriores de la tienda por departamentos. Él se dio cuenta que su estatura y físico de alguna manera hacían que se destacara entre la multitud, pero no había estado buscando el tipo de atención que había recibido cuando estuvo allí. Tras cerciorarse de que la mujer regordeta y pequeña, con el curiosamente cabello teñido de naranja, era una vendedora, él descaradamente ignoró todas las otras mujeres que se habían reunido a su alrededor ofreciendo sugerencias después de haber murmurado: ―¿Abrigos de mujeres?‖. —¿Cómo sabes mi talla mucho menos que yo necesitaba uno? —preguntó Caitlin con su voz suave y entrecortada. ¿Era posible venirse con solo escuchar su charla? Obviamente lo era, ya que el comercio de sexo telefónico era un negocio muy lucrativo y algo en lo que él y Dale habían considerado entrar, pero que descartaron. El club de striptease, habían decidido mutuamente, era el único campo en la vereda sórdida del sexo en el que estaban dispuestos a participar. Pero Jake nunca pensó que iba a ser susceptible a conseguir sus bolas drenadas por solo hablar en el teléfono, aunque el sonido de la voz de Caitlin lo tenía definitivamente considerándolo. Presionó la palma de la mano en su dura longitud, en un esfuerzo para aliviar la inmediata pulsación que su voz había causado.

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Al darse cuenta de que aún no había contestado, Jake tomó una respiración audible. —Sentí cuan delgado era el tuyo cuando te vi fuera del Estado. Adiviné la talla. —Aunque, verdaderamente Sharon-la-empleada-de-ventas fue la que escogió la talla basada en la descripción detallada de Jake. Casi se echó a reír en voz alta recordando como los ojos de Sharon se redondearon y ampliaron por como de minucioso Jake había descrito la figura de Caitlin. —No puedo recordar cuando he tenido un mejor regalo. —Su suave voz lo estaba volviendo loco y podía sentir su polla palpitar de nuevo en respuesta al sonido. —Como la tarjeta dice, Caitlin. Disfrútalo. —Gracias, Jake, por el abrigo y el caramelo. Realmente significa mucho. — Escuchó un suspiro. —Escucha, cariño, ¿estás disponible para comer algo mañana? No sé, ¿cuál es tu horario? —Mintió ya que él tenía su horario de clases casi memorizado, así como su agenda de trabajo. Mañana, lunes era Biología y Oratoria separados por el hogar de ancianos y terminando con el lavado de autos. —Uhm, mañana por la noche podría estar bien —dijo ella vacilante—. ¿Digamos alrededor de las seis? Los lunes en el club era por lo general un lavado, ya que era la noche más lenta de la semana. Las seis era un poco temprano para él, pero sabiendo que por lo general o estaba ya sea en movimiento o estudiando desde tempranas horas hasta cerca de la medianoche, las seis de la tarde era factible. Jake sacó el archivo de ella porque estaba un poco confundido ya que Héctor Suárez había informado a Rich que ellos cerraban el lavado de carros cada noche a las ocho en punto. Tal vez había reorganizado su agenda desde que el reporte había sido realizado. —A mí me funciona. Vestimenta informal. —Nos vemos, entonces —confirmó Caitlin. —Hasta luego, bebé —respondió con un tono indicando claramente su reticencia en dejarla desconectar el teléfono a pesar de que sabía que tenía que hacerlo. Pero su corazón seguía corriendo mientras desconectaba la llamada. —Abajo, muchacho —murmuró como si la frase de su juventud funcionara mejor en su polla de casi de treinta años como lo hizo entonces. Jake volvió a levantar las hojas financieras indescifrables de Suds 'N' Duds y trató de darles sentido.

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Capítulo 6 —Recomiendo las enchiladas de pollo —me dijo Jake mientras leíamos nuestros menús en el restaurant y cantina ―Enrique’s Taste of México‖ justo a media cuadra de la avenida principal de nuestra pequeña ciudad. Deslicé mis ojos sobre la hoja plastificada para encontrar los suyos con una cálida sonrisa. —Suena bien para mí —acordé mientras miraba alrededor del restaurante. Nos habían asignado una cabina en el medio del restaurant elegido por él, que estaba decorado en cada pared y cada lámina del techo con piñatas diferentes hechas a mano y llenas de color. El Enrique’s era un lugar cómodo y bien conocido de nuestra zona que ofrecía excelente comida, espectaculares bebidas y personal agradable. Me sorprendió cuando Jake se deslizó a mi lado en la banca, lanzando nuestras chaquetas y mi bolso al asiento del otro lado de la mesa. —Entonces, Jake. —Empecé después de que la camarera se acercara sin hacer ruido y, con una sonrisa, entregara nuestras papas fritas, la salsa y las bebidas después de tomar nuestras órdenes de comida—. De alguna manera sabes mucho acerca de mí. Le sonreí con ironía y giré mi cuerpo hacia él. Vaya, alguna vez. —¿Te importaría ser recíproco? —Enganché con mis labios el pitillo que estaba atrapado en la parte superior de mi espesa margarita virgen para cubrir mi vergüenza por permanecer pegada a él. —¿Quieres que te salpique alguna información, cariño, para equilibrar las cuentas? ¿O debemos ir a Mahmood para que sacuda su pene sobre mí otra vez? —preguntó Jake con una sonrisa, sus ojos cayendo a mis labios que estaban apoderándose del pitillo. Deslizó su brazo por encima de la parte superior del asiento detrás de mí mientras mantenía sus ojos fijos en los míos. Mierda. Podía sentir el rubor comenzar a subir de nuevo a pesar de que había jurado, jurado que actuaría como un adulto en nuestra cita. Y lo haría, había juzgado que lo estaba haciendo bien hasta que mencionó ―salpicar‖, sin importar la referencia al Mahmood. —Eh, ewww. No. Lo que quiero decir es… ¿cuál es tu historia? Los ojos de Jake se clavaron en los míos por un par de latidos antes de que comenzaran a recorrer las festivas paredes y echar un vistazo a la sala de comedor que estaba lenta, pero constantemente, llenándose de gente. —No hay mucho que contar, supongo —dijo finalmente tomando su cerveza. Miró por todas partes excepto a mí mientras tomaba un largo trago antes de volver a sujetarme con su mirada dorada. Le di tiempo, tal como él me había dado en mi desastre de entrevista.

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»¿Qué tanto quieres saber, preciosa? —gruñó, levantando una ceja de esa manera que ahora me era familiar. Todo, susurró mi corazón, pero solo levanté las cejas e imité su gesto de ―ven‖ con la mano casualmente mientras tomaba otro sorbo de mi bebida, usando la lengua para enganchar el pitillo. Vi una lenta sonrisa trabajar su camino hasta su rostro mientras lo veía observar mi movimiento de la mano y luego regresó a mirar mi boca. No había pasado por alto que me había llamado ―preciosa‖ dos veces. —Nací y crecí aquí. Mi mamá se fue cuando tenía tres años, así que fuimos solo mi hermano que tenía seis en ese momento y yo. No la recuerdo, pero mi hermano recuerda que papá era un desastre cuando ella se fue. Papá nunca se recuperó de su partida, si quieres saber la verdad. Jake hizo una pausa y comió una patata después de cargarla de espesa salsa, masticando pensativamente antes de continuar. —Uno de mis primeros recuerdos es el de Frank de pie sobre una silla cerca de la estufa preparando sopa de pollo con fideos enlatada para nuestra cena. —La cara de Jake era una mueca mientras estaba perdido en los recuerdos, utilizando lentamente su pulgar para quitar la etiqueta de su botella de cerveza—. Él ni siquiera sabía que había que agregar agua a la sopa hasta que estuvo en segundo grado y pudo leer la etiqueta. —Su voz se detuvo y pensé en cambiar la dirección de sus pensamientos y deshacerme de esa mueca. Aunque, incluso el ceño fruncido logró que sus ya magníficas características se convirtieran en una hermosa visión de su honestidad toda masculina. —¿Cómo conociste a la señora Baxter? —No sé si la había visto antes o qué, pero tenía seis. Frank me estaba enseñando a andar en dos ruedas cuando hice mal un giro. —Vi como el rostro de Jake suavizó su ceño fruncido y adquirió una expresión que solo podía interpretar como ―amor‖—. El raspón en mi rodilla era bastante malo y estaba llorando, muy fuerte, tanto por el golpe en mi rodilla como por la cara de Frank viéndolo. Supongo que la Sra. Lilly había visto nuestras travesuras desde su ventana de la cocina y había captado todo. Llegó corriendo con un botiquín de primeros auxilios bajo el brazo y me curó con algún tipo de crema, una curita y un cootch y una Coodle. —¿Cootch y una Coodle? —repetí, no había oído nunca esa expresión. —Lo que tú llamarías un abrazo y un beso, ¿sí? —respondió Jake con una sonrisa que inclinó su boca hacia la mía. —Un gran nombre para eso —dije atrapada en la magia de su historia y de sus ojos. —Se convirtió en nuestra chica a la que acudir. Siempre que Frank o yo necesitábamos a alguien para algo, la Sra. Lilly era lo único que teníamos. Papá era un descuidado incluso en cuanto a recordar que tenía hijos, por lo que dependíamos de ella para todo. Cuando tenía como ocho años, Frank y yo llenamos nuestra pequeña carreta con el correo apilado sobre la mesa de la cocina y lo llevamos directo a donde ella. La Sra. Lilly nos hizo abrir sobre por

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sobre y colocar el contenido en pilas separadas. Una vez que hicimos eso, se llevó las manos a la cara y se puso a llorar. Frank y yo estábamos tan asustados que casi morimos. Descubrimos que había cheques por el pago de alquiler de las tres propiedades de papá, tanto como facturas por pagar de hace cuatro meses. —Lo vi tomar otro sorbo de su cerveza. Sus ojos se veían muy lejanos. »Fue la Sra. Lilly quién enseñó a Frank cómo hacer un depósito en el banco y obligó a papá a firmar los cheques que Frank escribía. Incluso nos hizo hacer un cheque a nombre de ella para poderlo cambiar y darnos efectivo para pasajes y compras en la tienda de víveres. Ella era nuestro ángel. Hubo un espacio de quietud mientras procesaba sus palabras. Podía ver a la señora Baxter haciendo eso, teniendo a ambos muchachos bajo su ala, tratándolos como si fueran sus propios hijos. Muy parecido a lo que había hecho conmigo. —¿Cómo entraste en el negocio de los clubes de striptease ? —pregunté en voz baja, tomando mi propia botana y sumergiéndola en la salsa. Existen dos escuelas de pensamiento respecto a la salsa: una suave y una espesa. Estaba firmemente arraigada a la suave. —Se vendió una de las casas que heredé, así como una estación de gasolina después de Dale. Mi socio de negocios y mejor amigo, me convenció de que era una gran inversión. Habíamos comprado y reformado la estación de servicio de la salida Este de la ciudad y luego la vendimos a Mahmood, quien también era un pedazo de mierda entonces. —Jake tomó otro largo trago antes de continuar—. Eso, junto con los ingresos de la casa, y con lo que pusimos con Dale, pudimos comprar el club de plano —replicó, aunque sabía que no era toda la historia. Estudié la mano de Jake, que seguía trabajando en la etiqueta de la botella de cerveza, mientras yo trataba de añadir todas las palabras que habían quedado sin decir en la imagen que había creado. —Debí haber dicho ―Cuestión de suerte, supongo‖ como la línea de aquel viejo chiste. —¿Qué viejo chiste? —pregunté con una inclinación de cabeza para indicar mi confusión y me sacudí de nuevo para volver al aquí y ahora. —¿Qué hace una buena chica como tú en un sitio como éste? —respondió con una sonrisa antes de inclinar lo último de la botella a sus labios sonrientes. Colocando juntas las piezas del chiste, me reí mientras la camarera con las manos cubiertas con guantes de horno deslizaba nuestros platos delante de nosotros. —¡Caliente! —advirtió antes de preguntar si queríamos recambios en nuestras bebidas. Extraño, pero todo el tiempo, o al menos desde que mi risita salió de mi boca, Jake se me quedó mirando. Sacudí mi cabeza y le dije a la camarera que estábamos bien por el momento. No tomamos los primeros bocados ya que los dos esperábamos a que la comida se enfriara. Adiviné que Jake había decidido que cambiar el sentido de la conversación era una jugada justa.

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—Entonces, me dices cosas respecto a tu vida, la muerte de tus padres, etc., etc. ¿algo más que quieras añadir a eso? Asentí mientras cargaba mi tenedor. Esto era una treta enferma para mí. Toneladas de comida por la que no había pagado, demonios, si, iba a invertir tanto de mi misma como él estaba invirtiendo en mí, siendo mi compañía. —Tomé un año sbático para asntarme y retomr el rmbo…. El balbuceo se debió a mis esfuerzos de tratar de no salir del estado ―cool‖ a pesar de que mi enchilada me estaba chamuscando. Tratar de soltar algo que ya está en tu boca y que además está más caliente que el infierno mientras tratas de mantener el final de una conversación y continuas tratando de ser cool, es lo peor. ¿Todavía no has tenido esa experiencia? Créeme, no es divertida. Vi como Jake hizo esa cosa de levantar una sola ceja mientras movió su mano hacia su pecho. ¡Oh! Sabía lo que eso significaba. Jake quería más información. —Me tomé un año sabático para asentarme y retomar el rumbo —repetí mientras sorbía y luego soplaba en el bocado remanente en mi tenedor—. Mi hermana estaba en el auto cuándo ocurrió el accidente. Fue la única que sobrevivió, pero estuvo en coma por ocho meses. Me entretuve, enredando los hilos de queso derretido por encima de mi tenedor en el siguiente bocado. ¿Realmente confío en él lo suficiente como para compartir la mierda absoluta de cómo estaba perdida sin mi familia y las nuevas responsabilidades que sus pérdidas habían originado? —Con mamá y papá fallecidos, era la única familiar que me quedaba. — Mantuve los ojos en mi plato mientras finalmente compartía la peor parte de eso, lo más malo de lo malo dentro de mí. »Yo, ah... tuve que… —Tuve que parar por un momento. Quería sacar esto. Pero esto, esto era muy profundo y no quería salir, ser vocalizado—. Fui quién dio el visto bueno para apagar las máquinas que la mantenían con vida. Allí. Lo dije y nunca, nunca había compartido eso con otra alma viviente. No quería ver su rostro, convencida de que tendría la mirada piadosa, la cual, viniendo de él, me aplastaría absolutamente. Pero cuando me aventuré a darle una mirada, él todavía estaba usando el pulgar para sostener la botella de cerveza para raspar la etiqueta. Hizo una inclinación de cabeza rápida con una sonrisa simpática —mis jueces mentales le dieron un diez perfecto tanto por el intento como por la ejecución—, antes de llegar a su tenedor. Jake retiró su brazo de mí mientras los dos comenzábamos a aplicarnos en nuestras respectivas comidas. No pasó mucho antes de que nos engancháramos en tomar bocados del plato del otro, dado que su burrito de carne asada estaba tan bueno como las enchiladas de pollo que había recomendado. La camarera vino a ver cómo estábamos. Jake, después de decirle de nuestra satisfacción con todo, conmigo asintiendo de acuerdo pero con la boca demasiado llena para hablar, le pidió que nos tomara una fotografía con su teléfono.

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Me quedé muy sorprendida. Me conmovió. —¿Quién es este tipo? —me pregunté mientras le sonreí a la cámara sin darme cuenta de que en realidad lo había murmurado en voz alta hasta que oí el ladrido de la risa de Jake. Jake sin expresión era caliente. Jake con una sonrisa era mega-caliente. Jake riendo a carcajadas de algo que has dicho, tirando de ti más cerca mientras su cabeza cae hacia atrás con la fuerza de la carcajada que tú causaste. No tiene precio. Sentí, más que ver, el flash de la cámara de su teléfono, dado que aún estaba perdida dentro de mi cabeza, perdida en los sonidos de su risa. —Debí haber ordenado dos, viendo cómo no eres nada tímida a la hora de comer de mi plato —bromeó Jake. Echando un vistazo a las migajas que quedaban en mi plato y luego en mi tenedor que estaba generosamente amontonado con la carne y el queso de su burrito e incluso arremolinado en sus frijoles y arroz, me reí. —Supongo que tenía hambre —le respondí con una sonrisa—. Por supuesto, ¡siempre tengo hambre! —Llevé el tenedor lleno a mi boca, rodé los ojos y me meneé un poco en el éxtasis ante el sabor. Jake me miró masticar y la pequeña sonrisa que había estado conteniendo se deslizó lentamente de su cara. —¿Qué? —le pregunté después de tragar mientras él mantenía sus ojos en mí. Levanté mi servilleta y limpié completamente alrededor de mi boca. ¿Tenía algo en la cara? —Nada —dijo Jake suavemente envolviendo su brazo alrededor de mí otra vez—. Simplemente disfrutando la vista. Así como tu sonrisa, niña bonita. Levanté la vista y nuestros ojos se encontraron. Sentí que mi cuerpo se ponía tenso mientras sus dedos se deslizaron por la parte trasera de mi cuello trayendo mi cara más cerca de la suya. Vi sus ojos de nuevo bajar a mi boca y de alguna manera se me olvidó cómo respirar. Su rostro se suavizó cuando dijo: —Nunca pensé que me iba a encontrar comiendo… —¡Jake! —Oí una voz masculina más allá, cortando las palabras de Jake. Los dos nos volvimos a mirar hacia el pasillo. Escuché a Jake murmurar ―mierda‖ en voz baja mientras espiaba el gigante rubio de pie junto a nuestra mesa. Era fácilmente de la altura de Jake o más, con una cara muy abierta, infantil que estaba sonriendo de alegría al ver a Jake. —Hank, Fiona —dijo Jake con una inclinación de cabeza. Me había perdido totalmente de ver a la pelirroja alta y de piernas largas de pie ligeramente detrás y a la derecha del hombre rubio grande. Ella era hermosa, a pesar de que llevaba demasiado maquillaje, pero su ropa no parecía coincidir con su belleza. Su camiseta de color rosa suave con volantes y plisados sería muy elegante si ella fuera una niña de trece años de edad, pero quedaba solo un poco demasiado apretada a través de su gran pecho y la falda de color

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caqui era solo un poco demasiado corta y desviada por la frontera entre ―sexy‖ y ―vulgar‖. —Ella es Caitlin —dijo Jake—. Caitlin, ellos son Hank y Fiona. Hank es guardia de seguridad en el club y Fiona solía bailar allí. —Hola, Hank, Fiona —ofrecí mientras me inclinaba hacia Jake, balanceándome mientras me inclinaba hacia delante con una mano en su firme muslo—. Encantada de conocerlos. Hank empujó nuestros abrigos en la esquina y se sentó frente a nosotros tirando a Fiona detrás de él. Miré a Jake y pude ver un músculo comenzar a temblar en su mandíbula apretada cuando su mano pasó de mi cuello y se trasladó hasta el hombro, donde comenzó a frotar mi brazo. Mientras no se dijo nada, me dio la impresión de que tener a esta pareja acompañándonos en este momento particular era inoportuno. Los ojos de Fiona siguieron la caricia de Jake en mi brazo. —Lisa dijo que había una espera de 45 minutos y la barra estaba llena, tendríamos que esperar de pie. ¿No les importa compartir la mesa, verdad Jake? —preguntó Hank con una amplia sonrisa. Me sorprendí sonriéndole a Hank a cambio. Con una sonrisa en respuesta, Jake negó, pero dijo: —Estamos casi terminando, sin embargo. ¿Postre, cariño? —preguntó en voz baja, volviéndose hacia mí mientras me halaba más apretada a su costado. —Claro —le susurré, atrapada como siempre, en su mirada dorada. —Un flan y dos cafés —dijo Jake a la camarera cuando despejó nuestros platos—. Y creo que estos dos quieren ordenar. Miré por encima de la mesa y capté la mirada de Fiona mientras observaba nuestro intercambio. No tenía ni idea de lo que estaba pasando en su cabeza, pero de seguro que parecía que tenía un palo en el culo, si su labio acurrucado era una indicación. —Entonces, ¿cómo se conocieron? —preguntó Fiona en voz un poco alta después de que ella y Hank ordenaron—. Quiero decir, honestamente Jake. ¿Estás rondando escuelas secundarias ahora para conseguir carne fresca? —Bebé —dijo Hank en voz baja, pero en un tono de advertencia, poniendo una mano en su brazo. —Fiona —advirtió Jake en un tono agudo—. No empieces. —¿No empiece qué, cariño? Solo estaba preguntando cómo se conocieron, eso es todo. Ella solo parece un poco, bueno, demasiado joven para alguien tan experimentado como tú. ¿Cuántos años tienes, Cathy, diecisiete, dieciocho...? — Fiona dejó que su voz se apagara mientras sus ojos recorrieron mi camiseta Henley color crema que había combinado con una gargantilla de cuero y turquesa, y aretes de turquesa tachonados. Me había tomado el tiempo para utilizar la plancha en el cabello e incluso había añadido un poco de rímel y rubor. Pensé que lucía bonita cuando Jake se presentó a mi puerta. Ahora, sin embargo, bajo la dura lectura de Fiona, no estaba tan segura.

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»¿Tu mamá siquiera sabe que estás fuera o que te sales por la ventana del dormitorio para estar con Jake a escondidas? —continuó maliciosamente. Mis ojos parpadearon lentamente mientras trataba de calmar a mi perra interior y evitar abofetearla. —Mi madre está muerta, Fiona, y soy lo suficientemente mayor como para no tener que colarme en cualquier lugar, pero gracias por tu preocupación. —Mi voz estaba un poco en el lado frágil dado que me sentía como si estuviera siendo atacada, pero no estaba segura de por qué ella sentía la necesidad de hablarme de esa manera. Si pensaba que simplemente iba a aceptar su mierda, tendría que buscar otra cosa. Oí a Hank gemir y disparé mi mirada a la suya. Sus ojos se disculparon cuando se encontraron con los míos. —Su nombre es Caitlin, Fiona —gruñó Jake en voz baja pero con firmeza—. Y tu juego termina ahora. —¿Qué juego, querido? —Fiona escondió sus ojos e hizo algo con su boca que hizo que le creyera que estaba tratando de lucir sexy, pero realmente no era atractivo para nada—. Después de todo, tenemos una historia juntos, Jake. Solo estoy preocupada por tu bienestar. No quisiera que fueras encerrado con cargos de abuso de menores, ¿verdad? —ronroneó ella mientras sacudía su cabello, lo que causaba que su escote sobre expuesto temblara como gelatina. ¿No existían reglas respecto a cuan bajo puede ser un cuello en V? Ewww… mi mente finalmente captó las palabras de Fiona. ¿Él había tocado eso? Tuve una imagen de ello y no fue bonita. ¿Mi precioso Jake y esta prosti? Oh, al infierno que no. —Fue hace mucho tiempo, Fiona, y solo por poco rato. —Pero fue realmente bueno mientras duró, ¿no es así, Jake? —presionó con una mirada triunfante hacia mí. —No, no lo fue —dijo Jake firmemente—. Lo lamento, Hank. Levanté la vista a tiempo para ver los ojos de Jake reunirse con los de Hank antes de que el gigante rubio se encogiera de hombros. Jake incluso me dio una mirada antes de suspirar. No entendía lo que estaba trabajando detrás sus ojos, pero estaba segura de que, lo que fuera que eso era, no era algo que él quería decir, o que yo supiera. —Eras una mierda en la cama cuando comenzamos y se puso peor cuando te enteraste de que no iba a andar por allí agarrado por mi polla para comprarte todas las cosas que pensabas que merecías simplemente por estar extendida para mí. Y ¿la verdad? Significabas poco para mí cuando comenzamos, y nada para el final de esa semana. Así que, detén esta mierda ahora. La única historia real que tenemos es que yo firmo tus cheques de pago. Mi corazón estaba corriendo mientras miraba las palabras de Jake golpear. La mueca de Fiona se había ido y había extendido sus labios en una pequeña y poco atractiva línea mientas escuchaba. La camarera trajo nuestros cafés y flan a una mesa en completo silencio.

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Jake miró a Hank y parecieron compartir un momento de una conversación silenciosa. Hank nos acercó nuestras chaquetas y mi cartera mientras Fiona parecía fascinada con el patrón de la mesa. —Creo que vamos a terminar la noche —gruñó Jake mientras nos levantábamos y me ayudó a ponerme el abrigo. Hizo un levantamiento de quijada a Hank antes de colocar su mano en la parte baja de mi espalda, guiándome fuera del restaurante, sin nunca dar a Fiona ni un vistazo mientras nos marchábamos. Sentí que era mejor si solo nos marchábamos en silencio. Irme con Jake a mi lado, sosteniendo mi mano. —Este es un espacio realmente agradable —murmuró Jake más tarde mientras colgaba nuestros abrigos en el pequeño estante en la pared al lado de mi puerta. —¿Espacio? Creo que estás estirando la verdad si llamas a esto un ―espacio‖. Habíamos compartido una cena grandiosa que había resultado sorprendentemente divertida y disfrutable, más allá del encuentro con Fiona. Nuestro viaje de regreso a mi casa nos encontramos riéndonos y bromeando entre nosotros. No me había dado cuenta de que Jake tenía tal sentido del humor, y mucho menos una tendencia seria a los juegos de palabras y yo me había desenrollado completamente bajo su mirada cálida y sutil aunque de gran nitidez y su ingenio. Descubrimos nuestras diferencias y similitudes argumentando sobre las estaciones satelitales del estéreo de su auto. Estaba completamente enamorado de cualquier cosa de los 70 u 80 y yo era parcial al hip-hop y al nuevo jazz. Nos tomamos el pelo el uno al otro sin piedad sobre nuestras elecciones mientras escaneábamos a través de las diferentes estaciones. En un momento, echó la cabeza hacia atrás y rugió cuando estábamos en un semáforo y le recordé que el hilo musical de los ascensores tocaba algo de la música que le gustaba especialmente. Como en el restaurante, estaba fascinada por Jake riendo. Ahora estábamos de regreso en mi apartamento, para mi decepción, terminando la velada. —Te ofrecería una bebida, pero todo lo que tengo es el agua del grifo — admití suavemente colgando mi abrigo en el estante de madera barata antes de deslizar mis manos sobre él, para suavizarlo, acariciarlo. Cualquier dinero extra que tenga ahora iba a la reparación de la ―bestia‖ y para cualquier emergencia con mis arrendadores. —No te preocupes, cariño —susurró Jake. Hubo un par de segundos de silencio en los que pude sentir sus ojos en mí antes de escucharlo retumbar—. Cait, ven aquí. Giré en su dirección y capté el brillo en sus ojos dorados. Dio unos pasos hacia mí, que con su larga zancada y mi espacio minúsculo, hizo que me tuviera en sus brazos en menos de un parpadeo.

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—Necesito probarte —murmuró antes de bajar la cabeza mientras sus brazos se apretaron a mí alrededor. Mantuve mis manos en su pecho entre nosotros para prevenirlo de sentir la reacción de mi corazón a sus suaves palabras, pero planté mi boca para ofrecerle mis labios. Esto era lo que había estado esperando, deseando y anhelando tener y, mientras su boca se reunió con la mía, resultó ser mucho mejor de lo que imaginaba acostada sola en mi cama. Suaves y húmedos y sin embargo imperativos, sus labios se movieron sobre los míos antes de que su lengua me hiciera cosquillas en la comisura de la boca en una silenciosa petición para que la abriera. Mis labios se separaron y la lengua de Jake se deslizó dentro. Ondulando suavemente, con la cabeza inclinada para ganar aún más acceso. Aunque traté de detenerlo, un gemido se escapó de mí al mismo tiempo que el espasmo silbó alzándose entre mis piernas. Sentí un latido de respuesta en el creciente bulto que estaba presionando contra mi cadera y me di cuenta que no era la única afectada por la actividad de nuestras bocas. Perdida en el conocimiento de que era seguro que Jake me deseaba tanto como yo a él, deslicé mis manos hasta rodear sus anchos hombros, con una mano deslizándose más hacia arriba para sumergirse en su cabello largo y grueso y mantener su cara pegada a la mía. Sus manos también se movían. Inclinándose, capturó mis nalgas revestidas en jean y trajo a mi cuerpo en contacto directo con la dureza dentro de sus vaqueros. Doblando las rodillas ligeramente, movió sus caderas para estrujarse contra mí. Todas las cosas rosadas estuvieron en alerta roja ante su maniobra de agarrar y frotar. Drenó mi lengua en su boca y comenzó a succionarla, imitando el ritmo de sus caderas. Después de unos momentos, dejó mi lengua para chupar mi labio inferior, chasqueando con la punta de su lengua. Me estaba derritiendo. foco.

Su boca, mientras se retorcía, lamía y chupaba, se convirtió en todo mi Lo deseaba. Deseaba esa boca en mí. En todo mi ser. Su boca comenzó a enlentecerse y lo sentí comenzar a retirarse. Pero no estaba lista. Ni de cerca.

Incliné la cabeza empecé a usar sus movimientos, aquellos que me acababa de enseñar, usándolos en mí, en él. Toqué la punta de la lengua para moverla lateralmente contra la costura de sus labios cerrados, invadiendo su boca para enredar mi lengua carnosa y

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húmeda con la suya. Bebí la punta y, mientras dibujaba más dentro de mi boca, chupé un poco más duro usando mis labios para capturarlo y estrujarlo. Primero succioné su labio superior, luego el inferior, recordando lamer y estrujar cada uno de ellos, cuando me di cuenta de que los sonidos que escuchaba no eran solo de Jake. Los besos de Jake me hacían arder. Pero yo, usando mi boca en él, me hacía arder todavía más. Ambos nos detuvimos un poco y los besos se volvieron más cortos, más suaves antes de desenganchar nuestras bocas. Jake apretó su frente contra la mía y en el silencio me pareció que él estaba jadeando tan fuerte como yo. —Vaya —le susurré cuando finalmente tuve suficiente aire para hablar y suficientes células cerebrales para articular una palabra. —Joder, cariño. —¿Y? —No sabía cómo iniciar lo que quería que sucediera a continuación. Lo único que sabía es que lo deseaba. —Me voy a retirar tan pronto como pueda hacer que mis pies vuelvan a trabajar —murmuró Jake halando mi cabeza hacia su pecho mientras usaba su otra mano para apretar mi espalda. —¿Te vas? —Levanté la cabeza y lo miré. ¿Sonaba tan decepcionada como me sentía? Esperaba que no. Pero ¿él no me deseaba? —Quiero tomar esto despacio. Saborearlo, ¿sí? —gruñó suavemente en mi cabello. ¿Eh? Al demonio con ir despacio. O ¿qué tal si saboreamos el enredarnos despacio? Oh, Dios. Por favor, no me dejes escapar de lo que estoy pensando esta vez. —¿Estás seguro? —Dios, hubiera querido ocultar la decepción creciendo dentro de mí cuando hablé. Pero incluso podía oír el tono de mi voz diciendo mucho más que las palabras que salieron de mi boca. —Estoy seguro, hermosa. —Jake me dio un beso en la nariz antes de darme un apretón final mientras bajaba los brazos. Nos pusimos de pie inmóviles por un momento, cerca pero sin tocarnos. Enderecé mi top y Jake agarró su correa para tirar de sus pantalones hacia arriba, al mismo tiempo que nuestros ojos permanecían encontrados. Finalmente rompí el silencio. —Me divertí esta noche, Jake. Gracias. —Yo también. ¿Quieres intentarlo de nuevo mañana? No, ¡quería probarlo malditamente… ahora!

esta

noche!

¡Quería

probarlo...

justa...

—¿Te refieres a salir otra vez? —¿Qué te pareció que quise decir, niña bonita? —Su sonrisa maliciosa me dijo que sabía exactamente la dirección en que había ido mi mente con su pregunta.

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—Sí, me gustaría eso. —Mi voz sonaba tranquila en el exterior. ¿En el interior? Mi cerebro estaba gritando, ¡Sí, por el amor de Dios, por favor! —¿Misma hora? Asentí, sin confiar en poder contener mis gritos internos de placer si abría la boca. Lo acompañé hasta la puerta y recibí un beso dulce, duro pero corto. —Sé buena, cariño. —Hasta luego, Jake. Me tomó horas llegar a dormir esa noche.

Jake se giró mientras se subía a su auto y echó un vistazo a las ventanas de Caitlin. Lo que había dicho lo tenía riendo y apoyándose en la puerta del auto abierta mientras observaba. Allí estaba ella, su chica, su silueta reflejada en las cortinas transparentes, con los brazos levantados sobre su cabeza, haciendo ―cuernos de metal‖ cuando gritó, ―¡anotación!‖ lo suficientemente fuerte para ser escuchado desde la calle, antes de que comenzara a bailar alrededor de su apartamento en evidente regocijo. Él todavía estaba riendo mientras se abría camino a casa de ver la imagen de su danza feliz de la victoria. A Jake le tomó horas llegar a dormir esa noche.

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Capítulo 7 Jake estaba funcionando en piloto automático mientras conducía a casa de Caitlin la noche siguiente. Mientras maniobraba el auto por las calles con calmada eficiencia, su mente estaba, como lo había estado durante las últimas pocas semanas, enredada. ¿Cómo iba a evitar arrastrar toda esa limpia dulzura, toda esa belleza al suelo y follarla hasta que no pudiera andar cuando ella hiciera algo tan inocente como, digamos, solo abrir la jodida puerta? Le tomó todo lo que tenía anoche salir y dejarla con solo una boca hinchada. suya.

Pero, joder, esa boca. La sensación de ella en sus brazos. Su boca en la Ayúdame, pensó, totalmente queriéndolo decir como una oración.

Incluso hasta tuvo que utilizar el puño jodiéndose a sí mismo dos veces antes de que pudiera pensar en dormir. Parte de ello sabía que era porque la había visto casi desnuda y tenía los recuerdos de sus curvas así sin ropa. Su cuerpo estaba hecho para las manos de un hombre con sus finos y llenos pechos, su marcada cintura y redondo y tembloroso culo. Incluso su olor, Dios, pensar en el aroma de su excitación podía enviarle por el borde. Afortunadamente, anoche solo había conseguido un breve atisbo o hubiera perdido el control. Aunque, casi lo había hecho cuando ella inocentemente, vacilante, había tomado el control en el beso y usó sus propios movimientos en él. No creía que alguna vez hubiera sido besado así. De hecho, sabía que no. La había dejado sabiendo que lo deseaba, que se habría abierto a él si hubiera hecho el más ligero movimiento, si hubiera dado la mínima indicación. Y él había querido, joder, lo quería. Pero dijo en serio lo que dijo. Realmente quería ir despacio con ella. Aunque, no sabía cuánto tiempo iba a ser capaz de aguantarse. Especialmente después de haberla atrapado haciendo su feliz baile de alegría. Por él. Dios, por él. La primera vez que hacía esto, una segunda cita. Pero entonces, pensándolo bien, no había tenido tantas primeras citas tampoco. Rondar había sido su estilo, andar por un club, cualquier club y escoger cualquier hembra que encontrara atractiva, que le llamara la atención. Y ellas nunca decían que no.

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Pero nunca estaban alrededor cuando se despertaba al día siguiente ya que él se iba del sitio o se aseguraba de que ella dejara vacante su lugar lo antes posible cuando la fiesta se terminaba. Pero quería una segunda cita con Caitlin. Solo quería estar con ella. —¿Este sitio en serio tiene las mejores hamburguesas de la ciudad? — preguntó Caitlin mientras miraba alrededor del comedor adjunto a Greatway Lanes, la bolera local. —Las mejores que he probado. Ruidoso como el infierno pero… —Jake se encogió de hombros. Su conversación no fluía como lo había hecho la noche anterior. Ambos estaban demasiado conscientes del otro, sus ojos encontrándose y apartándose solo para volver a atraparse otra vez. Jake se encontró observando sus movimientos, la forma en que gesticulaba cuando hablaba, como jugaba con el mantel de papel y los cubiertos todavía envueltos en su servilleta cuando hacía una pausa para pensar antes de responder. Llevaba su cabello en una coleta esta noche y Jake quería liberarlo, recorrer su mano por su extensión, sentir el pesado deslizamiento a través de sus dedos. Los toques casuales de ayer tampoco estaban. Cada roce de sus dedos, incluso solo golpear inocentemente los hombros, parecía detener sus palabras. Probablemente no debería haberse sentado junto a ella como lo había hecho anoche pero la quería cerca, muy cerca. Intentó poner una mano en la parte posterior de la cabina y un enrojecimiento subió a su rostro. Cristo, sabía exactamente dónde en su cuerpo sus rubores eran visibles y quería, necesitaba poner sus labios ahí. Caitlin se inclinó más cerca, poniendo su hombro bajo su brazo mientras susurraba: —¿Estás tan incómodo como lo estoy yo? suya.

Jake giró la cabeza y metió la barbilla para presionar su frente contra la —Seguro que lo estoy, chica bonita. —Bien —anunció ella. —¿Bien?

—Claro. ¿No has escuchado que la miseria ama la compañía? —Sus labios jugaron con una sonrisa. Jake dejó caer su brazo desde detrás de la cabina para descansarlo en sus hombros. —¿Eres miserable, Cait? Pareció tomarse un minuto y respirar profundamente antes de contestar: —No, miserable no. —Su cabeza se movió suavemente de lado a lado, su frente deslizándose contra la suya para añadir énfasis a sus palabras. La mantuvo en contacto con la suya, moviendo el lado de su cabeza, su mejilla rozando la suya alcanzando hasta que su boca tocara su oreja.

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—No puedo esperar a estar contigo, Jake —susurró. ¡Santa mierda! ¿Ahora qué se suponía que debía hacer? Sus ojos se encontraron y se fusionaron cuando sus dedos se movieron y lentamente tiraron de la goma de su cabello, permitiendo la libertad de caer por sus hombros, por su espalda, y a través de sus dedos. Jake sintió que se le entrecortaba la respiración ante su jadeo cuando trabajó sus dedos bajo la caída para tocar, acariciar, y sintió el resonante pulso en su ingle. Observó mientras ella lentamente cerraba los ojos y presionaba su cabeza contra su mano. —¿Caitlin? Hola, cariño, pensé que era tú. Caitlin asomó su cabeza alrededor de Jake y encontró a Marianne de pie en el mostrador. —Hola, Marianne, ¿qué pasa? Jake no sabía cómo conocía a la bonita rubia que saludaba a Caitlin, pero la conocía de alguna parte, de alguna manera. Se volvió al mostrador para colocar su pedido y se acercó a la mesa. —¿Se están divirtiendo? —preguntó con sus ojos en Caitlin, antes de moverse hacia Jake mientras se inclinaba contra el banco—. Hola, Sr. Stanton. —¿Se conocen? —preguntó Caitlin mirando primero a Jake y luego a Marianne. —Es dueño de la empresa de contabilidad donde trabajo —explicó Marianne. Ah, así que es por eso que la conocía. Jake dejó salir un suspiro inaudible, contento de que solo la conocía en un sentido de negocios. —¿Ustedes dos van jugar a los bolos, o qué? —preguntó Marianne. Su conocimiento de la vida personal de Jake Stanton era nulo—. Tenemos una pequeña competición en marcha que es tres contra tres pero podemos añadir cuatro si están interesados. Jake se volvió hacia Caitlin otra vez con una ceja levantada. —Tú elijes, cariño. —Creo que pasamos —le dijo Caitlin a Marianne, pero sus ojos estaban atrapados en Jake—. Tal vez en otra ocasión. —Sabia decisión. Ninguno de nosotros anotó más de cien la primera vez — admitió Marianne con una carcajada. Se volvió hacia el mostrador—. Mi pedido ya está. ¡Tengo que irme antes de que los nativos se pongan inquietos! Tan pronto como se fue Marianne, sus pedidos de hamburguesas y patatas estaban listos y Jake se acercó al mostrador para tomarlos. Él tenía razón. Esa era la mejor hamburguesa que Caitlin había probado. Las ventanas estaban completamente cubiertas con vapor por el calor y la respiración pesada en el auto de Jake, aparcado en la calle fuera de la casa de Caitlin. Habían estado en ello durante unos buenos veinte minutos y Jake estaba seguro de que sus temperaturas corporales habían contribuido en la niebla de sus ahora opacas ventanas del auto.

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—Está bien, chica bonita. Sé que te gusta jugar, sígueme. —La voz de él era un jadeo, un susurro brusco y pesado—. Alternaremos movimientos. Te haré algo y tú me harás lo mismo, ¿está bien? —¿Qué? —Los ojos de Caitlin estaban medio abiertos y su respiración era profunda y pesada. Su chica estaba demasiado excitada para escucharle, para entender lo que estaba diciendo. Cuando los besos empezaron, ambos estaban en sus asientos. Pero a diferencia de la noche anterior, los besos eran todo menos lento desde el primer momento. Eran hambrientos. Sus bocas se juntaron con calor: profundas, húmedas, buscando, encontrando. Sus manos se aferraron, tirando, liberando y luego agarrando para acercarse más, lo más cerca. Desde el momento en que había apagado el motor y ella se volvió hacia él, sus bocas se habían fusionado y negado a dejarlo ir. Sin detener sus lenguas durante solo un segundo, ninguno de ellos fue consciente de que Jake había agarrado a Caitlin por las axilas y había tirado de ella a través de la consola para quedar a horcajadas sobre su regazo. Pero él necesitaba desacelerar las cosas. No quería que su primera vez fuera en un auto. Había demasiados recuerdos de sus conquistas sexuales de la escuela secundaria hechas en un auto para que esto fuera especial con ella. Para ella. Pero, quería jodidamente, hundirse profundamente dentro de ella. Necesitaba enfriar las cosas, volver a su cabeza en lugar de pensar en meterse en su cuerpo. Pero, joder, su cuerpo. Sus rodillas y muslos lo estaban abrazando apretadamente mientras estaba a horcajadas sobre él. Sus pechos estaban pegados al suyo y los pequeños movimientos de sus caderas empujando, frotando contra la plenitud en su ingle lo estaba volviendo loco. Y los sonidos, oh Dios, los pequeños y sexys maullidos cuando su frotamiento conectaba con lo que él sabía que era su punto dulce. Sus manos estaban en su culo, agarrando sus firmes cachetes. Era todo lo que podía hacer para no empujarla más fuerte contra él. Para empujar sus caderas hacia arriba y dejar que la costura de sus pantalones proporcionaran la fricción para enviarla por el borde. Pero no quería que sus pantalones le dieran su liberación. Si Caitlin se iba a correr entonces, por Dios, iba a ser por sus dedos, su polla o su boca no por una jodida costura. Pero, en aquel momento, no estaba seguro de que pudiera controlarse lo suficiente para darle lo que necesitaba. —Está bien, así es como va a ir —continuó Jake sus manos moviéndose de sus caderas para capturar su rostro—. Voy a hacer un movimiento. Cuando pare, quiero que hagas el mismo movimiento en mí. ¿Lo tienes? —¿Hacer lo mismo en ti? —Jake escuchó que su jadeante voz repetía y lo sintió resonar en su polla. —¿Lista?

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—Dios, Jake —gimió Caitlin. Iba a tomar eso como un ―sí‖. Jake llevó sus labios al suave y sensible punto en su cuello, justo debajo del lóbulo de su oreja. Lo besó ligeramente, moviendo sus besos por su cuello. Tan pronto como su boca alcanzó su hombro, inmediatamente usó su lengua para lamer su cuello en un continuo y húmedo movimiento. Terminó con un lento círculo de su lengua en el punto en el que empezó chupando ligeramente. Se apartó en un silencioso pedido hacia ella, para que siguiera su camino. Pero su voz se quedó atrapada cuando la miró en la reluciente luz que venía de las ventanas empañadas. Joder. Su jodida belleza hizo que su respiración se entrecortara. La cabeza de Caitlin estaba echada hacia atrás y su cuello estaba totalmente expuesto. Ni siquiera se había dado cuenta de que todo el tiempo que había estado trabajando en su cuello sus manos había capturado sus pechos y sus pulgares estaba frotando, dando golpecitos contra los duros pezones incluso a través de su camisa y sujetador, bajo su ahora desabotonado abrigo. Sintió que su polla latía mientras sus manos continuaban moviéndose, para pellizcar las puntas ligeramente. Sus caderas se estaban moviendo lentamente hacia delante y hacia atrás frotando, acariciándose contra su dura longitud. Y atrapó un olor de ella, su esencia. —Tu turno cariño. —Incluso él podía escuchar el ronco gruñido gutural de sus palabras susurradas. Caitlin bajó su barbilla para capturar sus ojos. En el brillo de las farolas, solo se mostraba el más ligero borde de color azul verdoso de sus irises. —Mi turno —susurró mientras sus manos empujaban su abrigo para moverlo a la esquina de sus hombros. Su mirada permaneció quieta en él mientras sus dedos vagaban hacia arriba para levantar su cabello, apartarlo de su cuello. Puso sus ojos en el punto en que pretendía trabajar y la sintió inclinarse antes de sentir su boca, su suave, húmeda, jodidamente caliente boca, tocando tiernamente, dulcemente contra la piel de su expuesto cuello. La piel de gallina que brilló por su piel ante la sensación de su boca fue una sorpresa. El pulso de su polla, en respuesta, no lo fue. Mientras que Jake había besado su camino por su cuello, Caitlin no fue tan sutil. Usó sus dientes tanto como su boca. Raspar, deslizar húmedo y morder. Luego repetir. Trabajando su camino hacia abajo lentamente, tan malditamente lento. Tortuosamente lento. Jake casi sintió alivio cuando su boca se encontró con la coyuntura de su cuello en su hombro pensando que ella solo haría una larga y lenta lamida de vuelta a donde había empezado. Pero no su chica.

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Joder, no. Hizo de su juego un meneo de humedad, usando su sexy lengua para chasquear, girar e incitar cada milímetro de su sensible piel hasta que pensó que iba a explotar por la sensación, su sensación. Besándolo mientras frotaba, acariciaba, y se movía contra su caliente y fuerte dureza. Incluso había usado sus uñas en su pecho cubierto por la camisa, raspando en pequeño y lentos círculos para provocar sus pezones en picos duros. Encendiéndolo. Parecido a como él le había hecho a ella, pero con su propio toque. Los propios y especiales movimientos de Caitlin. Jake movió sus manos bajo su top y las llenó con la plenitud de sus pechos adornados con encaje. Sus dedos buscaron, y encontraron los sensibles pezones, capturando cada uno entre un pulgar y dedo índice para rodar mientras su boca otra vez encontró la suya. La respuesta de Caitlin fue inmediata. Atrapó su bajo gemido en su boca mientras sus caderas empujaban lentamente, hundiéndose más fuerte contra él. Se detuvo y hubo una corta pausa antes de que sintiera sus suaves y cálidas manos hacer su camino bajo su camisa. Deslizándose, frotando, moviéndose sobre las colinas y valles de su estómago, su pecho. Palmeó sus pezones antes de usar otra vez sus uñas para suavemente, amablemente rozar sus pezones usando su lengua para chasquear, lamer y acariciar cada superficie de su boca. Y, justo como antes, su cuerpo reaccionó. Intentó pero no pudo evitar el pesado gemido que escapó por su garganta y el fuerte empuje de sus caderas, forzando a que su polla chocara contra ella. Anhelando la sensación de ella incluso a través de dos pantalones. ¿Quién fue el jodido idiota que pensó este estúpido y jodido juego? Supo que su idea, el pensamiento de desacelerar esto, había sido contraproducente. Totalmente. Era hora de parar o la tomaría aquí mismo, aquí jodidamente en el frío auto. Y eso no era lo que quería. Caitlin, su dulce chica, sus manos alrededor de sus hombros abrazándolo cerca, inclinó su frente contra la suya y una vez más admitió: —Te necesito tanto que me duele, cariño. Y él estaba caliente, más caliente de lo que alguna vez recordaba estarlo. Y puede que le doliera, pero valdría la pena. Sabía que valdría la pena, si esperaba. Pero, ¿esta chica? Podía cuidar de ella, quería cuidar de sus necesidades. —Date la vuelta, cariño —dijo suavemente, lentamente mientras sus manos guiaban sus piernas para llevarla a través de la consola, colocándola de espaldas a su puerta del auto, sus pies en el asiento del copiloto, su culo en su regazo.

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—Cuidaré de ti, ¿sí? —Caitlin mantuvo una mano a través de su hombro mientras la movía, la ponía en posición—. Cariño, abre tu cremallera para mí — susurró, sus labios contra los de ella. Sintió que su mano liberaba su hombro y atrapó un codo en sus costillas mientras ella intentaba maniobrar en el estrecho espacio entre su cuerpo y el volante. Los únicos sonidos en el auto eran sus pesados jadeos y el sonido del metal deslizándose de la cremallera de sus pantalones mientras se abría. Jake miró a la abertura de sus pantalones. El tramo de su piel, su vientre expuesto entre su camisa y el comienzo de sus bragas, le llamaban, causando otro latido contra el culo de Caitlin. Deslizó su palma abajo, atrapando el elástico en su cinturilla, deslizando sus dedos bajo él. La sintió moverse. Su cabeza se dejó caer hacia atrás contra la ventana mientras curvaba sus caderas hacia arriba, alcanzando su mano descendiendo lentamente. Podía ver las cuerdas de su cuello mientras sus caderas empujaban, alcanzando para conectar con sus dedos. Sus manos fueron a su muñeca, agarrándola apretadamente, empujando. —Por favor —la escuchó suplicar y empujó su muñeca más fuerte hacia abajo mientras se apretaba contra su mano—. Quiero… —Eso fue todo lo que susurró. Pero esas palabras hablaban a gritos. Golpearon su cerebro, su corazón y su polla todo al mismo tiempo. Así que deslizó sus dedos más abajo, más rápido antes de detenerse para ahuecar su montículo. Sus dedos se movieron, deslizándose hacia abajo por la humedad hasta que alcanzaron su centro, el cremoso y caliente centro y se curvaron. Deslizó un dedo en su apretada funda y su mano se presionó fuerte contra su hinchada protuberancia mientras empezaba a mover su mano arriba y abajo, adelante y hacia atrás. —Sí —siseó ella empezando a enterrarse más fuerte contra su mano, presionando en un ritmo contado en sus dedos. —Boca, cariño —susurró Jake contra su expuesto cuello. Su boca se volvió hacia la suya y él la atrapó, usándola húmedamente como lo quería hacer con los labios bajo sus dedos. Subió por su resbaladiza hendidura para girar, deslizar y frotar su hinchado clítoris usando su propia humedad. Ella tembló contra él y volvió a mover sus dedos hacia abajo, deslizándose otra vez en su centro mientras usaba su pulgar para continuar frotando y acariciando. Su boca imitaba el movimiento de sus dedos. Sus caderas dieron espasmos, tirando hacia arriba, intentando atrapar su ritmo. Separó su boca de la suya mientras su mano agarraba sus hombros, llevándolo hacia delante, presionando sus pechos contra su pecho, poniendo su rostro en su cuello. Estaba tan jodidamente apretada con solo un dedo dentro de ella. —Jake. Oh Dios. Jake. Caliente. Tan increíblemente caliente.

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Su voz, su cuerpo tembloroso, su jodido calor, su humedad bajo su mano. Esto era para él, por él. Lo sintió entonces. El pulso de su canal apretando sus dedos mientras su orgasmo empezaba a fluir, a tronar a través de ella. Sus caderas se detuvieron alcanzando, forzando hacia arriba con un bajo grito de lamento. Pero sus dedos continuaron moviéndose, desacelerando solo lo suficiente para mantener la sensación. Jake estaba cautivado, casi asombrado por la belleza de su dicha. Era una visión de placer carnal y su vista, la espalda arqueada con las caderas empujando, más lentas ahora contra su mano que estaba tan profundamente metida en sus pantalones abiertos y bragas, se incrustó en su cerebro. Sus manos fueron alrededor de él otra vez, enterrando su rostro en su cuello, su cabello encrespándose con cada respiración pesada que tomaba ella. Jake desenredó su mano de sus bragas y pantalones que liberaron todo el aroma de su excitación en los confines de su auto. —Jodidamente hermosa —se escuchó murmurar, sus labios junto a su oreja. No eran palabras que planeaba decir, ni palabras que alguna vez hubiera dicho en alto. Pero sabía que quiso decir cada jodida sílaba. Sintió que la respiración de Caitlin comenzaba a volverse más lenta y sus brazos liberaron el agarre en sus hombros, pero no lo dejó ir completamente. —¿Eso ha ayudado, cariño? —Había una sonrisa en su voz que no pudo detener si lo intentaba, mientras le preguntaba silenciosamente. Ella asintió, la frente todavía presionada contra su garganta. Caitlin todavía no podía hablar. Podía sentir los ecos residuales de su liberación todavía vibrando por ella, deteniendo sus extremidades pero con pulsos pequeños que involuntariamente movían sus caderas. Jake la sintió volver a sí lentamente, como si estuviera entrando en cada músculo presente uno a uno. Esperó, dándole el espacio que necesitaba para procesar lo que había pasado entre ellos. —¿Jake? —Escuchó contra su cuello, su voz suave, muy suave, un susurro. —Sí, chica bonita, aquí mismo —susurró en respuesta, apretando sus brazos, uno alrededor de sus hombros y el otro alrededor de su cintura. Era todo lo que podía hacer para no llevar sus dedos a su boca para ganar un bocado de ella. —¿Cariño? —Todavía aquí, preciosa —susurró otra vez y sintió que su sonrisa se hacía más grande. —Eso ha sido, oh Dios mío… ¿Jake? —Sí, cariño. —Jake se estaba mordiendo los labios intentando mantener su risa dentro. Estaba suponiendo que su chica nunca había llegado por la mano de un amante antes. El pensamiento de eso llenó su corazón tanto como su polla. Hubo un momento de silencio antes de sentir que su cabeza abandonaba su hombro.

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Los ojos de Caitlin, brillando en la luz de las farolas por las ventanas empeñadas del auto, finalmente se encontraron con los suyos. —Esa ha sido la cosa más preciosa que he sentido en toda mi vida. Oh, Cristo. La polla de Jake se agitó ante sus palabras, la honestidad que estaba reflejada en sus ojos, la sensación de ella en sus brazos. Estaba seguro ahora de que no solo no lo había encontrado con la mano de alguien, tal vez ni siquiera con la suya. Luchó contra un gemido. —¿Pero, cariño? —Escuchó a través de la neblina de su cuerpo y las reacciones de su corazón—. Tú no has conseguido… ah, no has conseguido… — El rostro de Caitlin era un estudio, sus ojos deslizándose a la puerta del copiloto, luego sobre su hombro derecho, mirando alrededor del auto con movimientos medidos—. No has… um… —Estoy bien. —No quería sonar tan tenso como se sentía su cuerpo. —Pero, no necesitas… —Todavía no podía encontrarse con sus ojos. —Estoy bien —le aseguró, intentando sin éxito hacer que su voz sonara mucha, mucha más confiada de lo que se sentía. —Muéstrame qué hacer, cariño —la escuchó susurrar, suplicar, mientras sus labios se atraparon en los suyos. Oh, joder. Su corazón se aceleró para latir en el triple de tiempo. ¿Estaba pidiendo…? —Déjame hacerte sentir bien, también. —Sus labios estaban en su cuello y sus dedos estaban en la parte inferior de sus pantalones. Abrió el botón lentamente mientras su mano continuaba moviéndose, lamiendo y acariciando húmedamente contra su cuello. Jake se movió para echar el asiento hacia atrás hasta que estuvo completamente reclinado. Mientras se movía, Caitlin se movió, también. Llevó sus piernas de vuelta sobre la consola y otra vez se puso a horcajadas sobre su regazo, con el volante en su espalda. —Dime qué hacer —susurró otra vez, fervientemente mientras plantaba ambas manos en su pecho. —Libérame —dijo, moviendo sus manos para abrir sus desabotonados pantalones. El aire era frío en las glándulas de su expuesta polla que se asomaba por la parte superior de sus bóxers. Sus suaves manos bajaron el elástico, destapándolo, rodeándolo. Puso sus manos sobre las suyas. El calor, oh Dios, el calor de solo sus manos. —Necesito humedad, Caitlin —gimió cuando sintió su primera tentativa de caricia moviéndose de la base a la cabeza. Observó mientras Caitlin se detenía. ¿Había pedido demasiado? Luego sus ojos la siguieron mientras movía sus manos a sus propios pantalones todavía abiertos y deslizó una mano en ellos. El pensamiento, la vista de ella tocándose le hizo deslizar su mano, acariciando su propia dura carne con ganas.

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Ella capturó su humedad, la humedad que él había causado, y deslizó su ahora cremosa mano arriba y debajo de su largura como el hierro. —¿Mejor? —¡Dios, sí! —Las manos de Jake cubrieron las suyas mientras empujaba hacia arriba, deslizando la longitud él mismo en sus calientes, y resbaladizas palmas, las manos que estaban envueltas apretadamente alrededor de él, que estaban luchando por contenerlo. No se dio cuenta de que sus manos se habían deslizado otra vez bajo su top y sujetador para empujarlos hacia arriba. Eso fue, hasta que sus ojos vieron lo que habían hecho sus manos. La vista de su piel rosa de marfil, tan calientemente expuesta desde la parte superior de sus pechos hasta sus pantalones ampliamente abiertos bajo su abrigo abierto, el jodido abrigo que él le había comprado, envió una descarga desde sus ojos a su polla. —Mueve mi camisa hacia arriba cariño —Ordenó con una voz fuerte cuando sus caderas estaban empujando hacia arriba, deslizándose en sus suaves, apretadas, jodidamente calientes y húmedas manos. La sintió dejar ir el exquisito apretón y el frío golpeó sus abdominales y su pecho cuando ella deslizó su camisa hacia arriba hasta sus pezones antes de volver la mano para capturar y continuar con sus caricias. Sintió que surgía a través de su polla, la corrida construyéndose desde su columna vertebral. Sus caderas curvadas hacia delante, hundiéndose en sus firmes caricias mientras se subía sobre sus codos. Quería conducirse dentro de su húmeda y dulce suavidad. La necesitaba. Jake mantuvo sus ojos abiertos, en su rostro. Ella estaba mirando su polla deslizarse forzosamente en sus manos que ahora estaban resbaladizas por su líquido pre seminal, y una mirada de asombro capturada en sus ojos y boca. Se inclinó hacia delante y llevó su barbilla hacia delante mientras sus suaves labios empezaban a usar sus movimientos en él. Sintió su boca lamiendo, capturando, chupando, liberando mientras sus manos acariciaban su duro eje. Él estaba empujando, curvándose hacia arriba. —Más apretado, Caitlin. Ella apretó sus manos para agarrarle más fuerte. —Jodido infierno —gruñó Jake, con los dientes apretados. Golpeó. Oh, querido dulce Dios. Golpeó. —¡Caitlin! —gimió liberando sus codos para dejar caer su cuerpo y cabeza en el asiento. Golpeando. Latiendo. ¡Cristo! Observó su rostro, su dulce chica. Totalmente atrapada en el momento, ella miraba los chorros cristalinos de su venida, siguiendo su trayectoria en total

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asombro. Cuando los chorros aminoraron y cesaron, Caitlin levantó sus ojos a los suyos. —Impresionante —susurró antes de sumergirse en su boca, sus manos todavía sosteniendo su temblorosa polla. Jake no pudo discutir.

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Capítulo 8 Era un manojo de nervios al día siguiente. Había terminado mis cosas en el mini-mart, realizando la limpieza de memoria ya que mi cabeza no estaba en sintonía con los movimientos de mi cuerpo. Había tenido un montón de tiempo para pensar la noche anterior, mientras caminaba a mi primera clase del día. Pero mis pensamientos eran como un disco rayado. Jake era un hombre asombroso. Quien podía hacer cosas asombrosas. Quien me había enseñado muchas cosas asombrosas. Cosas que, cuando las recordaba, causaban que un palpitar placentero reverberara en todas mis partes rosadas. Y los recuerdos. El recuerdo de su mano debajo de mis bragas, acariciando, recorriendo, acariciando con vehemencia, empujándome... empujándome. Mis recuerdos de las manos de Jake. Y, entonces, mis manos en él. Los efectos visuales, las imágenes mentales de Jake. Su cara mientras lo acariciaba, la vista de su pecho, su abdomen, su jeans abiertos. Sus caderas empujando, conduciéndose en mis manos. Oh. Mi. Dios. Me sentía mareada y crucé las piernas por setecientas veintitrés veces desde que me senté en la clase. *** —Oye, chica bonita. —Oí el gruñido de Jake retumbando en mis oídos a través de mi teléfono—. Pensando en pedir comida griega esta noche. Puede ser en tu casa a las siete, las siete y media con comida, ¿no? Estaba entre clases y lenta para reaccionar porque mi mente estaba todavía en la memoria de nuestra sesión en el auto. Todavía estaba revisando mis ―instantáneas‖ de estar con Jake en su auto. De Jake desnudo en su auto. —Claro —contesté—. Pero, ¿Jake? —¿Mmm-hmm? —le oí decir. —¿Cómo conseguiste mi número de teléfono? —Estaba en tu hoja de vida —dijo en voz baja.

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—¿Conservaste mi currículum? Hubo una breve carcajada y luego le oí decir: —Alrededor de las siete, las siete y media, ¿sí? Bien, así que no podía decirte sobre el inicio de nuestra experiencia de comer con la comida griega. Mi cabeza estaba involucrada en todas las cosas de Jake. Se sentó en el sofá de dos plazas y me senté en el suelo frente a él después de traer platos, cubiertos y servilletas de papel a la antigua mesa de café blanca, encontrada en una sesión de buceo en basurero, eso me había dado una nueva oportunidad de vida por cubrirla con pintura blanca y aplicar papel de lija para darle un aspecto envejecido. Él era divertido, tan divertido que mis músculos del estómago llegaron a doler. No podía recordar un momento en que me hubiera reído tanto que mis músculos protestaron. Especialmente mientras cenaba comida que nunca había tenido antes. Después de que terminamos de comer, lo que incluyó la miel Baklava, hice un ordenado rápido en mi cocina antes de regresar con Jake, sentada a su lado en el mueble de dos plazas que llamaba sofá. —¿No hay televisión? —No estoy mucho en casa —contesté. Estaba trabajando la esquina de mi sofá. Mis tacones contra el cojín del asiento y mis brazos enroscados alrededor de mis pantorrillas—. El costo de la unidad y el costo del cable para obtener cualquier tipo de imagen no difusa están un poco fuera de mí presupuesto en este momento. Además, cuando estoy en casa, estoy estudiando o lavando ropa, etc., etc. Levanté mis ojos a Jake y quedé atrapada, como siempre, en el rayo de atracción de sus profundidades doradas. Jake se acercó más en el pequeño sofá. —¿Disfrutaste la comida? Alcanzó su mano y la enganchó en mi cuello. —Sí, nunca la había comido antes, pero estoy impresionada. —Lo veía que venía hacia mí, poco a poco cuidadoso antes de tocar mis labios con los suyos en un corto, suave beso. Su mano fue hacia arriba desde mi codo hasta mi hombro antes de deslizarse a través de mi espalda mientras utilizaba la presión para llevarme hacia él, pecho a pecho. Su cabeza se inclinó de nuevo hacia delante y presionó su frente contra la mía. —Me gustó venirme en tus manos anoche, cariño. —Sus labios nunca, real, verdaderamente dejaron los míos, pero él comenzó a murmurar contra ellos mientras hablaba.

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—¿Disculpa? —chillé mientras sus palabras provocaban un incendio forestal dentro de mí. —Te deseo, Caitlin. Quiero estar dentro de ti. No puedo pensar, cariño, excepto en enterrarme en tu caliente humedad. —La frente de Jake se pegó a la mía, su voz increíblemente brusca. Retrocedió un poco, lo que creo que hizo para medir mi reacción a sus palabras. —Yo también —admití con un suspiro entrecortado, pero todavía hipnotizada por los ojos de Jake. A decir verdad, toda nuestra conversación era surrealista. Mi mente no podía dar sentido a lo que mis pensamientos estaban, en el ―Jake de Anoche‖, no el ―Jake del aquí y ahora‖. Por no hablar de que este hombre, este hermoso pedazo de carne masculina, utilizó sus dedos para darme magia y entonces me había permitido, me había enseñado, cómo hacerle sentir la magia a él, también. Acerqué mi mano a Jake y vi como él enganchaba mis dedos. Tomé la iniciativa y me levanté, tirando de su mano mientras lo dirigía hacia mi dormitorio. Jake agarró y rodeó mi cintura con firmeza cuando nos detuvimos en el final de mi cama. —¿Estás segura, cariño? —susurró acercándose para mirarme a los ojos ensombrecidos, se inclinó de nuevo para un rápido beso. —Ya era hora, ¿no te parece? —Le tomé del cabello suavemente mientras miraba de nuevo hacia su rostro reflejado por la luz de la luna y la suave luz de las lámparas de la sala mientras usaba mis manos en los botones de su camisa azul oxford para abrirla con tanto entusiasmo como un largamente esperado regalo de Navidad. Deslicé el algodón por sus hombros y me atreví a dejar pequeños besos sobre su clavícula y musculoso pecho mientras trataba de deslizarle las mangas de la camisa por las manos. Después de tener las manos libres, me tomó un par de intentos antes de darme cuenta que tenía que parar y desabrocharle los puños, él empezó a mover las manos en la cintura de mi camisa de Henley. Me alegré de haber elegido mi pieza favorita para llevar esta noche ya que pensaba que el color del albornoz realmente realzaba mis ojos y piel. Sus manos volvieron a acariciarme entre mis omóplatos, después de haber quitado mi barbilla de su cuello y mi cabello que se había quedado atrapado en los pocos botones. Así que desnudar no era tan suave y tan sexy como yo había imaginado, pero todavía estaban recibiendo los resultados, como en, desnudarse uno al otro. —Reconozco ese sujetador, nena —dijo Jake con una sonrisa suave mirando hacia abajo entre nosotros. Debería, ya que fue el que había llevado durante mi presentación en su oficina. Sus dedos dejaron de acariciar mi espalda y se detuvo en el broche trasero. En cuestión de segundos pude sentir las bandas de la seda cara aflojarse a mi alrededor.

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—Guau —respiré por su experiencia en desengancharlo tan rápido. —Guau —Jake hizo eco mientras quitaba el satén y el cordón de mi pecho y, de nuevo, vio mis pechos sueltos. Su mano se levantó y trazó la perla de un oscuro pezón de punta rosada mientras la otra mano corría la sedosa tela hacia abajo. —Estaban adoloridos al tacto, entonces, cariño —admitió en un susurro y yo sabía que él estaba hablando de cuando había hecho mi striptease delante de su escritorio. Sentí sus manos suavemente tomar la plenitud de mis pechos antes de que sus dedos comenzaran a apretar y girar mis pezones. Oh Dios, no lo había imaginado anoche. Realmente había una relación directa entre todas mis partes rosas. Mi cabeza empezó a dar vueltas, casi mareada por su toque burlón. Lo había estado sintiendo también, explorando todos los maravillosos músculos de su espalda, pero, por sus palabras, me sentí agarrando la cintura de sus pantalones para no perder el equilibrio. —No todavía, Caitlin —advirtió Jake malentendiendo completamente mi intención. Su otra mano se deslizó hasta la entrepierna de mis pantalones para tocarme con firmeza. Podrías haberme pagado, pero no habría sido capaz de detener el empuje de mi apenas cubierto coño en su mano o el ya no suave gemido que mi garganta no podía contener. Esa presión, su calor a través de la gruesa tela de mis pantalones, fue mi perdición. Estaba harta de jugar, de las burlas. Me moría por tenerlo dentro de mí. —Jesús, nena —gimió Jake mientras veía y sentía como respondía a él. Enterró sus labios en mi cuello y me trajo de vuelta contra su forma dura, para crear de nuevo sutilmente la fricción que tanto parecía anhelar. Desconectando sus labios, me agarró y me llevó por primera vez en su hombro, tirándome en el colchón antes de cubrirme con rapidez con su longitud. Sus labios otra vez capturaron los míos mientras nuestras lenguas bailaban húmeda, firmemente juntas a un ritmo que mi cuerpo estaba gritando por tener dentro de mí. Jake se levantó y me miró a los ojos mientras sus manos alcanzaban el botón de mis pantalones. So solo podía devolverle la mirada mientras él finalmente me liberaba de la mezclilla. Deslizando su peso a mi lado, sentí que mis jeans eran bajados y me levanté y moví mis caderas para ayudar a que me desprendiera de mis jeans ajustados. Cuando estaban en mis rodillas, levantó sus ojos a los míos sonriendo a la vista de mi tanga. —Lo bueno es que los mantuviste, cariño —dijo, y yo sabía que él estaba de nuevo refiriéndose a la danza en su oficina. Levanté una rodilla medio cubierta en silenciosa súplica, pidiendo ayuda para eliminar la cubierta extraña. Jake obedeció y me ayudó a quitarme el material no deseado. Después de lanzar la ofensiva mezclilla a un lado, sus labios encontraron los míos mientras su mano vagaba hacia abajo sobre mi pecho, pellizcando un pezón ligeramente antes de

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pasar sobre mi vientre y finalmente se establecieron para frotar la coyuntura húmeda empapada de mis bragas. —Jake —gemí en su boca mientras plantaba mis pies en el colchón para un mejor empuje contra su mano. —Jesús, Cait —le oí gemir—. Jodidamente magnífico. Su mano se movió y sentí que se deslizaba dentro, hasta el fondo dentro de mi ropa interior, antes de que su dedo encontrara y rodeaba mi hinchado clítoris. Mi cuerpo era una cuerda de arco tensa mientras sus dedos seguían frotando encima y alrededor de mi centro de placer y agarré su espalda tirando de él hacia mí mientras mis caderas se movían buscando la liberación. Abrí los ojos para verlo observar mientras sus dedos se movían bajo la seda antes de que sus ojos se deslizaran por mi cuerpo hacia mi cara. Estaba tan cerca y sabía que Jake lo sabía, lo sentía mientras susurraba: —Jodidamente hermosa, Cait. Cada centímetro. Lo sentí moverse para sentarse a mi lado mientras los dos lados de mi tanga eran arrancados por mis piernas. El aire era fresco contra mi humedad, que después de su asistencia, ahora, incluso, se humedeció la parte superior de mis muslos. Mis bragas empapadas fueron descuidadamente arrojadas lejos y Jake se reposicionó entre mis piernas hasta que sentí su aliento cálido en la piel sensible de mi estómago inferior. Hizo llover besos suaves en un rastro por mi cuerpo, mientras se movía aún más abajo y, finalmente, se arrodilló al final de mi cama. Él suavemente me agarró de los tobillos y me deslizó hacia abajo hasta que el borde del colchón estaba detrás de mis rodillas. —Te voy a comer, nena —gruñó en voz baja, levantó mis piernas para colocarlas sobre sus hombros, mientras los pulgares abrían mis labios externos para exponer mi interior y todo mi color rosado en su gloria hinchada—. Recuerdo ese olor —murmuró densamente antes de sentir su boca caer y empezar a, sin otra palabra para ello, devorarme. No pude contener los sonidos de placer que mi garganta estaba haciendo ante la sensación de sus labios sobre mí. Fue su húmeda lengua girando combinado con su suave chupar que me tuvo en un frenesí, pero no fue hasta que sentí uno de sus dedos recorrer suavemente hacia arriba en mi apretado, húmedo, agujero que estuve totalmente perdida. Choqué contra la onda orgásmica solo marginalmente consciente de que mis manos estaban ahora agarrando su cabello y mis caderas seguían moviéndose, montado su lengua. Sus dedos desaceleraron mientras se deslizaban dentro y fuera de mi canal cremoso. Le oí moverse al final de la cama, pero él siguió acariciando y dulcemente besando alrededor de mi montículo, sin romper el contacto, pero dando a mi cuerpo tiempo para recuperarse. —Mejor de lo imaginado, cariño —murmuró Jake mientras se limpiaba mi humedad de la boca y las mejillas en mi muslo antes de deslizarse por mi cuerpo y rebotar la cabeza de su miembro duro contra mi clítoris sensible.

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¿Cuándo se quitó el resto de la ropa?, me pregunté solo a medias ya que mi cuerpo seguía palpitando. Nuestras bocas se fundieron de nuevo y me probé en su lengua hasta que Jake se separó para inclinarse y enganchar sus pantalones desde el lado de la cama para sacar un condón. Jake puso el paquete de aluminio contra mis labios. —¿Un poco de ayuda aquí? —preguntó en una sonrisa, los ojos bailando en mis todavía palpitantes-por-la-corrida-de-todas-las-corridas ojos abiertos como platos. Apreté mis dientes en un rincón de la pequeña pieza mientras él quitaba el resto de la basura con el fin de abrir el paquete. Sacó el látex con una mano y cayó a su lado, Jake tiró descuidadamente el papel de aluminio en el suelo. Miré con atención absorta mientras deslizaba el condón sobre la gran longitud de su polla hermosa y rígida teniendo cuidado de mantener un espacio en la sensible cabeza; un movimiento que terminó en una cadera sexy estocada en su puño. Sentí un espasmo rotundo en todas mis partes rosadas. Quería esa dureza dentro de mí. Lo necesitaba en mi interior. Sin pensarlo, tiré mi pierna alrededor de él y anclé un pie en el suelo, pero me apunté sobre su dureza fuertemente enfundada. —Te deseo —le dije, haciendo eco de su gruñido y frotando mis partes rosadas hinchadas contra su rigidez cubierta de látex con mi propia lubricación natural. Vi el destello en las profundidades de sus ojos lo que me tomé como consentimiento mientras agarraba su dura longitud en la mano y la apuntaba hacia mi humedad cremosa. Sentí la punta caliente de él a través del látex, firme en contra de mi apertura jugosa mientras me sentaba—. Te necesito, Jake —dije en voz baja mientras trataba de explicar mis movimientos audaces tanto a él como a mí misma mientras inclinaba mi núcleo para recibirlo y comencé a deslizarme hacia abajo, centímetro a centímetro, en su polla dura. Estaba llena de él y, con tan poca experiencia, lo más completa que podía posiblemente estar. Me quedé allí, sintiendo mis labios vaginales contra su base, haciendo una pausa en su longitud por un par de segundos antes de que me enderezara y sentí mis caderas, casi involuntariamente, comenzar a moverse. Empujando y retorciéndome, me levanté y bajé en esa longitud impía y él pareció permitirme establecer el ritmo, un lavadero, me senté recta y dejé caer mi cabeza detrás de mí, mientras todas mis otras áreas rosa gritaban ―Jake‖ con fuerza. *** Joder, pensó Jake mientras miraba a su polla dura como una roca siendo devorada por el coño húmedo de Caitlin y sintió su cabello acariciar sus muslos mientras arqueaba el cuello hacia atrás mientras se empalmaba sobre él con un gemido dulce. Nunca había presenciado algo tan erótico, tan jodidamente

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primitivo como verla disfrutar montando su polla. Su jugosa estrechez parecía hecha solo para él y, sucumbiendo a su impulso primitivo, le agarró una cadera en cada mano mientras empezaba a impulsarse, rápido y duro, dentro de ella. Sus pezones suculentos rebotaban al ritmo de sus embestidas a unos escasos centímetros de su cara. Jake se curvó y con una mano entre sus hombros llevó su pecho hacia él, bajó la cabeza para capturar una de las puntas color rosa en la boca y empezó a chupar con avidez. Mientras se movía, ella deslizó sus brazos hasta sus hombros y arqueó la espalda aún más para darle un mejor acceso a su pecho. Al oír su gemido áspero y sentir sus manos sobre su piel tensa, se trasladó a chupar su otro pecho con la esperanza de traerla más cerca de lo que su cuerpo instintivamente sabía que estaba. Podía sentir su propio clímax construyéndose en la base de su espina dorsal y sabía que iba a venirse, y venirse duro. Pasando un brazo alrededor de su culo mientras sostenía el otro detrás de él para un mejor movimiento, Jake empujó a Caitlin con más fuerza contra él, aplastando sus senos contra su pecho musculoso y sintió sus uñas comenzar a cavar en sus hombros mientras ella comenzaba a perderse en las sensaciones que la inundaban ahora. Sintió a sus bolas apretándose mientras se disponían a vaciarse dentro de ella. Queriendo su placer primero, él movió su mano de sus caderas y la deslizó entre ellos para presionar y tirar contra su clítoris hinchado. —Jake —exclamó mientras su pulgar giraba y sacudía el nudo hinchado mientras se movía a sí mismo dentro y fuera de ella, incluso más rápido, más fuerte—. Voy a, oh, Dios, Jake, voy a… Sintiendo que ella empezaba a latir y apretarse mientras sus caderas se sacudían a su alrededor, Jake movió los labios y buscó su boca. Se balanceó de arriba y abajo, adentro y afuera mientras tragaba los sonidos de sus gritos de liberación de su cuerpo dentro de la unión de sus bocas. Enterrado en ella, podía sentir sus fluidos rodear su polla rígida antes de soltarse en el depósito del preservativo mientras él se entregaba a su propio orgasmo. En algún momento, sus labios se habían movido de su boca a su cuello y sintió sus propios gruñidos de placer reverberar contra su piel. Como no quería dejar que el sentimiento se fuera, Jake movió sus caderas lentamente, arrastrándola hacia arriba y abajo sobre su larga longitud, dentro y fuera de esa todavía temblorosa estrechez. Caitlin dejó caer la cabeza sobre su pecho mientras él se recostaba en la cama y ella gimió de nuevo, solo más suave esta vez y con solo un tirón suave de sus caderas. —Oh Dios mío —la oyó suspirar. Había más de un par de compases silenciosos en la pequeña habitación, ya que ambos trataban de controlar su respiración. Sus manos siguieron apretando y acariciando, no queriendo dejar que las reacciones de sus cuerpos se alejaran. Finalmente, Jake suavemente

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empujó sus caderas dando la silenciosa señal para salir de Caitlin con cuidado antes de que rodara a su lado, con la cabeza en su pecho. —Necesito deshacerme de esto, cariño —explicó Jake justo antes de que ella fuera capaz de recostarse completamente en contra de él, y él hizo un lento curvado de abdominales para sentarse en el borde. Después de tirar el condón, Jake se detuvo al final de la cama y se limitó a mirarla todavía acurrucada en un lado, desnuda encima de las sabanas tomándose un momento para disfrutar de la vista de ella en la luz reflejada. Él negó y sus labios temblaron mientras se sentaba en el borde y comenzaba a acariciar la cadera más cercana a él. —¿Caitlin? —Mm-hmm —respondió ella, sus ojos moviéndose a él, pero no del todo centrados. —¿Ésta es una cama individual, bonita? —preguntó con un temblor en la voz. Caitlin se levantó sobre un codo y lo miró mientras trataba de encontrar el espacio para posarse en el borde de su pequeña cama. —Uh, sí. ¿Por qué? —Cuando él no respondió, Caitlin continuó—. Solo tenía permitido tomar los muebles de mi habitación y solo tenía una cama individual cuando vivía con mis padres —explicó, la más pequeña actitud defensiva en su voz. Jake escuchó y tuvo un pequeño pensamiento desde su mente, demasiado rápido para atraparlo. Vio su mano mientras corría suavemente desde la rodilla hasta la cadera mientras se calmaba para tomar el pensamiento cuando rodeara su mente de nuevo. —¿Como única beneficiaria no heredaste la totalidad de su patrimonio? — preguntó después de atrapar la idea, ya que de nuevo rodeó su mente. Eso no tenía sentido. No había ninguna razón por la que no debería haber recibido todos los muebles de la casa a menos que hubiera sido coleccionables u otros elementos que tuvieran un alto valor. ¿Camas? No debería haber sido incluso una consideración. Tendría que conseguir una copia de la voluntad y hablar con Sam, su abogado tenía que llegar al fondo de esto. El humor de Jake después de hacer el amor con pasión en un espacio tan pequeño fue olvidado mientras pensaba en lo poco que sabía acerca de la ley de herencia de haberla experimentado de primera mano después de la muerte de su padre y la muerte de su hermano en Afganistán. Su voz interior le decía que algo no estaba bien. Tendría que dejarlo ir, por ahora, sin embargo, hasta que tuviera suficiente para seguir adelante. Jake miró de nuevo a Caitlin, devolviendo a su mente de nuevo a las curvas resaltadas en el resplandor de la otra habitación, y vio que ella lo miraba con

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solemnidad. Demasiado solemnemente después de sus actividades anteriores. Bajando la mano de su cintura la presionó en apelación silenciosa para que se moviera y se acostó junto a ella pegándose contra su cuerpo, primero de atrás hacia adelante luego de un lado al pecho, pero simplemente no había ninguna esperanza sin importa qué postura intentara. Finalmente, se deslizó bajo las sábanas y trasladó a Caitlin por debajo de ellas, así él estaba boca arriba con ella escondida en su costado. —Cariño, no seré capaz de dormir contigo en una cama individual — retumbó en su cabello con una sonrisa que ella pudo oír en su voz, mientras sus pies colgaban de la parte inferior de su colchón—. Mientras funcionó por esta primera vez porque no podía esperar para tenerte, no vamos a ser capaces de jugar adecuadamente en un espacio tan pequeño. Caitlin, yaciendo más en él que fuera, levantó la cara hacia él mientras hablaba y veía a sus cejas juntarse en la parte de ―jugar adecuadamente‖ de su oración. —Nena —explicó tratando todavía más difícil de no reír y reír a carcajadas al recordar sus últimos movimientos, así como la imagen mental de los dos tratando de dormir juntos en el pequeño colchón—.Tu cama es demasiado pequeña. —Observó el surco entre sus cejas, mientras este se profundizaba—. Quiero dormir contigo, Caitlin —continuó, mirándola mientras dejaba caer su rostro a rodar aún más hacia él, ahora enterrando la cara en su cuello mientras él continuaba, moviéndose para cubrirse. Jake sabía, tan joven como era, lo expuesta que se debía estar sintiendo por sus dos actividades anteriores y la charla de su menos-que-adecuada-cama. Él se inclinó hacia delante y le dio un beso suave en la frente mientras curvaba el brazo alrededor de su espalda para frotar entre sus omóplatos. —¿Cariño? Necesito espacio para jugar contigo mientras estamos desnudos. Para mí es importante, ¿no? Así que, la próxima vez, estaremos en mi casa. —Caitlin finalmente levantó la cabeza y miró a los ojos antes de que finalmente asintiera, pero podía ver la inseguridad en sus ojos. Él apretó sus brazos que estaban a su alrededor. —No es una cosa de una sola vez, bonita. No por mucho. Así que, necesitas tomar la píldora para que no haya nada entre nosotros —continuó Jake con la esperanza de decirlo todo de una vez pero viendo su rostro con cuidado, todavía elevado hacia él, mientras hablaba—. ¿Vas a poder con esto o tengo que pagarlas? Había más de un par de compases silenciosos mientras miraba de nuevo sus hermosos ojos verde azulados permitiéndole su tiempo para asimilar todo lo que había dicho. No tu uso normal de píldoras, pensó reconociendo que su

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juventud e ingenuidad le obligaba a hablar con más franqueza de la que había tenido antes. —Creo que puedo conseguirlas en el campus —murmuró Caitlin suavemente. —Bueno. —Jake, tratando de encontrar un lugar más cómodo, giró su cuerpo curvilíneo suave lejos del suyo y se enroscó alrededor de su espalda, pero sus pies y piernas aún sobresalían en el frío de la habitación. Podía sentir las suaves mejillas de su culo contra su polla y movió su cabello para poder mordisquear la piel sensible de su cuello—. Una última cosa antes de la segunda ronda —susurró entre besos. —¿Segunda ronda? —preguntó ella girándose ligeramente para mirarlo por encima del hombro. —Mm-hmm. Segunda ronda —dijo Jake en un firme pero suave rugido—. Tu auto será entregado mañana. Skeet dice que estará como nuevo. Aunque, tengo que decirte, cariño, necesitas uno nuevo. —Mm-hmm, agradezco tu ayuda para conseguir que funcione. ¿Van a necesitar dinero para la reparación cuando lo entreguen? Aunque las palabras fueron dichas casualmente, casi coloquial, Jake pudo sentir que su corazón se aceleraba bajo el brazo que había envuelto a su alrededor mientras él correctamente supuso que ella estaba más que preocupada por el costo que conseguir que ese maldito engendro corriera. La jodida cosa costaba más por repararse que lo que probablemente valiera. —Sin cuidado, nena. Sin costo para ti —dijo moviendo los labios de nuevo al punto dulce donde su hombro se unía a su cuello. —¿No hay costo para mí? —El cuerpo de Caitlin se quedó quieto esperando la respuesta de Jake. Cuando ella se encontró con el silencio, se separó y se volvió para mirarlo y afirmó, en lugar de preguntar esta vez: —No hay costo para mí. —Sí, cariño, sin costo para ti. —¿Estás loco? —explotó ella, aumentando el volumen de su voz—. ¡Pago mis cosas, Jake! —dijo Caitlin firmemente rodando fuera de la estrecha cama enganchándose en el edredón pesado mientras rodaba, dejándolo solo con la sabana muy usada para cubrirse—. Pago mis propias cosas —repitió con la frente en alto y orgullosa en un lado de la cama mientras continuaba enrollando el grueso edredón completamente alrededor de su cuerpo. Jake se apoyó en un codo y la miró fijamente, en toda su gloria magníficamente ofendida, sabiendo que sería determinada con esto. Tendría que haber recordado lo testaruda que ella podría ser, pero esto era diferente que solo hablar para que la dejara hacer una entrevista de baile. Sabía que la había

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herido al casi reírse de exiguo tamaño de la cama, pero la había realmente ofendido en el pago de las reparaciones de su auto. Él no lo entendía. Su experiencia había demostrado que la mayoría de las mujeres querían todo lo que tenía para dar y que incluso, en ocasiones, tomaban más de lo que estaba dispuesto a dar en el frente financiero. —El abrigo fue una cosa, Jake, pero pagar por la reparación de mi auto. Nuh-uh, no va a suceder —declaró Caitlin cruzando los brazos sobre su pecho. Sí, era determinada. Jódeme, pensó para sí mismo en un silencioso suspiro mientras se frotaba la mano por la cara. —¿Esto es importante para ti? —preguntó Jake en voz baja. —¿Pagar por esto? —La vio asentir bruscamente—. Sabes que poseo el taller de reparaciones, ¿no? —¡Por supuesto que sí! —exclamó levantando una de sus manos y sosteniendo la pesada colcha cerca de su pecho con la otra—. ¿Por qué no sería así, puesto que ya pareces poseer tanto en esta ciudad? ¡Apuesto a que eres el propietario de Enrique y de Buxby, también! —terminó ella un poco salvajemente. Guau. Nena. Primero, Dale y yo poseemos un número de negocios aquí y en todo el condado, pero no jodidamente poseo Enrique o Buxby. —Jake no quería decirle que estaban buscando comprar el edificio de Buxby, que acaba de pasar a ser un muy largo edificio a lo largo del bloque—. En segundo lugar, la reparación de tu auto, incluyendo las partes que necesitan ser reemplazadas, con Skeet y el trabajo de sus muchachos, ya se contabilizó en los libros, que es una de las ventajas de ser un copropietario. Jake se movió para sentarse en el borde de la cama, los pies en el suelo, frente a ella. —Ya se han ocupado, cariño. —¿Cuánto, Jake? —preguntó Caitlin más suave pero igual de tensa que antes. Ella retorció de nuevo su cuerpo en los confines de su edredón. Dios, que terca. —No va a suceder, Cait —respondió él igual de suavemente pero con firmeza. Se puso de pie desnudo ante ella mientras la rodeaba en toda su cubierta barata, pero pesada, fibra llena. Jake bajó su boca con la esperanza de cambiarla de la ―Caitlin independiente-obstinada‖ con la esperanza de volver a la ―Caitlin sexualmente abandonada‖ que lo había montado con tanto ardor apenas hace un rato. Sus labios nunca dejando los de ella, lentamente comenzó a desenvolverla de su toga sabiendo que la segunda ronda iba a ser incluso mejor que la primera, incluso si tuvieran que utilizar el suelo para hacerlo.

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En otra parte de la ciudad, un par de ojos vieron como la bailarinaa, ahora vestida con jeans saludaba a sus compañeros de trabajo y se metía en su auto. Los ojos siguieron el Chevy de último modelo, mientras salía de la zona de estacionamiento y giraba a la izquierda. No había necesidad de apresurarse ya que los ojos que miraban ya sabían adónde la joven bailarina iba. Una mano enguantada metió la mano en el bolsillo apuntando el cortador de cajas y otros accesorios que esas noches de caza requerían. Ésta sería castigada igual que las otras dos. Y con ojos brillaban mientras las escenas de castigo de la otra bailarina brillaron como el mercurio a través de su memoria. La excitación se deslizó junto con los recuerdos y los ojos miraron la cuerda situada en el asiento del pasajero. —Voy a hacer que sea bueno para ti, cariño —prometió, finalmente arrancando el auto, yendo tras la próxima chica que debía ser aleccionada, una lección que podría curar su necesidad al pecado y salvar su alma.

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Capítulo 9 —Stanton —contestó Jake su celular después de ver el número en la pantalla, era de la oficina de Sam McKenzie, otro amigo cercano de su infancia y ahora fiscal reinante del pueblo de al lado, a la mañana siguiente de su noche con Caitlin. —¡Hola, idiota! Escuché que llamaste. ¿Tienes otra acosada y medio desnuda chica que necesite asesoramiento legal con descuento? —Sam podría ser uno de los de más alto rango del estado, y el abogado más profundamente respetado en su rincón del mundo, junto con Jake y Dale, sin embargo, todavía se comportaba como el niño de doce años que había completado su grupo de tres en las vacaciones de verano. Y, para ser justos, Jake había, en ocasiones, pasado sus servicios a las chicas que tenía en el personal, a un precio reducido. —Estoy buscando un poco de información general esta vez —respondió Jake. —Mi cerebro legal, actualmente todavía valiendo $115.000 en préstamos estudiantiles, está a tu disposición, muchachote. Sam no venía de una familia adinerada y había tenido que endeudarse fuertemente para hacer realidad su sueño de estar en el campo legal. Pero tenía un talento natural y tuvo, después de una breve estancia en un bufete de abogados muy respetado, que establecer su propio tejado. Debido a la rapidez de respuesta a las solicitudes del cliente a cualquier y todas las horas de la noche, su conocimiento y explicación de la ley en un español sin subterfugios a esas mismas personas, así como su elocuencia en el juzgado, Sam se había convertido en un gran éxito en tan solo unos pocos años. —Necesito entender por qué un único beneficiario no tendría permitido sacar todas las pertenencias familiares de la casa después de la muerte de ambos padres. —Hmm... eso no suena bien —comenzó Sam en voz baja—, aunque, obviamente, no sé todos los detalles, pero por lo general una vez que el testamento ha pasado por los tribunales, los beneficiarios tienen permitido sacar todo y todo lo que no ha sido etiquetado como valioso a fin de asegurar una deuda. Pero, tú deberías saber esto por tu propia experiencia, Jake. —Sam estaba empezando a sentir curiosidad porque sabía que le había explicado esto a Jake después de que su hermano, Frank, hubiera muerto durante su último turno en Afganistán—. ¿Quién es la beneficiaria y tiene un culo para balancear sus tetas? —preguntó burlonamente Sam mientras acercaba su cuaderno legal con el fin de captar más información. —Nunca vas a tener la oportunidad de descubrir alguno de los encantos de esta, Sam-my-man —murmuró descontento Jake usando el apodo de su niñez—, pero su nombre es Caitlin Marie Tomas. Sam escribió rápidamente mientras Jake le daba toda la información que figuraba en el currículum de Caitlin. Sam estaba intrigado por la obvia posesividad en el tono de Jake cuando hablaba de esta chica. Jake siempre

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había sido del tipo ámalas, y, déjalas lo cual Jake declaraba a cada persona que conocía antes de que incluso comenzaran a revolver las sábanas. —Debido a que los testamentos son un asunto de interés público, debería poder obtener una copia siempre y cuando haya una archivada. ¿Qué tan pronto quieres la información, Jake? —No hay prisa ya que pasó hace un par de años. Pero, ve a ver qué puedes conseguir, ¿sí? —Jake sabía que Sam, como de costumbre, pondría atención a los detalles por lo cual era famoso dentro del juego. —¿Entonces es importante para ti? —Sam quería asegurarse de que entendía la severidad en la modulación de las palabras de Jake. —Más de lo que te imaginas, hombre —admitió Jake en voz baja. —Dalo por hecho y regresaré a ti tan pronto como tenga algo —dijo Sam tratando de encajar la idea del playboy favorito del condado admitiendo estar tan afectado por alguien lo suficiente como para buscar su ayuda en un asunto legal. Jake tomó más tortura de Sam antes de colgar y pensó en llamar a Caitlin. Mientras sacaba el archivo de ella de su escritorio, esperaba que no se asustara cuando la llamara. Pero podría ver que la llamada era de él ya que se había tomado el tiempo para programar en su teléfono el número de ella previo a añadirle todos los números de él antes de dejarla dormir en su minúscula cama después de su muy vigorosa y satisfactoria segunda ronda de la noche anterior. Había estado sorprendido de que ella hubiera sido tan receptiva y vocal acerca de su placer al estar de rodillas, con el pecho en el colchón, mientras él había empujado dentro de ella desde atrás en esa segunda oportunidad. Su mente aún llevaba la imagen de su redondo culo al aire mientras se observaba a sí mismo chocar contra ella, hundiéndose profundamente, dentro y fuera de su caliente y apretada humedad. Jake se había asegurado de dedicarse a todas las partes sobresalientes de Caitlin doblándose sobre su espalda y retorciendo sus sensibles pezones mientras manipulaba sus talentosos dedos contra su escurridizo e hinchado clítoris, con el fin de garantizar su placer antes de encontrar el suyo. Gracias a Dios que había pensado en llevar dos condones a pesar de que era consciente de que podrían haber tenido tanto placer sin penetración. Pero por lo que sabía, más vale prevenir que lamentar, después de haber tenido esa primera probada de su apretado y caliente coño habría estado en apuros para negarse a nadar entre su dulzura incluso con su polla al descubierto esa segunda vez. Jesús, pensó Jake cuando se dio cuenta de que su polla, estaba completamente hinchada y dolorida en sus jeans ante el solo recuerdo de su disfrute de Caitlin. ¿Listo para clavar clavos con solo un pensamiento? Negó mientras se desplazaba a través de su lista de teléfonos para llamarla. —¡Hola, Jake! —dijo Caitlin un poco sin aliento pero con una emocionada y cálida nota en su voz—. ¡Estaba pensando en ti también! —Cariño. —murmuró Jake al teléfono—. ¿Te apuntas para una comida para llevar y una película en mi casa esta noche? —Como ya había revisado su

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horario, sabía que estaba disponible porque su trabajo de día era en el asilo y su turno estaba programado para comenzar en quince minutos. —Claro —respondió Caitlin con una suave sonrisa en su voz mientras respiraba al tiempo de su rápido paso. Jake podía oír el rápido clic de sus tacones sobre el concreto mientras se apuraba por la calle—. ¿Tendré que buscar en Google la dirección? Tengo que admitir que no estoy bien a menos que sepa a dónde voy. —Pasaré por tu casa alrededor de las siete treinta para recogerte, si te parece bien. —Jake sabía que su turno en el asilo terminaba a las seis—. Nos da tiempo para elegir lo que queremos comer y para que tú decidas la película que podemos obtener de esa caja de afuera de la tienda de comestibles. —Hizo una pausa, disfrutando el solo sonido de su entrecortada voz mientras caminaba rápidamente para llegar a su trabajo a tiempo—. Ah, ¿y Cait? —¿Uh-huh? —Empaca una maleta, hermosa, porque vas a pasar la noche, ¿sí? —Jake podía oír la subida de su garganta y la ralentización de su andar mientras el impacto completo de su significado se abrió camino al frente de su mente. —Uhm, es… está… está bien —tartamudeó y podía oír sus pies salir de ritmo. Sonrió sabiendo que la idea la estaba afectando tanto como el recuerdo de ella lo había atrapado antes. —Hasta más tarde, cariño —dijo, escuchando el zumbido que hizo eco a través de su teléfono de la puerta que ella abrió. —Hasta más tarde, Jake —dijo Caitlin en voz baja antes de colgar.

Mi estancia de seis horas en el asilo voló gracias a, yo sabía, por mi aturdimiento de ver a Jake más tarde esa noche. Mientras que solo habíamos estado separados tan solo unas horas, mi cuerpo estaba deseando verlo y tocarlo de nuevo. Cuando terminó mi turno, estaba prácticamente saltando por la acera de regreso a mi departamento para alistarme. Cambié el agua de Floyd, le añadí comida e incluso limpié la caja de arena sabiendo que me estaba sintiendo un poco culpable por dejar a mi gato solo, incluso si fuera solo una noche. Floyd parecía saber que algo estaba pasando porque no dejaba de enredarse a sí mismo y alrededor de mis tobillos mientras yo trataba de avanzar rápidamente con el fin de cuidar de sus necesidades antes de empezar a cuidar de las mías propias. Tomé una ducha rápida y me cambié a mis bien ajustados jeans que mostraban mi culo en su mejor ventaja. He añadido un jersey de punto fino y cuello drapeado de un suave amatista, sobre una camiseta a juego de satén de $2.75 en la beneficencia, ¡Dios la bendiga!, antes de meter mis pies en las botas hasta la rodilla de suave y gris gamuza que metí debajo de manga acampanada de mis jeans.

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Eché ropa interior limpia, mi cepillo de dientes y mi mejor camisón dentro de mi deteriorado bolso. Añadí mi desodorante y mi espray para el cuerpo de cítricos mientras trataba de pensar en algo que pudiera llevar. Mamá siempre decía que nunca aparecieras en una fiesta sin un regalo en la mano. Y estaba planeando ir de fiesta con Jake. Yendo por algo como del tipo fiesta de desnudos. Recordando que él había ordenado café las dos veces que había estado a su alrededor, miré el reloj y vi que tenía tiempo suficiente para correr a Buxby’s por una pequeña bolsa de sus mezclas especiales antes de que viniera a recogerme. Agarrando mis llaves, el abrigo y el bolso rápidamente me dirigí a mi auto, empeñada en ir allí y volver antes de lo programado para recogerme. Estaba inclinada estudiando las estanterías de los diferentes granos cuando oí una seductora, aunque ruidosa, voz. ─ Bueno, bueno, bueno. ¡Si no es el último juguete de Jake! Cuando me di vuelta y me enderecé, vi que la voz pertenecía nada menos que a la hermosa Fiona que había tomado una pose con una mano en la cadera inclinada mientras agitaba la otra en mi dirección. Vestida con unos estrechos leggins negros y una ceñida, túnica verde de bajo de escote y tacones altísimos, vi que estaba con otras dos mujeres que estaban, como ella, mirándome con desagrado. ─ Fiona. ─ Reconocí suavemente, aunque debe decirse, cautelosamente. Había visto lo hiriente que le gustaba jugar y yo era muy inexperta en el arte femenino de la guerra verbal. Eché un vistazo a sus amigas, pero reconocí por sus fríos ojos que eran tan antipáticas como Fiona, así que sabía que no podía contar con alguna para estar en mi esquina en esta espontánea confrontación. ─ Esta es la lolita3 de la que te hablé ─ entonó Fiona en un susurro mientras cruzaba los brazos sobre su gran pecho y sus ojos desgarrados sobre mí─ . Piensa que esto es solo porque tiene la atención de Jake esta semana. Mi cuerpo empezó a temblar ante su tono sarcástico. ¿Por qué esta mujer me odiaba tanto? ─ ¿Ha comenzado a comprarte cosas, sin embargo, pequeña mujercita? Todas sabemos acerca de Jake y sus casos de caridad, ¿o no chicas? ─ La voz de Fiona se estaba haciendo más fuerte a medida que enrolaba a sus amigas─ . ¡Es bien conocido por comprar su camino entre nuestras piernas y apuesto a que no eres diferente a las demás! Podía sentir mi rubor empezar a arrastrarse mientras me acordaba de mi abrigo y la reparación de mi auto. ─ Mierda, eres mejor que esas putas de calle en la 5ta, niñita. Dando buen coño por dinero ─ la mujer con el imponente cabello negro y vibrantes shorts cortos rojos murmuró con un resoplido. ¿En serio? ¿Shorts, pantalones cortos en invierno? ─ Eso es todo lo que estás haciendo, tu escurridizo pedazo de cola. 3

Mujer menor de edad que te gustaría follar pero si te atrapan irás a la cárcel.

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Intercambiando tu coño por cosas. ¡Y ni siquiera trates de decirme que no lo sabes! ─ gritó Fiona mientras tiraba su llameante color de cabello enfáticamente─ . Eres una puta que piensa que alcanzó el éxito por follarse al jodido Jake. Bueno, cariño... ─ Se inclinó más cerca mientras su voz finalmente por suerte se volvió más suave─ . Tú eres solo otra en una larga, larga línea de desfile de coños de Jake. ─ Me miró de arriba abajo de nuevo─ . Solo otra apestosa puta que va a ser dejada de lado en cuanto consiga una bocanada de algo más dulce después de que esté cansado de tu agujero sobre usado. ─ Ese Jake follará lo que se mueva ─ acordó la rubia decolorada en un vestido tipo tanque verde botella, demasiado apretado para la-piel-contenida. Estaba tratando de jugarlo agradable, no dije nada para añadir más leña al fuego. Sabía, sabía que Fiona estaba hablando a través de su trasero y que ella tenía una seria actitud, especialmente cuando se trataba de Jake y que debía tomar sus palabras crudas con un grano de sal. Pero ¿cómo iba a saber que me había comprado cosas? Parecían estar esperando mi reacción a lo que habían dicho. Busqué en mi mente para una respuesta ingeniosa o comentario sarcástico para ponerlas a todos en su lugar antes de que pudiera salir de su presencia, pero no tenía nada. No tenía ninguna experiencia con esto y no la quería, ni siquiera sé cómo, hundirme a su nivel con el fin de responder. ─ Gracias por la advertencia, señoras ─ es lo único que pude responder antes de extenderme de nuevo hacia abajo para tomar un pequeño bolso del tostado molido avellana y hacer mi camino en torno a la caja registradora. Por suerte, no había nadie delante de mí y fui capaz de pagar mi compra y dejar Buxby’s tan pronto como fue posible. Atrapé la mirada del hombre detrás del mostrador mientras me dio mi cambio, pero solo pude mantenerlos por un segundo antes de moverme hacia la puerta para salir lo más rápido que pude. Es cierto, estaba temblando como una hoja pero esperaba que Fiona y su pequeña horda de putas no fueran capaces de ver y me dejaran ir sin ningún altercado más. Jake estaba esperando en el porche cuando volví a mi casa. Mientras cerré mi auto y me aproximé por las escaleras a su encuentro, me obligué a poner la escena en Buxby’s detrás de mí. ─ Hola, cariño ─ retumbó Jake mientras enganchaba mi cuello y me atraía para darme un beso rápido─ . ¿Trabajando hasta tarde? ─ No, solo corrí a hacer un recado. ─ le respondí instalándome contra su pecho─ . Déjame conseguir mi bolsa y podemos irnos. ─ Abrí la puerta principal y la puerta de mi apartamento. Metí la bolsa pequeña de Buxby’s en mi bolso y le entregué la bolsa demasiado llena con una sonrisa temblorosa. ─ ¿Estás bien, Cait? ─ preguntó mirándome atentamente. ─ Uh huh. Claro ─ mentí moviendo mis ojos alrededor mi apartamento en un esfuerzo para no mirarlo. Mi cuerpo seguía vibrando ante las palabras rudas que me habían sido lanzadas y mi mente no podía sacarlas, y mucho menos el dolor detrás de ellas, fuera de mi cabeza.

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Hicimos nuestro camino a casa de Jake, que era sorprendentemente en un barrio de clase media llena de robles majestuosos. Mientras nos estacionábamos en el camino, me di cuenta de que estábamos al lado de lo que parecía ser una casa de artes y oficios que se habían dividido en un dúplex. Mis ojos estaban clavados por su gracia majestuosa, pintada de color gris con ladrillos rojo oscuro que estaban solo partidos por las dos puertas de enfrente de esmalte negro marcadas a ambos lados por los números de las casas. Mientras subíamos los pocos escalones hacia su entrada, me sorprendió verlas flanqueadas por pequeñas jardineras llenas de follajes de invierno. Las zonas de estar en ambos lados de la puerta principal parecían cálidas y acogedoras, también, con sillas robustas de madera roja cubiertas de cojines a rayas de colores, a juego con los colores del exterior e incluso más urnas llenas de plantas de clima frío. ─ Esto es hermoso. ─ murmuré mientras Jake desbloqueó y abrió la enorme puerta. ─ Frank y yo lo compramos hace años y acabo de terminar las renovaciones el año pasado ─ gruñó Jake mientras me seguía en la casa. Oí el tintineo de metal antes de ver el labrador dorado venir disparado, aunque derrapando todo el camino por el largo piso de madera oscura desde la parte posterior de la casa. ─ ¡Mostaza! ─ exclamó Jake en voz baja mientras se inclinó y capturó la cabeza del perro en sus manos y empezó a frotar y rascar─ . Ven a conocer a mi chica, muchacho. ─ Volvió la cara del perro hacia mí─ . Caitlin, Mostaza, Mostaza, Cait. Extendí mi mano para acariciar al gran perro pero no estaba tomando nada de eso. Tan pronto como las manos de Jake liberaron su cara, Mostaza salió disparado hacia mí, aunque yo estaba probablemente solo a centímetros de distancia, y hundió su nariz directamente y con firmeza en mi entrepierna olfateando y jadeando profundamente. Crucé mis piernas mientras mis brazos intentaron, sin éxito, de empujar a la bestia pesada lejos. —¿Jake? —Aw, cariño, él simplemente sabe lo que es bueno cuando lo huele —dijo Jake con una sonrisa descarada mientras tomaba el collar de Mostaza para alejarlo─ . Solo déjame ponerlo atrás para que se calme, ¿sí? Miré como Jake maniobró hacia afuera su, en mi mente, gran bestia antes de girar mis ojos al interior de la casa. Toda la parte delantera de la casa estaba comprendida por la sala de estar llenada con sofás de cuero desgastado marrón y sillones. El tema parecía ser una eclética mezcla de mobiliario estilo misión4 con mesas bajas y vidrieras manchadas sobre las lámparas echas en Frank Lloyd Wright mezclado con rayas de color cálido dorado y marrón. Justo detrás del área de sentarse estaban las escaleras que guiaban al segundo piso. A la derecha de las escaleras podía ver una cocina bien equipada llena de electrodomésticos modernos y encimeras de mármol marrón. Justo a mi derecha había una enorme mesa de comedor de 4

Mission style tipo de mobiliario en los Estados unidos durante el siglo 20.

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roble con diez sillas escondidas en sus lugares. Lo que podía ver desde mi ventajoso sitio a la izquierda de la puerta, es que cada habitación tenía muchas ventanas cubiertas de vidrieras que hacían eco con las cálidas líneas de las lámparas. Nunca en mi vida había visto algo tan hermoso, tan coordinado ni tan masculino como la casa de Jake. No es que sepa mucho de arquitectura, pero era la hija de mi padre, y conocía la artesanía que había hecho. Esto era único en su clase. Vi como Jake volvió e inmediatamente fue donde su iPod que se encontraba en la esquina de la sala de estar cerca de la puerta principal y seleccionó Dave Matthews Band, "Busted Stuff." Música perfecta para comenzar nuestra tarde. Seguía siendo tan ―nuevo‖ entre nosotros que era el mejor sonido para poner de fondo, y como siempre mientras escuchaba DMB como antes, ofrecí una oración a LeRoi. ─ Tú escoges la comida esta noche, cariño ─ retumbó la voz de Jake mientras suavemente se acercó de vuelta a mí y me envolvió en un abrazo─ . ¿Qué deseas? ─ Uhm. ─ Pensé rápidamente apoyando mi frente contra su mentón mientras me presionaba en su duro pecho─ . ¿Comida china? ¿Pollo Kung Pao o Puerco Mu Shu? ¿Estás bromeando, verdad? Dave Matthews y comida china. Si es que íbamos a hacer lo que he estado esperando todo el maldito día, entonces Jake estaba bien en su camino de verme en su cama. Jake tomó mi mano y me llevó a uno de los taburetes de la encimera que daba al frente de su cocina mientras presionaba un botón en su celular. ¿Entregas de comida china programada en su marcación rápida? ─ ¿Tan? Stanton. Deseo ordenar una sopa agripicante grande, dos órdenes de cangrejo rangoon, una de carne con brócoli, pollo Kung Pao y dos órdenes de puerco Mu Shu. ¿Entrega a domicilio? Bueno. Lo espero. ─ Jake colgó la llamada y me vio al otro lado del bar mientras de su bolsillo sacaba un par de billetes que dejó sobre el mostrador. ─ Te ves bien, cariño ─ murmuró en el silencio─ . ¿Quieres ver el resto de la casa? Asentí asombrada de la cantidad de comida que acaba de ordenar y todavía sorprendida por estar en su casa. Sonriendo lentamente, el rodeó el bar y enganchó su mano con la mía. ─ Los zapatos, hermosa ─ retumbó su voz y me tomó un segundo para darme cuenta que me estaba pidiendo que me quitara mis zapatos para que vayamos a explorar. Me moví, y lentamente me agaché en una buena posición sobre la otomana5 cerca de la puerta principal y abrí la cremallera de mis botas. Miré su suave camiseta de manga larga y sus siempre presentes jeans antes de moverme a mirar sus medias. Con su cabello hasta los hombros y ojos a punto de hervir, Jake se veía como una estrella de rock. 5

Sillones profundamente tapizados de cualquier forma.

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Antes de darme cuenta, estábamos arriba deslizándonos por el largo pasillo. ─ Cuando compramos esta casa, era una ruina. No había techo y había moho por haber sido expuesta a los cambios de clima ─ explicó Jake suavemente mientras me guiaba a la primera habitación de la derecha. Fue construida como una oficina con múltiples monitores que cubrían el escritorio entre las paredes altas color crema. Llevándome a través del pasillo, vi una manta escocesa azul y dorada que cubría la cama la cuál Jake anunció que era la ―habitación de invitados‖. Me llevó pasando el baño, era pequeño de seis caras de azulejo de color blanco y negro que era toda la rabia en 1940, antes de guiarme a una habitación que tomaba la mitad del espacio de las escaleras. Lo primero que se veía al entrar a su gran habitación era la cama. Era enorme cubierta de una mezcla color crema paisley6, dorado y marrón con una selección de coordinadas almohadas. Había un dosel sostenido por altas, gruesas y tallados pilares de roble y el tallado era el mismo en la cabecera y en los pies de la cama. Mirando a mi derecha vi una pequeña área para sentarse compuesto de un pequeño sofá y dos sillas agrupadas alrededor de una pequeña chimenea que sostenía una TV de pantalla plana situada en la parte superior. A mi izquierda estaban las puertas, una estaba abierta para mostrar un enorme baño y la otra estaba cerrada. A los dos lados de la cama, mesas de noche, y más allá había puertas francesas que guiaban al patio que era del tamaño de la habitación. ─ Santo cielos ─ pronuncié inconscientemente. Mi apartamento entero podía encajar en toda su habitación con espacio de sobra. Traté de mantener todo adentro pero sigo escuchando su voz que me dice que no podía dormir en mi pequeña cama y ahora veo por qué. Estaba más que un poco intimidada. ─ ¿Caitlin? ─ Pude escuchar la profunda voz de Jake pero no tenía sentido mientras mi mente luchaba para aceptar la opulencia de su habitación comparada con mi estrecho y diminuto departamento. Sentí sus brazos rodearme mientras escuchaba su comando─ . Respira, cariño. Tomé una profunda respiración, percibiendo el limpio aroma de Jake antes de sentir sus fuertes brazos alrededor mío y su duro pecho contra mi mejilla mientras mi mundo se enderezaba una vez más. ─ ¿Estás bien? ─ preguntó suavemente en mi cabello. ─ Mejor ahora. Fue un día largo ─ mentí─ , debo tener hambre. ─ La comida estará aquí en cualquier minuto ─ dijo mientras me soltaba con un apretón. Enganchó mi mano y con una gentil sonrisa me jaló de nuevo hacia las escaleras. ¡Santa mierda, es rico! mi mente exclamó mientras volvíamos a viajar a través de los brillantes pasillos y hacíamos nuestro camino de vuelta abajo. Justo cuando llegamos al primer piso, escuché la suave vibración del celular de Jake. Sacándolo de su bolsillo y mirando la pantalla, soltó mi mano. 6

Textiles caracterizados por ser coloridos con formas abstractas .

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─ Necesito un minuto, Cait, ¿está bien? ─ Asintiendo, volví a los taburetes del bar mientras Jake serpenteaba por el largo pasillo hacia la parte trasera de la casa. Justo cuándo me acomodé y mi respiración volvía a la normalidad, hubo un fuerte golpe en la puerta principal. Esperé un segundo para ver si Jake iba a aparecer y cuándo no lo hizo, me deslicé para ponerme de pie en silencio para abrirla. Por la ventana más baja de la enorme puerta vi una leve, pequeña sonrisa de un adolecente asiático agarrando una multitud de bolsas blasonadas con un dragón rojo parado en la entrada. ─ Oye, ¿eres la chica de esta semana? ─ Se rió─ . Ese señor Stanton, siempre con una chica diferente ─ balbuceó negando tristemente mientras se precipitó por la puerta para depositar las bolsas en el bar y se embolsó el dinero que fue dejado ahí. Jake estaba volviendo a la habitación justo a tiempo para atrapar el último pronunciamiento del adolecente. ─ Termina con eso, Li ─ retumbó la voz de Jake en un tono oscuro. ─ Pero, solo me estaba divirtiendo con la chica de esta semana, señor S ─ dijo Li con una risilla mientras sus ojos se dirigieron a mí─ . ¡Nueva chica hermosa, cada semana! ─ dijo encantado volviendo toda su cabeza en mi dirección. Podía sentir mi estómago dando vueltas ya que el chico de las entregas acaba de confirmarme lo que escuché más temprano en el café de Fiona y amigos. ─ Me tengo que ir ─ anuncié sin pensar mientras rápidamente me dirigía a la otomana para ponerme de vuelta mis botas. Gracias a dios que mi bolso seguía a lado de la puerta. Mientras me ponía de pie para tomar mi bolso, sentí una banda de hierro alrededor de mi cintura. ─ No estás yendo a ninguna parte, hermosa ─ advirtió Jake en un suave gruñido mientras me jalaba de vuelta a su pecho─ . ¿Li? Aquí. Ahora ─ comandó sobre su hombro. A pesar que bajé mi cabeza en humillación, pude ver a través de mi cabello los pantalones y botas de Li mientras se presentaba ante un muy molesto Jake. »¿Li? ¿Cuándo fue la última vez que viste una mujer aquí? ─ demandó la fuerte voz de Jake. ─ Jake. ─ Empecé suavemente esperando liberar a ambos, yo y al chico de las entregas de cualquier futura vergüenza. ─ Ah. ─ La voz de Li tembló, sabiendo que había cruzado la línea─ . No recuerdo. ─ ¿En serio? ─ Sentí la voz de Jake tronar contra mi espalda mientras me trazaba con más firmeza contra su pecho. ─ Jake, por favor ─ susurré sintiendo su enojo llenar la habitación. ─ Todos saben que eres un jugador, Señor S. ─ respondió Li, y levanté mis ojos para mirarlo mientras hablaba. No se veía tan confiado ahora que confrontaba con palabras sin cuidado─ . Solo pensé que todos sabían la puntuación aquí ─ dijo Li mientras su sonrojo coloreaba sus mejillas─ . No pensé en ofender, Señor S. Usted es un héroe para todos nosotros con las hermosas mujeres que vemos cuando entregamos comida aquí. Sin ofender ─ dijo Li sinceramente.

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─ Fuera ─ ladró Jake alarmando a los dos, a mí y Li con su volumen. La puerta se cerró y Jake seguía teniéndome cautiva en la fuerte jaula de sus brazos. Hubo más de unos segundos de silencio antes de que Jake preguntara─ : ¿Estás bien, hermosa? ─ Me tengo que ir, Jake ─ dije suavemente con mi cabeza todavía agachada mientras mi mente recordaba ser llamada ―cebo de cárcel‖7 y que me dijeron que solo era ―una de una larga, larga lista del paraíso de coños de Jake‖ y todo fue confirmado por un chico de las entregas. Un chico de las entregas, por amor de Dios. ─ No voy a dejarte ir. ─ Escuché y sentí la impotente voz de Jake contra mi espalda mientras movía mi cabello a un lado de mi hombro─ . ¿Esa llamada? Era de Greg de Buxby's. ─ Jake hizo una pausa para dejar hundir eso─ . ¿Tienes algo de qué hablar conmigo, Cait? ─ preguntó Jake en mi cuello, su aliento caliente contra mi piel expuesta. ─ No ─ respondí suavemente. No necesitaba saber, no había razón para saber que fui rota en pedazos por su ex amante o amantes, quienes sabían si las otras con Fiona han dormido con él o no. ─ Conoces a Greg, ¿cierto? ─ La suave voz de Jake resonó mientras seguía siendo sostenida contra su pecho. Vaya, pero se sentía que estuvimos parados en esta posición por una eternidad─ . Greg es el manager en el día y el copropietario de Buxby's ─ explicó Jake en tranquilas notas y con un suave beso detrás de mi oreja─ . Dijo que había una pequeña fuerte conversación ahí por la tarde. ─ Jake hizo una pausa aparentemente esperando a que dijera algo. Mis labios estaban sellados─ . Dijo que Fiona estaba ahí con sus putas y atrapó en una esquina a una joven, y hermosa chica antes de empezar a meterse con ella con esa jodida boca que tiene, sus palabras no mías. ─ La boca de Jake, todavía en mi oreja, estaba en silencio─ . Dijo que, como siempre, el lenguaje de Fiona era sucio y, que la joven mujer no respondió, que su rostro se puso cada vez más pálido mientras esa mierda seguía. ¿Sabes algo sobre esto, cariño? No respondí, no podía responder mientras mis ojos se cerraban para bloquear el recuerdo de Fiona y sus demonios en el café. Era lo peor de cada pesadilla imaginada. Siendo llamada por nombres y flojamente uniéndome a sus categorías simplemente porque estaba con Jake. Había dormido con Jake. Regañada por la mejor noche de mi vida. ─ ¿Caitlin? ─ susurró la voz de Jake suavemente detrás de mi oreja─ . Habla conmigo, chica linda. Dime para que lo dejemos atrás, ¿sí? ─ Solo era Fiona y sus amigas. ─ Empecé quedamente mientras suavemente acariciaba las manos de Jake que seguían entrelazadas en mi cintura─ . Estaba arrojando su mierda, justo como en el restaurant de esa noche. ─ Pero luego volviste a escucharlo esta noche por parte del chico de Tan, ¿verdad? ─ Podía sentir el aliento de Jake contra mi cabello mientras me 7

'jail bait', cebo de cárcel. chica atractiva menor de edad con quien los chicos les gusta meterse pero si son atrapados van a la cárcel.

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agarraba firmemente, mi espalda contra su pecho─ . No puedo mentirte, bebé. ─ Jake me dio vuelta en el círculo de su firme abrazo. Se tomó un momento para arreglar mi cabello detrás de mi oreja. Lo sentí mientras bajaba sus labios a los míos, aunque no para besar. Jake habló suavemente, sus labios moviéndose contra los míos, añadiendo peso a sus palabras─ . Era casi exactamente lo que escuchaste hoy cuando era joven. Tenía una reputación. Una muy bien ganada reputación. Y esa reputación se volvió peor con los años. Cuando Dale y yo compramos el club la suposición era que estábamos metiéndonos con todo lo que tenía pechos. ─ Los labios de Jake se movieron a mi frente y su voz se volvió más áspera mientras continuaba─ . No fue lindo para esas chicas, Cait. Y era completamente frío con muchas mujeres después. ─ Retrocedió un poco para mirarme. Tuve que mantenerme tranquila mientras lo escuchaba hablar, absorbiendo sus palabras─ . No soy más ese hombre, chica linda. No quiero ser ese hombre contigo. No pasó desapercibido para mí, que ―cavar‖ una ―fosa‖ era jugar en el patio trasero. Diablos. Miré a los ojos de Jake viendo la honestidad ahí antes, apoyé mi frente contra su pecho para procesar las palabras. Me dio unos cuantos segundos antes de que me alejara de nuevo atrapando mis ojos con los suyos. ─ Me vas a escuchar hablar y algunas veces será sucio y malo. No quiero asustarte, chica dulce, pero es la verdad. ─ Hubo más de unos cuántos latidos de corazón mientras Jake miraba mis ojos antes de continuar─ . Te estoy pidiendo que lo dejes ir o hables conmigo sobre esto antes de que sientas que tienes que salir corriendo, ¿sí? Aw vaya, ahora viene “Grace se fue”, pensé sobre las palabras de Jake que eran dulcemente acompañadas por la música. Estaba en silencio mientras levanté la mirada a él. ¿Podía hacer eso, ser confrontada como hoy, agrupar todas las otras mujeres que Jake tuvo en el pasado y dejarlo ir? Quería hacerlo pero no estaba segura si podía. Él tenía razón, aunque, la conversación que escuché hoy fue repugnante y angustiadora a pesar que no creo que Li pretendía serlo cuando lo dijo. ─ Trataré, Jake. ─ Eso es todo lo que estoy pidiendo, cariño. ─ Nos dio la vuelta al bar─ . La comida se está enfriando. Vamos a comer. ─ Estaba en uno de los taburetes del bar mordisqueando mi cangrejo mientras Jake abría las cajas y agarraba platos y tazones. ─ ¿Jake? ─ Estoy aquí, hermosa ─ respondió mientras empezaba a poner nuestra comida en los platos. ─ Solo tuve sexo dos veces antes de ti. ─ Mantuve mis ojos abajo mientras hablaba mirando mis manos deshacer la pasta caliente pero pude sentir cuando Jake dejó de moverse y aparentemente se congeló por mis palabras─ . El mismo chico las dos veces. ─ Hubo más de unos segundos de silencio entre nosotros antes de que Jake volviera a reaccionar y continuó llenando nuestros platos.

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─ Es bueno saberlo, chica linda ─ murmuró Jake mientras colocaba mi plato lleno frente a mí. Capturé su mirada y sonreí suavemente antes de notar que me sonreía de vuelta.

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Capítulo 10 Jake regresó a la cama después de hacerse cargo del condón por segunda vez esa noche. Apagó la lámpara de cabecera antes de deslizarse bajo las sábanas para enganchar la cintura de Caitlin trayendo su espalda contra su frente. Podía sentir los golpes secos de su latido contra el brazo que estaba cruzado sobre su pecho. Metió su barbilla para colocar un suave beso entre su hombro y cuello. —Mmm. —Suspiró ella adormilada mientras movía las hermosas redondeadas mejillas de su culo sobre su todavía medio dura polla. No pudo evitar la risita en su voz mientras le susurraba: —Duerme, Cait, ¿de acuerdo? —Buenas noches, bebé —murmuró ella acurrucándose más en su abrazo. En la opinión de Jake, tener la ventaja de jugar en casa con Caitlin fue incluso mucho mejor que la primera vez juntos. Su cama king size les dio más espacio para jugar y al verla desnuda en ella, con el cabello cayendo alrededor de sus hombros y por su espalda, lo hicieron ponerse creativo. En realidad su juego había comenzado en la cocina, de todos los lugares, cuando la limpieza de esta fue interrumpida por un dulce, lento beso a boca cerrada que se convirtió en largos, lentos, húmedos besos a boca abierta que evolucionaron con Cait sobre la encimera con sus piernas envueltas alrededor de sus caderas y su lengua luchando contra la de ella. Jake sonrió mientras recordaba cómo las caderas de ella se habían sacudido involuntariamente mientras él llevaba su culo vestido con jeans a lo largo de la encimera, jalando su entrepierna hacia la suya, frotando su dureza contra la costura de sus pantalones mientras sus bocas continuaban trabajando la una en la otra. Cristo, sí que besaba bien. Jake dio tan bien como recibió y utilizó sus labios y lengua de manera suave pero minuciosa para calentarla. Ella había hecho los más maravillosos maullidos guturales cuando él había comenzado a utilizar sus manos, pasando por su espalda, moviéndose a los lados de sus pechos y luego retirándose mientras su boca se puso más enérgica sobre la de ella. —Por favor —había gemido ella cuando sus labios se movieron por su cuello mordisqueando, lamiendo y chupando ligeramente. Sus caderas se sacudieron de nuevo cuando sus dientes habían raspado delicadamente a través de su clavícula y sus manos se movieron de sus hombros hasta incrustarse en su

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cabello. Ella no lo tuvo que pedir dos veces mientras él rápidamente la subía por las escaleras hasta su habitación, a su cama. No pasó mucho tiempo antes de que ambos estuvieran desnudos y retorciéndose el uno contra el otro en el gran espacio de su cama. Y aún menos tiempo antes de que su boca estuviera entre sus piernas, saboreando su dulzura, mientras una mano jugaba con sus duros y excitados pezones y la otra movía con cuidado dos dedos dentro de la humedad que ella había creado. Él sintió su placer extenderse, apretarse contra sus dedos antes de que todo su cuerpo se tensara, arqueando su cuello mientras un gemido era arrancado de ella. Sus ojos estaban pegados mientras se corría, deleitándose con el placer que podía ver, sentir y probar. Placer que él le dio. —Oh, Dios mío, Jake —gimió Caitlin mientras él se movía sobre su cuerpo que todavía estaba temblando en las secuelas de su orgasmo. Extendió la mano y tomó el condón de la mesa de noche—. Permíteme —dijo ella con la voz ronca y los ojos medio cerrados por el deseo mientras se incorporaba sobre un codo antes colocarse en una posición completamente sentada. Le quitó el condón y con cuidado rompió el papel de aluminio mientras Jake se hacía para atrás, con el culo en los talones, entre sus muslos. »Dime cómo, cariño —le dijo suavemente mientras sostenía el enrollado látex y miraba su gran pene que estaba apuntando hacia el techo—. Porque no puedo ver cómo esto… —Movió el condón con énfasis—, va a encajar en eso. — Sacudió su barbilla en la dirección de su dureza y levantó las cejas. Él trató de mantener una cara seria, pero sabía que una sonrisa se había escapado cuando los ojos de ella finalmente se encontraron con los suyos y sus cejas se unieron en un ceño fruncido. —¿Crees que esto es gracioso? —preguntó ella. —No, querida —contestó en voz baja—. Tierno, no gracioso. Su humor se detuvo tan pronto como sintió sus suaves y cálidas manos rodear su polla, moviéndola y deslizándola suavemente entre ellas tal como le había enseñado a que lo tocara. No pudo evitar que su pene diera un tirón involuntario cuando le enseñó cómo agarrarlo de la base antes de mover su mano por su longitud para frotar el músculo justo debajo de la cabeza. Una gran gota de líquido pre seminal hizo su aparición y jadeó audiblemente cuando vio y sintió a Caitlin atraparla con su pulgar y frotarla gentilmente en su coño. —Eso significa que te gusta, ¿cierto? —susurró ella levantando la vista. Él asintió en silencio, perdido en su belleza, en su evidente placer por hacerlo sentir bien. Las manos de Jake alcanzaron su cara mientras su boca se movía sobre la de ella suavemente pero sus caricias inocentes pronto causaron que el beso se profundizara mientras sus caderas comenzaron lenta pero firmemente a bombear su dura carne dentro de su mano suave.

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—El condón, bebé —gruñó Jake contra su boca, su cuerpo ahora estaba impaciente por unirse con el de ella. Caitlin empezó a buscar por la desarreglada cama tratando de encontrar el látex enrollado que inconscientemente se le había caído. Finalmente lo localizó pegado en la parte externa de su muslo, le sonrió, sus mejillas estaban un poco más sonrojadas que antes. —Supongo que lo debí dejar caer —admitió con una risita avergonzada esperando ver que él compartía su humor. Sonriendo junto a ella, Jake de nuevo guió sus manos mientras le enseñaba cómo desenrollarlo suavemente por su longitud. Tan pronto como estuvo en su lugar, Jake agarró sus muslos y la jaló para que pudiera recostarse sobre su espalda de nuevo, viendo los ojos de ella abrirse de par en par ante su movimiento. Sus manos se deslizaron por sus muslos, pasando por sus rodillas y llegó hasta detrás de él para capturar sus tobillos los cuales utilizó para mover sus pies hacia su pecho. Tan pronto como estuvieron en su lugar, dio otra prolongada y suave caricia hasta sus pantorrillas para detenerse detrás de las rodillas mientras gentilmente presionaba para abrirlas. No pudo evitar el pulso dentro de él mientras observaba los ojos de Cait cerrarse ligeramente cuando arrastró su polla a través de sus ahora expuestos pliegues resbaladizos y rozó la versión en látex de sí mismo contra su hinchado clítoris. —Mira, Cait —gruñó Jake en voz baja mientras se recargaba hacia atrás y empezaba a aliviarse a sí mismo en ella, luego inclinó su pecho hacia adelante el cual a causa de sus pies que lo presionaban completamente hizo que su coño se elevara. Él levantó la mirada y vio su cuello inclinarse hacia adelante, mientras sus ojos se pegaban a su pene, observando mientras avanzaba dentro de su apretada humedad. Bajó la vista disfrutando de la vista de su coño tragándoselo con entusiasmo mientras comenzaba a tocar su crecido clítoris con suaves, deliciosos círculos. En esa posición, él podía ver, sentir e incluso oler su excitación. —Joder, eres tan... —gruñó empezando a perder el control, sus caderas y dedos comenzaron a moverse más rápido. Caitlin quitó los pies de su pecho y enganchó sus talones por la espalda de Jake para darse más soporte mientras sus caderas se alzaban para encontrarse con las de él. —Oh, Dios, no te detengas —gimió al sentir sus entrañas empezar a brillar y derretirse ante las duras bofetadas de sus cuerpos reuniéndose. Jake dejó caer su pecho sobre el de ella y fue sobrecogido por el calor que podía sentir a través del látex, la humedad que podía sentir mientras sus caderas bombeaban dentro y fuera de su caliente, dulce hueco, y olor mientras su crema se reunía ante la base de su dureza. No pudo evitar sus propios gruñidos mientras la tomaba salvajemente, metiéndose en ella. Podía sentir su coño aferrándose, apretándose

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por los espasmos justo antes de percibir su propio clímax cuando se estrelló a través de él y metió la cabeza en su cuello con un profundo gemido. Pareció una eternidad el volver en sí mismo mientras escuchaba los pesados jadeos de Caitlin comenzar a disminuir. Sus movimientos eran letárgicos cuando apartó su cabello de su cara y movió sus labios desde su cuello hasta la línea de su mandíbula, yendo hacia sus labios para capturarlos en un suave, pero profundo beso. El cuerpo de Jake se levantó otra vez al reto a pesar de que estaba simplemente recordando a Caitlin retorciéndose hace tan solo unos minutos. No podía tomarla de nuevo sabiendo que tendría que estar en la primera tienda en tan solo un par de horas. Pero, maldita sea, la quería otra vez. Su dulzura y suavidad iban a ser su perdición. Aunque frunció el ceño recordando el dolor de aceptación en su rostro cuando tuvieron que hablar del pasado de él. Nadie debería tener nada de lo que había hecho antes de volver a ellos, especialmente no ella. Pero lo tenía. Y él podía decir que ella le había restado importancia a lo que había sucedido en Buxby’s tanto como él mismo había suavizado su trato hacia las mujeres antes que ella. *** —Entonces los Suds 'n' Duds me parece que fueron un hallazgo. ¿Tú qué crees? —Dale y Jake estaban haciendo su habitual reunión semanal de revisión de las hojas de resultados de sus seis participaciones empresariales, buscando nuevos negocios y poniéndose al día en todo lo que a su juicio el otro necesitaba y estar al tanto de lo que había ocurrido en los últimos días. —¿En serio? —respondió Jake disparando una mirada hacia su compañero—. Lee los estados financieros, debí de haberlo hecho ocho veces, y todavía no los entiendo. Tienen cinco lugares, con tres prácticamente en el campus del Estado, y ¿todavía no están mostrando un beneficio? Algo no está bien. —De acuerdo. ¿Pero qué si descubrimos la parte que ―no está bien‖? ¿Debería soltar a Rich sobre ellos? —preguntó Dale sabiendo que su investigador privado sacaría todo lo que se habría de saber de las inversiones de la familia Miroslav en la venta de la cadena de lavanderías—. Se tendrán que hacer algunos pasteles en serio si todo sale limpio. Sin doble sentido. Jake sonrió y asintió. —Puedo ver el potencial, pero no quiero el dolor de cabeza si hay otra mierda sospechosa involucrada. —Bajó los estados de pérdidas y ganancias de Suds 'n' Duds y vio que la siguiente pieza de papel era el cheque final de Fiona. Atrapó la mirada de Dale después de revisar el monto indicado—. No estoy de acuerdo con las cifras, Dale —retumbó firmemente.

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—Hice los números y estos mostraron la cantidad que se le debe por su tiempo. —Dale se encogió de hombros mirando su propia copia que tenía estampado ―no es un cheque‖ en negrita—. Escuché acerca del disturbio en Enrique’s pero no creo que podamos descontarle por ser una perra con la nueva amante del jefe. Jake se limitó a ver a Dale, con el rostro congelado aunque comprendiendo que Dale no tenía ni idea de lo hiriente que Fiona había sido en el restaurante o lo terriblemente que había tratado a Caitlin en Buxby’s. Pero, ya sea si Dale entendía o no, no iba a pagarle a Fiona por su comportamiento como una perra. —¿Por qué no le estamos descontando el precio del espejo que hizo añicos en el vestidor de las bailarinas? Era una pregunta válida y las cejas de Dale golpearon la línea del cabello mientras lo consideraba. ¿Por qué, en efecto? Tal vez porque Dale siempre pensó que Jake tenía un punto débil cuando se refería a Fiona. En los tiempos cuando Dale u otros se habían quejado de ella, Jake parecía ofrecer una visión diferente, una observación más suave que la mantenía empleada en el club. ¿Había eso cambiado o simplemente Jake había estado jugando a ser el abogado del diablo durante los primeros años con el fin de asegurarse que tuvieran razones válidas para dejarla ir? —¿Tenemos el recibo del reemplazo? —continuó Jake cuando Dale no respondió. —Uh, sí. —Dale estaba barajando papeles para encontrar la factura de la reparación de la superficie reflejante circular que había sido destrozada en pequeñas piezas de mosaico cuando Fiona había lanzado su cepillo, secadora de cabello y estuche de maquillaje después de que se le dijo que estaba siendo despedida—. Setecientos dólares ya que las luces de alrededor también sufrieron daño. —Descuéntaselo ¿sí? —ordenó. Jake mientras firmemente marcaba ―nulo‖ a través del cheque original—. Pero rompe el cheque antes de que te vayas. —Lo haré, amigo. Pero, tengo que decirlo… —Dale tragó ya que sabía por experiencias pasadas que hablar con Jake sobre su vida personal podría ser… bien… un reto—. Esta nueva chica, ¿cómo se llama? —Revolvió los papeles yendo al informe de Rich por la ahora necesaria investigación—. ¿Caitlin? ¿De qué va esto? —Dejemos a Caitlin a mi cargo, ¿sí? Avanza y marca la investigación y el trabajo realizado en Riviera '87 en Skeet’s a mi cuenta. Si bien era cierto que Jake y Dale eran cercanos, casi a punto de ser hermanos, mientras Jake había protegido a Dale de su autoritario padre y Dale fue una de las redes que atrapó a Jake cuando su familia se vino abajo, todavía mantenían para sí mismos sus vidas. Y habían hecho bien en quedarse fuera de

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la vida amorosa del uno del otro desde que parecían tener tales diferentes opciones en las mujeres. El gusto de Dale corría hacia las que se vestían como las modelos europeas de las revistas, aquellas que tenían el dinero para afectar el estilo. Por lo general, esos fondos provenían de un papá súper exitoso que había gastado grandes cantidades de tiempo y dinero en moldear a su pequeña Daphne, Charlene o Theona en la mujer que se casaría bien y lo vería lleno de media docena de nietos que estarían en la puerta de la familia cada domingo y la mayoría de los días de fiesta importantes. Dale, siendo el resultado de una incompatibilidad de dos de esas personas, no era adverso a disfrutar dichos placeres de Daphne, Charlene o Theona, pero estaba completamente seguro de que nunca iba a estacionar su culo en la puerta de entrada de alguien más, con una carga de niños de mierda de los cuales estaba convencido harían de su vida un infierno viviente. Jake, por el otro lado, era la definición de ―jugador‖, al menos hasta hace tres años. Él era mucho más que un jugador de tal manera que Dale estaba convencido de que si hacías una búsqueda en Wikipedia de la palabra, la imagen de Jake estaría al frente y al centro en la página web. Jake era el tipo que todos ellos habían aspirado a ser en el instituto y la universidad y el tipo de hombre con el cual todos tendían a evitar ser vistos en público a medida de que envejecían. Se corrió la voz y lo que se decía de Jake, o sus amigos —entre los cuales había secuaces y compañeros de bebida— era que todos ellos iban por una sola cosa y mientras el placer era encontrado por ambas partes nunca parecía resultar en una segunda cita. No, la reacción de las chicas por-toda-laciudad era que el tiempo gastado con Jake era tiempo dedicado al arrepentimiento. Dale nunca estuvo seguro de si era porque Jake era un fiasco en la cama o porque no le importaban una mierda. Cuando lo pensó bien sospechó que era por lo último. Pero algo había cambiado hace unos tres años. Jake no parecía estar ya al acecho. Las mujeres con las que Dale lo había visto habían disminuido hasta que pareció normal ver a Jake solo en lugar de estar cubierto por algo que estaba usando demasiado rojo o muy poca ropa. Dale, bajando la mirada hacia su papeleo con una sonrisita recordó el resto de la cita de Oscar Wilde, Una señal segura de desesperación en una mujer. Jake se había convertido en un solitario, alguien que estaba exactamente dónde decía que estaría cuando decía que iba a estar. No había doble sentido en sus acciones o palabras con respecto al sexo débil ya fuera en el club o cuando Dale había pasado tiempo con él fuera de sus negocios. Era raro y la implicación de Jake con ésta última, a la luz del cambio radical, era aún más raro.

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—Ehm, ¿Jake? ¿Estás siendo cuidadoso, cierto? Quiero decir, vi su currículo y puedo decir que esta Caitlin no tiene muchos valores, si es que tiene alguno en absoluto. Asegúrate de que no está solo contigo por… —¿Por mi dinero? —interrumpió Jake—. ¿Es eso lo que estás buscando, Dale? ¿Crees que está conmigo solo por el dinero? —Solo me preocupo por ti, hombre. Jake suspiró. —Solo déjame a mí a Caitlin, ¿de acuerdo? —De acuerdo, anotado —dijo Dale mientras marcaba ambas facturas con el código del libro mayor que facturaría Jake en lugar de una de los negocios y ponía esos documentos en la pila de ―resuelto‖—. Pero, amigo, esto es muy inusual... —La quiero, Dale —declaró firmemente Jake con los ojos puestos sobre su mejor amigo. —¿Es algo especial? —preguntó Dale en voz baja aunque su mente estaba corriendo. ¿Qué mierda significa eso? Pensó mientras las palabras de Dale hacían eco en su cabeza. Jake asintió lentamente. 116

—Muy especial, Dale. Dale sostuvo la mirada de Jake mientras pasaba a través de las respuestas que podría usar y eliminando aquellas que garantizarían molestar a Jake. —Uhm, de acuerdo. —Dale bajó la mirada sabiendo con la garantía de sus experiencias juntos que Jake no ofrecería ningún detalle—. ¿Entonces debería facturar cualquier cosa con la palabra Caitlin a tu nombre de aquí en adelante? —Dale no era otra cosa si no perspicaz y rápido sobre sus pies—. ¿Era ella de quién habló Hank cuando dijo que estabas todo acaramelado en Enrique’s? —Sí. —Muy bien entonces. Siguiente tema… *** —Jake, tienes a Patel en la línea uno —anunció la metálica voz. —Stanton —dijo Jake usando el botón de altavoz. —¿Jake? Quítame del altavoz, ¿de acuerdo? Jake reconoció la voz de Ram Patel, el jefe de la policía de Grantham, con sus expresiones inglesas por las cuales muchos asumían que eran debido a una educación británica. Aunque esos muchos, estarían equivocados. Su madre era británica y se había casado con el padre de Ram proveniente del subcontinente asiático cuando se conocieron como profesores invitados en la Universidad del Estado. Ram nació y se crió ahí mismo, en el buen y viejo Estados Unidos pero

no lo sabrías si lo veías o lo escuchabas. Jake agarró el auricular y escuchó a Ram maldecir en voz baja: —¡Cristo, odio los altavoces! —¿Qué pasa? ¿La mayoría militante de la moral de Grantham planea otra protesta contra el pecado del club? —Desearía que eso fuera. No puedo explicarlo por teléfono, pero me preguntaba, ¿si Dale y tú tendrían un momento para mí hoy más tarde? Jake pasó a través de su agenda cuidadosamente marcada tanto con el horario de Caitlin como el suyo propio. —No estoy haciendo nada en este momento y tengo más o menos una hora antes de que la próxima mierda me pegue. Llamaré a Dale justo ahora. ¿Nos vemos en el Club? —Estaré ahí en veinte —dijo Ram antes de desconectarse sin una despedida. Jake todavía seguía meditando sobre las finanzas de Suds'n'Duds cuando escuchó un golpeteo suave de tres toques contra la puerta de su oficina. —Está abierto —gruñó mientras caminaba a través del espacio del escritorio. —Hola, Jake —dijo Ram mientras se abría camino a través del piso de la oficina para agarrar la mano extendida de Jake. De pie con su metro noventa y cinco, y ancho de hombros, Ram era un hombre impresionante. Desde su brillante cabello negro hasta la punta de sus brillantes botas negras, era una fuerza de la que cuidarse y no solo por su aspecto—. Tenemos una situación. Jake captó los marrones ojos de Ram y luego hizo señas hacia una de las sillas antes de levantar su mentón para confirmar que escuchó lo que Ram había dicho. Un muy desaliñado Dale entró en la oficina justo cuando Ram se estaba sentando. —Siento llegar tarde. Más vale que haya una buena razón para arrastrarme fuera de la cama. Jake captó la arrugada camiseta y el pantalón caqui mientras Dale se deslizaba en la única silla desocupada. Él y Dale alternaban el cierre del club semanalmente y podía ver que estaba peor vestido esta mañana de cuando se habían encontrado antes y eran solo las nueve treinta de la mañana. Entonces, tal vez ha tenido una hora y media de sueño, pensó mientras sus ojos golpearon a Dale quien estaba acomodándose en la otra silla colocada justo al lado de Ram frente al escritorio.

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—Han habido tres asesinatos en las últimas tres semanas —anunció Ram sin preámbulos mientras empezaba a reorganizar las carpetas que había traído con él—. Las tres eran chicas que estaban o estuvieron trabajando en el club. Dale y Jake intercambiaron miradas mientras Jake se sentaba a través del escritorio frente a Ram. Tomó la carpeta de arriba que Ram había colocado en medio del escritorio. Abriendo el primero, vio la foto de una mujer con la cabeza volteada, los brazos cruzados sobre su cabeza, pero con los pantalones hasta las rodillas y su blusa y sujetador levantados. La imagen mostraba las iniciales ―W o B‖ grabado contra la hermosura de su estómago. Tragando gordo, Jake preguntó con voz ronca: —¿Y? —Hemos identificado el cuerpo como Tracy Collins quién trabajó en tu club hasta hace unos tres meses. Jake miró de nuevo la fotografía y conectó el ondulado cabello rubio oscuro, las elevadas cejas y la chaqueta de mezclilla como de Tracy. Había sido hermosa, una artista principal de imponente altura, trabajando en el tubo, construyéndose un futuro hasta que fue capturada mostrando partes del cuerpo que el club no permitía tener en exhibición. Estando en apuros antes de ser escoltada fuera, Tracy, con la cara ennegrecida por el rímel de las lágrimas derramadas, explicó que su madre había sido diagnosticada con cáncer y que necesitaba el dinero extra para ayudar a pagar las astronómicas cuentas médicas. Y Jake sabía por experiencia que esos ―vistazos privados‖ por lo general valían de tres a cinco cientos por exhibición. Lo cual no importaba, sin embargo, ya que eran duramente regulados desde que se convirtieron en un club de ―Solo Tetas‖. Empujó la carpeta a Dale quien tomó un rápido vistazo de la imagen antes de cerrarla de golpe. Jake se movió a la segunda carpeta y se encogió cuando reconoció a Abby, una de las mejores número dos del club en los tubos desde hace seis meses. Fue capaz de verla, a través de los enredos y raíces de su improvisada tumba, reconociendo su habitual chaleco impreso de cebra y su minifalda de camuflaje a pesar de que, también, estaban echadas hacia arriba para exponer sus partes privadas. El ―W o B‖ estaba tallado en el mero centro de su vientre y frente al marco de la foto. Abby había sido despedida debido a una prueba de drogas fallida de la cual había tratado de reírse, alegando que su último hombre era un drogadicto y que estaba recibiendo las drogas a través del intercambio de fluidos corporales. Jake lo supo mejor después de ver marcas entre los dedos de sus pies que fueron expuestas en su última entrevista. Por las piernas cruzadas y el pie expuesto balanceándose por encima de sus sandalias de plataforma, Jack pudo ver las marcas y tuvo, sin lugar a dudas, que entregarle su último cheque de pago. Echando su cabello al viento, Abby le había dado tal mirada que en otra

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circunstancia habría provocado llamas, pero finalmente había cedido y salió pisoteado por la puerta del Club. —¿Cuándo la encontraste? —preguntó Jake con voz gruesa. Le estaba pasando la carpeta a Dale, quién levantó una mano, indicando que no quería ver, tocar o ir a cualquier lugar cerca de la carpeta. Una mirada a uno de los archivos fue suficiente para Dale. Jake lo podía decir. —Hace dos semanas, camarada —contestó Ram en voz baja, sabiendo que esto tenía que estar golpeando duro a los copropietarios, ya que tanto Jake como Dale estaban muy involucrados en la vida de sus empleados—. Estamos pensando que ella fue la primera. —¿La primera? Entonces, ¿no están en orden cronológico? —Ram lentamente asintió, ahorrándose las palabras. —Solo son chicas, Jake. Jake vaciló sobre abrir el último archivo sabiendo, sin que sea dicho, que iba a ser la carpeta más dura. Movió las demás carpetas vistas al extremo izquierdo más alejado de su escritorio y apoyó los codos en el borde, encajando esta última entre sus codos doblados. Deslizó sus ojos hacia Dale, cuya piel había adquirido un tinte decididamente verde, antes de mover sus ojos de nuevo a Ram. —¿Esto va a doler peor que ellas? —preguntó con una mirada a las otras carpetas antes de levantar sus dorados ojos para encontrarse con los marrones oscuros del Jefe. —Sé que esto es difícil, camarada, pero tiene que hacerse —respondió Ram en un susurro mientras sostenía la mirada de Jake. Jake lentamente abrió la portada del informe, armándose de valor en contra de la cruda fotografía que sabía que vería en el interior. Sus ojos cayeron en la brillante impresión, con los ojos velados y deliberadamente desenfocados para evitar cualquier reconocimiento. Pero, tan humano como cualquiera, sus ojos se centraron y reconocieron el oscuro cabello en capas de Pam, su ex camarera convertida en bailarina. Su rostro estaba alejado de la cámara y, al igual que las otros dos, tenía sus manos puestas sobre su cabeza. Su top a rayas y sujetador con borde de encaje estaban jalados por encima de sus pechos mientras sus jeans estaban enredados con sus bragas de encaje hasta por encima de las rodillas. Ahí estaba otra vez. El ―W o B‖ tallado en su estómago. —Pam ha estado con nosotros por más de cuatro años. —Jake tragó gordo levantando los ojos hacia Ram—. Fue recientemente promovida a bailarina a petición de ella. —Sus ojos vagaron de nuevo sobre la cruda foto.

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—¡Oh mierda! —gruñó Dale antes de ponerse rápidamente de pie y correr hacia el bañito de la oficina. —La encontramos anoche. —Ram estaba siguiendo los ojos de Jake mientras tomaba la foto. Ambos ignoraron el sonido de las arcadas de Dale—. Al igual que las otras, fue encontrada detrás de un contenedor de basura. —Pero, a ella no se le había dejado ir —dijo Jake con firmeza—. No había sido despedida o advertida. Solo había sido ascendida a bailarina. —Lo sé, camarada —dijo Ram con un suspiro—. No era más que una de las chicas de Fuego. Hubo algo más que algunos segundos de silencio los cuales fueron interrumpidos solamente por el sonido de agua corriendo y del escusado cuando la palanca fue bajada desde el baño de la esquina. Los ojos de Ram y Jake siguieron el vacilante progreso de Dale mientras tomaba lentamente su antiguo asiento junto al jefe de la policía. —¿Jake? Notaste que todas estas chicas trabajaron para ti y Dale, ¿cierto? ¿Y que todas ellas han sido asesinadas? —Ram odiaba no medir sus palabras pero reconoció que había un particular interés en cada una de las carpetas que había traído. —Entonces, ¿cómo podemos ayudar? —preguntó Jake después de un par de latidos a través del tenso silencio, aunque su mirada había pasado a Dale antes de posarse sobre la cara de Ram. —Necesito una lista de tus empleadas, especialmente de las bailarinas desde hace un par de años hasta la actualidad —dijo Ram en voz baja—. Necesito direcciones y la información de contactos de emergencia también. — Jake asintió, pero Ram podía decir por su quietud que seguía atrapado en las espeluznantes fotos que había visto. Sintiendo la necesidad de acelerar la investigación, continuó—: Y necesitamos esa lista tan pronto como sea posible. —Claro, no hay problema. —La primera mirada de Jake fue para el tembloroso y pálido Dale antes de responder mientras éste parecía serenarse. Jake cerró la carpeta de Pam lentamente y sin mirar de nuevo la foto. No necesitaba ver la imagen otra vez ya que sabía que esas gráficas permanecerían en su cabeza durante mucho tiempo. Apiló las carpetas y se las devolvió a Ram. Dale se quedó en silencio, pero sus ojos se movían adelante y atrás entre Jake y Ram conforme cada uno hablaba pero con cuidado manteniendo furtivas miradas a la pila de carpetas mientras cada uno asentían hacia estas y hablaban. —Un par de cosas más. Vamos a tener a una persona en el club, encubierta, para que podamos mantener un ojo en las cosas. Este maldito enfermo las estrangula y luego les talla el ―W o B‖ en sus cuerpos —explicó Ram,

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lanzó sus ojos hacia Jake, luego hacia Dale antes de dejar volar el resto de su conocimiento—. Y hemos encontrado semen en los cortes. Este enfermo pedazo de mierda se masturba sobre sus cuerpos sin vida. —Negó con incredulidad—. Hemos tratado de analizar el ADN, pero no hemos recibido algo con qué compararlo, además los resultados muestran que el semen procede de diferentes personas. Lo cual no tiene un puto sentido en absoluto —habló Ram hacia sus puños cerrados que parecían estar firmemente incrustados en el escritorio antes de murmurar—: en otras palabras, camarada, tenemos una mierda. —Pasaron varios latidos de silencio después de que Ram habló. —¿Crees que tener un policía en el club va a ayudar? —preguntó Dale uniéndose finalmente a la conversación. Su voz se sintió mal después de su débil reacción ante la primera imagen. —Lo que creo es que necesito investigar todos los ángulos de esto. Lo cual significa que también necesitamos entrevistarlos a ustedes dos y a todo su personal masculino. Necesitaremos mirar a los clientes, también. ¿Mantienen registros de las cabinas de baile privado? —Tenemos los recibos de las tarjetas de crédito, pero, si pagan en efectivo, no hay registro fuera de las filmaciones de seguridad —explicó Dale tragando saliva, con la mente todavía llena con las espeluznantes imágenes que había visto al derecho y al revés. —¿Los recibos de las tarjetas de crédito enlistan el nombre de la bailarina? —No, no lo hacen. Pero habrá alguna referencia en ellos a partir de ahora para que podamos relacionar al cliente con la chica —respondió Jake mirando a Dale quién asintió en acuerdo. —Eso ayudará en el futuro —respondió Ram sacando una libretita y un lápiz—. ¿Sabes los nombres de algunos de los habituales que pudieron haber estado en el club cuando Tracy, Abby y Pam estaban? Ante la mirada de Jake, Dale se limitó a sacudir la cabeza para hacer notar la negativa. —Desafortunadamente, no. Probablemente obtendrás mucha más información de ese lado del negocio de la gente que trabaja en el piso. Normalmente, sin embargo, no hay clientes habituales para las bailarinas como Pam. Las que están en los tubos son las que parecen atraer a un seguidor — explicó Jake. —¿En serio? No sabía eso. —Ram hizo una anotación antes de continuar—. Estaremos entrevistando tanto al personal actual como a las personas que han trabajado aquí el último par de años. Así que estoy pensando que la lista que necesitas entregar tiene que ser de todos, no solo las bailarinas, sino los que han trabajado para ti en ese tiempo.

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—¿Te valdrían copias de sus solicitudes? —preguntó Jake mientras trataba de seguir la línea de razonamiento de Ram—. Aunque no sé cómo podríamos identificar a los clientes. Jake vio como Ram se dejaba caer en su silla, extendiendo sus largas piernas y empujando sus dos manos por su cabello antes de entrelazar los dedos por encima de su cabeza. —¿Qué tal si tratamos de investigar los recibos de las tarjetas de crédito por el tiempo que cada chica estuvo trabajando y ver si hay algún cliente sobrepuesto? —sugirió Dale. —¿Qué si nuestro maldito bastardo pagó en efectivo? —replicó Ram. —Aun así es un comienzo, ¿verdad? —insistió Dale. —Fotocopiaré las solicitudes para ti. Dale sacará las tarjetas de asistencia y los recibos de las tarjetas de crédito. Sin embargo, puede tomar algo de tiempo el hacerlo. ¿Estará bien eso? —Jake observaba mientras Ram garabateaba en su libreta. —Cuanto antes, mejor, camarada —dijo Ram capturando los ojos de Jake— . Cuanto antes, mejor. 122

Capítulo 11 Mis pasos se desaceleraron cuando caminaba a casa desde mi última clase y vi un gran camión de Almacenes Sleep estacionado junto a la acera. Había sido un largo día, hecho aún más largo por mi falta de descanso en la cama de Jake anoche. Uno de los hombres del camión estaba tocando el timbre de la puerta principal de mi casa. —¿Puedo ayudarle? —pregunté subiendo las escaleras. —Estamos buscando a Caitlin Tomas —dijo el bajo y fornido trabajador, viéndome hacia abajo. Su mano subió para alisar en su lugar los pocos cabellos que le quedaban en la coronilla, a la par que se reacomodaba la camisa en los pantalones—. Tenemos una entrega para ella. —No he ordenado nada —dije mirando hacia el camión y luego leyendo hacia la insignia sobre su bolsillo que lo identificaba como ―Ernie‖—. Escuche, Ernie, no pedí nada de Almacenes Sleep así que no hay nada que entregar. Bajando la mirada hacia su portapapeles, Ernie pasó su rechoncho dedo por la lista hasta que se detuvo y señaló mi nombre. —Aquí está, aquí mismo. Caitlin Tomas. Una cama queen size, base de lujo con marco. ¿No es esa usted y esta su dirección? —Ernie me miró convencido de que su papel no mentía. —Esa soy yo. Esa es mi dirección. Pero no ordené nada —dije reiterando, aún más confundida pero empezando a tener una idea de quién ordenó la cama. Mi confusión fue rápidamente transformada en algo más. Y ese algo más no era realmente bueno. —Bien, muñeca, tiene una cama nueva incluso si la ordenó o no. El documento lo dice. Bajo instrucciones especiales dice que hay que quitar la cama vieja, también. Oh, espere, ¿qué es esto? Dice que la clienta podría molestarse pero que la cama no puede ser devuelta. ¡Ja! ¡Nunca había visto eso en una hoja de entrega antes! —Ernie se apartó de mí y gritó—: ¡Mario! ¡Éste es el lugar! ¡Primero tenemos que sacar la cama vieja! —Se volvió hacia mí—. ¿Nos dejará entrar o qué? Abrí la gran puerta y luego mi departamento para permitirle a Ernie y Mario el acceso, aunque estaba muy molesta y mis movimientos eran bruscos y podía sentir el ceño fruncido de mi cara. Mientras que los repartidores llevaban, levantaban e inclinaban el gran colchón y la base de resortes en mi pequeño espacio, yo estaba en el porche, moviéndome de lado a lado y echando humo. Finalmente, saqué mi celular para llamar al duro Neanderthal que estaba tratando de tomar el control de mi vida.

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—¿Quién te crees que eres, eh? —grité en el teléfono después de escuchar su breve saludo—. No pedí una cama nueva. No quería una cama nueva. ¡No tengo ESPACIO para una cama nueva! —Podía oír mi voz ponerse chillona—. ¡Es demasiado, Jake! ¡Puedo hacer esto por mi cuenta! ¡No quiero ni necesito que cuides de mí! —Colgué la llamada y me detuve furiosa. Tanto Ernie como Mario me dieron un gran rodeo cuando completaron su entrega, lanzándose el uno al otro miradas cada vez que pasaban a mi lado en el porche. Vacilante, Ernie se acercó a mí de nuevo con el portapapeles en la mano. —Logramos meterla pero, tengo que decirle, chiquilla, quedó un poco apretado. No tiene mucho espacio para caminar, pero la cama está ahí. —Tragó saliva con fuerza antes de continuar—: Señorita, si pudiera solo firmar aquí… —No voy a firmar nada —dije tranquilamente, mortalmente. —Es solo para demostrar que le hemos entregado el juego, ¿de acuerdo? No es que usted lo ordenó o incluso que le gusta, pero sí que lo hemos entregado, ¿está bien? —Ernie le lanzó una mirada a Mario antes de volverse hacia mí—. No nos podemos ir, chiquilla, hasta que tengamos una firma. Miré a Ernie mientras prácticamente le arrancaba el portapapeles de sus manos, encontré la línea correspondiente y escribí cuatro palabras. Empujé el portapapeles hacia Ernie antes de girar y cerrar de un portazo la puerta principal y luego la puerta de mi departamento. —Oye, Mario, firmó su nombre como Daffy Duck. ¿Qué significa ―bajo coacción‖? —Escuché la voz de Ernie procedente del porche. Ernie no estaba bromeando o incluso exagerando acerca de la cantidad de espacio que la cama queen size tomó en mi pequeño dormitorio. Me paré en la puerta y me di cuenta que había tal vez unos quince centímetros en un solo lado de la cama para caminar. La única manera de entrar era arrastrándose desde el fondo. Nunca sería capaz de cerrar la puerta de la habitación, ya que estaba bien abierta por el enorme colchón. Por suerte, mi clóset tenía puertas corredizas, pero ahora podría sentarme en la cama y hacer mis selecciones de vestuario. En realidad, iba a tener que sentarme en la cama para llegar a mi ropa y zapatos. Esto solo siguió empeorando cada vez más. ¡Espera! ¿Dónde pusieron mi tocador? Finalmente lo encontré metido en mi cocinita lo cual estoy segura se hizo solo para sacarlo del camino con el fin de dejar espacio para la cama. Cuando me quedé ahí en estado de shock, preguntándome cómo siquiera iba a sacarlo de ahí y dónde iba a ponerlo realmente cuando fuera capaz de moverlo, mi teléfono sonó. Le eché un vistazo, ya que todavía estaba aferrado en mi mano. ―

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Jake llamando‖. Lo ignoré y lo dejé ir al correo de voz mientras buscaba mi mesita de noche. ¡Ah! La encontré metida en el espacio abierto de mi baño. Genial. Mi habitación estaba llena con la cama, mi cocina estaba llena por mi tocador y mi baño estaba lleno por mi mesita de noche. Yo, sin embargo, estaba llena de rabia. *** Jake hizo otra anotación en su iPad mientras Aarón, el Gerente de la Oficina de Contabilidad D & J habló sobre el próximo movimiento. Habían tantas cosas que él y Dale no habían considerado cuando compraron el edificio que tenía más espacio para albergar ese negocio en particular y Jake estaba un poco más que molesto de que él y Dale no hubieran considerado el hecho de que el traslado se haría en el mes antes de la fecha límite de presentación de impuestos. Las declaraciones de impuestos componen el treinta por ciento de los ingresos anuales de la empresa y las únicas fechas disponibles para hacer el movimiento era a media noche o un domingo, el único día que estaban cerrados. Jake sintió la vibración de su teléfono escondido en el bolsillo izquierdo mientras recibía otra llamada. Había cambiado el teléfono a vibrador después de que la tercera llamada había interrumpido la reunión. Incluso el habitualmente imperturbable Aaron le había disparado a Jake una mirada asesina ante las intrusiones musicales. A medida que la reunión concluía y Jake cerraba la libreta la cual ahora estaba llena con catorce nuevos pendientes ―porhacer‖, miró su teléfono mientras se movía al Kia. Recorrió la lista de mensajes de voz recibidos y vio que el más reciente era de Caitlin. Lo abrió con una sonrisa de anticipación por ser capaz de solo oír su voz. Pero su sonrisa pronto se desvaneció cuando escuchó su mensaje. Al final del mismo Jake se estaba moviendo rápidamente a través de la congestión de tráfico de la tarde para llegar a ella, para llegar a su casa tan pronto como fuera posible. Su chica estaba cabreada y no tuvo reparos en hacérselo saber. Lo peor de todo era que estaba probablemente justificado y Jake sabía que iba a entrar en una zona de guerra que él creó sin querer, al igual que la falta de consideración que él y Dale habían mostrado con respecto a la mudanza de la agencia de contabilidad. Había tratado de llamarla pero no contestaba y sabía que no solo podía dejar un correo de voz, no cuando ella estaba con toda la jodida cuerda.

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Presionó fuerte el acelerador empeñado en llegar a su chica lo más rápido posible. *** Oí un golpe fuerte en la puerta exterior el cual no podía ignorar. Furiosamente apuñalé el botón de apertura y esperé para abrir mi puerta hasta que llamó. Entonces la abrí, vi que era él y cerré lo más fuerte que pude. El hijo de puta se las arregló para detener la pesada puerta con el pie y solo me volteé porque no había escuchado el satisfactorio golpe al cerrarse en su cara. —Cariño… —comenzó Jake. —No me vengas con ―Cariño‖, ¡tú sabandija pedazo de mierda! —grité mientras pisoteaba hacia el pasillo lejos de él lanzando mis palabras sobre mi hombro—. ¡Fuera de mi casa! —Caitlin… —¡Has ido demasiado lejos, Jake! —vociferé al máximo de mi voz corriendo los pocos metros hacia donde él seguía de pie en la puerta principal—. ¡La maldita cama ocupa la habitación completa, mi tocador está en la cocina y mi mesa de noche está en el baño! ¡La única habitación que tengo para moverme es la maldita sala! —Podía sentir mis uñas clavarse en mis palmas cuando apreté los puños. Por primera vez en mi vida, me di cuenta de que quería golpear a alguien y golpearlo DURO. Jake comenzó a moverse en tanto terminaba de gritarle a la cara. Al ver que no me movía hacia atrás, tomó mi mano, puso dicha mano en mi pecho y me giro para poder salir. Estaba tan enojada que estaba temblando cuando lo vi tomar los pocos pasos de la puerta a la cocina, otro par de pasos hacia el baño antes de detenerse ante la entrada de la habitación. —Ouch, vaya, cariño —le oí retumbar, sabiendo que él podía ver que la cama ocupaba la totalidad de mi habitación. Lo miré desde atrás mientras estaba parado en la puerta del cuarto, con las manos en las caderas. Poco a poco, movió una mano para pasarla por su cabello antes de agarrarse la nuca. Se volvió hacia mí y puedo decir por la mirada en su cara que supo que había metido la pata, y lo había hecho hasta el fondo. La expresión de su rostro, incluso su ritmo mientras caminaba hacia mí, era de remordimiento. —Caitlin, lo siento, yo… —Comenzó mientras se detenía a un par de metros de mí. —A la mierda tu ―lo siento‖ —siseé lo cual trajo sus ojos directamente a los míos—. Como dije en mi correo de voz, no pedí una cama nueva, ni siquiera

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necesito una cama nueva. Esto es una mierda, Jake. ¡Solo hemos estado juntos un par de veces, sin embargo, es como si estuvieras tratando de tomar el control, de transformar mi vida! Mi pecho subía y bajaba con mi ira, y todavía estaba temblando, estaba tan enojada, pero no había terminado. Me incliné hacia él para dar énfasis a mis siguientes palabras. A pesar de que fueron dichas en voz baja, las dije con una amenaza mortal. —No puedo seguir con esto, Jake. No quiero seguir con esto. —Pude oír cómo mi voz había cambiado, volviéndose más áspera, más ronca mientras intentaba hacerle entender—. Estás fuera de mi vida, Jake. Vi cómo mis últimas palabras lo golpearon con un estremecimiento. Pero, para su beneficio Jake me permitió decir mi discurso y tomó un momento para considerar lo que le había dicho aunque sus ojos nunca dejaron los míos. —Nena —dijo en voz baja—. La cagué al no darme cuenta de lo pequeña que es tu habitación y que una cama queen size no iba a caber en ella. —Vi como bajó los ojos y su mano subió para agarrar su cuello—. Estaba buscando hacer tu vida más fácil, más fácil para los dos. Quería que tuvieras una cama lo suficientemente grande para nosotros dos. Calculé mal el tamaño, pero… —Pero no cabe, ¿no es así, Jake? ¡Es condenadamente grande! ¡Y el repartidor dijo que no podía devolverla! —Podía sentir el cosquilleo detrás de mis ojos mientras mis lágrimas brotaban pero las obligué a retroceder a través de pura fuerza de voluntad—. ¿Qué se supone que tengo que hacer, Jake? —Cariño... —murmuró Jake antes de dar un paso adelante y deslizar sus brazos alrededor de mi cintura, mi cuerpo estaba tenso e implacable—. Conseguiré que la arreglen y todo estará bien. —Pe… pero, mi tocador y... —mi voz tropezó con las palabras mientras mi garganta obstruida luchaba contra la abrumadora necesidad de llorar. Me había agarrado a los lados de su camiseta sin pensar. —Pondré todo en orden, cariño. La cagué, lo arreglaré. —Podía sentir las manos de Jake frotando mi espalda mientras besaba el nacimiento de mi cabello. Me encontré directamente de cara con su camiseta, sosteniéndolo firmemente de los lados de sus desteñidos y ajustados jeans—. ¿Puedes empacar una maleta? Esta noche nos quedaremos en mi casa, ¿sí? —Pero… —Solo haz una maleta, Caitlin. Haré que lo arreglen mañana. —Uhm, pero yo… —No me gusta decir las cosas dos veces, cariño. —Escuché la impaciencia de Jake gruñir en mi cabello—. Consigue tus cosas y vayamos a mi casa—. Sentí el apretón de sus brazos antes de que me dejara ir y suavemente me empujó en

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dirección de la habitación. Mientras me alejaba, me di vuelta y lo vi sacar su teléfono del bolsillo de atrás. Me arrastré sobre la extensión de la cama con el fin de acceder a mi armario. Tanteando, finalmente toqué el bolso de viaje y metí un par de jeans y una camiseta en él. Arrastré la bolsa detrás de mí mientras me deslizaba hacia atrás a través del mar de colchón antes de llegar al otro lado y dirigirme a la cocina para recoger bragas limpias y un sujetador. El tocador, sin embargo, estaba en un ángulo tan incómodo que no podía abrir los cajones. Me quedé parada en la puerta, tratando de averiguar una forma de abrirlos, antes de sentir a Jake a mi lado. —No los puedo abrir, Jake —susurré, todavía con la respiración entrecortada gracias a las emociones de las últimas veinticuatro horas. Levanté los ojos hacia él y fui atrapada por la ternura mostrada en sus cálidos ojos color ámbar. Vi cómo su boca se elevaba en una solidaria sonrisa mientras sus dedos de nuevo se abrían paso para capturar la parte trasera de mi cuello. —Yo me encargo. ¿Algunos que quieras en particular? —dijo suavemente con voz áspera y sus ojos se movieron sobre mi cara y sentí su pulgar moverse en una lenta caricia en la piel debajo de mi oreja. —Tú eliges, bebé —contesté yendo hacia el baño para agarrar el desmaquillante y los humectantes que animaban mi rutina diaria. Mientras Jake estaba trabajando abriendo los cajones de la cómoda, escribí una nota rápida a Marianne pidiéndole que mantuviera un ojo en Floyd y la metí debajo de su puerta principal. Ella había sido lo suficientemente agradable para vigilarlo un par de veces en el pasado y esperaba que fuera capaz de hacerlo de nuevo. Sin embargo, no mencioné a dónde iba. No fui lo suficientemente valiente para eso. Sino que solo dije que tenía una emergencia y debería estar en casa mañana. —¿Lista, cariño? —Creo que sí, bebé —contesté en voz baja, metiendo la ropa interior que él había elegido en mi bolsa de viaje y la cerré. Jake la tomó de mi mano mientras yo cerraba la puerta. Tan pronto como estuvimos fuera, usó su otra mano para enganchar la mía y me dio un apretón. Cuando levanté la mirada hacia él en una pregunta, simplemente dijo—: Lo siento. Como sabía que odiaba repetir las cosas, mi corazón se levantó ante las sencillas palabras. Y apreté su mano de vuelta en aceptación. *** Mi día en realidad había comenzado con una nota alta, desperté acurrucada a la espalda de Jake, respirando el olor de su piel mientras el

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despertador a su lado de la cama balaba su zumbido. Después de palmear el reloj hasta la sumisión, Jake se había dado la vuelta así que estábamos frente a frente y ofreció un suave—: Buenos días, cariño—, antes de inclinarse para besarme suavemente. Me di cuenta de que el dulce rostro de Jake, barba incipiente y todo, era lo mejor con lo que había despertado en toda mi vida. Y su beso, aún contra nuestra boca sin cepillar, fue el más dulce, más suave que he probado. Su beso, sin embargo, se movió rápidamente, cambiando de la exploración a la intención mientras inclinaba su cabeza y pasaba su lengua a lo largo de la unión de mi boca. Mis brazos se deslizaron por sus hombros mientras abría mis labios a su caliente y buscadora lengua, retorciéndome contra él. Mis dedos se enroscaron en su cabello mientras trataba de traerlo cerca, más cerca de lo más cercano a mí. Mis caderas se sacudieron en respuesta a la embestida de sus labios y su lengua mientras yo gemía en su boca. Ante el sonido, sentí el muslo de Jake deslizarse entre mis piernas e insinuarse contra mi humectado coño. Mis caderas parecían tener vida propia a medida que avanzaban para frotar mis partes inflamadas contra su musculoso muslo. Las manos de Jake, mientras se movían de mi cintura, rozaron la parte inferior de mis pechos, con sus pulgares curvados para frotar mis apretados pezones. Ante la vista de mis endurecidos picos, no pude contener el involuntario empujón de cadera, el roce de mi coño contra la firmeza de su pierna, y mucho menos el gemido que escapó de mi garganta. —¿Tenemos tiempo para jugar, hermosa? —preguntó Jake contra mi boca. Me estiré para ver por encima de su hombro con el fin de comprobar la hora en su reloj de cabecera. —Más o menos —respondí con un suspiro entrecortado—. Si somos rápidos. Si bien fue rápido, Jake fue minucioso. Nuestros corazones estaban a punto de volver a la normalidad antes de que retirar su cabeza de mi hombro. —¿Baño? —preguntó con una sonrisa de satisfacción mientras yo poco a poco pasaba mis manos desde sus antebrazos, a los codos, a sus bíceps y hasta sus hombros. Sí, no es una mala manera de empezar el día. Pero, el día se había ido al sur desde el momento en que dejamos la casa de Jake tomados de la mano. Estaba montando las alturas por estar completamente saciada y en paz con mi mundo que mitoteé a través de nuestro viaje hasta la primera tienda. El cielo apenas empezaba a clarear hacia el amanecer cuando Jake me llevó a la primera de las tres tiendas que limpié tres veces a la semana.

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Ni siquiera estaba prestando atención a lo que estaba diciendo hasta que oí a Jake murmurar un suave, aunque intenso: —¿Qué demonios? —Mientras maniobraba el auto al lado del camino y se detenía. Retrocedí sobre las últimas frases que mi boca había echado. ¿De qué había estado hablando? Ah, sí, cómo tuve la idea de hacer la entrevista para ser una bailarina en el club de Jake al oír la conversación telefónica de Renee. —¿Ella es tu compañera de laboratorio? —dijo Jake mientras volteaba hacia mí, con una mano en el volante y una mano apoyada contra mi respaldo. —Uh-huh —contesté—. Dijo que ganaba $ 300.00 por sesión, en el tubo, que es para lo cual me presenté. —No me atrevía a mirarlo debido a la extraña sensación en el auto, así que me quedé viendo al paisaje nada especial a través del parabrisas. —¿Ella es de tu edad, entonces? —Lancé mis ojos a la izquierda para tratar de ver a Jake en mi visión periférica sin llegar a verlo en realidad. Lo único que podía ver era su perfil. Y era un perfil muy cabreado. —Probablemente más joven alrededor de un año. Tuve un inicio tardío, porque... bueno, ya sabes. —¿Cuál es su nombre completo? —exigió Jake. —Renee Jamison —dije al instante, en voz baja, en un esfuerzo por calmarlo, aunque no tenía ni idea de por qué estaba tan molesto. Jake quitó el brazo de mi asiento y tenía ambos antebrazos apoyados en el volante mientras los viajantes madrugadores pasaban volando por nuestro lado. Aunque sus ojos se inclinaban hacia los autos que pasaban, puedo decir que no estaba centrado en ellos. Estaba inmerso en sí mismo, enfocándose en lo que le había dicho. —¿Ella utiliza su nombre verdadero? —preguntó finalmente. —No sé, Jake. —Averígualo, cariño, ¿sí? —Finalmente se volvió en mi dirección y puso su mano en mi enmezclillado muslo. Mis ojos capturaron los suyos, provocando que mi estómago diera vueltas, antes de escucharlo decir—: Es importante, Cait. —Está bien, bebé —murmuré. Jake deslizó su mano a mi cuello y me jaló hacia adelante para darme un suave roce en mis labios antes de mover el auto de vuelta a la carretera, metiéndose en el tráfico antes del amanecer. Pero, Renee nunca se presentó lo cual era inusual en ella. Si bien era cierto que era una terrible e improductiva compañera de laboratorio al menos se presentaba para cada clase. ***

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Jake acababa de revisar las copias de las solicitudes cuando su teléfono sonó. ―Caitlin llamando‖ fue mostrado y sonrió mientras respondía con su habitual: —¡Hola! —Hola para ti también, bebé. —Escuchó su entrecortada voz y de nuevo tuvo una reacción física ante el simple sonido de ella. —La cena estará lista en unos treinta minutos y quería comprobar a qué hora crees que estarás en casa. En casa. En casa con Caitlin en ella y esperando por él. La sola idea le dio una cálida sensación en el interior. Claro que estaba orgulloso de su casa como cualquiera que hubiera puesto mucho tiempo y esfuerzo en las renovaciones para hacer la ruina habitable. Pero en realidad nunca pensó en ella como una ―casa‖ hasta que Caitlin la llamó así. Hasta que Cait estuvo en ella. —Solo tengo un par de cosas más y luego me pongo en camino, cariño. Tal vez veinte minutos más o menos, ¿sí? —De acuerdo, bebé. Ya lo espero. —Hasta más tarde, Cait. —Hasta entonces, Jake. Jake presionó el botón de desconexión e inmediatamente llamó a Ram para hacerle saber que las copias estaban listas. Acordaron encontrarse en su casa en una hora ya que Ram iba a estar en ese lado de la ciudad. También llamó a Dale para hacerle saber que había terminado con las solicitudes que le daría a Ram como lo solicitó. Dale no había completado lo de la tarjeta para fichar, los recibos de la tarjeta de crédito y le pidió a Jake que le dejara saber a Ram que faltarían un par de días antes de que esa parte fuera completada. Jake y Caitlin estaban terminando el helado con bizcocho de chocolate que Cait había preparado cuando hubo un suave llamado en la puerta. Era Ram que pasaba por las solicitudes según lo acordado. Sin haber sido invitado, Ram se quitó las botas y las puso a un lado de la puerta. —No sé si ustedes dos se han conocido —dijo Jake—. Caitlin él es el Jefe de Policía Ram Patel, Ram ella es Caitlin. —¿Puedo ofrecerle algo de postre, Jefe Patel, y tal vez un poco de café o leche para acompañar?—preguntó Caitlin en voz baja después de saludar con un hola desde la cocina a un lado de la barra de desayuno. —Querrás tener ese postre, Ram. ¡Es lo máximo! —Me parece bien, Caitlin. Muy agradecido —respondió inmediatamente Ram tratando de recordar cuándo fue su última comida ya que había estado trabajando día y noche en los tres casos.

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Observó mientras Caitlin graciosamente se movía a través de la cocina añadiendo una cucharada de helado sobre el cuadro caliente de bizcocho de chocolate y luego espolvoreando el tazón con cintas de caramelo antes de colocarlo en un espacio abierto de la encimera y poner una cuchara al lado de él. —¿Café o leche? —preguntó mientras levantaba su mano en un gesto tácito a sentarse. —Café, negro, gracias. —Ram instaló su cansado cuerpo en el taburete y comenzó a devorar el decadente obsequio. Jake tenía razón, era lo máximo. —Aquí están las copias. Puse las tres que querías hasta arriba. —Jake fue a sentarse junto a él y pronto tenía su propio tazón rellenado sin solicitarlo—. Dale dijo que necesitará un par de días más para reunir las otras cosas pero que te llamará cuando las tenga. Ram abrió la carpeta de archivo mientras la página de hasta arriba quedaba en el borde del ligero cartón y se resbaló, flotando hacia el piso de la cocina. Caitlin la recogió y no podía dejar de mirarla mientras le entregaba de nuevo a Jake. —¡Espera! Esta es una solicitud de Pam Benton. ¿Mi inquilina, Pam Benton? —preguntó con los ojos yendo y viniendo entre los dos hombres—. ¿Le ha pasado algo a Pam? —Bajó la mirada a la hoja de papel que Jake todavía tenía en la mano—. El domicilio es el de mi lugar, Jake. Ella es la inquilina que no me ha pagado, a la que le puse el aviso de Paga-La-Renta-O-Salte. —Nosotros normalmente no avisamos a la gente de un problema hasta que la familia es notificada…—comenzó Ram. —¿Le ha pasado algo a Pam? —repitió Cait mientras su corazón empezaba a golpear en serio. Jake le dio la vuelta a la barra de desayuno para colocarla a su lado—. No la vi mucho ya que ella trabajaba de noche y yo trabajaba todo el tiempo… —¿Cuándo fue la última vez que la viste? —preguntó Ram mientras sacaba su libreta del bolsillo. —No sé... ¿tal vez al final del mes pasado alguna vez? —respondió en voz baja mirando a Jake—. Lo siento no puedo ser más específica. Nuestros horarios realmente nunca encajaron y si no se hubiera retrasado en pagar el alquiler, yo no hubiera tenido ningún trato con ella del cual hablar… —¿Podrías dejarme entrar en su apartamento, digamos mañana por la mañana? Tendría que ser temprano, pero necesito tener acceso. —Ram quería seguir el protocolo en cada situación pero por la mirada angustiada en el rostro de Caitlin, sabía que sólo tendría que hacerle saber lo que pasaba con el fin de poder acceder al departamento de la chica muerta. Deslizó sus ojos hacia Jake con un breve asentimiento.

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—Cariño, el cuerpo de Pam fue encontrado hace un par de noches. Había sido asesinada. —La voz de Jake fue un susurro en su oído. Él sintió que su cuerpo empezó a temblar con cada palabra que decía y apretó sus brazos alrededor de ella jalándola hasta ponerla frente a él—. Ram está buscando en todo lo pueda para tratar de encontrar al asesino responsable. Pero necesita tu ayuda para entrar en su departamento, ¿sí? Caitlin estaba congelada, tenía los ojos muy abiertos mientras su corazón luchaba por hacer frente a la muerte de su inquilina. Jake le dio la vuelta en sus brazos y metió su cabeza en su pecho. Mientras se enfocaba en consolar a su chica, Ram veía la información en la solicitud de Pam. —Hay un espacio en blanco donde se pide Contacto de Emergencia —dijo Ram—. ¿Sabes si tenía familia, Cait? Dejando caer su mejilla sobre la camiseta, Caitlin lo pensó. —No estoy segura. Puedo revisar su información en su contrato de alquiler para ver si uno está en la lista, pero creo que mencionó algo una vez acerca de una hermana en Missouri. —Eso sería una gran ayuda —dijo Ram haciendo otra nota en su libretita—. Gracias por el obsequio y el café, pero mejor regreso a mis asuntos. — Desenganchándose de los brazos de Jake, Caitlin ofreció llenar una taza de viaje si quería café para llevar—. Gracias, pero no. Iré a casa a tratar y agarrar algo de sueño. Te veré mañana, Cait. Jake siguió a Ram a la puerta y vio cómo el jefe se ponía de nuevo las botas. Ambos estuvieron en silencio cuando Jake caminó con él hasta su auto. —Solo diré esto una vez, Jake, porque sé que no es de mi incumbencia — comenzó a decir Ram en voz baja en el aire fresco de la noche—. Tú la dejas ir y estará tomada en menos de una hora. Joder, esa cosa del bizcocho casi me hace caer sobre una rodilla y pedirle que se casara conmigo en el acto. Espero que sepas lo que tienes, amigo. Miró Ram a los ojos mientras metía las manos en los bolsillos. —Lo tengo cubierto, Ram. Sé que soy afortunado. Ram puso una mano en el hombro de Jake. —No es suerte, amigo. Lo mereces. Jake cambió su peso de pie mientras Ram dejaba caer la mano. —Hazme saber, Ram, si necesitas algo más, ¿de acuerdo? —Lo haré, amigo. Gracias de nuevo por los archivos. No se habló mucho en el espacio hecho por la salida de Ram aunque Caitlin y Jake trabajaron al unísono mientras limpiaban la cocina juntos y

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enderezaban las cosas. Cuando el lavavajillas estaba finalmente zumbando a través de sus primeros ciclos y la última encimera fue limpiada, Jake agarró la mano de Cait para llevarla arriba. —Qué día, cariño —dijo mientras se sentaba en el borde de la cama observando a Caitlin cavar a través de su bolsa de viaje—. ¿Estás bien? —Mmm-hmm —escuchó pero ella nunca levantó sus ojos mientras respondía todavía manoteando a través de la pequeña bolsa—. Creo que olvidé mi pijama. Jake fue a su cómoda y sacó una camiseta limpia antes de arrojársela. —¿Eso será suficiente para ti? —Debería ser, bebé, gracias. —Lanzó ella por encima de su hombro mientras se dirigía al baño. Fue más tarde, con sus corazones en desaceleración después de su sesión que era más amorosa que enérgica, más dulce que avariciosa, cuando empezaron a hablar. —¿Tendrás que cancelar lo que tienes programado para mañana por la mañana? —preguntó por encima de su cabeza acurrucada en su pecho mientras su brazo trazaba patrones al azar en su espalda. —Sí, probablemente —respondió ella en un bostezo—. Probablemente debería llamar a Maya y ver si podemos cambiar turnos —continuó mientras alcanzaba su teléfono de la mesita de noche. Maya pareció tomar la petición de Caitlin con calma y estaba dispuesta a hacer el cambio. Tan pronto como la llamada terminó, Caitlin apagó la luz de su lado de la cama y se deslizó a través de su amplia extensión hasta que su espalda estuvo contra el pecho de Jake. Sintió el brazo de Jake serpentear alrededor de su cintura y la jaló aún más cerca. —Tengo algunos chicos que irán para llevarse la cama alrededor de las ocho y la nueva cama será entregada a las nueve, ¿está bien? Miró el reloj. —Entonces, ¿a qué hora tenemos que levantarnos? —Uhm, ¿como a las siete más o menos? —Caitlin sintió su cuerpo relajarse mientras empezaba a quedarse dormida, acurrucada en los brazos de Jake. —¿Cariño? —Le oyó susurrar. —¿Mmm-hmm? —Casi perdí a mi chica hoy. Casi perdí a mi chica hoy por una jodida cama —continuó Jake contra su hombro. Escuchó una nota de risita antes de que la soñolienta voz de ella dijera—: Tienes razón respecto a eso.

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—No quiero perder a mi chica. —Hubieron varios latidos de silencio—. No quiero perder a mi chica por estupideces, sobre todo, estupideces que he provocado, ¿sí? Jake usó su barbilla para quitar el cabello de su hombro y ella sintió sus labios en el punto sensible donde su cuello se une. —Mmm-hmm. —Tengo mucha experiencia en hacer estupideces. —Comenzó a colocar suaves besos en ese tierno tramo de piel—. Casi puedo garantizar que la joderé en algún momento en el futuro. Sus labios pausaron su movimiento antes de escuchar un resoplido burlón. —Casi con certeza. —Así que, cariño, cuando termine haciendo estupideces y joda realmente las cosas necesito saber que seremos capaces de trabajar a través de todo eso antes de empezar a hablar de dejarnos, ¿sí? —sintió lo tenso que se puso su cuerpo simplemente con su confesión y su petición. Su respuesta era importante para él, e incluso su cuerpo lo reconoció. —De acuerdo —murmuró ella, bajando su mano para acariciar su muslo. Jake dejó escapar un suspiro de alivio y sintió su cuerpo relajarse antes de escuchar otro bostezo. Estaba casi dormido cuando sintió su jalón. —¿Jake? —Sí, cariño —murmuró, sintiendo el cabello de ella revolverse mientras hablaba. —¿Alguna vez te molestó? —susurró en la oscuridad de la habitación. —¿Molestarme? —¿Acerca de mí por no… ehm… por no saber qué hacer y eso? Era tarde y Jake estaba cansado. Pero sabía lo que ella estaba tratando, a su manera, de decir. —¿Te refieres a ti y a mí, hermosa chica? —Hubo un silencio, del cual estaba aprendiendo era su manera de decir sí sin tener que decir una cosa—. Bebé. —Hubo más silencio mientras Jake buscaba encontrar las palabras adecuadas para hablar con su chica—. El hecho de que yo soy tu primera vez en todas las cosas físicas que hacemos, me hace sentir de tres metros de alto. No voy a mentir, cariño. Porque pueda ser que no eres mi primera relación física, pero eres la primera que ha capturado mi corazón —admitió—. ¿Eso va a ser suficiente para ti? —Sintió su asentimiento mientras movía sus caderas contra él. —¿Terminaste, bebé? —preguntó ella como si fuera él quien los mantenía despiertos con su charla.

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—Buenas noches, preciosa —respondió él y dejó un beso encima de su cabeza. —Buenas noches, Jake. *** Layton Jamison estaba en su cuarto con un whisky antes de que finalmente tuviera el valor de hacer la llamada a pesar de recibir la información más temprano en la tarde. Solo de pensar en lo que estaba pasando, sin su conocimiento, y por una persona desconocida le había cabreado y no sin sentir miedo. Su mente había dado vueltas y vueltas tratando de averiguar si la información había sido solicitada por uno de sus competidores, uno de sus supuestos amigos porque no había manera en el infierno que el informe hubiera sido generado por una nueva tarjeta de crédito o una compra. Tomó el resto de su bebida y levantó el teléfono. —¿Stu? Tengo un problema —comenzó—. Recibí un correo hoy de que alguien ha sacado mi informe de crédito. —¿Y? ¿Qué quieres que haga al respecto? Es tu maldito informe, Jamison, y no tiene absolutamente un carajo que ver conmigo. —No podemos darnos el lujo de tener a nadie husmeando, especialmente no ahora. ¿Qué pasa si encuentran algo, Stu? ¿Qué si están sobre nosotros? No podemos permitirles que… —Cierra la maldita boca y escucha, tú estúpido idiota. Nadie sabe nada y no lo harán siempre y cuando mantengas el hocico cerrado. —No creo que pueda hacer esto, Stu, la verdad es que no. Creo que necesito salirme. —Layton odiaba el tono de lloriqueo que parecía arrastrarse en su voz cada vez que tenía que hablar con Stu, pero no podía evitarlo. —¿Salirte? ¿Qué te hace pensar que puedes salirte, maldito ignorante? Estás en esto tan profundo como lo estoy yo, si no es que más. Saldrás cuando yo diga que puedes y eso no será en un futuro cercano. Ahora, saca tu pulgar de tu flácido culo blanco y sigue con lo que hablamos la semana pasada. ¿Puedes hacer eso, Jamison? ¿O voy a tener que hacer algo para motivarte? ¿Eh? —No sé, Stu, quiero decir si están sobre mí… —¿Cómo está esa fina pieza de culo a la que llamas hija, Jamison? ¿Todavía va a la escuela como una buena chica? —¿Por qué necesitas saber acerca de mi hija? —La voz de Layton se suavizó y pudo sentir las gotas de sudor que empezaron a correr por su cara y entre sus omóplatos.

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—Escuché decir que ahora es mayor de edad. Podría tener que conseguir algo de eso sólo para asegurarme de que te quedas con el programa. ¿Me entiendes? —No, Stu, no mi hija. Por favor no mi hija. —Layton podía escuchar el tono de súplica en su voz—. Me quedaré con el programa, sólo mantente alejado de Renee, ¿de acuerdo? —Sólo atente al plan y todo estará bien. —Ah, de acuerdo, Stu —dijo Layton antes de darse cuenta de que le estaba hablando a un tono de marcado. Temblorosamente se limpió el sudor de la frente antes de levantar el decantador y rellenar su vaso. Cruzó el suelo de su estudio y temblorosamente se sentó en la silla de cuero del escritorio antes de cubrir su cara con las manos mientras se daba cuenta de que estaba bajo el pulgar de un bastardo enfermo... sin salida.

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Capítulo 12 Ram pulsó el botón del apartamento número uno de nuevo después de no recibir respuesta en sus dos primeros intentos de ganar la entrada al edificio de apartamentos de Caitlin. Miró su reloj, pero sólo eran las 7:15 de la mañana y recordó que nunca habían establecido una hora firme para encontrarse cuando hablaron ayer por la tarde. Ram dudó en llamar a Jake ya que él no tenía el número de Caitlin, pero no estaba dispuesto a asumir más de una llamada cuando Jake parecía poco dispuesto a hablar de ello. Aunque, dada su cercanía en la cocina, Ram no pensaba que estuviera lejos de la verdad viendo a una pareja en los primeros estertores de amor. Ram intentó empujar el botón número dos para ver si podía llegar a un vecino que le pudiera dejar entrar en el edificio, lo que tenía que ser más caliente que pararse fuera expuesto al viento en el porche. Sus cejas se alzaron cuando oyó el zumbido y la liberación de la cerradura de la puerta principal. Mientras entraba, vio un rostro hermoso, cubierto con rizos rubios despeinados asomados fuera del apartamento a la derecha. Los ya grandes ojos muy azules, se abrieron aún más cuando se dieron cuenta de su uniforme antes de bajar lentamente a su arma enfundada. Sexy.

—¿Puedo ayudarlo, oficial? —Él oyó preguntar a su voz ronca por el sueño.

—Lamento despertarla, señorita. Estoy aquí para ver a Caitlin, la encargada del edificio —respondió pisando plenamente en el pasillo—. Se suponía que nos encontráramos aquí esta mañana. —Solo un segundo —dijo la rubia antes de cerrar la puerta, aunque en no más de treinta segundos estaba de regreso y jalándola para abrirla totalmente. —Sé que tuvo una emergencia ayer y me pidió que cuidara de su gato durante la noche. No sé a qué hora va a regresar a casa, sin embargo. Ram la vio haciendo movimientos pequeños para poner en orden su cabello salvaje y apretar el cinturón de su bata azul con flores. —¿Le importa si espero unos minutos por ella aquí en el pasillo? —No, en absoluto. —Fue la respuesta—. Soy Marianne Gibson —dijo ella, tendiéndole la mano. —Jefe de policía Ram Patel, encantado de conocerte. —Él estrechó su mano y se dio cuenta de lo pequeña que era en comparación con la suya. Su mano prácticamente se tragó la de ella. —¿Por qué no entra y toma un café mientras espera? Podemos dejar la puerta abierta para que pueda darse cuenta cuando ella llegue. —Suena bien, ¿si de seguro no te importa? —Tú eres el jefe de la policía, ¿no? ¡Creo que probablemente estoy más segura contigo en mi apartamento que cuando estoy aquí sola con el cerrojo! —

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Ella le sonrió por encima del hombro mientras lo llevaba dentro—. Siéntase como en casa en el sofá y yo traeré el café. Ram no podía evitar mirar sus caderas bien formadas balanceándose mientras se movía a su cocina. Sus ojos se movieron más abajo a sus pantorrillas bien formadas y los pies antes de alejar sus ojos y elegir su silla de rayas azul para sentarse. Mirando a su alrededor, Ram se dio cuenta de que habían toques de azul en todo el ordenado apartamento. —¿Tomas algo con tu café? —No, señora. Negro está bien. —Aquí estamos. —Marianne colocó una bandeja en la mesita de café que tenía una jarra térmica y tazas. Ella se inclinó y llenó una de las tazas, su bata abierta lejos de su piel y ofreciéndole a Ram una vista sin obstáculos de su seriamente atractivo escote, que se estaba derramando fuera de su camisa de dormir azul claro, de encaje. Él arrastró rápidamente sus ojos para centrarse en la taza que estaba sosteniendo hacia él, mientras hábilmente se sirvió otra taza para ella. Ram deslizó sus caderas hacia atrás en la silla y rápidamente cruzó las piernas para tratar de ocultar su reacción a su desconocida e inocente público. Vio como ella se sentó en un rincón de su sofá, balanceando el café un poco mientras ella se movía para ponerse cómoda. Finalmente, se sentó y cruzó las piernas, metiendo la que estaba más baja por debajo suyo mientras tomaba su primer sorbo. —Néctar de los Dioses —suspiró ella, cerrando los ojos. —¿Señora? —No puedo comenzar mi mañana sin una taza grande de café —explicó con una sonrisa, levantando su taza para enfatizar—. El primer sorbo es como la ambrosia, el néctar de los dioses. Cristo, ¿era en serio? ¿Esta pequeña muñeca es el sexo sobre piernas y ella está charlándome sobre el maldito café? Ram dio un sorbo por sí mismo. —Este es bueno —dijo, levantando su taza hacia ella. —Pongo una pizca de canela en este. Le da un giro, profundiza el sabor. ¿Por qué todo lo que sale de su boca, esa boca muy llena, muy rosa suena como un ven? —Voy a tener que probar eso —murmuró Ram tomando otro sorbo. Ella se movió en su asiento y él vio cómo su bata se abrió y alcanzó a ver su suave muslo asomándose a través de la parte inferior de encaje de su camisón. Ram intentó, y fracasó, ignorar el estiramiento de su polla contra su cremallera. Mierda. Él estaba en problemas. Si Caitlin venía ahora, no tendría más remedio que ponerse de pie. Jesús. Era como estar de vuelta en la escuela secundaria, esperando y rezando porque el profesor no lo llamara para pararse frente a la clase. Oyó un suave timbre y observó a Marianne saltar ante el sonido.

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—Oh, um… —tartamudeó ella, mordiéndose el labio inferior—. Ese es mi… ah… tengo algo en la tostadora. Es mí… Er… es mi desayuno. Ram percibió una bocanada de su perfume mientras rápidamente se dirigió a la cocina antes de que él captara el olor de lo que había estado en su tostadora. —¿Pop Tart? ¿De fresa? —le preguntó en voz alta. —Um… bueno… —Marianne se volvió de un delicioso tono de color rosa antes de admitir—. Sí. Soy una especie de adicta a ellos. Ram estaba sonriendo ampliamente mientras bajaba su taza y metía la mano en el bolsillo interior de su chaqueta, sacando una familiar bolsa plateada. Él la sostuvo en alto y la sacudió. —Yo también. Vio cómo el asombro dejaba su cara para ser reemplazado por una enorme sonrisa y escuchó su risa tintineante antes de que él soltara la suya. Ambos pronto estaban aguantando sus costados y secándose las lágrimas, capturando los ojos el uno del otro antes de liberarlos de nuevo. Por último, Marianne se inclinó sobre la pequeña barra que mantenía separada a la pequeña cocina de la sala de estar. Por no hablar de darle una buena vista, repetida, de su delicioso escote. —Para mí es un placer culpable —susurró ella. —Mío también —murmuró Ram en respuesta, metiendo la bolsa en su bolsillo—. Pero no puedes decirle a nadie. Tengo una posición que mantener. Marianne dio un paso alrededor de la barra y se acercó a su silla. Se puso de pie delante de él, envuelta en su corta y floreada bata azul con el encaje de color azul claro de su camisón asomándose por donde el lazo se había aflojado, con una cara seria y la mano derecha levantada. —Yo, Marianne Louise Gibson, juro solemnemente nunca, nunca decirle a otro ser viviente que nuestro caliente Jefe de la Policía se entrega a las Pop Tarts. Ram estaba asombrado mientras la veía levantar lentamente su mano hasta cerrarla en un puño, con sólo su dedo más pequeño levantado. Ella lo llamó caliente. —Juramento de meñique, ¿de acuerdo? —¿Meñique, qué? —Juramento de meñique. Ya sabes, donde tú estrechas manos usando sólo tu dedo meñique para sellar el trato. Ram levantó su mano, también, cerrándola hasta que sólo su dedo más pequeño se mantuvo en posición vertical. Llevó su mano hacia la de ella lentamente y ella encontró la suya a más de la mitad del camino, envolviendo su dedo meñique alrededor del suyo. Ella sonrió a sus ojos susurrando. —Juramento de meñique.

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Ram quedó atrapado en las profundidades de sus ojos azules antes de volver su mirada hacia sus dedos entrelazados. Ella lo llamó caliente. —Juramento de meñique. —Se oyó decir en voz baja, con reverencia. Ambos saltaron ante la llamada a la puerta abierta. —Hola, Jefe. Hola, Marianne. —Caitlin y Jake estaban sonriendo en la puerta. —¿Estás lista, Cait? —preguntó Ram mientras se levantaba, dándose cuenta de que al pararse quedaba a pocos centímetros de distancia de Marianne. Sus dedos seguían estando entrelazados y Marianne, después de una breve mirada a la puerta principal, se habían vuelto hacia él, alzando su aún sonriente mirada. Él bajó la mirada y ella le guiñó un ojo, en realidad le hizo un guiño, antes de desenganchar su dedo del suyo y dar un paso atrás. —Hola, Caitlin. Hola, Sr. Stanton —dijo ella. Mientras Ram se movía rodeándola para ir hacia la puerta, sintió su mano en su brazo. —Tu secreto está a salvo conmigo —susurró ella parándose de puntillas, apuntando su boca hacia su oreja. Ella lo llamó caliente. —¿Estás bien, Ram? —preguntó Jake, mientras seguía al jefe al hogar de Caitlin. Ram se armó de valor para no dar la vuelta y mirar hacia atrás a casa de Marianne. Diablos, se obligó a sí mismo a parpadear por el bien de la mierda. —Solo déjeme conseguir las llaves y el contrato de alquiler para usted, Jefe Patel —dijo Caitlin mientras caminaba por el corto pasillo hacia su dormitorio. Ella mantenía todo el papeleo para los apartamentos y los inquilinos en una caja a prueba de fuego escondida en el piso de su armario. »Aquí tiene —dijo ella entregándole el jefe de policía la llave del candado, las llaves del apartamento y el contrato de inquilino—. ¿Me necesita allí, cuando vaya? —Estoy bien yendo solo, si no te importa. No estoy seguro de lo que estoy buscando a excepción de la información de contacto para alguien de la familia. Si necesito mover algún elemento de ahí, voy a proporcionar una lista para ti. Oyeron un golpe en la puerta y Jake se hizo cargo de los chicos que habían llamado para quitar el colchón de matrimonio de su dormitorio. —Voy a traer las llaves cuando haya terminado —dijo Ram mientras se movía hacia la escalera y fuera del camino de todos. Caitlin se sentó en la parte inferior de la escalera mientras los dos hombres fornidos vestidos con camisetas de Skeet’s Auto y Jake maniobraban la cama y el catre fuera del apartamento, lo que era toda una hazaña teniendo en cuenta todos los ángulos afilados y las esquinas por las que tenían que planificar como trasladar el poco manejable y movedizo colchón. Pronto, sin embargo, el juego

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de cama fue cargado y siendo arrastrado lejos. Caitlin encontró a Jake moviendo el armario y la mesa de noche de regreso a su posición en su dormitorio. —Está bien, las cosas nuevas están llegando en unos treinta minutos por lo que usted debe quedarse. —Jake le ofreció una sonrisa. —¿Qué tamaño de cama conseguiste? —preguntó Caitlin en voz baja. —Una completa —respondió Jake entrando para pararse al lado de ella en la puerta del dormitorio—. Y vamos a estar buscando sábanas y la mierda cuando Ram haya terminado, ¿sí? —¿Crees que este tamaño cabrá? —Joder, espero que sí, querida. —Jake pasó un brazo sobre sus hombros y bajó la barbilla para darle un beso en la frente—. Estoy jodido si no cabe. Jake sintió su movimiento de asentimiento contra su boca, pero se perdió la pequeña sonrisa que tenía mientras lo hacía. *** Se suponía que debía estar tomando notas para mi próximo examen de Física, pero me encontré sólo garabateando en mi cuaderno en lugar de captar las palabras del T.A. mientras él exponía sobre las diferentes teorías que se suponía que supiéramos. Mi mente, sin embargo, todavía estaba atrapada en mi excursión de compras con Jake. Él me había llevado a la gran tienda Home Warehouse en la ruta 118 diciendo que esta tenía una mejor selección que las diferentes tiendas de la ciudad. Y así fue. Yo estaba casi mareado ante las cuatro filas que mostraban las diferentes ropas de cama en todos los diferentes modelos y colores. Encontré el pasillo que mostraba las ofertas más baratas en el tamaño completo y comencé a elegir. —No, muchacha bonita ——retumbó Jake desde su lugar detrás del carrito, los antebrazos apoyados en el mango—. Yo estoy comprando y no voy a comprar mierda barata. Elige de nuevo. —Pero, Jake… —comencé, pero nunca conseguí decir el resto de las palabras. —Ya admití que la cagué. —Jake se puso de pie y se plantó en su posición de macho alfa de ―Yo soy hombre‖, los brazos cruzados y las piernas plantadas— . Yo pagaré. Pero no estoy comprando mierda barata. ¿Estás conmigo? —Dios, pero él era terco. —Oh, está bien —murmuré mientras iba de regreso al pasillo más caro. Una chica tiene que escoger y elegir sus batallas, me dije a mí misma, pero mi estómago estaba en nudos pensando cuánto iba a costar todo esto. Si hubiera sido por mí, solo habríamos ido a la tienda de segunda mano y recogido lo que necesitaba para la nueva cama de tamaño completo. Me aseguré de estar de pie al final de la zona de la cajera, así no era capaz de escuchar o ver el resultado final de lo que habíamos comprado. Yo no quería una repetición de nuestra experiencia de la tienda de comestibles donde me asusté de él gastando más de ciento cuarenta y tres dólares de una sola vez. No sé cuánto solía gastar mi madre durante sus viajes de compras semanales, pero

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desde que había estado sola con mis propias compras nunca excedí los quince dólares. Alguna vez. Y él se había gastado casi diez veces eso sin pestañear. —Voy a estar terminando alrededor de las siete, querida. Pizza, ¿está bien? Él había arrastrado las bolsas de cosas que habíamos comprado al apartamento colocándolas en la cama de tamaño completo. Moviendo la cabecera de la cama a la otra pared me había dado un montón de espacio para moverme, así como también permitiendo la mesita de noche y la cómoda, a pesar del tamaño más grande de la cama, pero no demasiado grande. Mentalmente revisé mi agenda que incluía clases y mi turno en la clínica de reposo antes de asentirle. Jake me tomó en sus brazos y su rápido beso de despedida pronto se transformó en una sesión completa de besos que sólo fue bloqueada por los abrigos que todavía no nos habíamos quitado cuando llegamos. —Vaya —le susurré cuando sus labios dejaron los míos. Jake sonrió, me dio otro apretón y un rápido beso en la frente antes de que se desenredara y se fuera. Mientras yo garabateaba, en lugar de prestar atención en clase, me preparé mentalmente para lavar las sábanas nuevas y hacer la nueva cama tan pronto como pudiera llegar a casa. Mi corazón se aceleró al pensar en las diferentes maneras en que Jake y yo podríamos bautizar las nuevas adquisiciones, y me perdí totalmente al T.A. concluyendo la clase. La pizza estuvo genial, aunque la había pedido con un par de cosas que yo nunca habría ordenado. Pero solo aparté las cosas que no quería y me comí lo que estaba sobrando. El sexo, sin embargo, fue mucho mejor. Comenzó como lo había hecho desde nuestra primera vez; con un montón de dulces besos que se convertían en más largos y más profundos, bailes de lengua, fusiones de boca que solo mitigaban en parte el deseo de nuestros cuerpos. Las ropas pronto estaban volando en nuestros intentos de conseguir a ambos, y el uno al otro, desnudos a medida que avanzábamos por el corto pasillo hasta mi cama. En poco tiempo y con un gruñido, Jake me dio la vuelta para que yo estuviera sobre mi vientre contra el nuevo colchón. Él enganchó mis caderas, levantándolas suavemente, así que estaba en mis rodillas, mi culo al aire, expuesta al desnudo. Sentí sus labios mientras viajaban por mi columna vertebral, antes de que él moviera mi cabello sobre mi hombro así podía besar su camino hasta la unión de mi cuello y el hombro. Sus muslos estaban contra los míos, pero sentí sus manos, sus dedos, arrastrando hacia arriba la parte posterior de mis muslos muy lentamente. Una mano continuó el viaje a lo largo de mi cadera, mi cintura, curvándose alrededor de mi vientre hacia mi pecho antes de colocarla en mi pezón. Sin gestos suaves esta vez; él usó su pulgar e índice para torcer y tirar el endurecido pico de color rosa. Al igual que antes, yo no pude controlar el impulso de mis caderas en respuesta a su manoseo. Sentí su otra mano apartar mis pliegues y concentrarse en mi hinchado clítoris. —Dios, nena, estás tan mojada —me susurró Jake al oído causando que la piel de gallina estallara a través de mis brazos y piernas mientras su dedo empezó a girar en círculos firmes usando mi humedad para facilitar el deslizamiento de su dedo. Sus labios y lengua en la parte posterior de mi cuello se movían suavemente, pero aun así inflamándome, calentando cada superficie

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de mi piel antes de que sus dedos de nuevo hicieran círculos en mi centro, rozando y acariciándome hasta que yo estaba meneándome en sus brazos, tratando de ponerme lo más cerca posible. Ninguno de los dos habló, pero no había silencio ya que la habitación estaba llena con nuestros gemidos guturales. Después de deslizarme hasta el final de mi cama, Jake puso una mano suavemente en mi espalda baja y la deslizó hacia arriba, con la presión cada vez mayor, hacia mis omóplatos, dándome una señal silenciosa para que bajara mi pecho hasta el colchón. Nunca, incluso en mi entrevista con él, me había sentido más expuesta, o más dispuesta a ser expuesta que cuando me tenía en esta posición. Sentí mis pezones rozando contra las nuevas sábanas, añadiéndolo a la fricción. Voltee mi cara para mirar alrededor de mi culo expuesto para devolverle la mirada. Jake frotó, acarició y apretó ambas mejillas de mi trasero suavemente mientras me miraba, extendida ante él, en lo que pude ver era una mirada de pura lujuria, su respiración áspera y desigual. Si la polla dura que sentí presionando contra mis abundantes cachetes era una indicación, él disfrutaba verme en esta posición tanto como yo lo hacía solo estando allí. Hundió sus dedos en mi agujero brillante para capturar la humedad dentro de mí. Y yo no pude evitar mi gemido o el suave empuje de mis caderas hacia sus dedos en respuesta, mientras ellos se movían ahora, oh tan húmedamente, deslizándose arriba a mi raja para frotarse contra mi rosado e hinchado clítoris. Me preparé mientras sentí mi orgasmo construirse, intensificándose con sólo la sensación de sus dedos rodeando, trabajando, golpeando el punto perfectamente. No pude evitar que mi garganta llorara mientras la presión se construía y como me revolví contra su caliente y movedizo dedo que presionaba y rodaba con fervor. Jake deslizó dos dedos en mi húmedo canal pero nunca aflojó en su caricia en mi centro de placer, usando su pulgar ahora a mantener el movimiento. Sus dedos comenzaron a deslizarse dentro y fuera de mí, aunque ahora estaban curvados, presionando en mi punto G, arrastrando y abrasándolo. Mi agitado coño perdió su ritmo, farfullando en un fuera de compás antes de volver a coger el ritmo, aunque a un ritmo más rápido. —Oh, Dios, Jake —gemí cuando la sensación entre mis piernas se intensificó, concentró y floreció—. No te detengas, por favor, no te detengas… Mi orgasmo golpeó con furia, explotando a través de todas y cada una de las partes color rosa, en cada parte de mí. Me resistí, sacudí y gemí mientras el fuego de esto me consumía, mi coño se apretó y ordeño loa dedos conocedores de Jake, mientras él seguía acariciando mi clítoris más lento y con menos presión. Podía sentir sus dedos, aún muy dentro de mí, también deslizándose más lento a medida que continuaban moviéndose dentro y fuera de mi cremoso, orificio vaginal. —Tan mojada. Tan apretada —le oí murmurar antes de que ajustara su pecho a mi espalda, moviendo la mano que había estado trabajando mis pezones, alternando de un lado al otro de la una a la otra, moviéndose a mi cintura. Lo sentí alejar mi cabello de mi otro hombro mientras mordisqueaba suavemente su camino a través de mi espalda. Quitó sus dedos de mi interior ―chasquido‖ de humedad para enganchar el condón que había colocado antes por mi cadera. Oí el desgarro del paquete y me volví de nuevo para ver que él

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había agarrado la envoltura de aluminio de entre sus propios dientes con el fin de conseguir abrir el paquete. Me levanté en mis antebrazos mientras mis ojos seguían viéndolo, observándolo rodar el condón. Mientras él acariciaba su dura longitud, Jake atrapó mis ojos y bombeo sus caderas en su puño apretado, sus definidos abdominales ondulando con el movimiento. Me sentí a mí misma mojarme aún más ante la vista de él empuñándose a sí mismo. Colocó su polla dura entre mis labios inferiores hinchados y lentamente se deslizó dentro de mí mientras él gemía. —Maldita sea, Cait. Tan caliente. Contuve la respiración, esperando que él se hundiera completamente dentro de mí. Sintiendo la plenitud de Jake en mi interior, hasta la raíz, se convirtió en mi único objetivo mientras empezaba a moverse hábilmente dentro y fuera de mí a medida que aumentaba la velocidad y me sentí comenzar a empujar hacia atrás contra él en respuesta. Sus bolas balanceándose suavemente, chocando contra mi clítoris aún hinchado, añadiendo otra sensación maravillosa de la mezcla embriagadora. Ante mi gemido gutural, pero todavía empujando sus caderas, Jake se envolvió de nuevo por encima de mi espalda, soltando el agarre caliente que tenía en mis carnosas nalgas. —Maldición querida… —Escuché mientras lo sentía deslizar una mano hasta mis pechos otra vez excitándolos al pellizcar y girar mis pezones, alternando entre los dos firmemente, mientras su otra mano llegaba entre mis piernas y comenzaba a frotar mi centro de placer distendido y dolorido. No pude evitar gritar por todo lo que estaba haciendo con su polla y dedos mientras yacía apoyada bajo él, sintiendo casi todo de mí que era de color rosa comenzando a volverse tenso y preparándose de nuevo para otra explosión—. No puedo conseguir acercarme lo suficiente… —le oí susurrar contra mi cuello. »Boca, Cait —exigió Jake en una voz retumbante. Su voz era más profunda, más ronca de la que nunca había oído antes, y volví mi cabeza sobre mi hombro para capturar sus labios y lengua mientras se movían contra los míos, en el mismo ritmo que sus dedos y su grande y resbaladiza polla. Lo sentí enderezarse, levantándome a mis rodillas, presionando firmemente mi espalda con su frente. Me miré a mí misma, viendo sus dedos retorcerse y girar mi pezón y vi los músculos de su antebrazo ondularse mientras acariciaba entre mis piernas. Las imágenes causaron, que ese segundo orgasmo fuera obligado, accionado fuera de mí mientras yo subía. Podía sentir mis paredes interiores apretando, ordeñando la longitud de él mientras su polla seguía profundizando dentro y fuera de mi estrecho y húmedo agujero. A medida que el agarre de mi placer se convirtió en un pulso que se alineó con mi latido del corazón, Jake levantó su pecho de mi espalda y de nuevo agarró mis nalgas, separándolas, con el fin de conducirse a sí mismo más profundo y más rápido dentro de mí. Bajé de nuevo, el pecho a la cama. Su polla parecía volverse aún más dura, más gruesa dentro de mí antes de que yo escuchara sus suaves y profundos gruñidos que se convirtieron más en un gemido retumbante. Él palpitó contra las paredes interiores mientras sentía sus chorros pulsantes azotando contra la punta del condón. Jake continuó moviéndose dentro de mí suavemente, entrando y saliendo mientras se inclinaba de nuevo sobre mí antes de presionar un beso suave entre mis omóplatos.

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No pude evitar el temblor de mi barriguita o la suave sonrisa en mi cara mientras veía a Jake moverse a través de la habitación a mi lado de la cama después de descartar el condón. Mirando directamente hacia mí, se sentó en el borde mientras plantaba los puños a ambos lados de mis caderas. —¿La cama es lo suficientemente grande, preciosa? —Pude ver el destello de humor en sus ojos mientras él luchaba por mantener una cara seria. —Creo que sí, bebé —murmuré mirándolo de cerca. Era tan hermoso, tan desprendido y justo el tipo de hombre en el que mi corazón pudiera perderse. No pienses así, no tienes tiempo para un hombre o una relación, me aconsejé a mí misma mientras me apartaba de él cuando se metió en la cama y tiró de las mantas sobre nosotros dos. No pasó mucho tiempo antes de sentir su brazo llegar alrededor de mi cintura para empujarme más cerca. Pero incluso mientras yo me advertía a mí misma, mi corazón permaneció lleno de Jake y de todo lo bueno que trajo a mi vida. *** —Está bien, así que estamos aquí sólo para tener una charla rápida con respecto a su paradero en las noches del 8, 14 y 20 de febrero… —comenzó Ram con cansancio mientras se frotaba los ojos. Esta era su vigésima entrevista desde que comenzaron a las diez de esta mañana y él estaba empezando a odiar el sonido de su propia voz. A pesar de que él tenía a dos de sus detectives conduciendo las entrevistas y dándoles advertencias a las bailarinas y el personal de camareras también, había un montón de gente para atender y ellos habían esperado tener al menos a un tercio de ellos terminado hoy. Jake y Dale habían tenido la amabilidad suficiente de dejarlos usar la cavernosa oficina en la planta baja, para hacer el interrogatorio o las advertencias, diciendo que sería más fácil para su personal mantenerlos vigilados y asegurarse de que sus compañeros estaban dispuestos a gastar los veinte o treinta minutos necesarias para darle a Ram y sus muchachos información. Hasta el momento ellos no habían recibido nada que arrojara ninguna luz o siquiera planteara una pregunta o sospecha incluso después de seis horas. Ram concluyó su entrevista con Ricardo Chávez, uno de los empleados de la cocina. Se puso de pie para estirar y vio a Dale entrando con una pequeña bandeja que estaba llena con una selección de sándwiches. —Pensé que te vendría bien un descanso y algo de comida —dijo Dale dejándose caer en la silla aún caliente del cuerpo de Héctor—. Sírvete tú mismo de las bebidas dentro de la mini-nevera detrás de la barra en la esquina. —Gracias —respondió Ram, de ninguna manera tímido para servirse, miró a Tim Bell y Jeff Trusdale, sus dos detectives principales que estaban con él en esta parte de las entrevistas. Ante una mirada de su jefe, los dos hombres le hicieron un gesto con la barbilla para señalar que se unirían a él cuando hubieran terminado. —¿Alguna cosa? —preguntó Dale sin mirar a ninguno de los agentes de policía mientras trataba de alisar las arrugas de sus pantalones de color caqui.

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—Probablemente solo deberíamos haber reunido a las personas que no estaban trabajando las noches en que las víctimas fueron asesinadas —dijo Jeff antes de meter un cuarto del pavo y queso suizo, en pan de grano entero, en su boca. Tanto el jefe como Tim asintieron mientras sus bocas se encontraban trabajando en masticar sus propios bocadillos. —Pero el forense dijo que el tiempo de muerte de cada una de las chicas fue de entre seis y ocho horas, y no podía ser más preciso que eso —recitó Ram después de tragar y pasar un par de sorbos de su refresco—. Desde que la primera víctima fue encontrada por ese corredor a las seis de la mañana, el asesino podría haberla matado entre las 10 p.m. y la medianoche. —Ya que cada una de ellas fue estrangulada con algún tipo de cuerda, estamos buscando a alguien con la fuerza suficiente para que pueda vencer a estas chicas y perpetrar el hecho rápidamente —les recordó Tim. —Con la puesta en escena y la limpieza más la auto-complacencia, nuestro asesino no habría pasado más allá de entre quince a treinta minutos. Lo que significa que cualquier persona de guardia esa noche no podría haber sido el asesino ya que la mayoría de ellos no termina su turno hasta las 2 o 3 de la mañana. —Está bien, entonces. Dale ¿puedes conseguirnos las tarjetas de tiempo de todos los empleados que estaban trabajando en esas tres noches para que podamos eliminarlos de las entrevistas? —preguntó Ram, recordando tardíamente que Dale era el único personal no policial en la habitación en el momento. A medida que sus ojos se movieron hacia Dale, se dio cuenta de que el co-propietario estaba de nuevo despeinado con la ropa arrugada y el cabello revuelto. Mientras Dale arrastró su mirada hasta el jefe, Ram notó los parpados pesados y los ojos inyectados en sangre. Tomó un par de segundos antes de que Dale finalmente asintiera a la petición de Ram y se trasladó a un rincón oscuro de la oficina que ocupaban los archivadores. Los policías observaban mientras abría uno de los del medio y sacaba carpetas marcadas por las semanas antes de sentarse él mismo detrás del enorme escritorio. Sabiendo que le llevaría más de unos pocos minutos sacar las tarjetas de tiempo para cotejarlas con las hojas de turno, ellos le dejaron esto a Dale y salieron para hacer llamadas, comprobar los mensajes de voz o fumar. Jake estaba entrando mientras ellos se estaban preparando para bajar a la planta baja. —¿Algo? —Ram encontró gracioso que Jake hiciera la misma pregunta en la misma manera como Dale la había hecho. —Todavía nada, amigo, pero estamos reduciendo nuestra búsqueda. —¿Qué pasa con los que se han trasladado? —preguntó Jake. —Tengo a Paul y Ted estableciendo citas para mañana en la estación — respondió Ram mientras miraba hacia Jeff y Tim—. ¿Listo? —Listo, jefe —respondió Jeff hablando por los dos. Ram se quedó atrás y emparejó su paso con el de Jake. —¿Algo pasa con Dale? —preguntó, manteniendo su voz baja.

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—No, ¿por qué? —Aún parece como algo que arrastró el gato. —Voy a estar pendiente, ¿está bien? Si hay algo que necesites saber, hablaremos —respondió Jake, esperando que no hubiera nada pasando con su socio que fuera digno de serle contado al jefe de policía. Dale fue capaz de entregar lo que la policía quería y las entrevistas con el personal actual del Fuego siguieron sin problemas a pesar de que sus preguntas no revelaron ninguna pista más o sospechas. Dale todavía estaba sentado detrás del escritorio cuando Jake les había dado las gracias a los oficiales y los escoltó afuera. Cuando él regresó a la oficina, se dejó caer en una de las sillas de visitantes y observó cómo Dale, barbilla en mano, colocaba presilla tras presilla en la almohadilla delante de él. El único sonido en la oficina era el silenciado golpeteo de la música del club por encima de ellos. —¿Pasa algo? —preguntó Jake cruzando las piernas mientras se acomodaba más en la silla. —Nada por lo que estar preocupado —respondió Dale con un suspiro—. Creo que vi a Sara ayer y hoy. Oh, mierda. Jake sintió que su estómago caía a sus rodillas. Sara había sido el amor de la vida de Dale, la única con la que iba a casarse con mucho disgusto de su padre siendo como ella era mitad negra y la hija de una madre soltera. Era exactamente lo contrario a lo que la familia rica de Dale había previsto para él como esposa, pero era todo lo que Dale había deseado. Sara se había ido de repente un par de años atrás. Jake pensó que era porque finalmente había tomado el dinero que el padre de Dale continuamente le había ofrecido, aumentando la cantidad que cada vez que le había hecho la demanda de que dejara a su hijo solo, aunque Jake nunca pudo estar seguro. Y Dale, seguro como la mierda, nunca dio una razón cuando alguien le había preguntado. Todo lo que Jake realmente sabía es que Sara se fue dejando detrás de ella a un hombre roto que había tenido mucho tiempo para sanar. Y para Dale haber pensado que la vio... —Eché un vistazo en Buxby cuando iba a reunirme con Jean y me pareció verla parada en la fila esperando para pedir su café. —La voz de Dale fue apagándose mientras mantenía la cabeza gacha, los ojos en el diseño de presillas que hizo en la almohadilla—. La vi de nuevo en Skeet en mi camino hacia el club esta mañana. Pensé que el avistamiento en Buxby era un truco de mi imaginación, pero supe que no lo era cuando la vi en el patio de estacionamiento. Ella se estaba riendo con Ernie y de pie junto al viejo Toyota de su madre. —Mierda. —Eso fue todo lo que Jake podía decir al ver a su mejor amigo, la única persona que conocía tan bien y quien sabía casi todo sobre él, confesar ver a la chica que lo había quebrado y no solo a su corazón. Sara y Dale habían estado tan unidos entre sí que su partida había dejado a Dale con solo la mitad de sí mismo: su personalidad, su esperanza, su alma. —¿Algo que pueda hacer? —le preguntó Jake en voz baja, pero sabía contra lo conocido, sobre todo ahora que su corazón estaba tan absorto con Caitlin, que

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no había absolutamente nada que pudiera hacer, ofrecer o decir para ayudar a su amigo. Y esa parte de su corazón se mantenía dolida por Dale al saber que él era impotente para ayudar a este hombre que era parte de la familia de su corazón. —No —fue la respuesta esperada. —Aquí estoy si me necesitas, hombre —gruñó Jake mientras él se levantó y apartó de la mesa. Si fuera Dale, sabía que querría estar solo. Así que dejó a su amigo.

Ram cansinamente subió el descanso a la segunda planta del edificio que albergaba la estación de policía. A esta hora de la noche, habían pocos o ningún agente en la sede ya que ellos estaban o bien fuera patrullando o en casa en cama durmiendo. O como Lester en la recepción, los pies encima del mostrador vigilando a través de los espacios entre sus párpados mientras su ronquido gutural traicionaba su juego. Ram le dio un manotazo a los talla once de Lester causando que el viejo sargento en el escritorio saltara casi un metro de su silla antes de reconocer a su jefe y ofrecerle alguna inarticulada y balbuceante disculpa. Ram planeó comprobar solo un par de cosas en su escritorio antes de irse a casa para conseguir dormir por su cuenta y bostezó solo de pensar en su propia cama. Cristo, pero había sido un día largo. Parecía que cada día era un día largo en este trabajo. Pero, él estaba trabajando duro, bajando a las trincheras, para mostrarle a la buena gente de Grantham que él era un buen jefe, un mejor jefe que el viejo Walt Saltzman que había sido atrapado con sus manos en muchos asuntos sucios en los que no debería haber estado metido. Pero él no cayó solo. Dos detectives y el juez Everett también fueron acusados pero nadie sabía si alguno de ellos había hecho un trato para exponer a los otros tres, o si había demasiada evidencia contra todos ellos. Pero Ram solo había estado trabajando en el puesto por tres meses y estaba en el trabajo, por lo menos, catorce horas al día entre trabajar los casos y mantener al día la documentación. Pero con los asesinatos, las catorce horas al día se habían ampliado a dieciocho horas al día, siete días a la semana, él encendió las lámparas fluorescentes del techo en su oficina y revisó los mensajes telefónicos que se habían acumulado durante el día. Vio un par de impresiones, pero nada importante, nada para alejarlo de su cama. Hasta que vio el informe de la persona desaparecida. Renee Jamison, la hija de Layton Jamison, había sido reportada como desaparecido desde el miércoles. Ram repasó los detalles y decidió pasarlo a uno de los detectives en la mañana. Entonces recordó el correo de voz que había recibido más temprano de

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Jamison, pero él no lo había escuchado ni respondido asumiendo que tenía que ver con el espectáculo de borrachos que había hecho de sí mismo en el club. —Oh, mierda —murmuró Ram mientras apagaba las luces de su oficina y se dirigía a su auto. —Demonios, cuando llueve, no para.

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Capítulo 13 —Oye, chica bonita —escuché a Jake empezar en mi buzón de voz—. Estaré pegado en el club esta noche. Dale tiene... eh, Dale tiene algo que hacer y creo que necesitaré quedarme. Sabes que tienes el servicio de aparcacoches esta noche, así que voy a pensar en ti, pero te alcanzaré mañana temprano. Sé buena, cariño, ¿sí? Ya estaba vestida con el uniforme obligatorio de los valets en The Roses, el restaurante más prestigioso de nuestra ciudad, con vaqueros negros, camisa de polo negra y chaqueta negra con una enorme rosa roja en la parte posterior. De todos mis trabajos, aparcar autos los viernes y sábados por la noche era un trabajo que me garantizaba la mayor cantidad de dinero en el menor lapso de tiempo. Podía, entre las dos días de las siete a la medianoche, hacer entre $75 a $100 dólares en salarios y propinas. No había manera de que renunciara a mi turno en The Roses, ya que era dinero fácil en un corto período de tiempo de trabajo. Dinero con el cual contaba, dinero que necesitaba desesperadamente. Me hubiera gustado decir que era sólo una noche típica de viernes, cuando volví a casa. Abracé a Floyd y le di de comer sus golosinas, anduve por ahí haciendo una pequeña limpieza mientras esperaba que mi cuerpo notara su cansancio. Pero extrañaba a Jake. Después de estar juntos por sólo cuatro noches, echaba de menos su presencia, su calor junto a mí mientras trataba de conciliar el sueño en la desconocida cama de tamaño matrimonial. Me moví y volví, tratando de encontrar una posición cómoda, la temperatura adecuada de frío o de calor, pero el sueño todavía no llegaba. No fue hasta que tiré de otra almohada y la sostuve cerca de mi estómago que finalmente pude descubrir una posición cómoda y quedarme dormida. Mis últimos pensamientos fueron Esto es malo. Esto es muy, muy malo. Me desperté a la mañana siguiente con una suave pero constante llamada en mi puerta. Echando un vistazo a las enmarañadas sábanas y despertándome al fuerte maullido enojado de Floyd mientras lo quitaba cuando me moví para levantarme, dándome cuenta de que mi sueño no había sido tan tranquilo como esperaba. Agarré mi raída bata y me dirigí a la puerta. Mirando a través de la lente nublada de la pequeña mirilla de mi apartamento, me fijé en Jake en el otro lado de la puerta. —Hola, preciosa —dijo mientras entraba en el apartamento—. Traje café y rosquillas para empezar el día. Vi como daba los dos pasos necesarios para colocar sus compras en la barra antes de pasar de nuevo a mí para darme un abrazo. —¿Vas a cerrar la puerta, querida? Mi cuerpo estaba corriendo alrededor de diez pasos detrás de mi cerebro mientras cerraba la puerta con llave antes de dar un paso atrás a los brazos de Jake. El reconocimiento llegó lentamente, pero mi corazón me dijo que

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realmente estaba allí cuando metí mi cabeza debajo de su barbilla mientras mis brazos iban alrededor de su cintura. Seguridad, por fin. —Mmm... —Mi garganta expresó la satisfacción de todo lo que había estado encajonado en contra de su cuerpo y oliendo su aroma fresco y limpio. Nuestro desayuno consistía de dulces besos, que precedieron a pegajosa comida de panadería y sorber nuestras tazas individuales de café mientras poco a poco despertaba. —Te extrañé ayer por la noche, cariño —dijo Jake en uno de los descansos entre besos y mordiscos—.Tuve un tiempo cojonudo tratando de dormir sin ti. —También yo, corazón —admití todavía no del todo completamente despierta mientras tomaba otra porción de dona de chocolate glaseada. —¿Qué hay para hoy, entonces? —preguntó Jake. Estaba agradecida de que hubiera regresado la conversación a materia blanda de cosas más importantes como mi agenda. Me acerqué a la pared del fondo de la cocina que tenía un calendario que mostraba los puentes cubiertos de Cape Cod. —Uhm, parece que estoy libre hasta The Roses a las siete —le contesté. —¿Qué tal un paseo en moto con un día de campo? —sugirió Jake. —Estamos en mediado del invierno, Jake. No ¿Hará frío? —Vístete caliente y en lugar de un día de campo, iremos al mejor lugar de alas de este lado del Río Missouri —respondió Jake con un movimiento de cejas. —Dame unos minutos y en seguida estaré lista. —No necesité hacer mucho debido a que había tomado una ducha anoche cuando llegué a casa de mi estadía en The Roses. Ronny, uno de los otros empleados, es fumador empedernido y, aunque nos quedamos afuera, el olor de sus cigarrillos siempre parece instalarse en mi cabello. —Tómate tu tiempo. Pasaré el rato aquí con Fred. —Es Floyd, Jake. El nombre de mi gato es Floyd —grité por encima de mi hombro mientras me movía a mi armario para tratar de escoger la ropa para el día. —Oh, sí. Floyd —dijo Jake. Vi a Floyd pelear desde la distancia donde había visto de pie a Jake así que sabía que había tratado de acariciarlo. Mi maldito gato era muy quisquilloso acerca de a quién le permitía tocarlo y Jake aún no le había hecho la corte. Estaba tratando de hacer algo con mi cabello, cuando Jake llegó para apoyarse en la puerta del baño y me habló de la noche en el club cuando despidió a Fiona y le pidió un taxi a un muy borracho Jamison. Los dos estábamos riendo y conservando nuestros lados mientras él terminaba su historia. —Recibimos una llamada al día siguiente, Jamison nos amenazó tanto a mí como a Dale diciendo que iba a destruirnos, a sacar a los ―buhoneros obscenos‖ de la ciudad, —terminó Jake terminó sacudiendo la cabeza ante el recuerdo. —¿Puede hacer eso? —le pregunté poniendo la última horquilla al moño que había formado con la esperanza de poder colocar en mi cabeza el casco para nuestro viaje planeado.

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—No sé —dijo Jake y terminó con—: No me importa. Vi sus ojos calentarse con aprobación mientras ponía una hebra en su debido lugar en el moño. —Te ves bien, magnífica. Ahora vayamos a montar.

Los detectives Tim Bell y Jeff Trusdale estaban en camino, agradecidos de que podrían estar afuera en vez de encerrados como ayer. Habían sido capaces de pasar por un montón de entrevistas en el club, pero habían llegado con un montón de nada. —¿Quién es el siguiente en la lista? —preguntó Tim. —Uhm, Fiona Preston. —Leyó Jeff en la lista de mujeres que trabajaban o habían trabajado en el club, pero que se habían ido. Todavía había más espacios abiertos de los que habían sido tachados, pero habían podido hacer un buen tiempo esta mañana. —¿Esa pelirroja, con las largas piernas? —No sé, mi esposa no aprueba el club, así que nunca he ido. —Jeff no parecía avergonzado de admitirlo, pero Tim no podía dejar pasar eso. No se burlaba mucho del compañero y esto era de oro. —Ese coño te tiene bien atrapado, ¿no? —Más bien, no conseguiré nada de coño si ella llega a descubrir que estoy pasando el tiempo viendo chicas semidesnudas mostrando sus talentos. No vale la pena. Se detuvieran en la entrada de un tráiler de doble ancho que había sido ubicado en un pequeña esquina en el extremo del parque de casas móviles, dándole un poco más de patio que la mayoría de las demás plazas. —Bueno, viendo que tu esposa no lo aprueba, me quedo con este punto. —Muy agradecido, Bell. Finalmente Fiona respondió a la puerta después de la tercera serie de golpes, en un camisón púrpura transparente y vestida sólo con la ropa que Dios le había dado por debajo. —¿Qué? —rompió—. Mejor que esta mierda sea buena para sacarme de la cama a esta hora de la mañana. —Soy el detective Tim Bell y este es el detective Jeff Trusdale, Srta. Preston. ¿Podemos hablar con usted un minuto? —Oh, está bien —murmuró ella de mala gana antes de moverse hacia atrás y permitirles entrar. Hizo un gesto con la mano hacia el gran sofá que ocupaba una gran parte de su cuarto delantero. —Srta. Preston, con el debido respeto, señora, ¿le importaría ponerse una bata o algo así?

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Jeff estaba mirando por todas partes, excepto a Fiona y se veía en apuros para mantener la sonrisa oculta. Él estaba dispuesto a apostar que esa era la primera vez que Tim había tenido que pedirle a una hermosa mujer que se cubriera. Fiona se miró y levantó una mano para arrastrarla sobre su pecho casi desnudo de una manera coqueta, mirando hacia Tim a través de sus pestañas. —¿Estás seguro de que quiere que me cubra, oficial? —preguntó con voz sensual. —Es detective, señorita, y sí. Agradeceríamos eso. Fiona le dio una última mirada antes de alejarse y pisar fuerte por el pasillo. Tim llegó hasta el sofá, donde Jeff ya estaba sentado. Los dos detectives se miraron antes de que Tim le advirtiera en voz baja: —Ni siquiera lo digas, amigo. —Ni siquiera pensé eso, amigo. Aún trato de sitiar en mi cabeza en que las 10:20 es la hora del amanecer. Ambos vieron como Fiona llegaba al final del pasillo vestida con unos jeans tan apretados que parecían pintados y una camiseta tan pequeña que Jeff juraría que a su hija de siete años, le podría quedar. —¿Esto es mejor, detective? —Sí, señora —dijo Tim tratando de mantener sus ojos en su cara y no el hecho de que no tenía sujetador y las perlas de sus pezones se empujaban a través de la tela de su pequeña cima—. Como sabe, Srta. Preston, han habido tres chicas asesinadas en la ciudad. Hemos encontrado que las tres ya sea que trabajaban o habían trabajado en Fuego. El club en el que usted solía trabajar. —Sí, ¿y? —Fiona puso las manos en las caderas haciendo que la pequeña parte superior se estirara aún más. A pesar de que era la cosa más difícil que había tenido que hacer en bastante tiempo, Tim mantuvo los ojos firmemente en la cara de la pelirroja y no en su encantador pecho. —Bueno, estamos haciendo un punto en advertirles a todas las empleadas, tanto antiguas como las actuales para que estén alertas. Asegúrese de mantener sus ventanas y puertas cerradas con llave, no salga sola por la noche y asegúrese de que, cada vez que se encuentra fuera sea consciente de su entorno. —¿Creen que podrías ser la próxima? —preguntó Fiona con una risita—. No lo creo. —¿Disculpe, señora? —Jeff decidió unirse a la conversación. —No seré un objetivo. Me puse en contacto con algunos los grandes hombres de este pueblo y nadie va a lastimarme —lo dijo con una nota de confianza—. No soy como esas putillas estúpidas que encontraron. —No entiendo —dijo Tim después de mirar y atrapar la mirada de confusión de Jeff.

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—¿Esas chicas que encontraron? No eran como yo. Eran sólo tres, lo siento, putitas que intentaban elevarse por arriba de la cuneta. Trabajé con ellas, saben. No soy como ellas. — ¿No es como ellas, señorita? —Correcto, nada como ellas. Eran tres zorras que se sacudían al bailar en el mismo club que yo, pero eran menos que nada. Bailaban —. Fiona indicó con una mano a los trofeos exhibidos en una vitrina—. Soy una estrella, una estrella. Soy la que trajo a esta ciudad a hombres influyentes a ese club de mala muerte. Vinieron a verme a mí, tanto durante como después de mis shows. —Terminó su discurso con una pequeña sonrisa de satisfacción. —Eh, ya veo… —Incluso después de que Jake y Dale me dejaron ir, mis amigos querían verme. ¿Por qué necesito bailar en un pequeño club sucio en una ciudad sin agua cuando tengo hombres que están dispuestos a pagar por verme bailar en alguna parte... más privada? —Ah, está bien… —¿Qué les parece? ¿Quieren un baile privado, oficiales? —Se ofreció con una sonrisa coqueta y sus ojos fijos en Tim mientras su pecho probaba el tramo de su top al mismo tiempo que arqueaba la espalda y les ofrecía una vista lateral de su magnífico cuerpo. Tim corrió el riesgo de dar una sola mirada antes de bajar sus ojos, sabiendo que estaría usando esa imagen para alimentar sus fantasías en el futuro próximo. —Uhm, gracias por la oferta, pero Srta. Preston tenemos que irnos. Por favor, recuerde hacer lo que pedimos y permanezca alerta y consciente. Si tiene algún problema o se siente amenazada de cualquier manera, llame al 911. Fiona se zarandeó hasta la puerta y se las arregló para poner una mano sobre el brazo de Tim mientras él y Jeff se iban. —Me aseguraré de llamarlos —susurró, sus labios carnosos a milímetros de distancia de la boca de Tim. Para su crédito, el detective Bell no paró de moverse hacia la puerta, pero usó su chaqueta para ocultar y cubrir la evidencia de su excitación. —Mierda —anunció Jeff cuando estaban de vuelta en el auto—. ¿Puedes creer eso? —Ella es buena en su trabajo, —y Tim continuó con voz de falsete—: ¡Soy una estrella! —¿Así que las otras chicas eran putas cuando estaban haciendo la misma cosa que ella? ¿Trofeos? ¿Para desnudarse y follar un poste? ¡Tienes que estar bromeando! —Jeff negó mientras trazaba su nombre de la lista. —¡No te olvides de sus delirios de grandeza de dar bailes privados con los que se mueven y se sacuden alto aquí en nuestro atrasado pueblo! Bien, ¿quién es la siguiente?

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No hay nada como volar en una motocicleta, dando vueltas a través de las carreteras secundarias de nuestras montañas, especialmente en un día en que casi se podía sentir la promesa de la primavera. Mientras que el viento era frío, el cuerpo de Jake completamente presionado contra mí desde su entrepierna hasta el pecho, era cálido, igual que los bolsillos en los que metí mis manos mientras le agarraba. Tuve la oportunidad de ver la nieve cubriendo las colinas y bosques después del bosquecillo de árboles nativos por el que nos movimos yendo arriba y abajo a través de las suaves colinas en nuestro rincón del mundo. Parecía que sólo había estado en la motocicleta un par de horas antes de que Jake se detuviera en una combinación de gasolinera, cafetería y oficina de correo. —Bienvenida a Smithfield —anunció Jake mientras nos quitábamos nuestros cascos. Me sorprendió la fluctuación en mis piernas, haciéndose eco de las vibraciones de la moto mientras me levantaba. —Ya se irá, chica guapa. Sucede cuando no estás acostumbrada a montar a caballo, ¿no? —explicó Jake después de verme sacudir una de mis piernas y luego la otra para tratar de obtener sensaciones en ellas y en los pies. Después de estibar los cascos, Jake me agarró de la mano y me haló hacia la estación-de-gas-café-oficina-de-correos. Una vez dentro, vi que el cajero de la gasolinera y de la oficina de correos estaba ocupado en la parte más a la izquierda de lo que sólo podía ser descrito como una cabaña con sus toscos muros y tabiques de madera contrachapada. Nos abrimos paso a la derecha, a través del parcialmente lleno restaurante y nos sentamos en una de las muchas mesas situadas de cualquier manera en los ásperos tablones del piso. —Dos tés helados y dos porciones medianas de alitas hab-miel8 —ordenó Jake a la concurrida camarera quien iba deslizándose por nuestra mesa, con una bandeja de manos a su lado. Ella giró la cabeza con una sonrisa pero no detuvo a su trayectoria, que parecía ser la parte de atrás del restaurante. —Lo tienes, grandote —dijo por encima del hombro. —No he estado aquí en muchos años —murmuró mientras retirábamos nuestras chaquetas y nos acomodábamos en las sillas de madera. Sus ojos recorrieron las paredes—. Me encanta este lugar, sin embargo. Alejado del enredo de mierda a la que tenemos de ir todos los días. —Mis ojos siguieron los suyos, viendo los carteles de rodeo, las tarjetas de visita y los anuncios locales que cubrían las paredes de troncos, sin terminar. Pude entender lo que quería decir, pero no se lo dije a Jake. Que esta cafetería con menos de 50 asiento fuera el eje de la comunidad y celebrado, proporcionando un lugar para las reuniones de todos los acontecimientos locales. A pesar de que permitía que los visitantes participaran de su hospitalidad, el corazón de la comunidad y sus ciudadanos era su principal objetivo.

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-Hab-miel: son alas de pollo bañadas con salsa habanera o picante y miel.

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—¿Así que si tuvieras la oportunidad preferirías vivir en una ciudad pequeña a una grande? —pregunté después de que nuestros tés helados fueron entregados. —Cualquier día de la semana, cariño —dijo Jake, con los ojos todavía en movimiento sobre las paredes, con los otros clientes—. En mi experiencia, entre mayor el número de habitantes de una ciudad, más problemas tiene. Parece arrastrar la esperanza, la vida, directamente fuera de ellos. Escuché su voz suave, que ahora era casi un susurro y difícil de percibir sobre el concurrido ruido del servicio de comida, sabiendo que él realmente creía eso, y que en algún momento tuvo una experiencia de primera mano. Nuestras alas fueran entregadas y nuestra conversación se murió, mientras ambos nos concentramos en las picantes y deliciosas alitas mientras yo intentaba, y fallaba en mantener el desorden bajo control. Debemos haber pasado a través de un centenar de servilletas antes de abrir las toallitas húmedas en el intento de estar limpios. Estábamos compartiendo un trozo de tarta de arándanos cubierta con sorbete de limón cuando Jake comenzó a hablar de nuevo. —Recibí una llamada de Sam anoche, cariño —dijo mirándome por encima del borde de su taza de café—. Dijo que encontró algunas irregularidades con respecto a la herencia de tu padre. —No lo entiendo. ¿Por qué Sam vería lo de la finca? ¿Pensé que sólo lo estabas usando para asesorarte sobre el desalojo de Pam por falta de pago? —Le pedí eso, cariño. La mañana después de nuestra primera noche juntos. No es abogado, pero saber que solamente saliste con tu dormitorio esta mierda estaba jodida. —No sé cómo me siento acerca de ti hurgando en mis cosas, Jake —dije sintiendo color en mis mejillas mientras mi temperamento comenzara a levantarse. Caray, ¿por qué este hombre sentía la necesidad de saber todo de mis asuntos, cosas en las que no tenía nada que hacer? Moví mi tenedor a las migajas que quedaban de la empanada que flotaba sobre el sorbete derretido mientras trataba de mantener mi temperamento bajo control. —Como que sabía que iba a hacerte enojar, chica bonita. No era justo que tuvieras tan poco cuando tus padres podrían haberte dejado mucho, ¿no? Mi papá fue contratista general. Sabía que el tuyo tenía que tener seguro en sus herramientas y algo de esa mierda cuesta un poco de torta seria. Traté de ocultar mi cara detrás de la taza de café. Capté que me estaba diciendo, pero aún no estaba feliz de que lo hubiera hecho a mis espaldas. Después de un momento, cuando ya había conseguido controlar mis emociones, tuve la oportunidad de preguntarle: —Entonces ¿qué descubrió Sam? —Encontró el testamento de tus padres, las pólizas de seguro y las notas de las casas, así como un pequeño documento de tu padre llamado ―Poder‖ que autorizaba a un Layton Jamison para que actuara en tu nombre. —Sabía que era el albacea nombrado, pero ¿cómo consiguió ese poder? — le pregunté con mi corazón comenzando a latir a un compás ternario—. Sé que

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me hizo firmar un montón, y me refiero a una carga de mierda, de papeles cuando nos reunimos después de los funerales de mis padres. —Mi mente empezó a correr tan rápido como mi corazón al tratar de recordar todos los papeles que habían estado en el gran paquete que se materializó como magia en el escritorio del señor Jamison. Es curioso, también me acuerdo de una chiquita señora mayor que el señor Jamison me presentó como algo de la república―. Oh, mierda —murmuré cuando todo comenzó a reunirse en mi cabeza—. ¿Jake? Capté su mirada y vi que estaba esperándome, esperando que me recuperara y estaba viendo mi reacción. —Él me robó —susurré, mis ojos puestos en Jake, pero mi cabeza allá en los recuerdos de estar en la oficina de Jamison en el banco y tener un calambre al firmar, firma tras firma, página tras página y que la señora mayor selló y firmó después de mí. —Jugó conmigo, Jake. Lo vi asentir. Pero siguió sin decir nada. —¿Qué más sabes, nene? —¿Estás segura de que quieres escuchar esto? —preguntó en voz baja y me di cuenta de que era doloroso para él verme lastimada. Metí esa poca información en mi ―archivo Jake‖ para su posterior revisión. Por ahora, sólo podía asentir en respuesta mientras me armaba de valor en contra de la siguiente información que tenía que darme. —Sam encontró que la herencia de tu padre tenía un valor superior a #450.000 dólares incluyendo tanto tu casa como los apartamentos, así como herramientas y equipos de tu padre. El seguro pagó las hipotecas de ambas casas y satisfizo los gravámenes sobre los contratos que tu padre tenía en el proceso. Tus padres tenían un seguro de vida que era por $50.000 dólares cada uno y los coches y camiones ya había sido pagados. De lo que Sam pudo encontrar, sólo se te permitió conservar los muebles de tu habitación y los apartamentos de casa de tu abuela más una anualidad de $5.000 que podrás tener cuando cumplas veinticinco años. —Jake se quedó en silencio mientras me permitía entender todo. Él se inclinó sobre la pequeña mesa y capturó una de mis manos. Sentí que mi cuerpo brincaba, instintivamente sabiendo que su toque estaba destinado a sostenerme a través de sus siguientes palabras. —Nena. El pendejo te robó casi medio millón de dólares. —¡Mierda! —Tiré mi mano de la suya y estaba medio fuera de la silla antes de que me diera cuenta que el ruido en el restaurante se había calmado con mi exclamación—. Lo siento —murmuré a las mesas adyacentes a la nuestra mientras volvía a sentarme. Me quedé callada, mientras permitía que ese conocimiento se metiera dentro de mí. Me dolió. Me dolió saber que había estado luchando por casi dos años completos, mientras ese bastardo gusano había tomado lo que había sido mío, que mis

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padres habían planeado que tuviera, y que me daría la oportunidad de tener éxito. —¿Cómo puedo... —Tragué, sintiendo el cosquilleo en mis ojos que marcaban mis lágrimas. Tragué de nuevo la roca en mi garganta y me obligué a no llorar antes de continuar en un susurro—. ¿Cómo puedo conseguir que me sea regresado, Jake? Sus grandes manos cubrían las mías, que hacía un apretón de muerte en mi taza de café mientras estudiaba mi cara. —Por medio de Sam, varias denuncias han sido presentadas en contra de Jamison. Por las mismas razones. Dice que tú necesitas presentar una también. Parece que un par de investigaciones a medias ocurrieron en su día. Piensa que con Patel a cargo, las investigaciones se irán más a fondo, ¿no? Dice que podemos trabajar de inmediato en eso y por qué estás malditamente pagando una hipoteca de apartamentos cuando tu seguro debería haber pagado por eso. —Es algo en qué pensar entonces. —Aunque me dolía como el infierno pensar en cómo me habían estafado, no era algo que pudiera controlar o hacerme cargo en este minuto. E ir detrás de mi dinero no traería a mis padres, aunque hubiera dado todo el dinero a Jamison o a quien sea, para que pudiera traerlos de vuelta a la vida, de nuevo a mí. Miré a Jake y supe que lo había captado, que lo comprendía. Había simpatía en sus ojos mientras retumbó: —Sí, cariño, es algo en que pensar.

—Ahora, Sr. Davidson —comenzó Jeff. —Hank, por favor. —Está bien, entonces, Hank —continuó Jeff. ¿Dónde estuvo las noches del 08 14 y 20 de febrero? —Bueno... — Hank movió su cabeza hacia atrás para mirar el techo, como si le ayudara a encontrar las respuestas—. Trabajo casi todas las noches en el club. Así que a menos que esos días fueran lunes o miércoles, estaba trabajando. —Está bien. ¿Y qué estaba haciendo el 8 y el 20, entonces? —Probablemente con mi señora. —¿Y cómo sabemos de esa señora? ¿Tiene un nombre? —No entiendo por qué necesita su nombre. —Hank desvió la mirada del techo a sus manos que estaban apretadas juntas en la mesa. Tim estudió a Hank mientras formulaba su respuesta. Si tuviera que describirlo en dos palabras, sería como un ―gigante apacible‖, ya que Hank era una de las personas más agradables que te podías encontrar, a pesar de su enorme cuerpo. No podía imaginar a Hank usando su fuerza para lastimar a nadie y mucho menos a las chicas del club, sobre todo cuando su trabajo era protegerlas.

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—Porque vamos a necesitar consultarla para confirmar que estuviste con ella esas noches —explicó Jeff. —Así que voy a necesitar una coartada es lo que están diciendo. —Los ojos de Hank eran ahora firmemente blancos como los nudillos de sus manos—. ¿Creen que soy culpable, entonces? ¿Necesito un abogado? —Está bien, Hank. Sólo estamos hablando aquí —dijo Tim—. Estoy comprobando a todos y a todo el mundo. Quiero clavar la pieza del enfermo de mierda que está matando a estas chicas. Tú trabajaste con ellas, ¿verdad? Hank respondió con un gesto silencioso de cabeza. —Así que sé que quieres que haga todo lo que pueda para darles a estas chicas la justicia que necesitan, ¿no? —Una vez más, Hank se limitó a asentir. —¿Y cuál es el nombre de la señora con la que estuviste las noches de los días 8 y 20? —Fiona —fue la suave respuesta. —¿Fiona Preston? — Sí. —¿Así que estuviste con Fiona las noches de los días 8 y 20? ¿Estuviste con ella toda la noche? —presionó Tim. —Solemos ir a cenar o al cine y luego terminamos en su casa. —¿Sueles pasar la noche, Hank? —Ella no me deja. Cuando terminamos… eh, estamos juntos y entonces ella me dice que me vaya —admitió Hank. —¿Y a qué hora sueles dejar su casa? —No lo sé, ¿a la medianoche? Quizás. A la una o una y media, a más tardar, creo. —¿Sabes si Fiona está viendo a alguien más? —¿Eh? —Hank levantó los ojos hacia el detective, por primera vez desde que comenzó la entrevista—. ¿Cree que ella está saliendo con alguien además de mí? —No lo sé, Hank. Sólo hago las preguntas. —Tim encontraba fascinante que Hank no fuera consciente de los presuntos bailes privados de Fiona para la élite de la ciudad. —Ella no me haría eso —dijo Hank suavemente, tirando de sus enormes manos por su cabello rubio y sonando como si estuviera tratando de convencerse a sí mismo más que a los detectives. Imaginándose que habían conseguido todo lo que él diría, Tim salió de la habitación y se unió a Ram en el toril. —¿Qué conseguiste? —preguntó Ram viendo a su detective cruzar el suelo. —Dice que estuvo con Fiona las noches que no trabajó así que lo revisaremos. No creo que Hank sea consciente de que su cariño da bailes privados en lateral. Está jodido de la cabeza para imaginarla con otra persona.

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—¿Es suficiente para detenerlo? —No lo creo, jefe. Lo suficiente como para investigar un poco más, pero no lo suficiente para retenerlo. Ni siquiera es suficiente para una orden de registro. —¡Mierda! —exclamó Ram golpeando con los nudillos la mesa más cercana antes de girarse enojado y haciendo el camino de regreso a su oficina. —Mis pensamientos exactamente —murmuró Tim haciendo su propio turno de nuevo hacia la sala y a la sala de interrogatorios para dejar ir a Hank.

—¿Mi casa o en la tuya? —me preguntó Jake mientras hacíamos nuestro camino de regreso a través del estacionamiento a su motocicleta. Cuando no respondí de inmediato, me tomó con su firma de abrazo-por-el-cuello y me llevó cerca para un beso en la sien—. Tú eliges, chica bonita. Mentalmente revisé mi agenda para el resto del día, era sábado, había bastante luz y siempre había considerado mis ―asuntos hechos por el día‖ que incluía servicio de lavandería hasta que tuviera que estar en The Roses a las siete. Debido que había lavado la poca ropa sucia de la canasta en mi pequeño cuarto de baño cuando lavé las sábanas ayer, esa era una tarea menos que tenía que hacer hoy. Pero mis pensamientos se fueron a otra dirección mientras miraba a un hombre de pie cerca, y admiraba la motocicleta de Jake. —¿Perdón? —dije, obviamente, interrumpiendo su lectura—. ¿Podrías hacernos un favor? —Me volví y miré a Jake tratando de evitar que mis labios sonrieran ante su confusión. —¿Podría tomarnos una foto? Miré de nuevo a Jake y vi sus ojos iluminarse. Él había hecho con su celular en Enrique y creo que debimos haber visto esa foto ochenta y tres millones de veces. Necesitábamos otra oportunidad de capturar este momento, nuestro momento. El chico, motociclista malo con botas, vaqueros bien gastados, una camiseta y un chaleco cubierto con remiendos, tomó tres fotos rápidas antes de entregarme mi teléfono. —Valió, hombre —retumbó Jake estrechando la mano del desconocido antes de chocar los puños. —Bonito objeto —gruñó el hombre, señalando con el mentón en dirección a mí, aunque no podía decir si hablaba de mí o de la moto de Jake debido a que estaba de pie junto a ella moviéndome por las fotos que nos había tomado. Vi la sonrisa de Jake mientras sus ojos capturaban los míos. —Gracias. Estábamos de pie junto a la moto después de que Jake había revisado las fotos por encima de mi hombro, mientras yo me movía a través de ellas de nuevo. Señalé mi barbilla hacia él y capté un dulce beso suave.

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—Entonces, ¿dónde nos quedaremos esta noche, hermosa? —repitió Jake sin irritación, sin impaciencia. Era un milagro. —Tengo que estar en el trabajo a las siete y estaré libre a la medianoche — dije mirándolo. Me resultaba interesante que Jake nunca mostrara su sorpresa por mi horario raro-más allá de las palabras, casi como si fuera consciente de él antes de que se lo dijera. —Negocié con Dale porque... —La voz de Jake bajó mientras sus ojos se deslizaran, vagando por el estacionamiento—. Estaré por las noches durante un par de días, ¿no? No estaré libre hasta las dos. ¿Eso es demasiado tarde para ti? Pensé en ello por un momento recordando lo terrible que había sido anoche sin Jake acurrucado detrás de mí, sosteniéndose apretado alrededor de mi cintura y proyectaba que esta noche sería aún peor. Especialmente con todo el alimento de pensamiento que me había dado hoy. —¿Sabes de una tienda de llaves donde podemos parar de camino a casa? — le pregunté arqueando mi cuello para arriba y protegiéndome los ojos del sol que se reflejaba en las manchas de nieve que aún persistían en el suelo. Capté la lenta sonrisa de Jake, que era tan brillante como el resplandor reflejado de la nieve. Me entregó mi casco y pasó su larga pierna sobre la moto. Supongo que estábamos libres para hacer llaves. Pensé mientras me ponía el casco y me sentaba a horcajadas en el asiento, agarrando las caderas de Jake con mis muslos y empujando mis manos en sus bolsillos. Sentí las manos de Jake agarrar y trazar mis muslos antes de devolverlas al manillar y de acelerar el motor bajo retumbante.

—Hagamos esto —dijo Dale con firmeza—. Querías hablar conmigo, así que habla. Tengo que estar en el club, así que sigamos con esto. Ram miró los brazos cruzados de Dale y la mandíbula que le daba pruebas de que la tenía apretada más que un poco molesto por estar en la estación de Policía. Ram le hizo las mismas preguntas que les había estado haciendo a todos del club el último par de días. Preguntas que creía que podía recitar incluso mientras dormía. Mirando a Dale mientras respondía, Ram se dio cuenta una vez más que el copropietario del club, que por lo general estaba vestido de punta en blanco y cuidadosamente hasta el extremo, era en gran parte un desastre como lo había sido el día anterior. —Tendría que revisar mi día, mi agenda, pero si no estaba cerrando el club probablemente estaba fuera. Puedo conseguir esa información, junto con a quien estaba viendo, después de que regrese al club, ¿de acuerdo? —Dale se puso de pie obviamente pensando que la entrevista había terminado. —Siéntate, Dale. —Ya terminamos, ¿no? Dije que te llamaría con mi paradero y con quién y cuándo volviera al club.

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—Dije que te sentaras, Dale. Dale se sentó y cruzó los brazos. —¿Cómo va tu manejo de la ira, Dale? —preguntó Ram suavemente—. Sé que hace unos años tuviste que tomar ese curso. ¿Sigues trabajando en contenerte? —Tienes que estar bromeando —dijo Dale con dientes apretados. —No hubo más quejas, así que supongo que lo tienes bajo control, ¿no? ¿Ese fue el final de eso? ¿Solo una instancia de maltratar a esa chica? Dale se mantuvo firmemente en silencio, con los ojos fijos en Ram. —¿Nadie más? ¿Nadie que te hiciera enojar lo suficiente para que le dejaras moretones? —Fue hace mucho tiempo, Patel. Déjalo ir. —Oí que ella se alejó un par de años después de casarse con ese chico Donovan. ¿Eso te hizo enojar, Dale? ¿Ver a tu chica con otro hombre? Dale suspiró y miró por la ventana. Ram le dio unos segundos antes de que lo oyera suspirar de nuevo y empezó a hablar. —La única razón por la que me volví un bruto con Laurie fue porque la atrapé tratando de meter la clave de mi puto auto. Estaba enojada porque rompí con ella para que pudiera estar con Sara. La aventé lejos del auto tal vez más duro de lo que pensé y le dejé algunas contusiones pero nunca ―jodidamente la maltraté‖. Su padre, quién era el gerente general de Meer, fue el que involucró a la maldita policía. Por suerte, mi padre pudo calmar todo y tuve la oportunidad de pasar unas horas en manejo de ira en lugar de colgar del extremo de una cuerda de mierda, que es lo que su viejo quería. —Dale se detuvo y miró a Ram— . ¿Qué puedo decir? Era dinero nuevo contra dinero viejo. El viejo maldito dinero ganó. Ram sostuvo la mirada de Dale por unos momentos. —Está bien, entonces. Hágame llegar la información esta tarde y haré que uno de los chicos le eche un vistazo. —¿Terminamos ahora? —Sí, Dale, terminamos. Dale estaba a punto de salir por la puerta de la sala de interrogatorios cuando Ram lo llamó por su nombre. —Sabes que solo estoy haciendo mi trabajo, Buddy, ¿verdad? ¿Sin resentimientos? Dale miró fijamente al jefe de la policía antes de sacudir la cabeza con incredulidad. Luego se volvió y en silencio hizo su camino para salir de la estación, dándole a Ram un saludo con un solo dedo por encima de su hombro. Ram negó. Movimiento juvenil, pero merecido, no obstante.

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Capítulo 14 Estaba yendo de regreso a su oficina cuando Lester, que estaba trabajando en la sección de despachos esta semana, entró corriendo en el bullpen9. —Han encontrado otro cuerpo —anunció Lester en voz alta para la habitación en general. Cada persona en ella se congeló por un segundo antes de que el roce de las sillas vacías contra el suelo y los golpeteos de las botas que corrían fuera de la sala se escucharan. Ram corrió a su despacho y agarró su chaqueta antes de salir rápidamente para ponerse al día con Tim y Jeff. —Quiero que ustedes dos se hagan cargo de esto. Vayan con luces y sirenas y lleguen lo más rápido que puedan. Tenemos que asegurar la zona y no dejar que nadie, y quiero decir nadie, joda la escena. El auto camuflado de Ram estaba justo detrás del de Dale cuando se detuvieron en el estacionamiento. Ram se alegró de ver que la parte trasera, la parte de las plazas de estacionamiento reservadas y los contenedores, ya había sido acordonada con la cinta de policía amarillo brillante. —¿Qué mierda, Patel? —gritó Dale mientras salía de su elegante, negro y nuevo modelo de Corvette y cruzaba la distancia entre sus dos vehículos. —Espera, Dale —advirtió Ram en voz baja. Miró a su alrededor y solo vio a un puñado de personas que se dirigían hacia la cinta de la escena del crimen—. Hemos encontrado otro cuerpo. —Otro cuerpo, ¿aquí? —Dale se detuvo en seco mientras miraba hacia la zona de detrás de la cinta—. ¿Sabes quién es? —Estaba esperando que pudieras ayudarnos con eso. Ram se volvió hacia Jeff cuando se acercó a ellos. —Llamé a la morgue. Dijeron que estarían aquí lo antes posible. Está posicionada del mismo modo que las demás y tiene las mismas marcas. Puedes sacar las fotografías ahora, pero aun así no hay mucho con lo que seguir. —Mierda —dijo Ram con suavidad—. Bueno, no hay ayuda para eso. Vamos, Dale, veamos si conoces a esta. Poco a poco se abrieron paso hacia la parte trasera del club donde se encontraban los contenedores de basura. Habían sido trasladados de su lugar habitual junto a la pared del fondo para que los detectives tuvieran algo de 9

Bullpen: lugar en un campo de béisbol donde los lanzadores de relevo pueden calentar durante un juego.

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espacio para trabajar. Gracias a Dios que alguien había cubierto el cuerpo con un par de delantales para esconderlo de la pequeña multitud de espectadores que estaban comenzando a aumentar a medida que los minutos pasaban. Ram guió cuidadosamente a un Dale tembloroso hacia el cuerpo cubierto antes de quitar el material de la parte de la cara. Ram podía sentir el cuerpo de Dale comenzar a temblar y, después de un rápido vistazo, se apresuró a arrastrar a Dale más allá del borde de las inmediaciones, justo a tiempo para que él perdiera el contenido de su estómago. Le entregó al copropietario, cuya tez era ahora una sombra verdosa, su pañuelo. Cuando pareció que la mayor parte de su descompostura había pasado, Ram preguntó en voz baja: —¿La conoces, Buddy? —Sí, lo hago —dijo Dale igual de suave. Intentó cerrar los ojos para dejar de ver su cara gris con labios incoloros—. Una de las chicas nuevas. Su nombre era Carla. Carla Nelson, creo. Tim caminó lentamente hacia su pequeño grupo. —¿Jefe? Encontré esto en sus bolsillos traseros. Ram y Dale miraron su licencia de conducir y tarjeta de débito doblada en las esquinas en las grandes manos de Tim. Había un clip de billetes, asegurando cuidadosamente un fajo de dinero en efectivo debajo de la tarjeta bancaria. —Carajo —masculló Dale antes de alejarse de nuevo para vomitar. —Dios, ayúdanos —murmuró Ram mientras cerraba los ojos y levantaba la cara hacia arriba en el calor del sol de la mañana. Como si hubiera leído mal el nombre en los documentos de identificación, miró de nuevo. Nada había cambiado, sin embargo. Todavía era ella. —¿Quieres que informe a la familia, jefe? —dijo Tim, sabiendo que esto iba a ser malo. Muy malo. —No —contestó Ram. Se aclaró la garganta antes de continuar—. Es algo que su padre esperaría escuchar de mí. Tim entregó los pequeños objetos a Ram, que continuó mirando fijamente la licencia de conducir. Había encontrado a Renee Jamison. *** Sus ojos siguieron a la policía mientras se arrastraban sobre, en y alrededor de este último trofeo. Seguían sus movimientos y los flashes cuando esos incompetentes capturaban en fotografías todos los efectos de la obra que había hecho. La cara que rodeaba esos ojos estaba en calma, sabiendo que incluso si sus ojos fueran vistos, la fuerza de la ley no sería capaz de reconocer ni la cara ni el

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cuerpo cubierto como estaba por grandes gafas de sol, un sombrero y el relleno de una chaqueta gruesa. Sus ojos eran solo otro par en la multitud que estaba al acecho detrás de la cinta amarilla, cinta que se usaba para mantener a la chusma a raya mientras realizaban su trabajo oh-tan-importante. Su boca se levantó en una sonrisa de satisfacción. Nada había quedado atrás, no había pistas para rastrear o seguir. El cerebro que había concebido esa idea, la forma de envolver a esas tontas chicas, era mucho más inteligente que los de los asnos mudos que llevaban las insignias. Los ojos se apartaron para ver a uno de los dueños del club arrojar sus galletas en la nieve sucia que bordeaba el estacionamiento. Sin agallas, no hay gloria. Y era evidente que él no tenía agallas si lo perdía por un cuerpo muerto. Cansado de las minucias de la investigación que se acaba de iniciar, los pies del asesino empezaron a moverse y a llevar a los ojos lejos. Todavía había más trofeos por reclamar y la planificación era necesaria para garantizar que los policías se quedaran tan confundidos y en la oscuridad como lo estaban en este momento. No tenían ni idea de que un genio andaba suelto.

Me desperté con el sonido del timbre del teléfono y sentí el calor de su cuerpo calentando mi frente. Cuando el sueño huyó, reconocí el olor de Jake, ese aroma a hombre amaderado, olor que era uno de los factores que habían llegado a significar seguridad para mí. Oí a Jake murmurar suavemente ―¿Diga?‖ al contestar el teléfono. Le apreté la cintura para hacerle saber que estaba despierta y se giró para apretarme contra su costado. —Uh-huh. Claro. —Escuché pero no presté ninguna atención mientras me acurrucaba bajo su brazo y él acariciaba mi cabeza en mi lugar especial, ese espacio cálido donde los músculos del pecho se encuentran con el cuello—. Nos vemos allí a las diez —le oí decir antes de que cortara. —¿Algún problema? —pregunté suavemente, con la voz todavía áspera por el sueño. —Espero que no, niña bonita —respondió Jake girando su cuerpo hacia mí y moviendo una mano a mi cadera tirándome aún más cerca. Recibí un dulce beso antes de oírlo decir—: ¿Qué tienes planeado para hoy?

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—Uhm, la hermana de Pam dijo que vaciaría el apartamento hoy y yo… bueno, realmente tengo que estudiar, Jake. Tengo algunas pruebas próximamente y no he estado prestando mucha atención en la clase últimamente. —Aunque por la forma en que la boca y las manos de Jake se movían, estaba bastante segura de que él no estaba prestando mucha atención a lo que le estaba diciendo. —¿Por qué es eso? —le oí murmurar en algún lugar del fondo de mi cuello mientras mi enfoque era desviado a los suaves movimientos de sus manos en mis pechos, sus pulgares ásperos contra mis pezones. —¿Por qué es qué? —me las arreglé para decir con un gemido entrecortado mientras mis muslos capturaban uno de los suyos y mis caderas comenzaban a empujarse, deslizando mi montículo contra su dureza. Me encantaba cómo todas mis partes rosadas ―hablaban‖ las unas con las otras, por ejemplo, si mis pezones estaban en posición firme, debido a los cuidados de Jake, mi clítoris se incorporaba y pedía su propia atención. —¿Por qué no has estado prestando atención en clase? —explicó moviendo sus labios a mis pechos ahora descubiertos para imitar el movimiento de sus dedos, que se habían desplazado hacia el sur y ahora sujetaban y apretaban mi culo. —¿En clase? —repetí al sentir una de sus manos rondar, moviéndose entre nosotros para ahuecarme, presionándose y proporcionándome la más deliciosa presión contra mi coño. Gemí y me apreté aún más contra su mano. —¿Estás prestando atención, cariño? —preguntó Jake, todos sus movimientos se detuvieron mientras levantaba la cabeza para mirarme. —Ah... ¿hmm? Dime, ¿qué? —pregunté, confundida por la parada repentina de todos los gloriosos toques que había estado recibiendo. Jake bajó su cabeza hacia la mía, frunciendo el ceño con fiereza hasta que sus ojos realmente me capturaron en una mirada. Voy a concedérselo, lo intentó. Realmente lo intentó. Pero pronto se reía hasta el punto de llorar y yo no pude dejar de reír con él, aunque no estaba muy segura sobre qué nos reíamos. La risa de Jake era fuerte, infecciosa y por el momento no me importaba de qué nos reíamos, estaba atrapada en el hecho de que me estaba riendo con mi hombre. En mi cama. Desnuda. Sus manos estaban sobre mí, haciéndome sentir deseada, querida, caliente.

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—Oh, querida —gruñó Jake cuando por fin pudo hablar—. ¿No tienes ni idea de qué estábamos hablando, verdad? —Yo, eh... bueno, no, no exactamente —admití todavía tratando de controlar mi propia alegría—. ¿Era importante? Jake sacudió la cabeza y sonrió antes de acariciarme de nuevo en mi lugar especial contra su pecho. Esperé un par de golpes de valentía antes de preguntarle: —¿Quieres que escuche lo que dices o que sienta lo que haces? Porque no creo que pueda hacer las dos cosas al mismo tiempo. Tan pronto como la última palabra estuvo fuera de mi boca, Jake se derrumbó en risas, una vez más meciéndose hacia adelante y hacia atrás con su alegría. Sinceramente, no sé qué encontró tan gracioso. Estaba siendo honesta. —Estaba siendo honesta, cariño. —Lo sé, Cait —dijo él finalmente, cuando fue capaz de controlar su diversión—. Linda como el infierno, sin embargo. ¿Linda? ¿Intentaba ser apasionada, sexy o seductora y él estaba llamándome linda? —No quiero ser linda, Jake. —Está bien, entonces, ¿qué es lo que quieres ser? —preguntó Jake y pude decir por su tono que solo me estaba complaciendo para enviarme a mi zona. Mi conmocionada y pavorosa zona, si tuviésemos que ponerle un nombre. —Quiero aprender a chuparte —le dije con tanto coraje como pude reunir, a pesar de que sonaba entrecortada incluso a mis propios oídos. Aunque había estado pensando en ello, pensándolo malditamente mucho, no sabía que iba a abordar el tema tan... sin rodeos cuando tuviera la oportunidad de hablarlo, lo cual obviamente no había sido ahora. Sentí su cuerpo inmovilizarse y sostuvo la quietud durante un par de segundos. —Me quieres chupar —repitió mientras se despegaba y comenzaba a acariciar mi espalda. Desde mi posición metida contra su garganta no podía ver su expresión, pero el tono que escuché parecía estar entre la incredulidad y la esperanza—. ¿Quieres chuparme la polla? —aclaró él. Sentí las sábanas moverse suavemente alrededor de nuestras caderas, a sabiendas de que el pensamiento estaba empezando a entusiasmarlo tanto como a mí. Podría haber sido un movimiento conmoción y pavor, pero los dos estábamos teniendo y encontrando la idea impresionante. —Mmm-hmm. Quiero que me enseñes a complacerte con mi boca. —Ahora que el nuevo asunto estaba al descubierto, Jake no parecía interesado en buscar cómo de ―linda‖ era.

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¡Vamos, yo!, me animé mientras me levantaba sobre un codo y apoyaba la barbilla contra su pecho, con ganas de ver su expresión y no solo escuchar sus palabras. Lo observé mientras miraba mis ojos y me contemplaba como si midiera mi sinceridad. —Está bien —dijo finalmente. —¿Está bien? —dije, esperando que mi voz no sonara tan ansiosa como me sentía. Las sensuales mujeres atractivas y seductoras no sonaban ansiosas, ¿verdad? Había empezado todo esto solo para alejarlo de verme linda, y estaba más que un poco sorprendida de que con solo haber saltado un poco hacia fuera, ahora fuera a llegar a hacerlo. Metí una mano bajo las sábanas y capturé su cada vez mayor dureza en mi puño suavemente—. Me vas a decir cómo, ¿no? —Tranquila, tigre —dijo Jake en una sonrisa—. He aquí las reglas. Mucha humedad y succión de boca es genial, pero sin dientes. Puedes utilizar tu mano para acariciar lo que no quepa en tu boca. —Los ojos de Jake se clavaron en los míos y se agachó para sostener mi mano aún en su polla antes de que me volviera a preguntar—: ¿Estás segura, Caitlin? Lo miré y vi la expresión de su cara. Me estaba acostumbrando a leerlo y esta era una de las expresiones que había aprendido ya en nuestro primer día juntos. Era la que decía que estaba bien si lo hacía o no y que no habría ningún resentimiento en ninguno de los dos sentidos. En ese momento supe lo que quería, así que le dije: —Quiero hacer que te sientas tan bien como me haces sentir a mí. —Maldita sea, querida, solo de pensar en tener tu boca... —le oí decir con un gemido, su polla flexionándose dentro de mi suave agarre. Sus ojos, sus malditos hermosos ojos, se quedaron en los míos, añadiéndole a la emoción que ya sentía. Jake no terminó la frase pero soltó mi mano, así que trasladé las sábanas lejos de nosotros y me deslicé para arrodillarme entre sus piernas. Levanté la vista hacia él, tratando de contener la longitud entre mis manos mientras sonreía y usaba mi lengua para capturar esa primera gota de humedad que se filtraba. Jake había estado metiendo almohadas detrás de su cabeza para poder verme, pero todo su cuerpo se aquietó cuando sintió mi lengua resbaladiza moviéndose sobre la sensible cabeza de su polla y escuché su audible y brusca inhalación de aire que rompió tanto el silencio como su inmovilidad. Como había indicado, mantuve la boca muy húmeda, succionando, y tuve cuidado con mis dientes. Usé mis manos para deslizarlo hacia arriba y hacia abajo en la humedad de mi boca, sobre la plenitud que no podía contener. Pero mis caderas estaban clamando, también, puesto que estaba resbaladiza e hinchada, caliente por los

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movimientos de mi boca en él. Moví sigilosamente una mano lejos de él para deslizarla por debajo de mi cuerpo y acariciarme a mí misma. —Quiero ver —gimió Jake. Había apartado el cabello de mi cara para ver mi boca trabajando en él, así que no fue hasta que sentí su mano arrastrando mi pierna por encima de su muslo que me di cuenta de que quería ver mis dedos mientras jugaba conmigo misma. Levanté la vista mientras inclinaba mi rodilla y tiraba de ella, mostrándole, exponiéndome a mí y a mis dedos ocupados ante su ardiente mirada. Estaba en lo cierto. Fue impresionante.

—Hola, nene, soy yo. —Fiona usó su voz más seductora cuando murmuró en su teléfono celular—. No puedo esperar a verte de nuevo. ¿Crees que podrías meterle unas cuantas pastillas a esa bruja y encontrarte conmigo esta noche? Mi coño y yo echamos de menos algo feroz, dulzura. Hizo una pausa, como si estuviera pensando en algo espontáneo, como si no hubiera pasado diez minutos practicando sus palabras antes de hacer la llamada. —¡Oh! ¿Y Layton? ¿Podrías sacar a los policías de mi espalda? Vinieron a mi casa esta mañana y me despertaron. Tú, un hombre tan grande, puedes hacer que paren de acosarme, ¿verdad, nene? De todos modos, llámame para que podamos planear algo especialmente malo para esta noche, ¿de acuerdo? — Cuando Fiona estaba cerrando su teléfono, oyó unos golpes fuertes en la puerta—. Ya voy. Mierda, ya basta. ¿Qué es esto, la estación Grand Central? Ella se sorprendió al ver que Hank era el que golpeaba cuando por fin abrió la puerta. —¿Qué haces aquí, cariño? —¿Me estás engañando, Fee? —gritó, irrumpiendo en la habitación y cerrando la puerta tras de sí. —¿De qué estás hablando? —dijo Fiona con calma, pero sus pensamientos estaban corriendo, preguntándose cómo Hank se había enterado. —Esos detectives dijeron que estabas viendo a otros hombres. ¿Es cierto? Ella se dirigió hacia él con su mente trabajando horas extras para pensar en una manera de mantenerlo en la oscuridad y en su cadena. Podría no ser el hombre más poderoso de la ciudad, pero Hank tenía una decidida excentricidad que iba a la de ella y le daba orgasmos fuera de este mundo. No iba a dejar que

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se fuera; no de buen agrado, de todas formas. Antes de que pudiera deslizar sus brazos alrededor de él, sin embargo, Hank la agarró por los hombros. —¿Me estás engañando? ¡Dime la verdad! —Hank parecía tener una idea en la cabeza esta mañana y Fiona casi suspiró en voz alta pensando en la cantidad de tiempo que iba a tener que gastar solo para calmar su mierda. —Hank, cariño, tú sabes que nunca te haría —ronroneó—. Tú eres mi único, nene. Ya lo sabes. ¿Por qué crees que te dirían algo así? ¿Hmm? —Hizo su voz más alta y más juvenil—. ¿Dudas de tu niña? ¿Eh, papi? —Vio cómo el gigante rubio cerraba los ojos mientras la escuchaba—. Oh, papi... —susurró con voz entrecortada y sintió sus dedos liberar el férreo control sobre sus hombros. Sus ojos se deslizaron hacia abajo y vio su alargado pene por debajo de la cremallera de sus pantalones. Colocando las manos contra su creciente dureza, se acurrucó contra él con un pequeño meneo mientras colocaba su boca cerca de su oído—. ¿He sido traviesa, papi? ¿Necesitas bajar mis bragas y darme nalgadas? ¿Poner mis mejillas rosas con tu mano? ¿Hmm? —Tráeme la Biblia, pequeña niña. Luego, prepárate. Has sido una chica mala y papi te enseñará el bien del mal —exigió Hank, su polla ahora contrayéndose en respuesta a sus caricias, con el rostro de un rojo brillante que ella conocía como otra señal de su excitación. Corrió hacia las estanterías, cogió el libro grande y lo puso sobre el brazo del sofá antes de pasar a su habitación para ponerse un vestido especial y las bragas con volados, metiendo su largo cabello en dos trenzas. A pesar de que iba a tener que sentarse durante unos cinco minutos para escucharlo leer, sabía que cuando terminara, Hank iba a dárselo y muy bien. Se pavoneó por el pasillo sosteniendo el borde de su vestido, moviéndolo; sostenía el vestido suave y esponjoso en una mano, mientras se mordía suavemente el dedo índice de la otra. —Oh, papi... —suspiró con los ojos brillantes de expectación—. He sido una niña muy traviesa. Hank ya estaba hojeando las páginas delgadas, tratando de encontrar las palabras perfectas de Dios para iniciar su castigo en esta ocasión.

Jake vio los autos de policía que bordeaban la calle fuera del club desde dos cuadras de distancia. —¿Qué crees que sea, Jake? —preguntó Caitlin. —No lo sé, cariño. Pero apuesto a que lo averiguaremos.

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La llamada de Dale había sido para preguntarle a Jake si podría abrir el club esa mañana porque la policía quería interrogarle en la comisaría. Jake le vio ahora, recostado contra la puerta del pasajero de su Corvette con los ojos cerrados. —Quédate aquí, Caitlin, ¿sí? —le preguntó Jake con los ojos todavía en su compañero mientras salía del Kia. Cruzó la grava negra, sus ojos barriendo sobre la cinta de escena del crimen y la multitud moliéndose urgentemente contra ella. Se dirigió hacia el auto de Dale y se apoyó junto a él, cruzando los tobillos en una pose engañosamente relajada. —¿Qué está pasando, Dale? Dale abrió los ojos y se enderezó, con evidente alivio al verlo. —¡Jake! Gracias a Dios que estás aquí. Encontraron otro cuerpo. Detrás del contenedor de basura. —Dale tragó saliva y miró a sus pies—. Me hicieron identificarlo antes de que se lo llevaran. Pensé que era Carla, ya sabes, ¿la chica nueva que contratamos hace un par de meses? Jake había estado escuchando a Dale hablar, oyendo las cosas que no estaba diciendo, pero se quedó detrás de sus palabras. Cuando Dale se detuvo, Jake hizo con su mano un círculo para indicarle a Dale que necesitaba seguir hablando. —Su nombre no era Carla, Jake. —Dale se pasó la mano por la boca—. Era Renee. Renee Jamison. Jake sintió que su cuerpo se ponía rígido. Bueno, esto era malo. Muy malo. —¿Ram está aquí? —preguntó en voz baja. —Lo estaba. No sé si todavía está aquí. ¿Qué vamos a hacer, Jake? Jake enderezó y cruzó los brazos mientras pensaba. —Nada —dijo finalmente con firmeza. —¿Nada? —No hay nada que podamos hacer, Dale. ¿Por qué no dejas el club cerrado por hoy y que la policía siga adelante con esto? —¿Qué pasa con el personal, Jake? Perder la paga de un día completo para algunos puede ser un verdadero golpe. —¿Te refieres al personal de cocina? —Jake vio asentir a Dale por la esquina de su ojo—. Está bien, ¿qué tal si les dejamos tener el día libre con goce de sueldo? ¿Eso te parece bien? —Claro, Jake. Buena idea. Voy a ir al frente y hacer que cierren todo antes de irme. —Asegúrate de poner un cartel en la puerta, ¿eh?

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—Sí, Jake. —¿Estarás bien? No luces muy bien. —Ya me avergoncé delante de los policías antes. Hasta que surgió esta mierda no sabía que tenía un estómago tan débil —dijo con una pequeña sonrisa. —Llámame si me necesitas. —Jake agarró el hombro de Dale y le dio un apretón—. Juega limpio, tipo grande. —Nos vemos, Jake.

Miré a Jake mientras se acercaba de nuevo al auto. Me encantaba verlo moverse, su caminar era casi un acecho, como el de un gato, haciendo lucir a los otros torpes y pesados. Cuando finalmente arrastré mis ojos a su cara, sin embargo, pude ver un profundo ceño. —¿Qué pasó, nene? —pregunté cuando estuvo de vuelta en su asiento y encendiendo el auto. —Cambio de planes, cariño —gruñó mientras conducía fuera de la zona de estacionamiento y volvía a la carretera—. En lugar de utilizar la computadora del club, iremos a mi casa para que puedas usar la laptop o la otra computadora de arriba. —Oh, está bien. —Pensé en ello por un minuto antes de preguntar—: ¿Te has enterado de lo que pasaba en el club? Me miró a través de la consola antes de chasquear sus ojos de nuevo hacia delante. Esperé a que él respondiera, lo que tardó un tiempo en llegar. —Encontramos otro cuerpo —dijo finalmente. Esperé y mientras el silencio se prolongaba, reconocí que Jake no solo estaba tratando de suavizar el impacto de las malas noticias, sino que estaba tratando de encontrar una manera de no decir nada en absoluto. Así que me armé de valor antes de preguntar: —¿Quién fue? —Renee Jamison —admitió finalmente con un suspiro. Mi cuerpo se inmovilizó, mis ojos todavía atrapados en el perfil de Jake mientras lo procesaba. Finalmente, volví la cabeza hacia la ventana mientras mis ojos se llenaban de lágrimas. Jake debió captar mis movimientos, mi emoción, porque sentí su mano en mi cabello antes de que la deslizara por debajo para capturar mi cuello.

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Si bien no éramos las mejores amigas ni nada, Renee y yo habíamos andado juntas un par de veces, las suficientes como para pasar de compañeras de clase a socias de laboratorio y, de ahí, a compañeras de copas de vez en cuando. —Nunca la vi para preguntarle, como tú querías que hiciera —murmuré, mi cara aún apartada de él, viendo los carros y los edificios que pasaban, sus formas distorsionadas y desdibujadas mientras mis lágrimas corrían—. Sus pobres padres —dije, sorprendida de poder sentir pena por el señor Jamison por la pérdida de su hija cuando solo unos pocos minutos antes habría arrugado la nariz, haciendo una cara de asco si su nombre era mencionado—. Probablemente deberíamos enviar flores o una tarjeta o algo así —murmuré, limpiando las lágrimas de mi cara, tratando de meter todo adentro. —Nena. Tú puedes si quieres. No creo que a su gente le fuera a gustar escuchar del dueño del club en el que ella bailaba semidesnuda por dinero. —No había pensado en eso —contesté en voz baja, pensando que debía ser difícil ser alguien odiado solo porque poseía un cierto tipo de negocio. Jake deslizó su mano hacia abajo y tomó la mía, arrastrándola sobre la consola para sostenerla contra su muslo. Volví la cabeza para mirar nuestros dedos entrelazados y presionándose contra la gruesa costura que cubría su duro muslo. —¿Estás bien, cariño? —preguntó lanzándome una mirada rápida. Apreté su mano y me incliné para darle un beso suave en el hombro de su chaqueta. —Lo estaré. *** Un par de horas más tarde, Jake estaba utilizando la espátula para disolver los grumos de carne molida, uno de los primeros pasos de lo que él llamaba su "Bolognese Famosa en el Mundo", que era el espagueti regular con salsa de carne nada más. Caitlin se sentó en la barra de desayuno armando el anuncio para el alquiler del apartamento de Pam. Planeaba colocarlo en la página web de su ciudad local, así como en la de Asociación de Estudiantes Universitarios. —¿Debería usar la palabra ―encanto‖ o eso implicaría que es realmente pequeña y de una habitación? —He estado pensando en eso, preciosa... —Caitlin vio cómo Jake bajaba la llama de la estufa y se acercaba a ella en un extremo de la barra larga—. ¿En cuánto estás pensando alquilar esto? —300 dólares, es lo mismo que Pam estaba pagando, ¿por qué? Jake me mantuvo cautiva en sus ojos, algo que no pude leer se movió detrás del oro.

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—¿Sabes cuánto cobran los otros apartamentos en tu área? ¿Especialmente con la seguridad de una puerta exterior y una sala de lavandería? —Ella lentamente—. ¿Por qué no buscas en línea y ves si puedes hacer una comparación? —Jake se posicionó detrás de ella y puso sus manos a cada lado de la computadora de manera efectiva para rodearla por detrás. La cabeza de Caitlin nadó por su cercanía y tuvo que centrarse para concentrarse en sus palabras—. Dale y yo tenemos un edificio de apartamentos al sur del parque de remolques, ¿sí? Nena, cobramos 300 dólares por solo uno de los apartamentos tipo estudio y, a decir verdad, ese lugar es solo una lugar de descanso. Creo que podrías conseguir mucho más de lo que estás pidiendo por un lugar en tu zona y por uno tan bueno como el de tu casa. —¿Eso crees? —Cariño, si cobraras lo suficiente, tal vez no tendrías que tener tantos puestos de trabajo. —Jake besó la parte superior de su cabeza con la esperanza de que le hubiera dado el empuje necesario para comenzar a ir paso a paso con sus finanzas. Se volvió hacia la cocina de nuevo y volvió a hacer su obra maestra. Podía sentir los ojos de Caitlin en su espalda mientras pensaba lo que él había dicho, pero pronto pudo oír el ruido de las teclas de la laptop cuando ella comenzó su investigación. No pasó mucho tiempo, de hecho el agua para los fideos ni siquiera había llegado a hervir, cuando la oyó. —Oh. Mi. Dios. Jake se volvió para mirarla por encima de su hombro. Sus ojos eran grandes y redondos y sus manos estaban cubriendo su boca. Ella movió su mirada de la pantalla de la computadora a él. —Oh. Mi. Dios. —Jake levantó las cejas y se mordió el interior de la mejilla para evitar la risa que estaba burbujeando—. ¿Jake? —Justo aquí, preciosa. —Mierda —susurró ella, sus ojos yéndose fuera de foco y casi pudo ver las ruedas y los engranajes girando en su cabeza. La observó mientras ella se bajaba con cautela del taburete y tan pronto como estuvo sobre sus propios pies, sus manos alcanzaron el techo, haciendo ―cuernos de metal‖ mientras gritaba—: ¡Anotación! —Y comenzó a bailar alrededor, deteniéndose solo una vez para mover su caliente, dulce culo. Su risa no se pudo contener esa vez y la rugió, escuchando sus propias burbujas de la risa confundirse con las de él. —¿Vas a decirme o no? —preguntó él mientras se volvía de nuevo hacia su obra maestra. —Hay otra casa, a no más de dos malditas calles, que fue convertida en apartamentos de una habitación, también. Jake, ¡hay fotos y todo! El alquiler es de 1.000 dólares al mes, y ni siquiera tienen una sala de lavandería. —La voz de

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Caitlin era temblorosa mientras trataba de explicarse. Pero la había entendido. Su novia estaba descubriendo una nueva faceta de sí misma. —¿Qué sitio web estabas mirando? —Let's Rent —respondió Caitlin distraídamente. —Tienes que capturar los extras que sus apartamentos tienen contra los que tu edificio tiene para ofrecer. Como base, los metros cuadrados, estacionamiento o no; tienes que hacerte una idea sobre lo que deberías cobrar, ya sea inferior o superior a lo que ellos han enumerado. ¿Entendido? —¡Entendido! —Otra cosa a tener en cuenta, cariño, es la cantidad que saca tu hipoteca, al menos hasta que sigamos las instrucciones de Sam y consigamos presentar una reclamación. —Son 1.100 dólares al mes. Las rentas de Dos, Tres y Cuatro son de 300 dólares y yo pago 200 por mes —susurró casi sabiendo lo que Jake diría antes de abrir la boca. A regañadientes, arrastró sus ojos hacia él, preparándose para su explosión. —¡Cristo, Cait! ¿Estás pagando por tu maldito apartamento, también? ¿Cómo demonios sucede eso? —Levantó una mano para detenerla antes de que pudiera empezar a hablar—. No. Pensándolo bien, no me digas. No quiero saber. —Jake se volvió hacia la cocina murmurando sobre la salsa que estaba justo a punto de ebullición, al igual que su temperamento. Trató de mantener sus sentimientos para sí, murmurando solo ocasionalmente ―joder‖ cuando pensaba en su chica siendo estafada de esa manera, pero le tomó un largo tiempo calmarse.

El lavavajillas estaba zumbando antes de que se acurrucaran en el sofá de la habitación de Jake, su laptop en equilibrio sobre el regazo de Caitlin, sus pies apuntando hacia el fuego que proporcionaba suficiente luz y calor en el frío de la noche. —¿Qué decidiste, cariño? —Sí, fue un espagueti de renombre mundial. Lo juro por Dios, una visión. Una obra maestra. —Caitlin le besó los dedos y miró a Jake, que la miraba con una pequeña sonrisa. Su risita interrumpió sus propias palabras mientras trataba de decir—: Nada mejor. —Linda —gruñó mientras deslizaba su brazo alrededor de sus hombros y la atraía hacia sí—. Me refería al anuncio, niña tonta.

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Él observó su rostro en la luz del fuego, la forma en que quedaba atrapada en las ondas de su cabello oscuro, la forma en que se reflejaba en sus ojos azulverdosos. Sintió que sus piernas se movían para colocarse sobre él mientras sus calcetines rozaban sus pies desnudos, el calor de su cuerpo se acurrucó a su lado y pensó que nunca había tenido nada mejor. Esta combinación de niña, esta hermosa mujer, había capturado su atención desde el principio pero se las había arreglado para ir hasta el fondo, hasta el final de su corazón, su alma. No podía imaginar, incluso después de solo pasar poco más de una semana juntos, no tenerla en su vida. —Hice la comparación como me dijiste. Mi lugar tiene las ventajas de un edificio seguro y el cuarto de lavado en la parte superior de las escaleras, pero no tenemos estacionamiento, Wi-Fi o cable. Estaba pensando en llamar a la compañía de cable mañana para ver cuánto podría costar una instalación. —Se tocó la barbilla pensativamente antes de continuar—. Tendría que revisar las aplicaciones para estar segura, pero no creo que ninguno de los apartamentos haya tenido un incremento desde que los inquilinos se mudaron. Por lo tanto, estoy pensando que podría pedir 950 dólares por Tres más un único depósito de seguridad de 500. Entonces aumentaré Dos y Cuatro a 500 dólares cada uno, creo que es justo ya que Marianne y Layne han vivido allí por mucho tiempo sin que cambie el alquiler, y haría otro aumento el año que viene. Así que, ¿qué te parece? Jake se había sentado tranquilamente mientras Caitlin hablaba, sus ojos moviéndose del fuego a su cara y luego a la laptop y de regreso. No la interrumpió ni dio ninguna señal de que estaba de acuerdo o no con lo que decía. Esperó a que hablara, solo tomando un sorbo de la botella de agua que habían traído con ellos en silencio. —Un gran plan, cariño. Te deja un flujo de efectivo de 850 dólares cada mes sin incluir la ventaja añadida de no tener que pagar el alquiler de tu lugar. ¿Cuánto son los impuestos de la propiedad por año? —La miró, frunciendo el ceño al verla confundida—. Ya sabes, el recibo de contribución que viene cada trimestre, ¿cuánto es? —Nunca he pagado una de esas, Jake —dijo en voz baja, con los ojos a la deriva sobre él, su ceño fruncido mientras se preocupaba—. ¿Debería haberlo hecho? Ellos no serían capaces de sacarme de mi casa, ¿verdad? Quiero decir, escucho todo el tiempo sobre gente perdiendo sus casas por privilegios fiscales y esas cosas... —Whoa, cariño, disminuye la velocidad —gruñó Jake con un apretón—. Llamaré a Sam mañana y averiguaré quién ha estado pagando los impuestos o no pagándolos, cual sea el caso. Si hay problema, nos encargaremos de ello. Con lo del cable, averigua cuánto es y yo pagaré para que puedas empezar, porque creo que es probable que puedan cobrar más de lo que tienes, ¿sí?

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Caitlin levantó los ojos hacia él, su rostro se arrugó y claramente estaba preocupada por perder su casa. —Y yo que estaba pensando en mostrarle el dedo medio a Mahmood cuando le dije que me iba —admitió, inclinándose con más fuerza contra él, golpeando sus enfundados dedos de los pies contra los suyos descalzos. Él agarró la botella de agua mientras pensaba que ella nunca conseguiría estar lo suficientemente cerca de Mahmood como para enseñarle el dedo medio. Jake la observó trabajar con sus cuentas y se alegró de que no estuviera teniendo otro berrinche, gritando sobre cómo podía hacerlo por sí misma. Sonrió para sus adentros, pensando en lo lejos que habían llegado en tan poco tiempo que estaba dispuesta a aceptar su consejo y su ayuda financiera. —¿Lista para la cama, preciosa? Caitlin cerró la laptop con un movimiento de cabeza y él la movió de su regazo. Ella estaba yendo hacia la cama justo después de hacer su rutina nocturna de desmaquillarse, lavarse los dientes y caer en una de sus camisetas, cuando le preguntó: —¿Dónde aprendiste a bailar y a desnudarte como lo hiciste? Caitlin se detuvo en seco, una pierna sobre el colchón; él estaba tumbado de lado, con la cabeza ladeada y apoyada en una mano, su pecho y vientre al descubierto. Habían aludido a ello, pero nunca habían hablado de esa vez en su oficina. Terminó de meterse en la cama y lo enfrentó, copiando su pose. —No sé. Pasé un tiempo en YouTube. Ya sabes lo asustada que estaba, ¿verdad? —Sí, cariño, pude ver lo asustada que estaba —admitió Jake con una sonrisa sexy—. También pude ver cómo te transformaste, desnudándote para mí. —Viste eso, ¿verdad? —susurró con una sonrisa irónica. —Podía oler cómo de encendida estabas, también —confesó, su sonrisa volviéndose un poco malvada ante la memoria. —¡Ewww, eso es asqueroso! —Caitlin se rió, cogiendo una de las almohadas y arrojándosela. Jake desvió fácilmente el proyectil emplumado con una sonrisa, pero lo utilizó como excusa para empujarla sobre su espalda y cubrir su cuerpo con el suyo. —Nada bueno, niña bonita, no para un tiro largo. —Se inclinó para capturar sus labios—. Me encanta la forma en que hueles, Cait. Me encanta tener mi boca en ti, enterrar mis dedos o mi polla en ti. Tu crema me vuelve loco, nena. En serio. Ha habido un montón de veces en las que estoy casi

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dormido y capturo sólo el olor de ti en mis labios o dedos. No te miento, cariño, mi polla está lista para otra ronda. Los ojos de Caitlin sostuvieron los suyos durante unos segundos, ablandándose mientras trataba de poner sus sentimientos a un lado y convertir la ―charla de Jake‖ en algo que pudiera entender y sobre lo que pudiera envolver su cabeza. —Creo que entiendo lo que estás diciendo, nene, pero todavía suena asqueroso —murmuró contra sus labios. —Vamos a ver si puedo hacerte oler bien para mí, ¿sí? —susurró Jake mientras sus manos se movían por debajo de la camiseta que llevaba puesta y se ponían a obrar su magia contra la piel desnuda de Caitlin.

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Capítulo 15 —¿Qué han conseguido para mí, chicos? —Ram entró en la prisión de la estación a la mañana siguiente, revitalizado después de las pocas horas de sueño que había conseguido. Es gracioso cómo algo de sueño, una buena comida y una ducha pueden reanimar a un hombre. Especialmente si el hombre tenía sueños de cremosa piel capturada en un encaje de color azul claro con promesas de guardar sus secretos susurrados al oído. —Tenemos una huella digital de una de las páginas que habíamos encontrado en la garganta de Pam. La cotejamos y creo que tuvimos una coincidencia —balbuceó Tim alrededor de un enorme mordisco del donuts que estaba intentando masticar. Alcanzó su café para ayudar a bajarlo. —Me estás jodiendo —dijo Ram deteniéndose completamente. ¿Ellos finalmente están consiguiendo un descanso de esto? Deambuló por el escritorio de Tim para ver lo que estaba en la pantalla de su ordenador. »¿Alguien alguna vez escuchó de un tal Ezequiel Matthias? —preguntó Ram a la habitación en general. Por las miradas perdidas, continuó leyendo—. Parece que las huellas le pertenecen. Hijo de James Matthias quién es un predicador pez-gordo por allí en Gallup. Uh-oh, parece que este Ezequiel era un chico muy travieso. Fue atrapado haciendo cosas a algunas de las chicas más jóvenes de la congregación cuando estaba sobre los 18 y las chicas no los tenían. Fue acusado como un adulto y pasó un par de años en uno de los centros penitenciarios de Nuevo México. ¿Tenemos una foto de este tipo? Tim alcanzó el teclado y accedió a una copia de la licencia de conducir cerca de 2004 de Ezequiel. —Santa mierda —murmuró Ram, mirando fijamente la pantalla. El pequeño grupo de detectives además de unos pocos de los policías que estaban todavía en la comisaría comenzaron a hacer sus caminos a través de la mesa de Tim. Hubo empujones para conseguir sitios para que todos pudiesen ver la cara ligada a la huella digital que había sido sacada de una de las únicas páginas finas de papel de seda que no se habían degradado pero que habían encontrado en la garganta de cada víctima. Habían gastado un montón de tiempo intentando encontrar una conexión entre los trozos que estaban en las hojas sueltas que habían sido dobladas una y otra vez hasta que cada una era un cuadrado de centímetro y medio. Horas habían estado invirtiendo sobre sus biblias King James para ver si el asesino estaba dándoles una pista, una razón del por qué o una pista principal a seguir. Hasta ahora no tenían nada. Ahora, ellos tenían algo. Algo grande. Porque a menos que Hank Davidson tuviera un gemelo, parece que Ezequiel había cambiado ambos nombres y su peinado en los últimos ocho años. —Vamos a por ellos, muchachos —dijo Ram, su voz casi un grito.

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Estaba intentando conseguir la cinta adhesiva así podría colgar el cartel ―En alquiler‖ en la cerca alrededor del porche. Lo quería allí así la gente lo podía ver desde la calle. —Quizás utilizando unas tachuelas sería lo mejor —escuché detrás de mí. Me giré y vi a una hermosa y exótica mujer parada en la acera, su cabeza se inclinó hacia un lado provocando que su largo, negro y rizado cabello se derramase lejos de su gorro de punto bajando hasta su parka10. —Puede que tengas razón —acepté enderezándome—. ¿Puedo ayudarte? —Vi que colgabas el cartel y he estado buscando un sitio —dijo. Subiendo las escaleras, se quitó sus guantes y me ofreció su mano—. Soy Sara. —Caitlin. —Tomé su mano notando ahora cuan fríos mis dedos estaban en comparación a la calidez de los suyos. Ambas nos reímos con nerviosismo cuando empujé mi mano en mis bolsillos—. ¿Estás interesada? —Bueno, me gustaría verla primero, ¿si no te importa? —dijo Sara aun sonriendo, sus dientes brillando intensamente contra el cálido color café con leche de su piel. —No ha sido limpiada ni pintada todavía, pero puedo enseñártela así tienes alguna idea de su espacio. —Suena bien. La guié escaleras arriba hasta el tres y la dejé deambular alrededor cuando volví abajo para encontrar mi martillo y unas tachuelas, dejando la puerta de mi apartamento abierta. Justo había encontrado tres pequeños clavos en mi inútil cajón cuando pensé que probablemente podía usarlos en su lugar, cuando oí un golpe en mi puerta. —Oye, bebe —dije feliz de ver a Jake inesperadamente a mediodía. —Cariño. —Lo escuché moverse mientras se quitó su abrigo y lo depositó sobre mi pequeño sofá—. Traje el almuerzo, si te interesa. —¿Cuando no he estado interesada en la comida? —Abandoné mi incursión a través de mi inútil cajón y en su lugar hice mi camino hacia él. Hacer una incursión en Jake, ahora era una idea, pensé para mí misma mientras me presioné contra su largo cuerpo, sujetando mis manos alrededor su espalda. —Eso es cierto. Nunca vi a una chica comer tanto y estar en tan increíble forma. Jake deslizó sus manos alrededor de mi cintura hasta ahuecar mi culo en énfasis cuando me reí nerviosamente e intenté escaparme. —No tan rápido, chico amoroso. Todavía no debemos. —Empecé. —¿Hola? ¿Caitlin? —Sara estaba parada justo fuera de la puerta y esperé que no oyera por casualidad ni viera lo que Jake y yo habíamos estado haciendo. 10

Parka: Chaquetón de abrigo con capucha e impermeable.

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Me acerqué a la puerta y sentí cómo Jake enganchó una mano alrededor de mi cintura desde atrás. —Jake, esta es Sara. Quería ver el tres. Sara, este es mi novio. —Conozco a Jake, Caitlin. ¿Cómo estás, Jake? —Observé como el rostro de Sara se cerró, ya no es la sonriente chica que había conocido en el porche. —Bien, Sara. ¿Y tú? —Bastante bien, supongo. —La vi cruzar sus brazos y mirar por todas partes menos a mí o Jake. —Escuché que tu madre murió. Fue una pena oírlo. —Si. Gracias, Jake. —Hubo un par de latidos en el silencio antes de que hablara otra vez. —Me pensaré lo del apartamento Caitlin. Gracias por dejarme verlo. —Seguro, no hay problema. Fue un placer conocerte. —A ti también. Nos vemos, Jake. —Sara. Cerré la puerta y volví a la cocina cuando oí a Jake comenzar a rebuscar en las bolsas que había traído. Estaba intentando no pensar sobre el ambiente que se había levantado cuando Sara y Jake se vieron pero esto era algo difícil de ignorar. —¿Ternera asada con queso y tomate o atún blanco con lechuga? — anunció Jake desde las profundidades de la bolsa de delicadeces. —¿Qué ha pasado? —pregunté en voz baja rodando los clavos que había encontrado entre mis palmas, agarrando las puntas a ratos cuando se movían. —¿Qué, cariño? —preguntó mientras sostenía dos variedades diferentes de papas fritas, agitándolas para llamar mi atención. —Eso. En la puerta con Sara. Jake suspiró dejando caer la bolsa de papas fritas en la encimera antes de llegar alrededor de la pequeña barra dentro de la cocina y se puso de pie a mi lado. No tocándome, pero todavía lo bastante cerca. —¿Qué quieres saber, Cait? —¿Por qué eso se puso tan extraño cuando se reconocieron? —Tenía mi barriga contra la encimera del fregadero y Jake estaba reclinado contra éste, sus manos en el borde de la encimera alrededor de sus caderas. Podía ver por mí visión periférica que su cabeza estaba baja casi como si estuviera hablando a sus botas. —Sara fue la chica de Dale por unos pocos años. Su familia la odiaba, dijeron que no era lo suficiente buena para él. Su padre seguía presionándola, ofreciéndole dinero que era su forma de conseguir que dejara a Dale solo. Un día, ella se había ido. Se llevó el corazón de Dale con ella cuando se largó. Oí que estaba de vuelta en la ciudad. No creí que la vería tan pronto. —¿Ella le rompió el corazón a Dale?

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—Sí, cariño, lo hizo. —Jake todavía estaba de pie a mi lado, cada uno en nuestro propio espacio, nuestras voces tranquilas. —¿Entonces porque el mal ambiente de hoy? —Podía sentir mi cabeza inclinada en confusión porque aún no entendía. Estuvo callado por un tiempo antes de inclinarse hacia mí para apoyar su frente contra la mía. —Quizás porque sabía que Dale y yo todavía estamos unidos. —Bien. Quizás. —Pensé mientras me moví para agarrar el atún y las simples papas fritas—. ¿Quieres algo para beber? Decidieron quedarse en casa de Caitlin esa noche ya que ella tenía, lo que esperaba, uno de los últimos pocos turnos limpiando una de las tiendas de Mahmod al día siguiente. La única que limpiaba el martes estaba más cerca de su casa que la suya así que parecía lógico para ellos utilizar el lugar de Caitlin los lunes por la noche. Jake se dejó pasar, tratando de ser tan silencioso como fuera posible mientras se movía por el diminuto apartamento haciendo su rutina nocturna antes de quitarse su ropa y deslizarse en su cama para jalarla cerca contra él. —Mmm... estás de vuelta —Jake oyó su murmullo. —Shhh, nena, vuelve a dormir. Sintió como su cuerpo se relajaba contra su brazo e intentó encontrar su propio sueño, pero no podía conseguirlo viendo a Sara y a su Caitlin juntas hoy fuera de su mente. Recordó la promesa que le había hecho la primera vez que estuvo en su cama, que su pasado nunca le iba afectar a ella. Pero, si hoy fue algún ejemplo, su promesa era una mierda cuando se encontró cara a cara con su pasado. Jake había sido un verdadero bastardo con las chicas del instituto y en la universidad ligando, coaccionando y persuadiendo hasta que conseguía lo que quería, luego nunca más teniendo nada que hacer con ellas de nuevo. Cada chica pensó que iba a ser la única en cambiarlo, encadenándolo, hasta que se daban cuenta que solo eran otra muesca en su proverbial poste de la cama, aunque la mayoría de las veces el acto se hacía en la parte trasera del estropeado Camry de su hermano. Él era inmune a sus ruegos, sus rostros llorando cuando unas pocas de las más valientes lo confrontaron por sus acciones. Había tenido incluso más que sus justas cuotas de peleas con los hermanos, primos y algunos amigos de las chicas los cuales sentían la necesidad de defender el honor de las chicas después de lo ocurrido. Pero Jake nunca paró de intentar pillar alguna de aquellas que conocían sus caprichos aunque ninguna de ellas alguna vez atrapó su interés después. Su comportamiento empeoró aún más mientras crecía reconociendo que nunca tuvo que salir, cortejar o incluso gastar una significante cantidad de tiempo con una mujer antes de que estuvieran en su cama y aceptando su polla. Cristo, algunas veces no necesito ni siquiera besarlas para conseguirlas debajo. Pero, sin falta, podía tenerlas apurándose por la puerta con una oportuna palmada en el trasero y una farfulla.

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—Es hora de que te vayas, Nena. —Tan pronto como había terminado de cerrar la puerta, se dirigió a la ducha para lavarse el olor de ellos de su cuerpo y de sacarlo de su memoria. Fue Frank, sin embargo, que se lo dio directamente en su última visita antes de que él la comprara en ese solitario tercer mundo al otro lado del mundo. Estaban trabajando en el patio trasero de la casa de Jake, solo colocando el último tablón de la plataforma en su lugar cuando Frank habló. —Estuve oyendo algo de mierda loca, hermano —dijo Frank secándose el sudor de su frente con una bandana en exceso. Sólo mirándolos podías decir que eran hermanos debido a su altura y color de piel. Aunque Frank era un poco más fornido ahora, después de estar en las fuerzas armadas y tenía el habitual corte rapado, compartía la sonrisa y el color de ojos de Jake. —¿Si? —Jake estaba inclinado usando la pistola de clavos en una recorrida línea para asegurar el tablón a la estructura de debajo, concentrándose en mantener los clavos en separados uniformemente. —Parece que mi hermano pequeño ha llegado a ser el mayor mujeriego por estas partes. Jake ni siquiera alzó su mirada mientras ofrecía su indiferencia. —¿Y? —Acabó la línea y recorrió sus dedos suavemente encima de ésta para estar seguro de que todos los clavos estaban completamente alineados con la madera—. ¿Te convertiste en miembro de policías de coños cuando no estaba mirando? —Cristo que boca más sucia tienes. —Aprendí del mejor, hombre. Tuve un hermano mayor que me enseñó todo lo que sé. —Jake pudo sentir el aire entre ellos cambiar cuando habló y encontró su mirada con la de Frank para ver sus ojos, tan parecidos a los suyos, caer pesados sobre él. —Tú no aprendiste a tratar a las mujeres de mí, colega —dijo Frank en voz baja, de manera significativa—. Esta mierda no está bien, Jake. Escuché que habías estado agarrando a las buenas y tratándolas como basura, luego cogiendo a las vulgares y tratándolas como si fueran algo por lo que has pagado por tener. —Negó—. Esto no está bien, Jake. —¿Desde cuándo mi vida sexual es algo de tu incumbencia, Frank? —Cuando no puedo tener ninguna porque compartimos apellido, gilipollas. —Si no tienes alguna no es mi problema. —Esto es tu problema, Jake, si lo que estoy escuchando es verdad. —Frank se masajeó la parte de atrás de su cuello en frustración—. ¿Cómo puede ser alguien tan jodidamente estúpido —murmuró—. Déjame ver si puedo explicártelo. ¿Sí? —Dame tu mejor disparo pero no esperes que me tragué cualquier mierda que sea la que estás vendiendo. —Jake se puso de pie tirando de sus pantalones

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hasta sus caderas, antes de empezar a ordenar las herramientas pero paró todo movimiento por el sonido de la tensa voz de Frank. —¿Crees que es una coincidencia que el coño de una mujer está directamente en línea con su corazón? Hay una razón, hombre. Una mujer, una autentica mujer no puede dejar a un chico ―hacérselo‖ y después marcharse. No está hecha de esa manera. Sé que muchos de los chicos utilizan el amor para obtener sexo y un montón de mujeres usan el sexo para conseguir amor, pero tú no estás haciendo ninguna de las dos, Jake —suspiró Frank—. Cuando llegue la correcta para esto, hermano, estarás usando tu-coño-de-la-noche en vez de tu mano para lograr correrte… ni siquiera reconociendo que la persona que estás utilizando es una persona, no valorando que son humanas. Ni siquiera valorándote a ti mismo. Jake pudo oír los pájaros cantando la buena noche en los árboles. Alzó su mirada hacia el cielo cuando éste empezó su lenta exhibición de la puesta del sol. Esperó, sabiendo que Frank no lo estaba haciendo y su conversación solo sería prolongada si Jake seguía interrumpiendo. Una vez en un camino, Frank siempre seguía ese camino, incluso del tipo verbal, hasta que llega a su destino. Jake sólo esperaba que esta fuera uno de los cortos discursos de Frank. —Sé que no estoy diciendo esto bien. —Frank se pasó sus manos sobre su cabeza, frotando sus palmas suavemente encima de su corta e incipiente barba, un movimiento que Jake sabía que hacía cuando estaba frustrado—. ¿Recuerdas a Natalie? —Sí, recuerdo a Nat. —Fue la chica con la que Frank estuvo durante todo el instituto. Dulce, larguirucha con un oscuro corte de cabello a lo garçon 11 encima de los hombros, Natalie siempre tenía una sonrisa para todos pero especialmente para Frank. Era su héroe y todos lo sabían. —Yo pensaba que el sol se alzaba y se ponía con ella, Jake. Mi día no empezaba hasta que yo la veía o hablaba. Su voz, Cristo, solo su voz era todo lo que necesitaba cuando todo lo demás se estaba yendo a la mierda alrededor de nosotros. —Jake recordó el momento del que estaba hablando. Su padre había estado mal, realmente mal con su alcoholismo. El Estado le había retirado su carnet de conducir después de la tercera DUI12 y perdió su permiso de contratista cuando salió a la luz que había estado ahorrando dinero en los trabajos que había tenido, si los hizo en absoluto. »Ella fue, aparte de ti, mi mundo. Me mantuvo enfocado en superar el colegio y eludirnos del infierno en el que estábamos atascados. No sé dónde hubiéramos estado, Jake, si no fuera por Natalie. —Frank miró fijamente el cielo aunque Jake sabía que no lo veía perdido como estaba en los recuerdos. »La amé, Jake. —Su voz era apenas un ronco susurro en la tenue tarde—. La amé lo bastante para escucharla cuando ponía fin a nuestras sesiones de toqueteo que empañaban las ventanas del Camry. La amé lo suficiente para sólo tocarla encima de su sujetador en vez de debajo de su brasier como mis manos 11

Garçon: Manera de llevar el cabello en una mujer, muy corto y como tradicionalmente lo llevaban los muchachos 12 DUI: Abreviatura (US) de conducción bajo la influencia del alcohol.

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morían por hacer. La amé lo bastante para prestar atención cuando me decía que podíamos esperar, esperar hasta que fuera el momento correcto para nosotros. Esperar hasta que ambos estuviéramos listos, cuando supiéramos suficiente y nos sintiéramos bastante cómodos para estar juntos. Realmente juntos. —La voz de Frank se apagó y Jake lo vio restregar sus ojos cuando aparto la vista—. Yo la quise, Jake, pero la valoré más. La valoré como mi chica, como mi amiga. La valoré por la persona que fue y en la mujer en que se convirtió. Vi el valor de mí mismo en sus ojos, también. Me hizo querer ser una mejor persona, Jake. Un mejor hermano, un mejor hijo y un mejor hombre. Jake oyó a Frank girar hacia él en otro suspiro, aunque Jake no lo hizo, no podía mirar la cara de Frank. —Esas mujeres que tratas con semejante falta de respeto, Jake, pueden ser una Natalie para alguien más. Una persona que puede ser valorada por otra, que puede ser amada por alguien. —Frank paró y el silencio estuvo allí por un par de segundos antes de que continuara con una voz más ronca y suave—. Tú rebajas su valor cuando las usas en lugar de tu mano. Pero te rebajas a ti mismo cuando las utilizas en vez de un pañuelo para coger tu corrida. Puedes ser un hombre que sea valorado por alguien, hermano. Pero no si tú continúas tratándolas como eso. Sólo te deshonras a ti mismo por no tener la oportunidad de conocer a tus jodidos amigos como personas primero. De nuevo, el silencio invadió por un par de latidos antes de que Frank se girara para entrar en la casa. —Piensa en ello, Jake. ¿Sí? Sí pensaré en ello. Jake se había dicho a sí mismo. Su hermano no era un gran consejero y nunca sacó a colación a Natalie. Jamás. Así que esto fue muchísimo, esta conversación, este tiempo. Natalie estaba perdida para los hermanos Staton debido al divorcio amargo de sus padres en medio de su último año. Fue forzada a trasladarse a Illinois con su madre y Frank nunca tuvo la ocasión de verla de nuevo. Nat y Frank intentaron mantenerse juntos con largas cartas, breves y caras llamadas telefónicas, pero la tormenta de mierda que era la vida familiar de Jake y Frank empeoró y Frank eventualmente tuvo que dejarla ir en la lucha de mantener a los dos hermanos vivos y juntos. Jake pensó en lo que Frank dijo, pensó mucho sobre ello. Tanto entonces como, sobre todo, ahora. Fue aplastado al saber que Caitlin pudiera darse cuenta de un ambiente de tantos años después de lo sucedido. Se sintió incluso peor ya que había tomado el camino del cobarde omitiendo lo que le había hecho a Sara tanto tiempo atrás cuando había intentado darle a Caitlin una explicación. La mirada en la cara de Sara hoy le hizo acordar el daño en su rostro cuando la había despreciado el día después de una borrachera pero vigorosa cópula en una fiesta de fraternidad hace años. Por aquel entonces, había estado aliviado de que ella no había sentido la necesidad de hablar con él, confrontándolo sobre ello. Y el recuerdo de Sara pronto se desvaneció y se convirtió en otra chica que había utilizado, al menos hasta que ella empezó a salir con Dale. Luego esto llegó a ser una lucha de los dos para ignorarse cada vez que Dale la había llevado a las distintas fiestas y eventos donde salían juntos.

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Jake no le tuvo que contar nada a Dale y espero que Sara nunca lo hiciera, tampoco. Apoyó su nariz en el cabello de Caitlin y apretó el brazo que tenía alrededor de su cintura agradecido por toda la belleza que había encontrado en ella. Y agradecido que recordó lo que Frank había dicho, la sabiduría que Jake había finalmente ganado y entendido tanto tiempo después de la conversación en la suave tarde de verano. —Frank te querrá, Cait —susurró contra ella mientras tiró de la colcha más alto sobre los dos y finalmente comenzó su propia y lenta caída en el sueño.

—¿Qué han conseguido para mi chicos? —gritó Ram mientras golpeó el corral. —Tenemos a Hank en la sala de interrogatorio. Lo recogimos pronto esta mañana en el gimnasio. Jeff y Tim están con él ahora. —Ted Pierson, otro detective lo llamó desde su mesa en la esquina más alejada. —¿Algo? —Nada desde la última vez que escuché. Ram hizo su camino a la sala de interrogatorio y movió su cabeza, utilizando el movimiento de su dedo para silenciosamente pedirle a Jeff que saliera al pasillo. —¿Qué tienes? —Nada hasta ahora, Jefe. —¿Qué significa ―nada hasta ahora‖?. —Nosotros lo trajimos —Jeff miró su reloj—, aproximadamente hace cuarenta minutos y no ha dicho nada. —¿Qué quieres decir, no ha dicho nada? —Jesús, Jefe, justo lo que dije. —Jeff empezó a pasar la mano por su corbata y ajustarse los puños de su camisa—. Nosotros lo trajimos, lo sentamos para hablarle, le mencionamos distintos nombres y sacamos a colación lo de Nuevo México y no dijo... —Ram vio cuando Tim encogió sus hombros antes de continuar—. Nada. Ni una palabra. Preguntamos. Él solo mira. Preguntamos otra vez. No responde. No ha pedido un abogado ni nada. Está sentado aquí como un tronco. Es un poco espeluznante. —¿Dónde estamos con la orden de registro? Ambos escucharon el grito y corrieron los pocos metros hasta la sala de interrogación. Ram abrió la puerta y vio a Hank parado, inclinándose hacia Tim sentado frente de él en la mesa. La silla de Hank estaba en su lado. —Dije, siéntate, Hank. —Tim estaba gritando pero el altísimo y fornido hombre pareció no oírlo.

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Jeff dio un paso para entrar en la habitación yendo a buscar la silla pero Ram puso su mano en su brazo y negó. Ram entró en la habitación recorriendo la corta distancia hasta la mesa, nunca quitando sus ojos de Hank, quién se veía como si estuviera en su propio mundo, no reaccionando a los otros hombres en la habitación… sólo permaneciendo concentrado en Tim. —Necesitamos que te sientes, Hank —dijo Ram en una suave y firme voz. No hubo respuesta de parte de Hank, ni un pestañeo, ni un músculo moviéndose a las palabras de Ram. Era como si estuviera congelado. Tim lentamente comenzó a levantarse y Hank rápidamente reaccionó agarrando a Tim por sus solapas y tiró de él a través de la mesa. Cuando la cara de Tim estuvo a unos pocos metros, Hank tiró hacía atrás su mano y empezó a golpear a Tim en su cara y cabeza. Tim tenía sujetada la muñeca de Hank con la que lo estaba agarrando y estaba intentando retorcerla. Los pies de Tim estaban fuera del suelo y no podía mantener sus rodillas sobre la mesa. Jeff no se quedó en la puerta pero corrió alrededor de la mesa, sus zapatos deslizándose por el lino, cuando hizo su camino hacía el hombre altísimo y rubio. Trató de agarrar la mano con la que estaba atacando a Tim pero era como si no estuviera incluso allí. La enorme mano del hombre seguía golpeando violentamente a Tim con golpes de derecha y de revés, llevándose a rastras a Jeff con los movimientos de su mano. El sonido de la palma de Hank cuando ésta golpeo fue ruidoso en la pequeña habitación, pero pareció no haber afectado al agresor de Tim. Ram sacó su arma y tiró del seguro antes de apuntarla directamente a Hank. —Retírate, Hank. Dije, retírate, Hank. Retírate, Ezequiel —dijo Ram cambiando el nombre para ver si obtenía una respuesta. Vio como el hombre el cual conocía como Hank lentamente giró su cabeza en la dirección de Ram. Al notar la pistola apuntándole, gimió ruidosamente mientras soltó de su agarre a Tim. Tim cayó encima de la mesa antes de deslizarse hacia el suelo. Jeff, todavía colgando en el brazo de Hank intentó girarlo detrás de la espalda de Hank pero Hank simplemente se lo sacudió como si fuera un molesto mosquito. Tan pronto como Jeff cayó, Hank comenzó a acercase a Ram. —Alto ahí, Ezequiel —instruyó Ram y el enorme hombre se paró—. Estás bajo arresto por agredir a un oficial de policía. Necesito que te arrodilles en el suelo con tus manos detrás de tu cabeza. —Los ojos de Ram nunca se apartaron de Ezequiel/Hank y vio como el gran hombre se inclinó y se puso de rodillas delante lentamente, lentamente poniendo sus manos por encima de su cabeza. Ram asintió a Jeff y vio como Jeff leía a Hank sus derechos Miranda mientras le ponía las esposas a su ahora dócil prisionero. Tan pronto como las esposas estuvieron en su sitio, Ram retrocedió hacia la puerta y gritó sobre su hombro por los paramédicos y escoltas, nunca quitando su mirada de su prisionero y manteniendo su pistola apuntándole firmemente. Hank fue escoltado por cuatro oficiales para comenzar el procedimiento pero Ram no se relajó hasta que su prisionero bajaba el pasillo. Ram colocó de nuevo el seguro y enfundó su pistola mientras se movió hacia Tim Bell, aún

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tumbado inconsciente en el suelo. Ram podía ver los moretones y la hinchazón que ya habían empezado, convirtiendo al guapo detective en una caricatura de sí mismo. Había sangre goteando de una oreja lo que significaba que Bell había tomado uno o más de los buenos golpes en él y sufrió suficiente trauma como para estallar su tímpano. —¿Cómo vamos con los paramédicos? —gritó Ram mientras se ponía derecho desde el cuerpo de Bell. —El transportista dice que son alrededor de cuatro minutos —llamó alguien. Jeff Trusdale volvió a entrar en la habitación y apoyó una mano en la espalda de Ram. —¿Estás bien, Jefe? —Sí. Estoy bien —respondió Ram limpiándose su frente con su manga—. ¿Era yo o esto fue alguna mierda rara? —Más bien, una locura. ¿Qué te hizo pensar en llamarlo Ezequiel? —¿No sé, una corazonada, quizás? Mierda, en ese momento lo habría llamado Alice Cooper si hubiera creído que hubiese funcionado. Ram miró de nuevo la posición de Bell en suelo y Jeff se movió para enderezar la silla. —Regresaré a mi oficina, Jeff. Dame un grito cuando los paramédicos estén aquí, ¿de acuerdo? —Lo haré, Jefe. —Jeff vio a Ram girarse y salir por la puerta. Sacudió su cabeza y echo una ojeada a su compañero en suelo. Nunca había visto a alguien conseguir una paliza tan dura y durante tanto tiempo. Odió no haber sido capaz de ayudar a Bell cuando estaba siendo sometido por las manos de Hank. Jeff alzó su cabeza en dirección a la puerta con el ruido de pisadas apresuradas encabezando la bajada del pasillo. Los paramédicos estaban aquí finalmente y Jeff se desplazó para ir a avisarle a Ram. —Jefe los paramédicos están aquí y están trabajando en Bell ahora. Puesto que está todavía inconsciente, lo llevaran directamente al Gratham General. —Gracias, Jeff. —Ram se frotó sus cansados ojos, con dedos temblorosos mientras la descarga de adrenalina comenzaba a disiparse. —¿Cómo vamos con la orden de registro en el sitio de Hank? —Nuestros chicos están allí, creo que ellos entraron en el apartamento de Hank más o menos al mismo tiempo que nosotros lo recogimos. —Bien. ¿Alguien llamó a los oficiales de Nuevo México? —No lo creo. —Vamos a ver lo que Intel nos puede conseguir de ellos para sacarnos a ese hijo-de-puta de encima. —Lo haré, Jefe.

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Capítulo 16 Estaba rodando lo último de la basura al contenedor cuando oí un auto que venía lentamente alrededor de la parte trasera de la tienda. O era el Sr. Mahmood viniendo sin avisar para chequear a sus empleados —los cuales, en general, era alguno de su familia inmediata o extendida—, o era uno de los cajeros que trabajarían en el siguiente turno. En cualquier caso, no me interesaba. Mi mente estaba llena de visiones de cómo felizmente iba a dejar de hacer el turno matutino de fregar el baño y de pensar en Sara y Jake. No quería pensar que Jake me mintió, pero su explicación sobre Sara rompiendo el corazón de Dale simplemente no sonaba verdadera. El ambiente había estado un poco demasiado fuerte para ser sobre alguien que no estaba en la habitación. Me agaché para recoger algunos restos que no habían entrado en el contenedor, cuando sentí a alguien detrás de mí. Antes de que tuviera la oportunidad de enderezarme y darme la vuelta, sentí un impacto y mi mundo se volvió negro.

Jake trató de llamar a Caitlin una vez más, pero al igual que las otras seis veces que lo intentó, la llamada iba directo al correo de voz. Sabía que ella debería de haber terminado su turno en el mini súper y que ahora debería estar en su descanso entre clases, pero no contestaba el teléfono. La única vez que no respondió su llamada fue durante el fiasco de la cama, y no creía que estuviera tan molesta por lo de Sara. Al menos, no lo creía. Entonces, ¿por qué jodidamente no contestaba? Sacó su horario de clases para ver a qué clase se suponía que debía ir enseguida. Subió corriendo las escaleras y se dirigió a través de la cocina a la parte trasera del club. —Saldré por un rato, Jorge, ¿está bien? Díselo a Sky cuando venga. Mientras Jake se dirigía a su auto, decidió hacer una parada en la casa de Cait antes de dirigirse a ver si había ido a clases. Se pudo haber enfermado o algo y haberse ido a casa. Se dio cuenta de que la tienda estaba en el camino por lo que hizo una parada allí en primer lugar.

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Vio el tanque que ella llamaba auto aparcado en el estacionamiento del mini súper. Salió de su auto y comprobó las puertas pero todas estaban cerradas. Tocó el capó para ver si había algo de calor pero el metal estaba frío. Se abrió camino hacia la tienda y esperó a que el empleado se deshiciera de la línea. —¿Está Caitlin aquí? —preguntó al chico con una cara llena de granos que estaba a cargo de la caja. En su etiqueta decía: “Hola, soy Hamid”. —¿Quién? —Caitlin. Ya sabes, ¿la chica que limpia aquí en las mañanas? —¿La caliente o la gorda? —preguntó el chico enderezando toda la mierda apilada alrededor de la caja registradora. —La caliente. ¿La has visto? —No, hombre, acabo de llegar. Ella hace el turno anterior. —¡Mierda! —exclamó Jake empujando a través de las puertas y deteniéndose en la acera. Tal vez solo tuvo problemas con el auto y tuvo que caminar. Si fue así, ¿por qué no lo llamó? Algo estaba jodidamente mal, podía sentirlo. Solo que no sabía lo que era. Saltó de nuevo a su auto y salió a toda velocidad hacia su departamento. Ahora era tiempo de que estuviera en el asilo y todavía no podía encontrarla. Llamó a Shady Acres y le dijeron que Caitlin no se había dejado ver, y que no llamó. Eso era diferente a todo lo que Caitlin haría. Jake sabía que sus trabajos, todos sus trabajos eran importantes para ella y que nunca simplemente iba a no aparecer o no llamar si necesitaba estar ausente. No tuvo más remedio que involucrar a la policía. No quería ir a través de todo el rollo del 911 porque sabía que le dirían que tendría que esperar 48 horas antes de reportarla como una persona desaparecida. Eso era demasiado tiempo para esperar. Llamó a Ram a su teléfono personal.

Me desperté lentamente, poco a poco. Tenía frío, tanto maldito frío. Podía mover solo una de mis piernas y un pie sin dolor y mis manos estaban entumecidas situadas en algún lugar alrededor de la parte baja de mi espalda. Estaba sedienta, increíblemente sedienta. Mi instinto fue hacer algo para humedecer mi boca, pero cuando traté de tragar probé un tipo de paño contra mi lengua. Estaba amordazada. Miré a mi alrededor mientras trataba de incorporarme, volteando mi cuerpo sobre mi pierna buena, pero lo que veía no tenía sentido. Sillas de jardín, una gran caja de plástico llena de flores de plástico, una podadora manual. Finalmente se me ocurrió que estaba en una de esas casetas de metal y estaba viendo las cosas guardadas hasta la primavera de alguien. Por fin pude sentarme y, cuando lo hice, lo que sea que sostenía mis brazos detrás de mí se soltó. Mis

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manos estaban a punto de dejar de sentir los alfileres y agujas cuando me di la vuelta para ver lo que había sido utilizado para sostener mis manos. Solo un pedazo de cuerda. Gracias a Dios alguien no era muy bueno con los nudos. Estaba a punto de liberarme de la mordaza cuando escuché venir a alguien, sus pasos crujían a través de la nieve. No sabía si la persona que venía era un tipo bueno o uno malo, pero no iba a esperar a averiguarlo. Miré alrededor de la caseta buscando algo, cualquier cosa para usarla para defenderme. Divisé un rastrillo y otras herramientas de jardinería. No es exactamente lo que necesitaba. Había un juego de criquet en la esquina al lado de la puerta. Me quité la mordaza y gateé tan rápido como pude, arrastrando mi pierna izquierda detrás de mí para agarrar uno de los mazos, y lo usé para levantarme, colocándome al lado de la puerta. Hasta ahora, todo va bien me dije a mí misma, utilizando el mazo como bastón para ayudar a colocarme en posición, me apoyé contra el revestimiento de metal en el mismo lado de la puerta. Me apoyé sobre mi pierna derecha para aliviar el dolor en mi izquierda mientras llevaba el mazo a mi hombro. Hubo un sonido de metal sobre metal y el chasquido de lo que solo podía adivinar podía ser un candado abriéndose. La puerta deslizante de metal obviamente no había sido engrasada recientemente. Gimió y chilló en señal de protesta mientras que la persona trataba de abrirla. Todavía tenía frío, pero ahora estaba sudando y temblando por la cantidad de adrenalina bombeando a través de mi sistema. Mantuve mi posición y moví el mazo más lejos detrás de mi hombro. Oye bateador, bateador. Batea, bateador, mi mente cantaba. Esperé, sabiendo que tenía que golpear la cabeza, que la cabeza era la cosa más importante que el mazo debía golpear. La protestante puerta continuó abriéndose, sólo unos pocos de molestos centímetros a la vez hasta que pude ver la visera de una gorra de béisbol abrirse camino, señalando a la esquina en la cual había despertado. Esperé, sabiendo que necesitaba un objetivo más grande que sólo la visera de la gorra con el fin de causar cualquier daño. Oí un susurro, ¿qué demonios? , mientras la gorra se movía más hacia adentro del pequeño espacio. Eso es. Un poco más, mi mente instó a la gorra. Podía sentir mis latidos acelerarse y el mazo temblando en mis manos. Contuve la respiración cuando tensé mis músculos para tratar de controlar mi temblor. El cuerpo debajo de la gorra se movió más rápido y, como yo, estaba encorvado dentro de los confines de la pequeña caseta. Mis ojos atraparon un rápido vistazo de una desgastada gorra de béisbol cubriendo el castaño cabello largo hasta los hombros y una sudadera abultada antes de que mi cuerpo reaccionara. ¡Batea, bateador! mi mente gritó y mi cuerpo la siguió.

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Sentí un estridente porrazo en mis manos y brazos cuando el mazo conectó.

—Jake, estoy hasta el culo aquí y tengo al comisario de la policía, junto con toda la junta de supervisores viendo cada movimiento que los chicos y yo hacemos. Bajo una gran presión, si me entiendes. —Lo sé, Ram, pero Caitlin anda perdida y… —Porque estoy bajo el microscopio, necesito que esperes las 48 horas y después presentar… —¡A la mierda, Ram! Está ahí afuera y algo está mal. Lo sé. —Jake pudo oír suspirar a Ram y sabía que el Jefe estaba tan frustrado como él lo estaba—. Está desaparecida y no puedo encontrarla —continuó Jake con un quiebre en su voz. —Lo sé, amigo. Pero mis manos están más o menos atadas aquí. —La voz de Ram era suave en simpatía. —Ella hizo la entrevista, Ram. —Hubo un silencio mientras el Jefe trataba de dar sentido al cambio en la conversación—. Así es como nos conocimos. Caitlin dio la entrevista para ser bailarina en el club. —Oh, mierda.

El mazo conectó con la parte trasera de la gorra de béisbol pero en lugar de que mi fuerte bateo deshabilitara al hombre, simplemente golpeó su torcida gorra. Una mano enguantada fue hacia atrás y agarró el mazo de mis manos mientras yo me quedaba en shock viendo el cabello rojo escapándose de debajo del castaño mientras la gorra se deslizaba lejos de la cabeza de mi agresor. La sacudida de su movimiento me hizo poner la máxima presión en mi pierna izquierda y caí con fuerza. A través de mi dolor, vi al hombre quitarse completamente la gorra y lanzar las grandes gafas de aviador. Pero, de nuevo, lo que estaba viendo no tenía sentido. El hombre regordete pareció transformarse en una mujer justo delante de mis ojos. —¡Tú, estúpida, perra! —Escuché y vi el mazo girar hacia abajo en un corto arco para conectar con mi pierna derecha, mi pierna buena antes de que el dolor explotara. No pude evitar el grito que se disparó y salió de mi boca. Y, esta vez, vi la pistola eléctrica antes de sentir el impacto y de nuevo todo se volvió negro.

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—¿Jake? Le diré a Ted Pierson que te llame. Dale tanta información como puedas, ¿de acuerdo? Voy a poner una orden de búsqueda para Caitlin. ¿Tienes una foto que podamos utilizar? —Tengo un par en mi teléfono. —Genial, envíamelas y las descargaré aquí. —Tenemos que encontrarla, Ram. —Lo haremos, amigo. Lo haremos. Pero ambos hombres sabían que era como mucho una promesa hueca.

Me desperté esta vez con los brazos estirados por encima de mi cabeza y mis piernas estiradas mientras algo sostenía mis pies de mis tobillos. Mi pierna izquierda estaba palpitando y sentí la mezclilla apretar contra la inflamación. Moví mi pierna derecha y me dolió, también, aunque no tanto como la izquierda. —Así que, la estupidita finalmente está despierta. Moví mis ojos hacia la derecha y me di cuenta que ahora estaba en un lugar diferente. No tan frío y cubierto, es una especie de paneles pintados para parecer de madera. —¿Fiona? —susurré cuando mis ojos finalmente cayeron sobre ella. Sostenía la gran sudadera rellena y las gafas de aviador que estaban dentro del cuenco de la gorra de béisbol de la cual pude ver que tenía cabello castaño pegado en su borde. Estaba tranquilamente sentada en una de esas sillas blanca de plástico de jardín que había jalado contra el pequeño y desordenado colchón en el que me encontraba. —Sí, puta. Soy yo. ¡Sorpresa, sorpresa! —Fiona se sentó allí, agarrando su bulto con una mirada divertida en su rostro. Cuando me concentré en eso pude ver que su expresión era una mezcla de torturado triunfo y que sus ojos tenían una luz, un brillo antinatural. Sentí mi respiración estallando dentro y fuera de mis pulmones mientras cada músculo de mi cuerpo se tensaba por mi involuntaria reacción de ―luchar o huir‖. Ya que no podía hacer ninguna de las dos cosas, mi cuerpo comenzó a temblar incontrolablemente. —¿Por qué estoy aquí? —Me oí lloriquear. Levanté la mirada para ver lo que estaba sosteniendo mis brazos y encontré que estaban esposados, las esposas estaban encadenadas a la apertura, la palanca de la ventana que estaba por encima de mi cabeza. Sacudí mis brazos y los flexioné para ver que tanto espacio había en las esposas.

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—Uh, uh, uh… —Me amonestó Fiona, levantando un dedo enguantado en látex y meneándolo hacia atrás y adelante—. No te puedes soltar esta vez, Cathy. Me aseguré de ello. Aunque, tengo que decirte, que estás muchísimo más gorda de lo que pareces. Casi me rompo la espalda trayéndote aquí. La observé mientras arrojaba el bulto de ropa al suelo detrás de ella y enderezaba los guantes en sus manos antes de colocar una bolsita en su regazo. Rompí en un sudor frío cuando se volvió hacia mí. —Traté de advertirte, pero no te quedaste lejos, ¿verdad? —dijo calmadamente mientras sacaba una navaja, un rollo de lo que parecía una cuerda de niños para saltar y un trozo de palo de escoba y metódicamente los alineó en la cama—. ¡Oops! Casi se me olvida —exclamó y medio se levantó de la silla para sacar un trozo de papel doblado de su bolsillo trasero y empezó a doblarlo una y otra vez, haciéndolo más pequeño y más pequeño. —¿Dón… dónde estamos? —pregunté esperando distraerla, pero apenas podía pronunciar las palabras a través de mis temblorosos labios. —En el mismo lugar que las otras. En el lugar de almacenamiento de la parte trasera del campamento de casas rodantes. Pero serás encontrada detrás de un contenedor de basura al igual que las demás. Piensa en ello como sacar la basura. Yo lo hago. No podía pensar con claridad. Me quedé viendo a Fiona pero realmente no la veía mientras trataba de encontrar una manera, cualquier maldita manera de distraerla de lo que parecía que estaba decidida a hacer, sea lo que sea. Y mi mente proyectó un par de posibilidades, y no eran buenas. Realmente nada buenas. —Entonces, tú pedazo de coño estúpida, ¿estás lista para morir? — preguntó calmadamente mientras acariciaba cada uno de los artículos que había colocado en la cama. Y mi corazón frenéticamente cogió su ritmo ante sus palabras. —Estás lo… loca —le susurré a mi cerebro lo que acababa de entender y que mi cuerpo ya había notado. Oh Dios Mío, Oh Dios Mío, Oh Dios Mío… —Solo es cuestión de opinión, puta. Y ya que tus opiniones no cuentan por mucho tiempo más, te dejaré pasar esa. —Observé mientras agarraba el deshilachado rollo de cuerda y comenzaba a envolverlo alrededor de sus manos mientras veía su lenta sonrisa hacerse más amplia—. ¡Esto va a ser divertido! — exclamó mientras se acercaba a mí en la cama. Empecé a gritar tan fuerte como pude.

Jake tomó la llamada, pero nunca tuvo la oportunidad de saludar al oír a Ted Pierson comenzar a hablar. —Bien, Jake. Esto es lo que tenemos. Hay un aviso de búsqueda de Caitlin que fue transmitido a todos los oficiales en el personal aquí y en la oficina del Sheriff del Condado. Enviamos un par de patrulleros para explorar alrededor de

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cada lugar en el que se suponía que estaría hoy. Pero pensé de algo más que también podríamos tratar. Jake escuchó a Ted ir por el siguiente paso que quería tomar, pero el frío terror que se había iniciado en su estómago cuando había hablado primero con Ram se estaba extendiendo. La misma propagación de frío y oscuro temor que había tenido cuando había visto el médico comenzar a abrirse camino por el pasillo para hacerles saber a él y a Frank la muerte de su papá. El mismo temor que se produjo cuando los militares le notificaron la muerte de Frank. —¿Jake? ¿Jake, estás ahí? —¿Crees que funcionará, Ted? —habló Jake finalmente. —Vale la pena intentarlo, especialmente si estás seguro de que lleva su celular en su bolsillo trasero. —Entonces hazlo. Hazlo lo más rápido que puedas, ¿sí? —Estoy en eso, Jake. Y, ¿amigo? —¿Sí? —No te rindas. Jake cerró su teléfono sin responder y llevó el pequeño y elegante rectángulo hasta su frente. —No es tan fácil de hacer, hombre. Porque la amo —susurró. 196

Dejé de gritar solo lo suficiente para agarrar otra profunda respiración. —Oh, no dejes de gritar ahora, tú estúpida zorra. —Los ojos de Fiona eran salvajes mientras continuaba acariciando y envolviendo la cuerda alrededor de sus manos una y otra vez—. Me gusta escuchar gritos femeninos cuando estoy consiguiendo mis trofeos. ¡Vamos, vuélvete realmente loca! La sentí envolver la cuerda de saltar alrededor de mi cuello antes de que empujara el trozo de madera a través de los bucles en cada extremo. Cada vez que le daba vuelta al pedazo de madera, sentía la cuerda ponerse más apretada. A pesar de que solo estaba a pocos centímetros de distancia de mi cara, empecé a gritar de nuevo. Estaba tratando de proyectar mi voz aún más fuerte esperando que pudiera penetrar las paredes del pequeño remolque o interrumpir sus lentas y metódicas vueltas. —Vamos a prepararte, Cathy, ¿sí? ¡Un trofeo tiene que ser preparado a la perfección! —Metió el mango hecho en casa debajo de mi cuello y lo encajó debajo de la correa de mi sujetador para evitar que se desenrollara. Sentí sus manos mientras se movía para empujar el blusón del mini súper y mi blusa térmica antes agarrar mi sujetador y subirlo todo hasta encima de mi pecho. Estaba expuesta desde la cintura para arriba y sentí el aire frío contra mi sudada piel resbaladiza, mi cuerpo se contorsionó y di vueltas empujando con mi pierna mala mientras trataba de alejarme de ella y su manoseo—. ¡Mierda! Tetas naturales, debería haberlo sabido —murmuró sentada en su silla—. Sin clase.

Sentí que oí un ruidito sordo contra la pared debajo de la ventana por encima de mi cabeza. Tomé otra profunda, profunda respiración y empecé a gritar aunque mi voz ahora se estaba volviendo ronca y mi garganta dolía. Fiona alcanzó el botón de mis jeans y estaba tirando de la lengüeta para liberar la cremallera cuando hubo otro golpe aunque esta vez vino del otro lado. —¡Qué dem… —Comenzó Fiona mientras se enderezaba y se movía rápidamente hacia la tela sucia que servía de cortina para cubrir las ventanas. La observé mirar a la izquierda y a la derecha luego se movió para repetir el mismo comportamiento en la ventana que estaba a mis pies. No debió de haber visto nada porque sacó su celular de su bolsillo antes de sentarse en la silla. Se deslizó y utilizó la pantalla táctil cuando encontró el número de teléfono que quería. A medida que la llamada se conectaba, comenzó a pasar sus dedos sobre las restantes herramientas sin usar. Su murmullo por lo bajo, casi incoherente, sonaba como un canto, pero sólo pude captar un par de palabras que sonaban como ―papi‖ y ―niña buena‖ mientras empezaba a balancearse, meciendo su cuerpo hacia atrás y hacia adelante en la silla. Aunque sus movimientos se detuvieron cuando la escuché empezar a hablar por el teléfono. —Layton, bebé, la tengo. La que querías. Esa cuyo nombre susurras cuando me estás follando. Ven por ella, amante. Ella será mi regalo especial para ti. Hubo un pequeño movimiento que causó que todo el remolque se meciera y vi a un hombre caminando con cuidado por el pasillo, sostenía un arma con sus dos manos y los brazos rectos hacia delante de él. La pistola apuntaba directamente a la espalda de Fiona y parecía seguir sus movimientos. —Necesito que se levante de la silla lentamente con las manos en alto — dijo tranquilamente pero con firmeza. Le eché un vistazo a Fiona pero era como si ni siquiera lo hubiera oído—. Levántese de la silla y levante sus manos al aire. —Dio un paso más cerca por el estrecho pasillo, el arma seguía preparada contra la espalda de Fiona y su voz fue más fuerte, más firme en esta segunda solicitud. Pude ver que llevaba una especie de chaleco por encima de su traje gris oscuro. Fiona no detuvo su llamada. —Estoy esperando verte follándotela, bebé. Él estaba en la puerta de la pequeña habitación, a poco menos de un metro de distancia de la espalda de Fiona antes de dar un paso largo hacia adelante y agarrarla por la parte posterior de su cuello. La lanzó hacia el frente y el celular salió volando mientras él le forzaba la cabeza contra el colchón cerca de mis rodillas sosteniendo su arma contra su espalda. —¡La tengo! —Le oí gritar y vi cómo dos hombres entraron por el pasillo, ambos apuntando con sus armas. Uno entró en la habitación y el que tenía sometida a Fiona contra el colchón retrocedió de manera que pudiera darle al otro hombre espacio

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mientras trabajaba para meter sus muñecas en las esposas y cerrarlas sobre su espalda. —¡Oh, buenísimo! ¡Una fiesta! —gritó Fiona mientras era enderezada y llevada por el oficial hacia el pasillo. A medida que fue escoltada afuera, empecé a sollozar. El primer hombre, el que tenía el chaleco chistoso sobre su traje, tuvo la delicadeza de deslizar hacia abajo mi camiseta para que mis pechos ya no estuvieran expuestos. Me miró a los ojos. —Soy el detective Paul Adler, Caitlin. ¿Estás bien?

—¿Jake? —Aquí. —Jake no quería tomar la llamada, pero sentía que tenía que hacerlo. Estaba fuera del edificio de ella, caminando de un lado para el otro por la acera de la calle, demasiado molesto para esperar en su departamento, demasiado agitado incluso para sentarse en el auto. —La tenemos, amigo, la tenemos. —¿Está bien? —gruñó y podía sentir sus rodillas empezar a convertirse en gelatina mientras esperaba las palabras de Ram. —Está bien, amigo, muy bien. Consciente, un poco golpeada. Lo suficientemente lastimada como para estar de camino al hospital. Puedes dirigirte hacia allá. Ram oyó el viento contra el teléfono antes de que golpeara algo y la llamada se desconectó. Marianne, quien había estado observando al Sr. Stanton caminar por la acera desde que ella llegó a casa del trabajo, observó al hombre alto dejar caer el teléfono de su oreja y comenzar un lento descenso a la congelada acera. Sus rodillas cedieron completamente y observó mientras él caía duro sobre el pavimento, con las manos en las rodillas y la cabeza inclinada. Agarró su abrigo de un lado de la puerta y rápidamente se dirigió hacia él. —¿Sr. Stanton? —lo llamó en voz baja deteniéndose a sólo unos pasos de distancia de su posición, viendo que aún estaba de rodillas en la fría acera. Al mirar más de cerca, Marianne vio que los hombros del Sr. Stanton se sacudían así que se mantuvo en su lugar, jalando de su abrigo con más seguridad a su alrededor mientras esperaba. Trató de desviar su mirada cuando lo vio usar sus manos para limpiar sus ojos y mejillas, dándole cierto grado de privacidad mientras se recomponía. —Estoy bien. —Le escuchó decir mientras lo veía ponerse de pie cansadamente hasta alcanzar toda su altura, donde se detuvo. Él se agachó y agarró el teléfono que afortunadamente había aterrizado en la nieve y no en la acera y lentamente lo limpió en el lado de sus jeans.

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No la miró mientras hablaba pero parecía concentrado en sacar sus llaves del bolsillo antes de caminar lentamente y con cuidado hacia su auto. Usó una mano contra él para estabilizarse mientras se abría paso a la puerta del conductor. Sin volverse, dijo: —Caitlin está en el hospital. —Uhm, de acuerdo —respondió Marianne no conociendo el protocolo de cómo dirigirse al dueño de la compañía para la que trabajaba, y mucho menos si debía o no preguntar qué pasó. —Le diré que te llame, ¿sí? —dijo por encima de su hombro mientras llevaba su repentinamente cansado cuerpo al asiento del conductor. —Claro, Sr. Stanton —murmuró Marianne sabiendo que él no podía escucharla por encima del ruido del motor antes de lentamente darse la vuelta y regresara a su departamento.

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Capítulo 17 —¿Está Jake aquí? —grazné probablemente por enésima vez al personal médico mientras me llevaban a Radiología donde tomaron una radiografía de mi cadera, la pierna y el tobillo. —Lo siento, cariño, no lo sé —enfrentó a una mujer mayor y amable, identificada como Betty, asistente de enfermera por la credencial de empleado que cuelga balanceándose de una cuerda de colores brillantes alrededor de su cuello—. Vamos a acomodarte y ver si podemos encontrarlo. —Después de lo que pareció una eternidad, Betty me llevó a una habitación para dos, que felizmente estaba vacía de otro paciente y asegura las ruedas de mi cama. Ella manipula mi intravenosa y vuelve a conectar los cables que se fijan de mi pecho a la unidad de la pared de arriba. Después de traerme agua y mostrarme todos los botones y mandos a distancia que operaban la cama y la televisión, finalmente dijo—: Vamos a ver si podemos encontrar a tu Jake ahora, ¿de acuerdo? Ella solo había llegado a la puerta cuando oí mi nombre siendo gritado por el pasillo. Pobre Betty, saltó ante el fuerte grito y asomó la cabeza al pasillo, mirando a derecha e izquierda para encontrar al infractor haciendo todo el ruido. —¡Estoy aquí, cariño! —grité tan fuerte como pude, mi garganta cruda y mi voz no suena como la mía. Betty saltó de nuevo y rápidamente se volvió hacia mí, con los ojos grandes y redondos. Por suerte Betty tuvo la prevención como para moverse rápidamente lejos de la puerta, ya que mi hombre vino disparando a través, directamente a mi cama y a mis brazos extendidos. Nos aferramos el uno al otro, con mi cara bien plantada en su pecho mientras una de sus manos se movió debajo de mi cabello para capturar la parte de atrás de mi cuello y sostenerme cerca. Nos quedamos en esa posición durante mucho tiempo antes de que inclinara mi cabeza hacia atrás. —Jake... —intenté susurrar, pero mi garganta se encontraba tan dolorida que salió como un chirrido. —Shhh, querida, estoy aquí —dijo Jake colocando sus dedos sobre mis labios antes de rozar con ellos mi cara. No podía dejar de presionarme contra su mano mientras cerraba mis ojos. Su mano se movió para acariciar el cabello de mi frente y levantó mi mirada hacia él para verlo inclinar lentamente su frente contra la mía, sus ojos cerrándose lentamente. Después de mantener esa posición durante un tiempo, mucho tiempo, su barbilla se inclinó hacia la mía y nuestras bocas finalmente, finalmente se reunieron.

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No pasó mucho tiempo después para que Betty se fuera, cerrando la puerta suavemente detrás de ella. Cuando Betty se fue, Jake se quitó el abrigo y las botas e hizo sitio a mi lado en la pequeña cama de hospital, ambos nos pusimos uno frente al otro, cuidando de mi pierna adolorida y tratando muy duro de no sacudir mi intravenosa. —Pensé que te había perdido, muchacha bonita —susurró Jake inclinando su frente contra la mía para descansar ya que por fin lo pudimos resolver. —Pensé que me había perdido, también —admití susurrando con mi nueva voz rasposa y cerrando los ojos. Sentí su mano levantarse y utilizar sus dedos para peinar mi cabello suavemente. —No sé si podría vivir sin ti, Cait —escuché su susurro sonando torturado que me dijo que no era el único que había recibido una visión del infierno en las últimas horas. Dejé que sus palabras flotaran en el aire a nuestro alrededor antes de hablar de nuevo. —Empecé a sentir lo mismo por ti, también, cariño. —Es bueno saberlo. —De hecho, estaba pensando que te amo, Jake Stanton. —Fue lo único que se me ocurrió decir porque era lo único honesto que se encontraba en mi corazón y en mi mente en este momento. Mi Jake fue muy, muy calmado. —¿Me amas? —Le oí susurrar. —Lo hago totalmente —murmuré abriendo mis ojos, permitiendo que mi corazón brillara a través de ellos. Vi sus ojos cerrados durante unos segundos. Cuando los abrió, sus ojos dorados se llenaron de asombro cuando él, hablando tan suavemente como su voz grave lo permitía, enunció muy, muy claramente. —Te amo, también, mi Caitlin. Nosotros no prestábamos ninguna atención a lo que nos rodeaba y nos costó desbloquear nuestras bocas, los brazos y las manos entre sí, mientras escuchábamos un sonido fuerte de tos desde la puerta. —¿Quieres que te espere afuera mientras que ustedes dos lo hacen? —El rostro del Jefe Patel sonrió ampliamente mientras caminaba y se sentaba en la silla del visitante, moviendo el abrigo de Jake—. ¿Saben los enfermeros que ustedes dos están audicionando para una porno aquí en sus instalaciones? Jake y yo no respondimos a ninguna de sus preguntas y mientras Jake con las sabanas se aseguraba de cubrir todas las partes del cuerpo que había estado acariciando tan bien, antes de que se sentara en el borde de la cama frente a la silla.

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—No vine a arruinar su fiesta, pero quería darles una actualización sobre lo que tenemos hasta ahora. —Jake agarró mi mano, mientras el jefe continuó hablando. »Tenemos a Fiona en custodia, pero, creo por la mierda que estuvo escupiendo, creo que su abogado estará haciendo un alegato de locura. No creo que vaya siquiera a hacer muchas evaluaciones psiquiátricas, tampoco. ¡Eso es una locura! Se detuvo y sacudió la cabeza. —La acusamos de secuestro e intento de asesinato y se trasladó a la sala de psiquiatría de aquí arriba, ya que puedan cuidarla mejor que en la cárcel. Por lo que oí de mis muchachos, tenemos suficiente para acusarla con los otros asesinatos, así a pesar de las pruebas en los cortes y la caja no volverá por un tiempo todavía. Ram cruzó las piernas hundiéndose más profundamente en su silla pensando en el recipiente que también habían encontrado en el congelador de Fiona que contenía los condones atados que utilizaba en los cortes que ella hizo. —Encontramos una pistola eléctrica en su abrigo, que es lo que pensamos fue utilizada en ti, Caitlin, pero vamos a necesitar tu declaración ya sea mañana o el jueves. Siempre que estés lista. —Asentí sorprendida de que por primera vez en mucho tiempo no había pensado lo que tenía que estar haciendo o donde tenía que estar. —¿Algo sobre por qué la ―W o B‖? —preguntó Jake. —Ramera de Babilonia13 es lo que nos dijo. —Ram se encogió de hombros—. Pero estaba balbuceando todo tipo de mierda cuando la teníamos en la sala de interrogatorios. El jefe miró a Jake antes de pasar a su siguiente tema. —Tenemos a Hank bajo custodia y el jefe en Gallup, Nuevo México, está recibiendo los documentos de extradición que se movieron lo antes posible para que ya no trabaje más en la seguridad del club. Jake comenzó a hablar y Ram levantó una mano. —No puedo darte más que eso, amigo, hasta que haya sido acusado formalmente. Digamos que el Hank que conocíamos no era quién era en realidad. ¿Qué está diciendo el doc… —Empezó Ram antes de ser interrumpido cuando la puerta se abrió dejando entrar un enorme ramo hermoso, un ramo tan grande que solo las piernas y los zapatos de los visitantes eran visibles. Las flores se desplazaron hacia abajo y se hicieron visibles la corona y la frente de Marianne.

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Ramera de Babilonia: en inglés es ―Whore of Babylon‖… por ello las siglas ―W‖ y ―B‖.

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—Oye, Caitlin, oí que te encontrabas en el hospital. —Le oí decir con voz ahogada detrás del gran ramo. Ram se puso0 de pie y la ayudó a vaciar los brazos del enorme jarrón de flores. Jake y yo vimos mientras la mirada de Ram atrapó la de Marianne. Hubo un momento pequeño, casi demasiado breve para ser cierto, cuando sus movimientos se detuvieron y sus miradas se encontraron. Ram rompió el momento primero cuando comenzó a moverse hacia el estante junto a la ventana para colocar el gran jarrón y Marianne se trasladó a la silla del visitante. Jake y yo compartimos nuestra propia mirada, cada uno de nosotros se preguntó si lo que vimos realmente sucedió y lo que podría significar. —¿Toc, toc? —Miré hacia arriba y vi a un hombre atractivo, de cabello rubio y enrulado asomar la cabeza por la puerta—. ¿Está bien si entro? —Hola, Paul. —Lo saludé—. Jake, este es el detective Paul Adler. Él es el que... Mi voz se apagó tanto cuando miré a Jake mientras se paraba con rapidez, con los ojos muy abiertos y mirando al detective. —¿Salvaste a mi Cait? —murmuró Jake elevando su barbilla. Los oscuros ojos de Paul se trasladaron a mí y me encogí de hombros ya que no tenía ni idea de lo que estaba pasando en el cerebro de Jake. —Era uno de los del equipo que arrestó a Fiona —dijo Paul lentamente. —¿Salvaste a mi Caitlin? —volvió Jake a preguntar inclinándose un poco en la dirección de Paul. —No sé lo que estás tratando de preguntar, Jake. Era uno de los del equipo que arrestó a Fiona y se aseguró de que Cait se encontrara fuera de peligro. Jake volvió a mirarme y lo que vi en sus ojos me hizo recuperar el aliento. Giró hacia Paul y dio un paso hacia adelante, levantando su mano para estrechar la mano del poco confundido detective antes de apretar al hombre más bajo en un abrazo que incluyó un golpe a la mitad de la espalda. Mi habitación en el hospital se encontraba completamente en silencio hasta que oí a Jake gruñir profundamente—. Te debo una, hombre. —¿Vamos de nuevo? —Oí a Paul ahogado al ser aplastado contra el pecho de Jake. —Tengo a mi chica lejos de esa perra psicópata. Te debo una grande. — Esto retumbó con otro golpe en la espalda del pobre Paul. Estaba segura de que iba a tener algunos moretones allí mañana. —Ah... de nada —respondió Paul cuando fue liberado del abrazo de Jake. Me di cuenta de que el pobre hombre no estaba acostumbrado al nivel de la gratitud de Jake, aunque, tengo que decir, que no estaba bien, y tengo que

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admitir que la reacción de Jake con el detective hizo que mi corazón se hinchara y los ojos se me pusieran llorosos. Presenté a Marianne y a Paul y veía a mi vecina rubia completa y totalmente atrapada por el detective caliente que parecía aún más caliente cuando sonreía. Me encontraba un poco sorprendida cuando se me ocurrió atrapar a Ram, que había estado hablando en voz baja con Jake en el otro lado de mi cama, viendo a Marianne conversando con Paul con el ceño ligeramente fruncido en su rostro. Paul suavemente le preguntó a Marianne por su número y el ceño fruncido de Ram se profundizó en una mueca cuando ella se lo dio. Paul dio un par de pasos hacia mí y me ofreció su mano con una sonrisa. Sí, su sonrisa era asesina. —Me alegra saber que estás bien, Caitlin. —Gracias por su ayuda —le dije con mi nueva voz de Demi Moore en voz baja, de manera significativa, saludando con la mano y sonriendo a la vez. Se fue con una elevación de su barbilla hacia Ram y un golpecito con el dedo a Jake. Tan pronto como se cerró la puerta fastidié a Mariane con mi mirada. Rió suavemente y se inclinó hacia mí para susurrar: —¡Una chica inteligente nunca desperdicia una oportunidad! —Y luego me guiñó un ojo mientras echaba un vistazo a Ram que había vuelto de nuevo a su conversación con Jake. No pude evitar reír aunque me hizo toser y tomar mi agua. Pronto nuestras dos parejas se separaron el uno del otro, los hombres acurrucados en el espacio junto a la puerta y Marianne tirando su silla más cerca de mi cama mientras charlábamos. Sentía que solo fueron unos momentos antes de que Betty entrara por la puerta y anunciara que las horas de visita habían terminado. —Todo el mundo que no está en una cama debe irse. Marianne me dio un abrazo con la promesa de llamarla mañana y Ram estrechó la mano de Jake antes de darme una elevación de la barbilla en señal de despedida. Jake se movió de nuevo a la cama y enganchó una cadera hasta sentarse a un lado antes de plantar sus manos a mis costados. —¿Quieres que me quede o que me vaya, querida? —No te vayas, Jake. Quédate conmigo, ¿de acuerdo? —Mi mano fue apretada por la de Jake muy fuertemente y reconocí que tenía miedo de estar sin él, incluso si fuera solo una noche. Jake vio algo en mi cara y se inclinó sobre mí, su peso ahora en el codo mientras alisaba mi cabello y acariciaba mis mejillas con sus dedos. —No sé si me dejen, pero me quedaré todo el tiempo que quieras. —Sabía que escuchó mi suspiro de alivio ante sus palabras lo que me hizo saber que él

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me había leído bien. En realidad, creo que estaba más que un poco indeciso sobre estar lejos de mí, también, si quieres saber la verdad. Así fue que la enfermera de la noche nos encontró a los dos abrazados en la cama de un hospital construida para uno, mi espalda hacia el frente de él, con su brazo alrededor de mi cintura. Teniendo cuidado de no molestarnos, la enfermera probablemente obtuvo la información que necesitaba, cambió la bolsa de mi intravenosa lo más silenciosamente posible y cerró la puerta con suavidad cuando se fue.

—Así que, señorita Tomas, ya que solo tiene una fractura en su fémur izquierdo, la hemos estabilizado con un yeso para caminar. A pesar de que se llama un yeso para caminar, esperamos que pueda evitar apoyar el peso sobre la pierna al menos durante 72 horas. Puede tratar de caminar sobre ella después de ese tiempo por períodos cortos, siempre y cuando no le cause demasiado dolor. Escuche a su cuerpo, señorita Tomas y duerma cuando lo necesite y tome las pastillas para el dolor que he prescrito a medida que los necesite. Nos vemos la semana que viene en mi oficina cuando volvamos a hacerle otra serie de radiografías, ¿de acuerdo? —El médico, me dio una palmadita en el hombro, se veía demasiado joven como para conducir un auto, mucho menos prescribir medicamentos. —Bien, esto es cómo lo vamos a hacer —retumbó Jake mientras el camillero empujaba mi silla de ruedas por el pasillo camino al ascensor. Me sentí un poco tonta de dejar el hospital con solo mi bata de hospital y el abrigo de Jake, pero el personal del hospital había cortado mis vaqueros en la sala de emergencias y yo nunca, nunca quise ver de nuevo ese estúpido traje. El camillero acerco demasiado la silla de ruedas a la esquina y contuve el aliento cuando mi pierna izquierda, frente a mí, se acercaba un poco demasiado a la pared. —Ten cuidado, amigo. Estás empujando una preciosa carga —advirtió Jake al camillero mientras empujaba el jarrón de flores hacia él y agarraba los mangos de la silla de ruedas—. Te diré algo, voy a conducir, ¿sí? »Como estaba diciendo aquí, así es como lo haremos —repitió Jake mientras maniobraba cuidadosamente los giros y esquinas del pasillo del hospital—. Te sentarás en el asiento trasero para que podamos mantener tu pierna recta. Vamos a pasar por tu casa, recoger lo que necesitas y conseguir que te acomodes en mi casa donde pueda mantener un ojo en ti. —Pero, Jake yo… —No hay discusión Cait.

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—¿Qué hay sobre… —No voy a decirlo de nuevo, querida —dijo Jake cuando detuvo la silla delante de las puertas del ascensor. Miré hacia el camillero que estaba mirando a todas partes y a cualquier lugar excepto a nosotros. —Es un poco fanático del control —finalmente dije en un dramático susurro señalando a Jake por encima del hombro con el pulgar. —Como que lo noté —susurró el camillero, casualmente miré al hombre alto detrás de la silla de pie con los pies bien plantados, los brazos cruzados y la mirada fija en el indicador del ascensor.

Jake tardó más tiempo del esperado en obtener lo que necesitaba por lo que Caitlin tuvo que permanecer en su casa durante los siguientes días. La mayor parte del tiempo estuvo haciendo la lista de lo que quería de su apartamento, Jake se negó absolutamente a permitirle participar en el embalaje. Y la lista escrita era necesaria porque Jake sabía que después no recordaría ni un puto artículo que ella le dijera del maldito cuarto. —Cariño, no hay razón para que necesites tres pares de botas... —¿Estás tratando de hacerme enojar, Jake? ¿Lo estás? —La oyó chasquear desde el asiento trasero—. Quiero lo que quiero y si no me dejas ir y realmente conseguir lo que quiero, entonces solo vas a tener que conseguir lo que yo diga, ¿de acuerdo? Supongo que los analgésicos están desapareciendo, pensó, pero sabiamente no lo dijo en voz alta. —Mi error —dijo tratando de aferrarse a su paciencia, pero se estaba agotando después de todo el drama de los últimos días. Trabajó tan rápido como pudo, moviéndose a través del pequeño espacio de su apartamento, empaquetando en la bolsa las cosas de la lista durante la noche, la bolsa era grande pero tuvo que usar las bolsas de plástico para el resto cuando no pudo encontrar su maleta. Jake abrió la puerta con sus pies y se inclinó. Su tez parecía un poco gris y ella estaba preocupada con su labio inferior entre sus dientes. Sí, la chica estaba con dolor. —Solo una cosa más, muchacha bonita, ¿sí? Caitlin moviendo su mano como señal para que siga hablando. Jake tuvo que girar la cabeza para ocultar su sonrisa cuando se dio cuenta que ella estaba haciendo su gesto.

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—¿Qué pasa con Fred? —¿Fred, quién? —dijo Caitlin frunciendo sus cejas mientras ladeaba su cabeza. —Tú sabes. El gato. —¿Estaba con tanto dolor que no podía seguir una conversación? —¿Quieres decir Floyd? —Bebé. Fred, Floyd de cualquier manera. No me importa una mierda. La pregunta es, ¿qué vamos a hacer con él? —Tienes razón. —La oyó murmurar pero no parecía tener alguna idea, o al menos, ninguna que estuviera dispuesta a hablar. —Creo que estará bien con Mostaza —ofreció solo queriendo conseguir el maldito inconveniente del camino y sentarla en su cama tan pronto como sea malditamente posible. —¿Quién? Jake apretó sus dientes posteriores fuertemente mientras extraía profundamente otra dosis de paciencia. —Mi perro, querida. —Oh. No lo sé —dijo con un suspiro. Jake esperó a ver si tenía algo más que añadir—. ¿Llamaste a tu perro después de un condimento? —Malditamente lo hace —murmuró Jake por fin y se obligó a cerrar la puerta del auto suavemente, en lugar de golpearlo duro y en repetidas ocasiones como él quería hacer, antes de regresar al edificio. Llamó a la puerta de Marianne y le preguntó si podía hacerse cargo del gato durante unos días y dijo que estaría encantada de hacerlo, antes le pidió hacerle saber a Caitlin que la llamaría mañana. Volvió al auto y solo habían ido unas pocas cuadras antes de que Caitlin preguntara. —¿Qué está pasando con mi gato? —Marianne va a cuidar de él —respondió levantando la vista hacia el espejo retrovisor y capturando su mirada—. Dice que te llamará mañana. —Bien —suspiró Caitlin

Consiguió acomodar a Caitlin en su cama y le hizo tomar un par de pastillas para el dolor antes de dejarla por su cuenta para hacer un rápido repaso al club. Se aseguró de que la laptop y el mando a distancia al televisor

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eran de fácil acceso e incluso le llevó un par de botellas de agua que dejó en la mesita de noche. —¿Puedo llamarte Enfermera Betty? —preguntó ella sonriendo y bostezando. —No, si quieres que te responda. Ahora, ¿estás lista? —Jake imprevistamente la beso rápidamente después de ver que asentía—. Nos vemos dentro de poco, querida. —Nos vemos, bebé —observó mientras ella se acurrucaba más abajo en los cobertores y agarraba el mando a distancia. Jake sabía que tenía que dormir, pero él quería liberarse tan pronto como era posible. Había estado pensando en esto por un largo tiempo, pero teniendo a Caitlin en su vida le había parecido como traer más presión para lograr que se haga, y que se haga pronto. Entró en su espacio reservado y caminó alrededor de la entrada del frente para evitar tener que caminar a través del club para llegar a la escalera que conducía a su oficina. Él chocó la mano con Tony que había estado en la puerta por la noche. Subió casi corriendo por las escaleras a la oficina, con la esperanza de que Dale estaría allí en vez de vagando por el piso de arriba. Él estaba. Jake se dejó caer en una de las sillas frente al escritorio y esperó a que Dale terminara su llamada antes de hablar. —¿Quieres salir del club, Dale? —dijo simplemente. —Hola a ti también. Estoy bien, gracias por preguntar —dijo Dale con solo un poco de sarcasmo. Jake no respondió, pero solo miró a su amigo de tantos años, el hermano de su corazón. —Así que quieres salir, ¿no? —dijo Dale con un suspiro de resignación. Jake asintió. —¿Quieres que te lo compre por completo o quieres ser solo un socio silencioso? —Completamente. Jake miró a Dale apoyar sus codos sobre el escritorio antes de tomar su bloc de papel y lápiz. Ambos miraron escribir una larga fila de bucles antes de que Dale volviera a hablar. —¿Puedo preguntar por qué? —Hay un montón de razones. —Hizo una pausa—. O hay una razón, si lo prefieres. —En otras palabras, no me lo vas a decir.

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Jake apoyó los dedos entrelazados en su cabeza mientras se deslizaba más abajo en la silla. Dale se agachó, mirando a los malditos bucles fluyendo de la pluma. —Mi vida está cambiando Dale. Fuego ya nunca más encaja. —¿Debido a Caitlin? —En parte, sí. —¿Cuánta parte de ella? Un poquito, la mitad o toda la maldita enchilada14. —La voz de Dale subió tanto en volumen como en tono. Jake se quedó callado, mirando como pequeños puntos de su temperamento empezaban a florecer en lo alto de las mejillas de Dale. Sabía lo que significaba esa coloración, sabía que en cuarto grado cuando Andy Lewis se había burlado de la mochila de segunda mano de Jake. Esa fue la primera vez que Jake recordaba haber visto las manchas de color y fue la primera vez que vio a Dale burlarse de otra persona. Jake movió lentamente sus manos de la cabeza y se sentó un poco más recto en la silla antes de responder. —No importa, Dale. —Claro que no. Quiero decir, ¿no hicimos una promesa de qué coños no se interpondrían entre nosotros cuando empezamos a salir? ¿Y no fuiste tú quién insistió en que siempre tomáramos las decisiones juntos diciendo que dos cabezas son mejores que uno? ¿Cierto, Jake? ¿No es eso lo que dijiste? Así que ahora, estás rompiendo las reglas, las malditas reglas, Jake, ¿por un poco de arrebato? Santo carajo, aquí vamos. —Muy bien, ¿quieres entrar en esto?, vamos a hacerlo —gruñó Jake, sus ojos clavados en los de Dale. Dale le devolvió la mirada. »Tú y yo hacemos un gran equipo la mayor parte del tiempo. Hacemos una mierda de carga de dinero en un número de maneras diferentes, incluyendo este club. Nunca me vi a mí mismo como propietario de un club de striptease, ¿verdad? Dale sacudió la cabeza y Jake sintió la tensión aliviarse un poco. —¿Recuerdas cuando compramos el lugar? ¿Cómo llegamos al acuerdo con Bruno porque lo necesitaba para pagar sus gastos legales? Así obtuvimos el club barato, ¿no?

Enchilada: es una tortilla enrollada y rellena generalmente con una mezcla que contiene carne o queso y servido con una salsa condimentada con chile. 14

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—Sí, me acuerdo, Jake. No podíamos imaginar que el personal había estado involucrado en el tráfico de drogas y la prostitución con Bruno que tuvimos que despedirlos a todos. —¡Cristo! Y hemos hecho que ellos se aplicaran a sus puestos de trabajo y tomaran las pruebas de drogas. Se podría pensar que estábamos pidiendo que nos den un riñón o algo así. —Jake negó ante el recuerdo. —¿Con qué frecuencia obtuviste tus neumáticos recortados, Jake? Creo que a mí me lo hicieron cinco veces. —Habías golpeado a uno, o seis en total. —Los dos se encontraban tranquilos al recordar aquellos primeros días. —Así que a pesar de que hemos hecho un montón de pastel con esto, se necesita una gran cantidad de mi tiempo y codearse con la gente que realmente no quiero conocer. Después de seis años, Dale, estoy cansado. Estoy cansado de tenerte para estar al tanto de todas las malditas leyes y mierda. Pero, en resumen. Quiero sentar cabeza. Quiero una familia, quiero hacer mi… Jake no tuvo la oportunidad de terminar el pensamiento cuando Dale se levantó bruscamente, golpeando la silla del escritorio pesado hacia atrás cuando empezó a tirar todo de la mesa, uno a la vez, en la pared más lejana, sus lanzamientos programada para enfatizar sus palabras mientras le gritaba. —Bueno... Joder... Tú... ¡Jake! —Sin más objetos para lanzar Dale se quedó inmóvil, con el pecho agitado, con las manos apretadas en puños. Jake estaba vigilante y tranquilo, manteniendo sus ojos en Dale. —Y, ¡FÓLLALA! —Al último grito de Dale, Jake se disparó de su silla. Se izó hacia arriba y sobre la mesa para llegar a la cara de Dale, su mano en el cuello de Dale. —Me conoces, Dale. Sabes cómo pienso, cómo trabajo, qué es importante para mí, ¿sí? Cuando Jake no obtuvo una respuesta de él, ni siquiera tanto como un guiño, empujó a Dale de espaldas contra la pared antes de inmovilizarlo. —¿Sí? Responde, Dale. Dale le da a Jake una leve inclinación de cabeza, una simple elevación de la barbilla. —¿Entonces por qué diablos no debo golpear la mierda de ti por hablar mierda sobre ella? Dale arqueaba su espalda, tratando de torcer su cuerpo lejos de Jake y de su retención.

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—He estado pensando en esto por mucho tiempo, más de lo que he estado con Cait. No por ella. Pero debido a que ahora es un buen puto tiempo para mí para conseguir salir de esta mierda. Jake comenzó lentamente a dejar ir a Dale de nuevo antes de que empujar a su compañero contra la pared. —¡Es mejor que nunca te escuche llamando a ―mi Caitlin‖ ―un poco de mierda‖ o voy a jodidamente arrancarte la cabeza! ¿Entiendes? Dale se acomodó lejos de la pared mientras Jake se movió rápidamente hacia la puerta, con cuidado de no darle a Dale la espalda. —Te llamo más tarde a ver si podemos hacer una cita con Sam —dijo con la voz enojada aún.

—¿Bebé? —¿Hmm? —¿Estás dormido? —Estaba. —Se me olvidó preguntarte algo. —¿Qué? —¿Cómo me encontraron? ¿Cómo supieron dónde buscar? —Teléfono. —¿Qué? —El teléfono. —¿Mi teléfono? —Tiene GPS. —¿Y? —Utilizamos el GPS de tu teléfono para saber dónde estabas. Silencio. —¿Bebé? —Hmm... —¿Estás dormido? —Lo intento. —No tengo sueño. Creo que dormí mucho antes.

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—¿Las píldoras? —¿Qué? No, no estoy con dolor ni nada. —¿Quieres follar? —¿Qué? —Bebé. —Bueno, ahora que lo dices...

Habían pasado tres días desde que el médico me había prescrito y estaba lista para ser capaz de moverme más que ir al baño y de regreso. O del pequeño sofá en el dormitorio y de regreso si Jake no se encontraba cerca. Había descubierto que mi grande, fuerte mal-culo fue una completa y total preocupación-verruga, tan buena como para seguir el consejo médico. Habíamos tenido muchas palabras acerca de esto en el transcurso de los últimos tres días, no todas ellas agradables. Incluso creo que en un momento dado mi hombre amoroso había murmurado ―terca como una mula‖, lo que me pareció muy ofensivo en el momento. Así que en este, el cuarto día, me había duchado y vestido y arreglado el cabello un poco antes de dirigirme escaleras abajo. Mi pierna, aunque adolorida cuando puse demasiada presión sobre ella, estaba mucho mejor así que estaba ansiosa por ir allí. A pesar de que el piso de abajo no era muy diferente que el piso de arriba, era todavía un cambio bienvenido. Un cambio muy bienvenido. Jake había llamado tan solo unos minutos antes para avisar que se encontraba de regreso a casa desde la oficina de Sam y debía estar en casa en veinte o algo así. Casa. Una palabra tan simple llena de tanto significado. Miré a mí alrededor de la planta baja con un ojo crítico. Era casi una casa. Había estado ocupada, aunque me encontraba confinada a la cama descomunal de Jake. Hice tiempo para descargar las fotos de nuestros teléfonos en el ordenador portátil y le había dado a Marianne una misión sigilosa de conseguir papel fotográfico y marcos. Pasé tiempo eligiendo solo las mejores fotos de nosotros juntos y los imprimí cuando Jake estaba fuera. Marianne los sacaba fuera de la impresora en la oficina de arriba cuando venía cada noche y me los traía. Me encantaba la conexión Wi-Fi gratuita. Ayer por la noche fue cuando trasladó todas las fotos enmarcadas abajo y puso la bolsa en la parte inferior de la despensa, detrás de la comida para perros. Puesto que Jake

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parecía en esencia una bola doble de del tipo de croquetas para perros, pensé en que las fotos estarían a salvo, lejos de ojos indiscretos. Quería que fuera una sorpresa. Arrastré cuidadosamente la bolsa de comida para perros que, afortunadamente, se encontraba medio llena antes de enganchar la bolsa de fotografías enmarcadas en su escondite. El tiempo extra de arriba, aburrió mi mente, en realidad había sido puesto a buen uso mientras planeaba cuidadosamente a donde iban a ir las imágenes. Arrastré el de arriba, el de 3x5 de nosotros en Enrique, en nuestra primera cita. Jake se reía, su cabeza hacia atrás y me estaba riendo, con la cabeza inclinada hacia arriba hacia su cara, su brazo alrededor de mis hombros. Recuerdo que le había pedido a la camarera para tomar la imagen justo antes de que la cena fuera interrumpida por Hank y Fiona. Esta la puse en la repisa de la ventana de la cocina. El siguiente fue el 8x10 de nosotros reclinándonos contra la moto justo antes de irnos de Smithfield. Esa vez le preguntó a un tipo grande motociclista si no le importaría tomarnos la fotografía. No recuerdo si incluso intercambiamos nombres, pero quien quiera que fuese, tomó bellas imágenes. Había tres de ellos en mi teléfono, todos ellos de pie delante de él pero dentro del círculo de sus brazos, cascos colgando de las correas en nuestras manos. En uno, Jake está riendo con la cabeza hacia atrás y estoy sonriendo ampliamente a la cámara. En otro, los dos estamos sonriendo a la cámara y en la tercera nos volvimos uno hacia el otro, nuestras frentes tocándose, pero cada uno de nosotros riendo. Fue la segunda imagen que la coloqué sobre la mesa del sofá detrás de la parte más larga del enorme sillón de Jake. El siguiente marco de la bolsa tenía una imagen de la cual no era consciente de que se había tomado, pero estaba en mi teléfono. Nos mostraba a mí y a Jake durmiendo en esa pequeña cama de hospital, mi espalda apoyada en su pecho, su cara parcialmente visible alrededor de mi cabello. Este era una imagen 5x7 y la coloque sobre el manto, justo debajo de la pantalla plana. La última imagen era de Jake con la señora Baxter que había tomado en el Hogar de Ancianos. Este había sido impreso como un retrato 5x7 y lo coloqué en el otro lado del manto. Estaba sentada en la otomana en la pared junto a la puerta, lo que me proporcionaba el único punto de vista desde donde se me permitía ver las cuatro de las fotografías sin tener que desplazarme. Escuché las llaves de Jake en la puerta y lo oí comenzar a llamarme: —En casa, querida. —Antes de que me viera sentada junto a la puerta. Me sonrió mientras usaba la acción del talón-dedo del pie para salir de sus botas antes de hacer su camino hacia mí.

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—Hola, cariño —le saludé girando suavemente mi cara para mi beso. —¿Cómo estás, niña bonita? —Le oí decir en voz baja contra mis labios. Se trasladó en calcetines hacia la cocina y sabía el momento exacto en que vio la foto en la repisa de la ventana porque él se quedó completamente inmóvil antes de moverse lentamente hacia ella. La miró un rato antes de volverse hacia mí, una sonrisa cálida iluminando su suave cara. —¿Tu trabajo? Asentí. —Hay más, cariño. Vino hacia mí y salió a la sala. Solo podía ver se espalda desde donde estaba sentada, pero todavía podía ver cuando agarró el marco de la mesa de sofá y luego se trasladó a la foto de él y su Sra. Lilly antes de llegar a la imagen de los nosotros dos en la cama del hospital que había colocado en el otro extremo del manto. Jake realmente lo agarró para llevarla hacia abajo y mirarla durante bastante tiempo. —No sé quién lo tomó o cuando, pero me alegro de que lo hicieran. —Yo también, niña bonita. —Él siguió mirando a la imagen, frotando el marco con el pulgar—. Un tesoro, ¿no? Sabía que hablaba de algo más que la imagen, pero lo que representaba, en nuestro momento inconsciente de que la imagen había capturado, estábamos juntos con seguridad después de las horas que no estuvimos ya sea juntos o seguros. Que fue, en la cama dura del hospital, una unidad inseparable. Tragué el nudo en la garganta al ver la expresión suave en el rostro de Jake. Vi como él puso la imagen de nuevo en el manto y se trasladó de nuevo a mí. Me levantó y se sentó, acomodándome en su regazo suavemente. Él miró a su alrededor y sonrió cuando vi que él lo entendió por qué estaba sentada allí, cuando sus ojos se movieron de una imagen a otra. Me acurruqué contra él colocando mi cabeza en su hombro contenta de que a él le gustara los pequeños cambios que había hecho. —¿Querida? —¿Mmm-hmm? —Estaba pensando. ¡Me preguntaba lo importante que es para ti vivir en tu apartamento? —Sentí que su mano había empezado a acariciar suavemente mi espalda a empezar a agarrar velocidad. —No sé lo que quieres decir, bebé. —¿Quieres quedarte aquí todo el tiempo, Cait? Me aparté para poder ver su rostro.

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—¿Quieres que me mude? Él asintió y apoyó su frente contra la mía. —¿Estoy pidiendo mucho, es demasiado pronto? Cerré los ojos y giré mi cabeza para pensar en ello. ¿Era demasiado pronto? Bueno, algo así si eras el tipo de persona que mide la cantidad de amor que tenías por la cantidad de días que habían pasado juntos. Yo no estaba y yo no creo que Jake estaba bien. ¿Era mucho? ¿Estar con Jake en un solo lugar todo el tiempo? ¿No tener que coordinar nuestros horarios y pasar de un lugar a otro con el fin de estar juntos? Eso fue un pan comido para mí. —Encantada, bebé —dije suavemente moviendo la barbilla para que pudiera darle un beso. Él, como siempre, se aprovechó de tomar el suave beso que propuse y lo convirtió en algo más profundo hasta que nos frotábamos entre sí y una de sus manos estaba debajo de mi sudadera, amasando mi pecho. Pedí un alto temporal a nuestra improvisada, distinguida sesión haciendo palanca a mí mismo en mi pierna buena y estabilizándome a mí mismo contra su hombro. —He estado pensando, también —anuncié todavía sin aliento por sus besos. Jake levantó la ceja y me indicó que continuara. —Estoy dividiéndome demasiado con demasiadas clases y también muchos puestos de trabajo. Y aunque me encantaría obtener mi título en cuatro años, no hay ninguna razón por la que no pueda conseguirlo en seis. Y debería ser capaz de trabajar solo en alguna parte a tiempo parcial en una industria que pueda, con los dedos cruzados, conseguir un trabajo a tiempo completo después de obtener ese grado. —Apoyé mi mano contra la pared, pero la posición comenzó a ser incómoda. Jake debe haber visto que me estremecí porque se puso de pie y colocó su brazo alrededor de mi cintura mientras caminaba lentamente conmigo a los taburetes de la barra. Después de que me sentó, se dirigió a la parte de la barra de la cocina y capturó mis manos. —¿Tienes algo en mente para eso? —Marianne mencionó que la recepcionista que tienen ahora se va de baja por maternidad en dos semanas y no sabe si va a regresar. Dijo que el director de la oficina podría considerar un trabajador a tiempo parcial especialmente durante las tardes y tarde noche ya que la temporada de impuestos ya casi está aquí. —Me parece bien si es lo que quieres, ¿sí? —Sí. —No sé si lo sabes, muchacha bonita, pero Sam está preparando el papeleo y Dale está comprando mi parte del club. —¿Vendiste tu parte del club? ¿Por qué?

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—Te lo dije antes, querida. No soy el mismo hombre que era. No quiero ser ese hombre, no contigo. —No estás vendiendo por mi culpa, ¿verdad Jake? —No, niña bonita. Lo estoy vendiendo porque si seguimos yendo como vamos entonces las cosas se moverán hacia adelante, ¿sí? Puede que algunos niños obtengamos de nuestro sexo mono salvaje. —¿Sexo mono salvaje ? —No pude evitar reírme y mi mente conjuró un par de posiciones que realmente disfrutaríamos y totalmente podía ver por qué mi hombre lo llamaría ―sexo mono salvaje‖. —Lo que sea. Podemos tener hijos algún día y no queremos traer cualquier niño especialmente no a mi hijo, en cualquier lugar cerca de ese mundo. ¿Entendido? —Lo tengo, Jake. Hubo un silencio, pero nuestros ojos y las manos se quedaron juntos. —¿Bebé? —Aquí mismo, querida. —Tenemos otra gran decisión que tomar antes de seguir adelante. —¿Qué es eso? —¿Deberíamos tener sexo mono salvaje, antes de comer o después de la cena? Vi otra lenta sonrisa iluminando su rostro antes de que él respondiera: —Tu elección, niña bonita.

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Epílogo 2 semanas después Los dos estábamos simplemente conteniendo el aliento después de una vigorosa y rotundamente exitosa segunda ronda cuando me atreví a preguntar: —Bebé, ¿te parece que tenemos suficiente comida? Hubo una pequeña y afilada risa del lado de Jake de la cama donde se había derrumbado. —Nena. —No, de verdad, ¿crees que tenemos suficiente comida? Quiero decir, todos los que hemos invitado dijeron que venían. ¿No cubrimos nuestras apuestas y el orden del diez por ciento menos en el caso de personas no vengan? —Sentí una nitidez en mi voz, pero sentía que tenía derecho por ésta ser la primer fiesta que alguna vez había planeado. Sentí serpentear el brazo de Jake alrededor de mi cintura antes de volverse de espaldas, arrastrándome con él y presionándome contra su costado. —Vas a resolverlo, cariño ¿no? —Le oí retumbar contra el oído que presionaba contra su pecho—. Habrá suficiente. Ustedes chicas dijeron que ellos traerían mierda, también, ¿verdad? Asentí porque era cierto. Mis chicas estaban trayendo cosas. Marianne y yo habíamos estado en el teléfono constantemente, repasando el menú una y otra vez. Mi mente se dirigió fuera de pensar en cómo ella y yo habíamos llegado a ser tan cercanas después de mi encuentro con lo peor de Fiona. Estaba feliz de tener tan cerca a Marianne. Estaba agradecida de tenerla tan cerca. Mierda, era malditamente suertuda de tenerla tan cerca. Ella era la encargada de coordinar con otros que habían sido invitados que habían sido todos de Fuego, el Departamento de Policía de Grantham, las chicas de Arminster Arms y algunos amigos de Jake. Ella y yo a menudo reíamos de esta mezcla de personajes y hasta me recordó a la última vez que ella había terminado, alzando los brazos y gritando en voz alta: ―Va a haber drama, Cait, ¡y nosotras conseguimos un asiento de primera fila!‖. —Va a ser bueno, Cait, ¿sí? —Escuché al hombre de mis sueños gruñir en voz baja mientras apretaba sus brazos a mi alrededor. Mientras estaba todavía aprendiendo el ―idioma-Jack‖, me di cuenta de que estaba mejorando en ello diariamente. O eso, o simplemente estaba verbalizando más para mí.

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—Deseo que pudiéramos haber traído a la Sra. Lilly, sin embargo —dije con un suspiro. Mi paciente favorito y madre sustituta de Jake había muerto el martes anterior. Por sus instrucciones, ella fue incinerada y Jake me tomó camino a la montaña, cerca de dos horas más allá de Smithfield a un prado oculto que ella había especificado en su testamento, y que Jake parecía conocer sin consultar un mapa. Fue un hermoso día, el sol tenía una promesa de primavera en sus rayos mientras se enroscaba a nuestro alrededor cuando estacionamos la moto y se puso en nuestro medio-kilómetro de caminata hacia el prado antes de que Jake soltara la caja de madera que contenía sus cenizas. —Estate en paz, mi amor —murmuró mientras soltaba sus cenizas en el viento que soplaba suavemente a través de la pradera. Agarramos un poco de la ceniza mientras soplaba de nuevo sobre nosotros y cerramos nuestros ojos rápidamente. »Pienso que ella nos daba su bendición, Cait —dijo Jake en voz baja, casi con reverencia mientras cerraba la tapa de la caja posterior en su contenedor. El nudo en la garganta me impidió responder, pero fue tocada por el pensamiento tan bien como la memoria de la hora que Jake había pasado solo en nuestra habitación después de recibir la llamada de Shady Acres. Yo había presionado el oído a la puerta del dormitorio alrededor de unos quince minutos después de haberse secuestrado a sí mismo allí y todo lo que podía oír eran sus mayormente ahogados sollozos desgarradores que venían a través de la puerta cerrada. Había dejado a mi hombre, mi Jake, a su dolor sabiendo que me buscaría cuando me necesitara. —Es asombroso lo que dejó atrás, sin embargo. Para ti, su Jacob —susurré contra su pecho, mis dedos pintando diseños sin rumbo en su pecho. —Nunca pensé que tenía mucho, a decir verdad —dijo mi hombre—. El director del hogar nunca me dio una pista cuando le pregunté quien estaba pagando por su atención allí. Simplemente con un tipo de gruñido y dijo que ya se encargaron de todo. Sonreí ante el comentario ―gruñido‖. Conocía ese sonido particular, un poco demasiado bien. —No sé sabe mucho acerca de ella o de su ―querido Alberto‖, como llamaba a su marido, que había pasado antes de que ella llegara a nuestras vidas. Que es un poco triste cuando pienso en ello. Sabía todo sobre Frank y yo y, sin embargo, no sabíamos nada acerca de ella. —Sentí el cambio de Jake al hablar—. No se siente digno con lo que ella me dejó. Me acordé de cuando Jake regresó de lo de Sam después de la lectura de su testamento. La Sra. Lilly le dejó a Jake la casa y el contenido de su caja de seguridad que contenía diferentes títulos, bonos y bonos de ahorro, que era, en total, 1,5 millones de dólares. Levanté la cabeza y mi mirada azul-verde capturó sus oros. —Ella sabía lo que estaba haciendo, Jake. Fue hecho hace mucho tiempo. —Supongo que tienes razón —concedió, sus ojos en los míos, antes de acercarme una vez más—. ¿Planes? —preguntó en voz baja.

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—Ducha y vestirse antes de bajar a empezar la organización de las cosas — murmuré mientras traje la lista de ―cosas por todavía hacer‖, que era primera y principal ardiendo en el frente de mi mente. Me desenredé a mí misma de Jake y deslicé mi botín a un lado de la cama. —¿Muchacha bonita? —Le oí llamar y miré por encima de mi hombro y quedé sin aliento. Mi Jake, mi magnífico hombre estaba sobre su codo, cabeza en mano, con la sábana cubriendo bajo alrededor de sus caderas. —¿Mmm-hmm? —respondí, mis ojos vagando y deleitándose sobre la vista que se me presenta. —¿Te importa compartir una ducha? —Le oí decir debajo de los fuertes latidos del corazón que estaba haciendo todas mis partes rosas hincharse en anticipación. —Encantada, bebé —dije al instante sabiendo que iba a extender mi ducha por unos buenos quince minutos. Era un tiempo bien empleado y valía la pena añadir a la agenda, pensaba dándole la espalda a él y caminando con suavidad, lentamente lejos de él mientras le sonreía. No me equivoqué en ninguno porque mi hombre, mi Jake estaba a mi lado, lo más rápido que podía moverse.

Me estaba vistiendo cuando me di cuenta, me refiero a realmente me golpeó, lo mucho que mi vida había cambiado en dos semanas. Me deslicé en mi nueva tanga de satén color azul marino y el lindo detalle de rosa en la parte delantera, con su sujetador a juego mientras recordaba preguntándole a Marianne para convertirse en la administradora en Arminster Arms. Ella había estado tan emocionada. Ella había seguido el consejo de Jake y siguió cada solicitud por Rich Harding, el investigador privado que Fuego tenía de parte del personal y finalmente se decidió por Sara Davidson, la que había sido tan fría después de verme con Jake, alquilando el apartamento tres y Julie Bell, la hermana menor de Tim y un compañero de estudios en la State U, quienes habían alquilado el apartamento uno después de que me mudé con Jake. Jake había sugerido, y yo había estado de acuerdo, para darle a Marianne un descuento en el alquiler ya que ella era ahora la encargada del edificio y la madre oficial de Floyd. Había dejado Biología 202, porque no me gusta estar allí sin Renee y porque yo no era capaz de hacer todos los laboratorios por mí misma. En lugar de fallar, dejé la clase. Ve y llámame gallina. Tengo suficientes veces. Pero simplemente no podía hacerlo. El trabajo en los D & J Accounting services salió y Aarón, el gerente de la oficina allí, me contrató en el lugar por diez dólares por hora, lo que, combinado con lo que ganaba con los aumentos en alquiler desde que Julie alquilaba mi

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casa amueblada por $600 por mes, lo que el detective Tim Bell, su hermano, llamó ―un robo‖. La Bestia, mi Rivera 87, finalmente murió y Jake me convenció de que no debía ser resucitado. Él me llevó a la concesionaria local y me marché en un lindo Ford Focus 2012 con todas las campanas y silbatos. Jake co-firmó el préstamo que me decía que me ayudaría a establecer crédito. Fui con mi hombre a dar mi notificación al Sr. Mahmood. ¡Espera! Eso hace que suene como si tuviera una elección en llevar a Jake o no. Uh, para que conste, no lo hice. No fue lindo y conseguí ser empujada fuera de la habitación y contra la pared malditamente nueva mientras los dos, una vez más, se amenazaban con violencia física el uno al otro. Y, sin embargo, no pasó nada pero recibo mi cheque de pago final en forma de un cheque personal del Sr. Mahmood. Salimos hasta el estacionamiento, Jake moviéndose al KIA pero se detuvo cuando levanté mis manos en el aire y grité, con cuernos de diablo enderezando mis dígitos ―¡Punto!‖ Jake se apoyó en el auto mientras me veía mover y girar allí en el estacionamiento del mini-mart, bailando alrededor, en lo que yo consideré éxito. ¿Las únicas palabras que él dijo? ―Avísame cuando hayas terminado, niña bonita‖. Que hombre, ¿verdad? Dios, amo a mi Jake.

Estaba escuchando sus gritos, sintiendo sus meneos mientras terminaba sintiendo su felicidad mientras ella se volvió hacia él y la levantó para que ella estuviera cara a cara con él. Él la equilibró contra la pared de la ducha, sus largas piernas serpenteando alrededor de su cintura, sus manos moviéndose para ahuecarla. Sus ojos atrapados en los de ella antes de que él dirigiera la carne dura, que anteriormente había estado frotando contra las plenas mejillas de su culo, directamente en su núcleo caliente y húmedo. No podía pensar con claridad por un tiempo y cuando lo hacía era solo para moverse, dentro y fuera, mientras él la sentía sostenerlo firmemente, tanto dentro como fuera. Maldita sea, pero amaba a esta muchacha. Esta dulce parte de mujer que había conseguido trampear su camino en su vida, su alma. Sintió que sus bolas apretaban y sintió que su orgasmo se formaba en su columna vertebral y bajó sus labios a los suyos. Ah, pero ella estaba rodando a la derecha junto con él, si los sonidos procedentes de su boca eran cualquier indicación. Allí, allí estaba, el apretón de su envoltura que tiró de él y lo hizo para explotar la derecha junto con ella. Los sonidos de su orgasmo que estaban siendo capturados en las bocas de otros.

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Se había atado sus zapatos para correr, antes de entrar de nuevo en el cuarto de baño donde Caitlin estaba secándose el cabello, con el culo en el aire, su largo cabello multi tonos, oscuro colgando entre sus rodillas. Cuando ella vislumbró sus zapatos de correr en el espacio debajo de su cabello Caitlin se quedó recta, moviendo de un tirón su cabello hacia atrás y levantando la boca. Conociendo esa señal, Jake obedeció, en voz baja, a fondo. —Adiós, Bebé. —Le oyó decir debajo del motor de la secadora de cabello mientras se alejaba, y su corazón se apretó un poco. Maldita sea, pero la amaba, pensó Jake mientras cerraba la pesada puerta detrás de él. Se dirigió a la calle y comenzó una caminata rápida antes de pasar rápidamente a un trote. Su mente estaba revoloteando aquí y allá, en realidad nunca aterrizando en algo concreto mientras él permitió que su cuerpo solo se moviera a través de sus pasos. Al oír el pitido de su reloj, se dio la vuelta y se dirigió de nuevo hacia la casa. —El lugar donde nosotros vivimos —dijo en voz alta amando el sonido de la palabra ―nosotros‖. Entró en la puerta principal, colgando las llaves en el estante junto a la puerta que Caitlin tenía instalado y limpiado ella misma con la toalla de mano que le había dejado en la otomana estacionada más cercana a la puerta. Jake oyó el sonido de sus tacones, suavizado por la alfombra que se estaba centrada en cada paso de la escalera mientras hacía su camino hacia abajo. Sonrió cuando captó sus ojos, vio su sonrisa y se ruborizó a cambio. Fue el rubor que le puso semi-duro cuando él hubiera puesto un buen dinero que no había manera de que él hubiera conseguido estar duro hasta una semana a partir de ahora. Él se sorprendió de lo mucho que la amaba. Pero estuvo aún más sorprendido de lo completo que su corazón estaba con ella. La visión de ella durmiendo en su cama, la caída de su cabello alrededor de su cara, era de tal belleza que apenas podía respirar. La idea de que ella, en su cama, era lo primero con que despertara y era la última cosa que sus ojos veían cada noche no pasaba desapercibido para él. Y estaban los malditos momentos sin aliento que, malditamente lo dejó sin aliento, que en su corazón quedaban almacenados. Pensó rápidamente en la caja negra pequeña, escondida de forma segura en su mesita de noche que había estado quemando un hoyo a través suyo la semana pasada. —Ducha, cariño, ¿no? —dijo mirando a su chica que estaba tirando cosas del refrigerador mientras se movía por las escaleras para tomar su segunda ducha del día. Prendió el agua y pensó en cómo su encuentro con Sam a principios de semana había resultado. Había llegado temprano a petición de Sam por lo que le podría dar una actualización sobre la situación de Cait. Desde que ella estaba entre clases, Sam la había llamado y la puso en el altavoz de modo que pudo escuchar las noticias, también.

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—Y al final, Jamison ha estado pagando los impuestos a la propiedad en los apartamentos. Ahora eso no es ilegal y por sí mismo y estoy pensando que solo le dejamos con las facturas pagadas en los dos últimos año. La parte pegajosa es ¿cómo consiguió esas facturas? ¿Hubo un cambio de dirección o tiene esa mierda estúpida, lo siento Cait, la propiedad a su nombre? Así que todavía tengo que hacer la investigación. O prefiero que tenga a Rich Harding, el investigador privado. Sé que es un hecho de que Rich ha contactado con la compañía de seguros para averiguar qué ha ocurrido como el título de la propiedad debería haber sido transferido a ti, Cait, libre y claro. Habían terminado la llamada cuando Dale y otro hombre llegaron. Nunca pensó que Dale volvería a ser tan frío. Pero lo era. E incluso trajo su propio abogado que, Jake sabía, era un gran ―Vete a la mierda‖ a Sam, pero Sam no dijo nada ni dejó que se deslizara su profesionalismo. Se firmaron los papeles y Dale, junto con su abogado habían dejado tan pronto como la tinta maldita estaba seca. Sam había sacado una botella de destilería de su familia en Escocia y sirvió dos dedos de la cerveza oscura en dos vasos, con un brindis. —Para aquellos que no están con nosotros, para aquellos con los que comenzamos, aquí está en sus corazones, una y otra vez. —Suena mejor en gaélico —aconsejó Sam con un guiño antes de que ambos dispararan al whisky añejo en sus gargantas, intentando, pero no, toser mientras el aguijón de la bebida golpeó la parte trasera de sus gargantas. Jake había decidido salir por su cuenta para adquirir áreas y negocios sin la contribución de Dale o dinero que para él era exasperante. Ellos habían sido socios de negocios desde que Jake había cumplido veinte años y era, al principio, más que un poco desalentador. Pero, entonces, la euforia se hizo presente y Jake encontró sus piernas de ―negocios‖ y fue capaz de confiar en sus propios instintos. Le había dicho a Dale, para gran decepción suya, que él no iba a ser parte de Suds & Duds pero que vaya por ello si era lo que Dale realmente quería hacer. Fue la primera vez que Jake había hecho eso, rechazar una compra que Dale realmente quería. Se sintió bien al hacerlo. Jake sonrió, con la cabeza inclinada hacia atrás para tomar el chorro de la ducha antes de volver a enjuagarse la espalda. Su vida, desde que Cait apareció en ella, parecía estar dando la vuelta. Sintió la velocidad de los latidos del corazón con solo pensar en ella, en toda la belleza que había traído a su vida.

Él solo estaba haciendo su camino abajo y vio los colores oscuros capturados en las ventanas de la puerta antes de que él gritara: —Voy, niña bonita. —Captó la sonrisa de Caitlin mientras ella se volvió de nuevo hacia el horno mientras él se movía hacia la puerta principal. Era Marianne con Sara y una chica que Jake no conocía, cada una cargando con bolsas o platos de cazuela cubiertos.

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—Oye, Jake. —Marianne apretó la mejilla contra su bíceps, que era tan alto como pudo alcanzar siquiera de puntillas, al pasar. —Conoces a Sara, ¿verdad? Y esta es Julie, la hermana de Jeff Bell, la que alquiló el departamento de Caitlin. —Sara —se oyó gruñir cuando Sara paso como si él no estuviera allí de pie, y él le tendió la mano a la joven, una muy rubia Julie. —Encantado, ¿sí? Pueden ser décadas antes de que él fuera a estar cómodo con Sara y ella con él, pero él podría dar a Julie una sonrisa genuina y una bienvenida mientras entraba. Él cerró la puerta en el sonido del entusiasmo de Cait, sonriendo para sí mismo mientras de nuevo su corazón estaba hinchado escuchándola. Oyó a Marianne exclamar sobre el vestido de Cait y lo llevaron de vuelta al recuerdo de ella en Meer. —Bebé. Elige lo que quieres y nos largamos de aquí, ¿no? —No es así como funciona, Jake. Dejar de presionar, ¿de acuerdo? ¿Necesitas encontrar otro lugar para estar? —En su memoria su ceño fruncido no era miedo, pero simplemente confundido. Bueno, tal vez un poco de miedo. Luego, después de un tiempo, su chica especial vino descalza desde el vestuario, caminando suavemente hacia él vestida con un vestido azul marino que se ajustaba a sus curvas perfectamente y parecía fluir alrededor de ella mientras se dirigía a él. Ella se detuvo frente a él, entonces, se movió enseguida, contra él, apoyando su cabeza, la parte superior de su cabeza golpeando ese lugar especial por debajo de su mandíbula. —Me encanta lo que llevas puesto, cariño —gruñó, aunque Caitlin juró que era un gruñido cuando hablaban de esto más tarde en el auto. —Te amo, Jake. Con todo lo que soy, mi caliente magnífico hombre. Jake se quedó sin palabras mientras sus brazos estaban llenos de su chica, y con un corazón tan lleno que no podía tomar una respiración completa si lo intentaba. Ella finalmente admitió, después de una avalancha de besos a Sweet Surrender de Sarah McLachlan en el iPod a raudales a través de los altavoces del auto, que estaba más que intimidada por el dinero de Jake, y que aún con sus padres, ella siempre tenía un presupuesto. Que nunca, nunca sintió que podría gastar libremente. —Entiendo, niña bonita, ¿sí? —Jake había vuelto su rostro, al parecer viendo la puesta del sol—. Pero, ¿Cait? —Sí, bebé. —Escuchó reflejando en la ventana del asiento del acompañante a la que se había volteado. —Nunca tienes que preocuparte por el ―costo‖, cariño, nunca más, ¿de acuerdo? —Su cabeza giró hacia él, su cabello volando. Al ver a su movimiento en el reflejo de la ventana, Jake giró la cara a la de ella.

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—Nunca es mucho tiempo, Jake. —Nena —recordó diciendo. Vio cómo sus ojos se abrieron mientras se movían a lo largo del parabrisas mientras procesaba sus palabras. Luego, con un movimiento que era tan Cait, ella se lanzó hacia él sobre la consola y se detuvo cuando, y solo cuando, sus labios estaban pegados a los suyos. Su lugar favorito para que ella este. —Cariño —murmuró contra la firme presión de sus labios—. Esto va para el maldito supermercado, ¿sí? —Sintió el visto bueno de sus labios contra los suyos mientras sus brazos se enrollaban a su alrededor pensando que solo ganó la batalla pero no la guerra. Pero lo haría. Ah sí, malditamente, lo haría.

Por un acuerdo tácito, Jake abría la puerta y Caitlin saludaba a sus invitados desde la cocina, que estaba en la pantalla cuando la puerta principal estaba abierta de par en par mientras Jake tendía a abrir ella. Ram Patel estaba allí, seguido por Ted Pierson. Jeff Trusdale y su graciosa, sin embargo, mujer tranquila Beth. Dex desde Human Hieroglyphix, el lugar del tatuaje al lado del Fuego entró con Samantha , una de las co-propietarias de Bewitchments, la tienda de sexo del otro lado del club. Paul Adler llegó solo, con sus ojos total y completamente en Marianne, que estaba cortando las hierbas para ingredientes en las cosas que llenan los hornos que estaban emitiendo los olores más maravillosos. Cait, capturó la dirección de la mirada de Paul, le dio un codazo a Marianne que ahora estaba armada con guantes de cocina y levantó la barbilla en dirección de Jeff. Marianne miró y luego encontró sus ojos atrapados en el detective. Ella sonrió suavemente y Cait disparó su propia mirada a Jake y ella hizo un empuje de mandíbula suya, un movimiento de te-lo-dije antes de que ella señalara con la cabeza en dirección a Marianne y Paul Jake, en un movimiento en contra, inclinó la cabeza a Ram quien Caitlin vio que estaba viendo las travesuras de Marianne y Paul, ya que ambos se inclinaron sobre el horno, con el argumento de encontrar el punto de fusión perfecta del queso de los nachos. El corazón de Caitlin dolió cuando oyó la risa suave de Marianne a su derecha y todavía estaba en la mirada de Ram al otro lado de la barra. Ella vio como sus ojos se dirigieron de nuevo a Marianne, brillando decididamente alejado. Los ojos de Caitlin buscaron entre la multitud para encontrar a Jake. Levantó la barbilla, pero ella sacudió la cabeza y ladeó hacia Ram. Jake se movió para cubrir a un brazo alrededor de Ram con un: —¿Cómo va, amigo? —Mientras lo dirigía lejos de la barra y a la sala de estar. Ella vio como Sky, el bartender de cabeza y pronto a ser co -propietario de

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Fuego , coqueteó con Sara. Hicieron un par magnífico, ella era hermosa y Sky era negro puro perfección de la parte superior de su cabeza calva brillando a la punta de sus zapatos relucientes. Jake le había dicho de Sky y cómo Sky había sido uno de sus proyectos favoritos, asumiendo el enorme hombre negro que tenía un chip en su hombro obvio pero que estaba decidido a arrastrarse hacia fuera del pozo negro de su pasado, aunque el pasado de Sky estaba en las calles de neón de Las Vegas. Empezando en las cocinas del club pero audazmente pidiendo ayuda financiera de Jake en ir a La escuela de Coctelera para aprender a ser un bartender, Sky tenía más cojones que la mayoría en el club que no sea Jake y a lo mejor, cuando se le presionaba, Dale. Sin tener que pensar dos veces, Jake llamó a la escuela local e inmediatamente pagó la matrícula de Sky en su totalidad, después de haber quedado impresionado con el inquebrantable coraje del gigante para completar cualquier y todas las tareas que se le había pedido, desde lavar platos a limpiar el cuarto de baño que se atasca incluso cuando la ocasión lo requería en horario de apertura. Debido a su altísima altura y apariencia intimidante, Sky incluso intervino cuando más musculatura era necesaria para someter a un cliente rebelde — aunque, Sky se sacara el delantal de su lavavajillas cuando tuvo que aparecer en la parte principal del club— sin preguntas ni quejas y sin demandas de más dinero. Pero fue el pago inmediato de la deuda que tenía Jake firmemente en la esquina de Sky y sabiendo que su confianza estaba bien fundada. Desde la primera semana, y sin falta, cada sábado por la mañana Jake encontró cincuenta dólares en un sobre en blanco en el centro de su escritorio. A medida que las semanas pasaban y Sky se trasladó al bar a estudiar con Dave, el jefe original de bartenders, el dinero en los sobres semanales sencillos, aumentó y no pasó mucho tiempo antes de que la deuda financiera estuviera pagada. Pero, no fue sino hasta después de la primera liquidación en solitario de Sky, donde los ingresos aumentaron un 2o por ciento en comparación a los recibos similares para la misma noche de la semana, que se cimentó la confianza entre ellos. No había tomado mucho para que Sky captara las maneras de llevarse lo mejor de Dave. Si estaba cortando la caja, arrastrando una botella extra o dos, o negociando un descuento del fuera-de-los-libros con uno de los proveedores, Dave fue capaz de engancharse a sí mismo una porción bastante ordenada de los beneficios del club. Sky nunca informó de lo que vio, a sabiendas de que los recibos hablarían por sí mismos. Después de dos semanas de haber visto un aumento en los ingresos sin cambiar aparte de que era algo responsable detrás de la barra, y finalmente, la revisión de las cintas de video que mostraron a Dave y otros dos del personal no estaban solo contando el registro también arrastrando bebidas, Jake y Dale no tuvieron reparos en confrontar y luego expulsar a Dave y sus compinches. Promover a Sky a jefe de camarero era un sin cerebro.

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Los ojos de Caitlin derivaron de Sara y Sky y se atraparon en los de Jake de nuevo. Señaló con el mentón hacia Dale que solo habían llegado unos minutos antes con una alta, complexa rubia colgando de su brazo. Caitlin movió los ojos en la dirección de la mirada de Dale y vio que estaba apuntando directamente a Sara, que ahora se estaba riendo con cara sonriente de Sky y tenía su brazo en uno de los bíceps muy musculosos de Sky. Movió sus ojos de nuevo a Jake y movió rápidamente sus ojos. Él se limitó a sonreír antes de volver a su conversación con Jeff y Beth. Marianne chocó su hombro y sonrió a Caitlin. —¿Estaba en lo cierto sobre el drama o qué? —dijo Marianne, escondiendo su sonrisa detrás de su copa de vino. Caitlin le golpeó de vuelta y usó su propio vaso para señalar a Layne que estaba totalmente en Sam McKenzie. El abogado, que era mucho más caliente en pantalones vaqueros y una camisa sacada y abrochada hacia abajo que en un traje, que parecía que había sido alcanzado por un rayo y no podía apartar los ojos de la mujer efervescente en frente de él. Para no ser menos, Marianne señaló su vaso a Julie que estaba sonriendo hacia James —pero me puedes llamar a Jim— Davis. Corrección, Profesor James Davis, que, viniendo a descubrirlo, fue otro uno de los amigos de infancia de Jake, además de ser profesor de discurso de Caitlin. Caitlin sacudió la cabeza, sabiendo que no pasaba nada con Julie, pero se dio cuenta de Kristen, una de las bailarinas de Fuego, mirando fijamente a su manera con un brillo depredador en su ojo. Caitlin y Marianne vieron como Jim capturaba la mirada de Kristen. Comenzaron a reír en silencio mientras observaban un rubor robar su camino hasta la cara de profesor serio y caliente. —Piensa que el maestro va a recibir aprendizaje —murmuró Marianne, lo que provocó que Caitlin se echara a reír.

La casa parecía especialmente tranquila después de que todos los invitados se fueran. Caitlin estaba en la puerta del baño parcialmente abierta haciendo su ritual nocturno, por lo que Jake tenía que moverse con sigilo para conseguir el cuadro grande de debajo de la cama y lo colgó en la pared antes de que ella saliera. Había tomado unos minutos antes de la fiesta para obtener la foto colgada en su lugar. Se desnudó y se deslizó entre las sábanas antes de que él metiera la mano en su mesita de noche para la cajita negra. Se dio cuenta de que sus manos estaban temblando mientras metía la caja debajo de una de las almohadas antes de que él se deslizara más abajo en la cama, se puso de costado y pasó la cabeza en la mano. —¿Bebé? —oyó su llamada desde el cuarto de baño. —Justo aquí, niña bonita. —¡Mierda! Incluso su voz sonaba temblorosa. ―Cálmate, ¿quieres?‖

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—Enciende el iPod, ¿de acuerdo? Alegre de tener algo, cualquier cosa para hacer, Jake llegó detrás de él y encendió la música como le pidió su chica. Pronto oyó los primeros compases de Porcelain de Moby y vio cómo su magnífica chica bailó su camino en el dormitorio en la bata que luego se cayó mientras se giraba. Caitlin capturó sus ojos y los mantuvo mientras bailaba, ahora solo vestida con su conjunto de color crudo de encaje sujetador y panties, las mismos que llevaba el día que se conocieron, mientras llegaba detrás de ella para desabrochar su sujetador. Ella echó el cabello hacia atrás mientras se deslizaba los tirantes por los brazos y lo dejó caer de las manos antes de moverse al final de la cama y levantó la rodilla. Parando de repente, él vio como sus ojos se encontraron con el nuevo cuadro que colgaba sobre su cama. —¿Qué...? —Arrastró sus ojos de nuevo a los suyos y tragó con dificultad—. Oh, Dios mío. Jake se incorporó y volvió los ojos al mirar el cuadro, también. Era una ampliación de Caitlin que él había tomado durante su ―audición‖ como una bailarina de caño. Ella estaba de perfil, inclinada lejos del caño, con la cabeza inclinada hacia atrás y sus manos y piernas envueltas alrededor del latón reluciente. —Oh. Mi. Dios —dijo un poco más alto mirando a su imagen—. ¿Cuándo lo hiciste? ¿Cómo...? —Ven aquí, Cariño —dijo Jake tan suave como su voz gruñona podría conseguir y se enderezó mientras ella se dirigía hacia él, sus ojos nunca dejando la imagen—. La tomé con mi celular cuando tú estabas, ah, demasiado ocupada fingiendo que el caño era yo. Caitlin arrastró sus ojos de nuevo a su hombre, exclamando: —¡No lo hice! —Bebé. Total jodidamente lo hiciste. Tus bragas estaban jodidamente empapadas solo pensando de moverte en mí como te estabas moviendo en ese tubo. —Estaba sonriendo mientras tiró de ella hacia abajo de modo que estaba capturada, atrapado en el espacio de su cuerpo. Se inclinó, tocando su frente con la suya antes de mover su boca a su oído—. Y yo estaba tan duro, pensé que iba a romperme. —Caitlin se echó hacia atrás y se giró para así poder besarlo. —Bueno, tal vez lo estaba. Un poco —admitió con una risita. Jake deslizó su mano debajo de la almohada y enganchó la cajita negra. —Has atrapado un pedazo de mi corazón, niña bonita, justo ahí, justo en ese momento. Volvió a mirar hacia la imagen y Cait tuvo que esforzarse para oír sus siguientes palabras. —Y cada vez que estaba contigo después de eso, tú tomaste un poco más y un poco más hasta que lo tenías todo, niña bonita. —Él la acercó más y trajo la frente a su nuevo—. Sé que es pronto, quizás demasiado pronto. Pero es importante para mí, ¿bien? Ella se echó hacia atrás y miró a los ojos, con la cabeza inclinada.

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—¿Que es muy pronto, Jake? Sostuvo la cajita negra hacia ella, su mano ya no temblando, firme en el conocimiento de que lo que sucedió después era la forma en que se suponía ser, como debe ser. Observó a su chica mientras abría la caja. Vio la mirada de asombro en su rostro antes de que ella se arrojara sobre él, cayendo los dos en la cama hasta que su boca estaba pegada a la suya. Jake la empujó un poco hacia atrás, para que pudiera ver su rostro. —Por lo tanto, ¿entiendo que te gusta? —preguntó moviendo el cabello de su cara. —Es exactamente lo que quería —respondió ella moviendo sus labios a los de él. Él la empujó hacia atrás antes de conectarse. —¿No vas a abrirlo? —¿Abrirlo? Uhm. Está bien. La vio mientras intentaba torpemente sobre la colcha de enganchar la caja y sacar la pieza de caramelos que había anidado allí. Ella lo miró mientras empezaba a desenvolverlo, luego se detuvo, en hecho de que todo su cuerpo pareció detenerse cuando vio lo que había dentro de la envoltura de caramelo. —Quieta, muchacha bonita —dijo Jake levantándose para acurrucarse y susurrarle al oído—. Es solo un anillo. Él atrapó sus ojos brillantes. —Así que, ¿quieres? —preguntó, moviéndose para deslizarse el diamante de chocolate, corte pillow, solitario en su dedo. —¿Ca… casarme contigo? —Su voz era gruesa y sus palabras lentas. Jake asintió mirando el anillo, el anillo, firmemente asentado en su dedo. —Me encantaría, bebé —respondió ella moviendo sus ojos desde el anillo hasta su cara. Ella se inclinó hacia adelante y lo besó suavemente. Él la miró por un momento más mientras ella se quedaba inmóvil, manteniéndola repartiendo a admirar su anillo. Él suspiró y sacudió la cabeza. —Está bien, cariño. Ve por ello. Caitlin no se dejó rogar dos veces. Se tiró de la cama sin tener en cuenta su falta de ropa y levantó las manos en el aire gritando: —¡Punto! —Poniendo los dedos en ―cuernos del metal,‖ mientras ella giraba, haciendo cabriolas y meneando su feliz danza de la alegría.



Fin 

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Próximamente: Tap Dance (Pole Dance#2)

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Segundo libro de la serie Dance, donde encontramos a Marianne Gibson, con unos cuantos hombres en sus manos. En primer lugar está el jefe de policía, Ram Patel, que ella ha deseado desde que pasaron un breve tiempo juntos en su apartamento. Está el detective Paul Adler, uno de los mejores de Ram, que la invitó a salir a los dos minutos de conocerla. Está su ex marido, Steve Quinlan, quien necesita volver con ella para sentirse seguro. Y, Niko Milosevic, el hijo del jefe del crimen local, que confunde su bondadoso coqueteo con un reto y que deja muy claro que tiene la intención de perseguirla. Entonces un desconocido, alguien que cree que está en posesión de algo y lo quiere de vuelta.

Sobre J.A. Hornbuckle ¡Sí! ¡Me encontraste! Si llegaste hasta esta página entonces adivino que estás curioso acerca del "quién" detrás de J. A. Hornbuckle. Aquí está lo que sé de mí: Amo el vino tinto. Música en vivo me da hormigueo no importa el estilo. Hombres musculosos, cabello largo son mi kriptonita personal. No puedo lidiar con el frío que es por qué vivo en Phoenix, Arizona. Por supuesto, como tú, ¡eso es solo la punta del iceberg! Al primer encuentro, la gente piensa que soy sombría y un poco distante. Realmente no lo soy. Es un caso de mis exteriores no coincidiendo con mis interiores. Porque hay una rara fiesta en mi cabeza de sol a sol. Soy lo suficientemente grande para ser sensata pero todavía joven para hacerlo de todas formas (... ¡la mejor parte de envejecer es que sabes las CONSECUENCIAS de tus actos y evalúas las escalas internas en consecuencia!) Amo escribir, especialmente romances pero sólo donde la parte de "hombre" es parte de la palabra ro-man-ce. Y... creo, realmente tengo fe que hay finales por siempre y espero que tú también.

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Rihano. Shari Bo. Nelshia. Correctoras. Curitiba. Nony_mo. Osma ♡. Maggiih. Neige. Pachi15. Page 3 of 231. Serie Dance Pole Dance 1 - JA Hornbuckle.pdf.

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