EN COLABORACION CON

SINOPSIS ¡El moño está de vuelta! Dre era sólo una hermosa extraña cuando Preppy la salvó la primera vez. Ahora, él tiene que salvarla otra vez, pero ella ya no es una extraña, ella es familia, y él no tiene idea contra quién o qué va. Lo que sí sabe es que poner a su familia junta de nuevo es el único resultado aceptable. ¿Lista de cosas a hacer de Preppy? SALVAR A LA FAMILIA. BUSCAR VENGANZA. Él está vivo… y está listo para la SANGRE.

PROLOGO

E

STÁ EL TIPO DE maldad que habita profundo dentro del alma de los hombres, del tipo que los hace hacer cosas crueles porque están conducidos a hacerlas por los demonios susurrando dentro de ellos.

La maldad puede ser subjetiva. Al menos eso es lo que he aprendido en mi tiempo con Preppy. No todos los actos de malicia son creados igual. No todos los hombres que tienen esos demonios eligen liberarlos al mundo. Esos son como Preppy, como Bear, como King, quienes han elegido conducir esa necesidad, compartimentar en algo que ellos únicamente recurren cuando es necesario. Cuando es amenazada. Preppy es capaz de crueldad y misericordia, de asesinar y salvar. Él ha sido la víctima, el villano y el héroe. De lo que no creo que él alguna vez vaya a darse cuenta es que esto le da un poder que la mayoría de los hombres no se atreverían a aspirar. A lo largo de toda su vida, él ha caminado en una línea entre el cielo y el infierno, entre pecador y santo, entre amor eterno y endurecido odio. Entonces él murió. Preppy tenía cada razón para albergar resentimiento tan profundo que no habría retorno de ese oscuro lugar. Él pudo haber dejado que la maldad lo convirtiera en uno de esos hombres que respondiera a sus demonios sin cuestionar. No quiero decir que Preppy había sido domado. Domado es la última palabra que usaría para describirlo. Él es demasiado salvaje. Demasiado impredecible.

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Demasiado Preppy. Domar a Preppy sería como tratar de ponerle una correa al viento. Sin embargo, él sí tenía esa misteriosa sensación de calma sobre él. Se volvió centrado. Preciso. Si mirabas más allá de la sonrisa y los chistes verías a alguien que sostenía sus cartas cerca de su pecho y sabía cuándo jugarlas. Como ahora. Con los ecos del llanto de mi hijo reproduciéndose una y otra vez en mi cabeza, sabía que Preppy vendría por mí. Él jugaría esas cartas. Y él ganaría. Dicen que el camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones. El camino de regreso está pavimentado con sangre.

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CAPITULO 1

F

UI SACUDIDA EN LA consciencia, mi cabeza azotó contra el costado del cual sea fuera el confinamiento en el que estaba atrapada. Abrí mis ojos, pero nada más que oscuridad me miró de regreso. El ocasional zarpazo y zumbido de un motor me hizo darme cuenta que estaba en una especie de vehículo, pero no estaba en la cabina. Estaba en el maletero. Mis manos y pies estaban atados juntos. Una mordaza estaba atada tan apretadamente alrededor de mi cabeza que la tela prevenía a mi boca de cerrarla, así que estaba forzada a morderla. Mi corazón estaba latiendo a millones de kilómetros por minuto. Sentía mis dedos ponerse fríos. Me sentía mareada, y cuando traté de tragar, descubrí que no podía. No entres en pánico. Tomé una respiración profunda y puse una imagen mental de Preppy y Bo en mi mente. Una aguda sensación de enfoque tomó lugar. Una determinación de salir de ese maletero y de volver con mi familia. ¿Pero cómo? Eventualmente alguien iba a abrir ese maletero, tenía que estar lista. Tanteé alrededor con la punta de mis dedos y pies descalzos por cualquier cosa que pudiera usar como arma, pero decepción llegó rápidamente. Estaba vacío. Con frustración y miedo golpeé mis muñecas contra el ataúd en ruedas, pausando cuando recordé algo.

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—Andrea, ¿cómo terminó el gato en el maletero del auto? —mi papá preguntó. —No sé —canté inocentemente, torciéndome de lado a lado mientras mi papá presionaba un botón en su llavero, levantando el pestillo. El Sr. Wiggles siseó, saltando como si él hubiera sido lanzado de una catapulta. Me miró de vuelta con su marca especial de desprecio gatuno mientras se pavoneaba de vuelta a la casa, sin duda a dejar una vengativa bola de pelo sobre mi almohada. —Bueno, no lo hagas otra vez, ¿está bien? —Juro que nunca lo haré otra vez —tendría que encontrar otro lugar para jugar refugio antiaéreo. Un lugar que no se bloqueara automáticamente cuando se cerrara. —Bien —mi papá asintió, pareciendo satisfecho con mi respuesta. Se agachó hasta la cintura y tiró ligeramente de una de mis trenzas—. Porque no creo que los pestillos de liberación de emergencias fueran diseñados con gatos en mente. Inmediatamente después de recordar las palabras de mi papá, tanteé alrededor con las puntas de mis dedos, poniéndome más y más frustrada con mis manos atadas. No sabía a dónde estaba siendo llevada, pero sabía que mi tiempo era limitado, y si no actuaba ahora, terminaría del lado equivocado de cualesquiera fueran los planes que habían sido hechos para mí por quien quiera que sea el psicópata que fue lo suficientemente estúpido para secuestrarme. Preppy encontraría a este pendejo, y no se detendría por nada para asegurarse de que él pagara. Ese pensamiento me impulsaba a continuar mi búsqueda. Mi frustración creció. Me giré sobre mi estómago y metí mis dedos tan lejos como pudieran llegar dentro del pliegue en el revestimiento del piso en la parte trasera del maletero. Jadeé con deleite a través de mi mordaza cuando mis dedos tocaron algo plástico. Gruñí, buscando más y más abajo hasta que finalmente fui capaz de encajar mis dedos a través del bucle. Era ahora o nunca. Con mis manos y pies atados iba a tener que rodar fuera del maletero. Era posible que pudiera ser golpeada por otro carro o morir en el impacto. Empujé ese

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pensamiento de lado y otra vez enfoqué mi atención a las únicas dos personas en el mundo que importaban. Tiré del bucle con todas mis fuerzas. Nada pasó al principio, pero cuando traté de nuevo, jalando y tirando hasta que sentí una arteria romperse en mi cuello, el techo encima finalmente se levantó. El cálido viento sopló en y alrededor de mi cuello, soplando mi cabello en mi rostro. El sofocante aire nocturno instantáneamente rebordeó en mi piel. No había tiempo para contar hasta diez. No había tiempo para pensar en las consecuencias. Un maletero abierto no era algo que pasaría sin ser notado. Y no lo hizo. El auto llegó a un frenazo mientras yo estaba a media vuelta, posicionada sobre el borde entre el parachoques y el maletero. Salí volando en el aire, rodando varias veces. La carne en mis brazos y piernas se sintió como si estuviera en llamas, quemando mientras mi piel hacía contacto con la carretera, arrastrándose contra las afiladas conchas incrustadas en el asfalto. Cuando finalmente llegué a detenerme, luces de freno llenaron mi borrosa visión. Escuché la puerta de un choche abrirse seguida por el sonido de pasos en el pavimento acercándose más y más.

Estaba hablando con King y Bear sobre el futuro de la operación de las Casas de Cultivo Granny cerca de la fogata cuando Bo llegó detrás de mí y jaló uno de mis tirantes—. Hola, amiguito —comencé, deteniéndome cuando vi las lágrimas manchando su rostro. Me acuclillé, así estábamos cara a cara, tirando mi cerveza en el césped. Él

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puede no haber sido capaz de hablar, pero nunca tuve problema entendiéndole, y justo entonces él estaba diciéndome que algo estaba muy, MUY mal—. ¿Es mami? — pregunté, mi corazón martilleando en mi pecho. Bo asintió y agarró mi mano, arrastrándome a la casa donde una botella de vino estaba rota en el piso, vino tinto derramándose en cada rincón y ranura, canales de rojo esparciéndose a través de la cocina. No me había dado cuenta que Bear y King nos habían seguido hasta que King habló—. ¿Qué coño pasó? —No estoy seguro, pero sé que tenemos que irnos —contesté. Me giré de nuevo a Bo—. ¿Viste quién se la llevó? —pregunté tan calmado como podía sin tratar de alarmarlo más de lo que él ya estaba. Bo sacudió su cabeza y frotó sus manos sobre toda su cara y cabeza—. ¿Usaba una máscara? —pregunté. Bo asintió y pavor se clavó en mis entrañas. —¿Cuántos? —pregunté. Bo levantó un dedo. —¿Sabes si era un hombre una mujer? Bo agarró su entrepierna a través de su pantalón. —¿Viste a dónde fueron? —pregunté. Bo sacudió su cabeza y corrió en su lugar. —Buen chico —dije, atrayéndolo contra mí para un abrazo rápido—. Es bueno que corrieras. Solté a Bo y corrí de la casa, a través del patio a donde la fiesta todavía estaba sucediendo como si mi esposa no estuviera en espiral fuera de puto control, hacia el estudio de tatuajes de King donde quité el retrato de la pared que escondía la caja fuerte. Mis manos estaban temblando mientras introducía la combinación, por suerte acertándola en el primer intento. Comencé lanzando armas y municiones a King y a Bear quienes metieron y amarraron pistolas y cuchillos en sus cuerpos en tiempo record.

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—¿Qué está pasando? —una voz preguntó. Me giré para ver al papá de Dre de pie en la puerta—. ¿Qué es todo esto? —Nada, le explicaré después —solté a través de mi apretada mandíbula. —Hijo, no soy estúpido —dijo, cruzando sus brazos sobre su pecho en un movimiento de papá que habría sido intimidante si yo no fuera yo y si él no fuera él. —Lo sé, señor —dije—. Pero no hay tiempo. Alguien se llevó a Dre. Eso es todo lo que sabemos. Tenemos que irnos y tenemos que irnos ahora. —Tenemos… tenemos que llamar a la policía… —él comenzó. Bear lo interrumpió—. Con todo el debido respeto, señor, eso no va a suceder —su hablado sureño arrastraba cada palabra como si estuviera jugando con él—. Tenemos nuestra propia forma de manejar las cosas aquí. Está en el sur sucio ahora. King metió una pistola en su pantalón y tomó otra pistola, cliqueando el pestillo en su lugar y cargó su pistola añadiendo—, la traeremos de vuelta —dijo seguro. Mis amigos y yo pasamos más allá del papá de Dre—. No sé qué es lo que Dre le haya dicho de mí —llamé por encima de mi hombro mientras él nos seguía a través del patio de la entrada de coches. —Ella me dijo lo suficiente, hijo, y no me importa. No me importa nada de ello — pausó—. Sólo… sólo ve por nuestra chica. Tráemela de vuelta. Lo que sea que tome. —Ten, toma estas —dijo Thia, de pronto apareciendo con el bebé atado a su pecho y Ray junto a ella. Thia estiró su mano en su pañalera y le lanzó a Bear dos pistolas con mangos rosas—. Ya están cargadas —dijo. Bear le dio a ella y al bebé un beso rápido en la frente y saltó sobre su moto donde metió las pistolas en su mochila. —Llaves —llamé a Doe quien no vaciló en lanzármelas. —Cuidaré a Bo —dijo con una sonrisa triste. King y yo saltamos a la camioneta de Ray conforme el retumbante sonido de la moto de Bear llenaba la cabina mientras partíamos hacia la carretera. Manejé mientras King pegaba su cabeza en la ventana del pasajero, buscando en la carretera cualquier señal de dónde Dre pudo haber sido llevada.

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—¿Siquiera sabemos a dónde vamos? —preguntó King. —No, pero quien sea que se la llevó no podría haber ido muy lejos —dije. Al final de la carretera, Bear arrancó junto a nosotros y apuntó a la izquierda, girando en esa dirección. Yo partí en la otra dirección, presionando mi pie en el acelerador hasta que tocó el piso. Habíamos acabado de rodear la esquina cuando ubicamos un auto estacionado en medio de la calle. Aceleró a medida que nos aproximábamos, pero entonces algo más atrapó mi atención delante en la carretera. No, no algo.

Alguien. Estampé mi pie en el freno y tiré del volante a la izquierda. La camioneta giró sobre su costado. King llegó chocando contra mí. A medida que la camioneta patinaba a lo largo de la carretera, yo no estaba pensando en el metal retorciéndose y estropeándose alrededor de nosotros. Mis pensamientos estaban en los montones de cabello negro y piel pálida tendidos en una pila en medio de la carretera. Sólo esperaba que no hubiera girado demasiado tarde.

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CAPITULO 2



BUENO, AMIGOS —comencé, inclinándome contra la pared en el estudio de King—. Esta es la parte divertida de la noche donde nos reunimos y discutimos quién está tratando de joder con nosotros y todas las formas que ellos necesitan para morir —desenvainé el cuchillo encajado en mi cinturón y comencé a limpiarlo con un trapo aunque ya estaba inmaculado y podía ver mi reflejo en la navaja. Dre estaba inconsciente en el piso de arriba. Estaba raspada, pero nada estaba roto. Ella estaría bien.

Gracias puto dios ella estaría bien. Bear se sentó en la silla giratoria que King usaba cuando él estaba tatuando. Sacudió un rebelde cabello de sus ojos e hizo una torre con sus manos, inclinándose hacia delante con sus codos descansando en sus rodillas—. Siempre he dicho que la mejor manera de eliminar una amenaza desconocida, es empezar por eliminar a las conocidas —dijo en una voz seria de motociclista. La misma que él usaba con sus hermanos cuando la mierda tocaba la puerta. —Así que hagamos una lista —sugirió King. Su masiva complexión tomó cada centímetro disponible del sofá de cuero. Sus rodillas separadas ampliamente—. Cualquiera que tenga incluso una pequeña razón para querer causar daño a nosotros o a nuestra familia. —¿Luego qué? —pregunté, mi cabeza todavía palpitando. Pinché el puente de mi nariz. Bear se encogió de hombros—. Luego matamos a todos en ella.

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—Concuerdo —dijo King, cruzando sus brazos sobre su pecho—. Al remover todas las amenazas contra nosotros, sin importar la razón, las probabilidades son que también removeríamos al que trató de llevarse a Dre. —Proceso de eliminación —dije, dándole vueltas a la idea en mi cabeza, gustándome más y más mientras tomaba fuerza en mi cerebro—. Aunque, no creo que un asesinato masivo es como ese proceso usualmente comienza. King sonrió. —Dre no tiene a nadie detrás de ella, así que esto es definitivamente algo relacionado conmigo —dije. —¿Qué hay con el otro chico con el que Dre estaba cuando la conociste? — preguntó King—. Ese al que no mataste. —Eric —dije, odiando la forma en que su nombre sonaba en voz alta—. Antes de que Dre siquiera se fuera la primera vez, lo rastreé, pero llegué demasiado tarde. El cabrón ya estaba muerto. —Bien —dijo King—. Entonces él está fuera. ¿Quién más? Bear se aclaró la garganta—. Finalmente conseguimos una locación del juez que firmó tu certificado de defunción. Es imposible que él no haya estado en la nómina de Chop. Además, la perra corrió poco después de que las noticias de que estabas vivo comenzaran a rondar a través del pueblo. Pensó que podía esconderse de nosotros, pero pensó mal. Smoke lo ubicó en un complejo de viviendas público en Fort Roming, sólo un viaje de treinta minutos por la costa. —Lo suficientemente cerca para hacerlo un sospechoso por lo de anoche también —señalé. King hizo una mueca de desprecio y tronó sus nudillos—. El hijo de puta debió haber corrido más lejos. Asentí—. Él está en la lista. —¿El tipo de la funeraria que estaba encubriendo a Chop, el que nos dijo que abrir el ataúd no era una opción porque alguna mierda sobre embalsamiento? Él ha sido

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dispuesto por cortesía de Jake Dunn —dijo King, jugando con una hebilla de una de sus correas de cuero envueltas alrededor de sus antebrazos. —Gracias al carajo por ese loco hijo de perra —dije, tomando un trago de whiskey de la botella y limpiándome la boca con la parte trasera de mi mano. —¿Quién más? —preguntó Bear—. ¿Qué hay de la mamá de Bo? —Dre es su mamá —corregí con más rudeza de la que pretendía. —Sabes a lo que me refiero, Prep. Su mamá biológica. La perra que lo lanzó fuera de su coño —enmendó Bear. —Está muerta. —¿Tú? —preguntó King, preguntando si fui yo quien la mató. Sacudí mi cabeza—. Nop. Aunque, habría sido. Le di suficiente H para hacer el trabajo después de que firmara los papeles de adopción. La perra debió haber tenido una tolerancia como un pre Iron Man Robert Downey Jr. En fin, ella debió haber fastidiado realmente bien a uno de sus proveedores porque el cabrón puso un hacha a través de su cabeza. —Auch —dijo Bear, pero el cabrón estaba sonriendo. —Sí y pensé que yo tenía un dolor de cabeza —dije con una risa—. ¿Dónde estamos con el personal del hospital? —La mierda del hospital es un puto desastre —King se burló—. El personal ahí firma en las tablas de los otros. El doctor que estaba a cargo del ER en ese tiempo murió un tiempo atrás de una apoplejía. Después descubrimos que la persona que viene a decirte que tu ser querido está muerto no necesariamente es el que lleva el caso tampoco. Son insuficientes y con exceso de trabajo, así que ellos sólo consiguen a quien sea que esté disponible para hacer algo. Ha sido un puto desastre para arreglar. El papeleo te conduce rápido en un círculo y de vuelta a ningún lado. —Uno de mis chicos está echándose a la enfermera principal en el turno de la noche —dijo Bear—. Él va a ver qué más será capaz de conseguir.

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Encendí un cigarro—. El doctor con ese tatuaje marica de cara sonriente en su mano. Dr. Reid. Es imposible que ese cabrón no esté involucrado con Chop. Puede estar tratando de llegar a Preppy a través de Dre para cubrir toda la mierda que ha hecho. Él tendría que tener bolas del tamaño de unos neumáticos para intentarlo, pero todavía es una posibilidad. Hemos estado rastreándolo por meses sin suerte. Renunció al hospital y se desvaneció, pero lo encontraremos. Resurgirá. Siempre lo hacen —dije. —No hay nada más que diga quién más podría estar involucrado. Eso es lo que nos ha estado haciendo tropezar —King encendió un porro—. No podemos estar seguros de todos los que estuvieron involucrados a menos que eliminemos el personal entero del hospital —rió, pasándole el porro a Bear. —Bueno, si nosotros —comencé, pero Bear me interrumpió antes de que tuviera la oportunidad de pronunciar una palabra. —No, Preppy, esa no es una puta opción. Suspiré—. Lo sé, pero tienen que entender que tengo esta cosa colgando sobre mí ahora. Sé que esta mierda tomará tiempo y sé que nos aseguraremos que cualquiera responsable por toda esta mierda pague, y pague en grande —pausé y bajé la vista a mis manos—. Y otra parte de mi piensa que si hay alguna oportunidad de que alguien dentro de ese lugar pudiera tratar de venir tras Dre otra vez, entonces voy a llamar a esa psicópata, Rage, y dejarla explotar ese hospital en un millón de putos pedazos. —¿Qué tal si llamamos eso Plan B —ofreció King. —Hecho —dije, frotando mi adolorido hombro y tronando mi cuello. —¿Estás bien, Prep? —preguntó King. Él salió del accidente con sólo un rasguño encima de su ojo izquierdo. —Sí, pero no todos nosotros tuvimos un acolchado cojín Preppy para aterrizar — dije—. ¿A quién más tenemos? —Con Chop, Isaac y Eli fuera del mapa, no hay mucho —dijo King, intercambiando una mirada con Bear. —¿Qué? —pregunté—. ¿Qué no me están diciendo?

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Bear se aclaró su garganta—. ¿Qué hay de Kevin? —¿Qué hay sobre él? —corté. King se encogió de hombros—. No sabemos mucho de él. El tipo aparece y reclama ser tu hermano —tomó un trago de su cerveza—. No estoy diciendo que él esté involucrado en esto, porque sólo siendo tu hermano, si eso es lo que él es, no es suficiente para darle razón para querer llegar a ti o a Dre. Pero sólo estamos escuchando posibilidades, ¿cierto? Porque el chico podría ser una. —¿De todos modos, cuál es su historia? —preguntó Bear. Pinché el puente de mi nariz—. Realmente no he hablado mucho con él. He estado tan envuelto en Dre yéndose y luego trayéndola de vuelta a casa. Y luego asegurándome de que encontráramos a Bo y manteniéndolo a salvo. No he hablado con Kevin más que unas cuantas palabras, y usualmente, es porque he estado ignorándolo. Anoche en la fiesta fue la primera vez que lo había visto en meses —sentí una extraña sensación de culpa comenzar a trepar en mi cerebro—. Supongo que esa conversación está muy atrasada. —¿Cómo deberíamos manejarlo entonces? —preguntó King. —Déjenme lidiar con Kevin —dije. Bear se sentó derecho—. ¿Cómo? ¿Vas a eliminarlo? —No —contesté. King y Bear me lanzaron miradas que eran parte compresivas y parte ‘él tiene que irse.’ Miré entre mis dos amigos. —Al menos no todavía.

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Traducido por amparo Corregido por srta ocst

CAPITULO 3

L

OS FRENOS CHILLABAN cada vez más fuerte. Un ruido agudo de arrastre rompía la noche. El olor a hule ardiente llenaba el aire.

Me las arreglé para levantar la cabeza justo a tiempo para ver una camioneta con exceso de velocidad ser lanzada por el aire y volteada sobre el lado del conductor con un fuerte crujido. Metal raspó contra el pavimento, chispas naranjas salieron debajo de la camioneta mientras patinaba y raspaba su camino a través del pavimento. Directamente hacia mí. Mis ojos se abrieron. Estaba desorientada cuando me encontré en la misma habitación donde había descubierto que Preppy estaba vivo. Las mismas paredes rosadas. El mismo reloj de Barbie en la pared. Por supuesto, ahora sabía que era la habitación de Max. Me quité las sábanas, notando que sólo llevaba una camisa abotonada de gran tamaño y bragas.

¿Por qué estoy aquí? Busqué en mi cerebro la razón por la que estaba en la habitación de la hija de King y Ray, pero seguía en blanco. Intenté estirar mis brazos sobre mi cabeza sin suerte. El dolor y las molestias me detuvieron antes de que fuera capaz de levantarlos más allá de mi pecho.

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La tela de mi camisa rozó mi muslo y siseé de dolor. Levanté el dobladillo para ver un gran vendaje cubriendo la mayoría de la parte superior de mi muslo, todo el camino hasta mi nalga. De repente, mi recién descubierta conciencia estaba inundada de recuerdos de la noche anterior. La habitación comenzó a girar. Un sabor amargo en la parte trasera de mi boca que parecía no podía tragar. Había una razón por la que mi sueño parecía tan real. No era un sueño. Con la realización llegó el reconocimiento. La camioneta. El conductor. Un peso se formó en mi pecho, aplastándome bajo la posibilidad de que yo pudiera haberlo perdido.

De nuevo. —¡Nooooooo! ¡Preppy! Noooooooo! —grité, sintiendo mi corazón romperse poco a poco con sólo el pensamiento de lo que podría haber sucedido. Me puse de pie y me dirigí hacia la puerta. Se abrió antes de que pudiera girar la perilla. La cosa más hermosa que había visto apareció. El hombre que pensé que nunca volvería a ver. El alivio tardó en registrarse. Todavía estaba en un estado de pánico total cuando miré a Preppy de arriba abajo. Él estaba sin camisa, cortaduras y raspaduras en sus hombros y en el lado izquierdo de su pecho. Sus tirantes estaban fuera de sus hombros, colgando de sus pantalones en ambos lados de sus muslos. Lo miré desde su despeinado cabello a sus pies descalzos. Sus ojos estaban inyectados en sangre y había círculos oscuros debajo. Extendí mi mano, medio esperando que pasara a través de él como si fuera una aparición. Cuando el calor de su mano envolvió la mía, cerré los ojos fuertemente y suspiré. —¿Me estás buscando, Doc? —preguntó. Y aunque sus palabras fueron dichas con un pequeño rastro de humor, sus ojos sólo mostraron preocupación cuando me miró por tercera vez desde que abrió la puerta.

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Preppy meneó las cejas y luego hizo una mueca. Pasó un dedo sobre la puntada blanca de mariposa que cubría un corte de tres pulgadas por encima de su ojo derecho. El alivio me inundó. Mis rodillas se doblaron. Preppy me atrapó de los hombros antes de que pudiera caer, sosteniéndome cerca de su pecho. Las lágrimas brotaron de mis ojos y aunque lo intenté, no pude encontrar las palabras correctas para expresarle lo que estaba sintiendo. No sabía lo que estaba sintiendo. Todo lo que sabía era que nunca lo quería dejar ir. —¿Estás bien? —pregunté frenéticamente—. ¿Bo está bien? ¿Dónde está Bo? Preppy se apartó un poco y levantó mi barbilla para que mi mirada se encontrara con sus ojos ámbar. —Shhhhh... Estoy bien. Bo está bien. Ray y Thia llevaron a todos los niños a la playa durante el día. Bear tiene un par de chicos cuidándolos, sólo para estar seguros —colocó mi mano sobre su pecho desnudo casi como si estuviera confirmándome que él realmente estaba allí. Entonces me imitó, colocando su propia mano en mi pecho sobre mi camisa. Fue entonces cuando me di cuenta porqué Preppy estaba desnudo del pecho. Yo estaba usando su camisa. Preppy dio un paso hacia mí sin soltarme para que pudiera empujarnos a la habitación. Cerró la puerta detrás de nosotros al parecer, yo no era la única que no podía encontrar las palabras porque nos quedamos allí en silencio por varios minutos sólo sintiendo el corazón del otro latiendo—. ¿Cómo te sientes? —Preppy finalmente preguntó, guiándome de vuelta a la cama. Me senté cuando sentí la parte de atrás de mis rodillas golpear el colchón. Preppy elevándose sobre mí, mirándome arriba y abajo por lesiones—. ¿Fuiste… herida? ¿Alguien te lastimó? —gruñó. —No. Nada permanente de todos modos. Nada se rompió que yo sepa. Estoy bien, sólo un poco adolorida —dije—. Aunque esto no se siente muy placentero —levanté la camisa de Preppy y levanté la esquina del vendaje en mi parte superior del muslo, revelando la extrema erupción debajo. —Mantenlo cubierto. Se curará —dijo Preppy, arrodillándose frente a mí. Puso sus manos sobre mis rodillas. —Lograste salir de la camioneta —dije—. Estás vivo.

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—Deberías saber ya, Doc, que incluso la muerte no puede mantenerabatido a un hijo de puta —prosiguió con su sonrisa diabólica. Se encogió de hombros—. Además, el monstruo del cuerpo de King casi me aplasta, pero luego fuimos volteados y terminé aterrizando en él. Le dije a ese hijo de puta que dejara los batidos de proteína antes de que su tamaño acabará matando a alguien. Es un servicio público, en realidad. Sonreí, todavía no podía creer que ambos saliéramos un poco peor por el desgaste, pero vivos después de una noche que podría haber terminado de manera diferente y mucho más mortal. Preppy suspiró y jugó con el dobladillo de la camisa en mis rodillas. —Realmente no quiero hablar de esta mierda ahora mismo. Quiero que descanses, pero tengo que preguntarte, Doc... ¿Viste quién era? Sacudí la cabeza y miré a la pared, concentrando mi atención en el reloj de la Cenicienta sobre la puerta del cuarto de baño, esperando que algo pudiera ayudarme. —¿Qué tal un auto? —sugirió—. ¿Una marca o un modelo? Sacudí la cabeza. —¿Color? Cerré los ojos y busqué las respuestas a sus preguntas, pero me quedé en blanco— . Yo... yo estaba en el maletero. Presioné el pestillo de emergencia. Preppy hizo una mueca, pero rápidamente la cubrió con una suave sonrisa—. Eso es... eso está bien, Doc. Bien pensado. Además, los cierres de emergencia sólo se pusieron en los autos a principios de los 2000, así que es algo con que comenzar. ¿Algo más? Pensé un poco más—. El auto se detuvo cuando la persona que conducía se dio cuenta de que el maletero estaba abierto. Ellos empezaron a venir por mí. Los escuché, pero tus luces debieron asustarlos. Lo siguiente que sé es que tu camioneta se detuvo a unos cuantos centímetros de mí y no recuerdo mucho después de eso. Ni siquiera sé cómo volví aquí. —Te desmayaste. Después del Choque —dijo Preppy—. Te he traído de vuelta.

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—¿No estás herido? —dije, señalando un corte en su pecho que aún estaba filtrando sangre. Preppy sacudió la cabeza—. Lo único que me habría hecho daño es perderte. —A mí también —dije, sintiendo que las lágrimas brotaban de nuevo. Sentí una picazón en la nuca y fui a rascarla, encontrando una especie de gasa pegada a mi piel—. ¿Qué es esto? —pregunté, rascando sobre la gasa. —No —dijo suavemente agarrando mi muñeca, presionando un beso suave a mis nudillos—. Es sólo un corte. Necesitabas algunos puntos de sutura es todo. No quieres arrancarlos. Las puntadas pican mucho más cuando estás consciente. Colocó mi mano sobre la cama y entrelazó sus dedos con los míos, y me sentí relajada, mis hombros cayeron y mi guardia se vino abajo. Preppy acarició mi brazo mientras hablaba, arrastrando sus dedos por mi piel—. Pensé que te había perdido —se rió, pero no llegó a sus ojos—. De nuevo. —Nah... No puedes deshacerte de mí con tanta facilidad —dije, apoyándome en su tacto—. ¿Quién crees que podría haber hecho esto? —pregunté. —Estaba a punto de preguntarte lo mismo. Hablé con King y Bear, y lo único que se nos ha ocurrido es que Bear ha estado revolviendo la basura pesadamente para tratar de averiguar quién podría haber estado trabajando con Chop para cubrir que yo estaba vivo. Gente en la morgue, el médico forense, médicos, enfermeras. Mierda, incluso la gente de la funeraria. —¿Así que crees que podría ser alguien que piensa que Bear se está acercando demasiado a la verdad? —pregunté. —Tal vez, pero todavía no tiene sentido por qué han venido por ti y no directamente por mí. La otra teoría es que podría ser alguien que no le gusta que este de pie y respirando de nuevo y me quiere agarrar a través de ti, aunque soy una persona bastante increíble, así que no tengo ni puta idea de quién podría ser. Estamos observándolos a todos. Incluyendo a Kevin. —¿Tu hermano? —pregunté.

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—Afrontémoslo, Doc. Prácticamente acaba de salir de la nada y todavía no sé muy bien de qué va. Voy a pasar más tiempo con él. Averiguar cuál es su historia —dijo. Sus cejas se arquearon, los pliegues en su frente se profundizaron—. Dre, mira. Jodidamente lo siento mucho... —No —lo interrumpí—. Deja eso. Yo también podría haberte perdido. No puedo hacer eso de nuevo, ¿me oyes? No puedo. Preppy se puso de pie y se inclinó sobre mí hasta que me obligó a echarme de espaldas sobre el colchón, sus manos en ambos lados de la cama. Parecía enojado cuando dijo—: Nunca te dejaré y nunca me dejarás. ¿Entendido? —Sí —dije. El aire entre nosotros creció. Extendí la mano y limpié la sangre del rasguño en su pecho con mi dedo. La gota fue más grande de lo que pensé. Se deslizó hacia abajo en las líneas de mi palma, pintando la carne de mi mano con su sangre. Volví a mirar hacia arriba donde la sangre se había agrupado alrededor de uno de los pezones duros de Preppy. Presioné mis muslos juntos, ignorando el dolor y el dolor que irradiaba de mis piernas y enfocándome en cambio en la feroz forma en que las fosas nasales de Preppy brillaban mientras miraba su sangre en mi mano. Luego siguió mi mirada hacia su pecho. Mi piel se ruborizó y de repente me sentí mareada. Un estremecimiento corrió por mi espina dorsal. Extendí mi mano para tocarlo de nuevo, pero la retiré cuando me di cuenta de que estaba temblando. —Mierda —maldijo cuando notó que la sangre brotaba en una corriente lenta, pero constante. Miró desde el rasguño hacia mí. Ninguno de los dos hizo un movimiento para limpiar la sangre de nosotros mismos o uno al otro, sólo continuamos mirándonos el uno al otro. Mi boca se secó. No podría decir lo mismo de mis bragas.

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Preppy respiró profundamente. Un gruñido salió de lo profundo de su garganta, un sonido que hizo que mi cuerpo entero zumbara con conciencia. Agarró dos puños de mi camisa y la abrió, enviando botones alrededor de la cama y en el suelo. —Esa era tu camisa —señalé, respirando pesadamente. Mi rostro se ruborizó y mis mejillas se calentaron. Preppy pasó su mirada por mis pechos expuestos y pezones endurecidos, y sentí que mi cuerpo cobraba vida bajo su inspección—. Me importa un carajo —dijo—. Desgarraría cada puta camisa que tengo por esto. Caminaría sin camisa cada día sólo para verte así por un puto segundo. Levantó sus ojos de mi cuerpo y nuestras miradas se cerraron. Un latido. Dos. Entonces todo el infierno santo se soltó. La boca de Preppy se desplomó sobre la mía como la presa construida por la preocupación del bienestar del uno por el otro siendo quebrada, inundando el aire alrededor de nosotros con pura lujuria desenfrenada. El deseo y la necesidad de sentirnos conectados tuvieron precedencia sobre todo, incluyendo la respiración. Nuestras lenguas chocando y enredándose. Cerré un puñado de cabellos y lo empujé más cerca. No podíamos acercarnos lo suficientemente rápido. No entonces. No nunca. Preppy estiró su mano por detrás de mi espalda y levantó mis caderas de modo que mi núcleo estaba a ras contra su dureza bajo sus pantalones. Gemí cuando sentí su calor a través de la tela. Agarró la parte inferior de uno de mis muslos, amasándolo con sus manos antes de forzar mis piernas alrededor de su cintura. Nos frotamos el uno contra el otro. Contorsionándonos. Gimiendo. Desesperados por sentir algo que no fuera temor o alivio. Me sentí viva.

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Y nadie en la tierra me había hecho sentir alguna vez tan viva como lo hacía Preppy. Me estiré entre nosotros y desabroché su pantalón. Él tiró de sus caderas hacia atrás brevemente para poder bajar su pantalón y bóxer sobre los globos perfectos de su culo al piso. Los pateó de sus pies y estaba de vuelta en mí donde lo habíamos dejado. Sus labios contra los míos. Su verga contra mi abertura con sólo la tela de mis bragas separándonos. Preppy soltó mi boca para chupar uno de los rígidos picos de mis pezones en su boca, rodando contrajo su lengua mientras cavaba sus dedos en mis nalgas. Me retorcí contra él hasta que juré que si él seguía podría haberme venido sólo por la fricción de su verga contra mis bragas. —Al carajo esto, te necesito, Doc. Te necesito ahora —Preppy exigió. Su voz era profunda y ronca. No se molestó en quitarme las bragas. No había tiempo para eso. Estábamos frenéticos con necesidad. Enganchó dos dedos alrededor de la tela húmeda y la hizo a un lado mientras alineaba la enorme cabeza de su verga con mi coño. La sensación de la piel sedosa y caliente de su dureza, justo en el lugar que más necesitaba, envió un velo de placer que recorría mi cuerpo. Me estremecí. —Sí. Ahora. Te necesito AHORA —dije, mis entrañas se contraían por el vacío, desesperada por ser llenada. Preppy empuñó su verga. Se movió con tanta rapidez que por el momento en que estaba avanzando, sus labios ya estaban de vuelta en los míos. Su lengua buscando la mía como su verga buscaba un tipo diferente de entrada, estirándome y llenándome cada glorioso centímetro a centímetro hasta que yo estaba incoherentemente gimiendo su nombre en su boca, rodando mis caderas para acomodar más de su enorme tamaño. Cada movimiento de mi cuerpo provocando otra chispa de necesidad. Un placer tan grande que me dolía. Una hermosa clase de dolor que nunca quería dejar de sentir. —Joder —preppy gimió, apartando sus labios de los míos para mirar hacia abajo a donde estábamos conectados. El tiró hacia fuera levemente solamente para empujar

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de nuevo adentro. Más duro. Más adentro—. Maldición, Dre. Tan jodidamente bueno. Cada puta vez —retrocedió y empujó sus caderas hacia adelante, murmurando maldiciones mientras repetía este movimiento hasta que se situó completamente dentro de mí. La dulce sensación de estiramiento hizo que mi pared interior se apretara alrededor de su eje. Los dos jadeamos ante la sensación. El corte en su pecho no había dejado de sangrar, sólo que ahora la sangre empezaba a gotear de su estómago. La fricción de nuestros cuerpos frotándose uno contra otro aflojó el vendaje en mi muslo, manchando de color de rosa fresco contra las manos y los antebrazos de Preppy mientras él utilizaba mi cuerpo como apalancamiento. Su propia sangre salía de su pezón con cada duro golpe, salpicando contra mis pechos, pintando mi piel pálida con un tatuaje de remolinos rojos. No nos detuvimos. No podíamos parar. Mierda, un tren podría haberse descarrilado e inclinarse a través de la puta ventana y todavía habríamos seguido. Tal vez porque de alguna manera, Preppy y yo éramos nuestro propio tren. Y si nos fuéramos a descarrilar, lo haríamos juntos, conectados, con el nombre de cada uno en nuestros labios. Sus empujes se hicieron aún más poderosos. Más exigentes. Así lo hicieron sus palabras. —Nunca me dejarás. Dilo. Nunca vas a jodidamente dejarme—gruñó. Quería decir las palabras de vuelta, pero estaba literalmente siendo follada sin sentido. Comencé a ver estrellas, breves destellos de luz blanca mientras él follaba las palabras a mi corazón de la misma manera que estaba follando mi coño. Apasionado. Implacable. Áspero. Frenético. Éramos todo eso y mucho más. Mucho más.

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Preppy empujó mis brazos por encima de mi cabeza y sostuvo mis muñecas juntas mientras brutalmente me embestía con su monstruosa verga. Una y otra vez me castigaba y me complacía. Manteniéndome en el borde del éxtasis. Casi no registré el dolor disparándose desde mi parte baja de la espalda cuando levanté mis caderas para encontrarme con sus golpes. Nuestra follada se había vuelto salvaje e imprudente. Cualquier tipo de ritmo cayó al borde del camino mientras corríamos por un lugar donde sólo primitiva, cruda FOLLADA existía. Más y más rápido me follaba. Cada empujar y sacar resultaba en una cantidad insoportable de placer puro que corría a través de mí. Grité su nombre cuando se hizo demasiado y no lo suficiente todo al mismo tiempo—. ¡Preppy! ¡Preppy! —con cada uso de su nombre, mis gritos se hicieron cada vez más fuertes hasta que estaba segura que estaba gritando en su oreja. —¡Jodidamente nunca me dejes! —Preppy repitió—. Mírame, Doc, obsérvame venirme por ti. Como si pudiera arrancar mis ojos de él. Había una belleza en el modo en que los tendones de su cuello se apretaban. La forma en que sus dientes rechinaban. Había una belleza en él. La verga de Preppy palpitaba dentro de mí, y gemí largo y fuerte mientras acariciaba el punto sensible en el lado de enfrente de mis paredes interiores una y otra vez. Sus labios se separaron. Los músculos en sus hombros y bíceps tensados. Perlas de sudor en su frente, corriendo desde su sien hacia abajo de los tatuajes de colores adornando su cuello. Mantuvo su mirada fija en la mía y no parpadeó mientras se venía, gimiendo mi nombre a través de su liberación, arrojando corrientes de su liberación dentro de mí. Haciéndome suya de nuevo. Abrí la boca para intentar decirle las palabras que él había querido escuchar, que nunca iba a irme, pero no pude porque su empuje final desencadenó mi propio orgasmo, interrumpiendo cualquier pensamiento coherente que podía haber tenido, enviándome a una espiral de puro placer.

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Arqueé la espalda de la cama, clavé mis dedos en el perfecto culo de Preppy y descaradamente me mecí contra él, montando las sacudidas de cegadora felicidad que me dejó temblando con la magnitud y la fuerza de la que venía. Cuando pude concentrarme de nuevo, abrí los ojos y noté la cabeza de Preppy apoyada contra mi pecho. Sus brazos alrededor de mi cintura. Pasé mi mano a través de su cabello y por el costado de su rostro y me sorprendí cuando sentí humedad en mis dedos. Preppy miró hacia mí, una mancha de lágrima en su mejilla, la sangre de mi pecho manchada en la otra. Tosí cuando mi corazón se saltó un latido, sorprendida por una sacudida eléctrica de conciencia y emoción. Agarré su cara en mis manos y finalmente respondí a su demanda anterior—. Samuel Clearwater, te prometo que nunca te dejaré —susurré, mi voz tan temblorosa como mis miembros—. Te amo. Preppy cerró sus ojos. Una perezosa y satisfecha sonrisa apareció en su rostro. Dejó caer la cabeza en el pecho—. Amor ni siquiera empieza a cubrirlo, Doc —dijo Preppy, seguido por un bostezo. Mi corazón se hinchó en mi pecho. Sonreí soñadoramente y continué recorriendo mis manos a través del cabello de Preppy hasta que los dos nos fuimos a la deriva. Dormimos hasta tarde en la mañana y nos hubiéramos despertado aún más tarde si no hubiéramos sido despertados por la explosión de un arma.

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TRADUCIDO POR MAVE CORREGIDO POR SRTA OCST

CAPITULO 4



¡MIERDA! —GRITÓ Dre, saltando de la cama.

Fui lanzado de su cuerpo, el cual estaba usando como la almohada más cómoda en la que había tenido el placer de dormir, cayendo desgraciadamente al suelo en un montón de mis propios miembros desnudos. ―Lo quieres duro, nena, lo tienes ―murmuré, todavía medio dormido. —¿Qué? —preguntó Dre Abrí los ojos y me encontré mirando a la bella y oscura mirada de mi mujer, que lucía muy confundida—. ¿Qué está pasando exactamente? ¿Estás tratando de golpearme mientras duermo? Porque eso no parece justo ―dije adormilado, frotando mis ojos y apreciando el hecho de que Dre estaba agachada en el piso desnuda, Su pequeño culo en el aire, todavía cubierto de manchas de sangre que ahora estaban secas. Un hermoso recordatorio de cómo habíamos pasado nuestro tiempo antes de caer de agotamiento. ―Creo que alguien está disparando allá fuera ―susurró Dre, agachándose detrás de la cama junto a mí. Un bum familiar vino fuera de la ventana—. ¡Ves! Ese sonido. Ahí está de nuevo. ―Nadie nos está disparando ―dije, jalando a mi mujer sobre mi regazo. Me puse de pie, arrastrándola conmigo. La posicioné para que pudiera ver por la ventana la entrada de la casa, donde el viejo coche marrón que esperaba ver llegar rodando por la calzada. El bum volvió a sonar, esta vez una pequeña bola de fuego y el humo del tubo de escape lo acompañó.

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Los hombros de Dre se relajaron instantáneamente—. ¿Quién es? ―preguntó, poniéndose de puntillas para ver mejor. Me quedé detrás de ella admirando su culo y sus torneadas piernas. Dándose cuenta de que no le había respondido, se volteó para mirarme, pero la clavé en su lugar, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura y acomodando mi barbilla en su hombro. Señalé la puerta lateral del conductor, que acababa de abrir—. Eso —dije―. Se llama un pedazo de auto de mierda —Kevin salió y encendió un cigarro―. Y eso, como ya sabes, es mi hermanito. —¿Por qué está aquí? ―Yo lo llamé. Ha estado insinuando que quería trabajar para mí ―le dije―. Así que le dije que se reuniera conmigo aquí. Dre se giró en mis brazos y levantó una ceja hacia mí. ―No hay mejor momento que el presente para averiguar si tu familia está afuera para matar a tu esposa ―expliqué―. Podría muy bien acabar con ello ahora.

Antes de acercarnos demasiado. ―Entonces, ¿qué planeas hacer exactamente? —Dre preguntó como si supiera que tenía que haber más en la historia. Y tenía razón. Había. Ella envolvió sus brazos alrededor de mi cuello y acarició su nariz contra mi pecho. Mi verga, demasiado consciente de sus muslos desnudos ligeramente cepillándose contra ella, comenzó a saltar por atención. Dre miró hacia abajo entre nosotros a mi verga completamente dura. Se lamió los labios y me lanzó una mirada interrogante—. No me culpes. Cuando paseas con el perro de la familia y lo acaricias detrás de las orejas, va a levantar la cabeza para llamar la atención. Dre rió seguido de un chillido cuando me agaché y la levanté por la cintura, arrojándola de espaldas a la cama. Sus tetas rebotaron mientras se acomodaba en las almohadas. Me arrastré hasta la cama y en un movimiento rápido la volteé sobre su estómago. Pasé mi mano por su espalda hasta la grieta de su culo y la volví a subir. ―Así que —dijo, sus mejillas enrojeciendo cuando sumergí mis dedos aún más profundo en sus pliegues―. No contestaste mi pregunta.

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—¿Qué pregunta? —pregunté, centrado en su brillante coño, ya húmedo por mí. —Kevin. Quieres aprender más sobre él. Lo invitaste aquí. Pregunté, qué planeas hacer exactamente con él ―terminó. Le di una nalgada y bajó la cabeza, gimiendo en la almohada. ―Kevin quiere entrar al negocio familiar —dije, trazando la marca roja que acababa de hacer en su perfecto culo. Miró por encima del hombro y le lancé una sonrisa astuta―. Así que voy a enseñarle el negocio familiar. Separé sus muslos con mi rodilla y empuñé mi verga, empujándola en su apretado coño húmedo—. Pero Kevin puede esperar —gemí, mis ojos prácticamente cruzándose de lo bien que su coño se sentía envuelto alrededor de mí—. Hay algo más que tengo que hacer primero. —¿Oh, sí? ―preguntó, empujando hacia atrás contra mí. Prácticamente podía sentir su sonrisa en su voz—. ¿Qué sería eso? Embestí fuerte, empujando mis caderas hacia adelante hasta que me enterré dentro de su mágico coño tan profundo como su cuerpo lo permitiría—. Tú.

Media hora más tarde salí de la casa y les dije a los motociclistas del Lawless MC que montaran guardia a cada lado de la puerta. Salté por los escalones del porche de tres en tres para reunirme con Kevin. ―Tienes sangre en el cuello ―señaló Kevin. Me encogí de hombros y dejé ver que no la limpiaría. Mi yo colegial estaba muriendo por divulgarle a Kevin todos los detalles de la mierda que Dre y yo hicimos esta mañana. Sin embargo, mi adulto interior, que no sabía que tenía hasta hace poco, rápidamente me recordó que Dre era mi esposa. Un sentimiento de posesión como

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nunca había conocido se hizo cargo. MÍA. MÍA. MÍA. Corría a través de mi cerebro como un reloj del mercado de valores. Mayúsculas y todo. Le fruncí el ceño a Kevin como si hubiera estado de pie allí viéndonos follar o pudiera de alguna manera verla desnuda dentro de mi cerebro. ―Uh, ¿seguro que quieres hacer esto hoy? —preguntó, metiendo las manos dentro de los bolsillos de sus pantalones cortos―. Quiero decir, después de todo lo que pasó anoche. Giré mis llaves en mi mano―. Escucha, hombre, la vida es corta. Nadie lo sabe mejor que yo. Tenemos que aprovechar el día. Carpe al diem mientras todavía tengamos diem para carpe y toda esa mierda ―agité mi mano alrededor en el aire—. Además, hice que los motociclistas vigilaran a la familia, así que todo está bien por ahora. No tardaremos mucho ―miré hacia la ventana del tercer piso y vi una cortina de pelo negro brillante envuelta en una sábana que se alejaba de la ventana. ―Ella es jodidamente ardiente, hombre ―dijo Kevin, mirando la misma ventana vacía. ―Lo es ―concordé, golpeándolo en la espalda y hundiendo mis dedos en su hombro mientras lo conducía a la camioneta de Bear―. Tócala y cortaré tus malditas manos. Mmm... kay?

―Leave the pieces when you goooooo—canté, tapeando mi pie al ritmo de la canción de The Wreckers en mi cabeza mientras Kevin y yo estábamos fuera de la camioneta en un campo vacío justo fuera de la ciudad. —¿Exactamente qué estamos haciendo aquí? —preguntó Kevin—. Pensé que me ibas a llevar a las casas de las abuelitas. Enseñarme lo básico. Ya sabes, cómo cultivar y colectar. Ese tipo de cosas.

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Chasqueé la lengua―. Oh no, querido hermano. Antes de que te conviertas en el chef tienes que lavar un montón de platos de mierda. ―Justo entonces un camión que transportaba un remolque dobló la esquina y venía disparado a través del centro del campo, rebotando de lado a lado mientras era conducido sobre roca y tierra desigual— . ¿Estás seguro de que todavía quieres entrar? ―Sí ―contestó Kevin —¿Qué es eso? ―Los putos platos. A primera vista, parecía cualquier otro camión con un remolque, con el mismo pitido molesto que hacía en su lugar, finalmente se detuvo cuando el motor fue apagado. Jake Dunn, el mismo puto diablo rubio, saltó del lado del conductor y rodeó la parte trasera del remolque. Ignorando nuestra presencia cuando abrió la puerta. Jalé a Kevin a un lado para evitar ser golpeado por la puerta cayendo cuando se estrelló tan fuerte sobre la hierba que una bocanada de tierra subió al aire. ―Guao, ¿qué es todo esto? —preguntó Kevin, mirando el tráiler. Dentro había un interior totalmente metálico, de aspecto muy estéril. Filas de herramientas afiladas colgaban de los ganchos alineando la pared. Cuchillos, lo que parecían machetes, junto con cosas que parecían pica hielos y unas cuantas mangueras. Una mesa a juego estaba directamente en el centro, un desagüe en un extremo. Un pequeño fregadero estaba conectado a la pared directamente detrás del asiento del conductor. Extendí mi brazo como un modelo de Price is Right1—. Esto es lo que ellos llaman un matadero móvil, kemosabe ―le informé a Kevin, encendiendo un cigarro—. Y ese caballero rubio es Jake. Ya que estamos aquí para aprender, la lección número uno es que no le digas a Jake que luce como si soliera estar en una banda de chicos, o que se cayó de una revista Teen Beat, o cualquier otra cosa que lo haría parecer menos como el rudo hijo de puta que es. Jake frunció el ceño, pero sus ojos azules brillaron.

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Programa de TV.

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El tipo era una contradicción andante. Puse mi brazo alrededor de Kevin—. Vamos a cambiar eso. La primera lección es no hablar con Jake. Como... NUNCA ―dije. Incliné mi barbilla hacia Jake—. ¡Buen día rayito de sol! —grité, ignorando mi propia regla. Jake gruñó—: ¿Quién coño es este? —¿No lo sabías? Es el día de traer a tu hermano pequeño-del-que-no-sabias-nadahasta- hace poco-al trabajo. Jake miró a Kevin como si odiara su propia existencia. Probablemente lo hacía. Porque él era Jake. Sin explicación requerida. ―Lección número dos —dije, pasando mi encendedor a Kevin quien encendió su propio cigarro. Miré abajo a sus pantalones cortos―. Vístete para el trabajo que quieres, no para el trabajo que tienes. —¿Exactamente qué significa eso? ―preguntó Kevin, mirando su manchada y arrugada camiseta psicodélica de CORAL PINES y chancletas como si no hubiera nada malo en lo que llevaba puesto. ―Significa que no más trajes de baño a menos que vayas a recoger chicas a la playa. Te ves como un chico universitario en el día del lavado. Ten un poco de orgullo, muchacho. Kevin resopló—. ¿Cómo se supone que deba vestirme para el trabajo que quiero cuando no sé cuál es el trabajo que tengo o siquiera lo que estamos haciendo? ―preguntó Kevin, sonando frustrado. —Ya te lo dije ―dije cuando Bear y King se detuvieron en el vieja camioneta de King—. Vas a lavar platos. King y Bear rodearon la parte trasera del camión y bajaron el portón trasero. Juntos, cada uno tomó un extremo de algo alrededor de un metro ochenta de altura, envuelto en bolsas de basura y cuerdas. Lo cargaron... me refiero a ESO, hasta el remolque, poniéndolo sobre la mesa con un fuerte golpe—. ¿Quieres que nos quedemos y ayudemos? ―preguntó King, inclinando la barbilla hacia Jake, que estaba apoyado contra la mesa con las piernas cruzadas en los tobillos y los brazos cruzados sobre el pecho.

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―Gracias, pero tenemos esto, jefe ―respondí King y Bear nos miraron a los dos con escepticismo, la misma mirada que me habían dado cuando les dije cuáles eran mis planes para el joven Kevin ese día—. Bien, tengo que ir a ayudar a este pendejo que sabemos se muda todos modos ―dijo Bear. ―Sí, y el tipo está saltándose su propio día de mudanza. ¿Puedes creer esa mierda? ―preguntó King. Bear sacudió la cabeza y les mandé un dedo medio mientras se alejaban. ―Ummm... ¿qué diablos es eso? —preguntó Kevin, mirando la mesa de remolque. ―Estiércol ―respondí. —¿De Verdad? ―No. En realidad no ―suspiré―. Es una bolsa de plástico en forma de cuerpo, Kevin. ¿Qué coño crees que es? ―chasqueé los dedos delante de su cara para llamar su atención. Ahora escucha, Daniel-hijo. —¿Quién es? —preguntó Kevin, demasiado concentrado en lo que estaba pasando en el tráiler. Su mirada siguió cada movimiento de Jake mientras afilaba uno de los cuchillos de la pared con un afilador de acero. ―Los muertos no tienen nombres ―dije. ―Esa es una línea de Game of Thrones ―señaló Kevin. —Eso no quiere decir que no sea cierto. Jake hizo un gesto a la puerta y Kevin y yo la levantamos, sosteniéndola hasta que escuchamos el clic desde el interior que la bloqueaba en su lugar. —¿Y qué pasa ahora? ―preguntó Kevin. Encendí un cigarro y se lo pasé, luego encendí otro para mí—. Ahora esperamos — nos apoyamos contra el tráiler. —¿Para qué se usa esta cosa de todos modos? ―preguntó Kevin, mirando por encima del hombro hacia la puerta cerrada del tráiler.

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―Bueno, cuando Jake aquí no lo está usándolo para propósitos más nefastos, usualmente se usa como una forma para que los agricultores 'despachen' su ganado sin tener que pagar las tarifas de transporte para que los animales sean enviados a una instalación y luego enviados de vuelta en piezas. —¿Despachado? —Kevin rascó su afeitada barbilla. ―Sí, lo escuché en la red de viajeros ―dije―. Cuando el anfitrión de este espectáculo no quiere decir cosas como, brutalmente cortar sus gargantas hasta que toda la sangre se agote, dice cosas como, 'despachado'. Hace que el asesinato de nuestros alimentos suene mucho más agradable, ¿no crees? —¿Qué está haciendo él allí? ―preguntó Kevin. No sabía mucho de él, sólo habíamos hablado un par de veces. Pero sabía que el chico no era estúpido. Podría haber preguntado qué estaba por hacer Jake, pero algo me dijo que ya sabía la respuesta. El sonido de una sierra vibró dentro del tráiler, seguido por una salpicadura de algo contra la puerta. Me incliné hacia ella y me volví hacia Kevin. —Inteligente, ¿no es así? ―guiñé. Kevin miró el tráiler como si lo que sucedía en el interior estuviera siendo proyectado en la puerta y él pudiera ver todo suceder. Me di cuenta entonces que aunque sus ojos estaban ensanchados, no era en horror. Era en fascinación.

Punto para mi hermano menor ―Parece que pasaste la primera prueba. Por un segundo estuve preocupado por cómo podrías reaccionar ―dije. Justo entonces Jake golpeó la puerta, tres rápidos golpes desde dentro. Salimos del camino y dejamos que la puerta cayera otra vez al suelo. Kevin en un lado y yo en el otro. Cuando Jake volvió a aparecer, no llevaba camisa. Un delantal negro de goma estaba atado alrededor de su cuello y cintura. Era tan largo que cubría la parte superior de sus botas. No sabrías que el líquido brillante que salpicaba era sangre a menos que miraras más allá de Jake y de la escena que había dejado en el tráiler. Diferentes tonos

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de rojo estaban goteando de cada superficie y estaba salpicada a lo largo de cada pared y herramienta. ―Verás, los civiles tienen esto acerca de la muerte. Creo que es toda la sangre, las tripas que les molesta —agité mi cigarro en el aire―. Cosas que el odio y la venganza tienden a borrar con el tiempo. Cosas como un sentido de lo correcto y lo incorrecto. Culpa. Toda esa mierda. Kevin cuadró los hombros—. No soy un civil ―argumentó ―¿Oh, sí? —Incliné la cabeza hacia un lado―. Entonces, ¿qué eres exactamente? Se encogió de hombros y luego pareció como si estuviera pensando. Sus ojos se encontraron con los míos—. Soy un Clearwater. No pude encontrar una respuesta porque por alguna razón sus palabras me dejaron estúpido. Afortunadamente, Jake interrumpió al pisar fuerte la puerta. Encendió un cigarro y rodó los hombros. Su cuello se tronó con un audible crack. Señaló la nevera en sus pies—. Todo tuyo ―dijo con una débil sonrisa. —¿Quieres dar un paseo con nosotros, hombre? —pregunté, Kevin tomó un lado de la nevera y la puso de nuevo cuando se dio cuenta de lo pesada que era. Los ojos de Jake se iluminaron con diversión. Sacudió la cabeza—. No puedo. Mis hijos tienen un recital de ballet a las cuatro. ―Entiendo. El mío quiere inscribirse en MMA ―le dije a Jake. No pude evitar sonreír mientras recordaba cómo Bo había señalado de la pelea en la televisión y luego a sí mismo alrededor de mil veces mientras saltaba de arriba abajo. Jake me miró como si me hubiera salido una verga en el centro de mi frente―. Larga historia. Te lo contaré todo encima de un cuerpo en algún momento. Yo no solía entender cómo Jake podía pasar de un asesino en serie por el día a un hombre de familia por la noche. Eso fue hasta que tuve una familia propia y ahora lo respetaba como el infierno. Creciendo, Grace siempre me había dicho que uno podía ser un chico malo y seguir siendo un buen hombre. Creo que finalmente estaba entendiendo lo que eso significaba.

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Jake encendió una manguera y empezó a lavar el interior del tráiler. El agua teñida de rojo se deslizaba en el drenaje y sobre la parte posterior del remolque en una mini cascada sangrienta. ÉL silbaba mientras trabajaba como un puto octavo enanito. Las mejillas de Kevin se volvieron rosadas y luego rojas, esforzándose bajo el peso de la nevera cuando ayudé a llevarla a la camioneta y la metí en bolsas de basura que ya había tendido. Cerré la puerta—. ¿Y ahora qué? ―preguntó Kevin. Sonreí—. ¿Ahora? Ahora tenemos un poco de puta diversión. Veinte minutos después estábamos en la vieja lancha de Billy, volando a través del pantano. Cambié mi tema musical de Leave the Pieces a Piece of Me de Britney Spears. Tenía un poco de un tema sucediendo en ese día. Nos detuvimos en mi lugar favorito. Bueno, mi lugar favorito para el tipo de actividad que estábamos haciendo. Era un espacio vacío junto a un banco de arena detrás de una pared de árboles donde el pantano se encontraba con el río. Justo detrás de una isla que King y yo habíamos apodado Puta Isla cuando éramos niños. Kevin me estaba ayudando a alimentar los pedazos de quien había estado en la bolsa (asunto del MC, mío no) a los cocodrilos rodeando la lancha—. Bueno, chico. Tú querías entrar ―dije—. Ahora estás dentro. Kevin envió un pedazo de lo que creo que era una rodilla navegando ligeramente. Un chapoteo de conmoción estalló cuando los cocodrilos pelearon por su cena de carne humana y cartílago. Kevin rió y puso los pies en el borde de la lancha. El sol empezó a ponerse—. Gracias, Preppy ―dijo, secándose las manos en su short. Asentí e incliné la nevera, dejando que el exceso de sangre goteara en el agua. La dejé caer y estampé una mano en el hombro de Kevin. Sonreí brillantemente—. Bienvenido al puto negocio familiar, muchacho. ―Hablando de familia ―dije―. No hemos exactamente llegado a hablar de eso. ¿Alguna vez me dirás cómo crees que soy tu hermano? ―No hay mucho que contar ―dijo Kevin, sentado en el borde del bote con la espalda hacia las aguas infestadas de cocodrilos―. Yo nací en el Norte. Una pequeña ciudad fuera de Daytona de la misma mujer que te empujó fuera.

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—¿Así que ella te habló de mí? ―pregunté―. Porque me resulta difícil creer que la mujer que me dejó atrás como un sofá que no quería molestarse en mover, de verdad dijera mi nombre después de que huyera. Kevin sacudió la cabeza—. No, nunca pronunció una palabra sobre ti. De hecho, no recuerdo su habla en absoluto. Un policía me encontró vagando por la carretera en pañales cuando yo era sólo un niño pequeño. Me entregaron a servicios sociales. Crecí en el sistema. ―Lo creas o no de los dos eso te hace el más afortunado ―dije. Kevin dejó escapar un suspiro y rodó los ojos. Detuvo su cerveza a unos centímetros de sus labios—. Claro, si llamas suerte el ser golpeado por tus padres adoptivos. O no ser alimentado porque yo no era uno de sus... verdaderos hijos o tal vez suerte fue aquella vez que estuve tan desesperado que dejé que un camionero me masturbara fuera de un restaurant a cambio de una comida caliente. Lo sentí por el niño. Realmente lo hice, pero no pude evitar el modo en que mis pensamientos funcionaban o la carcajada que estalló y salió de mi boca. —¿Crees que es jodidamente gracioso? ―dijo Kevin, levantándose y balanceando el bote de un lado al otro. —Sí, en realidad sí. —¿Por qué? ―preguntó Kevin, parecía horrorizado y extremadamente enojado. Apretó los puños a los costados. ―Siéntate ―ordené. Kevin bufó mientras se sentaba, con los brazos cruzados sobre el pecho. Me incliné hacia delante y apoyé los codos en mis rodillas—. ¿Quieres saber por qué creo que es gracioso? —pregunté, sin rastro de chiste para esta conversación. ―Ilumíname ―replicó Kevin. ―Porque yo habría matado para intercambiar lugar contigo. ¿Crees que conseguir una mano de un camionero es un mal trato? Por favor, intercambiaría a una docena de camioneros tirando de mi verga —me incliné más cerca—. Cualquier cosa habría sido mejor que ser violado por tu padrastro. Mejor que quedarse atrás como muebles no deseados cuando tu madre se muda y te deja solo con un puto pedófilo.

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La boca de Kevin se abrió y luego se cerró. Se rascó su despeinado cabello—. Entonces, ¿qué le pasó al padrastro? ―Murió en un trágico accidente a propósito. —¿Tú lo mataste? ―King lo hizo ―dije. Me puse de pie y señalé a los cocodrilos que rodeaban el barco―. Primera marca en su cinturón de armas. Así es como descubrimos por primera vez este lugar. ―Mierda, hombre ―dijo Kevin, frotándose los ojos―. Lo siento, no pensé... ―Así que mi infancia fue un poco más violada que la tuya. Ya lo he superado, sigamos adelante —agité las manos hacia él—. Entonces, ¿cómo demonios terminaste en Logan’s Beach? —pregunté, acercándome a la nevera, la que no estaba asignada para partes del cuerpo. Saqué dos cervezas y le lancé una. —Vine a buscarte ―dijo Kevin. —¿Y? ―Y estabas muerto ―dijo Kevin. Sus ojos mirando a todas partes excepto a mí mientras tomaba un largo trago de su cerveza. Yo hice lo mismo. Terminamos al mismo tiempo, chocamos las latas contra nuestros muslos y nos limpiamos la boca con el dorso de nuestras manos. Ambos nos reímos cuando nos atrapamos haciendo los mismos movimientos y fue entonces cuando empecé a notar las similitudes entre nosotros. Su pelo era la única diferencia importante. Era unos pocos tonos más oscuros que mi rubio arenoso. Un grueso desorden en la parte superior de su cabeza, de varias semanas necesitando un corte de pelo, pero tenía la misma forma de mi cara aunque la mía estaba cubierta con una barba excepcionalmente esculpida. Teníamos los mismos ojos de color avellana, aunque los míos estaban más separados. Él era incluso de mi misma altura excepto que mi estructura era mucho más voluminosa después de haber comenzado a ejercitar con King varios meses antes. King la había llamado mi rutina de ejercicios ‘voy a recuperar a mi perra.’ Ahora era algo cotidiano.

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Kevin agarró otra cerveza y me lanzó una—. En realidad sólo me enteré de ti porque cuando cumplí dieciocho años, orfanato me estaba echando. No tenía a dónde ir. Mi trabajadora social hizo algunas investigaciones, me dijo que podría tener un hermano. Tuve tu nombre y una posible ubicación. Nada más —me miró—. ¿Sabías que eres famoso por aquí? ―Infame es más parecido ―ofrecí. —Como lo quieras llamar. Todo lo que sé es que cada persona con quien hablé te conocía o sabía de ti. Incluso busqué tu foto para poder ver cómo lucías. Pasé por tu casa una o dos veces para ver dónde vivías, antes de escuchar que estiraste la pata. Visité tu tumba una vez. Te compré una cerveza —se mordió el labio―. Bueno, compré una cerveza. Podría haberla bebido por ti. Sonreí. ―Qué jodidamente considerado eres. ―Conocí a Meryl y a Fred cuando estaba vendiendo hierba por la estación de autobuses. Buenos tipos. Dejaron que me quedara con ellos un par de veces, pero no mucho. Sin embargo te digo que, cuando te apareciste en su casa ese día, huyendo de ese policía, casi me oriné cuando me di cuenta que eras tú. Levanté mi índice y mi pulgar y lo miré a través del pequeño espacio que había entre ellos—. Fue un poco impactante para mí también. Nunca esperé que alguien me llamara su hermano ―dije—. ¿Tu apellido de verdad es Clearwater? —pregunté, recordando lo que había dicho antes. Kevin sacudió la cabeza—. No —dijo como si no pudiera creer lo que estaba a punto de decir—. Es Schmooter. Reí y brindé por Kevin y su ridículo apellido, chocando mi cerveza con la suya—. Necesitas un apodo o algo así ―dije. ―Sí, creo que tienes razón ―concordó. ―Se me ocurrirá uno para ti... ¿Schmooty? Kevin sacudió la cabeza. Puse en marcha el barco—. ¿El Kev-ster? Es muy hogareño. Muy 1990. Él puso los ojos en blanco.

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Tiré del acelerador y grité por encima del viento—. ¿Kevin Manitas? Kevin me paró el dedo. —¿Qué? ¿Demasiado pronto? ―Vete al carajo ―dijo Kevin, tratando de ocultar su sonrisa con su mano. ―Odio traer esto a flote cuando estamos teniendo un tiempo estupendo y todo ―comencé, alzando mi voz por encima del sonido del motor y el viento mientras aceleraba cada vez más rápido. Kevin se agarró a la barra de metal unida al asiento entre sus piernas―. Pero sabes que si descubro que tuviste algo que ver con lo que pasó con Dre anoche, o si te jodes con ella o con mi hijo en cualquier forma que me ponga nervioso, serás el que alimente a esos putos cocodrilos en la siguiente vuelta. No sé cómo esperaba que reaccionara después de que lo amenazara, pero no esperaba que sonriera, lo cual era exactamente lo que hizo—. No dudé de eso ni por un segundo, Prep ―gritó en respuesta. —Me alegro de que estemos en la misma página. Empujé hacia abajo el acelerador, acercándome al agua poco profunda y la hierba alta. Hice algunos giros cerrados por diversión en el camino. Kevin incluso cantó junto a mí para una interpretación muy fuera de tono de “Piece by Piece” de Kelly Clarkson. Bueno, era más, gritar en el viento, que canto. En mi interior, no sentía que Kevin tuviera algo que ver con intentar tomar a Dre, pero no podía estar cien por ciento seguro. Al menos no todavía. Y la familia para mí lo era todo, pero el dicho de que la sangre era más densa que el agua no significaba una mierda para mí porque sabía quién era mi familia y la sangre era algo que derramábamos unos por otros, no compartíamos. ―Quizá la próxima vez que vengamos aquí corramos los cocodrilos. Ver cuán grandes que son tus bolas ―dije. —¿Qué diablos es correr los cocodrilos? ―preguntó Kevin. ―Te lo mostraré la próxima vez ―le dije.

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Después de unos minutos de silencio, miré a Kevin y me eché a reír. Tenía la boca bien abierta, las mejillas hinchadas por el viento, exponiendo todos esos dientes y encías. Me dio un pulgar hacia arriba. Pequeño tonto hijo de puta.

Como que me gusta mi hermano. Pensé. Realmente apestaría tener que matarlo.

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CAPITULO 5 DIECISÉIS AÑOS DE EDAD

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ACÍ A MINUTOS DE LA playa y a minutos de las armas, en Logan's Beach, Florida. Agua salada en mis venas. Polvo en mi alma.

Lo cual fue probablemente la razón por la que nunca me molestó cuando Bear, King y yo no pasábamos nuestros viernes por la noche como la mayoría de los adolescentes en LB. Haciendo mierda en el bosque o bebiendo cerveza a escondidas en el autocine. Por entonces, King, Bear y yo no éramos como la mayoría de los adolescentes. Nuestros viernes por las noches los pasábamos un poco diferente. Como remar a una isla para enterrar nuestras... ‘inversiones.’ Aunque no tenía un nombre oficial, habríamos apodado al pequeño pedazo de tierra de cinco acres que separaba la Bahía del Golfo como Puta Isla. PI para abreviar. La Puta Isla estaba deshabitada y era tan grande como un típico centro comercial. Un denso matorral cubría la mayor parte de ella, a excepción de un pequeño claro en el centro formado por tierra roja y conchas. Una línea casi perfecta de manglares bordeaba el perímetro. Habíamos comenzado nuestro ‘bunker de suministro’, un año antes. En realidad era sólo un agujero en el suelo, pero únicamente podías llegar a la isla en bote y los manglares y las aguas poco profundas infestadas de cocodrilos alrededor de ella, no lo

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convierten exactamente en un destino de moda para nadie pero, sí para tres delincuentes adolescentes intentando ocultar el efectivo recién adquirido, armas y drogas. El apartamento que King y yo estábamos alquilando no era mucho en materia de seguridad, a menos que consideres segura la endeble traba de cadena de la puerta con bisagras oxidadas. Por lo tanto la necesidad de PI. El sol estaba poniéndose mientras remábamos hacia la Puta Isla en el pequeño bote de metal apenas lo suficientemente grande como para sostenernos a los tres. La hora del día cuando no era todavía día, pero la noche todavía no había tomado el cielo. Me gustaba llamarla la hora del día cuando no podía ver ni mierda. Los rayos de la bola de fuego que caían en el cielo reflejaban todo lo que estaba a la vista, lo que me hacía ir medio ciego mientras remaba, esperando que King y Bear pudieran mantenernos sobre el objetivo. Un manatí salpicó agua a pocos metros de nuestro barco—. Hey, amiguito —dije, inclinándome de lado y acariciando ligeramente la superficie del agua. —¿Qué coño estás haciendo? —preguntó King con una risa. —Haciéndolo venir a mí. Lo vi en un programa de televisión cuando era niño — seguí acariciando el agua—. Ven aquí, amiguito. Ven con Preppy —dije, silbando como si estuviera llamando a un perro. —Estoy bastante seguro de que sólo funciona con delfines —dijo Bear, con un cigarro colgando de su labio. —Los manatíes son delfines mucho más gordos, primos más lentos —argumenté. Recordé ese hecho de alguna parte o lo inventé. Las probabilidades son, inventado. La cabeza del manatí desapareció. Él giró su andrajosa aleta hacia atrás en el aire antes de desaparecer bajo el agua, creando una ondulación circular en la superficie donde él acababa de estar. —¿Alguien más piensa que el manatí acaba de pararnos el dedo? —preguntó King.

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—Seguro como el carajo que lo hizo —Bear concordó—. Camino a sus encantadores primos los delfines. Me senté de nuevo y miré a mis amigos—. Fueron sus actitudes lo que lo asustó. Detienen incluso la vida silvestre —alcancé mi encendedor en mi bolsillo trasero—. Además de las chicas. —No tengo ningún problema con las chicas —argumentó King. —Sí, te follarán, pero te tienen miedo —señalé. —No me molesta —respondió King, respirando hondo—. En realidad, lo prefiero de ese modo. —Este pueblo puede ser una mierda —dijo Bear, exhalando humo. Señaló su cigarro a ondulación desapareciendo en el agua donde el manatí acababa de irse—. Y entonces ves una mierda así y eso te hace pensar que tal vez no sea tan malo. —Jodidamente amo este pueblo —dije—. Y lo vamos a poseer algún día. Bien a nuestra manera. —Entonces vamos a ser dueños de uno de esos —dijo King, alzando su barbilla hacia varias casas grandes sobre pilares, elevándose sobre el agua. Algunas de ellas eran oscuros paneles contra huracanes que cubrían las ventanas y las puertas. Un signo seguro de que eran propiedad de alguien que sólo vivía en ellas 'en temporada' que era en algún lugar de noviembre a marzo. —Qué puto desperdicio —dijo King, haciendo eco de mis pensamientos. Señaló una de esas casas. Una casa de tres pisos con pilares, asentada casi justo debajo de La Calzada. Era completamente oscura, persianas para tormentas en cada ventana y puerta. Tenía un enorme patio trasero con una fosa de fuego abandonada, ladrillos que se desmoronaban de la pila. —Qué puta lástima —concordé—. Cuando obtengamos una de esas grandes para nosotros, nunca dejaré el lugar. Como un rey en su castillo.

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King me lanzó una mirada—. Ya tenemos un rey2. Sabía que me estaba molestando porque él tenía esa cosa cuando trataba de ser serio, pero a punto de agrietar donde la esquina de su labio se contraía ligeramente como si estuviera combatiendo físicamente su reacción—. Como un Preppy en su castillo entonces—corregí. King sonrió. —Me alegro de que hayas dejado salir esa sonrisa, Jefe. Temí por un segundo que fueras a quemarte espontáneamente. Eso o tenías un grave caso de estreñimiento — dije. Bear resopló—. Bueno, asegúrense de que cuando tengan uno de esos lugares hagan espacio para mí —dijo, sonando derrotado. —Eh, Bear. Estás en una pandilla de motociclistas. —señalé. Dejé de remar sólo el tiempo suficiente para pasarle la abollada lata de Pepsi que había convertido en un bong3 temporal después de dejar caer mis rollitos de papel en el puto Caloosahatchee—. Odio sonar muy chicas-malas contigo, pero... no puedes vivir con nosotros. —Es un club de motociclistas —corrigió Bear, mirando hacia la distancia—. Y no me estoy mudando. Sólo asegúrense de que tengan espacio para mí si necesito pasar la noche. King y yo nos miramos y el entendimiento entre nosotros fue que Bear quiso decir que necesitaba un lugar donde quedarse cuando su viejo, Chop, lo empujara al borde, lo cual hacía más y más desde que Bear se convirtió en un prospecto oficial del MC. —Claro que sí, hombre —dijo King, casualmente. Los tres continuamos examinando el oscurecido desperdicio de bienes raíces hasta que llegamos a una que era diferente de las demás.

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King en español es rey. Pipa de mariguana.

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Estaba iluminada y estando más cerca del agua que las otras, pudimos ver directamente dentro, donde una familia estaba reunida cenando juntos en la mesa del comedor. Una mamá, un papá y un niño pequeño. Sonreían y reían juntos—. No sabía que las familias realmente hicieran eso —dije, sin darme cuenta de lo triste sonó en ese momento. —No quieres eso —dijo Bear—. Esa mierda parece aburrida como el carajo. King asintió con un ligero movimiento de cabeza. —No dije que quería eso —bromeé, encogiéndome de hombros—. Simplemente no sabía que la gente realmente hacía eso. Pensé que era algo inventado o algo que sólo ves en televisión. —Lo es —dijo Bear—. Lo que acabas de ver es una mentira. El padre probablemente está follándose a su asistente, que es un hombre, la mamá está embarazada por el prefecto de la escuela del pequeño y gasta mil dólares al día en drogas, además el pequeño está tan alto en ADD4 que no distingue su verga de un fideo húmedo. —Siento que le has dado más pensamiento de lo que merecía —observé mientras la familia cenaba cada vez más lejos—. Espera —fingí un jadeo—. ¿Eres TÚ follándose al papá? Bear me dio un puñetazo en el hombro y sonrió—. Aburrido como el carajo —dijo de nuevo, como si fuera un hecho que quería que yo recordara. Deslizó el cigarro a un lado de su boca así podía usar ambos brazos para remar contra la creciente corriente. —Sí —concordé—. Aburrido como el carajo. A medida que nos acercábamos a la isla, todo estaba fundido en sombras, haciendo que las largas raíces de los manglares parecieran centenares de piernas flacas que se sumergían en el agua. Los propios árboles parecían ser grandes criaturas, parecidas a arañas grandes vigilando la isla.

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Trastorno por déficit de atención con hiperactividad.

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Mantuve la linterna, tratando de encontrar el claro que habíamos cortado meses atrás. La luz captó los brillantes ojos amarillos de una docena de caimanes que se detenían en la superficie del agua. Algunos se lanzaron abajo al segundo que se encontraron con el rayo de luz, otros más valientes se deslizaron hacia nuestro bote sin crear ningún tipo de estela para inspeccionar mejor a los intrusos. Nosotros. —Es como una orgía de caimanes aquí —dije. —Sí, así que acabemos rápido sin inclinar el maldito bote antes de que se convierta en un buffet para caimanes —dijo King. Una vez que encontramos el claro, remamos hacia el con toda nuestra fuerza para evitar que la marea nos empujara hacia atrás. Al segundo que el bote hizo contacto con la tierra King saltó fuera primero tirando del bote más a la orilla, raspando el fondo de metal del bote sobre las rocas y las conchas. Bear y yo lo seguimos, cada uno de nosotros llevando mochilas con nuestro alijo. Sólo nos tomó una hora o algo así localizar nuestro agujero, desenterrarlo, enterrar nuestro alijo y cubrirlo de nuevo. Mientras volvimos al bote mi linterna volvió a captar los ojos amarillos de los caimanes que rodeaban el barco. Uno se estremeció cuando atrapó un pez en su boca antes de zambullirse de nuevo bajo el agua con su comida entre los dientes—. Gran noche para nadar —canté, mirando a King y Bear. —¿Tienes miedo? —dijo Bear, lanzando su mochila vacía al bote. —Eres el marica de nosotros tres —dije—. Apuesto a que no meterías el dedo gordo en el agua. Bear levantó una ceja—. ¿Oh sí? Te haré una mejor, correré hasta las rodillas si corres conmigo. —¿Una vuelta alrededor del bote? —pregunté, ya quitándome mis zapatos y enrollando mis pantalones. Bear hizo lo mismo. Ambos miramos a King.

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—Coño —dijo, quitándose las botas—. La única razón por la que estoy haciendo esto es para no tener que escuchar hablar de esto por el resto de mi maldita vida —se quedó en la orilla—. No le digan a Grace una palabra de esto —murmuró. Los tres estábamos en la orilla y empujó el bote a medio camino hacia el agua. —¿Listos? —pregunté, tronando mi cuello y rotando mis hombros—. Primer hijo de puta que consiga ser comido bueno... muere. —No tengo miedo —dijo Bear. —Yo tampoco —intervino King. —Bien —dije—. En sus marcas. Listos. ¡Fueraaaaa! —grité mientras los tres chapoteábamos por el agua como un rebaño de cebras huyendo de un león. Sólo nos tomó unos segundos rodear el bote antes de que nos derrumbáramos en la orilla, respirando con fuerza por la adrenalina. —¿Están contados todos los treinta dedos de las manos y los pies? —jadeó King. —Sí —Bear y yo dijimos al mismo tiempo. Sostuvo un dedo en el aire—. Pero el dedo meñique de Bear en su pie derecho es extrañamente más pequeño que el resto de sus dedos de los pies, entonces ‘todos los dedos de la mano y de los pies’ es subjetivo en el mejor de los casos. —Cierra la puta boca, Preppy —dijo Bear, extendiéndose para golpearme, pero su puño se quedó corto, golpeando el suelo en su lugar. —Eso no fue tan malo —dije, todavía sin aliento. Mi vida nunca sería como la familia perfecta que comía en esa ventana, pero no tenía que serlo, porque en ese momento, con mis amigos a mi lado, decidí que preferiría vivir el tipo de vida que me tenía chapoteando a través de aguas infestadas de caimanes, sintiéndome MUY VIVO. Miré a King y a Bear que reconocieron la expresión en mi rostro y se encogieron. —¿Quieren hacerlo otra vez?

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TRADUCIDO POR GABY PIRADITA CORREGIDO POR SRTA OCST

CAPITULO 6

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ESPUÉS DE DEJAR A Preppy con Kevin llamé a mi papá para asegurarle que estaba bien. Él sonaba como si hubiera estado esperando cerca del teléfono así que tarde para calmarlo y convencerlo que todo estaba bien, lo cual fue difícil cuando yo misma no estaba tan segura. Al parecer, no pude hacer un gran trabajo porque decidió quedarse en la ciudad por un tiempo. Por lo menos hasta que estuviera seguro de que cualquier amenaza por ahí se había ido. Después de que colgamos y yo prometiera que nos veríamos al día siguiente, me di cuenta de que en la confusión sobre lo que había sucedido la noche anterior había olvidado algunas cosas. Número uno, no había podido darle a Preppy su sorpresa, pero él la había visto y me dio las gracias después con su lengua entre mis piernas. El negro brillante clásico Chrysler estaba ahora en la esquina trasera oscurecida del estacionamiento de la casa, cubierto con una lona. También casi se me había olvidado que la casa de Mirna ahora era mía otra vez. Mía no. NUESTRA. Ese pensamiento me hizo sonreír de oreja a oreja. No sé cómo Preppy y Ray lo hicieron, sobre todo sin decirme por tanto tiempo, pero estaba más que agradecida de que lo hicieran. Esa casa significaba mucho para mí y no podía esperar para volver. Era como el comienzo de una nueva vida y el renacimiento de una vieja.

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Mudarnos fue la distracción perfecta que necesitaba para alejar mi mente de los eventos de la noche anterior. Cuando el auto de alquiler se presentó en la casa inmediatamente sentí una sensación de alivio de que podía centrarme en otra cosa que en quién podría estar detrás de mí, aunque el ardor del dolor de la herida en mi pierna y otros numerosos arañazos y rasguños se tomaban la libertad de recordármelo en cada movimiento. Además de una pequeña raspadura en el lado de su brazo nunca pensarías que King había estado en un accidente la noche anterior, sin mencionar donde que la camioneta se volteara sobre su lado. Cuando le di las gracias por venir a mi rescate, me miró como si mi agradecimiento fuera ridículo, y entonces él y Bear comenzaron a cargar todo desde el apartamento del garaje a un camión de alquiler, como el sofá, la cama, la cual ya había sido desmantelada. Pensando en ello, la cama estando en piezas fue probablemente la razón por la cual había despertado en la habitación de Max esta mañana. No tenemos muchos muebles, pero no lo necesitamos. Afortunadamente la casa de Mirna era acogedora y no necesitaría de mucho para llenarla. Todo lo demás que poseíamos, ropa y todo, ya había sido empacado en cajas así que no tomó mucho tiempo para que los chicos cargaran todo en el camión de mudanza. Ray volvió de la playa con los niños y cuando Bo salió saltando de la nueva SUV de Ray lo abracé fuerte y no lo solté hasta que empezó a moverse en mis brazos—. ¿Estás bien? —pregunté. El sonido de su voz llamándome todavía haciendo eco en mis pensamientos. Lo sacudí, sin ganas de pasarle mi preocupación o temor a él. Bo asintió y apuntó un rasguño en mi mejilla. —Estoy bien —dije, tocando con mis dedos la pequeña costra—. Es sólo un rasguño —tomé su pequeña mano en la mía y subimos en auto de Ray. Después del ritual de asegurase de que todo el mundo estaba de regreso en el auto y con los cinturones abrochados, checando que cada hebilla estuviera al nivel del pecho y cada cinturón de seguridad estuviera apretado, nos fuimos a casa de Mirna.

A casa.

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Bear y King ya estaban bajando todo cuando llegamos. Algunos de los chicos de Bear estaban allí también, de guardia alrededor del perímetro del patio y al final de la entrada. —¿Recuerdas este lugar? —le pregunté a Bo mientras desabrochábamos a los niños uno a uno y liberándolos para correr alrededor del patio y la casa. Bo asintió con entusiasmo. Me agaché junto a él y lo abracé acercándolo a mí—. ¿Quieres ir a escoger tu habitación? Puedes tener la primera a la izquierda, que solía ser mi antigua habitación, o la que está en el extremo de la sala de estar —antes de hubiera terminado mi oración, Bo ya estaba en los escalones y en la casa, pasando más allá de King y Bear que llevaban el sofá adentro. Tardó menos de una hora en descargar todo. Bear y King comprobaron con los motociclistas que dejaron atrás y se fueron. Ray se quedó un rato para ayudar a guardar los platos en la cocina, pero no tomó mucho tiempo para que los niños se pusieran inquietos. —Muchas gracias por toda su ayuda —le dije a Ray mientras estábamos afuera de su SUV después de abrochar a los niños otra vez. Había dejado a Bo en su habitación, la que solía el cuarto de cultivo, acostado sobre su espalda mirando fijamente al del ventilador de techo girar y girar con una sonrisa boba en su rostro. —No hay problema. Thia siente que no haya podido ayudar, pero Trey agarró otro resfriado y no quería que los otros niños se contagiaran. —Dile que no se preocupe y que cuando Trey esté mejor podemos tener una noche de chicas. —Eso es de lo que estoy hablando —dijo. —Gracias de nuevo, Ray —dije, envolviéndola en un abrazo apretado. —¿Esto es pre o post beso? No importa. De cualquier manera, estoy muy bien con tu decisión de salir de nuestro matrimonio... pero sólo si puedo mirar —no necesitaba darme la vuelta para saber que Preppy estaba detrás de mí, pero cuando lo hice, me

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sorprendió ver a Kevin todavía con él. Sobre todo porque Preppy había llamado para decir que iba a dejarlo en su casa antes de verme en la casa. Ray se subió en su SUV y se abrochó el cinturón de seguridad—. Nos vemos más tarde —me dijo antes de dirigirse a Preppy—. Para que conste, Preppy apareciste en el post beso y te lo perdiste. Fue bastante épico. Lengua y todo —Ray sacó su lengua, mientras salía de la entrada. Los tres niños en el asiento trasero la imitaron, asomando su lengua también. —¿Podrías sólo mentirme y decir que eso realmente sucedió? —preguntó preppy, envolviéndome en sus brazos. Miró fijamente a mis labios—. No importa. Me gusta la idea de estos labios siendo sólo míos —presionó sus labios suaves en los míos y me empujó ligeramente hacia atrás—. A menos que realmente sí lo hicieras en cuyo caso... Me eché a reír y di un rápido beso a mi hombre—. Hey Kevin —dije sobre el hombro de Preppy. —Hey, Dre —dijo Kevin. Estaba de pie incómodo en el porche, mirando a todas partes menos a nosotros jugando con las cuerdas de la parte delantera de sus pantalones cortos. Salí del abrazo de Preppy, no queriendo que Kevin se sintiera incómodo. Preppy alcanzó su bolsillo y le lanzó a Kevin un juego de llaves—. Ve por tu bolsa a la camioneta —le dijo. Kevin asintió y se dirigió hacia la entrada mientras entrabamos. Rápidamente comprobamos a Bo que estaba en su nueva habitación, todavía en el piso, jugando un juego en la tableta que Preppy había insistido en comprarle. Nos dio una sonrisa y un pulgar arriba. Después de cerrar la puerta tomé la mano de Preppy en la mía y tiré de él hacia la que había sido la habitación de Mirna, pero ahora sería nuestra habitación principal. Cerré la puerta detrás de nosotros— Me gusta hacia donde va esto —dijo Preppy, tirando de mi contra su duro pecho. —No —dije moviéndome fuera de su alcance y caminando al otro lado de la cama. Tenía que poner a algo de espacio entre nosotros antes de que Preppy me atontara y no pudiera sacar las palabras de mí. —¿No? —preguntó, luciendo un poco herido.

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—Sólo quise decir que no justo ahora —corregí. Su expresión se alegró al instante—. Kevin —repliqué—. Ibas a llevarlo a casa, ahora está bajando su bolsa de la camioneta. —Sí, acerca de eso —dijo rascando su cuello. Esperé que continuara, pero su única respuesta fue una sonrisa incómoda. —Después de lo de anoche podría estar un poco confundida —expliqué—. Así que ten paciencia conmigo. ¿Qué pasó? ¿Por qué no lo llevaste a casa? —Sí lo llevé a casa, ese es el puto problema —dijo con un gemido. Se dejó caer sobre la cama y desató sus botas, quitándoselas se acostó en el colchón y me miró desde abajo. Me senté a su lado y acaricié su cabello—. El lugar donde vive es un agujero de mierda. Y no me refiero a como si hubiera un bulbo fuera en el porche o como la máquina de café expreso desbordada y manchara la alfombra. Me refiero a que podía oler mierda real de la calle. Kevin dijo que la mujer a la que le alquila la habitación tiene una puta tonelada de gatos y sin cajas de arena. Además, el techo de su habitación es inexistente. Está cubierto con una lona donde se dañó por el fuego que nunca fue arreglado. —Mierda —dije—. ¿Por qué se queda allí? ¿No puede encontrar otro lugar? Preppy meneó la cabeza—. Le pregunté eso. Dijo que no se puede permitir otra cosa. Sin embargo, tiene sentido. El chico tiene sólo 19 años. Ser un distribuidor de hierba con una educación hasta noveno grado no te lleva muy lejos —suspiró—. Sé que debí haberte preguntado si podía traerlo aquí, pero fue una cosa del momento. Lo único que sabía era que no podía dejarlo estar en ese lugar así que le dije que empacara su mierda y lo traje aquí —me miró a través de sus pestañas ridículamente largas—. No puede regresar ahí. No lo dejaré. Mi corazón se apretó. —¿Estas molesta? —preguntó. Me incliné y presioné un beso al revés en sus labios—. No —dije—. No estoy molesta. Estoy muy orgullosa de ti, Samuel Clearwater.

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—Gracias, Doc. —Preppy acarició con su boca mi toque mientras continuaba pasando mis dedos por su cabello, ligeramente rasguñando su cuero cabelludo con mis uñas. —¿Confías en él? —pregunté. Preppy cerró los ojos por un rato. —No. No del todo, pero aun así no podía darle la espalda. Hubo un toque en la puerta—. ¿Uh, Preppy? —preguntó una voz vacilante desde el otro lado. —Puedes entrar Kevin —llamé. La puerta se abrió lentamente. Kevin se paó allí con una mochila verde andrajosa camuflada colgada en su hombro—. Hay alguien aquí preguntando por ti. Afuera. Un tipo. —¿Quién? —preguntó Preppy, sentándose y alcanzando sus botas. —No estoy seguro, pero está siendo un poco idiota —dijo Kevin. Fui a la ventana y tiré de la cortina de marfil encaje a un lado. Miré con atención y vi a un hombre usando overol, parado contra un gran camión azul sin placas que estaba estacionado en la calle. El hombre estaba golpeando ligeramente con impaciencia un portapapeles contra su pierna mientras miraba entre los motociclistas custodiando el patio. —Kevin, Doc, quédense aquí —ordenó Preppy. Abrió la puerta de la habitación de Bo—. Ven, pequeño. Está aquí —Bo trepó a sus pies y corrió tras Preppy quien no parecía estar preocupado. Él tenía un poco de salto en su paso como si estuviese atado hacia la puerta principal. Él estaba emocionado ante lo que sea que lo estaba esperando fuera. —¿Qué está pasando? —pregunté. —Es una sorpresa —respondió. La puerta mosquitera se cerró detrás de ellos. —¿Una sorpresa? —murmuré, tratando de averiguar qué tipo de sorpresa es entregada en tu casa en un semi-camión—. ¿Qué diablos podría ser?

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—No tengo ni puta idea —dijo Kevin, viniendo a mi lado en la ventana—. Pero sea que sea, está haciendo toneladas de ruido en la parte trasera de ese camión. —¿Ruido? —pregunté, arrugando mi nariz—. ¿Qué tipo de ruido? Kevin se encogió de hombros y volvió a la cocina. —Chillidos.

—¿Le conseguiste un perro? —pregunté, espiando la correa y la cama en el pasillo cuando finalmente Preppy dijo que era seguro salir de nuestra habitación porque había insistido en que me ocultara mientras él y Bo tenían "la sorpresa" lista... —Seeegurooo... —dijo. Entonces un chillido ruidoso arrasó a través de la habitación seguida de risas. Un manchón de blanco y negro corrió hacia la sala de estar y hacia fuera al patio trasero a través de una nueva puerta para perros que había sido instalada en la puerta de vidrio corrediza. Bo lo siguió, gateando por la puerta detrás de él. —Eso no era un perro —afirmé, caminando hacia la ventana de la cocina. —Eso depende. ¿Cuál es tu definición de perro? —preguntó preppy. Yo levanté mis manos contra mi pecho con mis dedos enrollados sobre mis palmas para imitar las patas—. Guau. Guau —Entonces no. No, le compré un perro. No en el sentido de ADN —dijo Preppy. Se paró detrás de mí y envolvió sus brazos alrededor de mi cintura. Dobló su cuello y presionó su nariz en mi cabello y respiró profundamente, inhalando mi aroma. Me relajé en él—. Hueles jodidamente bien —gimió. —¿Eso es lo quien creo que es? —pregunté, todavía sin creer lo que estaba viendo. Bo persiguiendo alrededor de un cerdo gigante en el patio trasero—. ¿Eso no es un

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sólo CUALQUIER cerdo gigante, o sí? —pregunté, sintiendo mis esperanzas comenzar a elevarse. Preppy sacudió su cabeza y sonrió en mi cabello. —No. No lo es. —¿Oscar? —pregunté, girándome en los brazos de Preppy—. ¿Cómo es siquiera eso posible? Preppy se encogió de hombros—. La señora Saddleston, la señora con quien estuvo después de Mirna, murió hace unas semanas. La Agencia de Alzheimer pensaba que Oscar estaba demasiado triste para ser puesto con otro paciente de Alzheimer, al parecer él no maneja bien la muerte. De todos modos, era su tiempo de retirarse y dijeron podría volver a vivir con nosotros, si queríamos. Así que... —¡Así que recuperaste a Oscar! —grité, envolviendo mis brazos alrededor de su cuello y poniéndome de puntillas para colocar un beso suave en la esquina de sus labios que estaban hacia arriba—. ¡Lo hiciste! ¡Lo recuperaste! —dije, sin estar segura si estaba teniendo sentido, estaba tan emocionada. —Sí, señora. Jodidamente lo hice —Preppy dijo orgullosamente. —Gracias —respiré, volviendo a la escena en el patio trasero. Una donde mi hijo estaba jugando con su nuevo, mi viejo, cerdo. —Después de todo, cada niño necesita un mejor amigo del hombre —dijo Preppy, corriendo sus manos a través de la piel delicada en el frente de mi garganta y mi clavícula. —Estoy segura de que se trataba de un perro cuando crearon ese dicho — respondí. Mis pezones se endurecieron. —En realidad, estoy seguro de que el coño es el mejor amigo del hombre. Pero sólo tendremos que estar de acuerdo para estar en desacuerdo —dijo Preppy, dejando caer sus manos a la pretina de mi falda, sumergiendo sus dedos dentro brevemente antes sacarlos de nuevo—. Pero sólo para estar seguro —dijo, llegando hasta el dobladillo de mi falda y levantándolo para que tuviera acceso a mis bragas. Empujó a un lado la tela y se burló de mis pliegues mojados con su pulgar—. Necesitaré investigar minuciosamente.

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Insertó un glorioso dedo largo dentro de mí y justo cuando llegó al punto que me hizo estremecer había desaparecido y Preppy puso mi falda en su lugar y me maniobró para que estuviera en frente de él. Probablemente para ocultar la enorme erección empujándome en mi culo porque Bo y Oscar llegaron corriendo a través de la puerta. Bo señaló al cerdo y saltó hacia arriba y hacia abajo, su cara roja de emoción. Oscar empujó a Bo, acariciándole el brazo hasta que Bo cayó sobre su trasero. La sonrisa nunca dejó su rostro. —Sabes. Ese no es cualquier cerdo, Bo —dije, inclinándome hacia abajo para acariciar a Oscar que estaba realmente meneando su rizada cola cuando me vio—. Hola, muchacho. —No. Él es un súper cerdo —agregó Preppy. —Yep, es un súper cerdo —concordé. Pasamos el próximo par de horas jugando con Oscar que seguía siendo tan activo como siempre incluso en su vejez y parecía más feliz que... bueno, más feliz que un cerdo en mierda, de estar en casa otra vez aunque lo encontré persistente en la puerta de la habitación de Mirna en un punto. Lució triste cuando le rasqué la cabeza y le dije que ella no iba a regresar. Pero cuando Bo vino saltando por el pasillo, Oscar chilló y felizmente lo siguió hacia el patio. Cuando me di la vuelta de la puerta Preppy me estaba mirando con una expresión ilegible en su rostro—. Esto fue una gran sorpresa. Muchas gracias —dije mientras él me acorralaba en el pasillo, presionando mi espalda contra la puerta del baño. Presionó un beso a la punta de mi nariz y puso su frente en la mía. —No has visto nada todavía, Doc.

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CAPITULO 7

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URANTE LAS SIGUENTES semanas nuestra pequeña familia se acomodó en una cómoda rutina. Los motociclistas seguían rodeando la casa para vigilar las cosas, pero se habían reducido de más de seis a sólo dos en el patio. No habíamos descuierto quién o por qué yo era un objetivo esa noche, pero Preppy me dijo que estaba siendo manejado y confié en él con su palabra. No pregunté por los detalles, el dónde, cómo y por qué, porque sé que él me diría y a veces la ignorante dicha es sólo eso. Dicha. Kevin y Preppy pasaban más tiempo juntos. Preppy incluso empezó a llevarlo a las casas de las abuelitas para enseñarle a montar un cuarto de cultivo y socializar con las abuelitas. Inscribimos a Bo en una escuela privada especial y aunque era verano él asistía a su programa de escuela de verano a tiempo parcial para que pudieran evaluar sus necesidades. No había registros de él alguna vez yendo a la escuela y no había dicho otra palabra más desde que había gritado por mí esa noche. No sabíamos exactamente lo que había sufrido a manos de su madre y su padrastro, así que Preppy, basándose en sus propios traumas infantiles, pensó que era mejor que Bo viera a un profesional para asegurarse de que no sufriera más emocionalmente de lo que ya sufría, por lo que estaba viendo a un consejero que se especializaba en el abuso de niños dos veces a la semana. Si todo salía bien, que hasta ahora parecía como si lo fuera, entonces Bo oficialmente asistiría a la escuela de preescolar en otoño. Preppy también contrató a un tutor privado para ayudar a Bo a aprender a comunicarse mejor a través del

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lenguaje de señas. El tutor pasaría una hora con Bo solo, luego Preppy y yo nos uniríamos a la sesión y todos aprenderíamos juntos. Kevin finalmente se unió a nosotros y los cuatro tuvimos una muy buena comprensión de lo básico. Pasé la mayor parte de mi tiempo, cuando Bo estaba en la escuela, haciendo que nuestra casa se sintiera como una casa, restaurando muebles que había encontrado en el garaje y arreglando tuberías rotas y cableados. No era un espacio enorme así que pinté las paredes con una capa de pintura fresca. El mobiliario era todo blanco y había lijado la mesa del comedor para darle un aspecto desgastado. Lo más importante, me aseguré de que la habitación de Bo fuese todo lo que un niño pequeño podría querer. Cuando Preppy le había preguntado qué tema quería para su habitación, eligió vaqueros e indios. No la elección más políticamente correcta, pero no estábamos a punto de explicarle eso a un niño de seis años. Pinté las paredes de su habitación y sus muebles de un gris pálido. Compré un pedazo de lienzo blanco y encontré algunos palos pesados, que lijé. Pinté rayas grises y naranjas en zig-zag sobre el lienzo y las sujeté a los lisos palos, haciéndole a Bo su pequeña tienda india. Colgué del techo una rama que pinté de negro y le apliqué luces blancas. Terminé el look con unas almohadas de diversos colores a las que les había cosido parches. Una con botas de vaquero rojas, la otra con un sombrero de vaquero amarillo y un paliacate a juego. El resultado final, fue una habitación de niño, de aspecto contemporáneo que era divertida y funcional. Acababa de terminar de configurar una mini mesa y sillas en la esquina de su habitación para crear una pequeña estación de juegos/trabajo cuando escuché un ruido que sonaba como un arrastre de pies en el porche. Salí a la sala de estar y escuché el ruido de nuevo, esta vez justo al otro lado de la puerta, pero nadie llamó o tocó la campana.

Probablemente es sólo Rev o Wolf. Me acerqué, agarré la perilla y abrí la puerta.

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Grité de sorpresa al encontrar a Preppy de pie allí con una mirada aturdida en su rostro, su puño cerrado en el aire como si estuviera a punto de golpear—. Olvidé mis llaves —dijo secamente. —Oh Dios mío, ¿qué pasa? —pregunté, el miedo corriendo a través de mí—. Pensé que te ibas a encontrar con King —fue entonces cuando me di cuenta que Preppy no lucía aturdido en absoluto. Lucía horrorizado. —Creo que están tratando de matarme —susurró. —¿Quién está tratando de matarte? —pregunté, apartándome para dejar entrar a Preppy para que él pudiera evitar cualquier amenaza que estaba detrás él. Pero entonces, dos pequeños rubios chillones pasaron a través de nosotros dentro de la casa, mis rodillas se doblaron mientras chocaban con mis piernas al entrar. Preppy gruñó cuando el pequeño le dio un codazo en sus partes. —Ellos —gritó Preppy, sosteniendo la entrepierna de sus caquis. Señaló a los dos niños que ahora se perseguían alrededor de la isla en la cocina—. Ellos. Son ellos los que intentan matarme. —¿Max y Sammy? ¡Los niños! —Lo golpeé en el brazo—. Me diste un puto ataque al corazón. Preppy se enderezó y me siguió hasta la casa. Se paró detrás del sofá y siguió mirando a los dos hijos más grandes de King y Doe mientras se lanzaban por el pasillo. Inmediatamente hubo un ruido como si hubieran tropezado con la pared seguido de risitas y más persecución. —¿Dónde está Bo? —preguntó Preppy. —Tomando una siesta en nuestra habitación, pero algo me dice que con esos dos corriendo alrededor no va a estar durmiendo por mucho más tiempo —dije. —No sé de dónde sacan toda esa puta energía. Bo no es así. Él juega duro, pero nunca tengo la sensación de que está a punto de matarme. Estos dos no se ralentizan. Ni siquiera respiran. Además, me siguen diciendo que tienen hambre, pero no comen

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ni una maldita cosa que les doy, lo cual es todo —dijo Preppy, apoyando los codos en el mostrador y mirándome a través de sus pestañas que eran ridículamente largas para un hombre. —¡Tío Preppy queremos macarrones con queso! —dijo Max—. Y creo que Sammy rompió tu lámpara. —No, queremos hamburguesas. ¿Tía Dre podemos comer hamburguesas? — Sammy intervino—. Y Maxy rompió tu lámpara, no yo. Yo estaba siendo bueno. —No Sammy, quiero macarrones con quesooooooo —Max discutió con su hermano, dándole un codazo en las costillas. Preppy se inclinó hacia mí mientras los niños seguían discutiendo—. ¿Es posible que los niños sean bipolares? —preguntó, mientras los dos hermanos una vez más comenzaban a reírse y perseguirse por la casa—. En serio —dijo Preppy, sacándome de mis pensamientos—. Creo que necesitan medicamentos para ADD o litio. ¿Tenemos litio? —abrió y cerró cada uno de los armarios de la cocina. Rodé mis ojos—. No —reí–. Se acabó, me temo. Preppy bajó los hombros en derrota. Me reí. —No necesitan litio, Preppy, sólo necesitan quemar algo de energía —puse dos dedos en mi boca como mi papá me enseñó y silbé fuerte y largo. Los niños se congelaron. —¿Ustedes besan y abrazan como mami y papi? —preguntó Sammy de pronto—. Porque es taaaaaaan asqueroso y lo hacen toooodoooo el tiempo —la palabra asqueroso sonaba más como asquedoso con la falta de sus dos dientes delanteros. —Uhhhhh...—tartamudeé. Sentí los ojos de Preppy en mí. Mi piel estalló en piel de gallina. Yo estaba a punto de cambiar de tema, pero Max me ganó. —Eres muy bonita, tía Dre —dijo, girando la cintura de un lado a otro con las manos detrás de la espalda—. Como mi mami. —Y tú también —dije, inclinándome para tirar de uno de sus elásticos rizos. Rió y mi corazón creció en mi pecho. Me aclaré la garganta—. ¿Qué les parece si les doy

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algo de comer mientras los dos juegan afuera? —dije, abriendo la puerta corrediza de cristal—. No salgan del patio —grité, pero ya estaba hablando con sus espaldas, porque antes de que terminara de hablar ya se habían lanzado al patio y eran otra vez un destello de risitas y gritos. Mantuve la puerta de cristal abierta, pero cerré la parte del mosquitero. —Son unos niños tan dulces —dije, volviéndome a Preppy que me miraba con confusión escrita en su rostro. —Ellos son el puto diablo —dijo Preppy. —Sólo son niños. ¿No te acuerdas de cómo eras de niño? —abrí un gabinete y saqué una caja azul de macarrones con queso y comencé a hervir agua. —No creo que haya sido un niño, no así —dijo, mirando por la ventana mientras Sammy y Max jugaban al juego del sapo en el patio trasero—. Creo que fui directamente de un bebé a un adulto asombroso sin paradas intermedias en la zona de santo terror. Empujé mi dedo índice contra su pecho—. Y aun así... realmente nunca creciste — bromeé. —Oh, ¿Ahora haces chistes? —preguntó, tirando del dobladillo de mi camisa. —Algunos días —estaba a punto de volver a la estufa cuando mis ojos aterrizaron en la cicatriz gruesa cortando en su piel, cortando varios de sus tatuajes de colores a la mitad con una línea blanca y dentada que solía ser carmesí. Preppy levantó el brazo para mirar lo que me había llamado la atención y sentí la vergüenza subir por mis mejillas—. No quise mirar fijamente, es sólo que ahora todo está curado. —Puedes mirar todo lo que quieras, Doc —dijo Preppy atrayéndome a su pecho— . Puedes tocar todo lo que quieras también. Un sonido chisporroteante llamó nuestra atención. La olla de la estufa estaba hirviendo. La espuma se derramó sobre la parte superior, aterrizando en el quemador caliente con un siseo enojado—. Carajo —dije, agarrando la olla con dos guantes de

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cocina. Estaba a punto de tirar el agua y los fideos medio cosidos cuando Preppy me detuvo. —Espera —dijo Preppy—. Ponlo otra vez —giró la perilla hacia la izquierda, bajando el calor de la estufa—. ¿Tenemos aceite de oliva? Busqué a través de una alacena y encontré lo que necesitaba, los hormigueos se dispararon por mi brazo cuando nuestros dedos se rozaron mientras él la botella de aceite de mí, pero era difícil negar que yo sintiera algo cuando mis pezones se endurecían contra mi camisa. Si miraba allí no había forma de que no pudiera ver su efecto en mí. Preppy vertió un poco del aceite en la olla con los fideos y los removió. Al instante la espuma ascendente cayó hacia abajo—. Todo arreglado —dijo con orgullo. Me aclaré la garganta y mojé mis labios secos—. ¿Me vas a decir por qué tienes a los hijos de King y Ray? —pregunté con curiosidad, sacando un paquete de carne molida del congelador. Preppy me quitó el paquete y ya se había lavado las manos y estaba presionando patties de hamburguesas antes de que pudiera protestar. Se encogió de hombros—. No tengo puta idea. Estaba con King en su estudio y estábamos haciendo una mierda de negocios. Al siguiente minuto, Doe, quiero decir Ray, llamó a King a su teléfono y luego me pidió que cuidara a los niños por un tiempo porque tenía que ir a verse con ella. —Espero que todo esté bien —dije. —No me dijo lo que estaba pasando, pero no tenía esa mirada de ‘vida o muerte’ en él, y confía en mí, estoy bastante familiarizado con esa mirada —dijo—. Estoy bastante seguro de que si me están pidiendo que vigile a sus hijos, debe ser una señal de apocalipsis zombi. —Debe ser —reí, amando los lugares interesantes a los que su mente iba. —En serio, la apocalipsis zombi es la única razón que pude pensar en por qué querían que cuidara de sus pequeños trofeos sexuales cuando tienen muchas otras personas a las que llamar.

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—En primer lugar, han visto lo bien que eres con Bo, así que eso es basura. En segundo lugar, ¿trofeos sexuales? —pregunté. —Sí, ya sabes, porque son un producto de... —Uh, lo entiendo. Sé cómo funciona, Preppy. —¿Oh lo HACES? —preguntó, meneando una ceja. —Mierda —dije, mientras algo me golpeaba—. La parrilla no funciona. Es antigua, así que la puse en la acera con la basura la semana pasada. ¿Deberíamos hacer las hamburguesas en un sartén o asarlas en el horno? —¡Blasfemia! —Preppy gritó, jadeando y mirando alrededor como si estuviera asegurándose de que nadie más me oyera. Bajó la voz a un susurro—. Te das cuenta de que estás en el sur, ¿verdad? —Uh, sí, pero, ¿qué significa eso? Eso no nos da automáticamente una parrilla funcional —me levanté para sentarme en la barra, mis piernas colgando contra el gabinete mientras observaba a Preppy moverse por la cocina con facilidad. —Eso significa que nosotros los chicos sureños podemos hacer una parrilla de cualquier cosa —dijo Preppy, colocando la última hamburguesa—. Soy como un MacGyver5 campesino. —¿Oh, sí? Demuéstralo —dije, burlonamente. —¿Qué quieres apostar? —Preppy caminó a través de la cocina, acercándose lo más que pudo a mí con sólo la bandeja de hamburguesas entre nosotros. Mi cuerpo vibraba y zumbaba como una luz encendida por primera vez en mucho tiempo. —¿Qué ofreces? —pregunté, sugestivamente. Bo apareció en la cocina, frotándose sus ojos con el costado de su mano y bostezando—. ¡Bo, mi hombre! Justo a tiempo. ¡Tienes que venir conmigo para que podamos hacer cosas de hombre! —Preppy dijo con una voz tan profunda como pudo hacerla. Golpeó sus puños en su pecho.

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Protagonista de serie estadounidense de 1985, cuyo papel era astuto agente que resolvía todos los problemas.

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Bo sonrió y estuvo despierto instantáneamente mientras seguía a Preppy al patio trasero—. ¡Prepara los macarrones con queso, mujer! Ya volvemos —dijo, cerrando la puerta corrediza de cristal. Tan loco y tonto como ese hombre podría ser, no lo tendría de otra manera. Tomó un montón de locura para poder conmigo, y Samuel Clearwater era mi tipo de loco. Terminé el macarrón con queso y lo metí en el horno para calentarlo mientras Preppy llevaba a los tres niños a través de la puerta trasera hacia el campo abierto. Habían desaparecido unos veinte minutos cuando regresaron trayendo una maceta de barro y un viejo carrito de compras. —¿Por qué la gente siempre arroja su basura junto a las vías? —pregunté cuando Preppy puso el carro de lado sobre la maceta de barro. —¿Qué basura? —preguntó Preppy, dando un paso atrás—. Esta es una máquina de cocinar de última generación, ¿correcto niños? —los tres niños asintieron y animaron con entusiasmo mientras veían a Preppy convertir la chatarra en una parrilla. Media hora más tarde, los cuatro nos sentamos en los escalones del patio trasero mientras el sol se ponía, comiendo macarrones con queso y hamburguesas cocidas en un carrito de compras. Los niños terminaron su comida y comenzaron un chillante juego de atrapadas, en el que Oscar decidió que quería ser parte, chocando entre los niños y prácticamente saltando alrededor mientras corrían de un lado a otro del patio. Preppy se movió junto a mí, así nuestros muslos se estaban tocando. Tomó mi mano en la suya y el calor de su palma corrió por mi brazo directo a mi corazón—. Sabes — dijo, acariciando mi mano con su pulgar—. Has hecho un muy, muy buen trabajo con el lugar —señaló a través de las puertas corredizas al sala de estar—. Sé que estabas hablando de conseguir un trabajo como consejera, pero personalmente creo que esto es lo que deberías hacer. Construir cosas, diseñar cosas. Haciendo mierda vieja lucir nueva otra vez. Eres asombrosa en ello. —He estado pensando en ello —admití, sonrojándome por su cumplido—. Pero no es tan noble como ser un consejero de drogas, pero me encanta —mordisqueé mi labio inferior.

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—Noble no es realmente una cosa de donde yo vengo —rió Preppy—. No tienes que tener una profesión noble, Dre. Sólo tienes que ser feliz. Mierda, no tienes que tener una profesión en absoluto. Pero si eres realmente buena en todo esto. Y deberías hacer más que muebles. Joder, hacer una casa entera. Cuando hayas terminado de arreglarla haz el diseño del interior, los muebles y todo. Estoy seguro de que la gente querría esto rápidamente y no hay escasez de casas que necesiten arreglo en el pueblo después de que el mercado inmobiliario se estrelló. —Esa es una gran idea en teoría, Preppy. Pero las casas son mucho más caras que los muebles —señalé—. Y ya has conseguido comprar esta sin que yo lo sepa. Preppy alzó mi barbilla para que nuestros ojos se encontraran—. Déjame eso a mí, ¿de acuerdo? Déjame cuidarte —dijo con sinceridad en sus destellantes ojos ámbar. Sonreí como una colegiala. Mi estómago se volcó—. Está bien —susurré, porque no había discusiones con Preppy. Nunca las había. Incluso si su lado de la discusión bordeaba lo ridículo, él todavía ganaría. Cada. Vez. Incluso con una posible amenaza que pende sobre nuestras cabezas, todavía estaba pensando en lo afortunada que era hasta que la puerta en el costado del patio chirrió. Preppy y yo nos levantamos y caminamos para interponernos en el camino de donde los niños estaban sentados en un círculo jugando con mariquitas en el césped. Los tres estaban completamente inconscientes al hombre ensangrentado que estaba siendo llevado por sus hombros al patio por dos motociclistas de Bear. Su ojo estaba cerrado de hinchazón, la mejilla abierta, el pelo pegajoso cubierto de rojo. Su ropa raspada y manchada. Los motociclistas lo bajaron de rodillas sobre el césped. Preppy fue el primero en reconocerlo. Dio un paso adelante. —¿Kevin?

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CAPITULO 8



¿QUÉ DIABLOS PASÓ? —pregunté, mirando entre Wolf y Rev—. ¿Ustedes dos?

Wolf alzó las manos en defensa—. No fuimos nosotros, hermano. El chico veía cojeando por el camino de entrada sangrando y golpeado hasta la mierda. Alguien le dio bien, pero no fuimos nosotros. —Estoy biiiien —murmuró Kevin, dejando caer los codos sobre el césped casi como si estuviera luchando contra la necesidad de acostarse. 66 —Sí, lo pareces —dije, rodando los ojos. Obstinado hijo de puta. Detrás de mí escuché a Dre llevando a los niños dentro de la casa. —¿Quieres que lo carguemos? —preguntó Rev, apoyando sus manos en su cinturón. —Estamos bien aquí —dije—. Gracias —los motociclistas dejaron el patio para volver a sus puestos en la parte delantera de la casa. —¿Algo roto? —pregunté, acuclillándome junto a Kevin. —Sólo mi espíritu, mi orgullo —gimió. Lo agarré por los codos y lo empujé en una posición sentada. Se estremeció y siseó entre dientes—. Y tal vez mi clavícula. —Bueno, hay buenas noticias y malas noticias —empecé—. La mala noticia es que no hay mierda que puedas hacer con una clavícula rota. Lo sé, porque rompí la mía dos veces y se rompió dos veces más —pausé—. ¿Quieres oír las buenas noticias? —Seeeeguro —dijo, mirándome a través de su ojo que no estaba hinchado.

—La buena noticia es que PUEDES hacer algo por tu espíritu y orgullo roto. Encendí dos cigarros y le pasé uno—. ¿Ah, sí? ¿Y exactamente cómo hago eso? Me incliné más cerca—. Puedes empezar diciéndome quién coño te hizo esto. El rostro de Kevin se enrojeció de vergüenza cuando me contó la historia de cómo había sido robado por un trío de imbéciles en La Calzada donde se encontraría con quien pensaba que quería comprar hierba. Los chicos tenían un "fin de semana de chicos". Aparentemente, este "fin de semana de chicos" incluía quitarle a mi hermano pequeño su hierba, su moto y luego golpearlo hasta la mierda por diversión. Kevin estaría adolorido como mierda por los próximos días, pero sobreviviría. Lástima que no podría decir lo mismo de los imbéciles. —¿Puedes caminar? —pregunté. —Sí —gimió mientras lo ayudaba a ponerse de pie—. Creo que sí. —Bien, entonces vamos —dije. 67 —¿A dónde vamos? —Es hora de otra lección —dije—. Excepto que esta vez tú serás quien la enseñe. —¿Qué clase de lección? —La más importante —yo ya estaba desabotonando los botones de mis mangas, y enrollándolas por encima de mis codos. Saqué mi arma de mis pantalones y la metí en las manos sorprendidas de Kevin. Le di una palmada en el hombro—. No se jode con Samuel Clearwater.

Estábamos en la playa viendo a las tres perras que atraparon a Kevin a través de una abertura en la hierba alta. Estaba oscuro, casi medianoche, pero las luces del hotel cercano emitían luz suficiente para ver adecuadamente a nuestros objetivos que estaban reunidos alrededor de una pequeña fogata, bebiendo cervezas y riéndose entre ellos. No reirían por mucho. —¿Qué vas a hacer? —preguntó Kevin. —Ya verás. Sólo quédate detrás de mí por ahora —me quité los zapatos y los llevé en mis manos, paseando cerca de ellos como si fuera cualquier otro ciudadano que daba un paseo para sentir la arena fría entre los dedos de los pies. No voy a mentir, se sentía algo espectacular. Casi los pasaba cuando volví la cabeza. Los tres me miraron mientras me acercaba—. Hey, ¿cómo te va, hombre? —pregunté con entusiasmo—. Ha pasado tanto tiempo. En mi cabeza les había dado nombres. Imbécil #1, #2 y #3. El Imbécil #1, que estaba de pie con la pierna apoyada en un tronco como el Capitán puto Morgan, me miró y entrecerró los ojos—. Um. Sí, ha pasado un tiempo, hombre —dijo, confusión en todo su rostro mientras trataba de recordarme. —Ven aquí, dale a tu viejo amigo un abrazo —dije alcanzando su mano y tirando de él para un abrazo de hermanos. Excepto que cuando él hizo un movimiento para dar un paso atrás, alcancé mi pistola y antes de que él supiera lo que estaba pasando, lo golpeé con la pistola en el costado de la cara, derribándolo en seco. Me tapé la boca con la mano—. Ups, supongo que no nos conocíamos después de todo. —¿Qué carajos? —dijo imbécil #2, levantándose de su silla. —Tú te sientas de vuelta —ordené, enseñándole mi arma—. Kevin, ven aquí — llamé. Kevin salió de las sombras. Imbécil #2 maldijo—. Carajo.

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—Ustedes ya han conocido a mi hermano, Kevin, ¿verdad? —pregunté, apuntando mi arma de un idiota tembloroso a otro—. Deben ser de fuera de la ciudad —dije. Imbécil # 3 sacudió la cabeza—. No, somos de Coral Pines. —Entonces, deberían pensárselo mejor antes de joderme o joder con uno de los míos —dije. —¿Quién... quién eres tú? —preguntó imbécil #3. —Oh, mierda, mi culpa. Aún no me he presentado —me aclaré la garganta—. Empecemos de nuevo. Mi nombre es Samuel Clearwater. —¡Oh, mierda! —gritó imbécil #2. Trató de salir corriendo, pero antes de que pudiera saltar sobre el tronco en el que estaba sentado, disparé, lanzando una bala en la parte posterior de su muslo. Se derrumbó en la arena y presionó su mano sobre la herida, lamentándose como si acabara de matar a su madre. Rodé mis ojos—. Cierra la boca. Me han disparado como... —pausé para contar con mis dedos—. Bueno, al menos como tres veces y no duele tan jodidamente mal. No seas marica. Toma tu castigo como un hombre. Me volví hacia el imbécil #3—. Dile que ser disparado no es tan malo. —Nunca he sido...—comenzó. Disparé, dándole en el pie. —Kevin, recupera tu mierda —dije. Kevin abrió la hielera y sacó una bolsa de hierba y una pila de dinero. —La tengo. —Ahora, cuando este se despierte, ustedes dos tendrán que decirle exactamente cómo se siente —pateé a imbécil #1, rodándolo sobre su espalda con mi pie—. Ah, al carajo, disparé en su brazo. Lo descubrirá cuando despierte. Me volví hacia Kevin—. Mierda, no puedo creer que me haya tomado toda la diversión de tu primer tiro de venganza para mí mismo. Pon tu culo aquí, cabeza hueca. Kevin se acercó a mí y le pasé mi pistola—. ¿Alguna vez disparaste un arma?

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Kevin sacudió la cabeza. —Imbécil #2, levántate al carajo —ordené. Cuando no se movió, fui y lo levanté, apoyándolo de nuevo en su silla mientras continuaba con el alboroto como si ser disparado doliera tan jodidamente mal—. Me pregunto si tus padres saben que su hijo tiene una puta vagina —murmuré, volviéndome a Kevin. —Bueno, ahora quieres apuntarle a su espinilla —me puse detrás de Kevin y ajusté su mano sobre la pistola. Levanté su brazo para que estuviera bien dirigido hacia el blanco—. Quédate exactamente donde estás —advertí al imbécil—. Si te mueves incluso un centímetro él podría dispararte fácilmente en el pecho o en la cabeza. Ese centímetro podría significar la diferencia entre un auch está herido, y un ups está muerto. Chilló como un cachorro lastimado—. ¿Quién coño está criándolos estos días? ¿Son todos unas mierdas asustadas? Todos deberían estar jodidamente avergonzados. Voy a escribir una carta fuertemente redactada a nuestro congresista respecto al problema masivo de vagina que nuestra juventud está enfrentando. —¿Qué si fallo? Me encogí de hombros—. Entonces está muerto. Entonces los otros dos también tienen que morir porque tú sabes, ningún testigo se deja atrás y todo. —No por favor. Lo siento. ¡Espera! —gritó el imbécil, pero era demasiado tarde para mendigar. Kevin apretó el gatillo.

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—¡No puedo creer que te cayeras en la arena de culo! —susurré, no queriendo despertar a Dre o Bo mientras desenrollaba la manguera del soporte a un lado de la casa. El disparo de Kevin había golpeado la arena unos cuatro segundos antes de que lo hiciera él. Habíamos dejado a los tres imbéciles vivos, pero no antes de advertirles que la próxima vez no sería igual. —Te dije que nunca había disparado un arma —murmuró. —Está bien, creo que la primera vez que disparé una, hice lo mismo excepto que me caí en una gruesa capa de espinas —dije. —¿En serio? —preguntó Kevin, sonando esperanzado. —No. Realmente no. Fui bastante asombroso desde el primer momento en que toqué una pistola, pero está bien, no todos nacemos con el don —torcí la boquilla—. Muy bien, ahora desnúdate. —Uh, ¿Preppy? ¿Por qué tengo que lavarme afuera? —preguntó Kevin, quitándose las botas. —Porque Dre pasó todo el fin de semana limpiando la baldosa en ese cuarto de baño. No hay manera de que te deje ensuciar su nueva lechada blanca con tu sangre, así que desvístete —dije. —Gracias por hoy, Prep. Lo digo en serio. Yo... nunca tuve alguien que hiciera eso por mí. Fue genial, hombre. —Te lo cobraré más tarde—bromeé cuando Kevin se quitó el resto de su ropa. Giré el mango de la casa hacia la izquierda y las tuberías cobraron vida siseando mientras el agua llenaba la manguera—. De acuerdo, hagamos esto —dije, girándome a Kevin. Estaba a punto de rociarlo para limpiarlo cuando hice una pausa con mi dedo en un gatillo totalmente diferente al de antes. —Santa mierda —murmuré, mirando a Kevin y su cuerpo ahora desnudo. —¿Amigo, qué? —preguntó, mirando hacia abajo para ver dónde estaba mirando—. ¿Qué diablos estás mirando?

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Kevin ocasionalmente había hecho algo que me recordaba a mí mismo, pero al lado de una prueba de ADN, todavía no tenía ninguna prueba válida de que él fuera mi hermano. Nada que nos conectara como familia. Hasta ahora. —Amigo, me estás asustando —dijo Kevin, alcanzando su short. Antes de que pudiera volver a ponérselos, dejé caer la manguera y me alineé hacia él, envolviéndolo en un abrazo de oso—. Realmente eres mi hermano. —¿Ah? —preguntó Kevin, parado tan quieto como una estatua. —Shhhh... sólo déjame amarte. —¿Exactamente qué está pasando aquí? —preguntó Dre desde el porche, encendiendo la luz. Aún sin soltarlo. —Él es mi hermano. Estoy seguro de ello ahora —le informé. —No tengo ni idea de lo que está pasando —dijo Kevin, retorciéndose de mi agarre. 72 —¿Ah, sí? —preguntó Dre, diversión en su tono somnoliento. Bostezó y apretó el cinturón de la sexy bata pequeña que llevaba que mostraba esas asombrosas piernas suyas—. ¿Cómo estás tan seguro? Di un paso atrás y señalé a la masiva verga de Kevin—. ¡Por eso! La dulce risa de Dre llenó el aire. Tomé de nuevo la manguera y empecé a rociar a Kevin—. ¡Mierda, hombre, está fría! —gritó, bailando en el césped—. ¿Y me vas a decir sobre qué exactamente se está riendo? —Eso —le informé, rociando su entrepierna con agua—. Porque acabo de encontrar más prueba de que somos hermanos que del hecho de que creemos que ambos fuimos lanzados del mismo coño —sonreí de oreja a oreja. —¿Bien? ¿Y qué es eso? —preguntó Kevin. Apagué la manguera y Dre le lanzó una toalla. Dejé caer mis ojos a la enorme plancha de carne de hombre entre las piernas de Kevin.

—De la cintura hacia abajo no somos sólo hermanos, somos putos gemelos. —Uh, ¿qué carajos, Preppy? —preguntó Kevin, poniéndose su short nuevamente. —Rápido —dije—. Dime algo. ¿Qué piensas de los panqueques? Kevin se estremeció—. Honestamente, soy más un tipo de waffles. Dre jadeó. Cerré mis ojos con fuerza, apretando mis puños a mi lado. Troné mi cuello y lentamente me volví para mirarlo. Abrí mis ojos—. ¿Qué coño acabas de decirme, muchacho? Será mejor que empieces a correr. —Espera, ¿qué? —preguntó Kevin, dando un paso atrás y tropezando con el rociador. Se levantó y salió corriendo por la puerta. Lo perseguí por el campo mientras Dre miraba y se reía. —¡Me retracto! ¡No eres mi hermano! —grité, tacleándolo y sentándome en su pecho. —¿Qué carajos, Preppy? —dijo, retorciéndose debajo de mí. —Tú y yo necesitamos tener una charla seria —me incliné hasta que mi nariz casi tocaba la suya—. Sobre la abominación que son los waffles.

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CAPITULO 9

S

É QUE DRE PROBABLEMENTE estaba confundida por mi nota. Todo lo que había dicho era que me encontrara en la torre de agua y probablemente se estaba preguntando por qué carajos le pedí que se reuniera conmigo aquí, pero no había ninguna duda en mi mente de que vendría. Sonreí mientras escuchaba el ruido de la escalera, poco después de que apareciera una mano delicada y luego Dre se levantó y me tomó un segundo registrar el puto sexo caminante que era mi esposa. Me había vuelto estúpido. Durante los primeros segundos todo lo que pude hacer fue mirar. Ni siquiera me había dado cuenta de que mi boca estaba abierta hasta que Dre se acercó a mí y tocó suavemente la parte inferior de mi mandíbula, cerrándola para mí. Lo primero que me llamó la atención fueron sus labios. Los había pintado con su firma de color rojo brillante. Grandes y brillantes. Mi verga dolió y eso fue antes de que yo hubiera admirado en el resto de ella. —¿Qué haces... —comenzó, pero puse mi mano en el aire para detenerla. —Shhhhh, sólo déjame mirarte un minuto —dije. Retrocedí un paso para poder hacer simplemente eso. Era malditamente perfecta. Tenía un pañuelo azul atado en un nudo en la parte superior como una diadema. Su brillante cabello oscuro caía en ondas alrededor de sus hombros, rizado en las puntas. Llevaba una falda negra a la cintura, con grandes botones plateados en el frente que hacía que sus increíbles piernas parecieran aún más largas. Su top no era tanto un top y más como algo que usabas

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debajo de un top. Era azul y negro, sin tirantes. Apretado alrededor de su pequeña cintura con una tira azul de listón en medio, atado en la parte superior en un moño de seda azul como si ella fuera un regalo y yo un niño que sólo quería abrir el envoltorio y llegar a lo que estaba debajo. Llevaba perlas en cada oreja con una hilera a juego alrededor de su cuello y una gruesa pulsera negra alrededor de su muñeca. —¿Qué estas...? —comenzó a preguntar, pero la interrumpí de nuevo colocando un dedo sobre sus labios. Se separaron y ella sacó su lengua para lamerme. Para PROVOCARME. —No he terminado de mirarte todavía —dije. Barriendo mis ojos sobre sus pantorrillas bien formadas y luego sus pies, que estaban descalzos. Sostenía tacones de plataforma con los moños en la parte trasera en su mano. —No podía exactamente subir en estos, pero quería usarlos, ya que no los he usado en mucho tiempo —dijo, cuando notó lo que estaba mirando. —Dentro de poco, van a ser todo lo que lleves —advertí. El rubor de Dre se profundizó de un rosa a un rojo escarlata. Inhaló, lo cual empujó hacia fuera su pecho. Las perfectas tetas se asomaron por encima del escote de su top. Mi boca se secó y mi verga saltó. Dre era todo lo que un hombre pudiera querer. Pero ella era toda MÍA. Gemí y di un paso atrás, necesitando la distancia para recordar mi plan—. Por mucho que quiera poner mis manos y boca encima de ti en este momento —tragué duro, apenas capaz de mantener mi control—. Hay algo que quiero darte primero. —Tengo algo para ti también —dijo. —Bueno, por supuesto, tú primero —dije, haciendo un gran movimiento de reverencia con mi mano. Ella sonrió e hizo una reverencia—. Pues gracias —miró a su muñeca y luego de nuevo a mí como si estuviera adivinando algo. Finalmente, respiró profundamente y

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desabrochó la pulsera negra de su muñeca. Levantó su brazo y mis ojos se ensancharon tanto que pensé que se caerían de mi cabeza. —¿Te gusta? —preguntó nerviosa, mordiéndose el labio. —Yo... —empecé, mis ojos no pudieron creer lo que estaba viendo. Tomé su muñeca y la sostuve para poder asegurarme de que lo que estaba viendo era real. Dre se había hecho un tatuaje en el interior de su muñeca. Y no sólo cualquier tatuaje... era un moño. Era femenino, gris y negro. MUY Dre—. No, no me gusta —dije con un movimiento de cabeza—. Jodidamente me encanta. Ella sonrió y saltó sobre sus talones. —¿Ray? —pregunté. —No, King lo hizo. Dijo que ha estado mirando tus corbatas de moño la mayor parte de su vida así que podía hacerle justicia sin hacerlo parecer muy masculino. Chilló cuando la atraje hacia mí y cubrí sus labios con los míos. No creía que mi corazón pudiera crecer más, pero estaba hinchándose en mi pecho hasta que sentí que iba a estallar. Con mi lengua enredándose con la suya, casi había olvidado mi propósito por segunda vez cuando Dre se retiró. —Tu turno —respiró. —No sé si puedo superar eso —dije, rascándome la barbilla. La besé en los labios suavemente—. Pero seguro como la mierda que lo intentaré. Dre jadeó cuando vio la pequeña caja negra en mi mano. Comenzó a llorar cuando me puse sobre una rodilla.

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No sabía qué esperar cuando Preppy dijo que tenía algo para mí, pero no esperaba que se pusiera sobre una rodilla—. Sé que ya estamos casados legalmente, pero ambos sabemos que nunca pensaste en casarte conmigo, pero incluso cuando yo era un pendejo terco hace todos esos años, siempre has sido mía. Preppy abrió la caja y mi mano salió disparada para taparme la boca. No era nada a lo que alguna vez había visto. La banda era de plata o platino con un gran diamante negro redondo en el centro y diamantes triangulares en cada lado—. Parece que ambos tenemos moños para el otro —dijo con una risa. No podía hablar. Ni siquiera podía moverme. Estaba sorprendida en mi lugar. —Cuando nos conocimos por primera vez, tu tiempo estaba mal —dijo Preppy. —¿Por qué? —pregunté. —Porque estabas intentando saltar, pero aún no era el momento. Ahora, creo que es hora de un tipo diferente de salto, uno que podamos hacer juntos —deslizó el anillo en mi dedo tembloroso—. ¿Así que, qué dices, Doc? ¿Quieres hacer esto bien esta vez? ¿Quieres saltar conmigo? Las lágrimas fluían por mi rostro. Todo lo que pude lograr fue un asentimiento. Preppy se levantó y me levantó en sus brazos. Mis piernas rodearon su cintura y se sentó con la espalda contra la torre, conmigo a horcajadas sobre su regazo. Todo el esfuerzo que pasé preparándome se fue por la ventana en unos treinta segundos mientras nos rasgábamos el cabello y la ropa del otro. Yo estaba gritando su nombre no mucho después de eso. Mientras él empujaba dentro de mí él seguía besando el nuevo tatuaje en mi muñeca y luego mi nuevo anillo, sonriendo como si él no pudiera creer que todo fuera real hasta que nos vinimos juntos. Arañando la piel del otro como si no pudiéramos acercarnos lo suficiente. Porque no podíamos.

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—¿Por qué es que ya no necesitas hacerme daño cando tenemos sexo? —gimoteé. Acabábamos de bajar de nuestros orgasmos y estaba admirando mi nuevo anillo, sosteniéndolo mientras la luz de la luna destellaba sobre los diamantes. Preppy estaba detrás de mí, besando mi hombro desnudo sus dedos trazando círculos perezosos sobre mi clítoris—. Porque está bien si lo necesitas. Lo entiendo. Lo Hago. —Sé que lo entiendes. Eres la única que realmente lo hace —Preppy me miró profundamente a los ojos de una manera que sólo él podía. De una manera que me dijo que podía ver a través de mí—. Nena —gimió. Gemí en respuesta. Tal vez porque me llamó nena. Tal vez porque empezó a acariciarme más fuerte. Más rápido—. Sólo porque no necesite hacerte daño venirme, no significa que el dolor no esté ahí. Presión empezó a construirse profundo dentro de mí—. ¿Qué... qué quieres decir? —dije, jadeando de necesidad. Preppy colocó su otra mano detrás de mi cuello, acercándome más—. Dre, cuando te miro, cuando te toco. Te amo tanto que jodidamente DUELE —dijo contra mi cuello, la vibración de sus palabras hizo que mis pezones se pusieran de nuevo firmes en atención. —No quiero que sientas dolor —dije, aunque sabía exactamente lo que quería decir porque yo sentía lo mismo. Tenía tanto amor por él que hacía que mi pecho se hinchara hasta el punto en el que pensaba que podía romperse dentro. Preppy bajó la vista, entre nosotros, a donde su hinchada verga se balanceaba con cada uno de sus movimientos. La cabeza gruesa y morada, palpitante y brillante en la punta, goteando con su propia necesidad. —No, Doc, duele, pero es el mejor tipo de dolor —los ojos de Preppy estaban medio cubiertos. Una sonrisa diabólica jugueteó en sus labios—. Mira, duele tanto que incluso mi verga está llorando.

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Le devolví la sonrisa, mirándolo a través de mis pestañas. Me lamí los labios. Preppy gimió, colocando sus manos en ambos lados de mi cabeza, pasando sus dedos por mi cabello. Lo empujé sobre su espalda y me arrastré por su cuerpo, dándole una rápida lamida a la punta de su verga, que pulsó en respuesta. Observé como su expresión se oscurecía mientras me miraba besar y lamer mi camino alrededor de su grueso eje—. Joder —maldijo—. ¿Qué me estás haciendo, mujer? —Si tu verga está llorando, entonces voy a lamer las lágrimas —dije, llevando la cabeza a mi boca y rotando mi lengua alrededor para probar su salado pre-semen. Gemí, el sonido se disparó directamente entre mis piernas. Preppy clavó sus manos en mi cabello más profundo, tirando, sosteniéndome con más fuerza. Sus abdominales se flexionaron cuando tomé más y más de él en mi boca, succionando ligeramente mientras rodeaba mis labios alrededor de la suave piel de su extremadamente dura erección. Me aparté y soplé suavemente en su húmeda verga. Todos los músculos de sus brazos se tensaron. Sus caderas se sacudieron al aire. Su boca se abrió cuando me miró con una expresión llena de lujuria que sé reflejaba la mía—. ¿Mejor? —pregunté, envolviendo mi mano alrededor de la base de su eje. Preppy sacudió la cabeza—. No, no mejor. Creo que es jodidamente peor —dijo, mirando como si estuviera en dolor. —¿Cómo? —pregunté, acariciándolo de la raíz a la punta con un leve giro en la parte superior. Preppy siseó. —Porque quiero follarte otra vez, pero ahora tampoco quiero que mi verga esté en otra parte, aparte de en esa bella boca. Esos putos labios rojos. Jesús puto Cristo, Doc. Pensé que ya había muerto, pero tú eres la que me está matando. —¿Te refieres a esto? —pregunté, llevándolo a mi boca de nuevo. Más esta vez. Preppy tenía una verga monstruosa y aunque solía pensar que estaba bromeando cuando dijo que era la verdad. No había forma de poder tomarlo todo, pero hice lo mejor que pude, llevándolo hasta que la punta de su verga golpeó mi garganta. Dándole todo lo que podía porque quería hacer que se sintiera tan bien como él me hizo sentir.

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—Santa puta, mierda —gimió Preppy, sosteniéndose del suelo por soporte con una mano, la otra aún hecha un puño en mi cabello. Las siguientes frases que salieron de su boca fueron incoherentes porque empecé a deslizarlo hacia fuera y luego de nuevo, usando mi mano en la parte de su eje que mi boca no podía alcanzar. Una y otra vez acaricié y chupé con la lengua, apretándolo con mis labios y hundiendo mis mejillas para que mi boca estuviera envuelta tan fuertemente como fuera posible. Utilicé mi otra mano para acercarme a él y apretar su nalga, acercándolo más, atrayéndolo hacia mí. Lo solté y lo jalé de nuevo, haciéndole saber que estaba bien moverse. Él asintió y mordió su labio inferior, observando mientras empezaba a empujar sus caderas hacia mi boca, luego lentamente retrocediendo, gimiendo mientras repetía el movimiento. Una y otra vez empujaba hacia adelante y retrocedía. Me apoyé con mi otra mano en su culo y otra vez sostuvo mi cabeza con ambas manos mientras follaba mi boca. Más y más fuerte hasta que lágrimas fluían por mis mejillas. Observé como los tendones en su cuello se tensaban con cada movimiento. Sentí los músculos de su culo tensarse y observé como su cuerpo entero se apretó y su verga se endureció en mi boca antes de que chorros de calidez se dispararan de, profundo en mi garganta. Preppy echó la cabeza hacia atrás y en el más sexy y más anomalístico rugido él se vino y vino y vino hasta que pensé que no podía tragar una gota más de su salada liberación. Salió de mí y colapsó en el suelo sin ponerse los pantalones otra vez. Me atrajo hacia abajo con él y envolvió sus brazos alrededor de mi espalda. —Creo que acabo de romperte una promesa —jadeó, tratando de recuperar el aliento. Nuestros corazones latían juntos al unísono. —¿Qué promesa? —pregunté, confundida. Me jaló más cerca, colocando una palma sobre mi pecho—. Esa donde dije que no moriría de nuevo —rió entre dientes—. Porque, Doc, estoy seguro de que jodidamente acabas de matarme. Hice un movimiento para levantarme, todavía mareada de lujuria e inestable en mis pies. Preppy me jaló de nuevo hacia abajo y me volteó sobre mi espalda—. No he terminado contigo, ni siquiera de cerca —gimió, separando mis piernas,

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extendiéndolas al mismo tiempo que lamía sus labios y me apreciaba. Su mirada tocaba cada parte de mi cuerpo. Mis entrañas se cerraron y sentí humedad brotar de mi coño, goteando en la grieta de mi culo. Preppy la vio también. Miró desde mis piernas a mi rostro—. Fóllame —dijo corriendo sus manos por mi cuerpo mientras se colocaba sobre mí y empujaba dentro en un empujón largo y duro. Me sentí tan llena. Su verga dentro de mí se sentía cálida y mi cuerpo lo apretaba, empujándolo más dentro de mí. Mis pezones se apretaron y mi piel se sintió viva mientras él salía y empujaba otra vez usando la misma velocidad que tenía cuando su verga estaba en mi boca. Me sorprendió cuando se estiró debajo de mí, levantando mis caderas para que pudiera empujar aún más profundo. Yo grité y él gimió. Salió, sólo brevemente, para sumergir dos dedos dentro de mí, mojándolos. Empujó dentro de mí al mismo tiempo que tocó el apretado círculo de mi entrada trasera, humedeciéndola antes de presionar dentro—. Quiero follarte aquí —gimió. Salió y me volteó de repente, me golpeó el culo con tal fuerza que mis ojos se humedecieron, pero no tuve tiempo de procesar el aguijón del dolor porque un nuevo tipo de dolor había comenzado. El delicioso dolor de Preppy deslizando su verga dentro de mi culo. La única vez que había tenido anal fue cuando estuve con Preppy y Bear al mismo tiempo y fue Bear quien penetró mi puerta trasera. No Preppy. Pero no recordaba mucho sobre esa parte. Era como estar en una bruma. Todo lo que recuerdo es Preppy y el dolor en mi corazón, no el dolor de mi cuerpo o cómo se sintió. Casi como si yo fuera una espectadora viendo suceder todo. Quemaba mientras él me penetraba. No hay otra manera bonita de decirlo. Pero cuando pasó los apretados nervios y más allá en mí, fui capaz de relajarme hasta el punto en el que no sentía nada más que plenitud y un extraño gusto de placer que hizo mi coño apretarse. —Ahhhhh, esa es mi puta esposa. Te gusto en tu culo, ¿verdad? —preguntó. Se echó hacia atrás y lloré por la pérdida, pero cuando empujó de nuevo, vi estrellas.

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Ambos gemimos y empujé contra él necesitando sentir más. Preppy tomó la pista y empezó a moverse. Agarrando mis caderas y hundiendo sus dedos en mi carne bombeó furiosamente como el loco que era. Llevándome cada vez más alto a un reino de placer que nunca antes había experimentado. —Eres mía. Tu coño es mío. Este culo es todo jodidamente mío —dijo mientras empujaba con más fuerza. Mis ojos comenzaron a humedecerse, mi garganta se cerró. El balance de placer y dolor cambiaba de uno a otro con cada empuje y tirón. Una opresión comenzó dentro de mí y apreté mis dientes, empujando con más fuerza y más duro contra Preppy, encontrándolo empuje tras empuje hasta que sus manos estaban en mis hombros tirando de mí contra él y gruñendo. Ya no había ritmo ni razón en nuestro paso. Era salvaje y furioso y errático y cuando se estiró entre nosotros e introdujo un dedo en mi coño, grité cuando mi orgasmo estalló desde mi vientre, enviando chispas de placer a través de todo mi cuerpo. Mi sexo se apretó alrededor del vacío y mi culo se apretó alrededor de la verga de Preppy hasta que él estaba gritando con su propia liberación, empujando profundamente mientras su calidez me inundaba, derramando a nuestro alrededor y goteando por la parte posterior de mis muslos. Se retiró y nuevamente ambos nos desplomamos. Esta vez mi cuerpo dolió por la felicidad extrema corriendo a través de él. Me sentí satisfecha y energizada. Cuando finalmente fuimos capaces de recolectar nuestro sentido común, me di cuenta que estaba mirándome—. ¿Qué? —pregunté, sintiendo el rubor extendiéndose por mis mejillas. —He muerto —susurró, frotando su pulgar sobre mis labios. —Lo sé —susurré, volviéndome hacia él. Señaló a su propio pecho—. Pero esto es sólo una bolsa de huesos —me señaló y luego puso su palma sobre mi corazón—. Esto. Esto es mi vida. TÚ eres mi vida. Tú y Bo. Lo miré mientras las lágrimas se formaban en mis ojos. Sostuve su cara entre mis manos y lo besé ligeramente los labios—. Y tú y Bo son la mía.

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—¿Por qué? —preguntó. Busqué en sus ojos y no había sarcasmo, no espera para dejar caer el remate en mí. Era una pregunta honesta. —Porque, Samuel Clearwater. Tú eres todo —imité sus propios movimientos al frotar mi pulgar contra su mejilla—. Porque tú eres la luz en toda mi oscuridad — dije, recitando una línea de la carta que me había escrito. Preppy me acercó, apoyando su cabeza contra la mía. Ni siquiera me di cuenta de que estaba llorando hasta que Preppy se inclinó y me sorprendió lamiendo una lágrima de mi mejilla—. ¿Qué? —preguntó con una sonrisa perversa—. Tú lamiste mis lágrimas, es justo que yo lama las tuyas. Nunca pensé que podría amar a alguien tanto como amo a Samuel Clearwater. Pero mientras nos reímos juntos, nuestras voces fueron llevadas con la brisa en lo alto de Logan’s Beach, y nos abrazamos el uno al otro como si nunca nos fuéramos a dejar ir. Nunca lo hicimos. 83

TRADUCIDO POR ALE CORREGIDO POR SRTA OCST

CAPITULO 10

C

HARLAMOS Y PASAMOS EL RATO en la torre de agua por horas. El sol comenzaba a salir cuando ayudé a Dre a que se vistiera y nos fuimos a casa.

Todavía no estábamos a mitad del porche cuando Kevin abrió la puerta pareciendo agotado. —¿Qué sucede? —pregunté, subiendo los escalones. Apreté la mano de Dre, presintiendo que cual fuera la noticia que Kevin diera, no sería buena. —¡Bo! —Kevin gritó. Sus ojos sobresalían—. ¡Se ha ido!

Kevin corrió por todas las casas de los vecinos, mientras Dre buscaba frenéticamente por la casa una vez más, de arriba abajo. Yo corrí directamente al bosque. Cuando vi el tren cruzar las vías, un millón de escenarios cruzaron mi cabeza. ¿Qué si estaba lastimado? ¿Qué si alguien lo estaba lastimando? Tomé una roca y la lancé por el camino mientras gritaba—, ¡Booooooooooo! —una y otra vez por encima de mis pulmones mientras el tren pasaba. Estaba a punto de regresar a la casa y reiniciar mi búsqueda por el bosque una vez más cuando hubo un jalón en la parte trasera de mi camisa. Giré para encontrarme a

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Bo mirándome con un aspecto preocupado en su rostro—. ¡Bo! —grité, levantando mis brazos al aire aleluya fingido. Bo se cubrió y mi celebración terminó. Me arrodillé y moví sus manos de su rostro—. Yo nunca voy a pegarte, Bo. No tienes que preocuparte por eso, ¿está bien? Bo asintió mientras lo acercaba y le daba un abrazo. —Pero no puedes irte así. Nunca más, ¿entiendes? Mami está muy, muy preocupó por ti y ahora se está volviendo loca. ¿Qué estabas haciendo aquí solo? —pregunté. Me retiré y Bo hizo señaló. Sígueme. —¿A dónde? —pregunté.

Sígueme. Por favor. No esperó por una respuesta de mi parte, sólo me tomó de la mano y me jaló hacia una parte del bosque donde los arbustos eran tan espesos que no podía ver más de unos centímetros delante de mí. Bo se movió fácilmente, como si él lo hubiera hecho cientos de veces. Probablemente lo ha hecho. Justo cuando iba a decirle que una caminata por el bosque no era la mejor idea mientras Dre estaba volviéndose loca en la casa, Bo empujó una cortina de ramas sobre un enorme tocón de árbol que estaba en el suelo con un gran hoyo a un costado donde la madera se había podrido. Bo entró y me hizo una seña para que lo siguiera. Me agaché y comencé a gatear en las hojas, siguiéndolo en el espacio de cinco por cinco que era el tronco. Dentro había una cobija sucia de los Vaqueros de Dallas. Libros de colorear, que estaban manchados y parecían que habían sido sacados de la basura junto crayones rotos. —¿Aquí es donde estabas? —pregunté, pero no era realmente una pregunta. Estaba seguro que aquí era donde Bo había corrido y donde probablemente había escapado durante años, cuando había sido abusado por la zorra de su madre y su padrastro,

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deseé que todavía estuviera vivo para que pudiera colocarle otra bala y matarlo una vez más.

Sí. Miré alrededor del pequeño fuerte que había creado y mi corazón se hundió. Traté de no mostrar en mi rostro que me estaba rompiendo por dentro, pero cuando vi la pequeña pila de armas amontonadas en la pared junto a su cobija, casi lo pierdo. Cuchillos de mantequilla, unas tijeras a la mitad, una pequeña pala de jardinería y un hacha estaban apilados pulcramente. Nadie lo defendió, así que Bo había decidido que él se defendería por su cuenta. —Bo —dije, tomando el hacha e inspeccionándola—. Este lugar es un fuerte genial. ¿Aquí es donde venías cuando vivías con tu vieja mami? ¿Cuándo querías sentirte a salvo?

Sí. —Eres tan inteligente por hacer todo esto. Eres como un súper héroe y esta es tu guarida. Hazte a un lado, Batman —dije. Bo sonrió ampliamente. Me aclaré la garganta—. Pero, amiguito, ¿entiendes que ahora vives con mami y conmigo? No necesitas venir más a aquí. Y estoy seguro de que tú no necesitas esto —dije bajando el hacha, que sorprendentemente tenía una afilada navaja. Bo se me quedó viendo, sin decir o hacer señas. Agachó la cabeza y sus hombros cayeron. —Yo era como tú cuando fui niño. ¿Sabías qué cuando tenía tu edad tenía lo mismo? ¿Un lugar especial a donde ir cuando las cosas en casa no estaban tan bien? Bo se asomó. —Quiero decir, no era tan genial como este lugar. Sólo una casa de perro abandonada detrás de nuestro tráiler, pero hice lo mismo que tú. Mantuve cosas que podría usar para lastimar a quien quisiera lastimarme, pero no tenía a nadie que lo hiciera por mí —comencé—. ¿Pero sabes qué? Tú sí tienes gente que te va a proteger sin importar qué. Tienes a mami y me tienes a mí. Y nadie nunca va a lastimarte. Yo NUNCA permitiré que nadie te lastime. ¿Entiendes eso, Bo?

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Observé a Bo pensando y recordé como me sentía a su edad. Solo y abandonado. Cómo me habría sentido si de pronto me encontrara con una familia a quien realmente le importara una mierda, y luego me di cuenta de algo. —¿Tienes miedo de que mami y papi te dejen o hagan que te vayas? Bo renuentemente asintió. —Bueno, déjame decirte algo. ¿Esto de aquí? —pregunté, señalándonos a Bo y a mí—. Es permanente. Aunque quisieras no puedes cambiarlo. Eres mi hijo. Y en nuestra familia un hijo es algo permanente. Por siempre y para siempre estarás atrapado con nosotros. Siempre vamos a estar para ti. Tú lugar está con nosotros.

Me gusta para siempre. Bo hizo señaló, pero todavía parecía incrédulo. ¿Cómo lograré convencer a un niño de seis años de mis intenciones, cuando había sido abusado durante toda su vida? Y luego lo comprendí. —Bien, ahora quiero mostrarte algo, pero no puedes decirle a mami, ¿está bien? Bo entrecerró los ojos como si ya creyera que no era una buena idea. Niño listo. Me reí—. No, no es nada malo, lo prometo. Pero planeaba enseñárselo más tarde esta noche, como sorpresa, pero ya que eres uno de los hombres de la casa creo que te lo mostraré primero. ¿Está bien contigo?

Sí. Sí. Hizo la seña dos veces. —Ahora, sabes que son estos —señalé los tatuajes en mis brazos y manos—, son para siempre. Estos dibujos siempre estarán en mí —levanté mi camisa y Bo miró la venda que cubría una gran parte cicatrizada en mi abdomen— Estas no se lavan, así que nunca se borraran. Estarán conmigo para siempre. Removí la cinta y revelé mi nuevo tatuaje. Cicatrices, vides, y corazones unidos por dos nombres. Bo & Dre. Había sido el mejor trabajo de King. —¿Recuerdas cómo estuvimos escribiendo tu nombre esta semana? ¿Ves tu nombre? —pregunté.

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Bo emocionado señaló su nombre. Sonreí ampliamente en lugar de quejarme cuando presionó la tinta fresca con su pequeño dedo índice. —Sip, mi hombre. Ese es —volví a colocar el vendaje y bajé mi camisa—. Y estará aquí por siempre. Así que no te irás a ningún lado, justo como mi tatuaje no irá a ningún lado. ¿Lo entiendes? Los ojos de Bo se ensancharon cuando finalmente lo entendió. Se lanzó hacia mí, poniendo sus brazos en un abrazo fuerte. Besé su cabeza—. Ahora llevémoste a casa. Juntos gateamos fuera se su escondite/almacén de armas. Sacudí la tierra de mis pantalones y tomé la mano de Bo. Con su otra mano hizo una seña, presionando la punta de sus dedos en la orilla de su boca y una vez más en su sien.

Hogar.

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Cuando llevé a Bo de regreso a casa, Dre corrió a encontrarnos. No perdió tiempo en ir por él, levantarlo y abrazarlo tan fuerte que estaba bastante seguro que le estaba cortando la circulación. Casi quería reírme cuando me miró con los ojos ensanchados sobre el hombro, pero logré contenerme. —Nunca más lo vuelvas a hacer, ¿entendido? —preguntó—. Prométemelo Bo. Nunca vuelvas a irte sin alguno de nosotros, ¿está bien? Te amamos y si algo alguna vez… —Dre se detuvo—. Sólo prométemelo. Bo asintió y señaló. Lo siento, seguido de, lo prometo. —¿A dónde fuiste? —preguntó Dre. Ahí fue cuando me miró, como si no supiera si decirle lo que había pasado. No quería que se sintiera avergonzado o apenado.

Saqué de detrás de mi espalda un ramo de flores salvajes que había estado escondiendo y se las di—. Fue a recoger flores para ti —dije—. No seas tan mala con él. Quería darte una sorpresa. ¿Verdad, amiguito? —Aw, gracias Bo —Dre dijo, llevándose el ramo de flores a su nariz e inhalando fuertemente—. Son hermosas, pero alguien tiene que ir contigo la próxima vez — continuó—. Ahora, ve adentro a lavarte. Puse tu banco junto al lavabo. Bo corrió hacia las puertas corredizas mientras Dre lo miraba. Él reapareció, esta vez en la ventana de la cocina. Parado en el banco, se lavó las manos como se le pidió. Nos saludó cunado nos vio, salpicando agua con jabón de sus manos a la ventana. —Así que, ¿qué estaba haciendo realmente? —preguntó Dre, usando las flores para cubrirse la boca mientras hablaba. Saludé a Bo de regreso y le di pulgares arriba mientras se secaba las manos. —Organizando su arsenal. 89

CAPITULO 11

TRADUCIDO POR YIRA PATRI CORREGIDO POR SRTA OCST

T

RAS EL SUSTO CON BO, Preppy y yo decidimos que necesitaba sentir más una sensación de permanencia con nosotros.

Él era nuestro, la adopción era legal y obligatoria, pero los tres todavía teníamos apellidos diferentes. Por eso, en un soleado viernes por la mañana, llevé a Bo a la oficina del secretario conmigo y esperamos cuarenta minutos. El objetivo era dejar el edificio con el mismo apellido. La familia Clearwater estaba a punto de convertirse en una fiesta oficial de tres—. TREINTA Y CUATRO —gritó una voz grave y femenina—. TREINTA Y CUATRO —me levanté y ondeé mi boleto a Bo—. Vamos, amiguito. Es nuestro turno. Agarré su mano y lo llevé al mostrador. —Necesito dos formularios de cambio de nombre, por favor —le anuncié a la aburrida mujer que estaba detrás del vidrio. —¿Dos? —preguntó, mirándome por encima del borde de sus gafas de lectura. —Sí —dije—. Una para mí y otra para él —Bo se puso de puntillas y le sonrió —Hey —dijo secamente. Golpeó algunas teclas en su teclado mientras miraba a Bo—. ¿Cuáles son las razones de los cambios de nombre? Divorcio, matrimonio, adopción, emancipación...

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—Matrimonio para mí. Adopción para él. —¿Tienes tu certificado de adopción legal y certificado de matrimonio? —susurró. Le pasé los formularios de Bo, pero me di cuenta de que había olvidado traer el certificado de matrimonio. Era falso, pero no tenían que saberlo—. Rayos, olvidé el certificado de matrimonio, ¿puede por favor buscarla por mí? —Vas a tener que llenar estos formularios antes de que yo pueda hacer eso. Me pasó un formulario rosado y amarillo, del tipo que hace un duplicado debajo mientras escribes—. Puedes usar los lápices en la esquina de allí —dijo, señalando la pared del fondo con una mesa vacía y varias sillas. Todas estaban ocupadas por personas que llenaban el mismo tipo de formularios que ahora tenía en mis manos—. O puedes llenarlo en la computadora de ahí —señaló el PC del modelo más antiguo en el otro lado de la habitación—. Cuando termines, toma otro número. —Oh, pero yo sólo... —¡Número TREINTA Y CINCO! —llamó. —Vamos, Bo —dije, optando por la computadora ya que no había nadie allí, me senté y apoyé a Bo en mi regazo. El formulario que necesitaba se activó cuando hice clic en CAMBIO DE NOMBRE. Era una forma relativamente simple, pero la computadora me odiaba—. ¿Ves? Podemos hacer esto, ¿cierto? —pregunté. Bo asintió, pero estaba atento a una mancha de moho que crecía en el azulejo del techo por encima de nosotros. El apellido actual era el primer campo que tenía que llenar. Ingresé CAPULET y presioné ENTER en lugar de TAB. Una nueva pantalla apareció con todo en los registros públicos del condado que tenía que ver con el apellido Capulet, incluyendo la transferencia de la escritura de la casa de Mirna—. Mierda —maldije. Bo me miró y me dio una sonrisa de comprensión—. Quiero decir, rayos. Rayos —corregí, revolviendo su cabello.

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Cerré todas las fichas que no necesitaba y volví al formulario. Sólo había llegado a la segunda línea para rellenar mi nuevo apellido y ya había pulsado la tecla ENTER de nuevo en lugar de la tecla de TAB después de escribir Clearwater—. GGGrrrr —gruñí ante el ordenador cuando una docena de pestañas aparecieron de nuevo en la pantalla, cubriendo mi formulario. Bo peló los dientes y dobló sus manos contra su pecho como patas—. Haces un buen leoncito —le dije. Cerré las pestañas que eran en su mayoría formularios de cambio de dirección. Gente mudándose de Logan’s Beach a Clearwater, Florida. Estaba a punto de cerrar la última pestaña cuando algo me llamó la atención. No era un formulario de cambio de dirección. Fue una demanda judicial. Nancy Clearwater Bateman contra Mutual Life de Nassau. Mutual Life de Nassau era una compañía de seguros de vida bien conocida con una pegadiza canción en sus comerciales que era difícil de olvidar. Escaneé el documento rápidamente y básicamente llegué a entender que Nancy estaba demandando a Mutual Life por no pagar el número de la póliza #456479874840, pero no daba ninguna información sobre la póliza en sí. Mutual Life había contrarrestado que Nancy había hecho un pago atrasado en la póliza y había un montón de declaraciones de ida y vuelta y papeleo presentado entre las dos partes. Tamborileé mi pie contra el escritorio, sabiendo en mi corazón lo que estaba por venir cuando cerré la pestaña, revelando el siguiente documento, la resolución del juicio. En la que Mutual Life Insurance de Nassau había acordado pagar a una Nancy Clearwater Bateman, beneficiaria, cien mil dólares en la póliza de seguro de vida tomada en nombre de su hijo.

Samuel Clearwater.

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Dre había estado actuando extraña desde que había llegado a casa. Después de que Bo se fuera a la cama, agarró una silla en la que había estado trabajando en re-tapizar y la volteó boca abajo en medio de la sala. Kevin y yo mirábamos al American Ninja

Warrior mientras ella gruñía y maldecía a la silla, luchando con una grapa que no se soltaba—. ¿Quieres mi ayuda? —pregunté. Dre no respondió y no estaba seguro de si no me había escuchado o si me estaba ignorando. Finalmente, tiró sus alicates y salió disparada a nuestra habitación. —¿Qué hago? —le pregunté a Kevin. —No lo sé —dijo, tomando un sorbo de cerveza—. Pero mejor que lo arregles porque las probabilidades son, que es probablemente toda tu culpa. —Cierto, hombre —me levanté y estaba a punto de ir a buscar a Dre y arreglar lo que la estaba molestando cuando apareció con una bolsa grande, una que no la veía cargar con tanta frecuencia, colgada alrededor de su hombro. —Hey —dijo, cuando prácticamente corrió hacia mí. —Hey, —dije de vuelta—. ¿A dónde estás corriendo? —Oh, sólo voy a ir a la tienda de descuento de tela y comprar suministros para la silla. No tengo las grapas correctas y el alicate está todo torcido y doblado. Tal vez mientras estoy allí voy a ver algunas nuevas telas para el sofá también. Pero no tardaré mucho —dijo en un suspiro. —¿Aún están abiertas? —pregunté, revisando mi reloj—. Son las ocho.

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—Están abiertas hasta las diez —respondió. —Es domingo —le recordé. —Um sí, me sorprendió que abrieran hasta tarde también —miró por encima de mi hombro—. Kevin, ¿puedo tomar tu auto? —Uh huh —dijo desde el sofá, concentrándose únicamente en la televisión. —¿Por qué no tomas el mío? —pregunté, ofreciéndole mis llaves. Tomó las llaves de Kevin, que colgaban del llavero de la pata sucia de un conejo. —Porque me gustaría llegar en algún momento hoy y si tomara el tuyo estaría conduciendo tres kilómetros por hora todo el camino, con miedo de que pudiera hacer algo para herirme —dijo—. Podría jugar carros chocones con el pedazo de mierda de Kevin y él ni siquiera lo notaria. —Oye —gritó Kevin, aún sin darse vuelta—. Puede ser cierto, pero eso no significa que duela menos. Se puso de puntillas y plantó un beso en mis labios. Nada en sus razones para irse o ese beso se sintió bien. Ni una maldita cosa. —Lleva a Wolf contigo —dije. —No seas tonto. Seré muy rápida, nadie me buscará en la tienda de telas —dijo, saliendo por la puerta. Me paré en el porche y la vi alejarse. Ella era realmente adorable si pensaba que iba a un lugar desprotegida cuando una amenaza todavía podía estar ahí afuera. Habíamos eliminado a todos en la lista que habíamos hecho, pero como no podíamos estar seguros de que sacamos a la persona responsable de tratar de llegar a Dre, siempre estaría en el fondo de mi mente. Por eso Wolf seguía vigilando en la casa. —¿Quieres que la siga? —preguntó Wolf.

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—Nop —dije, observando las luces traseras desaparecer en la esquina antes de sacar mis llaves. —¿Vas a dejarla ir sola? Estaba a medio camino de mi coche cuando respondí —De ninguna puta manera.

No sabía lo que encontraría cuando me conduje a la dirección que figurada en los documentos legales. Sobre todo, porque realmente no sabía lo que estaba buscando. Nunca en un millón de años esperé lo que estaba esperando por mí ahí. NUNCA. Cuando la puerta principal se cerró detrás de mí, caminé por el camino de regreso al coche de Kevin en un aturdimiento. Cambié mi bolsa ahora mucho más pesada y jugué con mis llaves sólo para dejarlas caer cuando una voz de la nada me sacó la mierda de un susto. —Eres una terrible puta mentirosa, Doc —dijo Preppy, su voz mezclada con rabia y algo más que me hizo estremecer y a mi estómago caer. Dolor. —Lo siento, pero quería comprobar... —¿De quién es esa casa? —preguntó Preppy, descruzando sus brazos y parándose derecho.

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—Es... Vine a ver a tu mamá. —¿Mi mamá? —preguntó Preppy, dando un paso atrás y luego mirando hacia la casa—. ¿Por qué coño quieres venir a ver a mi madre y más importante por qué coño me mentirías sobre eso? —Lo siento mucho. Simplemente no quería que te molestaras si no había nada de qué preocuparse. Antes quería comprobar las cosas por mí misma. —¿De qué coño estás hablando? —preguntó, tan confundido como yo. Saqué los documentos legales de mi bolso, los que había impreso del condado, y se los entregué a Preppy quien los examinó—. ¡Qué carajos! —susurró. —Ella sacó pólizas de seguro de vida en ti y en Kevin. También estuvo recolectando discapacidad y seguridad social de ambos, desde que prácticamente eran niños. Estafando el sistema de izquierda a derecha —empecé, rebotando de un pie a otro—. Creo que... Preppy, estoy bastante segura de que ella fue la que me persiguió o la que contrató a alguien para que viniera a buscarme. Quiero decir, la mujer recolectó cien mil dólares basados en el hecho de que estabas muerto y creo que quería que te quedaras así antes de que ella fuera arrestada o que ellos quisieran su dinero de regreso o ambos. Sólo era cuestión de tiempo. Así que ella me usó para llegar hasta ti. Preppy bajó las hojas y me miró—. Eso no responde por qué has venido a verla. Por qué NO viniste a mí primero. Tomé una respiración profunda—. Sabía que si llegabas a ella primero no tendría exactamente la oportunidad de hablar con ella y quería mirar los ojos de la mujer que le negaba el amor al ser humano más asombroso que he conocido, madre a madre. Quería verla para poder entender mejor su dolor. Comprender mejor antes de que te dijera todo esto y llegaras a ella primero. —¿Has encontrado lo que buscabas? —preguntó. —No. No exactamente. —¿Qué? ¿No estaba en casa? —preguntó

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—Yo no diría eso —dije, sacando de mi bolso la caja que el marido de Nancy me había dado. —¿Qué hay en ahí? —preguntó. —Los restos de tu madre.

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CAPITULO 12

E

L SOL ECHABA SUS rayos de la tarde en la parte superior de mi cabeza mientras me paraba en nuestra entrada sosteniendo un pequeño cuadrado de cartón en mis manos. Lo giré, examinando cada lado. La caja no era más grande que una tostadora. En su interior estaba todo lo que quedaba de la mujer que, por ADN, fue mi madre. Pensé en muchas palabras diferentes cuando pensaba en ella y 'madre' de ninguna manera era una de ellas. Puta usualmente era la primera palabra que pasaba por mi mente. 98 —¿Estás seguro de que no quieres que vaya? —preguntó Dre. Se mordió su grueso labio. Aw, estaba nerviosa por mí. Sacudí la cabeza—. Nah, seré rápido con esta mierda y estaré de vuelta antes de que Bo llegue a casa de la escuela. Además, la perra ni siquiera necesita que más gente pierda su tiempo con ella de lo que ya lo hacemos. Ella sonrió, pero no llegó a sus ojos. Como si ella no supiera si podía creerme. No sabía qué más podía hacer para convencerla de que yo realmente estaba bien. Que esto era más de una disposición que cualquier otra cosa. Mi mirada se desplazó de Dre cuando la atrapé mirando por encima de mi hombro. Me volví para ver a mi menor, y no tan guapo, hermano saliendo de la casa, con una mochila azul marino sobre el hombro. —¿Qué pasa, Kev-ster? —pregunté, pellizcando su hombro. Kevin sonrió y se alejó—. Deja de llamarme así, hombre —gruñó. —Está bien, trabajaré en otro, pero Kev-ster es ciertamente el alias plan B.

—¿Ella está allí? —preguntó Kevin, señalando la caja. —Eso es lo que me dijeron” respondí. Kevin entrecerró los ojos como si estuviera tratando de ver lo que había dentro sin abrir la tapa—. Parece algo pequeña. —Chicos, pórtense bien —dijo Dre, volteándose para regresar a la casa. —Espera —dije, tirando de ella. La besé en los labios y profundizó el beso, jalándome cerca hasta que Kevin se aclaró la garganta y ella se apartó, limpiándose sus follables labios. —Bloquea vergas —murmuré. Dre rió. Atrapé a Kevin mirando fijamente su culo mientras se balanceaba por los escalones y desaparecía en la casa. Lo golpeé en el brazo—. Auch —dijo, frotándose el hombro— . Lo siento, hombre. No es mi culpa. Ella tiene un culo grandioso —dijo, su disculpa sin sonar ni un poco a disculpa. No es como si pudiera culpar al chico. El culo de Dre era realmente épico. Cuando la mosquitera se cerró de golpe, Kevin se volteó hacia mí—. ¿Estás listo para hacer esto? —preguntó, protegiéndose los ojos del sol. Puse la caja debajo de mi brazo y Kevin me siguió hasta mi coche. Se metió en el lado del pasajero, arrojando su mochila en el asiento trasero. Le pasé la caja para que la sostuviera en su regazo mientras yo conducía—. ¿Exactamente por qué tenemos las cenizas de la perra de todos modos? ¿No dijiste que estaba casada con un hombre rico? —Sí, Mitch. Al parecer, le contó a Dre que se enteró de que ella tenía una cuenta secreta que le estaba ocultando. Dijo que ella admitió que estaba ahorrando dinero para que pudiera dejarlo. —No crees que Mitch... —No lo culparía si lo hizo —respondí antes de que Kevin pudiera hacer la pregunta—. Entonces, ¿qué hay en la bolsa? —pregunté, encendiendo el motor. No

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pude evitar sonreír cuando escuché las dulces vibraciones de mi coche cobrando vida. Dre me lo había dado anoche, cansada de esperar un momento perfecto cuando nuestras vidas eran un delgado equilibrio entre la completa anarquía y el leve caos. —Ya verás—. Kevin sonrió—. ¿A dónde vamos? Puse el coche en reversa. —Tengo el lugar perfecto.

Podía oler nuestro destino mucho antes de que llegáramos. —Amigo, este lugar es realmente perfecto —dijo Kevin, inclinando la cabeza por la ventana abierta y sonriendo de oreja a oreja como un niño que acercándose a las puertas de Disney World mientras contemplaba la vista ante nosotros. Un letrero oxidado se balanceaba hacia adelante y hacia atrás desde la parte superior de una cerca metálica. Basurero Municipal de Logan's Beach. Aparqué el coche. Kevin me entregó la caja y agarró su mochila. Nos dirigimos a una improvisada construcción de escalones que llevaban hacia la cima de una grúa oxidada asomándose como un dinosaurio sucio sobre montones y montones de basura acumulada. Mis ojos se aguaron por el olor putrefacto llegando de abajo—. Hagamos esto —dije alcanzando la caja. Quité la tapa y la arrojé como si fuera un frisbee. Dio vueltas en el aire hasta que se detuvo, sin ni siquiera un sonido en las pilas de basura debajo. —¡Espera! —dijo Kevin, levantando su mano. Bajó la mochila y se arrodilló. Tanteó a través de su bolsa y sacó un par de sombreros rojos de cumpleaños de la tienda de dos dólares y dos de esos silbatos baratos con la cosa plástica en el extremo que se

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desenrollaba cuando soplabas en él como la lengua de una rana—. Ten, póntelo — exigió—. Después de todo, es una celebración. —Me gusta tu espíritu, muchacho —me puse el sombrero en la cabeza y coloqué el silbato entre mis labios, colgando al costado de mi boca como un cigarro. Kevin sacó una botella de whisky barato y tomó un largo trago, entregándome la botella. Hice lo mismo, saboreando la forma en que el líquido amargo quemaba mi garganta al bajar. Kevin entonces encendió un porro y tomo dos largas caladas, otra vez pasándomelo a mí. Nos quedamos allí con nuestros sombreros de fiesta puestos, las cuerdas elásticas clavándose en nuestras mejillas y en la piel debajo de nuestras barbillas, ignorando el lugar de descanso final de mi madre. Permanecimos en confortable silencio durante unos instantes. Pasándonos el porro de ida y vuelta hasta que el sol comenzó a ponerse sobre los árboles, pintando el cielo amarillo y naranja. —¿Deberíamos decir algo? ¿Unas palabras? —preguntó Kevin, mirándome. —Claro —dije, exhalando el humo y pinchando la punta del porro. Lo guardé en mi bolsillo trasero—. Por supuesto, hermanito. Tú primero. Kevin se aclaró la garganta y tomó la caja de mis manos—. Nos trataste como basura sin valor y ahora vas a estar entre ella para siempre —ambos aplaudimos y soplamos nuestros silbatos, el ruido chillón que hicieron fue similar a pisar un perrito de juguete. —Poético —dije con un asentimiento. Kevin me devolvió la caja y miré a lo que quedaba de mi madre. Cenizas grises y pedazos de lo que supongo eran huesos—. Lo siento —comencé. Kevin me miró como si yo estuviera a punto de un derrame cerebral. Una ceja alzada. —Déjame terminar —gruñí. Inclinó su cabeza con reverencia y yo hice lo mismo— . Siento no haber tenido la oportunidad de matarte yo mismo. Siento que fueras tan poca cosa. Pero sí tengo que agradecerte por mostrarme cómo NO ser un padre.

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Gracias por establecer la barra tan baja que no puedo evitar sentirme como un ganador. Al ser tan poca cosa me enseñaste a valorar las pequeñas cosas. Kevin me dio lo que sonaba como un aplauso exagerado—. Brillante. —Fue duro, pero de alguna manera lo logré —metí la mano en la caja y saqué la bolsa de plástico transparente que contenía los restos de mi madre. —¿Deberíamos abrirla y dispersarla por todos lados? —preguntó Kevin. Rodé mis ojos y sin ceremonias arrojé la bolsa a la basura—. Ella no merece ese tipo de esfuerzo —dije. Estaba a punto de tirar la caja también cuando algo en el fondo llamó mi atención. Un sobre blanco con SAMUEL escrito en el exterior. Lo saqué—. ¿Qué coño es eso? —preguntó Kevin. —Estaba pensando lo mismo —dije—. Sólo una forma de averiguarlo, ¿cierto? — lo abrí y en el interior encontré dos cheques y una breve nota.

Samuel, Aquí está todo lo que tu madre te quitó todos estos años (dinero). Si pudiera devolverte todo lo que te robó, lo haría. En su lugar, he igualado esta cantidad y he hecho una donación en tu nombre al centro para mujeres y niños abusados para ayudar a que otros no tengan que sufrir como tú lo hiciste. Pensé que podía salvarla. Resulta que algunas personas simplemente no son dignas de serlo. Como su marido es mi trabajo poner las cosas en orden otra vez, así que esto es lo que estoy tratando de hacer. Haz lo que creas conveniente con sus cenizas, ya que no las quiero en mi casa o en mi vida. No hay necesidad de ponerse en contacto conmigo de nuevo.

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No me encontrarás. -Mitch Bateman PD: Tu esposa dice que ahora estás en contacto con tu hermano. Por favor, asegúrate de hacerle llegar lo que he adjuntado para él, ya que no tengo medios para contactarlo.

Le pasé la nota a Kevin, la cual él leyó rápidamente, y luego el cheque que se hizo a su nombre por la cantidad de cincuenta y cinco mil dólares. —Santa puta mierda —dijo Kevin, mirando del cheque a mí como si no diera crédito a sus ojos. —Sí, santa puta mierda está bien —dije, mirando hacia mi propio cheque que no era por cincuenta y cinco mil dólares. Era por doscientos cincuenta y cinco mil dólares. —Guao —dijo Kevin, mirando por encima de mi hombro. Doblé el cheque y lo metí en mi bolsillo, sin gustarme la sensación de éste arrugándose mientras regresaba al coche, las esquinas rígidas del costoso papel picándome en el muslo. —Mamá está muerta, ¿Y yo soy rico? —Kevin comenzó a saltar—. ¡Este podría ser el mejor puto día de mi vida! —Entramos y encendí el motor. —¿Sabes algo, Preppy? —preguntó Kevin. —¿Qué? —pregunté, tomando de la carretera principal. —Como que sí me gusta tener un hermano. Me incliné y le agité el cabello—. Sabes, Kevin, como que a mí también. La torre de agua se asomaba desde los pinos en la distancia. La segunda gran verga negra a plena vista. El aire salado sopló en el coche y lo inhalé profundamente, sosteniéndolo dentro de mis pulmones como si fuera el humo de un porro. Pasamos por el espectacular de vasectomía y luego nos encontramos con mi letrero favorito de

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todos ellos, la señal de BIENVENIDOS, ENTRANDO A LOGAN’S BEACH. Sonreí como un preadolescente que acababa de tocar su primer seno. —¿Qué hacemos ahora? —preguntó Kevin. Lo agarré por el hombro, dándole un fuerte apretón. —¡Ahora celebramos! —grité, sintiendo un peso quitarse de mi pecho—. Dime kemosabe, ¿qué piensas de strippers y cocaína? —Pienso que, sí —respondió Kevin, su rostro iluminándose. Giré el coche para llevarnos a la casa de King donde él y Bear estaban esperándonos en el estudio de tatuajes para una pseudo despedida de soltero, lo que significaba encerrarnos lejos de las mujeres y los niños mientras nos emborrachamos y hablábamos de toda la estúpida, aunque divertida, mierda que hemos hecho. —Bien. Eso es lo que vamos a hacer entonces. Strippers y coca —le guiñé a Kevin y vi su sonrisa caer cuando añadí—. Menos las strippers. 104

CAPITULO 13

A

L SEGUNDO QUE LLEGAMOS a la casa de King y aparcamos, Ray nos encontró junto al coche—. ¿Puedo hablar contigo un momento? —preguntó Ray.

—Te veré dentro —dijo Kevin, dirigiéndose al estudio de King. —Cualquier cosa por ti, chica —dije, colocando mi brazo sobre su hombro. Supongo que podrías decir que estaba aprovechándome de que King no estuviera aquí para gruñirme. —Sólo quería felicitarte —dijo, pero algo en su sonrisa parecía apagado. —Gracias —dije mientras miraba al suelo—. ¿Eso es todo? —pregunté—. ¿Has venido sólo para felicitarme? —presioné, sabiendo cuando algo estaba en su mente. —No, no lo es. Es sólo no hemos tenido la oportunidad de hablar mucho desde, ya sabes. Narnia —se rió nerviosamente y jugó con sus dedos—. Sólo quería decirte cuánto te extrañé cuando te fuiste. Eras mi mejor amigo hombre. Sé que todos hemos estado ocupados con nuestras propias vidas, niños y todo pero esperaba, si está bien con Dre, que podamos ser mejores amigos nuevamente porque estás aquí ahora, pero todavía te extraño. Envolví a Ray en un abrazo y le besé la cabeza—. Fuiste mi primera chica, sabes. Bueno, amiga que era una chica —corregí—. Sé que no hemos tenido tiempo para sentarnos y hablar de cosas, pero creo que mucho de eso tiene que ver con el hecho de que nunca sentí que necesitaras una explicación para las cosas, bueno, eso y el hecho de que King quiera matarme cada vez que miro en tu dirección. Lo siento, no pretendía ignorarte. Nunca. Coño, en mi mente nunca dejamos de ser mejores amigos."

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—Soy yo —dijo, limpiándose una lágrima de su mejilla—. Son estas malditas hormonas. Tu amigo King fue y me embarazó de nuevo. —Logró anotar otro gol, ¿lo hizo? —me reí—. Pensé que tus tetas lucían más grandes. Jugando me pegó en el hombro. —Te diré que, ¿qué tal si uno de estos días, después de que los niños estén todos en la escuela, vengo y preparamos el almuerzo y tenemos nuestra propia charla de chicas. —En serio me encantaría eso, Prep —dijo Ray—. Pero hagámoslo desayuno. Puedes cocinar para mí. —¿Ah sí? Creo que puedo manejar eso. Alguna razón en especial para tu petición en desayunar. Metió las manos en los bolsillos traseros y dio unos cuantos pasos de espalda hacia la casa. Me miró con ojos vidriosos, algo de la persistente tristeza de antes parecía haberse levantado—. Porque panqueques.

Después de unas horas dejamos a Kevin desmayado en el piso del estudio de tatuajes de King y seguimos con nuestra increíble idea de remar a la Puta Isla a las cinco de la mañana, lo cual estaba bien para mí. Había inhalado suficiente coca para estar despierto durante al menos un mes—. Me alegro de estar tan drogado. Si no lo estuviera, probablemente sentiría lo ebrio que estoy. Estábamos sentados en la orilla de la PI. Nuestros pantalones enrollados hasta las rodillas, nuestros pies descalzos. Pasándonos un porro y una botella de Jack entre los tres. De alguna manera la conversación pasó de pensar en un apodo para Kevin a la noche que 'morí.’

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—Todo lo que recuerdo es que cuando las balas comenzaron a volar, seguía pensando en Ray y en que necesitaba llegar a ella. Bear, eres como una puta pared humana, y Preppy eres siempre tan jodidamente rápido. Simplemente nunca pensé que algo les pasaría a ustedes —dijo King—. Pienso mucho en esa noche. Lo que podría haber hecho diferente. Cómo todo salió tan mal. No puedo dejar de darle vueltas en mi cabeza. Me encogí de hombros y evité hacer contacto visual con King mediante la búsqueda de mi encendedor en el bolsillo interior de mi chaqueta todo el tiempo sintiendo la intensidad de sus ojos sobre mí—. Ya no pienso mucho en eso. No es como si pudiésemos cambiarlo. ¿Cuál es el punto? Bear ladeó la cabeza e ignoró mi filosofía de no detenerse en el pasado—. Ahora que lo pienso, estuviste detrás de King cuando todo empezó a desmoronarse, pero luego te moviste delante de él hasta que entró en el almacén donde Isaac tenía Ray. —Ninguna de esas mierdas importa ahora. Supongo que simplemente no fui tan rápido como pensaste porque obviamente no salí del camino lo suficientemente rápido —dije, silbando mientras encendía un cigarrillo. Bear y King intercambiaron una mirada cómplice—. ¿Qué? —pregunté, humo saliendo en bocanadas mientras hablaba. King sacudió la cabeza. Bear sonrió—. Nada, Preppy —dijo King, dándome palmadas en la espalda y dándome un pequeño apretón en mi hombro. Le pasé el porro a King—. Ni una maldita cosa. —Bien —dije, mirando hacia las luces de la ciudad sobre el agua. La ciudad que amaba. La ciudad donde vivía con mi familia. Mi chica. Mi hijo—. ¿Ahora podemos jodidamente drogarnos o qué? —¿Quieres decir drogarnos más? —preguntó Bear—. Estaré despierto hasta la próxima navidad después de esta noche. Bear y King cambiaron de tema y pronto todos estábamos riéndonos de una mierda estúpida que hicimos de adolescentes.

Gracias al puto Dios.

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No necesitaban saber qué sucedió realmente esa noche. De todos modos nunca lo admitiría. Si los papeles se hubieran invertido, sabía que ellos harían lo mismo por mí. Nadie necesitaba saber qué tomé esa bala por King. Eso es lo que hace la familia. Se protegen unos a otros. Al menos, eso es lo que ESTA familia hace. —¿Alguien quiere hacer una carrera de caimanes? —sugerí. —No —gruñó King. —Vete al carajo —dijo Bear. Pero cuando sus ojos se encontraron con los míos, me dijeron una respuesta diferente. En cuestión de segundos todos estábamos corriendo hacia el agua, chapoteando a través de aguas infestadas de caimanes como los idiotas que éramos. Cuando estuvimos a salvo en la orilla, respirando pesadamente, miré hacia mis amigos y todos estallamos en un ataque de risa incontrolable. Bear todavía seguía cuando King se inclinó detrás de él y tiró de mi brazo para llamar mi atención—. Gracias, Prep. No sabía si lo decía por tomar la bala por él o por la excelente coca que le había proporcionado para esta noche, pero de cualquier manera asentí y volvimos al libertinaje en cuestión. Porque eso es lo que hace la familia. Vivimos el uno para el otro. Morimos el uno por el otro. —¿Quieren ir de nuevo? —preguntó Bear. Los tres no dudamos, corriendo hacia el agua, empujándonos unos a otros en el proceso. Actuamos como completos putos idiotas entre nosotros.

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CAPITULO 14



ES BUENO VERTE DE nuevo, Andrea —dijo East, estrechándome la mano con entusiasmo.

—Puedes llamarme Dre. La única persona que me llama Andrea es mi padre — respondí. —Estuve tan contento de saber de ti la semana pasada. Con suerte podemos encontrar exactamente lo que estás buscando —sonrió cálidamente, revelando dos hileras perfectas de blancas y perfectas de lo que podía jurar eran prótesis dentales. —Estoy lista para averiguarlo —respondí nerviosamente. East había pasado por la casa a principios de semana y dejó una lista de viviendas disponibles en la zona que estaban en necesidad de renovación. De las quince o algo así en la lista sólo había pedido ver una. La segunda vez que vi la imagen y leí la descripción algo me llamó. Por lo cual me encontraba de pie en la entrada de la casa con East, el agente de bienes raíces que también había ayudado con la venta de la casa de Mirna, a punto de entrar y comprobar el posible primer proyecto de mi nueva empresa. Preppy la había denominado Dre's Digs6, un servicio completo de renovación y diseño de viviendas centrado en la reutilización y el reciclaje de muebles y accesorios. —¿Tu esposo se nos unirá? —preguntó East mientras examinaba el patio y la calle.

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Alojamiento.

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—No lo creo —sonreí—. Anoche, sus amigos le hicieron una despedida de soltero, así que es probable que estén durmiendo o aún haciendo de las suyas —casi me reí a carcajadas mientras recordaba la llamada telefónica de Preppy en medio de la noche para balbucear "te amo" mientras que Bear, King y Kevin le arrojaban cosas de fondo, eventualmente quitándole el teléfono. —¿Su despedida de soltero? Pensé que ustedes dos ya estaban casados. Lo siento, lo he estado llamando tu marido todo este tiempo —dijo East, sinceramente, como si el error fuera suyo. —No. Estamos casados. Es una larga historia —respondí—. Una muy larga historia. —Ah, bueno, todos tenemos unas cuantas de esas, ¿no es así? —dijo East. —Eufemismo del año. Entonces, dime, ¿cuáles son los impuestos anuales? — pregunté. East sacudió algunos números de la copia impresa en su mano. Asentí. En total con lo que otras casas de valor similar en la zona estaban pagando. —Entremos —dijo East. Lo seguí hasta la puerta principal—. Como ya sabes, la casa tiene dos pisos y unos mil ochocientos metros cuadrados de superficie —dijo, enumerando los datos del listado mientras lo seguía por la agrietada calzada—. Es muy acogedor en el interior. Tiene mucho potencial, pero necesita un poco de amor. —Entonces lo que estás diciendo, ¿es que es pequeña, espantosa, y necesita ser reformada? —pregunté, levantando una ceja a East. Se rió y me sacudió su dedo índice—. Ah, hablas como un agente de bienes raíces —giró una llave en la cerradura. Dio un paso atrás de la puerta para inspeccionar el frente de nuevo mientras él se quejaba de no poder abrir la puerta. La casa se veía como en la foto. Tapicería amarilla mohosa. Jardín demasiado crecido. Tejas faltantes. Ventanas rotas.

Arréglame. Me gritaba. Hasta ahora era perfecta.

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—Fue construida en el año mil novecientos veintiuno y en sus días de gloria probablemente fue propiedad de una familia adinerada y se usó a menudo como un lugar para entretener e impresionar —dijo East, finalmente abriendo la puerta empujando su hombro contra ella. Me agaché bajo una tela de araña y lo seguí hasta el salón principal—. Las fincas de Ford/Edison no están muy lejos de aquí, así que es probable que cualquiera que haya construido este lugar los haya hospedado aquí. —Desafortunadamente, ella ya no está impresionando mucho —dije, tratando de no mostrar por fuera lo que sentía por dentro, porque si lo hacía saltaría de arriba a abajo diciendo ‘¡¡¡LO TOMARE.SIIIII!!!’ podría no ser un lugar para que los ricos contemplaran, pero sabía que podría convertirla en no sólo hermosa de nuevo, sino funcional, e incluso asequible para la familia adecuada si prestaba más atención a mis costos y hacia la mayoría del trabajo yo misma. —Tengo que asegurarme de que los cimientos están en buen estado —dije—. Las fisuras y desprendimientos son reparaciones inútiles si se colocan sobre cimientos rotos. —Ah, así que has hecho esto antes —dijo East. —Nop, en realidad es algo que mi abuela solía decir, aunque estaba bastante segura de que ella estaba hablando completamente de otra cosa, siento que se aplica aquí. El recorte alrededor de las puertas y los frisos eran todos originales y sólo necesitaba un buen lijado y pintura. El suelo consistía en una alfombra afelpada manchada y azulejos de piso laminados rasgados, del tipo que se adhieren al suelo como pegatinas grandes. Sin embargo, cuando tiré de una esquina de la alfombra mis ojos aterrizaron en una hermosa vista. Pisos de madera original. Habían visto días mejores, pero para mí era como encontrar oro al final del arco iris. El cableado eléctrico era otra historia. Tan viejo y destartalado, corría fuera de las paredes de yeso que se desmoronaban, las cuales también necesitaban ser reemplazadas. Además, la plomería era prácticamente inexistente. Ya que la casa había estado vacía durante más de siete años, cualquier cosa de valor había sido robada hace mucho tiempo, incluyendo su tubería de cobre.

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—Es un terreno de dos acres en su totalidad lo que es raro en esta zona, la mayoría de los lotes son sólo un cuarto de acre —me informó East mientras bajábamos las escaleras habiendo visto sólo las tres habitaciones más pequeñas y el baño individual en la segunda planta. El salón estaba en la planta baja, pero tendría que ser eviscerado y completamente reemplazado—. Hay un montón de espacio para una gran terraza en la parte posterior, incluso una piscina dependiendo a quién planeas comercializarla —él agregó—. Es posible que las familias no la quieran, pero los vacacionistas o las residencias secundarias no lo comprarían a menos que tuvieran una. Además, es la única casa de estilo victoriano en la zona que no ha sido comprada y restaurada ya así que habrá un mercado para este estilo de casa una vez que haya sido renovada. Quiero decir, estos días todos las casas nuevas son cajas cuadradas de estuco que parecen venir directamente de una fábrica de prefabricadas. Acabo de venir de un nuevo desarrollo en Harper's Ridge y déjame decirte que quieren un millón de dólares por mierda cubierta de brillo —East cubrió su boca con su mano—. Lo siento mucho por mi lenguaje. Me reí—. Créeme, no hay necesidad de disculparse. Pasé mi mano por la barandilla polvorienta, revelando indicios de su acabado original de cerezo. No quería sólo remodelar esta casa. Quería darle vida. No necesitaba cambio, necesitaba RCP para que pudiera respirar de nuevo. Iba a ser una tarea difícil, teniendo en cuenta todo el trabajo que necesitaba hacerse, pero estaba dispuesta a hacerlo. La emoción surgió dentro de mí, pero mantuve mi compostura—. Necesitaré un informe de inspección completo, por supuesto. No puedo ver el techo, así que necesitaré un profesional para que lo evalúe por mí, por lo que mi oferta dependerá de que no necesite ser reemplazado por completo hasta las vigas, entre otras cosas —East tomó notas en su teléfono mientras yo hablaba. —Por supuesto —dijo, asintiendo y tocando un último botón antes de meter su teléfono en el bolsillo—. Estás hecha para esto. —Eso todavía está por determinarse —dije—, pero supongo que lo averiguaremos.

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—¿Qué hacías antes de que decidieras empezar a remodelar y revender casas? — preguntó. Estábamos en el patio trasero, el cual estaba lleno de basura echada descuidadamente sobre la cerca a lo largo de los años. —Estaba en la escuela —dije, casi tropezando con una bicicleta oxidada sin ruedas—. Antes de eso pasé mucho tiempo cometiendo errores. —Bueno, Jesús perdona nuestros pecados, somos nosotros los pecadores quienes usualmente nos cuesta olvidar —dijo East. No me sorprendió que fuera un hombre de fe. La etiqueta ‘¿Qué haría Jesús’ en su parachoques y la pulsera de goma 'Cristo es mi Súper Estrella' que llevaba lo delataba. Empujé el panel trasero de la cerca de madera para probar su estabilidad cuando los seis paneles enteros unidos a eso cayeron al suelo. Falló. —Crecí en la iglesia. Perdí mi camino por un tiempo, pero finalmente encontré mi camino de regreso. Si tú y tu marido alguna vez quieren venir y echar un vistazo, podría apadrinar su visita. Ministerio de Cristo, sobre Bayshore Drive —dijo East amablemente. —Muchas gracias. No es realmente para nosotros, pero aprecio la oferta —dije. —Preguntar nunca duele, ¿cierto? —East señaló la tubería de plástico clavada en la esquina del patio—. ¿Notaste que el pozo y equipo de excavación es bastante nuevo? Probablemente lo pusieron justo antes de que los últimos ocupantes se fueran. Tomó un tiempo ir a través de mi lista de cosas que necesitaba ver antes de tomar cualquier decisión. Estaba de pie en la sala de estar mirando la ventana frontal agrietada cuando Preppy entró por la puerta principal, un porro colgando de sus labios, un lado de su camisa fuera del pantalón. Sonrió cuando me vio. Luciendo muy sexy. —Ahí estás —dijo, jalándome para un beso rápido y luego manteniéndome apretada a su costado. —Pensé que estabas con los chicos —dije, aunque estaba feliz de verlo. No podía esperar a mostrarle la casa.

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—Lo estaba, pero esto es importante. Quería estar aquí —Preppy respondió, dándome otro dulce beso. Olía a cigarros y whisky. Sus palabras eran ligeramente arrastradas y sus ojos estaban ligeramente vidriosos. —¿Cómo supiste dónde encontrarme? Nunca te di la dirección —pregunté. —Ya deberías saber que tengo mis medios, Doc. Siempre te encontraré. Siempre. —¿Has conducido? —pregunté, mientras me desmayaba. —Caminé —dijo Preppy—. Sabes, uno pensaría que caminar tres kilómetros en el sol abrasador haría que la mierda sudara fuera de tu sistema. Bueno, resulta que no es jodidamente cierto. Joder, estoy más drogado ahora de lo que estaba antes —miró hacia East—. Oye, ¿ese tipo luce morado para ti? —Me alegro de verte de nuevo —dijo East, extendiendo su mano a Preppy, sus ojos cayendo en el porro en sus labios. Preppy se lo ofreció a East—. Quieres? —No, gracias —respondió East—. No tomo narcóticos. —Oh, no es droga, es sólo hierba —respondió Preppy, manteniendo el porro más alejado—. Aunque si quieres narcóticos, anoche tuve una mesa llena de... East levantó la mano—. Aun así, no, pero gracias. —Entonces, ¿qué piensas, Doc? —preguntó Preppy, mirando alrededor de la casa—. ¿Crees que puedes trabajar tu magia en esta? —Sí. Realmente creo que puedo —dije, emocionada. Me giré hacia East—. Antes de que lo olvide, el contrato también tendría que estar supeditado para que yo pueda obtener financiamiento. Voy a programar una cita en el banco… —No, no la habrá —dijo Preppy. No me había dado cuenta de que no estaba de pie a mi lado hasta que se deslizó por la barandilla, aterrizando en su trasero delante de mí en el suelo—. No necesitarás ninguna financiación. Está cubierto.

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—Preppy, serán más de cien mil dólares —susurré por el costado de mi boca pensando que tal vez leyó mal el precio o los efectos de anoche de alguna manera le hicieron pensar que duerme en una cama de billetes de cien dólares. Se incorporó y tomó una calada de su porro. Me miró y puso sus manos en mis brazos—. Sé cuánto es y no puedo esperar a ver lo que harás con el lugar. —¿Qué tan drogado estás? —pregunté, poniendo la cabeza hacia un lado. Se rió y se rascó la nuca—. ¿En una escala de uno a diez? Estoy seguro de que estoy alrededor de cuarenta —se volvió hacia East. "Más no de hierba, mayormente cocaína. Acabo de encender esto camino en la acera —explicó Preppy, girándose de nuevo hacia mí—. Pero no lo suficientemente drogado como para decir mierda que no siento. Lo tienes, Doc. Sé que sí. Lo tengo cubierto. Desmayo. Me giré hacia East—. Ofrece a los vendedores veinte debajo de lo que piden. Pondremos diez como depósito. Vamos a ver que responden. Una vez que alcancemos un precio aceptable, tendré un inspector para verificar la estructura. Siempre y cuando que se pueda hacer una búsqueda rápida de títulos, podremos cerrar en dos semanas. East volvió a teclear en su teléfono, felizmente asintiendo mientras escribía mis requerimientos. Me giré hacia Preppy, sólo para encontrarlo mirándome con la boca abierta. —¿Qué? —pregunté, preguntándome si todavía tenía telarañas en mi camisa. —Santa puta mierda, nena. Estoy jodidamente duro en este momento —dijo Preppy, plantando un beso en mis labios. Se apartó—. Ella es tan jodidamente inteligente, ¿no lo es? —Lo es. Ha estado observando como una experta. Casi pensé que estaba mintiendo cuando dijo que nunca había hecho esto antes —dijo East— Mi asistente está preparando los papeles. Los traeré mañana.

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—Gracias, hombre —Preppy se inclinó y me levantó por la cintura, tirándome sobre su hombro. Grité de sorpresa mientras me sacaba por la puerta principal hacia el coche. —Está bien, estaré en contacto —dijo East desde el porche. —¡Gracias! —contesté, levantando mi cabeza del hombro de Preppy. Me dejó junto al coche, abriendo la puerta del lado del conductor para mí para que entrara. Me senté y balanceé mis piernas, Preppy cerró la puerta detrás de mí—. Escucha hombre de las cavernas, ¿por qué la cargada? —pregunté. —Tenía que mostrarle a quién pertenecías. Vi cómo te estaba mirando —dijo Preppy, echando un vistazo a la casa donde East se esforzaba por cerrar la obstinada puerta principal. —Él no me miraba de ninguna manera —dije, rodando los ojos. —Dre, no ves lo que yo veo. O lo que cualquiera con ojos ve. Eres sexy como el carajo y como tú igualmente sexy marido como el carajo, es mi trabajo como el alfa asegurarme de que todo el mundo sepa que eres mía. —Pudiste haberme sólo orinado y haberlo terminado —me burlé, encendiendo el motor. Preppy rodeó el coche y se metió en el lado del pasajero—. Es decir, si te van ese tipo de cosas, entonces seguro. Estoy dispuesto si tú lo estás. Hay muy poco a lo que te diría que no si me lo preguntas. Aunque no te tenía como una chica de lluvia dorada7, Doc. Le di una mirada de reojo—. Estás muy drogado —dije, saliendo de la entrada. —Sí —concordó, apuntándome con su dedo. Entrecerró los ojos contra el cegador sol entrando a través del parabrisas. "También podría estar muy, muy jodidamente borracho.

7

Acto sexual de orinarse encima.

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—¿Me vas a decir cómo llegaste a tener más de cien mil dólares —pregunté, saliendo al camino. —Robé una carroza —bromeó Preppy. —Jaja. Preppy suspiró y sacó un cheque doblado de su bolsillo—.Eso o el marido de mi madre muerta decidió compensar su mierda dándome más de doscientos cincuenta mil dólares —esta vez no había ninguna broma que seguir. No hubo risas. Alisó el cheque en el salpicadero. —Guao. ¿Cómo te sientes al respecto? —pregunté. —Todavía no estoy seguro —dijo, mirando el cheque—. Supongo que si puede ayudarte a iniciar tu negocio, entonces es así cómo voy a pensar en ello. Digo, estoy seguro como la mierda que no voy devolverlo por alguna absurda obligación ética. Nunca he tenido un problema con el dinero manchado de sangre. Pero por el momento, todavía estoy bastante jodido, así que ahí está. ¿Y por ahora? —suspiró, dobló el cheque y lo metió en su bolsillo—. Eso está perfectamente bien conmigo. —Llevémoste a casa —dije entrando a la carretera. Preppy miró por la ventana hacia el cielo—. Sí, Doc. Llévame a casa.

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CAPITULO 15

P

REPPY HABÍA INSISTIDO en llevarme a una cita porque, como él lo puso—. Estamos casados con un niño, pero nunca hemos salido en una cita.

Le señalé que él me había llevado a almorzar una vez al restaurante de cangrejos de Billy (pre Narnia), pero él simplemente declaró que ya que yo aún estaba insegura de si iba a matarme en ese momento, no contaba realmente. Así es como nos encontramos sentados en la parte trasera de la cubierta de Red's Seafood and Steaks, un lugar que los lugareños amaban, pero por lo general no era frecuentado porque normalmente se volcaba a la temporada turística. Sin embargo, nos mostraron nuestra mesa al segundo que llegamos, y aunque estaba concurrido, no estaba demasiado lleno. Y olía a PARAÍSO. Mariscos ligeramente fritos, ajo y pan recién horneado. Inhalé profundamente y gemí. Mi estómago gruñó. —Sigue haciendo eso y no vamos a llegar a la cena —dijo Preppy, mirándome con una acalorada expresión en sus ojos—. Y te dije que te estaba llevando a una cita real y en una cita real usualmente se tiene una comida. —¿Ah sí? ¿Dónde aprendiste eso? —pregunté. —Google —contestó Preppy, mostrando una sonrisa que hizo que mis pezones se pusieran duros. En serio, el hombre era increíblemente guapo y allí mismo en la cena, oficialmente decidí algo. No había nadie en el planeta más sexy que Samuel Clearwater.

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NADIE. Había estado ejercitándose con King como loco. Al principio sólo fue para poner su cuerpo de vuelta de buen estado después del calvario con Chop, y luego se convirtió en una rutina que él disfrutaba. Y aunque él era más allá de atractivo antes, ahora era sueño andante húmedo de una mujer. Todos esos nuevos músculos ahora me provocaban desde debajo de su blanca camisa abotonada al otro lado de la mesa Estaba vergonzosamente húmeda mientras lo apreciaba. Aparentemente él estaba haciendo lo mismo—. Guao —dijo—. Si no te conociera y tú pasaras en frente de mí tomaría una imagen mental para mi banco de pajas. Al carajo eso, voy a hacerlo de todos modos. Sentí el rubor elevándose a mis mejillas—. Creo que te ves muy bien. —Debería ser ilegal querer follarte tan mal —murmuró Preppy, estirando su mano y rozando la almohadilla de su pulgar sobre mi labio inferior. Me incliné en su toque. Le di un beso en el pulgar—. ¿Y qué si fuera ilegal? —provoqué. —No importaría —bajó su voz—. Porque nena, nací para romper la ley. —¿Necesitan unos minutos más? —preguntó la alegre camarera, su coleta rubia balanceándose mientras hablaba. Ella nos había interrumpido en el mismo momento en que iba a convencer a Preppy de que una cita apropiada no consistía necesariamente en una comida, sino que también podía consistir en una follada animal en el lugar que él eligiera. Todavía estaba mirando mi menú, pero no había leído una palabra. Preppy había estado rozando perezosamente la punta de su bota en mi tobillo debajo de la mesa. Parecía completamente inafectado mientras yo no había logado llegar a la lista de aperitivos. Preppy bajó su menú y me sonrió—. Creo que necesitamos unos minutos más. —¿Preppy? —preguntó la camarera animadamente, señalándolo con su lapicero— . No puedo creer que seas tú. Ha pasado tanto tiempo —ella sacó una cadera y empujó hacia fuera su amplio pecho—. ¿Cómo has estado, cariño?

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—He estado genial. ¿Has conocido a mi esposa? —preguntó Preppy, sin apartar sus ojos de los míos. —¿Estás casado? —preguntó, todavía sonriendo, sus labios apenas moviéndose como si le doliera mantener esa expresión pegada en su rostro. —Seguro como la mierda. Mi esposa, Dre. Dre, ella es... —Preppy se inclinó para leer su credencial. La chica bufó molesta—. Tara. —Es TAR-RAH —corrigió ella. —Gesundheit8 —dijo Preppy—. ¿Podemos tomar dos cervezas mientras mi esposa le da una releída al menú? —sin esperar respuesta, añadió—, gracias. TAR-RAH fue a buscar nuestras bebidas y Preppy continuó frotando mi tobillo—. Creo que pediré el bagre frito —dijo, mirando fijamente su menú. —¿Puedo preguntarte algo? Esa chica. ¿Es alguien que tú...? —dejé que mi pregunta se desvaneciera. —¿Follaba? —preguntó Preppy, lo suficientemente fuerte para que los ancianos de la mesa que teníamos a nuestro lado se dieran la vuelta para ver quién estaba lanzando la ofensiva palabra. Contuve una risita—. Sí, probablemente —dijo casualmente—. ¿Por qué, Doc? ¿Estás celosa? —bromeó. Sacudí la cabeza—. No —respondí, porque era cierto. Preppy no me daba motivos para estar celosa. Su atención estaba siempre en mí y no soy de esas personas que podrían molestarse por el pasado. Al menos ya no—. Curiosa más que nada —puse mi menú sin leer en la mesa me incliné hacia adelante—. ¿Y por qué probablemente? —Probablemente es porque las probabilidades son bastantes altas de que si ella me conoce y hemos pasado el rato me la he follado. Sin embargo, no la recuerdo. No recuerdo a ninguna de ellas—. Sus ojos encontraron los míos—. ¿Pero tú? —se estiró sobre la mesa y unió su mano con la mía—. No sólo recuerdo cada increíble segundo contigo —chupó su labio inferior, lanzando la punta de su lengua hacia fuera cuando lo soltó, mirándome como si tuviera hambre, pero no de comida.

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Gesundheit: palabra alemana, se traduce como salud, en referencia a un brindis o a un estornudo.

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De mí. —Todavía puedo saborearte. Mis labios se separaron y sentí mis mejillas calentarse. Tenía miedo de levantarme de la silla de plástico y dejar un charco a mi paso. Mis muslos temblaban. —¿Han decidido ya? —preguntó la camarera, sacando una pluma y una libretita de su delantal. Todavía no había mirado el menú. Preppy rió, percibiendo mi dilema—. Tomaremos dos platos de cangrejo azul. —Buena elección —dijo, tomando nuestras órdenes y dejando la mesa. —Gracias —dije. El sol se estaba poniendo sobre el río. Preppy trazaba perezosos círculos sobre mis muñecas. Era un momento romántico y sentí como si estuviera estropeándolo por estar tan excitada que podría gritar. Estaba retorciéndome en mi asiento como un niño que no podía estar quieto. Mis pezones estaban dolorosamente duros debajo de mi blusa. Mis pechos pesados y llenos. Preppy llamó a la camarera—. Vamos a dar un pequeño paseo antes de que llegue nuestra comida —agarró mi mano y me levantó de mi silla. Me jalo detrás de él mientras caminábamos por el muelle hasta la pequeña playa debajo. —¿A dónde vamos? —pregunté, tratando de mantener el paso. —Tengo que encargarme de una situación —respondió. El restaurante estaba mitad en la tierra y mitad sobre pilares, creando un saliente sombreado en la playa que ya estaba en la oscuridad y el sol ni siquiera se había establecido totalmente. —¿Qué clase de situación? —pregunté, respirando pesadamente mientras me empujaba hacia la esquina trasera de la pendiente. Arena caía mientras los clientes y el personal caminaba alrededor de la terraza encima de nosotros. —Puedo olerte, nena. Sé lo que te tiene retorciéndote. Voy a arreglarlo por ti dándote esta gran verga. En este puto momento —agarró mi muñeca y puso mi palma en la parte delantera de la enorme protuberancia de sus pantalones. Jadeé. No estaba bromeando. Estaba duro como una roca y se tensaba contra la tela.

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Estrelló sus labios en los míos e hizo un trabajo rápido en levantar mi falda por mis muslos. Alcancé sus pantalones, desabroché su cinturón y su cremallera, liberando su enorme erección. Colgaba pesada y caliente en mi mano. Él gimió cuando lo toqué, pero me empujó lejos, girándome—. Las manos en la pared —ordenó. Puse mis manos en la pared como me dijo. Preppy ya había empujado la tira de tela que cubría mi coño a un lado y estaba empujando su duro calor dentro de mí. Gemí y ahogué un suspiro cuando me di cuenta de que la gente arriba de nosotros probablemente podría escucharme. Me arqueé contra él, necesitándolo cada vez más y me lo dio. Pulgada por gloriosa pulgada hasta que no pude tomarlo más. —Aguanta un puto momento, Doc —susurró la deliciosa advertencia en mi oído, su aliento fresco haciendo cosquillas en mi piel. Escalofríos recorrieron mi columna. Sostuve un grito mientras él empezaba a embestirme furiosamente, su enorme verga frotándose contra cada nervio dentro de mí con cada tortuoso golpe. Dentro y fuera. Dentro. Fuera. Sus dedos clavados en mis nalgas mientras él me daba exactamente lo que yo había necesitado. Lo que había estado anhelando. Él.

Todo él. —Nunca voy a tener suficiente de este puto hermoso coño —Preppy gimió—. Santa puta mierda —su ritmo se volvió rápido y temerario, una clara señal de que estaba a punto de venirse. Se empujó dentro de mí tan fuerte y tan profundo como pudo, pensé que en ese momento iba a caerme al precipicio hasta que retorció sus caderas y perdí la puta cabeza. Grité cuando el orgasmo que había empezado a ser suave explotó en algo que no era de este universo. No sólo lo sentí en mi coño, lo sentí en mis pezones, en mi piel, en la punta de mis dedos. Ráfagas de placer que no eran como una ola, sino como luces cada vez más y más brillantes hasta que las bombillas de vidrio se rompieron a nuestro alrededor. Todavía estábamos respirando pesadamente a través de nuestras recuperaciones cuando la realidad volvió a enfocarse y me di cuenta que eso era exactamente lo que él me había hecho. Me había roto.

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Completamente. Hermosamente. Locamente No quería nunca estar completa otra vez.

Quiero decir que cada vez con Dre era como la primera vez, pero no lo era. Era mejor. La anticipación. La necesidad. Sólo crecía, espesándose entre nosotros con cada tictac del reloj. Nunca tendría suficiente de su olor. Su sabor. Su toque. De ELLA. Ni ahora. Ni nunca. Me metí de nuevo en mis pantalones e intenté ayudar a Dre lo mejor que pude. Fue francamente adorable cuando tropezó como si acabara de darle media botella de tequila, pero la verdad era que mis piernas se sentían un poco tambaleantes también. La agarré firmemente de su brazo para guiarla hasta la cubierta. Me miró con la sonrisa más tonta en su rostro. Cuando volvimos a nuestros asientos. Dejé que Dre se sentara primero y empujé su silla. —Gracias. Tan caballeroso —señaló Dre, cruzando sus piernas y poniendo su servilleta en su regazo. Ella estaba prácticamente brillando, y no soy un gran fan de una palabra marica como BRILLANDO, pero no había otra manera de describirla. Me senté y agarré mi cerveza—. Digo, si una rápida follada dura en un lugar público no me hace caballeroso, no sé qué lo es.”

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Dre rió mientras que TAR-RAH nos traía la comida. Se aclaró la garganta—. Para que conste, los escuché —dijo poniendo nuestros platos frente a nosotros En lugar de estar avergonzada o mirarme para hacer las cosas mejor como la mayoría de las mujeres, mi esposa le guiñó un ojo a la camarera—. Estaba esperando que lo hicieras —ella dejó la cuenta en la mesa y se fue, pero podría haber estado desnuda saltando por el lugar y no me habría dado cuenta. Estaba demasiado ocupado mirando los labios hinchados de la pequeña hermosura que era mi esposa mientras tomaba un sorbo de su cerveza—. Santa mierda, me estoy poniendo duro de nuevo — dije. Dre cubrió su boca para evitar escupir su cerveza sobre la mesa. Se rió mientras limpiaba el goteo en su barbilla con una servilleta—. Las cosas que dices —dijo ella, con un rubor trepando por sus mejillas. —¿Te molesta? —pregunté—. La forma en que hablo. Las cosas que digo. Ella sacudió su cabeza—. No. Creo que la forma en que tu mente funciona es increíble. Hilarante a veces, pero aun así increíble. Es inesperado —apretó los labios y jugueteó con el borde de la etiqueta de su cerveza—. Eres simplemente tú y no hay nadie como tú. Tosí y fulminé a la botella con la mano como si fuera culpa de la cerveza y no de mis emociones, me estaba ahogando—. Creo que la forma en que te ves. Las cosas que haces. La forma en que eres con Bo. Conmigo. Maldita sea, Doc. Tú eres la increíble. Ella inhaló bruscamente. —Ahora come mientras puedas porque tengo una sorpresa para ti —le dije. —¿Otra sorpresa? —preguntó, tomando ansiosamente sus pinzas. Sacó la lengua por el costado de su boca y se concentró en romper la dura concha del cangrejo. Tomé un sorbo de cerveza y me incliné sobre mi plato. Sus ojos se encontraron con los míos. —Tienes una vida llena de sorpresas llegando a ti, Doc.

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CAPITULO 16

M

I SIGUIENTE SORPRESA resultó ser que Ray y Thia fueron lo suficientemente amables para organizarme una despedida de soltera. Ambas se convirtieron en grandes amigas en los últimos meses.

Me llevaron a un bar llamado Hansen's donde jugamos billar, bebimos jarras de cerveza tibia (todas excepto Ray), bailamos con la música de la banda en vivo, y hablamos de todas las cosas de esposa/mujer/madre/vida mientras fingiamos que no sabíamos que Wolf y Rev, que estaban en las esquinas opuestas de la habitación, fueron enviados a vigilarnos. Después de nuestra segunda jarra de cerveza, me excusé para usar el baño. Estaba en un cubículo ocupándome de mis asuntos cuando oí la puerta abrirse. Una ola de música fuerte de la banda entró en explosión y rápidamente desapareció cuando la puerta se cerró de nuevo. No pensé en nada de eso hasta que oí que la puerta siendo asegurada. Pisadas lentamente repiqueteando a través del desigual azulejo—. ¿Ray? —pregunté—. ¿Thia? Sin respuesta. Realmente deseé que el cubículo fuera de los que se podía espiar por debajo pero no tuve suerte, la puerta llegaba hasta el suelo. El miedo se convirtió en pánico cuando los pasos se detuvieron justo afuera del cubículo.

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Me puse las bragas y bajé mi vestido evaluando a dónde podía ir o lo que podía usar como arma, pero no había nada. Estaba a punto de abrir el cubículo con la esperanza de golpear a quien estaba de pie detrás y hacer mi escape cuando un golpe fuerte llegó a la puerta del baño—. ¿Por qué carajo esto está cerrado? —una confundida voz femenina articuló mal, seguida de más golpes—. Abran, tenemos que orinar —gritó otra chica. Los pasos se retiraron. Oí la puerta siendo desbloqueada seguida por la música y las chicas que hablaban tropezando en su camino dentro. Lentamente abrí la puerta y cuando salí había sólo dos chicas en el baño. Una estaba arreglando su labial. La otra estaba haciendo pis en el fregadero con sus bragas rojas alrededor de sus tobillos. —¿Había alguien más aquí? —pregunté. —No, aunque pensamos que la puerta estaba bloqueada, pero creo que sólo estaba atascada, la abrimos. —¿Y no había nadie más aquí? —pregunté—. ¿Están seguras?

¿Me imaginé los pasos? —Nadie más que nosotras y nuestro sano ser —respondió la chica, saltando del lavabo y subiéndose sus bragas—. Espera, ¿estabas esperando a alguien para poder enrollarte en el baño? —preguntó la otra chica, moviendo su cabello sobre su hombro—. Eso es tan cachondo, jodidamente me encanta. Las dejé en el baño. La única explicación de lo que experimenté era un efecto secundario de cuando la madre de Preppy hizo que alguien intentara secuestrarme. Miedo en su forma más básica haciendo estragos.

Ella está muerta. No hay nada que temer. Me recordé a mí misma. Además, había un día muy importante aproximándose, así que por supuesto estaba un poco nerviosa. Lógicamente, no había manera de que alguien pudiera haber estado en el baño, abrir la puerta e irse, sin que esas dos chicas no lo vieran. Cuando volví a la mesa de

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billar para unirme a Ray y Thia, me había convencido a mí misma de que todo era un malentendido y que había dejado a mi imaginación y miedo que tomaran lugar. Era mi despedida de soltera después de todo. La iba a aprovechar. Ray me entregó un trago y lo tomé sin preguntar qué había en él. El claro líquido me quemó la garganta al bajar. Tan pronto como puse el vaso sobre una mesa cercana, un par de manos masculinas me tomó por la cintura desde atrás. Grité, pero la voz sólo se rió. Me soltó y me giré para encontrarme cara a cara con ¡Brandon! Grité de nuevo, esta vez de alegría en lugar de miedo. Salté a sus brazos y le di un abrazo que bordeaba el estrangulamiento—. Hey, muñeca —dijo, poniéndome en el suelo. —¡No puedo creer que estés aquí! —dije. —Estas chicas aquí me llamaron y dijeron que sería una gran parodia de vida si no tuvieras a tu mejor amigo en el mundo entero aquí para tu despedida de soltera —Ray y Thia hicieron una pausa en su juego de billar. "¡Así que aquí estoy! Tienes que darles las gracias. —Muchísimas gracias chicas —dije, apoyándome en Brandon. Lo había extrañado en los últimos meses. Unas cuantas llamadas telefónicas en la semana no eran lo mismo que tenerlo cerca todo el tiempo. —No nos agradezcas —dijo Ray, alineando su tiro. —Sí, ni siquiera sé de qué está hablando —añadió Thia con un guiño. —Me alegro de que dejaran a un chico unirse a tu fiesta, ya que echaron a uno — dijo Brandon con un guiño, bebiéndose su propio trago y haciendo una mueca con un ojo cerrado. —¿Qué? ¿Quién? —Oh, él se refiere a Kevin —dijo Thia, logrando el tiro de la esquina que ella había estado apuntando—. Él apareció justo cuando fuiste al baño. Intentó arruinarnos la fiesta así que lo echamos a patadas. No se permiten chicos… —miró a Brandon—, a menos que a ese chico le gusten otros chicos.

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Thia miró a Wolf y a Rev que estaban escudriñando a la multitud—. O a menos que te hayan contratado para estar aquí por seguridad —orrigió. Todos chocaron sus botellas de cerveza—. Oye, ¿está todo bien? —me preguntó Brandon con un codazo. No pude evitar la sensación de hundimiento en mi estómago. —Sí, sí, todo está bien —dije, porque lo estaba. No es que Kevin diera a conocer su presencia a un grupo de posibles testigos y luego intentara asaltarme en el baño.

¿Verdad? Puse una sonrisa en mi cara. El resto de la noche pasó riendo, jugando billar, bailando, bebiendo y cantando fuera de tono a todo pulmón. En ningún momento volví a pensar en ese incidente porque estaba pasándolo bien. Ni siquiera permaneció en el fondo de mi mente. Ni siquiera un poco. Ya que no pudo haber ocurrido, no era necesario que pensara en ello. Ni cuando el bar cerró y todos nos despedimos. Ni cuando Wolf me llevó a casa. Ni cuando giré la llave en la cerradura. Ni cuando abrí la puerta. Ni cuando caminé lentamente por la puerta cerrada de Kevin antes de revisar a Bo. Ni siquiera cuando me acurruqué en la cama al lado de Preppy y me envolví alrededor de su gran cuerpo durmiente. Nop. En absoluto. Además, incluso si tenía temores o preocupaciones persistiendo, tendrían que esperar. Mañana ya estaba muy ocupado.

Mañana, me caso con mi marido.

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CAPITULO 17



HAS ELEGIDO UN LUGAR asqueroso para esta fiesta, Prep —replicó Bear—. ¿Estaba toda la morgue del condado reservada o algo así?

—No es culpa mía que seas tan insensible como mal vestido —dije, sacudiendo mi cigarro—. Este lugar es perfección dulce y absoluta. No te enojes conmigo porque Thia te hizo un adulto hoy y usar una camisa. —De acuerdo, niñas, cálmense —dijo King, con el brazo alrededor de los hombros de Ray. —Ti me dijo que le dijiste que TENÍA que usar una —protestó Bear, tirando de las mangas de la camisa de vestir que llevaba debajo de su chaleco. —¡Te la han jugado, hijo de puta! —canté con voz aguda. Thia le dio a Bear un saludo cómplice desde donde se encontraba junto a la puerta principal—. Esta cosa pica como la mierda, me la quitaré —dijo, quitándose su chaleco para sacarse la camisa justo cuando Thia se acercaba a nosotros. —Demasiado tarde, Beary Boo Boo —bromeé. —Coño —gimió, encogiéndose de hombros en su lugar—. Es bueno que yo sea tu padrino o esta cosa ya estaría fuera. —Pensé que yo era tu padrino —dijo King. No tuve la oportunidad de decirles que ninguno de ellos era mi padrino porque justo entonces Thia pasó a Bear y se acercó a mí en su lugar—. ¿Puedo hablar contigo un segundo? —preguntó ella, su cabello rosado rojizo, que por lo general era rebelde

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y salía en todas direcciones, había sido domesticado en una pila de rizos sujetos en la parte superior de su cabeza. —Uh, claro —respondí, siguiéndola a un rincón tranquilo—. Sabes, no creo que hayamos hablado nunca más de un puñado de veces —señalé—. Y podría usar alguna nueva munición contra Bear de vez en cuando. —Hablar sería genial —dijo Thia. Ella metió la mano en el bolsillo de su vestido— . Quería darte algo —me entregó un pedazo de papel doblado. —Ti, me voy a casar hoy. Es un poco tarde para las notas de amor, ¿no crees? — pregunté, volteando el papel en mi mano. Thia rió y ambos miramos a Bear que nos estaba mirando con los brazos cruzados sobre su pecho y una dura mirada en su rostro. —¿Sabes que Grace siempre estaba ocultando cosas? —preguntó Thia, balanceándose en sus talones hasta los dedos de los pies. —Sí —dije—. Recuerdo que cada vez que necesitaba dinero, estaría cavando algo o cazando en la parte trasera del congelador. Tendría cosas pegadas detrás de marcos y cajas de cereales. —Bueno, desde que nos mudamos a su casa he encontrado muchas cosas así. Un billete de veinte dólares aquí y allá. Un cupón para la entrada libre al mercado de pulgas. Un libro contable a una cuenta bancaria que ya no existe. Thia señaló la hoja que había comenzado a desplegar. Samuel estaba escrito en la parte superior con una caligrafía familiar. —Esto estaba pegado a una armadura en el ático. Lo encontré mientras lo limpiaba. Pensé que tal vez lo querrías hoy, así puedes tener un pedazo de ella contigo. Eché un vistazo a la caligrafía de Grace, pasando los dedos por sus palabras—. Gracias, Ti —dije, incapaz de aprovechar mi agradecimiento con más palabras, porque estaba asombrado de lo que estaba sosteniendo. —Te dejaré solo —Thia se giró. —No por favor. Quédate —dije.

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—No voy a sostenerte mientras lloras —bromeó Thia—. Pero me quedaré. —Hecho —dije, volviendo mi atención a las palabras de Grace, escritas en cursiva.

Mi querido Samuel, Esto podría ser sólo una loca carta que viene de una vieja mujer aún más loca, pero siento en mi corazón que tengo que escribirla de todos modos. Puede que nunca leas esto, pero no puedo NO escribirlo. En caso de que no lo supieras, estás muerto. O al menos eso es lo que me han dicho muchas personas que me hacen querer atropellarlos con la vieja camioneta de Edmond. Así que eso es lo que he creído todos estos meses. Que te has ido. Lo creí cuando sostuve tu camisa manchada de sangre en el hospital. Lo creí cuando bajamos tu ataúd a la tierra. Te he llorado. Cada día te he llorado, mi querido muchacho. Pero algo falta y al principio pensé que era una sensación normal de pérdida. Pérdida de luz que siempre te rodeaba. El color en mi vida. Pero es más que eso. Mucho más. Porque cuando me pongo de rodillas por la noche, cierro los ojos y rezo, no siento como si estuvieras en el otro lado como mi Edmond. No le he dicho esto a nadie, y sé que es imposible, pero mi esperanza es que todo esto sea una pesadilla o que esté realmente loca. Si estoy loca, entonces deseo guardar la cordura para aquellos que lo quieren o lo necesitan más, porque no quiero vivir en un mundo donde no tengo esperanza de que no estés allá afuera. Corazón latente, piel cálida. Tengo esperanza. Y porque tengo esperanza, todavía te tengo. Son las pequeñas cosas que extraño de ti. Cómo corregirte a pesar de que amaba cada palabra que salía de tu astuta boca, incluso las malas. Incluso cuando estaba frunciéndote el ceño por fuera, mi corazón siempre sonreía en el inteior. Porque tú,

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Samuel, eres excepcional. Alguien que es tan inteligente como astuto. Desde el día que King te trajo a la casa, siendo un flacucho de camisa arrugada, te amé. Espero que ella también. Y mi esperanza es que cuando regreses, vayas a donde sea que haya visto los destellos de tristeza en tus ojos, y te aferres a ella y nunca la dejes ir. Eres una buena persona mi Samuel, incluso si tú nunca pensaste que lo fuiste. Vuelve a nosotros y comparte tus cargas con tus hermanos. Con tu familia. Déjalos estar allí para ti como tú has estado siempre allí para nosotros. Deja que ELLA esté allí para ti. Quienquiera que sea. Eres testarudo. El joven más testarudo que haya conocido en toda mi vida y eso dice mucho teniendo en cuenta que conozco a Abel y Brantley y he vivido una larga vida y conocido a muchas, muchas personas. Ninguno tan único como tú. Ninguno tan defectuoso como tú. Ninguno tan apasionado, salvaje y entusiasta de la vida como tú. No hay sustituto para Samuel Clearwater y nunca lo habrá. La vida es descolorida sin ti. Te amo, hijo. Te extraño más que palabras. Si ALGUIEN en este planeta pudiera evitar la muerte de alguna manera, sé que eres tú. Así que vuelve. Vuelve con tu familia. Puede que no esté aquí cuando regreses, pero estaré viéndote volver a encender el mundo de nuevo. Si estoy equivocada. Si tú está allí en el otro lado cuando llegué, recuerda que estaré más enojada de lo que tú me ha visto alguna vez en tu vida así que considera esto como tu única advertencia para conseguir una ventaja. Te amo Samuel. Mi hijo. Siempre y para siempre

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En esta vida y la siguiente, Mamá Grace. No dije una palabra cuando terminé de leer, sólo envolví a Thia en un abrazo. Ella tenía razón. Ahora en cierto modo Grace estaba conmigo. Me sentí más completo ahora. Más a gusto con ella no estando allí. —De nada —dijo en mi pecho. Bear ya estaba pisando fuerte hacia nosotros. La solté y guardé la nota en el bolsillo. —Sabes, realmente nunca llegué a darte las gracias. Por eliminar a Chop. Me siento como una perra porque no tuve la oportunidad de hacerlo yo mismo o verlo caer, pero me alegro que el hijo de puta haya muerto, así que gracias —dije. —Eh, no fue un problema —respondió Thia—. Tenía que proteger a este bruto de allí. Bear nos alcanzó y colocó un brazo sobre los hombros de Thia. —No puedes en serio estar celoso por un abrazo —dije, rodando mis ojos a Bear— . Quiero decir, no estoy celoso cuando hablas con Dre y has tenido tu verga en ella. Bear hizo una mueca. Ups. Thia de hecho se rió—. Lo sé, Preppy. Bear me dijo que él y ella y tú... quiero decir, está bien, lo sé. Le he dicho a Dre que lo sé también, así que no hay nada raro entre nosotros. A propósito, ella me agrada mucho. —Eres una chica genial, Ti —dije. Palmeé mi chaqueta donde la nota de Grace estaba escondida—. Y además, no es como si la cosa con Bear fuera una gran cosa de todos modos, fue sólo anal. —Tengo que ir a ayudar a Ray —dijo Thia, todavía riendo y sacudiendo su cabeza—. Los dejaré solos para que se maten el uno al otro. Después de todo, estamos en el lugar perfecto para ello —salió corriendo para encontrarse con Ray donde ella estaba esperando a que Dre llegara.

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—Tienes razón, Prep. Fue sólo anal —dijo Bear y me pregunté a dónde iba con este tono burlón en su voz—. Porque cuando miro hacia atrás y me imagino todo en mi mente, como que no recuerdo mucho al principio, pero ahora puedo ver cada pequeño... —Oye —lo corté—. Si piensas siquiera en esa noche en tu cabecita, te mataré mientras duermes —advertí. Bear sonrió y me atrajo en un abrazo, me dio una palmada en la espalda—. No esperaría nada menos, Prep. —¡Ella está aquí! —gritó Ray. —Pero en serio —comenzó Bear cuando volvimos y nos unimos a King—. ¿Quién es tu padrino? ¿Kevin? Justo entonces Bo llegó corriendo por el cementerio llevando un traje gris claro a juego y un moño azul claro. Incluso llevaba un par de tirantes marrones y luciendo un nuevo corte de pelo. Cuando me vio cambió de dirección, corriendo directamente hacia mí hasta que saltó y lo atrapé. Me giré hacia mis amigos con mi hijo en brazos—.Es él.

Cuando la música comenzó y el sonido de "LIFER" de Florida Georgia Line comenzó a sonar, me paré en un lado de la tumba vacía marcada con mi lápida y esperé a que Dre apareciera. Sabía que estaba a punto de caminar hacia acá, pero nada podía haberme preparado para el momento en que la vi. NADA. No sólo estaba hermosa o impresionante. Ella era arte andante.

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Tosí porque de repente no podía jodidamente respirar. Los labios de Dre estaban usualmente pintados de rojo brillante, pero al caminar por el pasillo de las lápidas me di cuenta de que eran de un rojo más oscuro y coincidían con la rosa de su cabello, que estaba sujeta baja y suelta a un lado de su cabeza en la nuca. Su vestido color marfil era sin tirantes y en forma de corazón sobre el oleaje perfecto de sus tetas. Corto adelante, justo por encima de sus rodillas, ensanchándose en un vestido largo en la espalda que se arrastraba por el suelo mientras caminaba. Había encaje en la parte superior para dar la ilusión de las mangas, pero era tan ligera y delicada que parecía como si estuviera flotando en la parte superior de su piel cremosa. Llevaba un ramo de flores silvestres y me reí cuando vi que los tallos estaban atados con una de mis moños rojos. Sonrió cuando nuestros ojos se encontraron y de repente ella ya no estaba usando su vestido de novia. Estaba desnuda, delgada y golpeada como lo estaba arriba de la torre el día que nos conocimos. Su grasiento pelo soplaba alrededor de su cara. Luego fue la primera vez que llevaba la ropa pin-up de Mirna. Entonces estaba ella en la noche que le propuse matrimonio, falda negra ajustada y top corsé azul. Para cuando se detuvo frente a mí y unió sus manos con las mías estaba usando su vestido de novia nuevamente, me quedé atrapado en algún lugar entre tanto amor que duele y tan excitado que duele. —Joder, eh, Doc —gemí, aparentemente en voz alta porque la gente a nuestro alrededor se rió. El reverendo empezó a decir algunas palabras, pero no oí ni una puta palabra porque estaba firmemente centrado en Dre. Lo único que escuché fue mi canto interior cavernícola. Mía. Mía. Mía. Mía.

Mía.

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Preppy llevaba un traje gris claro con un moño azul claro con amarillo. Estaba perfectamente ajustado a sus músculos y no podía arrancar mis ojos de él mientras caminaba por el pasillo. Mi estómago se volcó. No recuerdo caminar rápido o lento mientras mi padre me guiaba hacia mi esposo. Sólo recuerdo que traté de llegar a él lo más rápido posible a medida que él me evaluaba. Una aturdida, aun así, apreciativa mirada en sus ojos que me hizo estremecer toda. Mientras hacia mi camino hacia él pensé que estaba viendo cosas. Su imagen destelló en la versión temerosa de él que conocí en la torre ese primer día, a la demacrada y tímida alma, con el pelo largo y las cicatrices frescas. Cuando llegué a él, se convirtió en mi marido en esmoquin, listo para prometer un por siempre—. Oye, Doc, ¿por qué tardaste tanto? —¿No querrás decir, que NOS llevó tanto tiempo? —pregunté. Cuando llegó el momento de decir nuestros votos, Preppy me sorprendió ofreciéndome al ir primero. —Yo era un chico cuando nos conocimos, alguien que evitó y huyó de todo en su vida con lo que no quería lidiar. De alguna manera nunca voy a crecer, pero tú me hiciste querer ser más. Para ti. Para Bo. Ahora soy un hombre que sabe que es hora de dejar de huir y empezar a correr y estoy eligiendo correr hacia ti, Doc. Por siempre. Hubo varios sorbidos en la muchedumbre, pero no podía mirar para ver quién estaba poniéndose emocional porque no podía apartar mis ojos de Preppy. Frotó su pulgar sobre mi mano y continuó. —Sé que aquí es donde se supone que debo hacerte promesas y voy a llegar a esa parte, pero primero quiero agradecerte por estar aquí, por ponerte en ese vestido y

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caminar por ese pasillo. Por decir sí. A mí. A Bo. A nosotros como una familia —tomó una respiración profunda—. Odio esos votos en los que hacen promesas que suenan ridículas así que voy a decirte cómo sé que las cosas irán cuesta abajo y la verdad es que probablemente la voy a cagar. Mucho. No lo haré a propósito y nunca haré nada que te haga daño intencionalmente, pero soy imperfecto y voy a cargarla de vez en cuando. No soy un hombre religioso, pero prometo no perder nunca la fe en ti. Por favor, no pierdas la fe en mí. —No lo haré —articulé, sintiendo mi pecho doler de felicidad. —Puede que yo no sea mucho, pero soy demasiado egoísta para dejarte ir a buscar a alguien que sea lo suficientemente bueno para ti, aunque dudo que exista porque tú eres buena. Tan jodidamente buena. Te prometo que soy tuyo y sólo tuyo. Cuerpo y todo lo que sea que queda de este andrajosa alma —Preppy extendió la mano y tomó mis manos en las suyas—. ¿Recuerdas hace mucho tiempo cuando dije que éramos iguales? Realmente no sabía lo que quería decir en aquel entonces, pero lo hago ahora. Luchamos. Vencemos. Somos leales. Amamos con todo lo que tenemos y luchamos con todo y mucho más. Lucharé por ti y Bo. Cada puto día con todo lo que tengo. Preppy limpió sus ojos y luego se acercó para atrapar una lágrima en la esquina de mi ojo. —Andrea —dijo el reverendo. Mentalmente lancé las palabras que había preparado, pero no tenía idea de cómo sacarlas de mi boca. Tomé una respiración profunda y luego me centré en Preppy y sus ardientes ojos color ámbar. En el último segundo mentalmente me deshice de mis palabras preparadas y decidí improvisar, manteniéndolo corto y al punto—. Te amo, Samuel Clearwater. Te amaré por siempre y te demostraré todos los días no sólo cuán perfecto eres para mí, sino lo suficientemente bueno para mí, y haré todo lo posible para ser digna de ti. No sólo me salvaste la vida, me diste una vida. Soy quien soy por ti. Te amaré ahora y siempre. En la vida y en la muerte, y especialmente en el medio. Preppy inhaló cuando se dio cuenta de que había usado una línea de la carta que me había escrito—. Ni siquiera la muerte puede separarnos —susurró. —Ni siquiera la muerte puede separarnos —repetí con un sollozo estrangulado.

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—Oh, joder, Doc —dijo Preppy, estirando su brazo detrás de mí y agarrando mi nuca. Me acercó y me besó profundamente. La multitud nos silbó y vitoreó en gran parte por la consternación del reverendo que literalmente tuvo que poner sus manos entre nosotros para separarnos. —Sólo un minuto, tenemos que llegar a la parte que hace esta cosa legal —dijo Preppy, retrocediendo y aclarándose la garganta. Me incliné para quitar el lápiz labial del lado de la boca de Preppy. Estaba levitando en otro nivel de felicidad cuando el reverendo nos presentó como "Señor y Señora Clearwater.” Ambos tomamos la mano de Bo y estábamos a punto de caminar por el pasillo cuando Kevin puso dos dedos en su boca e hizo un fuerte silbido, silenciando a la multitud que volvió su atención hacia él—. ¡Esperen! —gritó, poniéndose frente a nosotros, bloqueando nuestra salida. Apreté fuertemente la mano de Preppy y en un instante mi felicidad se convirtió en pánico. Kevin metió la mano en el bolsillo de su saco—. Esto no ha terminado todavía. 138

Estaba a punto de empujar a Bo en la multitud por seguridad y arrojarme a Kevin cuando me di cuenta de que lo que sacó de su saco no era un cuchillo o una pistola, sino un pañuelo. Lo usó para limpiar las gotas de sudor de su frente—. Está jodidamente caliente aquí —murmuró, metiendo el trozo de tela en el bolsillo. Miró a Bo y dándole un guiño—. ¿Estás listo, niño? Bo le dio un pulgar hacia arriba y la multitud se separó para darnos más espacio. Kevin llevó a Bo de vuelta al frente de la multitud. Sacó un cajón de leche para que Bo se parará—. Cuando estés listo —dijo Kevin, dando un paso atrás. Ahora Preppy y yo éramos parte de los espectadores y ambos intercambiamos una mirada confusa. —¿Qué es exactamente lo que tienes en la manga, pequeño? —preguntó Preppy.

—Espera —señaló Bo. Preppy rió, manteniendo mi mano bajo su brazo. Bo miró a Kevin en busca de ánimo—. Lo tienes, amiguito —dijo antes de girarse hacia nosotros—. Él quería decir algo en su día especial. Ha estado practicando sin parar. Preppy y yo sonreímos y Bo respiró hondo. Ambos esperábamos que comenzara a señalar su discurso, pero cuando abrió la boca y empezó a hablar, Preppy tuvo que sostenerme por soporte. Ni siquiera nos sentíamos moviéndonos, pero antes de que pudiera registrarme poniendo un paso delante del otro, Preppy y yo estábamos de pie frente a Bo. —Feliz día de boda, mami y papi. Los amo. Ese fue su discurso entero, pero sentí que él había dicho tanto con tan pocas palabras. Apenas había terminado cuando saltó hacia nosotros y lo habíamos envuelto en un abrazo—. Eso fue jodidamente increíble —dijo Preppy. Nadie se molestó en corregirlo por maldecir ante Bo porque tenía razón. Increíble por sí mismo no habría hecho justicia ese momento. Fue jodidamente increíble. Después de apretar a Bo hasta que se retorció incómodo, Preppy se puso de pie para dirigirse a la multitud—. Me di cuenta de que casi olvidé algo. La entera razón por la que estamos aquí. En este cementerio por nuestra boda —señaló la lápida—. Esto ya no es mío —fue entonces cuando noté por primera vez la bolsa de papel marrón que la cubría—. Pero hay alguien más que pensé que debería tenerla —me miró—. Alguien a quien hay que recordar —sacó la bolsa y jadeé. Mi corazón se me atascó en la garganta como si me tragara una roca. Preppy había hecho cambiar la lápida. Ya no se leía Samuel Clearwater. Me dejé caer de rodillas y pasé los dedos sobre las letras grabadas en el suave granito. Bebé Clearwater Amada hija y hermana

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Nos veremos de nuevo En el medio. No sé cuánto tiempo estuve allí sentada, contemplando esas hermosas letras en honor a la hija que Preppy y yo nunca llegamos a conocer, pero debió de ser un tiempo, porque para cuando levanté la vista, todo el mundo se había ido. Todo el mundo, excepto Preppy, que estaba arrodillado a mi lado—. ¿Dónde está Bo? —pregunté. —Ray y King lo llevaron con ellos a su casa para tener lista la recepción. —Gracias —dije, permitiéndole que me jalara a una posición de pie. Sacudí el césped de mi vestido—. Muchas gracias. —No me lo agradezcas. Ella necesitaba un lugar y yo no. Considéralo como un tipo de subarrendamiento —dijo Preppy con una sonrisa—. No quise hacerte sentir triste. Sacudí la cabeza—. Es como un tipo de tristeza feliz, si eso tiene sentido. —Lo tiene —dijo Preppy. No había duda de que él entendía lo que quería decir, porque de alguna manera siempre lo hacía. Sorbí—. Te amo, Samuel Clearwater —envolví mis brazos alrededor de su cuello. —Te amo, Andrea Clearwater —respondió, cubriendo mis labios con los suyos. Cuando retrocedió, entrelazó sus dedos en los míos, llevándome más allá de las hileras de lápidas y de la puerta que conducía a la carretera. Preppy no era el único con sorpresas. No podía esperar a darle la mía, pero tendría que esperar. Teníamos una recepción a la cual asistir. Salimos por la puerta principal del cementerio, oficialmente dejando atrás a la muerte. Puse mi mano sobre mi vientre. Con sólo vida nueva por delante.

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CAPITULO 18

N

UESTRA RECEPCIÓN ERA una fiesta informal al aire libre en la casa de King y Ray. Cuando llegamos Preppy fue a hablar con sus amigos mientras yo iba arriba para cambiarme de mi vestido de novia y tacones a un vestido de verano blanco y sandalias así estaría más cómoda caminando por el patio. Acababa de terminar de vestirme cuando la puerta se abrió y Kevin apareció. Su corbata floja alrededor de su cuello. Su saco había desaparecido. Sus mangas enrolladas hasta los codos—. Hey — dije—. Justo iba a bajar. —Sólo quería agradecerte —dijo Kevin. Tenía las manos en los bolsillos y la mirada en el suelo—. No me conocías, pero me diste un hogar. Me diste... una familia. No tenías que hacerlo, pero lo hiciste y no entiendo por qué. No creo que yo hubiera hecho lo mismo. Confiaste en mí. Me diste el beneficio de la duda. Nadie ha hecho eso por mí. Puse mi mano en el brazo de Kevin y me sentí un poco culpable por pensar que él podría no tener las mejores intenciones conmigo o Preppy—. Tener un hermano hace feliz a Preppy. La familia lo hace feliz. Nunca me interpondría en eso —admití—. Hazme un favor, es un poco grande. —Lo que sea —dijo Kevin ansiosamente. —No lo decepciones. Él ha tenido suficiente de eso. Kevin cubrió mi mano con la de él, la determinación en sus ojos—. Nunca lo decepcionaría. NUNCA. Ya verás.

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—Bien, ahora ve abajo. Sólo voy a sacar las horquillas de mi cabello, están clavándose en mi cuero cabelludo —dije, tirando uno de los rizos en la nuca de mi cuello. Kevin se fue y yo hice el trabajo rápido de las horquillas. Una sombra cruzó la puerta—. ¿Olvidaste algo, Kevin? —pregunté, sacando la última horquilla y pasando mis dedos por mi cabello para aliviar mi adolorido cuero cabelludo. Me di la vuelta, atrapada completamente desprevenida cuando me encontré mirando fijamente el cañón de una pistola.

142 No pude encontrar a Dre. Pensando que podría necesitar ayuda con una cremallera o algo, subí las escaleras de dos en dos, pero cuando abrí la puerta de la habitación de Max, no la encontré allí. Lo que encontré fue su estuche de maquillaje esparcido por el suelo, la cómoda dada vuelta a un lado y sangre salpicada en su vestido blanco de novia que estaba arrugado en el centro de la habitación. —Amigo, ¿qué coño les lleva tanto tiempo? Tienen toda la puta noche. Tengo un brindis todo preparado y voy a sacar a la luz alguna mierda que ni siquiera has pensado de cuando éramos pequeños punks corriendo por las calles... —la voz de Bear se interrumpió mientras examinaba la habitación—. Joder, iré a buscar a King —bajó las escaleras. Corrí detrás de él para registrar el lugar por Dre, pero en mi interior sabía que ella ya se había ido. Una misteriosa sensación de calma controlada me invadió. No había tiempo para enfadarse. No había tiempo para preocuparse.

Sólo había tiempo para la venganza. Del resto me preocuparía cuando mi esposa estuviera a salvo en casa, y la sangre de quien la tomó estuviera goteando de mis manos.

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CAPITULO 19

T

ODOS TENEMOS PASADOS. Algunos buenos. Otros malos.

Durante muchísimo tiempo, mi problema había sido tratar de mantener el pasado en el pasado donde pertenecía. Pero cuando tu pasado estaba cubierto de cicatrices, como mis brazos, era difícil olvidar lo que había pasado. Lo que había hecho. Pero eso es lo curioso de los pasados. No importa lo lejos que creas que estás avanzando, siempre está ahí, mordisqueando tus talones, arañando su camino hacia delante hasta que esté en tu cara, pelando los dientes y eres incapaz de ignorarlo. Por más cursi que pueda parecer, la cosa que finalmente trajo el pasado donde pertenecía, fue el amor. La noción de amor romántico era algo que siempre había pensado pertenecía a generaciones anteriores y mucho más viejas. Mis padres lo tuvieron. Así como mis abuelos. Pero yo creía que era algo que se había desvanecido con el tiempo, cada generación cada vez menos capaz del tipo de amor encontrado en las novelas románticas. Hasta Preppy. A causa de él yo sabía que el amor no era un mito porque de pronto mi corazón se sentía tan lleno que iba a romperse. El amor no era sólo una noción. Nuestro amor era

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prácticamente tangible. Lo sentía moviéndose entre nosotros. Una descarga, una conexión que nos unía aun cuando pensé que él estaba muerto. El amor de Preppy no era ‘romántico.’ Era maravillosamente doloroso. Era el tipo de amor que se apoderaba-del-castillo, del que no-toma-prisioneros y no quería escapar de ello. De él. No creía que hubiera quedado espacio en mi corazón, pero cuando llegó Bo me enseñó un tipo de amor completamente diferente. Uno que pensé que nunca iba a ser capaz de experimentar. La clase de amor entre madre e hijo. Justo cuando pensaba que estábamos empezando, todo estaba siendo arrebatado. Yo estaba siendo arrebatada.

De nuevo. Me habían vendado los ojos. Un disparo de dolor chisporroteaba continuamente desde la base de mi columna, me sorprendía cada treinta segundos más o menos. Hacía que mis músculos de la espalda convulsionaran y se pusieran rígidos como si me hubieran pinchado con un hierro para marcar. Esta vez no habría explosiones del seguro de emergencia. No habría escapatoria. No podía sentir mis piernas ni mis brazos. No me podía mover. No podía gritar.

Paralizada en miedo y cuerpo. De repente, me sacaron del familiar maletero del coche en el que había metida por alguien que olía a colonia demasiado almizclada. Mi adrenalina aumentó y mi corazón comenzó a latir a mil kilómetros por minuto, enviando alarmas sonando por todo mi cuerpo. Alarmas que no podía responder.

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Incapaz de dar pelea, fui arrastrada hasta que caí bruscamente. Mi cabeza sonó contra el duro suelo, pero todavía no sentía nada. Nada más que miedo. Mi venda cayó hasta el puente de mi nariz. Ese fue el momento en que supe que me había equivocado al dejar finalmente el pasado donde pertenecía porque no estaba detrás de mí en absoluto. Estaba de pie sobre mí, mirando hacia mí, con una sonrisa astuta en su pulcramente rostro afeitado.

¿East? Al principio no lo entendí. ¿Qué razón tendría East para querer lastimarme? Pero entonces inclinó la cabeza hacia un lado y su sonrisa se convirtió en una sonrisa completamente cruel. La sonrisa estaba llena de nuevos dientes más blancos, pero no había duda en mi mente de que había visto esa sonrisa antes. De cerca. Cuando él estaba violándome. El reconocimiento se me vino a la cabeza cuando empezó a reír. La misma risa que atormentaba mi sueño noche tras noche. La misma risa que llenó el aire la primera vez que destrozó mi virginidad mientras Conner me sujetaba. Pasó un dedo por mi mejilla, pero no pude moverme. No podía escapar. Tenía razón. East, el agente de bienes raíces, no tenía ninguna razón para lastimarme.

Eric sí. —Y yo aquí que tenía miedo de que no te acordaras de mí —dijo Eric, aplaudiendo orgullosamente—. Sé que me veo muy diferente ahora. Es increíble lo que mantenerse limpio, en cuerpo y alma puede hacer por tu apariencia.

Mierda.

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Si no veía mis brazos y mis manos con mis propios ojos, no habría sabido que todavía estaban conectados a mi cuerpo porque no podía sentirlos. No podía sentir nada aparte del dolor en mi columna que me dejaba viendo estrellas. —Me limpié bien, ¿no es así, Dre? —preguntó Eric, señalando su camisa blanca abotonada y sus pantalones de vestir negros. Bajó la voz a un tono sugestivo, mirándome de arriba abajo—. No tan bien como tu limpia, por supuesto. Sabía que un poco de carne en tus huesos le haría bien a este culo —dijo, un sonido de golpes resonó por la habitación y estaba agradecida de no poder sentir su mano sobre mi cuerpo—. He estado sobrio por casi tres años. Mi mandíbula empezó a hormiguear—. ¿Qué... por qué? —logré preguntar mal, mi lengua colgando pesada e inútil en mi boca. Incapaz de levantar mi cuello, mis labios se movieron sobre el suelo sucio. Baba agrupándose de la esquina de mi boca. —Oh bien, puedes volver a hablar. Esto sería tan aburrido si no pudiera oírte gritar —Eric se agachó frente a mí. Su costoso reloj de oro brilló mientras alisaba un mechón de cabello caído sobre su cabeza peinando lo hacia atrás—. ¿Porque, preguntas? Porque no he terminado contigo. —Noooo —dije. Mis dedos empezaron a hormiguear y esperaba con todo lo que tenía que fuera una señal de que mi cuerpo volvía a la vida—. ¿Qué me diste? —gemí. —Te gusta, ¿eh? Esta vez tuve que asegurarme de que no pudieras saltar del coche, aunque te felicito porque pensé que lo había planeado todo, pero que saltarás de un coche en movimiento mientras estabas atada en el maletero no estaba en esa lista. Los medicamentos en tu sistema son mi propia invención. Un poco de ketamina, un poco de cloroformo. Inyecté esa mierda también en tu columna. Realmente puedes aprender algo de YouTube —dijo Eric con orgullo—. Se va a desgastar en una hora o así, hasta entonces, vamos a tener un poco de diversión. Como en los viejos tiempos —rió, cubriéndose la boca con los dedos como una colegiala atrapada hablando durante la clase. —Estás loco —dije. Eric me ignoró—. Te busqué. Busqué y busqué hasta que pensé que debías estar muerta. Pensé eso hasta que te encontré en esa casa por el cementerio. Caminaste

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directo a mi vida otra vez luciendo recientemente sobria y muy confusa. Estabas buscando conseguir un poco de H. ¿Lo recuerdas, Dre? ¿Recuerdas cómo se sentía poner esa aguja en tu brazo? ¿Ese primer pinchazo en tu piel antes de que golpeara tu vena y el mundo desapareciera? —Eric rió y se puso de pie, lentamente paseando por la pequeña habitación—. A veces me quedo despierto por la noche sólo recordando cómo se sentía olvidar este mundo cruel.

Loco es un eufemismo. —Lo cosa es, que no estabas sola cuando te vi en esa casa —el tono de Eric se volvió más profundo. Más oscuro. Más furioso. —Te vi en el cementerio... con ÉL —explotó Eric, con énfasis adicional en la palabra ÉL—. El mismo tipo que mató a Conner. Así es, lo vi esa noche. Miré desde la estación de autobuses mientras él te llevaba fuera de la habitación del motel. Cuando volví en busca de Conner todo lo que encontré fue su cuerpo sin vida en el baño. Y cuando te vi de nuevo, en ese cementerio y me di cuenta de que estaban juntos, sabía que habías jugado una mano en la muerte de Conner. Quién sabe, tal vez lo hiciste tú misma. —Pensé que estabas muerto —murmuré.

Desearía que todavía lo estuvieras. Eric se señaló a sí mismo—. ¡Me drogué y salté de un puto puente! ¡Pensé que estaba muerto también! Fue un milagro que sobreviviera. Cuando salí y seguía respirando sabía con certeza que me había salvado por una razón. Un poder superior pensó que era más útil aquí en la tierra. Después de eso, me puse sobrio y decidí que parte del plan de Dios era exigir venganza por Conner. —Yo... yo ni siquiera pensé que te agradara tanto Connor —dije, mis labios moviéndose con un poco más de facilidad. Conner y Eric siempre estaban discutiendo. Sobre el dinero o las drogas o incluso el turno para violarme. —¡No! —gritó, estampando su puño a través de la pared, el yeso cayó desmoronarse al suelo. Se dio la vuelta, pisoteando hasta mí, enviando uno de sus zapatos de tacón puntiagudo a mi estómago. Escuché algo quebrarse y ni siquiera pude

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doblarme del dolor así que sólo tuve que acostarme y tomarlo—. No lo entiendes. Connor era... él era más. —¿Qué? —tosí—. ¿Estabas... enamorado de él? —Yo... —comenzó, deteniéndose para tomar una respiración profunda para recomponerse—. Eso no importa. Ya no —Eric se acercó a una mesa del otro extremo de la habitación y tomó algo de encima. Fue justo cuando se agachó delante de mí otra vez que pude ver el objeto que había recogido era un libro de cuero negro encuadernado. Más específicamente, una biblia. —Sabes, él vendrá por mí —dije—. Preppy. No va a dejar que te salgas con la tuya. Probablemente él ya casi esté aquí. —Estoy contando con eso —contestó Eric con una sonrisa calculadora, pareciendo mucho menos preocupado de lo que debería estar un hombre en su posición—. Sabes que he estado jodiendo con él durante años, ¿no? Incluso volé su coche. En el momento en que estaba listo para intentarlo de nuevo, con suerte explotar algo con él en su interior, las noticias diciendo que él estaba muerto y no puedo decir cuán decepcionado estuve por no haber sido yo quien lo mató, pero luego otro milagro sucedió y no sólo él estaba vivo sino que habías vuelto. Mis oraciones habían sido contestadas. Traté de mover mis dedos. Necesitaba salir de mis restricciones si quería alguna oportunidad de escapar, pero todavía estaban demasiado entumecidos. —¿Ves esto? —preguntó, levantando la Biblia—. Esto es lo que reemplazó a Conner y mis pensamientos antinaturales hacia él. Esto reemplazó a la heroína —acarició cariñosamente la cubierta de cuero negro—. Perdí a Conner, pero encontré a alguien mucho mejor —me miró—. Encontré a Jesús. —Entonces, ¿no eres tú, es Jesús quien quiere que me mates? —pregunté a través del dolor en mis intestinos retorciéndose. Quería mantenerlo hablando todo el tiempo posible para darle tiempo a Preppy para encontrarme. CÓMO él iba a encontrarme era otra historia. Ni siquiera sabía dónde estaba.

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Eric chasqueó la lengua y sacudió sa cabeza lentamente de un lado a otro—. No voy a matarte. Bueno, no enseguida. Ahora que he encontrado al Señor, primero necesitaré exorcizar los demonios de tu cuerpo. Liberarlos de tu sistema interno — sostuvo sus brazos hacia los lados y miró hacia el techo con los ojos cerrados, respirando profundamente como si estuviera olfateando algo que no fuera el moho y el polvo que impregnaba la habitación. Abrió los ojos y bajó la mirada—. Voy a salvarte, Andrea —susurró. —¿Vas a salvarme, con eso? —miré la biblia en su mano. La cerró de golpe, se puso de pie y caminó hacia la mesa. Eric rodó sus ojos—. No, chica estúpida. No con la biblia —levantó un cuchillo con un grueso mango negro, su larga hoja dentada brilló contra la luz mientras la volteaba para inspeccionarla, pasando un dedo por la hoja afilada. Su sonrisa cayó, enderezándose en una línea plana. Apuntó la hoja en mi dirección. —Con esto. 150

RASTREÉ A DRE DESDE LA aplicación en mi teléfono, diciéndole a Bear dónde dar vuelta hasta que nos encontramos a una hora de Logan's Beach en un pueblo llamado Estero Springs, conduciendo la camioneta a través de una puerta con un cartel que anunciaba que estábamos entrando en un sitio histórico del estado. —Todavía no puedo creer que le hayas puesto un GPS a tu esposa —dijo King. —Puedes decirme qué estúpida puta idea fue cuando la encontremos —ladré. —Joder, no. Voy a pegar uno en el cuello de Ray en cuanto lleguemos a casa. Mierda, quizás a los niños también.

—¡Perdí la señal! —gruñí, tirando mi teléfono al suelo. —¿Qué significa eso? —preguntó Kevin detrás de mí. —Significa que dejó de funcionar —dije. —¿Cómo? —preguntó Kevin—. Es un chip en la parte trasera de su cuello. La única manera en que dejaría de funcionar sería si alguien cortara... Bear le lanzó una mirada y la voz de Kevin se apagó. —Tiene que estar por aquí en alguna parte —murmuré mientras aparcábamos detrás de una fila ordenada de árboles redondos—. Quédate en la camioneta —le ordené a Kevin quien estaba en el asiento trasero—. Llámanos si ves algo pasando. Nos adentraremos en el parque. La última señal estaba en esa dirección —dije señalando hacia el norte. Saqué mi arma. El terreno desconocido era lo único que me impedía correr a toda velocidad hacia la oscuridad para encontrar a mi chica. King, Bear y yo hicimos nuestro camino en silencio a través de los árboles en la oscuridad. Había una docena más o menos de pequeños edificios alrededor del perímetro de la propiedad—. Todas esas casas tienen al menos cien años de antigüedad —dijo King—. ¿Qué coño es este lugar? —Es el sitio histórico del estado de Koreshan —contestó Bear—. Algún curandero charlatán en el 1800 comenzó un culto y se suponía que era su utopía. Todo porque el hijo de puta se electrocutó una noche y tuvo una epifanía de que todo el universo existía dentro de una gigantesca esfera hueca. Chiflada mierda, ¿eh? Supongo que la mayoría de la gente pensó lo mismo, teniendo en cuenta que este lugar es ahora un parque estatal que alquila kayaks los fines de semana y organiza el desayuno del Día de la Madre. —¿Cómo coño sabes todo eso? —preguntó King. —Lo dice justo allí —dijo Bear, encendiendo su linterna sobre una piedra del suelo con una placa metálica fija en un ángulo con la parte superior.

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—¿Escucharon eso? —preguntó King. Las hojas cercanas crujieron por un momento y luego se detuvieron. —Probablemente una serpiente o un roedor —dijo Bear. —Chicas, shhhhhh. Creo que es allí a donde tenemos que ir —dije, señalando un edificio de dos pisos amarillo más allá del bosque frente a nosotros. Me agaché y usé el haz de luz de mi linterna en el suelo para que pudiéramos ver cualquier obstáculo en nuestro camino sin alumbrar la luz a través de las ventanas y anunciar nuestra puta presencia a quienquiera que fuera el chupa vergas que tenía a Dre. Apreté mis dientes. —¿Cómo sabes que ahí es donde está? —preguntó Bear—. Hay un montón de edificios por aquí. Podría ser cualquiera de ellos. —Por eso —dije, alzando mi luz a la matrícula del familiar modelo más reciente Honda Civic estacionado a lo largo del lateral del edificio. El maletero abierto y vacío. La pegatina de “Qué Haría Jesús” en el parachoques brillaba intensamente en la oscuridad. —Sé quién se la llevó —gruñí. —Llamé a los hermanos. Están en camino. Vamos a necesitar más respaldo que tu hermano menor... la voz de Bear se apagó en la distancia porque ya estaba a medio camino a través del bosque. Iba a recuperar esposa. Luego iba a quemar a East vivo.

Ya voy, Doc.

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CAPITULO 20

T

ODAS LAS SENSACIONES en mi cuerpo regresó exactamente en el momento equivocado, justo cuando Eric deslizó con su cuchillo a lo largo de la piel de mi nuca, donde la cicatriz por saltar del maletero todavía estaba roja—. ¡AAAAHHHHHHHH! —grité mientras cavaba su dedo dentro de la herida fresca. Sacó algo pequeño, azul y con forma de píldora cubierta con mi sangre fresca. Se rió fuerte y tendido, antes de arrojarlo al suelo delante de mi cara, aplastándolo bajo su zapato de diseñador—. Parece que tu marido te marcó con un rastreador. Supongo que estará aquí antes de lo que pensaba —dijo Eric, tronando su cuello—. Será mejor que empecemos entonces. Se volvió a su mesa, limpiando la sangre de la hoja con un trapo. Mientras trabajaba, tarareaba "Jeremiah Was A Bullfrog". Volvió hacia mí con la hoja reluciente una vez más—. Esto va a doler mucho —sostuvo el cuchillo sobre su cabeza con ambas manos en el mango. —¡No! —grité, tratando de retroceder en el suelo, pero todavía estaba atada y apenas podía retorcerme, sin mencionar moverme. —En tu nombre Jesucristo libero a los demonios del cuerpo de esta pecadora. ¡Los arrojo de la oscuridad a la luz! —bajó el cuchillo en un rápido movimiento, directamente hacia mi hombro. Sentí que la hoja golpeaba el hueso antes de salir por el otro lado, clavándome en el piso de madera. Lo sentí todo de nuevo cuando él retiró la hoja, moviéndola alrededor de mi carne para soltar su agarre en el suelo. Estaba a punto de desmayarme. Mi visión se nubló por el dolor.

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—Aléjate de ella —ordenó una voz muy familiar. Cuando Preppy apareció irradiando rabia con su arma apuntando a Eric pensé que todo era un sueño o una alucinación. Preppy se quedó allí hirviendo mientras sus ojos se movían entre mi herida y el hombre que sostenía el cuchillo. Si era una alucinación, era una malditamente buena. Preppy era una mezcla de hermoso odio y venganza lujuriosa. Ya era guapo con sus ardientes ojos ámbar, el pelo rubio arenoso, un cuerpo fuerte lleno de músculos magros y tatuajes que decoraban cada centímetro de su piel bronceada incluyendo los lados de su cabeza, pero en esa habitación parecía un paraíso con malas intenciones y no podía apartar mis ojos. Pero allí de pie, con las fosas nasales en llamas, noté una nueva clase de belleza en Preppy. Más oscura. Más siniestra. El rostro de Preppy estaba retorcido en rabia. Los tendones de su cuello estaban tensos y estirados. Su pecho sobresaltaba de furia, subiendo y bajando contra la tela de su camiseta blanca, de las que se usan debajo de una camisa. Sus tirantes estaban sujetos a su pantalón, pero no estaban sobre sus hombros, sino que colgaban alrededor de cada lado de sus muslos. Los músculos de sus antebrazos y bíceps se flexionaban bajo sus coloridos tatuajes mientras ajustaba el agarre del arma en la mano. Preppy era pura auténtica energía, crujiendo y sacando chispas con energía como un aspa golpeada por un rayo. Un aura eléctrica de venganza lo rodeaba mientras mantenía un enfoque que rara vez había visto en él a menos que estuviéramos desnudos. Lo cual tenía sentido, porque había algo muy sexual en la forma en que avanzaba. La confianza, el ritmo. La forma en que el sudor perlaba su sien antes de deslizarse por su cara y cuello. Erótico, pero atemorizante. Era una danza de venganza y Preppy había tomado la delantera. Eric se rió cuando vio a Preppy moviéndose y respondió a su movimiento deslizando lentamente la hoja bajo mi barbilla, perforando mi piel con la punta. Preppy se congeló y Eric se veía triunfante al notar que él tenía ventaja. Eso fue hasta que Preppy disparó y el bícep de Eric explotó. Gritó y cayó al suelo

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—¡Joder, Doc! —gritó Preppy. Corrió hacia mí y buscó frenéticamente mi rostro. Pasó sus manos sobre mi cuerpo para buscar más heridas. Arrancó una tira de su camisa y la ató alrededor de mi hombro. Logré levantar mi barbilla para decirle que estaba bien. Sus ojos se clavaron en los míos—. ¿Estás segura? Necesito oírte decirlo, Doc. —Estoy segura —dije ronroneando—. No es East. Es Eric. Como Eric y Conner, Eric —dije, las palabras tomando todo lo que tenía que formular. —Joder —gruñó Preppy, mirando hacia donde Eric estaba gimiendo en el suelo. King y Bear aparecieron. —Terminen con él —dijo Preppy, metiendo los brazos debajo de mí y levantándome en sus brazos. King y Bear caminaron hacia Eric, pero no llegaron muy lejos. La habitación se estremeció, un sonido agudo resonó en mis oídos. El techo del otro lado de la habitación se derrumbó, atrapando a King y Bear detrás de él. O debajo de ella. —Carajo, tenemos que sacarte de aquí —gritó Preppy, escalando sobre los escombros conmigo en sus brazos. —¡Preppy, espera! —grité con todo lo que tenía. Se volvió y sus ojos siguieron hasta donde yo estaba mirando a Eric con cara roja y enojada. Su mano temblaba. Una pistola apuntando a Preppy. —Sabes, ni siquiera me gustan estas cosas —dijo Eric, sacudiendo la pistola de un lado a otro con su mano derecha, la izquierda colgaba rígida y sin vida a su lado—. Pero el arma no es lo que importa aquí. Acabar con tu vida lo es —sus labios temblaron—. Así que una pistola lo hará. Preppy lentamente me puso sobre los escombros con mi espalda contra la pared— . Si es a mí lo que quieres. Soy lo que puedes tener. Sólo déjala ir —Preppy se paró frente a mí protegiéndome con su cuerpo. Levantó las manos en señal de rendición.

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Sus manos vacías me hicieron comprender que no tenía su arma. Se le debió haber caído cuando me recogió. Busqué alrededor, localizándola justo fuera de alcance en los escombros. Eric se burló de Preppy—. No hay uno U otro, los quiero a los DOS muertos —sin previo aviso, Eric cambió su objetivo hacia mí y disparó. Fue entonces cuando todo cambió y se convirtió en como ver una película en cámara lenta. Incluso el POP POP POP de la pistola sonaba confuso y prolongado. Preppy saltó de lado, su cuerpo casi en el aire mientras se estiraba todo lo que pudo, como un jardinero 9 tratando de atrapar una pelota de béisbol. Sólo que no estaba jugando. Me estaba protegiendo. Y no fue una pelota de béisbol lo que atrapó. Fue una bala. Preppy aterrizó de lado con un golpe. La tela de su camiseta se enrojeció con su sangre. Me arrastré hacia él, apenas notando que Eric se acercaba. —Tenemos que sacarte al carajo de aquí —dijo Preppy, sentándose—. No importa lo que pase, ve con Bo. Cuida de él. Estaba a punto de alegar cuando añadió—. Por favor, Dre. Sólo cuida a nuestro hijo. Zapatos de vestir puntiagudos marrones presionaron contra el hormigón. Eric se agachó frente a nosotros. Una expresión de satisfacción cruzó su rostro cuando se dio cuenta de que nos tenía indefensos y acorralados. Cuando otra parte del techo se derrumbó cerca, usé ese momento de distracción para extender mi pie y deslizar el arma de Preppy entre mis piernas. —Realmente había esperado que tuviéramos más tiempo para volver a conocernos, Dre. Pero parece que Romeo aquí está cortando nuestro corto tiempo. Bueno, eso y medio hice explotar el edificio —Eric cantó mientras miraba con odio a Preppy—. Por qué no te mueves de una puta vez así puedo matar a esta puta zorra primero sin tener

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Término que se utiliza en el béisbol.

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que disparar a través de ti... otra vez —rió—. Entonces podré enviarte al infierno donde perteneces. Preppy rió—. ¿Infierno? Perra, acabo de regresar de allí y no pienso volver tan pronto. Lo siento mucho, pero estarás haciendo este viaje solo. —¡Lo que no entiendes es que es jodidamente demasiado tarde! —gritó Eric maniáticamente, presionando su pistola contra la frente de Preppy—. Esto es sólo la lluvia. Pronto, te ahogarás en el diluvio. —Escucha, hijo de puta. Me encanta Bon Jovi tanto como a cualquiera, pero vamos a enfocarnos menos en citar las poéticas letras de una icónica banda glam, y concentrarnos más en el hecho de que estoy a punto de abrirte, destriparte como a un puto saltamontes, y le daré de comer tus bolas a mi cerdo. —¡No puedes hacer una mierda! —gritó Eric—. Tengo el poder del Señor a mi lado y él dice que tienes que morir —Eric levantó el arma. —Siento que esto es muy mal momento para hacerlo —Preppy comenzó—. Me siento obligado a compartir algo contigo. Una puta lección de vida, si quieres —la respiración de Preppy se volvió elaborada—. El mayor regalo que me dieron fue la muerte. Porque sólo entonces aprendí lo que significaba vivir realmente. —Eso es conmovedor —dijo Eric sarcásticamente. Tenía que conseguir el arma de Preppy. Podría disparar yo misma, pero no tenía ninguna oportunidad. No quería arriesgarme a no darle a Eric, o peor aún, darle accidentalmente a Preppy. Finalmente logré arrastrar el arma entre mis piernas. La presioné contra la espalda de Preppy. Se apoyó contra mí y Eric lo siguió con el arma todavía en su cabeza. Preppy dobló los brazos detrás de su cuello, sobre mis piernas, como si estuviera preparándose para broncearse en la playa, agarrando el arma en el proceso. —Y como mi muerte fue tal regalo para mí, estoy a punto de pagarlo y darte el mismo regalo—. Preppy desplazó el arma de su espalda al frente mientras Eric estaba demasiado ocupado concentrado en sus palabras—. Ahora di ‘gracias’ —demandó

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Preppy, disparando antes de que él supiera lo que pasaba. Le dio en el antebrazo, su pistola voló a través de la habitación. Se puso de rodillas. —Di 'gracias' —repitió Preppy a través de sus dientes apretados, cargando el arma una vez más y apuntando al pecho de Eric. Aún nada. —Di jodidamente 'gracias!' —gritó Preppy, sentándose de rodillas para que los dos hombres estuvieran ojo a ojo, sólo a unos metros de distancia. —¡Gr-gr-gracias! —gritó Eric con miedo. Preppy apretó el gatillo, golpeando a Eric en el muslo. Un chorro de sangre fluyó de su pierna al suelo. Eric cayó al suelo. —Jodidamente de nada —dijo Preppy. Eric se sentó de nuevo, sacó una pistola más pequeña que debía estar atada a su pierna. Preppy disparó su arma primero, pero nada. Lo intentó una y otra vez. Estaba atascada. Eric rió largo y fuerte. Mi corazón estaba latiendo tan rápido que temía de un paro cardíaco en cualquier momento. Preppy, todavía sangrando por su propia herida de bala en la parte superior del pecho, volvió a caer para protegerme de la bala de Eric— . ¡Recuerda lo que dije, Doc! —gritó mientras Eric apuntaba su arma a la cabeza de Preppy. —¡No! —grité, estirándome por Preppy, pero él se dio la vuelta para enfrentar a Eric—. ¡Noo! Me preparé para el estruendo de la bala destinada a Preppy, pero nunca llegó. Eric se quedó quieto, dejando caer la pistola. Su boca se abrió y sangre se vertía sobre sus labios, derramándose encima y fuera de su barbilla como una fuente de chocolate sangrienta. Cayó hacia el suelo, revelando el hacha de mano que se había alojado en su cabeza, y la persona que lo puso allí. Bo.

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La vida era todo sobre el sacrificio y mi hijo acababa de hacer uno grande. Uno humano. No sólo había acabado de matar a un hombre, estaba de pie allí girando sus brazos como si estuviera a punto de pedirme que cambiara el canal de Bob Esponja al club de la casa de Mickey Mouse. Dulcemente. Inocentemente. Caminó alrededor del charco de sangre de Eric a sus pies sin tanto como una segunda mirada. Señaló a Dre, que estaba despierta pero incoherente. Sus ojos abiertos, pero mirando nada—. ¿Mami está bien? —señaló. —Lo estará. ¿Cómo diablos has llegado aquí, Bo?

Me escondí en la furgoneta. Kevin llegó corriendo—. Oí algo explotar. ¿Qué coño pasó? —preguntó, examinando la escena, bufando como si hubiera corrido hasta la casa. —No hay tiempo para explicar. Lleva a Bo a la camioneta. ¡AHORA! Kevin hizo lo que le dije, tomando la mano de Bo y llevándoselo de la casa. El colapsado techo convertido en pared se sacudió, revelando unos polvorientos, pero vivos King y Bear de pie al otro lado—. Parece que cayeron en un tazón de coca. —Jodidamente eso quisiera —respondió Bear. Ambos parecían aliviados al verme vivo como yo al verlos, pero no había tiempo para una reunión familiar. Recogí a Dre, ignorando la punzada de dolor en mi pecho, y seguí a King y Bear a la luz del sol.

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Dre estaba aturdida por toda la pérdida de sangre. Su piel estaba pálida. Los círculos bajo sus ojos oscuros—. Tengo que conseguirle ayuda. Ahora.

Antes de que sea demasiado tarde. King empezó a marcar números en su teléfono. Los ojos de Dre se pusieron en blanco y comenzó a temblar. Entonces el mundo empezó a temblar. Estábamos sólo a unos pasos de la casa cuando explotó alrededor de nosotros con una explosión que fue cegadora y ensordecedora. Ráfagas naranjas inundaron mi visión, pedacitos de metal abrían mi piel mientras volaba por los aires. Mi esposa arrancada de mis brazos por la explosión.

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CAPITULO 21

O

DIO EL TÉRMINO "nada que perder".

Porque acostada en esa habitación de hospital estaba todo lo que tenía que perder. Apenas permití que el personal del hospital atendiera a mi herida de bala y detuviera el sangrado, era apenas una herida. Era una espina en mi calcetín en comparación con el pedazo de mis intestinos destruido la última vez que me habían disparado. Pero mi lesión no era importante. Lo que era importante era Dre y por eso tan ridículo como la idea que acababa de tener, no podía ignorarlo. Intentaría todo y cualquier cosa para traerla de vuelta. No me importaba si se estaba poniendo cómoda dondequiera que estuviera. No me importaba si la estaban llevando a través de las puertas del cielo con una botella de champán y tres docenas de putas rosas. No me importaba si ella era más feliz de lo que había sido y si el cielo era todo lo que ella pudiese querer. No me importaba. Era un hombre egoísta. Ella era mía y no la dejaría ir. Nunca. Cerré los ojos y comencé la técnica de respiración profunda que Mirna me había enseñado años atrás. No había meditado desde que salí de Narnia, pero sentado allí al lado de mi esposa me sentía indefenso. Valía la pena intentar. Sólo fueron segundos o al menos eso fue lo que sentí, cuando ya no estuve más en la habitación del hospital, sujetando la mano ensangrentada de mi esposa mientras las máquinas a las que estaba enganchada emitían un pitido y parpadeaban con el errático ascenso y descenso de su pecho .

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Ahora estábamos en la parte superior de la torre de agua. Ella estaba despierta, de pie en el borde justo como la noche que la conocí. Excepto que esta vez, ella no estaba desnuda. Ella estaba en un vestido de hospital salpicado de rojo. El tubo IV seguía pegado a su muñeca. Sus ojos y labios hinchados y magullados. Miraba por encima del borde de la barandilla. Su cabello negro soplando alrededor de su maltrecho rostro. —No saltes —dije, dando un paso hacia ella. Traté de mantener mi voz lo más calmada posible, escondiendo el miedo picando las profundidades de mi estómago. Dre se volvió hacia mí y sonrió. Jadeé cuando ella saltó para sentarse en la parte superior de la barandilla delgada y oxidada. Mi corazón saltó a mi garganta y di un paso entre sus piernas, envolviendo mis brazos alrededor de su cintura y apoyando mi cabeza contra sus tetas. Sosteniéndola hacia mí. La sostenía en la torre—. No me dejes —le dije—. No nos dejes. Bo te extraña. Yo te extraño —sentí la vibración de su risa y miré hacia arriba a su bello, pero magullado rostro. Su sonrisa era grande aunque sus dientes inferiores estaban cubiertos de rojo. —Sálvame, Preppy —dijo, su voz un eco extraño que no sonaba como saliendo de su boca, sino desde el aire alrededor de nosotros. Sus labios ni siquiera se movían. —Te salvé —alegué—. Al menos traté. Ahora depende de los doctores —a sostuve con más fuerza, pero no es lo suficientemente fuerte. Nunca lo era. Sacudió su cabeza y presionó su dedo índice en mis labios, el cual besé por instinto—. No, todavía tienes que salvar algo más. Aún no ha terminado. Todavía no —tocó mi cara y de repente quedé atrapado en una imagen. Un doctor inclinándose sobre mí y me doy cuenta que no soy yo. Lo estoy viendo a través de los ojos de Dre. El doctor ríe cuando ella intenta toser sus palabras. Preguntando qué estaba haciendo y por qué—. Sálvame —me dijo otra vez, y la imagen del médico desapareció. Estoy de vuelta mirando los ojos oscuros de la única mujer que había amado. La brisa es ahora viento. Las hojas y las agujas de pino de los árboles cercanos centrifugan alrededor de nosotros, creando una pared de escombros y un ruido que suena como un tren que choca contra las vías.

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—Pero... —comencé a discutir. Fui interrumpido cuando retrocedió sobre la barandilla, tirándome con ella. Ella está cayendo y yo caí junto con ella, pero no la dejé ir. No pude. No lo haría. Justo antes de llegar al suelo me muestra la parte trasera de su mano, que tiene una especie de etiqueta en ella. No, es un tatuaje. Una cursi cara sonriente amarilla. A medida que el viento sopla mi cabello y el suelo se acerca más y más reconocí el tatuaje. Una avalancha de recuerdos que no sabía que tenía me sobrepasa, reproduciéndose como una película delante de mis ojos. La verdad no nos salvará porque es demasiado tarde. Nos estrellamos contra el suelo.

Mis ojos se abrieron e inhalé bruscamente como si me estuviera ahogando y alguien me hubiera dado RCP. Estaba de vuelta en la habitación del hospital de Dre y mis ojos inmediatamente aterrizaron en el médico que estaba inclinado sobre Dre. Tenía una aguja en la mano, jugueteando con sus tubos. Me miró con una sonrisa que se desvaneció al ver el reconocimiento en mis ojos—. Pareces familiar —dijo él, tragando nerviosamente y empujando hacia atrás las mangas de su abrigo blanco, revelando el estúpido tatuaje que delataba su identidad. Me levanté de mi silla, dejando a regañadientes la mano de Dre de vuelta a la cama—. Debería parecerte familiar —miré alrededor de la habitación—. Morí aquí una vez —dije, sin reconocer mi propia voz que era profunda, oscura y mortal, llena de rabia corriendo en mis venas. El Doctor Morirá-Pronto enderezó su postura y se arrastró hacia la puerta cuando Bear y King aparecieron en la puerta. Inmediatamente se dieron cuenta de la mirada en mi cara y todo lo que tomó fue una indicación con mi barbilla para que empujaran al médico de nuevo en la habitación y cerraran la puerta detrás de ellos. Cayó al suelo y corrió hacia la esquina como la asustada rata de mierda que era—. Te hemos estado buscando.

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—¿Qué pasa? —preguntó King tan casualmente como si estuviera preguntando si quería ir a comer algo. Apuntó al doctor. Me agaché en el suelo sobre el doctor y lo agarré por la garganta—. Así que, ¿me entregaste al demente puto motociclista, intentas hacer que parezca que estaba muerto, intentas matarme, a mi esposa y mataste a mi puta madre? El médico frenéticamente sacudió la cabeza. —Es un poco demasiado tarde para la negación ahora —le dije. —No, quiero decir sí. Lo hice. Todo menos matar a tu mamá. Grace. Fue el cáncer. Yo no. ¡Lo juro! —gritó—. Al principio sólo hice algo de papeleo para él. Lo atendí hace un tiempo en su casa cuando lo cortaron o dispararon. Me pagó con dinero —el médico negó con la cabeza—. Estaba perdiendo mi casa. No quería hacer todas esas otras cosas por él. ¡No tuve elección! —¿Tuviste que hacerlo? ¿Por qué? —Porque... él tenía a mi hermana. Era una de sus putas motociclistas. Sus BBB — hizo una seña al chaleco de cuero de Bear—. Sólo quería llevarla a casa. Mantenerla a salvo. Chop dijo que si no hacía lo que le pedía, la mataría y luego a mí. —Sin embargo eso nunca ocurrió —dijo Bear. No era una pregunta. El doctor sacudió la cabeza—. No, ese bastardo la mató a ella y a los demás antes de que pudiera cumplir su promesa y devolvérmela —suspiró. —Así que cuando aparecí de nuevo, ¿pensaste que tenías que eliminarme tú mismo? ¿Terminar el trabajo? ¿Y luego a mi esposa? —sacudí la cabeza y lo pateé en las costillas—. Eres un cobarde pedazo de mierda. —¡No sabía qué más hacer! —gritó. Cuando intentó ponerse de pie, King lo empujó de vuelta al suelo y su cabeza se estrelló contra la pared, dejándolo fuera de combate. —Ups —dijo él. —Ella necesita ayuda —dije cuando los monitores de Dre comenzaron a sonar y parpadear—. No sé qué le pudo haber hecho —corrí hacia el vestíbulo y casi me estrellé contra la enfermera que me dio la información de Bo meses antes—. Necesito

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tu ayuda —le dije, empujándola en la habitación. Ella tomó un segundo para evaluar la situación, pero no teníamos un segundo—. Por favor. —Intentó matarla —dije, ofreciendo la explicación más rápida que pude. Abrí el bolsillo de su bata y saqué la aguja y un tubo de vidrio—. Pudo haberle dado esto —le dije. Ella los tomó de mis manos, pero siguió mirando al doctor en el suelo—. Por favor. ¿Qué es esto? —pregunté, sacándola de shock. Miró hacia abajo y volteó la pequeña botella de vidrio. Ella lo olió y arrugó la nariz. La empujó de nuevo en mis manos, corrió hacia un gabinete en el pasillo y volvió con un par de guantes y otras dos botellas con etiquetas de colores diferentes de las que ella arrojó sobre la cama a los pies de Dre. La enfermera tomó la linterna y abrió los párpados de Dre, iluminándola en cada pupila. Le dio dos inyecciones al puerto en el dorso de su mano. —Nada bueno eso es seguro. Es esa misma mierda que mata a las celebridades cuando las toman para ayudarse a dormir y darse cuenta de que es bueno para un coma y tal vez experimentar la muerte, pero no es exactamente puto Tylenol nocturno. Ni siquiera usamos esa mierda aquí. Hace años que no lo hacemos. —¿Cuánto hay en su sistema? —preguntó King. La enfermera negó con la cabeza y agarró la muñeca de Dre para tomar su pulso. La bajó otra vez suavemente en la cama y suspiró—. No estoy segura. Le di algo que debería contrarrestarlo, pero depende de cuánto le dio y hace cuánto tiempo. Si le ha estado dando dosis más pequeñas para que parezca menos sospechoso cuando su corazón se detuvo, entonces tenemos una mejor oportunidad de recuperarla, que si él la inyectara por completo esta mierda. —¿Cuánto tiempo tardará para averiguarlo? —le preguntó Bear y gracias a Dios que lo hizo porque por primera vez en toda mi vida no pude encontrar las palabras adecuadas. Pánico. Miedo. Dolor físico en cada nervio en mi cuerpo. Ella lo miró—. Si esto funciona, sólo será cuestión de minutos antes de que despierte. Estuvimos todos en silencio durante cinco largos minutos. Mi corazón moría un poco más con cada tic tac del reloj en la pared.

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Y luego esperamos diez minutos más. Y entonces estaba gritando en la cara de Dre, abofeteando sus mejillas, exigiendo que se despertara—. ¡No puedes jodidamente morir! ¡No puedes! —grité, golpeando mi puño contra el colchón junto a su cabeza. King rodeó la cama y me sacó de la silla, poniendo su brazo alrededor de mi hombro. Bajé la voz. Mis palabras salieron rotas, sólo cada dos sílabas emitiendo un sonido—. Ella no puede jodidamente morir — repetí—. No hubo tiempo suficiente. No tuvimos tiempo suficiente. Me prometió que nunca me dejaría. Ella jodidamente lo prometió. King y Bear me jalaron de nuevo mientras la enfermera me lanzaba una mirada. LA mirada. Miró el reloj y mis ojos le siguieron. Veinte putos minutos.

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—Despierta. ¡Despierta! —la voz era suave y femenina. Tranquilizadora y amorosa. —¿Abuela? —pregunté, aunque no podía ver nada. Estoy cansada. Quiero volver a donde sea que acababa de estaba. Descansar sin sueño—. ¡Despierta! ¡Despierta! —oigo de nuevo. —Abuela es muy temprano —gimo, tratando de rodar sobre mi costado, pero soy detenida por algo invisible. Algo atando mis brazos en su lugar—. Vuelve más tarde. Es verano. No hay escuela hoy —le digo.

—¡Despierta de una puta vez! —la voz es ahora masculina y desesperada—. Por favor vuelve a mí. ¡Regresa a nosotros! ¡Bo te necesita! ¡Yo jodidamente te necesito! — reconozco esa voz y me doy cuenta de que no estoy en mi habitación en la casa de mi abuela. Estoy sola en completa oscuridad sin señal de salida. Preppy me necesita. Bo me necesita. Necesito ir con ellos. Empiezo a entrar en pánico. Mi garganta se endurece y mi corazón late incontrolablemente. —¡No sé dónde encontrarte! ¿A dónde voy? —grito en respuesta. Una luz aparece como si fuera la respuesta a mi pregunta y fue la cosa más hermosa que haya visto. Un lado de la habitación está cubierta en un bello brillo y el otro lado está envuelto en oscuridad. Intento tocarla con mi mano. Doy un paso más cerca. Estoy a punto de tocarla cuando me detengo y sacudo mi cabeza, echando atrás mi mano—. ¿Qué estoy haciendo? —susurro. Lentamente doy unos cuantos pasos atrás antes de girar y correr hacia el lado opuesto. La luz era hermosa, pero elijo en su lugar correr ciegamente a la oscuridad porque sabía, sin duda, que sería ahí donde Preppy estaría. 167

—Gracias al carajo. Ahí estás —dijo Preppy suavemente, mirándome con preocupación grabada en su frente y manchas de lágrimas en sus mejillas. Se veía cansado. Uno de sus tirantes estaba colgando de su hombro. Su moño colgaba abierto alrededor del cuello de su camisa. Su barba, normalmente bien arreglada, estaba enredada y larga. Me apartó el pelo de la cara—. Te tomaste mucho tiempo, Doc. —Sabía que te encontraría aquí —susurré. —Sabía que volverías a mí. —¿Qué... qué... sucedió? —pregunté, con la garganta irritada y seca. Al segundo que hice la pregunta recordé la respuesta por mi cuenta.

Eric. Jadeé y miré a Preppy quien me lanzó una pequeña sonrisa. Las lágrimas manaron de sus ojos. Se aclaró la garganta y se acercó para que su mejilla tocara la mía—. Está bien, te lo diré —suspiró—. Tus lesiones son producto de un horrible accidente de giro sexual. La enfermera dijo que era lo peor que el hospital había visto. No llenes tu linda cabecita de preocupaciones. Exitosamente han rescatado a tiempo al jerbo10. Está un poco aturdido, pero piensan que va a salir adelante. Me reí, porque era Preppy y era imposible no hacerlo. Sin embargo, no duró mucho porque un dolor agudo me cortó el hombro. Siseé entre mis dientes—. No me hagas reír —me atraganté. —Eso podría ser imposible. Soy un chico muy, muy divertido —dijo Preppy meneando las cejas. Tomó mi mano y la presionó contra su cara. Extendí dos dedos y acaricié la piel libre de vello de su ojo donde su barba comenzaba. —Lo sé —dije—. Tú también eres muy, muy mío. —Jodidamente no lo olvides —una lágrima se derramó por el costado de su ojo y rodó desde su mejilla a su barba. Él sorbió y se limpió la nariz con el dorso de la mano. Su otro brazo en un cabestrillo. —¿Lo terminaste? —pregunté—. Él está... —Sí. Él se fue. —Bien —susurré, mis ojos se hicieron más pesados—. ¿Dónde está Bo? —Él está bien. Está jugando con Ray y los niños. No quería traerlo hasta que supiera que ibas a estar bien. —Bien —dije, deseando que mis ojos no se cerrarán. Necesitaba mirarlo más. Saber que él estaba bien. Saber que la vida que estábamos planeando juntos ya no iba a ser interrumpida. —Ahora puedes descansar. Estaré aquí cuando te despiertes, Doc.

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Término en inglés que se usa para referirse a una mujer que le gustan los hombres mayores.

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Asentí, incapaz de discutir o pelear. Mis extremidades uniéndose a mis ojos al sentirse pesados y cansados. Pero antes de que pudiera cerrar los ojos, vi algo en el rincón de la habitación. King y Bear, junto con una enfermera en una bata oscura. Estaban levantando una gran bolsa gris en una camilla—. Una pregunta más —dije, volviendo a Preppy quien besó el dorso de mi mano. —Sí. —¿Quién está en la bolsa? —pregunté, señalando con mis ojos a la escena en la esquina. —Hmmmmm... ¿J. Edgar Hoover11? —contestó Preppy, una ridícula sonrisa falsa en su rostro que expuso sus dientes superiores e inferiores. —Inténtalo de nuevo. Él suspiró—. ¿Qué te parece si te prometo que te contaré todo después? Por ahora, sólo sé que es un chico muy malo que hizo cosas realmente malas, que ira a un lugar muy, muy caliente. —¿El infierno? —El incinerador de la morgue —susurró Preppy. Colocó su otra mano sobre mi mejilla suavemente, acariciando mi piel con su pulgar—. Ahora descansa, Doc. —Está bien —acepté, a la deriva. Esta vez mi sueño fue todo menos sueños. Toda la noche soñé con mi hogar. Bo. Preppy. Mi familia.

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Primer Director del FBI. Es conocido porque detrás de su fachada de hombre honesto se encontraba un personaje oscuro lleno de secretos y con una doble vida.

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CAPITULO 22

E

RAN LAS OCHO DE LA mañana. Kevin llevó a Bo de vuelta a casa con él bajo las estrictas directrices de vigilarlo en todo momento e instrucciones para ‘mantenerlo alejado de los cuchillos de cocina o cualquier cosa afilada.’ Al menos hasta que tuviera la oportunidad de tener una verdadera conversación con él sobre los pros y los contras de convertirse en el asesino del hacha en la vida real. King y Bear tenían un cuerpo del cual deshacerse. Ray y Thia estaban con los niños, pero ambas me llamaron para decirme que pasarían más tarde en el día. Estaba sentado en el pasillo para que el padre de Dre pudiera visitarla a solas. Cuando salió, me dijo que por fin se había quedado dormida y se dejó caer al otro lado del pasillo frente a mí en la única otra silla. La luz fluorescente zumbaba sobre su cabeza, haciendo que las bolsas que tenía bajo los ojos parecían tan malas como las mías probablemente lucían. —¿Me vas a contar, hijo? —preguntó el señor Capulet, inclinándose hacia delante. —¿Ella no le contó lo que pasó? —No, no quería discutir eso con ella, no ahora mientras ella todavía está en mal estado, pero eso no es lo que te estoy preguntando tampoco, no ahora de todos modos. No quiero que me cuentes sobre esta noche o sobre la última vez —elevó sus ojos a los míos—. Quiero que me digas más sobre TI. Creo que es una conversación pendiente hace mucho tiempo, ¿no?

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Nunca me había importado lo que alguien pensara de mí, pero Dre se preocupaba por su padre y su opinión, lo que me hizo desconfiar de decirle algo porque no quería que su opinión sobre mí cambiará de tolerante a ‘Qué Carajos.’ —¿Entonces? Adelante —preguntó. —¿Ahora? —Ella está durmiendo. Estoy demasiado cansado y nervioso para hacer lo mismo y por como luces tú también estás en el mismo barco. Tenemos tiempo y no hay tiempo como el presente —dijo, frotándose las manos. Soplé un largo suspiro—. Ni siquiera sé lo que Dre ya le ha dicho de mí —comencé, frotando mis ojos cansados. —Me ha dicho algunas cosas, pero tengo la sensación de que hay mucho más — apoyó los codos en sus rodillas y me señaló—. ¿Por qué no me lo cuentas? Dime quién eres, así sé de quién mi hija está tan enamorada. Vamos, hijo —fue la primera vez que el uso de la palabra hijo no me hizo encogerme. —No le gustará —dije sin más. —Te garantizo que no. Pero por qué no me lo dices de todos modos —dijo, alzando las cejas. Eché un vistazo a Dre a través del cristal y comprobé el ritmo constante del monitor por encima de su cama antes de darme la vuelta para enfrentar a su padre y darle la honestidad que él quería, pero después de haber terminado estaría bastante seguro de que sería añadido a su lista de los arrepentimientos de su vida—. Soy todo lo que no deberías querer para tu hija. Ruidoso. Grosero. Bruto. Estoy seguro de que esta es la parte donde se supone que debo confesarte que he hecho cosas de las que no estoy orgulloso, pero eso es lo que pasa, estoy muy jodidamente orgulloso de todo lo que he hecho. Lo bueno. Lo malo. Lo sangriento. Lo único que hice que lamenté fue alejar a Dre y ahora me arrepiento de traerla de vuelta a esta ciudad porque entonces tal vez ella no estaría aquí ahora mismo. —Continúa —dijo, recostándose y cruzando el tobillo sobre la rodilla—. Estoy escuchando.

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Respiré profundamente y exhalé lentamente, pensé que el hombre tenía derecho a saber exactamente quién era yo. Pensé que era como arrancar un curita, así que decidí que directo y rápido era la mejor manera de ir sobre esta pequeña sesión de conocerse—. Soy sólo yo. Samuel Clearwater. Nací en este pueblo agujero de mierda. —¿No te gusta Logan’s Beach? —preguntó, sonando confundido. —¡No! Jodidamente amo este pueblo. No significa que no sea un agujero de mierda —aclaré. —Continua. —Mi palabra favorita es cualquier variación de PUTO. Me gusta mi whisky con un poco de cocaína y tal vez un poco de hierba. Tengo una canción que se reproduce en mi cabeza para casi todas las ocasiones y me gusta cantar a todo pulmón, independientemente de quién está alrededor o dónde estoy. Una de mis cosas más favoritas a realizar en esta vida es joder a mi amigo Bear 'porque la mirada en su cara jodidamente no tiene precio. Me encanta todo tipo de películas y lloré como una perra durante las dos horas completas de PD: Te Amo. Me gusta todo tipo de música. Country. Folk. Pop. Blues. Rap. Todo desde Tupac hasta Taylor Swift. Tengo una obsesión antinatural con hacer panqueques perfectos —bajé mi mirada al piso y cavé más profundo—. Antes de Dre, hubo un montón de chicas. Muchas. Festejé duro. Miré una tonelada de porno, cuanto más loca la mierda mejor. Follé con quien estuviera dispuesta y algunas que no lo estaban. No me importaban las consecuencias cuando les hacía cosas que nunca pedían. A veces las lastimaba muy mal. Mirando hacia atrás, creo que las estaba castigando. Desquitado mi mierda en ellas porque no podía desquitarme con mi madre. Quería hacerles daño porque quería hacerle daño a ella. Por abandonarme y hacerme creer que estaba muerta cuando no lo estaba. Por hacer que me preocupara cuando no debería haberme preocupado. Por dejarme con el pedazo de mierda de mi padrastro que debe haber tomado una clase de maestría en pedofilia porque después de que mi madre se fue... —miré al padre de Dre que tenía una expresión ilegible en su rostro—. Le gustaba variar entre golpearme y violarme —aclaré—. Supongo que la mierda le resultó interesante. No quiero compasión. Nunca la he querido —dije.

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—Bien. Porque no te estoy dando nada —dijo el padre de Dre. Cuando volví a mirarlo, una sonrisa se dibujó en la comisura de su boca—. ¿Y? —Y... y cultivo hierba en las habitaciones de huéspedes de las casas de ancianas a cambio de ayudarles con sus pagos hipotecarios. ¿Y honestamente? Esas señoras son algunas de las chicas más geniales que conozco. Florida acaba de legalizar la marihuana medicinal, tal vez nunca lo legalizaremos recreativamente, porque aquí somos gente bastante atrasada, pero ya he comprado los campos y un almacén para la parte médica. Tengo un médico listo para respaldarlo, las licencias comerciales y el papeleo de la empresa ya se han presentado. Debe estar en producción dentro de unos meses. Además, morí en algún momento. Pensé que lo hice de todos modos porque fui mantenido en un agujero debajo de la tierra por un demente que me torturó día tras día por la única razón de que podía —levanté la vista al Sr. Capulet—. ¿Cómo voy hasta ahora? —Hasta ahora quiero meterte el pie en el culo, pero una parte de mí quiere darte un abrazo, y como eso no sucederá, en cualquier caso, continúa —me señaló. —¿Está seguro? Porque está próxima parte… —hice una mueca. —Sí estoy seguro. Continúa —ordenó. —¿Recuerda a Conner? Él asintió—. Por supuesto. Él y Andrea se descarriaron juntos después de que mi hijastra murió. —¿Sabe qué le pasó? —pregunté. Sacudió la cabeza—. Desapareció, probablemente tuvo alguna sobredosis en alguna parte. Eso es lo que asumimos de todos modos. —Es una buena suposición. Quiero decir, eso es probablemente lo que le hubiera pasado... si yo no lo hubiera matado antes. Lo sentí congelarse. Descruzó sus piernas y las plantó firmemente en el suelo. —Verá —me rasqué la barbilla debajo de mi barba—. Conner me robó, lo cual haces si realmente quieres un agujero de bala en tu cuerpo. Él iba a morir de todos

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modos, pero el maldito imbécil decidió darme más razones para matarlo cuando lo encontré en una habitación de motel sucio a punto de violar a su hija —las palabras hicieron que mi estómago se revolviera al decirlas, sin mencionar recordar viéndolo de pie sobre ella, tratando de tirar de sus bragas por sus extremidades sin vida. La boca del papá de Dre se abrió—. Así que lo arrastré al baño y tuvimos una conversación que terminó en él orinándose y a mí poniendo una bala en su cerebro. ¿Honestamente? Lo haría todo de nuevo, sobre todo después de que me enteré de que Conner y su amigo Eric decidieron que una buena follada en grupo contra ella sería una manera muy divertida de robar la virginidad de Dre. El señor Capulet palideció. —Anoche fue Eric. Pensamos que estaba muerto, pero él fue el responsable de lo que pasó esta noche. Se limpió. Encontró a Jesús y tomó todo lo que estaba jodido en su vida con Dre, pero era a mí a quien quería llegar por matar a Conner. La venganza y todo eso. Dre fue sólo una herramienta para llegar a mí —dije, sintiéndome agotado, emocional y físicamente. Me incliné hacia atrás en mi silla, apoyando mi codo en el apoyabrazos y dejé caer mi frente sobre mi puño. —¿Dónde está Eric ahora? —preguntó, como si no estuviera muerto, él lo traería de vuelta a la vida y lo mataría de nuevo. Nuestros ojos se encontraron—. En el infierno. Tosió y cubrió su boca con su puño cerrado—. ¿Andrea sabe todo esto? ¿De Eric, de ti? —Cada maldita cosa. Y la cosa es que ella nunca me pidió que cambiara o que fuera cualquier otra persona más que exactamente quién soy. Lo cual es bueno porque de alguna manera siempre seré el mismo, pero por otro lado veo las cosas de manera diferente. Más claro y creo que es todo debido a ella. Es gracioso. No he cambiado porque ella quisiera que lo hiciera, sino... —Porque ella no lo necesitaba —el señor Capulet terminó por mí. No reaccionó. No dijo una palabra. Miró del el suelo al techo. De Dre a mí, aparentemente perdido en sus propios pensamientos.

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El silencio entre nosotros pareció ser eterno. El pitido de los monitores y los pasos ocasionales del personal hospitalario que pasaba eran los únicos sonidos que resonaban en la pequeña habitación del hospital. Debo haberme dejado llevar porque cuando abrí los ojos todavía estaba en el hospital. Dre todavía estaba en la cama. Lo único que había cambiado era que el señor Capulet estaba ahora de pie sobre mi silla, mirándome con una expresión de dolor en su rostro. Sin decir una palabra, me empujó en un fuerte abrazo. Uno tan duro que era casi como si me estuviera pateando el culo y abrazando al mismo tiempo. Finalmente me dejó ir y se sentó de nuevo. —Lo entiendo completamente si me odia. Le fallé a ella—bajé mi cara en mis manos y hablé a través de mis dedos—. Más de una vez. Debería haberla dejado ir. Debería haberla dejado tener una vida normal. Encontrar un tipo normal —dije, pero incluso cuando las palabras salieron de mi boca se sintieron mal. Ella era mía. Incluso si ella se hubiera ido y hubiera encontrado un tipo normal, seguiría siendo mía. —No me fallaste a mí o a ella, hijo. Todo lo contrario —dijo el Señor Capulet. —¿Cómo puede decir eso? —levanté la mirada—. Todo esto es mi culpa. Soy la razón por la que ella está en este lugar. Soy la razón por la que está en un mundo de dolor. Soy la razón por la que terminó en el hospital la primera vez. Incluso soy la razón por la que ella no puede... por qué no podemos... —me detuve y apreté mis puños. —¿Por qué no puede quedar embarazada? —Sí —dije suavemente. Sacudió la cabeza—. No hijo, tú no eres la razón, aunque todavía te debo una patada rápida en las bolas por embarazar a mi hija, realmente creo que todo pasa por una razón. Si no fuera por ese incidente. Ese momento de su vida. Si nunca la hubieras conocido y nunca hubiera perdido al bebé, tal vez nunca se hubiera decidido a limpiarse. Además, me ha dicho lo que has hecho por ella. Cómo la salvaste en más de una ocasión. Y no te odio, hijo. Estoy lejos de odiarte. Andrea y yo hablamos mucho

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mientras ella estuvo en casa. Es una chica fuerte y es capaz de hacer sus propias elecciones. Ella te eligió por una razón. No estoy diciendo que haya una excusa para lo que ha hecho en el pasado. Ni siquiera creo que ser una adicta es realmente un término apropiado para describirla. —¿Qué palabra usarías? —pregunté, porque a menudo pensaba lo mismo. Mr. Capulet sonrió—. Humana. —Aun así. Ella me ha dado tanto y yo no le he dado una mierda. —Yo no diría eso, hijo. Le has dado más de lo que sabes. —¿Ah sí? ¿Cómo qué? —Dijiste que lo sabe todo, ¿verdad? ¿Todo? —preguntó. —Sí —respondí—. Todo. —Bueno, entonces te has entregado a ella. No hay mucho más que darle. —A veces me pregunto, ¿Qué tengo yo de bueno? —¿Para ella? No tienes precio. Miré hacia atrás a mi esposa. Quién iba a vivir y finalmente sentí como parte del peso que se apoderaba de mi alma estaba empezando a levantarse. —También le has dado algo que nunca pude —agregó. Me di la vuelta—. ¿Sí? ¿Qué cosa? Sus ojos brillaban con lágrimas no derramadas—. Felicidad, hijo. Felicidad — pinchó su nariz y se limpió los ojos, cambiando de tema—. Sabes, deberías escribir tu historia algún día. Escribe tus memorias. Tienes cosas interesantes ahí. Me burlé de la idea—. Sí, ¿y cómo lo llamaría? ¿Preppy vivo, Preppy muerto? Puso su mano en mi hombro—. Tengo un buen título. Nunca sucedería. Mi vida era demasiado por todas partes. No podía ser contenida dentro de un libro, pero incluso yo tenía que admitir, el nombre que él sugirió tenía un cierto sentido.

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La Vida y Muerte de Samuel Clearwater.

Una enfermera me despertó en cierto punto mientras Preppy estaba durmiendo para sacar algo de sangre y ella confirmó que a pesar de mis heridas, el bebé que crecía dentro de mí todavía estaba allí. Sano y salvo. Me desvanecí y cuando me desperté de nuevo no me encontré con sólo una, sino dos caras sonrientes. Una pequeña. Una grande. Ambas mías.

Tengo que decirte algo, Bo me señaló. —Bo, todos podemos hablar más tarde. No tienes que decírselo ahora —Preppy comenzó. —No, está bien —dije—. ¿Qué quieres decirme, Bo? Me sorprendió arrastrándose sobre la cama y envolviendo sus brazos alrededor de mi cuello en un apretado abrazo, su cabeza en mi hombro no lesionado. Miré a Preppy y sonreí, feliz de volver a estar con mis muchachos—. Un abrazo definitivamente me está diciendo algo, mi niño bello —dije, besando su sien. Bo sacudió cabeza contra mí. —¿No? ¿No es eso? —pregunté. Liberé mi agarre en él para que pudiera sentarse y hablar con señas, pero sólo se acurrucó más en mí—. Bo, ¿qué es lo que querías... —empecé, pero no terminé porque la voz más bella me interrumpió cuando comenzó a susurrar en mi oído.

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—Te amo, mami. Mi alma y mi corazón saltaron juntos y chocaron los cinco—. Tengo algo que decirte también —dije. Miré fijamente a Preppy cuando le susurré a Bo—. Mami va a tener un bebé.

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CAPITULO 23



Tres meses despuES EL CONSEJERO DE BO VENDRÁ dentro de una hora —le dije a Preppy, que estaba apoyado contra el mostrador con la camisa abierta y me miraba como si estuviera desnuda en vez de cubierta de harina de cabeza a los pies. Un efecto secundario de hornear las famosas galletas de chocolate de Mirna, combinado con un desafortunado mal funcionamiento del mezclador—. Ray lo traerá después de que él y Sammy salgan de la escuela. —Bueno —dijo Preppy, con los ojos fijos en la hinchazón de mis pechos—. Terminó su tarea esta mañana así que eso funciona. —¿Alguna vez me vas a decir qué es exactamente lo que lo tienes haciendo ahí atrás? —pregunté, llevando un trapo húmedo al mostrador. —Te lo dije. Él está trabajando en su castigo —respondió Preppy, poniéndose detrás de mí con sus manos en mis caderas. —Sí, lo sé. Pero qué tipo de castigo. ¿Cómo limpiar su habitación? ¿O como un trabajo duro? —pregunté, apoyándome en su toque mientras seguía limpiando—. Quiero decir, ¿cómo castigas a un niño por algo así? —Lo tengo bajo control, Doc —susurró Preppy contra mi oreja, apoyando sus manos sobre el incipiente bulto de mi vientre. Después de que Bo le dio con un hacha a la cabeza de Eric no nos tomó mucho tiempo sumar dos más dos ya que su madre biológica también se encontró con un

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hacha en la cabeza—. Todavía no puedo creer que nuestro niño, nuestro pequeño de alma amable, matara a dos personas. —Aún es un buen chico. Sólo tenemos que manejarlo para asegurarnos de que él distinga lo correcto y lo incorrecto, pero no sienta demasiada culpa por ello. Te lo dije. He estado allí. Yo me encargo —Preppy me aseguró. Me giré en sus brazos—. Confío en ti. Sabes que lo hago. Pero, ¿puedes decirme por favor qué le haces hacer en su habitación durante una hora todos los días? Preppy agarró mi mano y me llevó por el pasillo—. ¿Sabes cómo antes los maestros harían que los niños copiaran una oración mil veces como castigo? ¿Cómo, NO JALARÉ EL CABELLO DE LAS NIÑAS? —Preppy abrió la puerta de la habitación de Bo—. Bueno, eso es lo que ha estado haciendo y lo que va a hacer por el resto del año escolar. Todavía no he borrado el castigo de hoy. —Mierda —dije, mientras miraba las palabras escritas una y otra vez en la pizarra que había hecho para él en la pared. No mataré a nadie con un hacha sin permiso. —¿Sin permiso? —pregunté. Preppy se apoyó contra el marco de la puerta—. Bueno, no quería descartarlo por completo. Nos salvó el culo la última vez. Eso era cierto, pero no cambiaba el hecho de que no podía arrancar mis ojos de las palabras en la pared. Preppy me empujó en su pecho y me besó el pelo—. Escucha, Doc, si alguien sabe de esto, soy yo. No hay blanco y negro. Bueno o malo. Lo que Bo hizo fue en el área grisáceo. Juntos vamos a enseñarle a ser un buen hombre, lo que significa ser leal a aquellos que importan. Cuándo sacrificarse por lo que vale. Y cómo mantener sus promesas. Quiero mostrarle que lo que hizo estaba mal, así él no creerá que puede ir atacando a cualquiera que lo molesta, pero no quiero que se sienta demasiado culpable por algo cuando realmente quiero acariciarlo en la espalda y comprarle un pony. —Podemos hacer esto —dije, dejando que las palabras de Preppy se hundieran.

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—Juntos. ¿Bien? —preguntó, frotando sus manos en mis brazos. —Bien —concordé. Preppy tenía razón. Juntos podríamos enseñarle a Bo lo que era realmente importante. Que su pasado no dictará su futuro. Que las cosas que haces no definen quién eres. Esta familia es más espesa que la sangre. Sangre que derramarías por ellos, incluso si es la tuya. Bo llegó corriendo a la habitación y nos abrazó, haciendo nuestro abrazo de dos en un asunto de familia. Miré a Preppy y a Bo, que estaban apoyando una mano sobre mi vientre. Le enseñaríamos que la familia lo era todo. Y que lo teníamos todo.

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Dre es una puta maga. Después de que se recuperó de sus heridas, siguió con la compra de la casa que quería renovar con la ayuda de un agente de bienes raíces que no quería asesinarla a ella o a nuestra familia. Estaba embarazada de cinco meses, arrodillada en la casa, pegando algunos de los frisos rotos de nuevo en su lugar. —Tienes que dejar de trabajar tan duro —dije levantándola del piso—. ¿Por qué Kevin no está ayudando? —Lo está. Ha estado aquí todo el día —dijo. Kevin seguía viviendo en nuestra casa y le echaba una mano a Dre cuando no trabajaba para mí—. Sólo fue a la ferretería. —Bueno. No me gusta la idea de que estés sola aquí —dije.

—Está casi terminado —dijo Dre, mirando a su alrededor a la nueva pintura de las paredes, los pisos y las nuevas ventanas con las etiquetas todavía en ellas. —Me parece increíble —dejé caer mi mirada a sus tetas, de las que no podía tener suficiente, pero ahora que estaban hinchadas era como si estuvieran llamándome todas las horas del día y la noche.

Preppy ven a jugar con nosotras Preppy ven a follarnos. —El agente de bienes raíces ya tiene alguien interesado y ni siquiera está terminada, ¿puedes creerlo? —preguntó alegremente, agitando sus tetas mientras saltaba emocionada de un pie a otro. —Puedo creerlo —dije, inclinando su barbilla hacia mí—. Porque creo en ti. —¿Entonces me lo vas a decir? ¿O qué? —preguntó Dre, sabiendo que acababa de venir de una audiencia en el condado. Oficialmente era el primer cultivador de marihuana medicinal autorizado en el estado. King, Bear y yo íbamos legítimamente... más o menos. —Lo conseguimos —le dije, incapaz de esconder mi sonrisa. —¡Mierda! —saltó a mis brazos y envolvió sus piernas alrededor de mí, enviando una sacudida de conciencia hacia mi verga cuando su calor me frotó. Sus ojos se oscurecieron y se mordió el labio. La apoyé contra la pared—. ¿Qué dices si comenzamos una nueva tradición?” —¿De qué se trata? —preguntó mientras apretaba mi dura verga contra su suavidad. —Creo que esta casa necesita ser bautizada —apreté su culo más fuerte, haciéndola muy consciente de mis intenciones. Su gemido fue la única respuesta que necesitaba. En cuestión de segundos me había despojado de sus pantalones cortos y la tenía recostada contra las escaleras mientras me conducía en su coño apretado una y otra vez hasta que nuestros gritos resonaron por toda la casa vacía.

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Me caí al lado de ella y apoyé mi cabeza en sus tetas. Tracé mis dedos sobre su pequeño vientre. —Todavía no puedo creer que esté realmente embarazada —dijo, observándome. Me burlé—. No puedo creer que hayas subestimado el poder que estaba cargando. —Hmmmmm. Creo que todavía lo estoy subestimando —la miré—. ¿Crees que puedes mostrarme este poder del que hablas de nuevo? Mi verga saltó en atención casi tan rápido como yo lo hice. —Joder, claro que puedo —me deslicé de nuevo dentro de mi esposa, sintiendo el amor, la felicidad y sintiéndome nunca más vivo. Seguiría asegurándome de que ella sintiera cada onza de amor que sentía por ella. Le hice promesas que mantendría o moriría tratando. Hasta que Ni la muerte nos separe.

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EPILOGO



Un mes despuES MIERDA —MALDIJE. SALTANDO cuando Panqueques empujó su fría nariz contra la parte posterior de mi pantalón. Casi tiraba la caja que había estado llevando, el hombro todavía débil por la herida de bala, pero en general estaba curándose muy bien. Apunté a Panqueques—. Amigo, está mal visto llegarle a alguien por detrás sin una advertencia adecuada, confía en mí, yo sé de estas cosas —regañé. 184 King apareció en la puerta—. Siempre está haciendo eso. Es como su marca —dijo. El coyote salió disparado por la puerta y desapareció—. Supongo que tampoco le gusta que le digan qué hacer. —Supongo que no —concordé. King me siguió a mi coche. —Así que dime esto, Jefe. ¿Bear creyó que era un gran motociclista patea-culos que no podía conseguirse un perro normal como una persona normal? —pregunté—. Me refiero a que podría haber conseguido un labrador o un caniche, o incluso uno de esos que mezcla a los dos, un labraniche o alguna mierda así. No. El hijo de puta tuvo que ir y conseguir un maldito coyote. King sonrió—. ¿Eso viene del tipo con un cerdo gigante? —Oscar es lo máximo, hombre. Hablando en serio. Voy a conseguirle a Bear un Goldeniche o alguna mierda para Navidad.

—¿Te has establecido y ahora eres un experto en el perro perfecto para la familia? —Cuando te cases, lo entenderás —dije sarcásticamente. —¿Ah, sí? Nos cansamos de postergarlo, así que fuimos y lo hicimos —dijo King, como si no fuera gran cosa. Noté un tatuaje en su mano que nunca había notado antes con el nombre de Ray y los de los niños unidos alrededor de su dedo anular. —Oh, sí, eso... ¡Espera, qué! ¿Hiciste qué? —pregunté—. ¿Y no fui invitado? —Nadie lo estuvo. Fue el día que te dejamos con los niños. Me estaba cansando de no tenerla como mi esposa y ella me dijo que no quería la fiesta así que lo hicimos. Ahora es la señora de Brantley King y yo soy un viejo hombre casado como tú. —Guao, felicidades, hombre —dije—. ¿Crees que cuando Bear se case él va a tener la boda completa de motociclista con peleas y motores acelerando durante la ceremonia? —Probablemente —concordó King. —Me pregunto si usará una camisa... —¿Entonces finalmente viniste a buscar el resto de tu mierda? —preguntó King señalando la caja en mis brazos. La dejé en mi maletero y lo cerré de golpe, limpiándome el polvo de mis manos sacudiéndolas—. Sí, pensé que no te hacía ningún bien tenerlas por aquí ocupando espacio cuando ya no estoy viviendo aquí. King y yo nos apoyamos en mi maletero. Encendió un cigarro y me pasó el encendedor para poder hacer lo mismo. —Sé que me fui hace poco y todavía vengo casi todo el tiempo —dije, mirando hacia la casa que había sido mi casa durante diez años, menos varios meses en Narnia—. Y se siente extraño decir esto, pero voy a extrañar este lugar. Creo que dejar algo de mi mierda aquí me hizo sentir que no me había mudado realmente, no del todo. ¿Ahora? Ahora todo se siente muy jodidamente real.

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—¿Qué es lo que más vas a extrañar? ¿Las fiestas? ¿Las chicas? ¿Todas las putas decisiones que tomamos? —preguntó King con una sonrisa. Tomó una larga calada de su cigarrillo, apagándolo en la grava. —Oye, déjame decirte que algunos de mis recuerdos favoritos empezaron con esas malas decisiones —señalé—. Siento la necesidad de defender toda la diversión ridícula que tuvimos aquí. —¿Recuerdas el día en que nos mudamos? —preguntó King, mirando hacia la casa. —Como si fuera ayer. —Fue un buen día —dijo King. Me rasqué la nariz y sacudí el humo de mis ojos—. Fue el MEJOR puto día, Jefe — concordé—. El MEJOR. King asintió y los dos permanecimos allí, mirando a la casa como si estuviéramos esperando que interviniera con una opinión. El día en que nos mudamos fue realmente un gran día. Ninguno de nosotros tenía mucho así que cuando nos trasladamos del apartamento infestado de cucarachas en el que habíamos estado rentando anteriormente sólo tomó un viaje. Y entonces sólo éramos los dos en una casa vacía con un viejo grabador. Nos turnábamos eligiendo canciones para escuchar mientras bebíamos de la botella de whisky y esnifábamos líneas del mostrador de la cocina. —Sólo éramos un par de niños estúpidos en ese entonces —dije—. Estaba tan deteriorada entonces —señalé la pintura fresca y el nuevo revestimiento—. Me gusta lo que has hecho con el lugar. Cómo tú y Ray lo han arreglado todo. Parece más adulto y menos 'hey, mucha mierda ilegal ocurre dentro.' King sonrió—. Era una gran casa entonces y lo es ahora. Es simplemente un tipo diferente de bueno —inclinó la cabeza hacia un lado—. Sabes que puedes construir el resto del garaje si quieren quedarse aquí con la familia. Podría haber espacio para todos. Quiero decir, mierda, puedes construir todo el camino hasta el rompeolas si quieres. Es tu casa también, lo sabes. Siempre lo ha sido —King bajó la voz—. No tienes que vivir en ningún otro lugar.

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Puse una mano en el hombro de King—. Creo que son las frases más consecutivas en las que alguna vez te he oído hablar a la vez —dije. King me dio un puñetazo en el brazo y lo froté, fingiendo que realmente me había hecho daño. Aunque en realidad, picaba como un hijo de puta, pero nunca se lo haría saber. —Sabes lo que jodidamente quiero decir, Prep —dijo King—. No quiero que pienses que no puedes estar aquí. Ya sabes, porque Ray te quiere aquí. —Oh, RAY me quiere aquí. ¿Es eso? —bromeé—. Nadie más. —Sip. Sólo ella. Creo que deberías alejarte de mí calzada —dijo King, lanzándome una mirada de reojo, sus hombros temblaban mientras él silenciosamente se reía de su propia broma. Suspiré—. No es como si estuviera al otro lado de la luna. Estoy a sólo unas cuadras de distancia. Te digo algo, cuando te sientas triste y solo y necesites tu Preppy arreglo puedes venir a acurrucarte conmigo si te cansas de acurrucarte al lindo culo de esa hermosa mujer tuya —dije. —No veo que eso suceda —dijo King con la clase de sonrisa en su rostro que ni siquiera poseía antes de que Ray apareciera. —Sí, eso pensé —estuve de acuerdo. King suspiró—. Bueno, si insistes en irte, entonces tengo algo para ti. Dos cosas en realidad —empujó dos sobres de papel amarillo en mis manos. —¿Qué carajo es esto? —pregunté, volteándolo para inspeccionarlo—. ¿Ántrax? —Sí, Prep. Tus regalos por mudarte son sobres llenos de veneno mortal —dijo King tajante—. Sólo jodidamente ábrelos. —Oye, siempre tienes que preguntar —dije, abriendo la parte superior y mirando dentro—. ¿Qué coño es todo esto? —saqué uno de los rollos de dinero de tamaño de una pelota de béisbol de una docena de otras pilas gruesas de cientos.

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—Te lo dije —dijo King—. Siempre ha sido nuestra casa. La compramos juntos. Pusiste el mismo dinero, sudor y trabajo duro en este lugar —señaló el dinero—. Te estás mudando, así que esa es tu mitad de lo que vale el lugar. —Creo que estás muy por encima de la estimación del valor —argumenté—. Hay mucho más aquí. Aunque para mí siempre sería incalculable. King metió las manos en sus bolsillos traseros—. Eso es porque también está tu parte de todo, desde cuando te fuiste. Además, estás a punto de ser papá otra vez. Lo vas a necesitar. —Jefe —empecé—. No tienes que hacerlo —sostuve el sobre para que lo tomara— . Nunca esperé que hicieras esto. No necesito que me des ningún puto dinero. Todavía tengo un montón de dinero enterrado de todos modos. Y tienes razón, este lugar siempre ha sido nuestro. Cualquiera de nosotros que viva aquí ni siquiera me importa. Esto... esto ni siquiera ha cruzado mi maldita mente. —Sé que no —dijo King, negándose a tomarlo de vuelta—. Pero es tuyo de todos modos. No voy a tomarlo de vuelta. —Gracias, Jefe —dije tirando el dinero en el sobre y metiéndolo bajo mi brazo. —Entonces, ¿qué es éste? —pregunté, sacudiendo el segundo sobre y escuchando por cualquier signo revelador de su contenido sacudiéndose. —Ántrax —dijo King con una voz inerte. —Te estás poniendo gracioso en tu vejez. King miró su teléfono—. Tengo que ir a buscar a los niños. Abre eso cuando llegues a casa —extendió su mano, pero en vez de abrazarlo como él esperaba, lo jalé en un abrazo de verdad. Permanecimos allí un momento, por debajo de los escalones de la casa que compramos juntos en el segundo en que pudimos conseguir el dinero, sin que ninguno de los dos se apresurara a soltar al otro. Cuando nos alejamos no hicimos contacto visual, y fue totalmente debido al polen en el aire que estaba provocando mis alergias haciendo que mis ojos se aguaran. King

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debía de tener las mismas alergias, lo cual era la razón por la que estaba sorbiendo— . Gracias —dije otra vez, sin saber qué más podía decirle. Ya me había dado tanto. Más de lo que él podría saber. Me defendió cuando nadie lo hizo. Me protegió cuando no pude protegerme. Se convirtió en familia cuando no tenía una. King se encogió de hombros y se aclaró la garganta—. Habrías hecho lo mismo por mí —dijo, casualmente. Sonreí y finalmente encontré la mirada acuosa de mi amigo—. No. No, no lo haría —los dos estallamos en una risa incontrolable. Fue totalmente nuestra risa lo que desencadenó que las lágrimas inducidas por la alergia fluyeran por nuestras caras mientras nos abrazamos de nuevo antes de que finalmente me girara y me metiera en el coche sin mirar atrás. Y fue totalmente la risa de nuevo que fue la razón por la que tuve que detenerme al costado de la carretera a menos de una cuadra de distancia para pasar diez minutos limpiando mi estúpido rostro goteando para que pudiera ver lo suficientemente bien como para conducir el resto del camino a casa.

Putas alergias. Puta risa. Cuando por fin me detuve en la carretera, miré hacia el espejo retrovisor y observé la casa sobre pilotes. Lo único que King y yo soñábamos tener de niños, la primera casa real que había tenido, cada vez más pequeña detrás de mí. Sorbí y me limpié la nariz con el dorso de la mano. Todavía estaba en mi coche, holgazaneando en la entrada de la casa que ahora llamaba hogar, cuando abrí el segundo sobre de King. Saqué un marco de fotos. El marco real no era nada especial, pero lo que estaba dentro de él lo era. Era el dibujo que King y yo habíamos dibujado juntos en mi cuaderno el día que nos conocimos en el patio de recreo, como dos niños que no sabían nada de la vida excepto que podía ser fría y cruel. Pasé mis dedos sobre los monigotes de King y Preppy, y luego la casa

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de pilares de Star Wars. Me reí de la sangre de mi nariz rota salpicada en la página e hice una nota mental de que Tyler, el bravucón responsable de esa nariz ensangrentada, estaba pendiente desde hace tiempo por la tirada de huevos a la casa. Leí sobre nuestras notas en letras mayúsculas mal escritas. HOBBIES estaba en negritas con King: Mierda de arte y Preppy: perras escrito debajo. Junto a HOBBIES estaba METAS. Debajo habíamos escrito: Poseer la ciudad. Ser nuestros propios jefes. Matar a cualquiera que se interponga en nuestro camino. Ese día cambió todo. ME cambió. King y yo entramos a ese patio de recreo como niños sin futuro. Nos fuimos con uno que habíamos creado. Garabateado en la parte inferior del marco, en marcador negro, en la caligrafía de mierda de King, estaba una sola frase.

Hicimos todo y mucho más. —Sí, sí jodidamente lo hicimos —dije en voz alta, parpadeando las lágrimas frescas y sonriendo como un loco idiota. Putos mejores amigos.

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EL PUTO FIN

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NOTA DEL AUTOR Estimadas asombrosas lectoras, Escribir la Serie King ha sido un viaje salvaje y loco. Gracias por haberse puesto en esto conmigo. Gracias por abrazar a los personajes y sus historias. King, Bear, Preppy, Ray, Thia y Dre les agradecen por su amor. Cuando lancé mi primer libro, The Dark Light of Day, nunca pensé que una sola persona leyera una sola palabra que escribiera. Era un sueño para mí lanzar un libro y eso era suficiente para mí. Pero entonces estaban ustedes. Las lectoras. MIS lectoras. Exigieron más de mí. Me tomó un tiempo, pero te di todo lo que tenía y luego con King. He crecido mucho a través de estos últimos NUEVE libros y han estado ahí conmigo en cada paso del camino. Me han apoyado. Se han reído conmigo. Han llorado conmigo. USTEDES han hecho realidad mis sueños. Estoy llorando ahora mientras les escribo esto. Este puede ser el final de la serie King, pero tengo un spin-off planeado. Nunca diré que absolutamente no voy a volver a estos personajes, porque es demasiado definitivo y no sé qué historias tratarán de contarme en el futuro.

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Sin embargo, esto NO SIGNIFICA el final de T.M. Frazier. PROMETO que si continúan aferrándose a mí, seguiré quedándome con ustedes y verteré todo lo que tengo en mis historias. Gracias por exigir más. Humildemente suya, T.M. Frazier PD: Únanse a mi grupo de lectores de Facebook, FRAZIERLAND. ¡Es el mejor grupo de lectores NUNCA VISTO!

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State Bohr's Postulates. Derive the expression for the radius of the first orbit in a Hydrogen atom. Radius of the first orbit of a Hydrogen atom is 5.3 x 10-11m. What are the radii of the n2. and n3 orbits? *****. Page 1 of 1. 2ndYear-Part-III-Physi

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(a) A (b) D (c ) E and (d) K. 17. Write short notes on (a) Analgesics and (b) Food Preservatives. 18. Explain (a) Sandmeyer reaction and (b) Carbylamine reaction.

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