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Sinopsis

Capítulo 17

Prólogo

Capítulo 18

Capítulo 1

Capítulo 19

Capítulo 2

Capítulo 20

Capítulo 3

Capítulo 21

Capítulo 4

Capítulo 22

Capítulo 5

Capítulo 23

Capítulo 6

Capítulo 24

Capítulo 7

Capítulo 25

Capítulo 8

Capítulo 26

Capítulo 9

Capítulo 27

Capítulo 10

Capítulo 28

Capítulo 11

Capítulo 29

Capítulo 12

Capítulo 30

Capítulo 13

Capítulo 31

Capítulo 14

Epílogo

Capítulo 15

Sobre la autora:

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Capítulo 16

Después de un gran dolor, Valerie Zuniga promete no dejar que Alex Moreno vuelva a lastimarla. Un año después, se ve forzada a reunirse con él en una fiesta donde un inesperado beso ardiente le dice que está muy lejos de superarlo. De ninguna manera será succionada otra vez en esa tormenta. Se resistirá a él incluso si eso significa usar la única cosa que detendrá a Alex al instante: otro hombre.

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Alex viene de uno de los peores años de su vida. Había pasado tanto tiempo revolcándose en la auto-compasión, que nunca se dio cuenta cuánto había extrañado a Valerie. Eso es hasta ese beso. Ahora, está decidido a recuperarla de una manera u otra, y ningún hombre se interpondrá en su camino. En especial luego de descubrir que Valerie podría estar en peligro, un peligro del que se siente responsable.

Traducido por Itorres Corregido por Nanis

V

alerie aún no podía creer que realmente estaba de espía. Aun con todo lo que le había hecho pasar Alex Moreno, estaba furiosa de haber llegado a esto. Cambió el canal de la radio del coche y echó un vistazo a su reloj. 9:45 p.m. Sus dedos golpearon el volante. Con un profundo suspiro, se quedó mirando al camino de entrada vacío. ¿Dónde diablos estaba? Durante el tiempo que había conocido a Alex, su relación se había complicado. Este último mes y medio había sido la excepción. Habían sido inseparables y las cosas finalmente comenzaron a sentirse en serio. Prácticamente había vivido en su casa hace dos semanas. Algunas veces, pensó que él dio a entender que debería. Cuando finalmente regresó a casa el domingo, él dejó de llamar y devolver sus llamadas. Al igual que todas las otras veces, desapareció de ella otra vez. Un mes entero de llamadas justo antes de acostarse, a continuación, a primera hora de la mañana, después de dos semanas de "No te vayas, quédate conmigo". ¿Entonces nada durante cuatro días? ¿Estaba bromeando?

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Todas las otras veces que había hecho esto, lo dejó pasar. Él siempre reaparecería finalmente con alguna mala excusa, y al igual que un perrito enfermo estaba tan dispuesta a saltar de nuevo a sus brazos. Bueno, ya no más. Debió haber hecho esto hace mucho tiempo. Valerie se removió en su asiento, frotándose las manos sobre los muslos. Su cabeza le dijo que era mejor estar lista. La verdad saldría esta noche de una manera u otra. La verdad que había sabido todo el tiempo, pero no se atrevía a enfrentar. Muy dentro de ella siempre había sabido que Alex Moreno no era hombre de una sola mujer. Lo había codiciado durante toda la secundaria. Incluso entonces había sabido que estaba fuera de su alcance. Como el magnífico atleta de la escuela secundaria tenía chicas sobre él. Él había salido con ella sólo por diversión y estaba bien con eso. Al pasar los años, se quedó en su vida de vez en cuando. Pero nunca se quedó por demasiado tiempo. Lo aceptó. Durante todo este tiempo se dijo que era porque estaba demasiado ocupada con su educación y su carrera como para estar atrapada en algo demasiado serio. La verdadera razón estuvo siempre en el fondo de su mente. La

sola idea de presionar demasiado y perder la poca relación que tenía con él la asustó más de lo que nunca lo admitiría. Intentó muchas veces en el pasado tener una ruptura tranquila con él, pero nunca fue lo suficientemente fuerte como para seguir con eso. Bueno, tenía que ser fuerte ahora. No podía soportarlo más. No después del mes y medio que acababa de pasar. El dolor de no saber dónde estaba y con quién finalmente acabo pesando más que el temor de conocer la verdad y terminar las cosas bien. Se debía a sí misma averiguarlo de una vez por todas, si el corazón de él estaba tan involucrado en esto como el de ella o si todo esto era sólo un juego, un juego que continuaría durante el tiempo que ella lo permitiera. Incluso con su cabeza diciéndole que esperara lo peor, finalmente conseguiría el cierre que necesitaba para irse bien, su corazón estaba todavía manteniendo la esperanza de que había una explicación convincente. Que él sentía por ella lo que ella siempre había sentido por él. Valerie observa un poco alrededor del coche de su compañera de cuarto. Habían intercambiado coches durante toda la semana para que él no la reconociera estacionada en la calle. Durante toda la semana se acobardó con la esperanza de que hubiera noticias de él y no tuviera que pasar por esto. Ahora era jueves, y todo lo que había recibido hasta ahora era un par de lastimosos textos diciendo que estaba muy ocupado y que la llamaría pronto. Los faros iluminaron la oscura calle. Valerie se hundió en su asiento. La camioneta de Alex pasó por el coche donde ella se agachó sin ser detectada. Se hundió tanto que no era capaz de ver si él estaba solo o no. Moviéndose arriba lo suficiente alto para que sus ojos estuvieran sobre el tablero lo vio caminando alrededor de su camioneta y en dirección a su puerta principal. Solo.

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Un rayo de esperanza bailó en su corazón. Quizás sólo estaba ocupado. Se sentó erguida una vez que él había ido dentro y se quedó mirando a su teléfono. Estaba en casa, terminado el día. Así que, ¿por qué no le llamaba? ¿Podrían estas últimas seis semanas haber estado realmente en su cabeza? ¿Acababa de imaginar un aumento de afecto de parte de él? No podía ser ella tan delirante. ¿Lo estaría? Él dijo que se preocupaba por ella. No podía dejar de pensar en ella. ¿Cómo pudo pasar por cuatro días enteros sin ni siquiera llamarla? ¿No dijo que la extrañaba, maldita sea? La calle se iluminó de nuevo al momento que otro coche pasó cerca. Desaceleró cuando pasó a su lado y se detuvo frente a la casa de Alex. Valerie contuvo el aliento. La puerta se abrió y salieron un par de piernas largas. Adjunta a

las piernas salió una chica de unos veinte años en pantalón corto y una camisa apretada que decía UCSD1 en sus pechos. Valerie vio que la chica abrió el maletero y sacó lo que era algo demasiado grande para ser un bolso. Su respiración se detuvo. Cada vez que ella vino en estos últimos días, Alex había sido insistente en que trajera un bolso para pasar la noche. ¡El bastardo! Valerie podía sentir subir su presión arterial, su pecho se contrajo. Esto era todo, la prueba de lo que había sabido todo este tiempo y sin lugar a dudas. Vio a la chica empujar su largo cabello negro sobre su hombro y se dirigió hacia Alex. Los ojos de Valerie se quedaron pegados a ella. Su pulso latía en sus oídos. Parpadeó para alejar las lágrimas que nublaban su visión. Alex estaba en la puerta antes de que la chica incluso llegara allí. ¡La estaba esperando! Valerie sintió que su corazón se hizo añicos. Lo había sabido todo el tiempo y sin embargo, no estaba en absoluto preparada para el agudo dolor. Cerró los ojos al momento que Alex puso la mano en el hombro de la chica. No podía soportar ver. Valerie abrió los ojos a tiempo para ver la puerta cerrarse detrás de la chica. Dejó escapar un suspiro tembloroso. Su mente daba vueltas, considerando la mejor manera de manejar esto. Cálidas lágrimas corrían por sus mejillas. A pesar de que había pensado en las posibilidades, en realidad nunca planeó lo que haría si lo atrapaba de manera in fraganti. Tomó el teléfono y lo llamó. Por supuesto, la llamada fue al buzón de voz. El oír su voz en el saludo sólo la enfureció aún más. Sin pensarlo más, salió disparada del auto, cerrando la puerta detrás de ella.

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Limpió las lágrimas, contuvo respiraciones profundas para tratar de calmarse. Caminó hacia la puerta principal, tratando desesperadamente de recobrar la compostura. Muchas palabras para elegir le vinieron a la mente las cuales quería gritarle. Los dos que más quería eran: ¡Se acabó! Realmente se acabó, esta vez para siempre. Nunca en todos los escenarios horribles que había tenido en la cabeza en los últimos años se dio cuenta de lo insoportable que sería el dolor. El pensamiento de él con otra persona ni siquiera se podía comparar a verlo realmente. Tocó el timbre, y luego llamó inmediatamente. Después de unos segundos, volvió a tocar. Se abrió la puerta y, aunque sólo habían pasado días desde que lo había visto por última vez, todavía tenía que tomar un momento para observarlo completamente. El hombre era irreal. Estaba ahí, todo su uno noventa y dos metros de él. Sus oscuros, azotadores ojos la miraron, sorprendido. 1

UCSD: Universidad de California en San Diego.

―Valerie, cariño. No te esperaba. ―Por supuesto que no. ―Su voz se quebró pero se controló―. ¿Nueva huésped esta semana? Él se removió en el camino de la puerta y ella alcanzó a ver a la perra sentada en su mesa del comedor. La mesa en la que habían comido el desayuno que prepararon juntos justo ese domingo. La misma mesa que había movido de uno a otro lado, una y otra vez, diciendo que no podía mantener sus manos fuera de ella. Valerie sintió sus entrañas destrozándose. Algo se había encendido en ella. Algo terrible que jamás había sentido en su vida. Alex salió cerrando la puerta tras de sí. ―No, nena. Sé lo que estás pensando, pero puedo explicarlo. Él trató de agarrar su mano y ella la sacudió como si fuera basura. ―¡Vete a la mierda, Alex! Ya he tenido suficiente de tus mentiras. Se alejó, lista para entrar en histeria. La imagen de la chica sentada en su mesa, besándolo y haciendo cosas con ella… ―Valerie, ¡espera! Sus tacones altos hicieron clic fuertemente sobre el pavimento mientras tomaba velocidad. La alcanzó, tropezando mientras sus pies descalzos pisaron algo que aparentemente lo hirió. El hecho de que él había estado tan cómodamente descalzo con la perra sólo la enfureció aún más. Le tomó la mano, pero esta vez fue lo suficientemente apretado que no podía soltarse. ―Nena, escúchame. ―Habló directo en su cara―. Ella es un tutor. Valerie dejó escapar una risa sardónica. ―Wow, Alex, ¿las mentiras visten con muy poca ropa últimamente? ―No, realmente lo es. ―¿Se supone que con eso me sentiré mejor, Alex? ¿Follando con un profesor particular? ―gritó Valerie. Estaba perdida. A pocos minutos de tener una crisis real y tenía que salir de allí porque no sería bonito. Tiró de su mano y corrió hacia su coche. Alex la siguió.

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―Quiero decir que ella es mi tutor, Val. No quería que lo supieras. Por supuesto que no quería. Él la agarró de nuevo justo cuando llegó a la puerta del coche, con sus brazos alrededor como si fuera una loca. No quería sentir ninguna parte de él sobre ella nunca más.

―¡Aléjate de mí! ―Su agudo grito congeló a Alex momentáneamente. Debía verse tan loca como se sentía porque la miró sin decir una palabra―. ¿Te preocupas por mí en absoluto, Alex? ―El sabor de las lágrimas saladas y el rímel amargo se filtró en un lado de su boca. Sólo podía imaginar el lío que su cara era. Aun así él la miró fijamente, con los ojos abiertos―. ¡¿Lo haces?! Él dio un paso hacia adelante. Su rostro genuinamente dolido como todas las otras veces que le había dado excusa tras excusa. Comenzó a acercarse a ella de nuevo. ―Nena, por supuesto que lo hago. Yo… Ella alzo la mano, golpeando la mano de él lejos de ella. ―Entonces, ¡mantente alejado de mí! No vuelvas a llamarme de nuevo. ―Valerie no… ―¡Por favor, Alex! ―Abrió la puerta del coche, entró y cerró la puerta. La ventana estaba abierta y él se puso de pie frente a ella―. Prométemelo, Alex. No quiero que me llames nunca más. Sus ojos se oscurecieron, sus cejas se fruncieron. ―No. ―¡Te necesito fuera de mi vida! ―exclamó. Lo que necesitaba era la cordura y al mismo tiempo se sentía despojada de ella. Nunca en su vida se había sentido tan incapaz de controlar sus emociones. Luchó con el encendido del carro mientras Alex comenzó a tratar de explicar la ridícula historia de su tutora otra vez. Valerie pulsó el botón para cerrar la ventana. ―Valerie escúchame… Él todavía estaba hablando cuando ella comenzó a alejarse de la acera, casi atropellando sus piernas.

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Cómo superaría alguna vez a Alex estaba más allá de su comprensión, pero nada valía la pena para sentir este tipo de dolor de nuevo. Nada. Se alejó llorando. Alex Moreno había destrozado su corazón por última vez.

Traducido por flochi y karliie_j Corregido por Nony_mo

U

n año después:

Alex Moreno había experimentado la anticipación muchas veces, por sobre todo luego de no haber visto a Valerie por más de un día. Siempre había acogido la emoción y siempre sus sentimientos extraños eran recompensados. Pero ahora, esta anticipación era más de lo que Alex podía soportar. Esta anticipación no se había estado construyendo por semanas, sino por meses. Maldita sea, si no estaba empezando a sentirse molesto. Lo que estaba sintiendo ahora no tenía sentido. Por tercera vez, se limpió las palmas húmedas con una servilleta y la lanzó a la basura. No lo entendía. Claro, esperaba estar emocionado de volver a verla. No la había visto por más de un año. Pero no podía entender por qué sus nervios lo estaban engañando en todos los sentidos. ¿De qué demonios estaba nervioso Alex Moreno? Era Valerie. Y qué, se dijo a sí mismo. Nunca estuvo nervioso antes respecto a verla.

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Como dama de honor y prima de la novia, Valerie Zuniga estaba obligada a estar en todos estos eventos familiares. Alex había tenido tiempo de sobra para prepararse mentalmente, y pensó que ya lo estaba. Seguro, había pasado más de un año desde la última vez que la vio o habló con ella. Sin embargo no tendría que ser tan importante el hecho. La vería, se pondrían al día con respecto a sus vidas, y ese sería el fin. Se fue caminando lentamente al patio trasero de sus padres. El nudo de su estómago apretando sus entrañas y torciendo cada vez con más fuerza desde el momento en que se despertó. Intentó concentrarse en los toques finales, allí delante de él, el patio trasero transformado por las mesas y sillas puestas bajo un enorme dosel que bloqueaba el sol caliente de California desde casi cualquier lugar en el patio. Sus padres no se iban con vueltas cuando hacían una fiesta. Para ellos, esto era algo enorme. Su hermano menor, Ángel, sería el primero de los hermanos en casarse. Los Moreno iban por todo y sin escatimar gastos. Esta era solo la despedida. Para la boda todavía faltaban meses.

Alex miró alrededor. Todo estaba preparado. Los dos amigos de Ángel, Romero y Eric, estaban acomodados en el bar. Alex pensó que debido a que eran los padrinos de la boda de Ángel, él los dejaría encargarse de algo importante en la boda. ¿Quién sería más apropiado para atender la barra que esos dos? Ángel asomó la cabeza por la puerta trasera. ―¿Están listos? Están llegando las personas. Eric le dio el visto bueno, mientras que Romero siguió obsesionado con la forma en que los barriles se colocaron. Alex se acercó a ellos. ―Es suficiente, Ramon. ¿Qué estás haciendo? Romero siempre usaba su apellido. Alex solamente lo llamaba por su nombre, Ramon, cuando quería molestarlo. ―No sabes nada sobre esto. ―Romero ni siquiera levantó la mirada mientras seguía moviendo el barril de cerveza dentro del barril más grande de hielo hasta que consiguió ponerlo bien. ―Manejo un restaurante con un bar. Tú eres un gorila. Romero se irguió. ―Soy dueño de una firma de seguridad. A Alex le encantaba tomarle el pelo a Romero. Era el único de ellos que se había saltado la universidad. En cambio, trabajaba como gorila en varios bares y haciendo investigaciones privadas para unas pocas agencias, todo eso mientras ahorraba para empezar su propia firma de seguridad. En realidad lo había hecho bien por sí solo. A los veintidós, ya era dueño de su propio negocio. Incluso Alex admitió que estaba impresionado, pero nunca se lo diría a Romero. Era demasiado divertido burlarse de él. ―Tienes dos empleados. ―Alex intentó no reír. ―Hay cuatro ahora, idiota. Y estoy buscando contratar más en caso de que estés interesado. Me estoy volviendo una persona muy ocupada.

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―¿En serio? ―preguntó Eric―. No sabía que el negocio marchaba tan bien. ―Sí, y ahora me estoy diversificando. Acabo de recibir mi licencia de investigador privado. Estás mirando al investigador privado Romero. ―¿En serio? ―Eric sonrió, impresionado―. Entonces, ¿tienes que espiar a personas y esas cosas?

Alex puso sus ojos en blanco. Deja que Eric te arruine la diversión. Romero empezó a decirle a Eric sobre todos los artilugios que recientemente compró para seguir a las personas, y Alex perdió el interés. Se dio la vuelta para ver a las personas entrando en el patio por la puerta de la cocina. Alex frunció el ceño. Se suponía que iban a ingresar por la puerta lateral. Miró hacia esa puerta. Ahí fue cuando la vio. Sintió como si el aire fuese succionado de su cuerpo. Su corazón hizo un galope salvaje y tragó saliva con fuerza, intentando mantener la calma. Le sorprendió lo diferente que se veía de hace un año. Seguía siendo la misma Valerie que había conocido desde la preparatoria. Delicadamente menuda y rubia y, sin embargo, algo estaba diferente. Tan pequeña como era, su entrada fue impresionante. Alex pensó en lo ocupada que ella había estado hace un año, trabajando para conseguir su licencia en bienes raíces. Pasó la mayor parte de su tiempo estudiando para el examen estatal en sus jeans andrajosos o pantalones cortos y camisetas usadas. Las camisetas de él. Recordó su cabello rubio miel, constantemente sujeto en una coleta. Ahora estaba allí en una sexy minifalda marfil de traje, el único color en su atuendo era una camisola rosa de encaje debajo de la chaqueta. Sus rizos dorados estaban recogidos de manera glamorosa, con mechones cayendo perfectamente en torno a su rostro. Los reflejos de su cabello acentuando sus pómulos altos. Entonces sonrió con esos labios llenos de los que él nunca había sido capaz de conseguir lo suficiente. Hermosa. Estaba usando sus característicos tacones altos. La miró con asombro mientras atravesaba el patio para saludar a Ángel y a su prometida, Sarah. Siempre había impresionado a Alex que no solo pudiera caminar en esos enormes tacones, sino que lo hiciera con tanta elegancia.

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La postura de Valerie era tan perfecta como siempre. Siempre había exudado confianza. Esa fue una de las cualidades que primero lo atrajeron hace tantos años. Fue consciente de que no había despegado sus ojos de ella desde el instante en que entró por la puerta. Plenamente consciente, y no le importaba. Sus ojos recorrieron su cuerpo libremente, desde arriba hacia abajo y luego de nuevo. Había esperado que fuese agradable volver a verla. Agradable ni siquiera comenzaba a describir lo que estaba sintiendo en este momento. ―Maldición, ¿esa es Valerie? ―preguntó Romero. Alex se puso rígido. Incluso después de todo este tiempo, no le gustaba que nadie más la mirara de esa manera, en especial el idiota de Romero.

―Trajo una amiga, Romero ―señaló Eric―. Quizás ella interceda por ti. Seguro que lo necesitarás. Para su alivio, la única persona con la que caminaba Valerie era su compañera de cuarto, Isabel. Después de todo este tiempo, la posibilidad de que apareciera con otro sujeto le había quitado las últimas noches de sueño. No estaba seguro de la razón. Había pasado tanto tiempo que tendría sentido que estuviera saliendo con alguien ahora. No debería molestarlo. La había superado hace mucho tiempo. Alex solo se había encontrado con Isabel unas pocas veces. Era mucho más alta que Valerie y atractiva de una manera exótica pero inhibida, pero demasiado nerviosa para su gusto. Romero le dio una mirada. ―No es mi tipo. Eric se echó a reír. ―¿Desde cuándo tienes estándares? ―Soy un hombre de negocios ahora, Eric. Tengo una reputación que mantener. ―Romero volvió a mirar en la dirección de Isabel―. Además, parece suave. Necesito una mujer que pueda manejar todo esto. Romero se señaló a sí mismo con ambas manos desde la cabeza a los pies y sonrió con suficiencia. ―No serás capaz de manejarla. Confía en mí ―dijo Alex, todavía mirando fijamente a Valerie. No podía quitar sus ojos de ella, no es que estuviera poniendo algún esfuerzo tampoco. La observó mientras ella y Sarah reían de algo. Ángel dejó a las chicas y se acercó a Alex. ―Chupitos para todos. ―Romero sacó una botella de tequila y cuatro vasos de chupitos. Ángel se echó a reír. ―¿Estás loco? Ni siquiera son las tres.

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Alex finalmente despegó sus ojos de Valerie. ―Para mí nada. ―Nah. ―Romero sacudió la cabeza y siguió vertiendo los tragos―. Esto es una mierda. Tenía un fin de semana entero planeado en Las Vegas. Al menos concédeme esto.

Alex puso sus ojos en blanco. En el momento en que Ángel le dijo a esos dos tontos que quería que fuesen sus padrinos, empezaron a planear la despedida de soltero. Una semana después, Ángel anunció que no quería una despedida de soltero y se rehusó de plano a decir la razón. Solo dijo que no iba a pasar, punto. Romero todavía estaba empeñado en ello. ―Amigo, Ángel tiene que estar presentable al menos por unas horas más ―dijo Eric. Eric siempre había sido el de la cabeza fría entre los dos amigos de la infancia de Ángel. Algo bueno, también, porque ahora estaba unido a la hermana menor de Alex, Sofía. No es que alguien alguna vez fuese lo bastante bueno para su hermanita. Aun así, estaba contento de que entre los dos amigos hubiera sido Eric del que Sofía se enamorara. Habría vuelto loco a Alex si hubiera sido el crudo y franco Romero. El papá de Alex pasó haciendo sus rondas. Alex lo palmeó en el hombro. Su papá vio los vasos de chupitos. ―Uno más ―ordenó. Romero sonrió. ―Ayúdeme aquí, Sr. Romero, estos dos no quieren nada. El papá de Alex lo miró a él y a Ángel, ambos mirando en dirección a las chicas otra vez. ―¡Pónganse los huevos! Romero y Eric se rieron. Alex y Ángel intercambiaron miradas desconcertadas. Iban a tener que tomar al menos un trago. Lo que sea que el viejo quisiera, lo conseguía. Todos sostuvieron sus vasos de chupitos en alto y brindaron por Sarah y Ángel. Alex hizo una mueca, chupando una rodaja de lima, y se volvió justo a tiempo para ver a las chicas acercándose a ellos. Valerie se veía tan increíblemente bien que casi sentía como si la estuviese observando moverse en cámara lenta. Ella ni siquiera miró una vez en su dirección. Sofía fue la primera en hacerles frente.

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―Chicos, ¿se están divirtiendo? ―Abrazó a su padre y lo besó en la frente. ―Mantén a tus hermanos en línea, Sofie. ―Su padre se alejó e inmediatamente empezó una conversación con el grupo de la mesa más cercana al bar. ―¿Qué? ¿Mis hermanos no se están comportando? ―bromeó Sofía.

Alex apenas podía concentrarse. Sus ojos una vez más recorrían cada centímetro de Valerie. ―Tus hermanos están siendo unos cobardes ―declaró Romero, ya preparando más chupitos. ―Tomaré uno ―dijo Valerie. Incluso su voz sonaba más femenina de lo que recordaba, más sensual. ―Valerie, no ―advirtió Isabel. Romero frunció el ceño. ―¿Quién trajo a la policía? ―¿Disculpa? ―Isabel miró a Romero. Romero dejó de servir, retrocedió e hizo una elaborada reverencia llevando su brazo encima de su cabeza y bajándolo a sus pies. ―¿Disculpa? Normalmente Alex se habría reído junto con los demás, pero estaba tan distraído intentando descubrir por qué Valerie seguía evitando sus ojos. Romero sacó otro vaso de chupito. ―¿Estás dentro, policía? Alex quitó sus ojos de Valerie lo suficiente para echar un vistazo a Isabel, que parecía estar tan molesta como solo Romero podía molestar a las mujeres. ―Tranquilo, Ramon. Valerie sonrió. ―Sí, por favor, sírveme uno. Alex se aferró al borde de la barra. Tenía que controlarse. Esta era la misma Valerie que había conocido por tanto tiempo. La Valerie con la que había salido y reído con tanta facilidad por años. Con la que había tenido alucinante sexo muchas, muchas veces. Tragó saliva con fuerza. Su Valerie. Romero pareció complacido y sacó otro vaso de chupito.

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―En un instante. Alex estaba determinado a no quitar sus ojos de ella hasta que lo mirara, y entonces los mariachis entraron. Todos se volvieron a observar al conjunto entrando, tocando fuerte y orgullosos. Por un momento, sus ojos se encontraron con los de Valerie y pensó que vio algo en ellos. Tal vez estaba buscando demasiado, pero por una fracción de

segundo, pensó que vio alarma en sus grandes ojos oscuros. Justo cuando no solo había hecho contacto visual con ella finalmente sino que estaba recibiendo algún tipo de emoción de ella, Valerie se giró para enfrentar a los músicos.

Valerie se concentró fuertemente en no saludar y miró a la banda de mariachis. Podía sentir la mirada de Alex sobre ella y su cuerpo se calentó. Su corazón no había dejado de palpitar desde el momento en el que había entrado y lo había visto. Había esperado sentir algo de emoción cuando lo viera pero esto, era demasiado. Se alegró de que él estuviera ocupado con los muchachos en el bar porque ella no podía ni siquiera hacer contacto visual. Pensó que el trago de tequila la ayudaría a calmar sus nervios. No lo hizo. ¿Cómo era posible que cada vez que lo miraba parecía más grande que la última vez? Él era, sin lugar a dudas, el hombre más devastador que jamás había conocido. Lo que lograba hacer con ella sin ni siquiera decir una sola palabra, incluso después de tanto tiempo, era absurdo. No estaba frente a él en ese momento y aún podía sentir su presencia pesando sobre su espalda. Las personas empezaron a brindar. Valerie abrazó fuertemente su pequeño bolso y forzó una sonrisa cuando Sarah y Ángel se besaron. Casi pegó un brinco cuando sintió su rostro en su oreja y su cuerpo caliente contra su espalda. ―¿No me vas a saludar, Z?

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Esa ordinaria pregunta con ese tono sugestivo la irritaban tanto como le alteraban los nervios. Él solo se había referido a ella como Z cuando estaba molesto con ella por alguna razón. Era una cosa de jugadores. Se llamaban unos a otros por sus apellidos y él se lo había impuesto pero solo cuando estaba enojado. No sonaba enojado ahora. Sonaba… ¿sorprendido? Eso era algo propio de él. Probablemente estaba disfrutando verla retorcerse. No le daría esa satisfacción. Cerrando los ojos por un momento, respiró hondo y después giró para enfrentarlo con una sonrisa. ―Hola, Alex. ―Entonces, ¿serví eso para nada? ―Romero apuntó hacia el shot que le había servido a Isabel. Valerie aprovechó para apartar la mirada de los penetrantes ojos de Alex.

―Romero, ella es Isabel, mi compañera de habitación. Isabel, él es Romero. Isabel suavizó su mirada. ―¿Pensé que era Ramon? Valerie sintió como la gran mano de Alex se deslizaba en la suya y su pulgar masajeaba sus nudillos. Le tomó toda su fuerza no estremecerse. ―Es Romero ―dijo él llanamente y empujó el vaso hacia Isabel. Isabel le dirigió a Valerie una mirada de exasperación pero tomó el vaso de todas maneras. Lidiaría con eso después. Ahora tenía que enfocarse en cosas más importantes. Lamió sus dientes para asegurarse de que no estuvieran manchados con lápiz labial antes de hablar nuevamente, y sintió que Alex le apretaba la mano. Él estaba pendiente de todos sus movimientos. Toda su atención estaba de vuelta en Alex. Él se veía increíble, como siempre. Su camisa suelta no hacía nada por ocultar su duro pecho y sus bien trabajados músculos. Era imposible no notarlo, entonces admitió: ―Te ves bien. ―Gracias. Tú te ves espectacular. ―Sus oscuros ojos enfocados en ella―. Te extrañé. Ella tragó. ¿De verdad? ¿Eso era todo? Hace algunas horas había estado segura de que por fin lo había superado y ahora estaba a punto de caer por dos simples palabras. ¿No podía ser más patética? Sus dedos aún estaban jugando con su mano y eso la sacaba completamente de quicio. Pensó en lo que ella e Isabel habían repasado en el carro en su camina hacia allí. Relájate. La indiferencia es la clave. Ya no estás interesada, no lo has estado desde hace un año. Se había reído de la innecesaria preocupación de Isabel. Ahora estaba enojada consigo misma por no haberse tomado la preparación más en serio. Antes de que hubiera podido recuperarse de su comentario, él le lanzó otro puñal.

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―¿Me extrañaste? ―La intensidad de su mirada era exactamente como la recordaba. No había disminuido para nada. En todo caso, era más fuerte que nunca. Él estaba tan cerca que podía sentir el olor a lima y tequila en su aliento, podía sentir la tensión en su cuerpo. Su teléfono sonó. No podría estar más agradecida en ese momento. Alex aún estaba esperando una respuesta. Ella buscó en su bolso y sacó su teléfono. Era Luke. ―Tengo que contestar. ¿Luke?

Las cejas de Alex se elevaron. Ella empezó a alejarse cuando el agarre de Alex se tensó. ―Valerie ―Luke sonaba un poco ansioso―. Siento haberte llamado. Sabía que ibas a ir a una fiesta hoy. No te retendré demasiado. Solo necesito saber si tienes una llave de la propiedad de Lemon Ridge, de la bodega. Trinity se llevó el único repuesto y no puedo encontrar la mía. Valerie estaba teniendo un mal rato tratando de prestarle atención a Luke. Él había hablado demasiado rápido y la mirada de Alex había estado sobre ella, sus cejas ligeramente fruncidas todo el tiempo. Captó la parte importante de lo que Luke había dicho, se aclaró la garganta. ―Sí, la tengo. ¿La necesitas ahora? ―No, mañana. ―Pudo escuchar el alivio en la voz de Luke―. Puedo pasar a buscarla en la mañana si quieres. No tienes que venir a la oficina. ―No, está bien, tenía planeado ir por un par de horas de todos modos. Luke le agradeció y como prometió, no la mantuvo al teléfono. En el momento en que ella colgó Alex habló. ―¿Luke? Sonrió y levantó un hombro, sin ofrecer ninguna explicación. Alex nunca había ocultado su lado posesivo. Algo que ella admitía, a veces le parecía excitante. Pero no caería de nuevo. No esta vez. Había tomado la decisión hace mucho, se había rendido con Alex y seguiría con su vida. Alex no la presionó, o dijo nada por un momento. Sus ojos eran penetrantes. Su acto de fortaleza estaba empezando a declinar. ―Escuché que estabas trabajando en tu licencia de corredor de bolsa. ¿No acabas de obtener tu licencia de bienes raíces? Valerie sonrió, agradecida por el cambio de tema. ―Ha pasado casi un año, Alex. Pero tengo que ser una agente por lo menos durante dos años. Me falta un año más. Tú me conoces. Estoy empezando a poner todo en orden para que en cuanto los dos años terminen, esté lista para empezar.

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―Sí, te conozco. Y no dudo que la obtendrás y saldrás corriendo. Él mostró esa bella sonrisa. Tan solo sus hoyuelos deberían ser ilegales. El modo en que su sonrisa mejoraba sus ya increíbles rasgos era tan injusto. Valerie se paró firmemente, no quería que él se diera cuenta lo que una sola sonrisa suya podía hacerle a su convicción. Se aclaró la garganta de nuevo. ―Entonces, ¿cómo has estado? Escuché que al restaurante le está yendo bien

Sus ojos habían estado sobre sus labios todo el tiempo en el que ella había hablado. Mantuvo la frente en alto, pretendiendo que no lo había notado. Solo que sus ojos la traicionaron y no pudo evitar mirar cuando él se lamió su labio inferior. Tragó fuertemente y regresó su mirada hacia sus ojos. La había sorprendido mirando y sus labios lentamente se curvaron en una media sonrisa. Sus hoyuelos aparecieron otra vez, tentándola. ―Sí, me mantiene ocupado. No tengo tiempo para nada más en estos días. Valerie casi rodó sus ojos y trató fuertemente de no fruncir el ceño. No quería que pensara que todavía le importaba. No importaba que tan ocupado estuviera, sabía que siempre se haría tiempo para la atención femenina. ―Y bien, ¿en qué más has estado, además de lo de bienes raíces? ―Su pulgar gentilmente acarició la parte exterior de su mano. Valerie casi pierde el hilo de sus pensamientos. De alguna manera, consiguió mantenerse tranquila. Alex nunca había tratado de ocultar el deseo cada vez que la miraba. Siempre había amado eso de él, pero en este momento solo quería que se detuviera. Estaba pasando un mal rato tratando de mantener la compostura. Se encogió de hombros casualmente. ―Trabajo mucho también, el mercado ha estado muy ocupado últimamente. Escribir ofertas y mostrar propiedades me quita la mayor parte de mi tiempo. Fue bueno que empezara en ese entonces, así no me quedó otra opción más que aprender rápido. Ahora es pan comido, solo consume tiempo. Alex parecía analizar cada una de sus palabras. ―No me sorprende, Val. Siempre has sido muy determinada. ―Él miró alrededor―. ¿Podemos hablar en privado?

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Su corazón se aceleró. Ella había pensado en la posibilidad de que Alex se comportara como antes. Él ciertamente no estaba perdiendo el tiempo pero a pesar de todo lo que ella se había preparado para ese momento, aún no se sentía lista. Aparentemente, fue una pregunta retórica. Lista o no, Alex no esperó por una respuesta. Ya estaban moviéndose entre la gente y Alex mantenía un agarre firme en su mano. En el momento en que doblaron la esquina y fuera del área de la carpa, donde guardaban todas las cajas de refrescos y botellas de agua, Alex la atrajo hacia él y la besó. Al principio con gentileza, tomando su rostro entre sus grandes manos, mientras su lengua trazaba sus labios lentamente. Las piernas de Valerie casi cedieron, pero no se resistió. No pudo. Dios, había extrañado tanto sus besos. Le dio la bienvenida a su lengua y correspondió el beso, al diablo la mujer fuerte.

Cuando él sintió su entusiasmo, gimió y succionó su lengua con una ferocidad que encajaba con la que había visto en sus ojos anteriormente. Se besaron sin ninguna restricción por unos largos minutos hasta que Valerie logró alejarse lo suficiente para recuperar el aliento, y sus pensamientos. Él la miró a los ojos, respirando pesadamente. ―Lo siento, dulzura. Ha pasado tanto tiempo. Es solo que no podía esperar más. Por un breve momento, había logrado aturdirla, pero Valerie recupero su compostura. Esto era lo que él siempre hacía. No podía comenzar con esto otra vez. Tenía que mantenerse alejada de Alex, por su propio bien. Se lo debía a su mallugado corazón. Se alejó de él y dio un paso hacia atrás. ―No puedo hacer esto, Alex. ―¿Hacer qué? ―Tú y yo. Sus ojos se entrecerraron de nuevo y él dio un paso hacia delante. ―¿Hay alguien más? Lo miró preguntándose qué pensaría sobre el hecho de que no había podido dormir con alguien más desde la última vez que había estado con él, y menos empezar una relación. Ese beso le había hecho darse cuenta de lo mucho que él le seguía afectando. Otro “dulzura” de su parte y seguramente la tendría retorciéndose entre sus sábanas esa noche. Tenía que parar esto ahora. ―De hecho, sí. Alex se congeló. ―¿Lo hay? Valerie asintió, manteniendo su barbilla en alto, dando su mejor esfuerzo para parecer convincente. Su único intento de estar con alguien más había resultado un completo desastre. Pero Alex no tenía por qué saber eso.

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―¿Desde cuándo? ―Su expresión era una mezcla de enojo y decepción. Apretó su cincelada barbilla mientras esperaba por su respuesta. Sabía que cualquier atracción que hubiera sentido por ella, incluso la física, había desaparecido. Ella siempre había sabido que si se involucraba con otro hombre sería el fin de su relación. Él nunca lo toleraría. Pero eso era lo mejor y ella mantuvo su posición.

―No mucho, tal vez un par de semanas. Ángel caminó alrededor del área de la carpa y se detuvo cuando los vio enfrentándose. ―Lo siento, solo necesito tomar una de estas. ―Apuntó hacia las cajas de agua embotellada―. La tomaré y luego los dejaré solos. ―Nah, ya hemos terminado. ―Los peligrosos ojos de Alex nunca dejaron de mirar a Valerie―. Estoy feliz por ti, Val ―le dijo con su maravillosa voz masculina por última vez antes de darse la vuelta y caminar hacia Ángel―. ¿Necesitas algo más? Ángel tomó la caja de agua y miró alrededor. ―Sí, toma una de esas cajas de Champagne, ¿puedes? Valerie se quedó de pie ahí aun después de que Ángel y Alex volvieron a la fiesta. Las lágrimas calientes quemaban sus ojos pero las apartó sabiendo que había hecho lo correcto. Dejar que Alex Moreno y el inevitable dolor que vendría con ello regresaran a su vida era lo último que necesitaba ahora. Temía tener que regresar a la fiesta y verlo toda la noche. Resultó que su aprensión era innecesaria. Él aparentemente se había ido y jamás regresó. Valerie trató de disfrutar el resto de la velada.

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No podía creer que finalmente había terminado. Valerie había estado enamorada de ese hombre desde que estaba en la preparatoria. Se lo había admitido a sí misma hace algunos años. De repente tenía sentido que sin importar por cuánto tiempo él desaparecía, o qué tan pobres eras sus excusas, ella siempre había deseado sacar las cosas adelante. Él siempre tenía una manera de derretirle el corazón, y ella lo ansiaba como nunca lo había hecho con otro hombre. Pero verlo con otra mujer había roto algo dentro de ella. La había lastimado de una forma en la que no quería volver a ser lastimada. Al venir hoy, nunca imaginó que se iría sintiendo un vacío en su corazón que superaba todos los corazones rotos del pasado. Estaba orgullosa de sí misma por no haber caído ante él, pero algo dentro de ella murió esa noche. Verlo de nuevo había sido la última prueba y la había pasado. Finalmente, mató la débil pero obstinada esperanza que había tenido por años. Solo que nunca había pensado que dolería demasiado.

Traducido por Jadasa Bo Corregido por Nony_mo

A

la mañana siguiente, Valerie despertó con una fiebre altísima. Había sido así desde hace tanto tiempo como podía recordar. Fue a una fecha tan lejana como cuando era una niña. El momento más memorable fue cuando un perro mató a su gato y lloró toda la noche. Su padre la llevó a Urgencias a la mañana siguiente porque su fiebre era tan alta. Los doctores lo atribuyeron a la deshidratación. Valerie sabía que esta vez era el tequila añadido a la misma. Tuvo más que un par de shots después de que Alex dejó la fiesta anoche. Luke ya había recogido las llaves de la propiedad que estaba mostrando ese día. Le llamó temprano para hacerle saber que no se sentía bien. Valerie se sentó en el sofá sorbiendo su Gatorade. Pensó en la fiesta de anoche después de que Alex se fue. Originalmente, planeó no admitirle a Isabel el exacto lío que fue en realidad. Pero Isabel sabía todo sobre ella llorando enferma sus últimas penas. No había manera de ocultar el hecho vergonzoso de que lloró hasta quedarse dormida anoche. Así que, lo confesó y dejó que Isabel supiera cómo de patética era ella.

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De todos modos, era muy poco lo que ocultaba de Isabel. Isabel no era solo su compañera de cuarto, era su mejor amiga. Se conocieron en su primer año de universidad y se vieron obligadas a compartir un dormitorio. Al principio, se odiaban. Eran polos opuestos. Valerie una chica pequeña, desaliñada, rubia y fiestera e Isabel era alta, morena, tan quisquillosa como podía, y todo sobre ser estudiosa. No fue hasta una de las primeras veces que Alex rompió el corazón de Valerie que se unieron. Esa noche Isabel fue la única alrededor para consolarla. Después de hablar casi toda la noche Valerie decidió ayudar a Isabel a salir de su concha y vivir un poco. Isabel no era poco atractiva, solo un poco demasiado simple en su gusto por la ropa y el maquillaje. Valerie siempre le decía que tenía los ojos más sensuales. Una vez arreglada, era bastante caliente. Desafortunadamente, la mayoría de las veces Isabel elegía ir con lo simple. A cambio Isabel ayudó a que Valerie levantara sus calificaciones y siguiera con la universidad. Había un par de veces que había estado a punto de darse por

vencida y simplemente tomar el examen estatal, pero Isabel la convenció de obtener al menos su título de asociados antes de obtener su licencia en bienes raíces. En la familia de Isabel los títulos eran todo. Se mantuvieron en contacto, incluso después de que Valerie recibió su AA y corrió con ella, volviendo a vivir con su padre. Para el momento en que Isabel se graduaba con su licenciatura en la enseñanza, eran las mejores amigas, y ahora compartían un apartamento. Después de vivir en la misma habitación por dos años con Isabel, Valerie sabía que no conseguiría nada alrededor de sus formas meticulosas. Aprendió hace mucho tiempo a simplemente dejarse llevar por la corriente en lugar de luchar contra ella. ―Vamos a revisar de nuevo. ―Isabel le entregó el termómetro. Valerie lo tomó y sonrió. Isabel iba a ser una gran madre, algún día. Sabía cómo mimarte y vaya que sabía cómo preocuparse. Había estado tan ocupada anoche jugando el papel de mujer fuerte y secretamente deseando que Alex volviera a la fiesta. Valerie no había prestado atención a Isabel. No es que Isabel hubiera estado desatendida. Ella llamó la atención de Romero. Para alguien que parecía tan desanimado por su primera impresión de Isabel, Romero estuvo fijamente atrapado por ella toda la noche. ―Entonces, ¿cómo te fue con Romero anoche? ―No hables con esa cosa en la boca. No va a registrar correctamente. ―Isabel se dejó caer en el sofá frente a ella―. Él es… diferente. Y, buen Señor, ama debatir. Valerie sonrió pero siguió sus órdenes y no habló. Isabel continuó. ―Quiero decir que incluso admite que le encanta. ¿Sabes lo que me dijo? Valerie levantó ambas cejas. ―Dijo que cuando va a un bar deportivo y su equipo no está jugando, calcula a que equipo apoya la mayoría de la multitud y se va con el equipo contrario. Solo así puede animar cuando el otro equipo anota. Valerie se rió y el termómetro sonó. Lo sacó de su boca y leyó: 39° ―Está bajando. ―Sonrió arrojándolo a Isabel.

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Isabel lo leyó y frunció el ceño. ―Valerie, esto sigue siendo muy alto. ¿Estás segura que no quieres ir al médico? Valerie negó y fue a la nevera a conseguir más hielo para su Gatorade. ―Estaré bien.

Aunque esta no era la primera vez que despertaba con fiebre a causa de Alex, era, por mucho, la peor. Clasificó a la altura de la mañana después de que lo agarró esa horrible noche. Y he aquí, pensó que ya que había pasado tanto tiempo, iba a pasar rápidamente por este como si nada. En realidad, esperaba abandonar la fiesta sintiéndose como un nuevo tipo de mujer, quien finalmente había vencido a sus demonios. Frunció el ceño, poniendo la botella de Gatorade fría en su frente. ―Creo que tú y Romero son lindos juntos. ―De ninguna manera, Valerie. No empieces. ―¿Por qué no? Romero no era un tipo que se veía mal del todo. Al igual que Alex y sus hermanos, siempre había trabajado muy duro para mantenerse en buena forma. Tenía que hacerlo. Durante sus años como un gorila, necesitaba ser fuerte y estar en forma. No era tan grande como Alex pero su cuerpo era impresionante. Simplemente siempre fue el payaso. De vuelta en la escuela secundaria había estado lo suficientemente atraída como para coquetear con él e incluso dejar que le besará una vez. ―Porque es molesto y encuentro horrible su falta de decoro. ―¿Decoro? ―Valerie volvió a sentarse en el sofá―. Isabel, eres demasiado. Siempre dices que tienes problemas para encontrar hombres más altos que tú. ¿Te diste cuenta que es mucho más alto que tú? Isabel la miró por encima de sus gafas. ―Sí, me di cuenta. ―Bueno, entonces está decidido. Isabel dejó escapar una risa sarcástica. ―La apariencia no lo es todo, señorita. Creo que lo sabes mejor que nadie. Valerie hizo una mueca. Isabel saltó y se sentó junto a Valerie, poniendo su brazo alrededor de ella.

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―Lo siento, cariño. No debería haber dicho eso. Valerie se encogió de hombros. ―Lo superaré aunque sea la última cosa que haga. Incluso cuando escuchaba sus propias palabras, después de anoche, sabía que iba a ser un largo tiempo, antes de que superara a Alex Moreno, si es que alguna vez lo hacía.

Era casi imposible concentrarse en la nómina con Valerie en su mente otra vez. Toda la maldita semana Alex pensó en Valerie constantemente y lo diferente que se sentía al besarla ahora. Todavía se encontraba tratando de averiguar lo que le molestaba más, que ella se mudara o el hecho de que él había estado tan impresionado por volver a verla. Había calculado como mucho que ella siguió adelante. Lo que no tenía sentido era por qué demonios le preocupaba tanto. Cuando la conoció por primera vez, en su primer año de universidad, se supone que era solo por diversión. Ella todavía se encontraba en su último año en la secundaria y Ángel acababa de empezar a ver a Sarah. Cuando ella mencionó a su prima teniendo un flechazo con él, sintió curiosidad. Después de conocerla, había sido solo eso, diversión. Entonces sus calificaciones comenzaron a caer en picado y casi le cuesta la beca. Al principio, Valerie era todo sobre una relación física, sin condiciones. Y aunque a él no le gustaba la idea de ella estando con alguien más, fingió estar de acuerdo. Necesitaba encontrar el tiempo para conseguir algo del trabajo de la universidad hecho, y todavía tratar de conseguir su ración de ella en su tiempo libre. Sin embargo, nunca parecía ser capaz de hacerlo. Cuanto más estaba con ella más la deseaba.

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Aunque su relación nunca había sido clasificada como exclusiva, el tiempo que había pasado con ella fue lo más cerca que había llegado a estar de una. Durante un tiempo, ella parecía contentarse con el apagado y encendido de sus encuentros, algunos de los cuales comenzaron a durar más tiempo y más tiempo. Pero entonces él tenía que irse por partidos fuera de casa y quemarse las pestañas por los exámenes y era cuando se apagaba de nuevo. A veces desaparecía de ella por días sin contestar sus llamadas. Nunca le dijo por qué. No podía, a pesar de que sabía que estaba pensando lo peor. Luego, después de aparecer y atraparlo con su tutora, se había terminado. La única vez que ella se molestó en contestar su teléfono en todo el tiempo desde entonces, fue unos días después de esa noche. Eso fue solo para advertirle que no se presentará sin previo aviso en su casa en caso de que ella tuviera compañía. Dijo que no quería las cosas poniéndose feas. Las osas seguro como el infierno que se habían puesto feas, y él estaba furioso. Pero después de calmarse sabía que era culpa suya.

Al principio pensó que era como una de las muchas otras veces que ella lo había cortado. Pero pronto descubrió que hablaba en serio. Después de la llamada enloquecedora que le contesto, ni una vez más atendió ninguna de sus llamadas o respondió ninguno de sus textos de nuevo. Pensó que si le daba algo de tiempo volvería. Pero después de meses de no escuchar de ella pensó que había seguido adelante. Extrañamente, todo este tiempo pensaba que estaba bien con eso. Con todo lo que sucedía en su vida, le quedaba poco tiempo para pensar en su vida amorosa. Después de romperse el tobillo durante uno de sus partidos de fútbol de la universidad, varias cirugías después, los médicos confirmaron lo peor. Sus días como jugador habían terminado y al igual que su beca, se había ido. Alex había caído en una grave autocompasión, maldiciendo todo el infierno. Sus padres insistieron en pagar el resto hasta que él lo hiciera. Alex sabía lo caro que sería y por mucho tiempo como había mantenido sus calificaciones, no iba a perder su dinero. Dejó caer la mayor parte de sus clases, con la promesa que terminaría eventualmente. Ahora había reducido a una clase en línea un semestre, y había tomado a tiempo completo el restaurante. Con el restaurante funcionando bien, la familia decidió que era el momento de ampliar. Su padre había hablado de ello durante años. Desde que su padre fue lo suficientemente inteligente como para comprar años atrás la propiedad en lugar de continuar alquilándolo, el sitio era de ellos para hacer lo que quisieran. Así, en el último año, por encima de todo lo que estaba pasando en su vida, Alex tomó la importante tarea de supervisar las reformas. No eran solo las renovaciones tampoco. En el último par de años, había comenzado a ser más y más difícil acomodar a grupos de gran tamaño sin tener que reservar una parte importante, si no todo el restaurante. Alex sugirió añadir una especie de sala de banquetes para que pudieran reservarla para eventos privados, sin tener que cerrar el restaurante. Se refería a una pequeña habitación al lado que contuviera quizás entre cuarenta a cincuenta personas.

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Debería haberlo sabido mejor. Al igual que la boda, su padre pensaba en grande. Un segundo piso se añadió con un espléndido salón de banquete que podría acomodar hasta medio millar de personas, pero también podría ser dividido en salas más pequeñas para las fiestas más pequeñas. El restaurante estaba en construcción desde hace meses. Con todo lo que sucedía, no había puesto mucho esfuerzo en reconectar con Valerie. Aunque tenía que admitir que nunca había dejado de pensar en ella y de vez en cuando todavía la llamaba en vano. Irónicamente, tan amargo como estaba por perder su beca y teniendo que ir a terapia para que su tobillo vuelva a sentirse normal, sirvió como una distracción.

Entonces, sus padres empezaron a irse por semanas a la vez a visitar a su abuelo enfermo en México. Lo dejaron con la plena responsabilidad de dirigir el restaurante durante su ausencia. Cuando su abuelo murió, su padre lo tomó muy duro. Decidió que era hora de retirarse y pasar más tiempo con la familia en México. El tiempo fue pasando para Alex, que era el único de sus hermanos que no estaba en la universidad a tiempo completo. Se tomó su responsabilidad de mantener el negocio de la familia en funcionamiento tan bien como siempre, muy seriamente. Su hermano mayor, Sal, estaba trabajando en su maestría, y su hermano menor, Ángel, acababa de graduarse de la universidad… antes que él. Esta fue su manera de recompensar a sus padres sobre la universidad, y estaría condenado si metía la pata. Pero ahora no podía sacar a Valerie de su cabeza. No tenía sentido. Siempre había sabido que lo volvía loco, pero siempre se dijo que era más físico que otra cosa. Lo que sintió en la fiesta era diferente. Muy diferente. Ni siquiera podía pasar el rato después de que le habló de su novio. Normalmente, su reacción ante cualquier pensamiento de ella con otro hombre era instintiva ira carnal. Esta vez fue diferente a la rabia que había sentido antes, algo que nunca había tenido en el pasado. De repente, no había sido capaz de soportar siquiera mirarla, sabiendo que pertenecía a otra persona. Esta vez su rabia había ido acompañada de un dolor inexplicable. Un dolor que se instaló en su corazón y no había salido desde entonces. No había dormido mucho y había estado en un infierno de estado de ánimo durante toda la semana. Hoy, había trabajado el día completo en el restaurante, manteniéndose tan ocupado como pudo. No fue difícil. Fue sin parar durante todo el día. Los domingos eran siempre de esa manera.

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Estaban cerrando ahora. Como de costumbre, se encontraba trabajando hasta tarde, evitando a toda costa volver a su casa vacía. Echó un vistazo a su teléfono celular que estaba apoyado en la mesa y lo recogió. Sabiendo que la ducha se encontraba a la vuelta de la esquina, Alex no había intentado llamarla por un tiempo. Se preguntó si tal vez después de haberlo visto le atendería. Pensó en lo que iba a decirle. Todas las otras veces que la había llamado desde que terminaron no había pensado mucho en ello. Ahora él era un desastre. Marcó y contuvo el aliento. Como de costumbre la llamada fue al buzón de voz y Alex permaneció inmóvil ante el sonido de su voz. Fue la cosa más sorprendente. Su correo de voz no había cambiado desde la última vez que llamó, tan solo con escuchar su voz hacia acelerar su corazón. Colgó sin dejar un correo de voz muy consciente del golpe en su pecho. ¿Qué demonios?

Traducido por Little Pig y Simoriah Corregido por Nony_mo

É

sta era la segunda vez en la semana que Valerie estaba llegando tarde. No era algo que hacía, pero su mente había estado tan confusa últimamente. Su teléfono sonó. Con gratitud miró el identificador de llamadas, para contestar automáticamente después. Se congeló cuando leyó Bruce Nash. Sabía que había estado libre por semanas, pero rezaba que no iba a tener que hablar con él. Bruce era el ejemplo perfecto de lo que pasaba cuando salías esperando poder olvidarte de alguien. Él era la razón por la cual Valerie había parado de ir a clubes de noche y había dejado de salir, punto final. Después de haber pasado semanas llorando por Alex el año pasado, había tomado el salto y había vuelto a salir. Conoció a Bruce en un club nocturno esa noche. Intercambiaron información y decidió aceptar la invitación de salir a tomar un café con él. Malinterpretó su personalidad dominante con intensidad, algo que siempre había amado de Alex. Pero luego de unas pocas semanas de salir con Bruce, se volvió claro que su personalidad dominante era en realidad perjudicial. Alex era duro como una roca por fuera, pero ella fue una de las pocas personas que vio lo dulce y genial que era por dentro. No se sintió amenazada por él en ningún momento.

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Bruce era completamente diferente. La forma en la que su ira lo controlaba la molestaba. Se convertía en otra persona y se tenía que disculpar por sus explosiones más de una vez. Solo habían estado saliendo por algunas semanas. Después de que fue a su casa una vez enojado y bajo la influencia de algo más que alcohol, ella lo terminó todo. Nunca jamás, ni en sus sueños más locos, se imaginó que la pesadilla continuaría. Cuando lo había terminado, dejó a los hombres por completo. Valerie esperó por si dejaba un mensaje. No lo hizo. Su interior se volvió pesado. Solo podía rezar que ahora que él estaba libre, la pesadilla no volviera a empezar.

Giró hacia el estacionamiento del edificio que iba a mostrar. Los clientes ya se estaban reuniendo afuera. Valerie sonrió a los dos hombres en trajes mientras estacionaba su auto junto a los de ellos. Tratando de ignorar la caída repentina de su humor, le sonrió a sus clientes. Salió del auto y se disculpó por la tardanza. En minutos había vuelto a ser su usual ser lleno de energía mientras les mostraba la propiedad. Cuando volvió a la oficina, Luke, el gerente, la estaba esperando en la puerta. Tenía una gran sonrisa en su cara, y creía que sabía por qué. ―Lemon Ridge acaba de cerrar. ―¿Es una broma? ―No, el trato está cerrado nena. ―Le abrió la puerta―. Estaba a punto de llamarte. Valerie había cerrado varios tratos desde que había conseguido su licencia, pero este era el más importante por mucho. Había estado trabajando en él por meses. Apenas dejó sus cosas en el escritorio ya lleno hizo un pequeño baile y abrazó a Luke. ―Dios, estoy tan feliz porque terminó. Fue tan molesto. Luke sonrió. ―Pero valió la pena por completo. ¿Y sabes qué? Vas a tener un montón de clientes por eso. Eso era exactamente lo que estaba esperando. Había trabajado tan duro, yendo ida y vuelta con los vendedores y los prestamistas. Esto era su boleto para hacerse un nombre en el mundo de bienes raíces. Se sentía tan bien que su duro trabajo por fin daba frutos. ―Entonces, ¿terminaste por hoy? Valerie sonrió aún más. ―En realidad, mis clientes quieren hacer una oferta completa por el edificio La Jolla. Iba a armarlo ahora.

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―Impresionante Val. Supe que ibas a ser buena al momento en el que te vi. ―Luke miró su reloj―. Hazlo en la mañana. Vamos a beber algo para celebrar. Luke había estado sugiriendo que fueran a tomar algo por meses. Valerie tenía un presentimiento que la forma en la que la miraba no era solo amistosa. Siempre creaba una excusa para no ir. Pero habían pasado semanas desde la fiesta y había estado deprimida desde entonces. Por fin tenía algo por lo que sonreír. Qué más da.

―Está bien. Luke parecía sorprendido, pero sonrió. ―Puedes dejar tu auto aquí si quieres. Podemos volver a buscarlo después. Valerie sacudió su cabeza. ―No, está bien. Llevemos los dos autos. De esa forma puedo ir directo a casa desde allí. ―Quería poder irse si tenía ganas, y presentía que eso iba a pasar. Luke llegó al restaurant antes que ella y la estaba esperando en el estacionamiento, apoyado en su auto. Era un hombre guapo. Alto, musculoso y a ella siempre le gustaron sus ojos color avellana. Era obvio que lo habían entrenado muy bien en la gerencia. Su carisma al hablar enfrente de toda la oficina, era otra de sus buenas cualidades. La única razón por la que no había aceptado sus ofertas anteriores, era la misma por la cual no había salido con un hombre desde que había salido con Bruce. Alex. Bueno, eso estaba en el pasado. Ni siquiera estaba segura de lo que quería hacer Luke, si es que quería hacer algo. Pero su relación con Bruce no debía ser el ejemplo de sus futuras relaciones. Primero, Bruce no era nada parecido a Alex, y segundo, le gustaba pensar que salir con un hombre como Bruce era un error que iba a cometer una sola vez en la vida. Entraron juntos. Incluso con sus tacones altos, apenas le llegaba al hombro. Se sentaron en el bar y ordenaron sus bebidas. Después de hablar un poco de la venta de terrenos, Luke se detuvo y se quedó mirándola. Valerie sintió que él quería hablar de algo desde que se sentaron, y todavía no lo había hecho. ―Entonces, ¿qué haces cuando no estás trabajando Valerie? Ella levantó un hombro y tomó un trago de su bebida. ―Salgo con mi compañera de cuarto, visitó a mi papá, pinto… Luke alzó una ceja. ―¿Pintas? ¿En serio? Valerie asintió.

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―Sí, siempre me gustó, pero no fue hasta que fui a la universidad y me anoté en algunas clases que me empezó a interesar en serio y descubrí mi talento oculto. ―¿Qué pintas? ―Cualquier cosa, paisajes, retratos, el océano. Dejé de pintar atardeceres. ―Se rió―. Las paredes de mi cuarto estaban tan llenas de pinturas de atardeceres que mi compañera de cuarto juró que quemaría la próxima que pintara.

Luke sonrió. ―Eso significa que eres romántica. Valerie lo miró, e hicieron contacto visual. Había hecho lo mismo una vez en la oficina y también la había hecho sentir incómoda. Volvió a mirar su bebida, y la revolvió. ―No, significa que soy cursi. ―No creo que los atardeceres sean cursis. Valerie lo volvió a mirar. ―Ahora estoy pintando un retrato. Estoy un poco nerviosa. Es un regalo de bodas. ―¿En serio? ¿Quién se va a casar? ―Mi prima. Soy su dama de honor. ―Sonrió―. Sí, es muy dulce. Se conocieron y se enamoraron en la secundaria y son inseparables desde entonces. Me sorprende que esperaran tanto para casarse. ―Lo miró―. Ellos son a los que les estoy buscando un lugar, para su restaurante. Apenas lo construyan y lo inauguren, les voy a buscar una casa. Luke sonrió. ―Genial… Entonces, ¿por qué estás nerviosa por la pintura? Valerie se mordió el labio inferior. ―No lo sé. Es una vieja foto de ellos, de cuando estaban saliendo en la secundaria. Se ven tan jóvenes y tan enamorados. Solo espero que pueda pintar su gran amor. No estoy segura que pueda. Luke la estaba mirando. ―¿Y por qué no? ¿Nunca estuviste enamorada? Casi se quedaba atrapada en una de sus miradas, pero se giró. El barman pasó al lado, y pidió otro trago. Luke seguía tomando el primero. Mezcló su trago y no dijo nada. Era obvio que estaba esperando que le respondiera.

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―Sí, lo estuve. ―Eso era lo único que podía decir. No tenía ganas de conversar sobre Alex. No cuando se suponía que estaba celebrando. ―¿Fue hace mucho? Llegó su trago, y en vez de contestar tomó un gran sorbo. Se sentía más fuerte que el primero.

―No quiero entrometerme. Solo digo que si recuerdas ese sentimiento, puedes pintarlo. ―Eso es verdad. ―Valerie se aseguró de que eso fuera el fin de ese tema. Le preguntó lo que hacía en su tiempo libre, y él le contó. No le sorprendió mucho escuchar que era un poco adicto al trabajo, haciendo que no tuviera mucho tiempo para él. En el poco tiempo que tenía, jugaba al golf y cocinaba. Amaba cocinar. Pocos tragos después, ya se sentía más relajada y empezó a preguntarse si conducir era una buena idea. Después de varias bebidas su sentido del humor se abrió, como esperaba, y empezó a reír tontamente. Si Luke se había dado cuenta de que se estaba poniendo tonta, no dijo nada. Ella se mantuvo apartando su mirada. Luego de un par de viajes al baño de mujeres, se dio cuenta de que o paraba con los tragos o Luke la tendría que llevar a su casa. No quería dejar su auto ahí, así que tomó su decisión en el viaje de vuelta del baño de mujeres. Tomar agua era su única opción. Mucha agua. Pero cuando llegó, Luke ya le había ordenado otro trago. Ni siquiera había terminado el anterior. Ella había notado unos cuantos tragos atrás que Luke había dejado de tratar de ser discreto. La capturó de nuevo mientras ella regresaba al bar. La sonrisa desfachatada de ella obviamente lo complació. ―Maldición, eres sexy. ¿Está bien si digo eso? Valerie no pudo evitar reír. ―Creo que quizás deberíamos dejar de beber. ―Si estás sugiriendo que he desarrollado una mirada afectada por la cerveza, no podrías estar más equivocada. Siempre he pensado que eras sexy como el demonio. Ella sonrió pero miró al trago que estaba mezclando. Sabía que si siquiera le echaba un vistazo estaría atrapada en otra de sus lujuriosas miradas. ―Entonces, ¿cuándo es la boda?

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―En poco más de un mes. La idea de tener que estar en todos los próximos eventos y ver a Alex allí hacía que su estómago se retorciera. Sin pensarlo, bebió el trago completo y eso fue todo. Supo que no conduciría de regreso a casa. Luke bebió un sorbo de su bebida, pero notó que no estaba bebiendo ni de cerca a la velocidad que ella lo hacía. Cuando terminó con el trago que él le había ordenado, ella decidió que había terminado.

―No creo que sea capaz de conducir de regreso a casa. ―Puedo llevarte a casa ―dijo él rápidamente―. Tu carro estará bien aquí durante la noche. Regresaremos y lo recuperaremos en la mañana. Valerie lo miró y sus miradas se quedaron atrapadas una vez más. Esperaba que él no estuviera teniendo la idea equivocada. Él le sostuvo la mano al salir y durante todo el camino hacia el carro. Se sentía bien. Estaba segura de que era el alcohol, pero se sentía un poco más atraída hacia Luke. Se apoyó contra él. Él soltó su mano, envolviéndole el hombro con el brazo. Cuando llegaron a su carro en lugar de abrir la puerta, se apoyó contra ésta y la acercó hacia él. El deseo en sus ojos era innegable. Valerie no dijo nada. Se apoyó contra él y le miró los labios. Él se inclinó hacia adelante y la besó. Maldición, lo sabía. Lo primero que le vino a la mente fue Alex. Su hambriento beso en la fiesta fue instantáneamente todo en lo que pudo pensar. Luke la besó suavemente y le pasó las manos hacía arriba y hacia abajo por la espalda. Valerie le devolvió el beso y se concentró en no pensar en Alex. Su lengua se mantuvo al ritmo de la de él, lenta al principio, luego pudo sentirlo respirando con más fuerza a medida que el beso se intensificaba. Oyó un suave pero inequívoco gemido. Valerie se apartó. Luke respiraba pesadamente. ―Lo lamento, Luke. ―Se apartó de su abrazó un poco. Lo sintió a través de sus pantalones y se enojó consigo misma―. No quiero darte la idea equivocada. Ella podía decir que Luke estaba tratando de leerle los pensamientos. ―¿Y cuál sería esa idea? ―Que pasaré la noche contigo. Él pareció aliviado.

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―Está bien. Mientras que no digas que el hecho que yo tenga la idea de que podría haber algo más entre nosotros es equivocada. No tengo problemas tomándome las cosas despacio. De hecho, lamento si avancé muy rápido. Valerie se obligó a sonreír. Esa tampoco era la idea que quería que tuviera. Ni siquiera había estado lista para el beso, mucho menos para cualquier tipo de relación. ―No lo lamentes. Fui una participante dispuesta. El viaje de regreso a su hogar fue un poco incómodo con Luke sosteniéndole la mano todo el camino. Todo en lo que podía pensar era en cómo besar a Luke no

se parecía en nada a besar a Alex. Tenía que reconocerlo, no había intentado con mucha fuerza. Pero no hubo nada, ni siquiera una chispa. Cuando regresaron a su apartamento, Valerie temió que la acompañara hacia la puerta. Sabía que esperaría otro beso, y ya se arrepentía del primero. Se volvió hacia él cuando llegaron a la puerta. ―Luke, no sé si el hecho de que nosotros nos involucremos sea tan buena idea. ¿No es algún tipo de conflicto de interés en la oficina? Ella vio esa mirada en sus ojos una vez más y él se inclinó hacia ella. ―No te preocupes por la oficina. Nunca te hubiera besado si pensara que podría ser un problema. Antes de que ella pudiera decir algo más, los labios de él estaban sobre los suyos una vez más. Esta vez ella intentó sentir algo. De hecho quería hacerlo. Quería esperar que superaría a Alex. Pero una vez más lo sintió excitarse rápidamente y el bulto instantáneo contra su estómago. Todo lo que Valerie sintió fue desaliento. Se apartó suavemente. Él la miró y sonrió, luego le acarició el rostro una última vez. ―No tienes ideas de cuánto he esperado esto. La culpa se asentó, y Valerie apenas pudo devolverle la sonrisa. Una vez que él se fue y ella estaba en su apartamento, la realidad de todo lo que había sucedido ese día cayó sobre ella. Se preguntó dónde estaba Isabel, pero no esperó levantada. El alcohol realmente la había afectado. Se quedó dormida tan pronto como su cabeza tocó la almohada.

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A la mañana siguiente, Valerie estuvo levantada temprano y lista antes de que Isabel siquiera saliera de la cama. Luke llegaría pronto para llevarla a recoger su carro. Por supuesto, él insistió en que desayunaran juntos, así que tenía que prepararse para eso. Anoche, había estado segura de que se arrepentiría enormemente de toda esta cosa con Luke en la mañana. Pero ahora, con la cabeza clara, no creía que fuera tan malo. Definitivamente le diría que iban a tomarse las cosas con calma, pero no tenía que descartarlo por completo.

Se había dado cuenta de que si esperaba hasta superar lo de Alex para seguir con su vida, nunca lo haría. Era hora de que aceptara que Alex era el amor de su vida, y de que podría nunca superarlo. Eso no significaba que no pudiera ser feliz. Sabía que nunca sería tan feliz como lo era cuando estaba con él, pero quizás si se esforzaba un poco, podría acercarse. Al menos sabía que nadie podría lastimarla tanto como él podía. Patético consuelo, pero tenía que encontrar el optimismo en algún lado. Isabel entró a la cocina justo cuando terminaba su café. ―Te levantaste temprano. Valerie siempre dormía hasta tarde los sábados. Le explicó a Isabel brevemente lo de Luke. Profundizaría más tarde cuanto tuviera más tiempo. Isabel se emocionó cuando le mencionó el beso y le aseguró a Valerie que muy pronto sentiría algo. Para su sorpresa, Isabel se encontró con Romero en el centro comercial la noche anterior, y habían cenado juntos. Valerie estaba a punto de comenzar su inquisición cuando tuvo que irse. Luke llegó justo a tiempo, pero eso no la sorprendió. Siendo el gerente de la oficina, siempre había sido pedante en lo que respectaba a la puntualidad. Recogieron su carro y luego lo siguió hacia uno de los bed and breakfast 2 más lujosos de La Jolla. Luke insistió en que el lugar servía el mejor desayuno de la zona.

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Valerie estuvo agradablemente sorprendida ante la calma que sintió en el desayuno. Esperaba completamente sentir algún tipo de incomodidad. Hablaron y rieron como si nada hubiera sucedido la noche anterior que cambiara las cosas entre ellos. Ella incluso le dijo que era una gran fan de George Stone, el conocido gurú inmobiliario y hablador motivacional. Tenía varios de sus libros y DVDs pero todavía tenía que verlo hablar en persona. Luke inmediatamente envió un mensaje a alguien para que les consiguiera entradas para el próximo evento. Dijo que estaba seguro de conseguirlos. Valerie tuvo que admitir que estaba impresionada. Había intentado conseguir entradas antes, y siempre habían estado agotadas. Sabía que conseguir entradas a través de un tercero sería caro. Esa era una de las diferencias más grandes entre Alex y él. Le llevaría tiempo acostumbrarse a ello. Mientras que a ninguno le faltaba el dinero, Alex nunca hacía Bed and Breakfast: establecimiento hotelero que ofrece precios moderados. La expresión inglesa, se traduce como "pensión con desayuno". 2

ostentación. Él era discreto en eso desde la ropa que vestía hasta la camioneta que conducía. No era tacaño, pero no sentía la necesidad de conducir un auto deslumbrante. Luke, por otro lado, conducía un Jaguar y llevaba un par diferente de muy caros gemelos cada día. Se vestía completamente con ropa de diseñador, incluso las gafas de sol. Después del desayuno caminaron de regreso hacia el carro de ella. Una vez allí, Luke la abrazó. ―Espero que no te sientas rara por esto en la oficina. Prometo que seré lo más discreto posible. Valerie sonrió. Si las cosas se sentían como en el desayuno, podría vivir con eso. ―Creo que estaré bien. Pero definitivamente quiero que sea secreto. No quiero que la gente hable. ―Trato hecho ―dijo él―. Solo una pregunta. Valerie lo miró curiosa. ―¿Qué? ―No estás viendo a nadie más, ¿verdad? Ella se mordió el labio apartando la mirada, pero sacudió la cabeza. ―No. ―¿Segura? ―Él rio entre dientes―. Eso no fue muy convincente. Ella lo miró. ―No, sería honesta si así fuera. ―Bien. ―Luke sonrió―. Porque cuando estoy viendo a alguien, es solo esa persona. Espero que seas igual. Odiaría ilusionarme y luego descubrir que hay alguien más.

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Después de la pesadilla que había pasado con Bruce, sabía que el hecho de que un tipo sugiriera que fueran exclusivos después de solo un par de citas debería ponerla en alerta. Pero conocía a Luke lo suficiente para saber que no era el loco que Bruce resultó ser. Era un buen hombre.

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Valerie sorprendió a Luke, y a sí misma, al besarlo. Fue uno suave, pero de hecho sintió algo.

La verdad era que todo este tiempo había estado concentrada en alguien que nunca estaría satisfecho solo con ella, y ahora aquí estaba Luke. Solo un día

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después de besarla por primera vez, le decía que ella era la única. Realmente bueno.

Traducido por Fanny y maphyc Corregido por Nony_mo

E

n vez de regresar a la oficina a escribir la oferta del día anterior, Valerie decidió trabajar en casa ese día. Se moría por habar con Isabel sobre Romero.

Era graciosa la forma en la que las cosas parecían funcionar con ella y la vida social de Isabel últimamente. Cuando tuvo una cita con Bruce, Isabel comenzó a salir con su vecino que vivía dos puertas al lado, Lawrence. Ambos resultaron ser idiotas, aunque Lawrence no era ni de cerca tan malo como Bruce. Lawrence solo era un arrogante profesor que pensaba que lo sabía todo. Isabel trató de lidiar con él, pero era muy molesto. Le gustaba corregir a todos. Cometió el error de corregir a la mamá de Isabel, a quien Valerie amaba porque tenía un espíritu de fiera. Estaba enojada porque se lo había perdido, pero se rió histéricamente cuando Isabel le dio la noticia detalle a detalle. Después de eso, Isabel dijo que ya había tenido suficiente de él y le dijo que sería mejor si solo quedaban como amigos. Ahora, de nuevo, ambas estaban comenzando nuevas aventuras al mismo tiempo. Aunque llamaría su experiencia con Bruce muchas cosas antes de decirle una aventura. Esperaba que Isabel y Romero se cayeran bien. Luego la realidad agridulce la golpeó como un ladrillo. Si alguna persona en la vida de Isabel estuviera involucrada en el círculo de Alex, él nunca estaría completamente fuera de su vida.

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Se sacudió el pensamiento. Isabel merecía ser feliz. Con su prima casándose con su hermano, estaba condenada a encontrarse con él de todas maneras. Tendría que hacer lo mejor que pudiera. Además, era solo una cena que Isabel tenía con Romero. Había la posibilidad de que estuviera exagerando. Lo primero que notó cuando atravesó la puerta fue a Isabel bailando junto con la radio en la cocina. Luego notó lo linda que se veía. A pesar de que estaba en jeans y suéter, en verdad se había arreglado. Había rizado su cabello, había maquillado sus ojos de la manera en la que Valerie siempre le decía que la hacían ver sexy, y se había puesto sus lentes de contactos. Pero lo que más sobresalía era que llevaba sus zapatillas abiertas.

Valerie no pudo evitar sonreír. ―¿Vas a salir? Isabel ni siquiera intento ocultar la sonrisita tonta, pero paró de bailar. ―Sí. ―¿Con Romero? Isabel asintió y Valerie pensó que la vio ruborizarse. Dejó caer todo y se apresuró a saltar sobre el mostrador de la cocina. Puso sus manos bajos sus muslos. ―Bien, dime, dime. ¿Quiero saberlo todo? ―Ya no le importaba si él era amigo de Alex. Nunca había visto a Isabel tan emocionada y estaba feliz por ella. Isabel sacó una botella de agua del refrigerador y la abrió. ―Bueno, le mencioné en la fiesta que me hago las uñas en el centro comercial cada viernes. ―Rodó los ojos―. No preguntes, estaba tratando de hacer un punto acerca del estacionamiento en el centro comercial. De todas maneras, ayer salía del lugar donde me hago las uñas y ¿adivina con quién me encontré? Valerie se burló. ―Vaya, qué coincidencia. ―No pensé nada de eso primero. Él dijo que estaba allí porque necesitaba una herramienta. ―Oh, Dios. ¿Quién va al centro comercial por herramientas, Isabel? ―Hay un Sears3 allí. ―Isabel se detuvo y luego rió―. Me creí la historia completamente. Luego, después de la cena, admitió que había estado ahí la semana pasada y ayer pasando el rato esperando a ver si me veía. ―¡Ja! ―Valerie cubrió su boca cuando Isabel hizo una cara―. Lo siento, continua. Continua.

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―En la fiesta también mencioné que era una gran fan de Padre’s4 . Por supuesto, él discutió conmigo sobre eso, pero al final admitió que también era fanático. Alguien le dio tickets para el juego de hoy hace unas semanas y pensó que tal vez yo querría ir. Isabel se encogió de hombros con la intención de hacerlo parecer menos de lo que en realidad era, pero Valerie sabía bien.

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Sears: cadena estadounidense de tiendas departamentales. Padre’s: Equipo de basquetbol de San Diego.

―Sabía que vi algo entre ustedes esa noche. ―Valerie recordó sus comentarios sobre él la mañana siguiente―. ¿No fuiste mala, verdad? ―No, por supuesto que no. ―Isabel le dio un trago a su agua―. Le agradecí por pensar en mí pero le dije que tenía muchos papeles que clasificar hoy. ―¿Qué? ¿Lo rechazaste? ―Valerie miró a Isabel de arriba a abajo―. ¿Entonces por qué estás tan arreglada? ―No estoy tan arreglada. ―Isabel miró hacia su ropa―. ¿Se ve como si estuviera toda arreglada? ―Por supuesto, pero te ves genial. Entonces, ¿vas al juego con él, verdad? Isabel parecía preocupada ahora. ―Después de que el lugar cerró, me convenció de ir al juego. Pero eso es todo lo que es. Dos amigos yendo al juego juntos. Isabel caminó dentro del cuarto de enfrente y se detuvo en el espejo sobre la pared. ―¿Crees que piense que me arreglé tanto para él? ―Bueno, ¿no era esa la intención? ―Valerie rió tontamente mientras saltaba del mostrador y siguió a Isabel. ―¡No! ―¿Qué importancia tiene, Isabel? Es obvio que te gusta. ―No, no me gusta. Valerie rodó los ojos. ―¿En serio? Entonces, ¿el baile y todo esto ―señaló los mechones rizados de Isabel―, es algo que es normal para ti? Los ojos de Isabel se abrieron en sorpresa. ―Bien, él no es el tipo de chico con los que suelo tener citas.

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―¡Ajá! Lo dijiste. Sí, es una cita. ―La expresión de Isabel advertía lo suficiente. Valerie intento esconder la sonrisa. ―Valerie, no quiero que piense que me gusta. Solo pensé que sería interesante probar algo nuevo. ―Se limpió los ojos tratando de remover algo del maquillaje. ―Deja de hacer eso. De verdad te ves genial. Hubo un golpe en la puerta e Isabel se volteó hacia Valerie con una mirada de puro pánico. Valerie sonrió, pero no puedo evitar sentirse culpable por habérselas

ingeniado para tomar el estado de ánimo de Isabel de bailar y sonreír abiertamente y haberlo convertido en algún desastre ansioso. ―Relájate. ¿Quieres abrir la puerta, o lo hago yo? ―Tú atiende. ―Isabel se apresuró a su habitación. Maldición. ¿Por qué tenía que abrir su bocaza? Valerie esperaba que Isabel no se cambiara la ropa. Pero no había ni terminado de decirle “hola” a Romero cuando Isabel salió del cuarto. Solo había entrado a tomar una chaqueta y su bolso. La expresión de Romero era casi cómica. Él nunca había sido discreto. Si pensó que había algo en la manera en la que Romero veía a Isabel en la fiesta, no había duda de ello ahora. Isabel no podría alejarse de éste tan fácil como ella pensaba. Romero no se veía nada mal. Usaba una camiseta de Padre’s que lo abrazaba muy bien. Obviamente se seguía ejercitando tanto como ella recordaba que lo hacía. No había manera de que Isabel no se diera cuenta de eso. Después de incómodos saludos y despedidas, salieron por la puerta y Valerie enterró su nariz entre las cortinas. Incluso con los tacones de Isabel, Romero era media cabeza más alto que ella. En realidad hacían una linda pareja y Valerie sonreía mientras le mandaba un texto a Isabel para decírselo.

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Regresó a su cuarto a prepararse para su cita con Luke. A pesar de que las cosas comenzaban a verse positivas, Valerie no puedo evitar sentir un dolor sordo en su corazón. De verdad esperaba que Luke la ayudara a deshacerse de él. Necesitaba recordarse dejar de compararlo con Alex. Tanto como odiaba admitirlo, nadie estaría a la altura de él. Ella tal vez podría dejar de esperar que alguien lo hiciera, y aceptar a Luke por el hombre que era.

El restaurante estaba concurrido como siempre últimamente. Con las renovaciones hechas y la construcción despejada, Alex y su hermano mayor Sal, comenzaron una campaña en Internet. Incluso ponían un anuncio dos veces al día en la estación de radio local. Debido a que Ángel y Sara ya estaban buscando un lugar para alquilar y abrir su restaurante tan pronto como se casaran, Sal tenía planes de hacer posiblemente del restaurante una especie de cadena, eventualmente. Pero no quería que fuera demasiado comercial. Quería mantener la calidad auténtica que

sus padres habían creado con las mismas recetas. Alex no tenía ninguna duda de que podría hacerlo. Sal era con mucho el más impulsivo de los tres hermanos. Alex y Ángel habían ido a la universidad porque era lo que se esperaba de ellos. Su padre no les había dado una elección. Pero Sal lo amó. A pesar de que era el mayor, todavía estaba en la escuela. Fue a la escuela en Los Angeles, por lo que se quedó por ahí y solo volvió a casa los fines de semana. Pero últimamente había estado viniendo a casa cada vez menos. Su horario era más pesado. Estaba realmente tratando de terminar la escuela más rápido, por lo que había tomado en una carga completa los dos últimos semestres. Es por eso que Alex se había sorprendido de verlo en el restaurante por la mañana. Supervisó todo el día y puso su granito de arena en todo. A Alex no le importaba. Sal sabía de lo que estaba hablando. Había ayudado a su padre a dirigir el lugar desde hace años, por lo que Alex dio la bienvenida a la ayuda. Hizo en las hojas de cálculo la nómina y la programación. Había esperado que Sal estuviera satisfecho, pero no había esperado lo impresionado que había estado. Alex estaba en la habitación de atrás mostrándole a Sal más de los cambios que había hecho cuando Ángel entró. ―¿Oyeron acerca de la puerta de al lado? ―preguntó Ángel. Tanto Alex como Sal se volvieron hacia él. ―¿Qué sobre eso? ―Alex no había notado nada de nada últimamente. ―El viejo Mason finalmente va a retirarse. Me encontré con su hijo esta mañana. Están poniendo el lugar a la venta.

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Alex y Sal intercambiaron miradas de complicidad. Ellos habían estado esperando esto durante años. Si compraban el lugar, podrían ampliar el restaurante más para permitir una zona de bar más grande. Debido a que el lugar había ganado tanta popularidad. La multitud la noche de fin de semana se había quedado pequeña. ―Él posee el lugar, ¿cierto? ¿No lo va a alquilar? ―Alex sabía a lo Sal quería llegar porque era exactamente lo que estaba pensando. Le harían una oferta incluso antes de que saliera al mercado. ―Estoy un paso por delante de ti hermano. ―Ángel sonrió―. Ya firmaron los documentos con el agente inmobiliario. Así que, está previsto que salga al mercado esta semana. Alex se sentó.

―No va a durar. Tiene una excelente ubicación. ―Podía patearse a sí mismo por estar tan condenadamente distraído. Debería haber sabido esto antes. Si solo hubiera ido por allí más a menudo como lo hacía antes, podría haber conseguido la primicia. ―Así que, llama a Valerie ―dijo Sal poniéndose de pie. ―Ya lo he hecho. ―Ángel se acercó y abrió uno de los armarios―. Bueno, Sarah lo hizo, de todos modos. ―Whoa, espera. ―Por alguna razón desconocida eso puso a Alex incómodo―. ¿Por qué Valerie? Ángel se volvió hacia él. ―¿Por qué no? Es ella quien está buscando un lugar para el nuevo restaurante. Además es buena. ―Sacó un archivo y lo agitó hacia él―. De hecho, nos reuniremos con ella mañana para pasear por una serie de propiedades. Papá viene con nosotros. Llevará el papeleo para la oferta que papá tiene que firmar. Sal chocó los cinco con Ángel. ―Vaya manera de manejar la situación. ―¿Así de rápido? ―preguntó Alex―. ¿No tiene que estar realmente en el mercado para que hagamos una oferta? ―No, Sarah dijo que Valerie comentó que no sería un problema. Ella se ocupará de todo. ―Ángel le guiñó un ojo―. Te dije que es buena. Ángel agarró sus llaves de la mesa. ―Tengo que ir a recoger a Sarah. Vamos a conducir por algunas de estas propiedades primero. ―Agitó el archivo a Alex y a Sal de nuevo―. No tiene sentido tener a Valerie paseando por algo si ni siquiera nos gusta la ubicación.

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Tanto Ángel como Alex salieron. Tenía que sacar un poco de tensión. Solo de pensar en estar cerca de Valerie tensó de nuevo sus músculos al extremo. Después de hacer ejercicio Alex tuvo la tentación de volver al restaurante. Quería evitar sentarse alrededor de su lugar de crianza. Pero sabía que Sal tenía las cosas cubiertas. La única cosa que no podía salir de su mente esta noche era lo que había dicho Valerie. Solo había estado involucrada con otra persona durante unas semanas. Tal vez no era demasiado tarde para cambiar de opinión. Tal vez, si finalmente solo se sincera del por qué había sido siempre tan elusivo todos estos años.

Tenía que pensar realmente en esto. ¿Es eso realmente lo que quería? ¿Una relación con ella? Todos esos años podrían haber tenido una, pero ambos decidieron que no. Sabía que uno de los principales motivos fue el momento. ¿O lo fue? Ahora que había rebajado la escuela de manera tan drástica, y el fútbol estaba fuera, las cosas sin duda podrían ser diferentes entre ellos. Si ella respondía a su teléfono o por lo menos devolviera sus llamadas. Cesó de dejarle mensajes hace mucho tiempo. Estaba bastante seguro de que ella no se molestaba en escucharlos. Todos los mensajes que dejó siempre salían mal de todos modos. Cuando llegó a casa, se mantuvo ocupado. Tenía un montón de ropa sucia con que ponerse al día y se puso a ello. Casi nunca estaba en casa, así que no había mucho más para limpiar entre cargas. Se hizo una bebida de proteínas y se sentó a ver la televisión. Después de saltar a través de los canales y no encontrar nada que le interesara, la apagó y dejó caer la cabeza hacia atrás. Se quedó mirando el techo durante un tiempo, tratando de poner sus sentimientos en perspectiva. ¿Estaba viendo a Valerie en la fiesta realmente tan cáustico? ¿O había estado en la negación todo este tiempo? Esto era una locura. Estaba muy bien con las cosas tal y como estaban hasta esa maldita fiesta. Miró el reloj. Todavía era temprano. Consideró volver al restaurante de nuevo, y luego le golpeó. Casi no había estado solo en casa desde que Valerie dejó de venir. La única vez que estuvo en casa fue cuando tuvo que estudiar o dormir. El resto del tiempo se mantenía ocupado en otro lugar.

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Entre la terapia para el tobillo y tratando de demostrar que no solo podía dirigir el restaurante, sino que podía hacerlo bien, el pasado año había sido un torbellino de idas y venidas, gastando poco o nada de tiempo en casa. Demonios, incluso optó por pasar la noche en casa de sus padres más que un par de veces en lugar de volver a su casa vacía. Apenas podía soportar estar aquí ahora. Alex se sentó. ¿Podría ser eso? Dejó de perseguir a Valerie porque había sabido que era solo cuestión de tiempo antes de que todo el alboroto de la boda la hiciera entrar en razón. No tendría más remedio que aparecer y él conseguiría su oportunidad recuperarla en su vida. Eso explicaría los nervios irracionales a la fiesta de mañana. En retrospectiva, lo que tenía con Valerie antes era una relación. El hecho de que nunca lo hubiera llamado así no significaba que no lo fuera. Durante el tiempo que estuvieron supuestamente solo saliendo, si se hubiera enterado que estaba

viendo a alguien más se hubiera quedado absolutamente lívido. A diferencia de ella, él no hubiera tenido ningún reparo en decirle tampoco. Sabía lo que ella pensaba cuando la había evitado durante días. Pensó que estaba con otras mujeres. Pero nunca se lo preguntó directamente, así que nunca tuvo que desmentirlo en realidad. Aunque, en realidad nunca confirmó lo que había estado haciendo tampoco. Si tan solo pudiera dejarle un mensaje que no sonase tan estúpido. Cada vez que lo intentaba, le salía todo mal. Así que, se dio por vencido. Se quedó mirando la hoja de papel y un bolígrafo en la mesa de café por un momento antes de que finalmente la tomara. Empezó a anotar algunas cosas que podría decir. Después de un tiempo de garabatear unas cuantas frases y desenterrar algunas cosas, tenía algo con lo que podía vivir. Lo leyó de nuevo un par de veces y decidió que no conseguiría nada sonando como un robot, así que trató de memorizarlo. Eso era aún peor. Frustrado, lanzó la libreta de nuevo sobre la mesa de café. Estaba cogiendo dolor de cabeza.

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¿A quién quería engañar? Probablemente no lo escucharía de todos modos. Con un dolor de cabeza al completo ahora, decidió tomar una aspirina y terminar con la noche. Tal vez con un poco de descanso y un poco de suerte, podría llegar a algo más.

Traducido por Clary y Lililamour Corregido por Nony_mo

L

as inspecciones de los edificios comerciales generalmente tomaban mucho más tiempo que una residencia. Esta última venta era otro grande. Había oficinas, varios baños, una cocina e, incluso, un pequeño gimnasio. Valerie esperaba que porque era una cita por la tarde, se darían prisa y saldrían temprano pero no tuvo suerte. Había estado ahí durante horas mientras los inspectores hacían su trabajo meticulosamente. Había pasado la mayor parte del tiempo en su laptop escribiendo más ofertas. Luke había estado en lo correcto acerca de la venta de Lemon Ridge. Eso le había abierto las puertas. Puesto que las cosas habían ido tan bien, para un edificio de ese tamaño, estaba haciendo referencias a izquierda y derecha. De todas formas, todo en la vida de Valerie iba favorablemente. Disfrutaba de la clase de éxito que Luke dijo que solo los agentes experimentados disfrutaban. Su relación con Luke avanzaba. Sin embargo, estaba segura que estaban tomando las cosas cósmicamente lento. Afortunadamente, Luke resultó ser tan paciente como era de carismático. Con los inspectores retirándose, Valerie caminaba alrededor, asegurándose de que había revisado todo. Su vacío corazón la hizo sentir culpable. Nunca había sido de las que se quejan acerca de las pequeñas cosas y estaba agradecida por todas las bendiciones en su vida. A pesar de todas las cosas positivas pasando, seguía extrañando a Alex terriblemente.

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Casi hecha la revisión, Valerie pensó que escuchó pasos. Los inspectores se habían ido. Los había visto alejándose por el camino. Se quedó muy quieta y escuchando, pero no escucho nada más. Esta no era la primera vez que tenía los pelos de punta en un edificio vacío. Tendría que acostumbrarse, porque estaría tratando con grandes edificios vacíos a partir de este momento. Después de revisar un par de puertas más, regreso a la mesa que utilizaba como su escritorio por ese día. Disminuyó su ritmo cuando escuchó el sonido de pasos otra vez. Miró alrededor pero no vio nada. Con todo guardado en su maletín y los nervios en el borde, un zumbido fuerte la hizo saltar y agarro su pecho. Su teléfono vibro en la mesa. ―Mierda. ―Dejó salir un suspiro de alivio.

Miró en el identificador de llamadas. Era Luke. Decidiendo que solo quería salir de ahí, Valerie ignoró la llamada. Tomó el teléfono y corrió hacia la entrada del edificio. Podría llamarlo una vez estuviera a salvo en su coche. Los tacones que llevaba causaron que sus pasos hiciesen eco ruidosamente. Eso solo sacudió aún más sus nervios. Cuando dobló por la esquina, corrió dentro del pequeño vestíbulo de entrada del edificio, se detuvo sintiendo el frío helado en el tuétano de sus huesos. ―Hola, cariño. ―Bruce estaba sentado en el mostrador de la estación de la recepcionista sonriendo―. Realmente deberías cerrar la puerta cuando estás aquí sola, sabes. Uno nunca sabe lo que podría haber por ahí. Valerie estaba congelada, su corazón latiendo en su garganta. Pensó en el spray de pimienta en su bolso y las palabras de Isabel le hicieron eco en su cabeza. “¿De qué sirve esa cosa para ti si está enterrado en el fondo de tu cartera? Tienes que llevarlo en tu llavero”. Ella aclaró su garganta y trató de ocultar la alarma que sintió. ―Estaba yéndome. Bruce saltó del mostrador, obligando a Valerie a moverse. Se dirigió a la puerta. La mano de Bruce tocó su codo y ella jaló su brazo. Él alzó sus manos delante para demostrar que no quería hacerle daño y sonrió. ―Tómalo con calma. ―¿Por qué estás aquí? ―exigió ella. ―Vi tu coche estacionado afuera y pensé que podría pasar y hablar. Valerie siguió caminando hacia la puerta. ―No tengo nada de qué hablar contigo.

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―¿Cuál es el apuro, Valerie? ¿Vas a encontrarte con el administrador de nuevo? Valerie continuó caminando hacia su auto decidida a no dejarle ver que no solo la tenía aturdida, lo cual obviamente quería hacer, sino que se las había arreglado para agregar a su ya creciente ansiedad. ¿Había estado siguiéndola otra vez? Debido a su relación de trabajo, ella y Luke habían salido de manera discreta. Y el estacionamiento del edificio estaba demasiado lejos de la calle principal para simplemente haber pasado como decía. Él la alcanzo y caminaron uno al lado del otro. ―¿Pensaste que no lo descubriría? Valerie forzó una carcajada.

―No tengo ninguna razón para esconder nada de ti. Después de asegurarse de que había cerrado la puerta firmemente, se dirigió hacia su coche pero Bruce caminó delante de ella. Tomó un irritado, pero cauteloso paso atrás y lo miró. ―¿Puedes darme un segundo, por favor? Pronto estaría oscuro, el estacionamiento estaba vacío y sabía que no era rival para él. En este momento no sabía qué esperar, así que decidió seguirle el juego. Siempre había funcionado en el pasado. ―Está bien, tienes un segundo. Él exhaló y frunció el ceño. ―En primer lugar, quiero pedir disculpas. ―Alcanzo su mano y ella se estremeció, dando un paso atrás. ―Disculpa aceptada. ―Trató de caminar a su alrededor. ―No he terminado ―dijo con firmeza. La mirada enloquecida en sus ojos trajo recuerdos de su pasado con él―. Dime algo. ¿Este tipo es diferente a Alex, no? ¿Es atracción? Valerie tomó una profunda respiración en un intento de calmarse a sí misma. Antes de que todo estallara entre ella y Bruce le había contada acerca de Alex. Por supuesto que fue antes que descubriera la verdad sobre él, y solo después de que descubrió que todo lo que sabía de él era un falso pasado. ―No sé lo que quieres decir. ―Claro que sí. ―Él dio un paso adelante―. Alex nunca aprecio lo que tenía. Luke hizo que te enamoras de él, ¿verdad? No podría estar más lejos de la verdad, pero tal vez si lo creía la dejaría en paz. ―Tal vez. El brillo en sus ojos fue de petulante a loco en un momento.

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―Yo lo veo, Valerie. Veo la manera en que lo miras. Es lo que siempre has querido, ¿no? ¿Un hombre que te quiera a ti y solo a ti? Ella asintió esta vez sin otra palabra. Su mente corría tratando de pensar una manera de escapar de él. ―Estarás enamorada pronto. Pero antes de eso me debes primero. ―Te debo, ¿por qué? ―Su voz casi temblaba.

―Por arruinar mi vida. ¿Sabes que incluso no puedo conseguir un trabajo ahora? No puedo ver a mis hijos. ―Sus ojos salvajes la miraron de arriba a abajo. Él ahueco su mano en su barbilla con las comisuras de sus labios levantándose lentamente―. Oh, sí, me debes. Su tono la hizo pensar cuán fácilmente él podía ir de la calma a la locura en cuestión de segundos. Valerie contuvo su respiración. No sabía ni siquiera que tenía hijos. Se sintió aún más estúpida ahora por haber tenido una relación con un hombre del cual sabía tan poco. Ahora estaba oscuro y los faros de un coche que venía hacia ellos los hizo girar a ambos. Valerie aprovechó la distracción y corrió hacia su coche. El coche seguía moviéndose en su dirección. Bruce no la seguiría. Él no dijo nada hasta que ella casi estaba en su carro. No ocultó el desprecio en su voz. ―Has arruinado mi vida, Valerie. ―Su voz aumentó de volumen con cada palabra―. Tú decides cómo vas a compensarme, de la manera fácil o de la difícil. Solo recuerda querida, ocurrirá. Valerie lo miró cuando alcanzo el carro pero no se molestó con una respuesta. El carro que lo distrajo pasó de largo. Colocó su coche en reversa y salió de allí. Una vez en la esquina, lo que había ocurrido, penetró, y se agarró el pecho palpitante. Eso podría haber sido mucho peor. No fue hasta que ajusto el espejo retrovisor que se dio cuenta que sus manos temblaban. Apretó su mano en un puño y la colocó en su regazo. Su teléfono vibro en el posavasos y la hizo saltar otra vez. Una mirada al identificador de llamada y confirmó lo que había estado temiendo. Su pesadilla estaba puesta en marcha de nuevo. Golpeó ignorar y sostuvo su aliento como esperando para ver si Bruce dejaría un mensaje, pero otra vez no lo hizo.

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Llamó a Luke en el camino y le dijo cómo transcurrió la inspección. Después de darle algunos opiniones, mantuvo la aparición de Bruce para sí misma. Luke no sabía nada de él. No le había hablado de él. Todavía no. Si las cosas se pusieran peor, o si Bruce hiciera algo más que asustarla, quizás. Por ahora era mejor evitar hacer un alboroto de esto. Le daría unos pocos días y rezaría porque solo quisiera asustarla, porque no sería tan estúpido como para hacer algo y regresar a la cárcel. Cuando llegó a casa sus nervios se habían calmado considerablemente. Isabel no estaba allí, como era el caso desde que empezó a ver a Romero. Ella todavía insistía en que sólo salían como amigos. Valerie se rió de eso. Vio la manera en que Romero la miraba. Nunca antes lo había visto así. Seguro, no había estado alrededor por un tiempo, y tenía sentido que él hubiese madurado mucho. En sus

días como gorila fue absolutamente un mujeriego. Conoció a una chica diferente en cada concierto que tuvo. Estaba en la cocina, luchando para conseguir la botella de aerosol de pimienta en su llavero cuando Isabel entró por la puerta seguida de cerca por Romero. Cuando caminaron hacia Valerie podía ver que estaban tomados de la mano y sonrió. Isabel lo hizo otra vez, pero Valerie dejó de mencionarlo desde el juego. Ya era hora de que Isabel comenzara a mostrar la mercancía. No iba a estropearlo por hacerla consciente de ello. ―Hola. ―Valerie aún luchaba con la botella de spray de pimienta―. ¿Dónde han estado chicos? ―En el espectáculo. ―Isabel se dirigía hacia el dormitorio dejando a Romero―. Pero solo vine a buscar algo y vamos a ir a comer ahora. ¿Quieres venir? La expresión de horror que brilló en el rostro de Romero casi hizo reír a Valerie. ―No, está bien, ya he comido. El horror fue reemplazado con curiosidad al momento que Valerie pasó de la invitación. Romero le preguntó; ―¿Qué tienes ahí? ―Gas pimienta. Isabel se detuvo justo antes de que entrara a su habitación. ―¿Por qué? ¿Pasó algo? Isabel vivió la pesadilla de Bruce junto a Valerie, y sabía que estaba libre ahora. Valerie la miró y meneó la cabeza. No iba a entrar en detalles en frente de Romero. Lo último que quería era que Alex se enterara que había sido tan estúpida como para meterse en una situación tan difícil. ―No, solo pensé que sería mejor tenerlo a la mano. Casi olvidé que lo tenía hasta hoy.

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Isabel la miró fijamente pero entendió que no iba a hablar frente a Romero. ―Déjame ver. ―Ofreció Romero después de ver a Valerie seguir luchando. Ella se lo entregó, frunciendo el ceño. ―No sé por qué lo hacen tan difícil. ―No lo es. ―Romero se rió entre dientes.

En cuestión de segundos lo tenía unido, haciendo a Valerie sentirse totalmente incompetente. ―Entonces, ¿qué te hizo recordar que tenías esto hoy? ―Le dio una mirada cómplice. Valerie lo miró, pero se encogió de hombros y no dijo nada. Romero se apoyó sobre el mostrador y le susurró: ―No lo diré a Izzy. Sé cómo se preocupa. Valerie examinó el llavero que era demasiado apretado ahora con el spray de pimienta en él. No lo miró. ―Solo estaba un poco asustada hoy, de regreso, en el carro. Me hizo preguntarme si seguía teniendo esto en mi bolsa. ―¿Alguien te asusto? Ella lo miró lo suficiente para ver sus cejas arquearse, luego regresó al llavero sacudiendo su cabeza. ―No fue nada, creo que oí algo, eso es todo. Isabel salió de la habitación y Valerie no podía haber estado más agradecida por la interrupción. Ellos se despidieron y salieron. Valerie había estado tan metida en la reordenación de sus llaves en su llavero que a duras penas notó que Isabel se había ido a su habitación. Eso fue hasta que estaba casi fuera de la puerta y la mandíbula de Valerie casi golpeaba el suelo. No podía decir nada, por supuesto no delante de Romero. Tan pronto como la puerta se cerró detrás de Isabel, Valerie corrió a su teléfono y le envió un mensaje.

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Un par de segundos después Isabel le envió un mensaje en contestación.

Valerie se echó a reír a carcajadas de alegría. Había molestado a Isabel con que le saldrían telarañas ahí abajo si no conseguía nada pronto. No es que ella fuera una de las que hablan. Valerie en realidad había nombrado a su compañero de mano Sr. Perfecto. Él hacía el trabajo y era confiable sin ningun dolor de cabeza.

Valerie se quedó mirando su teléfono riéndose.

Qué ridículo. Isabel nunca ha tenido un amigo con beneficios en su vida. No era una cosa de la cual Valerie estuviera preocupada. Durante años había intentado referirse a Alex como eso, y él había resultado ser la angustia interminable de su corazón roto, exactamente el por qué el Sr. Perfecto se había hecho cargo de esa parte de su vida. Valerie miró el reloj, solo las nueve. Técnicamente, había sido lo suficientemente temprano para agarrar una película con Luke cuando él le preguntó de camino a casa. Pero no se sentía de humor para eso. No quería que se acostumbrara a verla todas las noches. No sentía ese sentimiento por él de tengo―que―verte, todavía. Pasar una tranquila tarde sola estaría bien. Además, ya tenían planes para la noche del miércoles. Eso era suficiente. Aprovechó el tiempo a solas para trabajar en la pintura de Sarah y Ángel. Cada vez que veía la imagen, recordaba los tiempos más simples. Ella misma había tomado la foto. En la imagen, Sarah y Ángel estaban en la playa. Sarah estaba sentada entre sus piernas recargada hacia atrás contra él. La barbilla de Ángel estaba en su hombro, haciendo gala de esa famosa sonrisa Moreno con los profundos hoyuelos. Hoyuelos que la atormentaban. Una imagen de ella y Alex justo como esta le vino a la mente. Era el verano después de su primer año en la universidad. Habían ido de aquí para allá pero esta era justo después de su primera lesión de tobillo por lo que no había tenido más remedio que tomar tiempo libre de todo. Recordaba ese día en particular, especialmente porque era el día en que dijo algo que le quedó grabado incluso ahora. Él le había dicho que no creía que alguna vez tendría suficiente de ella. Dijo que casi era embarazoso lo frecuente que pensaba en ella, que rayaba en lo espeluznante. Recordó haberse reído y acusarlo de adornar las cosas. Pero él había sido inflexible y había sonado tan genuino. Nadie podría mirarte a los ojos y mentir tan bien, ¿o sí podrían?

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Luego, algunas semanas después, él desapareció otra vez por casi una semana y se había preguntado a quién más le daba de comer esas líneas. Suspiró, sacudió fuera sus pensamientos y volvió a la pintura, la única cosa que le ayudaba a relajarse y alejarse de sus interminables pensamientos de Alex. Lo último que quería era empezar a asociarla con él y comenzar a evitarla. En poco tiempo cayó de nuevo en su ritmo. Sus pensamientos se sumergieron profundamente en su pintura. Se mantuvo en ella por cerca de una hora antes de ir a la cama.

Alex entendió que cuando diriges tu propio restaurante con un bar completo, era un poco difícil justificar salir al restaurante de alguien más y pagar por alcohol. Pero últimamente estaba ahí todo el tiempo. Necesitaba salir. Con Ángel y Sarah cerrando esta noche, sabía que el lugar estaba cubierto. Eric estaba esperando que Sofía terminar su turno y lo había invitado al nuevo bar deportivo al que iban. Alex ya había dicho que no, pero estaba empezando a reconsiderarlo. ―¿Seguro que no quieres ir? ―preguntó Eric cuando Alex salió de la oficina―. Romero dice que es bastante impresionante. Él y algunos de sus chicos han trabajado en la seguridad algunas veces ya. Dijo que era una locura a rebosar. Están teniendo micrófono abierto tarde en la noche. Comedia en vivo. Se supone que debe ser bastante bueno. ―¿Estará él ahí esta noche? ―Alex no quería estar allí solo con Eric y Sofía. La última cosa que necesitaba, con su agitado estado de ánimo, era tener que lidiar y observar las manos y labios de Eric por encima de su hermana toda la noche. ―Sí, esta será la primera vez que realmente llegará a tener una copa y disfrutar del lugar. Deberías venir. Sofía salió de la parte trasera acomodando su bolso sobre su hombro. Obviamente había escuchado a Eric porque, añadió: ―Sí, Alex. Realmente necesitas tomar un descanso de este lugar. Ven con nosotros. Será divertido. Alex reflexionó sobre eso. Supuso que algunas risas le harían algo de bien. Finalmente accedió pero insistió en conducir su carro sólo en caso de que decidiera escabullirse temprano.

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El lugar era enorme, con televisores obsoletos de todos los tamaños por todos lados. Habían definitivamente conseguido más televisores para el restaurante cuando expandieron el bar. Más y más personas estaban empezando a llegar para ver partidos y pasar el rato. Alex exploró el lugar mientras entraba. Ciertas áreas parecían que se podían reservar con su propia mesa de billar y varias mesas de bar. Romero se encontraba en una de esas áreas acomodando las bolas sobre la mesa. Una chica estaba sentada en una de la mesas observándolo.

Alex quedó más que sorprendido cuando se acercó lo suficiente para reconocer a Isabel. Se veía realmente diferente también. Tuvo sentido cuando Valerie primero le dijo que Isabel era una maestra de secundaria, porque vestía muy acorde al caso. Pero esta noche llevaba jeans y zapatos de tacón alto y lucía bastante seductora. ―¡No lo puedo creer! ¿En realidad consiguieron sacarte del restaurante? ―Romero le sonrió desde el otro lado de la mesa de billar. Tan contento como Romero parecía de verlo, Isabel, por el otro lado, parecía perturbada por su presencia y se sentó con la espalda recta. Tal vez se avergonzaba de su nueva apariencia menos―que―modesta. Alex asintió, luego sonrió a Isabel. La camarera, una morena con un escote muy saludable, entró justo detrás de ellos. ―¿Están bien aquí? Romero ordenó para todos una ronda y luego se volteó hacia Isabel. ―¿Crees que Valerie está lista para otra? Los ojos de Alex se lanzaron a las dos botellas de cerveza delante de Isabel. Romero estaba sosteniendo su propia botella así que la otra era obviamente de Valerie. ―Solo tráele otra ―le dijo Romero a la camarera. Isabel miró a Alex, y ahora sabía lo que la había molestado. Ella se dio rápidamente la vuelta para hablar con Sofía quien se acomodó en el asiento a su lado. La ansiedad se abrió camino por su estómago. Odiaba ese maldito sentimiento. Se volvió casualmente al resto del restaurante esperando obtener el primer vistazo de ella antes de que estuviera demasiado cerca. ―Así que, ¿cómo consiguieron sacarte de la cueva, grandulón? ―Romero sonrió. Alex se encogió de hombros, sentándose en el borde de uno de los taburetes de la barra alrededor de la mesa de billar.

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―Era hora de un descanso. ―¿Eso crees? ―preguntó Eric―. Sofía dice que prácticamente vives ahí, ahora. Romero se inclinó sobre la mesa de billar y tomó un trago. ―¿Qué te pasa, hombre? ¿Cuándo fue la última vez que saliste?

Alex ni siquiera recordaba. Había estado tan absorto el año pasado que ni siquiera podía recordar la última vez que había tenido sexo. Ese solo hecho decía mucho acerca de la insignificancia de la experiencia. La camarera entró con sus cervezas. Le entregó una botella con el tipo de sonrisa que siempre recibía de las mujeres. Correspondía por costumbre, pero se volvió a buscar a Valerie mientras Romero le pagaba. Su ansiedad se disparó cuando la vio cerca de la entrada. No solo porque se veía aún más impresionante que cuando la había visto en la fiesta, sino porque no estaba sola. La visión de ella con un tipo que estaba de pie lo suficientemente cerca para besarla lo hizo apretar su botella. Tomó una respiración profunda y un amargo trago de cerveza. Esta no era su idea de tomar un descanso. Se sentía más angustiado en ese momento de lo que había estado en todas las semanas desde la reunión. De ninguna manera iba a pasar la noche alrededor de Valerie y su nuevo hombre. Tomó un trago más grande de su cerveza. Saldría de ahí tan pronto como se terminara. Todavía agarrando la botella apretadamente se tuvo que concentrar en no quebrarla. Por mucho que odiara la vista no podía mover sus ojos de ella y el fulano. El tipo sostenía su muñeca pero no en la forma en que un novio sostiene la mano de su chica. Al momento en que Alex vio que Valerie retiró su mano se puso de pie. Le dio la bienvenida a la nueva tensión que se filtraba a través de él. A diferencia de la tensión que sintió de verla con otro hombre, sabía exactamente cómo tratar con esta.

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No estaban hablando, sino que estaban discutiendo. Alex debería haber estado feliz. En lugar de eso, se puso en un estado instantáneo de alerta. La expresión agresiva del novio y el hecho de que trató de agarrar su mano de nuevo, fue todo lo que Alex necesitó. Dejó su cerveza y se dirigió hacia ellos.

Traducido por flochi y karliie_j Corregido por Nony_mo

—¿A

dónde vas? ―preguntó Romero.

Alex no respondió. Apresuró su paso cuando vio la manera amenazadora en que el novio de ella se erguía. Cuando se aproximó pudo escuchar al tipo. Hablaba muy fuerte y las personas empezaban a volver sus cabezas hacia la discusión. ―¿Piensas que estoy jugando? Dije que tengo que hablar contigo, afuera ahora. ¿En serio estaba involucrada con este sujeto? Novio o no, maldita sea si permanecería ahí y lo dejaba hablarle de esa manera. No había escuchado la respuesta de ella. A diferencia del idiota ella intentó mantener la voz baja. ―¿Hay algún problema? ―preguntó cuando llegó junto a ellos. Ambos se volvieron, la expresión del sujeto enfurecida, la de ella asustada. ―No es de tu incumbencia ―se mofó el sujeto. Alex se volvió hacia Valerie ignorando al novio. ―¿Estás bien? Asintió, pero antes de poder responder, el sujeto prosiguió con voz más alta que antes. ―Claro que está bien. No es asunto tuyo. Alex se acercó más al sujeto, hablando a centímetros de su rostro. ―Lo estoy haciendo mi asunto. Valerie agarró la mano de Alex.

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―No Alex, no lo vale. Alex volvió a mirar a Valerie, de alguna manera aliviado de que ella no hubiera defendido al imbécil. ―¿Es este…? ―¡No! ―Ella negó rotundamente.

Alex sintió la mano del sujeto en su hombro y se dio la vuelta lentamente, intentando no perder la calma. Había cometido un enorme error al haberlo tocado. El sujeto también lo supo. En el momento en que sus ojos se encontraron, inmediatamente retiró la mano. ―Bruce. ―Valerie se interpuso en frente de Alex en un intento de hacerlo retroceder. Alex no se movió, ni siquiera cuando la sintió detrás presionarse contra su muslo―. No tengo nada que hablar contigo. Lo he dejado perfectamente claro. Cometiendo un error aún peor, Bruce alcanzó el brazo de Valerie. Alex lo sujetó por la muñeca y con un paso, se paró frente a Valerie y la muñeca de Bruce estuvo a un apretón de distancia de ser rota. Aunque sentía ganas de destrozarlo, consiguió mantener la voz calma y habló nuevamente a su rostro. ―Vuelve a tocarla y eres hombre muerto. Valerie tiró de su brazo. Bruce puso una sonrisa forzada y retiró su mano de la de Alex. Él no lo soltó, pero estaba retrocediendo ahora. Bruce se apartó un par de pasos. ―Vaya, Valerie, realmente debes tenerlos formando fila ―espetó y miró a Alex―. ¿Tu turno esta noche para aprovechar ese culito fácil? Alex descargó el cañón y junto con él, su puño. Bruce no lo vio venir. Nada podía explicar la satisfacción que sintió al impactar ese gancho derecho en el ojo de Bruce. Su cuerpo golpeó el suelo desplomándose, su cabeza rebotando contra las baldosas del suelo. ―¡Wow! ―Romero saltó frente a él. En segundos, fue rodeado por Romero, Eric y el personal de seguridad del bar. Romero los despidió con la mano―. Yo me encargo, chicos. Estamos bien. Eric, que se había arrodillado, llevó inmediatamente sus dedos a la mejilla de Bruce. Alzó la mirada hacia Alex y Romero. ―Está desmayado. Romero frunció el ceño pero le aseguró al personal de seguridad, nuevamente, que todo estaba bajo control. Se dirigió al sujeto a cargo personalmente.

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―Randy, déjame encargarme de esto, ¿bien? No te preocupes. Randy asintió. Él habló en su radio. ―Este es R.D. reportando, código rojo, habitación uno, bajo control. Repito, código rojo, habitación uno, bajo control. ―Le dio a Alex una mirada severa mientras caminaba junto a él. La seguridad trabajó para dispersar a la multitud que había vitoreado y reído cuando Alex noqueó a Bruce.

Alex se esforzó en calmar la ira que seguía sintiendo por el comentario de Bruce. El pensamiento de Valerie durmiendo con este sujeto le hizo apretar el puño con tanta fuerza que lo sacudió. Se volvió hacia Valerie que se había quedado allí mirando a Bruce fijamente. Instintivamente abrió el puño y deslizó su mano en la de ella. Ella lo miró. Esos oscuros ojos ansiosos le hacían cosas que no podía empezar a comprender. ―¿Crees que va a estar bien? ―¿En serio te importa? ―Alex apretó la mandíbula. ―¿Por él? No, pero odiaría que te metieras en problemas. Alex se obligó a apartar la vista de Valerie lo suficiente para mirar a Romero y Eric poniendo de pie a un mareado Bruce. Este tipo estaba tan ido que se esforzaba por enfocar los ojos. Romero rió. ―¿Estás bien, amigo? ¿Necesitas un poco de agua? Romero miró a Alex. ―Deberías regresar a nuestra mesa de billar, amigo, antes de que te pidan retirar. Valerie deslizó su mano fuera de la de él con suavidad. Alex no insistió. Ella había tenido suficiente poder masculino para una noche. ―¿Quién era? ―Un error que cometí hace un tiempo. Alex apretó su mano en un puño nuevamente, preguntándose qué tipo de error, pero no preguntó. ―¿Qué es lo que quiere ahora? ―Hablar de nosotros volviendo a salir. ―Suspiró―. Supongo que algunos sujetos no pueden aceptar un no por respuesta. Alex se preguntó si hubo algo en la última frase dirigido a él.

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―Entonces, ¿por qué tu novio no se encuentra aquí? ―Oh. ―Hizo una pausa y apartó la mirada―. Ya viene, fue retenido por un cliente. Pero estará aquí. Alex apretó un poco más la mandíbula. Había tenido altas expectativas, pensando que podría ser capaz de hablar con ella esta noche. Se dirigieron a través de la multitud hasta que alcanzaron el área con la mesa de billar. Isabel y Sofía estaban paradas en la entrada.

―Alex, ¿qué hiciste? ―Sofía frunció el ceño. ―¡Dejó a un tipo inconsciente! ―Romero se rió detrás de él. Los ojos de Sofía se abrieron como platos. ―¿Sí? Alex intentó sonreír, pero le seguía dando vuelta a los pensamientos de Valerie y los otros hombres en su vida. Miró a Romero. ―Entonces, ¿qué pasó con él? Romero se acercó a la mesa de billar. Las chicas se sentaron en la mesa, pero Alex permaneció en la entrada de la habitación. ―El barman se puso a mirar los contactos del sujeto. Si no consiguen a alguien que lo venga a buscar, van a pedirle un taxi. Casi volvió a salir del bar. Ese tipo va a tener el ojo más morado de la historia. Eric se echó a reír. ―¿Qué pasó? ¿Por qué lo noqueaste? Alex se encogió de hombros. ―Me enfadó. ―Obviamente, ¿pero por qué? Alex y Valerie intercambiaron miradas. ―Valerie puede decírtelo. Me tengo que ir. ―¿Qué? ―preguntaron al unísono tanto Romero como Eric. ―Sí, olvidé algo del papeleo que tiene que ser entregado esta noche. Romero estaba mirándolo, disgustado. Eric tenía una mirada más comprensiva, casi simpática. Alex terminó de despedirse y saludó a las chicas, dándole un último vistazo a Valerie. La expresión de ella no traslucía nada. Probablemente avergonzada por lo que Bruce había dicho. ―¿Te vas? ―preguntó Sofía.

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Asintió y se alejó sin dar explicaciones. Afuera de las puertas, su corazón sintiéndose más pesado que nunca, escuchó a alguien gritando su nombre. Se dio la vuelta para ver a Valerie caminando hacia él. ―Quería darte las gracias. Alex detectó un poco de angustia en sus ojos. ―No te preocupes por ello. ¿Segura que estás bien?

Asintió juntando las manos frente a ella. Alex no pudo soportarlo. Tenía que decirle cómo se sentía. Incluso si ella estaba con alguien más, tenía que saberlo. Lo estaba matando. ―Valerie, yo… Los ojos de Valerie miraron más allá de él, y sonrió. ―Hola, Luke. Alex se dio la vuelta. Un sujeto en traje, con una enorme sonrisa, se acercó a ellos. Él asintió hacia Alex a la vez que tomaba la mano de Valerie. Valerie los presentó y Alex se excusó instantáneamente. Supo que fue grosero y Luke lo miró divertido, pero de ninguna manera podía soportar otro momento con ella estando con alguien más. Estaba furioso cuando alcanzó su coche. La única noche que decide salir y relajarse y termina así. La necesidad de tener de vuelta a Valerie en su vida era incluso más implacable ahora que nunca. Fantástico. Jodidamente fantástico.

Alex condujo extrañamente despacio. Aún estaba tratando de sacudirse el golpe de ayer. Se había pasado toda la noche dando vueltas con la imagen de Luke sujetando a Valerie. Era una tortura. Incluso no podía evitar preguntarse cómo es que ellos pasarían el día. Recordaba haber pasado por lo que Valerie llamaba “domingos de ocio”. Pasaban todo el día haciendo el amor, deteniéndose solo para comer y dormir. Se odiaba por solo pensarlo, pero ella podía muy bien haber hecho eso hoy. Golpeó duro el volante y chirrió los dientes. Esa imagen mental le provocaba nauseas.

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Eric llamó temprano para preguntarle si quería ir a hacer ejercicio. Él estaba tan exhausto por la falta de sueño y el colapso emocional, que había dicho que no. Pero después de azotar algunas puertas y casi abrirle un hueco a la pared con su puño, decidió que algo de ejercicio sería bueno para él. Eric estaba mirando a Romero cuando Alex llegó. ―No me dijiste que este idiota iba a estar aquí. No hubiera venido. Romero levantó la vista desde la banca.

―¿Dos días seguidos que te escapas del restaurante? ¿Y eso por qué? ― Después Romero frunció el ceño―. Pero ayer no cuenta porque regresaste allí. Alex giró el cuello provocando que le tronara. ―Tenía que hacerme cargo de algo. En realidad sí había regresado al restaurante con la esperanza de mantenerse ocupado. Después de haber regañado a unos cuantos empleados por ninguna razón, decidió que no estaba de humor para estar con nadie más y volvió a su casa. Se iría a disculpar más tarde. ―Te lo perdiste ―dijo Eric. ―¿Qué cosa? Romero de repente comenzó a reír. ―¡Primero déjame contarte sobre el ojo de ese tipo! Eric llevó su puño a su boca y también empezó a reír. ―Hermano, debiste ver al tipo que golpeaste. Alex sonrió, sentir esa pequeña satisfacción hizo que se tranquilizara un poco. ― ¿Qué pasa con él? ―El taxi que llamaron para él tardó un poco en llegar. ―Romero continúo riendo―. Lo vi sentado en el bar por casi media hora. Su ojo estaba negro y tan hinchado que no podía abrirlo. ¡Era tan malditamente gracioso! Alex rió, apretando los dedos de su mano derecha. Con todo lo que había pasado anoche, no lo sintió hasta que se fue a la cama y aún su mano estaba algo adolorida. Mucha de la frustración que había sentido por semanas salió con ese golpe. Además de haber visto a Valerie otra vez, lo que fue agridulce, golpear a Bruce había sido lo único bueno que había pasado anoche. ―Sí, bueno, ese tipo se lo merecía. Romero y Eric siguieron riendo. Alex arrojó sus llaves y su toalla al piso. Tomó asiento en el banco al lado de Romero pero esperó hasta antes de que comenzaran a entrenar. Tenía algunas preguntas que hacer primero.

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―Entonces, ¿qué hacías ahí con Valerie e Isabel? ―Sí, no sabía que estabas viendo a Isabel ―agregó Eric. ―¿Estas saliendo con ella? ―Alex estaba más sorprendido que cuando la había visto anoche. Tenía el presentimiento de que estaba ahí con Romero pero pensó que era un asunto de una sola noche o que estaban ahí solo pasando el rato.

Hasta donde sabía, Romero nunca había estado en ninguna clase de relación seria ni mucho menos. ―Te lo dije ―dijo Romero. ―No, no lo hiciste. Romero lo pensó un momento. ―Oh cierto, ese fue Ángel. Bueno, hermano, tal vez si salieras más a menudo de tu cueva. Sí, han pasado algunas semanas. ―Saliendo con ella. ¿Como saliendo con ella? ―Alex aún no lo podía creer. ―Sí, ¿por qué no? ―Romero frunció el ceño. ―Pensé que habías dicho que no era tu tipo ―recalcó Eric con la intención de molestarlo. ―No sabía nada acerca de ella en ese entonces, resulta que es bastante genial. ―¿Qué le hiciste? ―Alex alzó las cejas con curiosidad―. Se veía diferente anoche. Romero se enderezó. ―¿Qué quieres decir? ―Se veía ardiente ―agregó Eric. Romero giró para mirar a Eric. ―¿La estabas revisando? ―Era difícil no notarlo, Romero. ―Alex sonrió. Romero giró hacia Alex. ―¿Tú también? Alex rió.

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―Yo no fui el que dijo que se veía ardiente. Dije que se veía diferente. ―Le arrojó una toalla a Romero―. Solo recuerdo que era muy conservadora. Eso es todo. No te exasperes. ―Bueno, no le hice nada, y no recuerdo que se viera diferente. ―Romero lo miró desafíate, después a Eric―. No me había dado cuenta que estaban prestando tanta atención. Alex rió. ―Cállate. ¿Qué más me perdí? ―El nuevo chico de Valerie es un engreído. ―Romero pareció pensarlo un poco―. O al menos se estaba comportando como uno anoche.

Y solo así Alex se despidió de su buen humor. Pretendió que eso no le molestaba pero estrujó la barra del banco. ―Sí, ¿cómo? ―Estuvo pagando las rondas toda la noche ―continuó Romero―. Debe pensar que somos muy unidos a Valerie, pero parecía que trataba de impresionarnos, incluso nos invitó a ir a su casa alguna vez. Tal vez tiene uno de esos grandes apartamentos y quiere presumírnoslo. Pero él es tan…―Romero trató de buscar la palabra. ―¿Tan qué? ―preguntó Alex. Romero había despertado su interés. ―Se esfuerza demasiado ―dijo Eric. ―Eso es. ―Romero asintió―. Incluso sus bromas parecían forzadas. ―¿Estaba haciendo bromas? ―Alex puso los ojos en blanco. ―Algunas ―dijo Romero―. Obtuvo algunas risas de lastima e incluso Valerie parecía fastidiada. No sé si ella no esté tan entusiasmada con él o si aún estaba alterada por el tipo al que golpeaste, pero no parecía estar pasando un buen rato anoche. ―Entonces, ¿que fue todo eso? ―preguntó Eric―. Valerie no dijo mucho, especialmente después de que su amorcito llegó. Él parecía interesado cuando se enteró de que golpeaste a alguien por ella, pero ella cortó la conversación. Alex se encogió de hombros, tratando de mantenerse indiferente acerca de lo que se refiriere al novio de Valerie como su amorcito. ―Ella lo había botado hace mucho y el imbécil aún la está acosando. ―Incluso cuando las palabras salían de su boca, la idea de que Valerie ya lo había superado, le dolió como si le estuvieran enterrando una espada. ―Me pregunto si esa fue la razón por la que puso un spray de gas pimienta en su llavero. Alex lo miró.

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―¿Anoche? ―No, el viernes. Fuimos a su apartamento a buscar algo y Valerie estaba ahí tratando de meter el gas pimienta en su llavero. No quiso decir porqué, pero admitió que la habían estado espiando. Eso no le sentó bien a Alex. Había pensado que lo de Bruce en el bar había sido la primera vez. La idea de ese idiota acosándola era una historia muy diferente. ―¿Isabel dijo algo sobre eso?

―Parecía preocupada, pero Izzy se preocupa por todo. A Alex le sorprendió que Romero ya tuviera un apodo para Isabel pero no dijo nada al respecto. En vez de eso, su mente viajó hacia Valerie y a su posible acosador. Romero no dijo mucho más. Después de ejercitarse por casi una hora, Alex regresó a su casa y se duchó.

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La idea de ir a casa de Valerie se le cruzó por la mente mientras se subía a su carro. Recordaba su advertencia de aparecerse por ahí sin avisar. Enfurecido, agarró el volante y respiró hondo. Esto solo se pondría peor con el tiempo. Salió de su estacionamiento y condujo de regreso al restaurante.

Traducido por Jadasa Bo e itorres Corregido por Nanis

S

al se encontraba sentado en el bar del restaurante hablando con Julie, una de las camareras, cuando Alex entró, añadiendo culpa a la cada vez mayor lista de emociones desagradables de Alex. Julie había sido una a las que regañó la noche anterior. ―Oye, hombre. ―Alex palmeó el hombro de Sal. ―Escuché que finalmente te tomaste una noche libre… y luego no lo hiciste. ―Sonrió Sal. Alex frunció el ceño. ―Te lo contaré más tarde. Julie le dio una sonrisa tímida y se volteó para irse, pero Alex se lo impidió. ―Ven aquí. ―Puso sus brazos alrededor de ella y la abrazó con fuerza frotando su espalda, y luego se alejó―. Lo siento por lo de ayer. No debería haber dicho lo que dije. Ella sonrió y luego rió con nerviosismo. ―Eso está bien. Debería haber sabido mejor que no debía preguntar por qué habías vuelto. Maldita sea, se sentía como un idiota. Se fue con una sonrisa. Alex se sintió un poco mejor, hasta que volvió su atención a Sal que parecía disgustado. ―¿Qué demonios fue eso? ―Ayer le hablé bruscamente. Me sentí mal.

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Sal miró con esa expresión endurecida que Alex rara vez veía en él. ―Bueno, ya sabes, ella es de hablar tan suave y dulce, y le levanté la voz sólo porque me encontraba en un infierno de estado de ánimo. Sal miró en la dirección de Julie luego a Alex. ―Sí, bueno, espero que no hagas un hábito el abrazar a tus empleados así. ¿Has oído hablar del acoso sexual? Alex se encogió de hombros y caminó detrás de la barra.

―De todos modos, ¿por qué estás aquí? Pensé que estarías con mamá y papá. ―No había estado aquí en un tiempo. Papá dijo que has hecho algunos cambios. Sólo quería comprobarlo. Alex sacó un vaso y se sirvió una copa. Sal ya tenía una en frente de él. Alex lo miró. ―¿No estabas aquí hace no demasiado tiempo? Sal escaneaba el restaurante. ―Eso fue semanas atrás. Entonces, ¿quieres decirme qué pasó anoche que te hizo volver y gritarle a la pobre pequeña Julia? Alex negó. Sabía lo que Sal pensaría si le decía toda la verdad. Pero no le había contado a nadie acerca de ello y en este punto de la situación se encontraba tan desesperado que podría necesitar algunos consejos. Sal sabía que había pasado mucho tiempo con Valerie en el pasado, pero no tenía idea de lo mal que Alex lo tenía por ella. Diablos, Alex no se había dado cuenta de eso hasta hace poco. ―Valerie estaba allí la noche anterior. Sal lo miró sin comprender. ―¿Y? ―Con su novio. Sal asintió a sabiendas. ―Ah, ¿qué pasó? ―Nada, me fui. ―¿Qué? ¿No te enfadaste? Alex frunció el ceño como si Sal estuviera siendo ridículo, pero sabía malditamente bien que Sal acertó en el punto. La única razón que tenía no era, porque ya había echado humo por el primer chico. Si hubiera pasado el rato alrededor incluso un poco más, quién sabía lo que podría haber pasado. ―¿Pensé que dejaron de salir hace mucho tiempo?

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―Lo hicimos. ―Entonces, ¿cuál es el problema? Alex apoyó los puños contra el mostrador. ―No sé. Supongo que este último año con todo lo que pasó y el restaurante manteniéndome ocupado, me encontraba demasiado preocupado como para

darme cuenta de que la extrañaba. Luego la vi en la fiesta y… no puedo dejar de pensar en ella ahora. Eso era un eufemismo. La mujer invadía cada pensamiento suyo. Alex miró a Sal que lo miraba raro. No se encontraba acostumbrado a este tipo de conversación, pero se sentía bien por fin hablar con alguien sobre esto. ―Entonces, ¿le dijiste? Alex negó, sacando un vaso del armario de arriba. ―No me dio una oportunidad. Lo peor es que es demasiado tarde. Sal frunció sus cejas. ―¿Qué quieres decir con demasiado tarde? ―Está con alguien más ahora. ―Diciéndolo en voz alta era precisamente otro golpe en el estómago. ―Eso no quiere decir nada. Si todavía tiene sentimientos por ti, puedes cambiar eso. ―Esa es la cosa, Sal. Realmente enredé las cosas con ella. No creo que quiera tener nada que ver conmigo. Sal le dio esa mirada que siempre le había dado cuando estaban creciendo. La misma mirada que tenía cuando Alex había estallado y golpeó el culo de alguien. La mirada de ¿Qué has hecho ahora? ―Nunca te dije esto, porque era vergonzoso. No soy como tú cuando se trata de la universidad. Tenía un infierno de tiempo manteniéndome al día con todas las clases y la beca era todo para mamá y papá. No había manera de que arruinara mis calificaciones. Dudó para continuar. Incluso ahora, no estaba seguro de querer que Sal supiera. ―¿Así que…? Alex se quedó mirando la copa que se había servido, sin querer mirar a Sal. ―Así que, contraté a un profesor particular… No sólo uno, varios.

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―Entonces, ¿qué? Alex rodó sus ojos y tomó un duro trago de su bebida. ―Fue humillante. De ninguna manera quería que Valerie supiera sobre eso. Ella paso sin dificultad por la escuela, terminó antes que los demás. ―Es una agente de bienes raíces, Alex.

Alex miró a su hermano. ―¿Qué diablos significa eso? ―Relájate, sólo estoy diciendo que no es la universidad de leyes. Ni siquiera tuvo que ir a la universidad para convertirse en una agente. Todo lo que tenía que hacer es pasar el examen estatal. Además, ¿qué tiene eso que ver con arruinar las cosas? ―Cada vez que tenía al tutor por allí, me aseguré de que Valerie no fuera a estar alrededor esa semana. Tenía que ignorar sus llamadas o enviarle mensajes de que estaba demasiado ocupado para hablar con ella. Ni siquiera podía arriesgarme a llamarla antes de que el tutor se presentara porque sabría que algo pasaba si no le pedía verla. Asumió que estaba con otras chicas. ―Alex miró a Sal, avergonzado de admitirlo―. Y yo la deje. Sal lo miró fijamente disgustado. ―Dios, eres estúpido. Así que, ¿por qué no se lo dices ahora? ―De hecho, se lo dije. ―¿Qué dijo? Alex tomó otro trago de su bebida, echando un vistazo a Sal. ―No estaba planeándolo, pero ella llegó una noche y mi tutor estaba allí. Humor brilló en los ojos de Sal. ―¿No me digas que tu tutor era una chica? Alex no vio el humor. Aquí estaba derramando su corazón y Sal estaba consiguiendo tirarlo fuera. ―Sí, y por supuesto que pensó lo peor. Traté de explicarle, pero estaba histérica. Pensé que iba a escupir en mi cara cuando le dije que la chica era un tutor.

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Sal realmente se rió ahora. Alex se sintió desalentado. Si quería este tipo de reacción, bien podía, haberle dicho a Romero y a Eric. Ángel era el único que sabía. Había oído hablar de ello de Sarah, y ambos creían lo mismo que Valerie. Que lo sorprendió con otra chica y que trató de hacerla pasar por su tutor. Nunca les dijo la verdad, por supuesto. Tan molesta como Sarah había estado con él, que prefirió que todos creyeran la excusa poco convincente a la verdad humillante. Alex frunció el ceño a Sal. ―¿Estás terminando de reírte?

Sal asintió, pero no podía borrar la sonrisa de su rostro. Alex se sirvió otra copa. ―Tómalo con calma con eso. ―Advirtió Sal―. Eso no va a resolver nada. ―Sí, bueno, me ayudará a dormir. ―Pero todavía tienes que volver a casa. ―Sal vio a Alex verter el licor―. Ya está bien, amigo. Alex se detuvo y vertió un poco de gaseosa. ―Infiernos, dormiré en la parte de atrás, si tengo que hacerlo. Esa cama está todavía allí. ―¿Es por eso que estás aquí en tu día libre? ¿Para emborracharte y quedarte inconsciente en la parte de atrás? Alex miró su bebida. ―No, estoy aquí porque si fuera a casa, lo único que estaría haciendo es pensar en ella. ―¿Y no lo estás haciendo ahora? ―Sal se enderezó y tomó un sorbo de su bebida―. Escucha. Si fuera yo, hablaría con ella. Alex negó. ―Desde la cosa del tutor ha hecho que sea imposible para mí ubicarla. No contesta mis llamadas o responde cualquier mensaje. ―Entonces, ve a verla a su casa. Alex se quedó sin intentar siquiera ocultar su fastidio. ―¿Qué crees que va a pasar, Sal, si llegó allí y ese tipo está ahí? Sal pareció reflexionar sobre eso por un momento antes de decir: ―Está bien, no es una buena idea. Hmm… ―Llevó su puño a su boca―. Vamos a pensar. ¿Cuándo es la próxima fiesta de la boda? Tiene que estar allí ¿verdad?

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―Sí, pero eso no es hasta dentro de unas semanas en la cena de ensayo. Lanzaron algunas ideas de ida y vuelta que pondría a Alex y a Valerie en el mismo lugar, pero no se les ocurrió nada. El mayor problema con cualquier cosa que se les ocurría era, ¿y si traía a su nuevo hombre? Sal sacó su teléfono celular sonando desde su funda y respondió. ―Sí, está aquí. ―Articuló Ángel hacia Alex―. Quiere saber por qué no contestas al maldito teléfono, imbécil. ―Se rió entre dientes.

Alex acarició su propia funda y se dio cuenta que lo había dejado en su camioneta. ―No lo tiene con en él. ¿Por qué? ¿Quieres hablar con él? ―Sal se detuvo luego miró a Alex de nuevo―. Sí, vamos a estar aquí. Seguro que esperaremos. Sal colgó con una sonrisa satisfecha. ―Parece que vas a conseguir tu oportunidad de hablar con Valerie. ―¿Cuándo? ―Alex apretó el vaso con su mano. ―Ahora mismo. Papá quiere que miremos la oferta de la propiedad de al lado. Ella ya la escribió pero antes de enviarla, papá quiere asegurarse que estamos bien con ello. Iba a enviarlo por fax, pero Ángel pensó que sería mejor si se acerca a nosotros en su lugar. Ha estado tratando de conseguirlo para ti. ¿Ahora mismo? Con el ceño fruncido, Alex acarició su funda de nuevo por costumbre. Si no la hubiese dejado en su camioneta, podría haber tenido más tiempo para prepararse. No tenía la menor idea de lo que iba a decirle, pero malditamente seguro que no iba a dejarla ir sin decirle lo que sentía.

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Como si la noche anterior no hubiera sido lo suficientemente dura, Valerie había sido un manojo de nervios toda la mañana. Había escrito la oferta para la propiedad de al lado del restaurante de la familia de Alex. Todo lo que tenía que hacer era enviarla por fax. Tenían una máquina de fax en el restaurante, bastante simple. Pero nada nunca fue tan sencillo. Sarah le había llamado para decirle que el Sr. Moreno solicitaba que se la llevara. Había planeado un domingo tranquilo. Descansando todo el día, tal vez hacer algo con la pintura para dejar de pensar en ver a Alex de nuevo. La noche anterior había sido incluso más difícil que verlo en la fiesta. Hizo todo lo posible para parecer impasible acerca de su encuentro casual. Pensó que Alex se lo tragó, pero tenía la sensación de que Luke no. La salida de Alex había sido todo menos discreta. Su explicación trivial de él como un viejo amigo fue aplastada cuando los chicos siguieron una y otra vez con el tema del ojo de Bruce. Luke no había hecho un montón de preguntas. Sabía que él no lo haría, no delante de ellos, eso era. De camino a casa fue una historia diferente. Aun así, mantuvo la explicación de su relación con Alex en una mera frase: Alex es alguien

con quien salí hace mucho tiempo. En cuanto a Bruce, le dijo a Luke que era un chico con el que había salido más recientemente el cual se puso grosero esta noche. Alex, por supuesto, lo manejó como siempre maneja las cosas. Ella no había dejado pasar por alto el que Alex tenía una fuerte influencia sobre ella cuando Sarah llamó. Sarah le aseguró que Alex no estaría en la residencia de la familia Moreno. Aun así, su corazón se aceleró todo el camino. ¿Y si se presentaba? Por un momento, realmente pensó que estaba fuera de peligro. Había ido sobre todos los detalles, explicó la oferta en detalle, y Alex no se había presentado. Luego, su peor pesadilla pasó. El Sr. Moreno dijo que se sentiría mejor si le pudiera explicar a su hijo. Se volteó hacia Ángel que había estado entrando y saliendo de la cocina todo el tiempo y rezó para que se refiriera a él. En el siguiente momento Ángel estaba hablando por teléfono, llamando a Alex. Sarah se acercó y le apretó el hombro, lo cual la puso más nerviosa. Se sintió aliviada cuando Ángel no había sido capaz de contactar con él, aunque la hizo preguntarse por qué, pero sobre todo qué le podría mantener tan ocupado que no pudo contestar su teléfono. Él siempre lo tenía a la mano. Así que, cuando Ángel dejó el teléfono después de hablar con Sal, para preguntarle si estaba bien que ella fuera al restaurante su voz casi chilló. ―¿Hoy? ―Rápidamente se aclaró la voz y volvió a intentarlo―. Um, bueno, no estaba planeado… ―Los dos están ahí, Sal y Alex. Pero los dos no pueden salir. Al ver que no respondía sólo se mordió el labio, Ángel tomó el teléfono de nuevo. ―O puedo llamarlo y decirle que envíe a Alex, si eso es más conveniente. ―¡No! ―Dios no. Ángel miró, confundido. Miró hacia el señor Moreno y forzó una sonrisa―. Quiero decir, es más fácil si vamos allí. Está camino a mi casa.

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Nunca sobreviviría a estar en un entorno privado con Alex. Sería bastante difícil volver a verlo, pero al menos en público sería más seguro. Todavía no confiaba en sí misma a su alrededor. En el viaje tortuoso hasta el restaurante, llamó a Isabel quien trató en vano de calmarla. ―No puedo hacer esto. ―La voz de Valerie casi temblaba. Apretó el volante con las dos manos. La voz de Isabel entró en su auricular alto y claro.

―Escúchame, cariño. Puedes y lo harás. Recuerda lo que tu padre siempre dice: Todo sucede por una razón. Esto te va a hacer más fuerte. Cada vez que lo veas ganarás un poco más de control sobre tus emociones a su alrededor. No es más que otro chico. Recuerda eso. Oh, pero era mucho más. Este hombre poseía su corazón y alma. Verlo anoche sólo lo confirmó más. Entró en el estacionamiento del restaurante, sorprendida por lo diferente que se veía. Sarah le habló de las reformas, pero no se esperaba tanto cambio. El lugar era enorme. ¿E iban a ampliarlo aún más? Respiró hondo esperando por algunas palabras más de consuelo de Isabel. ―Muy bien, estoy aquí. ―Sé fuerte, Valerie. Eres una profesional. Irás allí y harás lo tuyo como si fuera cualquier otro cliente. Sarah y Ángel habían conducido allí también. Se estacionaron y se bajaron del coche dando a Valerie un poco de tiempo para prepararse. Salió del coche, molesta de que sus piernas se sentían tan condenadamente débiles. A pesar de que Sarah insistió en que no tenía que arreglarse, se alegraba ahora de haber decidido usar un traje de pantalón y haberse peinado de todos modos. Su estómago se revolvió con ansiedad salvaje. Los tres caminaron por la puerta principal. Las renovaciones eran increíbles. Valerie se detuvo en el umbral, disfrutando de la belleza del restaurante. La familia nunca había reparado en gastos en la decoración, lo que lo convertía en uno de los establecimientos más impresionantes de La Jolla. Arcos elaborados como los que sólo verías en las películas o pinturas mexicanas antiguas separaban las habitaciones. Ollas de barro multicolores llenas de flores y arbustos adornaban todos los rincones y hendiduras.

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Murales de paisajes pintados del viejo país cubrían las paredes de ladrillo. Como artista, pudo apreciar el increíble talento de quien los hubiera pintado. Debía haber tomado meses. Uno de ellos estaba en toda una pared. Era un retrato de un viejo pueblo mexicano. El detalle era increíble, desde las mulas que estaban allí atadas fuera de los edificios de ladrillo pintorescas a los niños que jugaban en la calle de tierra. Caminaron a través de uno de los arcos al comedor más grande que recordaba con tanto cariño. El lugar estaba lleno. El almuerzo del domingo era siempre así. El olor delicioso de las especias y las tortillas hechas a mano trajo recuerdos agridulces. Se los quitó de encima y siguió caminando. Sus ojos miraban a todos los increíbles cambios que hicieron. ¿Todo esto en un año? Era increíble. Valerie estaba paralizada por otro mural. Este era un primer

plano de una anciana mexicana haciendo tortillas de maíz a mano. Cada detalle, incluso las arrugas alrededor de sus ojos sonrientes, era notable. Risitas femeninas finalmente sacaron su atención de la pintura mural. Se volteó y vio a Alex y a una de las camareras. Estaba de espalda a ella, pero era claro como el día. Él estaba coqueteando, y la muchacha se lo tragó. Inmediatamente se sumergió en una llamarada de celos. Eso la enfureció, que después de todo este tiempo le importaba tanto que le dolía. Pero necesitaba esto, un recordatorio de por qué no podía, no le permitirá volver a su vida. ―¿Alex estás listo?

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Alex se dio la vuelta ante el sonido de la voz de Ángel. Valerie se mantuvo de pie. Alex se volteó y le dijo algo a la camarera. La camarera rápidamente entró en la cocina. Él volvió su atención de nuevo a ellos y sus ojos se encontraron con Valerie. Incluso desde la distancia, estaban tan penetrantes que su determinación casi vaciló. Casi.

Traducido por Little Pig y Simoriah Corregido por Nanis

C

omo siempre, Alex casi no podía dejar de mirar a Valerie. No podía parar los pensamientos que invadían su mente, incluso cuando ella se ponía sus anteojos para leer y estaba lista para hacer negocios. Se armó un plato del buffet y lo torturó con cada bocado que tragaba. Siempre había amado verla comer. Para Valerie, comer era como un afrodisíaco. Amaba comer y prácticamente le hacía el amor a cada bocado. Apenas escuchó lo que ella decía. Estaban sentados en uno de los bancos en el comedor de atrás que estaba cerrado, ya que el desayuno tardío había terminado. Estaban sólo ella, Sal y él. Ninguna parte de ella estaba expuesta, excepto su cara y sus manos y tuvo una erección todo el tiempo. Era una locura. Hasta sus dedos perfectamente cuidados lo volvían loco. Mientras ella los movía señalando desde su laptop hasta los papeles sólo podía pensar en cómo esos mismos dedos se habían clavado en su espalda. Entonces, como un ladrillo rompiendo una ventana, una imagen de ella con Luke entró en sus pensamientos y casi gruñó. Ambos, Valerie y Sal pararon y lo miraron. ―¿Cuál es tu problema? ―preguntó Sal. ―Podemos cambiar los números ―Valerie empezó a teclear en su laptop―. Le dije eso a tu papá. Sólo digo que con una propiedad como ésta y en esta área… ―Está bien ―Alex se forzó a decir―. La oferta está bien, Val. ―Tal vez si no lo volviera completamente loco, sabría cuál era la oferta.

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―Yo pienso lo mismo ―añadió Sal, parándose―. Suena bien para mí, Valerie. Si a Alex también le parece bien, ve y envíalo. Sal le golpeó en el hombro a Alex en un completamente obvio gesto que decía que esta era su oportunidad para hablar con ella. Le dio las gracias a Valerie por haber discutido la oferta y se fue, dando como excusa que este era el día libre de Ángel y que tenía que ir a relevarlo. Valerie se paró y empezó a guardar sus cosas con apuro.

―¿Tienes que ir a algún lado? ―¿Ir a ver a alguien? La mano de Alex se hizo un puño involuntariamente. Concentrándose en su maletín, ella no miró hacia arriba. ―De hecho, sí. Sus fosas nasales se ensancharon y se paró junto a ella, sin ignorar cómo se estremeció cuando se acercó. ―Pensé que podíamos hablar ―No. ―Se apuró todavía más. ―¿Por qué no? ―Tengo que irme. Incapaz de permanecer lejos de ella se movió lo suficientemente cerca para olerla, pero lo que quería hacer en verdad era probarla. Ella se tensó cuando sintió su aliento junto a su sien. Él apenas se pudo contener de acariciarle la espalda. ―¿No puedes darme unos minutos? ―No. ―Su tono de voz tenía menos convicción. ―Te extraño tanto Valerie ―le susurró en la oreja. Sin poder contenerse un minuto más, acarició su mano con un dedo. ―Basta Alex ―habló casi en un susurro, pero no movió su mano. ―¿Basta qué? ―Acarició su sien con sus labios, sus entrañas en fuego. Aunque estaba intentando ocultarlo, Valerie tembló. Lo quería tanto como él. ¿Entonces por qué demonios estaba luchando contra él? Se acercó, dejando que sintiera cuánto la deseaba. La necesitaba. Ella se tensó inmediatamente y escuchó que contenía el aliento. Ella inclinó la cabeza para que él pudiera acceder a su cuello por un segundo. Sin pensarlo, Alex lo besó, sintiendo que temblaba aún más. ―No puedo… ―Levantó la cabeza y se paró firme otra vez, moviendo su mano y su cuerpo lejos de él―. No voy a volver a hacer esto Alex. En un instante, tenía su portafolio en la mano. Alex buscó su otro brazo.

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―Valerie por favor, necesito que sepas… ―Lo sé, Alex. ―Sacó sus llaves de su bolsillo. ―Es que eso es Z. No lo sabes. Demonios, ni siquiera yo lo sabía. Ella sacudió su cabeza y comenzó a irse, pero Alex agarró su brazo.

―Alex. ―Su protesta fue forzada. Se volvió a verlo. Le sorprendió ver que sus ojos brillaban con lágrimas, haciéndole recordar esa noche de hace un año cuando se derrumbó frente a él porque fue un idiota―. Te pedí que no te me acercaras por una razón. No puedo seguir haciendo esto. Aunque me gusta este trabajo, si así van a ser las cosas, puedo encontrar alguien más para escribir está oferta. ―No. Valerie, sólo… ―Estoy saliendo con otra persona ahora Alex. Por favor respeta eso. Con eso, la soltó. Había rozado el peor de sus nervios. La simple idea de ella con Luke era la causa de su insomnio, y ahora se lo echaba en cara otra vez. Con su respiración ahora forzada y sintiéndose como si fuera a explotar, asintió pero preguntó: ―¿Estás enamorada de él? Los ojos de Valerie se ensancharon. Sarah entró al comedor y le dijo: ―Sólo para que sepas, están guardando toda la comida, pero puedo guardarte algo si quieres. Valerie sacudió la cabeza y fue hacia Sarah. ―No gracias. Pero puedes acompañarme hasta mi auto. ―Se giró en la dirección de Alex, seria y solo negocios―. Voy a escribir la oferta hoy a la noche. Les mantendré informados. Despídeme de Sal. Y así de fácil, había desperdiciado su única oportunidad de decirle lo que sentía. La vio irse, siempre elegante de una forma que solo Valerie podía hacerlo. Mierda, lo volvía loco. Sal entró al comedor con una sonrisa que desapareció apenas vio la cara de Alex. Si su expresión facial iba con su mal humor, Sal ya sabía que las cosas habían salido mal. ―¿Qué pasó? ―Su estúpido novio pasó. ―Alex caminó enojado a la oficina―. Me echó esa mierda en cara, y me congelé. Ni siquiera pude decirle algo.

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Sal lo siguió. ―Bueno, tal vez puedes… ―No, ya basta. ―No le había contestado si estaba enamorada o no de Luke, y lo estaba matando. No quería saberlo, no quería volver a pensar en ella. Entró con fuerza en la habitación de atrás y agarró las llaves del escritorio―. Me voy de aquí. Sal salió de su camino.

―¿A dónde vas? Alex no le contestó. Estaba a punto de matar a alguien. Necesitaba salir de ahí. Quitarse el olor y la imagen de Valerie de su cabeza. Pasó a Ángel mientras iba por el pasillo hacia la puerta trasera del restaurant. ―No hagas nada estúpido ―le dijo Sal. ―¿Cuál es su problema? ―Escuchó que Ángel preguntaba. ―Valerie ―dijo Sal. Julie estaba entrando cuando él la pasó con rapidez. ―¿Estás bien? Un gruñido fue su única respuesta. Camino hacia la luz del sol brillante. Cuando las puertas se cerraron de un portazo detrás de él, soltó un rugido salvaje tan fuerte que los pájaros en el techo se alejaron en diferentes direcciones. Manejó sin un propósito por horas. Mientras más pensaba sobre eso, más se daba cuenta de que no tenía que rendirse. Por fin se dio cuenta. Ninguna chica le había hecho sentir lo que mismo que ésta. Toda su vida estaba en pausa por culpa de Valerie. No podía superarla. Necesitaba hacer algo al respecto. Cuando finalmente volvió a su casa esa noche, volvió a leer el mensaje que seguía en su mesa de café. ¿Cuál era su problema? ¿Por qué no podía dejar un mensaje como una persona normal? Arrancó la hoja de su cuaderno y la arregló un poco.

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Agarró su teléfono y marcó el número de Valerie antes de que pudiera cambiar de opinión. Su corazón se aceleró ante la posibilidad de que atendiera. No lo hizo. Se aclaró la garganta mientras su contestador hablaba, y respiró hondo. Hizo “beep” y miró el papel que tenía agarrado. ―Valerie… Lo siento. Fui un idiota durante todo este tiempo. ―Hasta para él parecía un robot, así que hizo una bola con el papel y se sentó pasando una mano por su cabello―. Mira Valerie, no me di cuenta de cuánto te extrañaba hasta que te volví a ver… Lo siento tanto, perdón por todo lo que te hice. Sé que metí la pata en serio. Y sé que tienes un montón de preguntas, pero tengo respuestas. Lo prometo. Y si tan solo me dieras una oportunidad, podría explicarte lo que pasó. Todo lo que… ―Paró y respiró hondo―. Sólo puedo pensar en ti nena… Hoy fue una tortura. No tienes idea de lo que me haces Val. ―Su voz era casi un susurro―. Por favor dime que no te has rendido. Me estoy volviendo loco. Llámame. Hizo clic en el teléfono y colgó, sorprendido de sí mismo. No se había dado cuenta de que se sentía así hasta que las palabras simplemente salieron. Tiró el teléfono en el sillón y se sentó. Ahora solo podía sentir frustración.

A pesar del hecho de que habían pasado días desde que Valerie había visto a Alex de nuevo, todavía sentía los efectos de volver a estar tan cerca de él. Luke era ahora su única esperanza. Pero cada vez que veía a Alex de nuevo la esperanza lentamente perdía asidero. En algunas formas, estaba sorprendida de que toda la relación con Luke todavía funcionara. Luke prometió que sería discreto en la oficina, y hasta ahora había cumplido su promesa. Eso realmente ayudaba, porque tenía que admitir que había estado preocupada porque las cosas cambiaran. Salían el fin de semana pero ella siempre afirmaba que estaba demasiado cansada durante la semana; su forma de evitar que las cosas se pusieran demasiado intensas. La noche en el bar de deportes había sido la primera noche de semana que pasaba con él. Incluso eso había sido a insistencia de Isabel. Intentaba no pasar demasiado tiempo en la oficina con él y eso era fácil. Sus clientes la mantenían ocupada afuera mostrando propiedades y abriendo casas al público. Como hoy, que había mostrado tantas propiedades que ni siquiera se molestó en regresar al final del día. Llamó a Luke y le dijo que había terminado. Todo en lo que podía pensar era en llegar a casa para darse una ducha y relajarse. Luke hizo un comentario sobre que se duchara en su casa, pero ella rechazó educadamente la oferta.

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Valerie le reiteró a Luke que quería tomarse las cosas con mucha calma. Después de unas noches calientes con él, podía decir que Luke estaba ansioso por hacer más. Simplemente no estaba lista para eso. Se preguntaba si alguna vez lo estaría. ¿Cómo era tan condenadamente fácil para Alex estar con alguien más? Dolía que, de hecho, él disfrutara estar con otra mujer mientras ella todavía esperaba sentir esa cosa especial cuando Luke la besaba. Alex no había dejado de llamar, y ver su nombre en el identificador de llamadas todavía hacía que su corazón se acelerara. No se atrevía a responder. Sabía que haría falta muy poco para que volviera a creer sus mentiras, y estaría justo donde había estado durante años, esperando el próximo corazón roto. El solo oír su voz tenía ese efecto en ella. Él dejó de dejarle mensajes hasta el domingo a la noche. No pudo obligarse a oírlos aunque no los había borrado. Todavía estaban en su correo de voz, sin haber sido oídos, y pensó en ello toda la semana.

Dejó su maletín y se sacó los tacones de siete centímetros tan pronto como entró por la puerta. Isabel estaba en la cocina hacienda algo. Valerie estaba famélica. ―Huele delicioso. Isabel levantó la mirada de lo que estaba cortando. ―Los zapatos, señorita. Valerie caminó hacia la cocina. ―Los recogeré después de comer. Estoy hambrienta. Isabel le lanzó una mirada firme. Valerie dejó caer los hombros y regresó por sus zapatos. Mientras estaba en su habitación guardando los zapatos, decidió ponerse shorts y una camiseta vieja. Su teléfono sonó. Era Luke. ―Hola. ―Ella sostuvo el teléfono contra su hombre mientras se ponía el short. ―Valerie, sé que estás cansada así que no tomaré mucho tiempo. Me preguntaba si en lugar de ir a cenar mañana a la noche, preferirías venir a mi casa. Te haré la cena. ―Valerie no respondió de inmediato y agregó―. Hago una lasaña genial. Ahora estoy en el supermercado, así que pensé que te llamaría antes de recoger todas las cosas. Valerie hizo una mueca. Hablando de que no había presión. ―Sí, eso suena bien. ―¿Estás segura? No tenemos que hacerlo. Sólo pensé que desde que he alardeado tanto de mis habilidades culinarias, ya era hora de prepararte algo. Valerie sonrió. ―No, realmente suena bien. ¿Necesitas que lleve algo? ―No, solo tu apetito. Después de colgar con él, regresó a la cocina donde Isabel todavía cortaba cosas en la encimera. Isabel la miró.

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―Espero que estés hambrienta. Es día de limpieza del refrigerador. ―¿De nuevo? ―Valerie caminó hacia el horno―. ¿Qué huele tan bien? ―Esas salchichas de fiesta que nos quedaron de la despedida de soltera. Valerie sacó una de la salsa de barbacoa donde se cocían a fuego lento con un tenedor y la mordió.

―Mmm, pensé que habíamos dejado todas las sobras en casa de mi papá. Valerie había organizado una despedida de soltera de solo mujeres para Sarah en casa de su papá unas semanas atrás. Había esperado que fuera suficiente y que quizás no hicieran otras despedidas donde inevitablemente tuviera que ver a Alex. Pero a la familia de Ángel le encantaban las fiestas, e hicieron una despedida mixta de todos modos. ―Tu madrastra dejó esto hoy, dijo que no se supone que tu papá vuelva a comer estas cosas. Valerie sacó una botella de agua del refrigerador y se sentó en una de las sillas de bar frente a la encimera, mirando a Isabel. Isabel había sacado todo tipo de cosas. Una vez a la semana, limpiaba el refrigerador, tirando todas las cosas feas. Luego cocinaba y cortaba todo lo que estaba a punto de echarse a perder. Entre Valerie y ella, se deshacían de todo. ―Me sorprende que no estés con Romero esta noche. ―Quería que fuera, pero… no lo sé. Simplemente no quiero exagerar con él. ―Isabel, ¿creí que te gustaba? ―Así es. Eso es lo que me asusta. ―¿Por qué? ―Valerie frunció el ceño―. Es bueno que quiera que estés tanto tiempo con él. Es un buen tipo. ―Lo sé. Lo sé. ―Isabel continuó cortando pepinos―. Es solo que nunca he estado con nadie como él. Es tan diferente a todos los tipos demasiado cultos con lo que usualmente salgo. No es refinado, y no le importa ser políticamente incorrecto. Dice las cosas como las ve, con toda la mierda a un costado. Para alguien que es tan frontal y abierto, aún no ha mencionado nada sobre una relación. ¿Qué hay si esto es sólo algo divertido para él? Yo me estoy divirtiendo, pero tengo miedo de poner mi corazón en peligro así hasta que sepa que él busca algo serio. ―Oh, a mí me parece que busca algo serio. ―Valerie se llevó un par de cubos de queso a la boca.

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―Sólo estoy bajando un poco la velocidad, antes de ir demasiado lejos. ―Isabel se encogió de hombros y le dio una débil sonrisa a Valerie. Valerie no insistió. Sabía que Isabel estaba actuando de forma normal, pensando todo demasiado. En su lugar, cambió de tema. ―Luke me preparará le cena mañana. Isabel levantó la mirada de lo que estaba cortando. ―¿En serio? Entonces, ¿las cosas se están poniendo serias? Me alegra, Valerie.

Valerie le informó sobre la pesadilla en el restaurant. Había estado tan cerca de rendirse a él una vez más. Sabía que Isabel esperaba que las cosas despegaran entre Luke y ella. ―Es sólo una cena, Isabel. ¿Qué hay de serio en eso? ―Un hombre no cocina la cena para cualquiera ―dijo Isabel y continuó cortando―. Demonios, la mayoría de los hombres no cocina, punto. Además, es lo que sucede después de la cena lo que lo hace serio. Isabel puso el plato de pepinos que acababa de terminar de cortar frente a Valerie. Valerie tomó uno y sacudió la cabeza. ―No sucederá nada. ―No sabes eso. ―Sí, lo sé ―insistió Valerie. ―¿Por qué? Han pasado algunas semanas. Y lo conoces lo suficiente para saber que no va a ser una cosa de una noche. ¿Pensé que te gustaba este tipo? ―Sí, pero… ―Valerie bajó de la silla de un salto y devolvió el agua al refrigerador. Había tenido un largo día y se merecía un vaso de vino. Además Isabel la ponía nerviosa. Quizás Luke sí esperaba que algo sucediera mañana. Isabel dejó de cortar y se volvió para observar a Valerie servirse un vaso de vino. ―Pero Alex, ¿verdad? Valerie no la miró. ―No. ―Sírveme un vaso a mí también. Y mientes. ―No miento. ―Valerie sacó otro vaso de la alacena. ―Siempre evitas el contacto visual cuando mientes, Val. Lo estás hacienda ahora. Valerie se volvió para mirarla y le entregó el vaso con una sonrisa. ―Te odio.

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Isabel tomó el vaso pero frunció el ceño. ―Valerie, te iba tan bien. No puedes permitir que un par de altercados con él te lleven al comienzo de nuevo. Éstas son todas pruebas. Tienes que superarlas. Valerie sorbió su vino y frunció el ceño.

―No tenía idea de que estar cerca de él sería tan difícil. Realmente pensé que lo había superado, pero… Isabel sacudió la cabeza. ―Cariño, no hablaré mal de Alex. Sé cuánto significa para ti, pero te ha hecho mal tantas veces. Realmente creo que deberías darle una oportunidad a Luke. Finalmente besaste a otro hombre. Quizás dormir con alguien más finalmente te ayude a avanzar. ¿Qué es lo peor que puede suceder? ―He dormido con otros tipos desde que conocí a Alex. ―No cuenta. Eso fue hace tiempo, en los primeros días de universidad y de fiestas. Y todavía estabas negada sobre el hecho de estar enamorada de Alex. Valerie se volvió a sentar y lo pensó. Era verdad. Había pasado tanto tiempo desde que siquiera había considerado dormir con alguien más. ¿Qué era lo peor que podía suceder? Sabía que tenía que avanzar. No podía seguir postergándolo para siempre. Porque sabía que ése sería el tiempo que pasaría antes de que superara a Alex. ―¿Realmente crees que ayudaría? ―Volvió a sorber su vino. ―Realmente lo creo. Odio decir esto, Val, pero estoy segura de que Alex ha estado avanzando, una y otra vez, desde que ustedes se separaron. Eso dolía, pero Valerie sabía que era verdad. ―¿Qué hay si Luke ni siquiera piensa así? Valerie soltó una risita. ―¿Piensas que debería vestir algo especial? Isabel esbozó una gran sonrisa, emocionada que Valerie de hecho estuviera considerándolo. ―Estoy segura de que tienes suficiente de donde elegir. Sin embargo, no puedes equivocarte con el satén negro. Valerie sintió sus entrañas retorcerse. ―Por el superar las cosas. ―Isabel levantó su vaso de vino.

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Valerie lo chocó con el suyo. ―Por el superar las cosas. Realmente estaba avanzando. De alguna manera, pensaba que se sentiría más excitada o al menos, muy aliviada. Algo pesado se asentó en su estómago mientras bebía un sorbo de su vino. Pero no era alivio y definitivamente no era excitación.

Traducido por Fanny y maphyc Corregido por Nanis

E

l día siguiente Valerie no llegó a la oficina hasta después del mediodía porque tenía clientes a los que tenía que ver en la mañana. Cuando llegó, Luke le hizo señas para que entrara en su oficina. En el momento en el que él cerró la puerta detrás de ella, la saludó con uno de los más sensuales besos que le había dado hasta la fecha. La tomó por sorpresa, y la dejo sin aire. Pero como siempre, no sintió nada más. ―¿Y eso por qué fue? ―Se volteó para asegurarse de que las persianas estuvieran todas cerradas. Lo estaban, pero si alguien de verdad quería, podría verlos fácilmente a través de las aberturas entre las persianas. ―Solo te extrañé. ―Él sonrió y besó su cuello―. Apenas y te vi ayer. Valerie se alejó un poco. ―Luke, no creo que esto sea una buena idea. No aquí. Le dio otro beso y luego se retiró. ―Está bien, lo siento. Tengo que controlarme. Él caminó de regreso a su escritorio y levantó un archivo. ―Tengo algo aquí para ti. ―¿Qué? Él apuntó unos archivos sobre su escritorio. ―Un par de compradores en efectivo buscando algo rápido. Valerie lo miró. ―¿No se supone que esos iban a pasar por la oficina?

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Luke se encogió de hombros. ―Es solo un par. Tú eres la más rápida y la más eficiente. Necesito esto hecho para ayer. No quiero perder mi tiempo con esos vagos. No es gran cosa. Valerie tomó los archivos y los leyó. Eran dos buscando comprar edificios comerciales y tenían grandes presupuestos. No se sintió cómoda con esto. Si alguien de la oficina se enteraba, tal vez acusarían a Luke de tener favoritos.

―¿Crees que puedas armar una lista juntos y tener algo la próxima semana? ―Sí, seguro. ―Comenzó a caminar hacia la puerta. ―Oye ―dijo Luke―. ¿Está bien a las siete para hoy en la noche? Voy a tratar de salir más temprano de lo usual. Soy un buen cocinero, solo que no muy rápido. ―Sí, está bien. ―Valerie aún no estaba cien por ciento segura sobre esta noche. Solo le seguía la corriente. Caminó a su cubículo y sacó su laptop. El sobre en la pantalla de su teléfono cuando lo puso cerca de ella le recordó el mensaje no escuchado de Alex. Lo miró por un segundo antes de recogerlo y llamar a su buzón de voz. Su corazón se agitó al oír su voz profunda. Cada palabra que dijo hizo que su corazón latiera más de prisa. Luego sintió el nudo en su garganta cuando escuchó las palabas. Por favor dime que no te has dado por vencida con nosotros. Tomando una profunda respiración, guardó el mensaje. Sabía que solo debía borrarlo, pero no había manera de hacerlo. Dios, ¿cómo hacía eso? Un mensaje y ya estaba cerca de las lágrimas. Extrañaba tanto estar con él, y escuchar su voz la hizo extrañarlo incluso más. Sonaba sincero. Siempre sonaba sincero. No había manera de que pudiera concentrarse ahora. Valerie miró la hora. Se apresuró a salir e inmediatamente llamó a Isabel. Esta era la hora que Isabel tenía entre clases. Se paseó hasta que Isabel contestó. ―¿Qué pasa? ―dijo Isabel. ―Dejó un mensaje. ―¿Quién? ―Alex. Ella escuchó a Isabel suspirar. ―¿Y?

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―Isabel, sonó sincero. ―Valerie jaló su cabello detrás de su oreja y movió el teléfono al otro oído―. Dijo que esperaba que no me hubiese rendido con nosotros. ―Val, cariño, siempre suena sincero. Hemos pasado por esto un millón de veces. Él tiene un enorme ego. Siempre lo ha tenido. No puede soportar la idea de que tú estés con alguien más, pero nunca será chico de una sola mujer. El corazón de Valerie seguía latiendo con entusiasmo por sus palabras. ―No lo sé, Isabel. Nunca lo había escuchado así. ¿Tú crees… de verdad crees que es ilusión pensarlo por mi parte?

―Sé que lo es. Este es el tiempo más largo que has estado lejos de él. Debe estar sintiendo el peso de ello también. Verte con alguien más, estoy segura, está contribuyendo a esta repentina urgencia de estar contigo. Pero sabes qué pasará si regresan de nuevo. Valerie asintió. ―Sí, lo sé. De todas maneras quiero que lo escuches cuando llegue a casa en la noche. Isabel tomó una respiración profunda. ―Bien, pero no te estás retractando sobre esta noche. ―No, no lo haré. ―No la cena, de cualquier manera. Aún estaba dudosa del resto de la noche. Terminó la lista de propietarios a mostrar en cuestión de minutos. Luego llamó a Sarah para informarle que la oferta había sido aceptada sobre la propiedad al lado del restaurante. Le rogó para que por favor le dijera a Alex y los actualizó en la garantía. Tan poco profesional como sabía que estaba siendo, no había manera que lo llamara directamente. Después de colgar, se fue temprano sin tan siquiera decirle adiós a Luke. Lo vería esta noche. Había habido muchas veces en las que salía apurada de la oficina sin decirle adiós. No quería comenzar ningún hábito ahora. Pero más que nada, estaba evitando cualquier posible abrazo. Ya estaba pasando. Solo escuchar el mensaje de Alex comenzó a afectar la manera en la que se sentía en su relación con Luke En casa, hizo todo lo que pudo para mantener el mensaje fuera de su cabeza. Pero no pudo evitar la urgencia de escucharlo una vez más. Odiaba admitirlo, pero la hacía sentirse bien. Demasiado bien. Esa maldita esperanza persistente estaba de vuelta. Tanto como se dijo que él nunca cambiaría, algo acerca de la manera en la que había sonado en el mensaje sobresalió para ella. Siempre había sido bueno alegando su caso en el pasado, pero esta vez sonaba casi desesperado. Maldita sea, Valerie. Detente.

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Tan pronto como Isabel llegó a casa, Valerie se apresuró a ella con su teléfono en la mano. ―Bien, solo escucha el mensaje y dime lo que piensas. Pero mantén tu mente abierta. Isabel puso sus cosas sobre el mostrador y miró con atención a Valerie. ―¿En serio? ¿Un mensaje y estás actuando así?

―Vamos, Isabel. ―Valerie meneaba el teléfono frente a ella―. Solo escúchalo. Valerie marcó su buzón de voz y golpeo las indicaciones hasta que el mensaje de Alex estaba a punto de comenzar. Lo puso contra el oído de Isabel y miró de cerca la ilegible expresión de Isabel. Pero cuando terminó, ella frunció el ceño. ―Valerie, no dudo por un segundo que te extrañe. ¿Pero qué es exactamente a lo que se supone que no vas a rendirte? ¿La posibilidad que tal vez un día, sea capaz de estar solo con una mujer? Eso es muy egoísta, ¿no lo crees? Valerie escuchó y observó mientras Isabel juntaba sus cosas del mostrador. La siguió a su cuarto y se sentó sobre la cama mientras Isabel ponía cada cosa en su lugar. Incluso tenía un soporte en su vestidor para sus lentes. ―Entonces, ¿de verdad no crees que es diferente que las otras veces? ―Cariño, la única diferencia es que has aguantado sin él más tiempo esta vez, y lo más importante es que sabe que estás viendo a alguien más. Probablemente te está extrañando más que nunca, y puedes escucharlo en su voz. Pero no pondría mis esperanzas en eso. Isabel tenía razón y Valerie lo sabía. Se obligó a alistarse para su cena con Luke. Recordaba la manera en la que la había besado hoy. No había sentido mucho, pero él definitivamente sabía lo que estaba haciendo. Tal vez está noche no sería tan mala.

Las noches de los viernes no estaban tan ocupadas como las de los fines de semana, pero Alex estaba ayudando en la cocina porque dos de los cocineros estaban fuera de circulación. Esta no era la primera vez que esos dos faltaban la noche del viernes. Encontraría sustitutos para los dos lo antes posible.

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Salió de la cocina y entró en la oficina. Ángel estaba ahí, trabajando en la computadora. Alex miró a su alrededor para asegurarse que Sarah no estaba dentro del alcance del oído. ―¿Está aquí Sarah? Ángel levanto la mirada hacia él. ―No, ¿por qué?

Había estado muriéndose por preguntar toda la semana, y no podía contenerse más. ―¿Ha dicho algo acerca de Valerie? ―Sí, creía que Sal te lo dijo. Han aceptado la oferta. El depósito empieza hoy. Sal se lo había dicho, pero eso no era lo que Alex quería saber. ―Sí, me lo dijo. Ya he concertado una cita con el contratista para que venga cuando cierre para darnos una estimación del trabajo y cuánto va a llevar. ―Genial.―Ángel se giró hacia la computadora―. Valerie nos encontró este lugar cerca del puerto deportivo para el restaurante. Sarah se enamoró de la ubicación. Mira esto. Ángel se acercó de manera que Alex pudiera ver las imágenes en la pantalla. Ángel se desplazó a través de planos de un restaurante de mariscos viejo abandonado, pero que estaba justo en el puerto deportivo. Eso es por lo general todo lo que había por ahí, pescados y mariscos. De calidad superior también. Alex no estaba seguro de qué tan bien, su cocina mexicana se sostendría en el puerto deportivo, a pesar de que tenía un poco de mariscos en su menú. ―¿El puerto deportivo? ¿No va a ser eso caro? Ángel volvió a mirarlo. ―Valerie dice que podríamos conseguir una buena oferta porque necesita mucha reforma. Vamos a conseguir un buen precio, pero vamos a tener las manos llenas consiguiendo hasta el código. La mejor parte acerca de eso es que, está en venta. Así, no lo estaríamos alquilando. Estaríamos comprándolo. Sólo escuchar su nombre hizo cosas a Alex. Se quedó mirando las fotos un poco más intentando centrarse en eso en su lugar. El lugar iba a necesitar una revisión a fondo. ―¿Qué dijo Pops? ―Él no lo ha visto. Lo llevaremos allí mañana. Alex se encogió de hombros. ―Deberías llevar a Sal con ustedes, también.

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―Le haré saber que vamos a ir. Ángel hizo clic en unas pocas imágenes más en la pantalla, y Alex hizo un resumen sobre el lugar. Entonces finalmente se alejó. Se detuvo justo antes de salir. ―¿Dijo Valerie algo más a Sarah? Ángel volvió a mirarlo.

―¿Sobre qué? ―Ya sabes, sobre ese tipo con el que se está viendo. Ángel volvió su atención de nuevo a la computadora. ―No, no en realidad. Alex frunció el ceño. No era uno de esos tipos, por lo que no estaba dispuesto a seguir preguntando. Si Ángel sabía algo, se lo diría. Sólo tenía que esperar hasta la cena de ensayo. Empezó a salir cuando Ángel habló. ―No estoy seguro, porque en realidad no me lo dijo, pero escuché a Sarah por teléfono ayer por la noche. Sonaba como que Valerie le estuviera diciendo acerca de él. ―¿Sí, qué oíste? Ángel miró hacia arriba tratando de recordar. Algo parecía llegar a él, pero dudó. ―No creo que quieras escucharlo, Alex. Sé que yo no lo haría. Alex apretó el marco de la puerta. ¿Qué demonios podría haber oído? ―Dime. Ángel sacudió la cabeza y volvió a mirar el monitor. ―La única razón por la que me llamó la atención fue porque escuché a Sarah preguntarle algo acerca de usar ropa interior. Alex sintió el pelo de la parte posterior de su cuello erizado y el estómago apretado. Golpeó el puño contra la puerta. No necesitaba oír nada más. Ángel tenía razón en que eso era lo último que necesitaba en ese momento. Cargó de nuevo fuera de la oficina, enfurecido consigo mismo. ¿Por qué coño le había preguntado? ―Te lo dije. ―Oyó gritar a Ángel de la oficina.

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Sí, lo hizo. Alex debería haberle escuchado. Ángel era igual que él cuando se trataba de su Sarah.

La cena había ido mejor de lo que Valerie esperaba. Tal vez fue sólo porque el mensaje de voz de Alex la distrajo tanto, pero en realidad se saltó el almuerzo, y

llegó a su casa muerta de hambre. Cualquiera que fuera la razón, devoró su comida en minutos. Luke se echó a reír, como de costumbre, impresionado de lo mucho que podría tomar una mujer tan delicada. ―Ah, se me olvidaba ―dijo Luke mientras Valerie terminaba su tarta de queso. Se levantó y sacó un sobre de la parte superior del refrigerador. Se lo entregó a Valerie. ―¿Qué es esto? Era un folleto para un seminario de George Stone de bienes raíces de fin de semana que tenía lugar en uno de los complejos más exclusivos de La Jolla. Abrió el folleto, y había dos entradas en él. Valerie no podía dejar de sonreír. Se inclinó y le besó. ―Gracias. Deliberadamente mantuvo el beso en uno suave pero él se inclinó y la besó de nuevo. Sólo que su beso fue mucho más largo, y se lamió el labio inferior cuando terminó. ―En esos dos días, nos conseguí una suite. Podemos hacer un fin de semana de él. Valerie tragó saliva, esperando que él no se diera cuenta, y forzó una sonrisa. ―He oído que el lugar es agradable. ―Oh, es increíble. He tenido reuniones allí un par de veces, pero en realidad nunca he estado allí.

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Más tarde en la noche, después de un par de copas de vino, bailaron en la romántica terraza que daba a su patio trasero. Esta fue la primera vez que había estado en su casa, y como esperaba, era espléndida. El patio parecía un resort con una enorme piscina y cocina al aire libre. Dijo que era todo acerca de la inversión. Un hombre solo, evidentemente, no necesitaba un gran hogar. El valor de reventa era lo que estaba buscando cuando la había comprado. Pensó en la sencilla y más modesta casa de Alex. Alex dijo que cuanta más casa tuviera, más había que limpiar, y casi nunca estaba en casa así que, ¿qué sentido tenía? Pero Valerie sabía que tan modesto como su lugar era todavía era de lujo, debido a la zona en que vivía. Luke le prometió una visita más tarde, y tuvo la sensación de que sabía dónde la gira iba a terminar. Ya estaba siendo más apasionado que de costumbre, y había empezado a llamarla cariño. Pero no sonaba como cuando Isabel o su padre

la llamaban así. Con Isabel era como tener a tu hermana mayor diciéndolo, a pesar de que tenían la misma edad. La forma en que Luke lo dijo, se sentía íntimo. Luke le besó el cuello mientras bailaban lentamente y la apretó un poco más fuerte. Luego besó sus labios. Valerie se centró más que de costumbre en tratar de disfrutarlo. Lo sintió comenzar a respirar más pesado mientras sus lenguas se entrelazaban rápido. Su mano bajó por su espalda y la acarició suavemente por detrás. ―¿Sabes cuánto tiempo me has estado volviendo loco? ―Se quedó sin aliento entre besos. Valerie negó. No quería saber. Era bastante difícil tratar de disfrutar el momento sin pensar en Alex. ¿Ahora iba a añadir culpabilidad a la mezcla? Él dejó de bailar y la besó con agresividad. Empujando su lengua profundamente en su boca, su mano se deslizó hasta su blusa y acarició su pecho. Sorprendida de que estuviera empezando a sentirse un poco excitada, Valerie cerró los ojos y se dejó llevar por él. Dio la bienvenida a la lengua y le devolvió el beso con tanta pasión incluso mordiendo su labio suavemente. En un instante, él la levantó. Inmediatamente envolvió sus piernas alrededor de su cintura, su falda elevándose. Sus manos la apretaron por detrás mientras ella continuaba besándolo incluso mientras entró en la casa. Ella sostuvo su cara entre las manos, besándolo con el tipo de anhelo que sólo había sentido alguna vez con Alex. Su corazón se aceleró. Cerró los ojos con fuerza, excitada por el inesperado disfrute de ello. En el momento en que llegaron a su cama estaba completamente lista para ir a la siguiente base, y eso la emocionó. Se revolvieron para desnudarse mutuamente parcialmente sin dejar de tratar de mantener sus bocas juntas. Cayó de espaldas sobre la cama, y él cayó sobre ella. Tomó su pecho desnudo en su boca mientras ella pasó los dedos frenéticos por el cabello. ―Te quiero tan desesperadamente. ―Su voz tensa era apenas comprensible. Estaba tan increíblemente excitada en este punto que apenas podía reunir las palabras por sí misma.

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―También te quiero, Alex. Luke se quedó inmóvil, luego alejó su cara de su pecho. Los ojos de Valerie se abrieron, se llevó la mano a su boca, cubriéndola como si eso pudiera recuperar lo que acababa de decir. Avergonzada, trató desesperadamente de entender lo que acaba de suceder. Las palabras de Alex resonaban en su cabeza. Por favor, dime que no te has dado por vencida con nosotros.

Traducido por Clary y lililamour Corregido por Nanis

L

uke la miro fijamente. ―¿Alex? Valerie se movió lentamente lejos de él.

―Lo siento…Yo no… Él se movió lejos de ella, sentándose sobre la sábana. ―Lo siento tanto, Luke. No quise decir… ―¿El chico que conocí fuera del club? Valerie asintió y subió a la cama con la sábana alrededor de ella sintiéndose como una completa idiota. Ni siquiera quería mirarlo. Su mano instintivamente voló a su cara por un segundo. ―¿Hay algo que quieres decirme? ―Su actitud era inusualmente tranquila. Sólo podía imaginar la reacción que tendría si llamara a Alex por otro nombre en la cama. ―Estuve viéndolo por un largo tiempo… y no he estado con nadie más desde entonces. ―Ella miraba lejos aun tratando de comprender lo que pasó. Finalmente se volvió a él. Su expresión se convirtió en piedra. ―Estuviste realmente muy callada toda esa noche. ¿Todavía tienes sentimientos por él? Sus ojos pasaron de la cama a la puerta. Tal vez podía correr. ―Háblame, Valerie. Dijiste que serías honesta.

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―Fui honesta ―afirmo―. No mentí cuando dije que no estaba saliendo con nadie más. Luke le hizo señas para que se sentara en la cama. Ella sacudió la cabeza. ―Vamos Valerie. Esto es una tontería. No voy a hablarte estando parada ahí con una cama entre nosotros. Al menos siéntate.

Se sentó lentamente, sosteniendo la sábana delante de ella. Nunca se había arrepentido estar en algún lugar en su vida. La idea absurda de volar por la ventana cruzó su mente. ―Entonces, ¿vas a responder a la pregunta? ―Luke se sentó en el borde de su lado de la cama―. ¿Todavía tiene sentimientos por él? Por un segundo pensó mentir y luego lo pensó mejor. Quizá podía decir la verdad. Lo peor que podría pasar es que quiera dejar de verla, y confiaba que en realidad lo haría. ―Pensé que había terminado con él ―susurró. Se quedó en silencio por un momento. ―Ya veo. ―Pero no es como que hice nada con él recientemente. Sólo está tomándome un largo tiempo para superar esto. ―Lo estaba poniendo suavemente. ―¿Cuánto tiempo ha sido? ―Más de un año. ―Ella mordió su labio. Luke tomó una almohada y la puso entre él y la cabecera. Se puso cómodo. ―Bueno, parece que tenemos tiempo para hablar ahora. Entonces háblame de él. Valerie no podía creer que en realidad quería oírlo. Se encogió de hombros, sintiéndose un poco más cómoda y también se apoyó contra la cabecera. ―Lo conozco desde la secundaria. Habíamos salido de forma intermitente desde entonces. Pero se apagó para bien por más de un año. ―¿Puedo preguntar quién rompió la última vez?

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―Esa es la cosa. ―Valerie se sintió ridícula―. Nunca hemos sido una pareja oficial. Él nunca ha sido capaz de comprometerse en una relación. Siempre tenía un millón de cosas que hacer. Escuela, su negocio y jugó fútbol americano universitario durante un tiempo allí, hasta que se lesionó. Luego tuvo una tonelada de terapia por la que pasar. Pero generalmente… ―Frunció el ceño, incapaz de creer que sintió ganas de llorar―… generalmente no se podía comprometer. Finalmente lo acepte y seguí adelante. Pero no lo supero todavía. Aparentemente. ―¿Qué tipo de negocio tiene? Por supuesto eso sería la cosa en la que Luke se preocuparía. ―Un restaurante. Es de su familia, pero él está llevándolo ahora y está realmente ocupado con eso. ―Se detuvo, sintiéndose culpable. No quería hablar

mucho, pero sentía que al menos merecía una explicación―. Mi prima Sarah se casa con su hermano. No lo había visto en más de un año, pero cuando tuve que ir a la fiesta hace unas semanas, lo vi. Sólo no me había dado cuenta hasta entonces… ―Escucha. ―Se inclinó sobre la cama y puso su mano sobre la de ella―. Sé lo que es tener sentimientos por alguien por quien no es exactamente reciproco. Le dio una media sonrisa. Valerie no había pensado que fuera posible sentirse más culpable de lo que lo hacía. ―Dale tiempo. Voy a ser paciente. He probado lo que podría pasar algún día y déjame decirte, vale la pena la espera. Valerie bostezó y luego sonrió. De ninguna manera continuaría fingiendo con Luke. Debía ser honesta, pero no esta noche. ―¿Por qué no te quedas aquí esta noche? Prometo que no intentaré nada. ―Le apretó la mano―. Sé dónde está tu corazón ahora, y respeto eso. Pero ya es demasiado tarde y ambos hemos estado bebiendo. Valerie se sentía cansada. Los efectos del vino la golpearon. ―Pero no traje nada para dormir. ―Sí tenía. Pero esa pieza de lencería definitivamente no haría una aparición esta noche. Luke se levantó y se acercó a su vestidor. Valerie sentía raro verlo en sus bóxers cortos. Por lo menos no estaba desnudo. Tenía una camiseta blanca en una mano y un short corto en la otra. ―¿Es suficiente? Ella asintió. Los arrojó sobre la cama. ―Voy a darte un poco de privacidad. Regresaré en un rato.

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Valerie no tuvo que esperar demasiado tiempo para averiguar si estaría durmiendo en la misma cama. Él subió menos de quince minutos más tarde. Preguntó si podía abrazarla, nada más. Valerie dijo que sí y durmió con él en la postura de cucharita. Era realmente agradable y al igual que lo que pasó antes, imaginó que era Alex. Esta vez fue una decisión consciente. Los brazos de Alex eran mucho más grandes, pero le trajo recuerdos de él abrazándola sin embargo.

Isabel pasaba la aspiradora cuando Valerie entró sosteniendo sus zapatos. Lo dejó al segundo que vio a Valerie, una enorme sonrisa en su rostro.

Valerie la tiro abajo. ―No pasó nada. La sonrisa de Isabel se desvaneció. ―Pero pasaste la noche. ―Fue una pesadilla. ―Valerie se tiró en el sofá. ―¿Qué pasó? ―Estábamos en su cama. Las cosas se pusieron muy calientes y… ―Valerie puso su rostro entre las manos. ―¿Y qué? ―Isabel se sentó frente a ella. Valerie la miró y se avergonzó. ―Lo llamé Alex. Los ojos de Isabel se abrieron. ―Valerie, ¡no hiciste eso! Valerie puso su espalda en el sofá. Miró al techo. ―Lo hice. Isabel, ¿qué diablos pasa conmigo? ―¿Qué dijo él? ―Fue realmente comprensivo, lo que me hizo sentir peor. Creo que me hubiera sentido un poco mejor si me hubiera dicho algo malo. Isabel comenzó a reírse. ―Wow. Entonces, ¿por qué te quedaste a pasar la noche? Valerie le contó toda la historia como de costumbre, no dejando un solo detalle y luego agregó: ―Estoy rompiendo con todo el lunes. ―¿Qué? ¿Por qué?

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Isabel comenzó a hacer café a mitad de la historia de Valerie. Ambas estaban en la cocina ahora, e Isabel sirvió dos tazas. Le entregó una a Valerie y se inclinó contra el mostrador. Valerie se sentó en el taburete en el mostrador. ―No puedo seguir engañándolo. Anoche fue sólo una prueba más de que no estoy lista para una relación. Soy un desastre. No es justo para él. ―¿Qué vas a decirle? Valerie se encogió de hombros y bebió un poco de su café. No estaba segura de lo que diría. Lo que sea que diría, sabía que Luke trataría de convencerla de lo

contrario. Pero ella había estado fingiendo. Cada beso era forzado, y sabía que sería incluso peor ahora. ―La verdad, supongo ―dijo―. Seré suave sin embargo, y no mencionare que la única vez que se las arregló para excitarme fue cuando me imaginaba que era Alex. Isabel sonrió inclinando su cabeza. ―Tal vez después de la boda, cuando no estés pensando ver a Alex nunca más, lo hará más fácil. Valerie se levantó y comenzó a ir hacia su habitación. ―Espero que sí, Isabel. Porque esto es una mierda. Decidió que iba a tener un fin de semana perezoso. Tomar una ducha, leer, tal vez trabajar en la pintura un poco más. Cualquier cosa para mantener fuera de su mente a Alex. Dios, se sentía patética. Pensó en hacer una cita con su práctico, Sr. Perfecto, más tarde esa noche, entonces lo pensó mejor. Que, en todo caso, probablemente haría los pensamientos más vívidos de Alex. Bueno, diablos, Alex iba a ser la causa de otra ruptura.

El lunes llegó rápidamente y Valerie sólo tenía una cosa en mente: romper las cosas con Luke, sin rodeos. Necesitaba un corte limpio antes que las cosas se pusieran más pesadas. No quería arruinar su relación de trabajo, aunque sabía que iba a ser dañada.

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Valerie tenía tiempo de actividad, lo que significaba que contestaba el teléfono de la oficina y cualquier asunto que llegara era de ella. Toda la oficina se rotaba. Las mañanas de los lunes eran de ella. Le gustaba tener el tiempo de actividad del lunes por la mañana. Cualquiera que hubiera estado fuera durante el fin de semana mirando casas llamaría. Los teléfonos estaban ocupados, y estaba contenta por la distracción. Contestaría otra llamada o dos antes de tomar un descanso y hablar con Luke. Cuando tomó la siguiente llamada, estaba recargada en su silla, pero la voz en la línea la hizo enderezarse. ―Así que realmente la estás haciendo de jefa ahora, ¿eh, Val?

Increíble, incluso después de haber sido noqueado, ¿Bruce seguía persiguiéndola? ―¿Vas a necesitar tu otro ojo cerrado por la hinchazón también? ―Eso fue un inocente puñetazo y lo sabes. Será mejor que ese imbécil vigile su espalda… Valerie le colgó. No le daría el placer. El teléfono sonó de nuevo. O lo levantaba ella o alguien más lo haría. Respiró hondo y contestó de nuevo. ―¿Me quieres diciéndole a todo mundo en esa oficina sobre ti y el jefe? ―Lo que te haga sentir mejor. ―Valerie hizo lo mejor que pudo para sonar despreocupada―. No me vas a intimidar para ceder a ti. ―Lo único que quiero es un tiempo a solas contigo para que podamos hablar. Tengo mucho que decirte. Es todo lo que quería la otra noche. La piel de sus brazos inmediatamente se puso de gallina. ¿Qué podía decirle que no haya dicho ya? No había manera en la que Valerie estaría sola con este psicópata. De ninguna manera iba a darle más de su tiempo. Pero, ¿y si empezaba a hablar a la oficina diciéndole a todos acerca de ella y Luke? ―Estoy escuchando. ―En persona. ―No. ―Valerie, va a suceder. ¿Por qué no hacerlo de la manera fácil? ―¿Me estás amenazando? Bruce se rió entre dientes. ―Tómalo como quieras, sólo considérate advertida. He tratado de ser amable. ―Estoy de acuerdo en hablar contigo por teléfono. Lo tomas o lo dejas. Bruce bajó la voz. ―¿Fue excitante hacerle el amor a un hombre que te quería a ti y solamente a

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ti? Valerie cerró los ojos. No iba a llevar a Bruce a su vida privada. Obviamente, sabía que había pasado la noche fuera pero no sabía lo que realmente sucedió. Aun así, tal vez esto podría funcionar a su favor. ―Sí, Bruce lo fue. Estoy enamorada y feliz finalmente. ¿Puedes respetar eso?

La comunicación se cortó. Valerie respiró hondo y se pasó las manos por los brazos. Dio algunos minutos en caso de que el teléfono sonara otra vez. Cuando no sonó durante un rato, se puso de pie y se inclinó al cubículo de al lado mientras pasaba por un lado. ―Me tomaré un descanso, así que adelante y responde la línea principal si suena. Andrew, el agente en el cubículo, asintió y le dio el pulgar arriba mientras sorbía su café. Todavía seguía pensando en lo que Bruce dijo cuando entró en la oficina de Luke. Su expresión debió haber sido tan ansiosa como se sentía, porque Luke inmediatamente peguntó si algo andaba mal. ―No creo que vaya a funcionar. ―Se paró incómodamente en el centro de su oficina. ―¿Qué es lo que no va a funcionar? ―Tú y yo. Tengo demasiado en mi cabeza en este momento. No creo que sea justo para ti. Luke se reclinó en su silla y jugueteó con su pluma. ―No me utilices como excusa, Valerie. Ya te dije que estoy dispuesto a ser paciente. Valerie cambió su peso de una pierna a la otra, empezando a preguntarse por qué se había levantado de la cama esa mañana. ―De acuerdo, es sólo que no estoy lista para una relación en este momento. Y para ser honesta, realmente no creo que esto sea una buena idea. ―Hizo un gesto hacia la puerta―. Si alguien ahí afuera se entera de nosotros, no va a ser bonito. Creo que es mejor que permanezcamos como amigos. Valerie deseó que simplemente estuviera de acuerdo, para así poder salir ya de ahí. Pero la expresión de su cara dijo lo contrario.

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―No estoy de acuerdo. Creo que estás lista para una relación, obviamente no una relación sexual… aún. Pero como he dicho, estoy dispuesto a esperar. ―Arrojó la pluma sobre el escritorio―. En cuanto a que alguien se entere, ¿cómo lo harían? Sólo porque Bruce llamando a la oficina otra vez era una clara posibilidad, decidió ponerlo al corriente de ello. Explicó brevemente los últimos incidentes con Bruce, y la llamada que acababa de recibir. Luke no estaba feliz. ―No me podría importar menos tenerlo llamando aquí y diciendo cualquier cosa, pero tal vez deberías pensar en conseguir una orden de restricción contra el tipo. Suena peligroso. ―Valerie asintió, esperando que fuera el final de esto―.

Todavía creo que estás cometiendo un error con nosotros, Valerie. Realmente me gustaría que lo reconsideraras. De ninguna manera estaba teniendo esta conversación de nuevo. ―No, estoy segura, Luke. Lo siento. Realmente creo que es mejor de esta manera. Espero que esto no afecte nuestra relación de negocios. Te regresaré las entradas al seminario mañana. Empezó a ir hacia la puerta, enojada consigo misma de que las hubiera olvidado. Él le había pedido que las guardara para mantenerlas a salvo. Planeó evitar cualquier conversación privada con él de aquí en adelante. Regresarle las entradas inevitablemente incitaría una. Tal vez podría enviárselas por correo. ―Quédate con tu boleto, Val. Sé lo mucho que deseas verlo. Fue un regalo. No lo quiero de regreso. Puedes tener la suite también, si quieres. Valerie se dio la vuelta, su tono herido se añadió a su culpa. ―Gracias. Te regresaré tu boleto pero pasaré con lo de la suite. Probablemente todavía tienes tiempo para cancelarla. Empacó y salió. A partir de ahora estaría pasando mucho de su tiempo fuera de la oficina, al menos por una temporada.

Más de una semana había pasado desde que había roto las cosas con Luke. Se las arregló para mantenerse ocupada fuera de la oficina en todo momento. Después de otro largo día mostrando propiedades, estaba de camino a casa cuando Sarah la llamó. ―Hola, Sarah. ―Valerie, por favor dime que no tienes planes para este fin de semana. Los únicos planes que tenía era sentarse y vegetar frente a la televisión, y como de costumbre, trabajar en la pintura.

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―¿Por qué? ―Responde la pregunta. Valerie fue cautelosa. ―Nada sólido.

―Bien. Ya que Romero y Eric no llegaron a hacer su estúpida despedida de soltero ―Sarah se rió―, a los chicos se le ocurrió otra cosa. Valerie no pudo evitar reírse tontamente. Recordó a Sarah llamándola, preocupada porque los chicos planearon una despedida de soltero en Las Vegas. Con Ángel no siendo realmente un bebedor, no estaba segura de cómo iba a arreglárselas solo, borracho y alrededor de strippers. Valerie había ido al rescate. Tenía un plan que tendría a Ángel cancelando su propia fiesta. La idea de Alex alrededor de un montón de putas hambrientas de dinero no le cayó bien a ella tampoco. Sabiendo que Sofía no podría estar demasiado emocionada con Eric yendo a Las Vegas y de fiesta con un montón de strippers, le hizo una llamada. Se aseguró de ponerla al tanto y le pidió que alabara la fiesta de despedida de soltera de Sarah cuando lo mencionara alrededor de Ángel. Y sí que lo hizo. Al día siguiente Sarah la llamó, riendo tan fuerte que Valerie apenas podía entenderle. Le dijo que Ángel había escuchado por casualidad cuando ella y Sofía hablaban de la fiesta y del caliente "policía" que iba a hacer acto de presencia para cachear a la futura novia. Ángel inmediatamente se había puesto a su lado para proponer la cancelación de ambas fiestas. Sarah y Valerie todavía tenían un buen recuerdo de eso. Esto debería ser interesante. ―¿Qué se les ocurrió? ―Ya que todo ha sido tan formal hasta ahora, quieren sólo amigos, nada de gente mayor, nada de familiares lejanos. Sólo una multitud más joven de solteros, reuniéndose informalmente para disfrutar uno de nuestros últimos fines de semana siendo solteros. Valerie tuvo que sonreír. Sarah había estado lejos de ser soltera desde que Ángel aseguró su derecho sobre ella en la secundaria. Pero no dijo nada. ―Eso realmente suena agradable. ―Entonces la golpeó. Alex estaría ahí―. Espera. ―No, nada de espera. Ya sé lo que vas a decir.

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―Sarah, no lo entiendes, es muy difícil estar cerca de él. ―Lo sé, cariño, pero es el hermano de Ángel. No podemos no invitarlo. Y tú eres mi dama de honor, Val. Simplemente no sería lo mismo sin ti. Ni siquiera vamos a estar en un espacio cerrado. Va a ser una fogata en la playa, por los viejos tiempos. Valerie suspiró. ―Está bien, supongo.

―¡Sííí! ¿Vas a traer Luke? ―No. ―Vaciló―. Estará fuera de la ciudad este fin de semana.

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Por mucho que confiaba en que Sarah no le diría a Alex que ya no estaba viendo a Luke, tenía la sensación de que le decía todo a Ángel. Todavía tenía que armarse con al menos un novio falso si tenía que estar cerca de Alex. El incidente del restaurante sólo probó lo débil que era su resistencia hacia él. Todavía no confiaba en que no iba a ceder si trataba de convencerla de pasar incluso una noche con él.

Traducido por Flochi, Lizzie y Karliie_j Corregido por LizC

C

uando llegó a casa, Isabel se encontraba en la cocina hacienda algo de comer. Olía delicioso. Los ojos de Valerie se agrandaron y, sonrió emocionada.

―¿Estás haciendo albóndigas? Era una de las especialidades de Isabel y la sopa de albóndigas mexicana favorita de Valerie. No la había comido en mucho tiempo. Isabel le sonrió. ―Creo que volví loco a Romero. Entonces, cuando todo estuvo dicho y él lo superó, dijo que le debía albóndigas porque yo me había jactado una vez que mis albóndigas eran para morirse. ―Le sonrió a Valerie―. Va a venir a comer. ―Pero hiciste suficiente para mí, ¿cierto? ―Valerie se acercó corriendo para echarle un vistazo a la sopa que Isabel estaba revolviendo. Isabel rió. ―Claro. Le dije que era tu favorita. Dijo que te ha visto comer, y que mejor hiciera bastante como para un ejército. ―Ja ja. ―Valerie se apoyó contra la encimera―. Entonces, ¿cómo lo volviste loco? Isabel hizo una mueca. ―Bueno, ¿sabes que te he dicho que he estado intentando que las cosas vayan más lento, porque no estaba segura exactamente lo serio que va él?

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―¿Sí? ―Unas noches atrás, me preguntó por mi familia. Le conté un poco sobre ellos, estuvo realmente impresionado. ―Isabel se detuvo para saborear la sopa. A Valerie no la sorprendió que Romero se impresionara. Ella lo había estado la primera vez que Isabel le contó sobre sus insanamente exitosos hermanos. Isabel era la única que no tenía un grado de maestría, pero era la más joven y seguía trabajando en ello. Su hermana mayor, Patricia, siempre estaba encima de ella por eso.

―Entonces, ayer, estaba en el teléfono con mi hermana Pat en la casa de Romero. No pensé que estuviera escuchando mi conversación. Le dije a ella que estaba en casa a punto de tomar una ducha. Cuando colgué, me preguntó por qué mentí acerca de dónde estaba. ―Isabel se encogió de hombros―. Realmente no tenía una respuesta. Entonces, luego preguntó si le había dicho a ella sobre él. ―Valerie vio a Isabel esparcir algo más de comino en la sopa y esperó. Isabel se dio la vuelta y se mordió el labio―. No lo he hecho. ―¿Por qué? ―No necesito escuchar lo que sé que va a decirme. ―¿Y eso es? ―Valerie pensó que ya sabía. A Patricia ni siquiera le había gustado Lawrence, el profesor. No sólo porque él era un idiota. Era porque ella sentía que él no era lo bastante ambicioso. Ella pensaba que a su edad debería tener su propia casa para ese momento, no seguir viviendo en un apartamento. Isabel puso los ojos en blanco. ―Sabes cómo es ella. Romero no tiene un título. Trabaja como seguridad en eventos y bares. Valerie frunció el ceño. ―Pero no es solamente un guardia de seguridad, es dueño de su propia compañía. Isabel negó. ―No importará. Lo prometo. Ella dirá que está por debajo de mí, de todas formas. Ya puedo escucharla. Eso enojó a Valerie. Romero era un hombre honesto y trabajador, actualmente probando que la palabra compromiso estaba en su vocabulario. A diferencia de ciertas personas que conocía. ―No se lo dijiste, ¿cierto? Isabel negó. ―No. Admití que no se lo había dicho a ella todavía.

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―¿Qué dijo? ―Al principio no mucho, pero pude notar que estaba herido. Luego me preguntó a quién le conté de mi familia. Me escucha en el teléfono con ellos todo el tiempo, así que, sabe lo cercana que soy a todos ellos. Entonces, cuando dije que no les había dicho nada a ninguno de ellos, ahí fue cuando las cosas se calentaron. ―Isabel suspiró―. Le dije que él no había sido claro sobre lo que éramos exactamente. No quería decirles nada hasta que yo estuviese segura. Entonces

realmente se volvió loco. No podía creer que luego de todo este tiempo no nos considerara ya una relación. Empezó a preguntarme si yo estaba todavía saliendo con otras personas. Hizo un enorme problema con eso y siguió preguntándome si estaba segura sobre esto o no. Valerie no pudo evitar reír. ―Espero que le dijeras que sí. Isabel revolvió la sopa un poco más. ―Claro que sí. ―Se volvió hacia Valerie. Por primera vez, Valerie vio preocupación en los ojos de Isabel―. Realmente lo estoy, pero esto va a ser difícil. Mi familia es tan quisquillosa sobre este tipo de cosas y a Romero nada lo calla. Van a darse cabezazos. No estoy deseando que eso llegue. Valerie le acarició la espalda a Isabel. ―Bueno, si ellos realmente se preocupan por ti, tendrán que aceptarlo. ―Hasta esta conversación, Valerie no había caído en cuenta―. Creo que estás realmente enamorada de él, Isabel. La expresión de Isabel lo dijo todo. Definitivamente se había enamorado. Antes de la fiesta, nunca se hubiera imaginado a Isabel con Romero. Esto demostraba la teoría aún más. Los opuestos se atraen. Isabel le había dicho que dormir con Romero fue diferente a cualquier otro chico con el que había estado. Valerie tuvo la sensación de que estaba reteniendo los detalles jugosos porque Isabel se sentía mal por Valerie. Sabía de la lucha de Valerie por intentar conseguir mucho más que un ligero roce con los besos de Luke. A juzgar por las experiencias pasadas de Isabel con chicos estirados con los que por lo general salía, probablemente estaba disfrutando del mejor sexo de su vida. ―¿Escuchaste sobre este fin de semana? Valerie gruñó. ―Sí. ―Estarás bien. Romero me lo contó hoy. ―Ahora los ojos de Isabel mostraban una expresión comprensiva―. Estaré allí contigo.

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Valerie sacó un tazón del gabinete. ―¿Ya casi está? Necesito consuelo comestible. ―Sí, ya está. Valerie se sirvió una gran ración justo cuando el timbre sonó. Se llevó su tazón a su habitación para darles a Romero e Isabel algo de privacidad. Isabel insistió que no tenía que irse, pero Valerie quería estar sola. Este fin de semana

sería un infierno, teniendo que prepararse mentalmente para volver a ver a Alex. Regresaría por más sopa con seguridad.

Sintiéndose como un jodido adolescente nervioso, Alex se acercó a Sarah mientras ella rellenaba los saleros y pimenteros. El restaurante no había abierto aún, y Ángel no iba a llegar hasta en un par de horas. Esta no era una conversación que quisiera tener frente a él. Casi se detuvo y se dio la vuelta pero se obligó a seguir caminando. Ella alzó la mirada. Sus grandes ojos verdes brillaron cuando sonrió. Ángel era un tipo con suerte. Se resistió a decirle a ella por enésima vez lo bellos que eran sus ojos. Solo porque Ángel no estaba cerca, de lo contrario provocar a Ángel coqueteando con su pronto cuñada era uno de sus más recientes entretenimientos. ―Oye. ―Ella recogió unos saleros―. ¿Necesitas algo? ―No, en realidad quería hablar contigo, si tienes un minuto. No tenía intenciones de confesarle a Sarah la verdad sobre la tutora… por ahora. Todo lo que quería ahora era averiguar más acerca de Valerie y Luke. Necesitaba un poco de discernimiento antes del fin de semana. Quizás si sabía un poco más, sabría al menos si tenía una oportunidad de ganársela de vuelta. ―Seguro. ―Sarah dejó lo que estaba haciendo y buscó sus ojos―. ¿Algo anda mal? ―No realmente. Me estaba preguntando… ―Molesto, pasó su palma sudorosa sobre sus pantalones―. ¿Cuán serio va Valerie con el chico que está viendo? La expresión de Sarah cambió y levantó una ceja. ―¿Por qué, Alex? Alex levantó un hombro.

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―Tengo curiosidad. ―Espero que no estés planeando jugar con ella otra vez. ―Regresó a llenar los saleros. ―¿Jugar? Nunca jugué con ella. Sarah se detuvo y lo miró. ―¿Me estás jodiendo?

―Sé lo que pareció, pero lo creas o no, me importaba Valerie. Me sigue importando. ―Decir que le importaba ni siquiera empezaba a cubrir todas las emociones que sentía por ella ahora mismo. La expresión de Sarah se suavizó. ―Siempre he sabido que te importaba. Esa es la razón por la que nunca pude entender las cosas que hiciste. ¿Por qué la lastimarías así? ―Nunca fue mi intención. ―Apartó la vista―. Sólo… fue complicado. Se dio la vuelta hacia ella y así de la nada, la expresión de Sarah se volvió rígida otra vez. ―Es una larga historia, Sarah. Pero tienes que creerme cuando digo que me importa. Necesito saber si hay aunque sea una mínima oportunidad que las cosas funcionen entre nosotros. ―Extendió la mano y la puso sobre la de ella―. ¿Puedes ayudarme en esto? Sarah presionó sus labios juntos. ―No estoy segura de que ella esté bien con que divulgue información, especialmente a ti. Alex frunció el ceño. ―No te estoy pidiendo que me cuentes sus secretos, sólo tu opinión. ¿Crees que va realmente en serio con él? Con un suspiro, Sarah se rindió. ―Han sido sólo unas pocas semanas por lo que sé. Pero lo ha conocido por mucho más tiempo. Trabaja para él, así que, sólo puedo asumir que llegó a conocerlo muy bien, antes de llegar a… involucrarse.

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El énfasis de esa palabra final fue como papel de lija a una herida abierta. Alex se le quedó mirando con fuerza, sin querer hablar por temor a explotar. Tantos detalles como quería antes, no quería escuchar nada más. Nunca en su vida se había sentido tan malditamente atormentado. Luke no era alguien a quien Valerie acabara de conocer hace unas semanas. Conocía al chico desde hace bastante tiempo. Tenían una relación establecida y ahora estaban involucrados. Esto era mucho peor de lo que pensaba. ―Gracias, cariño. ―Empezó a alejarse. Por mucho que le doliera admitirlo, probablemente era demasiado tarde. ―Alex ―dijo. Él no podía soportar la simpatía en sus ojos por más tiempo―. Mírame.

De mala gana, se volvió hacia ella. La simpatía reemplazada por una mirada decidida. ―¿Me prometes que no sólo estás buscándola para jugar con ella? ―¿Qué quieres decir? Yo nunca… ―Promételo. ―Levantó la voz Sarah. Si no hubiera estado tan enfurecido aún sobre el pensamiento de Valerie y Luke involucrados, podría haber estado divertido por la repentina actitud inflexible de la dulce Sarah. ―Por supuesto, lo prometo. Ella no dijo nada por un momento, se limitó a mirarlo. Como si todavía no estuviera completamente persuadida. ―No te atrevas a decirle que te dije esto, Alex Moreno. Asintió pero no dijo nada y se preguntó a dónde iba. ―Ella pone una buena actuación a veces, como si estuviera realmente siguiendo adelante con este chico. ―Hizo una pausa dando tiempo a que Alex rechinara los dientes. Escuchar hablar acerca de Valerie siguiendo adelante no era exactamente lo que estaba esperando cuando le hizo prometérselo―. Puedo decir que está tratando muy duro para conseguir superarte. Pero creo que si te esfuerzas lo suficiente, estaría más que dispuesta a darte otra oportunidad. ―Dio un paso firme hacia delante―. Pero te juro, Alex, si le haces daño otra vez, nunca te perdonaré. El más pequeño haz de luz se escapó a través de la nube de tormenta que se había alzado sobre su cabeza durante semanas. Caminó hacia Sarah y la abrazó con fuerza. ―No te preocupes. No rompo mis promesas. Pregúntale a cualquiera.

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Ese es todo el ánimo que necesitaba. Conseguiría que Valerie lo escuchara de una manera u otra.

Esa semana, habían recibido en la oficina un par de llamadas de alguien que decía que Valerie obtenía un trato especial porque estaba haciéndolo con el gerente. Dos personas diferentes habían tomado las llamadas, y eso llamó la atención de Luke.

No había duda sobre quién había hecho esas llamadas. Valerie quería matarlo. Definitivamente buscaría obtener una orden de restricción contra Bruce, incluso posiblemente demandarlo por difamación. Había empezado a tener el sentimiento de que en serio la habían estado siguiendo, pero estaba más enojada por eso que asustada. Obviamente, Luke había negado todas las acusaciones hechas en las llamadas, pero algunas personas en la oficina empezaban a verla de forma diferente. Valerie quería creer que lo había estado imaginando. Estaba tan enojada consigo misma por haberse metido con Bruce o con Luke en primer lugar. Había estado trabajando tan duro para que las personas creyeran que se estaba haciendo su propio camino hacia el éxito. En segundo lugar, había discutido con Luke por cosas que pensaba que él estaba haciendo para guardar las apariencias. Él se había aliado con otro agente en la reunión de la mañana por algo en lo que ella sabía que tenía razón, después él le aseguró que había sido un mal entendido. ―¿Por qué sigues aquí tan tarde? ―Luke sorprendió a Valerie. Ella había estado tan sumida en sus pensamientos hasta que él asomó la cabeza en su cubículo. Ella lo miró. ―Sólo estaba terminando de escribir una contra oferta. ―¿Otra? Eso es estupendo. Ella sonrió pero no estaba sintiéndolo. No había hablado con Luke en un par de días y pensó que él tal vez seguía enojado por el incidente en la reunión. Ella no había sido muy agradable al respecto. ―Entonces, ¿terminaste? Valerie lo miró de nuevo y luego miró hacia su desordenado escritorio. ―Sí, apenas. ―Escucha Val. ¿Qué piensas acerca de ir a tomar un trago, como una oferta de paz?

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Valerie negó, pero sonrió. ―No, no lo creo. ―Se puso de pie y empezó a recoger algunas cosas para meterlas en su portafolio. ―¿Por qué no? ―Porque no creo que salir juntos haya sido una buena idea desde el principio. Ambos sabíamos que sería mal visto, y mira la que está pasando ahora.

―Vamos Val, ¿desde cuándo dos colegas no pueden tomar una bebida juntos después del trabajo? Conozco un lugar que sirve los mejores Mojitos. ¿Alguna vez has ido a Moreno’s? El rostro de Valerie se alzó del maletín esperando ver una sonrisa burlona en su rostro, pero él lucía serio. Le tomó un momento pero entonces no pudo contener la risa. ―¿Quieres llevarme a Moreno´s? ―Sí, ¿por qué es tan gracioso? Valerie se imaginó entrando ahí con Luke mientras tal vez Ángel o posiblemente incluso Alex los atendía y rió aún más fuerte. ―¿Qué? ―Luke obviamente no lo entendía, pero lució satisfecho con su repentino cambio de humor. Ella no se había reído tan fuerte desde hacía mucho tiempo. Cuando finalmente recobró la compostura, se enjugó las esquinas de sus ojos. Había estado tan tensa últimamente que de hecho sintió que se liberó de un poco de toda esa presión. ―¿Sabes qué? Creo que después de todo sí iré a tomar algo contigo. Solo que, no en Moreno’s. Valerie estaba hambrienta, como siempre, así que fueron a un bar de sushi de todo-lo-que-puedas-comer. Ella empezó a darle una vaga explicación acerca de Moreno’s, y después decidió simplemente decirle la verdad. Ellos ya no estaban saliendo así que, ¿qué importaba? Luke la escuchó y no hizo ninguna pregunta. Él se burló de ella debido a toda la gran cantidad de comida que podía comer. Hablaron acerca del seminario que Valerie por ningún motivo planeaba cancelar. Contaba con que George Stone la ayudara con su mal humor.

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Luke no era el más ingenioso. Él era demasiado conservador para eso. Tal vez era porque estaba risueña por su invitación a Moreno’s, pero ella estuvo riendo durante toda la cena. Al final, estaba feliz por haber ido. Era agradable no pensar en Bruce o en Alex por al menos algunas horas.

A primera hora la mañana del viernes, Valerie recibió una llamada en su extensión privada de parte de Bruce. ―No debes de preocuparte tanto por tu reputación en esa oficina. ¿Cierto? Valerie se puso de pie. ―Tus llamadas no están haciendo nada para cambiar lo que todos piensan sobre mí. Todos piensan que eres un idiota psicópata. No te toman muy en serio, Bruce. ―Es mejor que cuides tus palabras, Valerie. Juro por Dios que te haré arrepentirte de ello. ―Su tono fue mucho más duro de lo que ella recordaba, y le provocó escalofríos en su columna. ―No me asustas, Bruce ―mintió―. Vi de qué estás hecho en el club. ¿Por qué no nos haces un favor a ambos y te consigues una maldita vida? No quiero tener nada que ver contigo y nunca lo haré. ―Tenía una vida, querida. Una buena, hasta que lo arruinaste. ¿Lo recuerdas? Valerie cerró fuertemente los ojos. Él la culparía para siempre. ―Tú arruinaste tu propia… ―Dime algo, cariño. ¿Luke es el primer chico del que te enamoraste? Jesús, para alguien que creía saber todo, no tenía ni idea de qué tan lejos de la verdad estaba. Aparentemente, él le creyó la historia. ¿Acaso no había notado que ya ni siquiera estaban saliendo? ―Sí. ―Mantuvo los ojos cerrados, concentrándose fuertemente en sonar tan sincera como fuera posible. No quería que nadie en la oficina la escuchara, por lo que mantuvo su voz en un susurro―. Jamás sentí por alguien lo que siento por él. ―Pero terminaste con él. ¿Por qué?

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Sus ojos se abrieron como platos. ¿Cómo es que lo sabía? Escuchó su risa maníaca, despacio al principio y después más fuerte llena de convicción. La línea murió de pronto. Se mantuvo de pie apretando el auricular incluso cuando el tono empezó a sonar en su oído. Con un profundo suspiro colgó el teléfono. Tenía demasiadas cosas en su mente como para agregar esto también. Valerie estuvo fuera de la oficina la mayor parte del día mostrando algunas propiedades y reuniéndose con clientes potenciales. Logró mantener su mente alejada de Bruce. Volvió a la oficina y trabajó por un rato más antes de irse. Ya estaba oscureciendo y caminaba rápidamente a través del solitario estacionamiento. Su portafolio colgaba pesadamente de su hombro, y el paquete de archivos que sostenía la dejaba completamente vulnerable si alguien se acercaba.

Pensó haber escuchado pasos detrás de ella pero decidió que estaba siendo paranoica. De todos modos, apretó el paso, sintiendo que su corazón se aceleraba cada vez más. Ya casi había alcanzado su auto cuando escuchó de nuevo los pasos. ―Hola, Valerie.

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Valerie dio un salto y la mitad de los papeles que estaba sosteniendo cayeron al piso. Se dio la vuelta, lista para gritar, cuando vio a Alex mirándola con sorpresa.

Traducido por Jadasa Bo y Anelynn* Corregido por LizC

—L

o siento, Val. No era mi intención asustarte. ―Alex se sintió muy mal. Se arrodilló de inmediato, recogiendo los papeles que ella dejó caer.

―Oh, Dios mío. ―Puso las cosas que se las arregló para sostener sobre el maletero de su auto y, a continuación, se apoyó contra el parachoques. Apretó su mano contra su pecho―. Mi corazón casi se detuvo, Alex. ―Puedo ver eso. ―Alex la miró desde donde terminó de recoger sus cosas―. Lo siento. De todos modos, ¿por qué trabajas hasta tan tarde? Estaba empezando a pensar que tal vez alguien te llevó a casa y sólo dejaste tu auto aquí el resto de la noche. ―Entre muchas otras cosas irritantes que estuvo imaginando en las que ella podría participar a esas horas en una oficina vacía. Había estado tan cerca de irrumpir allí para averiguarlo por sí mismo. ―Me han saturado toda la semana. ―Todavía estaba recuperando el aliento. Alex se puso de pie, sosteniendo los archivos en sus manos. Echó un vistazo a ellos y esperó comprender a través de ellos qué era lo que la había mantenido en el trabajo tan tarde. Eran un desastre. Sus ojos vagaron sobre ella como siempre lo hacían cuando la veía. Tenía un aspecto fantástico. El traje de falda gris que vestía hacía destacar lo rubia que era, parecía más brillante y resaltaba el resplandor de sus grandes ojos oscuros. Ojos que estaban totalmente asustados aún. Frunció el ceño sabiendo que había sido la causa. Sostuvo los archivos mientras ella abría su maletero, y notó que sus manos temblaban cuando se los dio.

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―¿Estás bien? Ella asintió, pero no dijo una palabra. Le entregó el resto de los archivos. Cuando cerró el maletero, finalmente lo miró. Alex notó que sus ojos brillaban. ¿Realmente la había asustado tanto? ―¿Estás llorando? Sacudió su cabeza y soltó una carcajada.

―Simplemente me asustaste a muerte, eso es todo. Alex miró a su alrededor en el estacionamiento vacío y apretó los labios. ―Bueno, es muy peligroso que estés aquí tan tarde y sola. ¿De verdad…? ―No, no es eso, trabajo hasta tarde todo el tiempo. Es sólo que… bueno… nada. Sólo he sido un desastre últimamente. ―Se apoyó en el auto y ladeó su cabeza ligeramente―. Así que, ¿por qué estás aquí? Alex la miró fijamente, preguntándose por qué estaba tan nerviosa. ¿Era aquel idiota que seguía acosándola? Entonces, pensó en su pregunta. ―Quería hablar contigo. No había sido capaz de esperar hasta mañana. Siempre existía la posibilidad de que aparecería con Luke y arruinara toda la hoguera de ideas. Sabía que era un riesgo. Pero las últimas semanas habían sido las semanas más angustiosas de su vida. Así que, decidió que tomaría sus posibilidades. Su expresión era ilegible, y no dijo nada durante unos momentos. ―¿Sobre qué, Alex? ―preguntó ella finalmente. ―Sé que estás con alguien ahora. ―Sus propias palabras lo estaban lastimando―. Pero pensé que tal vez podrías escucharme. ―Por una vez, no evitó sus ojos. Ella lo miró directamente―. ¿Podemos ir a algún lugar y hablar? Te compraré un trago. Es lo menos que puedo hacer después de asustarte tanto. ―Sonrió y le pareció ver la esquina de su labio elevarse un poco―. ¿Podría ayudar a calmar los nervios? Para su sorpresa, ella estuvo de acuerdo y con bastante rapidez. ―Pero sólo uno. Y vamos a tener que ir en dos autos. No puedo dejar el mío aquí. ―Puedo traerte de vuelta, y recogerlo más tarde. Valerie negó. ―No hay nada por aquí cerca. Tendríamos que conducir todo el camino de regreso.

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―O podemos dejar el auto en tu casa. La expresión que hizo era una extraña. Pareció casi alarmada. ―No ―dijo con firmeza y caminó alrededor para entrar en su auto―. Sólo sígueme. Conozco un buen lugar en el que podemos hablar. Alex la siguió y pensó en la actitud intransigente que tuvo cuando se trató de dejar su auto. ¿Había alguien allí que no le gustaría verla entrar en su auto? Rodó

su cuello e intentó masajearlo, algo que siempre le ayudaba a calmarse aunque sólo sea un poco. No quería meter la pata con su temperamento esta noche, por lo que tomó un profundo respiro antes de salir de su camioneta. El lugar que Valerie eligió era una pizzería de moda y cervecería. Alex sonrió mientras entraban. Sabía que iba a elegir un lugar con comida. Se deslizaron en una cabina en una esquina. Como era viernes por la noche, ya estaba lleno, y había un juego de los Padres5 en la gran pantalla. Algunas de las personas que veían el juego eran bastante ruidosas. No es exactamente el ambiente que esperaba, pero tendría que funcionar. ―Por mucho que te asusté, pensé que te gustaría un lugar donde pudieras conseguir un trago. ―Oh, sirven tragos aquí. ―Sonrió. La camarera se acercó y miró a Alex, pero él dejó que Valerie siguiera adelante con un gesto. Nunca lo decepcionaba cuando se trataba de pedir comida. ―Queremos el plato grande de los amantes de la carne. Una orden grande de alas, extra ranch, y voy a querer una copa grande de Amber Bach y un trago de tequila. La camarera se volvió hacia Alex y le tomó su orden de bebidas. Ordenó lo mismo, menos el trago. Necesitaba su cabeza despejada esta noche. Cuando la camarera se fue, Valerie sacó su teléfono de su bolso, miró a través de él por un momento, y luego volvió a colocarlo en su bolso. Solo eso ya puso a Alex nervioso. ¿Estaba comprobando si tenía llamadas de su novio? ―Así que, vamos al punto ―dijo ella, y una vez más lo miró directamente a los ojos―. ¿Qué hizo que te presentaras en mi trabajo y esperaras hasta que saliera? Nunca hiciste eso antes. Ahora, siento curiosidad.

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Alex se quedó en blanco cuando trató de recordar todas las cosas que había ensayado en el auto mientras la esperaba. Pero estaba contento de que tenía toda su atención. Estaba a punto de comenzar cuando la camarera trajo sus bebidas. Le dieron las gracias y ella rápidamente se alejó. Valerie tomó el trago. Su línea de pensamientos se salió de curso de nuevo, cuando ella chupó la rodaja de limón y se lamió los labios. ―Necesitaba eso. ―Su voz ronca no ayudó tampoco. Alex se removió en su asiento, tratando de acomodar su entrepierna extendiéndose. Le molestaba como sin esfuerzo alguno todo lo que hacía ella podía 5

Padres: Los Padres de San Diego son un equipo profesional en las Grandes Ligas de Béisbol.

excitarlo. Él era un chico grande ahora, quien hace tiempo aprendió a controlar sus impulsos carnales, pero con Valerie, todo autocontrol parecía volar por la ventana. ―Valerie ―consiguió finalmente decir―. No sé cuán seria estás con este tipo que estás viendo, pero quiero que sepas que no puedo dejar de pensar en ti. Su expresión cambió. Parecía… ¿irritada? Definitivamente, eso no era lo que estaba esperando. ―¿Qué? ―Eso es tan típico de ti, Alex. ―Tomó un sorbo de su cerveza―. ¿Por qué piensas que es así? ―¿Pienso que es qué? ―¿Eso de que no puedes dejar de pensar en mí? ¿Por qué más? ―Porque estoy loco por ti. Ella pareció aturdida, pero sólo por un segundo. ―Has hecho esto todo el tiempo que te conozco. ―¿Hacer qué? ―Volver cada tanto. Te concederé el hecho de que tú disfrutas… estar conmigo. No puedes ser tan buen actor, pero no puedo ser como tú, Alex. No puedo estar contigo y luego, dar la vuelta y salir con otras personas como si fueras un número más en mi lista de contactos. ―Bueno, eso es bueno saberlo, pero no soy así tampoco. La risa sarcástica de Valerie fue tan fuerte que la pareja en la cabina de enfrente de ellos los miró. Alex frunció el ceño y se inclinó un poco, bajando la voz. ―No lo soy. ―¿Realmente por esto me has traído aquí para hablar? Porque lo siento, pero he escuchado lo suficiente de tu mierda para que me dure toda la vida.

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Alex se inclinó sobre la mesa y agarró su mano entre las suyas. ―Escúchame, la chica en mi casa era una tutora. Te puedo conseguir una prueba de ello. No fue la única vez que necesité un tutor. No quería que supieras que me estaba costando la universidad. Era humillante, ¿está bien? ―Tomó una respiración profunda. Valerie lo fulminó con la mirada. ―Tenía una bolsa de viaje, Alex.

El cerebro de Alex se apresuró en recordar. Entonces se le ocurrió. No es de extrañar que hubiera estado tan histérica. ―Esa era su bolsa de libros, Val. Ella hizo su trabajo de la universidad también, mientras me ayudaba con la mía. Los ojos de Valerie no cedieron, pero su expresión se suavizó un poco. Continuó rápidamente. ―Todas esas veces que desaparecí de ti fue porque tenía algunos malditos trabajos por terminar, o estaba devanándome los sesos para un examen. Estaba teniendo un infierno para mantenerme al día. No podía permitirme el lujo de perder mi beca. Tenía que mantener las calificaciones. Siempre has sido una gran distracción. La mitad del tiempo eras todo en lo que podía pensar. La comida llegó y Alex tuvo que soltar su mano. Maldición, deseaba que hubieran ido a otro lugar. Esto iba a ser una interrupción tras otra. La camarera puso los platos y las servilletas. Valerie aún lo estaba mirando. ―¿Algo más? ―preguntó la camarera. Valerie no apartó sus ojos de él. Alex la miró fijamente y luego a la camarera y sonrió. ―Estamos bien, cariño. Gracias. Él le contó todo sobre el año anterior. Las renovaciones del restaurante, la planificación de la boda, todo el tiempo que sus padres pasaron en México, por lo que su presencia en el restaurante se tornó más exigente y luego sobre la muerte de su abuelo. Ella escuchó y comió, haciendo algunas preguntas mientras él le abría su corazón. ―Me enteré lo de tu abuelo. Lo siento. Iba a llamarte, pero… ―Es mejor que no lo hayas hecho. Ella lo miró fijamente, el lamento asentado profundamente en sus ojos.

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―¿Por qué? ―Ese no era un buen momento en mi vida. Fue justo después de que me dijeran que no podría jugar fútbol nunca más y perdí mi beca. No era la persona más agradable para estar cerca esos días. Él apartó su mirada de los ojos compasivos de Valerie. ―Ahora lo he superado. Pero no a ti.

Alex no comió mucho. Tenía tanto por decir, sin embargo la comida estaba casi desapareciendo. Vio como Valerie bebió su último sorbo de cerveza y miraba hacia el sitio en blanco. ―¿Qué estás pensando? Sus ojos regresaron a él, desprovistos de toda expresión. ―No sé qué pensar. ―¿Quieres otra cerveza? Negó. ―Quiero ir a casa. Este no era el estado de ánimo que esperaba esperanzado que ella tuviera después de derramar su interior. Tal vez estaba realmente con su nuevo novio. Tal vez Sarah estaba equivocada. Tal vez era demasiado tarde. Tragó duro saliva. Alex no quiso añadir nada más a su corazón ya hundiéndose. Pero tenía que saber, ahora. Tenía que saber si toda esperanza estaba perdida. ―¿Está enamorada de él, Val? Valerie apartó la mirada rápidamente. Apretó sus labios deseando como el infierno saber lo que eso significaba. Tomó su mano. ―¿Lo estás? ―El pánico en su voz lo sorprendió. Se preguntó si ella se dio cuenta. No le importaba ya, al diablo con su orgullo. ―No. Alivio drenó a través de él. Alex no se había dado cuenta que contenía su respiración hasta que dejó escaparla lentamente. Apretó su mano. ―Bien. Él pagó y se fueron, sin hablar mientras salían. Caminaron sin prisa y en silencio hasta su auto. Alex quería más que nada tomarla entre sus brazos, pero tendría que ser paciente.

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―Te vas mañana, ¿cierto? Ella asintió abriendo la puerta de su auto. Sostuvo la puerta mientras ella se subía. Parecía perdida en sus pensamientos. ―¿Vas a traer a…? Valerie finalmente sonrió.

―No, no voy a traer a nadie más que a Isabel a todos los acontecimientos de la boda. Alex sonrió, quitándose un peso de encima. ―Con Romero pegado a su cadera, estoy seguro. Eso la hizo reír. Le dio las gracias por la cena y se fue sin siquiera un abrazo. Bueno, maldita sea. Incluso después de toda la intención que puso en esta noche, todavía no sabía dónde se encontraban. Una cosa era segura. Esta noche lo sellaba. No había manera de que fuera a renunciar a ella.

El camino a casa fue más largo de lo normal. Valerie manejó lento a propósito, pensando en todo lo que Alex le dijo esta noche. ¿Podría ser todo verdad? Ni siquiera le importaba las cosas anteriores, de hace años. Ambos fueron jóvenes e inmaduros. ¿Era posible que de verdad hubiera estado estudiando y ella sólo saltó a esas conclusiones? Tuvo que admitir que antes que ella e Isabel consiguieran acercarse, estaba teniendo un infierno al ponerse al corriente con sus propias asignaciones. Irónicamente, ayudó a donde sea que Alex se hubiera desaparecido lejos de ella, porque así se lanzó hacia los libros para evitar pensar en él. Si él hubiera estado cerca, no habría trabajado tanto en eso, habría salido con él. Tenía un poco de sentido, estúpido como parecía. Él sólo debería haberle dicho. Frunció el ceño sabiendo que si todo era verdad él había escogido su orgullo por encima de sus sentimientos todo el tiempo. Mantuvo todas sus esperanzas altas tantas veces en el pasado. Como ahora, quería creerle tanto pero cada vez, Alex pisoteaba su corazón.

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Los pensamientos de verlo con esa otra chica en su casa volvieron inundándola, retorciendo sus entrañas. Juró que nunca lo dejaría lastimarla de nuevo. ¿Qué pasa si, todo esto simplemente surgía por el hecho de que él realmente creía que había otro hombre en su vida? Siempre supo que eso era algo que lo volvería loco. Siempre había sido de esa manera desde el principio, celoso, casi como un defecto. Incluso él lo admitió, pero parecía pensar que estaba bien porque había aclamado que nadie más lo hacía sacarlo de las casillas excepto ella.

Entonces, ¿qué pasa si le volvía a creer otra vez? ¿Y si se dejaba llevar por su novio pretencioso, abriéndose para él y de nuevo hacía algo estúpido? Sabía que su corazón no podría soportarlo más. Valerie se alegró por haber insistido en tomar su propio auto. No habría sido un problema si hubiera dejado su auto toda la noche en el estacionamiento, pero no confiaba en sí misma estando cerca de Alex. Incluso con el miedo de salir lastimada, él todavía tenía una manera de hacerla derretirse en sus brazos y terminar en su cama. Había pasado tantas veces en el pasado, que era vergonzoso. Isabel se estaba alistando para irse cuando llegó a casa. Valerie sonrió. Antes de Romero, la mayor parte de la vida social de Isabel consistía en reunirse con Valerie, generalmente con la insistencia de Valerie, como en la fiesta. ―¿A dónde vas? ―Valerie se dejó caer en la cama de Isabel. Isabel se paró frente a su espejo aplicándose labial. Se veía muy bien. Su atuendo era definitivamente más sexy ahora que estaba saliendo con Romero. ―Mi hermana me armó una estúpida cita a ciegas. La boca de Valerie voló abierta. ―¿Y vas a ir? ¿Romero lo sabe? ―¿Estás loca? De ninguna manera. Le dije que iba a ir a cenar con mi hermana. Ella armó todo esto antes de que conociera a Romero. Olvidé todo esto y aún no le he dicho nada sobre Romero. Este chico es un amigo de su esposo del trabajo. Sólo estará en la ciudad por unos días. ―Vaya, Isabel. ¿Estás segura de que Romero no lo va a descubrir? Isabel la miró a través del espejo. ―No debería. Está trabajando en algún concierto en el puerto, así que eso de alguna manera lo hizo funcionar. No lo habría visto esta noche de todas maneras.

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Valerie sabía que Isabel estaba acostumbrada a los chicos bien educados como Lawrence el profesor. Romero era todo menos eso. Si su reacción hacia ella de no tomar su relación tan seria como él lo estaba tomado, era alguna indicación de cómo podría reaccionar a esto, Isabel podría estar en graves problemas. ―Es mejor que esperes que no se entere, Isabel. ―Valerie se puso más cómoda en la cama de Isabel, apoyando su barbilla en la almohada. Isabel se volvió y le lanzó una mirada. ―En realidad consideré decirle la verdad, sabes. No es la gran cosa. Ni siquiera conozco al chico. Básicamente le estoy haciendo un favor a su esposo. ―Entonces, ¿por qué no lo hiciste? ―Valerie le sonrió con suficiencia.

Isabel se volvió otra vez hacia el espejo. ―Me acobardé. Cuando me preguntó si tenía algún plan para esta noche y dije que sí, no estuvo feliz ni siquiera en eso. Entonces, dije que sólo iba a cenar con mi hermana. Valerie asintió. ―No creo que te des cuenta de lo grande del asunto, Izzy. Pero mantendré mis dedos cruzados por ti. Isabel paró de aplicarse máscara en sus pestañas por un segundo y entonces tomó una profunda respiración. ―Entonces, ¿por qué estás en casa tan tarde? Valerie sabía que Isabel no podía tener mucho tiempo, así que le dio un informe rápido de lo que pasó en su día incluyendo la llamada de Bruce y luego Alex apareciendo en su trabajo. Isabel estaba de lejos más interesada en la llamada que en Alex. Como Valerie, ella se había hastiado con todo el tema de Alex. ―Tal vez deberías contactar a la policía sobre esto ahora, Valerie. Eso es realmente escalofriante. Valerie mordisqueó su labio. ―Tengo el presentimiento de que es un hablador. No se ha aparecido otra vez desde que Alex lo noqueó. ―Pero esa era una amenaza a toda regla. “¿Haré que te arrepientas?”. ―Lo sé, y voy a conseguir una orden de restricción tan pronto como encuentre el tiempo. Reflexionaron sobre eso un poco más y a continuación volvieron al tema de

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Alex. ―Yo no mataría el asunto del novio todavía. Alex nunca ha pasado mucho tiempo sin joderlo. Déjalo pensar que alguien más te está dando la atención completa que él jamás te ha dado. ―Isabel se alejó del espejo para mirar a Valerie quien estaba realmente pensando en todo lo que estaba diciendo―. Además, si lo que él está diciendo es verdad, aun así fue bastante mierda de su parte al dejarte herida todo ese tiempo sólo porque era un idiota. ―¡Oye! ―Valerie se sentó―. Eso es mezquino. Él no es un idiota, Isabel. Hace funcionar un restaurante muy exitoso. Sarah dice que ha estado increíblemente ocupado últimamente, tienen ahora más empleados que nunca, se están expandiendo incluso más, ¡y lo está haciendo funcionar prácticamente él solo!

Isabel se rió, caminó hacia la cama y la abrazó. ―Quise decir que era un idiota por pensar que tener que ser tutelado te importaría. Valerie trató de seguir fulminándola con la mirada pero no pudo evitar sonreír con suficiencia, entonces se encogió de hombros. ―Orgullo tonto. ―Orgullo o no, todavía pienso que fue algo de mierda viniendo de él. Entonces, si es realmente verdad, y vas a considerar darle otra oportunidad, tal vez merece sufrir un poco más por lo que te hizo.

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A Valerie no le gustó la idea de jugar con esto, pero tenía sentido ser cautelosa. Había sido lastimada muchas veces, incluso si algunos de esos daños no era necesariamente lo que inicialmente había pensado que eran. Aun así dolían, y Alex lo había sabido todo ese tiempo.

Traducido por Little Pig y nelshia Corregido por sttefanye

A

la mañana siguiente, Valerie se encontró desayunar.

con su papá para

Generalmente se encontraba con su papá y Norma, pero Norma tenía su última prueba de vestido para la boda, así que no fue. Por más que le gustara Norma, esto la había alegrado. En realidad, fue un gran alivio para Valerie que Norma y su papá se conocieran y se enamoraran. Desde que su mamá murió de cáncer cuando Valerie tenía seis años, solo habían sido ellos dos. Apenas había conocido a su mamá, pero su papá hacia todo lo que podía para mantener su recuerdo vivo. Sus fotos habían estado colgadas por años. Se acordaba de estar mirando las fotos de su mamá cuando se estaba empezando a olvidar de ella. Cuando se hizo más grande y empezó a ir a fiestas de pijamas con sus amigas y a los campamentos de verano, se empezó a preocupar por su papá, ya que estaba solo. Lo animó para que empezara a salir, pero era un hombre que se quedaba en casa, y no había esperanza de que cambiara. Luego, cuando tenía once, hubo un accidente. Su papá se había ido a hacer unos mandados, y Valerie había insistido en quedarse en casa. Odiaba Home Depot. Se hizo un sándwich de queso fundido e incendió un trapo de cocina por accidente. Intentó apagar el fuego, pero solo se hacía más grande.

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Entró en pánico y corrió hasta casa de uno de sus vecinos, quienes llamaron al 911. Cuando por fin apagaron el incendio, la cocina estaba inundada y ella estaba en la comisaría. Hicieron que su papá pagara por poner en peligro a un niño, y fue obligada a ir a Home Depot durante los años siguientes. A la semana siguiente, enviaron a una asistente social para entrevistar a su papá y a ella, y para inspeccionar cómo vivían. Esa asistente social era Norma. Aunque su papá estaba muy nervioso antes de que llegara, Valerie vio una chispa cuando hablaba con Norma. Estaba muy feliz cuando varias semanas después, le dijo que tenía una cita con la asistente social.

Todo pasa por una razón calabacita. Recordaba cómo él solía decir eso. Después de que varios accidentes probaron que su teoría era verdad, le creyó. Por alguna razón, no le podía hablar sobre Alex enfrente de Norma. No creía que Norma lo juzgara o algo por el estilo. Solo que se sentía mejor hablando de ciertas cosas, sola con su papá, y esa era una de ellas. Al principio, a su papá no le había gustado Alex. Claro, en ese momento Valerie seguía en la secundaria y era su niña pequeña. Y Alex era un enorme “cabeza de chorlito” que la hacía llorar. Su papá solía decir que Alex era uno de esos hombres que se creían que eran unos genios y que nunca se iban a quedar con una mujer porque había tantas que se arrojaban a sus pies. Aunque algunas veces la sorprendía cuando decía que veía algo en los ojos de Alex cuando éste la miraba. Decía que era algo tan auténtico que solo otro hombre lo entendería. Luego ella lloraría otra vez, y él se enojaría porque Alex le había roto el corazón a su niñita. Otra vez. Se encontraron en Pancake House, cerca del centro comercial. Su papá ya estaba bebiendo café y leyendo el diario cuando llegó. No le sorprendió que ya hubiera pedido la orden por los dos. Conocía su apetito más que cualquier otro. Ella se aseguró de que no había ordenado nada malo para su salud. Después de que le dijera lo que había ordenado a regañadientes, estaba satisfecha. Como siempre, su humor no fue ignorado por su papá. Apenas había tomado su primer sorbo de su jugo cuando él preguntó: ―¿Quieres contarme? Valerie sonrió débilmente. ―Alex volvió. Él asintió y dejó el diario. ―Me imaginé, con la boda y todo eso. ―No es solo eso, papi. ¿Te acuerdas de todas esas veces que pensé que estaba con otra mujer?

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Su papá frunció el ceño mientras tomaba su café. ―Sí, me acuerdo. Valerie miró su taza. ―Eso es descafeinado, ¿no? Respondió asintiendo, molesto.

―Bueno ―continuó ―. Apareció en mi oficina anoche. Él nunca hizo eso. Dijo que quería hablar conmigo, así que dije que sí. Su papá ya sabía lo de la tutora y todas las veces anteriores a esa, así que le contó todo lo que había pasado después. Desde que Alex la había besado en la fiesta hasta ella mintiendo que estaba saliendo con alguien más, hasta le contó sobre su cita-pesadilla con Luke. Luego le contó lo que Alex había admitido la noche anterior. Su papá la escuchó, a veces riéndose y otras sacudiendo la cabeza, mientras comía. ―Entonces, ¿qué dices? Isabel dice que siga con lo del novio, por lo menos por un rato más. Hasta que sepa que no está diciendo eso solo por mi novio de mentira. Su papá paró y pensó en su pregunta por unos minutos. ―Esa es difícil, calabacita. Nosotros, los hombres, somos idiotas con las mujeres. Pero creo que este chico hizo todo lo que hizo por su estúpido orgullo. Ahora entiendo todo. Nunca entendí como un chico que te mira en la forma en la que él lo hace pudiera hacer todas esas estupideces que te rompieron el corazón. El corazón de Valerie se hinchó. Odiaba ilusionarse, como lo hizo tantas veces en el pasado, pero su papá siempre veía cosas que ella no podía. ―Es más ―dijo, señalándola con el tenedor―. Hay una cosa que siempre me gustó de ese chico. Aunque odie su lenguaje corporal, gritando que eres suya, sé que si él está a tu lado no va a haber nadie que te lastime. Es como si estuviera escrito en su pecho en luces fluorescentes. ―Se encogió de hombros, poniendo pasas en su avena―. Me gusta saber que estás en buenas manos. Valerie tuvo una visión de las manos de Alex sobre ella y se rió tontamente. ―Deja de hacer eso. Sabes a lo que me refiero. Valerie se rió. ―Entonces, ¿en serio crees que está diciendo la verdad? Su papá se limpió la boca con una servilleta.

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―Ahora me cuadra todo, amor. Siempre supe que estaba loco por ti. Cuando terminaron de comer, Valerie lo elogió otra vez por su comida saludable. Gruñó. Él se fue, pero ella se quedó en el centro comercial comprando, perdida en sus pensamientos por horas. Paró en un mercado mientras volvía a su casa para comprar las bebidas para su cava. Isabel todavía no había llegado. Valerie se empezó a preocupar que no llegara a tiempo para ir con ella a la fogata. No iba a ir sola.

Isabel llegó justo antes de las cinco. ―Perdón Val, pero estuve más de lo esperado con mi mamá y mi hermana. Voy a estar lista en un ratito. ¿A qué hora empieza esta cosa? ―Dentro de una hora. Isabel estaba lista en tiempo record. Se fueron rápidamente y hablaron de sus mañanas hasta que llegaron a la playa. Ya había una pequeña multitud cuando llegaron. La mayoría eran personas que Valerie ya conocía, pero había algunas caras nuevas. Alex aún no estaba, así que estaba un poco relajada. Se sentaron alrededor de la fogata. Valerie se sirvió un vaso de cerveza y a Isabel un refresco de vino. Ángel y Eric estaban ocupados poniendo más madera para la fogata. ―Entonces, ¿cómo fue tu cita anoche? ―preguntó Valerie apenas estuvo cómoda en su silla, con su bebida en la mano. Isabel le echó una mirada. ―Aquí no. Te cuento después. ―Oh, de acuerdo ―susurró Valerie. ―No hay mucho que contar igual. ―¿No mucho que contar de qué? ―La sorprendió Romero desde atrás. Valerie vio como Isabel intentaba esconder su expresión horrorizada. Miró a Romero, notando su rostro inexpresivo y se preguntó cuánto había escuchado. Eric estaba intentando encender el fuego. Pensando rápido, Valerie miró a Eric. ―Charla de chicas Romero. Ve a ayudar. ―Hizo un gesto en la dirección de Eric―. Escuché historias legendarias de sus fogatas. ―Todas mentiras ―dudó, pero luego se inclinó para besar dulcemente a Isabel y luego se fue hacia los chicos. Isabel tomó un gran trago de su refresco. Se inclinó hacia Valerie y susurró:

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―Oh… Dios… Mío. Valerie se rió tontamente. ―Santa mierda, eso estuvo cerca. No crees que escuchó la primer parte, ¿o sí? ―No, definitivamente tendría algo que decir sobre eso. Valerie tomó sorbos de su cerveza, aliviada de que no había dicho nada fuerte. Se sentó un poco más derecha cuando vio cómo Alex estacionaba su

camioneta. Estaba con Sal. No le sorprendió que Sal pudiera ir a todas estas reuniones aunque iba a la universidad en Los Ángeles. Una cosa que siempre supo aun cuando todos iban a la secundaria era que los tres hermanos eran muy cercanos. Sacaron una cava de la parte de atrás de la camioneta. Alex estaba en una camiseta y shorts kakis, la mayoría de sus grandes músculos expuestos para que todo el mundo los viera. Aunque Sal era más grande y su cuerpo también era impresionante, era claro cuál de los dos hermanos era el que pasaba más tiempo en el gimnasio. Trató de no mirarlos mientras caminaban entre la multitud. Le sonrió a alguien, y Valerie siguió su mirada. Su estómago cayó cuando vio que le sonrió a una de las chicas que no había reconocido antes. Estaba parada alrededor de una radio sonriéndole, sus ojos brillantes. La chica se apuró hacia ellos y le dio a Alex un gran abrazo, y luego otro a Sal. Alex sonrió demasiado y Valerie se alivió que no había dicho nada de su novio falso. Alex nunca cambiaría. Se forzó a dejar de mirarlo y miró con intensidad a los chicos que estaban prendiendo el fuego. Romero estaba poniendo líquido inflamable en la madera. ―Es suficiente Ramon ―le dijo Ángel. ―Tú no sabes sobre esto ―protestó Romero. ―Eso es lo que siempre dices ―dijo Eric―. ¿Recuerdas aquella vez? Romero lo miró, exasperado. ―¡Estábamos en secundaria! ―Tocó su frente―. Mi ceja volvió a crecer.

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Ella finalmente volvió a mirar a Alex, y él le sonrió. Esa misma hermosa sonrisa que normalmente derretía su corazón, pero estaba furiosa. Odiaba ser tan condenadamente insegura. Lo que es aún más indignante era que él la hizo de esta manera. Tomó una respiración profunda y un trago de su cerveza. La chica no se entretuvo demasiado tiempo antes de volver a su multitud inicial. Le molestó a Valerie que ella no la reconociera, sin embargo, Alex aparentemente la conocía lo suficiente como para animar su sonrisa y justificar un gran abrazo. Sarah se sentó a su lado y se inclinó. ―Entonces, ¿escuché que tú y Alex salieron ayer por la noche? ―¿De verdad, él te lo dijo? ―Esa era una primera, pensó Valerie.

―No, lo escuché diciéndole a Sal en el restaurante hoy. Se puso todo callado cuando me vio en la habitación, así que, solo atrapé pedazos. Pero, dijo que ustedes hablaron y Sal le dijo que lo mantuviera, lo que sea que signifique. ¿Mantenerlo? ¿Mantener los juegos? Vaya, tenía que dejar de pensar tan negativamente. Sal era un chico agradable con una buena cabeza sobre sus hombros. El mundo entero no podría estar conspirando contra ella. ―Hablamos ―dijo Valerie. Eric se acercó a ellas―. Te lo contaré en otro momento. Sarah comprendió de inmediato y se recostó en su asiento. Valerie miró a la multitud a la chica que abrazó a Alex. Sal estaba allí hablando con ellos ahora. Tal vez la sonrisa brillante de la chica estaba dirigida a Sal. Tendría sentido ya que los tres hermanos eran tan condenadamente guapos que era exasperante. El fuego estaba rugiendo ahora, y Ángel miró a Romero. ―¿Tenías que ponerte estúpido sobre ello, ¿no? ―¿Qué? Ese es un maldito buen fuego ―dijo Romero. Isabel se echó a reír, y Romero se volvió hacia ella―. Dime que no es un fuego. ―Eso es un fuego ―estuvo de acuerdo. Sofía se acercó a ellos. ―¿Alguien tiene que ir al baño de chicas? Sarah levantó la mano. ―Yo lo hago. ―Se volvió a Valerie―. ¿Y tú? Valerie negó. Observó mientras trotaban y luego se volvió de nuevo hacia el fuego. Romero se sentó en la hielera junto a Isabel. ―¿Terminaron con la charla de chicas? ―Terminó antes de empezar ―dijo Isabel, tomando un sorbo de su bebida. Romero sonrió.

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―Puedes quitarte esto ahora. ―Sacó su sombrero para el sol. El sol se había puesto unos veinte minutos antes. Se inclinó y besó a Isabel de nuevo, esta vez más largo y más profundo que la primera vez. ―Te extrañé ayer por la noche ―susurró mirando profundamente a sus ojos. Valerie sonrió casi celosa. Echaba de menos ser besada de esa manera y realmente disfrutarlo como Isabel parecía hacerlo. No como cuando Luke la besó.

―Oye. ―Una mano en el hombro de Valerie la hizo saltar―. Lo siento, nena… quiero decir Val. Sigo haciéndote eso. ―Alex se sentó a su lado sosteniendo una botella de agua en la mano―. ¿Cuánto tiempo llevas aquí? ―No mucho tiempo, media hora, tal vez. ―Decidió no ceder a sus inseguridades y arruinar la noche. Así que, sonrió, olvidando lo de la chica con la gran sonrisa por el momento. Alex levantó la mirada hacia el cielo. ―Hermosa noche. ―Sí, lo es. Ella miró a la enorme luna fluorescente, contra un cielo casi negro. Era casi llena. Eso trajo recuerdos de estar recostada en la playa con él abrazándola. Cuando acostumbraban a solo mirar hacia el cielo infinito y hablar libremente acerca de todo y cualquier cosa. Ella amaba sus conversaciones. Los buenos momentos con él fueron siempre tan maravillosos. Demasiado malo que nunca parecía durar mucho tiempo. La música fuerte, más voces y más risas, trajeron su atención de nuevo a la hoguera. Sofía y Sarah estaban de vuelta. Sarah se acurrucó junto a Ángel en la arena y Sofía se puso de pie cerca del fuego. Eric estaba a su lado, sosteniendo su mano y robando unos cuantos besos. Alex se enderezó en su silla y frunció el ceño. Le sorprendió que incluso después de todo este tiempo, Alex aún pudiera ponerse tenso cuando los veía ponerse demasiado amistosos. Sal se acercó para saludar a Valerie y la abrazó un poco más fuerte de lo habitual. Por alguna razón, Sal todavía ponía a Valerie nerviosa. Tal vez era porque estaba difícilmente alrededor y era mucho más serio que sus hermanos menores.

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Él siempre fue increíblemente amable con ella. Solo pensaba en él como alguien mucho mayor a pesar de que era solo dos años mayor que ella. Alex siempre le había dicho cuán inteligente era Sal. Siempre tenía miedo de decir algo estúpido y avergonzarse a sí misma. Isabel se inclinó y le preguntó si estaba lista para hacer una carrera al baño de las chicas. Lo estaba. Después de comprobar con Sarah para ver si tenía que ir, Isabel y Valerie se excusaron. Cuando estuvieron lo suficientemente lejos, Valerie agarró el brazo de Isabel. ―Entonces, ¿así que, Romero sacó el tema de lo que estábamos hablando de nuevo?

―De hecho, lo hizo. Tuve la sensación que lo haría. Pero solo preguntó si estábamos hablando de él. ―No escuchó la primera parte, ¿verdad? Isabel negó. ―Gracias a Dios. ―Se habría sentido tan mal si hubiera puesto a Isabel en un inconveniente debido a su gran boca―. Así que, ¿el tipo era un fracaso? Isabel frunció el ceño. ―En realidad no, pero, obviamente, no estoy interesada. Cuando pidió mi número, me sentí mal. Le di el número del teléfono fijo, para que no tuviera que rechazarlo totalmente. Valerie chasqueó la lengua con desaprobación. ―Isabel, deberías haber dicho solo la verdad. ―Lo sé, lo sé, pero me di cuenta de que él regresa a Alemania mañana y no volverá en unos meses, así que, por lo tanto, ¿qué importa? No quiero darle la oportunidad de decirle a mi cuñado y luego tener que explicarlo a Pat. Llegaron a los baños y esperaron en la fila. Isabel le dio a Valerie un vistazo. ―Así pues, ¿le dijiste que habías terminado con Luke o no? Valerie se mordió la comisura de su labio. ―No sé… Si sale el tema, tal vez. Aún no estaba del todo segura, pero después de hablar con su papá hoy, se inclinaba a ser honesta. Hubo un tiempo cuando era más joven que se enzarzaba en juegos mentales como nadie. Especialmente cuando Alex la hizo tan confusa. Quería confundirlo de vuelta. Fue infantil y envió mensajes contradictorios. No más juegos mentales, finalmente decidió. Si salía el tema, solo le diría la verdad. En el camino de vuelta, Valerie vio a Alex mirándolas. Cuando llegó a su asiento, se acercó.

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―Van a empezar a pasar la botella de tequila alrededor. No estoy realmente de ánimo para beber esta noche. ¿Quieres ir a dar un paseo? Isabel se sentó y Romero se apresuró a sentarse a su lado. Realmente estaba lanzando una llave a los planes que ella hizo para todos estos eventos. No podía usar la excusa de “No quiero dejar a Isabel sola”, que había ensayado tanto. Así que, le asintió a Alex y agarró su sudadera.

Traducido por Fanny Corregido por sttefanye

C

aminaron hacia el agua, y el corazón de Valerie se aceleraba con cada paso. Sintió su teléfono vibrar en su bolsillo, y lo sacó para revisarlo. Tenía un mensaje de texto raro. Del tipo que es enviado desde una computadora y no puedes saber de quién es. Solo es cuestión de tiempo, cariño. Sintió su estómago dar un vuelco y todo se quedó en silencio hasta que escuchó la voz de Alex. ―¿Tu novio? Ella sacudió su cabeza pero no pudo ocultar el temor lo suficientemente rápido. Sus ojos buscaron alrededor. ¿La estaba viendo ahora? ―¿Sucede algo? Miró de vuelta a Alex. Sus cejas fruncidas y parecía asustado. ―Valerie, estás tan blanca como un fantasma. ¿Qué pasa? Valerie estaba sorprendida de que pudiera darse cuenta. Estaba oscuro, pero la luna era muy brillante. Trató de componerse. Esto de verdad estaba espantándola. Aun así, sacudió su cabeza. ―Nada. Alex se paró frente a ella. ―No, Val. Algo pasa. ―Él miró hacia el teléfono de Valerie―. Estás temblando. ―Era más una acusación que una declaración. Alex no ocultó la preocupación en sus ojos.

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―Anoche casi llorabas cuando te asusté. ¿Ese tipo te sigue molestando? Ella se encogió de hombros en un intento de restarle importancia. ―Es solo un texto. Con una mirada afilada preguntó: ―¿Un texto qué drenó toda la sangre de tu cara y que te tiene temblando?

Alex no iba a dejar esto pasar. Tenía que ser creativa sin mentir. Pero él no necesitaba saber todo. Odiaba quedar enredada en mentiras. Nunca había sido buena mintiendo. Alex seguía buscando sus ojos para que le diera respuestas. ―Sí, bueno, es el primero que he recibido en mi teléfono, así que me asustó un poco. La mirada de Alex fue inquebrantable por un momento, y luego miró de nuevo hacia su teléfono. ―¿Qué decía? Incluso con todo el miedo y aprehensión que sentía sobre compartir esto con Alex, no puedo evitar distraerse con sus increíbles brazos y hombros. En vez de decirle, le mostró el texto.

Cada músculo en el cuerpo de Alex se tensó mientras leía el texto en la pequeña mano temblorosa de Valerie. ―¿Es este el mismo tipo del club? Ella se encogió de hombros. ―No es su número, pero estoy segura que es él. ―¿Cuestión de tiempo para qué? ―Alex recordó lo firme que había sido en llevar a Valiere afuera esa noche. ¿Qué podría decirle afuera que no podría decirle en el club? O peor, ¿qué planeaba hacerle? Podía ver que Valerie estaba contemplando si iba a decirle o no, pero seguro que él no iba a dejar pasar esto. Este tipo estaba amenazando a Valerie. Quería saber todo. ―Ven aquí, siéntate. ―Se sentaron sobre la arena. Su delicada pierna rozó la de él alertando todos sus sentidos―. Dime, Val. ¿Qué está pasando?

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―Es como te dije. Me involucré con este tipo tiempo atrás, y él no lo ha superado.

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Ella miró hacia el océano y tomó un respiro profundo.

Valerie no estaba engañando a nadie, mucho menos a Alex. Había más que eso. ―¿Qué con la parte de cuestión de tiempo? ¿De qué se trata eso?

―Cuestión de tiempo para que obtenga lo que quiere. ―¿Y eso sería? Valerie puso su mano sobre la pierna de Alex. ―¿Podemos no hablar de esto ahora? Es una noche tan hermosa. No quiero arruinarla por este imbécil. Alex exhaló bruscamente. Contuvo todas las preguntas que aún tenía. Pero no contuvo la urgencia de poner sus dedos sobre los de ella. Sostuvo su mano fuertemente y ella se lo permitió. Su idea mal concebida de la hoguera estaba yendo bien después de todo. Tenía otras cosas de las que quería hablar con ella, pero definitivamente regresaría a eso después. ―¿Pensaste en lo que dije anoche? Ella asintió y regresó su mirada al océano. ―Bastante en realidad. Su expresión era ausente. Él no estaba seguro si era algo bueno o no. Apretó su mano gentilmente y se volteó hacia él. ―Ya no estoy con Luke. Alex dejó que eso calara dentro de él por un momento. Había un dejo de temor en sus ojos, como si hubiera algo más. Ella se volteó. ―Ni siquiera había comenzado a salir con él hasta después de la fiesta. Ese día mentí sobre salir con alguien. Él espero hasta que sus cautelosos ojos estuvieran de nuevo en él. ―¿Por qué? ―Porque tenía miedo de ser absorbida de nuevo, Alex. El dolor de verte con tu tutora aún estaba fresco. Ni siquiera me había dado cuenta hasta que te vi en la fiesta. Era más seguro mentir y mantenerte alejado. No quería sentir ese tipo de dolor de nuevo.

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―No lo harás. Lo prometo. ―Alex podía sentir su corazón acelerarse. Si arreglaba las cosas con ella ahora, se aseguraría de nunca echarlo a perder de nuevo. Nunca iba a estar lejos de ella ahora. Nunca―. ¿Cuándo terminaste con él? ―Hace casi dos semanas. Tratamos de mantenerlo discreto, y tanto como sé, nadie en la oficina sabía. Eso hasta Bruce, el imbécil del club, comenzó a llamar a la oficina y decirle a cualquiera que contestara. ―¿Fue por qué dejaste de ver a Luke? ―Esto no era lo que quería escuchar. ¿Aún tenía sentimiento por Luke?

Valerie sacudió su cabeza y puso su mano en su muslo. ―No, iba a terminarlo de todas maneras. No iba a ningún lado. No sentía nada por él. La única razón por la que salí con él fue… para tratar de olvidarte. A pesar de la euforia que sentía, necesitaba preguntar algo que tal vez matara la noche. Algo que había ardido dentro de él desde que Ángel había mencionado la conversación de la lencería con Sarah. Tenía que saber. ―¿Ustedes alguna vez…? Sus ojos buscaron los de él y luego se abrieron. Inmediatamente sacudió su cabeza. ―No ―dijo suavemente―. Nunca. El alivio fue inconmensurable. Le había estado dando vueltas por semanas. Ella era suya y el pensamiento de otro hombre con ella, especialmente uno que la seguía viendo a diario, lo mataba. Miró dentro de sus grandes ojos y él ya no pudo contenerlo más tiempo. Se inclinó cerca y la besó gentilmente, y ella se lo permitió, incluso abrió sus labios invitando a su lengua a entrar. La empujo hacia atrás gentilmente hasta que estuvieron acostados. Había pasado tanto tiempo desde que había estado debajo de él. ―Valerie ―suspiró entre los besos. ―¿Hmm? ―Ven a casa conmigo. ―Sintió que se tensaba, y se detuvo para mirar a sus ojos inquietos―. ¿Qué pasa? Ella no contestó inmediatamente, luego finalmente dijo: ―Tengo miedo. Alex sintió su mandíbula tensarse. ―¿Por Bruce? No te preocupes. Yo… ―No, Alex. ―Se sentó―. De ser lastimada de nuevo.

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Alex estaba acariciando su espalda en un instante. ―Necesito más que una relación sexual. ―Sus ojos brillaban―. Ya no puedo hacer eso. Ira y vergüenza se arrastraron por la espina de Alex. Ella estaba a punto de llorar por culpa de él. Ni siquiera podía soportar pensar lo mucho que la había hecho llorar en el pasado.

―Nena, lo tienes. Iba a esperar hasta después, pero lo diré ahora. Quiero que te mudes conmigo. ―Luego se sorprendió a sí mismo añadiendo―: Te amo, Val. Siempre te he amado. Valerie lo miró, sus labios estaban ligeramente abiertos pero no dijo nada. Alex no había terminado, iba por todo. Con una repentina urgencia de compensar por todo el dolor que le había causado o morir en el intento, declaró: ―O cásate conmigo. De cualquiera manera, no quiero estar separado de ti nunca más. Finalmente ella parpadeó, pero su expresión de asombró no cambió. ―Alex, no puedes estar hablando en serio. ―Nunca he hablado más en serio en mi vida. ―Apenas podía creer que acababa de pedirle que se casara con él, pero lo decía en serio. No quería nada más que tenerla en su vida por siempre, así que, ¿por qué no?―. ¿Qué dices? Valerie lucía confundida. ―Alex, tu eres todo lo que he pensado desde la fiesta. No he soñado con nada excepto con estar contigo. Pero, ¿mudarme contigo? ¿Casarnos? Eso es un gran salto. Ni siquiera hemos sido capaces de tener una relación estable. ¿Cómo sabemos que…? ―Confía en mí, cariño. Lo sé. ―Llevó su mano a sus labios y la besó―. No quiero estar otro día sin ti. No puedo, Val. Hasta el momento en el que las palabras habían flotado fuera de su boca, Alex ni siquiera había pensado en la cosa del matrimonio. Pero nunca había estado más seguro sobre nada en su vida. Quería que Valerie fuera suya de cada manera. Ahora entendía por qué Ángel había estado tan ansioso por hacer a Sarah su esposa. Si eso era lo que lo hacía sentir completo, lo que lo hacía el hombre más feliz del mundo, ¿por qué no hacerlo oficial?

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Valerie lo miró y luego miró a su pequeña mano la cual Alex seguía sosteniendo firmemente. Mordió su labio. ―Alex, ¿podemos solo empezar despacio? ―Se detuvo cuando Alex presionó sus labios juntos―. Tienes que entender. Solo permitirme abrirte mi corazón de nuevo me aterroriza. Alex escondió su increíble desilusión. Pero tenía que admitir que ella tenía un punto. Primero tenía que probarse a él mismo, y haría lo que fuera necesario. Al menos ella estaba dispuesta a darle una oportunidad. Eso era mucho más de lo que había esperado al venir aquí.

La atrajo hacia él y la abrazó. Sentirla en sus brazos de nuevo era abrumador. La apretó fuerte y susurró en su oído: ―Lo que sea necesario. Sus manos acariciaron su espalda. Y se inclinó para besarla. Ella se lo permitió. Cuando sintió su lengua deslizarse dentro de su boca, era todo lo que podía hacer para controlarse. Cada centímetro de su cuerpo la anhelaba, sus músculos se tensaron con anticipación. Había sentido lujuria por ella antes, pero esto era completamente diferente. Alex solo tendría que ser paciente. La última cosa que quería hacer era presionarla y que pensara que solo estaba ansioso por una razón. A pesar de que esa parte de su ansiedad había alcanzado etapas frenéticas. Enterró su cara en su cabello. La urgencia había cambiado. Extrañamente, la idea de consumar la relación como si nunca hubiera tenido una, una exclusiva, sin ningún reparo, todo sobre relación, era más abrumador que nada. Se le ocurrió que en realidad nunca había tenido una de esas relaciones. Ella había sido lo más cercano a tener una. Todos esos años que se las ingenió para joder las cosas cada vez que comenzaban a ponerse serios, todo por culpa de su estúpido orgullo. Ahora estaba determinado a demostrarle que todo lo que quería era a ella y solo ella. Había sido en todo lo que pensaba desde la fiesta, y esta vez no iba a arruinarlo. ―Lo tomaremos tan lento como quieras, Val. Solo espero que me creas cuando te digo que nada me haría más feliz que saber que eres mía, por siempre. Solo lamento que me haya tomado todo este tiempo para darme cuenta. ―El pensamiento de hacerla su esposa y sellar su futuro con ella para siempre comenzaba a sonar mejor y mejor. Le sorprendía que no lo hubiera pensado antes. Pero sus esperanzas de tenerla de vuelta en su vida eran frágiles. Besó sus labios―. Si puedo ponerte la mitad de loca de cómo me tienes a mí, sería el hombre más feliz en el mundo.

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Ella lo miró con incredulidad. ―Alex no puedo creer todos esos años que no te diste cuenta que ya lo estaba. Desde la primera vez que comenzamos a salir en la secundaria, como que arruinaste a cada chico con el que salí después de eso. Alex frunció el ceño. Lo último en lo que quería pensar ahora era en ella con alguien más. ―Dudo eso. Fue el turno de ella de fruncir el ceño. Cualquier rastro de lágrimas se había ido. Ahora el humor bailaba en sus ojos. Se inclinó y habló justo frente a su rostro.

―Alex Moreno, sabías que estaba enamorada de ti incluso antes de conocerte. Sarah te lo dijo. Desde el momento en el que nos conocimos tenías las de ganar y lo sabías. ―No lo sabía. ―Puso su frente contra la de ella―. Recuerda que desde el principio tú fuiste la que dejaste claro que solo querías una relación física. Sin ataduras. ―Apretó su mandíbula―. Estuve de acuerdo porque estaba muy ocupado con la escuela y, ¿qué chico en su sano juicio dejaría pasar algo así? Luego fuiste y dejaste que Romero te besara. ―Rechinó sus dientes antes de continuar―. ¿En serio? ¿Romero? Era tan escuálido y estúpido en ese entonces. No tienes idea de lo que eso le hizo a mi ego. Pensé que no había dejado ninguna impresión en ti. Seguro, pudiste haber estado enamorada de mí, pero eso hasta que me conociste. De ahí en adelante, nunca supe que pensar. Valerie parecía más asombrada ahora que cuando le había pedido que se casara con él. ―¿Aún recuerdas eso? ―Claro que sí. ―¿Cómo podría olvidarlo? Fue la primera vez en su vida que se sintió celoso. Por un largo tiempo, pensó que era solo una emoción que Valerie sacó de él porque nunca lo sintió por nadie más. Pero ahora lo sabía bien. Bueno o malo, nunca estuvo cerca de sentir ninguna emoción de las que Valerie le había hecho sentir por nadie más. Finalmente una sonrisa partió el rostro de Valerie. Alex se quedó mirando sus gruesos labios mientras ella los lamía. ―Eres increíble. Desperdiciaste desesperadamente loca que estaba por ti.

todo

este

tiempo

sin

saber

lo

Alex la besó y luego se puso de pie. ―Demasiado tiempo. Vamos. La jaló e inmediatamente la levantó en sus brazos, apretándola y besándola, queriendo comérsela. Ella rió cuando finalmente la bajo.

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―Vayámonos de esta fiesta, Valerie. Comenzaron a caminar hacia la hoguera. ―No podemos. Sarah va a sentirse mal. Alex frunció el ceño y miró hacia ella, esperanzado. ―Entonces, nos quedamos un rato y luego regresamos a mi casa y… ¿nos ponemos al día?

―Si así es como quieres llamarlo. ―Rió. Alex la abrazó de nuevo y la apretó gimiendo. Aún no podía creer el enorme peso que había sido quitado de sus hombros esta noche. Valerie estaba yendo a casa con él, y nunca iba a irse. Aún estaba el problema de Bruce. Ya regresaría a eso, pero en este momento solo quería disfrutar de su tan esperada reunión con su futura esposa. Normalmente estaría lleno de una cruda anticipación pero ahora una ternura abrumadora lo consumía. Cuando regresaron a la hoguera, el primero en hacer contacto visual con él fue Sal, y sonrió. Vio a Alex sosteniendo la mano de Valerie firmemente en la de él. En el segundo en el que dejaron de caminar, esperó solo por ella para que se deslizara en sus zapatos antes de envolverse alrededor de ella por detrás. Amaba que siempre usara los tacones más altos que encontrara, incluso para la playa. Esas sandalias debían de ser al menos siete centímetros de alto. Se veía tan sexy con ellas. Valerie desenrolló sus manos de su cintura y lo jaló hacia las sillas. Inclinándose, le dijo algo a Isabel después de sentarse. Alex se sentó junto a ella, nunca soltó su mano. Cuando Valerie terminó de hablar con Isabel, se inclinó y susurró: ―Por supuesto que le parece bien que Romero la lleve a casa. Alex miró a Isabel y Romero. Romero empujó a Isabel hacía él y le susurró algo que la puso loca. No había visto a Romero tan bien portado en una reunión con alcohol en… bueno, nunca. Siempre había sido el tipo divertido y cargado en este tipo de reuniones. Estaba tan distraído con Isabel que ni siquiera estaba tomando.

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Nunca habría puesto a esos dos juntos. Eran completamente diferentes. Pero no se podía negar que disfrutaban el uno del otro. Alex solo esperaba que Romero no estuviera jugando con la compañera de Valerie. Sabía lo mucho que ella significaba para Valerie. Estuvieron ahí por lo que pareció una eternidad antes de hacer su salida. Tan discreto como pensó que serían, no estaban ocultas las miradas que recibió de todos los idiotas incluyendo a sus hermanos. Sal subió y bajó sus cejas cuando Alex le aventó sus llaves. Condujo hacia su casa y a pesar de que el auto de Valerie era estándar, no fue capaz de quitar sus manos de ella en todo el camino.

Traducido por maphyc Corregido por Nanis

A

penas habían pasado la puerta cuando sus ropas comenzaron a caer. Alex tomó a Valerie en sus brazos, cerró la puerta de una patada con su pie y la llevó a su habitación.

Aminoró el paso una vez la tuvo en su cama. Siempre había hecho eso. La volvía loca, pero siempre decía que quería disfrutar cada minuto. Se sacó su camiseta, revelando su macizo pecho y bíceps, y se deslizó encima de ella. Ella le besó profundamente, pasando sus manos a lo largo de su dura espalda. No podía tener suficiente de sus labios, su lengua, su sabor. Lo besó tan salvajemente como él la besó. Entonces, su lengua se movió por toda ella. Su oreja, su barbilla, su cuello, realizo su recorrido hacia abajo lentamente, causándole que arqueara su espalda. Chupó uno de sus pezones solo lo suficiente para que gritase de placer. ―Dios, te he echado de menos, cariño. ―También te he echado de menos ―prometió sin aliento. Nunca habría ningún hombre que le hiciera sentir como Alex lo hacía, sin dudas ahora. Presionó su cuerpo contra él y gimió con anticipación. Por esto, su respiración se hizo más rápida y pesada, Mientras sus manos acariciaban y estiraban, Valerie pasó sus manos por los duros brazos de él. Él continuó recorriendo con su pulgar su pezón mientras chupaba el otro. Tan larga como había sido la espera, Valerie no podía creer que se estuviera tomando su tiempo. Le quería en ella ahora. Estaba tan preparada. Todos lo que podía hacer era jadear con placer mientras su boca halaba su pezón.

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La mano de Alex se movió por el estómago de Valerie haciéndole temblar. Cuando se metió en sus bragas, ella sintió su respiración ponerse más áspera. ―Alex, por favor. ―Apenas pudo sacar la desesperada suplica. Él tiró de sus bragas, rasgándolas en el proceso, y ella gimió, abriendo las piernas para él, deseándolo en ella ya. Su gran mano le acarició y él gimió. Su dedo se movía lentamente entre sus piernas. Valerie se humedeció los labios y besó su hermosa espalda. Su dedo encontró el más placentero de los lugares, y jugó con él.

―Estas tan cálida y húmeda, cariño. Levantó su rostro al de ella. Incluso su aliento contra sus labios era un tormento. Pero no la besó. Sus penetrantes ojos la observaban mientras su dedo jugaba con ella lentamente. Ella se retorció y gimió apretando sus ojos cerrados. Iba a llegar al clímax mucho más pronto de lo que esperaba. Se mordió el labio y abrió más las piernas mientras su excitación aumentaba a un lugar que sólo Alex podía llevarla. La expresión de su rostro era admiración pura. Estaba disfrutando haciéndola enloquecer. ―Alex ―jadeó. ―Ve por ello, Valerie. Quiero sentirte en mis dedos. Su dedo se movió más rápido ahora, pero rítmicamente. Por lo tanto, absolutamente, no duraría mucho más tiempo. Podía sentir la acumulación. Su cuerpo se estremecía de placer. Entonces, justo cuando sintió su pico de excitación, él se inclinó, le lamió el labio inferior, y le susurró. ―Eres mía, Valerie, y siempre lo has sido. Ella gritó cuando el deslumbrante rayo de sensación abrumó todo su cuerpo. El dedo que devastó sus sentidos se deslizó en ella y se movió alrededor, haciendo su orgasmo mucho más fuerte. Cerró los ojos con fuerza. Su dedo nunca se detuvo mientras ella gemía, sin vergüenza. Recuperar el aliento era una lucha. Cuando abrió los ojos, él la seguía mirando fijamente. ―Hermoso, cariño. ―Entonces puso la sonrisa perfecta―. Mi turno. Valerie se quedó allí todavía respirando con dificultad y disfrutando las réplicas. Todos sus sentidos estaban aún en su apogeo.

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No se dio cuenta, de que Alex se había desnudado completamente, se había deslizado un condón, y ahora estaba sobre ella. Su cuerpo cincelado era hermoso. Sólo había visto esculturas que se acercaban al suyo. Todo era perfecto, y entonces lo vio tan grande y listo mientras recordaba y fantaseaba sobre todo este tiempo lejos de él. Inmediatamente, estaba excitada de nuevo. Abrió las piernas con anticipación cruda y él se hundió en ella. Arqueó la espalda, dejando escapar otro gemido cuando sintió la punta húmeda caliente tocarla. Sus caderas se alzaron con entusiasmo.

Ella todavía estaba latiendo, y sin embargo se sentía tan lista para más. Alex puso su mano detrás de su cintura levantándola hacia él y entró en ella. Se deslizó dentro, empujando lentamente al principio. ―Lo siento, cariño. No puedo aguantar más. ―Se esforzó para hablar. ―No lo hagas. ―Ella envolvió sus piernas alrededor de su dura cintura queriéndole más profundo y más duro. Alex jadeó más fuerte, y sintió otro clímax construyéndose. Valerie levantó las caderas deseándole lo más profundo posible. Cada vez se acercaba más y más, y cuando por fin lanzó un grito de placer, Alex gimió en voz alta. Se enterró en ella y la agarró con fuerza. A ella normalmente le encantaba verlo venirse, pero estaba ocupada disfrutando de su propio placer inmenso. Era más fuerte que la primera vez. Continuó gimiendo suavemente con cada latido. Alex recostó su cuerpo sobre ella con suavidad. Sintió que su corazón latía con fuerza contra su propio pecho jadeante. ―Nunca más. ―Boqueó. Eso la confundió. ―¿Qué quieres decir? ―Nunca más estaremos separados. Valerie sonrió. ―Te quiero, Alex. ―No creo que me canse nunca de oírte decir eso, cariño. ―Se levantó sobre un codo y la besó―. También te quiero. Para siempre.

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Valerie todavía no podía creer la imposibilidad de esta noche. Si se despertase en su cama y todo esto hubiera sido un sueño, iba a matar a alguien.

A la mañana siguiente, Alex se levantó temprano, molesto de que no hubiera anticipado que ayer por la noche fuera tan bien, y no haber programado a suficientes personas para cubrirle hoy. No quería nada más que quedarse en casa y disfrutar de Valerie todo el día. En su lugar, estaría en el restaurante durante todo el día.

Sólo se sirvió una taza de café cuando Valerie entró en la cocina. Llevaba una de sus camisetas y nada más. Recordando que había desgarrado sus bragas la noche anterior, el pensamiento de nada debajo le dio una erección inmediata. ―Lo siento, Val. No quise despertarte. Valerie sonrió, caminando hacia él. ―Después de la noche que tuvimos, pensé que podríamos dormir durante días. Ella envolvió sus brazos alrededor de su cintura. La besó en la cabeza y frunció el ceño. ―Tengo que ir al restaurante hoy. Pero voy a tratar de escabullirme de allí temprano. Valerie lo miró. ―Está bien. Haz lo que tengas que hacer, simplemente no desaparezcas. ―Nunca más. ―Alex se inclinó y la besó. Se veía tan hermosa, incluso por la mañana. Todo su maquillaje había desaparecido. No es que llevara mucho, pero después de varias rondas sudorosas anoche habían tomado una ducha juntos. Su rostro era increíblemente fresco. Pensamientos de todo lo que hicieron anoche inundaron su mente, y estaba dispuesto a tomarla otra vez. Pero tendría que esperar. El tiempo no estaba de su lado esta mañana, pero había unas cuantas cosas a las que Alex quería ir directo con ella inmediatamente. ―Quieres café. ―Mmm, sí, por favor. Valerie se acercó a su rincón de desayuno y se sentó a la mesa. Después de servirle una taza, él se la trajo y se sentó a su lado. ―Entonces, háblame de ese imbécil que te está acosando.

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Su expresión cambió de inmediato. Esto, obviamente, no era algo de lo que hubiera estado esperando hablar esta mañana. Pero si estaba en algún tipo de peligro, lo necesitaba saber ahora. Valerie evitó sus ojos y tomó un sorbo de su café. ―Está enfadado. ―¿Por qué? Alex observó cómo hizo todo lo posible para evitar mirarle a la cara. Valerie agarró su taza.

―Él me echa la culpa de que le metieran en la cárcel. Alex se quedó muy quieto y respiró profundamente. Si le decía que este individuo había hecho cualquier cosa para lastimar a Valerie, no quería perdérselo. ―¿Por qué? Valerie le miró y luego volvió a mirar hacia su taza. Odiaba verla tan tensa. Se inclinó y puso su mano en la rodilla. ―Cariño, sólo dime. Valerie finalmente lo miró a los ojos. ―Nos fuimos a pasar un par de semanas, y empezó a ponerse muy raro conmigo, luego me enteré de que estaba casado. Rompí inmediatamente, pero se obsesionó. Me seguía a todas partes y me llamaba sin parar. Le advertí que se lo diría a su esposa si no se detenía. ―Ella se detuvo y miró hacia el techo y respiró hondo―. Cuando no se detuvo llamé a su esposa y se lo dije. Estaba histérica. Al parecer, se puso tan feo cuando ella lo confrontó que le clavó un cuchillo. Ella presento cargos, y lo encerraron. Se suponía que debía estar tres años. En lugar de ello, salió después de sólo nueve meses. Ahora me culpa de todo lo malo en su vida. Su divorcio, la pérdida de su trabajo, el hecho de que no puede ver a sus hijos. Todo. Dice que le hice esto. ―Eso es mentira. ―Lo sé, pero no es todo lo que hay. Piensa que tengo que compensárselo de una manera u otra… Alex la miró fijamente a sus grandes ojos asustados. ¿Por qué no había golpeado al imbécil más fuerte? Lo había noqueado, pero ahora quería matarlo. ―¿Cómo es que nunca nadie me habló de esto? ¿Lo sabía Ángel? Tiene que saberlo. Sarah se lo tiene que haber dicho. Se concentró en mantener la calma. ―Le rogué a Sarah que no se lo dijera a Ángel. No quería que lo supieras. Era tan humillante.

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―Valerie, el tipo es un maníaco. Eso no es culpa tuya. Valerie negó. ―Pero lo es. Nunca debí involucrarme con él en primer lugar. Debería haber sabido desde el momento en que empecé a conocerlo cuán perturbado estaba. ―No. ―Inundado por una ternura que nunca había sentido antes le acarició la cara―. Esto no es culpa tuya, cariño.

No podía dejar de preguntarse si él mismo no hubiera sido un terco idiota durante tanto tiempo, es posible que ella nunca hubiera conocido a este tipo. ―Así que, ¿ha sido específico sobre lo que quiere, o sólo está tirándose un farol? Valerie miró al suelo. ―Nunca nos dimos nada más que un beso… Dice que desde que lo perdió todo por mí, al menos debe de haber valido la pena… Quiere que nosotros… Nunca. No en la vida de Alex. El animal no se acercaría ni a un kilómetro de ella. Se aseguraría de ello. ―Y… ―Valerie detuvo. Dios santo, había más. ―¿Qué? ―Dijo que va a suceder, no importa qué. Ya se presentó en una de las propiedades en las que estuve para hacer una inspección y trató de acorralarme. ―¿Qué pasó? ―Alex se dio cuenta de que hablaba entre dientes, pero era lo único que podía hacer para no perder por completo el temple e ir a buscar a Bruce en ese momento. Valerie dejó de aferrarse a la taza y juntó las manos sobre el regazo. ―Está decidido a arruinarme si no cedo ante él. Está empezando con mi reputación en la oficina, mi cordura. ―Miró a Alex―. Estoy bastante segura que me está siguiendo de nuevo. Puedo sentirlo. Sabía cada que estaba con Luke. Justo el otro día… Alex estudió su expresión. Algo parecía haber venido a su mente. ―Justo el otro día, ¿qué? ―Llamó la mañana siguiente a la que tuve una cena con Luke. Le tomó a Alex un segundo pero descubrió por qué se había detenido.

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―¿Justo el otro día? ¿Pensé que habías dicho que habías roto con él hace semanas? Cuando los ojos de Valerie le encontraron, parecía nerviosa, y Alex sintió una nueva tensión en sus músculos. Fuera lo que fuese, lo iba a sacar de ella hoy. Todo esto. ―Bueno, seguimos siendo amigos. Tenemos que serlo. Trabajamos juntos. La respiración profunda no estaba funcionando tan bien, nunca más. No le gustaba dónde iba esto.

―Tuvimos la cena la otra noche después del trabajo. Alex permaneció frío. No tenía la intención de destrozar todo la primera mañana después de conseguir que volvieran a estar juntos. Habló con calma pero con firmeza. ―En primer lugar, toda cena o almuerzo o cualquier cosa con Luke va a parar, ¿verdad? Valerie asintió. La miró fijamente por un momento. Su fácil aceptación debería haber sido más satisfactoria. Saber que estaría viendo al tipo todos los días se llevó parte de la satisfacción, aun así continuó. ―¿Pero me estás diciendo que el texto de ayer no es la primera vez que dices que Bruce te ha amenazado? ¿Ha habido más veces? ―Sólo en otra ocasión ―dijo rápidamente―. La mañana después de que fuéramos a cenar. ―¿Que fue…? Valerie evitó sus ojos de nuevo. ―Viernes. Alex se alegró de que no le estuviera mirando o podría ver lo increíblemente molesto que lo puso eso. Estaba decidido a salir de esto sin explotar. ―¿Hay algo más que necesite saber, Z? ―Eso es todo. Aparte de que llama a mi celular todo el tiempo, pero no respondo. Alex se levantó y caminó hacia el fregadero. Vertió su café, su apetito por cualquier cosa en este momento se esfumó. Valerie se puso de pie y caminó hacia él. Puso sus brazos alrededor de su cintura. Él estaba completamente tenso, pero su toque lo tranquilizó. ―Alex, no me gusta ser una carga para ti con todo esto. Tienes tanto en tu mente ya. Deja que me ocupe de él. No quiero que te preocupes.

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¿Estaba loca? El tipo la estaba amenazando. ―Valerie, quiero que me digas todo lo que respecta a este idiota, hasta todas las llamadas que no contestas. Valerie lo miró y frunció el ceño. ―¿Todo? ¿En serio?

―Sí, en serio. Valerie asintió y puso su cabeza en su pecho. ―Está bien. Alex le frotó la espalda y besó la parte superior de su cabeza. Había sido un tonto por mantenerla fuera de su vida durante tanto tiempo. Valerie lo miró. ―¿Estamos bien? Sonrió. Le asombraba que hace minutos se sintiese preparado para derribar un muro con sus propias manos, y que ahora sólo tenerla en sus brazos lo calmaba profundamente. Lo que alcanzó su punto máximo ahora fue su curiosidad, y alargó la mano debajo de la camiseta. Había estado en lo correcto, no llevaba bragas. Su mano acarició su trasero desnudo. Sintiendo una oleada de calor, la levantó. Instintivamente ella envolvió sus piernas alrededor de su cintura y sus brazos alrededor de su cuello. Siempre había amado eso de ella. Siempre estaba tan lista para él. Devoró su boca, acercándose a la mesa de billar de su guarida. La bajó y le sacó la camiseta. Al verla completamente desnuda a la luz del día en su mesa de billar lo emocionaba con tanta fuerza que dolía. Pero tenía otra cosa en mente primero. Parte de esa conversación lo dejó con ganas de asegurarse de que ella sabía que ningún otro hombre podía amarla tanto como él lo hacía. Quería volverla loca de placer. ―Recuéstate para mí, cariño. Valerie hizo lo que le pidió y él separó sus piernas, besando sus muslos internos. Su temblor lo excitaba infinitamente. Todos sus músculos se apretaron a la vez. Se abrió camino hacia el interior. Besando y chupando sus suaves muslos, y le abrió ampliamente las piernas. Ella era tan pequeña. Era fácil tirar de ella detrás de la mesa de billar y más cerca de su cara, su boca, su lengua.

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Alex se lamió los labios, disfrutando de lo que se había perdido tontamente durante demasiado tiempo. Este fue sólo el comienzo de recuperar el tiempo perdido.

Traducido por Clary y lililamour Corregido por Nanis

L

a puerta tenía tres cerraduras, incluyendo la cadena interior. Eso era extraño. Quizá a Isabel se le pusieron los pelos de punta al estar sola. Valerie seguro lo hizo cuando Isabel estuvo fuera durante toda la noche, pero Isabel normalmente no lo hacía. Eso de repente preocupó a Valerie. ¿Tenía Bruce que venir y espantar a Isabel? Golpeó suavemente y espero. Isabel no abría, Valerie comenzó a buscar su teléfono en su bolso. Afortunadamente, escuchó la cadena abrirse. Su teléfono estaba totalmente enterrado en algún lugar en el fondo de su cartera. Isabel abrió la puerta. Parecía que había salido de la cama. ―¿Estabas durmiendo? Era solamente las nueve pero Isabel estaba generalmente fuera de la cama a las ocho en el fin de semana. Eso volvía a loca a Valerie, porque siempre le gustaba dormir más. Isabel sólo asintió y se apresuró a su habitación. ―Estaré fuera. Vestía una bata. Nunca llevaba una bata. Valerie dejó todo abajo en el sofá y rebusco entonces a través de su bolso por su teléfono. El teléfono en la cocina comenzó a sonar. ―Yo iré ―gritó, seguía buscando en su desordenado bolso.

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El teléfono sonó por tercera vez cuando Valerie finalmente encontró su celular y fue hacia la cocina. Estaba a mitad de camino cuando un Romero con el torso desnudo salía del baño hacia la cocina. Se congelaron a la vista del otro. Vestía el pantalón vaquero de la noche anterior y nada más. Valerie miró lejos de su impresionante pecho. Sabía que tenía un buen físico pero verlo sin camisa era otra cosa. La miro con una sonrisa torcida e hizo un gesto hacia la cocina. ―¿Vas a tomarlo? Ella sacudió la cabeza rápidamente. De ninguna manera iba a dar un paso más cerca del novio semidesnudo de su compañera. ―Es probablemente sólo un fax.

Es la única razón por la que ni siquiera tenían un teléfono fijo. Su padre la llamaba en ocasiones cuando no podía comunicarse con ella por celular. Dejaría el contestador tomarlo, si ese fuera el caso. Su propia voz encendió la máquina disculpándose por no ser capaz de responder al momento que Isabel salió de la habitación. Se había puesto un pantalón de mezclilla y una camiseta. Trató de ordenar su cabello despeinado violentamente con sus manos. Valerie presionó sus labios conteniendo una sonrisa. La noche de Isabel obviamente había sido tan placentera como la suya. La máquina sonó, alguien aclaro su voz y luego hablo. ―Isabel, es Michael, sólo quería decirte que tuve un tiempo fantástico contigo el viernes por la noche… Los ojos de Valerie se agrandaron. Isabel comenzó a ir hacia la máquina, pero Romero caminó frente a ella bloqueando su camino. Tanto Isabel como Valerie se miraron con horror, el mensaje siguió. ―Estaré aquí un poco más de lo que pensaba, así que esperaba que pudiera volver a verte antes de irme… Romero miro fijamente a Isabel todo el tiempo. Los pies de Valerie estaban pegados al piso. Tenía visiones de saltar sobre el mostrador y golpear la máquina hasta la muerte, pero ya era demasiado tarde para eso. ―… Espero que podemos hacer que eso pase. Él dijo su número antes que el agonizante mensaje terminara. Valerie no sabía si salir o quedarse allí como apoyo moral. La habitación estaba en un silencio sepulcral hasta que Isabel habló. ―Historia divertida. ―¿Sí, Isabel? Cuéntame sobre ello. Uh, oh. ¿Qué pasó con Izzy? Romero no se veía nada divertido. Retrocedió un paso lejos de Isabel. Valerie todavía estaba parada allí sosteniendo su celular tratando de pensar en algo que decir que podría salvar el día. Pero su mente estaba en blanco.

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―Mi hermana lo arreglo incluso antes de conocerte… ―¿Tuviste una cita con este tipo el viernes por la noche? ―La voz de Romero aumento ligeramente pero por su tono estaba definitivamente a punto de entrar en erupción. Como si alguien le hubiera preguntado algo, ni siquiera estaba mirando en su dirección, Valerie sacudió la cabeza violentamente.

―No, era solo una cena… ―Eso es una cita ―dijo Romero bruscamente―. ¿Qué hiciste sola con él, eh? ―Sus manos volaban por el aire antes de que ella pudiera responder―. ¿Sabes qué? No quiero saber. ―Se fue hacia el dormitorio―. Sea lo que sea, fue jodidamente fantástico. Los ojos de pánico de Isabel miraron a Valerie. Valerie hizo un gesto hacia Isabel para que lo siguiera. ―¡Vamos! ¡Explica! ―susurró en voz alta. La puerta del dormitorio se cerró detrás de Isabel, y podía oír la voz amortiguada de Isabel abogando por su caso. La voz de Romero se elevó pero no podía escuchar todo lo que decía. Una frase llegó muy clara sin embargo, porque era la más ruidosa. ―¡Me mentiste! Valerie estaba moviéndose lentamente en su camino a la cocina. Mordió la uña de su pulgar deseando que se le ocurriera una forma de ayudar a Isabel. La puerta del dormitorio se abrió y Romero estaba usando zapatos ahora pero buscando su camisa. Él miró a Valerie. La ira en sus ojos no podía ocultar su dolor y lo sentía por él, pero ni una palabra le vino a la mente que pudiera arreglar esto. Isabel vino después de él, sus ojos llenos de lágrimas. ―Romero, lo siento. ―Sí, yo también. ―Agarró sus llaves y billetera del mostrador―. Te llamaré, Isabel. Hagamos que eso pase. Cerró la puerta detrás de él y Valerie se apresuró hacia Isabel. No estaba segura de qué hacer, la abrazó fuerte. Isabel lloró suavemente en su hombro, y Valerie escuchó su sarcástica risa. Valerie la empujo hacia atrás para mirarla. ¿Estaba tan histérica?

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―Dios, soy tan estúpida. ―Isabel limpio sus ojos―. Esto es todo porque dejé que mi hermana me acercara a esa clase de tipos con quienes debería salir. Si hubiera tenido las agallas para decir la verdad, que ya estaba saliendo con alguien, alguien que no aprobaría, esto nunca hubiera pasado. Valerie mordió su labio. ―Bueno, tal vez cuando se calme… Isabel la miró exasperada. ―No se trata de la cita, Valerie. Creo que está enojado por el hecho de que no le he contado a mi familia de él. Me preguntó por qué mi hermana sólo no había

cancelado la cita puesto que ya estaba saliendo con alguien. Cuando no le contesté salió por la puerta antes de que incluso pudiera encontrar su camisa. No podía soportar estar ahí conmigo un minuto. Cree que me avergüenzo de él. Valerie se sintió tan mal por Isabel y Romero. ―Entonces, ¿qué vas a hacer? Isabel tomó una servilleta del mostrador y limpio su cara. Tomó una respiración profunda. ―Voy a llamar a mi hermana, luego voy a ir con Romero. Él tiene todo el día libre. Íbamos a pasarlo juntos. ―Arrugó la cara―. Quizá si no está tan enojado, podemos almorzar con mi mamá y mi hermana. Valerie le dio unas palmaditas en la espalda. ―Bien, Isabel. Cuanto antes aclares esto mejor. ―Trató de sonar tan optimista como pudo―. Todo saldrá bien. Ya verás. Realmente esperaba que las cosas lo hicieran. De alguna manera, tenía la sensación de que no iba a ser tan sencillo. Este no era definitivamente el momento de decirle a Isabel sobre su maravillosa noche con Alex. Isabel obviamente sabía que había pasado la noche con él, entonces, tenía que saber que las cosas habían cambiado. Valerie podría darle los detalles más adelante.

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Isabel se apresuró a tomar una ducha y Valerie fue a llamar a su padre. Casi no podía esperar para darle la noticia.

Incluso después de la noche que habían tenido, Alex no podía esperar a llegar a casa para estar con Valerie otra vez. Habló con ella varias veces durante el día. Le mencionó su contrato de arrendamiento de nuevo y que no podría mudarse con él de inmediato, pero a él ya se le ocurriría algo. Ya había perdido demasiado tiempo estando lejos de ella. También dijo que quería hablar con él sobre algo. Se preguntó cuánto tiempo pasaría antes de que estuviera involucrado en la vida de ella. Quería saberlo todo. Sonrió cuando vio que su auto ya estaba en su camino de entrada. Le había dado una llave esa mañana y le preguntó si podía estar ahí cuando llegara a casa.

Desde luego podría acostumbrarse a esto. Todavía tenían mucho de qué hablar, pero sobre todo sólo quería estar con ella, tanto como fuera posible. Ella estaba en la cocina preparando algo cuando entró. ―Hola ―dijo ella por encima de su hombro―. Espero que estés de humor para ensalada de atún. Me conoces, no soy cocinera. Alex envolvió sus brazos alrededor de su pequeña cintura por detrás y le besó el lado de su cara. En su oído murmuró: ―Eso no para eso para lo que estoy con el humor de comer. Valerie sonrió, se dio la vuelta y le dio un beso. Él la besó con el hambre que había sentido en todo el camino a casa. Ella se apartó. ―Alex. ―Ya estaba sin aliento―. Vamos a comer primero. Tenemos mucho de qué hablar. Se dio la vuelta y agarró los tazones de ensalada del mostrador y él siguió detrás de ella. Tenía que controlarse, al menos hasta después de que asentaran todo ese asunto de vivir juntos. ―¿Dijiste que tenías algo que querías hablar conmigo? Valerie asintió y puso los tazones sobre la mesa. ―Isabel y Romero rompieron esta mañana. ―¿En serio? ―Alex pensó en la manera en que Romero contemplaba a Isabel ayer―. ¿Por qué? Valerie arrugó la nariz mientras ambos se sentaban. ―Ella fue a una cita la noche del viernes, y él se enteró de eso. Alex la miró por un momento antes de que su rostro se amargara. ―¿Por qué hizo eso?

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Hizo más ver que escuchar mientras ella le explicaba la sórdida historia de Isabel, su familia, y la cita a ciegas. Él bebía de todos los detalles de su cara, su cabello, y los sutiles movimientos que hacía cuando hablaba. Sus grandes ojos oscuros brillaron cuando dijo algo que realmente la conmovió. Ella era increíble. Tenía que dejar de pensar en lo que le iba a hacer más tarde y prestar atención. Cuando terminó, Alex levantó una ceja y finalmente comió algo de su comida. Después de masticarla dijo: ―Bueno, eso es lo que sucede cuando mientes. Que mal por Romero, pero yo me habría ido también. Ella lo miró raro.

―¿Crees que tal vez puedas hablar con él? ―¿Y decir qué? ―Que ella realmente lo siente. Trató de ir a su casa pero él no estaba ahí, y no contesta sus llamadas. Era tan miserable. Odié tener que dejarla hoy. A Alex no le gustó el sonido de eso. ―Nena, probablemente él va a estar encabronado por un rato como debe ser. Pero si lo supera, dudo que sea durante la noche. Seriamente dudo que cualquier cosa que yo diga cambie eso. ―Ella hizo la más adorable cara de puchero, y Alex se rió―. Probablemente ni siquiera responderá mi llamada, cariño. Conociendo a Romero ha estado en el gimnasio todo el día y para ahora ha tenido un par de copas. Valerie se puso de pie y caminó hasta la encimera para conseguir el resto de la ensalada de atún. Los ojos de Alex la siguieron muy de cerca. ―Sabes… ―dijo llegando al final de la barra para alcanzar el teléfono de Alex―, si vuelven, tal vez Romero pueda hacerse cargo de mi parte del contrato. De otra manera me tengo que quedar ahí hasta el próximo año. ―¿El próximo año? ―Alex frunció el ceño mientras ella se sentaba a su lado. ―Síp, acabo de firmar un contrato de arrendamiento por un año a principios de este. ―Colocó su celular al lado de su tazón y le dio los más bellos ojos de cachorro. Con ojos como los de ella, estaba acabado. Ella tenía un punto sobre el contrato de arrendamiento. De ninguna manera iba a esperar hasta el próximo año. Ya había tomado la mitad del día libre mañana para mudar sus cosas. Tomó su celular a regañadientes. ―¿Entonces, qué? ¿Sólo le digo que lo siente? ¿No dijo ella eso ya? Valerie le lanzó una mirada.

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―Dile que conteste su teléfono, porque ella realmente quiere explicar, y verdaderamente es muy molesta. Alex fue a través de sus contactos. No podía creer que estaba haciendo esto, sólo por Valerie. Ni siquiera podía recordar la última vez que habló con Romero por teléfono. Rara vez hablaba con alguno de sus amigos por teléfono, sobre todo no acerca de mujeres. Esto iba a ser incómodo. El teléfono estaba en su tercer llamado. Valerie lo miraba con ansiedad. Alex comenzaba a perder las esperanzas de que Romero contestara cuando respondió. ―¿Hola? ―Hola, Romero.

Valerie se levantó y lo abrazó, y luego trató de inclinarse para escuchar. Alex dio marcha atrás y se llevó un dedo a los labios. ―¿Qué hay? ―Tú… uhm… ¿Hablaste con Isabel hoy? Romero se quedó callado por un momento y luego habló: ―Sí, estoy con ella ahora. ―Ah, ¿lo estás? Bien, entonces te dejaré ir. ―¿Qué? Espera, ¿por qué? Genial, ahora tendría que explicar que estaba llamando para hablar con él sobre su vida amorosa. ―Me enteré de lo que pasó hoy. Sólo quería ver cómo lo estabas llevando. Otra pausa vino de Romero. ―¿Qué eres tú? ¿El Dr. Phil ahora? Alex sonrió poniéndose de pie para ir a dejar su tazón al fregadero. ―Oye, soy un tipo sensible, ¿qué esperas de mí? ―Amigo, no me vengas con eso. En serio, ¿eso es realmente por lo que llamaste? Alex se apoyó en la encimera y puso su brazo encima del pecho. ―Sí, Ramon. Llamé porque quería que habláramos acerca de tus sentimientos. ¿Quién crees que me hizo llamar? Romero se echó a reír. ―Ah, bien eso tiene más sentido. Por un momento pensé que te me estabas poniendo suave. Alex se echó a reír. Después de colgar, le dijo a Valerie lo que dijo Romero. Ella estaba más que tranquila.

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―Entonces, eso lo concluye. Romero puede hacerse cargo de tu parte del contrato de arrendamiento. Valerie rió poniendo sus brazos alrededor de la cintura de él. ―Todavía no sabemos si vivir juntos es algo de lo que siquiera han hablado. Él nunca superaría el placer de tenerla en sus brazos, en su vida. ―Bueno, no esperaré hasta el año que viene, Z. No tendrás que pagar nada aquí. Así que, sólo sigue dándole la mitad de todo hasta que el contrato termine. ―Valerie lo miró fijamente―. ¿Por qué no? Será un poco como antes cuando

pasabas varias noches a la semana aquí, pero técnicamente seguías viviendo en tu casa. Sólo que ahora estarás aquí todas las noches. ―No voy a vivir aquí sin pagar renta, Alex. Además, ¿pensé que habíamos acordado que íbamos a tomar las cosas con calma? Alex se inclinó y pasó la mano por su perfectamente redondeado trasero. ―Lo estamos. En primer lugar te mudas por un tiempo, luego nos casamos. ―Besó su nariz y sonrió―. Y hay otras maneras en las que puedes pagarme que no implican dinero. Valerie se rió y lo besó, pero luego se retiró antes de que pudiera ponerse demasiado trastornado. ―Tendré que hablar con ella. Tengo la sensación de que no va a querer tomar mi dinero si no estoy realmente viviendo ahí. Alex ocultó su frustración. ―Entonces no le digas que te estás mudando. Sólo llámala cada noche para decirle que te vas a quedar otra vez. ¿Te quedas esta noche, verdad? ―Sí. Él sonrió y no pudo resistir la tentación de besarla. ―Arreglé el horario en el restaurante, así que, saldré temprano de ahí mañana. ¿Crees que puedes tomar medio día libre? ―Sí, siempre y cuando entre unas horas antes en la mañana, me puedo tomar la tarde libre. Alex frunció el ceño recordando que estaría en la misma oficina con Luke. Tendría que pensar en una manera de cambiar eso. No iba a ser capaz de lidiar con eso por mucho tiempo. Eso requeriría una mayor reflexión. Mientras tanto, se conformaría con una cosa a la vez.

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―Bien, entonces, te llevaré mañana, y cuando te recoja, podemos ir a ver para conseguir una orden de restricción contra ese tipo, luego a recoger tus cosas en mi camioneta. Valerie desenvolvió los brazos de su cintura y volvió a la mesa. Tomó su tazón vacío y regresó al fregadero. ―Alex, te dije que tengo que hablar con Isabel primero, y no voy a ninguna parte cerca de una corte de justicia en un lunes. Alex la jaló hacia él tan pronto como estuvo a la mano.

―Todavía podemos recoger algunas de tus cosas como más ropa y todos tus zapatos. Puedes modelarlas para mí mañana por la noche. Ella intentó resistirse. ―Déjame lavar estos platos. ―Me encargaré de eso más tarde. ―La levantó en brazos, y ella chilló. La visión de su pavoneo en sus tacones altos para él y nada más lo había hecho―. He terminado de hablar. ―Instantáneamente, ella envolvió sus piernas alrededor de él, su respiración ya era dificultosa para cuando llegaron a la puerta de la habitación.

A la mañana siguiente Alex la dejó en su brillante oficina a primera hora. Se aseguró de salir de la camioneta y darle un muy público beso de despedida… un beso que nadie confundiría con un adiós amistoso. Apenas estaba aflojando su agarre cuando el jaguar negro llegó al estacionamiento. Valerie se puso tensa al segundo que lo vio. Luke les dio vistazo mientras les pasaba por un lado. Alex no podía irse ahora. Tenía que comprobar al tipo. La noche en el club apenas lo miró antes de salir. Vio mientras Luke abrió la puerta trasera de su auto y sacó la chaqueta del traje. Era un tipo de buen tamaño, pero no tenía nada que ver con él. La molestia de que Valerie tuviera que estar en la misma oficina con él todo el día se le frotó como un rallador de queso. Valerie terminó de recoger las cosas que Alex no le había dado la oportunidad de tomar antes. Había estado a su lado tan pronto como detuvo la camioneta. ―Muy bien, Alex. ¿Te veré alrededor de la una? Alex apartó la mirada de Luke el tiempo suficiente para dirigirla a ella.

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―Sí, tal vez más temprano. Te llamaré. La besó una última vez justo cuando Luke pasaba por ahí. Se metió en su camioneta y vio cómo Luke esperó y mantuvo la puerta abierta para ella y luego caminó tras ella. Ah, esto definitivamente tenía que cambiar.

Traducido por Anelynn*y Karliie_j Corregido por flochi

V

alerie se sentó en su escritorio todavía tratando de sacudirse la increíble incomodidad que sintió cuando entró en la oficina de Luke. Él inmediatamente preguntó si Alex estaba de vuelta en su vida, y no tuvo más remedio que decirle que sí. Sabía que Alex adularía eso, pero no había anticipado que Luke había llegado en un momento tan oportuno. La forma que Alex le sostuvo la mirada tampoco ayudó. Juntó sus cosas y caminó hacia la sala de conferencias con todos los demás. Trató de concentrarse en lo que Luke estaba diciendo durante la junta. Parecía que Luke estaba evitando mirar en su dirección en absoluto, pero a ella no le importó. Lo último que quería era encerrarse en una de sus miradas. Él comenzó a dar por terminada la sesión. ―Hice algunos cambios en los horarios de las actividades. Revisen sus emails. Eso atrapó la atención de Valerie se suponía que tenía que tener su horario esa tarde. Eso era extraño. Luke siempre la había hecho sentir incómoda desde el momento en que lo conoció con su contacto visual excesivo. Entonces después con sus miradas atrapantes. Hoy parecía que se había salido de su costumbre al evitar mirarla durante la junta.

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Lo primero que hizo fue revisar su e-mail cuando accedió a su computadora. Normalmente tenía toneladas de correos para revisarlos el lunes en la mañana. Especialmente si no los había visto el fin de semana, y durante éste, no había tocado su laptop. El e-mail de él era el primero, lo cual quería decir que lo había enviado esta mañana. Sólo había un par de cambios, pero había cambiado su horario de actividades para el miércoles en la tarde. Valerie sintió su cara arder. ¿Estaba bromeando? Era lo suficientemente malo que ya la había cambiado de los lunes en la mañana al lunes por la tarde. El miércoles era un día de menos movimiento, especialmente de llamadas. Valerie marchó directamente hacia su oficina. Él levantó la mirada cuando entró sin haber tocado a la puerta.

―He tenido mi horario los lunes por tanto tiempo como puedo recordar. ―Sí. ―Luke no perdió un latido―. Y es tiempo de que alguien más tenga la oportunidad los lunes. ―¿Cuándo decidiste esto, Luke? ¿Esta mañana? Luke se reclinó en su asiento. ―¿De verdad piensas que sería así de patético? ―No lo sé. Tú dime. ¿Por qué hoy? ―Porque otros han solicitado tener los lunes, así que, lo cambié. No es permanente, Val. Lo voy a rotar. Lo fulminó con la mirada, incapaz de creer que él fuera así. ―Entonces, ¿Sr. Maravilloso está de regreso para siempre, o es una cosa temporal otra vez? Valerie ignoró su pregunta. ―¿Cuándo vas a rotarlo? El miércoles es pura mierda. Preferiría no tener horario. ―Vaya, Val. Estás poco molesta, ¿eh? ―Se rió entre dientes y se acomodó, revisando su computadora―. ¿Qué día preferirías? ―Lunes. ―No puedo hacerlo. ¿Qué hay de los martes en la mañana? Valerie casi podía sentir el humo saliendo de sus orejas. Estaba disfrutando esto. Los martes eran igual de lentos. Levantó la vista de su pantalla. ―Oh vamos, Val. Estoy tratando de trabajar contigo aquí. Pensaría que estarías de mejor humor. ―¿Qué se supone que significa eso? Se volvió otra vez hacia la pantalla enfrente de él.

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―¿Estoy mal al asumir que ese beso que te dio es alguna indicación de lo demás que han estado haciendo? ―Asume lo que quieras. ―¿Qué pasa con esa hostilidad? ―Su sonrisa engreída la irritó aún más― ¿Todavía vas a hacer la degustación de vino este martes por la noche? Valerie se esforzó lo mejor que pudo para permanecer tranquila.

―Por supuesto, ¿por qué no lo haría? ―Sabía lo que estaba queriendo conseguir con eso, pero nunca le daría el gusto. Él se reclinó en su asiento, sus codos en el descansabrazos, y unió las puntas de los dedos de ambas manos, algo que hacía seguido cuando le hablaba detrás de su escritorio, pero por alguna razón hoy, eso la fastidió. Él la fastidiaba. Tal vez era el obvio sarcasmo en su sonrisa engreída. ―Oh, no lo sé. Sólo pensé que tal vez te sentirías incómoda trayendo al nuevo novio a un evento donde tu ex novio y director va a estar. Y algo me dice que su amistosa mirada fulminante, y sin mencionar nuestra graciosa presentación, no va a estar tan ansioso de que asistas sola. ―No te adules tanto, Luke. Alex sabe que no tiene nada por lo que preocuparse. Estaré allí. ―Valerie caminó hacia la puerta―. Si no cambias mi horario de vuelta para el lunes, he terminado aquí. ―¿Valerie? Fastidiada se volvió para mirarlo antes de salir. ―¿Qué? ―¿Le dijiste todo? ―No había mucho que decir, Luke. ―Puso sus ojos en blanco y salió antes que notara que había golpeado sus nervios. Había sido tan honesta como lo iba a ser con Alex sobre Luke. Salieron y nunca tuvieron sexo. No necesitaba saber nada más.

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No pensó que el martes sería un gran problema hasta que vio la reacción de Alex sólo por ver a Luke esa mañana. Luke golpeó justo en la nariz. No había manera que Alex estuviera de acuerdo en que fuera a la degustación de vino con Luke, y sería incómodo a lo sumo si Alex fuera con ella. Tenía que ir, sin embargo. La Asociación de Agentes Inmobiliarios de California lanzaba este evento anualmente, estallando con inversionistas. No consiguió ir el año pasado, y sabía que la única razón de que estaba yendo este año era porque Luke había jalado de unos hilos. Los tickets eran limitados. Afortunadamente, cuando había conseguido los tickets fue antes que comenzaran a salir. Le dio dos. Había planeado llevar a Isabel en ese momento. El evento tendría una sensación completamente diferente ahora que las cosas habían cambiado. Pero mientras trabajara con Luke, Alex tendría que comenzar a acostumbrarse a que las cosas estuvieran así. Ellos habían pasado por mucho. Podían pasar por esto.

Habían estado en lo de Valerie toda la tarde. Alex estaba determinado a conseguir tantas cosas de ella como era posible. Las únicas cosas grandes que Alex había llevado a su camioneta del departamento de Valerie eran dos gabinetes archiveros de dos cajones. Las chicas lo miraron divertidas cuando preguntó si tenían una carretilla, entonces había estado más que agradecido de que vivieran en el piso de abajo. Valerie siguió insistiendo, especialmente enfrente de Isabel, que no se estaba mudando. Alex estuvo de pie afuera, amarrando sus cosas en la parte de atrás de su camioneta cuando un coche se detuvo en el estacionamiento del apartamento. Se estacionó a unas puertas debajo de la puerta abierta de Valerie e Isabel. Un tipo que parecía estar en sus treinta salió. Alex notó que echó un vistazo hacia la puerta de ellas mientras caminaba por ahí, y entonces se detuvo. Alex paró de amarrar las cosas y observó. Valerie fue hacia la puerta entonces volvió a entrar. Momentos después, Isabel salió y se paró ahí a hablar con él. Alex se preguntó si ése chico era con el que Isabel había salido el viernes. No podía ser así de densa, ¿o sí? Valerie ya lo había puesto al corriente sobre Isabel y Romero. Aparentemente, Romero había superado eso mucho más pronto que Alex, pero entonces dijo que pasaron toda una noche hablando de sus cosas. Iban a tener una cena con la familia de ella esta noche. Valerie salió y camino hacia la camioneta de Alex. ―¿Quién es ése? ―preguntó tan pronto estuvo cerca de ella. ―Nuestro vecino, Lawrence. ―El vecino de Isabel. Valerie rio. ―Todavía vivo aquí, Alex. ―No por mucho.

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Isabel entró, y Lawrence la siguió. Alex hizo un gesto hacia la puerta. ―¿Ustedes dejan que todos sus vecinos entren de esa manera? Valerie miró de nuevo hacia el apartamento, después volteó hacia Alex. ―Bueno, no le digas nada a Romero, pero Isabel solía salir con Lawrence. Alex le dio una mirada de fastidio.

―No lo soporto ―dijo ella rápidamente como si eso compensara el hecho de que Isabel había invitado a un exnovio a su apartamento. ―¿Por qué? ―Él piensa que es tan malditamente inteligente. Es maestro en UCSD. ―Un maestro, ¿uh? ―Alex terminó con la carga en la parte trasera de su camioneta. Ese parecía más como a alguien con quien Isabel saldría en vez de Romero. ―Sí ―dijo Valerie, deslizando la mano entre la suya―. Y también es del tipo que se asegura que lo sepas. Caminaron de vuelta hacia el apartamento. A Alex no le agradaba ese tipo, y una vez dentro del apartamento viéndolo más de cerca, el tipo lucía como un imbécil. Solo los idiotas usaban cuellos de tortuga, hasta donde Alex sabía. Lawrence sostenía dos libros en sus manos y estaba ocupado contándole a Isabel acerca de un libro que estaba escribiendo cuando ellos entraron. Isabel los miró desde la cocina donde estaba cortando queso. ―¿Todo listo? ―Sí, eso creo ―contestó Valerie―. Creo que es todo por ahora. Lawrence evaluó a Alex cuando Valerie los presentó. Alex estaba molesto porque no lo presentó como su novio, pero sonrió de todos modos. Lawrence le tendió la mano y Alex la estrechó. ―Entonces, ¿te estás mudando, Val? ―Los ojos de Lawrence recorrieron todo el cuerpo de Valerie. A Alex definitivamente no le gustaba este tipo. ―No, aún no, pero pronto. ―Valerie miró de nuevo a Alex―. Sólo déjame tomar una cosa más.

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Ella fue a su habitación, dejando a Alex solo con Isabel y el imbécil. Lawrence inmediatamente se dirigió a Isabel. ―Te decía, Isabel ―palmeó el libro en su mano―, los clásicos no se deben tomar a la ligera. Tienes que tomarte tu tiempo para digerirlos. Léelo tantas veces como puedas antes de que puedas realmente apreciar lo que el autor quiere decir. Alex rodó los ojos y caminó hacia una mesa con fotos en ella. Hubo un golpe en la puerta y luego escuchó la voz de Romero. ―Hey, Alex. ―Alex giró justo cuando Romero estaba entrando. Él estaba usando una camisa polo negra con el nombre de su compañía de seguridad en ella.

Alex lo saludó y Romero se dirigió hacia Isabel y Lawrence. ―¿Izzy? ¿Estás cocinando? ¿Creí que saldríamos a cenar? Lawrence parecía atónito. Escudriñó a Romero de la forma en que un hombre lo haría si viera a un camarero coqueteando con su esposa en un restaurante. ―No, sólo estoy haciendo un bocadillo. ―Ella presentó a Lawrence y a Romero. Romero apenas sonrió. Alex podía imaginar lo que Romero estaba pensando. Lo mismo que él estaría pensando si hubiera entrado y hubiese visto a Valerie con él. ¿Quién es este estúpido y por qué mi novia le está haciendo bocadillos? Romero entró en la cocina y besó a Isabel. Alex sonrió. Romero no estaba siendo sutil. Lawrence obviamente se molestó pero trató de mantener la compostura. Cuando Romero se apartó y tocó el trasero de Isabel, Lawrence se aclaró la garganta y se despidió. ―Isabel, déjame saber cuándo estés lista para algo de Tolstoy. Los tengo todos. ―Y empezó a caminar hacia la puerta. ―¿Tolstoy? ―preguntó Romero. Lawrence sacudió la cabeza con lo que podría interpretarse como desdén. ―Nada con lo que estés familiarizado, estoy seguro. Romero lo miró. Pero Isabel intervino antes de que el pudiera decir algo. ―Te acompaño hasta la puerta, Lawrence. Romero miró a Alex cuando Isabel rodeó la encimera y acompañó a Lawrence. ―¿Quién es ese tipo? ―Su vecino ―murmuró Alex. Él no iba a meterse en ese asunto. Valerie finalmente volvió de su habitación sosteniendo un pequeño bolso.

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―Muy bien, eso es todo. Oh, hola, Romero. ―Ella miró alrededor―. ¿Dónde está Isabel? ―Afuera con ese tipejo. ¿Viene por aquí muy seguido? Valerie miró a Alex y después a Romero. ―¿Lawrence? No, no en realidad. Sólo vino a buscar unos libros que le prestó a Isabel.

Ella empezó a caminar hacia a puerta y Alex la siguió. Apenas habían pasado por la puerta cuando Alex escuchó a Lawrence platicando con Isabel, Lawrence estaba de espaldas hacia ellos. ―… quiero decir, Isabel. Puede ver a Valerie con alguien así, todo musculoso y sin dignidad. Pero, ¿tú? Debo decir que no sólo estoy asombrado sino un poco decepcionado. Alex apretó los puños. Pero antes de que pudiera decir o hacer nada Romero brincó desde atrás de ellos. ―¿Qué diablos significa eso? Lawrence retrocedió, sorprendido, cuando Romero apareció ante él. Recobró la compostura rápidamente y alzó las manos. ―Sólo estaba haciendo una observación. No hay ninguna ley en contra de eso. ―No sabes ni una mierda acerca de mí, imbécil. Lawrence cometió el error de apuntar con el dedo hacia el pecho de Romero. A punto de decir algo, Romero lo empujó con ambas manos. Eso fue todo, y Lawrence acabó en los arbustos frente al apartamento de Valerie. ―Oh, mi Dios. ―Valerie jadeó. Alex se interpuso frente a Romero, quien estaba a punto de matar a Lawrence, y lo detuvo. ―Tranquilo. Romero estaba furioso, y no lo culpaba. Pero Lawrence parecía del tipo que harían un gran escándalo por algo como esto, por eso Alex lo detuvo. Isabel trató de ayudar a Lawrence a ponerse de pie. ―¿Lo ves? ―le espetó Lawrence a Isabel. Se puso de pie con el rostro rojo y apartó las manos de Isabel―. Esto es justo de lo que estaba hablando. ―¿Acaso la empujaste? ―Romero casi se suelta del agarre de Alex, y éste tuvo que darle un abrazo de oso.

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―Sácalo de aquí, bebé ―le dijo Alex a Valerie. Sorprendido por la fuerza de Romero, Alex no estaba seguro acerca de cuánto tiempo más podría retenerlo. Valerie se apresuró hacia el lado de Isabel, mientras Alex batallaba con Romero. ―Relájate, hermano, si él la hubiese empujado ya te habría dejado ir. ―Deberías irte, Lawrence ―dijo Valerie.

Una vez que estuvieron todos adentro, Alex pudo reírse de la situación. Pero Romero no se estaba riendo. ―¿Por qué le importa a este idiota con quién sales? Valerie le hizo señas a Alex para que se fueran. ―Nos vamos ―dijo Alex mientras salían. Isabel los miró y se despidió con la mano, pero Romero no apartó los ojos de ella. ―Ella tendrá que decirle la verdad ―dijo Valerie mientras caminaban hacia la camioneta de Alex. ―Sí, debería. Alex pensó en lo que Lawrence había dicho mientras ponía la bolsa de Valerie en la parte de atrás de su camioneta. Si Romero no se hubiese adelantado, él mismo habría matado a ese tipo. Ni siquiera le importaba lo que el idiota pensara de ellos. Pero no iba a permitir que insultara a Valerie. Valerie ya estaba en el asiento delantero cuando él se subió a la camioneta. ―No es gran cosa ―dijo mientras se ponía el cinturón de seguridad―. Sólo salieron un par de veces. Ella no tiene que decirle todo a Romero. Alex la miró. ―¿Qué más tiene para decir? Valerie lo miró y después hacia la ventana. ―Sólo quise decir que ella debería dejar afuera los detalles. No hay necesidad de ser tan explícita. Solo lo hará enojar más. Alex apretó el volante y miró a Valerie. ―¿Aún estamos hablando de Isabel? Algo parecido al pánico cruzó por sus ojos cuando lo miró. ―Por supuesto.

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El trató de olvidarse de lo último que ella había dicho mientras manejaba. Ella debió haber sentido su tensión porque se acercó y apretó su muslo. ―Empaqué muchos zapatos. Eso lo devolvió a la realidad rápidamente. Eso era algo en lo que prefería pensar. Miró el tablero. Aún era temprano. La tendría el resto del día. Y eso provocó movimiento en su pantalón.

Días después Valerie aún trataba de procesar lo mucho que había cambiado su vida. Desde que se había vuelto tan bueno para ser verdad, había estado siendo cuidadosa acerca de ser tan optimista. Cualquier cosa podría pasar. Le dijo a Isabel que estaría quedándose con Alex por unos días. Y mencionó que Alex quería que ella se mudara con él. Isabel le dijo que no se preocupara por eso, que ella lo resolvería, pero nunca mencionó la posibilidad de que Romero se mudara. Valerie tampoco lo hizo. No quería que Isabel pensara que sólo estaba tratando de presionarla para que él tomara el alquiler del apartamento. Con Lawrence viviendo dos pisos abajo, no estaba segura que Romero se mudara fuera una buena idea. Una cosa si era segura. Planeaba pagarle a Isabel su parte de las cuentas hasta que el contrato de alquiler se terminara. Isabel la llamó el día después del incidente de Lawrence. Le contó a Romero todo sobre Lawrence, lo que hizo que él se molestara más. Él le dijo que no podía decirle a quién podía o no recibir en su apartamento, pero que no se haría responsable de sus acciones si llegaba y se encontraba a Lawrence ahí. Valerie le dijo que pensaba que él no debería de preocuparse por ello. Dudaba que después de su vergonzosa caída en los arbustos, Lawrence pensara en ir de nuevo por su departamento.

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Se divirtieron mucho con eso. Después Isabel le dijo acerca de la cena con su familia. No había resultado tan bien como esperaba, especialmente después que Romero supo que Pat le había asignado la noche del viernes. No estaba de humor para comportarse y la cena había transcurrido con un poco de tensión. De todos modos, estaba feliz porque ya todo había terminado. Su familia ahora sabía sobre él, e independientemente de que lo aprobaran o no, no tenía la menor intención de terminar las cosas con Romero. Valerie le aseguró que había hecho lo correcto.

Traducido por Itorres Corregido por flochi

V

alerie había mostrado propiedades toda la mañana. Como de costumbre, llegaba tarde otra vez. La degustación de vinos era esta noche. Alex asistiría con ella, y probablemente estaba ya en casa

preparándose.

En su camino de regreso a casa de Alex, recibió una llamada de un número restringido. Valerie dudó en responder. No había sabido nada de Bruce en días y esperaba que finalmente se hubiera rendido. Había dos llamadas de teléfono importantes que estaba esperando de unos clientes, y no quería que existiese la oportunidad de perderlas. Pulsó el botón y se detuvo antes de decir hola. ―Así que, veo que cambiaste de hacerlo con el jefe a con el monstruo de esteroides esta semana. ―Las palabras de Bruce eran arrastradas―. ¿Me apuntas para la semana que viene? Valerie se aferró al volante. ―No, aunque mi vida dependiera de ello. ―¡Bueno, tal vez sí! ―Pasó de la calma y la burla a lo ruidoso y salvaje en un instante―. Te estoy vigilando, Val. Es sólo cuestión de tiempo…

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Colgó antes de que se pusiera más odioso. El corazón le latía con fuerza y no necesitaba escuchar nada más. Miró por el espejo retrovisor. El coche detrás de ella estaba demasiado cerca. Aceleró y lo mismo hizo el coche. No se fijó para saber si era él, pero sin duda lo era. Ahora, con el corazón en la garganta, se asustó y agarró su teléfono. Ni siquiera estaba segura de a quién llamar. No quería alarmar a Alex. Llamar a la policía estaba fuera de cuestión. ¿Qué les diría? ¿El coche detrás de mí me está siguiendo? El semáforo se puso en amarillo y aceleró para alcanzar a pasar. De ninguna manera se detendría. El coche detrás de ella aceleró también y se pasó el amarillo, cuando se convertía en rojo. Valerie pulsó la marcación rápida y llamó al celular de Isabel. Al momento que Isabel contestó el coche giró a la derecha en la calle detrás de ella. Valerie suspiro de alivio.

―¡Jesús! ―¿Qué pasa? ―Nada, Bruce acaba de llamarme sonando todo loco. Entonces me asusté y pensé que alguien me estaba siguiendo, pero estaba siendo paranoica. ―¿Estás segura de que no era? ―Sí. ―Ella tragó saliva―. Estoy segura. Dio vuelta hacia otro camino. ―¿Qué quería Bruce? ―Lo mismo de siempre y para asegurarse de que sé que me está mirando. ―Tal vez debes conseguir una orden de restricción, Valerie. Ya sabemos de lo que es capaz. Todavía no puedo creer que lo dejaron salir en tan poco tiempo. Valerie no podía creerlo tampoco. Nunca olvidaría el día que se enteró de su liberación. Isabel le recordaba constantemente para comprobarla al menos dos veces al mes. Había tomado un acuerdo con el fiscal de tres años. Si el caso hubiera ido a juicio y lo perdía él hubiera sido encerrado de cinco a quince años por intento de asesinato. Ni siquiera había estado un año. Estuvo llorando todo el día. Su padre insistió en que se quedara en su casa las primeras noches. Pensó que Bruce tendría el sentido común de mantenerse alejado de ella y de cualquier problema que pudiera hacer que fuera arrojado de vuelta en la cárcel, pero parecía decidido ahora a hacer de su vida un infierno. Aceleró. Si tan sólo hubiera tenido el valor para ir a juicio. Tenerlo encerrado durante tantos años hubiera sido tan maravilloso. Todavía no podía creer lo que le habían ofrecido en el acuerdo con el fiscal, para empezar. Tal vez el spray de pimienta no era suficiente. Trataría de conseguir un arma. Si alguna vez encontraba el momento, ya que no lo había tenido para conseguir una orden de restricción en toda esta semana.

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―Lo haré. Sólo tengo que hacer el tiempo. Colgó y pensó en la noche por delante. Como si pensar y preocuparse por cómo esta noche iba a salir fuera poco, ahora tenía que decirle a Alex sobre la llamada. Él acababa de salir de la ducha cuando llegó. No llevaba nada más que una toalla alrededor de su cintura cuando entró en la habitación. No importaba cuántas veces Valerie viera su cincelado cuerpo, nunca sería suficiente. Se acercó a ella y le plantó un beso impresionante. Inmediatamente, su toalla se levantó y él gimió, besándole el cuello.

Por mucho que ella pudiera ir por un rápido en este momento y que sin duda calmaría sus nervios, sabía que era tarde. ―Alex, cariño, se nos está haciendo tarde. ―Se apartó con cuidado pero no pudo resistirse a besar su duro pecho antes de dar un paso. ―Lo sé. Me sorprende encontrarte en casa. ¿Qué pasó? Valerie se precipitó hacia el armario. No tenía tiempo de cambiarse. Sólo tendría que vestir el traje de falda que ya llevaba, un par de zapatos diferente y un top de seda. Dejarse el cabello suelto ayudaría también. ―Puse más en mi plato de lo que debería haber puesto esta mañana. Miró a Alex que ya estaba en su bóxer de seda, y poniéndose el pantalón. ―Yo... uh, recibí una llamada de Bruce hoy. Los ojos de Alex estaban sobre ella de inmediato. ―¿Qué quiere? ―Lo mismo. ―No quería mentir, pero le estaba diciendo acerca de la llamada como él había pedido. No tenía que reportárselo palabra por palabra―. Preguntar cuándo va a verme de nuevo. ―¿Cuáles fueron sus palabras exactas? Bueno, al parecer, él estaba esperando una carta. ―Ni siquiera recuerdo, Alex, le colgué a media frase. La única razón de que incluso le contesté es porque usó un número restringido al llamarme. Estaba esperando un par de llamadas de unos clientes. Unas que no quería perder. ―¿Cuándo llamó? ―En mi camino a casa. ―¿Y no te acuerdas? ―Sus cejas se fruncieron. Valerie pretendió tener que pensar en ello.

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―Sabe que estoy contigo ahora. Quería asegurarse que yo sabía que él sabía. Alex se acercó a ella. Valerie se quitó un zapato. ¿Por qué se molestó en tratar? Sabía que Alex no iba dejar esto. Se inclinó para deslizarse el otro. Ya inclinándose hacia ella al momento que se enderezó. ―¿Por qué estás divagando, nena? ―Él buscó en sus ojos―. ¿Qué dijo exactamente?

Valerie tendría que entender que cuando se tratara de este tipo o de cualquier persona que pueda hacerle daño, Alex necesitaba saberlo todo. Demonios, quería saber todo respecto a su vida, sin importar lo que fuera. El comentario que había hecho sobre el tema de Isabel de no tener que decirle a Romero todos los detalles de su pasado todavía no le cayó bien. Era casi como si estuviera tratando de decirle algo. No quiso empujar en eso, pero esto era diferente. Se quedó allí esperando una respuesta. No iban a ninguna parte hasta que la consiguiera. Ella tomó una respiración profunda y exagerada. ―Me dijo que sabía que había pasado de Luke a ti y me preguntó si le hacía una cita para la próxima semana. Le dije que no, aún si mi vida dependiera de ello, entonces… ―Se mordió el labio y apartó la mirada―. Me dijo que tal vez sí. Empezó a decir que me estaba observando y que era sólo cuestión de tiempo, pero no le dejé terminar. Colgué. Alex se puso rígido, sintiendo un hervor lento iniciando en su interior. La miró por un momento, viendo lo frágil que parecía de repente. ¿Una cuestión de tiempo? Antes de volver a estar juntos, oír algo así lo hubiera simplemente enfurecido. Ahora, la rabia no era lo único que se enredaba en él. Ahora, había una sensación desconocida corriendo a través de él: el miedo frío. La protección de Valerie era su prioridad en estos momentos, pero no podía estar cerca de ella las veinticuatro horas todos los días. Sabía que había una gran cantidad de personas enfermas por ahí y uno de ellos iba tras la mujer que amaba. La idea de que algo le sucediera penetró como una abrasadora bala. ―Mañana iremos al centro y conseguiremos esa orden de restricción. Quiero a este hombre encerrado en el segundo que trate de comunicarse contigo.

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Valerie asintió y dio un paso adelante, poniendo sus brazos alrededor de él. Alex la abrazó con fuerza, deseando poder tenerla en sus brazos cada momento del día. Sabría entonces con certeza que ella estaría a salvo. ―No te preocupes, Alex. Estaré bien. Alex la besó en la cabeza. ―Sí que lo estarás. Me aseguraré de ello.

El viaje a la bodega fue un poco tenso. Alex quería saber más sobre Bruce y la relación de ella con él. Valerie quería dejarlo ya. Dijo que no quería pensar más en ello. Alex lo dejó ir por ahora, pero quería saber más acerca de este tipo. El conocimiento era poder, y quería armarse con tanto como pudiera si iba a ir en contra de este tipo. La degustación de vinos no era nueva para Alex. Había tenido un montón de invitaciones de bodegas que esperaban añadir su vino a la estantería del restaurante. Estos eventos eran siempre lo mismo, un montón de idiotas arrogantes que sabían mucho sobre el vino, y un montón que estaban fingiendo. El vino no era su primera opción de bebida alcohólica, pero fue hasta allí a sabiendas de qué esperar. A diferencia de la mayoría de los eventos de degustación de vino a los que Alex había asistido en las bodegas reales, llevaron a cabo esta en un club de vinos. Todo el lugar estaba reservado exclusivamente para este evento. Valerie se quedó sin aliento mientras subían las escaleras de la entrada. Alex miró entonces alrededor, a las personas que entraban en el club. ―¿Qué pasa? ―Él no me dijo que era un acontecimiento de etiqueta. Alex dejó escapar un suspiro de alivio. La mayoría de los hombres estaban en esmoquin y las mujeres con vestidos de noche de lujo. Se encogió de hombros. Ninguna de ellas encandilaba a Valerie. ―Te ves hermosa, independientemente de todo.

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El lugar ya estaba lleno mientras entraban. Alex exploró el estacionamiento y ahora exploraba a la gente en el evento. No podía importarle menos lo que ella estaba vistiendo. La única cosa en su mente era mantener segura a Valerie. Su comentario no pareció cambiar la preocupación de Valerie por estar mal vestida, aunque no tomó las cosas con calma. Sólo habían estado allí un par de minutos, y ella ya había caminado a través de una buena parte de la multitud. Después de la presentación de Valerie a Alex como "un amigo mío", varias veces, Alex se inclinó tocando su brazo y le preguntó: ―¿Por qué sigues presentándome como tu amigo? Ella se volteó para mirarlo un poco sorprendida.

―¿Cómo te gustaría que te presente? Alex sonrió. ―¿Tu prometido? ―Pero no estamos comprometidos ―susurró. ―Detalle menor. ―Frunció el ceño―. ¿Y por qué estás susurrando? Justo cuando la comisura de los labios de ella comenzó a levantarse, una mujer mayor en un vestido de terciopelo negro les interrumpió. ―Valerie, pensé que eras tú. ¿Cómo has estado jovencita? Los ojos de Valerie se abrieron de golpe y de inmediato fue a abrazar a la mujer. ―¡Bernadette! Oh, Dios mío. Ha pasado tanto tiempo. Se pusieron al día rápidamente, y luego Valerie se volteó a Alex. ―Alex me gustaría que conozcas a Bernadette. Ella solía ser mi niñera cuando era una niña. Alex sonrió inclinándose para estrechar la mano de Bernadette. ―Bernadette, este es Alex. ―Valerie miró a Alex―. Mi novio. Sólo entonces Alex se dio cuenta que nunca había sido presentado como el novio de nadie en su vida. Fue un poco raro, pero le gustó, sobre todo escuchar a Valerie decirlo. Después de la introducción, Bernadette se volteó a Valerie nuevo. ―¿Cómo está tu padre? Me enteré de que estaba en el hospital no hace mucho tiempo. ―Está mejor. ―Valerie sonrió―. Han pasado más de seis meses desde que salió del hospital. Tuvimos un buen susto. Sólo tiene que cuidar su dieta minuciosamente. Su presión arterial es realmente precaria. Bernadette negó.

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―Oh, sí, Valerie. Él realmente tiene que ver eso. La hipertensión no es una broma. Valerie habló con Bernadette durante unos cuantos minutos antes que Bernadette se excusara para volver con su hermana, con quien había llegado. Alex no había quitado los ojos de Valerie todo el tiempo que había hablado con Bernadette. Vio la ternura habitual en sus ojos cuando hablaba de su padre. No había duda de lo cercana que era a él. Ahora, le molestaba que no hubiera estado allí para ella.

―No sabía que tu padre había estado en el hospital. Valerie ladeó la cabeza. ―Suceden muchas cosas en un año, Alex. Probablemente pasará un tiempo antes de que nos pongamos al día con todo. Alex pensó en eso por un momento. Quería decirle lo mucho que sentía que no estuvo allí para ella, pero fueron interrumpidos de nuevo. La interrupción en esta ocasión no fue tan bienvenida como Bernadette. ―Me alegra que vinieras. ―Luke llevaba un esmoquin y sonrisa descuidada. Alex se abstuvo de fruncir el ceño. Valerie se mantuvo firme, pareciendo imperturbable como siempre. ―Gracias por decirme que era de etiqueta. Luke echó un vistazo a su ropa. ―Lo siento, cariño. Pensé que sabrías. ―Sus ojos se desviaron a Alex que tomaba un sorbo de vino―. Siento que no haya cerveza, campeón. Pero no queremos que hagas agujeros a través de paredes de todas formas, ¿no? Luke rió un poco demasiado fuerte. Las paredes eran lo último acerca de lo que tendría que preocuparse si Alex comenzaba a hacer alguna perforación. Pero Alex contuvo lo que realmente quería decir y sonrió en su lugar. Los ojos de Alex se encontraron con los de Valerie. Por primera vez en la noche, ella parecía inquieta. Alex le hizo un guiño para hacerle saber que no tenía nada de qué preocuparse. No iba a dejar que este idiota borracho lo perturbara. Luke bebió el resto de su vino. ―Oh, hey. ―Se dirigió a Valerie con otra sonrisa descuidada―. Supongo que serás capaz de ir. Valerie no preguntó. Esperó a que continuara. ―Tú y yo estamos invitados al servicio de bienvenida de George Stone antes del seminario.

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La reacción de Valerie confundió a Alex. ¿Quién demonios era George Stone y por qué Valerie parecía entusiasmada acerca de ello? ―¿Es una broma? ―No. ―Luke sonrió, abriendo los brazos como si eso justificara un abrazo. Valerie echó un vistazo a Alex, pero se inclinó y abrazó a Luke de todos modos. ―¿Hablas en serio? ¿Servicio de bienvenida?

Luke frotó sus manos contra la espalda de Valerie. ―Por supuesto. Ya me conoces. Tuve la sensación de que haría tu día, así que jalé un par de cuerdas. Normalmente tomaría mucha fuerza de voluntad mantener la compostura, pero Alex tenía la sensación que Luke lo hizo a propósito. Él no se inmutó. Por mucho que quería ver al hijo de puta abajo, se resistió y miró a su alrededor casualmente, tomando otro sorbo de su vino en su lugar. Los ojos de Valerie se quedaron fijos en Alex incluso cuando se separó de Luke. Antes de que pudiera decir nada, Luke volvió a hablar. ―¿Te dijo sobre George Stone? ―No se puede decir que lo hizo. ―Alex intercambió una mirada con Valerie. ―¿Has oído hablar de él, Alex? ―Luke miró a Alex con aire de suficiencia, pero no esperó una respuesta―. Oh, ¿qué estoy pensando? ¿Cómo podría un tipo como tú saber sobre los oradores de motivación de bienes raíces? Luke se echó a reír, colocando su mano sobre el hombro de Alex y apoyándose en él. ―Incluso yo no sabía mucho sobre el tipo. Pero ya que nos dieron entradas para su evento, he leído sobre él un poco y he de decir que el tipo es impresionante. En realidad estoy deseando conocer al hombre. ―Se volteó hacia Valerie―. Buena elección, Valerie. Alex se dio cuenta de que Valerie se mordió se labio de la manera que lo hacía cuando estaba nerviosa. Sus ojos estaban fijos en la mano de Luke, la que seguía en el hombro de Alex. ―Sí. ―Alex sonrió alcanzando la mano de Valerie―. Estoy de acuerdo contigo en eso, Luke. Valerie siempre ha sido buena en tomar las decisiones correctas. Los ojos de Valerie se abrieron pero tomó su mano de todos modos. Alex la apretó. Ella tomó un sorbo de vino y miró hacia otro lado.

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―En realidad nunca he estado en uno de estos eventos ―dijo Valerie. Alex se dio cuenta que Valerie evitó mirar hacia atrás a Luke. Ella tomó un sorbo de vino y continuó: ―¿No se supone que tendríamos que estar catando vinos? ―Nah, eso es opcional. ―Luke finalmente movió su mano del hombro de Alex. Su humor parecía haberse estancado―. Estamos aquí para socializar, ¿recuerdas?

Valerie aun así miró a su alrededor. ―Oh, Dios mío, ¿es quién creo que es? Tanto Alex y Luke voltearon para ver a un hombre corpulento que parecía tener unos sesenta años, caminando a través de la multitud en su dirección. ―Bueno, ¿qué sabes? ―Luke sonrió mientras tomaba otra copa de vino del camarero que pasaba. ―Haz de cuenta que no lo ves. ―Valerie dio un paso detrás de Alex. Alex miró al hombre y se mantuvo firme frente a Valerie. Ella se movió demasiado tarde, el hombre los había visto y ya se dirigía hacia ellos con una gran sonrisa. Alex le apretó la mano, sintiéndose de repente en el borde. ―¿Quién es él? ―Relájate, Campeón. ―Luke levantó la copa hacia el hombre y sonrió―. No es más que un inversor con una gran cantidad de capital. ―Y un montón de chistes malos ―murmuró Valerie. Al no tener elección, Valerie dio la vuelta y se puso al lado de Alex. El hombre estaba lo bastante cerca como para oírlos, y Luke habló a través de su gran sonrisa falsa. ―Oh, manejaste sus chistes bastante bien. Es por eso que conseguimos las Cabañas de Lemon Ridge, ¿recuerdas? Trabaja tu magia, Valerie. Le gustas. La idea de Valerie trabajando su magia en algún otro hombre, con la edad suficiente como para ser su padre hizo a Alex rechinar los dientes. Esta noche se estaba poniendo más irritante por momentos. ―¡Hey! ―dijo el pesado hombre en voz alta cuando los alcanzó. Sostuvo el vaso hacia Luke―. ¿Cómo vas con el Merlot? Su risa explosiva era tan fuerte que se voltearon cabezas, pero Luke siguió su ejemplo, riendo correctamente mientras agitaba su mano. Alex sonrió cortésmente. Él estaba acostumbrado a tratar con todo tipo de personajes en el restaurante. El hombre se volteó hacia Valerie.

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―¿Cómo estás, preciosa? ―Se inclinó dando a Valerie un gran abrazo. ―¿Es eso un sacacorchos en el bolsillo, o sólo estás feliz de verme? ―La imitación de Valerie de Mae West6 fue perfecta. Alex estaba impresionado y 6

Mae West: Actriz, cantante, comediante, guionista y dramaturga estadounidense. Dotada de gran ironía y curvas sinuosas que exhibía poses lánguidas y provocativas, fue una maestra del doble sentido. Fue conocida por sus frases picantes, como: «¿Llevas una pistola en el bolsillo o es

sorprendido porque nunca la había oído. Vio un lado de Valerie esta noche que nunca había visto. El hombre puso su mano sobre la boca y fingió vergüenza. ―Perdóname porque he pecado7. Él jadeó largo y duro antes de romper en carcajadas. Valerie rió genuinamente e incluso Alex tuvo que reírse. Los chistes eran horribles, pero la risa del hombre alegre era contagiosa. Una vez hecho esto con su ataque de risa el hombre sacó un pañuelo del bolsillo y se secó la frente. ―Alex, este es Joe Newman, uno de nuestros clientes ―dijo Valerie sonriendo grande. Alex extendió la mano y estrechó la mano de Joe―. Joe este es mi amigo, Alex. Alex miró a Valerie. Ella lo miró y rápidamente se volteó hacia Joe. Alex se preguntó si la razón por la que había vuelto a ser sólo su amigo tenía que ver con Luke de pie allí. Mientras la noche transcurrió, Alex se sorprendió continuamente con el lado de Valerie que nunca había tenido un placer de presenciar. Ella estaba en su elemento. Ahora sabía por qué había llegado a ser tan exitosa con tanta rapidez. Era sin duda una persona sociable. Como si hubiera hecho esto un millón de veces, caminó por la habitación como una profesional. Todos hablaban poniéndole genuina atención. Nadie habría adivinado jamás que era su primera vez en uno de estos eventos.

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También se dio cuenta de cómo los hombres se fijaban en ella y casi todos parecían convertirse en idiotas que brotaban a su alrededor. Era como si hubiera puesto un hechizo sobre ellos. Se preguntaba si alguna vez actuó de esa manera con ella y ni siquiera se dio cuenta. Estos hombres seguro no parecían darse cuenta. Era difícil creer que ella se las arregló para permanecer sola durante un año entero. Bueno, excepto por los dos incidentes de corta vida sobre los que ella le contó. Incluso con Alex de pie junto a ella, haciéndose obvio que estaba con él, aun así no tenían ningún reparo en ser demasiado agradables. Esto fue especialmente cierto cuando la noche se mantuvo y el vino continuó fluyendo. que te alegras de verme?» y «Cuando soy buena, soy buena; pero cuando soy mala, soy mucho mejor». 7

Forgive me for I have zinned: es un juego de palabras de la frase Forgiveme for I have sinned y el vino llamado Zinfandel. Mezcla sinn y lo cambia por zinn que se refiere al vino.

En el momento en que todo había terminado, Alex estaba tan agitado como un gallo mojado. En el mismo sentido, estaba igualmente impresionado con Valerie. No creía que podía estar más fascinado con ella de lo que ya había estado antes de este evento. Después de hacer su salida, Alex se detuvo justo al doblar la esquina del club y la jaló hacia él mirándola a los ojos. ―Así que, ¿cómo es que nunca antes había oído hablar de tu imitación de Mae West? La comisura de sus labios se levantó. ―Es algo que sólo aprendí hace unos meses. Alex no estaba seguro de qué pensar sobre eso. Antes de que pudiera decir algo, le sonrió con la más sexy de las sonrisas, y le acarició el pecho con su pequeña mano, haciéndole succionar el aliento. ―Es bueno encontrar un hombre duro. La imitación de Mae West fue una vez más, perfecta. Alex la abrazó y luego la besó suavemente como había querido toda la noche. Nunca se perdonaría por haberla perdido un año entero por ser un idiota. Regresaron al coche besándose lentamente cada pocos metros. A unos metros de distancia de su camioneta detuvo a Alex justo cuando estaba a punto de besarla. ―Alex, tienes una llanta ponchada. Se volteó hacia su camioneta. Claro que sí, tan desinflada como ellos. ―Maldita sea. ¿Cómo sucedió eso? ―Soltó la mano de Valerie y se acercó a ver mejor. ―¿Tal vez pasaste por encima un clavo? ―Valerie ofreció. Alex se agachó y vio los daños. ―No, clavos no, nena. Valerie se quedó temblando abrazándose y frotándose los brazos.

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―Entonces, ¿qué fue? ―Alguien la rebanó. ―Alex se puso de pie y miró a su alrededor. Por lo que podía ver, los otros tres neumáticos estaban bien. Quien haya hecho esto no habría tenido tiempo para hacerlo con el resto. Eso sólo significaba una cosa, que no había ido muy lejos. Sus ojos buscaron en el estacionamiento, pero no había nadie sospechoso por ninguna parte.

Cuando sus ojos finalmente se reunieron con Valerie, pudo ver que había estado nerviosa. Sabía lo que estaba pensando, porque era exactamente lo que estaba pensando él. Bruce.

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Genial. Había estado lleno de una noche cavando acerca de todo lo que se había perdido de su vida en este último año, sobre todo descubriendo más sobre su relación con Luke. Y la ridícula idea de que ella estaría asistiendo a un seminario con él. Uno sobre el cual parecía demasiado malditamente emocionada. Ahora, todo lo que tendría que hacer era esperar. Había un problema más grande del cual hablar primero.

Traducido por Debs y flochi Corregido por Nanis

V

alerie estaba sentada en la camioneta de Alex, sintiéndose terrible. Alex reemplazó el neumático. También había llamado a la policía y ahora estaban afuera, ya que terminaron de tomar el informe. Alex estaba convencido de que esto era obra de Bruce, y quería todo desde aquí en adelante documentado. Dijo que cuando, no si Bruce lo fastidiaba, quería que fuera encerrado durante mucho tiempo. Según el fiscal Moreno, cada uno de estos incidentes se sumaría a la severidad de la pena. Alex no la dejaría hacer frente a esto por su propia cuenta. Ni de lejos. Estaba más que preocupado, y Valerie sabía que no la dejaría, sobre todo ahora. Su ceja se había levantado y se mantuvo arriba con atención todo el tiempo que habló con la policía. Valerie contuvo la respiración mientras se subía a la camioneta. Ya habían tenido una noche muy larga y estaba a punto de ponerse más larga. Valerie sabía que ahora Alex, entraría en modo guardián en toda regla. Pero no estaba dispuesta a dejar que se hiciera cargo de todos los aspectos de su vida. Tenía su spray de pimienta y aunque no había tenido tiempo de decirle a Alex, ya había empezado a pensar en comprar un arma de fuego. Fue un detalle trivial que sabía que debería haber mencionado antes, pero su instinto le dijo que iba a reaccionar de forma exagerada.

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―Ya hablé con Sal. ―Alex le dio vuelta al encendido y comenzó a retirarse de la plaza de estacionamiento―. Estaba viniendo de todos modos por la cena de ensayo este fin de semana, así que, no tiene problema en venir un día antes. Va a cubrirme en el restaurante durante todo el día. Iremos a ver sobre esa orden de restricción a primera hora de la mañana. ―Alex, puedo ir sola. No tienes que tomar un día libre sólo para eso. La cena de ensayo es el sábado. ¿No tienes un millón de cosas que hacer en el restaurante? Esto fue exactamente lo que no quería. Alex ya tenía suficiente en su plato. La última cosa que necesitaba era añadir otra. Alex ni siquiera se inmutó.

―Sal puede manejar el restaurante. Escucha, estaba pensando que tal vez puedas empezar a ir a tu apartamento después del trabajo, especialmente cuando estoy trabajando hasta tarde. Luego, cuando salga, puedo pasar por ti y seguirte a mi casa. ―¿Qué? ―Valerie negó―. Alex, no. No hay necesidad de todo esto. No puedes… ―Dijiste que este hombre se presentó en una de las propiedades que estabas mostrando, ¿cierto? ―Alex miró al frente, sus cejas se fruncieron en una profunda reflexión―. ¿Cuándo y dónde es la próxima propiedad que vas a enseñar? ―No estoy segura. Se suponía que mañana, pero… Se dio la vuelta para mirarla. ―¿A qué hora? ―Por la tarde. ―Valerie sintió su frustración crecer. Él estaba haciendo exactamente lo que había pensado que haría. Hacerse cargo de su vida y olvidarse de la suya. Los ojos de Alex estaban de vuelta en el camino. ―Tenemos que haber terminado para la tarde. Puedo ir contigo. ―Espera Alex, no me estás escuchando. Muestro propiedades en todo momento. No puedes estar allí todo el tiempo. Ni siquiera es necesario. ―Ya se me ocurrirá algo. ―No, no lo harás. Alex volvió a mirarla. Su frente totalmente apretada. ―Este tipo es peligroso, Val. Que me aspen si… ―No puedes pensar que vas cuidarme las veinticuatro horas. Tienes tu propia vida. No vas a ponerla a un lado por mí. Además… ―Miró por la ventana, porque no quería ver su expresión cuando hiciera su siguiente declaración―: Me voy a comprar un arma.

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Eran sólo unas cuadras de distancia de su lugar, pero Alex se detuvo abruptamente de todos modos. ―¿Qué? Valerie se volvió hacia él. Alarma e intensidad llenaban claramente sus ojos. Decidida a no dejar que la intimidara, levantó un poco la barbilla. ―Me voy a comprar un arma.

―¿Sabes siquiera cómo usar una? Valerie se encogió de hombros. ―¿Qué hay que saber? Apunta y dispara, ¿verdad? No creía que la intensidad de sus ojos podría ponerse más penetrante, pero lo hizo. ―¿Estás loca? Un arma de fuego en las manos de alguien sin experiencia es más peligrosa que un arma en las manos de un psicópata. Valerie no estaba segura de lo que la irritaba más. El tono que estaba tomando, o su total falta de fe en ella. ―Puedo aprender, Alex. Isabel dijo que Romero la llevará pronto a un campo de tiro. Le preguntaré para acompañarlos. Alex negó. ―No sabes nada acerca de armas, nena. ¿Por lo menos tienes un permiso para llevar a una? Valerie se mordió el labio. La tenía allí. ―No, pero puedo conseguir uno. Volvió a la carretera y siguió negando. Para su sorpresa, le oyó reír. ―Apunta y dispara, Dios. A Valerie le molestaba pensar que fuera tan impotente. ―Bueno, no es como si estuviera buscando convertirme en uno de los jodidos pistoleros expertos. Todo lo que necesito saber es lo básico. ―Sí, y cómo asegurarse de que no se dispare en tu cartera, o de no disparar accidentalmente a alguien o a ti misma cuando estés sólo apuntando. ―La miró y luego de nuevo a la carretera―. Pero vas a necesitar algún tipo de protección. Me ocuparé de ello.

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Valerie miró mientras se detenían en su camino de entrada. Por primera vez desde que se había estado quedando con Alex, realmente deseaba poder estar de vuelta en su propio apartamento. Al menos por la noche, no estaba de humor para más de sus diatribas de macho alfa. Se bajó de la camioneta y cerró la puerta un poco más fuerte de lo que había previsto. ―Voy a volver a mi casa esta noche. Alex rodeó la camioneta.

―¿Qué? ¿Por qué? ―Porque quiero. Sólo tengo que conseguir mi maletín. Él la alcanzó, justo cuando llegó a su porche, y tiró de su mano. ―Hey, ¿qué quieres decir con que quieres? Trató de mirar a otro lado y luego para su sorpresa sintió las lágrimas calientes abrumando sus ojos. Alex la miró a los ojos. La expresión severa ahora se suavizó. ―¿Qué pasa? Valerie lo miró fijamente durante un momento y luego se apoyó en su pecho. La abrazó, frotando su espalda, y la besó en la cabeza. Le levantó la barbilla y le secó las lágrimas con sus dedos. ―Bebé, habla conmigo. ¿Qué pasa? ―No quiero que te involucres en esto, Alex. Nunca me lo perdonaría si algo te pasara por mi culpa. Ya me siento muy mal por tu neumático. Había sentido crecer la ansiedad desde el momento en que Bruce había traído a colación a Alex antes por teléfono. Odiaba que Alex estuviese involucrado en esto en absoluto. Cuando se dio cuenta de que su neumático había sido destrozado drásticamente, su estómago casi había tocado fondo. Luego escucharlo hablar sobre el deseo de estar allí cuando ella mostrara la propiedad, y sabiendo que esto ya iba a comenzar a afectar su tiempo en el restaurante, realmente la sobrepasaba. Sus comentarios acerca de que no era capaz de manejar un arma de fuego sólo había agudizado sus emociones ya desechas. Alex la abrazó con fuerza. ―Tonta. Nada me va a pasar. Y no te preocupes por el neumático. Había planeado conseguir nuevos de todos modos. Valerie lo miró de nuevo. Alex comenzó a abrir la puerta.

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―Pero tú mismo lo has dicho ―resopló―. Él es peligroso. Ahora te ha incluido en esta locura. ―Pero eso es bueno, Val. ―Entraron en la casa. Alex la tomó de la mano y la llevo hacia el sofá―. Es estúpido. Cuanto más hace, más se entierra a sí mismo. Una vez que tengamos la orden de restricción, se va a colgar a sí mismo en el segundo que decida hacer otra cosa. Se sentó tirando a Valerie en su regazo. Valerie no podía evitar sentirse segura en sus brazos. Pero no quería que se sintiera obligado a cuidar de ella cada

minuto del día, sobre todo si eso significaba ponerse a sí mismo en peligro. No tenía duda de que no pensaría dos veces antes de hacer eso, y eso la asustaba más. Alex podía mucho más que defenderse en una pelea justa. No estaba preocupada por eso. Pero Bruce no jugaba limpio. No lo permitiría. No podría. ―Alex, hablaba en serio cuando dije que no vas a ser mi niñera. No quiero que ates todo tu tiempo tratando de cuidarme. Voy a estar bien. Ella observó su expresión endurecerse de nuevo. Tomó un poco de esfuerzo, pero podía ver que le tomó un momento antes de responder. ―Vamos a hablar más sobre eso mañana. Ahora mismo lo que quiero saber es, ¿cuál es esa tontería de ir de nuevo a tu… al apartamento de Isabel? Valerie se encogió de hombros e inclinó su frente contra la de él. ―Sabía que me estaba poniendo molesta, y no quiero que me veas romperme. Alex sonrió, profundizando más sus hoyuelos. Todavía no podía envolver completamente su cerebro alrededor de la idea de que este increíble hombre estaba realmente enamorado de ella. ―Hazme un favor ―dijo. Apartó su cara para mirarlo. ―No hagas eso otra vez. Valerie ladeó la cabeza, sin comprender plenamente. Puso un mechón de cabello detrás de su oreja, su expresión de repente se puso seria. ―No pienses que sólo porque estás molesta, no importa cuál sea la razón, que la respuesta es largarte. Así no es como quiero que las cosas sean para nosotros. Se inclinó y la besó suavemente antes de volver a hablar.

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―Podemos arreglar cualquier cosa. Tú estás aquí conmigo ahora. Para quedarte. ―La besó de nuevo―. No sé tú, pero yo no tengo planes de pasar otra noche de mi vida lejos de ti. No, si puedo evitarlo. Valerie sonrió. Desde el momento en que conoció a Alex, siempre había tenido una manera de hacerla derretir. Entendía ahora, que nunca lo había superado. Nada se sentía tan perfecto como estar ahí mismo, en sus brazos. ―Está bien. Nunca más. Lo siento. Alex la deslizó de su regazo al sofá y se deslizó sobre ella con suavidad.

―No quiero que te arrepientas. Quiero que seas feliz… ―le pasó la mano por el costado de la pierna haciéndola temblar como sólo él podía―… y que estés segura… ―su mano fue hasta el interior de la falda. Valerie sintió lo duro que ya estaba, mientras se presionaba contra su muslo―… y mía. Siempre mía, Val. Su mano siguió hasta el interior de sus piernas y ella se abrió por él. ―Siempre ―susurró. ―Te amo, nena. Su dedo de repente entró en ella, Valerie apenas logró un aliento. ―También te amo, Alex.

Al día siguiente, las cosas no salieron exactamente como fueron planeadas. Alex tenía la presunción de que simplemente podían entrar y pedir la orden de restricción, pero había mucho más que hacer. Tendrían que llenar formularios, muchos de ellos. Luego de eso, habría una audiencia el siguiente día disponible, el cual no sería hasta el miércoles próximo. Con la paciencia de Alex tan corta como una mecha, no lo puso contento la situación. Valerie quiso tomar los formularios, llevarlos a casa y llevarlos la semana siguiente, pero Alex no quería. Fue lo bastante malo tener que esperar. Mientras más pronto llenaran los papeles, más pronto serían escuchados. Incluso entonces, eso no era algo seguro. El juez podría decidir que no era necesario. Aunque Alex no podía ver que eso sucediera, no dado la historia del hombre.

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Terminaron para el mediodía, y Valerie insistió en que regresara al restaurante mientras ella se preparaba para mostrar unas propiedades más tarde. Alex no se sentía cómodo con dejarla sabiendo del maniático que estaba allá afuera en alguna parte observándola. Pero Valerie era tan malditamente terca. Lo obligó a ceder. ―Te dejaré en la oficina, Val. Luego te recogeré en unas horas. ―Alex apretó el volante, sin creerse todavía lo ajena que era Valerie a todo esto. Ella sabía que la situación era peligrosa―. Pero voy a ir contigo a mostrar la propiedad. Me quedaré fuera de tu camino, lo justo para mantener un ojo puesto sobre ti. Valerie se quedó mirando hacia afuera por la ventana del pasajero, frunciendo el ceño.

―Sólo porque no quiero perder más tiempo regresando a tu casa para recoger mi coche. Pero no vas a hacer esto todos los días. Es ridículo. Tienes un restaurante que dirigir. ―Extendió su mano y la puso sobre la de él―. Por favor, ¿puedes darme algo de crédito? Soy capaz de cuidar de mí, sabes. ¿Por qué demonios las mujeres son siempre así? No hay razonamiento con ellas. ―Nuestra casa ―le dijo con los dientes apretados. ―¿Qué? ―Dijiste tu casa. Es nuestra, ¿recuerdas? La miró y la vio sonreír. ―Nos estamos tomando esto con calma, ¿recuerdas? ―Tienes tus reservas. Yo no. No me tomo las cosas con calma. ―Le apretó la mano, y ella se la apretó de regreso. Llegaron a la oficina y Alex la miró hasta que estuvo segura en el interior. Miró en torno al estacionamiento. De ninguna manera se iba a sentir cómodo teniéndola manejando el coche sola. El psicópata la estaba siguiendo. Se lo había dicho, maldita sea. Por un momento, consideró quedarse fuera. Estar de vigilante hasta que ella estuviera lista para salir. Luego se le ocurrió la idea. Recogió el teléfono y marcó. ―Hey, Romero, ¿estás ocupado? ―No, ¿qué pasa?

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―Necesito un favor.

Mostrar propiedades esa tarde había resultado bien. Como de costumbre, Alex estuvo completamente impresionado con el ingenio y la elegancia de Valerie cuando interactuaba con sus clientes. Mantuvo la distancia como prometió, pero incluso desde lejos, ella fue impresionante. No había manera de que Luke no se sintiera atraído por ella. Lo vio en sus ojos la noche anterior. La razón por la que él planeó hablarle a ella sobre ello, pero luego sucedió todo el asunto del neumático. Esta noche era diferente. Había cosas que necesitaba aclarar directamente con Valerie. Alex tampoco quería desperdiciar tiempo. Iría directamente al meollo del asunto. Pero había algo que necesitaba hacer primero. Estaba esperando una

llamada de teléfono y no quería estar en mitad de la conversación con Valerie y ser interrumpido. Ella estaba ocupada terminando algo de trabajo con su laptop en la cocina. Alex salió con la excusa de revisar algunas cosas en la camioneta. En realidad había planeado conseguir neumáticos nuevos para su camioneta. Lo había levantado, por lo que, estaba afuera rodeando la camioneta fingiendo examinar sus neumáticos cuando su teléfono sonó. Era la llamada que estaba esperando. ―¿Qué sucedió? ―Bueno, va a tomar unos días realizar una comprobación de antecedentes de este tipo. Tan extensa como la quieras de todos modos ―dijo Romero―. Pero conseguí a alguien que pueda mantener un ojo sobre Valerie. No va a ser barato, o sea, quitaré mi parte, pero voy a pagarle a este tipo por hora, así que, si lo quieres con ella a toda hora va a resultar caro. ―No me importa. Sólo necesito tu palabra de que es bueno. El tipo siguiendo a Valerie tiene un historial de violencia. No puedo correr riesgos. ―Volvió a mirar hacia atrás para asegurarse de que Valerie seguía dentro―. Lo que sea que hagas, NO le menciones nada a Isabel. Valerie se pondrá loca. Romero le aseguró que el tipo era confiable y que sus labios estaban sellados. Lo discutieron por unos minutos más hasta que escuchó su puerta trasera abrirse y cortó la llamada. Valerie seguía con el traje del trabajo y zapatos de tacón alto. Se veía lo bastante buena como para comerla. Se apoyó contra el vano de la puerta. ―¿Tienes hambre? ―Es curioso que preguntes. Ella pareció desconcertada. Alex se echó a reír. Se lo explicaría más tarde. ―Sí, me muero de hambre. ¿Quieres ordenar una pizza?

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Su expresión emocionada lo hizo reír. No pudo evitar besarla tan pronto como la alcanzó. ―Adelante. Asegúrate de ordenar bastante. Comes tanto como yo.

Comieron en la habitación delantera sobre el suelo frente a la televisión. Valerie se había puesto un pantalón corto y una de las camisetas de él. A Alex le encantaba verla en su pantalón corto. Especialmente amaba el aroma de ella en su pantalón más tarde. Luego de unas cuantas rodajas y repasando sus planes para el día siguiente, Alex estaba listo para llegar al asunto de Luke. La caja de pizza yacía sobre la mesa de café y Valerie alcanzó otra rebanada y luego se volvió a sentar frente a Alex, con las piernas cruzadas frente a ella. ―Dime acerca de este seminario al que vas a ir. Valerie lo miró y tomó otro trago de cerveza. ―El fin de semana después de la boda en ese elegante resort en el puerto deportivo. Alex siempre notaba cuando Valerie evitaba el contacto visual cada vez que la conversación la ponía nerviosa. Lo estaba haciendo ahora. Aunque se esforzaba por tratar de ocultar su molestia, pudo verlo y eso lo molestó. ―¿Van juntos? ¿Tú y Luke? ―Alex se preparó. No quería llevar esto a una discusión, pero era de su exnovio de quien hablaban. Uno con el que trabajaba diariamente. Basado únicamente en la forma en que él había mirado a Valerie en la cata de vinos, el tipo no la había superado todavía. ―No. ―Otra vez mirando cualquier cosa menos sus ojos―. Bueno, originalmente ese era el plan. Pero una vez que rompí con él, ofrecí devolverle la entrada. Dijo que quería que lo tuviera. ―Lo miró por un segundo, luego tomó otro trago de su cerveza―. Compró dos entradas, y no fueron baratos. Así que, ambos vamos a ir, sólo que no juntos. ―¿Qué hay del comité de bienvenida? Luke dijo que ambos estaban invitados. ¿Estás segura de que no piensa que irán juntos? Valerie negó. ―No, estoy segura que se refiere a que una vez que estemos allí, nos encontraremos.

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A Alex no le gustó el sonido de eso tampoco. ―¿Es un evento de todo un día? ―Todo el fin de semana. ―¿Qué? ¿Te vas a quedar por la noche? ―Eso definitivamente estaba fuera de discusión.

Valerie se puso de pie y agarró las botellas vacías de cerveza de la mesa de café. Alex sintió que ella se estaba irritando. Eso hacía que ya fueran dos los irritados. ―No. Él. No yo. ―¿Te dijo que iba a quedarse por la noche? ―Alex mantuvo sus ojos sobre ella mientras ella entraba en la cocina. No lo sorprendería que Luke mencionara causalmente algo como eso. Valerie dejó las botellas en la basura. Se estrellaron audiblemente cuando golpearon el fondo. Abrió el refrigerador. ―Reservó una habitación cuando compró las entradas. Alex se enderezó literalmente sintiendo su temperamento erguirse. ―Pensé que dijiste que nunca dormiste con él. ―No lo hice. ―Ya no ocultaba su irritación, pero a Alex no le importó. Se puso de pie, ya no sintiéndose cómodo sentado. ―Entonces, ¿por qué la habitación, Z? Valerie se quedó mirando el refrigerador sin decir nada. Alex caminó hacia ella, su temperamento empujando con cada paso. ―¿Por qué conseguiría una habitación su no estaban durmiendo juntos? Racionalmente, sabía que no tenía importancia. Estaba en el pasado. Pero quería la verdad. Cuál era el punto de mentir sobre ello ahora, a menos que tuviese una razón. Ella finalmente se dio la vuelta y lo miró. ―No te pregunto sobre las chicas con las que dormiste cuando estuvimos separados. Lo sabía. Joder, lo sabía. ―Entonces, ¿te acostaste con él?

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―No. No lo hice. ―Entonces, ¿por qué la habitación? ―Quiso creerla más que nunca. Era difícil aceptar cuánto tiempo pasaba cerca de Luke ahora. Si había dormido con él, lo cambiaría todo. Finalmente cerró las puertas del refrigerador y se dio la vuelta hacia él.

―No lo sé, Alex. Supongo que asumió que podríamos estar durmiendo para entonces. Pero supe que las cosas habían acabado entre nosotros la misma noche que me dio esas entradas. Rompí con él la siguiente vez que lo vi. No evitó sus ojos esta vez, en cambió lo miró directamente. Cada músculo en su cuerpo tenso ahora. ―Cariño ―dijo, buscando su mano―, te diría la verdad si lo hubiéramos hecho. Pero las cosas nunca fueron serias entre nosotros. Nunca sentí nada por él. ―Tomó su otra mano y le besó los nudillos para luego mirar sus ojos otra vez―. Quise sentir algo por él. En serio quise. Alex no quería escuchar eso. ―Pero no pude. Isabel siguió asegurándome que con el tiempo sentiría algo. Sólo que nunca sucedió. ―Deslizó sus brazos alrededor de su cintura y apoyó su mejilla contra su pecho. Alex no pudo evitar abrazarla mientras se seguía sintiendo en el borde―. Todo en lo que pude pensar fuiste tú, Alex. Todo el tiempo que estuve con él, cada abrazo, cada beso. Alex se echó hacia atrás. Ella lo había matado. ―Para, Z. apenas puedo manejar el pensamiento de que hayas salido con ese idiota, mucho menos la imagen de él tocándote. Valerie le sonrió, de lado. ―¿Qué tal si nunca volvemos a hablar de esto?

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Alex no estaba seguro de eso, pero por ahora ya había tenido tanto como podía soportar de hablar sobre Luke. Abrazó a Valerie, pensando en todo lo que le acababa de decir. Seguía sin estar seguro si le estaba contando todo. Una cosa era segura, sin duda tenía que idear una manera de sacarla de esa oficina.

Traducido por Martinafab y Simoriah Corregido por flochi

L

a mañana pasó sin ningún percance. Valerie tenía un par de propiedades para mostrarles a los mismos clientes de la noche anterior. Para su agradable sorpresa, Alex no puso mucha resistencia cuando le había dicho que lo iba a hacer sola. Algunas advertencias de precaución fue todo lo que le dio, y le recordó que mantuviera su spray de pimienta a mano. Incluso se fue antes que ella lo hiciera esa mañana. Valerie se sentía culpable sabiendo que probablemente había tenido prisa para ponerse al día, ya que estuvo ocupado haciendo de su niñera el día anterior. Había vuelto a su casa para cambiarse. Se suponía que iba a encontrarse con Alex en el restaurante, y que saldrían hacía a la iglesia juntos para el ensayo de la boda. Pero Valerie llegaba tarde. Después de cambiarse, lo llamó y le dijo que sería más rápido si lo encontraba en la iglesia. A pocas cuadras de la iglesia, su teléfono sonó. ―Hey, ¿dónde estás? ―Luke sonaba un poco irritado. ―De camino a la iglesia, ¿por qué? ―¿Iglesia? Tienes clientes esperando por ti en La Jolla Mesa. ¿Lo olvidaste? La mandíbula de Valerie cayó. ―Oh, Dios mío. ¡Me olvidé por completo! Lo había programado hace más de una semana. Con todo lo que pasó esta semana pasada, se había deslizado de su mente.

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―¿Cómo puedes olvidar algo así? ―Esta semana ha sido una locura, Luke. Iba a volver a programarlo, pero me olvidé por completo de ello. Estoy de camino al ensayo de la boda de mis primos. No puedo faltar, dado que soy la dama de honor. ¿Hay alguna forma de que tú puedas…? Lo oyó gruñir entonces, como el crujido de papeles. ―Mierda, Val. ¿Es sólo un combo o necesito llaves?

Valerie se puso la mano en la cara e hizo un cambio de sentido. ―Necesitarás las llaves para el almacén en la parte posterior. Las tengo yo. Puedo encontrarte a mitad de camino. ―Llama a los clientes y hazles saber que llegaré tarde. No les diga que se te olvidó. Diez minutos más tarde, estaba en la gasolinera en la que acordaron reunirse. Buscó en la caja en el baúl donde guardaba todas las llaves de las propiedades. Todavía no podía creer que se había olvidado. Luke llegó sólo unos minutos más tarde. Él tenía una expresión severa mientras estacionaba al lado de su coche, pero sonrió una vez fuera del coche. Valerie sonrió, aliviada de que no estuviera demasiado molesto con ella. Le entregó las llaves y luego le dio un rápido abrazo. ―Muchas gracias por hacer esto. Te debo una grande. Él le tomó la mano mientras ella se alejaba y sin previo aviso, se vio atrapada en una de las miradas de Luke. ―No te preocupes por eso. He querido preguntarte, ¿terminaste la pintura? Sintiéndose un poco incómoda, pero al mismo tiempo sorprendida de que él recordara, Valerie sonrió. ―Casi. No tuve tiempo para trabajar en ella esta semana. Pero sólo necesita algunos toques finales, entonces la enmarcaré. ―Sé dónde puedes conseguir una buena oferta. Recuérdamelo cuando estemos en la oficina. Te daré su tarjeta.

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Valerie recordó todas las caras obras de arte en la casa de Luke. Ella todavía no había dado a conocer su pintura a nadie. Ni siquiera a Isabel. Todavía estaba apoyada en la parte de atrás del armario en su apartamento. Planeaba hacer algo de tiempo la semana que viene para trabajar en ella, entonces llevarla a enmarcar. La boda era la semana que viene. Era la hora de la verdad, pero esperaba tener la opinión de alguien primero. Todavía estaba tan nerviosa por ello. Tal vez podría mostrársela a su padre una vez que la enmarcara. ―Gracias, lo haré. ―Luke todavía sostenía su mano y Valerie tiró de ella―. De verdad aprecio que me salves de este manera. Me tengo que ir. Ya estaba llegando tarde antes de que llamaras. Corrió hacia la iglesia, haciendo un par de giros bruscos innecesarios en el camino. Afortunadamente, parecía que estaban atrasados en la iglesia también. Las cosas acababan de empezar cuando llegó. Los ojos de Alex interrogaron su llegada tardía, pero le dijo que lo explicaría más tarde.

Después del ensayo, se dirigieron al restaurante para la cena. Su visita al restaurante para explicar la oferta había sido tan estresante que ni siquiera se había dado cuenta de las imágenes en las paredes cerca de la zona del bar. Ralentizó el paso para examinarlos. ―Vaya, hay tantos. ―Valerie recordaba unas cuantas fotos de pequeños equipos de ligas locales colgando en la pared del fondo en sus días. Ahora, dos paredes enteras mostraban no sólo las imágenes de los equipos agradeciendo al restaurante por su patrocinio, sino también los premios. ―Han sido acumulados a lo largo de los años. ―Alex le restó importancia, pero Valerie estaba impresionada. Muchas de las fotos parecían ser fiestas del equipo en las nuevas salas de banquetes de las que Alex le había hablado. Él estaba en la mayoría de las fotos rodeado de adorados mini jugadores de fútbol llevando sus camisetas. Sus sonrisas eran grandes y parecían estar disfrutando del momento junto a Alex como si fuera algún tipo de celebridad. Valerie señaló que la mayoría de las fechas en las fotos eran del año pasado. Entonces vio las fotos de él con un equipo en el campo y la inscripción: Al Entrenador Moreno, ¡el mejor entrenador del mundo! Había nombres garabateados por todas partes. Ella se volvió hacia él, sorprendida. ―¿Tú entrenaste? ―Entrenador. ―Él la apartó de la pared de la mano y hacia el comedor, donde esperaba la cena―. Sólo me estoy tomando un descanso en este momento de entrenar porque esta maldita boda ha interrumpido casi cada fin de semana de los míos. Pero la temporada no empieza hasta dentro de un par de meses, así que, voy a estar bien para entonces. Valerie tiró de su mano y él se volvió hacia ella. ―¿Cuándo encuentras el tiempo?

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Alex se encogió de hombros. ―No toma mucho tiempo. Practico un par de horas a la semana, después, uno o dos partidos en el fin de semana. ―La atrajo hacia él, envolviendo su enorme brazo alrededor de su cintura―. No te preocupes. Todavía tengo un montón de tiempo para… Ella negó. ―No es por eso que estaba preguntando, estoy sorprendida de que hayas tenido el tiempo. Sé que el año pasado fue muy agitado para ti.

Alex la besó en la nariz. ―Sí, bueno, debí haber hecho cosas para evitar estar tan preocupado como me fuera posible, además de que los niños son geniales. Ahora sólo me ofrezco voluntariamente, pero estoy pensando en coger un equipo durante todo el año. Ella no creía que eso fuera posible, pero su corazón se hinchó aún más ahora. Incluso con todo lo que había pasado, todavía encontraba tiempo para ser voluntario. ―¿Podrías ser más maravilloso? ―susurró. Alex puso los ojos en blanco. ―Sólo es fútbol, Z. No estoy salvando vidas ni nada. Estoy entrenando un deporte del que he vivido y respirado toda mi vida. Difícilmente diría que hacer algo que me gusta en mi tiempo libre es digno de mención. Fue por Valerie. Ella se inclinó por un largo y sincero beso. ―Oigan, acaben con eso ―dijo Romero. Valerie se volvió para ver a Romero e Isabel pasearse de la mano. Ella se apartó de Alex. Alex frunció el ceño. ―Tus oportunidades apestan, Ramon. Valerie sonrió al ver a Isabel. La había echado de menos. Una vez sentados dentro, Alex se puso al corriente con la coordinación de las cosas en la cocina. Él se acercó y se sentó con ella e Isabel un par de veces, pero cada vez, había sido apartado. Valerie no se había dado cuenta de lo mucho que echaba de menos charlar con Isabel en persona. Durante toda la semana sólo había tenido conversaciones cortas con ella por teléfono. Era difícil creer que sólo había pasado una semana, y sin embargo ella e Isabel tenía mucho con lo que ponerse al día. Romero estaba en el bar en ese momento, pasando el rato con Ángel y Eric.

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Valerie le dijo a Isabel sobre todo, incluyendo su conversación con Alex la noche anterior acerca de Luke. ―¿Por qué necesitan saberlo todo? ―Isabel frunció el ceño―. No le he preguntado a Romero nada de ninguna de sus ex, sin embargo, él sigue preguntando de los míos. No me hagas hablar de toda la “cita fantástica” que tuve con Michael. Todavía está pendiente de eso, aunque la última vez que lo sacó de nuevo le dije que había terminado de discutirlo.

Valerie se rió. Con la excepción de Eric y quizás Sal, quien era un poco más relajado, todos esos tipos eran muy parecidos. Recordó a la pobre Sofía refiriéndose a ellos como hombres de las cavernas en más de una ocasión en el instituto. Le habían hecho la vida imposible protegiéndola incluso cuando insistió en que no lo necesitaba. Nada había cambiado, al menos no con Alex. Él todavía estaba exagerando la protección. Él ya le había pedido una pistola taser, y Romero iba a llegar tan pronto como la tuvieran para mostrarle cómo usarla. A Valerie no le importaba demasiado que Alex estuviera tomando esas precauciones, pero no podía evitar resentirse porque estaba tomando libertades en su vida sin siquiera consultar con ella. Sabía que tenía buenas intenciones, pero le preocupaba que pudiera convertirse en un hábito que se extendiera a otras partes de su relación.

Aunque Alex se sentía algo embustero sobre tener a alguien siguiendo a Valerie, estaba feliz de haberlo hecho. Si no supiera que alguien estaba cuidándola hoy, podría haberse vuelto un poco loco preguntándose dónde estaba más temprano. Todavía lo ponía un poco nervioso que ella apareciera tan tarde. Pero Romero le aseguró que si estaba en cualquier peligro su tipo no sólo la protegería, llamaría a Alex inmediatamente. Ángel y Eric regresaron a sus mesas, y Alex finalmente iba a tener la oportunidad de hablar con Romero sobre lo que sabía hasta ahora. ―¿Ya sabes algo de este tipo? Romero miró alrededor para asegurarse de que nadie estuviera escuchando. ―Iba a llamarte esta noche. Pero me imaginé que no podrías hablar, y he estado con Isabel toda la mañana. El tipo no es bueno, Alex.

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Alex se prepare, aún más convencido ahora de que tener vigilada a Valerie era lo correcto. ―Todavía no terminé con toda la revisión de su historial, pero el informe del tipo es largo. Esta última estadía en la cárcel no es la primera. Entró y salió cuando era más joven. Y Valerie no es la primera chica a la que ha seguido. Su primera esposa tenía una orden de alejamiento contra él hasta que, escuche esto, ella desapareció. Alex quedó entumecido.

―¿Estás bromeando? ―No, no sé todos los detalles todavía. El tipo al que tengo investigándolo no terminará por un tiempo, pero me llamó ayer para darme este indicio. Pensó que podría ser algo que yo querría saber tan pronto como fuera posible. La emoción desconocida volvió a consumir a Alex. Se volvió hacia donde Valerie estaba sentada riendo con Isabel, tan ignorante de la cantidad de peligro en la que estaba. ―¿Cuándo sabrás más? ―Probablemente no hasta algún momento en la semana que viene. Alex hizo una mueca. No tenía paciencia para toda esta espera, especialmente no cuando se trataba de esto. ―Este tipo al que tienes vigilando a Valerie… él sabe que no debe perderla de vista hasta que ella esté conmigo, incluso cuando está en casa, ¿verdad? Romero asintió. ―Sí, la siguió incluso después del ensayo de la iglesia, porque ustedes estaban en autos separados. ―Bien. ―De paso. ―Romero echó un vistazo a Valerie, luego de vuelta a Alex―. ¿Se suponía que se reuniera con Luke más temprano? Algo en el tono de Romero le molestó. ―No lo sé. Estuvo mostrando propiedades toda la mañana. Quizás. ¿Por qué? ―Bueno, este tipo sabe que está cuidando a la chica de mi amigo. Así que pensó que era algo raro que ella tuviera un encuentro rápido con este tipo. Te vio dejar tu casa esta mañana, así que sabía que no eras tú.

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Alex frunció el ceño. No había plantado a este tipo para que espiara a Valerie. Se suponía que la vigilara, no reportando cualquier cosa que él creyera que resultara sospechoso. Pero tenía que admitir que Romero había capturado su atención. ―¿A qué te refieres con un encuentro rápido? ¿Como en una de las propiedades que ella mostró? ―No. ―Romero levantó la cerveza que el barman ubicó en la barra para él―. Ella estaba en camino a la iglesia, luego hizo un repentino giro en U. Él creyó que quizás lo había visto, así que se retrasó un poco. La siguió hasta una estación de servicio donde ella se reunió con un tipo. No me cayó bien… él dijo que se

abrazaron, e incluso él le tomó la mano por un minute allí. Así que hice que revisara las matrículas. El auto está registrado bajo Luke Faust. Ése el él, ¿verdad? ¿Le tomó la mano? ¿Qué mierda? ―Sí, es él. ―Sí, así que, yo uh… ―Romero tomó un trago de su cerveza―. Sólo pensé en mencionarlo. Alex lo miró, sabiendo exactamente qué estaba pensando, su humor deteriorándose con cada palabra que decía Romero. Desde el principio, su instinto le había dicho que había más en la relación de Valerie con Luke. Él no tendría tanto problema con eso si ella no tuviera que verlo cada día. Incidentes como éste eran exactamente la razón. Se volvió para mirar a Valerie. Sarah, Sofía, Ángel y Eric ahora se habían unido a Isabel y a ella. Él respiro hondo. Éste no era ni el momento ni el lugar. Simplemente tendría que controlar su necesidad de ir y preguntarle por qué había llegado tarde a la cena. Alex se volvió hacia Romero. ―¿Eso es todo? ―¿Sobre Valerie y Luke? El sonido de eso hizo que Alex apretara los dientes. ―Sobre todo. ―Sí, por ahora. Sabré más pronto. Los pensamientos de Alex regresaron a Bruce y a su primera esposa desaparecida. Su único consuelo era que con un informe de antecedentes como el suyo, debería ser más fácil meterlo a la cárcel si intentaba algo. Apretó los puños. El miedo de que algo le sucediera a Valerie le destrozaba las entrañas. ―Escucha, si recibes más noticias grandes como la de anoche y no puedes hablar, envíame un mensaje de texto. Quiero saber tan pronto como sea posible.

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―Oye. ―Romero señaló su propio pecho―. Tengo esto bajo control. Alex tomó un caramelo de menta de un bowl en la barra. Se lo metió a la boca necesitando un momento para digerir todo lo que Romero acababa de volcar sobre él. Atravesar el resto de la cena sin ser capaz de preguntarle a Valerie por su mañana sería un desafío.

Valerie estaría tan feliz cuando toda esta cosa de la boda terminara. Tan feliz como se sentía por Sarah y Ángel, realmente necesitaba un fin de semana libre. Parecía que cuando no estaba trabajando, estaba ocupada hacienda algo relacionado con la boda. Mañana sería el primer domingo en un tiempo en el que simplemente se relajaría. Ansiaba eso. Nada de citas con clientes, nada de pruebas de vestidos, nada excepto relajación sin moderación… con Alex. Condujo lentamente, con Alex siguiéndola de cerca. Él pareció un poco callado en la cena de ensayo más temprano. Incluso lo atrapó distraído unas pocas veces durante la cena. Valerie esperaba que no estuviera todavía preocupado por lo de Bruce. Valerie esperó a Alex afuera de la puerta trasera. Él le había advertido que no entrara a la casa hasta que él no estuviera allí con ella. Observó mientras él miraba alrededor del patio, asegurándose que Bruce no acechaba en los arbustos, sin duda. Entraron a la casa, Alex por delante y cauteloso. Vio sus ojos revisar la habitación. ¿Realmente creía que la situación era así de mala? ―Cariño, necesitas relajarte. Estás tan tenso. ―Valerie se sacó los zapatos y lanzó su bolso sobre el sofá. Después de revisar la habitación, Alex regresó a la sala del frente. Valerie se dejó caer sobre el sofá. ―En serio, Alex, ¿no podrías bajarle un poco el tono a esto? Alex comenzó a desabotonarse la camisa. ―Así que, ¿qué sucedió hoy? ¿Por qué llegaste tan tarde? Los ojos de Valerie se fijaron en los dedos de él. Iban bajando por la fila de botones en el frente de su camisa. ―Siempre estoy llegando tarde, Alex. Lo lamento. Tendré que trabajar en eso.

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―Sin embargo, ¿nada sucedió? ¿Sólo te quedaste atrapada en el trabajo? Él trabajaba en los botones de los puños. En un segundo, se habría sacado la camisa completamente. Valerie observó, anticipando. Si estuviera con él para siempre, nunca tendría suficiente de observarlo sacarse la camisa. ―¿Me estás escuchando? Valerie finalmente alejó los ojos del pecho y los llevó al rostro de él. La sonrisa le dijo que él finalmente se estaba relajando.

―No realmente. ―Ella sonrió y regresó a disfrutar desvergonzadamente de la vista. ―Te pregunté si algo sucedió para que llegaras tarde hoy. Pensamientos de Luke interrumpieron la feliz observación de Valerie. Dios, no quería traerlo a colación ahora. Pero Alex la estaba mirando así que decidió que bien podría sacarlo del medio. ―Casi estaba en la iglesia cuando tuve que regresar a reunirme con Luke. ―¿Para qué? Ella explicó lo que había sucedido. La sonrisa se había ido hacía tiempo, reemplazada por una inequívoca mirada de ceño fruncido, aunque pudo decir que él hacía lo posible para ocultarla. ―¿Tenías que salir del auto? Valerie consideró la extraña pregunta por un momento. ―Bueno, sí, la caja con todas las llaves que cargo por ahí está en mi cajuela. Tenía que sacarlas para él. Alex siguió mirándola como si esperara que dijera algo más. Cuando no lo hizo, saco un deleitable brazo de la camisa después del otro. Valerie admiró sus fuertes brazos, sus hombros y ese hermoso pecho. Vestía sólo esa ajustada camiseta blanca ahora que trazaba agradablemente su pecho musculoso. Le volvió a echar un vistazo a su rostro. La expresión endurecida de él no se había suavizado en lo absoluto. Palmeó el almohadón junto a ella en el sofá. ―Ven aquí. Al principio, él no se movió, luego dejó caer la camisa en el brazo del sofá. Se sentó junto a ella exhalando como si hubiera estado conteniendo algo. ―Cariño, necesito que te relajes. ―Masajeó el hombro más cercano a ella. Él estaba incluso más tenso de lo que había esperado―. Mira esto. ¿Qué te sucede? Él no respondió, en su lugar dejó caer la cabeza hacia atrás en el sofá y cerró los ojos. Valerie se inclinó hacia adelante y le besó la mejilla.

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―Sé lo que necesitas ―susurró. Los ojos de él se abrieron de golpe, haciéndola reír. Ella se deslizó del sofá y se ubicó entre las piernas de él. Le masajeó los duros muslos mientras lo observaba traviesamente.

Alex estaba listo y ella podía verlo empujando contra su pantalón de vestir. Amaba lo fácilmente que podía cambiar su humor, incluso si era sólo por la noche. Desprendió el botón de su pantalón y bajó la cremallera lentamente. Él estuvo afuera inmediatamente, a través de la abertura en sus bóxers de seda. Le tocó la punta mojada con el dedo, luego se llevó el dedo a la boca y lo lamió, todo el tiempo mirando a Alex. Su gran nuez de Adán se movió cuando tragó con fuerza, sus ojos brillando con ansiedad. Volvió a bajar la mano y envolvió su longitud con ella. Alex se sobresaltó ante su contacto. ―Relájate ―ordenó, sonriéndole antes de bajar la cabeza. Lamió el borde lentamente mientras comenzaba a trabajarlo lentamente con la mano. Alex inhaló profundamente justo cuando lo tomaba completamente. Ella nunca se lo había dicho, pero él era el único hombre al que le había hecho esto. Seguro, había masturbado un par de veces en la secundaria y en sus días de universidad. Pero esto, ni siquiera podía imaginar hacerlo con alguien más. No había error en el temblor en los muslos de Alex. Él gimió, comenzando a retorcerse en su asiento, y el sabor de la salada dulzura haciéndose más fuerte en su boca con cada segundo. Él se enderezó, tomándole la mano y haciéndola levantar la vista. ―Vamos ―gruñó entre dientes. Ella se apartó y él la ayudó a levantarse, de pie inmediatamente, tomándola en brazos, acunándola en sus brazos. ―Te necesito ahora mismo.

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La sola idea humedeció su ropa interior y ella lo besó profundamente. Cómo había soportado todo un año sin él estaba más allá de toda comprensión. Habían hecho el amor todos los días desde que habían vuelto a estar juntos, cada vez sintiéndose más urgente que la última. Esta noche no fue la excepción.

Traducido por Anelynn* y Little Pig Corregido por LizC

D

espués de ejercitarse por una hora, Alex se dirigió a su casa para darse una ducha. Ayer había sido la primera vez en que él y Valerie habían regresado sin ningún drama o inquietantes revelaciones. Pasaron todo su día haciendo uno de los “Locos Domingos” de Valerie. Fue el paraíso. Ayudó que Alex descansó sus rígidos nervios por al menos un día. Pero volvió a la realidad ahora y con la realidad vino el estrés. Revisó y volvió a revisar su teléfono toda la mañana para asegurarse que no se había perdido una llamada del tipo vigilando a Valerie. Valerie aún no había mencionado nada más acerca de su reunión con Luke. Ellos se tomaron de las manos por un minuto. El comentario de Romero lo seguía carcomiendo. No había manera de que pudiera preguntarle a ella. Sólo tenía que esperar y ver si sacaba el tema por sí misma. Vio la nota tan pronto como entró por la puerta. Estaba en el comedor. Sonrió en el momento en que estuvo lo suficientemente cerca para ver lo que estaba en ella. Valerie había dibujado una imagen de ellos. Dos figuras de palitos, una con círculos por músculos en los brazos y la otra era la mitad del tamaño con rizos y tacones gigantes. Tres corazones flotaban encima de ellas. Justo debajo de las figuras de palitos escribió. Nunca podría pasar un día lejos de ti ahora. Ya te extraño. Te amo… con locura.

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―Z. Alex se sintió como un niño de primaria, leyéndola una y otra vez. Moriría antes de admitir que en realidad había sentido aleteos por dentro mientras la leía. Bajó la nota y levantó su teléfono. Le mandó un texto a Valerie diciéndole exactamente lo que estaba sintiendo en ese momento. Acabo de leer tu nota. Nunca lo estarás. Lo prometo. También te extraño y te amo más de lo que nunca sabrás. Sí, la extrañaba. Odió dejarla esa mañana pero Romero había llamado para preguntar si quería reunirse en el gimnasio para ejercitarse. Alex pensó que ese podría ser un código para algo si Isabel estaba en alguna parte cerca de él, así que

se fue apresuradamente. Resultó que Romero en realidad quería sólo ejercitarse. Aún no sabía nada nuevo. Alex dobló la nota en un pequeño cuadrado y sonriendo sacó su billetera deslizándola debajo de su licencia de conducir. Después de ducharse, se dirigió al restaurante, otra vez revisando dos veces si tenía llamadas perdidas. No tenía.

La pintura resultó ser mejor de lo que Valerie se había imaginado. Sólo había una pequeña cosa de la que no estaba completamente segura. Aunque ambos se veían tan felices como lo estaban en la imagen, había algo tan especial en sus ojos. Que no lo veía en la pintura. Tal vez estaba esforzándose al mirar. Lo miró un poco más. Debería haberle pedido su opinión a Isabel. Simplemente era tan desesperante, revelar su trabajo a cualquiera. Ni siquiera le había dicho a Alex aún. Esa mañana encontró en su escritorio la tarjeta del lugar donde vendían los marcos que Luke le había comentado. Ya había llamado pidiendo el precio. El lugar sólo estaba a unos minutos de su apartamento. Ya que no tenía ninguna cita esa mañana, se imaginó que podría muy bien quitarse de encima eso. Su teléfono timbró. Valerie contestó, todavía mirando la pintura. ―Hola, ¿conseguiste la tarjeta de negocios que te dejé en tu escritorio? ―Luke sonaba más animado de lo normal. Valerie estaba contenta de que había dejado de ser tan patán y regresó a ser como era antes de que ellos salieran, aunque todavía la miraba en unas formas que la hacían sentir incómoda. ―Sí, gracias. De hecho, voy para allá justo ahora.

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―Entonces, ¿ya terminaste con la pintura? ¿Fuiste capaz de capturar el matiz del verdadero amor del que tan preocupada estabas? Eso hizo sonreír a Valerie. Se preguntó si era parte de su entrenamiento en administración que de alguna manera recordara incluso el más pequeño detalle de las conversaciones de hace tanto tiempo. ―Eso creo, pero… ―¿Pero qué? ―No lo sé. La estoy mirando justo ahora. Tal vez sólo soy yo. ―¿Alguien más la ha visto?

Valerie se rió entre dientes. ―No. ―Bueno, ese es tu problema. Los artistas siempre son sus peores críticos ―Hizo una pausa―. ¿Dónde estás? ―En mi apartamento. ―Mordisqueó la esquina de la uña de su dedo meñique. ―Estoy a tan solo cinco minutos de ahí. Puedo pasar si quieres. Me encantaría verla. Prometo que seré completamente honesto. Valerie retrocedió un paso, como si al mirarlo desde una distancia de alguna manera cambiaría su perspectiva. Consideró la oferta de Luke. ¿Qué podría pasar? ―¿De verdad estás a solo cinco minutos? ―Más cerca ahora. ―Está bien, te esperaré. Valerie bajó el teléfono y continuó escrudiñando la pintura. Era una obsesiva compulsiva. Lo sabía, pero esto era importante. La relación de Sarah con Ángel fue lo primero que la unió a Sarah en primer lugar. Valerie había estado ahí desde el comienzo de su montaña rusa. Si no fuera por esos dos enamorándose, Valerie tal vez nunca habría conocido a Alex. Alex. Valerie se encogió. Él no estaría entusiasmado en que tuviera a Luke en su apartamento. Se sacudió la sensación. No había manera de que alguna vez se enterara. Luke entraría y saldría en cinco minutos. ¿Qué diferencia hacía? El timbre de la puerta sonó. Valerie se apresuró a abrirla. Luke estaba vestido de traje como siempre. Lo dejó entrar y lo guió hacia su habitación, empezándose a sentir un poco insegura con cada paso. Tal vez debería haber pensado esto un poco más. Luke se detuvo frente a la pintura. No dijo nada por un momento, sólo se quedó mirando. Valerie mordió su labio, sus ojos saltando de la pintura y de vuelta a Luke impacientemente. Luke se volvió hacia ella, su expresión en blanco.

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―Valerie, esto es asombroso. No pudo evitar sonreír. ―¿De verdad lo crees? ―Ella agarró la foto de su tocador y se la entregó―. Esta es la imagen real. Luke la tomó, sus ojos levantándose de esta a la pintura y de vuelta unas veces. Se volvió hacia ella con una gran sonrisa.

―Yo digo que diste en el clavo. Tu prima lo va a amar. Le devolvió la imagen. ―Él se ve exactamente como Alex por cierto. De alguna manera más joven y pequeño, pero sí, la semejanza es sorprendente. La mención de Alex le recordó que no debería estar ahí mucho más tiempo con Luke. Valerie puso la imagen de vuelta en su tocado. ―Me siento mejor ahora, Luke. ―Ella miró su reloj―. Gracias por pasar por aquí y darme tu opinión. Odio pedir que te vayas, pero tengo una cita en un par de horas y todavía necesito dejar esto primero. Luke se fue rápidamente, elogiando su pintura otra vez antes de salir. Valerie tomó la rebanada de pizza fría del refrigerador y gimió después de darle una mordida. Era una pizza casera de Isabel. Sólo otra de las cosas que extrañaba de vivir con Isabel. Entró en la habitación para ir por la pintura cuando el timbre de la puerta sonó otra vez. Luke debió haber olvidado algo. Se apresuró hacia la puerta y la abrió sin mirar quién era. Su corazón casi se detuvo cuando vio a Bruce parado en su puerta. ―Veo que los estás dejando tomar turnos, Val. ¿Consigo mi turno ahora? Le tomó un momento recuperar sus pensamientos. Instintivamente, trató de cerrar la puerta, pero él la empujó. Valerie golpeó todo su peso en la puerta con un gruñido, pero ella no era rival para él. ―¡Detente justo ahí! ―gritó una voz masculina desconocida desde afuera. La puerta se azotó cerrándose, y ella escuchó pisadas corriendo. Sus manos temblaban incontrolablemente mientras ponía a tientas todas las cerraduras. Llevó sus manos temblorosas hacia su cara y cubrió su boca, echando un vistazo fuera de la ventana. Él se había ido, y no veía a nadie más. Su celular timbró en la cama.

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Caminó hacia la cama sintiéndose más alarmada mientras la realidad se asentaba. ¿Y si quien sea que gritó no hubiera gritado a tiempo? ¿Qué le estaría haciendo Bruce en este preciso momento? Levantó su celular apenas capaz de sostenerlo en sus todavía temblorosas manos. Dos llamadas pérdidas de Alex. Timbró otra vez haciéndola casi soltarlo. Solo sonó una vez y se detuvo, algo bueno porque necesitaba calmarse, antes de hablar con él. Algo se torció en su estómago. Se iba a enfermar. Soltando el teléfono en la cama, corrió hacia el baño. El teléfono sonó otra vez mientras vomitaba en el inodoro. Su estómago se agitó una y otra vez forzándola a continuar vomitando

ruidosamente. Cuando finalmente pasó, se sentó en el frío piso del baño, apoyada contra la tina muy asustada como para tratar de levantarse. Temía que si se ponía de pie comenzaría otra vez. Esta pesadilla nunca si iba a terminar. Solo estaba empeorando. Levantó sus rodillas lentamente, no queriendo azorar su estómago. Abrazando sus piernas, inclinó su cabeza contra sus rodillas. Finalmente, no tuvo opción que aceptar lo que Alex le había estado tratando de decir todo este tiempo. Estaba en un muy serio peligro. Bruce no pararía hasta que consiguiera lo que quería. Algo se agitó enfrente de la habitación. Valerie se paró de un salto. Su corazón no sería capaz de soportar mucho más. Miró alrededor buscando un arma apenas respirando. La única cosa siquiera cerca de parecer un arma era un destapa caños y lo agarró. La puerta principal se abrió y ella se preparó con el destapa caños en la mano, lista para balancearlo. ―¿Valerie estás aquí? ―Nunca pensó que estaría tan feliz de oír la voz de Romero. Soltó el destapa caños y se apresuró hacia el salón principal. Él la miró boquiabierto. ―¿Qué te pasó? Valerie sabía que era un desastre. Las secas vomitadas hicieron que las lágrimas cayeran en masa. ―Vine para agarrar algo y Bruce ―se detuvo, repentinamente abrumada con la necesidad de llorar―. El sujeto que ha estado acosándome trató de forzar su entrada. Romero fue hacia ella para tranquilizarla, abrazándola suavemente. ―Está bien. ―Se apartó un poco―. ¿Estás herida? ¿Te tocó? Valerie sacudió su cabeza. Hubo un golpeteo en la puerta principal. Ambos se volvieron para ver dos oficiales uniformados.

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―¿Alguien llamó sobre un atentado de allanamiento de morada? Aparentemente, uno de los vecinos había oído la conmoción y llamó a los policías. Para cuando Valerie terminó de contestar sus preguntas tenía como ocho llamadas perdidas de Alex. Romero se quedó todo el tiempo, luego salió cuando habían terminado de entrevistar a Valerie. Él se quedó afuera hablando con ellos. Ella llamó a Luke primero para preguntarle si podía cancelar sus citas por ella. No había manera de que las hiciera por cómo se estaba sintiendo. Este

incidente había lanzado una traba en sus planes de todo el día. No solo eso, sabía que estaría en el teléfono con Alex un rato. Él querría saber cada detalle. Le marcó a Alex, se sentó en el sofá, y contuvo la respiración.

La mañana había empezado bien, lo suficiente. Ocupada como de costumbre, mirando cuidadosamente que las cosas estuvieran listas para la boda, apenas tuvo tiempo para preocuparse por Valerie. Ahora estaba de pie afuera en el callejón detrás del restaurante, luchando por mantener la calma tanto como podía. Era relativamente un día frío para el verano, pero Alex estaba ardiendo. Agarró el teléfono y escuchó a Valerie. Había hablado con ella por cerca de una hora. Ni una vez había mencionado a Luke en su apartamento. Cuando Hank, el tipo que vigilaba a Valerie, lo llamó informándolo que justo había perseguido a un hombre quien trató de forzar su entrada en el apartamento de Valerie, Alex soltó todo. Ya estaba en su camioneta cuando Romero llamó para decirle. Romero acababa de detenerse en el estacionamiento de su apartamento. Alex estaba a mitad del camino cuando Romero pudo convencerlo de que era mejor que no volara la cubierta de Hank aún. Bruce estaba suelto todavía, después de todo. Valerie necesitaba a alguien vigilándola más que nunca. Renuentemente, Alex había aceptado que era mejor si no le decía aún. No antes de hacer a Romero prometerle que llamaría a los policías y que se hiciera una demanda.

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Romero le prometió, entonces le dijo sobre Luke. Como Alex, Romero pensó que había algún tipo de explicación razonable. No podía ser lo que parecía. Además, Hank dijo que Luke estuvo ahí menos de cinco minutos. Lo que le molestaba más era que Valerie no lo hubiera mencionado. Incluso si no estuviera haciendo nada mal, aun así rompió algún tipo de regla de la relación en su libro. Lo peor sobre toda la situación era que Valerie en realidad abrió la puerta, no pudieron ir detrás de él por intento de allanamiento. Era una patraña. Aunque Bruce todavía estaba a prueba, asumiendo que alguna vez lo encontraran, probablemente no conseguiría más que un golpe en la mano. Pensamientos de Bruce y Luke lo azotaron una y otra vez en su cabeza. Soltó el teléfono en el bolsillo de su delantal y sacó su billetera. Apoyando su hombro contra la pared sacó la nota que Valerie le había dejado esa mañana. No había manera que Valerie pudiera hacer algo. Lo sentía en su corazón. La nota volvió a su lugar a salvo. No había manera. Sabía esto.

Así que, ¿por qué estaba dando vueltas afuera tratando de calmarse antes de volver a entrar en el restaurante? Con sus nervios a flor de piel, la adrenalina todavía se golpeaba a través de él. No había parado desde el momento que había visto al número de Hank en su identificador de llamada. Agarró sus llaves antes de incluso contestar. Hank era una comodidad cara, pero valía cada centavo. Alex ni siquiera quería pensar en cuán graves podrían haber sido las circunstancias justo ahora si Hank no hubiera estado ahí. Casi se volvió loco al no poder contactarse con Valerie. Cuando finalmente escuchó su voz, incluso con las preguntas que tenía en relación a Luke, todavía estaba extremadamente aliviado. Finalmente sintiéndose lo sufrientemente calmado para caminar por el restaurante sin quererle arrancar la cabeza de alguien, Alex se paró en la puerta trasera. Sergio, uno de los ayudantes de camarero, pareció preocupado mientras le pasaba a un lado. ―¿Todo bien, jefe? Todos habían visto cómo había caminado de manera impetuosa a través del restaurante para salir de allí. Y había estado tomando y colgando llamadas una y otra vez desde entonces. Le demandó a Romero que lo llamara y lo actualizara con cada pequeña información que reuniera. Alex palmeó a Sergio en el hombro. ―Sí, estoy bien. Gracias. Para su sorpresa, Sal estaba sentado en la computadora de la habitación de atrás. ―¿Qué estás haciendo aquí? Sal dio vueltas en su silla. ―¿Papá no te dijo?

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―Hablé con él el fin de semana. Dijo que iban a estar muy ocupados esta semana. Terminé por el verano, así que le dije que los iba a ayudar. Voy a estar aquí toda la semana. Sólo tengo que volver por una prueba el viernes, y luego vuelvo y no me voy más hasta el otoño que empiezo otra vez.

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―¿Decirme qué?

―Bueno, eso es un alivio. ¿Dónde estabas esta mañana cuando estuvimos atestados? ―Alex cerró la puerta de la oficina de un empujón.

―Recién llego. Ni siquiera fui a casa, vine directo para acá. ―Sal alzó una ceja―. ¿Qué te pasa? Escuché que saliste corriendo como un loco. Alex frunció el ceño. Quería parar de pensar en eso. ―Alguien intentó entrar a la fuerza al apartamento de Valerie. Te cuento otro día. Esa mierda me está dando dolor de cabeza. ―¿Está bien? ―Sí, lo está. Asustada, pero bien. Sal lo observó por un momento, y después giró su silla para volver a mirar la computadora. ―¿En serio ésta es la lista de invitados para la boda? ¡Dios mío! Alex se sentó en una silla cerca de la puerta, y apoyó su cabeza contra la pared. ―Síp, esa misma. Mamá y papá se volvieron locos. Sarah solo invitó a su mamá y a su tía. Ángel dijo que vienen un par de sus amigos de Arizona y otros de aquí. El resto son todos de nuestro lado. ―¿Estás seguro que tenemos suficiente comida? ―Sí, la lista está en el mismo archivo. Todo sobre la boda está ahí. ―Miró como Sal abría algunos archivos. ―Mierda, Alex. ¿Cuándo hiciste todo esto? Alex volvió a inclinar su cabeza, masajeando su sien, y cerró los ojos. ―Empecé cuando papá dijo que querían que la boda fuera aquí. Tú sabes cómo es él. Tenía el presentimiento que esto se volvería un circo. ―Colega, ¿tienes gráficos de las mesas? Sin abrir sus ojos, Alex se rió y contestó:

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―¿Mamá y sus hermanas? Vamos, todos sabemos quién va a gritar y quién no. Tengo que mantener las cosas bajo control. ―Estoy impresionado Alex, en serio. Hasta ahora, he odiado todas las clases de computación que tuve. Simplemente no tengo la paciencia suficiente. Esto es otra cosa. Alex respiró hondo, aún con los ojos cerrados. Profundo en su interior, aunque nunca lo admitiría, aún había una parte de él que le gustaba impresionar a su mayor y mucho más tonto hermano. ―El software lo hace todo, Sal. No es ciencia espacial.

Sal no respondió. Alex abrió un ojo y vio a Sal, quien seguía entrando en las horas de trabajo que él había gastado con la boda. ―¿Ángel vio esto? Alex se sentó derecho, recordando todo el trabajo que todavía no había hecho. El incidente de Valerie había cambiado todo su día. ―No lo sé. Estuvo ocupado buscando un lugar para su restaurante. ―Se puso de pie, comprobando su teléfono por las dudas―. Ah, y te quería preguntar. ¿Vas a invitar a alguien para la boda? Sal se giró para verlo. ―Probablemente no. ―¿Qué pasó con esa chica, Melissa? Sal sacudió la cabeza y volvió a la computadora. ―Es muy… todo. ―¿Qué significa eso? ―Demasiada fanfarrona. Demasiado obviamente sexy. Demasiado franca. ―Se giró hacia Alex―. Y podría haber vivido con todo eso. Pero cuando se volvió demasiado insistente, terminó todo. Alex sonrió, la curiosidad dominándolo. ―¿Cómo? Sal se encogió de hombros. ―Ella sabía que no éramos exclusivos. Lo dejé claro desde el principio, y dijo que no le importaba. ―Sacudió su cabeza―. De alguna forma una noche se metió en mi casa, hizo la cena y cuando entré me estaba esperando desnuda. Alex alzó una ceja. ―Suena bien para mí. Sal se giró y volvió a mirar la computadora. ―Sí, lo hubiera sido si no hubiera estado con mi cita.

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Alex se echó a reír. ―Sí, ríete ―dijo Sal, sin darse vuelta―. Sigue sin superar tu historia de la tutora. Eso no hizo que Alex dejara de reír. Se fue de la oficina todavía riéndose. Sabiendo cuán correcto Sal siempre intentaba ser, sólo hizo que imaginárselo caminando hacia eso junto a su cita fuera mucho más divertido. Sal dijo algo en

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voz baja, pero Alex lo escuchó reírse también. De todos los días, hoy era en el que necesitaba esa risa. Agradecido por el cambio en su humor, volvió a trabajar.

Traducido por Simoriah y Martinafab Corregido por LizC

E

l restaurante era una locura en la víspera de la boda. La comida y las provisiones entraron todo el día. Ángel abrió el lugar, ayudando con la organización del salón de banquetes. Ciertas cosas como la pista de baile y la organización del escenario fue puesta según como él quería. Era su boda, así que Alex observó y le permitió hacerlo. De una manera estaba un poco sorprendido de que Ángel no parecía nervioso en lo absoluto. Por supuesto, Ángel había estado seguro desde que había conocido a Sarah en la escuela secundaria de que ella era la indicada. La única razón por la que habían esperado tanto tiempo era porque ambos querían terminar la escuela primero. Como si los preparativos de la boda solos no fueran suficientes para hacer que las cosas estuvieran agitadas, Sal organizó que una pelea de peso completo por televisión de pago fuera vista en el bar en la noche. Mencionó hacer un poco de promoción en internet. Alex ahora sabía qué había detrás de la astuta sonrisa cuando Sal se lo había dicho. El lugar ya estaba lleno. La pelea principal ni siquiera comenzaría en otra hora. Alex debería haberlo sabido cuando Sal mencionó que había contratado a un par de los tipos de Romero para asegurarse que las cosas se mantuvieran bajo control. Nunca habían necesitado seguridad antes, pero la zona del bar ya estaba casi llena y los clientes seguían llegando. Romero estaba ahí, bebiendo algunos tragos. Dijo que estaba libre de su trabajo, pero Alex pudo ver que estaba haciendo más vigilancia que bebiendo.

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Valerie, Isabel y Sofía habían llevado a Sarah a cenar y a beber unos tragos. Le aseguraron a Ángel que no era una despedida de soltera. Más como una cena y charla de chicas antes del gran día. Alex le dijo a Valerie que sonaba mucho como una despedida de soltera para él. Ella sólo rió y le prometió que no lo era. Con la excepción del incidente del lunes, la semana había pasado sin sucesos. El miércoles, Alex acompañó a Valerie a la audiencia. No había duda de que el juez decidiría en favor de garantizarle a Valerie la orden de alejamiento, especialmente después de lo que acababa de suceder. Así fue, pero el problema era que la orden de alejamiento sólo duraba tres semanas. Bruce tendría que cumplir su condena primero para que ésta fuera

permanente. Cualquiera excepto Valerie podía condenarlo. Alex no lo hubiera preferido de otra manera. Desafortunadamente, cuando Romero fue a acusarlo al refugio de personas sin hogar listado como su residencia principal, no lo habían visto en semanas. Su oficial de libertad condicional tampoco fue de ayuda. Finalmente había devuelto sus llamadas hoy, simplemente para decir que sólo se requería que Bruce se presentara cada diez días. Lo último que habían sabido de Bruce, él había dicho que se estaba quedando en el refugio por las noches y que buscaba trabajo durante el día. No era necesario que Bruce se presentara por otra semana. Tampoco había manera de localizarlo, ya que Bruce no tenía un celular. Todo el sistema era una maldita broma. Bruce era más atemorizante de lo que Alex esperaba. Había estado en las fuerzas armadas hasta que fue dado de baja por conducta deshonrosa por un fraude de computadoras. La mayoría de la información era clasificada, así que a Romero le estaba costando conseguir los detalles. Pero aparentemente este tipo era una especie de genio de las computadoras. Genial. Esto se ponía cada vez mejor. Todos sus antecedentes eran violentos. Su hábito de acechar no sólo se limitaba a seguir a sus víctimas. En todos los casos, había hecho una investigación extensiva, hackeando sus computadoras para obtener más información. Incluso había estado un par de semanas en una institución mental. Por qué habían permitido que este loco se fuera estaba más allá de cualquier cosa que tuviera sentido para Alex.

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La mayoría de sus crímenes incluían ataques contra mujeres. El único que incluía un ataque contra un hombre fue cuando intentó sacar al nuevo novio de una ex novia de la carretera. Alex estaba más que feliz de que el animal viniera tras él. Se aseguraría de que el tipo obtuviera lo que merecía, pero lo que era más importante, lo haría encerrar. Lo único positivo que salió del informe de antecedentes fue que parecía que la desaparición de su ex mujer había sido una desaparición iniciada por ella. Había evidencia de que ella ya había cambiado su nombre una vez. Su familia nunca intentó presentar cargos contra Bruce. Básicamente aceptaban que ella había desaparecido y siguieron con sus vidas. Era improbable que una familia hiciera eso a menos que supieran dónde estaba ella realmente y estuvieran manteniéndolo en secreto adrede. Un consuelo muy pequeño, pero por lo que Alex sabía, Bruce no tenía sangre en las mano… todavía. Con esa idea manteniéndose en su mente, Alex decidió comprobar a Valerie. Caminó hacia el cuarto trasero. Había demasiado ruido en el restaurante para que hiciera una llamada allí.

Una vez en el cuarto trasero, fue rápidamente distraído revisando algunos detalles de la boda en la computadora. Cuando terminó, decidió que era mejor dejar sola a Valerie. Hank llamaría y le informaría si algo sucedía. Regresó al bar. El lugar rebalsaba de clientes ruidosos ahora. Alex se inclinó hacia Sal. ―¿Seguro que no sobrepasaste la capacidad? ―Estamos bien ahora, pero tuvimos que rechazar algunas personas. No estuvieron demasiado felices tampoco. Es bueno tener a la gente de Romero aquí. Comenzaron a ponerse difíciles. Alex frunció el ceño, absorbiendo todo. Las mesas estaban llenas y cada cubículo del bar estaba ocupado, con gente rodeando cada cubículo. Sí, esperaba que los tipos de Romero supieran lo que estaban haciendo. Dio un paseo para revisar todo lo demás. Los trabajadores diligentemente habían transformado el salón de banquetes arriba en un paraíso para bodas. Las flores llegarían en la mañana. Sus padres estarían tan complacidos. Ambos estaban en casa trabajando en los recuerdos que entregarían en la boda. Alex les había dicho que simplemente podía ordenarlos ya hechos, pero ellos habían insistido en que tenían que ser personales y hechos a mano. Para cuando regresó al bar, la pelea estaba en su apogeo y todos vitoreaban con fuerza. Alex observó con la multitud. Era una buena pelea con ambos boxeadores dedicados. Uno de los meseros le dio un codazo en el brazo. ―Tienes una llamada en la línea uno. Alarmado, Alex se estiró para buscar el celular en su bolsillo. Quizás no lo había oído con todo el ruido. No tenía llamadas perdidas, pero aun así sentía la necesidad de apresurarse hacia la oficina para tomar la llamada. Levantó el teléfono tan pronto como llegó a éste, olvidándose de cerrar la puerta detrás de él. ―Es Alex. ―¿Qué culo tengo que patear para obtener una cerveza aquí?

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Alex presionó el teléfono contra su oreja, inseguro de haber oído correctamente. ―¿Qué fue eso? ―Estiró el pie hacia la puerta abierta y la cerró de una patada. La persona que llamaba levantó la voz. ―Dije, ¿qué culo tengo que patear para obtener una cerveza aquí? ¡El servicio apesta! He estado esperando por más de veinte minutos.

Alex sintió su adrenalina ponerse en movimiento. Casi seguro de que sabía, preguntó de todos modos. ―¿Quién es? ―¿Quién crees, imbécil? Alex sonrió aferrando el teléfono. ―¿Estás aquí, Bruce? Puedo conseguirte una cerveza. ¿Dónde estás sentado? Bruce soltó una risa aguda. ―No, ya no estoy en Moreno’s. No, no… Estoy en Tres Italiano. ¿Sabes dónde es eso, Alex? Alex cerró el puño con fuerza. Es donde las chicas estaban cenando. Tragó con fuerza en un intento fallido de permanecer calmado. Envió un mensaje a Romero para que fuera a la oficina tan pronto como fuera posible. ―Sí, sé dónde está. Bruce soltó una nueva risa aguda hasta que tosió, luego comenzó de nuevo. ―¿Ésa es tu bonita hermanita con Valerie? ¿Y la hermosa futura esposa de tu hermano? Su nombre se me escapa… oh, es cierto, Sarah. El corazón de Alex golpeó con un poco más de fuerza. Escuchó buscando sonidos de fondo. No sonaba en nada como un restaurante. Estaba demasiado tranquilo. Romero abrió la puerta. Alex se llevó un dedo a los labios. ―Debes tener un deseo de muerte, Bruce, porque juro por Dios, si tan solo… ―¿Valerie sabe que la tienes seguida? Me estoy volviendo bastante bueno a la hora de tomarle el tiempo a los descansos para mear del tipo. Romero estaba de pie junto a Alex, pendiente de cada palabra. Alex le hizo un gesto para que pusiera a Hank al teléfono. ―¿Qué quieres, Bruce? ―Oh, creo que sabes qué quiero.

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Ángel entró en la oficina. ―Estás condenadamente loco. ―Aunque las palabras eran duras, su voz permaneció calmada. Moriría antes de permitir que este idiota supiera que sus juegos mentales estaban funcionando―. Eso nunca sucederá, Bruce. Alex tenía la completa atención de Romero y Ángel en ese momento. Cubrió el receptor.

―Pregúntale a Hank dónde están las chicas exactamente. El bastardo las está observando. Los ojos de Ángel se entrecerraron. ―¿Quién es Hank? ¿Qué chicas…? Tanto Romero como Alex lo silenciaron. ―Valerie ―articuló Alex. Alex casi pudo determinar el momento en que esto golpeó a su hermano. Sus ojos se abrieron. ―Está con Sarah y Sof ―susurró. ―E Izzy ―agregó Romero con el ceño fruncido. Alex se había perdido la mayor parte del enojado desvarío de Bruce. Nada tenía sentido de todos modos. ―¡…Mía! ¡Ella estaba destinada a mí, desagradecido bastardo estúpido! La sangre hervía en las venas de Alex como fuego. Bruce sonaba como un completo lunático. ―Ahí es donde te equivocas, Bruce ―dijo calmadamente―. Valerie siempre ha sido mía. Bruce rió incluso más fuerte esta vez. ―¿Así es? Entonces, ¿incluso cuando Luke la follaba a tus espaldas era tuya? De ninguna manera permitiría Alex que este tipo lo enojara. Respiró hondo, mirando a Ángel que estaba de pie con los brazos cruzados, esperando ansiosamente para oír las siguientes palabras en salir de la boca de Alex. ―Escucha, Bruce…

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―No, ¡tú escucha! ―gritaba ahora―. Si crees que puedes detenerme, eres más estúpido de lo que creí. ¡Sigue intentando, y haré que lo lamentes! ―Dejó de gritar y comenzó a reír, esta vez una risa baja―. No me di cuenta que tenías una hermana tan bonita, Alex. ¿Y tu hermano no lamentaría si tuviera que cancelar su boda? ―Se detuvo por un momento, luego agregó―: Valerie luce hermosa esta noche. Me aseguraré de decírselo. La calma de Alex desapareció. Habló a través de los dientes apretados, cuidadoso de no demostrar la ira que crecía tan rápidamente. ―Te mataré. La línea hizo clic y luego quedó en silencio.

―Colgó. ―Alex colgó el teléfono de un golpe. ―¿Qué demonios sucede, Alex? ¿Quién las está observando? ―Ángel lucía tan alarmado como Alex se sentía. Él no tenía tiempo para explicaciones largas. ―Valerie tiene un acechador. ―¿Qué? ¿Por qué no me lo dijiste? ―Los ojos de Ángel estaban en llamas. Alex no podía decir que lo culpaba. Hasta ahora se sentía bastante seguro con Hank observándolas. Trató de sonar confiado. ―Relájate, tengo a alguien encima de ellas. Están siendo vigiladas, pero no se lo puedes decir a Sarah. ―¿Por qué no? ―Porque Valerie no lo sabe. Romero aún hablaba con Hank, informándole de la llamada de teléfono. ―Dile que Bruce sabe que está vigilando a Valerie. La puerta se abrió de golpe. Alex oyó cristal estallar. Los ojos asustados de las camareras se encontraron con los suyos. ―¡Están peleando! Alex maldijo en voz baja y se precipitó fuera de la oficina con Ángel y Romero cerca de él. Se volvió a Romero quien aún sostenía su teléfono en la oreja. ―Dile que no aparte los ojos de ellas ni un segundo. ¡No me importa si se mea en el pantalón! ―Había llegado a su punto de furia. Se volvió de nuevo a Romero―. Asegúrate de decirle que yo dije eso.

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La pelea estaba bajo control cuando llegaron allí, pero dejó toda la zona del bar hecha un desastre. Los chicos de Romero escoltaban a dos tipos grandes. Sal contenía a un hombre más pequeño con una nariz ensangrentada y un labio hinchado. Al parecer, él no fue el que creó el problema, pero aun así les gritó obscenidades a los tipos que estaban siendo llevados afuera. Alex había visto esto un millón de veces. El tipo estaba, obviamente, montando un acto del Sr. Chico Duro por su novia sorprendida para compensar el hecho de que le habían pateado el trasero. Bueno, él no estaba de humor para ello. Tenía otros clientes en los que pensar. Alex se puso justo en la cara del hombrecillo, todavía aturdido por su conversación con Bruce. Habló lo bastante alto para que el hombre le oyera.

―Cálmate de una buena jodida vez, o te arrojaré allá afuera con esos dos y dejaré que arreglen las cosas por su cuenta. El chico lo miró, pero no dijo una palabra. Alex miró a su alrededor. Pasarían horas antes de que pudieran poner el lugar en orden. Me estoy volviendo bastante bueno a la hora de tomarle el tiempo a los descansos para mear. Maldita sea, las ruedas ya giraban en su cabeza. Sarah y Sofie se reunieron con Isabel y Valerie en el apartamento de Isabel esa misma tarde. Todas habían conducido en un auto hacia el restaurante y se suponía que debían regresar al apartamento después de la cena para las bebidas. Valerie le estaría informando. Dependiendo de cómo fuera la noche, o conducirían a casa esta noche o pasarían la noche si no se sentían lo suficientemente bien como para conducir. El dinero de Alex estaba a la última. La boda no era sino hasta las tres de la tarde de mañana, así que había un montón de tiempo para llegar a casa y prepararse para la mañana siguiente.

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Por supuesto, Alex se había ofrecido a recoger a Valerie, pero dijo que si todas las chicas se quedaban, ella también lo haría. Si ese era el caso, Romero tendría que poner a otra persona en el turno de noche, alguien no familiarizado con el caso. Eso no le sentó bien a Alex. Sólo podía esperar a que Valerie decidiera ir a casa esta noche. La noción de no tenerla en su cama toda la noche tampoco era una bienvenida. Lo había hecho un punto varias veces al decirle que no volvería a suceder. A tan sólo dos semanas de ello, la posibilidad de que esto ocurriera ya estaba sobre él.

A Valerie le llegó el mensaje en el camino a casa desde el restaurante. Alex le explicó brevemente sobre la llamada de Bruce. Dijo que no quería llamarla, porque no quería que las chicas oyeran y se alarmaran. Sin embargo, advirtió con todas las letras mayúsculas que se quedara en el apartamento y cerrase todas las puertas y ventanas. Valerie entendió totalmente acerca de no querer alarmar a las chicas, más específicamente, Sarah. Esto era demasiado pesado para arrojarle la noche antes de su boda. Él no le dijo todo lo que Bruce dijo, pero mencionó un montón de desvaríos y locuras. Valerie estaba sorprendida de que no le dijera de tan sólo acortar la noche y que insistiera en recogerla ese mismo minuto. Pero supuso que el no querer alarmar a las chicas tenía mucho que ver con eso.

Todas ellas se quitaron los zapatos tan pronto como entraron. Valerie contuvo una carcajada mientras veía a Isabel temblar a la vista de los zapatos volar en todas direcciones. Isabel estaba bien entrenada y no dijo nada. En lugar de ello, por primera vez que Valerie nunca había visto, ella se quitó los zapatos y los dejó donde aterrizaron. Valerie sabía que Romero tenía mucho que ver con la liberación recién descubierta de Isabel con su usual personalidad obsesiva. Valerie abrió el vino especial para Sarah, del tipo que venía en una jarra en lugar de en una botella. ―¡Mi Tesoro! ―Sarah palmeó sus dedos en frente de ella. Valerie se rió, llenándole un vaso. Sarah siempre lo llamaba así, incluso en la secundaria. Todos se habían burlado de ella por llevar una nevera portátil con una pequeña jarra a las fiestas del patio trasero en lugar de sólo un paquete de seis de cerveza como todos los demás. Un teléfono móvil sonó en la sala donde todas habían dejado caer los bolsos. ―Es para mí. ―Sarah se apresuró a su bolso. ―Si ese es mi hermano de nuevo, Sarah, dile que se tome un calmante. ―Sofía negó ―. Caray, ¿qué es eso? ¿La tercera vez en menos de una hora? Sarah sacó el teléfono de su bolso y sonrió cuando leyó el identificador de llamadas. Ella miró a Sofía y asintió. ―Es él, de nuevo. Sarah tomó la llamada en la sala principal. Después de que todas tuvieran servidas sus bebidas, Valerie saltó sobre el mostrador de la cocina y tomó un largo trago de su cerveza. Todavía un poco sacudida por el mensaje de Alex, estaba decidida a disfrutar del resto de la noche. ―Si Sarah puede apartarse en algún momento de su teléfono ―dijo en voz alta inclinando la cabeza en dirección a la habitación del frente―, deberíamos jugar un juego. ―Se volvió hacia Sofía e Isabel―. Uno de esos juegos de chicas, como cuando éramos adolescentes.

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―No te preocupes. ―Isabel chocó la copa de vino de Sofía con la suya y tomó un trago―. Nunca he jugado a alguno de esos en aquel entonces tampoco.

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―Ooh, divertido. ―Sofía sonrió tomando un sorbo de su vino―. No creo que nunca haya jugado a alguno, pero me acuerdo de oír hablar de ellos.

Eso no sorprendió a Valerie. Para el momento en que conoció a Isabel, habían pasado mucho más allá sus años de adolescentes. Pero incluso en la universidad, Isabel rara vez se reunía con ella en sus juegos de bebidas. Una o dos veces, Valerie había logrado hacerlo torciéndole el brazo.

Sofía era otra historia. Esa pobre chica tuvo la suerte de hacer cualquier cosa con esos tres hermanos suyos cuidándola como el servicio secreto, especialmente Alex. Sarah se apresuró a la cocina. ―Está bien, lo siento. Creo que es porque no me ha visto en toda la semana que sigue llamando para comprobar cómo estoy. Sofía puso los ojos en blanco, pero sonrió. ―Podrías pensar que ha pasado un mes por cómo ha estado toda la semana. Valerie no podía creerlo. Los dos habían sido literalmente inseparables desde la secundaria. ―¿No lo has visto en toda la semana? Sarah parecía satisfecha de sí misma, tomando su copa de vino de la barra. ―Siempre dije que iba a hacer esto la semana antes de casarnos. No creo que en algún momento haya creído que en realidad seguiría con ello, incluso después de que le pidiera a Alex la semana libre antes de la boda. Estoy segura que pensó que podría escabullirse de alguna manera y verme. ―Sarah se rió y bebió un poco de vino―. Él trató de actuar como si no fuera gran cosa, pero para el martes ya estaba tratando de convencerme de lo contrario. Desde entonces, ha estado haciendo excusa tras excusa de por qué tenemos que estar juntos. Valerie se echó a reír. Se sorprendió de que Sarah hubiese sacado las armas. Ella no estaba segura de poder hacerlo. Incluso ahora que estaba empezando a considerar en aceptar la oferta de Alex de ir a recogerla. ―Bueno, vamos a jugar a juegos de chicas, Sarah. ¿Te acuerdas de ellos? ―Pero tenemos que tener una temática ―agregó Isabel―. En este caso, voy a decir que todos los juegos tienen que ver con el amooor. Sofía chilló.

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―Nunca he tenido una fiesta de pijamas. Valerie saltó del mostrador y dio unas palmaditas en el hombro de Sofía. Pobre chica, no sólo tuvo que tratar con sus hermanos, también había sido reclamada por Eric el momento en que cumplió diecisiete. Sarah le dijo todo sobre Sofía enamorándose del otro mejor amigo de Ángel. ―Síganme, damas. ―Valerie entró en el salón y encendió el iPod ubicado en el pulcro centro de medio de Isabel. Ella puso la música a una estación lenta y tranquila.

Todas tomaron asiento en los sofás con excepción de Valerie que se sentó en el suelo. ―Juguemos a Verdad. ―¿No es Verdad o Reto? ―preguntó Sarah. Valerie rozó su nariz. ―No tengo ganas de hacer ningún reto. ¿Ustedes sí? Pero me encantaría escuchar algunas verdades picantes. Isabel sonrió y levantó la mano, casi derramando su vino. ―Voy a empezar. La mía es para Sarah. ¿Dónde fue el primer lugar dónde tú y Ángel lo hicieron? Sarah se volvió a Valerie, completamente escandalizada. ―Espera, ¿no hay reglas? ―Sí. ―Valerie se rió―. Las reglas son, la anfitriona hace las reglas. Por lo tanto, responde. Valerie ya sabía la respuesta, pero se divertía viendo a Sarah retorcerse. Sarah miró a Sofía. Se volvió de nuevo hacia Isabel y luego tomó un sorbo de su vino. Justo cuando estaba a punto de responder, decidió tomar otro sorbo. ―Déjate de evasivas, Sarah. ¿Cuál es el problema? ―Valerie le arrojó su servilleta a Sarah. ―Fue en el restaurante. ―Sarah se llevó las manos a la cara, mirando a través de sus dedos a Sofía. ―Oh, Dios mío, Sarah. ¿Realmente crees que no lo sabía? ―Sofía dobló sus piernas debajo de ella. ―¿Es que la cama en la habitación del fondo sigue ahí? ―Valerie pasó unas cuantas horas gloriosas en esa cama, antes de que Alex tuviera su propia casa.

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―Seguro que está. ―Sofía hizo un guiño, sonriendo con malicia. La mandíbula de Valerie cayó. Todos se echaron a reír. Sarah siempre le dijo a Valerie cuán descarada podía ser Sofía. Había conseguido una muestra de la conducta valiente de Sofía en los últimos años. Pero tener relaciones sexuales en la parte trasera del restaurante con la posibilidad de que cualquiera de sus tres hermanos pudiera entrar era pura locura. Después de otra hora, no sólo Alex, Ángel, y Romero les interrumpieron varias veces más, sino que Eric se unió a las llamadas de comprobación. Sofía se levantó.

―Muy bien, pasemos de ellos. Sarah le entregó su teléfono, viéndose muy arrepentida. Isabel se echó a reír, sacudiendo el suyo hacia Sofía sin argumento. En cualquier otra noche Valerie tendría el gusto de pasar de ello, pero esta noche Alex golpearía el techo si no respondía a sus llamadas o le devolvía los mensajes. ―Mi padre no ha estado bien. No puedo apagar mi teléfono. ―Ella se sintió terrible por usar a su padre. Pero era cierto. Su padre no se había visto muy bien cuando habían ido a verlo esa semana. Su madrastra le reveló los mareos que había estado teniendo durante días. Sofía casi se rindió. ―No te derrumbes por eso, Sofía. Él puede llamarla al teléfono fijo. Él es el único que alguna vez lo hace. Valerie miró a Isabel. Sofía le tendió la mano. Ella le pasó el teléfono de mala gana. ―No voy a apagarlos, simplemente los pondré en vibración. Podrás comprobar si tu papá llamó periódicamente. Pero los chicos no van a morir si no hacemos caso de sus llamadas para el resto de la noche. Valerie no estaba tan segura de eso. Sofía colocó todos los teléfonos en la mesa de café. ―Necesito una dosis adicional. ¿Alguien más? Sarah se puso de pie. ―Yo. Sarah ayudó a Valerie a levantarse del suelo. Trasladaron la fiesta a la cocina. Isabel arrojó algunos aperitivos al horno y llenó unos cuencos de patatas fritas. Las chicas empezaron a comer y continuaron jugando a Verdad, riendo histéricamente a veces.

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Incluso a través de todas las risas, Valerie no podía dejar de pensar en lo que los chicos debían estar pensando con ninguna de ellas respondiendo a sus teléfonos. Alex probablemente estaba teniendo un ataque.

Traducido por Fanny & Clary Corregido por sttefanye

—O

hh, me encanta esta canción. ―Valerie se apuró a llegar al cuarto de enfrente para subir el volumen, en verdad no le encantaba la canción, pero moría por revisar su teléfono. Se inclinó, espiando a las chicas que estaban muy metidas con los aperitivos y seguían riendo. Se volvió a la mesa de café. Los cuatro teléfonos tenían indicadores parpadeantes de llamadas perdidas y textos. Pretendiendo bailar, se inclinó hacia la mesa de café. No importaba que la canción fuera una lenta y conmovedora, aún se movió e inclinó como parte de la coreografía. Agarrando el teléfono con un hábil movimiento, continuó bailando con sus manos balanceándose detrás para esconder el teléfono. Se volteó sensualmente, así su espalda estaba hacia las chicas y continuó bailando mientras leía sus mensajes. Tenía varios. Leyó el más reciente. Ángel se está volviendo loco, Val. ¿¡Por qué ninguna de ustedes responde!? No había manera de que tuviera tiempo de responder todos o incluso de leer el resto. Pulsó las teclas rápidamente para responder al menos uno. Mientras tanto, siguió bailando. ―¿Estás enviando mensajes? ―Sofía sonaba horrorizada. ―¡Atrápenla! ―gritó Sarah.

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Valerie brincó sobre el sofá, riendo, tratando desesperadamente de presionar el botón de envío, pero el teléfono fue arrebatado de su mano cuando Sarah brincó sobre ella, seguida por Sofía. Isabel agarró el teléfono del piso y leyó la primera parte del texto en voz alta. Lo siento, bebé, mi teléfono estaba apagado… Miró hacia Valerie. ―¿En serio? ¿Te estás disculpando por ignorar sus llamadas por cuánto tiempo? ¿Una hora? Valerie sonrió tímidamente.

―Se preocupa. Sarah miró su propio teléfono parpadeante. Isabel miró hacia ella y luego al teléfono parpadeante. ―¿Tú también? Bien, vamos a tener que esconder ese, Sof. Sofía tomó todos los teléfonos y los metió en su bolso. ―Ya está. Esta es mi primera noche de chicas, y la última de Sarah siendo una chica soltera. No vamos a dejar que esos chicos nos interrumpan. Isabel chocó los cinco con ella. ―¡Amen, hermana! El estómago de Valerie se revolvió. Iba a tener que encontrar una manera de avisarles a los chicos lo que estaba pasando antes de que vinieran a tirar su puerta. Nunca se perdonaría si era forzada a decirle a Sarah lo que estaba pasando y hacer que se preocupara innecesariamente. Se supone que mañana iba a ser uno de los mejores días de su vida. Valerie sabía que esto definitivamente iba a frenar eso. El tiempo pasaba a medida que las chicas continuaron comiendo, bebiendo y siendo felices. ―Debería parar ―dijo Sarah mirando al palito de mozzarela en su mano―. Mi vestido es medio apretado en medio. Odiaría lucir hinchada. ―Oh, por favor ―resopló Isabel―. No tienes ni un gramo de grasa en ti. ¿No corres como veinte kilómetros al día? Sarah río, tomando una mordida del aperitivo. ―No veinte pero, sí, todos los días. Sofía se estiró por un aperitivo. ―Leí en algún lugar en internet que… Eso era. Internet. Si Valiere pudiera llegar a su laptop, podría enviarle un correo a Alex. Era perfecto. La había dejado en su auto. Podría mandarlo desde ahí y las chicas nunca se enterarían. Se bajó del mostrador donde había estado sentada y se apresuró a su cuarto.

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―¿Qué estás haciendo, Val? ―dijo Isabel desde la cocina. Valerie se deslizó en unas pantuflas afelpadas de Piolín. Tenía que recordar regresar esas a la casa de Alex. ―Tengo que sacar algo de mi auto. ―¿Ahorita?

Valerie presionó sus labios juntos. Isabel no estaba ayudando en nada. ―Quiero enseñarle algo a Sarah. ―Salió de su cuarto y pasó a las chicas que la estaban mirando divertidas. Sofía sonrió. ―Me gustan tus pantuflas. ―Gracias, mi papi me las dio. Ya regreso. Apenas había dado un paso fuera cuando tuvo el presentimiento que estaba siendo observada. El terror se deslizó a través de ella con cada respiración que tomaba. Podrían muy bien ser sus nervios, pero podría jurar que escuchó que algo se movía en los arbustos. Abrió el maletero tan pronto como llegó al auto. Manteniéndose al tanto de lo que la rodeaba, como Alex le recordó un millón de veces, rodeó el auto y se metió en el lado del conductor. Bloqueó las puertas tan pronto como estuvo dentro. Por supuesto, la laptop tomó horas en encender. Después de que finalmente se conectara, mando un correo muy corto pero con la explicación. Solo esperaba que Alex no estuviera muy envuelto tratando de conseguir localizarla, como para no molestarse en revisar sus correos en el teléfono. La laptop regresó al maletero. Isabel era muy resbaladiza. Si la veía caminando con ella, sabría inmediatamente lo que estuvo haciendo. Era una locura como se sentía desnuda sin su teléfono. Mientras regresaba al apartamento, apretó la botella de gas pimienta, sosteniendo su pulgar sobre el botón lista para usarla. Ni siquiera había pensado en traer el arma de electrochoque que Alex le había hecho prometer llevar en todo momento.

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Un auto entró en el estacionamiento y Valerie se congeló. Se detuvo solo a unos centímetros de ella, los faros inundaron su visión. Se protegió los ojos con la mano. Sus pantuflas pegadas firmemente al pavimento. Su boca estaba abierta, pero no emitía ningún sonido. La puerta del pasajero se abrió lentamente. Con los faros aún sobre ella, solo podía ver una figura. Incluso con el gas pimienta en su mano, se sintió completamente vulnerable e inútil. Ni siquiera se podía mover, menos pelear. ―¿Me estás tomando el pelo? ―retumbó la voz. Le tomó un segundo darse cuenta que era Alex. Aunque alivio no describía lo que sentía en ese momento, sabía que estaba en un lío.

Los sorprendidos ojos de Valerie nunca se habían visto tan hermosos. Tan enojado como había estado con ella por no contestar el teléfono, saber que estaba bien lo compensó todo. ―¿Qué estás haciendo aquí afuera sola? ―Cerró la puerta del auto de Ángel, la tensión en sus músculos seguía ahí. Había estado tenso desde que Bruce llamó y solo se había vuelto peor con cada llamada que Valerie no contestaba. ―Tenía que ir a mi auto. ―Valerie caminó hacia él. ―¿No te dije que te quedaras adentro? Este tipo estaba observándote esta noche. ―Alex miró alrededor―. Probablemente esté mirando ahorita. ―Tenía que hacerlo. Ellas secuestraron mi teléfono. Vine a mi auto para mandarte un correo desde mi laptop. ―Valerie inclinó su cabeza contra su pecho. Alex la abrazó, sintiendo la tensión que había tenido toda la noche drenarse de su cuerpo. Las otras puertas se abrieron y Romero y Ángel salieron. Comenzaron a caminar hacia el apartamento. ―¡No! ―Valerie se alejó de Alex―. No entren. Ángel, no puedes ver a Sarah. ―Solo quiero asegurarme que está bien. ―Yo puedo ver a Izzy ―protestó Romero―. No soy el que se casa mañana. ―Ella está bien ―le aseguró Valerie a Ángel―. Sofía escondió todos nuestros teléfonos, para no ser interrumpidas. Eric fue el último en salir del auto y vino a pararse junto a Alex. ―¿Sofía lo hizo? ―Sí, ninguna de ellas sabe sobre la llamada que Alex tuvo. Me gustaría mantenerlo de esa manera. No tiene sentido molestar a Sarah para nada.

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―No es nada, Valerie. El tipo es un verdadero psicópata. ―Alex frunció el ceño. Valerie no sabía ni siquiera la mitad. ―Sabes lo que quiero decir, Alex. Te voy a contar todo sobre él después de la boda. ―Entonces, ¿esto es lo que tú tramabas? ―Isabel estaba parada en la puerta del apartamento, los brazos cruzados. Ángel y Romero comenzaron a ir hacia ella. ―Oh, no, no ―dijo Isabel firmemente―. Tú no puedes ver a Sarah, Ángel.

Alex, Valerie y Eric siguieron detrás de Romero y Ángel. ―Solo quiero preguntarle algo. ―Tienes el resto de su vida para hacer eso ―interrumpió Valerie―. A partir de mañana. Sarah se asomó a través de la cortina de la ventana. Valerie le disparó una mirada de advertencia. La ranura de la cortina se cerró inmediatamente. Sofía metió su cabeza por la puerta detrás de Isabel y saludó. ―Estoy pasando esta noche, Ángel. Acabo de leer tu texto. Así que no, no necesito que me recojas. ―Se rió un poco demasiado fuerte. ―¿Has estado bebiendo, Sof? ―Alex la miró de cerca. Él había visto su bebida, aunque tenía solo veinte años. Nunca la había visto borracha y no le gustó. ―Sí, mucho. ―Puso su mano sobre su sonrisa y regresó al apartamento. ―¿Terminamos aquí? ―Isabel puso la mano en la cadera. Alex podría casi imaginarla manejando a sus estudiantes de escuela intermedia. Romero aprovechó y subió las escaleras para darle un rápido beso en los labios. ―Te llamaré más tarde. Contesta tu maldito teléfono. Romero y Eric comenzaron a regresar en dirección al auto, seguido por un muy abatido Ángel. Alex no podía dejar de sonreír. Increíble cómo ver a Valerie aunque sea por un momento puede cambiar su estado de ánimo tan dramáticamente. Él miró a Valerie y puso su mano sobre sus hombros. Vuelve a tus asuntos. ―Anfitriona mayor, estamos esperando por ti. ―Isabel no dejaba a nadie liberarse. No es de extrañar que Valerie tuviera que salir a enviarle un correo. ―Danos un minuto, cariño. ―Alex habló antes que Valerie lo hiciera. Realmente necesitaba hablar con ella. No le importaba lo que decano Isabel tenía que decir al respecto, pero de todos modos sonrió dulcemente―. Por favor.

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―Bien, pero estoy contando. Alex resentía tener prisa pero hizo todo lo posible para no perder la sonrisa. Finalmente entró en el apartamento. Quería preguntarle a Valerie tanto sobre Bruce, principalmente qué demonios había visto en él en primer lugar. ¿Había salido con él durante varias semanas, no dándose cuenta lo psicópata que él era? Todo tendría que esperar. Sabía que tenía muy poco tiempo, pero tenía un par de cosas muy importantes que necesitaba sacar.

―Valerie, no puedo insistir lo suficiente sobre la importancia de que debes ser cuidadosa. Todavía no puedo creer que estés acá afuera sola. ―Lo hice por ti. ―Lo sé, nena, pero todavía tomaste un riesgo enorme. ―Agarró sus manos y acunó su rostro―. Necesito que me prometas que no lo harás otra vez. ―Pero… ―Promételo. Valerie finalmente cedió. ―De acuerdo. Después de hacer su promesa y unas cuantas cosas más, Isabel metió su cabeza por la puerta a decirles que el tiempo había terminado, se obligó a irse y dejarla ir. Esperó hasta que estuvo satisfecho de que había cerrado la puerta. Se asomó por la ventana y sopló un beso. Cuando llegó al auto, se sentó junto a Ángel en el asiento delantero. No había cambiado su estado de ánimo. Antes de volver con Valerie, él lo había molestado por estar tan condenadamente abatido por no poder estar una semana sin ver a Sarah. Él podía incluso ser un poco molesto por él, pero ahora lo entendía completamente. Diablos, estaba considerando quedarse con sus padres o incluso en el restaurante esta noche solo para no tener que volver a una cama vacía. ―Después de mañana, amigo. ―Alex empujó a su hermano enfurruñado―. No solo vas a pasar cada día con ella, también la tendrás todas las noches. Ángel lo miró y luego a la carretera. Un segundo después, como si el pensamiento se hubiera establecido, sonrió.

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Alex sonrió mirando por la ventana del pasajero, sus pensamientos inmediatamente de nuevo sobre la seguridad de Valerie. Estaba más decidido ahora que nunca para atrapar a este tipo. Si la ley no iba a ayudar tendría que hacerlo por sí mismo. Le había dicho a Romero esta noche que quería más que una revisión de antecedentes de Bruce. Quería todo del tipo. Había ido demasiado lejos esta noche. Ahora era personal.

Quizá fue el valor líquido, pero Valerie había planeado originalmente envolver la pintura y dársela en la boda. Sabía que no estaría allí cuando Sarah lo

desenvolviera, y lo quería de esa manera. Ahora se sentía un poco valiente. La pintura todavía estaba guardada en su armario. Sin darle más vueltas, Valerie saltó del mostrador de la cocina y corrió hacia su habitación. ―¿Adónde vas? ―preguntó Sarah. ―Tengo algo para ti. Iba a traerla a la cocina, pero las chicas estuvieron en su habitación en cuestión de segundos. Los nervios la golpearon de repente. ―¿Qué es? ―Isabel miró a su alrededor a su habitación curiosamente. Valerie miró a Sarah, empezando a sentirse increíblemente emocionada. Maldita cerveza. ―Está bien, no quiero pensar que esto es algo que espero que cuelgues ni nada. No tienes que sentirte obligada, Sarah. Sarah sonrió. Ella sabía que Valerie pintaba, pero Valerie raramente compartía alguna de sus pinturas con alguien además de su padre e Isabel. Alex incluso había visto solo unas pocas. ―Así que, si no lo haces… ―¡Oh, solo quiero verla ya! ―Rió Sarah. Valerie tomó una profunda respiración y deslizó la puerta del armario abriéndola. Sacó la pintura pero dudó removerle la cubierta. Isabel cruzó un brazo sobre su pecho y levanto su vino con la otra. ―Valerie, cariño, si no tomas la cubierta, lo hare yo. ―Sí, Val. ¡Estoy muriendo! ―añadió Sarah. Valerie subió la cubierta lentamente. Cuando la sacó totalmente todas las chicas jadearon. Miró a Sarah, que mantuvo sus ojos arriba. Valerie mordió su labio. ―¿Te gusta?

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Sarah no apartó los ojos de ella. ―Me encanta. ―Miró a Valerie―. No he visto esa foto en años. ―Valerie, es hermosa. ―Sofía dio un paso adelante para mirar más de cerca―. ¿Tú hiciste esto? Valerie asintió, casi perdiendo su equilibrio cuando Sarah repentinamente la abrazó.

Sarah lloraba, probablemente una mezcla de emoción y el vino. ―Esto debe haberte tomado por siempre pintándolo. Sorbiendo para alejar su propia emoción, Valerie limpió sus ojos. ―No por siempre, pero pasé algún tiempo en ella. ―Esto es increíble, Valerie. ―Isabel se paró frente a ella, admirando. Sarah se alejó para verla otra vez. ―La quiero en la boda mañana. Es perfecta. Esto me trae todos los recuerdos de cuando nos enamoramos por primera vez. A Ángel le va a encantar, Val. Muchas gracias.

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Valerie no pudo evitar sentir un calor por su sincera gratitud. Pero no esperaba esto. Aquí había estado tan nerviosa, y ahora la pintura estaría expuesta frente a cientos de personas. Sus entrañas se revolvieron cuando la realidad la golpeó. Todo el mundo que conocía iba a ver su trabajo ahora. Trató de pensar en una manera de solucionarlo pero Sarah se veía tan emocionada que no tenía el corazón. ¡Maldita sea!

La Boda Traducido por Debs Corregido por sttefanye

A

lex observó a Valerie vestirse, después de volver de la peluquería donde había peinado su cabello, y todavía no podía creer lo increíble que se veía con su vestido de dama de honor.

La gama de colores que Sarah escogió eran de color marrón chocolate y beige. Con la excepción de Valerie, las damas de honor e incluso las madres estaban vestidas de un marrón oscuro, acentuado con un poco de color beige. El vestido largo de Valerie era un sólido color marrón. Sus grandes y hermosos ojos oscuros, parecían aún más grande y brillante. Todos los invitados a la boda, estaban ahora, justo fuera de la entrada trasera de la iglesia esperando la señal para entrar. Alex echó un vistazo a la limusina estacionada justo enfrente. Sarah aún tenía que hacer acto de presencia. Estaba escondida detrás de las ventanas oscuras. Alex se preguntó si Valerie querría todo esto algún día. Nunca mencionó qué tipo de boda querría, incluso hipotéticamente. Tal vez porque había sido tan malditamente fóbico al compromiso durante tanto tiempo, que tenía miedo de que cualquier charla sobre bodas, lo asustaría completamente. El órgano comenzó a sonar en la iglesia. Esa era la señal. Alex hizo un rápido inventario de su entorno. La idea de que ese animal hiciera algo para interrumpir la boda le hacía apretar los dientes. Luna, la madre de Sarah, le dio un golpecito en el brazo. ―¿Estás nervioso?

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Alex le sonrió. ―No, en absoluto. ―Extendió el brazo, y ella envolvió su mano alrededor de él. Estaría escoltándola dentro ya que era soltera. Sarah nunca había conocido a su padre. El papá de su mejor amigo de la infancia, la única figura paterna que Sarah había conocido, estaría entregándola. Habían conducido para la ocasión desde Arizona.

El séquito nupcial comenzó a caminar por una pareja a la vez. Alex no había esperado realmente que todo el mundo en la lista de invitados apareciera. Había demasiados, pero por el aspecto de la iglesia abarrotada, parecía que todos lo habían logrado. Para cuando llegó a la parte delantera de la iglesia, pudo ver, que los nervios finalmente habían llegado a Ángel. Se paró junto a Romero y Eric, al lado de cada uno, con cara de piedra. Alex estaba seguro de que no tenía nada que ver con el hecho de que su hermano estaba a punto de tomar el mayor paso de su vida. La cantidad de personas que se habían reunido en la iglesia y la posibilidad de que él arruinara algo durante la ceremonia era probablemente la razón. Sus padres, los últimos en entrar, antes de que Sarah hiciera su entrada, llegaron a la parte delantera. El organista comenzó la introducción de “Here Comes the Bride”, de manera espectacular. Todo el mundo en la iglesia se puso de pie, y todos los ojos estaban puestos en la puerta de atrás. Y entonces, allí estaba ella. Su madre mencionó que cada novia se veía hermosa en su día de boda. Había dado en el clavo, Sarah estaba impresionante. Alex miró a su hermano. Ángel se quedó allí, con los ojos pegados a ella, con completo asombro. Si Alex no lo supiese mejor, pensaría que Ángel podría llorar. Alex llevó su puño a la boca, sonriendo. Ese bobo nunca tuvo una oportunidad. Desde el momento en que conoció a Sarah, en la escuela secundaria, había estado perdido. Si las cosas hubieran sido diferentes, Alex podría haberlo convencido de esperar un poco más, vivir un poco antes de casarse. Pero era obvio que a Ángel, su vida no podía ser mejor que cuando estaba con Sarah.

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Eso le provocó una mueca de dolor. No sería divertido, pero eventualmente, tendría que darle a Ángel las novedades sobre Bruce mencionando a Sarah por su nombre. No importa lo desagradable que fuera, necesitaba asegurarse de que Ángel estuviese alerta. Cuando llegó el momento de que Sarah y Ángel leyeran sus votos, Alex miró hacia Valerie. Ella los miraba fijamente, obviamente conmovida por sus palabras. Algún día, y cuanto antes mejor, estarían intercambiando los mismos votos. No importaba si era en una iglesia, o en una sala de audiencias frente a un juez. Lo único que importaba es que fuera oficial. Tal vez era todo esto de la boda, pero por alguna razón, hacer a Valerie su esposa, se había acercado de repente a la parte superior de su lista de prioridades, en segundo lugar solamente, de conseguir al loco encerrado. Después de la ceremonia, el séquito nupcial, menos la pareja recién casada, se subió a una limusina y se dirigieron al parque estatal local, Mount Soledad. Horas

más tarde y un millón de fotos, tomadas por fotógrafos molestamente energéticos, eran finalmente libres para volver a la limusina y empezar la fiesta. Brindaron con champán y pasaron música. Sofía y Valerie hasta asomaron la cabeza por el quemacocos. Estuvieron de vuelta en cuestión de segundos, inmediatamente dándose cuenta del daño que el viento había hecho en sus caros peinados. Parecían molestas al principio, luego se echaron a reír. Alex se alegró, ya que no había manera de que se mantuvieran. Los otros chicos ya se estaban riendo. De vuelta en el restaurante, había otro grupo esperando, como el que había fuera de la iglesia. El anfitrión los alineó de nuevo afuera de la sala de banquetes de arriba. Debían esperar a la música y entrar a la fiesta, mientras los introducían. Esto era demasiado formal para el gusto de Alex. Le daría a Valerie todo lo que quisiera, pero estaba manteniendo sus dedos cruzados que no fuera esto. La canción de Abba, I do, I do, I do, se puso en marcha y comenzó la presentación del anfitrión. Una vez que el séquito entero estuvo en la mesa principal, las luces se apagaron y la música cambió a Barry White, My First, My Last, My Everything. El foco iluminó la puerta vacía. ―Damas y caballeros ―anunció el anfitrión―. Párense conmigo por favor, y den la bienvenida a los recién casados, el Sr. y la Sra. Moreno. Todo el mundo estaba en de pie cuando Sarah y Ángel entraron por la puerta. Aplausos y ovaciones los saludaron. Ni siquiera habían llegado a la mesa cuando los vidrios empezaron a tintinear. No es que Alex no hubiese visto lo suficiente a estos dos besarse ya, pero igualmente, se volvió para ver a un Ángel sonriente y a su novia ruborizada, besarse tiernamente. Una vez más, todo el mundo aplaudió y la fiesta estuvo en marcha. Alex se sentó en la mesa principal mientras Valerie se acercó a hablar con su padre y su madrastra. Se sentaron en la misma mesa con sus padres y la madre de Sarah.

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―Tengo a alguien bueno para ti ―dijo Romero mientras tomaba el asiento destinado a Valerie junto a Alex. ―¿Quién? ―Alex echó un vistazo para asegurarse de que Valerie seguía sentada con su padre. ―Es un poco turbio. Este hombre hace el trabajo de inteligencia para el gobierno. Pregunté por ahí, y es el mejor que hay para este tipo de cosas. Estos trabajos que hace, son estrictamente infames. Pero hay una razón por la que está dispuesto a asumir el riesgo. ―Las cejas de Romero se levantaron en señal de advertencia.

Alex esperó al inconveniente. ―No es barato. Estamos hablando de grandes cantidades de dinero Alex, y no hay garantía de que… ―Hazlo. No me importa lo que cueste. ―Los ojos de Alex estaban todavía en Valerie, ahora en su camino de regreso a la mesa―. Necesito el mejor. Haz lo que tengas que hacer. Romero se puso de pie cuando la vio venir. Puso su mano sobre el hombro de Alex. ―Dalo por hecho. Alex sonrió mientras Valerie llegaba a su silla. Ella se inclinó, con la mano en su muslo. ―¿Por qué es esa gran sonrisa? Alex puso su mano sobre la de ella y la apretó. ―¿Te he dicho hoy lo hermosa que eres? Valerie se llevó la mano a la cara y apoyó su mejilla contra ella. ―Sí, en realidad, un par de veces. ―Ella sonrió, poniendo su mano hacia abajo, en el muslo―. Pero puedes decirlo todo lo que quieras. No me importa. Alex movió su silla más cerca de la de ella, con la mano libre, y la besó. ―Eres tan hermosa. Las copas comenzaron a tintinear de nuevo. La atención de Valerie fue hacia Ángel y Sarah. ―Se ven tan felices. ―Lo son. ―Alex aprovechó el momento―. Así que, ¿es esto lo que quieres? Valerie ladeó la cabeza. ―¿Qué quieres decir? ―¿Una boda como esta, con todas las campanas y silbidos?

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Pareció pensarlo por un momento. ―No lo sé. Nunca he pensado mucho en ello. Probablemente porque nunca le había dado mucha esperanza. Le apretó la mano, de pronto molesto consigo mismo. ―Bueno, empieza a pensar en ello.

Sus ensaladas llegaron, deteniendo la conversación por el momento. Alex recorrió la estancia por quinta vez desde que llegaron. Todavía se preguntaba si Bruce había estado realmente en el restaurante la noche anterior. Como el lugar estaba abarrotado, podría haber logrado con facilidad, mezclarse entre la multitud. La firma de Romero había aumentado a doce empleados ahora, y Alex los había contratados por esta noche. Por si alguien preguntaba, por qué tanta seguridad, pero sobre todo por si Valerie sospechara, hizo que todos se vistieran de acuerdo a un papel. Algunos lucían como camareros. Otros vestidos como invitados. Con Valerie a su lado toda la noche, Hank estaba en patrulla a pie en la planta baja. Como el único de los chicos de Romero sabía cómo lucía Bruce, era exactamente dónde Alex lo quería. Su escaneo se detuvo en la pintura que estaba sobre un caballete cerca de la entrada. Se inclinó hacia Valerie. ―¿Viste la pintura de Ángel y Sara? Eche un vistazo mientras entramos, pero es una muy buena pintura de ellos dos. Valerie se volvió hacia él con una expresión extraña, y luego sonrió. ―Pinté eso. Alex la miró por un momento, sin saber si hablaba en serio. Ella sonrió, su cara se puso un poco carmesí. ―¿En serio? Asintió. Sí, ella definitivamente estaba sonrojada. Alex se puso de pie. ―¿Adónde vas? Alex le devolvió la mirada, aún no estaba seguro de qué pensar. ―En serio, ¿pintaste eso? ―Sí. ―Su cara enrojecida se iluminó aún más. ―¿Por qué te avergüenzas?

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―No lo sé. Siéntate, me estás poniendo nerviosa. ―No. Tengo que verla mejor ahora. Ven conmigo. ―Le tomó la mano. Ella vaciló por un segundo, pero luego se puso de pie. Se acercaron a la entrada, parando un par de veces para saludar a algunos de los invitados y familiares. Cuando llegaron a la pintura, Alex no podía apartar los ojos de ella. Era increíble, con detalles extraordinarios. Incluso había agarrado el brillo de enfermo amor, en los ojos de su hermano. Había visto algunas de las pinturas de Valerie en el pasado, pero ninguna de ellas ni siquiera estuvo cerca de esto.

―Valerie, esto es increíble. ¿Por qué no me dijiste de esto? Ella inclinó la cabeza mirando a la pintura. ―Iba a traerla de vuelta a tu casa esta mañana para envolverla. Te la habría mostrado, pero no podía esperar a que Sarah la viera. Por lo tanto, se la mostré a ella la noche anterior y, bueno… se volvió loca cuando la vio y dijo que quería que se mostrara en la boda. Alex dejó pasar el comentario de tu casa, pero sí dijo: ―¿Cómo es que no lo trajiste a casa? ¿Has estado yendo de nuevo al apartamento para trabajar en él durante todo este tiempo? Por primera vez desde que habían estado de pie allí, ella apartó la mirada de la pintura y se volvió hacia él. ―No, ha estado terminado por semana. ―Se encogió de hombros―. Estaba nerviosa, supongo, de mostrarla a todo el mundo. Isabel ni siquiera lo había visto. ―¿Es eso cierto? ¿No se lo habías mostrado a nadie hasta ayer por la noche? ―Alex volvió a la pintura. Realmente era una obra de arte. No tenía idea de que Valerie tuviera todo esto en ella. ―Bueno… Alex trajo su atención de nuevo a ella cuando no terminó. Miró a su alrededor, de repente visiblemente nervioso. Bruce inmediatamente vino a la mente. Alex siguió su mirada, pero ella no parecía estar mirando a nada en particular. Le apretó la mano. ―¿Qué es? Sus ojos se encontraron por un segundo y luego se fueron a la pintura de nuevo. ―Luke lo vio.

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Alex dejó eso pasar, y trató desesperadamente de no dejar que el malestar de esas tres pequeñas palabras, se manifestaran. ―¿Lo hizo? ―Una pareja mayor se acercó para echar un vistazo a la pintura. Alex y Valerie se trasladaron fuera del camino―. ¿Cuándo fue eso? Ellos comenzaron caminar de regreso a la mesa, y Valerie habló mientras miraba alrededor de la habitación. ―El día que Bruce intentó abrirse paso en mi apartamento. ¿Recuerdas que te dije que estaba recogiendo una pintura que quería que me enmarcaran? ―Lo miró.

Alex asintió, pero no dijo nada. ―Luke llamó, y cuando dijo que estaba en la zona, me preguntó si podía pasar por allí y echar un vistazo. Estuvo allí por diez minutos. Con todo lo que pasó, pensé que tal vez podrías alterarte aún más. A pesar de que no fue nada, no lo mencioné. Llegaron a su mesa, y Alex sacó su silla. Una vez que estuvieron sentados, le tomó la mano y se la besó. ―No hagas un hábito de mantener cosas de mí, solo porque crees que me podrían molestar. Me alegro que me dijeras. ―Besó sus labios―. La pintura es hermosa. Se alegró de que por fin se hubiese sincerado al respecto. Pero la inquietud de Alex sobre ella trabajando con Luke acababa de llegar a una nueva altura. Le apretó la mano y trató de no dejar que esto cambiara su estado de ánimo. Tanto trabajo había puesto en esta boda, que quería ser capaz de disfrutar de ella. Con el primer baile terminado y todas las otras danzas tradicionales fuera del camino, era el momento para lanzar el ramo. Debido a que Valerie era la dama de honor, llegó a estar en centro de primera fila. Tocaron el redoble de tambores contando a partir de cinco. Todas las solteras se prepararon. Cuando llegaron a dos, Sarah se dio la vuelta. En lugar de tirarlo por encima de su cabeza, se lo tiró a Valerie. Valerie se sobresaltó, pero se las arregló para aferrarlo. Algunos se burlaban, otros se rieron. ―Oye, es la reina de esta noche. Tiene permitido hacer lo que quiera ―bromeó el anfitrión de la boda en el micrófono. Sarah le hizo un guiño a Alex, y él le sonrió a Valerie. Surtía efecto conocer a personas en altas esferas. Alex se lo pidió cuando fue su turno para bailar con Sarah. Al saber lo que eso significaba, Sarah se había emocionado ante la sugerencia. Valerie le mostró el ramo a él con una sonrisa cuando lo alcanzó.

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―¿Supongo que no tuviste nada que ver con esto? Alex fingió consternación por la mera sugerencia. Valerie se echó a reír. ―Son tan malos. Las formalidades casi habían terminado. Sarah y Ángel se pusieron junto a la torta de boda, con los fotógrafos sacando fotos, ya que cortaron la primera rebanada. Alex estaría encantado cuando los fotógrafos terminaran finalmente sus funciones. Nunca había posado tanto en su vida.

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Con todo, la boda había sido un éxito, y el servicio, incluso para una boda de esta magnitud, había ido sobre ruedas. Deslizó su brazo alrededor de Valerie y la acercó. Ahora, con la boda fuera del camino, podría centrarse en lo que realmente necesitaba ser atendido: Bruce.

Traducido por Lililamour, Helen1 y Fanny Corregido por flochi

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esde la noche antes de la boda, no habían sabido nada de Bruce. Alex no quería correr ningún riesgo. Después de escuchar acerca de los descansos para mear de Hank, tuvo a Romero añadiendo otro hombre para vigilar a Valerie. Steve era un ex-policía y se suponía que uno de los mejores. Con Ángel y Sarah de luna de miel en Cabo, Alex sintió que era seguro esperar hasta que regresaran para hablar con él sobre eso. Sólo esperaba conocer para entonces lo suficiente sobre este tipo para atraparlo. Mientras tanto, le había dejado saber a Sofía del acosador de Valerie, dejando algunos de los detalles más alarmantes fuera. Le hizo prometer que le diría si notaba algo fuera de lo normal, sin importar lo insignificante que pensara que era. Por el momento, no sentía necesario tener a alguien cuidando de ella, pero si tuviera que hacerlo, lo haría. La idea de Bruce persiguiendo a su familia lo enfurecía. Salió de la trastienda y entró al restaurante. Sal estaba en una cabina con un par de chicos jóvenes, había estado entrevistando empleados potenciales toda la mañana. Con Sarah y Ángel fuera durante la semana y un par de empleados de baja por enfermedad, el restaurante realmente estaba sintiendo el impacto.

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Ahora que el restaurante de Ángel y Sarah estaba proyectado para ser instalado y puesto en funcionamiento antes de finales de año, Alex no sólo estaba perdiéndolos, también se estaban llevando con ellos algunos de los cocineros experimentados, camareras y camareros. Su padre dijo que necesitarán toda la ayuda que puedan conseguir hasta que pongan las cosas a funcionar sin problemas. Alex esperaba escoger un mínimo de diez nuevos empleados antes de esa fecha, y estaba contento de que Sal estuviera ahí para ayudar con las entrevistas. Romero entró por la puerta principal, sonriendo. Alex lo había estado esperando. Obviamente tenía noticias, finalmente. ―Este tipo es un escritor ―dijo con una sonrisa enorme.

―¿Un escritor? ―Le gusta documentar todo. ―Tomó asiento en el bar y golpeó la barra solicitando servicio. Alex caminó detrás de la barra. ―¿Quieres cerveza? ―Nah, todavía estoy trabajando. Sólo dame un refresco. ―Tamborileó con los dedos sobre la barra―. Así que este tipo tiene diarios. Diarios en línea. Algunas de las entradas son públicas pero la mayoría de las que hablan de Valerie no lo son. Alex dejó lo que estaba haciendo. ―¿Está escribiendo sobre Valerie? ―Oh sí, amigo, el tipo está obsesionado. Alex sabía eso, pero escuchar que Bruce estaba escribiendo cosas sobre Valerie en internet todavía era perturbador por decir lo menos. ―Si no es público, ¿cómo sabes lo que está escribiendo? ―Le entregó el refresco. Romero le dio una mirada antes de tomar el vaso. ―Alex, te dije que este tipo podía entrar en la cuenta bancaria de Bruce si quería. Un diario en línea no es nada. ―Entonces, ¿sobre qué está escribiendo? ―La mayor parte es una tontería. Pero el Sr. X me asegura que llegamos a una mina de oro. ―¿Quién diablos es el Sr. X? ―El tipo que hace toda la investigación. No sé su nombre real de modo que así es como lo llamo. ―Espera. Le estoy pagando a este tipo un dineral, ¿y ni siquiera sabes su nombre? ¿Qué pasa si sólo está alimentando un montón de mierda?

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Romero se le quedó mirando, molesto. ―Está altamente recomendado por una muy confiable fuente. Nunca te habría encaminado mal. ¿Qué, crees que soy idiota o algo así? Alex intentó una sonrisa, pero estaba demasiado encabronado. ―¿No podrías haber llegado con algo mejor que el Sr. X? Romero frunció el ceño.

―¿Quieres oír el resto de esto o no? Alex asintió apoyándose contra la encimera trasera del bar, cruzando los brazos frente a él. ―Como sea, el Sr. X dice que cualquier tipo de documentación es la mejor manera de entrar en la cabeza de este tipo. Es por eso que se fue en busca de ella para empezar. Acosadores y asesinos seriales son conocidos por ser planificadores compulsivos. Esto definitivamente ayudará si es lo suficientemente estúpido como para escribir lo que está planeando hacer. Así que, ahí es hasta donde ha llegado. El problema es que no es así de estúpido. ―Tomó un largo trago de refresco. Alex esperó impacientemente. Siempre tenía que haber una maldita trampa. Después de casi terminar todo el refresco Romero puso el vaso en la mesa, eructó y luego continuó―: Estos diarios, en algunos casos blogs, no han sido fáciles de encontrar. No están a su nombre, por supuesto. Utiliza diferentes correos electrónicos para montarlos. Si estuviera escribiendo de un solo ordenador, sería fácil. Acabaría de hackear la computadora y obtendría todo lo que hace a través de ella. Pero no lo hace así. Va de un ordenador a otro, la mayoría en lugares públicos como bibliotecas y ciber cafés. ―Entonces, ¿cómo sabemos que incluso es él escribiéndolos? ―Confía en mí, Alex. El Sr. X lo sabe. Cambia la contraseña en los blogs de los diarios con bastante frecuencia, pero no la dirección de correo electrónico que utiliza para entrar en ellos. El Sr. X dice que eso es bastante arrogante de su parte debido a que las contraseñas son una obviedad para hackear. Con la misma dirección de correo electrónico, el Sr. X puede permanecer en su rastro. ―¿Puedes por favor dejar de llamarlo así? Suena tan estúpido. Romero se bebió el resto del refresco. ―¿Qué es estúpido sobre el Sr. X? Alex puso los ojos en blanco.

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―No importa, ¿qué otra cosa encontró? ―Básicamente, eso es lo principal. Pero parece pensar que es bastante significativo. Va a regresar todo el camino hasta donde Valerie conoce por primera vez al tipo. Dices que fue hace más o menos un año, ¿verdad? El mismo enfado que había sentido consigo mismo cuando se enteró de que Valerie había conocido al fulano semanas después de romper las cosas con él penetró. Se sentía completamente responsable ahora de que hubiera conocido a este psicópata.

―Así que está cavando en eso. Dice que ayuda a descubrir lo que motivó a este tipo a venir tras ella por la manera en que entró en primer lugar. También, menciona amigos y conocidos en las entradas. Eso podría guiarnos a donde se podría estar quedando. Alex masticó todo lo que Romero acababa de echar sobre él, con los brazos todavía firmemente cruzados sobre el pecho. ―¿Cuánto tiempo va a tomar antes de que sepamos algo más? ―Está muy cerca. Te digo que es bueno. Pero hay mucho que dice que tiene que tamizar. Por cada pista que encuentra, hay un montón de basura inútil que tiene que leer. ―Se puso de pie―. Tan pronto como sepa más te lo haré saber. ―Tamborileó los dedos sobre la barra―. Me tengo que ir. ―Empezó a alejarse. Alex asintió perdido en sus pensamientos. Romero se detuvo y se dio la vuelta―. ¿Alguna vez te enteraste para qué era la reunión de Valerie con Luke la mañana de la cena de ensayo? Alex salió de su estupor. ―Sí, tenía que darle las llaves de algunas propiedades que él iba a mostrar, pero eso es todo lo que dijo. ―¿Mencionó algo sobre él estando en su departamento? Había intentado empujar ambos incidentes al fondo de su mente, pero la verdad todavía estaba carcomiéndolo. ―Pasó por ahí para darle un vistazo a la pintura. ¿Por qué? Romero lo estudió por un momento. ―Hank no estaba seguro de si valía la pena mencionarlo, así que dijo que lo dejaría en mis manos. ¿Sabías que tuvo un desayuno con Luke ayer y esta mañana? Sus brazos todavía cruzados delante de él, Alex los apretó aún más fuerte. Valerie se había lanzado fuera de la casa ambas mañanas alegando que no tenía tiempo para el desayuno. ―No, no lo sabía.

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Romero no dijo nada por un momento, luego se encogió de hombros. ―No lo sé. Tal vez soy sólo yo. Si Izzy estuvo desayunando con un ex dos días seguidos y no me dijo sobre eso, tendría un problema con ello. Pero Valerie trabaja con el sujeto, así que… lo que sea. Sólo pensé que me gustaría mencionarlo. Se dirigió hacia la puerta. Alex podía sentir el tamborileo de su pulso en sus oídos mientras veía salir a Romero. La imagen de Valerie y Luke abrazándose y tomándose de las manos en la mañana del ensayo lo asaltó. Eso se suma al hecho

de que ella lo había elegido a él, de todas las personas para mostrarle la pintura, esto realmente trajo una seria pregunta a su mente. ¿Era posible que ella restara importancia a su relación con Luke y sus sentimientos hacia él eran más profundos de lo que estaba admitiendo?

Cuando Luke llamó a Valerie a principios de semana para decirle que quería hablar con ella acerca de algo muy importante, Valerie casi lo rechazó. Él quería hacerlo fuera de la oficina para evitar que alguien oyera o comenzara a especular. No tenía ni idea sobre qué quería hablar, él se limitó a decir que era totalmente relacionado con el trabajo. Sabía cómo Alex se sentía acerca de Luke. Él sin duda tendría un problema con ella por reunirse con él fuera de la oficina, pero si era realmente relacionado con el trabajo tendría que acabar por entender. Después de desayunar con él la primera vez, se alegró de haberlo hecho. Corporate estaba estudiando la apertura de otra oficina en el área de La Jolla. Le preguntaron a Luke si había alguien que pudiera recomendar para manejarlo, y dijo que la única a la que él consideraría era Valerie. Aunque había unos pocos con más experiencia que Valerie en la oficina, dijo que ninguno tenía el empuje y dedicación, pero lo más importante, la resistencia que ella tenía. No había nadie más que pudiera recomendar que realmente creyera que podía manejar toda una oficina, ni tampoco creía que ninguno de ellos querría.

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Esto no quería decir que iba a conseguirlo con seguridad. Luke no era el único al que se le pidió recomendaciones. Pero tenía que hacerle saber lo antes posible, ya que estarían comenzando el proceso de entrevistas pronto. Habría otros considerados también. Valerie le dijo que consultaría con la almohada y volvería a él con la respuesta. A la mañana siguiente, y después de darle vueltas con su padre e Isabel, estaba convencida de que sin duda sería un buen paso en su carrera. Se había encontrado con él otra vez, segura que cuando le dijera a Alex que podría no estar trabajando más con Luke, él estaría dispuesto a pasar por alto su encuentro con él fuera de la oficina. No iba a tocar el tema por el momento. Estarían entrevistando a todos los candidatos recomendados pronto. Luke mencionó que podía entrenarla. Eso sin duda significaría más tiempo a solas con él, y no necesitaba a Alex obsesionándose con eso.

Justo la noche anterior, Alex sacó el tema de Luke de la nada. Obviamente, el hecho de que ella veía a Luke cada día aún lo molestaba. Como siempre hacía cuando Alex sacaba a colación a Luke, trató de cambiar de tema. Pero anoche Alex probó un poco más de lo habitual. Ella se aseguraría de que cualquier entrenamiento se hiciera en la oficina. No le hacía falta añadir más leña al fuego. Valerie se sentó en su escritorio sintiéndose agotada. Decidiendo retirarse temprano hoy y volver a casa, comenzó a empacar las cosas. Luke se inclinó hacia su cubículo mientras empujaba su portátil en su maletín. ―¿Sales ya? ―Sí. ―Se echó hacia atrás en su silla―. Ha sido un día productivo, pero aburrido de escribir contratos. He terminado. Luke estaba a punto de decir algo cuando sonó el teléfono. Ella leyó el identificador de llamadas y levantó su dedo en un gesto para que Luke esperara. Su madrastra no la llamaba muy a menudo, y cuando lo hacía, era por lo general sobre su padre. ―Hola Norma. ―Valerie, tu padre colapsó. ―Estaba desesperada―. Los paramédicos están en camino. El corazón de Valerie casi se paró, y su mano de inmediato saltó a su boca. ―Oh, Dios mío, ¿está respirando? ―Sí, pero apenas. ―Valerie oyó voces y luego oyó a Norma gritar―. ¡Aquí! ¡Vengan pronto! Un peso devastador se empujó contra el pecho de Valerie. Estaba sucediendo de nuevo. Su padre estaría en el hospital. Apenas podía mantener su propia respiración. Le temblaba la mano ahora. Se puso de pie, yendo a tientas a su escritorio por sus llaves. ―¿A qué hospital lo están llevando? ―lloriqueó.

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Tiró su teléfono sobre el escritorio tan pronto como colgó y siguió buscando sus llaves. ―¿Qué es, Valerie? ―exigió Luke―. ¿Quién va a ir al hospital? ―Mi padre ―dijo entre sollozos, tratando controlarse―. ¿Dónde están mis malditas llaves?

desesperadamente

―Probablemente en tu cartera, pero no puedes manejar así, Val. ―¡Tengo que hacerlo! ―Valerie agarró su bolso y sacó sus llaves.

de

Después de que algunas otras personas en la oficina que escucharon a Valerie insistieron que no podía conducir, Luke se apresuró a tomar sus propias llaves. ―Vamos. Te llevaré. Ambos salieron corriendo hacia el estacionamiento. No fue hasta que estaban a mitad de camino que se dio cuenta de que había dejado su teléfono en su escritorio. ―Maldita sea. ―¿Qué? ―Luke iba rápido, desviándose a veces. ―Dejé mi teléfono en la oficina. Luke sacó el suyo de la funda de su cinturón. ―Aquí, usa el mío. Ella lo tomó y llamó a su madrastra. ―¿Cómo está? ―Lo acaban de llevar dentro. ―Norma sonaba tan emocional como Valerie se sentía―. Oh, cariño. ―Su voz se quebró y sollozó―. Piensan que pudo haber sufrido un derrame cerebral. ―¡No! ―Jadeó Valerie sintiendo como si su corazón se había detenido. ―Ven aquí rápido, cariño. Estoy muy asustada. ―Valerie nunca la había escuchado así. Cuando colgó, enterró el rostro entre las manos. ―Todo va a estar bien, Val. ―No. ―A ella no le importaba que estaba llorando como un bebé―. Piensan que tuvo un derrame cerebral. Luke no dijo nada, simplemente presionó el acelerador. Valerie dejó caer el teléfono en su regazo y lloró impotente en sus manos.

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―Por favor, Dios, deja que esté bien ―repitió una y otra vez. Luke la dejó en la entrada a la sala de emergencias. Ella ya se había quitado los zapatos en el coche para que pudiera correr tan pronto como saliera por la puerta. Apresurándose a través de las puertas, buscó a Norma y de inmediato vio a la mujer con los ojos enrojecidos. Se lanzaron la una a la otra y se abrazaron. ―Su respiración es estable, y lo están poniendo en terapia intensiva. ―Oh, gracias a Dios. ―Lloró aún más ahora apretando fuerte a Norma.

―Pero aún no está fuera de peligro. Lo están vigilando realmente cerca. Sigue inconsciente. Todo el cuerpo de Valerie se sacudió. Fue entonces cuando ella lo sintió. Su estómago se revolvió. Miró a su alrededor. ―¿Dónde está el baño? ―¿Por qué, qué pasa? ―preguntó preocupada Norma. ―Voy a vomitar. Esperando las arcadas de nuevo, Valerie se sorprendió al vomitar todo su almuerzo y desayuno. Se quedó sin aliento contra la caseta del baño. Odiaba cómo su cuerpo reaccionaba a sus emociones. Después de lavarse volvió a la sala de espera. Luke estaba allí ahora. Ella le explicó la condición de su padre y luego se volvió hacia Norma. ―¿Cuándo podremos verlo? Norma sacudió su cabeza y explicó: ―Dijeron que tan pronto como lo acomoden en su cuarto, pero tal vez tarde un rato. Valerie revisó su reloj. Casi eran las seis. Alex estaría temprano en casa esta noche. Se lo había dicho esta mañana. ―¿Quieres regresar a la oficina y buscar tus cosas? ―Luke también comprobó su reloj. ―No, no me voy hasta que lo vea. ―Pensó en llamar a Alex desde el teléfono de Norma, pero sabía que él se apresuraría a llegar y no quería que Luke estuviera ahí. Ya había estado bajo mucho estrés estando en el mismo cuarto con ellos la noche de la degustación de vinos. La última cosa que necesitaba era pasar por eso de nuevo, especialmente ahora―. Puedes irte si quieres, Luke. Tal vez esté aquí toda la noche.

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―No, me quedaré un rato. También quiero asegurarme que él esté bien. ¿Te encuentras bien…? ―Sus ojos se trabaron por un momento. Valerie apartó la vista, molesta. ¿Alguna vez él iba a parar de hacer eso? Norma tomó asiento en la sala de espera. No había manera de que Valerie pudiera sentarse cuando estaba preocupada. Así que se paseó, y Luke paseó con ella, por momentos acariciaba su espalda para reconfortarla.

Cuando finalmente terminó con la nómina, Alex le mandó un mensaje a Valerie. ¿Puedes hablar? Se estaba sintiendo un poco culpable por la noche anterior. Había sido un poco brusco después de conseguir que tratara de hablar sobre Luke cuando ella no mencionó nada sobre haber desayunado con él. Casi se duermen sin hacer el amor. Casi. Romero entró en la oficina, cerrando la puerta detrás de él y jalando una silla, tenía un pequeño bloc de papeles en la mano. ―Esto es mucho peor de lo que pensamos. Alex se tensó. No había esperado a Romero hoy. Esto tenía que ser malo. ―No he tenido oportunidad de ver todo lo que me mandó, pero hay algunas cosas que deberías saber en este instante. ―Abrió el bloc en su mano―. Primero que nada, Valerie cree que conoció al tipo, y luego él se obsesionó con ella, ¿cierto? ―Alex asintió sin entender, y Romero continuó―. Bruce lo planeó. La ha estado siguiendo mucho antes de eso. Trabajó en el laboratorio de cómputo en su universidad. Ahí fue donde la vio por primera vez. Él estaba ahí, Alex, la noche que te encontró con tu tutor. Él vio todo. Luego esperó para acercarse a ella y conquistarla. Sabía que ella estaba vulnerable y se aprovechó de eso. Cada cabello en el cuerpo de Alex se puso alerta. ¿Bruce había estado acechando a Valerie por años? Romero miró a su bloc de nuevo. ―Sus entradas son especialmente rencorosas cuando escribe sobre ustedes haciéndolo. Como la noche que te fuiste de la fogata con Valerie, esa fue la primera noche en la que regresaron, ¿verdad? Él estaba furioso. ―¿Él nos vio?

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Romero levantó sus ojos de su bloc. ―Supongo. No escribe sobre lo que vio pero definitivamente sabía que ustedes lo habían hecho. Tal vez esto haga que te encabrones un poco pero es importante. La única vez que en realidad escribió y cito “casi la mato hoy” fue la mañana siguiente después de la primera vez que durmió con Luke. Se quedó toda la noche fuera de la casa de Luke y la siguió a su casa a la mañana siguiente. Estaba tan encabronado porque él había salido con ella casi un mes y nunca durmió con ella y luego comenzó a salir con Luke y a las dos semanas, se la había tirado. Romero pudo haberle dado una patada voladora en la tripa porque eso fue lo que se sintió. Literalmente sintió el aire salir de él. No estaba seguro de qué era

peor, que Bruce en realidad haya considerado matarla, o la visión de ella durmiendo con Luke. Tragó con fuerza. El pulso en sus oídos latía con fuerza. Pestañeó, agradecido de que estuviera sentado, porque pensó que podría estar mareado. Romero nunca había sido del que molestaba solo por gusto. Seguro que esta ocasión no lo había hecho. La mente de Alex seguía atorada en esas últimas siete palabras. En la segunda semana se la tiró. ―¿Escuchaste lo que dije? ―No ―ladró Alex. ―Él está más colgado con Luke de lo que lo está contigo. ―¿Y por qué sería eso? ―Casi que Alex no quiso saber, pero tenía que hacerlo. ―Porque tú la engañaste, y Valerie le dijo que estaba enamorada de Luke. Esto fue antes de que ustedes regresaran. Tal vez le dijo eso sólo para sacárselo de encima. Él aún está tratando de averiguar por qué está contigo ahora. Pero se ha dado cuento de las reuniones discretas de Valerie y Luke y se está poniendo frenético por eso. Alex apretó los dientes. Ahora eran dos los que estaban frenéticos. Su teléfono sonó. Era Hank. La única vez que Hank llamaba era si… Alex agarró su teléfono y se puso de pie. ―¿Qué pasa, Hank? Romero estuvo de pie junto a Alex en el momento en el que escuchó el nombre de Hank. ―¿Has hablado con Valerie? ―No, ¿por qué? ―Bueno, no creo que le haya pasado algo a ella, pero solo pensé que tal vez querrías saber que está en la sala de emergencias.

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Su estado de ánimo homicida, fue rápidamente remplazado con terror, luego con molestia. ―¿A qué te refieres con que no crees? ¿No estabas viéndola? ―Sí, lo estaba. Estaba justo afuera de su oficina. También Steve. Salió con ese tipo Luke y se metieron a su coche. Así que, los seguimos. La dejó en la sala de emergencias y ella entró apresurada. ¿Apresurada?

―¿Esto sucedió ahora mismo? ―Hace como quince minutos. ―¿Y apenas me estás llamando? ―La voz de Alex tronó. ―Bueno, Luke se estacionó y no parecía demasiado preocupado cuando entró. Así que no sabía que pensar. Alex cerró sus ojos con fuerza y respiró hondo. ―¿Cuál hospital, Hank? Después de colgar con Hank, Alex le dijo a Romero lo que estaba pasando. Llamó a Valerie unas cuantas veces. Cada vez fue a su correo de voz. Sintiéndose cada vez más molesto, agarró sus llaves y se dirigió hacia afuera. ―¿Vas a decirle sobre Hank y Steve? ―Romero conocía muy bien a Alex para saber a dónde iba. ―Si tengo que hacerlo. ―¿Estás seguro que es una buena idea? Alex no estaba seguro, pero estaba cansado de los juegos de adivinanzas. Llegaría al fondo de esto hoy. ¿Por qué estaba Valerie en la sala de emergencias sin contestar su teléfono? Y lo más importante, ¿por qué carajo estaba Luke con ella? ―Mejor voy contigo. ―Romero se apresuró a llegar a su lado. Alex pasó a Sal en su salida. Éste lo siguió fuera de la puerta trasera mientras Alex le explicaba que iba a estar fuera por el resto del día y se subió a su camioneta. Romero saltó en el asiento del copiloto. Entre más pensaba en Valerie y Luke, más ganas tenía de golpear algo o a alguien.

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Tal vez era algo bueno que Luke estuviera en la sala de emergencias. Podría ser útil.

Traducido por Jadasa Bo Corregido por Nanis

A

lex intentó el teléfono de Valerie de nuevo. Con un gruñido, colgó cuando de nuevo fue al correo. ¿Por qué demonios no respondía? Tal vez estaba herida. El temor reptó a través de él, dominando cualquier otra emoción. Aceleró. De repente, nada más importaba. Sólo tenía que asegurarse que estaba bien. Se detuvieron en el estacionamiento y saltó tan rápido como estacionaron. Ambos se apresuraron a través del estacionamiento, el corazón de Alex latiendo en su pecho. Los vio antes de entrar en la sala de emergencias a través de las puertas correderas de cristal. Estaban uno frente al otro, pero dándole la espalda, ella parecía estar bien. Entonces sucedió. Fue sutil o discreto como Bruce lo expresó tan bien. La mano de Luke tocó su cuello. Valerie dejó caer su cabeza hacia atrás y él le masajeó. Alex se sentía listo para matar, de nuevo. Las puertas correderas se abrieron. Romero debió haber percibido la necesidad de interrumpir el masaje del cuello de Valerie. Se aclaró su garganta excesivamente fuerte. Tanto Luke como Valerie giraron al mismo tiempo. La expresión de Valerie no estaba ocultando el desconcierto, pero en Luke sobre todo el malestar.

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―¿Qué es esto, Val? ―Finalmente, los celos manifestándose, haciéndose cargo de cualquier tipo de autocontrol o sentido común que Alex podría haber tenido normalmente. No pensaba más lógicamente, pero no le importaba―. ¿Por qué demonios están sus manos sobre ti? Romero dio un paso cauteloso entre Alex y Luke. Valerie miró a su alrededor. Alex sabía que la gente estaba mirando. No le importaba. Lo único que le importaba era que tenía la verdad. Había dormido con este chico y mintió al respecto. ¿De verdad esperaba que estuviera de acuerdo con ella estando cerca de él todo el día, tocándola cuando le daba la gana? Como el infierno. ―¿De qué estás hablando, Alex?

―¿No crees que sé sobre ti saliendo corriendo a encontrarte con él para desayunar dos veces esta semana? Te pregunté anoche acerca de tu día. Me dijiste todo menos eso. ¿Por qué? Valerie irrumpió junto a él por la puerta corredera de la habitación. Alex la siguió. ―No puedo creer que hayas venido aquí ahora para hacerme una escena sobre eso. ¿Cómo supiste que estaba aquí? ―Sólo responde la pregunta, Val. ¿Por qué estás guardando cosas de mí? ¿Por qué él piensa que está bien colocar sus manos sobre ti? ―Cuanto más pensaba en ello, más enojado lo ponía. Luke se quedó adentro, una cosa buena también, porque en este momento Alex podría haberlo estrellado contra la pared y preguntarle en su lugar. Valerie parecía completamente desconcertada. Negó. ―¿Tú sabías y no dijiste nada? ―¡Porque he estado esperando que tú me lo digas, Z! Lo sé todo. Sé que dormiste con él también. Pasaste la noche en su casa. ¿Alguna vez me ibas a decir sobre eso? ―¿¡Qué!? Él terminó con la mierda. Ella se había vuelto loca con él cuando pensó que la estaba engañando. Ahora él tenía todo el derecho. Había demasiadas preguntas sin respuestas. Estaba más allá de muy furioso. Estaba a punto de explotar. ―Cuando te encontraste con él la mañana del ensayo, él sostenía tu mano. ¿Qué mierda fue eso? Valerie lo miró fijamente, sus cejas fruncidas. Alex casi podía ver su mente trabajando. ―¿Cómo sabes eso? ―¡Ellos me dijeron! ―Alex golpeó su dedo hacia el estacionamiento―. Vieron todo, Val.

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Valerie ladeó ligeramente su cabeza y miró hacia el estacionamiento. ―¿Quiénes son ellos? ―¡Los chicos que tengo vigilándote! ¿Puedes responder las malditas preguntas? ¿Por qué estás guardando cosas de mí? Los ojos de Valerie se abrieron. ―¿Me estás espiando?

―No… ―¿Tienes gente vigilándome? ―Tuve que hacerlo, Val. Bruce es peligroso. Si no te hubieran estado vigilando, el día que se presentó en tu apartamento él podría haber… ―¡No lo creo! ¿Por cuánto tiempo? ―Hace un par de semanas. ―Ella se alejó de él, con una mano sobre su boca. Alex la siguió detrás―. ¿Puedes empezar a responder algunas de mis preguntas? Ella se dio la vuelta. ―Entonces, ¿cómo sabes que pase la noche con Luke? Alex se congeló. Hasta ese segundo, había mantenido la esperanza de que fuera alguna especie de malentendido, sólo las invenciones desvariadas de un loco. Tragó saliva. ―Me dijiste que no te acostaste con él. ―Su voz al final era un susurro. ―¡No lo hice! ―¡Alex! Alex giró para ver a Romero parado con la madre de Valerie, Norma. ―Está despierto ahora, Hon. ―Los ojos llorosos de Norma dirigidos hacia Valerie―. Podemos ir y verlo. Se volvió a tiempo para ver el rostro de Valerie desmoronándose, y ella corrió al lado de Norma. Alex se quedó allí, sintiendo como si acabara de correr un maratón, respirando con dificultad, no estaba seguro de lo que estaba ocurriendo. Romero se acercó a él. Valerie desapareció en la sala de emergencias con Norma.

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Romero le puso al corriente sobre el padre de Valerie. Luke le había dicho que ella recibió la llamada en la oficina y se conmocionó. No había estado en condiciones para conducir, así que él manejó por ella. Alex sintió que su estómago tocaba fondo. No había estado allí de nuevo cuando ella tuvo que hacer frente a la salud de su padre. Peor aún, había estallado con ella en el peor momento imaginable.

Traducción SOS por Jadasa Bo e Itorres Corregido por Nanis

A

brumada por un exceso de emociones, Valerie dio un paso silencioso en la habitación de su padre. Los médicos explicaron que el ataque no fue tan malo como primero temían. De hecho, ni siquiera estaban convencidos de que fue un ataque. Valerie respiró hondo. Completamente, había esperado ver a su padre verse tan patético como lo había hecho meses atrás cuando había estado en el hospital. Excepto por el goteo de la intravenosa en su brazo, no estaba conectado a todas las máquinas a las que estaba tan segura que estaría. Se veía más pálido y débil de lo normal. El enorme temor de perderlo seguía allí, pero se rehusaba a romperse delante de él. ―Papi. ―Su voz chirrió mientras levantaba su mano y la acercaba a su mejilla. Los ojos hundidos de su padre siguieron los de ella, pero no dijo nada. Sus dedos apretaron de regreso débilmente. Ella besó su mano y luego agitó su cabello. Al mismo tiempo, se esforzaba por no romperse. ―Te amo. Sé fuerte por mí… por favor. Su mano apretó la suya otra vez. Norma estaba de pie al otro lado de la cama con su otra mano.

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―Vas a estar bien, mi amor. Tienes que estarlo. ¿Quién más va a sacar de quicio a todos mis amigos en el bingo cada semana? Valerie sonrió. Su padre siempre odió ir al bingo con Norma. La única razón por la que lo hacía fue porque había cuestionado sus reglas varias veces, y hablaba acerca de ellos bastante agresivo según Norma. Sólo hizo falta que Norma mencionara una sola vez a algunos de sus amigos del bingo que pidió que lo dejará en casa. Desde entonces, no se había perdido un día. Después de que su papá se quedó dormido, Valerie se sentó a su lado sin soltar su mano. Pensamientos de Alex teniendo que seguirla y, para ser exactos viendo su relación con Luke se estrellaron de regreso. Había sabido todo el tiempo que él había estado molesto por la necesidad de saber más sobre ella y Luke. Pero

nunca se había imaginado que llevaría las cosas tan lejos. Fue una total falta de respeto a su intimidad. ¿De qué otra cosa se hubiera aprovechado? Nunca lo hubiera creído si él mismo no se lo hubiera dicho. Realmente había empezado a creer que podría estar con él para siempre. Que él era perfecto en casi todos los sentidos. Después de haber logrado superar su creencia de que él era un mujeriego que nunca podría comprometerse, ella podría hacer frente a todas sus otras imperfecciones. Algunas personas podrían considerar su personalidad autoritaria un defecto, pero ella lo aceptaba. Era parte de su encanto y estaba acostumbrada a ello. Lo más importante, sabía cómo tratar con ello… con él. O al menos pensó que podría. Nunca pensó que sucedería, pero había cruzado la línea de protegerla y protector a controlador.

Valerie ni siquiera recordaba quedarse dormida, pero se despertó poco después de la una de la mañana, su espalda sintiendo los efectos de la silla en la que había dormido. Su padre estaba profundamente dormido, y también lo estaba Norma, en la otomana que le habían provisto. Se inclinó y besó a su padre en la frente. Salió de la habitación un poco desorientada, pero todavía recordaba de la última vez que su padre había estado aquí la dirección a la cafetería. Necesitaba café. Cuando llegó a la planta baja, no podía creerlo. Alex estaba allí en uno de los asientos a lo largo del pasillo, dormido. Casi pasó de largo, porque no quería despertarlo, luego decidió que bien podría decirle que se fuera a casa. Caminando hacia él, no podía dejar de admirarlo. Incluso mientras dormía en esa silla en la que apenas cabía, era tan magníficamente hermoso. Tan loca y herida como estaba todavía con él, no podía dejar de acariciar su cara antes de despertarlo. Sus ojos se abrieron lentamente. Entonces se agrandaron y se sentó derecho.

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―¿Qué pasó? ―Nada ―susurró. Estaba de pie en un instante. Desaliñado como estaba, estaba alerta. ―¿Cómo está tu padre? ―Está mejor. Los brazos de Alex estaban alrededor de ella en un instante.

―Nena, lo siento mucho. No lo sabía. Tan maravilloso como se sentía tener sus brazos alrededor de ella, el pensamiento de su anterior intercambio estaba todavía demasiado fresco. Se apartó. ―Ahora no quiero hablar de eso, Alex. Se puso en marcha hacia el ascensor, su apetito de pronto se arruinó. Alex caminó junto a ella. ―Nosotros no tenemos que hacerlo. Yo sólo… Valerie, si lo hubiera sabido… ―Olvídate de ello. ―Ella apretó el paso. La realidad de lo que había encontrado anteriormente la golpeó de nuevo. Aún no podía creerlo. Como si ella alguna vez le hubiera dado a él alguna razón para desconfiar de ella. Incluso si lo hubiera hecho, todavía no le daba derecho. Siempre había sabido que Alex era excesivamente temperamental. Había sentido que alguien la seguía todo el tiempo. Y todo el tiempo pensaba que había sido Bruce. La principal preocupación de Alex cuando se presentó en el hospital era Luke. Tenía demasiados detalles acerca de ella y Luke. Como el infierno que sólo estuvo vigilándola. Cómo se atrevía. ―Lo haré por ahora, Valerie, pero realmente tenemos que hablar. Se detuvo justo antes de llegar al ascensor y lo enfrentó. ―¿Hablar de qué, Alex? ¿No lo sabes todo ya? ¿No conseguiste que ellos descubrieran todo lo que tenías que saber sobre mi vida privada? Una enfermera pasaba, y Alex la miró y luego a Valerie, pero no dijo nada. Ella no quería hacer otra escena así que apretó el botón del ascensor. ―Vete a casa, Alex. Voy a estar aquí toda la noche. ―Quiero estar aquí para ti, Valerie. ―Sólo permiten familiares en cuidados intensivos. De todos modos, no puedo estar cerca de ti ahora mismo. ―La puerta del ascensor se abrió y entró. Alex la miró fijamente―. Vete a tu casa.

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―Te amo, nena. Lo siento. Las puertas se cerraron y Valerie sintió que sus emociones cambiaban de nuevo. Aún no podía creer que hizo una cosa así. ¿Cuánto sabía él de su noche con Luke? ¿Honestamente esperaba que le hablara de eso? Las lágrimas rodaron por sus mejillas mientras caminaba lentamente por el pasillo vacío. La traición aun punzando, tomó una respiración profunda, se enjugó las lágrimas, y entró en la habitación de su padre de nuevo.

Alarmado y no del todo seguro de dónde estaba, Alex se incorporó. El sonido sordo continuó. Le tomó un momento darse cuenta de que había caído noqueado en el sofá. La brillante luz del sol entraba a raudales por la ventana. Se quedó quieto y esperó a que sonara de nuevo el teléfono. Venía de debajo de él. Lo alcanzó entre los cojines del sofá y lo sacó. Era Romero. También se dio cuenta que tenía otras llamadas perdidas. ―¿Qué pasó? ―¿Dónde has estado? He estado tratando de conseguir agarrarte. Alex se puso de pie y pasó sus dedos por su cabello. Se dirigió hacia el dormitorio. ―Durmiendo. Estuve despierto la mayor parte de la noche. ¿Qué está pasando? ¿Está Valerie bien? ―Ella está bien, pero el Sr. X puede haber recogido una pista sobre el siguiente movimiento de Bruce. Alex se detuvo. ―¿Cuándo? ―Pronto. No ha mencionado una fecha exacta todavía, pero sigue haciendo referencia a que el día D se acerca rápidamente. Así que, él está comprobando cada pocas horas para actualizarse. ¿Día D? Alex comenzó a caminar de nuevo. Tenía que tomar una ducha e ir a hablar con Valerie de nuevo. Tenía que explicarle todas las cosas. ―¿Está Valerie todavía en el hospital? Romero se quedó en silencio por un momento.

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―No… es por eso que te llamé temprano. Se fue hace una hora. Luke la recogió. Alex se detuvo de nuevo, el tamborileo en su oído comenzando. ¿Qué estaba haciendo? Ahora sabía que él la estaba vigilando. Apretó el teléfono. ―¿A dónde fueron? ―A su oficina, entonces ella saltó en su propio coche y regresó a su apartamento.

―¿Su apartamento? ―Por alguna razón escuchar eso se sentía peor que escuchar que le había pedido a Luke que la recogiera en vez de llamarlo. ―Sí, ha estado allí por un tiempo. Mi conjetura es que se está alistando y luego volver al hospital. Alex pensó sobre ella yéndose cuando había estado alterada. Sabía que estaba loca, pero… ―Avísame a dónde va después. Estaré en la ducha, así que si es en cualquier momento en los próximos minutos, solo deja un mensaje o un texto. Realmente había empezado a sentir como si la estuviera vigilando ahora por otras razones que sólo su protección. Arrojó su teléfono en la cama tratando de conseguir sacar de su cabeza la imagen de ella y Luke, y luego se dio cuenta. Agarró el teléfono de nuevo. Tal vez ella trató de llamarlo antes de llamar a Luke. Ayer por la noche, cuando llegó a su casa, trató de llamarla, y otra vez no había atendido. Se desplazó a través de sus llamadas perdidas. Dos eran de Romero y otro de Sal, ninguna de Valerie. Ya que ella estaba de vuelta en su apartamento, tal vez podría hablar ahora. Alex intentó su teléfono celular. Después del segundo timbre pensó en la manera que las cosas habían estado todo el tiempo que habían estado separados, nunca respondiendo o devolviendo sus llamadas. Al infierno si iban a volver a eso. Nunca más. Para su alivio contestó al tercer timbrazo. ―Oye. ―Ella sonaba deprimida. ―Hola, nena. ¿Estás bien? ―Sí, sólo cansada. Así que, era él, pero por el momento no creía que a ella le iba a simpatizar así que mejor le preguntó: ―¿Dónde estás?

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―Estoy segura de que ya sabes, Alex. ¿O es que ellos no lo revisaron contigo? Bueno, este sin duda no era el mejor momento para preguntarle por qué tenía a Luke recogiéndola en vez de cualquier otra persona. Se quedó en silencio por un momento. ―Sobre eso, Val. Realmente tenemos que hablar. Sé que estás molesta, pero…

―Alex, no quiero hablar de esto. No ahora. Tengo demasiado a que hacer frente en este momento. Alex suspiró sentándose en su cama. No insistiría. Todavía no. ―Está bien… ¿cómo está tu padre? ―Mejor. Cuando me fui, estaban en marcha algunas pruebas. Si todo va bien, hoy puede que lo den de alta. Sonrió, finalmente buenas noticias. Con todo lo que sucedía, lo último que Valerie necesitaba era el estrés añadido de su padre en el hospital. ―Eso está bien, cariño. Me alegra oír eso. ―Casi con miedo de preguntar pero necesitándolo, tomó una respiración profunda―. Entonces, ¿estarás en casa esta noche? ―No. ―¿Qué quieres decir con no? ―No quiso decirlo tan rudo, pero esto era ridículo. Ella no podía correr de regreso a su apartamento cada vez que se enfadaba. Se puso de pie, no podía sentarse más―. Vas a volver… ―Quiero quedarme con mi padre por unos días. El médico dijo que su falta de disciplina a la hora de tomar todos sus medicamentos y su dieta es lo que lo llevó a un hospital. No fue un ataque esta vez, pero el doctor dijo que la próxima vez podría no ser tan afortunado. Si me tengo que quedar allí y ayudar a Norma a mimarlo, entonces eso es justo lo que tendré que hacer. Yo no… ―Hizo una pausa por un momento, Alex la oyó tomar un tembloroso respiró profundo―. No permitiré que esto vuelva a suceder. ―Su voz se quebró juntó con el corazón de Alex. Apretó el teléfono. Maldición, quería estar allí, abrazarla, decirle que todo iba a estar bien. La oyó aclararse la voz. ―Tengo que terminar de arreglarme. Quiero volver al hospital tan pronto como sea posible. ―Nos encontraremos allí.

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―No, Alex. No tiene sentido. Solo estarás sentado en la sala de espera todo el tiempo. Debes estar en el restaurante o al menos conseguir descansar algo. Alex no lo podía creer. Su padre estaba en el hospital, tenía un lunático enloquecido acosándola, ¿y estaba preocupada por él descansando? ―¿Cuándo te veré? Hubo un breve silencio y luego habló.

―Si hoy le dan el alta, te llamaré desde su casa. Si él está listo para las visitas, puedes venir. Alex tomó una ducha extra larga, considerando todo lo que había tomado en las últimas veinte y cuatro horas. No había manera de que iba a discutir con Valerie acerca de quedarse con su papá. Si eso es lo que la hacía sentirse mejor, él no quería nada más. Pero todavía no cambiaba el hecho de que Valerie decidió volver a su apartamento para alistarse en vez de volver al lugar de ellos. Todavía tenía muchas preguntas sin respuestas acerca de ella y Luke. Estaba tratando de mantener la calma, pero sus niveles de irritación ya estaban subiendo, y este día estaba sólo comenzando.

Sal parecía sorprendido de ver a Alex cuando llegó al restaurante. Desde que Romero fue con Alex ayer al hospital, él tenía a Sal yendo a recogerlo. Alex no quería abandonar el hospital. Le había dicho a Sal que probablemente no iría hoy. ―¿Cómo está su padre? ―Mejor. ―Alex se dirigió a la oficina trasera, y Sal lo siguió―. Él va probablemente a casa hoy. ―¿En serio? Romero dijo que fue un derrame cerebral. ―Nah, no era, después de todo. Se veía como uno, él estará bien. ―Alex se sentó en frente de la computadora y movió el mouse.

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Después de actualizar a Sal con lo del padre de Valerie, Sal regresó a más entrevistas. Alex se sintió un poco culpable por dejar toda la contratación a Sal, pero su mente estaba demasiado llena para concentrarse en nada más. El único consuelo era que Sal era malditamente obsesivo, disfrutaba de asegurarse que sólo contrataban a candidatos calificados. Le gustaba ser el encargado de la contratación. El estado de ánimo oscuro de Alex permanecía. Todo parecía molestarle durante todo el día, desde el equipo no siendo lo bastante veloz, a los chicos del autobús riendo un poco demasiado fuerte en la parte de atrás en su descanso. Al final de la tarde, todavía no había tenido noticias de Valerie. Ni siquiera un texto para comprobar cómo iba todo.

Estaba más allá de irritado y listo para golpear, cuando su teléfono sonó y era finalmente el nombre de Valerie en el identificador de llamadas. Así como así, su estado de ánimo cambió y algo de la tensión pareció drenarse. ―Hey Val, ¿ya salió? ―Sí, él está en casa ahora. ―El oír su voz era aún más reconfortante. ―Bueno, me estaba preparando para ir. ―Alex, no creo que sea una buena idea. Acaba de llegar a casa, y parece un poco agotado de todo este suplicio. Tal vez mañana sería mejor. Alex apretó el borde de su nariz y cerró los ojos. ―Nena, realmente necesitamos hablar. ―Lo sé, y lo haremos… mañana ―añadió con firmeza. No tenía más remedio que aceptar. Alex ya había alertado a Romero de la necesidad de tener a alguien fuera de la casa del padre de Valerie en la noche. Manejó a casa lentamente, pensando. Siempre pensando. Cuanto más pensaba en pasar un día más lejos de Valerie, más sentía la tentación de dar la vuelta e ir a la casa de su padre. Sus sentimientos no se verían perjudicados si su padre no salía ante la visita de él. Diablos, ni siquiera tenía que entrar. Todo lo que necesitaba era verla. Sostenerla, aunque sólo fuera por un momento. Lo más importante es que tenía que explicarse, maldita sea. No podía tenerla pensando ni siquiera una noche más que la había estado espiando.

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Sin pensarlo más, dio vuelta en el coche. Ella podría estar molesta porque él acabara de aparecer, incluso podría pedirle que se fuera. Lo haría si eso es lo que ella quería, pero no antes de que lo escuchara. Esta noche. No mañana.

Su padre estaba siendo terco de nuevo. Valerie y Norma querían instalarlo en su habitación y esperarlo. Los médicos le habían dicho que necesitaba descanso. Pero su padre no iba caer sin luchar. Norma dio la bienvenida a la ayuda de Valerie. A través de los años, habían desarrollado un sistema de amigas. Valerie jugó el policía malo, mientras Norma jugó al policía bueno para tratar de apaciguar a su padre cuando se confabularon contra él. Tuvieron que. El hombre era imposible a veces. Como esta noche, que estaba en la sala de estar porque se negó a quedarse en su cama.

―Mira ―dijo él, levantando la manija de su sillón reclinable. Sus pies se levantaron y encendió el televisor con el control remoto―. Hice todo por mí mismo. Ahora ve a traerme una cerveza. Valerie cruzó sus brazos y la miró. ―No eres divertido. Su padre se rió entre dientes. ―Está bien, haz café. ―Te traeré algo de tomar ―dijo Norma, indicando a Valerie que tomara asiento. Valerie se sentó en el sofá más cercano a la silla de su padre. ―No hagas para mí y asegúrate de que sea descafeinado Norma. ―Policía de la diversión ―murmuró su padre. ―Será mejor que lo creas. Y la placa se queda desde ahora en adelante. ―Se acercó y apretó la mano de su padre―. Lo digo en serio, señor. Estás en grandes problemas. Él hizo un gesto con la otra mano en el aire. ―No puedes quedarte aquí e intimidarme para siempre. Ese chico va probablemente a volverse loco, sin ti alrededor. ―Debió haber visto algo en su cara, porque de inmediato llevó la mano hacia abajo y apretó la de ella―. ¿Las cosas no van tan bien? Ella negó. ―Todo está bien. En un instante, el televisor estaba apagado. ―No sé por qué todavía crees que me puedes engañar. ¿Qué te preocupa, calabacita? Lo último que necesitaba era ser una carga para su padre con sus problemas. Estaba con él para asegurarse que se pusiera mejor, no empeorar las cosas.

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―Nada papá, en realidad. Todo está bien. ―¿Qué ha hecho? ―Su padre dejó caer el control remoto en la mesa junto a su reclinable con el ceño fruncido. ―Ves, ya estás enojándote. ―Ella se pasó la mano. ―¿Sigue haciéndose el mismo idiota como antes? ―No. ―Ella le apretó la mano.

―No creas que no me di cuenta que no ha estado presente en todos estos últimos días. No te he visto mucho en el teléfono. ―Él empujó el sillón y se sentó con la espalda recta―. ¿Él desaparece de nuevo? ―No, no. ―Ella le acarició la mano―. No es nada de eso. Siéntate, te estás sobre esforzando. Norma entró en la habitación. ―¿Todo bien? ―No. ―Sí. ―Valerie le lanzó una mirada. Él sabía que no le gustaba hablar de Alex delante de Norma―. Acaba de ser terco nuevamente. Puedo manejarlo. Norma sonrió y negó. ―Alfred, mejor que te comportes. ―Me estoy portando muy bien. Ella es la única que… El timbre sonó, interrumpiendo a todos. Norma se acercó a la puerta y la abrió. ―Alex, entra. ―Alex dijo algo que Valerie no pudo oír―. No seas tonto. No molestarás a nadie. Por favor entra. ―Síp ―su padre estuvo de acuerdo―. Trae tu culo aquí. Valerie le disparó a su padre otra mirada, esta vez una daga. ―¡Papá! ―Bueno, si no vas a decirme lo que está pasando, él sí. Alex casi ocupaba todo el marco de la puerta. ―¿Cómo estás Sr. Zúñiga? ―Muchacho, ¿cuántas veces tengo que decirte que me llames Alfred? Alex le sonrió y luego a su padre.

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―¿Cómo va todo, Alfred? ¿Te sientes mejor? Valerie se movió en su asiento. De alguna manera, pensó que iba a estar más molesta de verlo aquí después de que le había dejado claro que no quería volver a verlo esta noche. En cambio, su corazón se aceleró al verlo. ¿Cómo era posible que hubiera estado tan irritada y dolida con él todo el día, entonces él caminaba aquí y con una sonrisa debilitaba su determinación tan fácilmente?

―Estoy bien. Les sigo diciendo a estos dos ruiseñores de Florencia aquí, pero ninguno de las dos parece escucharme. ―Su padre se sentó en el borde de su asiento―. Escucha, ¿qué pasa con ustedes dos? ¿Juegas con mi niña otra vez? Alex la miró. Norma parecía sentir la necesidad de dejarlos solos. ―Voy a buscar el café. ―Se dirigió hacia la cocina―. ¿Te gustaría una taza de café o algo de beber Alex? ―No, señora. Gracias. Alex esperó hasta que Norma salió de la habitación para responder al papá de ella. Antes de que él pudiera, Valerie habló. ―Papá, te dije. Todo está bien. ―Valerie se puso de pie. Dio unos pasos hacia Alex con ojos suplicantes. Tenía que saber que no querría a su papá preocupándose por ellos en estos momentos. Pero sobre todo, no quería a Alex tratando de explicar la razón de su espionaje. Eso era lo último en lo que quería que su padre tuviera que pensar en estos momentos. Alex tomó la mano de Valerie jalándola suavemente hacia él. ―Las cosas no podrían estar mejor. De hecho. ―Se puso delante de ella poniendo sus brazos alrededor de su cintura―. No estoy seguro de si te haya dicho todavía, pero tengo toda la intención de casarme con ella. ―Él la besó suavemente en la sien―. Tan pronto como diga que sí. Valerie sintió sus entrañas calientes. Alex estaba manipulando la situación. Él sabía que no tendría más remedio que jugar junto con él al pequeño acto de pareja feliz. Su padre miró a Alex con suspicacia. ―¿Es así? ―Por supuesto. ―Alex la abrazó un poco más fuerte, presionando su duro cuerpo contra el de ella. El cuerpo de ella reaccionó como siempre con él, temblando ligeramente.

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Alfred se reclinó en su asiento, pero no parecía muy satisfecho. ―Me dijo que le pediste casarte con ella. Pero, ¿estás seguro de que nada más está sucediendo? Ha estado abatida durante todo el día. ―Sus ojos pasaron de Valerie a Alex―. Sé cuando algo está molestando a mi hija. Valerie acarició el antebrazo de Alex de repente. Esperando que entendiera que no debía ceder, no importaba cuánto sondeó hiciera su papá. ―Probablemente sólo esté preocupada por usted, señor. Estaba muy conmocionada.

Norma entró con la taza de café de su padre. En el momento en que la atención de su padre se alejó de él, ella se aflojó del abrazo de Alex. ―Bueno, ella puede dejar de preocuparse. Estoy bien. ―Su padre tomó la taza de café y pidió a Alex tomar asiento. Se sentó en el sofá, atrayendo a Valerie con él. Alex siempre había estado a gusto con su papá. Incluso cuando ella lo conoció, y su padre hizo a Alex entrar y hablar antes de salir con Valerie en una cita. Alex parecía disfrutar las agallas de su padre. El teléfono de Norma sonó, y se excusó para tomar la llamada. Una vez sentado, Alex tomó la mano de ella entre las suyas, descansando ambas en su grueso muslo. ―¿Así que crees que eres lo suficientemente bueno para casarte con mi niña, eh? ―No estoy seguro de que alguna vez alguien vaya a ser lo suficientemente bueno para Valerie. ―Alex sonrió―. Pero sin duda haré mi mejor esfuerzo para tratar de hacerla feliz. Esta fue la última conversación que Valerie pensó fuera a tener hoy. Afortunadamente, su padre le preguntó a Alex sobre cómo estaba el restaurante. Alex le puso al corriente y le habló de los planes de Sal de convertirlo en una franquicia tan pronto como terminara la escuela. ―¿Qué hay de ti? ¿Tiene planes de terminar la escuela? Valerie sintió a Alex tensarse. Sabía del peso que tenía en sus hombros acerca de no haber terminado la universidad. ―El restaurante ha estado tan bien, papá, que Alex apenas consigue cualquier tiempo libre después de todo. Alex apretó su mano.

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―Contrataré más ayuda. Tan pronto como todos ellos estén entrenados y tengamos el suficiente personal para atender el restaurante un par de días de la semana sin mí, tengo la intención de volver. Su padre parecía complacido. Eso era nuevo para Valerie. Se preguntó cuánto más no había estado compartiendo con ella últimamente. Los pensamientos de él espiándola y husmeando en su pasado con Luke resonaban en su cabeza como el clamor de una campana. Ella trató de soltar su mano de la suya, pero él sólo la sostuvo con más fuerza. Después de una media hora más de hablar, Norma regresó.

―Lo siento por eso. Mi hermana me mantiene en el teléfono tanto tiempo. ―Se volvió hacia Alfred, teléfono todavía en mano―. Luna me pidió que te dijera que te desea una pronta recuperación. ―Hablando de… ―Valerie se puso de pie y Alex se quedó con ella―. Tienes que ir a la cama, papá. No hay trasnochadas para ti, órdenes del médico. Tanto ella como Norma trataron de ayudarlo a levantarse. Él les hizo señas de que mantuvieran su distancia. ―Yo me encargo. Su padre se disculpó, insistiendo en que no necesitaba a ninguna de ellas para quejarse sobre él. Podía meterse en la cama muy bien. Pero Valerie insistió en caminar con él a su habitación. ―Estaré de vuelta, Alex. Se volteó hacia su padre que seguía negando con la cabeza hacia ella y sosteniéndolo de su codo.

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―Vamos, señor.

Traducido por Little Pig e Itorres Corregido por flochi

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lex observó entretenido la manera en que Valerie le daba órdenes a su padre. Desaparecieron en el pasillo, pero aún podía escuchar las protestas del hombre terco. Deambuló por la habitación hasta que llegó a la mesa cubierta por fotos. El padre de Valerie todavía tenía su foto de graduación colgada. Ese fue el año en que la conoció. Ver la foto le hizo recordar lo que sentía aún en ese momento. Igual que ahora. Agarró la foto, examinándola. Trazó sus labios con su dedo. ¿Por qué demonios le había tomado tanto tiempo darse cuenta que estaba loco por ella? ―¿Por qué estás aquí Alex? Alex se dio la vuelta. Valerie estaba apoyada contra el marco de la puerta con sus brazos cruzados. Bajó la foto. ―Tenemos que hablar. Norma entró por detrás de Valerie. ―Discúlpame cariño, pero tu papá necesita un vaso de agua para poder tomar su medicina. Valerie se movió dejándola pasar. Ambos esperaron hasta que Norma entró a la cocina. Valerie habló en voz baja. ―Te lo dije, hoy no. No es ni el momento ni el lugar.

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―No tenemos que hablar de todo esta noche. Pero hay algunas cosas que no pueden esperar. Norma volvió a entrar en la habitación con un vaso de agua y les sonrió. Apenas pasó a Valerie y fue al pasillo, Alex volvió a hablar. ―No te estaba espiando, lo juro. Valerie miró hacia el pasillo. ―¿Cómo observarme por mi propia seguridad tiene que ver con Luke y conmigo?

Luke y conmigo. Alex no soportaba ni escucharla decirlo. Su mano se hizo un puño involuntariamente. ―Podemos hablar de eso más tarde pero… ―No lo vamos a hacer. Lo que pasó entre Luke y yo no es de tu… ―Paró cuando Norma apareció otra vez detrás de ella. ―Perdón por seguir interrumpiendo, pero tu papá se olvidó sus anteojos de lectura aquí. ―Está bien, Norma ―dijo Valerie y empezó a ir hacia la puerta principal―. Alex se estaba preparando para irse. Norma agarró los anteojos de la mesa junto al sillón donde Alfred había estado sentado. ―Fue lindo volver a verte Alex. Diles a tus padres que les mando saludos. Alex forzó una sonrisa. ―Seguro, fue lindo verte a ti también Se dio vuelta y volvió al pasillo. Con tres largos pasos, estuvo al lado de Valerie. Ella abrió la puerta principal y él tomó su mano, llevándola al vestíbulo con él. Apenas se cerró la puerta, la acercó y la beso. Sólo había estado lejos de ella por un día, y un hambre como ninguna otra había invadido su cuerpo. Pero se contuvo, y la besó suavemente, disfrutando el momento. No peleó contra él, pero después de un rato se alejó sin aliento. Valerie apoyó su mano contra su pecho. Su corazón corría contra ella, y él sabía que ella lo sentía. ―Necesito asegurarme que mi padre sepa que no se va a aquedar toda la noche leyendo. Puso su mano sobre la de ella en su pecho. ―Necesito hablar contigo. No me voy a ir hasta que lo haga. ―Ya te dije que no voy a hablar contigo sobre Luke, especialmente sobre mi pasado con él.

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La miró, tratando de no enojarse otra vez. ―Y yo ya te dije que vamos a hablar sobre Luke después. Por ahora, necesito que sepas que no te estaba espiando. Estaba investigando a Bruce. Te estuvo acechando desde antes que lo conocieras. Él era el que te estaba espiando. Su expresión enojada cambió. Sus labios se separaron, y rebuscó en sus ojos.

―Estuvo escribiendo un tipo de diario. Escribió sobre la noche en la que tú y Luke… ―Alex ni siquiera quería decirlo. Obviamente ella estaba intentando entender lo que él le acababa de decir sobre Bruce escribiendo un diario, pero vio lo incómoda que la estaba poniendo hablar sobre su noche con Luke. Eso lo irritó―. Sólo necesito que sepas que no estaba metiendo mi nariz en tu pasado. Estoy intentando encontrar a este tipo. Romero conoce a alguien que tiene los medios para buscar este tipo de cosas, así que lo contraté. ―No lo entiendo. Él no me conocía hasta que salí esa noche y me lo encontré. ―Lo planeó, Z. Te lo explicaré todo después cuando tengas más tiempo. Ahora sólo necesito que entiendas esto: él fue quien reveló todo eso entre Luke y tú. Está obsesionado y es extremadamente peligroso. No tendría a estas personas vigilándote si no creyera eso. ―Pero no puedes… Alex puso su dedo sobre sus labios. ―Puedo y lo haré. Basta de hablar, lo que Alex quería hacer más que nada, era volver a saborearla. Si iba a estar otra noche sin ella, tenía que aprovecharse del momento antes de que alguien fuera a buscarla. Agarró su cara y devoró su boca otra vez, gruñendo de placer.

El teléfono sonó temprano el viernes. Era Alex. ―¿Mmm? ―Buenos días, linda, ¿te desperté? Valerie se estiró. ―Mmm, sí, pero estaba planeando levantarme temprano de todas formas.

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―¿En serio? ¿Cuáles son tus planes? Se sentó con sus piernas colgando de la cama. ―Necesito asaltar la heladera y la cocina de mi papá. Hoy voy a limpiar la casa. Necesito que empiece a comer mejor. Pero no voy a ir a ningún lado. Probablemente sólo salga para comprar comida. ―¿Vas a volver a casa hoy? ―Sonaba esperanzado.

Anoche después de fastidiar a su padre para que no se quedara leyendo hasta muy tarde, llamó a Alex. No podía dejar de pensar en lo que él le había dicho. Como Alex estaba teniendo problemas durmiendo solo, estaba feliz en contarle todos los detalles. Valerie estaba agradecida de que no hubiera vuelto a mencionar a Luke. Pero tenía el presentimiento que estaba guardando eso para una conversación cara a cara. Aunque no había sacado el tema intencionalmente, ahora que él ya sabía los detalles de esa noche era completamente innecesario. Cuando decidió quedarse con su padre por unos días, una de las razones era para alejarse de Alex. Estaba tan triste y lastimada que no estaba segura si iba a volver a la casa de él. Después de la charla de la noche anterior, sabía que lo iba a hacer, pero era demasiado pronto para dejar a su papá. Por más terco que el hombre fuera, ella sabía que iba a necesitar un par de días para ayudarlo a hacer los cambios que tenía que hacer. Norma estaba lista para tirar todo lo malo y reemplazarlo con comida saludable. Ella decía que estaba intentando desde hace un montón, pero como siempre, el terco de su papá se negaba. ―No, en serio necesito estar aquí, Alex. Por lo menos por el fin de semana. Escuchó a Alex suspirar. ―Odio despertarme sin ti. ―Tampoco me gusta despertar sin ti, cariño. Pero esto es muy importante para mí. Tan decepcionado como Alex sonaba, Valerie sabía que iba a entender. Había estado contenta de escuchar que estaban teniendo otra gran boda este fin de semana en el restaurante. La cual mantendría a Alex ocupado, haciéndola sentir menos culpable. Conociendo a Alex, ya que ella no estaría allí cuando llegara a casa, él trabajaría hasta altas horas de la noche y estaría de vuelta en el restaurante a primeras horas de la mañana. ―¿Crees que tal vez puedes venir al restaurante hoy para que pueda verte?

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―No quiero dejar a mi padre tan pronto, Alex. Así las cosas, realmente no quiero ir al mercado, pero tengo que hacerlo. ―¿Y de verdad crees que es necesario tratarlo como a un niño? ―Valerie estaba contenta de escuchar un poco de humor en su tono. ―Sí, lo creo. Si él va a comportarse como uno, entonces va a ser tratado como tal. ―Lo oyó reír―. Pero puedes venir esta noche, así como lo hiciste ayer. ―Oh, estaba planeando eso. De ninguna manera estaré todo el día sin verte. ―Bajó la voz y murmuró―: Sólo esperaba que tal vez pudiera estar cerca de ti… solos… antes de eso.

―Oh. ―Ella sabía lo que quería decir con eso. Habían encontrado maneras muy creativas de estar solos en el pasado. Su cuerpo se estremeció sólo de pensarlo. ―Sí, oh. ―Ella casi podía oír la sonrisa en su voz―. No te preocupes por eso, cariño. Haremos eso más tarde… te lo prometo. Cómo podía hacer cosas con ella sólo con un simple cambio en su tono era más que una locura. Una vez apagado el teléfono, pasó la mañana cavando a través de la despensa de su padre mientras estaba sentado tomando el desayuno. Norma había hecho claras de huevo revueltas con tocino de pavo, sólo dos rebanadas, algo de fruta y un vaso de jugo de ciruela para él. ―Deberías haber estado comiendo así hace mucho tiempo. ―Valerie regañó a su papá, su nariz aún en su despensa. Ya había pasado por la nevera. Norma le había dicho que lo hiciera; ya era hora, por lo que su papá se quejó en el proceso. Valerie sacó todos los productos de alto contenido de sodio. Frunció el ceño ante la cantidad que tenían allí. ―¿No tienes que estar en un lugar? ―se quejó su papá. Con la mano en la cadera, se volteó hacia él. ―Obviamente, aquí es donde tengo que estar, y estaré aquí una vez a la semana. ¡Mira todo esto! ―Señaló a las latas de Spam8 y sopas de alto contenido de sodio en el mostrador―. Lo sabes mejor que nadie, papá. Estás siendo malo. Bueno, di adiós a todo eso. ―Sacó otra lata de sardinas y sacudió la cabeza. ―Estás loca si crees que vas a tirar todo eso ―dijo, levantando su tenedor hacia ella. ―No, lo voy a donar a la iglesia cruzando la calle. Iré a recoger algunas cosas para reemplazar estos. Buenas cosas. Sonó el teléfono, y miró el identificador de llamadas. Esta vez era Luke. Lo tomó y respondió. ―Hey, Luke. ―Agachó la cabeza hacia atrás en la despensa. ―Tienes una entrevista.

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Valerie se puso de pie con la espalda recta. ―¿La tengo? ¿Cuándo? ―A primera hora del lunes. Tengo todo un archivo aquí con los tipos de preguntas que van a estar preguntando. Puedo enviártelo por fax. Se mordió el labio.

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Spam: fiambre que puede ser de cerdo, pollo y otros ingredientes más.

―Mi padre no tiene fax. ―Puedo conducir y dejártelo si quieres. Valerie pensó en las personas que Alex tenía observándola. Él ya no estaba contento con sus desayunos con Luke. Estaba segura de que tendría preguntas sobre Luke visitándola en la casa de su padre. Si conocía a Luke, no sólo querría dejarlos tampoco. Querría venir y conocer a su padre. ―No, hmm. No estaba pensando en ir a la oficina durante unos días, pero… ―¡Ve! ―dijo su padre―. Estaré bien sin ti encima de mí todo el día. Valerie frunció el ceño a su papá. ―¿Sabes qué? Tengo que hacer un recado para mi papá dentro de poco. Pasaré a recogerlo. ―Ella siguió buscando a través de la despensa de nuevo. ―¿Sabes qué hora? Tres latas de salchichas Viena fueron apiladas en un rincón de la despensa. Valerie tomó una, la agitó hacia su padre y meneó la cabeza con desaprobación. ―En aproximadamente una hora, pero sólo déjalos en mi escritorio si tienes que ir a alguna parte. ―No, estaré aquí. Quiero repasar algunas cosas contigo de todos modos. Valerie no estaba segura de que fuera cómodo estar sola con Luke tanto ahora, especialmente desde que Alex estaba bajo la impresión de que habían dormido juntos. Técnicamente ellos habían dormido juntos pero ella sabía lo que estaba pensando Alex. Ni siquiera estaba segura que estaría contento con la versión real de lo que realmente sucedió esa noche. Cualquier tiempo que pasara a solas con Luke ahora iba a ser un tema áspero a considerar. No le escondería cosas ahora que sabía que estaba siendo vigilada. Ellos obviamente no solo le informaban las cosas peligrosas. Le decían cada pequeña cosa. Frunció el ceño, y colgó. ―Sólo estaré fuera por un par de horas, ¿me oyes? Su padre sonrió.

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―¡Qué alivio! Por lo tanto, ¿vas al mercado? ―Qué grosero. ―Valerie sonrió―. Y sí, iré. ¿Alguna petición especial? ―Comenzó a embolsar todas las latas que estaría dejando en la iglesia. ―Patatas fritas y salsa. Veré el partido esta noche. Del tipo con líneas. No se detuvo de embolsar. Su papá no iba a dejar de irritarla. Estaba acostumbrada a eso.

―Papas horneadas bajas en sodio, y yogur natural sin grasa será. ―Tiró la última lata en la bolsa. Su gemido la hizo sonreír. Dos podían jugar este juego.

Valerie miró el espejo retrovisor. Se preguntó en cuál de todos los coches en torno a ella estaban los chicos de Alex. Ahora que sabía cómo de demente Bruce realmente era y que había estado acosándola mucho antes de conocerlo, tuvo que admitir que se sentía mucho mejor al saber que no estaba sola. No se molestó en arreglarse. En cambio, deliberadamente llevaba un pantalón corto y una camiseta, sin maquillaje, y se recogió el cabello en una cola de caballo. Lo más notable es que llevaba zapatos de tenis. Luke nunca la había visto sin sus grandes zapatos, o vestida de manera informal. En este momento, no le importaba. En cierto modo, esperaba que estuviera decepcionado. Entró en su cubículo, dejando caer las llaves sobre la mesa y tomó el archivo que Luke había dejado allí. Acababa de empezar a leerlo cuando oyó su voz. ―Hey, pequeña. Ella se dio la vuelta. Luke se apoyó en el marco de su cubículo mirándola. ―Hey. La sonrisa en su rostro era más grande de lo normal. ―Vaya, Val. No me di cuenta que fueras así de baja. Ella puso los ojos en blanco. ―Lo que sea. ―La última vez que te vi así fue la mañana después de… Tenía los ojos inmediatamente de nuevo en el archivo, molesta de que trajera a colación el tema.

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―¿Esto es todo? ―Sí, pero tenemos que repasar algunas cosas. ―No, no tengo tiempo, Luke. Mi padre me necesita de regreso. ―Pero él está mejor, ¿verdad? ―Oh, sí, pero tengo que estar allí antes de la hora del almuerzo. El hombre tiene que tener sus comidas supervisadas como un niño. Te juro que ha estado

fuera del hospital durante menos de veinticuatro horas, y no lo puedo dejar solo para que no trate de salirse con la suya. Luke se echó a reír. ―Me alegro que se sienta lo suficientemente bien como para ser astuto. Por un momento pensé que podrías perder la oportunidad de ver a George Stone este fin de semana. Valerie se volteó hacia él con ojos amplios. ―¿Es este fin de semana? ―No me digas que lo has olvidado. Ella se puso una mano en la frente. ―Totalmente, no sé si seré capaz de hacerlo. ―¿Por qué no? Dijiste que tu padre está mejor. Tu madrastra lo puede manejar sola por unos días. ¿Unos días? ―Eso es correcto. Es toda una cosa de fin de semana, ¿no? ―Ella sacudió la cabeza, agarrando el archivo en la mano―. No hay manera. ―Pero es justo aquí en La Jolla, Val. No es como si fueras a salir de la ciudad. Si algo llegara a suceder, estás a pocos minutos de distancia. No tienes que pasar la noche allí. ―Sus ojos se clavaron en los de ella―. A menos que quieras. Nunca cancelé la suite. Irritada por su sugerencia absurda y más cansada de sus miradas incómodas, le espetó: ―No seas ridículo, Luke. Por supuesto que no iba a pasar la noche. Él se apoyó en el marco de su cubículo con una sonrisa tímida. ―Bueno, la oferta sigue en pie si cambias de opinión. Pero aun así irás al seminario, ¿correcto? Ella tomó las llaves de la mesa.

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―No lo sé. Tendré que hablar con mi padre. Luke la puso al tanto rápidamente sobre el hombre que realizaría las entrevistas. Había trabajado con él en el pasado, así que sabía acerca de su ética de trabajo y lo que esperaba de un gerente. No estaba demasiado preocupado por Valerie dejando una buena impresión. Le dijo a ella que tenía una de las cosas más importantes y esa era la arrogancia. Valerie comenzó a hacer su salida.

―El seminario es de traje, Val. Tan linda como te ves en pantalón corto y zapatillas tenis, no pienses en vestirte de esa manera durante el seminario. Pudo sentir lo ojos de él sobre ella cuando pasó a su lado. Su idea sobre vestir ropa informal había fracasado. Ella respondió a eso con nada más que un movimiento de cabeza. De alguna manera, Luke había pasado de estar amargado por su rechazo, y de que volvió a estar con Alex tan poco tiempo después, a coquetear de nuevo. Pasar el fin de semana con él en el seminario no era la mejor idea. Incluso si ella no iba con él, aun así podría alentar su comportamiento. La cosa era, ahora que él se lo había recordado, realmente quería ir. No parecía justo. Con toda la tensión bajo la cual últimamente había estado, un fin de semana de escuchar discursos inspiradores de George Stone sería una bendición. Tener que decirle a Alex al respecto le hizo pensar dos veces. Sería, sin duda, solicitar una conversación acerca de Luke. Eso era algo que estaba tratando de evitar.

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Se preocuparía de eso más tarde. Ahora mismo, necesitaba llegar al mercado. Estaba decidida a mantenerse al tanto de la salud de su padre. Le gustara o no, tenía la intención de estar a su alrededor durante mucho tiempo. Si eso significaba discutir acerca de cada comida, entonces que así sea.

Traducido por maphyc y flochi Corregido por LizC

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lex se acercó para comprobar el progreso de la configuración de la sala de banquetes. Aún iban a contrarreloj para la boda de mañana. Su teléfono vibró con un mensaje en su camino hacia abajo.

Para tu información, ella fue a la iglesia, a su oficina, después al mercado, y ahora ha vuelto a casa. Romero le había enviado mensajes de texto hace un par de horas para hacerle saber que Valerie estaba en movimiento. Él realmente comenzó a sentirse un poco deshonesto. Todo había comenzado por su seguridad. En un principio, sólo le dejarían saber si algo andaba mal. Desde su enfrentamiento con ella en el hospital, Romero inició el seguimiento con él en todos sus movimientos. Él se esforzaba en no leer demasiado entrelíneas de todo esto. Pero esta mañana ella había dejado claro que no podía pasar por el restaurante aunque solo fuera un momento. Su oficina estaba aún más apartada de su camino. ¿Realmente le toma dos horas ir al mercado? Por muy tentador que fuera enviar a Romero un mensaje pidiendo el tiempo que había estado en la oficina, Alex no lo envió. Obtendría sus respuestas bastante pronto y directamente de la fuente.

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Pensó en llamarla, pero luego se lo pensó mejor. El día que se enteró de sus desayunos con Luke, esperó y esperó a que ella lo mencionara. De ninguna manera iba a tener otra de esas conversaciones exasperantes con ella otra vez. Esto podría esperar hasta que la viera esta noche. Una vez abajo, se centró en la comida. El plato principal sería Birria, la versión mexicana de carne asada, solo que mucho más picante. Este era un plato complejo porque tenía que cocinarse lentamente durante veinticuatro horas. Para una boda tan grande como la de mañana, tendría que vigilarlo de cerca. Su teléfono sonó justo cuando entró en la oficina. Era Valerie. ―Hola, cariño. ―Hola, ¿estás ocupado? ―No, ¿qué pasa? ―Se sentó en la silla del escritorio y se inclinó hacia atrás.

―Mi padre se está tomando una siesta y yo estaba pensando en ti. ―Deberías venir. ―Sólo de pensar en lo que iba a hacer con ella le hizo sentarse con la espalda recta. ―Casi lo hago. ―Valerie no te burles de mí. ―Se removió en su asiento en caso de que alguien entrara, para que su situación no fuera tan notable―. Así que, ¿por qué no lo hiciste? ―Me sentía mal. Quería estar aquí por lo menos un día completo, ya que voy a estar ausente la mayor parte del fin de semana. ―¿Ausente? ¿Vuelves a casa? ―Se sentó erguido, sin vergüenza sobre lo emocionado que lo hizo eso. ―Umm, no. Tengo que ir al seminario. ¿Recuerdas que te hablé de él, George Stone? Alex se quedó quieto por un momento y luego se dio cuenta. De repente había otras partes de su cuerpo duras y rígidas, pero no en el buen sentido. ―¿Con Luke? ―No, no con Luke ―respondió ella―. Quizás le vea allí, pero no voy a ir con él. ―¿Qué quiere decir con quizás, Valerie? Compró los boletos juntos. Su culo se sentará a tu lado todo el tiempo. ―No necesariamente. No es como un concierto. No hay asientos fijos. Mi billete sólo me pone en la puerta. Me siento donde quiero. Si Luke tenía aunque fuera una fracción de un cerebro, estará allí guardando el asiento junto a él para ella. Y ni siquiera era lo que más le molestaba. No había manera de que Hank o Steve fueran capaces de mantener un ojo en ella en un ambiente así. Bruce se estaba preparando para hacer un movimiento. Tenía que ser muy cuidadosa. Se puso de pie.

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―Es peligroso. ―¿Qué? Voy a estar en una conferencia rodeada de un montón de gente. Las únicas veces que él ha intentado algo fue cuando estaba sola. Alex casi gruñó. El cobarde. ―Sigo pensando que es un riesgo, cariño. Este tipo es impredecible.

―Alex, el lugar va a estar lleno de seguridad. Un resort así de lujoso cuenta con cámaras por todas partes. Dudo mucho que él hubiese elegido ese lugar para intentar algo. Pensó en lo que podría haber pasado con ella si Hank no hubiera estado allí para ver a Bruce tratar de forzar la entrada a su apartamento. Alex tenía un mal presentimiento sobre esto. Desde que Romero le habló de las entradas del día D en los diarios de Bruce, había estado plagado con el temor de que algo realmente malo sucediera pronto. No podía permitir que ella tomase ese riesgo. ―No quiero que vayas, Val. Ella guardó silencio por un momento. ―No puedes simplemente decirme qué hacer, Alex. Tenía ganas de darle un puñetazo a algo. ―No te lo estoy diciendo ―dijo entre dientes y respiró hondo―. Te lo estoy rogando. Realmente creo que deberías pasar desapercibida las próximas semanas. Hasta que sepamos cuál es su próximo movimiento. Te conseguiré entradas para ver a este tipo después. Lo prometo. ―Alex, no puedo dejar que Bruce mantenga cautiva mi vida. ―Luego añadió con más convicción―. No lo haré. Alex caminaba, frustrado. La firme voluntad de Valerie siempre había sido una de las cosas que más admiraba en ella, pero en momentos como este deseaba que pudiera ser un poco más sumisa. ―Tal vez… ―No podía creer lo que estaba a punto de decir―. Tal vez lo mejor es que Luke se mantenga cerca de ti mientras estás allí. Sólo para que nunca estés totalmente sola. ―Pero nunca estaré sola en ese lugar. Te lo estoy diciendo, el lugar va a estar lleno. Romero se precipitó por la puerta, casi chocando con Alex. ―Tengo que hablar contigo.

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Alex señaló el teléfono y levantó un dedo. ―Escucha, cariño. ―¿Esa es Valerie? Alex se volvió a Romero irritado y asintió. ―Ponla en el altavoz. Ella debería escuchar esto.

El temor se filtró lentamente en él. Miró fijamente a Romero. Esto no iba a ser bueno. Se dio cuenta por la disposición ansiosa de Romero. ―Valerie, voy a poner el altavoz. Romero está aquí. Él quiere que escuches. Romero se acercó a la puerta y la cerró. ―¿Qué? ―Sólo escucha. ―Alex apretó el altavoz y lo sostuvo en alto para Romero. ―Tenemos una fecha. Mierda, conseguimos todo su maldito calendario. ―Romero sonrió con aire satisfecho―. El Sr. X lo encontró. Tiene todas las fechas en que este tipo se confrontó con Valerie. Tiene una pequeña V marcada en cada una de ellas. Si hubiéramos tenido esto cuando él la atacó en el apartamento, lo hubiéramos sabido de antemano, porque lo pone en su calendario antes de tiempo. La siguiente es el lunes. ―¿El lunes? ―Tanto Alex como Valerie hablaron al mismo tiempo. ―¿Qué pasa el lunes? ―preguntó Alex. ―No sé ―dijo Romero―. Pero todas las otras fechas tenían una pequeña V en negro en la esquina. Éste tiene una gran V en rojo que ocupa todo el espacio. ―Romero volvió a mirar el teléfono―. ¿Tienes algo especial planeado para el lunes, Val? ―No… nada. ―Piensa, cariño. ¿Cualquier propiedad que vayas a mostrar? ¿O cualquier evento que vaya a suceder? ―La propia mente de Alex corría mientras preguntaba tratando de pensar si ella había mencionado algo o si habían hecho planes. ―Oh, espera. En el interior de Alex ya existían nudos. Fuera lo que fuera, ella lo iba a cancelar. ―Tengo una entrevista. ―¿Con quién? ―preguntó Alex. ―¿Dónde? ―agregó Romero.

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Alex la oyó suspirar. ―No quería decir nada hasta saberlo a ciencia cierta. Luke me consiguió una entrevista con alguien de la empresa. Está en el centro de San Diego. Están buscando a alguien para que administre una segunda oficina que se abrirá aquí en La Jolla. De eso iban los desayunos. Él no quería hablar de ello en la oficina. Yo soy la única a la que está recomendando.

Su mano apretó el teléfono un poco más fuerte. ¿Qué otra cosa estaba dispuesto a probar Luke para ponerse en buena gracia con Valerie? ―Si me dan el puesto, significa que no voy a trabajar con él nunca más. ―No vas a ir. ―Tan bueno como sonaba que Valerie dejase la oficina de Luke, ella no iba a salir de su lado el lunes. Bruce tendría que pasarle por encima para llegar a ella, y eso era definitivo. ―Pero Luke movió los hilos para conseguir esta entrevista para mí. ¿No lo ves?, no voy a tener que verlo todos los días nunca más. Pensé que era lo que querías. ―No, si eso significa ponerte en una situación de riesgo. Reprográmalo. ―Alex, ya te lo dije… ―Espera. ―Romero pareció emocionado―. Valerie, ¿cuándo te enteraste sobre la entrevista? ―Esta mañana, Luke me llamó para contarme. ―Entonces probablemente ahí es cuando lo está planeando. El Sr. X dijo que revisó anoche el calendario. Pero la gran V no estaba hasta que lo revisó hace una hora. ―Se volvió hacia Alex, con los ojos encendidos―. Podemos tenderle una trampa. ―De ninguna manera. Ella no va a ninguna parte el lunes. ―Podría funcionar, Alex ―interrumpió ella. ―¡Diablos, no! ―Le daría a Valerie muchas cosas, pero esto no. Quitó el altavoz y se llevó el teléfono al oído―. No va a pasar, Z. ¿Entiendes? Estarás conmigo durante todo el lunes. Incluso si eso significa esposarte a mí. ―¿Qué te da el derecho…?

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―Se lo diré a tu padre. ―Oh sí, iba a sacar las armas grandes ahora. Si ella no lo escuchaba, se iba a asegurar de que su padre tuviera una o dos cosas que decir respecto a esto. En su estado él sabía que lo último que Valerie querría sería molestarlo. Alex se sintió un poco sucio por la amenaza, pero ella lo dejó sin otra opción. ―No lo harías. ―Pruébame. Romero volvió a la carga.

―Alex, escúchame. Esta es nuestra oportunidad. No puedes estar con ella a cada minuto, por siempre. Cancelas esta mierda, y a este idiota se le ocurrirá otra cosa. ¡Deja que esto termine ahora! Alex puso el teléfono detrás de su espalda y se volvió a enfrentar a Romero. ―Maldición, Romero, no voy a ponerla como carnada, ¡así que piensa en algo más! ―¡Puedo estar allí! ―Romero se mantuvo firme―. Tengo un plan. Pero si piensas que este psicópata va a rendirse así como así estás loco. Vamos por él. Pese a odiar la idea, Alex sabía que Romero tenía razón. Se llevó el teléfono de regreso a su oído. ―¡Alex! ¿Estás allí? ―Sí. Romero lo miró con fijeza. ―Deja que resolvamos esto con Romero. Pero hablaremos esta noche, ¿está bien? Ella se quedó en silencio por un minuto. ―Voy a ir a esa entrevista. ―Sí, eso pensaba. ―Miró la tenaz mirada de Romero―. Hablaré contigo esta noche… ―Se dio la vuelta lejos de Romero―. Te amo. ―También te amo. Colgó y se acercó a Romero.

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―Más vale que resulte bien

El plan de Romero no era del todo malo. Habían estacionado el auto de Valerie en el garaje adjunto de Alex el domingo por lo que el lunes a la mañana Bruce no vería a Alex deslizarse en el asiento trasero. Hank y Steve no iban a ser los únicos en seguirlos. Romero iba a poner a unos cuantos sujetos más en el trabajo. También estaba trabajando estrechamente con el Sr. X, intentando averiguar más detalles del plan de Bruce. Hoy conduciría hasta el edificio donde Valerie sería entrevistada para conseguir una visión precisa de lo que se enfrentaban. Dijo que

planearía un lugar para que cada uno se estacionara mientras tenían a Valerie cubierta desde todos los ángulos. Alex tenía que admitir que estaba un poco impresionado por lo rápido que Romero había elaborado un plan. Informó a Valerie de ello anoche cuando fue a verla a la casa de su padre. Ella no pareció tan aprensiva sobre esto como Alex lo estaba. Lo único bueno era que Alex estaría allí todo el tiempo. Había estado tan inmerso poniendo al día a Valerie sobre el plan y asegurándose de que estuviera completamente preparada para lo del lunes, que casi se olvidó preguntarle sobre Luke. Sus preocupaciones respecto a Luke habían perdido un poco de vapor, especialmente luego de saber de los planes de Valerie para dejar la oficina y por qué se había encontrado con él en el desayuno. Incluso el seminario de hoy había bajado en su lista de preocupaciones. Todavía tenía la cena de la boda con la que tratar. Valerie estaría en su seminario todo el día. Estaría fuera como a las ocho de la noche, luego regresaría mañana a la mañana. Hank y Steve aún mantenían una estrecha vigilancia de ella. Alex no iba a correr riesgos, pero estaba bastante seguro de que ella estaría a salvo allí. Justo antes de las ocho de la mañana, Alex se dirigió al restaurante. Tenía que comprobar la Birria y asegurarse de que estuviera lista a tiempo. No podían permitirse el lujo de arruinarlo. Lo último que querían era decepcionar al viejo. Los autos de Sal y Ángel se encontraban allí. Ángel había volado de regreso de su luna de miel anoche, y ya estaba listo para volver al trabajo. Ángel iba a abrir, pero Sal se suponía que iba a estar allí esta noche para trabajar en la boda. Debió haber pensado lo mismo que Alex y decidió acercarse para comprobar la comida. El delicioso aroma picante de la Birria lo golpeó casi al instante en que entró por la puerta trasera del restaurante. Se dirigió directamente a la cocina. Sal y Ángel estaban mirando en una de las grandes ollas de Birria. Sal se volvió cuando Alex entró y sonrió.

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―Se ve bien. ―Sí ―confirmó Ángel―. Creo que voy a tomar un poco. Sal empezó a dirigirse hacia la puerta. Ángel estaba recogiendo la comida. Sal levantó una ceja hacia Alex. Maldición. El momento de alivio no duró mucho antes de tener que pensar en lo que tenía que hacer ahora. Sal le dio un golpe en el hombro.

―Debes decirle. Incluso aunque esto podría ser algo que terminaría con suerte este lunes, Alex no podía correr el riesgo. Nunca se perdonaría si algo le sucedía a Sarah, y no le había advertido a Ángel para nada. Algunos de los cocineros acababan de llegar y empezaban a preparar los desayunos. Alex miró en torno suyo. Esto podría ponerse feo, así que decidió que la cocina no era el mejor lugar para tener esta conversación. ―Ángel, ¿tienes un minuto? Tengo que hablar contigo. Ángel no se molestó en mirar lejos de la olla donde había sacado una cucharada de carne y la estaba soplando. ―Seguro, dime. ―En privado… es sobre Sarah. Ángel se dio la vuelta inmediatamente. Alex sabía que eso llamaría su atención. Si su expresión indicaba cómo sería la conversación, definitivamente no la esperaba con ansias. Caminaron al fondo. Ángel ya había preguntado de qué se trataba, dos veces. Para cuando llegaron afuera, Ángel había perdido la paciencia. ―Qué demonios, Alex. Sólo dime. ―Calma, no es importante. ―Alex se apoyó contra su camioneta deseando haber pensado más en esto. ―Entonces, dime. Alex exhaló profundamente. ―Muy bien. La noche que el acosador de Valerie llamó aquí, mencionó a Sarah por su nombre. ―¿Qué? ―Ángel parecía listo para matar. Alex conocía el sentimiento. ―Mencionó a Sofie, también. Estaba intentando volverme loco. Dejándome saber que ha hecho su trabajo y sabe todo sobre mí y mi familia.

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―¿Qué dijo? ―exigió Ángel. Alex lo puso al día, dándole más detalles de los que originalmente había planeado pero eso se debió a que Ángel era condenadamente inflexible. Ni siquiera habían terminado de hablar antes de que Ángel estuviera en el teléfono comprobando a Sarah. Ella se encontraba con su mamá, y Ángel la hizo prometer que se quedaría ahí hasta que él fuera.

Aunque él realmente pensó que eso no era necesario, Alex le ofreció tener a alguien cuidándola. ―No quiero a nadie siguiéndola. Sólo asegúrate de programarnos trabajar juntos hasta que este psicópata esté atrapado. ―Metió el teléfono en su funda―. Yo la observaré. Alex intentó tranquilizarlo diciéndole que ella estaría bien, pero Ángel estaba visiblemente aturdido. Alex lo entendía demasiado bien. Estaba contento ahora de haber acordado seguir el plan de Romero. Quería que esto acabara.

El complejo era tan glamoroso por dentro como por fuera. El tema entero era tropical, desde el enorme acuario de agua salada en la entrada principal hasta la vasta variedad de plantas surtidas que decoraban cada metro del hotel. Valerie había estado en Las Vegas varias veces, y este lugar estaba casi a la altura de los más sensacionales casinos en los que había estado. Atravesó el lugar, sintiéndose la emoción cimentarse mientras miraba a su alrededor. Este era un retiro tan agradable de todo el estrés de la semana pasada. Antes de dejar la casa de su padre esa mañana, lo hizo prometer que se comportaría. Norma y ella revisaron el menú del almuerzo y la cena de su padre. Norma se echó a reír, diciendo que sus oídos estarían sonando cuando le sirviera su menos que emocionante, almuerzo saludable.

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Luke le había dado el pase a la recepción antes de tiempo, en caso de que él estuviera llegando tarde. Era algo bueno porque él no había aparecido. Se preguntó si quizás le habría dado el único pase a ella y no a sí mismo. ¿Le había dicho que ambos irían sólo para llegar a Alex? Por la manera en que él había actuado esa noche, no le extrañaría. La primera parte del seminario fue todo lo que esperaba. George Stone no la decepcionó. Fue tan conmovedor como en todos los libros que había leído. Su ingenio fue tan rápido como en sus libros incluso con las preguntas improvisadas que tomó de la audiencia. Valerie se sorprendió al seguir sin ver a Luke. El primer receso llegó. Habían hecho un arreglo enorme. Bollos, jugos dulces de frutas, café y esto sólo era un descanso. Sólo podía imaginarse cómo sería en el almuerzo y en la cena.

Se sentó en la mesa con su bollo y café perdida en sus pensamientos, el impresionante discurso de George Stone seguía en su mente. Sintiéndose observada, alzó la mirada y vio al sujeto del otro lado de la habitación. Se veía más joven pero sus ojos eran muy penetrantes. Recordó a estos tipos duros de la universidad, intentando intimidar con sus sexys miradas, como la de Luke, pero ya no estaba más para eso. Se abrió camino hacia su mesa, y ella apartó la vista. Había habido muchas veces que tuvo que rechazar a los hombres, y se preparó para ser agradable. Cuando él alcanzó su mesa, le sonrió. No fue una mala sonrisa. Él era alto, y muy apuesto. ―Hola, te he notado desde el momento en que entraste. No he escuchado ni una sola palabra de lo que George Stone ha dicho. ―Extendió la mano―. Eres impresionante. Soy Abel, ¿cuál es tu nombre? Valerie le estrechó la mano y sonrió. ―Valerie, y gracias, pero estoy prácticamente casada. ―¿Prácticamente? Me gusta eso. Significa que estás prácticamente disponible. ―Nop, significa que ella no está disponible, idiota. Valerie casi escupió su último bocado de bollo. Bruce usaba un traje y una corbata, mezclándose junto a los otros para ver a George Stone. Era unos centímetros más alto que Abel, nariz a nariz. ―Aprecio tu gusto de mujeres pero esta es TODA mía. Abel retrocedió, poniendo sus manos en el aire a modo de rendición. ―No quise faltar el respeto. Lo siento. ―Le dio a Valerie una rápida sonrisa triste y se alejó. Valerie se quedó inmóvil sentada en su silla. Bruce tomó el asiento junto a ella, acunando la silla de ella entre sus piernas. ―¿Has visto la suite? Su respiración quedó atrapada en alguna parte entre su garganta y su pecho.

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―¿Qué suite? ―¿La que consiguió el chico amante para ti? Está bastante buena. ―Se puso de pie, extendiendo su mano―. Vamos a comprobarla. Este lugar pronto va a estar cerrado de todos modos. ―¿Qué? ―Su corazón latió audiblemente.

―Moreno’s está lleno de gente hoy. ―Se palmeó el bolsillo―. ¿No querrías que estallara en los aires en un día como hoy, ¿no? ―¿De qué estás hablando? ―Su corazón se sintió como si iba a rasgarse de su pecho. Miró a su bolso, pensando en el taser y el teléfono que allí tenía. Volvió a mirar a Bruce. Sus amenazantes ojos la miraron fijamente, complacidos. Se agachó, cercano a su rostro y deteniéndose cuando ella se encogió. ―Sé agradable, cariño. Tenemos audiencia… una pequeña audiencia inepta, aunque una audiencia al fin y al cabo. ―Inclinó la cabeza―. Siempre supiste que este día llegaría, ¿no? ―Sus ojos ahora brillaban con malicia―. Yo siempre lo supe. ―¿De qué estás hablando… hacer estallar Moreno’s? ―Exigió a la vez que se ponía de pie. Él se puso de pie con ella y la apresuró, inclinándose y agarrando su mano. ―Ahora, soy un hombre razonable, Valerie. Diría que he sido muy paciente. Nada le va a pasar a Moreno’s si haces lo que te diga. ―Ella tiró de su mano. Bruce palmeó su bolsillo nuevamente―. Depende de ti, Valerie. Toma mi mano y ven conmigo, o escucharás acerca de la tragedia en Moreno’s en las noticias en poco tiempo. Pero primero… ―se inclinó más cerca, lo suficiente para que ella pudiera oler el alcohol en su aliento―, bésame. ―Vete al infierno ―siseó, retrocediendo. Agarró su mano y tiró de ella hacia él. ―Estás probando mi paciencia ―siseó él en cambio, luego la besó bruscamente. Valerie cerró sus labios con fuerza, sus pensamientos desbocándose con preocupación. ¿Bruce le haría realmente algo a Alex? Se concentró en permanecer en calma pero a esta altura, estaba cerca de ponerse a gritar―. Vamos. Valerie agarró su bolso de la mesa y caminó junto a Bruce.

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―Buena chica. Verás, todo va a ir simplemente bien. Hubo una conmoción cerca de la entrada del hotel y Valerie se volvió para ver lo que estaba sucediendo. Bruce no pareció interesado. En cambio, tiró de ella junto a él, haciéndola apresurar el paso. Un guardia de seguridad corrió delante de ellos en dirección opuesta. Los cuerpos empezaron a dispersarse en todas direcciones y las voces empezaron a causar alboroto alrededor de ellos. ―¿Qué está pasando, Bruce? ―Ella tiró de su mano pero él la sujetó firmemente―. ¿A dónde me llevas?

―Oh, lo verás en unos minutos. No te preocupes por lo que está pasando, Val. Todo es parte de mi plan.

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Ella se quedó mirando su malvada sonrisa. Alex le había dicho tantas veces que si alguna vez quedaba atrapada en una situación como esta luchara sin importar lo que tuviera que hacer. Nunca entrar en un vehículo con alguien intentando secuestrarla. Pero Bruce no se dirigió afuera. Se dirigió a los elevadores.

Traducido por Debs & Martinafab Corregido por sttefanye

L

a bebida energética que Alex tenía no hizo nada para energizar. Las últimas noches sin Valerie, no había casi conseguido dormir, y eso estaba empezando a pesar mucho en él. Apenas podía esperar para tenerla de vuelta en su cama. Todo estaba listo para la boda, y estaban adelantados con el cronograma. Incluso la comida estaba en buen camino. No fue hasta que estaba en camino para comprobación de la sala de banquetes, que oyó a Sal llamándolo por el sistema de audio, que se dio cuenta de que había dejado su teléfono en la oficina. Alex tienes una llamada en la línea uno. Alex corrió al teléfono. Sal no lo haría a menos que fuera urgente. La adrenalina de inmediato dio una patada mientras agarraba el teléfono. ―Alex habla. ―Oye, Hank ha estado tratando de llamarte. ―La voz de Romero estaba turbada. ―¿Por qué, qué está mal? ―preguntó Alex con su pecho ya comprimido. ―Algo está sucediendo en el complejo. Están evacuando a todos. Steve vio salir a Valerie de la mano con un hombre, pero no era Luke. El miedo y otras emociones desconocidas pasaron a través de él.

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―¿Irse a dónde? ¿En un auto? ―Sal salió de la oficina, y Alex le hizo señas para que le trajera su teléfono. ―No, ellos salieron de la zona del comedor donde había estado sentada tomando un café, sola. Pero escúchame, Alex. Él sabe de nosotros. Ha sabido por un tiempo. Es por eso que no ha cambiado los mensajes de correo electrónico. El calendario que el Sr. X encontró era una estratagema. Inventó un calendario para despistarnos. El Sr. X encontró su verdadero rastro hace apenas unos minutos. Ha estado planeando esto durante un tiempo. Sal entregó a Alex su teléfono, lo observaba, consciente de la conducta alterada de Alex.

―¿Planificar qué? ―Presionó la marcación rápida en su teléfono para Valerie. ―Llegar a Valerie en este seminario. Alex sintió el calor en las venas mientras que la línea hacía clic en el otro extremo de su teléfono. ―Hola, Alex ―ronroneó la voz satisfecha de Bruce. Alex metió el teléfono del restaurante en el pecho de Sal. Agarró su teléfono, apenas siendo capaz de contenerse. ―¿Dónde está Valerie? ―Su voz era tan fuerte que Ángel salió corriendo de la oficina. ―Oh, no te preocupes por ella. Está en muy buenas manos, Alex. De hecho, estas manos, se están preparando para disfrutar de cada centímetro… La comunicación se cortó. Dejó escapar un fuerte rugido desde muy dentro, al tiempo que volvía a marcar. Su visión se nubló por un momento. Iba a matar a Bruce. Sal estaba tratando de decirle algo, pero el rugido zumbando en sus oídos era demasiado fuerte. La llamada fue al buzón de voz. Sal le agarró el brazo volviéndole momentáneamente la cordura. ―Hombre, Romero tiene que hablar contigo. ―Sostuvo el teléfono delante de él―. Cálmate y respira. Los policías ya están allí. ―Dile que me llame a mi teléfono. ―Alex casi chocó con Ángel mientras corría a la oficina para agarrar las llaves del escritorio y sacar la pistola del cajón inferior de su escritorio. Su teléfono comenzó a sonar mientras salía corriendo. ―Whoa, whoa, whoa. ―Sal se puso delante de él. Ángel lo respaldó. ―No puedes simplemente salir de aquí portando un arma así. ¿Estás loco? ―¡Fuera de mi camino, Sal! ―gruñó Alex, el pensamiento de Bruce manoseando a Valerie casi lo cegó de nuevo.

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―No, Alex. ―Sal lo empujó con fuerza en el pecho―. Calma tu culo ya. No vamos a dejar que salgas así. Estás loco. El teléfono de Alex seguía sonando. En el momento en que le llevó considerar contestarlo, Sal le arrebató el arma de su mano. Algunos de los empleados se reunieron alrededor como si fuera a asistir a Sal y a Ángel para desarmar a Alex si tenían que hacerlo. Alex dejó el arma sin una pelea y respondió a su teléfono.

El teléfono salió volando de la mano de Bruce mientras tropezaba, cayendo sobre la silla a su lado. El tacón del zapato de Valerie, con todas sus fuerzas, en la sien de Bruce conjuró el trabajo. De alguna manera, había sabido lo de la pistola taser en su bolso y la había desarmado al momento de entrar al ascensor. Incluso había tomado su teléfono. La única otra cosa sobre su persona que tenía era su liviano bolso de cuero. Sabía que no tendría el impacto que ella necesitaba. De su experiencia pasada con él, Valerie supo que jugar bien era la única oportunidad que tenía para comprar tiempo. Se había puesto amigable apenas entraron en la habitación. Había estado tan fascinado cuando se quitó seductoramente sus zapatos, que ni siquiera se dio cuenta que se aferró a uno de ellos. En el momento en que se puso arrogante en su teléfono con Alex, se aprovechó de la distracción, lo golpeó, y echó a correr. No dispuesta a tomar una oportunidad y esperar por el ascensor, estaba ahora, corriendo por la escalera. El corazón le amenazó con salir de su pecho. La habitación solo había estado en el tercer piso. Ya estaba a mitad del primer piso cuando se resbaló y cayó duramente sobre el trasero. No fue sino hasta después, que oyó los pasos bajando rápidamente las escaleras. ―Valerie. ―Su voz estaba enloquecida―. ¡Valerie, te lo advierto! ¡Moreno se hunde si no paras! Su corazón casi paró, y sintió la tentación de parar, pero pensó en lo que a Alex le gustaría que hiciera en este caso. No había otra opción que correr. Luchando por recuperar el aliento, agarró la baranda, y se irguió. Abrió la puerta y corrió directo a los brazos de un bombero en uniforme. Sorprendida y casi sin poder respirar, trató de pasar a través de él. Tenía que llegar a un teléfono y avisarle a Alex sobre el peligro en su restaurante. Pero el bombero le impidió ir más lejos. ―Hay que evacuar, señora. Hay una posible bomba en el hotel.

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―¡Sé quién lo plantó! ¡Plantó otra en algún lugar en un restaurante! ―dijo ella, dándose cuenta de lo desesperada que estaba realmente. El bombero la miró fijamente, con los ojos abiertos. ―Ven conmigo.

Alex intentó llamar a Valerie varias veces mientras Sal les llevaba hasta el hotel. Romero ya había llegado. Había llamado a Alex solo para decirle que no podía llegar a ninguna parte cerca del interior. Tenían el lugar rodeado. No había manera de evitarlos. La única forma de que Ángel y Sal habían acordado dejar a Alex ir era si Sal lo llevaba. Incluso algunos de los cocineros habían intervenido para sostenerlo fuera de allí, los malditos traidores. Las actualizaciones de las noticias en la radio acerca de la evacuación hotel solo servían para fomentar su angustia. Todavía no tenía ninguna noticia sobre Valerie. La policía había bloqueado todas las calles que rodeaban el complejo. El tráfico era un desastre. En este punto, era que se sentara pacientemente o, su única oportunidad era acercarse caminando. Puesto que la paciencia nunca había sido su virtud, y a pesar, de que se encontraban en los carriles centrales de la calle, abrió la puerta y saltó. ―¿A dónde vas? ―exigió Sal. ―Estoy caminando. ―Maldita sea, Alex. Solo tienes que esperar. ―No puedo. ―Cerró la puerta detrás de él y se inclinó―. Llámame si te enteras de algo. Se apresuró a cruzar la calle y la acera, atravesando algunas otras calles antes de marcar a Romero. ―¿Cuál es la novedad? ¿Alguna noticia? ―Nada sobre Valerie todavía, pero… ―Pero, ¿qué? ―gritó Alex. No era el momento para detenerse. ―Acabo de escuchar en el escáner, le han disparado a alguien. Alex se detuvo bruscamente.

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―¿Qué? ―Podría no estar relacionado, Alex. No te alteres. Ni siquiera han mencionado si es una mujer o un hombre, o lo malo que es. Todavía estoy escuchando. La otra línea en el teléfono de Alex sonó. Miró para ver de quién se trataba, Ángel. Él probablemente estaba tratando de conseguir una actualización o darle una sobre la boda. Tendría que llamarlo más tarde. Nada más importaba ya. Todo lo que podía pensar era llegar hasta Valerie. Si algo le había pasado a ella, no sabía

lo que iba a hacer. Aceleró casi hasta la carrera, con cada zancada, el nudo en la garganta cada vez mayor. Alguien más estaba llamando ahora. Un número que no reconoció. No había manera de que estuviera cortando la única conexión para averiguar algo sobre Valerie. Dejó la llamada sin responder. ―Es un hombre el que está herido, Alex ―dijo Romero, luego añadió―: Pero hay otros heridos. Espera. Alex finalmente llegó a la barricada en frente del complejo. Ellos no dejaban entrar a nadie, había docenas de autos de policía y varios camiones de bomberos estacionados a lo largo de la entrada al complejo. Una tonelada de seguridad y oficiales uniformados, junto con policías vestidos de civil caminando. La prensa había llegado también. ―Tengo que llegar allí. ―Se cernía sobre el guardia de seguridad en la barricada, sin soltar el teléfono a la oreja―. Mi esposa está ahí. ―Lo siento, señor, nadie, excepto los trabajadores de la policía y de rescate están permitidos en este momento. ―Romero dijo algo, pero la sirena de una ambulancia llegando justo detrás de Alex era tan fuerte que no podía oír. Del mismo modo que la ambulancia pasó volando oyó el pitido de su otra línea de nuevo. Esta vez era Sal. No podía saber nada más que Romero. ―¿Dónde estás? ―gritó Romero. ―Justo en frente del lugar. No me van a dejar entrar. ―Voy a contestar mi otra línea, Alex. Es Ángel, por tercera vez desde que he estado hablando contigo. Esto podría ser importante. Alex no se molestó en responder. Levantó la vista hacia el complejo, furioso consigo mismo. Nunca debería haber aceptado llegar a esto. Sabía que era un gran riesgo desde el principio. Debería haber seguido sus instintos, incluso después de oír hablar de los falsos planes de Bruce para el lunes. Su otra línea sonó de nuevo. Ese mismo número que él no había reconocido antes. Justo en ese momento, Romero regresó en la línea.

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―Responde a la otra línea. Es Valerie. Ella está bien. La respiración de Alex se trabó, y casi pierde el botón sobre el que tenía que hacer clic. ―¿Hola? ―Alex, estoy bien. He perdido el teléfono en el hotel, y no podía recordar tu número. Nunca lo he memorizado, así que llamé al restaurante…

La mezcla de emociones que sintió después de oír exclamar que estaba bien era algo que nunca había experimentado en su vida. Casi no había pescado nada más de lo que dijo después de eso. Algo se apoderó de su tráquea que no podía conseguir decir una maldita palabra. Aspiró aire, finalmente capaz de hablar, pero se esforzó por sacar las palabras. ―¿Dónde estás, cariño? ―Estoy en el frente con todos los camiones de bomberos. Una nueva emoción se hizo cargo. Su necesidad de estar a su lado se hizo abrumadora. Alex miró a su alrededor tratando de reunir el poder de hablar sin el nudo en la garganta. ―Yo también estoy aquí, justo fuera de las barricadas en la entrada principal. La escuchó decirle algo a alguien y luego volvió a ponerse al teléfono. ―¿Dónde? Estoy buscándote. ―Su voz se quebró. Debe también haber estado manteniéndose tranquila, pero gritó ahora―. Van a dejarte entrar. Alex comenzó a explicar dónde estaba cuando la vio por uno de los camiones de bomberos, mirando a su alrededor. Tenía un teléfono a su oído y su zapato en la mano libre. Iba descalza y parecía tan pequeña e indefensa. Algo se apoderó de su tráquea de nuevo. Hizo un gesto y gritó por ella. Cuando lo vio, corrió hacia él. Pasó junto a la guardia, chasqueando como una mosca. Tan pronto como estuvo lo suficientemente cerca, saltó a sus brazos. Alex la abrazó más fuerte de lo que nunca hizo, enterrando la cara en su cuello. Con una respiración profunda se apartó para mirarla a la cara. Las lágrimas calientes que sentía ante sus propios ojos lo sorprendieron, pero aún más sorprendente, no estaba avergonzado. No le importaba nada de eso. Todo lo que podía pensar era en lo mucho que la amaba y agradecía a Dios que estaba bien. Tragó saliva con fuerza, buscando su rostro. ―¿Te lastimó? Ella negó.

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―No, me alejé cuando él estaba hablando contigo por teléfono. Alex puso su teléfono en la funda en el cinturón, fácilmente todavía sosteniendo a Valerie en el aire con un brazo. Se llevó la mano hacia atrás para apartar los mechones de cabello de la cara. ―Dime la verdad, nena. ¿Te tocó? ―Alex recordó la forma bruta en que había tratado de poner la mano sobre ella en el bar la noche en que lo noqueó. Si Bruce puso aunque sea un dedo en ella, Alex lo cazaría y lo mataría, él mismo.

Valerie lo miró fijamente, las lágrimas comenzaban a disminuir. ―No, no lo hizo ―susurró. Él le besó la punta de su nariz, siguió sin aflojar su agarre sobre ella, ni siquiera un poco. ―¿Sabes si lo agarraron? Ella sacudió la cabeza y apoyó la cara en el hueco de su cuello. ―No me han dicho nada, excepto que a alguien le dispararon. Alex inhaló su aroma familiar. Un aroma tan especial, solo de Valerie, que si pudiera embotellarle lo mantendría con él en todo momento. ―Sí, me enteré de eso también. ―Decidió preocuparse por Bruce más tarde. Por ahora no estaba más que eternamente agradecido de que Valerie estaba bien y fuera de peligro. A partir de aquí, nunca estaría fuera de la vista hasta que Bruce fuera capturado o muerto. Su teléfono había estado vibrando en su funda desde el momento que colgó con Valerie. De mala gana la dejó en el suelo y contestó. Le dijo a Romero en dónde estaba y que actualizara a todo el mundo. Entonces con Valerie volvió a donde los detectives estaban esperando.

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Esa tarde, Valerie volvió a casa con Alex. Él la miró fijamente mientras dormía, con la cara contra su pecho. Durante días, se había sacudido y dado vueltas, su cuerpo anhelante, hambriento de ella. Ahora lo único que quería era dormir al lado de ella, abrazarla sabiendo que estaba a salvo. Supuso que estaría agotada y cayó rendida casi tan rápidamente como se hubo acurrucado a su lado. Había sido un día emocionalmente agotador para ambos. Valerie contó su historia en muchos momentos diferentes, primero a él, luego a los detectives, luego a su padre y a Norma cuando volvieron a su casa. Alex se había cansado de decírselo a sí mismo. Todo el mundo había estado preocupado y ansioso por saber lo que había sucedido. También había oído hablar del escuadrón de bombas evacuando el restaurante justo en medio del ataque en la comida. Valerie le dijo a Ángel sobre Bruce amenazando con volar el restaurante cuando ella llamó para conseguir su número. Antes de que Ángel pudiera siquiera decidir qué hacer, ella le informó de que el escuadrón de bombas ya estaba en camino. Después de buscar durante horas, no encontraron nada. Fue un completo farol.

Cuando fue interrogado por la policía al respecto, Bruce negó haber dicho nada por el estilo. Resultó que Alex no tendría que dar caza a Bruce. Fue disparado cuando apuntó con un arma a un oficial. Ellos ni siquiera lo estaban buscando todavía. El idiota apuntó el arma cuando el oficial trató de impedirle entrar en la zona cerrada. En su intento enloquecido de alcanzar a Valerie, pensó que sacar un arma en medio de un hotel lleno de policías de alguna manera pasaría. No fue una amenazada de vida. La bala solo le destrozó el hombro. Alex pensó que se merecía por lo menos eso. Después de horas de entrevistas con Valerie, Luke y otros testigos, Bruce no solo iba a necesitar un médico, sino un buen abogado. La lista de cargos con los que le golpearon era tan larga como su hoja de antecedentes penales. Había agarrado a Luke contra su voluntad, a punta de pistola, amordazándolo y atándolo en el armario de la habitación, intentó secuestrar a Valerie, plantó una bomba falsa en el hotel, y apuntó con un arma a un oficial. Con Bruce todavía en libertad condicional y su pasado criminal, los detectives le aseguraron a Valerie que lo más probable era que pasase el resto de la vida tras las rejas. La pesadilla había terminado. Algunas cosas estaban todavía sin respuesta. Alex se preguntó si aún tenía que saber por qué ella se guardó lo de su noche con Luke todo este tiempo. Él suspiró, acariciando su mejilla con el dorso de los dedos. Mientras trabajase con él todos los días, eso lo carcomería. Pospusieron el seminario para otro momento, por lo que ella todavía acompañaría a Luke eventualmente. Él tenía que saberlo.

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Estaba dispuesto a hacer cualquier cosa, cualquier tipo de sacrificio por Valerie. Pero algo así iba a corroerle hasta que obtuviera una respuesta. Lo dejó ir por ahora, pero una vez que el momento fuera el correcto lo sacaría de nuevo.

Semanas después, Valerie seguía recibiendo llamadas de detectives que le pedían más detalles sobre el caso en contra de Bruce. Lo que habían descubierto acerca de Bruce era aún más preocupante que algunas de las cosas que los chicos de Romero le habían dicho. Después de haber sido entrevistado en varias ocasiones, era obvio que Bruce realmente creía que Valerie le debía la intimidad que había buscado de ella. Lo que es más, incluso tras las rejas seguía creyendo que algún día la conseguiría.

Valerie se estremeció solo de pensarlo. Ella estaba a salvo ahora. Tenía que recordarse a sí misma eso cada vez que pensaba en Bruce. Estaba encerrado, y ellos seguían tranquilizando a Valerie que con cada entrevista incriminatoria, él estaba añadiendo más y más años para su eventual sentencia. Acababa de colgar con el detective y estaba mirando a través del refrigerador de Alex cuando su teléfono sonó de nuevo. Era Luke. Ella pensó en enviarlo al correo de voz, pero luego recordó que podría estar llamando por noticias sobre la entrevista. Contestó. ―Oye. ―Te lo dieron. ―Ella, literalmente, podía oír la sonrisa en la voz de Luke. ―¿Qué? ―Cerró la puerta de la nevera y abrió la botella de agua que había agarrado. ―Solo van a llamar a dos candidatos de todos a los que entrevistaron, y tú eres uno de ellos. Y Val, eras la más joven de todos los candidatos entrevistados. Habían pasado casi dos semanas desde que había sido entrevistada. Había sido una de las primeras por lo que tenía que esperar más tiempo hasta que todo el mundo pasara por el proceso. Sonrió, tratando de no emocionarse demasiado. ―¿Y ahora qué? ―Te van a llamar para programar la segunda entrevista. Puedo empezar a entrenarte en las cosas principales que deberías saber acerca de segundas entrevistas y lo que buscaran mañana. Fue algo bueno que Alex no hubiese estado allí cuando Luke llamó. A pesar de que estaba empezando a acostumbrarse a que su trabajo fuera diferente de la mayoría de nueve a cinco, aún se molestaba cuando ella recibía llamadas en la noche. Pero sobre todo le molestaba cuando era Luke.

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Después de colgar con Luke, Valerie se dio una larga ducha. Pensó en el entrenamiento de Luke. Desde el arresto de Bruce, Valerie había evitado estar a solas con Luke tanto como le era posible. Se sentía muy mal por lo que Bruce le había hecho, así que se aseguró de que las cosas fueran cordiales entre ella y Luke. Pero mantuvo su distancia. Aunque Alex no le había preguntado nada sobre su noche con Luke desde la escena que hizo en el hospital, el ánimo siempre se tensaba cuando su nombre salía a relucir. Incluso aunque obtuviera el cargo en la nueva oficina, el ensayo todavía estaba a meses, y lo vería constantemente entonces.

Un par de veces pensó en simplemente decirle a Alex al respecto. Odiaba la tensión de Alex pensando que se había acostado con Luke y mintiendo al respecto. Cada vez que considera decírselo y superarlo, se acobardaba. Alex llegó a casa justo cuando Valerie terminó de vestirse en una de sus camisetas y un suave pantalón de algodón corto, del tipo con los que le encantaba ir a la cama, pero por lo general se desprendía de ellos en cuestión de minutos. ―Hola. ―Sonrió mientras él entraba en el dormitorio. Agarró su teléfono de la cómoda para comprobar si tenía alguna llamada perdida. Desde que su padre había colapsado, había estado paranoica por perder llamadas de él o Norma. Alex la sobresaltó agarrándola. Con sus brazos envueltos alrededor de ella, gruñó mientras tomaba su boca. La llevó a la cama y la acostó, ni una sola vez separando su muy activa lengua de su boca. Su beso fue caliente y más hambriento que de costumbre, incluso para él. Ella sintió la erección inmediata contra su muslo. Su propia excitación comenzó a asomarse. Ella arqueó la espalda, frotando las manos sobre sus duros hombros, luego su espalda. El teléfono sonó, llevando a los besos de Alex a su fin. ―¿Quieres tomarlo? ―preguntó con sus labios aún en los de ella. ―No. ―Ella ya estaba sin aliento y quemando de anticipación. ―¿Y si es tu padre? Se quedó mirando sus labios. ―Tengo la sensación de que esto va a ser más rápido. ―Lo será. ―Se lamió el labio inferior con una sonrisa maliciosa. ―Entonces lo llamaré cuando hayamos terminado. ―Metió la lengua en su boca mientras el teléfono seguía sonando.

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Los ojos calientes de Alex miraban hacia abajo, sacándole la camisa. A la vez, su boca estaba en su pezón. Valerie gimió ante la sensación de su lengua. Hizo que todo su cuerpo cosquilleara. Su teléfono sonó de nuevo y Alex se detuvo. Valerie podía sentir su disgusto por la forma en que su cuerpo se tensó. ―Voy a apagarlo ―ofreció ella―. ¿Dónde está? Ella lo había dejado caer cuando él la llevó a la cama. Alex se inclinó sobre el borde de la cama y lo recogió. Su expresión se endureció cuando miró el identificador de llamadas y fue suficiente para que ella supiera quién era.

Él le pasó el teléfono y se separó de ella. ―Contesta. ―Probablemente sea solo de trabajo, Alex. Puedo hablar con él por la mañana. ―No. ―El calor en sus ojos ahora era de una naturaleza completamente diferente a cuando la había mirado antes―. Quiero saber qué es tan malditamente importante que tiene que llamarte después de las nueve. Adelante, contesta. Así de fácil, el ánimo para la noche se arruinó oficialmente. Apretó los dientes, pero contestó el teléfono sin querer que las cosas se pusieran feas. ―Hey, Luke, ¿qué pasa? ―Me olvidé de decirte. Recibí el correo más temprano hoy. El seminario ha sido reprogramado para dos semanas a partir de este sábado. Asegúrate de que mantienes tu calendario abierto. Maravilloso. Valerie miró a Alex quien todavía la estaba mirando. Ella realmente había esperado que hubiera sido algo relacionado con el trabajo. Algo que no promovería la tensión que ya podía sentir hacerse más densa. ―Oh, está bien. Lo haré. Luke se quedó callado por un momento. Valerie estaba segura de que él esperaba que estuviera un poco más emocionada o, al menos, tener más que decir al respecto. De ninguna manera iba a animar más conversación. ―Muy bien, bueno, hablaré contigo por la mañana. Alex todavía la estaba mirando cuando colgó. ―Entonces, ¿qué fue eso? Se levantó de la cama y se acercó a la cómoda apagando el teléfono mientras lo ponía en la cómoda. No quería ni ver su expresión cuando lo dijo.

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―Reprogramaron el seminario. Acababa de recibir el correo.

Traducido por flochi Corregido por Nanis

A

lex se sentó en la cama, todavía mirando la pequeña constitución sexy de Valerie en su camiseta. Ella bajó el teléfono, pero no se volvió hacia él. Tuvo la marcada sensación de que dejó deliberadamente la cama para estar apartada cuando le contó sobre el seminario. ―¿Cuándo es? ―Intentó no sonar molesto. Pero lo estaba. Increíblemente. El idiota había llamado en el peor momento imaginable. ―Dos semanas contando desde este sábado. Ella seguía dándole la espalda. ―¿Qué sucede? Finalmente, se dio la vuelta para mirarlo a la cara. ―Nada. ―Entonces, ¿qué estás haciendo allí? ―Extendió la mano hacia ella. Acababa de tenerla debajo hace un momento y ya la quería cerca de él otra vez. Ya sea que estuviera molesto o no. Algo por la manera en que le sonrió lo hizo sentirse incómodo, pero ella caminó hacia él. Iba a sentarse en la cama junto a él, pero la atrajo a su regazo entrelazando sus dedos con los de ella. Apoyando su frente contra la de ella, lo volvió a intentar. ―¿Qué sucede? Ella sacudió la cabeza con lentitud. ―Nada, sólo… ―Se mordió el labio, y luego frunció el ceño.

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―¿Qué es? ―La noche que pasé en su casa… ―Detente. ―Alex se enderezó, sintiendo cada músculo de su cuerpo tensarse―. No tengo que escucharlo. Si se acostó con él o no, nunca estaría cómodo con ella cerca de él así que no hacía la diferencia.

―Quiero que sepas. ―No quiero escucharlo, Z. ―Si ella pensaba que iba a sentarse allí y escucharla contarle sobre su noche con otro hombre estaba loca. Valerie acunó su rostro con sus manos. ―Tengo que contarte, bebé. Me está matando que creas que tuve sexo con él. No lo tuve. Alex prefería no saber a qué ella le mintiera. Tragó saliva con fuerza, mirándola fijamente a sus hermosos ojos. Su solo toque era suficiente para suavizar su cuerpo tenso pero lo que estaba diciendo no tenía sentido. ―Entonces, ¿qué? ¿Te quedaste dormida en su casa y no te despertó? Eso tenía un poco más de sentido. Ella sacudió la cabeza, haciendo que él apretara la mano en un puño. No quería estallar con ella. ―No lo entiendo, Z, o lo hiciste o no. No hay un punto medio aquí. La profunda inhalación que tomó, lo puso nervioso. ―Iba a hacerlo. No te mentiré. Fui esa noche preparada para hacerlo. Seguía sin sentir nada por él… ―Entonces, ¿decidiste acostarte con él cuando no sentías nada? Tonterías. ―Recordó a Romero diciendo que ella le había dicho a Bruce que estaba enamorada de él. Los ojos de ella se oscurecieron y su ceño se frunció. ―Es cierto. Estaba esforzándome por hacer que funcionara. ―¿Por qué, si no te importaba él? ―Alex era consciente de que estaba levantando la voz pero lo que ella estaba proporcionándole no era congruente. Ella se puso de pie y salió de su regazo. Alex sostuvo su mano para que no se alejara. ―Quería superar lo tuyo. ¿Está bien?

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Alex abrió la boca, pero cuando no dijo nada, ella siguió. ―Todo en lo que podía pensar era en ti y ese beso en la boda cuando estuve contigo. Todo sobre él lo comparaba contigo, y ni siquiera se te acercaba. Realmente creí que si podía seguir adelante, te olvidaría. Ya que no me he acostado con nadie más desde que me separé de ti pensé que quizás eso era lo que finalmente necesitaba para conseguir un cierre. Pero… ―Pasaste la noche. ―Un hecho que Alex no olvidaría pronto. Lo que ella le estaba diciendo sólo empeoró las cosas. A pesar del hecho de que le acababa de

decir que no se había acostado con nadie más mientras estuvieron separados, había pasado la noche con Luke y ahora sabía que había ido a dormir con él. ―Sólo porque me sentí terrible por lo que pasó. Alex buscó sus ojos incapaz de siquiera imaginar a lo que se refería. ―¿Qué pasó? Valerie volvió a respirar hondo lo que sólo amplió la ansiedad de Alex. ―Estábamos… besándonos… ―Hizo una pausa. La paciencia de Alex se estaba agotando. Le dijo que no quería escuchar acerca de esto y ahora, ¿iba a prolongarlo? La visión hizo que su sangre hirviese. ―Maldición, Z… ―Lo nombre Alex. Alex parpadeó. Valerie parecía mortificada, sus mejillas ruborizadas. Tiró de ella hacia él, haciéndola sentarse de vuelta en su regazo, todavía sin estar seguro de qué decir. El hecho de que hubiera estado en los brazos de otro hombre seguía sintiéndose como una patada en el estómago. Pero el pensamiento de que hubiera estado pensando en él todo el tiempo, tanto que terminó llamando a Luke Alex. No podía ni siquiera empezar a imaginar cómo Luke debió haberse sentido en ese momento. Sin advertencia, se echó a reír. Valerie enterró su rostro en su pecho cubriendo la parte expuesta con su pequeña mano. ―No te rías. ―Sus palabras sonaron apagadas―. No tienes idea lo increíblemente incómodo que fue ese momento. Fue horrible. Eso sólo hizo a Alex reír aún más. La besó en la cabeza, acariciando su cabello húmedo. Valerie levantó la cabeza lentamente y se encontró con sus ojos. ―Entonces, ya ves. Nunca tuviste nada de qué preocuparte.

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Siguió contándole sobre cómo pasó el resto de la noche diciéndole a Luke sobre su relación con Alex. Y cómo realmente creyó que lo había superado hasta que lo vio en la boda y descubrió que ni siquiera estaba cerca. ―La siguiente vez que vi a Luke, terminé las cosas, le debía por lo menos eso. Supe que nunca te olvidaría. Fue estúpido pensar que salir con él lo haría. Alex no pudo quitar sus ojos de ella. Amaba escucharla decir que nunca lo olvidaría. Le levantó la barbilla. ―¿Sabes lo que no entiendo? Ella inclinó la cabeza. Se veía tan adorable que tuvo que besarla.

―Si sabes que nunca podrás olvidarme, ¿por qué no te casas conmigo ya? Esta vez fue ella la que abrió la boca sin palabras que decir. La cerró y se mordió el labio. Lo volvió a intentar y siguió sin salir nada. Sintiendo la molestia empezando a cimentarse nuevamente, Alex habló primero. ―Deja de inventar excusas, Z. Las comisuras de sus labios se levantaron muy lentamente. El corazón de él latió y le sonrió. ―Está bien. Hagámoslo. Vamos a casarnos. ―La sonrisa de ella fue enorme. Alex sabía que sus ojos debieron haber sido tan grandes como platos. Tragó saliva, apenas capaz de poner todo en perspectiva. Valerie iba a ser su esposa, toda de él, para siempre. Se inclinó para besarla pero se detuvo. ―Mejor que el teléfono esté apagado. ―Lo está. ―Ella rió. Con eso, se volvió a inclinar en la cama y la llevó con él. ―Sra. Moreno ―susurró antes de besarla profundamente. Cuando finalmente la dejó respirar, ella sonrió. ―Me gusta ―susurró―. Apenas puedo esperar ahora.

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Alex la besó, sabiendo muy bien que no tendría que esperar mucho tiempo. Se aseguraría de ello. Primero lo primero, con un tirón le quitó el pantalón corto.

Traducido por Itorres Corregido por Nanis

A

lex y Valerie entraron en el restaurante de la mano. Habían ido directamente a casa de su padre y luego de la casa de su padre al aeropuerto. Valerie parecía mucho más relajada después de hablar con sus padres. Ángel levantó la vista de la mesa acomodada en la parte delantera, sin duda esperando ver a los clientes. Él hizo una doble toma antes de sonreír. ―Hey, ¿cómo estuvo Bermudas? ―Hermoso. ―Valerie sonrió. ―¿Cómo va todo aquí? ―Alex preguntó mientras caminaba hacia él. Ángel hizo un gesto con la mano hacia él. ―Más lento que nunca. Sarah estaba encorvada, leyendo algo en el bar. Sal estaba en el otro lado de la barra, y él miró hacia arriba mientras se dirigían hacia ellos. ―¿Cuándo regresaron chicos? ―Hace un par de horas ―respondió Alex, apretando la mano de Valerie. Sarah se dio la vuelta y de inmediato se acercó a saludar a los dos con un abrazo. Valerie se apartó un mechón de cabello de su propio rostro y Sarah se detuvo en seco. ―¿Qué es esto? ―Agarró la mano de Valerie y miró boquiabierta al anillo de diamantes de tres quilates de Valerie.

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Valerie sonrió, pero no respondió. Miró a Alex. Sarah finalmente quitó su vista del anillo y puso su atención en Valerie. ―¿Están comprometidos? ―Nope ―respondió Alex por ella. Sarah trajo su atención a Alex, ahora confundida. ―Entonces… ―Estamos casados ―dijo asentando el hecho.

La boca de Sarah cayó abierta. ―¿Están qué? ―Ángel preguntó, rodeando a Alex para ver lo que Sarah estaba mirando. Echó un vistazo al anillo de Valerie y luego se volteó hacia Alex―. Dime que estás bromeando. Sarah tenía su mano sobre su boca ahora. La mano de Valerie seguía entre las suyas, pero sus ojos iban y venían de Alex a Valerie. ―No es broma ―habló Valerie finalmente―. Nos casamos en las Bermudas. Sal se acercó para unirse al resto del pelotón aturdido. Echó una mirada al anillo después a Alex. ―Amigo, mamá va a enojarse. Alex se rió entre dientes. ―Lo hizo. Acabamos de salir de allí. Estaba un poco molesta, pero lo superó bastante rápido cuando finalmente estuve de acuerdo en dejar que nos hiciera una pequeña fiesta. Ella y Sofie ya estaban en el teléfono haciendo los planes antes de que incluso las dejáramos. ―¡Ja! ―Ángel se burló ruidosamente―. ¿Mamá y papá darán una pequeña fiesta? Buena suerte. Ella va a invitar a dos quizás tres centenares de personas. Alex frunció el ceño ante eso. Sarah finalmente dejó de estar embobada y dejó escapar un grito. Abrazó a Valerie de nuevo y luego se levantó para abrazar a Alex más apretado que la primera vez. Sarah se volteó a Valerie con una mirada acusadora. ―Ni siquiera me dijeron que estaban comprometidos. Valerie se rió y miró a Alex.

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―Solo estuve comprometida un par de días antes de ir a las Bermudas. Fue realmente vivir el momento. Seguro que había sido. Al momento que Valerie estuvo de acuerdo, la idea estuvo rondando en la cabeza de él. El día después de que había aceptado ambos decidieron que no querían una boda grande. La única manera de que pasaría era si no le decían a nadie. Él acomodó su horario en el restaurante diciendo a todos que Valerie necesitaba alejarse después de todo el drama que había pasado, compró en secreto el anillo y reservó el vuelo. No estaba dispuesto a darle tiempo para cambiar de opinión. Habían estado casados el día que llegaron a las Bermudas y luego pasaron la mayor parte del resto de su tiempo allí en su suite. De luna de miel.

Después de una ronda de todos de abrazos y unos cuantos besos para la novia, se sentaron alrededor de la barra a tomar una copa en celebración. Sarah se sentó con Valerie, exigiendo cada detalle de su pequeña boda, pero muy romántica. Valerie estaba haciendo todo lo posible para complacerla. Sal estaba detrás de la barra delante de Alex. ―No puedo creer que hayas hecho esto. ¿Qué pasa con todo el mundo de repente? Mi amigo Jason acaba de comprometerse, también. Alex tomó un trago de su cerveza. ―¿En serio? Pensé que él todavía estaba en la escuela. ―Está. ―Sal levantó su hombro―. Supongo que no podía esperar. ―¡Hey! ―Alex se volteó para ver Romero caminar en el restaurante de la mano de Isabel―. ¿Cuál es la gran sorpresa? Valerie le dijo en el auto que le envió un mensaje a Isabel para encontrarse en el restaurante. No había mencionado que les dijo que era una sorpresa. Él intercambió una mirada con ella y ella le dedicó una sonrisa diabólica. Valerie levantó su dedo en el aire. Los ojos de Isabel se abrieron como platos. Se volteó hacia Alex y luego a Valerie. ―¿Estás comprometida? Valerie se incorporó sacudiendo la cabeza con una gran sonrisa en su rostro. ―Estamos casados. ―¡No inventes! ―Isabel la abrazó tan pronto como Valerie llegó ella. ―Hey, hombre. ―Romero dio la mano a Alex y una palmada en el hombro―. ¿Cómo pudiste no decirme? ―No le dijimos a nadie. Todo el mundo se enteró hoy. Tomen una cerveza. Celebren con nosotros. ―Alex se volteó hacia el camarero y levantó dos dedos.

―Por supuesto que no. ―Sal tomó un trago de su propia cerveza―. Tengo demasiados planes antes de siquiera pensar en sentar cabeza. Romero rodó los ojos antes de caminar hacia Isabel con su cerveza.

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―Hombre, ustedes Morenos están cayendo como moscas. ―Romero tomó las cervezas que Alex le entregó y se volteó a Sal―. Eso significa que tú eres el próximo, jefe.

―Sí, ya veremos. ―¿De qué estás hablando? ―Sal sonrió―. Probablemente eres el siguiente en caer.

Valerie se dirigió hacia ellos. ―Hey, oí eso. Sal salió de detrás de la barra y abrió los brazos. ―Sólo estoy bromeando. No podría estar más feliz por ustedes dos. Sé lo mucho que significas para este grandote. Él la apretó un poco demasiado, frotando sus manos por todo su espalda y sonriendo a Alex. Alex alargó su mano. ―Muy bien, eso es bastante feliz. Sal se echó a reír, dejándola ir. ―Eres demasiado fácil pequeño hermano. ―Divertido. ―Valerie sonrió mientras Alex la atrajo hacia sí―. No creo haber escuchado a alguien jamás referirse a ti como pequeño. Sal se echó a reír, a punto de decir algo cuando Ángel se acercó por detrás de Valerie e interrumpió. ―Ustedes dos, ¿seguros que no hay otra razón para este repentino matrimonio? Valerie se volteó hacia él, obviamente no entendiendo a lo que él quería llegar. Alex le apretó la mano y empujó a Ángel. ―No, idiota. Pero ahora que estamos casados no veo ninguna razón por la que no deberíamos darle vuelta a esa idea. Finalmente entendiendo, Valerie se rió. ―De ninguna manera. Cada cosa a su tiempo.

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Alex se rió y la besó. Estuvieron tomando algunas copas más y luego se despidieron. La felicidad que él sentía era un poco abrumadora. La vida no podría ser mejor. Había estado furioso cuando Valerie recibió una llamada de Luke en su luna de miel. Pero después de escuchar el correo de voz, le hizo más que sentirse mejor. Valerie había ido a su segunda entrevista el día antes de que se fueran. Luke llamó para decirle que consiguió el puesto. Alex tendría que aguantar su trabajo con él por sólo unos pocos meses más. Una vez en la camioneta se inclinó y la besó. ―Sabes, no estaba bromeando ahí dentro acerca de nosotros teniendo un bebé.

La boca de Valerie se abrió. ―Alex, te lo juro, eres demasiado. ¿Podemos acostumbrarnos a esto del matrimonio en primer lugar? ―¿A qué hay que acostumbrarse? Ella se echó a reír en voz alta, poniendo su mano en el muslo de él y luego deslizándola hacia arriba un poco más, con una expresión cada vez más seria. ―Quiero tener hijos Alex. Montones y montones de ellos. Te lo prometo. Pero no todavía. Él la había tenido día y noche para sí mismo durante los últimos cinco días seguidos y su toque aún le chamuscaba. ―¿Muchos, muchos, eh? A mí me parece que necesitaremos mucha, mucha práctica entonces. ―La besó de nuevo, como si no lo hubiera hecho en años.

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Era una buena cosa que ya estuvieran casados, porque de alguna manera no podía imaginar que algún día estuviera lleno de ella.

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Toda su vida, Sofía Moreno ha tenido que lidiar con sus hermanos sobreprotectores. Con tres hermanos autoritarios siempre al acecho, ningún chico se atrevería a acercarse a ella. Por suerte para ella, el chico al que pertenece su corazón siempre ha estado a su alcance: el mejor amigo de su hermano, Eric. Aunque la lealtad de él hacia sus hermanos es profunda, Sofía sabe que no hay mucho que él pueda hacer antes de rendirse a ella. Dos años mayor que ella, Eric Diego siempre ha sabido que habría mucho que pagar si se metía con la hermana menor de su mejor amigo. A través de los años observa como florece a una joven hermosa justo delante de sus ojos. Con unas enfurecidas hormonas adolescentes y Sofía más que dispuesta, Eric se compromete a lo impensable. Un prohibido romance secreto. Sintiendo emociones y una pasión enfebrecida que es nueva para ambos, ninguno está preparado para lo rápido que su romance gira fuera de control.

¿Acerca de mí? Bueno, nací y crecí y continúe viviendo en el soleado sur de California. Estoy casada y tengo dos maravillosos adolescentes. Mi amor por la escritura comenzó cuando era sólo una niña, sin embargo, nunca tuve realmente algún sueño o aspiraciones de hacer esto para vivir. Entonces llegó la época de los eReaders y vi la oportunidad de escribir al mundo que lee sin saltar a través de aros e ir más allá de la burocracia de tratar de ser publicado tradicionalmente. La serie Moreno Brothers ha cambiado literalmente mi vida. Ahora me levanto para ir a trabajar a pocos metros de mi cama. 5th Street es mi segunda serie con 2 outs de Noah y Gio y dos más por venir. Actualmente estoy tomando un descanso de 5th Street para trabajar en mi próxima serie Fate, un spin-off de la serie Moreno Brothers. El primero de esa serie Fate (Vince y la historia de Rose de Making You Mine) saldrá a la venta este año. Me encanta escuchar de mis lectores y trato siempre de responder tan pronto como me es posible, pero si hay una pregunta que se hace una y otra vez, en vez de contestar veinte veces la voy a publicar en mi página de preguntas frecuentes a fin de comprobarla a menudo! Finales de este año será una locura para mí entre mantenerme al día con la respuesta a MYM y preparándome para mi tour blog, estaré muy ocupada así que por favor tengan paciencia conmigo si no soy rápida en responder a sus mensajes/comentarios. También puedes ser mi amigo en GoodReads! ¡Gracias por leer!

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Eli

Moderadora Itorres y flochi

Traductoras Itorres

Simoriah

Anelynn*

flochi

Fanny

nelshia

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maphyc

Debs

Jadasa Bo

Clary

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Lizzie

Correctoras Nony_mo

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Sttefanye

Recopilación y Revisión

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Nanis

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