Across the Universe

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Beth Revis

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Agradecimientos: Moderadora CyeLy DiviNNa

Traductores CyeLy DiviNNa

Little Rose

Vannia

Liseth_Johanna

Susanauribe

PokerF ♠

Mari NC

Adrammelek

Anne_Belikov

Kirara7

Paaau

Elena Vladescu

Emii_Gregori

Mery Shaw

flochi

†DaRk BASS†

Carmen170796

Cami.Pineda

LizC

kathesweet

andre27xl

Javy

Abril.

KaThErIn

Dangereuse_

Beellie

3 Correcctoras Alba M. Grigori

Beatriix

Mari NC

Samylinda

Anne_Belikov

Mishy

Nanis

Aldebaran

BrendaCarpio

V!an*

Ellie

Maggiih

kathesweet

Dianita

Recopilación y Revisión Ellie

Diseño CyeLy DiviNNa

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Indice Sinopsis

Pág.6

Capítulo 27

Pág. 132

Capítulo 1

Pág.7

Capítulo 28

Pág.135

Capítulo 2

Pág.17

Capítulo 29

Pág.140

Capítulo 3

Pág.21

Capítulo 30

Pág.145

Capítulo 4

Pág.23

Capítulo 31

Pág.152

Capítulo 5

Pág.32

Capítulo 32

Pág.156

Capítulo 6

Pág.33

Capítulo 33

Pág.158

Capítulo 7

Pág.45

Capítulo 34

Pág.165

Capítulo 8

Pág.47

Capítulo 35

Pág.169

Capítulo 9

Pág.57

Capítulo 36

Pág.170

Capítulo 10

Pág.59

Capítulo 37

Pág.172

Capítulo 11

Pág.61

Capítulo 38

Pág.175

Capítulo 12

Pág.64

Capítulo 39

Pág.178

Capítulo 13

Pág.69

Capítulo 40

Pág.180

Capítulo 14

Pág.71

Capítulo 41

Pág.183

Capítulo 15

Pág.75

Capítulo 42

Pág.188

Capítulo 16

Pág.80

Capítulo 43

Pág.192

Capítulo 17

Pág.85

Capítulo 44

Pág.199

Capítulo 18

Pág.98

Capítulo 45

Pág.202

Capítulo 19

Pág.103

Capítulo 46

Pág.204

Capítulo 20

Pág.108

Capítulo 47

Pág.208

Capítulo 21

Pág.113

Capítulo 48

Pág.213

Capítulo 22

Pág.120

Capítulo 49

Pág.215

Capítulo 23

Pág.121

Capítulo 50

Pág.218

Capítulo 24

Pág.124

Capítulo 51

Pág.221

Capítulo 25

Pág.126

Capítulo 52

Pág.225

Capítulo 26

Pág.130

Capítulo 53

Pág.230

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Capítulo 54

Pág.233

Capítulo 69

Pág.2936

Capítulo 55

Pág.238

Capítulo 70

Pág.296

Capítulo 56

Pág.241

Capítulo 71

Pág.299

Capítulo 57

Pág.247

Capítulo 72

Pág.302

Capítulo 58

Pág.253

Capítulo 73

Pág.306

Capítulo 59

Pág.257

Capítulo 74

Pág.309

Capítulo 60

Pág.259

Capítulo 75

Pág.314

Capítulo 61

Pág.262

Capítulo 76

Pág.317

Capítulo 62

Pág.268

Capítulo 77

Pág.319

Capítulo 63

Pág.272

Capítulo 78

Pág.321

Capítulo 64

Pág.275

Capítulo 79

Pág.322

Capítulo 65

Pág.280

Capítulo 80

Pág.324

Capítulo 66

Pág.283

Epílogo

Pág.326

Capítulo 67

Pág.287

A Million Suns

Pág.328

Capítulo 68

Pág.288

Adelanto Prox Libro

Pág.329

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Pág.335

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Sinopsis

C

on diecisiete años de edad, Amy se une a sus padres como carga congelada a bordo de la vasta nave espacial Godspeed y espera despertar en un nuevo planeta, trescientos años en el futuro. Ella nunca podría haber sabido que su sueño congelado llegaría a su fin cincuenta años antes de lo esperado, y que sería arrojada dentro de un desafiante mundo en una nave espacial que vive bajo sus propias reglas.

Amy se da cuenta rápidamente que su despertar no fue un simple mal funcionamiento de una computadora. Alguien —uno de los pocos miles de habitantes de la nave— trató de matarla, y si Amy no hace algo pronto, sus padres serán los próximos. Ahora Amy debe correr para descubrir los secretos ocultos del Godspeed. Pero fuera de su lista de sospechosos de asesinato, sólo hay uno que importa: Elder, el futuro líder de la nave y el amor que ella nunca podría haber visto venir.

[Primer libro de la saga Across the Universe, de Beth Revis]

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Capítulo 1

Amy Traducido por Paaau [SOS] y DaRk Bass Corregido por *Michy

P

apá dijo: —Deja que mamá vaya primero.

Mamá quería que yo fuera primero. Creo que era porque estaba asustada de que luego de que ellos estuvieran encerrados y congelados, me iría, de vuelta a la vida, en vez de relegarme a esa caja fría y transparente. Pero papá insistió. —Amy necesita ver cómo es. Ve tú primero, déjala mirar. Luego ella puede ir, y yo estaré con ella. Iré al último. —Tú ve primero —dijo mamá—. Yo iré al último. El problema es que tienes que estar desnudo, y ninguno de los dos quería que yo los viera desnudos, no es como que yo quisiera verlos en su gloriosa y bruta desnudez, pero dada la opción, sería mejor que mamá fuera primero, ya que teníamos las mismas partes y todo eso. Ella se veía tan delgada después de que se desvistió. Su clavícula sobresalía más; su piel tenía esa consistencia de delgado papel de arroz, esa apariencia deshidratada que tiene la piel de las personas mayores. Su estómago, una parte de ella que siempre mantenía escondida bajo la ropa, se hundía de una manera arrugada, lo que la hacía ver aún más vulnerable y débil. Los hombres que trabajan en el laboratorio parecían poco interesados en la desnudez de mi madre, como también eran imparciales hacia la presencia de mi padre y la mía. La ayudaron a recostarse en su transparente caja de crioterapia 1. Se habría visto como un ataúd, pero los ataúdes tenían almohadas y se veían un poco más cómodos. Esto se parecía más a una caja de zapatos. —Es fría —dijo mamá. Su pálida piel presionada contra la parte inferior de la caja. —No lo sentirás —gruñó el primer trabajador. Su tarjeta de identificación decía ED.

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Crioterapia: Aplicación de frío sobre el organismo.

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Miré lejos cuando otro trabajador, Hassan, atravesó la piel de mamá con las agujas de las IV 2. Una en su brazo izquierdo, conectada al pliegue interior de su codo; una en su brazo derecho, que sobresalía de esa gran vena bajo los nudillos. —Relájese —dijo Ed. Era una orden, no una sugerencia. Mamá mordió su labio. El líquido en la bolsa de la IV no fluía como agua. Bajaba como miel. Hassan apretó la bolsa, forzando a que bajara hacia la IV más rápido. Era azul cielo, como el azul del aciano 3 que Jason me había dado en el baile de graduación. Mi mamá siseó de dolor. Ed removió una pinza plástica amarilla de la IV vacía de su codo. Un flujo retrógrado de brillante sangre se disparó por la IV, vertiéndose a la bolsa. Los ojos de mamá se llenaron de agua. La sustancia azul viscosa de la otra IV brilló, un suave destello de cielo resplandeciente brillando por las venas de mi mamá mientras la sustancia subía por su brazo. —Hay que esperar que llegue al corazón —dijo Ed, mirándonos. Papá apretó sus puños, sus ojos clavados en mi mamá. Los ojos de ella estaban cerrados, dos lágrimas calientes colgaban de sus pestañas. Hassan apretó la bolsa de la sustancia azul de nuevo. Una línea de sangre brotó por debajo de los dientes de mamá, donde ella estaba mordiendo su labio. —Esta cosa es la que hace el trabajo de congelación —habló Ed en un tono familiar, como un panadero hablando de cómo la levadura hace que el pan se levante—. Sin él, pequeños cristales de hielo se forman en las células, y rompen las paredes celulares. Esto hace que las células crezcan fuertes, ¿ves? El hielo no las rompe. —Miró a mamá—. Aunque duele como el demonio cuando lo inyectan. Su cara estaba pálida, y estaba recostada en esa caja, y no se movía para nada, como si moverse la fuera a romper. Ya se veía muerta. —Quiero que veas esto —susurró papá. No me miró, aún estaba mirando a mamá. Ni siquiera pestañeó. —¿Por qué? —Así sabrás antes de hacerlo. Hassan siguió amasando la bolsa de la sustancia viscosa. Los ojos de mamá rodaron hacia atrás por un minuto, y pensé que había muerto, pero no.

IV: Vía Intravenosa. Se utiliza para inyectar medicamentos en el organismo, directo en el torrente sanguíneo. 3 Aciano: O azulejo. Planta herbácea anual o bienal de la familia de las asteráceas. 2

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—Casi listo —dijo Ed, mirando la bolsa de la sangre de mamá. El flujo fue más lento. El único sonido era la pesada respiración de Hassan mientras frotaba los lados de la bolsa de plástico de la sustancia viscosa. Un gemido suave, como de un gatito muriendo, salió de mamá. Un resplandor azul pálido brillaba en la IV que salía del codo de mamá. —Ok, para —dijo Ed—. Ya está todo en su sangre. Hassan sacó las IV. Mamá dejó salir un suspiro. Papá me empujó hacia adelante. Mirando abajo hacia mamá, me recordó cuando miré a la abuela el año pasado en la Iglesia, cuando todos le dijimos adiós, y mamá dijo que ella estaba en un mejor lugar, pero todo lo que significaba era que estaba muerta. —¿Cómo es? —pregunté. —No es tan malo —mintió mamá. Al menos aún podía hablar. —¿Puedo tocarla? —le pregunté a Ed. Se encogió de hombros, así que la alcancé, apoderándome de los dedos de su mano izquierda. Ya estaban fríos. Ella no apretó de vuelta. —¿Podemos continuar? —preguntó Ed. Sacudió un gran gotero en su mano. Papá y yo dimos un paso atrás, pero no tan lejos para que mamá no pensara que la habíamos dejado en ese frío ataúd sola. Ed abrió los ojos de mamá. Sus dedos eran grandes, callosos, y parecían toscos troncos separando los finos párpados de mamá. Una gota de un líquido amarillo cayó en cada ojo de color verde. Ed lo hizo rápido —gota, gota—, luego volvió a cerrar sus ojos. Ella no los volvió a abrir. Supongo que me veía atónita, porque, esta vez, cuando Ed me miró, él realmente paró de trabajar el tiempo suficiente para darme una sonrisa reconfortante. —Evita que quede ciega —dijo. —Está bien —dijo mamá desde su ataúd. Incluso aunque sus ojos estaban cerrados, podía oír las lágrimas en su voz. —Tubos —dijo Ed, y Hassan le entregó un trío de tubos de plástico—. Ok, mira. —Ed se inclinó cerca de la cara de mamá—. Voy a poner estos por tu garganta. No se sentirá bien. Trata de hacer como si los estuvieses tragando. Mamá asintió con la cabeza y abrió la boca. Ed metió los tubos por su garganta. Mamá tragó, un movimiento violento que comenzaba en su estómago y llegaba hasta sus partidos y secos labios.

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Miré a papá. Sus ojos estaban fríos y duros. Pasó un largo tiempo antes de que ella se quedara quieta y en silencio. Siguió tratando de tragar, los músculos de su cuello reorganizándose a sí mismos para acomodar los tubos. Ed ensartó los tubos por un agujero en la tapa del ataúd, cerca de la cabeza de mamá. Hassan abrió un cajón y sacó muchos cables eléctricos. Metió un montón de cables de colores brillantes por el primer tubo, luego, un cable largo y negro con una pequeña caja al final bajó por el segundo tubo y, finalmente, un pequeño y rectangular pedazo de plástico que parecía un panel solar atado al final por una cuerda de fibra óptica. Hassan conectó todos los cables a una cajita blanca que Ed fijó sobre el agujero en la parte superior de lo que, me di cuenta, no era más que un elaborado cajón de embalaje. —Di adiós. —Levanté la mirada, sorprendida por la amable voz. Ed tenía su espalda hacia nosotros, escribiendo algo en su computador; fue Hassan quien habló. Asintió hacia mí, infundiéndome coraje. Papá tuvo que tirar de mi brazo para que me acercara a mam{. Esta< esta no era la última imagen que quería de ella. Amarillo incrustado en sus ojos, tubos sosteniendo cables por su garganta, un suave resplandor azul cielo bombeando por sus venas. Papá la besó, y mamá sonrió un poco alrededor de los tubos. La palmeé en el hombro. También estaba frío. Me balbuceó algo, y me incliné más cerca. Tres sonidos, tres gruñidos balbuceantes, la verdad. Apreté su brazo. Sabía que las palabras que estaba tratando de hacer pasar por los tubos eran “te amo”. —Mami —susurré, acariciando su suave piel. No la llamaba de otra forma que no fuese “mamá” desde los siete años. —Está bien, eso es todo —dijo Ed. La mano de papá se enroscó en la parte interior de mi codo, y me tiró suavemente. Me alejé. Cambió de táctica y tomó mi hombro, girándome hacia él con fuerza, tomándome en un abrazo apretado, y no me resistí esta vez. Ed y Hassan levantaron lo que parecía una versión de hospital de una manguera contra incendios, y el agua salió con chispas azul cielo, llenando el ataúd. Mamá balbuceó cuando alcanzó su nariz. —Sólo respira —gritó Ed sobre el sonido del líquido corriendo—. Sólo relájate. Un grupo de burbujas salieron por el agua, ocultando su cara. Agitó su cabeza, no permitiendo que el agua la ahogara, pero un momento después, se rindió. El líquido la cubrió. Ed apagó la manguera y las ondas desaparecieron. El agua estaba quieta. Ella estaba quieta. Ed y Hassan bajaron la tapa del ataúd de mamá. Pusieron la caja contra la pared del fondo, y sólo cuando la dejaron detrás de una pequeña puerta, noté todas las pequeñas puertas en la pared, como las de una morgue. Tiraron de la

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palanca hacia abajo. Un silbido de vapor se escapó por la puerta, el proceso de congelamiento había terminado. Un segundo, mamá estaba ahí, y al siguiente, todo lo que la hacía “mam{”, estaba congelado y estancado. Era como si estuviese muerta por los siguientes trescientos siglos, hasta que alguien abriera la puerta y la despertara. —¿La chica ahora? —preguntó Ed. Di un paso adelante, volviendo puños mis manos para que no temblaran. —No —dijo papá. Sin esperar por la respuesta de papá, Ed y Hassan ya estaban preparando otro ataúd. No les importaba si era él o yo; simplemente estaban haciendo su trabajo. —¿Qué? —le pregunté a papá. —Yo iré ahora. Tu madre no estaría de acuerdo con eso< ella pensó que te quedarías atrás, que decidirías no venir con nosotros. Bueno, te estoy dando esa opción. Ahora voy yo. Luego, si quieres marcharte, no congelarte, está bien. Les dije a tus tíos. Están esperando afuera: estarán ahí hasta las cinco. Luego de que me congelen, puedes simplemente alejarte. Mamá y yo no lo sabremos, no por siglos, no hasta que despertemos, y si decides vivir en vez de congelarte, estará bien. —Pero, pap{, yo< —No. No es justo para nosotros culparte de eso. Será más fácil que hagas una decisión honesta si no nos estás enfrentando. —Pero te lo prometí. Le prometí a mamá... —Mi voz se quebró. Mis ojos quemaban dolorosamente, y los cerré fuertemente. Dos rastros de lágrimas calientes bajaron por mi cara. —No importa. Es una promesa demasiado grande para que la cumplas. Tienes que hacer esta decisión por ti misma< si quieres quedarte aquí, lo entenderé. Te estoy dando una salida. —¡Pero ellos no te necesitan! ¡Puedes quedarte aquí conmigo! Ni siquiera eres importante en esta misión< ¡est{s con los militares, por el amor de Dios! ¿Cómo se supone que ayude un analista de batallas en otro planeta? Puedes quedarte aquí, puedes quedarte< Papá negó con la cabeza. —
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genética, y la necesitaban para desarrollar cultivos que pudieran crecer en el nuevo planeta. Yo era la única que no era necesaria. Papá fue detrás de la cortina y se desvistió, cuando regresó, Ed y Hassan le permitieron usar una toalla de manos para cubrirse mientras caminaba hacia la cámara Criogénica. Se la quitaron cuando se acostó, y luego obligué a mis ojos a quedarse en su cara, no haciéndolo peor para ninguno de los dos. Pero su rostro irradiaba dolor, una mirada que nunca había visto en papá antes. Esto hizo que mi interior se retorciera con más miedo y más duda. Los vi conectar las dos intravenosas. Lo vi cerrar sus ojos. Traté de contener el grito de horror resplandeciendo en mi mente y me mantuve erguida con una columna hecha de hierro y la cara de piedra. Luego papá apretó mi mano, una vez, fuertemente, mientras metían tubos en su garganta, y yo me derrumbaba por dentro y por fuera. Antes de que llenaran su caja con el liquido azul, papá levantó la mano, mostrando el dedo menique, yo envolví el mío con el de él. Sabía a lo que se refería. Estaba prometiéndome que todo estaría bien. Y casi le creí. Lloré tan fuerte cuando llenaron su cámara criogénica que no pude ver cuando su rostro se sumergía en el líquido. Luego bajaron la tapa, lo metieron en su bóveda, y una nube de vapor blanco se escapó por las grietas. —¿Puedo verlo? —pregunté. Ed y Hassan se miraron entre sí. Hassan se encogió de hombros. Ed abrió de nuevo la pequeña tapa y sacó el ataúd. Y ahí estaba papá. El líquido traslúcido estaba congelado, y sabía que también lo estaba papá. Puse mis manos sobre el cristal, deseando que hubiera alguna manera de sentir su calor a través del hielo, pero me alejé rápidamente. El cristal estaba tan frío que quemaba. Luces verdes parpadearon en la pequeña caja eléctrica que Hassan había fijado en la parte superior del crio-tubo de papá. No lucía como papá bajo el hielo. —Así que —Ed dijo—, ¿vas a bajar o vas a dejar la fiesta temprano? Empujó de nuevo el ataúd de papá en su pequeña ranura en la pared. Cuando miré a Ed, mis ojos estaban tan llenos de lágrimas que su rostro parecía derretirse, y lucía un poco como un Cíclope. —Yo< Mis ojos se deslizaron a la salida, más allá de todo el equipo de criogenia al otro lado de la habitación. Más allá de esa puerta estaban mi tía y mi tío, a quienes amaba, con los que podía vivir felizmente. Y más allá de ellos estaban,

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Jason y Rebecca y Heather y Robin y todos mis amigos. Y las montañas, las flores, el cielo. La tierra. Más allá de esa puerta estaba la tierra. Y la vida. Pero mis ojos se dirigieron a las pequeñas puertas en la pared. Detrás de esas puertas estaban mamá y papá. Lloré mientras me desnudaba. El primer chico que me vio desnuda fue Jason, sólo una vez, la noche en que descubrí que dejaría atrás todo en la tierra, y “todo” lo incluía a él. No me gustaba la idea que los últimos chicos que me vieran desnuda en este planeta fueran Ed y Hassan. Traté de cubrirme con brazos y manos, pero Ed y Hassan me hicieron removerlas para poner las intravenosas. Y, oh, Dios, era peor de lo que mamá lo hizo parecer. Oh, Dios. Oh, Dios. Era frío y quemaba al mismo tiempo. Podía sentir cómo mis músculos se tensaban mientras el líquido azul entraba en mi sistema. Mi corazón quería saltar, latir en mi caja torácica como un amante golpeando una puerta, pero el líquido azul hizo lo contrario y redujo el ritmo, así que en lugar de latidolatidolatidolatido, fue< latido…. latido…. ….latido…. …

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… …latido… … Ed abrió mis parpados. ¡Plop! Líquido frío y amarillo llenó mis ojos, sellándolos como pegante. ¡Plop! Ahora estaba ciega. Uno de ellos, tal vez Hassan, golpeó mi barbilla, y abrí la boca obedientemente. Aparentemente no lo suficientemente grande. Los tubos golpearon mis dientes. Y abrí la boca un poco más. Y luego los tubos fueron empujados por mi garganta, fuertemente. No se sentían tan flexibles como lucían, se sentía como un palo de escoba engrasado siendo empujado en mi boca. Tuve ganas de vomitar una y otra vez. Pude probar la bilis y el cobre alrededor de los tubos plásticos. —¡Trágalo! —gritó Ed en mi oído—. ¡Sólo relájate! Fácil para él decirlo. Unos momentos después de haber terminado, mi estómago se estremeció. Podía sentir cómo los cables dentro de mí eran jalados y empujados mientras Hassan conectaba la pequeña caja negra en la parte exterior de mi nuevo ataúd. Sonidos de algo arrastrándose. La manguera.

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—No sé por qué alguien se enlistaría para esto —dijo Hassan. Silencio. Un sonido mecánico, la manguera siendo abierta, líquido frío, muy frío, roció mis muslos. Quería mover mis manos para cubrirme ahí, pero mi cuerpo no se podía mover. —No lo sé —dijo Ed—. Las cosas no son precisamente color de rosa en este momento. Nada ha estado bien desde la primera recesión, por no hablar de la segunda. Se suponía que el intercambio financiero iba a traer más trabajos, ¿no es cierto? No conseguí otra cosa que este trabajo, y terminará en cuanto todos estén congelados. Otro silencio. El líquido criogénico iba ahora sobre mis rodillas, filtrando frío en los lugares de mi cuerpo que habían estado calientes, el pliegue de mis rodillas, bajo mis brazos, bajo mis pechos. —No vale la pena tirar tu vida por la borda, no por lo que están ofreciendo. Ed soltó un bufido. —¿Lo que están ofreciendo? Están ofreciendo el salario de toda una vida en un solo cheque. —No vale la pena por un viaje que no terminará sino en trescientos y un años. Mi corazón se detuvo ¿Trescientos… y un años? No… est{ mal. Son trescientos años, no trescientos y un años. —Esa cantidad de dinero puede ayudar a una familia. Tal vez haga la diferencia. —¿Qué diferencia? —Hassan preguntó. —La diferencia entre sobrevivir o no. No es como cuando éramos pequeños. No importa lo que diga The Prez, esa ley financiera no va a ser capaz de solucionar esa clase de deuda. ¿De que están hablando? ¿A quién le importa la deuda nacional y los trabajos? ¡Vuelvan a ese año extra! —De todos modos, un hombre tiene tiempo para pensarlo —continuó Ed—. Y considerar sus opciones. ¿Por qué retrasaron el lanzamiento de nuevo? El líquido criogénico tocó mis orejas. Mientras mi ataúd se llenaba, levanté la cabeza. ¿Retraso? ¿Cuál retraso? Traté de hablar, alrededor de los tubos, pero llenaban mi boca, mi lengua y silenciaron mis palabras.

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—No tengo idea. Algo sobre el combustible y la respuesta de las sondas. ¿Pero por qué nos están haciendo seguir con todas estas congelaciones según el calendario previsto? El líquido criogénico creció rápidamente. Giré mi cabeza para que mi oreja derecha pudiera captar su conversación —¿A quién le importa? —Ed preguntó— No a ellos< Simplemente duermen durante todo el proceso. Dicen que la nave toma trescientos años sólo para llegar a ese otro planeta< ¿Cu{l es la diferencia de un año m{s? Traté de sentarme. Mis músculos estaban duros, lentos, pero luché contra ellos. Traté de hablar de nuevo, traté de hacer un sonido, cualquier sonido, pero el líquido criogénico se derramaba sobre mi cara. —Sólo relájate —Ed dijo ruidosamente cerca a mi cara. Sacudí la cabeza. Dios ¿ellos no lo sabían? ¡Un año haría un mundo de diferencia! Era un año más para poder estar con Jason, ¡un año más para poder vivir! Me registré para trescientos años< ¡no trescientos y uno! Manos gentiles —¿las de Hassan?— me empujaron bajo el liquido criogénico. Contuve el aliento. Traté de levantarme. ¡Quería mi año! Mi último año< ¡un año m{s! —¡Respira el líquido! —La voz de Ed sonó distorsionada, casi indescriptible bajo el líquido criogénico. Traté de sacudir mi cabeza, pero mientras mi cuello y músculos se tensaban, mis pulmones se revelaron, y el líquido frío se precipitó por mi nariz más allá de los tubos y hacia mi cuerpo. Sentí la finalidad del líquido atrapándome en mi ataúd, blanco como la nieve. Mientras uno de ellos empujaba a mis pies, enviándome a mi bóveda, imaginé que mi príncipe azul estaba afuera de mi pequeña puerta, que realmente podría venir y despertarme con un beso y podríamos tener un año más juntos. Hubo un, clic, clic, grr, de los engranajes, y sabía que la congelación empezaría en cualquier momento, y luego mi vida no sería nada más que una nube de vapor blanco que escaparía por las grietas de la puerta de mi bóveda. Y pensé: Por lo menos estaré dormida. Olvidaré, por trescientos y un años, todo lo demás. Y luego pensé: Eso estará bien. Y luego el ¡Whoosh! El flash de la cámara de congelación llenó la pequeña cámara. Estaba en el hielo ahora. Yo era hielo. Soy hielo.

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Pero si soy hielo ¿Cómo puedo estar consiente? Se suponía que debía estar dormida; se suponía que debía olvidar a Jason, la vida y la tierra por trescientos y un años. Mucha gente había sido criogenizada antes que yo, y ninguno de ellos estuvo consiente. Si la mente es congelada, no puede estar despierta o alerta. Leí antes sobre las victimas de coma que se suponía debían estar inconscientes con la anestesia durante una operación, pero realmente estaban despiertos y sentían todo. Esperé —y pedí— que no fuera yo. No sería despertada sino en trescientos y un años. Jamás sobreviviría a eso. Tal vez ahora estoy soñando. He soñado toda una vida, en una siesta de media hora. Tal vez aún estoy en ese espacio entre congelada y no congelada, y todo esto es un sueño. Tal vez aún no he dejado la tierra. Tal vez aún estoy en ese limbo antes del lanzamiento de la nave y estoy atrapada en un sueño del que no puedo despertar. Tal vez aún tengo trescientos y un años esperando por mí. Tal vez aún no estoy dormida. No del todo. Tal vez. Tal vez. Tal vez. Sólo estoy segura de una cosa: Quiero mi año de vuelta.

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Capítulo 2

Elder Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por *Michy

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a puerta está cerrada. —Ahora, esto —digo a la habitación vacía—, es interesante.

Ver que hay algunas puertas fuertemente cerradas en Godspeed. No la necesito. Godspeed no es pequeña, era la nave más grande jamás construida, cuando se puso en marcha hace dos siglos y medio, pero no es tan enorme como para que todos nosotros no sintamos el peso de las paredes de metal aplastándonos. La privacidad es nuestra posesión más valiosa, y nadie, nadie, se atrevería a traicionar la privacidad. ¿Cuál es la razón por la que la anterior puerta cerrada me es tan extraña? ¿Por qué bloquear una puerta que nadie querría violar? No es que yo debería estar tan sorprendido. Una puerta cerrada sólo resume a “Eldest”. Mi boca se aprieta. ¿La peor parte? Sé que la puerta está bloqueada por mi culpa. Tiene que ser. Este es el Nivel de Conservación, y el Eldest y yo, como los actuales y futuros líderes de la nave, somos los únicos a los que se les está permitido estar aquí. —¡Maldición! —grito, dando un puñetazo a la puerta. Porque yo sé, lo sé, que en el otro lado de esa puerta está mi oportunidad. Cuando Eldest fue llamado al Nivel de Carga para inspeccionar el motor, se precipitó a su habitación por una caja, y se fue todo el camino hasta la escotilla, se dio la vuelta y llevó la caja a su habitación. Y cerró la puerta antes de irse. Está claro que lo que está en esa caja es importante, y tiene algo que ver con la nave, algo que yo, como líder en formación, debería conocer. Es sólo una cosa más que Eldest está ocultándome. Porque las estrellas olvidan que en realidad él está entrenándome en lugar de darme informes y lecciones sin sentido. Si yo tuviera esa caja, me gustaría demostrarle que podría... ¿qué? En realidad no sé lo que hay allí. Pero sí sé que lo que sea que hay ahí le está haciendo pasar mucho más tiempo en el Nivel de Carga. Hay un problema

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serio en marcha, algo que mantiene a Eldest más preocupado de lo que lo había visto antes. Y si sólo me dieran una maldita oportunidad, tal vez podría ayudar. Pateo la puerta, y luego caigo en su contra. Hace tres años, cuando llegó el momento de comenzar a entrenar, no me importaba una mierda si Eldest me entrenaba o no como debería. Yo estaba contento de estar fuera del Nivel Alimentador. A pesar de que mi nombre es Elder, soy la persona más joven en la nave, y siempre he sabido que yo, como el que nació hace años de distancia, sería el mayor de la generación nacida después de mí. Nunca fui de estar con los Alimentadores y su obsesión con la agricultura. Moverme con Eldest se sentía como un alivio. Pero ahora tengo dieciséis años, y estoy cansado de no hacer nada, excepto las lecciones. Es hora de que yo sea un verdadero líder, aunque a Eldest le guste o no. Derrotado por una puerta cerrada. No me pregunto por qué Eldest no se molesta en entrenarme. Golpeo mi cabeza contra la pared y choco contra una pieza de metal cuadrado. El escáner biométrico. Siempre había asumido que operaba las luces de la Gran Sala. La mayoría de los escáneres biométricos están allí como medio de comunicación con la nave, para encender las luces, empezar con la electrónica o abrir puertas. Me doy vuelta y ruedo mi pulgar sobre la barra del escáner biométrico. —Eldest/Elder, Acceso Concedido. —Los chirridos de un ordenador con una alegre voz de mujer. Como Elder, siempre tengo el mismo código de seguridad que Eldest. —¿Comando? —pregunta el ordenador. Huh. Eso es extraño. Por lo general, una puerta se abre automáticamente una vez que se concede el acceso. ¿Qué otro comando necesita una puerta? —Uhm, ¿Abrir? La puerta de la cabina de Eldest no se abre como yo esperaba. En cambio, el techo se mueve. Giro sobre mis pies, mi corazón golpeando dentro de mi pecho. Por encima de mí, el techo de metal se divide en dos piezas y baja lentamente, mostrando< Mostrando una ventana. Que muestra el exterior. Y las estrellas.

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Hay escotillas en la nave, yo sé que las hay, pero Eldest nunca me ha permitido verlas, al igual que él no me ha permitido ver el motor que alimenta la enorme nave, o algunos de los registros de la nave antes de la plaga. Yo ni siquiera sabía que el techo de metal en la Gran Sala estaba cubierto con una ventana al universo. Nunca he visto las estrellas antes. Y no sabía que eran tan hermosas. Todo el universo se extiende ante mí. Tan grande, tan malditamente grande. Mis ojos se llenan del brillo de las estrellas. Ahí hay muchas, muchas de ellas. Las estrellas se abrevian como rayas blancas en el cielo con franjas de colores tenues, sobre todo rojos y amarillos, pero a veces azules o verdes. Y, viéndolas todas, me siento más cerca del planeta, del aterrizaje, que nunca antes. Lo puedo ver: la nave desembarcando por primera vez, en la noche, sin luna ni nubes, y antes de que nosotros empezáramos a construir nuestro nuevo mundo, y que todos dejáramos de mirar a las estrellas del cielo. —Acceso anulado —dice el equipo en su aún agradable voz—. Pantalla en descenso. ¿Pantalla en descenso? ¿Qué? Por encima de mí, las estrellas brillan intensamente. Y entonces la ventana al universo se quiebra. Una delgada línea se agrieta justo en el centro de la ventana, la división abriéndose, más y más. Maldición. ¡Maldición! Un ruido sordo llena la Gran Sala. Mi cabeza azota a la izquierda y la derecha, e izquierda y derecha otra vez, buscando algo a lo que aferrarme, pero no hay nada aquí, la Gran Sala es un piso muy abierto. ¿Por qué nunca me doy cuenta de lo inútil que es tener una habitación con nada a qué aferrarse? Es enorme, seguro, pero aquí no hay nada más que el piso y las paredes y las puertas, nada que me pueda salvar de una ventana rota que me expone al espacio. ¿Y entonces qué? ¿La nave se desgarrara? ¿Y yo? ¿Voy a explotar o implotar o algo así? No puedo recordar qué, pero eso no importa. El resultado final seguirá siendo el mismo. Mi túnica pesa sobre mis hombros, pegada a mi sudor, pero lo único en lo que puedo pensar es en lo delgado que es el material en contra de los estragos del espacio. Voy a morir. Voy a ser succionado hacia el espacio. Implosión. Muerte.

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Y luego otro pensamiento me golpea: el resto de la nave. Si el Nivel de Conservación se expone, el espacio no sólo me va a succionar, se rasgará a través del Nivel de Conservación, el Nivel de carga y el Nivel Alimentador por debajo de ellos. Todos morirán. Todo el mundo. Cada persona a bordo de la nave. Mis pies resbalan sobre el piso de baldosas como lágrimas en la habitación. Por un pequeño momento, mis pies tratan de volver a la escotilla, la puerta que conduce a la vida y la libertad, pero ignoro mis pies. Sólo están tratando de mantenerme vivo. No se preocupan por el resto de la nave. Me lanzo hacia el gran botón rojo de bloqueo sobre la escotilla. El suelo tiembla mientras el Nivel de Conservación se cierra del resto de la nave. No hay vuelta atrás. Me dirijo hacia el techo, hacia el universo expuesto. Hacia la muerte.

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Capítulo 3

Amy Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por Nanis

E

l Presidente lo llamó “El epítome del sueño americano”. Pap{ lo llamó “La terrible alianza del gobierno y los negocios”.

Pero todo lo que realmente era, era la renuncia de América. El pago con el fin de unirse a la Bolsa de Recursos Financieros. Una alianza multinacional enfocada en una cosa: el beneficio. El Fondo Mundial de atención médica monopolizando las vacunas. La unificación de intereses para recaudar los impuestos de todo el país. Y proporcionar los recursos necesarios para que un selecto grupo de científicos y personal militar se embarque en el primer viaje a través del universo en una búsqueda para encontrar más recursos naturales, más beneficios. La respuesta a los sueños de mis padres. Y mi peor pesadilla. Y yo sé algo acerca de las pesadillas, teniendo en cuenta que he estado durmiendo más de lo que he estado viva. Yo espero. ¿Qué pasa si esto es sólo una parte de un sueño soñado por mucho tiempo en el corto tiempo entre el momento en que Ed cerró la puerta de congelamiento y Hassan pulsó el botón para congelarme? ¿Qué pasa si
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mente comienza a vagar, y estoy segura de que nunca podré volver a dormir. Incluso si me hago caer en un sueño por unos momentos, estoy más que nada despierta con los ojos cerrados. Sí. El sueño congelado es así. A veces pienso que hay algo mal. No debería estar tan consciente. Pero luego me doy cuenta que sólo estoy consciente por un momento, y luego, cuando me doy cuenta, me pongo en otro sueño. Sobre todo, sueño con la Tierra. Creo que es porque yo no quería salir de ahí. Un campo de flores, olores a tierra y lluvia. Una brisa... Pero no es realmente una brisa, es un recuerdo de la brisa, una memoria hecha en un sueño que trata de ahogar mi mente congelada. Tierra. Me aferro a mis ideas de la Tierra. No me gusta el tiempo de sueño. El tiempo de sueño es demasiado parecido a morir. Son sueños, pero estoy demasiado fuera de control, me pierdo en ellos, y ya he perdido demasiado como para dejar que se hagan cargo. La presión sobre mi dedo meñique, donde papi rodeó con su dedo alrededor del mío, y un susurro de sus palabras prometiéndome que podía quedarme con mi tía y mi tío. La pesadez en mi pecho mientras pensaba en ello, cuando realmente pensaba en ello. Empujo la memoria del sueño hacía abajo. Eso ocurrió hace siglos, y es demasiado tarde para arrepentirse ahora. Porque todo lo que mis padres querían era ser parte de la primera misión tripulada de exploración interestelar, y todo lo que yo quería era estar con ellos. Y creo que no importa que yo tuviera una vida en la Tierra, y que amara la Tierra, y que, a este momento, mis amigos hayan vivido, conseguido hacerse viejos y morir, y yo sólo he estado aquí en el sueño congelado. Que Jason vivió y envejeció y tal vez se casó y tuvo hijos y todo, pero no importa, porque ahora está muerto. Dios, sus bisnietos podrían tener mi edad. La lluvia salpica mi piel, pero está brillante y soleado bajo el cielo azul. Y Jason está ahí, y casi nos besamos, pero luego todo cambia y estamos en esa fiesta donde nos conocimos, porque los sueños son así: van dentro y fuera de recuerdos y escenas, pero nunca son reales. Nunca son reales, y yo los odio porque no lo son.

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Capítulo 4

Elder Traducido por andre27xl Corregido por Nanis

U

n crujido me hizo levantarme de frente a la ventana rota, donde el vidrio se había quebrado en dos partes iguales. ¿Por qué no estoy muerto todavía?

El vidrio no se rompe de esa manera, no en una línea perfectamente recta. Y< eso no era el vacío negro del espacio m{s all{ del vidrio. Eso es metal. ¿Un techo de metal tras la ventana? Las dos mitades de la ventana se deslizaron hacia abajo, más abajo, y las estrellas se fueron con ellas. Pero eso es… imposible. Se supone que las estrellas tienen que quedarse en su lugar, no moverse con la ventana. Espera… es… no es una ventana. Es, bueno, no estoy seguro de lo que sea. El techo del Gran Salón está abovedado y el metal que lo cubre está doblado a lo largo del borde de la habitación cerca de la altura del arca. La ventana, la cosa que pensé que era una ventana, es en realidad dos mitades de un vidrio gigante y una pantalla de metal rociada con brillantes estrellas, sostenidas por brazos hidráulicos que silbaban y gemían hacia mí. Las dos mitades dobladas terminaban en cualquiera de los dos lados de la habitación abovedada a la altura del rellano y tras ellos está el techo real del Nivel de Conservación, más metal. Más metal negro, vacío, sin estrellas. Las estrellas, las hermosas estrellas brillantes, no son estrellas para nada. Son sólo un vidrio y bombillas hechas para brillar como estrellas. Las falsas estrellas en una pantalla estaban emparedadas entre dos cúpulas de metal. ¿Por qué? Me estiro para tocar la mitad del universo que está más cercana a mí. Las pequeñas bombillas no están lo suficientemente calientes como para evitar su toque, pero lo suficientemente tibias como alejar mis dedos. La dispersión sigue estando en una red de araña que se extendía desde la base de una bombilla de estrella hasta una placa diminuta de metal al final del panel. Tabla de seguimiento de navegación Patente No. 7329035

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FRX—2036 CE ¿Una tabla de navegación? ¿Aquí? Mis ojos observan la sección de la pantalla frente a mí y, estoy lo suficientemente seguro de haber visto una luz parpadear cerca del final de ella, bajo la placa, al lado de dos bombillos de estrellas que se encuentran juntos. Una luz roja y triangular señalaba las estrellas. Me di cuenta de que la luz parpadeante roja no está arreglada como las bombillas de las estrellas; está en un pequeño trayecto y está cerca del final de su camino. Mi barco. Casi como un nuevo planeta, es una casa nueva. —¿Elder? ¡Elder! ¿Qué está sucediendo? —los gritos de Eldest venían de la escotilla que conectaba el Nivel de Conservación con el Nivel de Carga. Puedo visualizarlo más allá de la puerta de la escotilla: cara molesta, ojos cortantes y largo cabello blanco rozándose con sus hombros mientras golpea la pesada puerta de metal. Me doy la vuelta hacia los pedazos de la ventana falsa. Las estrellas son mentiras. Las tuve por un momento, pero no eran reales. Timbres llenan mi oído izquierdo. Mi aparato de comunicación manos libres repica, dejándome saber que alguien está intentando conectarse conmigo. Cada uno de nosotros tiene un manos-libres implantado tras nuestro oído izquierdo desde nuestro nacimiento, es así como nos comunicamos entre nosotros y con la nave. —Enlace entrante: Eldest —dice la computadora directamente en mi oído izquierdo a través de mi comunicador. —Ignorar —digo, presionando el botón bajo mi piel. Las estrellas son mentiras. ¿Qué más lo es? Bip, bip-bip. —Eldest no autorizado alegremente—. Enlace entrante: Eldest.

—dice

mi

comunicador

—¡Elder! —La voz de Eldest llena mi oído, un bajo gruñido—. ¿Qué sucedió? ¿Por qué enviaste al Nivel de Conservación a cerrarse? —Las estrellas son mentiras —digo profundamente. —¿Qué? ¿Qué sucedió? ¿Pasó algo malo? Todo está mal. —Nada va mal —digo. —Voy a liberar el cierre. —Eldest desconecta el enlace. Un momento después, el piso tiembla mientras las puertas de la escotilla se abren. Eldest escala hasta el Nivel de Conservación, tirando la puerta de la escotilla tras él. —¿Qué sucedió? —pregunta. Miro el escáner biométrico en su puerta. —Escaneé mi acceso y esto< — me detengo, indicando las dos mitades de la “ventana” todavía en el suelo.

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—¿Por qué te estás metiendo con eso? —ruge Eldest. Se apresura a través de la habitación y por la rabia, se olvida de ser gentil con su pierna. Estaba herida antes de que yo naciera y realmente nunca se curó, pero sus extremidades se habían puesto peores con los años. Sus pies producían un sonido desigual contra el suelo de metal: pam, pum, pam, pum, pam, pum. Estaría adolorido más tarde, y me culparía por eso, también. Cuando Eldest alcanzó el escáner biométrico, corrió su dedo sobre la barra. El vidrio se levantó primero, colocando las estrellas a lo largo del techo, los brazos hidráulicos brillando con alivio. —¡Estás loco! ¿Cerraste el Nivel de Conservación por esto? —La furia de Eldest casi me hace acobardarme. Casi. —¡Pensé que eran reales! ¡Pensé que la nave estaba siendo expuesta al espacio! —¡Sólo son bombillas! —¡No sabía eso, maldición! ¡Pensé que esas estrellas eran reales! ¿Para qué están allí? —¡No están allí para ti! —grita Eldest. —¿Entonces para quién están? —grito de vuelta—. ¡Sólo estamos tú y yo en este nivel! Eldest mueve su quijada. Un nudo se levanta en mi garganta pero me lo trago. No dejaré que Eldest piense que sólo soy un niño que lanza un berrinche porque descubre que las estrellas no son reales. —No puedes hacer esto, Elder. ¡Podrías ocasionar que toda la nave entre en pánico! —Eldest se ve molesto y precavido al mismo tiempo—. ¿No lo entiendes? Eres Elder. Cuando tomes mi papel como Eldest, debes dedicar toda tu vida a esta sola idea: eres el guardián de cada una de las personas en esta nave. Son tu responsabilidad. No puedes demostrar ninguna debilidad ante ellos: tú eres su fuerza. Nunca puedes dejar que te vean desalentado: tú eres su esperanza. Siempre debes ser todo para todos a bordo. —Respira profundo—. ¡Y eso incluye el no entrar en pánico y lanzar a un nivel completo del barco a cierre! —Pensé que el barco había sido expuesto —digo. Eldest me mira. —Y colocaste la nave en cierre. ¿Me tiene que recordar eso? Soy un estúpido idiota, lo entiendo. —Mientras tú seguías aquí. —Su voz es distinta ahora. Más calmada. Me encuentro con sus ojos y veo algo en ellos que no había visto antes.

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Orgullo. —Ibas a sacrificarte para salvar la nave —dice él. Me encojo de hombros. —Fue estúpido. Lo siento. —No. —Eldest arrastra la palabra—. Bueno, sí, fue estúpido. Pero también fue noble. Eso toma coraje, chico. Eso requiere liderazgo. ¿Estar dispuesto a sacrificarse por el resto de la nave? Demuestra tu pensar. ¿Pensaste en cómo estaba el Nivel de Conservación arriba, cierto? Si el Nivel de Conservación era expuesto al espacio, la descompresión explosiva afectaría al nivel bajo él, y al que está bajo ese también. Pensaste antes de actuar. Pensaste en toda la gente abajo. Miré hacia otro lugar. Quizás había sido noble, pero todo lo que puedo ver es cómo las estrellas no son reales. —Lo lamento —dice Eldest. Cuando ve mi mirada confundida, añade—. Te he ignorado. Es mi culpa. Me recordaste a otro Elder, y nosotros< no nos llevábamos bien. Cuando lo entrené, le dije demasiado, demasiado pronto. Y actuó tontamente, egoístamente. Pero tú eres diferente. Olvidé que eras diferente, pero lo eres. Eldest tenía mi completa atención ahora. Sé perfectamente que había habido otro Elder, otro entre Eldest y yo. Murió antes de que yo naciera, pero Eldest nunca había hablado demasiado acerca de él antes. —Ya había entrenado a ese Elder. Se suponía que él iba a entrenarte, dejando que yo me ocupara de la nave. Cuando él murió y tuve que entrenarte también< se supone que nunca debería haber cargado con otro Elder, y he colapsado con mis responsabilidades contigo. Busco sus ojos. Cuando estamos en el Nivel de Alimentación, Eldest es como un abuelo. Cuando estamos en el Nivel de Carga, es como un rey anciano, dirigiendo pero atento. Pero cuando sólo estamos él y yo, deja que su verdadero ser se muestre, o al menos lo que yo siento que es su verdadero ser, y su verdadero ser puede que sea viejo, pero es amable y no es débil. Algo en el silencio me indica que Eldest me ha permitido, y sólo a mí, ver esto. Y eso, más que nada, me hace olvidar su abandono. —¿Bueno? —pregunto—. ¿Comenzarás a entrenarme como se debe ahora? Eldest asiente una vez, luego se mueve hacia mí para que lo siga al Centro de Aprendizaje. Su paso desigual está más pronunciado ahora, ya su pierna lo hace arrepentirse de su rabia repentina. Sólo hay cuatro habitaciones en el Nivel de Conservación: la habitación de Eldest y la mía, el Centro de Aprendizaje y el Gran Salón. El Centro de Aprendizaje es el más pequeño, con sólo una mesa y el portal al tubo de

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gravedad. El Gran Salón es el más grande. Es lo suficientemente grande como para que todos a bordo quepan parados allí al mismo tiempo, si no les molesta pararse los unos cercanos a los otros, pero sólo Eldest y yo estamos permitidos en este nivel. Es lo que queda de antes de la Plaga, antes de que usáramos un sistema de Eldest para gobernar. Las habitaciones mías y las de Eldest, como también el Centro de Aprendizaje, eran oficinas para el personal en ese entonces y, juzgando por el gráfico de estrella brillante tras la pantalla de metal, el Gran Salón era utilizado para la navegación. Después de la Plaga, hace muchas décadas, la nave cambió. Tenía que hacerlo. El Eldest de la Plaga renombró los niveles, reservando este para sí mismo y para los Eldest que lo siguieran. Incluyéndome. Eldest se sentó a un lado de la mesa en el Centro de Aprendizaje. Yo me siento en otra. La mesa es una rara antigüedad de cuando la nave partió hace siglos, hecha de madera real, madera de la Tierra-Sol. Me pregunto por la vida escondida en la madera: un árbol que respiraba aire de la Tierra-Sol, vivía en tierra de la Tierra-Sol, luego fue cortado, transformado en una mesa y lanzado al espacio a bordo de Godspeed. —Hay cosas que debes saber —dice él. Agarra un disco, fue nombrado de esta manera por una membrana digital que está cubierta en forma de, eh, disco, de la mesa y corre su dedo sobre él, dándole la vuelta. Cuando la pantalla se enciende, escanea su dedo pulgar sobre la caja de identificación. —Eldest/Elder, acceso concedido —emite el sonido el disquete. Eldest teclea algo en la pantalla, luego desliza el disco hacia mí. Casi puedo ver el grano de madera a través de la fina membrana, pero entonces me distraigo por lo que me está mostrando el Eldest. Es un plano del suelo del Nivel de Carga, reconozco el pasillo central principal esparciéndose en las grandes habitaciones usadas para la ciencia y la industria, fabricación e investigación. Puntos brillando fuerte están esparcidos por el mapa, parpadeando y moviéndose alrededor. —¿Sabes lo que es esto? —pregunta Eldest, tomando el disco de regreso. —El mapa localizador del wi-com. —El aparato de comunicación inalámbrico implantado tras nuestra oreja izquierda no sólo nos permitía comunicarnos los unos a los otros en la nave, sino que también nos servía como localizadores. Me inclino sobre la mesa para ver mejor el mapa wi-com. El cabello largo y blanco de Eldest cepilla mi cara antes de que lo coloque tras sus orejas, y puedo oler un soplo de jabón y algo más fuerte que molesta mi nariz.

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—¿Ves todos estos puntos? Cada uno es un Shipper4. Cada uno tiene un trabajo específico: que la nave vaya bien. Los Shippers más importantes están aquí. Eldest señala la sala de energía, luego pasa sus dedos más allá de ella, hacia la sala de máquinas en la que nunca he estado, luego más lejos, hacia una habitación más allá de esa. —El centro de comandos está allí. Aunque la nave corre por su cuenta, si algo va mal< —¿Tu dirigirías la nave? —pregunté, asombrado. Imaginé a Eldest como el valiente navegante, casi como el capitán de esos antiguos barcos de la Tierra-Sol que navegaban a través de las aguas, no a través del universo. Luego me imaginé a mí tomando el timón. Eldest ríe. —¿Yo? No. Eso es ridículo. Los Elders no están entrenados para conducir naves; el trabajo del Eldest es no dirigir la nave. El trabajo de un Eldest es dirigir a la gente. Estos Shippers —hace señas hacia los puntos parpadeantes—, todos reciben entrenamiento en papeles específicos para operar la nave en caso de una emergencia. —Mira hacia arriba. Sus ojos están vidriosos por la edad, pero todavía puede ver a través de mí. —Entiendes, ¿cierto? Los Shippers conducen la nave, no nosotros. La imagen de todo el mundo animándome mientras llevo la nave hacia la Tierra-Centauri se desvanece y muere. —Los Shippers están aquí para cuidar el barco, pero el barco es sólo frío metal. Tú eres el que debe cuidar a la gente. Golpea ligeramente el cuadro de maximizar y, por un momento, los tres niveles del barco están encendidos a la vez, un laberinto vertiginoso de líneas que se entrecruzan. El interior del barco es más que nada redondo. Una pequeña franja en la parte superior es el Nivel de Conservación. Bajo eso, un poco más grande, está el Nivel de Carga, todo cortado en oficinas y laboratorios. Por mucho, la parte más grande del barco es el Nivel de Alimentación. Hay dos puntos parpadeantes para mí y Eldest en el Nivel de Conservación, cincuenta o más en el Nivel de Carga. Eldest golpea el Nivel de Alimentación. En el lado derecho del círculo hay docenas de puntos para las personas en el hospital, pero ninguno en la sala de registros. En el medio, docenas de puntos están esparcidos alrededor, cada uno representado a las muchas personas viviendo en las granjas. Eldest toca la parte izquierda de la pantalla, donde está la Ciudad. Hay tantos puntos allí que es imposible para mí contarlos. No es que lo necesite. Conozco a todos a bordo de la nave, a todos los 2.312 de ellos.

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Shippers: Habitantes de la nave.

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Cada uno de esos 2.312 puntos rojos parpadeantes se sentían como un punto latiente en mis hombros, cada uno encorvándome más sólo un poco. Ellos son todos, cada uno de ellos, mi responsabilidad. Eldest empuja el Nivel de Carga arriba de nuevo y deja sus dedos en la habitación más grande del nivel, dónde está el motor. —Entre el motor y las computadoras y el sistema de navegación y todo lo demás, hay mucho que puede ir mal. Este viaje< es largo. —Dice esto como si hubiera sentido todos estos 250 años de viaje—. Los constructores de esta nave sabían eso; por eso lo llamaron Godspeed5. Pronuncié el nombre con él, saboreándolo como el metal en mi lengua. —Es una vieja expresión de la Tierra-Sol para la buena suerte. —Eldest resopla—. Le gritaban a nuestros ancestros en el cielo, les deseaban a todos buena suerte, y se olvidan de nosotros. Perdimos comunicación con la TierraSol durante la Plaga y nunca hemos podido volver a recuperarla. No podemos regresar. No pueden ayudarnos. Todo lo que la gente de la Tierra-Sol podría darnos es Godspeed. No estoy seguro de si se refiere a que nos dieron suerte o el barco, pero ambos parecían inadecuados ahora. —Pero necesitamos más que suerte. La nave necesita a alguien para proteger a la gente, no sólo a la nave. Tú serás ese líder. —Eldest respira profundamente—. Es tiempo de que aprendas las tres causas de la discordia. Empujo mi silla más cerca. Esto es nuevo. Finalmente, finalmente, Eldest realmente me va a entrenar para ser el líder después de él. —En Godspeed —dice—, ¿todos hablamos un mismo idioma? —Por supuesto —contesto, confundido. —¿Tenemos alguna diferencia racial? —¿Raza? —Color de piel. —No. —Todos a bordo tienen la misma piel color olivo fuerte, los mismos cabellos y ojos marrón oscuro. —Has estudiado los mitos de la Tierra-Sol: Budismo, Cristianismo, Hinduismo, Islam. ¿Alguno en Godspeed adora a algo? —dice con tono de burla.

Godspeed: Su traducción literal sería “Rapidez de Dios”, pero es una expresión de buena suerte utilizada generalmente al despedirse de alguien o antes de realizar un largo viaje. Se traduciría como “Vaya con Dios”. 5

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—¡Claro que no! —me río. Una de las primeras lecciones que Eldest me dio cuando me mudé al Nivel de Conservación fue acerca de las religiones de Tierra-Sol. Eran historias mágicas, cuentos de hadas, y recuerdo haberme reído tontamente cuando Eldest me contó cómo la gente en Tierra-Sol estaba dispuesta a morir o matar por estos personajes de ficción. Eldest asiente una vez. —La primera causa de discordia es la diferencia. No hay religiones en Godspeed. Todos hablamos el mismo idioma. Somos de una sola raza. Y porque no somos distintos, no peleamos. ¿Recuerdas las Cruzadas de las que te hablé? ¿Los genocidios? Nunca tendremos que preocuparnos por ese tipo de horroríficos eventos en Godspeed. Estoy al borde de mi silla, asintiendo, pero dentro de mí estoy esperando que Eldest no pueda ver el estudiante tan malo que soy. Recuerdo esas lecciones. Estaban entre mis primeras lecciones, cuando tenía trece y me mudé al Nivel de Conservación para vivir con Eldest. Estrellas, era tan niño entonces... Recuerdo las fotos en los discos de gente de color de piel y color de cabello diferentes, de gente vestida en largos trajes o taparrabos, el sonido de palabras de idiomas que no pude comprender. Y en ese entonces pensé que todo era medio llamativo. Me encorvé más en mi silla. Ya veo por qué Eldest ha sido lento en mi entrenamiento, claramente yo no había entendido las verdaderas lecciones que me había estado enseñando. —La segunda causa de discordia —continúa Eldest—, es la falta de un fuerte líder central. Se inclina hacia delante, estirando sus manos nudosas y arrugadas hacia mí. —¿Entiendes la importancia de esto? —dice, sus ojos aguados por la anciana edad, o algo más. Asiento. —¿En serio? —pregunta con más urgencia, agarrando mis manos tan fuerte que algunos de mis nudillos crujen. Asiento de nuevo, incapaz de quitar mis ojos de los suyos. —¿Cuál es el mayor peligro en esta nave? —su voz había bajado a un susurro rasposo. Um. Quizás no entendía. Eldest me mira, esperando una respuesta. Lo miro de regreso. —Motín. Es un motín, Elder. Más que un error técnico o mal funcionamiento de la nave o peligros externos, el motín es la mayor amenaza de esta nave. Así que, después de la Plaga, el sistema Eldest fue creado. Una persona, nacida entre la gente que lideraría, para actuar como un patriarca y comandante de la gente más joven que él. Cada generación tiene un Eldest a

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quien seguir. Un día serás un Eldest. Serás el líder fuerte y centrado que previene la discordia, que preserva a cada persona viviente en esta nave.

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Capítulo 5

Amy Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por Dianita

S

oy tan silenciosa como la muerte.

Haz lo siguiente: Ve a tu habitación. Tu agradable dormitorio es seguro, cálido, no es un ataúd de cristal detrás de la puerta de una morgue. Acuéstate en tu cama, no está hecha de hielo. Introduce tus dedos en tus oídos. ¿Oyes eso? ¿El pulso de vida de tu corazón, la lentitud en la entrada y salida de oxigeno de tus pulmones? Incluso cuando estás en silencio, incluso cuando bloqueas todo el ruido, tu cuerpo sigue siendo una cacofonía de vida. El mío no lo es. Es el silencio lo que me vuelve loca. El silencio que me conduce a las pesadillas. Porque, ¿y qué si estoy muerta? ¿Cómo puede alguien sin el latido de su corazón, sin pulmones, respirar tan viva como yo? Tengo que estar muerta. Y mi mayor temor es que: después de trescientos un años, cuando extraigan mi ataúd de cristal de la morgue, y descongelen mi cuerpo como carne de pollo en el mostrador de la cocina, seré como soy ahora. Pasaré toda la eternidad atrapada en un cuerpo muerto. No habrá nada más. Estaré encerrada en mí misma para siempre. Y me dan ganas de gritar. Quiero abrir los ojos, despertar y no estar a solas conmigo misma nunca más, pero no puedo. No puedo.

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Capítulo 6

Elder Traducido por Susanauribe Corregido por Dianita

—E

ntonces, ¿cuál es la tercera causa de discordia? —le pregunté a Eldest mientras el silencio se arrastraba entre nosotros en el Centro de Aprendizaje.

Él me contempla. Por un momento, la ira destella desde sus apagados ojos, y me pregunté si me pegaría. Aunque, cuando pestañeé, esa loca idea se había ido. Eldest puso ambas manos en sus rodillas y las presionó para levantarse, crujiendo, en una posición de pie. El Centro de Aprendizaje es pequeño, y con Eldest de pie, se siente opresivo. La silla que empuja hacia atrás golpea contra la pared; la tabla se siente como un abismo entre nosotros. Detrás de él, el desvanecido globo del Sol-Tierra luce minúsculo, incluso más pequeño y más insignificante para mí. —Te he dicho suficiente —dice, dirigiéndose a la puerta—. Y tengo trabajo que hacer. Quiero que vayas al Salón de Grabación, hagas algunas búsquedas, y veas si puedes descubrir algunas de las razones por las que Sol-Tierra ha tenido tantas discordias. Tienes las dos primeras razones por su reinado de sangre y guerra; deberías ser capaz de comprender la tercera. No es difícil, no cuando miras la historia de Sol-Tierra. Reconocí el desafío en esto. Eldest está probando mi habilidad para ser un líder, probando mi solvencia para seguir sus pasos como el próximo Eldest. Realmente, a menudo hace esto. A pesar de que el Eldest que debería haber estado entre Eldest y yo murió hace mucho tiempo, a Eldest no le agradaba. Lo que más he escuchado hablar a Eldest sobre él fue cuando lo comparó conmigo. Y las comparaciones nunca han sido positivas. “Eres lento, como él”, diría Eldest. “Esa idea es algo que él también diría”. Aprendí casi tan rápido como había comenzado a vivir en el Nivel de Conservación a mantener mis ideas para mí y mi boca cerrada. Eldest aún sigue probándome a menudo sólo para asegurarse que no resultaré tan malo como el otro Elder. Traté de lucir confiado, asertivo, pero es un desperdicio, porque Eldest no me ha mirado ni una vez.

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Parte de mí quiere llamar nuevamente a Eldest y discutir con él, recordarle su promesa de decirme todo e insistir en que me enseñe la tercera causa de la discordia. La otra parte de mí, la parte que puede pasar todo el día viendo los videos e imágenes de Sol-Tierra en los floppies, cree que es una asignación del Eldest que me agradará hacer. En el extremo lejano del Centro de Aprendizaje está la entrada al tubo gravitacional que Eldest y yo usamos. Esta solamente es para nosotros, una conexión directa con el Nivel Alimentador. El que va entre el Nivel de Carga y la Ciudad es el Nivel Alimentador que es para todos los demás. Presiono mi botón wi-com ubicado detrás de mi oreja izquierda. —¿Comando? —pregunta la simpática voz femenina en mi wi-com. —Control de tubo gravitacional —digo. Beep, beep-beep llena mi oído mientras mi wi-com se conecta al control del tubo gravitacional. Paso mi pulgar por el escáner biométrico en la pared lejana del Centro de Aprendizaje, y una sección circular del suelo se desliza abierta. No hay nada más abajo que espacio vacío. Mi estómago se mueve, como siempre lo hace, cuando me paro en el aire vacío del tubo gravitacional. Pero el botón wi-com se ha conectado con el sistema gravitacional de la nave dentro del tubo, y me balanceo en el aire antes de hundirme como un centavo tirado en una fuente. Oscuridad me envuelve mientras me deslizo hacia abajo por el tubo a través del Nivel de Carga, y luego la luz inunda mis ojos. Pestañeo; el Nivel Alimentador está debajo de mí, distorsionado a través de la transparencia del tubo gravitacional. La Ciudad se alza en la lejana pared, y las granjas se extienden por el centro, bastos campos verdes dotados de cosechas, vacas, ovejas, cabras. Desde aquí, el Nivel Alimentador es enorme, un mundo dentro y por sí mismo. 6,400 acres diseñados para sustentar a más de 3.000 personas que parece eterno cuando estás mirándolo. Pero cuando estás ahí, en los Campos o La Ciudad, metido junto a personas cuyos ojos siempre están puestos en ti, se siento mucho más lleno. El tubo gravitacional termina dos metros arriba del suelo del Nivel Alimentador. Por un segundo, me balanceo en el aire al final del tubo, luego beep, beep beep, llena mis oídos mientras mi wi-com conecta con el sistema gravitacional de la nave, y caigo en la pequeña plataforma redonda metálica debajo del tubo. Me bajo de la plataforma y comienzo a caminar bajando una de las cuatro principales carreteras del Nivel Alimentador. Sólo unos cuantos metros adelante está un alto edificio de ladrillo, el Salón de Grabación y después de eso está el Hospital.

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Mientras voy hacia el Salón de Grabación, pienso en cuán diferente es ahora mi vida de hace tres años. Hasta que tuve trece, viví en este nivel, pasando de una familia a otra. Desde una edad muy temprana, era claro que iba a encajar. En primer lugar, todos eran conscientes de que yo era el Elder. Quizás porque el Elder anterior a mí murió inesperadamente, los Alimentadores siempre fueron sobre-protectores. Pero, más que eso, éramos diferentes los unos de los otros. Los Alimentadores pensaban diferente. Eran felices, contentos de arar campos y trasquilar ovejas. Nunca parecían sentir desplomarse las paredes de la nave alrededor de ellos, o enojarse con el tiempo por pasar tan lento. No fue hasta que me mudé al Hospital en mi décimo tercer cumpleaños, y conocí a Harley, y hablamos con el doctor, y fui trasladado al Nivel de Conservación y comencé a entrenarme con Eldest, que comencé a ser feliz en Godspeed. Comencé a disfrutar esta vida. No siempre estaba de acuerdo con Eldest y su terrorífico temperamento, demostrado solamente a mí en el Nivel de Conservación, pero siempre lo había amado por haberme alejado de las granjas nubla-mentes. Eldest me mira subir las escalas al Salón de Grabación. No el Eldest real, por supuesto, una pintura de él, hecha antes de que yo hubiera nacido, cuando Eldest tenía casi la edad del Doc. La pintura es larga, alrededor de la mitad del tamaño de la puerta, y cuelga de una pequeña intercepción construida entre los ladrillos junto a la entrada. Eventualmente, ellos bajarían el retrato del Eldest de aquí, y lo colgarían en algún lugar sucio en la parte trasera del Salón de grabación, junto con los otros retratos de todos los otros Eldests. Y mi retrato estará colgado aquí, inspeccionando mi pequeño reino. Eldest me mira saltar los escalones hacia las grandes puertas marrones que habían sido pintadas para lucir como madera. El Salón de Grabación siempre me había parecido grande, pero Eldest me asegura que la mayoría de los residentes en Godspeed sienten que es muy pequeña. Supongo que es porque cuando voy allí, voy solo o con Eldest. Todos los demás fueron con sus gentes, cuando eran más jóvenes y seguían en la escuela. Ya que nadie más en la nave es tan joven como yo, no hay razón para ir a la escuela. Solamente tengo a Eldest. La pintura del Eldest anterior se queda mirándome, pasando el porche del Salón de Grabación, mirando por encima de los campos, a la lejanía, a la Ciudad, un revoltijo de pintadas torres de cajas de metal en donde la mayoría de los Alimentadores y habitantes de la nave viven. El pintor le ha dado a Eldest los ojos más amables que he visto en su arrugado rostro, una suave curva de sus labios parece indicar interrogantes, tal vez incluso curiosidad. O no. Estoy leyendo mucho en esta pintura. Este Eldest no es el Eldest que yo conozco. Este Eldest luce como el tipo de persona que puedo mirar como un

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líder. No la clase de líder que gobierna a través del miedo, el tipo que escucha a los otros, y le importa lo que tienen que decir, y les da una oportunidad. Tenemos la misma nariz chata, los mismos pómulos altos, la misma piel oliva, pero este Eldest ya tiene la autoridad en sus ojos, la seguridad en la inclinación de su barbilla, la sensación de poder en su postura que yo nunca tendré. Todo aquello que el Eldest real ha afilado y pulido como un cazador lo hace con un cuchillo. Miro detrás de mí, para coincidir con la línea de visión del Eldest pintado, pero no puedo ver a Godspeed de la manera que él claramente lo hace. Al Eldest pintado le gusta gobernar tanto que exudaba a través de los pigmentos del óleo. Podía imaginar cómo fue la sesión de pintura. Apostaba que Eldest se quedó de pie justo aquí, donde yo estoy, mirando más allá de la verja. El pintor de pie en el césped, debajo de Eldest —por supuesto debajo de él—, y el pintor dándole forma a la pintura con fuertes y amplios movimientos. Cuando Eldest miró a Godspeed, como yo lo estaba viendo ahora, él vio las mismas cosas que yo vi: el interior de una nave modelo como un condado en la América Sol-Tierra, pero en miniatura, atrapada en una burbuja redonda de paredes de nave. Una ciudad amontonada en un lado, con pulcras y ordenadas calles dispuestas en una cuidadosa cuadrícula, y en el centro de cada bloque, pilas de remolques que sirven como casas y lugares de trabajo para el comercio. Un bloque de tejedores como los padres de mi amigo Harley. Otro bloque para tintoreros, uno para hilanderos, uno para sastres. Tres bloques para preservación de comida: conserveros, secadoras y congeladores. Dos bloques para carnicerías. Cuatro bloques para residencias de científicos y habitantes de la nave que trabajan en el nivel inferior a este. Cada familia, generación tras generación, nacidos y criados para trabajar hasta morir en el mismo bloque de la misma ciudad en la misma nave. Cuando Eldest posicionó su pintura aquí, ¿pensó en esto? ¿Miró la Ciudad y se maravilló de su suave eficiencia, su cuidadosa construcción, su constante productividad? ¿O lo veía como yo: personas empaquetadas en remolques que están empaquetados en bloques de ciudad que están empaquetados en distritos que están empaquetados en una nave, rodeados por paredes de metal? No. Eldest nunca pensaría en Godspeed como una caja. Él nunca vería la Ciudad como una jaula. Puedes notarlo en sus ojos pintados, por la forma en que mira ahora hacia abajo a las calles de la Ciudad, como si le pertenecieran, porque lo hacen. Incluso aquí, donde los campos, pastos y granjas se extienden más allá del porche del Salón de Grabación todo el camino hasta la pared lejana, no puedes escapar de las cajas. Cada campo, granja y pastizal está cercado por rejas cuidadosas, cada reja medida hace siglos, en Sol-Tierra, antes de que el barco

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zarpara. Los bloques de tierra no eran todos iguales en tamaño, pero todos son cuadrados, todos meticulosamente medidos. Las colinas en los pastizales incluso están diseñadas para ser espaciadas, montículos de pasto exactamente puesto para cabras y ovejas que no se dan cuenta que sus montañas están cuidadosamente organizadas, manufacturados montículos de mugre y abono. Había visto el paisaje de Sol-Tierra en los videos y mapas. La tierra no estaba perfectamente dispuesta en pulcros cuadros pequeños. Incluso las ciudades tenían callejones y calles secundarias. Los campos eran separados por vallas, pero todas las vallas no iban en una perfecta línea, bajando alrededor de los árboles; rebanadas en graciosos ángulos para evitar riachuelos o estanques añadidos. Las colinas no tenían siquiera hileras de montículos. Cuando miro los campos, todo lo que puedo ver es cuán falsos son, la barata imitación que son de la imagen de los campos de Sol-Tierra. Cuando Eldest posó para su retrato, estaba revelando la única cosa que no puedo soportar de vivir dentro de la nave: la perfecta igualdad de todo. Y es por eso que nunca seré tan bueno en ser un Eldest como lo es él. Porque me gusta un poco de caos. Abro las grandes puertas del Salón de Grabación y sonrío a los modelos topográficos que cuelgan del techo en la larga entrada. Enmarcadas por la luz vertiéndose a través de las grandes puertas detrás de mí hay una larga y gruesa arcilla de Sol-Tierra, con polvo. Un modelo a escala de Godspeed viajando alrededor de Sol-Tierra diseñado para imitar la partida de la nave hace tanto tiempo. Luce pequeño e insignificante comparado con el planeta junto a ella, una bola con alas y una nariz respingada. Me detengo en el vestíbulo y estiro mi cuello. Directamente encima está el modelo de la meta del Godspeed: el gran y redondo globo de Centauro-Tierra. Es más grande que cualquiera de los dos otros modelos, y cuelga en el centro de la entrada. No estoy seguro de si los diseñadores lo hicieron a propósito o no, pero el hueco de luz saliendo de la gran entrada se derrama justo a través de la superficie del modelo CentauroTierra, iluminándolo con un halo de luz. Moviéndome hacia adelante, extiendo mis manos acariciando con las yemas de mis dedos la Australia del Sol-Tierra. Siempre he preferido el modelo del Sol-Tierra al de Centauro-Tierra. Mientras el modelo de Sol-Tierra es detallado, con montículos de montañas y las serpenteantes líneas de las olas del océano, Centauro-Tierra es liso y certero, solamente en términos de su tamaño relativo. Nos estamos seguros de lo que encontraremos ahí, montañas u océanos o algo más. Sólo sabemos que el sondeo enviado anteriormente ha etiquetado a Centauro-Tierra como “habitable”, con una atmosfera basada en oxigeno, una cantidad significativa de agua fresca y adecuadas muestras sólidas

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para el crecimiento de plantas. Esas son las únicas cosas de las que estamos seguros. Quiero tocarlo también, pero está muy arriba. Centauro-Tierra siempre ha parecido fuera de mi alcance. Las palabras de Eldest hacen eco en mi mente: “mi trabajo no es llevar la nave a Centauro-Tierra, sino llevar a las personas allí<” —¿Puedo ayudarte? Casi me salgo de mi piel. —Oh, eres tú —digo, riéndome de mi propio susto. Orión es un Registrador. Cuando alguien inventa algo o escribe algo o hace algo brillante, los Registradores lo retiran y lo guardan aquí. La última vez que estuve aquí fue para ayudar a mi mejor amigo, Harley, a mover algunos lienzos. Es un pintor, tiene toda una habitación con su arte colgado en el segundo piso del Salón de Grabación. Pero no estoy aquí por eso. —¿Puedes ayudarme a encontrar alguna información de Sol-Tierra? —le pregunto a Orión. Orión sonríe. Me encojo, sus dientes están manchados y amarillos. —Por supuesto. —Necesito saber sobre< —Hago una pausa, pensando en cómo expresarlo. No podía simplemente preguntar si él sabía cuál era la tercera causa de la discordia, no tendría idea de lo que estoy hablando—. Guerras en SolTierra —finalmente dije—. Conflictos, batallas. Cosas por el estilo. —¿Algo específico? —Orión se apresura hacia mí, con entusiasmo plasmado en su rostro. Supongo que con la finalización de la escuela, hay muy pocos visitantes en el Salón de Grabación. Pensando al respecto, nunca he visto a Orión fuera del Salón de Grabación. Su existencia debe ser tan solitaria. —Lo que sea que haya causado problemas en Sol-Tierra. —Oh. —¿Qué? Orión no dice nada por un largo rato, solamente me mira con si fuera un rompecabezas al que le falta una pieza. —Es un asunto inusual el que usted está estudiando, eso es todo. Un poco nefasto. Me encojo de hombros. —Eldest necesita que averigüe algo.

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—Ah, una investigación para Eldest. Bueno, la forma más fácil de hacer esto es con los floppies de pared. Él asiente en dirección a cuatro largas pantallas que cuelgan de las paredes de la entrada como tapiz, dos en cada lado. Caminando hacia la más cerca a él, Orión toca la pantalla, y los cuatro floppies se encienden, llenando toda la entrada con luz. Imágenes flotan dentro y fuera de las demás: diagramas del rápido reactor de refrigerado por plomo, un mapa de irrigación del Nivel Alimentador, pinturas de Harley y otros artistas a bordo, representaciones digitales de posibles características geografías de Centauro-Tierra. —Necesitaremos tu acceso —dice Orión, alejando mi atención de los floppies de la pared. Cuando ve la pregunta en mi rostro, añade—. Los Alimentadores no tienen permitido ver imágenes del Sol-Tierra. Ah, lo había olvidado. Estás imágenes están aprobadas para todos, pero la información que Eldest no quiere que encuentren es restringida. Me pongo de pie en el escáner biométrico contra la pared y paso mi pulgar por encima de la barra de escaneo. —Eldest/Elder, acceso concedido —dice alegremente la voz femenina de la computadora. Las imágenes cambian. Ahora hay arte de Sol-Tierra, no solamente de Godspeed. Las personas no son mono-étnicas. A diferencia de las imágenes de Centauro-Tierra, las de Sol-Tierra no son una interpretación de un artista. Retrocedo, mirando los blancos rostros como el papel de una mujer con una montaña de cabello empolvado y un vestido tan ancho que bordea cada lado de la pantalla. Me pregunto sobre el tiempo y lugar en el que ella está, la persona que fue. Estoy mirando un rostro de otro mundo, uno tan inalcanzable para mí como Centauro-Tierra. —¿Tal vez la campaña de Genghis Khan es lo que Eldest quiere que aprendas? —murmura Orión. Golpea la pantalla, y el blanco rostro de la mujer se disuelve, dando paso a un hombre café chillón con ojos en forma de almendra y enmarañado y sucio cabello—. ¿O el Genocidio Armenio? —Un mapa de Sol-Tierra reemplaza al terrorífico hombre, y el contorno de un pequeño país se muestra, invitándome a tocar y aprender más. Sin embargo, antes de que pueda tocarlo, Orión toca algo más en la pantalla. El mapa desaparece, saltando de nombre en nombre, y no es hasta que Orión murmura “Oops” y cambia la pantalla a otro mapa que me doy cuenta que el nombre que estaba viendo en la pantalla era el mío, incluso aunque sé que es tonto, que ese mapa era muy viejo.

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Respiro profundamente, ignorando cualquier guerra o genocidio que ahora Orión está señalándome en la pantalla. Como Elder, no tengo permitido conocer a mis padres. Eso me haría parcial y tendencioso; me guiaría por sentimientos que impedirían mi liderazgo y decisiones como Eldest. Lo sé. Incluso estuve de acuerdo con eso. Sin embargo... Me gustaría saber quiénes son. —¿Elder? —pregunta Orión, la preocupación inunda su voz—. ¿Algo está mal? Niego con la cabeza. —Nada. Orión busca en mi rostro, pero no estoy seguro de lo que quiere encontrar. Y luego me encuentro a mí mismo buscando la respuesta en su rostro, y sé lo que estoy buscando. ¿Esa es mi nariz en su rostro? ¿Mis ojos? ¿Mis labios? Nunca antes había notado a Orión. Siempre ha estado atrás, desvanecido en los archivos que guarda. Pero ahora realmente lo miro. ¿Podría este hombre ser mi padre? Mi respiración se detiene, y tengo que sacudir mi cabeza de nuevo antes de calmarme. Seguro, Orión me recuerda a mí. Pero en una nave donde todos son mono-étnicos, no es muy difícil hacerlo. Puedo fácilmente mirarme como Eldest como puedo verme en Orión. Solamente deseo que poder verme a mí mismo en mí. Orión me sonríe, como si entendiera por lo que estoy pasando, pero posiblemente no puede. —Entonces —dice en un tono tan paternal que me estremezco—. ¿Eldest te tiene haciendo una búsqueda? Suena como si realmente se estuviera concentrando en entrenarte ahora. —Sí. —¿Ya te ha llevado debajo del Nivel Alimentador? —Orión avanza, sus ojos ansiosos. —¿Abajo? No hay nada más allá del Nivel Alimentador. El rostro de Orión se vuelve una máscara carente de expresión. —Oh —dice, retrocediendo, la decepción se evidencia en su boca hacia abajo—. Bueno, pongámonos en esa búsqueda. —Se voltea hacia la pantalla. —¡No, espera! ¿Quieres decir que hay otro nivel debajo de este?

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Orión vacila. Pone su largo cabello detrás de su oreja, y noto que el lado izquierdo de su cuello está marcado por una cicatriz de una pelicular telaraña. —No estoy seguro —dice—. Estaba pasando por los floppies recientemente, y vi algo< —Señala con su dedo el floppy, y la pantalla se acelera a través de las imágenes—. Encontré algunos diagramas de Godspeed. Pero no debía estar mirándolos. Además, seguramente Eldest analizará todo contigo en el entrenamiento, cuando sea tiempo para que aprendas sobre toda esa clase de cosas. Solamente estaba curioso. Por supuesto que lo estaba. Como Registrador, su casa y trabajo es en el Nivel Alimentador. Todos los obligados al Nivel Alimentador excepto los habitantes de la nave que tienen acceso al Nivel de Carga, y Eldest y yo, quienes también tenemos acceso al Nivel de Conservación. Orión probablemente pasó toda su vida en esta parte de la nave. —¿Puedo ver el diagrama? La mano de Orión se mueve hacia la pantalla, pero no golpea nada. —Eldest probablemente no querría< —Su voz se apaga, la indecisión haciéndolo flaquear. Le sonrío. —Déjame a mí —digo—. Así no puedes ser culpado. Orión luce un poco culpable, pero también ansioso y curioso mientras hago su mano a un lado y golpeo “Diagrama de la nave Godspeed” Aparece una lista en vez de una imagen. Dos opciones. Dos diagramas diferentes. ANTES DE LA PLAGA DESPUÉS DE LA PLAGA —¿Qué significa esto? —pregunto—. ¿Cómo cambió la nave después de la Plaga? Sabía que la Plaga había hecho que Eldest renombrara los niveles, relocalizara algunas de las habitaciones, y reservara el Nivel de Conservación para Eldest y Elder, pero eso es todo. O al menos pensé que eso era todo. La pantalla estrella oculta debe haber estado escondida por una razón< Orión se acerca. —Ves, eso es lo que también me interesó. Mira... —Se extiende y toca la opción “Después de la Plaga”. Un diagrama ilumina la pantalla: una sección en cruz de la nave, un gran círculo divido en niveles. No hay nada inusual ahí. El piso de arriba est{ marcado como “Nivel de Conservación”. Es simple y vago, sólo está el contorno de una habitación que Eldest y yo ocupamos. Debajo de

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eso, el Nivel de Carga es más complicado, con espacio a un lado para el Salón de Motor y el Centro de Comando, también para los Laboratorios de Búsqueda usados por los científicos. Lo que ahora es el Nivel Alimentador toma más de dos tercios del mapa. El diagrama es viejo; muestra edificios que fueron parte del diseño original de la nave, incluyendo el Hospital y el Salón de Grabación, donde estamos ahora. Pero no muestra las nuevas adiciones hechas desde el lanzamiento de los tubos gravitacionales, desarrolladas dos generaciones antes de Eldest, que no están en el diagrama. En cambio, hay un par de escaleras conectando el Nivel Alimentador con el Nivel de Carga, las cuales fueron demolidas cuando los tubos gravitacionales fueron hechos. Mis ojos descienden. —¿Esto era de lo que estabas hablando? —pregunto, señalando la parte sin etiquetar del diagrama debajo del Nivel Alimentador—. Probablemente sólo son cosas eléctricas, o tuberías, o algo. —También pensé eso —dice Orión—. Pero observa. —Toca la pantalla y regresa al menú principal, luego golpea “Antes de la Plaga” El mismo mapa aparece, pero ahora todo está etiquetado diferente. El Nivel de Conservación ahora est{ etiquetado como “Navegación”, igual a la placa que vi en la pantalla escondida debajo del techo. El Nivel de Carga está divido en tres porciones: “Búsqueda Tecnológica” (donde ahora están los Laboratorios), “Salón de Motor”, y algo llamado “Puente”. Eso no es extraño de lo que tenemos ahora, sólo palabras diferentes para las mismas cosas. Es en el Nivel Alimentador donde las cosas empiezan a cambiar. El lado izquierdo, donde est{ la Ciudad, est{ marcado como “Cuarteles de Vivienda (inclusivos)” y todo el resto del Nivel Alimentador est{ marcado como “Investigación Biológica.” ¿Investigación Biológica? ¿Ese era el término usado para llamar al arreo de cabras y esquivamiento de ovejas? Pero es lo que está debajo del Nivel Alimentador lo que realmente me fascina. Lo que es un espacio en blanco en el otro diagrama, ahora está lleno. Es como si realmente hubiera otro nivel de la nave debajo de nuestros pies, un nivel del cual nunca había sabido, uno que tiene, aparentemente, un laboratorio de investigación genética, una segunda bomba de agua, una enorme sección marcada como “Almacenamiento Importante” y un {rea muy pequeña marcada simplemente con “Contingencia.” —¿Qué es esto? —pregunto, mirándolo fijamente—. Sé que cambiaron los nombres de los niveles y movieron algunas cosas después de la Plaga, ¿pero esto? Esto es más que solamente reorganizar. Hay otro nivel completo.

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Lo que no dije es: ¿por qué yo no sabía ya de esto? ¿Por qué Eldest no me lo enseñó? Ya sé la respuesta: porque él no cree que esté listo, o peor, no cree que merezca saber los secretos de la nave. —Cambiaron muchas cosas después de la Plaga —dice Orión—. No había sistema de Eldest en ese entonces. Sé eso, al menos. Todos lo saben. Después de que la Plaga mató a tres cuartos de la nave, bajando nuestro números de más de tres mil a un poco más de setecientos, la “Plaga Eldest” tomó control y ahora lo tenemos. En las generaciones desde entonces, hemos reconstruido nuestra población a más de dos mil, desarrollando nuevas tecnologías como los tubos gravitacionales, y manteniendo la sociedad pacífica que la Plaga Eldest originalmente imaginó. Pero yo no sabía cuánto había cambiado la nave, o lo que todos esos cambios significaron. —¿No quieres saber lo que hay ahí abajo? —pregunta Orión, mirando al cuarto nivel. Y ahora que él lo dice, sí, realmente quiero. —Aquí, déjame verlo —alejo a Orión de mi camino y presiono la pared floppy, buscando. Me toma unos minutos, pero luego encuentro lo que estoy buscando. —Miremos lo que los diseñadores pusieron allí —digo, sonriendo triunfalmente. Una copia del plano aparece en la pantalla, pero es más complicado que los diagramas de los niveles de la nave. Le doy una mirada a las líneas, tratando de trazar tuberías y cableado eléctrico y separándolo de paredes y puertas. La imagen es tan grande que tengo que acercarla y desplazarme o alejarla y entrecerrar los ojos. —No entiendo nada de esto —finalmente digo, lanzando mis manos al aire. —Comienza con el elevador —Orión sube el plano, y de repente reconozco el edificio cuyos planos estoy viendo. El Hospital. Señala el cuarto piso—. Hay un segundo elevador. —¡No hay un segundo elevador! —me río. He pasado mi tiempo en el Hospital, y no hay un segundo elevador allí. —Al final del pasillo hay otro elevador. Los planos no mienten. —Todas las puertas en ese piso están con llave —digo. Lo sé. Las he intentando todas. Y no están cerradas con escáneres biométricos, sino habría podido pasarlas con sólo pasar mi pulgar. No, esas puertas tienen anticuadas cerraduras de Sol-Tierra, hechas de metal.

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Harley y yo una vez pasamos una semana tratando de romperlas hasta que Doc nos pilló. Orión está negando con su cabeza. —No la última puerta. Esa está abierta. Y hay un segundo elevador allí. Me río de nuevo. —No hay manera. Si hubiera un elevador secreto que llevara a un nivel secreto de la nave, yo lo sabría. Orión solamente me mira. Su silencio es una acusación: ¿Realmente lo sabría? Eldest me ha ocultado cosas antes. Tal vez sí hay otro nivel.

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Capítulo 7

Amy Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por Dianita

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scucho algo.

Un crujido. Mi puerta es abierta, la puerta de mi depósito de cadáveres se abrió un poco, y es más brillante aquí, puedo ver un toque de luz a través de mis párpados cerrados, sellados, y ahora algo, alguien está sacando mi ataúd de cristal. Algo hace que mi ataúd de cristal se levante, y tengo la sensación en mi congelado estómago de ser mecida en un columpio, y trato de aferrarme a la sensación, asegurarme de que es real. ¿Levantaron la tapa? ¡Puedo escuchar, puedo oír! Apagadas cadencias del habla se filtran a través del hielo. ¡Cada vez más fuertes! ¡Sonidos no son sólo vibraciones a través del hielo, son sonidos! ¡La gente está hablando! —Sólo un poco más —dice una voz que me recuerda a Ed. —El hielo se derrite rápidamente. —Es él —no entiendo esas palabras, un sonido de susurros se apodera de mí. Y el calor. Siento el calor, por primera vez en trescientos uno años. No hielo, sino una sensación de hormigueo crepitando contra las terminaciones nerviosas de mi piel, cubriéndome con una sensación que pensaba que había perdido para siempre. ¡Calor! —¿Por qué no se mueve todavía? —dice la primera voz de nuevo. No suena como la dura y descuidada voz de Ed, pero es más suave que la de Hassan. —Añade más gel. —Me están frotando algo en la piel. Me doy cuenta que, por primera vez en más de tres siglos, alguien me toca. Manos suaves masajean mi fría carne con una sustancia viscosa que me recuerda la loción “Icy Hot” que usé en mi rodilla cuando me la torcí en una carrera de cross-country en mi primer año. Estoy tan feliz que podría explotar. Y ahí es cuando me doy cuenta que no puedo sonreír. —No está funcionando —dice la suave voz. Ahora suena triste. Derrotado.

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—Inténtalo. —No, mira, ni siquiera respira. Silencio. Haré que mis pulmones bombeen aire, haré que mi pecho se desplace hacia arriba y hacia abajo con el ritmo de la vida. Algo frío —no quiero volver a sentir frío— es presionado contra la parte superior de mi pecho izquierdo. —No hay latido del corazón. Concentro toda mi voluntad en el latido de mi corazón, ¡maldición! Pero, ¿cómo puedes decirle a tu corazón que lata? No podría hacerlo pronto, no podía decirle que latiera antes de que fuera congelada. —¿Tenemos que esperar? ¡Sí! Sí. Espera, estoy viniendo. Sólo dame un tiempo para descongelarme, y me levantaré del hielo y viviré de nuevo. Seré tu ave fénix congelada. ¡Sólo dame una oportunidad! —Nah. Mi boca. Concentro todo lo que tengo dentro de mí en mi boca. ¡Labios, muévanse! ¡Hablen, sólo griten! —Sólo ponla de regreso. Y la tabla se arquea bajo el peso de la tapa encerrándome. Y mi estómago se tambalea a medida que me empujan de nuevo a la morgue. La puerta suena con un chasquido. Quiero gritar, pero no puedo. Porque nada de esto es real. Es sólo otra pesadilla.

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Capítulo 8

Elder Traducido por Mery Shaw Corregido por Dianita

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oc estaba en el vestíbulo del hospital, ayudando a una enfermera a llevar a un anciano a la recepción, donde otra enfermera comenzó a tomarle sus datos. Cuando Doc me vio, se dirigió en mi camino.

—¿Has visto a Harley? —pregunta él. —No. —No puedo evitar sonreír. Harley es famoso por escapar de Doc cuando se acerca la hora de los medicamentos. Doc deslizó sus dedos a través de su grueso cabello, entonces notó mi sonrisa y frunció el ceño. —No es cosa de risa. Harley necesita tomar su medicación de manera regular. Hago un intento por aplacar mi expresión. Harley algunas veces consigue verse intenso y oscuro, pero creo que eso tiene que ver más con lo artístico que hay en él que la locura que el Doc cree que tiene. Además, él es mi mejor amigo; no voy a delatarlo con Doc. —¡Yo no voy! —grita el anciano en la recepción. Doc gira de golpe. El anciano se quita de encima a la enfermera que le ayudó a caminar y se inclina en el mostrador—. ¡No puedes hacerme esto! No me iré a la cama, ¡no estoy enfermo! —Él acentúa eso con una tos seca y escupe una bocanada de flemas en el suelo. —Vamos, vamos, tranquilícese —dice Doc, dirigiéndose a grandes zancadas hacia el hombre. El anciano dirige su mirada con cataratas hacia Doc. —¿Dónde está mi esposa? ¿Está contigo? —La Sra. Steela no está aquí —dice Doc, poniendo su mano en el brazo del hombre—. Ella no está enferma. Tú lo estás. —¡Que no estoy enfermo! —ruge el hombre, pero inmediatamente después de hablar, una vidriosa expresión se refleja en sus ojos. Su respiración se tranquiliza, y se hunde bajo el peso de su propia ropa. Cuando Doc mueve su

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mano, veo por qué: Doc le ha deslizado un parche médico. El parche en el brazo del anciano ya lo ha calmado, llevándolo a la sumisión. Doc me da una triunfal sonrisa mientras ayuda al hombre a sentarse en una silla de ruedas y luego lo envía a él y a la enfermera al elevador. Trago saliva, duro. Doc es un buen hombre, pero su respuesta a todo siempre es medicina. No le gustan las emociones, cualquier emoción. Él prefiere las cosas tranquilas, controladas. Por eso es tan cercado a Eldest. Ellos piensan igual. —Entonces, ¿qué estás haciendo aquí? —dice Doc una vez que el hombre está seguro en el elevador y de camino a su tratamiento. Bajé mi mirada hacia el liso suelo de baldosas y mis desgastados zapatos. No había manera de que le dijera que iría a explorar el ascensor secreto del cuarto piso. Ni siquiera estoy seguro de creer que Orión que lo hubiera intentado. —Sólo quería ver a Harley —finalmente dije. Doc frunce el ceño. —Si lo encuentras, envíamelo directamente. Ha pasado mucho tiempo de su hora de medicina. —Miró el reloj de la recepción de la enfermera—. De todos modos, ¿ya tomaste la tuya? Me ruboricé. No estoy orgulloso de los años que viví aquí. En el tercer piso está la Ward. Donde están los enfermos mentales. Creo que vivir con los Alimentadores me jodió. Eso estaba bien cuando era pequeño, pero ya tan grande como lo soy, me siento diferente al resto de ellos. No podía obligarme a preocuparme por los cultivos o vacas de la manera en que ellos lo hacen. Recuerdo que, cuando Doc me hizo comenzar a tomar los medicamentos para enfermos mentales, me pregunté: “¿Aún debería ser Elder? ¡Después de todo, estaré tomando medicamentos para enfermos mentales!” ¡Pasé un año en la Ward! Estaba absolutamente listo para retirarme. ¿Pero Doc y Eldest podrían dejarme ir? —Los tomé esta mañana —murmuré, mi cara ardiendo. Espero que la enfermera en recepción no haya escuchado. ¿Qué pensaría ella de un futuro líder que toma medicamentos para enfermos mentales? Doc me escudriña. —¿Algo va mal? —pregunta. Eldest me mintió sobre las estrellas, y podría haber un nivel secreto de la nave, y Orión se ve más como yo de lo que me gustaría admitir. Pero no, nada va mal, porque si Doc creyera que algo está mal, me daría más medicamentos. Negué con la cabeza.

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Doc no parece convencido. —Sé que es duro para ti. Tú eres diferente. —No soy tan diferente. —Claro que lo eres. Sabes lo que eres. Me encojo de hombros. El elevador, ahora vacío, regresa al vestíbulo. Quiero escapar de aquí, y Doc, gracias a Dios, me deja ir. Dentro del ascensor, mi mano se cierne sobre el número cuatro, entonces se desliza hacia abajo al tres. Si Harley no necesita sus medicinas, quizás debería verlo antes de buscar el misterioso segundo elevador. Mi estado de ánimo cambia en el ascensor. A pesar de Doc, uno de mis lugares favoritos para estar es la Ward. Todos mis amigos están aquí. El elevador se detiene, y las puertas se deslizan para abrirse en la habitación del tercer piso. Sonrió tan fuerte que duele. La Ward se siente más como casa que cualquier otro lugar en la nave, incluso si está lleno de personas locas. Algo de pintura salpica mi manga. Levanto la mirada y veo que Harley está atacando un lienzo, dejando que su pincel se deslice hacia un lado. Hay un anillo de pintura roja y azul donde él está sentado. —Oye, Harley —digo—. Doc está buscándote. —No tengo tiempo para él. —Sólo me da una mirada—. 49 y 267 —dice antes de girarse de regreso al lienzo y atacarlo nuevamente con su pincel. Sonrío con ironía. Puedes contar con que Harley sepa exactamente cuando la nave va a la tierra. La mayoría de personas, quiero decir, la mayoría de personas en la Ward, cuenta el tiempo hasta que la nave esté en tierra, pero apuesto a que si pregunto, Harley podría saber no sólo los años (49) y días (267) antes de que estuviéramos en tierra, sino también los minutos y segundos. Esquivé una gota de pintura que caía y me moví alrededor para ver lo que pintaba. Un pez koi6 flotando en un brillante mar azul, pero la luz de las escamas del pez y los destellos de la superficie del agua se entremezclaban, como si el pez fuera una parte del agua y el agua fuera una parte del pez. Harley usó colores asombrosos, colores que a nadie más se le ocurrirían. Los ojos del pez son brillantes, verdes brillantes, casi amarillos, como jade mezclado con oro. Las escamas son brillantes y luminosas, también, y los bordes en sangre roja deberían entrar en conflicto con los colores más claros, pero no es así. El rojo hace que de alguna manera parezca más real, como si el agua pudiera salirse del lienzo y el pez pudiera nadar pasando nuestros pies. Pez Koi: Es un pez de agua dulce. Significan superación y perseverancia. Al igual que los dragones, los peces koi son diseños muy populares dentro del mundo de los tatuajes. 6

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—Me gusta —le digo a Harley después de un largo rato—. Lo digo en serio; esto es increíblemente bueno. Harley gruñe. Está de mal humor cuando pinta, y realmente no hay mucho de qué hablar con él. Doc tiene serias dificultades dándole sus medicamentos, a pesar de que inevitablemente lo encuentra. Todo a mi alrededor tiene una sutil forma de caos. Esta habitación está llena de creatividad y arte. En realidad, es un lugar bonito y brillante donde estar. Excepto que ahora, cuando todo el mundo está ocupado con sus propias cosas. Comienzo a sentirme un poco tonto simplemente estando parado aquí, mientras todo el mundo se concentra en su propio trabajo. —Nos vemos —digo, pero Harley no lo nota. Una punzada de culpa arde en mi estómago mientras regreso dentro del elevador y lo dirijo al cuarto piso. Eldest quería que investigara la tercera causa de discordia, y definitivamente no haría eso. Pero las mentiras también son una causa malhumoradamente mientras el elevador se abría.

de

discordia,

pensé

El cuarto piso está en silencio. Atravieso las puertas y me dirijo a la izquierda y la derecha, directo al final del pasillo. Pongo mi mano en la perilla. Está cerrada. Todas las puertas en el cuarto piso están bloqueadas. He estado aquí antes, traté con todas las demás anteriormente. Pero la perilla gira bajo mi mano, justo como Orión dijo que lo haría, para revelar una pequeña habitación que contiene un escritorio, una caja de metal, y contra la pared lejana< otro elevador. Sobre el botón de llamada hay un escáner biométrico. Medio esperé que estuviera bloqueado. Eldest me había prohibido la entrada a sus cámaras y a las sala de máquinas del Nivel de Cargas. A pesar de que tenía total acceso al resto de la nave, no podía dejar de pensar que si se enteraba, Eldest también podría prohibirme la entrada de aquí. Sin embargo, cuando deslicé mi pulgar en el escáner, las puertas inmediatamente se abrieron. Había cinco botones dentro, uno para cada piso, y otro llamado “C”. ¿C? ¿Qué puede significar C? Pienso en el diagrama que Orión me mostró. Había una sección marcada como “Contingencia”, pero este elevador no iba hasta allí; éste iba al {rea marcada como “Almacenamiento-Importante”. Puse mi dedo en el botón C, pero no lo presioné, sólo sentí la curva de la letra. ¿Cómo podría otro elevador llevarte a otro nivel diferente de esta nave? Me incliné hacia adelante, dejando que todo mi peso corporal presionara el botón. Las puertas se deslizaron para cerrarse. La pequeña luz en las puertas parpadeó en cada piso. Tres. Dos. Uno.

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La luz se apagó. Estaba descendiendo más abajo del primer piso. Comencé a contar los segundos. Miré los botones de la puerta, pero la “C” aún no estaba encendida. El elevador todavía seguía bajando. Esto tomaba el doble de tiempo que normalmente me toma ir a cada piso en el nivel del Hospital< tres veces más largo. Un minuto completo pasó. ¿Qué tan grande era Godspeed, realmente? Con un ligero golpe, el elevador se detuvo. Las puertas se abrieron. Tomé una profunda respiración y salí a un nivel de la nave que se suponía no existía. Está oscuro. —Luces —digo, presionando mi wi-com, pero no pasa nada. La puerta del ascensor se cerró, llevándose el tenue resplandor del elevador con él. Puse mi mano en la pared más cercana para no seguir demasiado perdido, y mis dedos frotaron una pieza gruesa de plástico. Una fluorescente bombilla parpadeó encendida, luego otra, entonces otra, como fichas de dominó de luz en el techo. Un interruptor de luz. Sólo había visto estos interruptores y aparatos tecnológicos en Sol-Tierra. La nave fue reconectada al control wi-com mucho antes de la Plaga. Este lugar era grande. Inusualmente grande. Me recordaba al Nivel de Conservación, mucho espacio y nadie llenándolo. Lo suficientemente grande como para que todos en la nave estuvieran de pie el uno al lado del otro, como en el Gran Salón. Había una puerta cerrada a la izquierda, y un pasillo que se desviaba a la derecha. Todo era de metal y de bordes duros. Aparte de lo misterioso de la misma, tiene una extraña forma, casi como un huevo que se afina en el techo, formando una cúpula. No estoy seguro de por qué el techo es circular, el Nivel Alimentador es un terreno plano, pero puedo ver las pesadas tuberías extendiéndose a través de las curvas. Esta larga habitación está llena de hileras e hileras de pequeñas puertas de metal. Como las viejas estanterías de Sol-Tierra en la parte trasera del Salón de Grabación (Alejada de los Alimentadores, por supuesto), las hileras sobresalen, listas para ser vistas, pero los contenidos están totalmente ocultos detrás de pequeñas puertas con bisagras fuertemente atornilladas. El aire se siente más fresco aquí, y las paredes parecen más silenciosas. Como si en este lugar sólo estuvieran permitidos los susurros, y un par de personas. Comienzo por el pasillo más cercano, pequeñas puertas están a mis costados. Las puertas están enumeradas, escritas con una descuidada pintura

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blanca. Alineado a lo largo hay pequeños rectángulos con un grabado en cada puerta de metal. Echo un vistazo; son banderas, media docena de ellas, de países de Sol-Tierra. Al final de la hilera de banderas, tres letras están grabadas en el metal: FRX. Las mismas letras en la pantalla de la estrella. Este material es viejo. Parte del diseño original de la nave. Puse mi mano en una puerta, número 34, y comienzo a girar la pesada palanca cuando un destello rojo llama mi atención. Una de las puertas ya está abierta. Una larga bandeja de metal se extiende de la boca de la puerta como una lengua, y en esa bandeja hay una pequeña caja transparente llena de agua helada salpicada de purpurina azul. Flotando inmóvil en el hielo, quieta y en el silencio de esta vacía sala, hay una chica. Su cabello está tirado hacia adelante. Es tan rojo. Nunca antes he visto un cabello rojo, no fuera de fotografías, y las fotografías nunca tenían esa llamativa vivacidad del rojizo cabello enredado en el hielo. Harley tiene un libro de pinturas que robó del Salón de Grabación, y una de las pinturas era sobre montones de heno en diferentes momentos del día. Él me mostró los montones de heno cubiertos de nieve, con un atardecer. Harley se emocionó con ello, diciendo que el artista era demasiado brillante por pintar cosas con diferentes luces, y dije que eso era estúpido, que había luz o no la había, y él dijo que yo era estúpido, que en Sol-Tierra no era la misma cosa el amanecer que el atardecer, porque el sol se mueve como una cosa viviente y no solo como una gran lámpara de calor en el cielo. El cabello de la chica era más brillante que los rayos del sol de Sol-Tierra capturado por el artista que Harley dijo que era el hombre más genial que había existido. Extendí mi mano para tocar el vidrio que la atrapaba en el interior, y únicamente entonces pude notar cuán frío era. Mi respiración se convirtió en pequeñas nubes blancas. Mis dedos se adhirieron al cristal. La miré fijamente. Era la cosa más hermosa que había visto nunca, pero también la más extraña. Su piel era pálida, casi blanca traslúcida, y no creo que fuera solamente por el hielo. Apoyé mi mano en la parte superior de la caja de vidrio, sobre su corazón. Mi piel es una sombra oscura contra la luminiscencia de la suya. Esta chica definitivamente no es mono-étnica. No es como cualquier otra persona en Godspeed. Su piel, su cabello, su edad —¡Mi edad!—, su figura< pequeña, pero esbelta, con curvas que van desde sus pechos hasta sus caderas. ¿Cómo puede encajar esta chica en el interior mono-étnico mientras Eldest le dice a todo el mundo que estamos en perfecta paz?

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Mis ojos devoran su cuerpo, entonces mi mirada cae a sus pechos. El hielo es un poco borroso allí, ocultándolos, pero veo lo suficiente como para saber que son exuberantes, a pesar de que están congelados. Me imagino que si estuviera calientes< —¡Elder! Salto lejos de la caja transparente, sorprendido como si repentinamente la belleza dentro del hielo hubiera despertado. Pero sólo es Doc. —¿Qué estás haciendo aquí abajo? ¿Y cómo has entrado aquí en primer lugar? —Hizo una pausa—. ¿Cómo siquiera supiste de este lugar? —Tomé el elevador. —Traté de aparentar ser brillante, pero mi corazón golpeaba contra mi pecho. —No deberías estar aquí. —Frunce el ceño. Toca el botón wi-com detrás de su oreja izquierda—. Com link: Eldest —dice. —¡No! ¡No le digas a Eldest! ¡Me iré! —dije, pero no quería irme, quería ver un poco más a la chica con el cabello de la puesta del sol. Doc negó con su cabeza. —Es peligroso aquí abajo. Toca esos botones. —Asiente hacia una pequeña caja eléctrica negra en la cabeza de la chica congelada—. Y podrías despertarla. Miro la caja. Es muy simple. En la parte superior hay tres botones: PULSO ELÉCTRICO, COMPROBAR DATOS, y debajo un botón claramente protegido con un escáner de huella digital, un botón amarillo con las letras REANIMACIÓN. Los cables se extienden desde allí hasta la caja de vidrio. Sigo los tubos con mis ojos hasta su perfecta boca de cereza. —No voy a tocarlo —dije, pero Doc ya se ha alejado de mí. —Elder está aquí abajo —dice, y sé que esas palabras no son para mí, pero sí para Eldest, quien estaba conectado con Doc en wi-com—. Sí —dice Doc. Pausa. —Sé lo que eso significa. —Sus ojos me miran otra vez, una fría y evaluadora mirada que no he visto desde los días en que fui su paciente. Doc toca el wi-com, y Eldest está desconectado. Sé que no pasará mucho tiempo antes de que Eldest baje hasta aquí y me arrastre de regreso al Centro de Aprendizaje. —¿Quien es ella? —pregunto. Quiero saber todo lo que pueda, mientras pueda. Doc me entrecierra sus ojos, pero se inclina hacia abajo, mira el frente del metal en la puerta.

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—Número 4. He estado examinándolos a todos desde el cuarenta hasta hoy, sólo una verificación visual, eso es todo. —Niega con la cabeza—. Debería haber terminado antes de subir a la Ward —murmura para sí mismo. —¿Los cuarenta? Doc levanta su mirada. —Todos están enumerados. —Sí, puedo verlo. —No puedo ocultar la impaciencia en mi voz—. Pero, ¿qué significa? ¿Por qué las puertas están enumeradas y las personas aquí están congeladas? Doc mira a la chica con el cabello del atardecer. —Deberías preguntárselo a Eldest. —Estoy preguntándotelo a ti. Doc se gira. —Te lo diré si me dices cómo llegaste aquí. Todas las puertas que conducen al ascensor están cerradas. —No la que está en el cuarto piso —dije—. No estaba bloqueada. Él entrecerró sus ojos. —¿Y casualmente pudiste atravesar una puerta sin seguro del cuarto piso? Vacilo. —Encontré algunos planos de la nave en el Salón de Grabación. Vi el segundo elevador allí. —No delataré a Orión. No es su culpa que me atraparan. Puedo decir que Doc está pensando rápido, su rostro se ha vuelto pálido y sin emociones. —Entonces —dije, bajando nuevamente la mirada hacia ella—. ¿Quién es ella realmente? Doc pasa justo después de su caja de cristal hacia una mesa de trabajo cerca a la pared de fondo y regresa con un disquete. Desliza un dedo en él para abrir un programa, inserta un código, y presiona en la casilla de identificación su dedo índice. Luego escribe con una mano. —Número 42, número 42. Ah. Ella no es esencial. —¿Qué? —me inclino de modo que mi rostro queda cerca a su cara. Su cabello parece como si alguien hubiera derramado tinte amarillo, naranja y rojo en un vaso de agua; las líneas se arremolinan alrededor, brotando de su cabeza, rizándose en los extremos de la parte inferior de la caja de cristal. ¿Cómo puede decir que alguien con ese cabello de atardecer no es esencial?

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—Sus padres, aparentemente, pidieron una solicitud especial para que fuera incluida —continuó Doc, desplazando hacia abajo el disquete—. Ellos parecen ser suficientemente importantes. La madre es especialista en ingeniería biológica, el padre tiene un alto rango en la milicia. Suerte para ella. No muchos no-esenciales fueron permitidos entrar. No había suficiente espacio para más carga. Parpadeo. ¿Ella es una “carga”? ¿Una carga no-esencial? —¿Por qué está aquí? ¿Por qué todos ellos están aquí? ¿Por qué hay un nivel lleno de personas congeladas? —Eso —dijo Doc bajando el disquete—. Tendrás que preguntárselo a Eldest. —No creo poder confiar en Eldest —susurro a la chica del cabello del atardecer, pero Doc no lo escucha. Me pregunto de qué color serán sus ojos. Entrecierro mis ojos a través del hielo. Puedo ver que sus pestañas son largas y entre rojizas y amarillas. —¡No puede ser! ¡No sabía que hubiera pestañas como esas! Pero están firmemente cerradas. Todo lo que sé de esta chica es que tiene una piel pálida, un cabello increíblemente rojo y pestañas muy rizadas. Entonces, ¿de qué colores vivos podrá tener sus ojos? —Elder. No tengo que darme la vuelta para saber que Eldest ha hablado, pero lo hago, una mano se queda en la caja de vidrio de la chica, como si pudiera protegerla de la atención de Eldest. —¿Como llegaste hasta aquí abajo? —Las palabras de Eldest son escuetas. Está enfadado, pero quizás no conmigo. Antes de que pudiera hablar, Doc anuncia: —Debí dejar una puerta sin cerrar. Estaba distraído cuando una de las enfermeras no pudo encontrar a uno de los pacientes que necesitaba medicamentos; no fui cuidadoso. Ahora, esa era una mentira difícil de creer. Sé que Doc no dejó la puerta del cuarto piso sin cerrar porque él no sabía cómo había llegado aquí. Sin embargo, tenía que respetar al hombre: tuvo el valor de mentirle a Eldest. —Ven —me dice Eldest. —Quiero saber por qué ella< por qué hay tanta gente congelada aquí — dije—. ¿Cuál es el punto? ¿De dónde vienen? ¿Por qué se ven tan diferentes? Eldest le da una fría mirada a la chica con el cabello del atardecer. Entonces me mira de regreso, muy lentamente.

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—Ella parece extraña porque es de Sol-Tierra —dice Eldest—. Todos ellos lo son. Ahora, ven. —Pero< —Ven. —Se gira y camina hacia el elevador. Está caminando rápido y tiene un puño presionado contra su pierna herida. Lo sigo, obediente como siempre.

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Capítulo 9

Amy Traducido por Abril Corregido por Beatriix

P

ero también hay sueños... Sueños maravillosos. Sueños hermosos. Sueños de un nuevo mundo.

No sé cómo sería. Nadie lo sabe. Pero las pesadillas raramente tocan ese nuevo mundo y, en mi mente, es siempre el paraíso. Es un lugar por el que vale la pena dejar la Tierra. Cálido. Siempre noto la calidez primero. Y en mi sueño me despierto y estoy en casa. Mi abuela hace panqueques en la cocina. Ella siempre le agrega a la mezcla sólo un poco de jarabe, así que la cocina ya está llena de un olor dulce y pegajoso que me recuerda a mi hogar. La abuela me mira y sonríe< Y a veces pierdo el sueño justo allí, porque tener a la abuela de vuelta es la parte m{s increíble de cualquier sueño< Ella sonríe, y eso parece hacer desaparecer todas sus arrugas. —¡Vamos! —dice papá. Tiene ropa deportiva. Él trota un poco en su lugar, con sus zapatillas rechinando contra el linóleo. Luego mamá corre detrás de él con pantalones cortos para correr y un sujetador deportivo< Y, a veces, pierdo el sueño justo allí, porque mamá nunca corre con él, siempre éramos sólo pap{ y yo< Y empezamos a correr. Y el nuevo mundo se extiende a nuestro alrededor mientras corremos. Siempre es hermoso. Son las mejores partes de mi hogar, incluso mejor que eso. Son las playas donde la arena no se desliza bajo nuestros pies acelerados y el agua es dorada, no azul. Son sus fríos bosques con brisas que huelen a limón y miel, donde extraños animales del bosque, con un suave pelaje, juegan con nosotros. Son desiertos con enormes esculturas de arena que nos ofrecen agua dulce para beber. El nuevo mundo siempre es hermoso, siempre es perfecto.

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Y, si tengo suerte, el sueño queda allí. No siempre tengo suerte. Mientras corremos, el camino se curva alrededor. Empezamos a correr en círculos. Y veo nuestra casa, una casa mezclada que se parece un poco a nuestra casa en Florida donde vivíamos cuando era joven, pero está construida como la de Colorado, y la abuela está en el porche, agitando sus brazos y llamándonos. Y mamá sale del camino y va a casa. —Vamos —dice papá, y sube trotando los escalones del porche. Pero no puedo dejar de correr. Mis pies no se giran hacia la casa. No puedo detenerme. Tengo que correr, dando vueltas y vueltas, en un mundo que es hermoso, sereno y perfecto. Trato de detenerme. Giro hacia la casa, y mamá, papá y la abuela están allí, comiendo panqueques y, a veces, también esta Jason, y mi perro de cuando era pequeña, y mis amigos de la secundaria. Y no puedo detenerme. Porque, algunas veces, los sueños del nuevo mundo se convierten en pesadillas.

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Capítulo 10

Elder Traducción SOS por CyeLy DiviNNa Corrección por Beatriix

E

ldest aparentemente había decidido castigarme con lecciones. Se quedó en silencio durante el largo viaje en el ascensor, y no hizo nada excepto gruñirme con desdén cuando traté de hacerle preguntas sobre la chica que me hizo traer del Hospital con el tubo gravitacional. Ahora, en el Centro de Aprendizaje, me pone en la silla de duro plástico azul, al lado del desvanecido globo de Sol-Tierra. Empiezo a preguntar por la chica otra vez, pero Eldest se derrumba en la silla frente a mí, cambiando su peso, incómodo. Él hace una mueca mientras pone su pierna en el globo. Su zapato cubre Australia. —¿Y bien? —gruñe Eldest. —¿Qué? —Yo soy incapaz de quitar el zumbido de mi voz. —Bueno, ¿puedes calcular la tercera causa de la discordia? —No —digo, mis ojos en las montañas en el globo. —Oh, ¿así que tenías un montón de tiempo para ir hurgando en lugares que no te pertenecen, pero no para hacer lo único que te pedí que hicieras? —El sarcasmo de Eldest es cruel; escupe las palabras hacia mí. —¿Por qué no me dijiste que el nivel oculto estaba lleno de gente congelada? —le grito—. ¡Soy el maldito siguiente líder de esta nave! ¡Debo saber todo sobre ella! —Debes saberlo todo, ¿eh? ¿Entonces por qué no me dices la tercera causa de la discordia? —¡Yo no la sé! —le grito. —¡Entonces quédate aquí y aprende! —Eldest ruge y lanza un disco hacia mí, la pantalla parpadea mostrando la historia de Sol-Tierra. Antes de que pueda lanzarlo de nuevo a Eldest, sus las lágrimas llenan la sala, golpeando sobre el globo a su salida. El Sol-Tierra gira a su paso, una nada azul-verde, repiqueteando contra la pierna de la mesa.

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El temperamento de Eldest es peor porque lo ha guardado hasta que estuviéramos en privado. Sé que si no estuviéramos aquí, en el Nivel de Conservación, solos, no me habría hablado de esa manera. Eldest deja abierta la puerta del Centro de Aprendizaje, y mientras él y su tormenta se van lejos, mis ojos deambulan por la pantalla de metal, detrás de la cual se encienden y apagan las bombillas que pensé que eran estrellas. ¿Por qué mentir sobre la pantalla, sobre el Nivel oculto de la nave? ¿Y qué otras mentiras él me ha estado diciendo? Golpeo mis dedos sobre la mesa hecha de madera verdadera de Sol-Tierra delante de mí, tratando de reunir los nuevos planes. Si Eldest no me va a decir lo que está pasando, lo voy a descubrir por mí mismo. Mis ojos se derivan al círculo de metal que cubre el tubo gravitacional en la esquina de la habitación. Podría escapar, tomar el tubo de vuelta al Nivel Alimentador, ver qué más podría encontrar. Tal vez Orión sabe algo más. No puedo pensar en esta pequeña habitación. Me gustaría andar por el campo un momento, visitar los pastos de ovejas, vagar sin rumbo en una nave cuya ruta se determinó hace siglos. Reunir mis pensamientos para que pueda verlo todo en una línea recta. Pero, ¿desobedecer una orden directa de Eldest? Aún no tengo el valor para eso.

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Capítulo 11

Amy Traducido por Emii_Gregori Corregido por Beatriix

M

ás que el sonido de mi propio corazón latiendo, extraño el sonido de un reloj haciendo tic-tac.

El tiempo pasa, debe pasar, pero no tengo más certeza de moverme en el tiempo de la que tengo de moverme en el espacio. En cierto modo, me alegro: significa que puede que hayan pasado unos 300 años y 364 días, y que mañana despertaré. A veces, después de un encuentro a través del campo, o de cumplir un largo día en la escuela, me derrumbo en la cama con toda mi ropa y me duermo sin darme cuenta. Cuando finalmente abro los ojos, siento como si acabara de cerrarlos por un minuto, pero realmente había pasado todo un día y la mitad de una noche. Pero< Hay otros momentos en que me derrumbo en mi colchón, cierro los ojos y duermo, y me siento como si hubiera vivido toda una vida en ese sueño, pero cuando me despierto, habían pasado sólo unos minutos. ¿Qué pasaría si sólo ha pasado un año? ¿Qué pasaría si aún no nos hemos ido? Ese es mi mayor temor. Jason dijo: —Cuando llegues allí, piensa en mí cuando mires las estrellas. —No me limitaré a mirar sólo las estrellas —dije. Una fresca brisa pasó como un silbido, como el día en que< ¿Qué fue eso?
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Algo está sucediendo. No, no, no. No pasa nada. Nunca pasa nada. Es esa pesadilla de nuevo, la misma pesadilla. Ed/Hassan me descongelará, y todo será como ahora, y me arrojarán de nuevo hacia adentro. O el barco se estrellará, y estaré atrapada aquí, para siempre, sin ser descongelada jamás. O tal vez esta es la pesadilla donde< Clack.
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Thump- thump. El agua se escapa por la línea de las pestañas en mi ojo izquierdo. Me contraigo involuntariamente. La costra amarilla que ha sellado mis ojos por quién sabe cuánto tiempo se agrieta mientras —por primera vez desde que fui congelada— me muevo. Oh Dios. Oh Dios. Oh Dios.

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Capítulo 12

Elder Traducido por Anne_Belikov Corregido por Beatriix

—¿Q

ué estás haciendo aquí? Salto, luego hago una mueca. Nada podría haber quitado más de mi culpa.

—Casi está oscuro —continúa Doc—. ¿Sabe Eldest que estás aquí? —¡No! —digo, mientras Doc alcanza su botón wi-com—. Mira< me escapé. ¡Estaba cansado de leer! Vamos< —añado cuando Doc no baja su mano—. Sólo< necesitaba salir un poco. No me asustes. Dame un respiro. La sonrisa afectada de Doc me dice que no está contento conmigo, pero al menos no llama a Eldest. Respiro un poco más fácilmente. Por un momento, ambos nos quedamos de pie ahí, yo en el camino que conduce a lo profundo del jardín detrás del Hospital, Doc en los escalones. Amo este jardín. Cuando Eldest me envió a la Ward por ese año, pasé un montón de mi tiempo libre aquí en el jardín. Steela, una anciana que vivía en la Ward desde mucho antes de que yo me mudara ahí, había hecho que el jardín floreciera de un césped con hierbas hasta una verdadera selva de flores, vegetales, vides y árboles. —Así que, ¿buscando inspiración? —Doc asiente hacia la estatua en el centro del jardín. La Peste Eldest, su rostro vuelto hacia arriba y sus brazos abiertos, se levanta como un benevolente guardia sobre el jardín. El tiempo y la lluvia programada han suavizado su rostro y sus manos, difuminando los detalles de nuestro más grandioso dirigente. —¡Oh! Eh< sí. —Aprovecho su excusa—. Ya sabes, Eldest quiere que aprenda sobre el liderazgo, y pensé que la Peste Eldest hizo lo mejor< —Peste Eldest fue el primer y más grandioso Eldest. Él es la única persona que he visto a mi Eldest admirar, y él es más un líder que cualquiera de nosotros lo será alguna vez. —¿Sólo viniste aquí para mirar la estatua? Exhalo un suspiro.

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—Quería verla. —No te obsesiones, chico. No por tu bien, ni por el bien de nadie. Ella está congelada y eso es todo. —Lo sé, pero< —Pero nada. Sácala de tu mente. Un resonante bajo-tono de alarma llena el aire. Urk. Urk. Urk. El tono de advertencia de que el sol está por descender. Un destello de verde atrapa mis ojos. En el otro lado de la nave, los habitantes están tomando el tubo gravitacional de las oficinas y laboratorios en el Nivel de Carga de la Ciudad hasta el Nivel Alimentador donde viven. Desde aquí, son pequeñas manchas de color comprimiéndose a través del tubo: café, blanco, negro, verde. Doc eleva su cara hacia el centro del cielo. No hay sol ahí, es un contenedor de fusión por confinamiento inercial, una lámpara solar proveyendo tanto luz como calor al Nivel Alimentador, como así también combustible para las funciones internas de la nave. Destella una vez (advirtiéndonos que la noche está aproximándose) y entonces los escudos se deslizan sobre el contenedor. El mundo está oscuro ahora. Lo llamamos “puesta de sol”, una palabra tomada de Sol-Tierra, pero esta puesta de sol no es nada más que apagar la luz. No hay brillo rojo-amarillonaranja-dorado en esta puesta de sol. —Vamos, chico —dice Doc mientras pone su brazo en mi hombro, tirando de mí hacia el camino del jardín—. Necesitas volver al tubo gravitacional antes de que Eldest se dé cuenta de que no estás. —Pero< —Todas las puertas están cerradas, incluso la del cuarto piso. Vamos. No hay que obsesionarse. Me giro, dejando que las palabras del Doc me arrastren de los pensamientos de la chica con el cabello de la puesta de sol. Eldest me enseña sobre religiones antiguas que adoraban al sol. Nunca entendí por qué; es sólo una esfera de luz y calor. Pero si el sol de Sol-Tierra gira en colores y luces como el cabello de esa chica, bueno, puedo ver por qué los antiguos adorarían eso. El camino que conduce desde el hospital parece siniestro en las sombras del tiempo-oscuro. El brazo de Doc se aprieta sobre mi hombro, sus dedos cavando en mi brazo. —¿Qué es eso? —sisea. Entrecierro los ojos en la oscuridad. Un hombre camina por el pasillo a pocos pasos por delante de nosotros. Cuando alcanza los escalones del Salón de Grabación, los sube con un humor alegre. Un fragmento de canción —un viejo ritmo de canción de cuna de Sol-Tierra— se filtra a través del aire.

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—Ese es probablemente Orión —digo. Sólo un Registrador conocería las canciones de Sol-Tierra. El agarre del Doc en mi brazo no se relaja—. Un Registrador. ¿El mismo Registrador que te mostró los planos de la nave? Muevo mi cabeza alrededor. Doc todavía está mirando a Orión, quien está completamente indiferente a nosotros, sólo parado en el porche del Salón de Grabación. Me libero yo mismo del tenso agarre de Doc. —¿Cómo sabías que un Registrador me había mostrado los planos? Doc resopla, pero su mirada ni siquiera vacila. —No pudiste haber encontrado eso por tu cuenta. —¡Hola! —El hombre en el porche grita mientras el camino al Salón de Grabación se acerca a nosotros. Su profunda voz confirma que es Orión. —¡Hola! —respondo. —¿Está un poco frío esta noche, no? —dice Orión, pero no estoy seguro de por qué está señalando eso. Usualmente, la temperatura es bajada diez grados después de que el tiempo-oscuro comienza, pero todavía es demasiado pronto para sentirlo. Doc, sin embargo, se ha detenido en seco, su rostro blanco. —¿Estás seguro de que sólo es un Registrador? —Sí —digo—. Orión. Doc exhala en alivio. —Su voz me recuerda a la de alguien que solía conocer. Ni siquiera puedo recordar la última vez que estuve en el Salón de Grabación. ¡Hey, Orión! Pero Orión no sale de las sombras. ¡Aroo! ¡Aroo! —La alarma del Nivel de Criogenización —murmura Doc, dando vueltas hacia el hospital, donde una profunda sirena está gritando su advertencia a la oscuridad—. ¡Algo está mal! Corro hacia abajo por el pasillo, como si el vacío del espacio estuviera en mis talones, arrastrando la cubierta de plástico que allana el camino. Un fuerte sonido marcado por maldiciones me dice que Doc está siguiéndome detrás muy cerca. Las enfermeras en el lobby están mirando alrededor, asustadas, inseguras acerca de dónde está viniendo la sirena, pero Doc y yo ignoramos sus preguntas y nos sumergimos en el elevador. Doc jadea mientras el elevador se eleva lentamente. Mientras suena pasando el tercer piso, Doc eleva su mano a su oído izquierdo.

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—Espera —digo, apartando su mano del botón wi-com—. Vamos a ver qué está pasando antes de ir con Eldest. Tal vez no es nada serio. En el silencio que da la bienvenida a mi frase, puedo escuchar los sordos sonidos de la alarma creciendo más y más mientras subimos. Doc sacude mi mano lejos. El elevador hace ding, y las puertas se abren. La puerta al final del pasillo está abierta. Doc irrumpe corriendo hacia el pasillo, disparándose dentro de la habitación y yendo directo al escritorio. Él lanza su pulgar sobre el escáner biométrico en la caja de metal en el centro del escritorio. No pasa nada. —Maldición —dice él—. Escanea —me dice, empujando la caja de metal hacia mí. —Pero< —Esa caja sólo se abrirá con un Elder o Eldest. Si la alarma no se apaga, el hospital se bloqueará. Escanea. Entra. Deslizo mi pulgar sobre el escáner biométrico. La parte superior de la caja se levanta y se dobla en sí misma, revelando un panel de control con una serie de botones enumerados y una parpadeante luz roja. Doc introduce un código y el ¡aroo! ¡aroo! Se desvanece en el silencio. Doc se vuelve hacia el elevador, escanea en su acceso, se apresura dentro, y presiona el botón para el nivel de criogenización antes de que yo haga todo el camino hacia el elevador. Él está respirando fuertemente y golpeando el piso del elevador con su pie mientras nos sumergimos hacia abajo. Doc no habla durante todo el tiempo en que descendemos. Aprieta y abre sus puños, como si estuviera sincronizándolos con su corazón. Su rostro está tenso. El elevador se detiene, rebotando un poco, como si descansara en el piso del Nivel de Criogenización. Las puertas se abren. Ambos nos quedamos un momento en el elevador, esperando ver quién o qué está al otro lado. Las luces están todas encendidas. Doc sale del elevador, cauteloso. Sus manos cerrándose en puños. —No, no, no —dice Doc, entrando apresuradamente. Da un paso, se detiene, entonces corre. Lo sigo. Doc patina en una línea de puertas enumeradas en cuarentas. La Número 42 ha sido sacada de su congelador en la pared; su caja de cristal descansa en la mesa, en el centro del pasillo. La chica con el cabello de la puesta de sol está dentro. Sus ojos están abiertos — de un pálido, brillante verde, como el de las espadas de hierba nueva— y asustados. Ella está sobre el agua salpicada de cristales azules. La caja es demasiado pequeña para ella ahora que está despierta y moviéndose;

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sus rodillas y codos están luchando contra el cristal. Su cuerpo se dobla hacia arriba, su estómago aplanándose contra la parte superior de la caja; su cabeza y pies golpeando el fondo. Ella trae sus manos a su rostro y, por un momento, creo que está tocándose a sí misma, pero entonces veo que está tirando de los tubos de su boca, ahogándose a medida que avanza. —¡Rápido! —grita Doc—. ¡Tenemos que conseguir la tapa antes de que ella se quite los tubos! No me molesto en preguntar por qué; sólo corro hacia el otro lado de la caja y ayudo a levantar la pesada tapa de cristal. Dentro, los tubos en la garganta de la chica encierran su cabeza y cuello, pero todavía está tirando de ellos; no hay más bajo su garganta. Ella escupe y una bilis amarilla mezclada con pálida sangre roja enturbia el agua alrededor de su cara. Con un último empujón, Doc y yo levantamos la tapa sobre la parte superior de la caja. Doc se tambalea hacia atrás, retirando la tapa de mi agarre y él medio-lanza-medio-baja la tapa de cristal hacia el piso de cemento. Se rompe en dos en el suelo, demasiado gruesa y pesada para hacerse añicos. Bajo el agua azul cristalina, la chica finalmente tira del último de los tubos, y puedo ver pequeños dispositivos electrónicos atados al final. Los ojos de la chica se abren demasiado, y ella está mirando directamente hacia nosotros. Su boca está abierta en un perfecto círculo, absorbiendo agua. —¿Qué está intentando hacer, tomársela toda? alcanzando dentro del acuoso lío por la chica. Me pongo de pie, horrorizado. —No —susurro—. Está gritando.

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—pregunta Doc,

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Capítulo 13

Amy Traducido por flochi Corregido por Beatriix

D

olor. Un frío tan helado que quema, pero no con un ardor que cauteriza; no, un ardor que arrasa, que diezma.

Dolor. Dolor chamuscante, que tira, paraliza, que hace pedazos, sangrante, que destroza. Los músculos de mi estómago se agarrotan. No puedo vomitar al estar vacía. Mis ojos sólo ven manchas. Algunas brillantes. Otras no. Sin enfoque. Mucosidad baja por mis orificios nasales, bajando por el fondo de mi garganta. Me ahogo. Me atraganto. Toso. El líquido se remueve en mis oídos, amortiguando las entonaciones de voces profundas y masculinas que hablan a mi alrededor. Unas manos me levantan de la escarcha de mi ataúd de cristal, y se siente como si me estuvieran rescatando de arenas movedizas. El crio-líquido se aferra a mí, tirándome de regreso hacia mi tumba acuosa, arrastrando sus dedos fríos sobre mi piel. Me tienden sobre algo frío, duro y plano. Una máscara como de ventilación está encima de mi nariz, y un aire muy cálido duele al entrar en mis orificios nasales, recordándole a mis pulmones que trabajen. Las manos presionan algo pegajoso sobre mi piel, y poco tiempo después, mis músculos se retuercen dolorosamente. Dos manos suaves sostienen los costados de mi cabeza para mantenerla quieta, mientras dos ásperos dedos abren mis párpados. No, pienso, no quiero más gotas para los ojos. Pero ¡plop! ¡plop! El líquido frío cae en mis ojos. Parpadeo dolorosamente, mis lágrimas mezcladas con la porquería que me pusieron. Las ásperas manos luego van a mi boca. Al principio no sé lo que está sucediendo, y dejo que mis labios se separen con facilidad. Entonces me doy

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cuenta que esa persona está haciendo algo, y un liquido frío gotea por mi garganta, pero no sé lo que es, por lo que mi cabeza se revuelve un poco. Las manos gentiles sujetan mi cabeza nuevamente. Un rostro se asoma en mi vista. Un chico, al parecer de la edad de Jason, pero más alto, más ancho y más musculoso de lo que Jason había sido. Piel oscura color oliva; ojos color chocolate con leche con manchas de canela que se afinan en los extremos, casi almendrados. Es un rostro hermoso, uno en el que quiero confiar. Mientras lo miro fijamente, un dolor agudo penetra mi cabeza; no estoy acostumbrada a enfocar los ojos en nada. El chico habla, y mientras mis oídos todavía están muy tapados para escuchar algo claramente, su tono es amable y tranquilizador mientras da golpecitos a mi mandíbula. Dejo que mi barbilla caiga —y hago un asentimiento con la cabeza, un sí—, y luego abro mis labios para él. Un jarabe cálido y viscoso cuyo sabor se parece mucho al melocotón pero con un toque alcohólico, cae en mi lengua, cubriendo mi garganta. Un poco del dolor se desvanece. El chico se asoma ante mi rostro. —Vmos a lenarte —dice. Descubro que no puedo entenderlo. Asiente hacia mí, como si estuviera tratando de decirme que todo estará bien, pero no es cierto... no estará bien, ¿cómo podría estar bien alguna vez? El chico agarra mi mano derecha; las manos ásperas agarran la izquierda. Y antes de que pueda mover mi cuello —¡no!— tiran de mí hasta ponerme en una posición sentada. Siento como si me estuviera partiendo por la mitad. Una vez fui hielo. Ahora soy dolor.

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Capítulo 14

Elder Traducido Kirara7 [SOS] Corregido por Beatriix

—¿M

amá? —la muchacha gime con una voz ronca sin usar—. ¿Papá?

Sus brillantes ojos verdes se cierran de nuevo, su cabello del color del atardecer se extiende enmarañado en la mesa de metal de examinación. —¿Cuánto tiempo estará ella así? —le pregunto a Doc. —Un día, tal vez más. No fue reanimada correctamente. Se supone que debía ser retirada de su caja de contención criogénica antes de ser reanimada, y luego se supone que debía ser calentada en el baño de reanimación, no dejada fuera en la mesa para derretirse. Es un milagro que esté viva. Trago saliva difícilmente. Se siente como si una piedra bajara por mi garganta. Doc recoge la última parte de la caja que está conectada a los tubos que la chica había tenido por la garganta. —Alguien apretó el botón —dice—. No se debe presionar hasta después de que el cuerpo esté preparado para la reanimación. Esto desconecta la energía. —Me mira—. Ella fue desconectada. Si no hubiésemos llegado a tiempo< —Ahora mira a la chica—. Ella habría muerto. Mierda. Mi estomago se hunde hasta mis zapatos y se queda allí. —¿Solo así? ¿Muerta? Doc asiente. —Tengo que traer a Eldest. —No, pero< —Tú no estarás en problemas, no hiciste esto. De hecho me alegra que estés aquí, Eldest me dijo que comenzaste a aprender sobre el liderazgo central de la nave, y estas son la clase de cosas que te enseñarán liderazgo. El pecho de la chica se mueve de arriba hacia abajo. Es la única señal de vida que ella está dispuesta a darme. Es gracioso cómo de diferente se ve su

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cuerpo fuera del hielo. Se ve más pequeña, más débil y más vulnerable. El hielo era su armadura. Quiero protegerla ahora, cubrir sus curvas en lugar de recorrer mis dedos por ellas. Pongo mi mano sobre su hombro. Maravillado ante la diferencia de nuestros tonos de piel. Ella abre sus ojos. —Frío —ella susurra. Doc mira a la chica. —Esto es una maldita pesadilla. Quiero decir, ¿cómo esto puede ser una pesadilla, con ella aquí? Pero entonces gime, un suave y patético gemido como el cordero que alguna vez tuve como mascota, y la roca vuelve a mi garganta. Doc le consigue a la chica una bata de hospital, de las que no tienen espalda, pero ella llora cuando le levantamos los brazos para pasarlos por los huecos de las mangas. Entonces él la cubre con una manta. Mantiene sus ojos cerrados, y primero creo que está durmiendo, pero su respiración es áspera, desigual. Y sé que ella se está manteniendo despierta, escuchándonos. No decimos mucho. Cuando Eldest llega al nivel Crio, trae todo el miedo de vuelta con él. La mira, me mira a mí, luego mira a Doc. —¿Fue él? —No —protesto inmediatamente. —Por supuesto que no —dice Doc y luego me mira—. No habla de ti. —Se vuelve hacia Eldest—. Es imposible y lo sabes, estás siendo paranoico. Aquí. —¿De quién...? —empiezo, pero ellos me ignoran. —Fue un mal funcionamiento —Doc dice—. Un fallo de energía en su caja. —Levanta la caja eléctrica negra que tiene en la parte superior del contenedor de Crio. El numero 42. La luz aún destella débilmente el color rojo. —¿Estás seguro de eso? —pregunta Eldest. Doc asiente. —Por supuesto que estoy seguro, ¿quién vendría aquí abajo, a desconectar a una chica al azar y dejarla? La maquinaria es vieja, tengo que repararla constantemente, ella tuvo mala suerte y se deslizó por las grietas. Más mentiras. Me pregunto cuánto de lo que dice Doc es verdad. Después de todo, había revisado su Crio hoy más temprano. Y él estaba mucho más asustado antes de que Eldest llegara, cuando me dijo que alguien había presionado el botón para desconectarla.

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La chica en la mesa gime. —¿Quién es? —su atención se vuelve a la chica. —Número 42. —¿Es ella...? —No esencial. —Amy —grazna la chica. —¿Qué? —Me arrodillo a su lado, cerca de sus labios. —Mi nombre es Amy. Eldest mira hacia abajo, Amy abre sus ojos —mostrando un nuevo verde césped— pero los cierra de nuevo, reaccionando a la luz fluorescente. —Tu nombre no tiene importancia, niña. —Eldest se vuelve hacia Doc—. Tenemos que descubrir quien la reanimó. —¿Dónde están mis padres? —Su voz es un susurro ahogado con dolor, los otros ni siquiera la notan. —¿Podemos ponerla de vuelta? —Eldest le pregunta a Doc. Él niega con la cabeza, sus ojos son tristes. —¡No me congelen de nuevo! —dice Amy, su voz llena de pánico, se quiebra por el desuso y tose. —No podríamos aun si quisiéramos —Doc le dice a Eldest. —¿Por qué no? Tenemos más cámaras congelantes. —Mira más allá del hombro de Doc, a una puerta al otro lado de la habitación. No la había notado antes, pero la guardo en mi memoria para explorarla más tarde. —Las habilidades regenerativas se deterioran bastante cuando se congela el cuerpo múltiples veces, especialmente cuando la reanimación no se ha practicado adecuadamente, si la ponemos en otra cámara de Crio, puede que ni siquiera despierte. —Quiero a papá —gimotea ella, y aunque sé que es más una mujer que una niña, parece mucho más una niña ahora. —Tiempo para irse a dormir —dice Doc, sacando un parche de medicina y rasgándolo. Los ojos de Amy se abren. —¡No! —grita, su voz rompiéndose en la palabra. Doc se aproxima a ella, quien lanza su brazo hacia arriba sin gracia, como un garrote, estrellándose en su codo. El parche de medicina cae al suelo, Doc lo recoge y lo echa a la basura. Luego abre otra gaveta y saca otro parche nuevo.

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—Te hará sentir bien —le explica a la chica mientras lo abre. —No lo quiero. —Sus ojos son pequeños agujeros negros encerrados en círculos verde pálido. —Sostenla —me dice. Solo me quedo allí, mirándola. Eldest me aleja a un lado y empuja su peso contra los hombros de ella. —¡No quiero! —la chica grita, pero Doc ya la había golpeado en el brazo con el parche. Las pequeñas agujas pincharon su piel como papel de lija, enviando medicina a su sistema. —Noquierodormirdenuevo —sus palabras se juntaron y fueron difíciles de entender—. No quie< ro —dice, su voz fallando. Unas cuantas lágrimas se mezclaron con gotas de agua en sus pestañas. —No< dormir... —Sus ojos se mueven en su cabeza, su cabeza se hunde en medio de su cabello color puesta de sol, y pierde la consciencia. Me quedo viéndola, e incluso si su pecho se mueve de arriba para abajo con respiraciones pausadas, ella parece más muerta ahora de lo que parecía en el hielo. Me pregunto si sueña.

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Capítulo 15

Amy Traducido por Liseth_Johanna [SOS] Corregido por Beatriix

E

stoy despierta. Pero no me estiro, bostezo o abro los ojos. No estoy acostumbrada a hacer nada eso. Al menos, ya no. Así que me quedo aquí, reconociendo mis sentidos. Huelo humedad. Puedo escuchar a alguien respirando suavemente, como si estuviera durmiendo. Me siento cálida y no es hasta que me doy cuenta de esto que recuerdo que ya no estoy congelada. Primer pensamiento: ¿cuántos de mis sueños y pesadillas fueron reales? Incluso ahora, los sueños que tuve mientras estaba congelada están desvaneciéndose, convirtiéndose en recuerdos borrosos, como lo son los sueños. ¿Realmente soñé por tres siglos, o soñé los pocos minutos entre estar completamente despierta y descongelada? Se siente como si fueran siglos, sueño tras sueño, apilándose en mi cabeza... pero los sueños son así, el tiempo no es real. Cuando me quitaron las amígdalas, tuve docenas de sueños verdaderamente detallados, pero sólo estuve bajo el efecto de la anestesia como una hora o algo así. Además, no pude haber soñado cuando estaba congelada, eso es imposible, los sueños no se pueden filtrar a través de neuronas congeladas. Pero, ¿qué hay de esas historias de pacientes que están despiertos durante las cirugías, incluso cuando se supone que la anestesia debe hacerlos perder el conocimiento? No. Ignora eso. No es lo mismo. Sólo podría haber soñado en aquel pequeño tiempo cuando mi cuerpo estaba derritiéndose pero mi alma todavía no lo había hecho. Si empiezo a pensar en el tiempo, y cuánto pasó, y qué tan consciente estaba yo de que el tiempo estaba pasando, me volveré loca. Me forcé a abrir los ojos. No puedo ser perseguida por los sueños —sea que tengan siglos o no— si estoy despierta. El fruncir de mis pestañas se siente nuevo para mí, y me deleito al abrir mis ojos. Y luego —oh— me estiiiiro. Mis músculos queman. Puedo sentirlos contrayéndose, los músculos en la parte más estrecha de mi espalda, los que

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van por los costados de mis pantorrillas, los delgados músculos enrollados alrededor de mis codos. La manta se desliza por mis piernas. Puedo sentir cómo mis músculos abdominales tiran de mí con alivio. Estoy desnuda desde arriba hasta mis muslos y bajo eso, todo lo que estoy usando es un traje verde-azulado de hospital, de la clase que no cierra en la espalda. Un chico está sentado al lado de mi cama, respirando de una forma lenta y equilibrada que va adentro y afuera, como ronquidos. Empujo la manta hasta mis hombros. Él se quedó dormido mientras estaba sentado en la silla y está encorvado en una manera que luce incómoda. Debió haber estado vigilándome. Odio la idea de que él estuviera aquí, despierto y consiente, mientras yo dormía. Me asusta. Es el mismo chico que estaba allí cuando desperté la primera vez, en el ataúd de cristal. Su rostro es suave pero tiene un borde que oculta aquella apariencia inocente que tiene mientras duerme. No estoy segura de qué raza es: no es negro, pero tampoco es blanco; tampoco es hispano o asiático. Es un lindo color, sin embargo, oscuro de una forma cremosa que complementa con su cabello casi negro. El corte alto de sus pómulos y la fuerte curva de su frente lo hacen ver, instantáneamente, de fiar, quizá, incluso, amable. —¿Quién eres? —digo en voz alta. Por primera vez desde que desperté de mi sueño de siglos, mi voz no cruje. Debieron haber hecho algo con mi garganta. Un apagado y palpitante dolor llena mi cuerpo. El chico salta, hay una mirada de culpa o cautela en su rostro cuando sus ojos se enfocan en mí. Mira alrededor como si estuviera sorprendido de que esté hablando con él, pero es la única persona en la habitación. —Yo uh<. Soy Elder. Soy el futuro, um, líder. De la nave. —Se pone de pie, pero yo no, así que se sienta de nuevo, torpemente. ¿Futuro líder de la nave? ¿Por qué la nave necesita un futuro líder? —¿En dónde estoy? —Estás en la Ward —dice, pero apenas puedo entenderlo. Hay una extraña cualidad abreviada en sus palabras, y están moduladas con una entonación de sonsonete. Su corto discurso suena así: “Ests n la Wart”, con una cadencia al final de cada palabra. —¿Dónde está la Ward? —pregunto. —El hospital. (“El hspitl”) Miro alrededor. Esto es no es lo que esperaba. ¿Por qué estoy en un hospital? ¿Qué estoy haciendo aquí?

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No me estoy concentrando completamente en lo que él está diciendo, y realmente no entiendo todo lo que dice en respuesta. La habitación se siente más fría, y aprieto más fuertemente la sábana contra mí. Dice algo acerca de ser un futuro líder, de nuevo, como si eso tuviera algún peso. Futuro líder de la nave. Bueno, por supuesto que sí. Lo inspecciono de cerca. Él tiene amplios y grandes hombros con músculo suficiente para no ser demasiado obvio bajo su camisa-túnica, aunque puedo ver las esquinas duras de sus bíceps. Es alto, mucho más alto que yo, pero unos cuantos centímetros más alto que la mayoría de las personas, incluso cuando probablemente tiene mi edad. Sin embargo, se encorva. Su cara estrecha pero invitante, con ojos en forma de almendra que perforan. Todo esto se añade a un cierto algo que lo hace lucir como el tipo de chico que podría liderar una nave. Es casi como si Dios hubiera sabido que Elder iba a ser alguna clase de líder o lo que sea, así que le dio el derecho a una cara y un cuerpo para ello. Me giro en la cama de modo que mis pies tocan el piso. El piso está frío, sin embargo, así que elevo mis rodillas hasta mi barbilla, bajo la sábana, por supuesto, dado que el traje de hospital hace poco para cubrirme. —¿Cómo es? —¿Qué cosa es cómo? (¿Qe-cosa s cmo?) —El nuevo planeta. —E incluso cuando yo no quería venir aquí en primer lugar, e incluso cuando odiaba cada momento de mis años de congelación para llegar aquí, hay un pequeño sobrecogimiento en mi voz que ni siquiera yo puedo esconder. Un nuevo planeta. Finalmente estamos en un nuevo planeta. Un planeta en el que ningún humano ha estado antes. El chico se levanta. Es tan alto que no se siente justo llamarlo “chico”, pero al mismo tiempo tiene un poco de cara de bebé, como si nunca hubiera visto o hecho o algo para hacerlo crecer, para hacer que los ángulos de su cara se afilasen con la severidad de la edad. Camina hacia la pared lejana, dándome la espalda. Destaca muchísimo en esta pequeña habitación; apenas puede contenerlo. Me recuerda, en una pequeña forma, a Jason. No en la manera en que luce —este chico es más oscuro y más musculoso que Jason—, sino en la forma en que se para y camina, como si supiera su lugar en el mundo con absoluta seguridad. Se recuesta contra la pared, con la cara hacia una pieza rectangular de metal que cuelga ahí. La luz se asoma alrededor de los bordes de metal. Debe ser alguna clase de cortina. —Todvía no stamos n se plan-ta —dice él. No me había dado cuenta de lo confuso que era su acento hasta que su cara estuvo lejos de mi alcance, involuntariamente escudando sus labios de mi vista.

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—¿Qué? —pregunto. Se gira hacia mí; y esta vez, cuando habla, puedo descifrar las palabras. —Todavía no estamos en ese planeta. —¿Qué< quieres decir? —El frío, la frialdad del hielo y el infierno, llena mi estómago vacío. —Aún tenemos que recorrer cincuenta años antes de aterrizar. —¿Qué? —Lo lamento; 49 años y 266 días. Lo lamento. —¿Por qué me despertaste antes? —¡Yo no lo hice! —protesta el chico, ruborizándose profundamente—. ¡No fui yo! ¿Por qué me acusas? —¡Sólo quiero saber por qué estamos todos despiertos cuando faltan todavía 49 años y 200 y algo de días! ¿Y dónde están mis padres? El chico desciende sus ojos. Algo en su mirada hacía que el hielo haga un hoyo en mi estómago. —No fueron despertados todos antes —dice él. Sus ojos me ruegan que entienda lo que quiere decir, que deje de hacer preguntas. —¿Dónde están mis padres? —repito. —Ellos est{n< abajo. —Quiero ver a mis padres. Quiero hablar con mis padres. —Ellos< —¿Qué le pasó a mis padres? —No han sido reanimados todavía. Aún están congelados. Todos los demás abajo todavía están congelados, excepto tú. —¿Cuándo despertarán? ¿Cuándo podré verlos? El chico se orilla en la puerta. —¿Quizá debería ir por Eldest para que lo explique? —¿Eldest quién? ¿Explicar qué? —Estoy gritando, pero no me importa. La sábana se ha deslizado por mis piernas. Mi cerebro está acelerándose, llegando a su lugar, golpeándose contra las palabras que creo que el chico dirá, las palabras que temo oír, las palabras que debo oírle decir en voz alta antes de que pueda creer que son ciertas. —Er... bueno, uh< no los van a despertar hasta que lleguemos allí. —En cincuenta años —digo huecamente.

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El chico asiente. —En cuarenta y nueve años y 266 días. He estado congelada por siglos. Y aun así, nunca me he sentido más sola de lo que me siento ahora, en este momento, cuando me doy cuenta que estoy viva, al tanto de todo y despierta... y ellos no.

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Capítulo 16

Elder Traducido por Little Rose [SOS] y LizC [SOS] Corregido por Beatriix

C

omienza a llorar, no con lágrimas suaves y tristes, sino con esos llantos de furia, como si odiara a todo el mundo, o al menos al barco que ahora era su mundo.

Así que hago lo que cualquier persona razonable frente a una chica llorosa haría. Me alejo lo más posible. Un pitido familiar me llega al oído izquierdo. —Com Link: Eldest —dice la suave voz femenina en mi wi-com. —Ignorar. Eldest había dejado el hospital tan pronto como Doc había comenzado a administrarle medicamentos post-regenerativos a Amy. No había ayudado a preparar las bolsas de la intravenosa ni observado mientras lentamente la llenaban de tres bolsas de nutrición y fluidos. No estuvo ahí para ayudarnos a moverla a la nueva cama en la Guardia que Doc le había preparado. No estuvo ahí cuando ella despertó, habiéndose quedado a su lado por siete horas para que ella no tuviera que despertar sola. Realmente no me importa lo que tenga para decir ahora. Lo que realmente me preocupa es Amy. Quizás si ve más de Godspeed, no llorará tanto. Si puedo llevarle algo de su hogar, algo que le recuerde a Sol-Tierra, quiz{s ella… Voy directamente al jardín detrás del hospital. Está lleno de flores ahora mismo, pero sé la que yo quiero; las alargadas amarillas y naranjas que crecen cerca del lago, las que tienen destellos de colores casi tan brillantes como el cabello de Amy. Me toma un momento encontrarlas, sólo quedan unas pocas, con sus grandes cabezas cayendo sobre el agua. Me arrodillo, ignorando que el lodo húmedo se adhiere a mi pantalón, y corto el tallo de media docena de flores. Los pétalos son largos como mis dedos, curvados en las puntas, y su olor como a miel flota suavemente hacia mi nariz. —Elder.

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Mierda. Me vuelvo para estar frente a Eldest, con las manos firmemente cerradas contra los tallos. —Ignoraste mi com —su voz suena baja, monótona. —Estaba ocupado. Sus ojos fríos caen en las flores en mis manos. —Claramente. Comienzo a hacer mi camino al hospital. Eldest me sigue. —Estás olvidando tus deberes. Aún debes completar la tarea que te asigné ayer. —Puede esperar. Comienzo a subir los escalones para entrar al hospital, pero Eldest toma el cuello de mi camisa y tira de mí. —Ser el líder de la nave es más importante que cualquier chica. Asiento. Tiene razón. —Para empezar, ella no debería siquiera estar aquí —murmura Eldest—. Qué molestia. —¿Una molestia? —ahora mi voz tiene un tono bajo monótono. —Su presencia es mala para la nave. Diferente. La primer causa de discordia. Alguna protesta comienza a rugir en mí. Este no es el tipo de líder que quiero aprender a ser, uno muy fríamente indiferente a Amy. Ayer, Eldest me dijo que era mi deber proteger a la gente. No sabía que sólo se refería a nuestra gente. —Ahora vuelve al nivel de Conservación y haz ese encargo. —No. Los ojos de Eldest se abren mucho, luego se entrecierran. —¿No? —No. —Me libero de su garre y me encamino al ascensor del hospital. Antes de que las puertas se cierren, Eldest se mete conmigo. —No tengo tiempo para tus tonterías. Te lo diré una vez más: vuelve al nivel de Conservación. —No —digo, aún sonriendo, pero sólo para ocultar mi miedo. Eldest no tolera la rebelión, y nunca lo he presionado tanto. Una parte de mí quiere retractarse, disculparse, y obedecerle como siempre lo he hecho. Una parte de mi desea que me golpee para que se la pueda devolver.

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Eldest levanta su mano izquierda hacia el botón de su wi-com. —Al nivel de Conservación: mensaje de Eldest —dice, y mi estómago se contrae. Esto no va a ser bueno. —Comando: aplique modificación de sonido para el wi-com Elder. Varíe el tono y el volumen. Nivel de intensidad: tres. Cese cuando el sujeto entre al nivel de Conservación. Inmediatamente, un zumbido bajo llena mi oído izquierdo. Me golpeo con la mano, pero el sonido no viene de afuera: está dentro de mi oído, en mi wicom. El zumbido sube un tono por un segundo, vuelve a bajar a un nivel bajo, luego vuelve a subir, y termina haciéndome rechinar los dientes. Meto mi dedo en mi wi-com. —¡Sobrecarga! ¡Comando detenga todo el sonido! —Acceso denegado —dice la voz femenina de mi wi-com sobre un sonido peor que el de una vaca dando a luz. ¡Augh! Esto no es como el escáner biométrico donde tengo el mismo poder que Eldest. Los wi-coms son diferentes, únicos para cada uno. Lo único que puede hacer que el mío pare de chillar es el de Eldest. —Haz que se detenga —le digo a Eldest. Un sonido burbujeante explota en mi oído, lo que no es tan malo en sí mismo, pero cada burbuja es interrumpida por un breve y agudo ¡epp! que me hace saltar con poco de sorpresa cada segundo. Las puertas del ascensor se abren y entramos en la sala común. —El ruido se detendrá tan pronto como entres en el Centro de Aprendizaje preparado para aprender y escuchar —dice Eldest gratamente. Empuja su wicom de nuevo. —Comando: aumentar la intensidad a nivel cuatro. —Los sonidos se hacen cada vez más fuertes. Eldest me sonríe. Luego se vuelve y se pasea fuera de la sala común hacia la oficina de Doc. Trato metiendo mi dedo en mi oreja, pero no sirve de nada. El wi-com está conectado directamente en mi tímpano. Algo que suena como cristales rotos sobre un gallo cacareando cruje en mi oído. —Bonitas flores. —¿Orión? —Cualquier sorpresa al ver al Registrador aquí en la Ward es sustituida por la cacofonía vibrando a través de mi oído izquierdo. Incluso me había olvidado de las flores apretadas en mi mano derecha. La sangre verde de las plantas rezuma de los tallos rotos entre mis dedos. —Necesitaba conseguir más suministros. —Orión sacude una botella de plástico pequeña, y píldoras traquetean en su interior. Él debe haberlas

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introducido. Se supone que nadie tiene un almacén de medicamentos mentales; incluso si no vives en la Ward, los Inhibidores son entregados al día, una píldora a la vez. —No quiero que Eldest o Doc me atrapen. —Orión pone las píldoras en sus bolsillos. Doy una palmada sobre mi oreja en un débil intento de ahogar el ruido, pero no es suficiente. Orión sonríe tristemente. —Ese viejo truco. No hay razón para tratar de detener el ruido. Simplemente se pondrá peor cuanto más tiempo pase. —Él mira cómo golpeo mi puño contra mi oído—. Sólo haz lo que sea que te dijo que hicieras, o te volverás loco por eso. —¿Cómo lo sabes? —Las palabras salen duras y enojadas, pero sólo porque estoy teniendo un momento muy difícil tratando de concentrarme en algo más allá de los rebuznos en mi oído. —Sólo quería darte un consejo; no hay razón para enfrentarte directamente a Eldest. No va a funcionar. Él es un rey viejo, demasiado acostumbrado al poder. No puedes enfrentarlo directamente. Vas a tener que ser un poco más astuto que eso. —Orión mete un mechón de su cabello largo y desordenado detrás de su oreja, y me doy cuenta de nuevo de las cicatrices blancas entretejidas arrastrándose por el lado izquierdo de su cuello, como si su cuerpo hubiera sido desgarrado y las piezas no encajaban juntas de nuevo. —Voy a hacer lo que quiero —digo mientras me empujo más allá de él, una mano agarrada a mi oído. Me tambaleo a lo largo de la sala común. Cuando paso a Harley, golpeo a su lona mientras otro tono agudo inicia un staccato natural en mi oído, lanzándome fuera de balance. —¿Elder? —pregunta él, saltando en preocupación. Lo ignoro cuando abro la puerta del vestíbulo y me dirijo hacia la habitación de Amy. Voy a darle estas malditas flores aunque me muera. No voy a dejar que Eldest me acorrale. —¿Qué pasa? —Harley me ha seguido. Él coloca su teñido pez koi pintado a mano sobre mi brazo mientras llega a mí, pero yo lo sacudo. Me detengo en la habitación de Amy, y llamo a la puerta. No hay respuesta. —¿Qué estás haciendo aquí? —Hay un tirón en la voz de Harley que noto a través del canto fuerte que se puso en marcha en mi oído izquierdo. Recuerdo ahora< ésta era la habitación de su ex-novia antes de que se le diera a Amy.

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—Una nueva resolución —digo, haciendo una mueca. Mi voz suena fuerte en mis oídos adoloridos. Harley pone su mano en la pared, dejando tras de sí una mancha de color naranja-amarillo en el acabado blanco mate. A nadie le importará; es sólo otra marca de muchas. Desde que Harley se trasladó a la Ward de forma permanente, manchas de color lo siguen a donde quiera que vaya, como un rastro de arco iris. El wi-com está haciendo todo lo posible para distraerme; los sonidos y los tonos están ciclándose a través de un ritmo vertiginoso. Una parte de mí quiere golpear mi cabeza contra la puerta, sólo para hacer que el ruido se detenga. Me está volviendo loco, el tipo de locura que las medicinas mentales de Doc no pueden resolver. Mi mano izquierda agarra mi oreja tan fuerte que se escurre la sangre entre mis dedos; temo que voy a arrancarla. En su lugar, golpeo la pared con mi mano derecha. Las flores que había elegido con tanto cuidado del jardín (las flores grandes y brillantes que había seleccionado específicamente porque me recordaban el cabello de Amy) crujieron contra la fuerza de mi puño reuniéndose con la pared. Los pétalos caen en una lluvia de rojos y dorados. Aflojo mi puño. Los tallos son una masa fibrosa, pegajosa. Las hojas han sido aplastadas más allá del reconocimiento. Las flores en sí mismas son restos lamentables de la belleza natural que tenían en el borde del estanque. Una corriente de sonidos chasqueando se suma a mi tortura tonal. Dejo caer las flores en la puerta de Amy, y palmeo con ambas manos alrededor de mis oídos, atrapando los ruidos dentro de mi cráneo mientras corro desde el Hospital hacia el tubo gravitacional hasta el Nivel de Conservación, hacia la silenciosa tranquilidad.

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Capítulo 17

Amy Traducido por Javy Corregido por Mari NC

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l hombre delante de mí tiene dedos largos. Los entrelaza unos con otros, y luego descansa su cabeza sobre ellos, mientras me mira como si yo fuera una especie de rompecabezas que no puede resolver. Parecía educado, casi simpático, cuando me trajo de mi habitación, pero ahora me gustaría que hubiera dejado la puerta de su oficina abierta. —Lamento que estemos en esta situación. —A pesar de que suene sincero, sólo luce curioso. Incluso después de que el chico me lo ha explicado todo, siento la necesidad de que este “doctor” lo confirme. —¿Realmente estamos a cincuenta años del aterrizaje? —Mi voz es fría y dura, igual que el hielo en el que estoy empezando a desear todavía estar encerrada. —Unos 49 años y 250 días, sí. Esos son 266 días, pienso, recordando lo que dijo el chico. —¿No puede volver a congelarme? —No —dice simplemente el doctor. Cuando todo lo que hago es sentarme allí, mirándolo, él agrega—: En realidad tenemos unas pocas cámaras crio de más. —¡Póngame en una de ellas! —le digo, inclinándome hacia adelante. Me enfrentaré a un siglo de pesadillas si puedo despertar junto con mis padres. —Si hubieras sido reanimada correctamente, podría haber sido una opción, pero aún así habría sido peligroso. Las células no están destinadas a ser congeladas y vueltas a congelar. El cuerpo se deteriora con múltiples reanimaciones. —El médico mueve la cabeza—. Volver a hacerlo podría matarte. —Se esfuerza por encontrar una manera de describírmelo—. Serás quemada por el congelamiento de tu carne. Secada. Morirás —añade cuando la imagen brutal no detiene mi ansiedad. Por un momento, estoy decepcionada. Luego recuerdo. —¿Qué pasará con mis padres? —¿Qué ocurre con ellos?

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—¿Van a ser descongelados antes de tiempo, también? —Oh. —Descruza sus dedos y ordena los objetos en su escritorio, dejando el bloc de notas paralelo al borde de escritorio, con todas las plumas de la copa inclinadas a un lado. Está perdiendo el tiempo, evitando el contacto visual—. No estabas destinada a ser descongelada. Lo que debes entender es que tus padres, los números 40 y 41, son esenciales. Ambos tienen habilidades altamente especializadas que serán necesarias cuando aterricemos. Requeriremos de sus conocimientos y ayuda en las etapas de desarrollo de Centauro-Tierra. —Así que, básicamente: no. Quiero escucharlo a él decirlo. —No. Cierro mis ojos y respiro. Estoy tan enojada —tan frustrada— y tan molesta de que esto haya sucedido y de que no pueda hacer nada al respecto. Puedo sentir las lágrimas calientes picarme en los ojos, pero no me dan ganas de llorar, no ahora delante del médico, nunca más otra vez. El médico lleva hacia la esquina inferior su bloc de notas gigante, así está perfectamente alineado en el borde de la mesa. Da una larga pausa, con sus dedos moviéndose nerviosamente. No hay nada fuera de lugar en su escritorio. No hay nada fuera de lugar en toda su oficina. Excepto yo. —No se está tan mal aquí —dice el doctor. Miro hacia arriba. Hay una borrosa capa que nubla mi visión, y sé que si no tengo cuidado, voy a llorar. Le dejo continuar—: En un sentido muy real, es mejor que estés aquí ahora, en lugar de allí más tarde. ¿Quién sabe lo que Centauro-Tierra hará? Puede incluso ser no habitable, a pesar de todas esas sondas enviadas antes de que Godspeed dejara Sol-Tierra. No es una opción que nos gusta tener en cuenta, pero es posible< —Su voz se apaga mientras sus ojos se encuentran con los míos. —¿Qué se supone que debo hacer? —¿Disculpa? —¿Qué se supone que debo hacer ahora? —digo, mi voz se elevaba—. ¿Estás diciendo que tengo que sentarme por ahí? ¿Esperar hasta que la nave aterrice antes de poder ver a mis padres? —Hago una pausa—. Dios, voy a estar tan vieja para entonces. ¡Voy a ser mayor que ellos! ¡Eso no está bien! —Golpeo con mi puño el escritorio. Sus lápices vibran en su poco aseada taza, y uno de ellos no se estabiliza de nuevo en línea con los demás. Él alcanza a colocarlo cuidadosamente en contra de sus compañeros. Con un grito de frustración, agarro el vaso y se lo tiro al médico, quien lo esquiva justo a tiempo. Los lápices vuelan como pájaros en libertad, luego se estrellan en el suelo como muertos—.

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¡A nadie le importan sus estúpidos lápices! —grito cuando el doctor salta para recoger los lápices caídos— ¡A nadie le importa! ¿Por qué no se da cuenta? Se congela, agarrando sus lápices, con la espalda curvada lejos de mí. —Sé que esto es difícil para ti< —¿Difícil? ¿Difícil? ¡Usted no sabe qué ha sido! ¡No tiene idea de cuánto tiempo he sufrido sólo para nada! ¡NADA! El doctor arroja el lápiz en el vaso tan violentamente que dos vuelven a salir. No los sustituye, sino que les permite quedarse, desordenados y al azar, sobre el escritorio. —No hay necesidad de reaccionar violentamente —dice con calma—. La vida no será tan mala para ti en la nave. La clave —añade—, es encontrar una manera de ocupar tu tiempo. Aprieto los puños, disponiéndome a mí misma a no golpear su escritorio, a no tirarle la silla en la que estoy sentada, a no derribar los muros que me rodean. —En cincuenta años voy a ser mayor que mis padres, ¿y me está diciendo que encuentre una manera de gastar mi estúpido tiempo?

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—¿Un pasatiempo, tal vez? —¡GAH! —grito. Golpeo su escritorio, a punto de barrer con todo lo que contiene y lanzarlo al suelo. El doctor se levanta también, pero en lugar de tratar de detenerme, llega al gabinete detrás de él. Hay algo tan calmadamente inquietante en esta acción que hago una pausa mientras él abre un cajón y, después de rebuscar un poco, retira un pequeño paquete cuadrado, blanco, similar a las toallitas para las manos que utilicé en el restaurante chino donde Jason me llevó en nuestra primera cita. —Este es un parche medico —dice el doctor—. Hay diminutas agujas pegadas al adhesivo que administran calmantes directamente a tu sistema. No quiero pasar los próximos cincuenta años medicándote sólo para que mantengas la calma. —Pone el paquete blanco en el centro de la mesa, luego me mira a los ojos—. Pero lo haré. El parche de medicina se encuentra allí, una línea en la arena que no quiero cruzar. Me vuelvo a sentar. —Ahora, ¿tiene algún pasatiempo o habilidades que pueda poner al uso del barco? ¿Pasatiempos? Los pasatiempos son algo que tienen los hombres de noventa años de edad, como perder el tiempo en el garaje. —Me gustaba Historia en la escuela —digo finalmente, aunque me siento como una idiota por pensar en la escuela antes que nada.

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—No tenemos escuela aquí. —Antes de que yo pueda contemplar la vida sin escuela, el médico continúa—. No ahora. Y, además, en este momento, la vida que vive, bueno... Oh. Veo su punto. Mi vida, mi antigua vida, ya es historia. ¿Acaso será como ver las cosas que amé y viví en un libro de historia? ¿Qué pasa si doy vuelta a través de las páginas y reconozco a alguien? ¿Qué pasa si me reconozco a mí, mirándome desde las páginas de un tomo de historia más viejo que yo? —Estaba en el equipo de cross-country7 —le digo. El doctor me mira sin comprender. Me doy cuenta que la frase “cross-country” no significa nada para él, aquí en un barco donde no hay un campo que cruzar—. Corría. Es un deporte donde corres a través del campo. El médico luce escéptico. —Puedes, por supuesto, puedes “correr” cuando quieras. Pero... —Su mirada me recorre—, puede que no sea aconsejable. Que te destaques en esta nave... No puedo responder por tu seguridad cuando salgas del hospital. Mi estómago se aprieta. ¿Qué tipo de gente es esta? ¿Y qué quiere decir con “seguridad”? ¿Cree que voy a ser atacada? El doctor, sin embargo, parece no darse cuenta de mi inquietud. —¿Qué otras actividades puedes hacer? —Estaba en el anuario. Me gusta la fotografía —le digo, todavía un poco distraída por pensamientos de cómo voy a ser tratada cuando salga. —Hmm —el doctor hace sonidos de desaprobación—. En realidad no se permite la fotografía a bordo del barco, aparte de asuntos científicos. Aunque estoy decidida a demostrarle al doctor que puedo estar tranquila sin medicación, no puedo dejar de mostrar mi incredulidad. —¿En serio? ¿La fotografía está prohibida? —¿Qué otras actividades le gustan? —dice, ignorando por completo mi pregunta. —No lo sé —le digo, lanzando mis manos—. ¿Las que hacen la mayoría de los adolescentes por aquí? ¿Clubes? ¿Fiestas? —No tenemos escuela o fiestas, ni nada por el estilo —dice el médico lentamente, sustituyendo dos de los lápices extraviados de su escritorio en la taza—, ya que no se tienen hijos a bordo del barco. No comúnmente.

Cross-country: Es una modalidad de atletismo. Consistente principalmente en recorrer distancias a campo traviesa, es decir, en circuitos naturales no-urbanos. Estuvo dentro del programa olímpico de atletismo durante tres Juegos Olímpicos, en Amberes 1920, Estocolmo 1912 y París 1924. 7

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—¿Qué? —pregunto, inclinándome hacia adelante, como si con ello realmente entendiera lo que está diciendo. La puerta detrás de mí se abre. El médico se mueve para saludar al hombre que camina por la puerta, pero yo no. Es viejo, pero entra en la oficina como si fuera el dueño, a pesar de una leve cojera. —Esta es Amy. —El doctor dice mi nombre como si estuviera inseguro de su pronunciación, a pesar de que sólo tiene tres letras. —Obviamente —responde el hombre. Se mantiene en pie, burlón, hacia mí—. Dime lo que sabes de Godspeed. —¿Es el nombre de esta nave? Él asiente con la cabeza impacientemente. Parece tan extraño para mí que este barco tenga un nombre con “Dios” en él. Esta oficina demasiado limpia que huele a desinfectante y a algo agrio no me recuerda a Dios para nada. —Ellos lo llamaron Proyecto del Buque Arca antes de que yo fuera congelada. Lo único que sé es que estoy en esto. Nos dirigimos a un planeta en el sistema Centauro que la NASA descubrió unos años antes de que yo naciera. Es una generación de naves en las que se supone que todos los que han nacido en el barco mantienen el funcionamiento y todo, hasta que lleguemos allí, y mis padres y el resto de la gente de la misión pueda terra-formar el nuevo planeta. El hombre asiente con la cabeza. —Eso es todo lo que necesitas saber sobre Godspeed —dice—, a pesar de que también debes saber esto. Yo soy Eldest8. Bien por ti, pienso. Felicidades por ser viejo. Toma mi silencio como una señal para continuar: —Este barco no necesita de un capitán. Su trayectoria se determinó hace mucho tiempo, y el barco fue diseñado para funcionar sin necesidad de intervención humana —el anciano suspira—, pero mientras que la nave no necesita orientación, la gente sí lo hace. Yo soy Eldest. Yo soy su líder. El anciano recoge un pisapapeles y da una vuelta alrededor del escritorio del médico. Lo contempla como si estuviera sosteniendo el mundo en sus manos, y me doy cuenta de que para él, el mundo es esta nave. —Está bien. —Por lo tanto, todo el mundo sigue mis reglas. Eldest: Juego de palabras que se presta para confundir a Amy, ya que Eldest significa “el mayor” y ella cree que est{ diciendo “yo soy El Mayor”, cuando está diciéndole su nombre. 8

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—Bien. —Incluyéndote a ti. —Lo que sea. Eldest me mira. Aporrea la parte trasera del pisapapeles sobre la mesa del doctor —no en el mismo lugar en que había estado originalmente—. Las manos del médico se contraen, como si quisiera ponerlo en su lugar apropiado, pero se contiene. —Para ello —continúa diciendo—, no puedo permitir que cualquier revoltoso perturbe la vida de la gente. Y tú eres una revoltosa. —¿Yo? —Tú. No te pareces a nosotros, no suenas como nosotros, y no eres una de nosotros. —¡No soy un fenómeno! —En esta nave lo eres. En primer lugar —dice, antes de que pueda protestar—, es por tu apariencia física. —¿Eh? —Nosotros somos mono-étnicos —dice el médico, inclinándose hacia adelante—. Todos compartimos las mismas características físicas, piel, cabello y color de ojos. Es de esperar en una nave donde no hay sangre nueva que nuestras funciones se hayan fusionado genéticamente. Doy un vistazo a mi cabello rojo cayendo sobre mis hombros, a mi piel pálida, tan pálida que siempre aparecen demasiadas pecas. Es una gran diferencia de la piel de oliva y pelo canoso que aún mantiene vestigios de color marrón oscuro del médico. La mayor parte de su cabello es blanco, pero puedo decir, también, que una vez fue del negro que coincidía con su piel y sus ojos. —No sólo eres extrañamente blanca con un cabello raro —añade Eldest—, sino que también eres anormalmente pequeña. —¡Tengo diecisiete años! —Sí —dice el médico lentamente, como si incluso mi edad le disgustara—. Pero, mira, nosotros regulamos el apareamiento. —Está tratando de hablar con una voz amable y calmada, pero continúa mirando con nerviosismo a Eldest. —¿Apareamiento? —pregunto, incrédula. ¿Ellos tienen reglas sobre el sexo? —Tenemos que prevenir el incesto. —Oh... ¡ew! Eldest me ignora. —Y el control es más fácil de mantener con las generaciones establecidas. La generación más joven, que se aplica a la mayoría

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de la gente en esta sala, está en sus veintes y en la cúspide de la temporada. La generación de Doc —la generación vieja— se encuentra en sus cuarenta y pocos años. Mi cerebro gira. —¿Me estás diciendo que hay dos generaciones en la nave, y todos tienen veinte o cuarenta años? El anciano asiente con la cabeza. —Hay una cierta variación; algunos niños nacen un poco tarde o temprano, algunas familias tienen varios hijos. Todavía estamos recuperando nuestra pérdida de población desde el momento en que la gran Plaga nos golpeó hace unas generaciones atrás. —¿Una plaga? —Una devastadora —salta el doctor—, que mató a más de tres cuartas partes de la población de la nave, y todavía no se han recuperado las pérdidas. Vuelvo a pensar en mi último año en la Tierra. Papá me llevó al observatorio en Utah para celebrar la finalización del Proyecto del Buque Arca. Habían construido el barco principalmente en el espacio, utilizando una serie de varios cientos de lanzamientos de transbordadores para recoger materiales y personal para el sitio de construcción en órbita alrededor de la Tierra. Fue el proyecto más grande en el espacio que haya sido intentado por cualquier nación. Sin embargo, sólo se veía como una mancha redonda brillante en el telescopio para mí. “Cerca de veinticinco años. A la Estación Espacial Internacional les tomó más de una década en completarla, y era de alrededor de trescientos pies de largo. Ahora tenemos un barco que tardó menos de cuatro años en completarse y es más grande que toda la isla de Iwo Jima”, había dicho papá, con un zumbido orgullo en su voz. No me gustaba que el viaje de la nave durara tres siglos, en una isla conocida por una sangrienta batalla en una guerra sangrienta. Ahora, mirando a estos dos hombres que han vivido toda su vida en esta nave, que tienen dentro de su historia una plaga que casi diezmó la población de ella, la comparación parece adecuada. —Pero, como decíamos —continúa el médico—, la mayoría de las personas a bordo tiene algo más de veinte o cuarenta años. Miro al viejo. —Usted está en más de sus cuarenta años —le digo. La declaración sale mucho más desagradable de lo que esperaba. Los ojos del anciano me dan una mirada de especulación o de repulsión, estoy segura. —Yo tengo cincuenta y seis. —Retengo un bufido; el anciano se ve de más de cincuenta y seis—. Soy el Líder de la Nave, el de mayor edad de las personas, y el que tiene el derecho a gobernar. Antes de cada generación, un Elder ha nacido para ser líder de esa generación.

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—¿No hay nadie en la nave más viejo de cincuenta y seis? —pregunto. —Unos pocos grises todavía existen, todos de sesenta o algo así, pero no durarán mucho más tiempo. —¿Por qué no? —La gente mayor muere. Es lo que hacen. Esto no me parece correcto. Quiero decir, sí, sesenta es de alguna manera viejo< pero no es como si las personas llegan a cierta edad y simplemente mueren. Hay muchas personas que son mayores de sesenta. Mi bisabuela tenía noventa y cuatro antes de morir. —¿Qué pasa con ese chico? —¿Qué chico? —pregunta Eldest. —Ella está hablando acerca de Elder. Eldest gruñe. —Amy —dice el médico—. Elder nació entre las generaciones. Tiene dieciséis años de edad. Cuando comience la temporada y la generación de jóvenes empiecen a aparearse, los niños nacidos a partir de ellos serán la generación que Elder comande después de que Eldest pase a las estrellas. El chico que conociste es el siguiente Eldest. —¿Dónde está el otro? —pregunto. —¿Otro qué? —El médico toma su pisapapeles entre sus manos y cuidadosamente lo pone de nuevo en el lugar en el que estaba antes de que Eldest lo recogiera. —El otro Eldey-algo. No usted —le digo a Eldest—, que está a cargo de la generación del médico. Y el chico que conocí estará a cargo de la nueva generación. Pero, ¿qué pasa con todos esos de veinte años? ¿Quién está a cargo de ellos? El médico y Eldest intercambian una mirada. —Ese Eldest murió —dice Eldest. Su rostro se encuentra oscuro; miro al doctor, su rostro esta bajo, los pliegues de sus ojos tienen patas de gallo, arrugas profundas. Me pregunto cómo fue el mayor que murió. —Es evidente —dice Eldest, con un tono de firmeza en su voz—, que tú eres diferente. Apariencia monstruosa, anormalmente pequeña y joven. —¿Y?

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—No me gustan las diferencias. Las diferencias causan problemas. El médico pestañea nerviosamente. Empieza a reorganizar su escritorio de nuevo. —Vaya, lamento mucho todo eso. Pero, ya sabes, no es que yo quisiera estar aquí. —A toda costa, la cosa más sencilla de hacer sería que fueras depositada entre las estrellas. —Eldest. —El médico da pasos hacia adelante, con una mirada de sorpresa y preocupación en su rostro. —¿Qué quieres decir? —pregunto. —Tenemos escotillas de liberación —Eldest habla despacio, como si hablara con alguien estúpido—. Se abren hacia el exterior. El significado de sus palabras se hunde lentamente en mi piel hasta que me absorben junto con todo lo que soy. —¿Quiere dejarme sola en el espacio? —Mi voz es baja, pero no por mucho tiempo—. ¡No he hecho nada malo! No me desperté a mí misma, ¿sabe? Eldest se encoge de hombros. —Sería, por mucho, la solución más simple. Tú eres, después de todo, no esencial. —No podemos hacer eso —dice el médico, y lo perdono totalmente por ser espeluznante y amenazarme con drogas. Por lo menos él no quiere abandonarme en el espacio. —No, Doc —dice Eldest—, es muy importante que usted entienda que sí, que podemos lanzarla al espacio. Nosotros podemos —repite, mirándome. —Pero no —el médico dice con firmeza—. Ella puede quedarse aquí en la sala. Que la mantendrá lejos de la población en general. Ella no va a causar ningún trastorno si se queda aquí. —¿Tú crees? —dice Eldest, con voz suave pero dudosa. —Estoy seguro de ello. Además, la Temporada comenzará pronto. Esto distraerá a los demás. Eldest entorna los ojos al médico. Algo que el médico dijo ha tocado el acorde equivocado con él, eso es seguro. Abre la boca, notándome advertible con avidez, y me mira. —Ven afuera conmigo, Doc —ordena Eldest. El médico luce nervioso. Culpable. —Oh, no se vayan por mi culpa —digo yo, recostándome en la silla—. Prosigan y digan lo que sea que tengan que decir delante de mí.

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Eldest se voltea desde la puerta. —Doc —ordena. El médico se escabulle y Eldest camina hacia afuera. Tan pronto como los engranajes de la puerta se cierran detrás de ellos, salto de mi silla y presiono la oreja contra el metal. Nada. Vuelvo a la mesa del médico, volcado sus lápices, y dejo la taza en la puerta, como lo hacen en las viejas películas de Disney. Nada. —¡
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me mira—. No dejes los terrenos del hospital. Aún no he decidido qué hacer contigo. —¡No soy una especie de prisionera! —le grito a él. —En esta nave, todos lo somos —dice, y luego se ha ido. —No te preocupes por él —dice el médico, acercándose para acariciar mi hombro. Me encojo de hombros distanciándome—. No te pondrá en una escotilla de liberación. —Hum. —No puedo terminar de creerlo. —Te he puesto en una habitación con todas las necesidades adecuadas. Vas a vivir aquí, al menos por ahora. ¿Tienes alguna pregunta? ¿Realmente va a fingir que no pasó nada? ¿Cómo si yo no pude oír lo que estaban discutiendo? Está bien, no escuché la mayor parte, pero he oído lo suficiente. —¿Qué sucedió la última vez? —pregunto. —¿Qué quieres decir? —dice el doctor, sentado en su escritorio. Se agita graciosamente hacia la silla frente a la de él, y me siento en ella. Le doy una mirada, pero él lo ignora. —Vamos. ¿En serio? El médico comienza a enderezar los lápices caídos en su escritorio. Él es un serio caso de TOC9. Pero< Me pregunto cu{nto de él es real. Es tan inexpresivo conmigo como lo es con Eldest. Dudo que me aprecie, pero se puso de pie por mí cuando Eldest amenazó con tirarme por la escotilla. En cuanto a la forma en que el médico se siente acerca de Eldest< Pensé que lo respetaba, tal vez incluso que le tuviera miedo, pero él parecía acercarse a la puerta cuando yo estaba tratando de escuchar su conversación con Eldest. ¿Hizo eso a propósito? ¿Ahora está tratando de hacerme las preguntas correctas? ¿O solo estoy jugando juegos mentales conmigo misma? —En la Temporada pasada —dice el médico—. Hemos tenido algunos problemas. Pero no tiene nada que ver con esto. —Es posible. ¿Cómo lo sabe? —Debido a que la persona que causó problemas la Temporada pasada ha muerto —dice el doctor—. ¿Algo más? Él está enojado, tal vez ya se lamentaba de su promesa de no tirarme de la nave. Le gustan las cosas organizadas, y ya he demostrado más de una vez, sólo en esta pequeña oficina, que no me pueden organizar como él lo hace con sus lápices. 9

TOC: Trastorno obsesivo compulsivo.

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—Sí —digo, y no puedo evitar la agresividad de mi voz—. ¿Por qué fui despertada antes de tiempo? ¿Qué pasó? El médico frunce el ceño. —No estoy seguro —dice finalmente—, pero parece como si alguien... te hubiera desconectado. —¿Me desconectaron? —Las cámaras de Cryostasis se unen a un dispositivo eléctrico muy simple que monitorea la temperatura y los sistemas vivos. Tú fuiste simplemente... desconectada de la unidad de potencia. Apagada. Desenchufada. —¿Quién me ha desenchufado? —exijo, levantándome. La mano del doctor se sacude, cada vez más cercana al bloc de notas en su escritorio. Me siento de nuevo, pero mi corazón se acelera, mi respiración se vuelve superficial. Entre aquella conversación en el pasillo y la revelación de esto, está claro que algo está pasando. Y yo estoy atrapada en medio de ello. —No estamos seguros. Pero vamos a averiguarlo. —Entonces, tan bajo que casi no se oye, añade—: Pero tuvo que haber sido alguien con acceso. Sus ojos se disparan hacia la puerta detrás de mí, y sé que él está pensando en Eldest. Lo cual es estúpido: Eldest no me querría muerta si estuviera congelada. Pero… ¿por qué alguien me desconectó? ¿Para matarme? Pero, ¿por qué yo? Yo soy, como el médico tan amablemente ha señalado, “no esencial”. Y entonces otra pregunta, una mucho más importante, se eleva por encima de todo. —¿Qué pasa con mis padres? Quien me hubiera desconectado hubiera desconectado a mis padres. Recuerdo asfixiarme con líquido crio; recuerdo que creí que iba a ahogarme en esa caja. Yo no quiero que mis padres sientan lo mismo. No quiero correr el riesgo de perderlos para siempre si las cajas se abren demasiado tarde después de que el hielo se derrita. —Vuelve a tu habitación para descansar. Trata de no pensar eso pensamientos perturbadores. Puedes estar segura de que tus padres y el resto de los congelados están protegidos. Eldest se encargará de eso. Estrecho mis ojos. Dudo mucho que el viejo vaya a hacer algo para ayudar a los demás. Probablemente pensaría que establecer guardias en torno a las c{maras de crio sería demasiado “disturbio”. Y con su insensibilidad, no estaría muy sorprendida al descubrir que él me hubiera desconectado sólo para ver si me eso me mataba. Pero no puedo pensar aquí. No puedo imaginar lo que debería hacer. A pesar de que no quiero descansar, necesito estar en un lugar a solas con mis pensamientos. Por lo que me voy.

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Un montón de flores aplastadas reposan al lado de mi puerta. Me inclino a recogerlas. Las flores me recuerdan a los lirios del tigre, pero son más grandes y más brillantes que cualquier lirio que recuerde de la Tierra. A pesar de que están arruinadas, una parte de mí quiere ponerlas en un recipiente con agua, son hermosas y la fragancia es dulce. Al fin, sin embargo, me pongo de pie y dejo las flores rotas en el pasillo. Ellas me recuerdan demasiadas cosas.

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Capítulo 18

Elder Traducido por Kirara7 y Vannia [SOS] Corregido por Mari NC

—O

h, aquí estás —dice Eldest mientras escala la escotilla que conecta al Nivel Guardián con el Nivel Cargador.

Me recuesto en el piso frío de metal debajo de la pantalla de metal que esconde las falsas estrellas. Mi cabeza duele por el ruidoso truquito de Eldest. Nunca antes había tenido un dolor de cabeza tan malo. Cada vez que dejo mi cabeza rodar en el suelo, se siente como si una tonelada de peso se esté estrellando alrededor, golpeando contra mi cráneo. Aplanando mi cerebro en una masa inútil. Trato de mantenerme quieto. —Eso fue una cosa muy sucia de hacer —murmuré, presionando las palmas de mi mano en mi frente. —¿Qué? Oh, la cosa del tono, bueno la próxima vez no ignores mi comando. —¡Puedo si quiero! —Sé que es algo infantil para decir, pero casi no puedo ver con este dolor. Miro al aburrido techo de metal, agradecido de que la pantalla de las estrellas esté bloqueada, sólo pensar en esas pequeñas bombillas de estrellas hace que mi cabeza duela. Eldest camina a través de la gran sala de su cámara. Va adentro y regresa unos minutos después con algo en su mano y me lo entrega a mí. Un parche lavanda de medicina. Lo rasgué y lo puse directamente en mi frente, las pequeñas agujas capturaron mi piel como cinta de anzuelo. Respiré profundamente, deseando que el medicamento hiciera efecto aliviando el pulso de mi pulsante cabeza. —Que esto sea una lección —dice Eldest; su voz resuena por el Gran Salón. No hay necesidad de que grite, sólo somos nosotros aquí, y me pregunto si habla tan fuerte sólo para agravar mi dolor de cabeza—. El trabajo de un Eldest es prevenir la discordia. Durante el primer siglo hemos prevenido perfectamente la primera causa de discordia, eliminando las diferencias. —Lo sé —gimo, frotando el parche de medicina contra la piel de mi frente. ¿En serio necesitaba esa lección ahora?

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Eldest comienza a ponerse de cuclillas junto a mí, pero sus rodillas crujen. Por lo cual se pone de pie, y en su lugar camina alrededor. —¿No lo ves? —dice desesperado—. Esa chica no podría ser más diferente. —¿Y? Eldest levanta sus manos. —¡Caos! ¡Discordia! ¡Peleas! ¡Ella no es nada más que problemas! Levanto una ceja, agradeciendo que el parche de medicina ya me estaba haciendo sentir normal. —Estás siendo dramático, ¿cierto? Eldest baja sus manos y me mira. —Ella podría arruinar esta nave. —Es sólo una chica. Eldest gruñe. —Espera —digo levantándome y mirándolo—, es cierto, ¿no? Ella es una chica y es de mi edad< tienes miedo de que... bueno< —Mi rostro se pone rojo ante el pensamiento. Eldest tiene miedo de lo que Amy y yo podríamos hacer juntos. Bueno, para ser honestos, eso es lo que posiblemente yo estoy esperando. —No seas tan tonto. —Eldest se ríe y mi rostro se vuelve más rojo—. No estoy para nada preocupado por eso. Balbuceo mientras salto. ¿Cree que no podría? Sé que no soy lo suficientemente mayor aún para mi temporada. Pero también sé que soy más que capaz. Cuando miro a Amy< sé lo que querría hacer con ella, y sé que podría hacerlo. ¿Cómo se atreve él a pensar que no podría? ¡No soy el niño que cree que soy! —Estás perdiendo la concentración —dijo Eldest, tronando sus dedos frente a mi rostro—. Esto está más allá del punto; el punto es que esa chica va a causar problemas. —Bueno, ¿qué vas hacer al respecto? —dije, sentándome en el piso. Eldest me evalúa. —Tú serás el siguiente Eldest, ¿qué harías tú? —Nada. —Levanté mi barbilla hacia él—. Ella no está lastimando a nadie, estará bien. —Un Eldest nunca puede hacer “nada”. —Eldest usó esa sonrisa de suficiencia en su rostro, esa que me hace querer golpearlo. Antes de que pueda decirle algo inteligente, Eldest sostuvo un dedo en alto y me dio la espalda, presionando el botón de su comunicador. —Hmm< —dice él a quien lo haya llamado—. Ya veo, sí, por supuesto.

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Se vuelve hacia a mí. —Voy al Nivel Cargador, quédate aquí y lee más sobre Sol-Tierra. Te he dejado un disquete en el Centro de aprendizaje. —Pero< —Eldest ha estado en el Nivel Cargador mucho más que antes—. ¿Está todo bien? Eldest me da una mirada apreciativa, pensando si soy digno o no de escuchar sus pensamientos, de compartir sus problemas. Y lo veo allí, en sus hombros, la manera incómoda en que mueve la pierna, la que cojea. Él puede sentir el peso de la nave, justo como yo. No, él lo siente más, él ha cargado con el peso más tiempo que yo. Y lo ha cargado no sólo para sí mismo, sino por el Elder que no pudo tomarlo antes. Sólo por un momento, veo a Amy a través de sus ojos: como un problema. —Necesitamos hablar cuando vuelva. —El tono de Eldest es serio, incómodo. Desplaza sus pies pero no se dirige a la escotilla. —¿Sobre qué? —La temporada se aproxima< —Oh. —Ya sabía acerca de la Temporada. Mientras estaba viviendo en el Nivel Alimentador, era fácil aprender sobre lo que pasaba entre un hombre y una mujer. Lo vi con las vacas cuando vivía en el rancho; con las cabras de la granja; con las ovejas cerca de los campos. Habría sido estúpido no darse cuenta de lo que los animales hacían. Varias de las mujeres que me mantuvieron durante el tiempo que estuve en el Nivel Alimentador me explicaron la reproducción. En ese momento, parecía un poco incómodo y desagradable, pero ellas me aseguraron que cuando mi Temporada llegara, estaría listo, y una mujer de la generación de Harley tendría una segunda Temporada conmigo. Desde el encuentro con Amy, creí saber lo que significaba “estar listo”. —Durante la Temporada, ver{s, eh< —La voz de Eldest se silenció. —Sé lo que es la Temporada —digo. Estoy tan incómodo como él. Ya era bastante malo aprender acerca del apareamiento por medio de una partera de granja, peor aún escuchar esto de Eldest. —Sin embargo, deberíamos hablar< —Esta vez, Eldest es interrumpido por su wi-com. Presiona el botón y dice algo en voz baja, tanto que no puedo escuchar. —Oye —digo—. OYE. Levanta un dedo, diciéndome que le dé un segundo, y murmura algo más en su wi-com. —Deja de ignorarme —digo en voz alta. Eldest suspira y desconecta el wi-com. —Me tengo que ir.

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—¿No vas a decirme de qué se trata todo esto? Eldest suspira, como si yo fuera un niño molestándolo. —Mira —digo—. Estoy harto de los secretos. —Bien —dice Eldest, ya caminando hacia la escotilla con su andar irregular—. Estudia, hablaremos cuando regrese. —Antes de que pudiera protestar, él ya se había ido. El parche médico ha hecho sus maravillas: Mi dolor de cabeza casi ha desaparecido. No me gusta la idea de lo fácil que sería para Eldest provocarlo de nuevo, sin embargo. Tal vez debería conservar algunos parches médicos conmigo. Mi primer pensamiento es ir al Hospital, donde todos los medicamentos para la nave se almacenan. Doc los mantiene bajo llave, pero si Orión puede conseguir medicamentos mentales adicionales, no debería ser difícil para mí conseguir algunos parches médicos. Pero, otra vez, eso es lo que me metió en problemas en primer lugar. Luego pienso en la cámara de Eldest. Sé que él almacena medicamentos extras ahí. Pero hacer eso significaría entrar a escondidas en la habitación de Eldest, violando la ley tácita de privacidad. Puede que haya examinado las manijas de las puertas en el cuarto piso del Hospital —bueno, está bien, irrumpí en él—, pero nunca he entrado al espacio privado de alguien sin permiso antes. Pero luego recuerdo el consejo de Orión. Con Eldest, para conseguir lo que quiero, tengo que ser astuto. Me digo a mí mismo mientras me levanto y camino hacia la cámara de Eldest que sólo voy a girar la perilla, ni siquiera voy a empujar la puerta para que se abra del todo, pero incluso mientras me repito mentalmente esas palabras, me doy cuenta de que me estoy mintiendo a mí mismo, así que no pierdo el valor. Mi mano tiembla cuando la estiro hacia la perilla. —Com Link: Harley —emitió la agradable voz femenina de mi wi-com. —Hey, Harley —digo, esperando que el temblor de mi voz no vaya a través de los wi-coms. —¿Qué pasó contigo más temprano? —Te lo diré después. —¿Quién es la chica nueva? ¿De dónde viene? Pensé que Doc ya habría identificado a todos los locos. —Estoy ocupado, Harley.

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Harley se echa a reír. —¡Ocupado! ¡Já! ¡Sólo quieres tenerla para ti! Eso está demasiado cerca de la verdad, así que desconecto el enlace. La puerta de Eldest está frente a mí, burlonamente. Esta vez, mi mano no tiembla. La puerta se abre de golpe. Aunque hay una antigua cerradura de Sol-Tierra integrada a la puerta, Eldest —por suerte— había olvidado bloquearla. Miro alrededor. Esto no es lo que esperaba. Eldest es algo vago. Igual que yo. Sonrío. Me dirijo a la zona más aseada de la habitación, pasando por encima de una pila de ropa sucia, hacia el escritorio. Sólo hay tres cosas en la superficie: una pequeña botella de plástico oscuro como del tipo que Doc usa para las medicinas, una botella grande con un líquido claro, y una caja. Una caja que reconozco: la que Eldest vino a buscar el otro día, justo antes de que abriera el techo y revelara un manto de estrellas falsas. Esta es la caja que estaba tratando de ver en ese momento; es la caja que había pensado tendría todas las respuestas para mi liderazgo. Examino las botellas sobre el escritorio. La grande está llena con un líquido que huele a humo, a la bebida que hacen algunos habitantes de la nave. Eldest nunca me ha dejado probarla. Cuando lo pruebo, sin embargo, casi estoy a punto de vomitarlo sobre la cama sin hacer de Eldest. Mi garganta arde, y todo los pelitos en mi nariz se erizan. Cuando llega a mi estómago, me dan nauseas. La botella chica contiene más o menos veinte medicamentos mentales. Bueno, ahora sé por qué Doc y Eldest no me dejaron ceder el puesto de Elder después de que comencé a tomar las píldoras inhibidoras. ¡Eldest está tan loco como yo! Aplasto la botella en mi mano. Eldest sabía lo mal que había estado cuando Doc me hizo permanecer en la Ward por un año. Solía resistirme demasiado a tomar las píldoras. ¿Por qué él simplemente no admitía que también estaba con las medicinas mentales? Odio sus secretos y mentiras. Cierro la puerta de golpe detrás de mí y me dirijo hacia mi propia habitación para tomar agua, un viejo remedio de las esposas de los alimentadores para los nervios. Lo cual es bueno, también, porque un momento más tarde Eldest irrumpe a través de la escotilla, llamándome. —Ven conmigo —dice él—. Tenemos una situación.

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Capítulo 19

Amy Traducido por Katherin Corregido por Mari NC

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odo alrededor de la habitación que me fue dada por el doctor es una extraña mezcla de personal e industrial. Los colores son suaves — plomo y blanco— pero alguien ha estampado en una peladura una cadena de hiedra verde alrededor del marco de la puerta y pintado a mano una enredadera de flores a lo largo de los zócalos. El cuarto de baño adjunto está frío y decorado con simples azulejos blancos y de cromo, pero las toallas huelen a limones y lavanda. La mejor manera de limpiar mi cabeza de todos aquellos pensamientos perturbadores es tomar la ducha más caliente que pueda aguantar. Me desnudo de las ropas que el doctor me dio más temprano. Son en tonos café, una túnica gris pálida y pantalones chocolate. Creo que son caseros. Aunque las puntadas son uniformes y decentes, no fueron hechas a máquina. La ropa es suave y no pica, pero hay diminutos pinchazos y defectos en la tela que me dan a entender que son hechas a mano, y no de fábrica. Es tan raro. Como que esperaba trajes espaciales y materiales brillantes. El fin de semana antes de que estuviéramos congelados, mamá, papá y yo nos quedamos despiertos toda la noche mirando antiguas películas de ciencia ficción —Star Trek y Star Wars y Star< algo m{s— . Yo imaginaba a todo el mundo usando uniformes o con locos cabellos o algo, pero estoy usando cosas que podría haber hecho para una feria del Renacimiento. Me toma un momento descifrar la ducha. Hay botones, no perillas, y más vapor que agua se vierte de los pequeños cuadrados incrustados en las paredes de la ducha. Dos barras de jabón están alineados en un estante pequeño cerca a la parte superior de la ducha. No hay champú o botellas de acondicionador, pero la barra redonda de jabón hace espuma en mi cabello cuando la pruebo. Estrujo los botones, tratando de averiguar cómo conseguir agua real —el vapor no está enjaguando la espuma de mi cabello—. De repente, golpeo el correcto y un chorro de agua fría sale disparada de una boquilla junto a mi rostro. Farfullo y, por un horrible momento, la ducha me recuerda a cuando Ed y Hassan llenaron la caja de vidrio con crío líquido antes de que estuviera congelada. Tengo que recordarme que no me estoy ahogando, que no tengo que

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respirar en el líquido, que no seré congelada de nuevo. Eso ocurrió hace siglos, pero el recuerdo está todavía fresco en mí. Mis rodillas se tambalean. Tengo que apoyarme contra el caliente azulejo por varios minutos, respirando profundamente, antes de que pueda permanecer de pie por mi propia cuenta de nuevo. Cuando dejo la ducha, estoy de pie en la habitación, una toalla envuelta alrededor de mi cuerpo, mi cabello goteando. Se siente muy tranquilo y solitario. Recuerdo al chico que estaba aquí cuando desperté, Elder, y me sorprendo al darme cuenta que en realidad lo extraño. Ahora que se ha ido, esta habitación me hace sentir como una intrusa. Envuelvo la toalla más ajustada a mi alrededor. Nada aquí es personal, aparte de la decoración de los zócalos de hiedra en desastillada pintura verde. No hay libros, no hay TV. Hay un escritorio, y sobre él esta una pieza flexible de plástico casi del tamaño y grosor de una hoja legal de papel. Cuando estaba en el anuario en la secundaria, tomé la foto del club de teatro. Ellos posaron aquellas cosas llamadas “colores de gel” —realmente piezas muy delgadas de plástico que podían adherirse a las luces del escenario para cambiar de color—. Esta pieza de plástico sobre el escritorio es justo como el color de gel, pero claro, y cuando la toco, una pantalla se enciende, solicitando ID. ¿Es una computadora? En la pared contraria hay un estante y, a la derecha de ella, la puerta. Junto a la puerta, donde debería estar el interruptor de luz, está un pequeño cuadro de metal con una barra. La presiono. Nada pasa, pero la barra gira en su lugar. —Identidad desconocida. —Una metálica voz de mujer emana a través de la habitación—. Comando de voz. —Mmm —digo. —Comando desconocido —dice la voz de la computadora—. Sugerencia de comando: luces, puerta. —¿Luces fuera? —intento. Las luces en la habitación parpadean al apagarse. Hago rodar mi dedo otra vez por la barra. —Luces prendidas —digo, y las luces se encienden de nuevo. Al lado de la barra de rodar que controla las luces hay dos rectángulos de metal construidos en la pared, uno casi del tamaño de una nota postal, el otro más largo, aproximadamente del mismo tamaño de un sobre. Cuando me acerco, me doy cuenta de un pequeño botón bajo cada rectángulo. Presiono el botón bajo el pequeño rectángulo, y el metal desaparece, mostrando un hoyo lo suficientemente grande para que yo colocara dos dedos en él. Está vacío. Cuando presiono el botón bajo el rectángulo más largo, sin

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embargo, la puerta no se abre. Presiono de nuevo, más fuerte. Un pequeño ¡bip! hace eco a través de la silenciosa habitación. Tengo justo el tiempo suficiente para entrar en pánico —¿He hecho algo estúpido? ¿He puesto la alarma?— cuando las puertas silban al abrirse. Detrás de la puerta hay otro hoyo, al igual que el más pequeño. Pero no está vacío. Dentro, hay un humeante grueso rollo de pan que rezuma un poco al otro lado. Me recuerda a un Hot Pocket10, pero un Hot Pocket no olería así de bien. Extiendo la mano al interior, mi boca empieza a humedecerse. El rondo de la cavidad se desprende bajo mi tacto, una servilleta. La pastelería es caliente, y no puedo resistir< como tres o cuatro de ellos antes de que realmente lo saboree. Pero una vez que lo pruebo, se hace difícil de engullirlo. Es un pastel de carne, relleno con salsa y algunos vegetales que puedo reconocer. Pero las cosas verdes redondas que lucen como guisantes son más grandes y masticables que cualquier guisante que he comido alguna vez. Y los pedazos que tomé por patatas no son patatas en absoluto. Son algo como el tofu, pero más grueso, y cuando absorbo la salsa de un pedazo, se siente como de goma en mi lengua, y sabe más atractiva. Hay un muy pequeño condimento en este pastel de carne, definitivamente sal, y algo un poco dulce, como canela, pero no pimienta, nada que pique. Y la carne< no es como cualquier tipo de carne que conozco. Carne roja, pero nada de grasa en ella en absoluto. Cada pedazo es un cubo perfecto, y no puedo dejar de preguntarme si es así por algún cocinero hábil que la cortó, o si es así porque en realidad no es carne. Imagino las frías bandejas llenas, no con agua, sino con un rojo sustituto de la carne, y me atraganto y dejo caer los restos de pastel en el recipiente pequeño junto a la puerta que luce como un tarro de basura. Tan pronto como cae en el bote de basura, el fondo se desliza, revelando un largo y negro túnel que absorbe el pastel de carne y una servilleta. No queda nada más que una ráfaga de vapor del rectángulo de metal de la puerta, y un aroma de la salsa sazonada en el aire que es a la vez extrañamente familiar y profundamente ajena. Muevo mi cabeza. Esta tecnología es mejor que cualquier cosa en la Tierra. Otra señal de que no pertenezco aquí… Desearía tener a alguien con quien compartir todos estos descubrimientos. Mis ojos se dirigen a la silla, y casi puedo ver a Elder ahí. Elder, con su tipo de ojos. La única persona en esta nave que no parece querer que yo esté fuera de ella. Pienso en mis padres. Están en esta nave también, pero aún están a unos cincuenta años de distancia. Arrugo mis ojos y me ordeno a mi misma ya no pensar. Y entonces pienso en que ahora estoy desenchufada, y cómo ellos Hot Pockets: Son empanadas para microondas que por lo general contienen una combinación de queso, carne y verduras. 10

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podrían estarlo también. Me estremezco, y me digo a mí misma que es sólo porque está frío aquí. Un armario está contra la pared más lejana, al lado de una gran pieza de metal colgando de la pared que pienso cubre la ventana, la luz se arrastra alrededor de sus bordes. Las ropas dentro huelen a humedad, pero cuando muevo algunas, parecen estar limpias y en buena forma. No puedo encontrar un sostén en ninguno de los cajones, pero uno está lleno con bragas de algodón. Estoy un poco asqueada de ponerme bragas cuando no sé de dónde vienen, o si alguna vez han pertenecido a alguien más, pero no parecen viejas o usadas. Dejo a la toalla caer hacia al piso y me meto en una túnica de color marrón oscuro y un par de pantalones. Ambos han sido decorados en los dobladillos con diminutas flores amarillas. Cuando pongo la toalla en el cesto del armario, la tapa se cierra de golpe. Un soplo de vapor sale de la tapa, y entonces el cesto se abre de repente. La toalla adentro está seca y limpia. Hay mucho sobre esta nave que no conozco. Eso sería lo que haga primero: encontrar a otros, aprender sobre la nave, y averiguar qué hacer para proteger a mis padres de cualquiera que me desenchufó. Porque, a pesar de que los quiero ahora más que a nada, no quiero que despierten fríos, solos, y ahogándose bajo un cristal. Un rayo de luz pasa por la alfombra debajo de la cuadrada pieza de metal colgante sobre la pared al lado del armario. Cuando toco el delgado metal, se eleva, y con un zumbido se aleja, revelando una manchada y sucia ventana con vista hacia afuera a los brillantes campos verdes. Entonces aquí es donde voy a pasar los siguientes 49 años y 266 días. No es feo. No es lo que esperaba. Es verde aquí. Colinas se extienden desde el césped del Hospital por un camino de polvo. Los pastizales y campos están divididos por oscuros setos verdes o marrones postes de vallas. Las vacas son las más cercanas, y asumo que los puntos blancos esponjosos más abajo son ovejas o cabras. Hileras de vibrantes filas verde se extienden como un edredón loco. Y allí, sobre el borde, está algo que luce como descomunales Legos apilados. Un tren, vehículos de carga, o remolques sobre una gran plataforma apilados unos sobre otros en filas, cada uno pintado de un color brillante diferente. La pila confusa de colores me recuerda vagamente a Walt Disney World. Cuando era pequeña y vivía en Florida, mis padres me llevaban allí cada verano. Parecía enorme entonces, gigante, como un país entero en un parque temático, pero me doy cuenta con sorpresa que el Castillo de la Cenicienta cabría en esta burbuja de metal, y este nivel es fácilmente cincuenta veces más grande que el entero Magic Kingdom. Trato de contar los remolques, pero no puedo. Sencillamente, ¿cuánta gente vive en esta nave? Hay habitaciones aquí como, por lo menos, para un par de miles de personas.

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Me pregunto si Elder vive en una de las cajas coloreadas. Mis ojos se dirigen hacia el horizonte. No hay horizonte. Porque no hay cielo. El frío metal gris se eleva sobre las brillantes cajas pintadas. Las curvas de metal de la ciudad, arqueándose sobre todo. Cerca a la parte superior, un tono azul enfermizo reemplaza al gris. Supongo que están tratando de hacer que luzca como un cielo, pero no lo hace. No hicieron un buen trabajo con ello. Justo en el medio hay un brillante color amarillo naranja. No duele verlo como duele ver el sol, pero todavía es doloroso. Tal vez si nunca lo hubiera visto antes, estaría impresionada por la brillante fuente de luz y calor creado por el hombre. Pero he visto el sol, y no es esta diminuta y falsa cosa, es mucho más grande que eso. Lo miro hasta que mis ojos pestañean con agua, y cuando desvío la mirada, mantengo los ojos cerrados más tiempo de lo que necesito hacerlo. Imágenes de luz rota bailan detrás de mis párpados. ¿Cómo puede esta lámpara gigante compararse con el sol? Todo está mal aquí. Quebrantado. Roto. Como la luz. Como yo. Nunca pensé sobre lo importante que el cielo era para mí hasta que no tuve uno. Estoy rodeada de paredes. Simplemente he reemplazado una caja por otra.

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Capítulo 20

Elder Traducido por LizC Corregido por Mari NC

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ldest y yo no hablamos a medida que descendemos en el ascensor hasta el nivel de criogenia. En particular, no hablamos de cómo la alarma sobre la mesa en el cuarto piso estaba abierta y había sido estrellada, sus cables esparciéndose y derramándose en el suelo. Rota. Inútil. Cuando las puertas se deslizaron para abrirse, las luces ya están encendidas. —¡Vuelve aquí! —llama la voz de Doc. Los pasos de Eldest son largos, aunque desiguales con su cojera, y yo tengo que correr para mantenerme a la par a medida que avanzamos por el pasillo con las puertas numeradas. Busco la Número 42, pero vamos demasiado rápido para mí como para encontrarla sin detenerme. Damos vuelta a la esquina y comenzamos a recorrer el pasillo numerado 75-100. Una de las pequeñas puertas está abierta. La bandeja en la mesa ya ha sido extendida, y una caja de criogenia yace en ella. Doc está de pie delante de ella, de espaldas a nosotros. Se inclina sobre la caja, pero a pesar de que bloquea nuestra visión, puedo decir que algo está mal. Eldest no duda cuando nos acercamos. Yo lo hago. El hombre dentro de la caja está muerto, flotando en el agua con destellos azules. Sus brazos están doblados, sus dedos curvados como garras, y sé que murió tratando de escapar de la caja a medida que el líquido criogénico se derretía. Lo sé por qué sus ojos están abiertos, y su boca está en una mueca abierta, y su rostro se retuerce entre la ira y la derrota. Hay una piscina de líquido criogénico moteado de azul en el suelo debajo de él, y marcas rojas alrededor de su garganta demasiado pálida. Eldest y Doc levantan la tapa juntos. El hombre muerto dentro se balancea, con los dedos, la nariz, y las rodillas empujando hacia arriba en la capa viscosa de las aguas.

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—¿Quién era él? —pregunto. —Número 100. —La última caja de la fila, la última persona criogénicamente congelada. Esto no significa nada para mí, pero Eldest inhala bruscamente. Doc asiente con la cabeza hacia él de una manera conocedora. La cabeza del muerto se sacude y yo salto hacia atrás, asustado. Pero el doctor sólo tira de los tubos en la boca del hombre. Con cada tirón, su cuerpo se retuerce violentamente. El agua salpica de la caja. Doy un paso atrás, pero todavía salpica sobre mis botas. Me acerco a la mesa al final del pasillo y recojo el disco de Doc, corriendo un dedo por el borde para encenderlo. Se enciende la pantalla. Yo descanso mi pulgar en la plaza del escáner, y un mensaje parpadea: “Eldest/Elder anulado: acceso total concedido”. La pantalla se llena de imágenes; iconos, carpetas, notas. Busco el número 100, y después de teclear un poco, lo encuentro: la carpeta del hombre muerto. NOMBRE: William Robertson. NÚMERO: 100. OCUPACIÓN: Especialista en liderazgo. ESTADO: Esencial para la organización ofensiva. EXPERIENCIA PREVIA: Marina de los Estados Unidos, Servicio activo en la Guerra de… Eldest arrebata el disco de mis manos. Con un simple toque de su dedo, la pantalla se torna negra. —Presta atención —gruñe. Él mueve la cabeza hacia Doc, quien está llegando al final del tubo. Un panel eléctrico pequeño sale de la boca del muerto, y él se hunde aún más abajo en el líquido criogénico. —¿Y bien? —dice Eldest—. ¿Fue un mal funcionamiento? ¿Otro más? —Dame un minuto. —Doc se inclina sobre la caja eléctrica. Aprieta un botón, y una puerta se levanta abierta. Él saca un pequeño objeto redondo metálico que apoya en su dedo. Eldest le alcanza el disco a Doc que había tomado de mí, y Doc presiona el chip de computadora en el mismo. —¿Y bien? —... estaba apagado. —La voz de Doc es hueca. —¿Apagado? —¿De qué estás hablando? —pregunto.

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—Esto. —Doc apunta en la caja negra parpadeando cerca de la cabeza del ataúd de cristal. La luz parpadea en rojo—. Alguien abrió la tapa y accionó el interruptor. —Le dispara a Eldest un vistazo—. Alguien con acceso. —¿Esto fue hecho a propósito? —pregunto, pero ya sospecho la respuesta. Doc me mira, y espero que la ira en sus ojos no sea dirigida a mí. — Alguien vino hasta aquí abajo. Sacó el cajón. Y volcó este interruptor. Luego se fue mientras el líquido criogénico se derretía, se fue mientras el hombre dentro poco a poco se revitalizaba y moría lentamente, ahogado en su propio líquido. Quiero apartar la mirada de Doc, pero, ¿a qué más debo mirar? ¿A Eldest, cuya rabia quema detrás de su rostro de piedra? ¿O al hombre muerto con los ojos sin pestañear que brillan bajo el líquido criogénico moteado de azul? —¿Quién haría eso? —pregunto. —¿Quién podría hacerlo? —pregunta Eldest, su voz profunda retumba detrás de mí como el rugido de la máquina centrífuga en los laboratorios. —Pocas personas saben acerca de este nivel —dice Doc. Mira a lo lejos, y ya puedo verlo caer en su máscara de científico-médico, aquella que es fría y calculadora, aquella que lleva cuando diagnóstica en el Distrito—. Nosotros — dice, mirándome a mí y a Eldest a su vez—. Pero también algunos de los científicos. Los que han trabajado en el< —Hace una pausa, llevando su mirada de Eldest a mí—
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—Vamos a encargarnos de esto —dice Eldest hacia mí. Pasa empujando a Doc y manipula un enganche cerca de la mesa que yo no había visto antes. La mesa se desprende de la pequeña puerta que había sostenido a la caja del muerto, y Eldest rueda la mesa por el pasillo. El líquido criogénico chapotea hacia atrás y adelante con su ritmo, derramando burbujas de un líquido espumoso en el suelo. Puedo oír un suave pum, zas, pum sobre los golpes de las pisadas de Eldest, y sé que es por el cuerpo golpeando el vidrio, amortiguado por el líquido. —Vamos —dice Doc. Seguimos las salpicaduras de líquidos como migas de pan en ese cuento de hadas de Sol-Tierra. Pasamos filas y filas de pequeñas puertas. Pasamos las últimas tres filas de armarios metálicos estrechos, cada uno con una cerradura de combinación sencilla en la puerta. Pasamos una serie de mesas con papeles y diagramas en ellas. Por un pasillo. Y al final del pasillo: un portón trasero, hecho de metal grueso pintado de color amarillo opaco, con una redonda ventana de cristal abombada en el centro. La cerradura de la puerta se ve vieja; es un teclado, no una pantalla para deslizar el pulgar. Debe ser original de la nave, hemos mejorado muchas a lo largo de los años. Puedo ver cómo Eldest teclea el código. Es muy sencillo de recordar: “Buena Suerte”. Eldest abre de golpe la puerta y empuja la mesa en el interior. —¿Qué est{s
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Y, por un momento, le tengo envidia al Sr. William Robertson, Número 100, quien está flotando en un mar de estrellas.

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Capítulo 21

Amy Traducido por Susanauribe [SOS] y Carmen170796 [SOS] Corregido por BrendaCarpio

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as paredes de la habitación cediendo a mi alrededor. Sin darme cuenta, había comenzando a moverme, hacia atrás y adelante, pero esta habitación es muy pequeña para contenerme. La ventana es sólida, gruesa y no puede abrirse. Comencé a estirar los músculos de mis pantorrillas sin darme cuenta de que lo estaba haciendo. Mi cuerpo lo ha decidido por mí: necesito correr. No estaba bromeando cuando le dije al doctor que me gustaba correr. Me uní al grupo de cross-country como una novata, pero lo que en verdad quería hacer era correr maratones. Jason solía reírse de mí, nunca podía comprender por qué alguien querría correr cuando había video-juegos para jugar y televisión para mirar. Lo más cerca para él a ejercitarse eran juegos de realidad virtual. Sonrío, pero casi tan pronto como las esquinas de mi boca se curvan hacia arriba, se hunden de nuevo. No podía dejar que pensar en Jason. Necesito correr. La ropa que estoy usando es salvajemente inapropiada para correr: unos pantalones holgados y una túnica suelta combinados con delgados zapatos parecidos a mocasines. Sonrío. Mi mamá, al menos, sería feliz. Siempre corro en estos realmente cortos y apretados shorts y una camiseta deportiva, y la enloquezco. Diría que era como si estuviera invitando a la clase de atención equivocada, pero sólo lo hacía porque corro mejor en esa ropa. Tuvimos una pelea respecto a eso una vez, una pelea real de gritos y alaridos. Se puso tan mal que papá tuvo que saltar en el medio y dijo que podía correr desnuda si ambas solamente nos callábamos al respecto. Fue una cosa tan estúpida para decir, que los tres solamente nos reímos y reímos. Duele pensar sobre eso. En la Tierra, tenía medias cortas y Nikes. Siempre corría con una ancha liga para el cabello en mi cabeza y música enchufada a mis oídos. Este guardarropa solamente tenía más de las mismas ropas hechas a mano. Estiré mi pie, los mocasines ciertamente no son zapatillas de correr de $200, pero al

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menos tengo flexibilidad. Tenían que tenerla. Trencé mi pelo y envolví el final con un pedacito de hilo que arranqué de uno de los más harapientos pares de pantalones. Me tomó un par de giros equivocados el encontrar mi salida, pero pronto descubrí una habitación larga con paredes de vidrio y un par de pesadas puertas. Es una habitación común de orden; hay mesas y sillas puestas casualmente alrededor de la habitación. Sólo hay una persona en la habitación; un alto hombre con bíceps tan grandes como mi cabeza. Su mirada me devora, sus ojos oscuros pausando demasiado en lugares que no quiero que mire. Lo miro de vuelta hasta que se voltea de nuevo hacia la ventana, pero puedo decir que él está mirando mi reflejo. No respiro adecuadamente hasta que las puertas del elevador se cierran. Ver la manera como el hombre alto me observó, me recordó a la advertencia del doctor sobre dejar el Hospital. No. No seré una prisionera. El elevador tiene botones para cuatro pisos, y yo estoy en el tercero. Me fuerzo a recordar esto, a planear dónde mi habitación está en mi mente. No quiero perderme y tener que preguntar a todos por direcciones. Las puertas se abren hacia una habitación con apariencia de salón, donde corpulentas enfermeras se sientan en los escritorios escribiendo información en una delgada pantalla. Mis músculos están tensos, listos para partir. Ya estoy corriendo antes de que alcance la puerta, mis mocasines hacen sonidos de patpat-pat en el frío suelo de baldosas. El aire me golpea como una pared, y paro a unos cuantos metros de la puerta. Huele procesada, fría contra mis fosas nasales, justo como el aire condicionado de un hospital. Esperaría un mecánico y frío aire industrial dentro. Ese aire se siente natural, porque es como cualquier otro aire condicionado de casa en la Tierra, con su falsa frescura, sintiéndose rancio. Pero afuera< este aire sigue siendo el mismo. Este aire ha sido usado y rehusado por siglos. Respiro profundamente, pero no puedo superar el hecho que sigue sabiendo inexpresivamente como un aire de adentro. Miro a mi alrededor. El Hospital se abre hacia un jardín de flores. El camino debajo de mis pies no es de césped natural, pero sí de una clase de gomoso plástico. Me paro encima de la grama y troto un poco en el lugar, calentándome. Por la esquina de mi ojo, puedo ver las paredes metálicas de acero gris que se curvan sobre este nivel de la nave, atrapándonos dentro de una metálica burbuja. Corro con la espalda junto a la pared más cercana, derecho hacia los campos verdes. El nivel de la nave es vasto, pero no tan vasto que no pueda ver la pared al otro lado. Tal vez tres o cuatro kilómetros de diámetro, menos de los

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5 Km. de pista que corro en cross-country. Sin embargo, es lo suficientemente pequeño para darme claustrofobia, pero lo suficientemente largo para hacerme maravillar de su tamaño. Hay una carretera alrededor del área, pero la ignoro. Corro a través de las filas de maíz que son tan altas como mis hombros; corro junto a la verja con puntos blancos de ovejas y cabras que mantienen su distancia de la baja verja rodeando el pastizal. Miro a un grupo de gallinas gordas que se han paseado por mi camino. Revolotean hacia arriba, trinando frente a mí, pero cuando volteo mi cabeza para mirarlas momentos después, ya se han olvidado de mí. Un brillo de pegajoso sudor haciendo una película sobre mis brazos, encharcando arrugas en mis hombros y en mi cuello. Succiono el fresco y reciclado aire. Y casi puedo imaginarme que estoy solamente en un gimnasio elaborado, que cuando termine de correr, puedo irme, y mamá estará allí, esperándome en el coche y podremos irnos a casa. El pensamiento me hace detenerme, casi me pone de rodillas. Respiro profundamente, no por correr ahora, sino porque, si no lo hago, comenzaré a sollozar. Están tan cerca. Y tan, pero tan lejos. Corro de nuevo. No puedo permitirme pensarlo. Solo puedo correr. Mis piernas suben y bajan, y me fuerzo a tomar más y más largo pasos, a usar mis brazos para hacer que todo mi cuerpo caiga en la carrera. Mis músculos se tensan y queman, pero me deleito en el dolor. Aunque el doctor debe haber hecho algo para hacer que mis músculos no se atrofien, todavía se sienten desacostumbrados, no tan aceitados como se sentían antes de que me congelaran. Volteo en una esquina y veo a alguien de rodillas en el suelo, doblado encima de unas flores. Aminoro el paso, y el hombre mira hacia arriba. —La —dice él, saludando. —Um—digo. Sus ojos me recorren de arriba abajo, empapándose en mi piel pálida, cabello rojizo, ojos verdes, e instantáneamente se vuelve precavido. Puedo verlo en su rostro, sus ojos se entrecierran en sospecha, su boca se tensa. Su agarre en su pala es más como la de un arma que una herramienta de jardinería. Asiento y continúo corriendo. Cuando me volteo, él sigue observándome, todavía agarrando la pala. Corre. Corre más fuerte. Cuando alcanzo ese momento, cuando todo mi cuerpo está concentrado solamente en correr hacia adelante, ahí es cuando mi mente está finalmente en

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silencio, cuando puedo olvidarme de todo lo que el doctor dijo, cuando no tengo que recordar todo lo que he perdido y nunca tendré de nuevo. Es la zona. Es por lo que corro. Esa sensación de no ser nada más que movimiento. Traté de explicárselo a Jason una vez. Fue a trotar conmigo. No lo obtuvo, pero consiguió entender que me gustaba, y eso era suficiente. Caminamos de vuelta a su casa después de trotar menos de un cuarto de kilómetro. No hablamos, solamente fuimos agarrados de la mano, e incluso aunque yo no había sudado con esa mini corrida, mi corazón seguía latiendo cuando lo miraba. No pienses en eso No pienses en lo absoluto Corre Mi gruesa trenza se menea contra mi cuello. Estoy consciente del chorrito de sudor debajo de mi cara, nada más. Me detengo cuando los campos se desvanecen a grava, después a pavimento. Esta es la ciudad que vi desde mi ventana, aunque es significativamente más pequeña que cualquier ciudad que haya visto alguna vez en la tierra. Mamá una vez dio un discurso al departamento de ingeniería biológica de la Universidad del estado de Carolina del Norte, y ellos nos llevaron en un tour por el campus. Esta ciudad es aproximadamente del tamaño de la parte vieja del campus, con remolques de metal apilados en lugar de dormitorios y edificios universitarios. Un delgado tubo de plástico se ciñe a la curva pared de metal detrás de la ciudad. Lo miro curiosamente, jadeando por mi carrera, después respiro profundamente en alto mientras veo una figura subiendo rápidamente a través del tubo. Un segundo más tarde, otra sube rápidamente. Personas. ¡Personas! están siendo succionadas desde ese tubo a otro nivel en la nave, como los tubos que succionaban el dinero en las ventanillas de pagos desde los automóviles del banco. ¡Qué genial! ¡Debe ser como volar! Mucho mejor que un elevador. Miré el tubo, con la boca abierta, por tanto tiempo que no noté cuán cerca había alcanzado a las otras personas, no hasta que empecé a escuchar sus susurros. Mi mirada cae desde la gente en el tubo a las personas que están lentamente empezando a reunirse a mi alrededor. Una docena o algo así; mis ojos se mueven rápidamente a los remolques. Hay al menos un par de cientos de personas en las calles de la provisional ciudad. Me siento vastamente excedida en número. Todos son un poco más mayores que yo, deben de ser la generación de veinte años. Ellos tienen piel oscura, cabello oscuro. Y todos están mirándome. Elevo mi mano a la altura de mi sudado y trenzado cabello rojo, que brilla bajo este falso sol. Mi pálida piel emite blanco. Soy diferente de ellos en cada

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manera. Soy más baja, más joven, más pálida, más lista. Soy de otro mundo. Aún desde aquí, puedo decir que su primera reacción es cautelosa, también, pero hay más de ellos que yo. Quiero hablar. Pero ninguno de ellos siquiera me sonríe. Ellos solo miran, en silencio, misteriosamente. Mi corazón es presa de un profundo y primitivo miedo. —Hola —digo, odiando el temblor en mi voz. —¿Qué eres tú? —unos de ellos, un hombre, pregunta. No “quién”. “Qué”. —Yo< yo soy Amy. Yo, uh, vivo aquí ahora. No aquí, quiero decir, en el Hospital. —Señalo hacia el edificio blanco a la distancia detrás de mí, pero no me siento cómoda dándoles la espalda. —¿Qué está mal contigo? —el hombre pregunta. Algunos de los otros asienten, alentándolo a preguntar lo que todos ellos están pensando. La piel de gallina pica bajo mi frío sudor. Los miro. Ellos me miran. Nunca me he sentido más diferente, más como un fenómeno, más sola que ahora. Muerdo mi labio. Esas personas no son en nada como Elder. Elder tal vez mire mi piel y cabello, pero no me está mirando por miedo. Él no ve como si fuera una atracción secundaria. —¿Qué está pasando aquí? —dice una ronca voz femenina. Una mujer emerge desde los campos hacia la ciudad. Ella examina la multitud, sus ojos permanecen en mí durante mucho tiempo. Ella es más grande que el resto del mundo aquí, más grande incluso que el doctor en el hospital, pero hay una chispa en ella perdida en los otros. Ella balancea su canasta mientras camina. Está llena con brócolis tan grandes como melones. La mujer mayor se detiene algunos pies lejos de mí, mirando a la multitud; ella me mira una vez, lentamente, de la cabeza a los pies, luego enfrenta al hombre que me habló. —Está bien—dice con una voz suave—. Nada que ver aquí. Continúen, vuelvan a sus trabajos. Y ellos lo hacen. Ellos no protestan. No discuten. Simplemente aceptan lo que ella ha dicho, y todos se van. Ellos ni siquiera hablan unos con otros mientras se van. Solo se voltean y se desvían del rumbo. —Ahora —la señora mayor dice, volteándose hacia mí—. Estás viviendo en el hospital, escuche eso, ¿cierto? Asiento. —Sí, quiero decir< Yo... —Me tropiezo con mis palabras. Este mundo es loco. Anteriormente, un hombre estaba casi atacándome con una pala de jardinería. Ahora, una pequeña señora mayor es capaz de, sin la ayuda de nadie, dispersar un grupo de personas que se veían como si fueran a agarran algunas horcas y convertirse en una turba ideal. La mujer levanta su mano y me detiene.

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—Soy Steela —dice—. No sé quién eres o de dónde vienes. Pero para mí esto se ve como algo de una obra de Eldest. La mayoría de las cosas extrañas que suceden aquí empiezan en el nivel del curador. ¿Ella< ella no es como Eldest? —No quiero mezclarme con nada de eso. Tenía suficiente experimentos de Eldest cuando vivía en la Ward. Trabajé como líder agrónoma por tres décadas. —A pesar de ella misma, hay una nota de orgullo en la voz de Steela. Ella se detiene, inspeccionándome—. No te ves estúpida. —¿Lo< siento? —Eres de un aspecto extraño. —Ella lo dice a secas, y yo respingo—. Tú podrías estar bien en el hospital, la Ward está acostumbrada a extraños. Pero sé cuidadosa aquí afuera. La mayoría de los alimentadores no saben cómo reaccionar a algo extraño. —Pero tú... todo lo que hiciste fue decirles que se alejaran, y lo hicieron. Steela mueve su canasta de brócoli a su otro brazo. —La cosa es —dice— que soy una de ellos. Tú no. —¿Entonces? Ella mira las espaldas de la personas que se habían agrupado alrededor mío mientras ellos desaparecen en la ciudad. —Tú tienes que entender. Los alimentadores son personas sencillas. Si complicas su mundo, ellos buscarán librarse de ti solo para eliminar el problema. ¿Por qué piensas que acorralan a cada persona con una chispa de creatividad y los apilan en un edificio despejado al otro lado de la nave? Mi primer instinto es protestar, pero entonces recuerdo el hombre en los campos. La manera en que sujetó su paleta, la hoja de cuchilla volteada hacia mí. —Tú mejor regresas por donde viniste —dice Stella. Sin mirar atrás hacia mí, continúa su camino dentro de la ciudad. Ella camina enérgicamente, y rápidamente sobrepasa al hombre de la multitud que me habló. Él voltea mientras ella pasa, y me atrapa mirándolo. Después empieza a caminar de vuelta hacia mí. Tomo tres pasos detrás de mí, casi tropezando, doy la vuelta, y me alejo corriendo más rápido de lo que alguna vez he corrido; esta no es la moderada carrera de antes. No estoy midiendo mis pasos, contando mis respiraciones, consciente de mis zancadas. Corro como si un monstruo estuviera persiguiéndome, corro como si ellos estuvieran persiguiéndome. No puedo ir lo suficiente rápido. Me muevo a través del pasto alto en los campos, las delgadas

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briznas cortando mi piel como cortes de papel. Rompo tallos de maíz mientras me muevo a través del campo. Corro y corro y corro. Más allá del hospital, a través del jardín, más allá de un estanque. Y hacia la fría pared de metal. Me detengo, tragando aire, mi corazón acelerado al máximo en mis oídos. Me estiro para alcanzar con una mano y toco la pared. Mis dedos se curvan en un puño, pero cae débilmente a mi lado. Y ahí es cuando me doy cuenta de la más importante verdad en mi vida en esta nave. No hay un lugar a dónde correr.

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Capítulo 22

Elder Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por BrendaCarpio

L

a escotilla se cierra de golpe. Detrás de mí, Doc y Eldest están hablando en frenéticos susurros. —¿Crees que eso sea?

—Eso no es posible. —¿Él lo sabe? Pausa. —Por supuesto que no. —¿Tú?

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—Por supuesto que no. Pero no puedo pensar en nada más que las estrellas. Es como si un pedazo de mi alma se hubiera perdido, vaciado, y ahora estuviera lleno con la luz de un millón de estrellas. Son todo lo que había soñado, no son nada de lo que esperaba. ¿Cómo podía haber pensado alguna vez que las bombillas en la Gran Sala eran estrellas? Yo nunca, nunca seré el mismo. He visto las estrellas. Estrellas verdaderas.

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Capítulo 23

Amy Traducido por Mery Shaw Corregido por BrendaCarpio

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i rostro está presionado contra el metal, respirando el polvo que se adhiere alrededor las curvas de los clavos en el interior de la pared. Mis ojos arden; mi visión es tan borrosa que todo lo que puedo ver es la grisura del mundo metal. Algo dentro de mí se rompe. Yo. No. Puedo. Hacer. Esto. Es demasiado. Esto, vivir en todo esto, no puedo. Sólo no puedo. Quiero darme por vencida, y ser dejada sin nada más que esta pared de metal< Me deslizo por una suave curva, dejando un rastro de sudor, lágrimas y mocos, pero no me importa. Mientras caigo de rodillas, la tierra húmeda se filtra húmedamente a través de la rodilla de mis pantalones. Mis puños se aprietan por la suciedad. Esto se siente sucio< real y honestamente sucio. Pero no lo es. —¿Estás bien? Un hombre está en el camino que conecta del Hospital hacia un gran edificio de ladrillos más abajo. Levanto mis manos sucias hacia el frente de mi rostro, la suciedad se resbala de entre mis dedos. Trato de limpiar las lágrimas y los mocos de mi cara, pero estoy bastante segura de que sólo me ensucio más. Me presiono contra la pared para levantarme. —Debes pensar que estoy loca —me ahogo, tratando de medio reír. —Creo que estás muy enojada —dice el hombre, acercándose para ayudar a levantarme—. Pero no loca. ¿Qué está mal? Resoplo. —Todo. —No todo puede ser tan malo. —Esto realmente lo es. El hombre está allí, ignorando totalmente el lodo que manché sobre su manga.

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—Soy Amy, por si acaso. —Orión. —Un gusto en conocerte. —Mientras lo digo, noto que es cierto. Esta es la primera persona en toda la nave que no me asusta, amenaza con matarme, o ambos. Él es mayor, casi tan viejo como mi padre, y aunque la idea se siente como una astilla clavada en mi corazón, también es un poco reconfortante. Orión comenzó a llevarme hacia el edificio de ladrillo, hacia el Hospital. — Vamos a limpiarte antes de que te ensucies por completo. ¿Qué estabas haciendo en la pared, de todos modos? —Buscando una manera de salir de esta nave —murmuré. Orión ríe, una risa sincera que me hace sonreír, también. Sus ojos se iluminan, recordándome a Elder. No tanto por la apariencia de él, todo el mundo parece estar relacionado con todos los demás de esta nave, con la misma piel y el mismo cabello. No, es la bondad en sus ojos lo que me recuerda a Elder. Me detengo en las escaleras del edifico de ladrillo. SALÓN DE GRABACIÓN dice en grades letras pintadas de blanco. A su lado están grandes puertas pintadas con la imagen de Eldest. Sus ojos fríos me siguen mientras subo los escalones, y trato de evitar su mirada pintada. Orión se adelanta más rápido, diciendo algo sobre una toalla. Empujo la puerta abierta detrás de él, y me toma un momento que mis ojos se ajusten a la tenue luz del interior. Entonces la veo. La Tierra. No la Tierra real, obviamente, pero un gran modelo de arcilla. Corro hacia adelante, mis dedos llegan hasta donde el globo de arcilla de la Tierra cuelga en el centro de la gran entrada. Ahí está América, allí está Florida, donde yo nací, ahí está Colorado, donde conocí a Jason. Mis manos tiemblan mientras toco la polvorienta arcilla, a pesar de que esto está lejos de mi alcance. Orión aparta mis manos y las envuelve en una caliente y ligeramente húmeda toalla. Se siente casi como si frotara mi piel, y cuando la aparto y miro mis manos, están rojas, pero limpias. Antes de que pueda decir más, Orión lleva la toalla hacia mi rostro y la coloca igual que antes. Él ríe, y yo lo hago igual. No he sido tratada como si fuera una niña que necesite un baño por mucho tiempo. —¡Limpia de nuevo! —dice alegremente Orión, colocando la toalla detrás de él. Me da un vaso de agua fría, y bebo ávidamente. Mis músculos parecen

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relajarse, y por fin comienzo a sentir calma de nuevo—. Entonces —dice Orión, asintiendo con la cabeza hacia la réplica—. Encontraste el modelo Sol-Tierra. Por Sol-Tierra, supongo que se refiere a mi Tierra. —Y aquí —agrega Orión— está Godspeed. No había notado el pequeño modelo de la nave que parecía que tratara de volar cerca de la Tierra antes. Es del tamaño de mi cabeza, mientras que el modelo de la Tierra es tan grande que mis brazos no alcanzarían a rodearla. Toco el modelo con mi mano. Se balancea en su cable, de manera caótica. Entonces se equilibra de regreso, como si nada hubiera ocurrido. Esta es una nave. Esta no puede ser molestada por preocupaciones. —¿Todo está mejor ahora? —pregunta Orión, como si una toalla caliente fuera suficiente para resolver cualquier problema. —Estaré bien —dije, pero ambos sabemos que estoy mintiendo.

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Capítulo 24

Elder Traducido por CyeLy DiviNNa [SOS] Corregido por BrendaCarpio

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en —demandó Eldest. Y sé, por la manera en que lo dice, qué él es un maestro hablando a un esclavo, lo que quiere decir a mí, y no a Doc. Rompo mi mirada de la escotilla cerrada y sigo a Eldest. Doc viene, también, pero sus pasos son mesurados como un siniestro tambor en el piso. Cuando Eldest llega a la mesa contra la pared al final de las filas de las cámaras criogénicas, se detiene y me mira expectante. Mis ojos están sobre la mesa, recordando cómo Amy se acurrucó en la parte superior de metal frío, y cómo no había nada que pudiera hacer para ayudarla. —¿Y bien? —Eldest demanda, con la voz con un corto ladrido. —¿Qué? —Como líder, ¿qué harías en esta situación? —Uhm< —yo digo, mal parado. Típico de Eldest. Al igual que él para lanzarme una lección cuando estoy menos preparado para ello. —Uhm, eh. —Eldest se burla—. ¡Sé un líder! ¿Qué debemos hacer? —Uh, tenemos que ver los registros de vid. Y< —añado cuando Eldest muestra signos de burla—. Podemos comprobar los localizadores wi-com, también. Eldest carraspea, pero no insulta mi plan, sólo me entrega un disquete. Aprieto el pulgar contra el inicio de sesión de acceso, y los destellos del disquete cobran vida. Toco un par de comandos, la búsqueda de las grabaciones de video del Nivel Crio. Pero cuando los encontramos, no muestran nada más que negro. —Algo está mal en las pantallas de vid —digo, después de volver a intentarlo y no conseguir nada más que negro. Eldest gruñe. —Las vids estuvieron fuera la primera vez, también. Pensé que había tenido cuidado de eso, pero es evidente que ha encontrado una manera de evitarlo. Prueba el buscador wi-com.

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Toco más comandos, esta vez para acceder al mapa de Godspeed. Cientos de puntos parpadeantes brillan hacia mí: un punto para cada persona, trazado a través del localizador en el wi-com. He hecho esto antes, es una buena manera de hacer trampa al jugar a las escondidas, y tomó a Harley seis meses completos antes de que él se diera cuenta de cómo me fue tan bien, pero nunca he tratado de utilizarlo para cualquier otra cosa. Ahora que sé lo que estoy buscando, yo veo un punto de acceso en el cuarto piso del Hospital, y cuando toco la pantalla de allí, el mapa se desplaza hacia el Nivel de Crío. Tres puntos parpadean en el Nivel de Crío ahora: uno para mi wi-com, uno para Doc, uno para Eldest. Yo presiono el regulador de tiempo y lo muevo de regreso una hora. El mapa wicom no muestra nada excepto... —Doc —digo, entregándole el disquete a Eldest para su inspección—. Sólo Doc ha estado aquí abajo. —Algunos de los científicos han estado en el laboratorio secundario conmigo. Ellos podrían haber venido hasta aquí también. Sería muy fácil. No es que yo los acompañé. Cualquiera de los científicos podría estar aquí el día de hoy. —La voz de Doc es impasible y analítica—. Yo sé lo que estás pensando, Eldest, pero estás cansado. Podría ser cualquiera de ellos. Todos ellos tienen acceso a esta planta, además que todos sabemos acerca de las cámaras criogénicas y cómo funcionan. —O podría ser él —dice Eldest. La cara de Doc es como el hielo tallado. —Está muerto —dice, para finalizar lo que sea de lo que Doc está hablando—, estoy convencido de que no está vivo. —Sí, lo está. —Eldest gruñe, mirando fijamente a Doc, con fuerza—. Pero no estoy seguro de que sea su influencia. La mandíbula de Doc se proyecta hacia adelante, mordiendo de nuevo cualquier cosa que Eldest fuera a decir. —En cualquier caso —Eldest dice—. Vamos a tener que encontrar una manera de arreglar los videos. Y en cuanto a los localizadores wi-com... Se mantiene en voz baja, pero todavía puedo oírle decir en un gruñido: — ¿Ella está haciendo qué?

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Capítulo 25

Amy Traducido por Emii_Gregori Corregido por BrendaCarpio

C

uando regreso al hospital, respiro profundamente. Es casi un alivio oler la fragancia áspera y miserable de desinfectante en el aire, al menos hay una diferencia entre el aire interior y el aire exterior.

Paso a una familia registrando a su envejecido padre. El viejo murmura algo para sí mismo bajo su aliento, con un acento tan bajo y espeso que me es difícil de entender, pero puedo decir que todavía está alterado. —¿Qué pasa con él? —pregunta la enfermera en el mostrador, con voz aburrida, mientras espero el ascensor. —Tiene recuerdos extraños. —La voz de la joven es vacía, monótona. Me detengo, mirándolos fijamente. Si estuviera registrando a mi padre en el hospital, creo que estaría un poco más emocional. La enfermera revisa algo sobre un material fino similar al plástico. — Hemos visto mucho de esto recientemente en los ancianos. El joven asiente. —Es su hora. —Las puertas del elevador se abren, pero me quedo allí parada, mirándolos. ¿Quiere decir que es hora de que los ancianos mueran? Seguramente no. —Ven conmigo —le dice la enfermera al viejo. Él toma su brazo y camina con ella hacia el ascensor. La joven pareja deja al viejo sin decir adiós. —Por favor, mantén el elevador —dice la enfermera. Salto de mi distracción y lanzo mi brazo, agarrando las puertas del elevador. —Tiene un extraño cabello —dice el viejo, mirándome fijamente, pero tiene muy poca emoción detrás de las palabras. —Sí, lo sé —dice la enfermera. Ella me mira mientras entra al elevador—. Doc nos dijo que una chica extraña ocuparía la residencia en el Hospital. —Um, sí. —¿Cómo se supone que responda eso? Pulso el tercer botón, donde está mi habitación. —Al cuarto piso, por favor —dice la enfermera. Ella echa un vistazo hacia la pantalla encendida en el ascensor—. Es casi la hora de los medicamentos; si

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nos damos prisa, llegaremos a tiempo a tu nueva habitación. —Acaricia al viejo en la mano. Las puertas del ascensor se descorren al llegar al tercer piso y me muevo para salir, feliz de liberarme de ellos. Parece que el viejo debería haber sido ingresado en un asilo de ancianos hace años, aún cuando no luciera así de viejo. Pero sus ojos están vacíos, con una expresión descuidada. Me recuerda a la abuela, cuando su Alzheimer ya era bastante malo, mamá la puso en un asilo de ancianos. La visitamos en Pascua antes de morir, y ella me dio un huevo decorado. Me llamó por el nombre de mi madre y no sabía dónde estaba, pero me dio ese huevo a mí. Le doy al viejo una especie de sonrisa acuosa que es sobre todo una disculpa. Antes, cuando me había ido, sólo había un hombre alto en la sala de reposo. Pero, como dijo la enfermera, es hora de los medicamentos. La sala de reposo está atestada, y dos enfermeras caminan entre aquellos congregados en el interior, repartiendo grandes píldoras azules y blancas. Puedo asegurar, por el silencio incómodo, que esta habitación había estado zumbando de ruido y actividad, las tensiones agonizantes de la música aún están en el aire, pero es como si hubiera sido empujada a una pausa. En cuanto todos se giran a mirarme, se congelan. —Sí —dice un hombre de aspecto agradable con una sonrisa—. Esto será genial. Detrás de él, apoyado contra la gran ventana de cristal, está el hombre alto que vi esta mañana. Sus labios se extendieron en una sonrisa, pero su sonrisa es más maliciosa que la del hombre amistoso. Miradas hostiles me siguen mientras doy unos pasos en la habitación. —Soy Harley —dice el hombre amigable—. ¡Tú debes ser la nueva hospedada! Una de las enfermeras remilgadamente le entrega tres pastillas< una grande azul y blanca, y otras dos más pequeñas, una verde, una rosa. El hombre las engulle en un solo trago y evita a la enfermera, avanzando hacia mí con una sonrisa aún más grande que antes. —¿Qué pasa con todos? —grita por encima de su hombro—. ¡Esta es la nueva hospedada de la que Elder me contó! Algunas chicas cerca del ascensor ríen nerviosamente, luego se giran para susurrarse las unas a las otras. Una ola de palabras y susurros se apodera de la multitud. No puedo distinguir lo que la mayoría de ellos están diciendo, realmente, ese acento es difícil de entender a veces. Sin embargo, no es como si fuera difícil saber lo que están diciendo. Se siente muy similar a la hora del

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almuerzo en la secundaria para la chica nueva: ver a todo el mundo mirándote, oír a todos hablar, y saber que todos están mirándote a ti y hablando sobre ti. —¿Qué pasa con ella? —escucho a alguien cercano susurrar. —No hay nada de malo conmigo —digo, en voz alta. —Su cabello< —dice alguien detrás de mí. Cuando me doy la vuelta, mi cabello rojo gira sin control detrás de mí; no puedo decir quién hablaba, pero todos están mirándome con ojos marrones en oscuras caras enmarcadas por cabellos más oscuros. El hombre alto lame sus labios hacia mí. Ni siquiera finge no estar mirándome fijamente. —¡Encantado de conocerte! —dice Harley, interrumpiendo el silencio incómodo. Cuando sacude mi mano, deja por detrás una brillante mancha de color en mis manos. Harley es flaco y desgarbado, con el cabello sobresaliendo por todas partes, algo manchado de pintura. Su rostro es luminoso y abierto. De esa manera, me recuerda un poco a Elder. —Todos, esta es la chica nueva. Elder la conoce. Chica nueva, estos son todos. —Unas pocas personas alzaron la vista cortésmente; algunas sólo rieron. La mayoría, sin embargo, lucía cautelosa en el mejor de los casos, y repugnado en el peor. La enfermera más cercana a mí pincha su dedo detrás de su oreja y comienza a susurrarle a nadie. —¿Qué pasa con ella? —le pregunto a Harley mientras me conduce a la mesa donde estaba sentado. —Oh, no te preocupes, todos estamos locos aquí. Me río, sobre todo de los nervios. —Es una cosa buena haber leído “Alicia en el País de las Maravillas”. Definitivamente creo que he caído en el agujero del conejo. —¿Leer qué? —pregunta Harley. —No importa. —A mi alrededor, ojos siguen todos mis movimientos. —Miren —digo en voz alta—. Sé que luzco diferente. Pero soy una persona, como ustedes. —Sostengo mi cabeza en alto, mirándolos a todos a los ojos, tratando de mantener sus miradas por el mayor tiempo posible. —Diles —dice Harley con otra sonrisa de Cheshire. —¿De dónde vienes? —pregunta el hombre alto que sigue mirándome, sonriendo. —¿Quién eres? —exijo, molesta. —Luthe. —Su voz es baja y ronca.

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—Bueno, deja de mirarme así, Luthe. —Cruzo mis brazos sobre mi pecho. La sonrisa de Luthe es ancha, y su mirada no me deja. —¿De dónde vienes? —pregunta una mujer cerca de Harley. Suspiro. No tiene mucho sentido pedirle a Luthe que deje de mirarme; todos están mirándome. —Vengo de la Tierra —digo—. Hace mucho tiempo. Hay miradas de incredulidad, de la mayoría de ellos, en realidad, pero unos pocos levantan la vista con una luz en sus ojos que me hace saber que ellos, también, son muy conscientes de cómo su cielo está pintado sobre metal. —¿Puede contarnos al respecto? —pregunta Harley. Entonces me siento en la butaca que me ofrece él, ignorando cómo la mujer más cercana a mí se escabulle. ¿Qué puedo decirles sobre la Tierra? ¿Cómo puedo describir cómo el aire huele diferente, cómo la tierra se siente más rica, cómo eres diferente, sabiendo que el mundo entero está a tu disposición? ¿Debo comenzar con las montañas siempre ocultas en las nubes y en la nieve< o debo comenzar con lo que significan esas palabras: nubes, nieve y montañas? Podría hablarles sobre los diferentes tipos de lluvia, una lluvia torrencial que es perfecta para cuando deseas permanecer en el interior y ver una película o leer, o la lluvia penetrante que se siente como agujas en tu piel, o la suave lluvia de verano que hace más dulce tu primer beso con tu primer amor. Me miran con avidez, esperando conocer el planeta que llamé “casa”. Empiezo con el cielo.

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Capítulo 26

Elder Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por BrendaCarpio

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sa maldita chica ha entrado en la sala común y les está diciendo todo acerca de Sol-Tierra —gruñó Eldest—. ¿No le hemos dicho lo que sucedería si se crea más de una perturbación? ¿No lo hicimos? —Ahora, Eldest —Doc dice en un tono conciliador—. La Temporada iniciará en cualquier momento. Van a estar lo suficientemente distraídos como para olvidar todo lo que ella dice. Eldest golpea la puerta más cercana de la crío-cámara. Salto hacia atrás, cuidándome de él, sin saber a qué o quién será el próximo golpe. —Bien —dice Eldest. Vuelve su ardiente mirada hacía mí—. ¿La primera causa de la discordia? ¿Un examen sorpresa? ¿Ahora? —Diferencias —digo. —Exactamente. La discordia sigue a esa chica a dondequiera que va en esta nave, como la basura a un niño dejando pistas en el suelo. Y la segunda es la falta de liderazgo. Chico, cuando las diferencias causan discordia, lo único que puede mantener el control es el liderazgo. Aprende de esto. Él aprieta su botón wi-com. —Todos los comandos, llamada de enlace — dice. —¿Qué estás haciendo, Eldest? —pregunto mientras un familiar sonido beep-beep-beep llena mis oídos. —Atención a todos los residentes de Godspeed. Tengo un anuncio muy importante. Mi estómago se cae. Eldest está hablando con todos los residentes en la nave a través de su enlace wi-com. Y creo que sé lo que va a decir. Mi mente corre. No hay manera de que él les diga a todos en Godspeed sobre el Nivel de Crío, los congelados, de dónde Amy realmente vino. Nunca les diría eso. —Eldest, no hagas esto —digo. Él me ignora.

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—Algunos de ustedes, en especial aquellos en el Nivel Alimentador, cerca del hospital, pueden notar un nuevo residente a bordo. —Alto. —Doy una estocada a Eldest. Estoy harto de sus mentiras. Doc me tira hacia atrás, con sus largos dedos agarrando mis brazos. Yo trato de quitarlo de encima, pero él es demasiado fuerte. —Este nuevo residente es una joven mujer con la piel extrañamente pálida y el pelo brillante. Ella es el resultado de un experimento científico de los habitantes de la nave tratando de desarrollar los atributos físicos del cuerpo para soportar el posible carácter áspero de Centauro-Tierra. La chica es inofensiva, simple, sin embargo, y con tendencia a la mentira. Ella se confunde fácilmente y es poco apta para el trabajo, por lo que permanecerá en la Ward. No se requiere ni se espera que interactúen con ella en lo absoluto. Ella es un fenómeno, y debe ser tratada como tal. Aprieto los puños. Un fenómeno, ¿verdad? ¿El resultado de un experimento de ciencia de un loco habitante de la nave? Bueno, eso es creíble, los científicos de la nave pasan la mayoría del tiempo haciendo cosas nuevas que nos protegerán de cualquier tipo de ambiente que Centauro-Tierra proporciona. Sin embargo, está claro que Eldest está tratando de encubrir los orígenes reales de Amy y mantenerla alejada de la mayoría de la gente. Niego con la ira mientras Doc me libera, pero no tiene sentido. Eldest lo ha hecho. Me giro y doy la vuelta hacia atrás hasta el ascensor, de vuelta a Amy.

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Capítulo 27

Amy Traducido por Anne_Belikov Corregido por BrendaCarpio

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o que no entiendo —digo—, es por qué todos ustedes están aquí.

—¿Qué quieres decir? —dice uno de los hombres. Él tiene una guitarra en su regazo, una antigua reliquia acústica. —Harley dijo que todos ustedes estaban locos. Dijo que esto era un hospital mental. —Ah, no estamos locos —dice el guitarrista. Su acento es más marcado que el de los otros; apenas puedo entenderlo. —Lo estamos. —Esta es la mujer que originalmente se apartó de mí. Harley la llamó Victria, dijo que ella escribía historias. Ella tiene un antiguo libro en su mano, un libro real encuadernado en cuero, no una cosa electrónica. Me pregunto dónde lo obtuvo—. La única cosa que nos mantiene cerca de estar sanos son los medicamentos mentales —añade Victria. —Quizás tú estés loca —dice el guitarrista en un tono bromista—. Pero yo no. —Lo estás —dice Harley—. Ella lo está. Yo lo estoy. Todos lo estamos aquí. —Pero tú no —insisto. —Habla por ti misma. —¡No, quise decir, tú no! No actúas como un loco. Ninguno de ustedes lo hace. Harley sonríe. —Tomaré eso como un cumplido. Después de todo< — comienza, pero luego inclina su cabeza hacia la izquierda, como si estuviera escuchando algo. —¿Qué? —pregunto. —Shh —dice Victria. Miro alrededor de la habitación. Todos ellos tienen sus cabezas inclinadas, aparentemente escuchando algo profundamente.

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—Un llamado general —dice el guitarrista bajo su aliento—. Eldest no ha hecho uno desde que nuestro Elder murió. —¡Shh! —sisea Victria. Mis ojos rebotan de persona en persona. Cada persona en la Ward, paciente o enfermera, está escuchando intensamente. Es extraño, la forma en que todos se han detenido para escuchar algo que yo no puedo oír. Todo a mi alrededor está quieto y silencioso, pero salto y paseo por la habitación llena de gente, esperando a que el hechizo se rompa, esperando porque todos regresen a mi mundo. —Carga de mierda —dice Harley de manera improvisada. Todos comienzan a enderezarse, reajustando su enfoque. Lo que sea que habían estado escuchando se ha ido. —¿Qué es? —pregunto. Harley me mira, y por primera vez, no hay sonrisa en sus ojos. —Nada —dice. Victria murmura una palabra, una sola sílaba, pero no puedo oírla. —¿Qué? —digo, un borde espontáneo viniendo a mi voz. Ella me mira a los ojos. —Fenómeno. —¡Victria! —dice el guitarrista. Ella gira alrededor de él. —¡Escuchaste a Eldest! ¡Ella es un fenómeno! Y ha estado aquí mintiéndonos a todos nosotros todo este tiempo, mintiéndonos. ¡Diciendo que viene de Sol-Tierra! ¡Diciéndonos que viene de amplias extensiones de tierra, de un cielo sin fin! Ella está más loca que todos nosotros, ¿por qué crees que Eldest la envió aquí? Por sus mentiras. —Ella escupe la palabra—. ¡Diciéndonos que ha visto Sol-Tierra! ¿Cómo se atreve? ¡Cómo te atreves! —Ella se gira hacia mí, frío desprecio en sus ojos. —Cálmate, Victria. Es simple. Está dañada. Ella no sabe lo que está diciendo —dice el guitarrista. —¿De qué estás hablando? —retrocedo. —No me hables sobre el cielo que nunca termina —dice ella, su voz baja—. No me hables sobre ese tipo de cosas. Ni siquiera hables de ello. No hay cielo. Sólo techos de metal. Parpadeo ante la dureza de sus palabras, pero justo antes de que ella se gire para alejarse de mí y correr por el pasillo, veo que hay lágrimas brillando en sus ojos.

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—¿Qué está pasando? —pregunto. Me giro en círculo alrededor de la habitación. Con excepción de Harley, todos me miran con el mismo desprecio y la misma furia que Victria vomitó. —Vamos —dice Harley, levantándose—. Regresemos a tu habitación. —¿Por qué? No entiendo. ¿Qué está pasando? —Vamos —dice Harley, y me conduce a través de las silenciosas miradas y fuera de la hostil habitación.

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Capítulo 28

Elder Traducido por flochi Corregido por BrendaCarpio

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uando salgo del ascensor, la charla se reduce a un susurro. No es difícil adivinar lo que están discutiendo. Los dejo con sus murmullos y mentiras. No me importa lo que piensen. Quiero saber lo que piensa Amy. Hay una mancha marrón afuera de su puerta: los restos aplastados de las flores que había dejado para ella. Golpeo. —Entre —dice una profunda voz masculina. Harley. Mi estómago da una sacudida. Paso mi dedo sobre el botón de apertura de la puerta, la cual se abre con un suave deslizamiento. Amy está sentada delante de la ventana, mirando hacia afuera. La luz brilla sobre su rostro vuelto hacia arriba, derramándose sobre su cabello rojizodorado, haciendo que sus ojos verde claro brillen. La miro fijamente, incapaz de apartar la mirada de ella. —Hermosa, ¿verdad? —dice Harley. Ha reacomodado el escritorio para que ya no esté más apoyado contra la pared; en vez de eso estaba en ángulo frente a Amy, con su caballete apoyado en la parte superior. Un lienzo pequeño se apoyaba en el caballete, y Harley ya había empezado a esbozar la escena delante de él con carbón vegetal. —¿Has dejado de pintar peces? —pregunto, esperando que la amargura no le suene tan obvia como lo hace para mí. —¡Si! —dice Harley alegremente. Aplica una pizca de azul sobre el rostro pintado de Amy, dándole un toque de sombra debajo de los labios—. Casi oportuno, estoy usando exactamente los mismos colores en ella que los del pez koi. ¡Oye! —agrega, asomándose desde atrás del lienzo de Amy—. Ese es tu nuevo nombre: desde ahora en adelante, ¡eres mi Pececito! Amy ríe alegremente ante su nuevo apodo, pero yo estoy fulminando a Harley con la mirada por haberla llamada “suya”. Es verdad, sin embargo: su cabello rojo-dorado-naranja-amarillo tiene el mismo color que las escamas del pez koi de Harley. —Entonces, Pececito, ignora al chico y cuéntame sobre el cielo.

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Mi espalda se pone rígida ante la manera en que Harley me llama “chico”. Quiero pegarle un puñetazo. Realmente quiero golpearlo, aunque sea mi mejor amigo. —Las estrellas eran mis favoritas, desde que era pequeña y mis padres me llevaban al observatorio. No estoy seguro de lo que es un observatorio, pero sé esto: el primer recuerdo de Amy es ver las estrellas con su familia, y el mío es con un hombre muerto. Amy me mira, y me alegro de que ella no pueda ver en lo que pienso. Coge un pedazo del pastel de carne que se hallaba en su regazo sobre una servilleta, y lo lanza en su boca. Traga rápidamente, luego tira el resto del pastel en una rampa de basura. Ella y Harley debieron haber comido aquí, en vez de hacerlo en la cafetería de la Ward. Bien. Solo puedo imaginar cómo los residentes de la Ward la están tratando luego de la llamada general de Eldest. Toma un sorbo de agua de un vaso junto a ella y hace una mueca. —¿Qué pasa? —pregunto. —Dolor de cabeza —dice ella—. Entonces, ¿me dirás que pasó para que todo el mundo pensara que soy un fenómeno? —¿No se lo dijiste? —le pregunto a Harley. —Claro que no —gruñe Harley, apuñalando el lienzo con su pincel—. ¿Por qué la insultaría con semejantes mentiras? Una parte de mí se siente contento de que Amy no sepa lo que Eldest ha dicho. Pero Harley siempre ha sido así, desde que lo conozco: piensa que la ignorancia es la mejor manera de proteger a alguien, y no entiende que a menudo es peor lo que imaginamos que la verdad misma. —¿Me lo dirás? Alzo la vista, y me siento atraído por los ojos de Amy. —Fue Eldest — digo—. Envió un anuncio general sobre ti. —Me detengo. ¿Sabe ella lo que es un anuncio general?—. Un, em, mensaje. Envió un mensaje. Acerca de ti. —Me detengo nuevamente, incapaz de encontrarme con sus grandes ojos verdes—. En su mayoría fueron mentiras. Amy siente mi renuencia a seguir hablando. —¿Qué tipo de mentiras? — pregunta. —Que eres producto de un experimento que salió mal, y que eres, uh, simple. Lenta. —Me detengo otra vez—. Un fenómeno. El rostro de Amy se arrugó mientras absorbía la información. Puedo decir, debido al disgusto que curva sus labios, que ella ya se ha encontrado con Eldest y puede probablemente suponer lo que él dijo. —Ah —dice finalmente, y se

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vuelve hacia la ventana. Harley se endereza, la mira fijamente al rostro una vez más, y vuelve a su lienzo. Está moldeando la tristeza de su rostro en la imagen pintada. —Entonces, ¿había muchas estrellas en el cielo? —pregunta Harley, volviendo el fondo de la pintura en un cielo nocturno. La palabra “estrellas” es pesada sobre su lengua, como si no estuviera acostumbrado a la idea de ellas. —Millones —dice Amy—. Billones. —Hay anhelo en su voz. Harley pincela pintura plateada sobre el lienzo. —Pero< —digo, inclinándome sobre el lienzo de Harley—. Están dispersas, no tan juntas. Espárcelas más. Y hay de diferentes tamaños. Algunas son más grandes; algunas son solo pequeñas motas. Es como si hubiera hecho algo malo en la habitación. Harley se volvió lentamente hacia mí. Los ojos de Amy se abrieron como platos. —¿Has visto estrellas? —Me acusa la voz de Harley. —Yo
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Harley resopla, y Amy se da la vuelta para mirarlo fijamente. Eldest no es una cuestión de risa para ella. —¿Qué en el universo pudo haberte dicho para que no te guste? —ríe. —¿Sabes de esa escotilla de la que estaba hablando Elder? —Amy contiene la ira en su voz, como un hombre frenando a un perro malhumorado de una correa—. Quiso lanzarme por ella, solo para que yo no creara una “perturbación” en la nave. Harley ríe. —¡No lo haría! Amy no esboza una sonrisa. —Sí, él sería capaz de hacerlo —digo. La risa de Harley muere y me mira. —Quiz{s dijo algo como una amenaza, pero nunca< —Sí —digo tan firmemente como puedo—. Lo haría. Harley ataca el lienzo con la pintura una vez más, un ceño frunce su frente. —A él no le gustan las “perturbaciones” —le digo a Amy—. No le gusta que nadie sea diferente en lo más mínimo. La diferencia, dice él, es la primera causa de la discordia. —Suena como un Hitler habitual —murmura Amy. Me pregunto lo que quiere decir con eso. Eldest siempre me ha enseñado que Hitler fue un líder sabio y culto para su gente. Quizás lo que ella quiere decir es: Eldest es un líder fuerte, como Hitler lo era. El giro de la frase es poco usual, otra diferencia entre nosotros, otra diferencia que estoy completamente seguro que Eldest odiaría. Amy se levanta de un salto de su asiento en la ventana. Retuerce su cabello en un rápido rodete y lo asegura con dos pinceles secos que quita del escritorio antes de que Harley pueda protestar. Se pasea por el cuarto, un animal insatisfecho con la pequeñez de su jaula. Harley resopla nuevamente, pero imágenes parpadean en mi mente: Eldest caminando a lo largo del Nivel Alimentador, mostrando a todos los agricultores y trabajadores su rostro amable de abuelo, y luego subiendo al Nivel de Conservación conmigo, y después gruñir con disgusto ante la estupidez de ellos. Eldest, sin cesar en mis lecciones que acentuaban el control sobre todo lo demás. Eldest, la repulsión amargando su rostro cuando llegué por primera vez al Nivel de Conservación e hice algo fuera de lo común. En mi imaginación, el rostro de Eldest se estaba haciendo más retorcido, al igual que sospecho que su alma se ha vuelto. Y me doy cuenta que sí, que este hombre con quien he vivido por tres años, quien es el líder de esta nave entera, cuyo control sobre todos a bordo es absoluto< este hombre es capaz de matar a quien sea, cuando sea. Pudo hacerlo. —Pero, ¿por qué lo haría? —pregunto.

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—No sé. Y< ¿por qué yo? No soy importante. ¿Por qué tratar de matarme? El pincel de Harley se detiene en el aire. El silencio impregna la pequeña habitación. —No eres la única —digo, mis palabras como flechas cortando a través del aire—. Un hombre fue asesinado. Ahí es cuando vi la escotilla, estaba ayudando al Doc, y Eldest envió al chico a las estrellas. —¿Quién? —Amy murmura, el terror en su voz. —El Sr. William Robertson. —No lo conocí. —Amy suena aliviada. Es solo entonces que me doy cuenta que estaba asustada que uno de sus padres flotara muerto entre las estrellas.

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Capítulo 29

Amy Traducido por Kirara7 Corregido por kathesweet

—¿Q

ué clase de seguridad hay en esta nave? —pregunto, girándome hacia Elder—. ¿Ustedes tienen policías o algo así?

Elder y Harley parecían confusos —¿Policías? —pregunta Elder. Asiento. —Ya sabes, los oficiales. Policías. —Se quedan mirándome fijamente—. Personas cuyo trabajo es mantener a los malos bajo control. —Es para eso que está Eldest —dice Harley volviendo a su lienzo. Genial. —No tenemos necesidad de “policías” como en Sol-Tierra —dice Elder. Me toma un momento recordar que el “Sol-Tierra” del que est{ hablando es mi Tierra—. En Sol-Tierra había más discordia, porque había más diferencias; no hay diferencias en Godspeed, por lo tanto no hay problemas. Me erizo. —Los problemas en la Tierra no eran porque la gente fuera diferente< —La esclavitud. Las cruzadas. Genocidio. Violencia contra los derechos humanos. Exclusiones. Las diferencias fueron la mayor fuente de los grandes problemas causados por el hombre de Sol-Tierra. Mi boca queda abierta, pero no puedo refutar las manchas de la historia de mi mundo. —Mírate siendo tan inteligente —dice Harley y me guiña el ojo—. Elder recibe mayor educación que el resto de nosotros. Nuestra educación sobre SolTierra es mayormente sobre métodos de sembrados y ciencia. Elder es el inteligente. Elder se sonroja profundamente. No tengo tiempo para esto. —¿Qué se está haciendo para encontrar al asesino? Ambos chicos me miraron sin expresión.

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—¿Hay un guardia con las personas criogenizadas? ¿Eldest está investigando el crimen, hay sospechosos? ¿Hay algún tipo de seguridad o vigilancia allí? ¿Qué está pasando? Ninguno de ellos había pensado algo de eso y eso me enfurece. —Nunca pensaron en esto ni por un segundo, ¿cierto? Alguien murió. ¿Solo se van a sentar y dejar que pase? Pensé que eras el futuro líder de esta nave —grito señalando a Elder—. ¿Y tú vas a ignorar esto y dejar que pase? ¡Vaya líder! —Yo< Yo —balbucea Elder. —¿No te das cuenta que mis padres están allí? Indefensos, congelados en una pequeña caja. Tú no estabas allí. En la caja. Cuando yo estaba desconectada. Tú no sabes lo que se siente. En ese momento cuando finalmente estás despierto, y quieres vomitar esos tubos, pero no puedes. Y quieres salir de esa caja, pero no puedes, y quieres respirar. Pero. No. Puedes —De acuerdo, de acuerdo —dice—. Cálmate, bebe algo de agua. —Elder usa esto como una excusa para rellenar mi vaso vacío con agua del grifo del baño. —¡No necesito agua! —digo. ¿Por qué es tan difícil para ellos ver lo que es importante? Elder empuja el vaso hacia mí de cualquier forma. Lo recibo y lo tomo de inmediato. Un extraño sabor amargo queda en mi lengua. Me pregunto con qué frecuencia esta agua ha sido reciclada y procesada. Pensar en eso hace que mi rabia se desvanezca, y en verdad me siento más calmada. —¿Cómo te sentirías si fueran tus padres? —le pregunto a Elder calmadamente. Harley nos mira a los dos. Luego lentamente baja su pincel. Él está más atento a la respuesta de Elder que a mi enojo. —Nunca conocí a mis padres —dice Elder. —¿Murieron? —Las palabras salen más bruscas de lo que había pensado, pero este mundo me hace más cruel. Elder niega con su cabeza. —No. Simplemente nunca supe quiénes eran, un Elder nunca debe saberlo. Debe sentirse como si fuera un hijo de la nave. Él habla como si lo recitara de un libro, pero también hay una tristeza en sus palabras que no creo que reconozca. Parece muy pequeño y solo. Sus hombros encorvados hacia adentro, como si quisiera que su cuerpo lo tragara. —¿Es por eso que estás aquí? —le pregunto a Harley. —No. Conozco a mis padres, son tejedores en la Ciudad. Toda mi familia ha sido tejedora desde la Plaga. Diría que mis padres están decepcionados de que no mantuviera la tradición familiar. Pero no estoy seguro de que notaran

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cuando me fui. Ellos no pudieron hacer que me importara la tela, yo no pude hacer que les importara algo más. Así que me mudé aquí. Elder es el único sin padres apropiados. —Como debe ser —dice Elder en voz baja sin mirar a ninguno de los dos—. Pero ahora —dice—, si no podemos averiguar quién mató al señor Robertson, empecemos por el por qué. Doy grandes pasos a través de la habitación hacia Harley y sus suministros de arte y tomo su pincel más grande y un poco de pintura negra. —¡Oye! —dice Harley, pero antes de que él o Elder puedan hacer algo, escribo mi nombre en letras grandes en la pared junto a la ventana. —¡¿Qué le estás haciendo a tu pared?! —Elder suena sorprendido. —No es mi pared —digo. Nada en esta nave es mío. Bajo mi nombre, escribo todo lo que creo que puede hacerme un blanco para el asesino. Chica, escribo. Diecisiete, cabello rojo, blanca. Apariencia promedio. —Eres hermosa —dice Elder tranquilamente, pero lo ignoro. No formo parte de ninguna misión, agrego. —De acuerdo —digo, volviéndome—. ¿Qué hay del señor Robertson? — Escribo su nombre en la pared al lado del mío. Elder toma una fina capa de plástico de mi escritorio por la cual me había preguntado antes. Cuando corre sus dedos sobre ésta, se enciende como una pantalla de computadora, él la comienza a tocar ligeramente e imágenes brillan a través de la pantalla. —Eldest/Elder, acceso garantizado —dice una voz femenina desde el computador. —El Sr. William Robertson —le dice a la pantalla—. Hombre. Cincuenta años. Hispano, 96 kilogramos. Especialista en liderazgo. Experiencia con la marina de los Estados Unidos. Misión: organización ofensiva, financiado por IRF ¿IRF? —Se detiene—. He visto eso antes. En una placa en el Nivel de Conservación< —Su voz se apaga. —Intercambio de Recursos Financieros —digo mientras escribo los detalles sobre el señor Robertson bajo su nombre—. Todos los militares estaba financiados por IRF, así es como papá se unió a la misión. Elder rueda sus dedos por la pantalla. —Es todo lo que dice. Miro a la extraña computadora. —¿Dice algo sobre mi? Elder vacila. —¿Qué? —digo—. ¿Qué dice sobre mí?

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—Eh< Harley, que nos ha observado silenciosamente, le quita la computadora a Elder. La mira rápidamente. La risa muere de sus ojos. —Oh. —¿Qué? —No es nada. —Harley se mueve para tocar la pantalla, para apagarla, estoy segura. Pero antes de que pueda, se la quito de la mano. Hay una foto que ellos me tomaron días antes de ser congelada, durante la evaluación de salud. Mi fecha de nacimiento, mi tipo de sangre, mi altura, mi peso. Y en pequeñas letras al final. CARGA NO ESENCIAL. Oh, es cierto. Lo había olvidado. Soy exceso de equipaje. Dejo la computadora sobre mi escritorio y me vuelvo hacia la pared con el pincel. Bajo mi nombre, agrego No Esencial. —Tú no ere< —empieza Elder, pero lo silencio con mi mirada. Dando un paso hacia atrás, admiro mi obra. Pinté las líneas demasiado gruesas; gotas negras bajan de las letras, algunas de ellas hacen el camino hacia la baldosa. Dañando los viejos viñedos hechos en este suelo por quien haya vivido antes en esta sala. Los ojos de Harley están en el negro chorreante, observando la carrera de las gotas una sobre otra sobre las flores pintadas a mano. —Entonces —digo, escaneando la lista—. ¿Cuál es la conexión? ¿Por qué alguien querría matarnos a ambos? Silencio. —Estamos olvidando algo —digo, alisando mi cabello con ambas manos— . Debe haber una conexión. Pero cualquiera que sea, ninguno de nosotros puede verla. Dejo mis manos a los lados. —No vamos a llegar a ningún lado de esta forma. Simplemente vayamos allí abajo, a las cámaras de Crío y veamos qué podemos encontrar. —¿Bajar allí? —pregunta Elder sorprendido. Asiento. —Tal vez encontremos alguna pista. Harley se ríe, como si fuese un juego —¡Pistas! Solo lo miro, y su risa muere.

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—De acuerdo. —Sus ojos se encuentran con los míos, y no recuerdo por qué solía pensar que su rostro era inocente. Él es determinado ahora, listo para luchar, preparado para respaldarme. —¿De acuerdo? —pregunto. —Vamos.

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Capítulo 30

Elder Traducido por Liseth_Johanna Corregido por kathesweet

A

my ignora las miradas frías de la gente en el salón común de la Ward mientras nos abrimos paso hacia el ascensor. Ella mantiene su babilla elevada y evade el contacto visual y, para mí, luce como una reina, pero puedo decir, por los susurros que la siguen, que la gente a su alrededor la ve como algo muy diferente. Mi mandíbula se aprieta. Eldest hizo esto. El ascensor golpetea cuando las puertas se abren en el cuarto piso. —¿Escuchaste eso? —pregunta Amy mientras caminamos por el pasillo vacío. —¿Escuchar qué? —pregunta Harley. Amy sacude la cabeza. —Nada. Supongo que solo fue mi imaginación. —Pero aun así, ella mira a las puertas como si no le agradaran. Abro la puerta al final del pasillo, todavía sin seguro, y cruzo la habitación para conseguir el segundo ascensor. La caja rota de la alarma ya no está. Eldest probablemente la ha llevado a los habitantes de la Nave para ver si pueden arreglarla. —Entonces, ¿qué estamos buscando? —pregunta Harley mientras el ascensor desciende. —No estoy segura. —Amy cambia de pie de apoyo—. Una pista o algo. Pienso en la última vez que estuve en el piso con las recámaras de criogenización, la única evidencia que recuerdo que probara que un asesinato había tenido lugar allí, era el cuerpo del Sr. William Robertson. No había más pistas. Pero no le digo eso a Amy. Cuando las puertas del elevador se abren, Harley sale a zancadas, mirando alrededor ansiosamente. Amy no sale hasta que las puertas empiezan a cerrarse una vez más.

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—¿En dónde está la ventanilla con las estrellas? —pregunta Harley ansiosamente. Amy da un paso adelante. Agarra mi mano y la jala hasta que me giro para mirarla. —¿En dónde están mis padres? —pregunta ella, muy, muy suavemente. —No lo sé —digo—. Pero puedo buscar su localización por ti. Amy se muerde el labio y sacude la cabeza. —No< está bien. —Mira alrededor con unos ojos amplios y asustados—. No< no esta vez. Después. —¿Podemos mirar las estrellas primero? —pregunta ansiosamente Harley. —Hay una ventanilla por allá —Empiezo a decir, pero antes de que pueda terminar, Harley se apresura por donde he señalado. Me vuelvo hacia Amy—. Pero él no sabe el código para abrir la puerta. Ella me lanza una media sonrisa. —Deja que lo averigüe por sí mismo. ¿Por qué no intentamos nosotros encontrar algo aquí que pueda ayudar? ¿Puedes mostrarme en donde< estaba el Sr. Robertson? Vamos por el pasillo de las habitaciones criogénicas marcadas con 75-100, y nos detenemos en la número 100. Amy se estira hacia la bandeja vacía con temblorosos dedos. Me pregunto si ella está imaginando a sus padres en esa bandeja, o a sí misma. Antes de que sus dedos puedan tocarla, aleja su mano y la sostiene contra sí. —Entonces, ¿qué deberíamos estar haciendo? —pregunto, intentado distraerla de cualquier pensamiento que esté teniendo, que la esté haciendo sumergirse en sí misma. Amy retrocede, mira al piso. Sus ojos escanean el desnudo y limpio piso, luego van hacia la habitación clínicamente arreglada. —No sé qué esperaba encontrar —dice Amy—. Supongo que pensé que esto sería un espectáculo de policías y vendría aquí y encontraría una fibra que concordara con la camisa de Eldest, o una mancha de sangre a la que podríamos analizarle el ADN, pero ni siquiera sé que si tienen cómo analizar ADN aquí< —Los escáneres biométricos leen ADN —interrumpo, pero ella no me está escuchando. —O quiz{ una enorme huella digital< —Su voz decrece—. Los suministros artísticos de Harley —dice ella. Me mira completamente a la cara—. ¡Los suministros artísticos de Harley!

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—¿Qué? —Harley tiene pinceles. Me dibujó con un carboncillo antes de empezar a pintarme. Él tiene todo lo que necesito. —¡No sé de qué estás hablando! —digo, pero también estoy sonriendo, porque ella ha recobrado aquel brillo de vida que había perdido cuando se subió al ascensor. —¡Harley! —grita, saltando y dirigiéndose hacia el final del pasillo—. ¡Harley! No tengo idea por qué los necesita. Sólo sé que enfrentaría otra Plaga para conseguírselos si tuviera que hacerlo. Afortunadamente, es mucho más sencillo que eso. —Com link: Harley —digo, presionando mi wi-com. —¿Qué? —La voz de Harley pregunta impacientemente en mi oído. —Consigue tu caja de arte. —¿En dónde está la ventanilla con las estrellas? Hay muchas puertas y escotillas y cosas por aquí, pero todas están cerradas. —Ve por tu caja de arte primero. —Si lo hago, ¿me dirás cuál ventanilla conduce hacia las estrellas? —Sip. —Hecho —dice Harley, y desconecta el wi-com. —¿Qué es esa cosa? —me pregunta Amy después de un momento, cuando está segura de que he terminado de hablar con Harley—. Pensé que todos ustedes tenían auriculares o algo, pero eso está, de hecho, implantado en tu piel, ¿no es así? Rozo mi botón wi-com con los dedos. —Es un wi-com. Una red inalámbrica de comunicación. —¿Duele? Me río. —No. —Es genial —murmura Amy, inclinándose. Su suave y cálido aliento eriza los vellos cerca de mi oído—. Es como un teléfono hecho en tu oído. Sus dedos rozan la piel elevada sobre mi wi-com. Mi respiración se detiene. Ella está justo en frente de mí, tentadoramente cerca. Amy se muerde el labio y todo lo que quiero hacer es agarrarla, ponerla contra mí y sentir sus labios sobre los míos. Luego retrocede, dejando caer la mano, con una expresión indescifrable en su rostro.

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—Doc puede, uh, conseguirte uno, si quieres —digo, tratando de ignorar lo mucho que quiero agarrarla y traerla de vuelta hacia mí. Las manos de Amy vuelan hacia el costado de su cuello, bajo su oído izquierdo. Sus dedos suavizan la piel. —No —dice—. No creo que quiera uno todavía. Harley aparece unos momentos después. Lanza su caja de arte a nuestros pies. Puedo decir que parte de él sólo quiero correr y abrir la ventanilla hacia las estrellas, pero también está curioso sobre lo que haremos con sus cosas de arte. En ese caso, también me siento curioso. Amy revuelve la caja, pasando por tarros de pintura, partes de lápices y trozos de papel. Finalmente, saca una pila de carboncillos envuelta en una delgada tela. Luego la deja caer al piso con un golpe. —¡Oye! —grita Harley—. Tengo que hacer eso yo mismo. —Necesito el polvo —dice Amy, pulverizando los pedacitos negros de carboncillo. —¿Por qué? Amy sonríe.

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—Sólo observa. Después de escoger uno de los pinceles más grandes y livianos de Harley, ella recorre con las cerdas el polvo negro y luego gira el pincel sobre la superficial en la puerta de la morgue. —Por favor funciona, por favor funciona, por favor funciona —canta mientras cubre el metal con una final capa de polvo. Su respiración se detiene. El polvo revela los espirales de una huella digital. Amy ríe. —Ahora, ¡si hubiera una manera sencilla de decir de quién son esas huellas! Doy un paso delante de ella. —Intenta esto —digo, arrodillándome a su lado con el disquete que había en el escritorio al final del pasillo. Sostengo la membrana digital sobre la huella y presiono escanear. La huella se muestra en el visualizador en segundos. —Ahora —digo, golpeteando la pantalla—, todo lo que tengo que hacer es comparar esto en los esc{neres biométricos<. —Genial —dice Amy bajo su aliento. Le sonrío. El disquete da un pitido.

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—¿Y bien? —pregunta Harley, inclinándose sobre mi hombro. —Es mía. Estuve aquí con Doc; esa es mi huella. —Dice “Eldest/Elder” —dice Harley, señalando a la pantalla—. Podría ser de Eldest. Amy mira ansiosamente, pero sacudo la cabeza. —Tenemos el mismo acceso en la computadora, siempre muestras ambos nombres en los escáneres biométricos. Pero revisé el mapa localizador de wicom más temprano y él no estaba aquí. Esa tiene que ser mi huella. —Intenta un poco más —le dice Harley a Amy, y ella gira de nuevo ansiosamente hacia la puerta y esparce el polvo. Escaneo cada huella que encuentra, pero las únicas lo suficientemente claras para escanear son cuatro de Doc y doce mías. La mayoría de las huellas están corridas o una sobre la otra al punto de ser inútiles. —Encontré otra —dice Amy, deslizando polvo de carboncillo sobre la cima de las cámaras criogénicas—. ¿Esta es tuya? —No recuerdo haber tocado allí —digo. Los ojos de Amy brillan. —¡Tal vez es del asesino! —dice, con la emoción arrastrándose de vuelta en su voz. Sostengo el disquete sobre la huella y la escaneo. La huella es amplia y gorda: un pulgar. Una delgada línea corta su camino a través de los espirales. —¿Qué es eso? —pregunta Harley cuando el disquete acerca la huella. Amy mira sobre mi hombro. —Quizá no es nada, pero luce como una cicatriz, ¿no es cierto? Beep-Beep-beep. El escaneo se termina. —Eldest/Elder —dicen las palabras, sobre la huella del pulgar. —Otra tuya —suspira Amy, su rostro desvaneciéndose. Se vuelve hacia la cámara criogénica, pero desliza el polvo de carbonillo a través de la superficie como si fuera dolorosamente pesado. —¿Tienes una cicatriz en tu pulgar? —pregunta Harley. Inspecciono mis pulgares, aunque sé que no hay cicatriz allí que se conecte con las crestas de la huella de mi pulgar. —Pude que sólo haya tenido algo en su pulgar cuando tocó la cámara criogénica —dice Amy, sin mirar—. Algo que se interpuso entre la superficie y su pulgar.

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Pero yo no había tocado allí. Sabía que no lo había hecho. Amy recoge el disquete. —¿Estás seguro, absolutamente seguro, de que no podría ser de Eldest? —Positivo. Justo después de que encontramos al Sr. Robertson, revisé el mapa localizador del wi-com. Él no estaba aquí abajo. Amy deja salir el aire de sus fosas nasales como un toro enojado. —Todavía pienso que él pudo haber< Ya estoy sacudiendo la cabeza y Amy se detiene. Sencillamente es imposible. Aunque Amy tiene razón sobre su personalidad cruel, Eldest no estaba aquí cuando sucedió el asesinato. Amy tira el pincel con disgusto. —Ya fue demasiado de buscar huellas digitales. —Lo lamento —digo ausentemente, más distraído por quién pudo haber dejado la huella si no fuimos ni Eldest ni yo. Harley me arrebata el disquete de la mano y lo deja en el escritorio al final del pasillo. —¿Puedo ver la ventanilla ahora? —Recoge su caja de arte y me doy cuenta que también ha traído una lona fresca, si bien es cierto que es pequeña. —Si abro la ventanilla para ti, ¿pasaras la noche aquí y te asegurarás de que nadie se meta con los congelados? La sonrisa de Amy es una razón más que suficiente para ignorar la voz en mi cabeza que me advierte que a Eldest no le gustará que deje a Harley aquí, solo. —Seguro —dice Harley. Le digo a Harley la localización de la ventanilla y el código de acceso mientras recupero el disquete que él había lanzado. Golpeteando rápidamente, dejo un acceso aprobado para él y Amy, de modo que puedan ir y venir al nivel de criogenización como les plazca, y agrego acceso a Amy para que pueda usar los disquetes. Harley corre directo a la ventanilla tan pronto como escaneo su huella digital, sin molestarse por esconder su ansiedad. Amy todavía está riéndose de él cuando presiono su pulgar en el escáner del disquete. Cuando deja de reírse, me doy cuenta que he estado sosteniendo su pulgar por un minuto completo. —Disculpa —digo, alejando mi mano. Amy me sonríe.

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—¿Quieresiraljardínconmigo? —pregunto en una respiración. Mis ojos se amplían. ¿Qué fue eso? ¿Por qué solté eso de esa manera? —¿Qué? —pregunta Amy, su sonrisa ampliándose. Se apoya en la mesa de metal detrás de ella. —¿Quieres ver el jardín? —pregunto, hablando mucho más lento de lo que está latiendo mi corazón—. ¿Conmigo? Ella se muerde los labios y aunque no mira a otra parte, su mirada se hace distante y sin foco. Sus manos agarran el borde de la mesa y luce como si tuviera miedo de que fuera a sacarla de este oscuro y frío lugar en contra de su voluntad. No es difícil adivinar por qué. Ella quiere quedarse cerca de sus padres. Sus ojos se mueven hacia la derecha, por donde corrió Harley. Ella también quiere ver las estrellas. Mi corazón salta. ¿Cómo puedo competir con eso? Luego, sus ojos se enfocan en mí de nuevo, y sonríe. —Seguro —dice. Y, en su sonrisa, veo algo más hermoso que las estrellas.

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Capítulo 31

Amy Traducido por Beellie Corregido por kathesweet

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lder me lleva a un jardín brillante atrás del hospital, el cual pasé corriendo durante mi trote. No había notado su belleza antes, solamente había visto las paredes que lo rodeaban. Pero en verdad es hermoso. Tiene un sentimiento caótico en él, como si estuviera creciendo salvaje. Pero hay caminos y grupos de plantas sin malas hierbas, todas indicaciones que un verdadero jardinero había puesto sus manos en el desarrollo de su bello enredo. —¿Qué es eso? —pregunto. —Una estatua del Eldest durante la Plaga. —¿Entonces todos los que son lideres por aquí son llamados Eldest? —Él asiente—. Esa es una forma estúpida de hacerlo. Se vuelve confuso quién es quién. ¿Cuántos Eldest ha habido, de todos modos? —Yo< eh< No lo sé. Miro hacia arriba al rostro de la estatua. No está tallada en piedra. Creo que fue hecha en concreto, o algo muy parecido a eso. Tiene sentido. ¿De dónde habrían sacado piedra? No es como si solo pudieran excavar en la tierra para extraer un poco. Una gota de agua cae sobre mi cabeza. Miro hacia arriba, esperando por un momento de locura ver nubes de lluvia. Siempre he amado la lluvia, pero mirando hacia el plano techo de metal, pienso que no me gustaría la versión de lluvia de esta nave. Me recuerda, una vez más, cuan falso es Godspeed. No hay nubes de lluvia, ningún cielo negro punteado con luz. Aquí en Godspeed, cuando llueve, el agua solo cae de un sistema de riego en el techo. Pruebo una gota de eso en mi lengua. Está fría, como lluvia real. Pero tiene un poco de ese sabor a rancio y reciclado, y huele muy ligeramente a aceite. La “lluvia” no es fuerte, sólo unas cuantas gotas cayendo, así que continúo por el camino hacia la estatua. —Me sorprende que tengan lluvia —digo Elder me sonríe, una media sonrisa que parece una mueca.

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—¿Qué? —Hablas chistoso —dice, lo que es irónico, ya que sus palabras me suenan como “habl{ss chitosou”. —¡Ja!, tú eres el del acento raro. —Aceentou raarru —se burla. Le saco la lengua, pero también estoy riendo. Algunas gotas caen en la cabeza de la estatua y bajan por su rostro como lagrimas, dejando marcas negras. Entrecierro los ojos. La cara no es tan detallada como era de esperar. De hecho, parece que el tiempo la ha gastado. —¿Hace cuánto fue la Plaga? —pregunto. —No estoy seguro —dijo mientras se alejaba de la estatua—. Tendría que buscarlo. ¿Por qué te sorprende que tengamos lluvia? —Bueno< —Arrastro la palabra, enfatizando el acento que Elder dice que tengo. Su sonrisa se amplía—. Es solo que< no es lluvia. ¿Por qué hacerlo ver como si lo fuera? Solo podrían regar sus plantas con aspersores. Elder se encoje de hombros. —Está en el diseño original de la nave —Hace una pausa, luego murmura para sí mismo—. Investigaciones biológicas< —¿Qué? —Vi unos planos viejos de la nave en el Salón de Grabación. Originalmente, el Nivel de Alimentación estaba etiquetado como “Investigación Biológica”. No pensé mucho de ello, pero< Los ingenieros de Eldest tienen patrones de clima. Para emular las diferentes condiciones que la Tierra pudo tener. Él cambia el patrón cada cinco años, más o menos. La última vez< la última vez la lluvia estaba programada para caer únicamente una vez a la semana. Los científicos tenían que ayudar a los granjeros a desarrollar diferentes métodos de riego. Y< —Está pensando ahora; prácticamente se ha olvidado que estoy aquí, escuchando—. Cuando era un chico solía llover mucho. Ayudé a cavar una zanja de drenaje. Los pastos de ovejas seguían inundándose. Eldest nos mandó a cambiar el suelo algunas veces, para agregar o quitar diferente minerales. Me mira ahora, pero no me ve en realidad. —El Nivel de Alimentación es un estudio biológico. Investigando condiciones de cómo pudo ser la Tierra. Hay archivos en el Salón de Grabación de todos lo diferentes métodos que hemos encontrado por necesidad. No< no necesidad. Es lo que Eldest hace. Es parte del trabajo de Eldest< —Eso significa que es parte de tu trabajo también, ¿verdad? —digo—. Tú eres el siguiente Eldest. —Quiero preguntar: ¿Por qué no te enseñó todo esto?, pero no parece como algo que debería decir en voz alta. Elder puede ver la

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pregunta en mi rostro, sin embargo. Se da la vuelta en el camino y camina hacia el estanque, pero sé que no tiene una respuesta para mi pregunta. Él también tiene sus preguntas. Lo sigo por el camino, hortensias con grandes y florecientes cabezas se derraman por la parcela. La lluvia sigue, tiene una constante y metódica forma de caída, pero es lo suficientemente parecido a verdadera lluvia para poder inclinar hacia atrás mi cabeza y dejar que el agua caiga sobre mis pestañas y que pueda fingir. —Todo el asunto de Eldest< no puedo entender cómo funciona. —¿Por qué no? Paramos cerca del estanque del tamaño de la piscina de mi escuela secundaria. Un hombre y una mujer se ríen en la lluvia y colapsan en una banca más abajo por el camino. —Él no es un hombre pacífico. Debe asustar a todos para que lo obedezcan. —No quiero admitir que también me ha asustado, pero creo que Elder lo puede adivinar. —Eldest es un gran líder. No siempre estoy de acuerdo con él o sus métodos, pero funcionan. No puedes negarlo. —Ese viejo es un dictador. Así es como funciona —murmuro. Miro a Elder sonreír—. ¿Qué? —Me gusta cómo lo llamas “viejo”. La mayoría de las personas aquí lo veneran. —Es un idiota para mí. Más que un idiota. Es el rey de los idiotas para mí. Y sé que es tu líder y todo, pero básicamente me quería matar. —Tal vez en realidad no te habría tirado de la escotilla. —¿De verdad? Elder mira una flor a nuestros pies. —Habría podido. Sí. Probablemente lo habría hecho... Pateo hacia las grandes flores anaranjadas, rojas, como lirios de tigres, que delinean el borde de la piscina. La pareja en la banca realmente está ocupada. El hombre tiene una mano hacia arriba de la blusa de la mujer, la otra mano en sus pantalones. Elder sigue mi mirada y estudia a la pareja. —Eldest dijo que la Temporada iba a comenzar pronto. —¿Esta es la Temporada? Las personas no actúan así en público. —Al menos, no lo hacían. ¿Eso es lo que pasa cuando metes a personas en una nave o yo sólo soy una mojigata en comparación con su nivel de evolución?

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Elder no mira a las personas en la banca; me mira a mí. La lluvia está cayendo más fuerte ahora, y pienso en ir adentro, pero en una extraña forma, me gusta la manera en que la lluvia me hace sentir, como si estuviera conectada a la tierra, conectada a este lugar. Aunque sé que la lluvia es falsa. Se siente como la verdadera, y necesito desesperadamente eso.

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Capítulo 32

Elder Traducido por CyeLy DiviNNa [SOS] Corregido por kathesweet

A

l otro lado de nosotros, el hombre y la mujer en el banco están usando la lluvia como una excusa para quitarse la ropa. El hombre arranca la camisa de la mujer, y ella arquea la espalda, empujándose contra él. —Eso es asqueroso —dice Amy. Sin embargo, no quiero hablar de la Temporada, incluso si la pareja me está dando algunas ideas. Quiero saber si su odio por Eldest se limita al hombre, no el título. —No todo es malo —digo—. Eldest es realmente un buen líder. —Doy un paso más cerca de ella—. Quiero decir, yo sé que puede ser duro, pero en realidad mantuvo a todo el mundo a bordo trabajando juntos y felices. Amy resopla. —Por lo tanto, ¿tú vas a odiar a las personas porque son diferentes también? —¡Yo nunca te odiaría! Se trata de sus diferencias, su pelo rojo, sus historias en Sol-Tierra, la forma en que no sigue ciegamente a Eldest, estas son las cosas que más me gustan de ella. La lluvia está vertiendo ahora, pero no nos importa. Amy me mira expectante, como si estuviera esperando que le probara que no soy Eldest. En cambio, llego a su alrededor y saco los pinceles que sostienen su pelo en un moño. Hay un destello rojo mientras su pelo cae en cascada, luego la lluvia empapa sus cabellos con fuerza, oscureciéndolo tanto que casi parece marrón como el mío. Casi. Me estiro y meto una hebra dorado-naranja detrás de su oreja. Se estremece cuando las puntas de mis dedos rozan su piel. —Eldest es un gran líder —insisto, mi voz suave—. Pero —le digo antes de que Amy pueda protestar—, no estamos de acuerdo en la cuestión de las diferencias. A mí me gustan las diferencias. Bastante. —Trago, con fuerza. Mi boca se siente demasiado húmeda, mi garganta demasiado seca. Y luego, no estoy seguro cómo sucede, pero ella da un paso más cerca y yo doy un paso más cerca, y entonces los dos estamos demasiado cerca.

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Y no hay nada entre nosotros, excepto la lluvia. Entonces no hay nada entre nosotros en absoluto. Mis labios se funden con los de ella. Una gota de agua de lluvia se desliza por el borde de mi boca, y luego sus labios se abren, así como los míos. La gota de lluvia cae sobre mi lengua, y luego se pierde en la suya. Mi cuerpo está empapado; debería estar frío. Pero su calor me llena. Mis brazos serpentean alrededor de su cuerpo, tirándola con fuerza contra mí. Quiero estrujarla dentro de mí. No quiero que esto termine. Y entonces<
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Capítulo 33

Amy Traducido por Cami.Pineda Corregido por kathesweet

U

na salpicadura de lluvia en mi piel. Jason está allí, y casi nos besamos. Pero no es lluvia, es mi ducha de vapor, y no es Jason, es Elder.

Mi cabeza cae sobre el azulejo de la ducha, calentado por el vapor. No sé qué hacer. Me envuelvo una toalla mientras salgo del baño. La tabla que pinté en la pared llama mi atención, y me paro, goteando agua de la ducha en la espesa alfombra mientras la miro. No ayuda. Sigo sin ver ninguna conexión entre el Sr. Robertson y yo. Nunca me había sentido así de perdida, así de sola, antes en mi vida. Todas las personas que deberían estar conmigo, mis padres, Jason, mis amigos, se han ido. Sin ellos, la nave se siente vacía y pequeña, yo me siento vacía y pequeña. Debería ir al Nivel de Crío y proteger a mis padres. No debí haber dejado a Harley allá. Son mis padres allí abajo, no los suyos. Él no tiene vínculos con ellos. Pero vi el anhelo en sus ojos cuando nos fuimos, y no quiero ser la que lo tire de las estrellas. Y no quiero ser la que está sola allí abajo, en el frío de la muerte. Me siento en el borde de la cama, sin desear acostarme. Cruzo la habitación hasta la silla por la ventana, miro de nuevo a la cama, las cobijas arrugadas, pero no deshechas. En mi primera noche aquí, Elder se sentó en esta silla mientras yo dormía allí. Elevo mis pies arriba de la silla y envuelvo mis brazos alrededor de mis rodillas. Me quedo dormida dándole la cara a la ventana No hay un amanecer. La gran lámpara amarilla en el centro del techo de la nave alumbra como una luz, y es de día.

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Mi cabeza se siente confusa, como si no me pudiera despertar del todo. Agarro un vaso de agua del baño, pero no ayuda. Si algo, el mundo es confuso. Estoy tan cansada. De pensar, de preocuparme. Solo hay una manera que conozco para parar el balbuceo en mi cabeza. Luthe, el hombre alto que me observa muy de cerca, es la única persona en la habitación común cuando la cruzo el elevador. ¿Alguna vez duerme? Casi parece como si se quedara en la habitación común sólo para mirarme y hacerme sentir incómoda. Quiero voltearme y decirle que se deje sus ojos para sí mismo, pero probablemente le guste la atención. De todas maneras, me asusta un poco. El día solo es unos minutos viejo. Sin un propio amanecer, no se siente como temprano en la mañana, solo la luz del día normal, la misma que será al mediodía o unos minutos antes de oscurecer. Aún cuando parece como que todo el nivel está durmiendo, me apego a las aéreas rurales, corriendo más allá de las vacas y a través de las filas de maíz sin borlas que me hacen cosquillas mientras las paso. Luego de diez minutos o algo así, agarro el ritmo, deseando que mi cuerpo entre en “la zona”. —¿Por qué te gusta correr, Roja? —me preguntó Jason luego de nuestra tercera cita más o menos, luego de empezarnos a besar, pero antes que hubiera acumulado el coraje para decirle que despreciaba el sobrenombre “Roja”. —Te lo dije. Adoro el momento cuando te concentras totalmente en correr, cuando todo lo que eres son golpeteos de pies. Más rápido. Tengo que correr más rápido. —Creo que puedo entender eso. —Jason se inclinó por un beso, pero yo ya estaba concentrada en atar los cordones de mis zapatos, y todo lo que obtuvo fue una mejilla. Alcé la mirada hacia él. —Y quiero ganar. —¿Ganar? Puedo correr mucho más que en mis recuerdos. Solo tengo que ir más rápido. El campo de maíz se detiene frente a una pequeña cerca. Las ovejas me miran desde el otro lado. Me deslizo dando una vuelta, corriendo a lo largo de la cerca. —Sí. Ganar la maratón de Nueva York. Es algo así como mi sueño. —Estaba evitando sus ojos ahora, no porque estuviera ajustando mis medias, sino porque no le había dicho a nadie esto. —¿La Maratón de Nueva York? —Sí. Es algo importante. Una de las mejores maratones del mundo. Poco más de 42 Km., a través de todos los barrios. Pero, para correrla, quiero decir, realmente correrla, no solo aparecer y llegar al final, bueno, tienes que ser bueno. —¿Qué tan bueno?

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—El mejor tiempo es como en dos horas y media. —¿Dos horas y media? ¿Por cuarenta y dos malditos kilómetros? ¡Hombre! —Lo sé. No estoy nada cerca a eso. Pero… —Subí mi mirada a él. No estaba bromeando, como usualmente lo hacía; me estaba tomando completamente en serio. —Puedes hacerlo. —Si apenas puedo hacer dieciséis kilómetros en dos horas. —Puedes hacerlo. De verdad. Nunca te rindes. Te he observado. Un día vas a ganar esa maratón, y yo estaré en la línea final, esperándote. Con una sorpresa. – Ahora sonreía, otra vez travieso. —Déjame adivinar —dije—. ¿La sorpresa es esto? —Y lo besé, presionando todo el amor que sentía por él y su fe en mí, de mis labios a los suyos. Paro entonces esto me golpea, tragando todo el aire que sabe a ozono. No solo no hay más Jason. No hay más maratón. No hay más Nueva York. Nueva York, ¡Nueva York! Es enorme. Hay, había muchas personas allá. No hay más Nueva York. Aunque Nueva York exista ahora, no es de la manera en que era. No hay subterráneos en Central Park, maratones y Broadway. Ahora es algo totalmente distinto, carros voladores y teletransportadores, por lo que sé. Nunca lo veré, y nunca será lo que era. Para mí, por siempre, no hay más Nueva York. Pero, mi corazón susurra, hay un Elder. Corro más rápido. Cuando empiezo a ver gente afuera, despierta y empezando sus días, vuelvo al Hospital. No me puedo mentir. Sé que quiero esconderme. Bajo la velocidad cuando veo vacas cerca. Esas no son vacas normales. Yo no he, ya saben, crecido en una granja o algo así. Pero igual sé cómo se supone que debe verse una vaca. Y estas vacas, bueno, claramente se supone que son vacas, pero nunca había visto vacas como estas antes. Por una cosa, son más bajitas. Mucho más bajitas. Sus cabezas si acaso tocan mi hombro. Los machos tiene cuernos como las vacas se supone que deben tener, pero tienen la forma de un champiñón y embotados, no porque hayan sido cortados, sino porque han crecido así. Parecen tan curiosas de mí como yo lo estoy de ellas. Me detengo en la cerca y me inclino hacia ellas, jadeando y sudando, y unas cuantas vacas se

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tambalean en mi dirección. Tienen más músculos que las vacas normales, carne abultada debajo de su piel, por eso sus piernas son arqueadas y lentas. Mastican rumiando, incluso con movimientos medidos, golpeando un poco cada vez, lanzando una bocanada de tierra y pasto que casi me recuerda a casa. Una de ella muge, pero no es el mugido regular; termina con un chillido como de cerdo. ¡Muu-u-iiii! Me alejo de la cerca. Las vacas-cerdos me observan mientras me voy, sus grandes ojos cafés de alguna forma son siniestros. Lo siguiente es un campo de plantas, al menos del doble del tamaño de los otros campos que he corrido, de maíz, trigo y frijoles verdes. Filas y filas y más filas de plantas de hoja verde brillante creciendo en limpias y largas líneas. Me agacho y arranco una hoja redonda, delicada y un poco rugosa, pero tiene un sabor amargo. El tallo es delgado y fuerte; creo que la planta es como una zanahoria o una patata, la parte comestible está debajo de la tierra. Luego escucho algo. ¡Beep! —Número 517, inoculada. —Un ruido de algo como plástico duro, se escabulle en mis pies. Una valla baja hecha de tela metálica gruesa encierra el campo detrás de mí. En cuclillas cerca del borde, me agacho tan bajo que al principio no la veo, es una chica unos años mayor que yo, como de la edad de Harley. Acaba de liberar un conejo de gran tamaño, gordo, de patas cortas, y está saltando, moviendo su pierna izquierda cada pocos saltos. Su cola blanca y esponjosa centellea, y puedo escuchar su charla molesta mientras llega a los límites. Empiezo a decir algo, pero la chica se levanta en sus rodillas. Otro conejo mordisquea un trébol a un par de metros de distancia. Sin hacer sonido, la chica se lanza hacia el conejo, lo agarra por sus piernas y lo clava en el piso antes que siquiera pueda contraerse. Busca detrás suyo uno de esos computadores plásticos que he visto que Elder usa, y lo agita detrás de las orejas del conejo, como la cajera en una tienda de comestibles. La cosa del computador hace un pitido, y ella lo mira, luego lo pone en el suelo a su lado. —Hola —digo. Espero que se sorprenda, no había dado señales antes de haberme notado. Pero la chica solo me mira y dice. —Hola. Me echa un doble vistazo cuando me ve. Recuerdo lo que Elder dijo sobre mí, y cuán fácil soy de reconocer. Mi cabello esta sudado del trote y pegado a mi cráneo, con pelos sueltos de mi precipitada trenza. Pongo mis manos sobre él, aunque de todas maneras no va a hacer ningún bien; no se puede esconder quién soy en esta nave.

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—Tú eres el experimento genéticamente modificado —declara la chica. Asiento—. Eldest ha dicho que no tenemos que hablarte. —Bueno, no tienes que hacerlo —digo, incapaz de detener el gruñido en mi voz—, pero al menos puedes ser cortés. La chica inclina la cabeza, considerándolo. Busca detrás de ella y agarra una pequeña canasta llena de agujas hipodérmicas. Más o menos la mitad están vacías; la otra mitad contienen un líquido dorado-amarillo que parece miel revuelta con mantequilla. —¿Qué es eso? —pregunto. —Inoculaciones —dice la chica, volteándose hacia el conejo que sigue clavado en el suelo. El conejo no parece luchar mucho. Retuerce sus pesadas patas de atrás ocasionalmente, pero no pelea realmente contra su control. —¿Estas son tus mascotas? —pregunto. Ella me mira, y puedo decir que está pensando en lo que Elder le dijo, en cómo se supone que soy lenta y estúpida. —No —dice—. Son comida. Pregunta estúpida. El campo es bastante grande, y puedo ver a una veintena de conejos cerca, y docenas más en la distancia. En el lado opuesto del campo hay una casa, el hogar de la chica, supongo, y alrededor de la casa, alineadas, hay más jaulas conectadas para conejos. Debe haber cientos de persona en Godspeed; tiene sentido que necesiten una fuente de proteína que se reproduzca tan rápido como los conejos. —Te vi corriendo —dice con su atención en el conejo—. ¿De qué estabas huyendo? —Solo corría —digo. Me está observando en silencio y con intensidad, como un gato. —¿Por qué? —pregunta. Me encojo de hombros. —¿Por qué no? —No es productivo. —Lo dice como si la productibilidad fuera santa, la única cosa que vale la pena. —¿Y? —digo. En vez de responderme, la chica sólo ladea la cabeza hacia la izquierda, luego se aleja de mí. Coge una de las agujas llenas de la canasta, pincha la pierna de atrás del conejo, y le permite irse. —Numero 623, inoculado —dice. El computador parpadea una línea ondulada y una luz verde, y las palabras que ha dicho aparecen en un gráfico en la pantalla.

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—¿Contra qué los estás inoculando? —pregunto. ¿Cuántas enfermedades de conejo puede haber en una nave de carga? —Los hace más fuertes. Más sanos. Mejor carne. —Se pone en cuclillas sobre sus talones y me mira—. Vives en el hospital, ¿verdad? Asiento. —Mi abuelo fue llevado al hospital —dice. —¿Está mejor ahora? —Falleció. Ella dice esto con la mayor naturalidad, sin una pizca de emoción, pero sus ojos están brillantes. —Lo siento —digo. —¿Por qué? —pregunta con simpleza—. Era su momento —Estás llorando. Pone un dedo sucio debajo de su ojo, dejando una mancha de suciedad verde de hierba en la mejilla. Mira la lágrima en su dedo, confundida que esa emoción pueda fugarse de sus ojos. —No tengo razón para estar triste —dice con la evidencia goteando bajo su dedo. Su voz es incluso monótona, y sé que cree que no está triste, aun cuando su cuerpo le dice una cosa diferente. La chica alcanza la canasta y luego agarra el computador. Está más lejos de lo que había pensado, y se le resbala de sus manos, flotando hacia mí. Observo dos palabras en la parte de arriba de la pantalla: MODIFICACIÓN GENÉTICA. —¿Qué dice eso? —pregunto, señalando. Ella me obedece sin preguntar, lo que me sorprende un poco. — Modificación genética para manipular los genes reproductivos y la masa muscular —recita con la misma voz monótona—. Aumento previsto de la productividad: 20%, con la producción de carne aumentada en un 25%. —Esas inyecciones no son inoculaciones —digo, alcanzando sus ojos blancos—. Esto tiene algo que ver con manipulación genética. Lo sé. Mi mamá era una empalmadora genética< —Me detengo. Ella sigue pensando que soy una rara, un sub-producto de un experimento científico a bordo de la nave—. Mira, no soy quien Eldest dijo que era. Soy de la Tierra. De Sol-Tierra, quiero decir. Nací allá. Fui congelada crio-genéticamente y desperté hace poco. Y mi madre, de vuelta a la Tierra, en Sol-Tierra, era una empalmadora genética. Esta cosa que les inyectas a los conejos no es una vacuna. Es un material de modificación genética. Estás cambiándoles el ADN a los conejos. Ella asiente como si estuviera de acuerdo conmigo, siguiendo cada palabra, pero dice. —Eldest dijo que eras simple y no entendías las cosas.

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—Soy de la Tierra, ¡pero ese no es el punto! Mira, el punto es que esas cosas son peligrosas. La modificación del material genético no es algo con lo que jugar, ni siquiera con conejos, especialmente si te los vas a comer. ¿No sabes lo que estás haciendo? —Eldest dijo que era una inoculación —dice la chica. Empieza a caminar lejos de mí. —¡Oye, espera! —La cerca me retiene. La chica para, pero sólo porque se está posicionando para abalanzarse sobre otro conejo. —Mira, lee la cosa que dice en el computador. Ahí mismo dice que estás inyectándoles material para la modificación genética. Ahí. Mismo. —Apunto a la pantalla. Ella mira hacia abajo, curiosamente, como si estuviera buscando lo que le estoy diciendo, a pesar de que la tabla en la que ha estado trabajando está claramente marcada—. Mira eso. Allí. ¿Acaso ves la palabra inoculación? Ella mueve su cabeza lentamente, sus ojos escaneando las palabras en la pantalla. —Entonces< —digo, esperando que se dé cuenta de mi punto. Cuando no lo hace, agrego—. Entonces no estás inoculando los conejos. Estás modificándoles el ADN. Ella me mira de nuevo, con los ojos abiertos, y por un momento creo que ha entendido. —Oh, no —dice—. Estás equivocada. Eldest me dijo: Inoculaciones. —Sostiene la canasta de jeringas para que yo inspeccione—. Hacen que los conejos sean más sanos. Más fuertes. Mejor carne. Empiezo a protestar, pero sus ojos abiertos, inocentes y vacíos me dicen que eso sería un sin sentido. Tiemblo, pero no tiene nada que ver con cuánto frío sienta mientras mi sudor se seca en mi piel. El control de Eldest es absoluto. No sé por qué esta chica está tan vacía que no va a creer lo que está justo frente a su cara cuando eso contradice lo que Eldest le ha dicho. No estoy segura siquiera si es Eldest el que está detrás de los desenchufes. Pero sí sé una cosa: si es él, y tiene toda la nave siguiéndolo ciegamente, no hay oportunidad de que pueda levantarme en contra de él.

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Capítulo 34

Elder Traducido por PokerF ♠ [SOS] Corregido por kathesweet

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a luz de las estrellas se filtraba bajo mi puerta a la mañana siguiente. Cuando salgo de mi camarote, bostezando y estirándome, veo que Eldest ha bajado la pantalla de metal sobre la cabina de navegación, revelando las bombillas-estrellas. —Hola —dice Eldest. Está recostado contra la pared que da a su cuarto, mirando las estrellas falsas. Se mueve cuando me siento, y oigo vidrio haciendo estruendo contra el piso de metal. Una botella de la bebida que hacen los habitantes de la nave. Eldest se apresura a esconderla, pero lo hace muy tarde. Ambos miramos a las bombillas. —A veces lo olvido —dice Eldest—. Lo difícil que es. He estado haciéndolo< por mucho tiempo. —Suspira. A pesar de que el olor fuerte y punzante de la bebida permanece en el aire, Eldest no está ebrio. Miro que la botella ha sido abierta, pero no más que uno o dos tragos han sido consumidos. El deber no le permite a Eldest perder el control. ni siquiera en esto. —Sé que es difícil —digo. Eldest sacude su cabeza. —No, no lo sabes. No en realidad. Apenas estás empezando< no has tenido que tomar las decisiones que yo he tomado. No has tenido que lidiar contigo mismo después. ¿A qué se refiere con eso? ¿Precisamente que ha hecho? Otra parte de mí, la parte que ha sentido cómo es ser un Elder por dieciséis años, no un Eldest por cincuenta y cinco, esa parte de mí pregunta: ¿Qué ha tenido que hacer? Porque conozco a Eldest, y lo que es más importante, conozco el trabajo. Y sé por qué hacemos el trabajo. Por qué vivimos el trabajo. Por qué tenemos que hacerlo. —Sería más fácil si el Elder anterior a ti aún estuviera vivo. Podría cuidarte a ti y la Temporada, y podría cuidar de< —¿De qué? —pregunto, inclinándome hacia adelante. —De todo lo demás.

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Eldest se pone de pie, la luz de las estrellas falsas moteando su cuerpo. Se ve muy viejo. Mucho más viejo de lo que lo había visto antes. Pero no son los años lo que lo envejecen. —Odio la Temporada. —El disgusto de Eldest es aparente en su voz. Le empiezo a preguntar por qué, pero no me está mirando y algo detiene mi lengua. Me pregunto: ¿la odia porque no tiene a nadie con quién emparejarse? Nunca lo he visto mirar a una mujer de la forma en que Harley ve a su novia< de la manera en la que miro a Amy. Tal vez él tuvo una mujer antes que yo, para su Temporada, pero murió. Tal vez< trago, no puedo decir que no me lo he preguntado antes, preguntado si Eldest es en realidad mi< —No te sientas orgulloso —dice Eldest interrumpiendo mis pensamientos. —¿Señor? —No te enorgullezcas. Tú haces lo que te toca hacer, sin importar que te guste o no. No hay nada de qué estar orgulloso, no como un Eldest. Nunca hay una respuesta correcta. Solo mantenlos vivos. No importa cómo. Solo mantén la maldita nave viva. Toma su botella prácticamente llena y se encierra en su cuarto. La pantalla de metal cubre las estrellas falsas, y soy dejado en la oscuridad también. Una hora después, es hora que el día comience. Eldest sale de su camarote, sus ropas están inmaculadas, sus ojos están limpios, y su aliento es fresco. Supongo que la botella aún está llena. La conversación debajo de las estrellas mentirosas se siente como un sueño. Eldest camina hacia la escotilla que lleva al Nivel Transportista. El ruido de sus zapatos a través del piso de metal, desigual por su cojera, es el único sonido llenando el silencio. —Pasaste todo el día con la chica de Sol-Tierra ayer —dice finalmente levantando la puerta de la escotilla. Me encojo de hombros. —No tengo tiempo para sermones ahora. La nave está primero. Pero has ignorado completamente mi asignación, ¿cierto? ¿Descubrir la tercera causa de discordia? Bajo mi cabeza. Lo había olvidado. Parecer que fue hace mucho tiempo. Cuando elevo la mirada, Eldest está mirando sobre su hombro, sin encontrar mis ojos. No puedo decir qué está pensando, pero dudo que pueda ser bueno. —Bien —dice finalmente. —¿Bien?

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—Pasa tiempo con ella —dice Eldest—. Verás de primera mano qué clase de problemas puede causar. Eldest desciende por la escotilla, dejándome con preguntas que sé que no responderá. Me dirijo hacia el tubo gris y hacia el Nivel de Alimentación. Si Eldest me está dando permiso para abandonar su encargo y pasar el día con Amy, ¿quién soy yo para cuestionar eso? Orión está en el portón de la Sala de Grabación — recostado en su espalda y obstruyendo la vista del retrato de Eldest, lo cual me hace reír—, y lo saludo mientras paso. El jardín está más concurrido de lo que jamás lo he visto. El único sonido que fluye a través de él era el de los pantalones y gruñidos de la gente apareándose, en celo detrás de los arbustos, en la base de los árboles, al pie de la estatua, justo en el medio del camino. Tengo que pasar sobre cuerpos sudorosos revolcándose para entrar al Hospital. El elevador, agradecidamente, está vacío. Pero no huele como si hubiese estado vacío por mucho. Y muchos del grupo están presionados contra el vidrio, pero la mayoría están vestidos. Medio espero que Amy esté como el resto de ellos cuando toco a su puerta, medio esperanzado, pero no lo está. Está vestida, mirando por la ventana. —¿Por qué est{n haciendo eso? En público, en todas partes< —Suspira mientras atravieso el cuarto. —Es la Temporada. —Esto no es normal, la gente no actúa así. Esto es< apareamiento, no amor. Me encojo de hombros. —Por supuesto que es apareamiento. Ese es el punto. Para crear una nueva generación. —¿Todos? ¿Al mismo tiempo? ¿Todos deciden tener sexo ahora? Asiento. Tal vez sus padres nunca le hablaron sobre la Temporada, pero seguramente es lo suficientemente madura para saberlo. Todos los animales entran en celo. La gente tiene una Temporada al igual que las vacas, las ovejas, las cabras. Amy bufa. —Debe de haber algo en el agua —dice con una suave risita, como si fuera un chiste, pero su expresión se torna oscura de nuevo, y dice con un bajo susurro, principalmente para sí misma—: Pero no es natural. No respondo. Estoy demasiado ocupado pensando en que cuando tengamos 20, estaremos en la Temporada. Juntos. Solo nosotros. Ha dicho algo. Sacudo mi cabeza para librarla de las ideas que invaden mi mente.

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—¿Lo harás? —pregunta —¿Haré qué? —¿Iras conmigo a ver a mis padres? Tomo una respiración profunda y la suelto lentamente. —Amy, ellos aún están congelados. —Lo sé —dice con calma, incluso en su tono—. Pero aún así quiero verlos. No creo que pueda soportar ver ese piso sin primero verlos debidamente. Así que voy con ella. Las luces ya están encendidas en el nivel criogénico. Amy se adelanta y mira las filas y filas de puertas cuadradas. La sigo hasta que ella desciende por un pasillo. Sus dedos saltan en las puertas de metal. Al final de la línea, Amy se gira hacia mí. —Ni siquiera sé cuál es de ellos. —Suena perdida. —Puedo averiguarlo —digo. Paso a su lado y me dirijo hacia la mesa al final del pasillo y recojo el disquete que está sobre ella. —¿Cuáles son sus nombres? —digo —María Martin y Bob< Robert Martin. Tecleo sus nombres en el teclado de la pantalla. —Números 40 y 41 —digo. Antes de que pueda devolver el disquete, Amy está corriendo por los pasillos. Contando en voz baja. Se detiene en frente de las puertas contiguas, marcadas con los números de sus padres. —¿Quieres que las abra? —pregunto. Amy mueve su cabeza, diciendo que sí, pero cuando doy un paso adelante con un brazo extendido, ella agarra mi mano. —Yo lo haré —dice, pero no lo hace, solo se para ahí, viendo las puertas cerradas.

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Capítulo 35

Amy Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por Aldebarán

Y

o quiero verlos. Quiero trazar las líneas de la risa de mamá con mis ojos. Quiero tocar la desaliñada barba de papá con mi suave mejilla.

Quiero verlos. Pero no quiero verlos como carne congelada.

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Capítulo 36

Elder Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por Aldebarán

—¿A

my? Amy y yo giramos alrededor. Harley está de pie al final de la fila.

—¿Qué has estado haciendo aquí? —pregunto. Harley bosteza mientras se acerca a nosotros. —Permaneciendo de guardia. Como dijimos que haríamos. Nadie ha estado aquí, excepto ustedes dos. —Me quedaré esta noche —digo con aire de culpabilidad, mirando a los círculos oscuros bajo los ojos de Harley. —No, no lo harás. —Harley sonríe hacía mí—. No puedes. Eldest se daría cuenta. No me importa estar aquí abajo. Es tranquilo y me da la oportunidad de pintar. —Conozco a Harley. Yo sé lo obsesionado que puede ser. Está probablemente pasando más tiempo mirando a las estrellas que en la protección de los congelados. Me inclino más cerca, para que Amy no pueda oír. —Pero tus medicamentos< No estoy hablando sólo de la píldora del inhibidor, de color azul y blanco, que hay que tomar, que todos en la Ward toman. Harley ha estado en más medicamentos que esos, por su “episodios”, desde entonces< —Voy a estar bien —dice Harley y, aunque no estoy seguro, le creo, lo puedo decir por la forma en que está mirando a Amy, que él no quiere hablar de este tema delante de ella. —¿Por qué no vienes con nosotros? Amy está buscando a sus padres — digo. Harley duda, quiere volver a las estrellas. Pero cuando me ve mirándolo con preocupación, cambia de opinión. —Está bien —dice, mientras él mira hacia el pasillo que conduce a la escotilla. Hay algo en el hueco vacío de los ojos de Harley, una especie de

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anhelo codicioso, que hace que me preocupe por él. Es el mismo tipo de obsesión en la cayó la última vez. —Ya he terminado aquí —dice Amy detrás de mí. —¿Está segura? —pregunto. Ella asiente con la cabeza. —Pero... ¿no deseas conseguir tu baúl? —pregunto, mirando los colgantes. —¿Mi baúl? —¿El que llenaste antes de que te congelaran? Está escrito aquí que tú y tus padres tienen cada uno un baúl.

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Capítulo 37

Amy Traducido por LizC Corregido por Aldebarán

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i corazón golpea mientras Harley y yo seguimos a Elder más allá de las filas de pequeñas puertas de metal hacia una pared llena de armarios.

Jamás empaqué algo para esto. Mamá y papá nunca me dijeron que podía traer algo conmigo. Elder abre un armario; una pila de diez baúles del tamaño de una maleta recubre el interior. —Aquí están —dice, sacando tres baúles. Harley y Elder permanecen de pie sobre mí mientras pulso el botón en el primer baúl. La tapa se abre con un audible salto< el sello de la esclusa de conservación se rompe. Este debe ser el baúl de mi madre. Su perfume flota en el aire tan pronto como se abre la tapa. Respiro profundamente, con los ojos cerrados, recordando cómo su ropa olía a este mismo perfume cuando jugaba a vestirme como ella hace muchos años. Respiro de nuevo y me doy cuenta de que todo lo que puedo oler es el gas amargo de conservación con el que deben de haber llenado el baúl, y el perfume de mamá no es más que un recuerdo. Recojo la bolsa de conservación transparente llena de imágenes. —¿Qué es eso? —pregunta Harley. —El océano. Él la mira fijamente, con la boca abierta. —¿Y eso? —pregunta Elder. —Este fue nuestro viaje familiar al Gran Cañón. Elder toma la foto que le paso. Traza la piedra tallada por el Río Colorado con su dedo. Él se ve incrédulo, como si no terminara de creer que el cañón detrás de mis padres y yo es real. —¿Todo esto es agua? —pregunta Harley, señalando a la imagen de mí haciendo un castillo de arena en la playa cuando tenía siete años.

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Yo me río. —¡Completamente agua! Es salada, lo que es asqueroso, pero las olas están siempre yendo de arriba hacia abajo, de adentro hacia afuera. Mi papá y yo solíamos saltar en las olas, ver lo lejos que podíamos ir, y luego las cabalgábamos de nuevo a la costa. —Todo es agua —murmura Harley—. Todo es agua. Las otras imágenes no son tan emocionantes. En su mayoría son de mí. De mí siendo bebé. De mí siendo pequeña, en el jardín de mis abuelos, en las viñas de calabaza. Primer día de escuela. Yo en el baile escolar en mi vestido ceñido negro, de pie junto a Jason, aceptando su ramillete de azulejos. Hurgo alrededor del fondo del baúl. Hay algo que sé que mamá no habría dejado en la Tierra. Cuando mis dedos se cierran en algo pequeño y duro, mi corazón da un pequeño vuelco. Retiro la caja de terciopelo rematada del baúl y la sostengo en la palma de mi mano. —¿Qué es eso? —pregunta Elder. Harley sigue mirando al océano. Dentro de la caja hay un collar con una cruz de oro. La cruz de mi abuela. Elder se ríe. —¡No me digas que eres una de los que creen en esos cuentos de hadas! Su risa muere cuando pongo la cruz alrededor de mi cuello, ni una sola vez rompiendo el contacto visual con él. —Este barco se llama Goodspeed —le digo, ajustando la cruz para que descanse en el centro de mi pecho. —Goodspeed sólo significa buena suerte. Le doy la espalda a Elder, miro fijamente a las puertas de la morgue congelada. —Significa más que eso. Trago saliva y pongo las fotos de vuelta en el baúl. Excepto la de mi familia y yo en el Gran Cañón. La cruz se balancea hacia adelante cuando alcanzo el baúl de papá. Está lleno de libros, en su mayoría. Reconozco algunos: las obras completas de Shakespeare, El Progreso del Peregrino, la Biblia, La Guía de la Autoestopista a la Galaxia. Diez o doce libros sobre táctica militar, supervivencia, y ciencia. Tres libros llenos de papel en blanco y un paquete de lápices mecánicos sin abrir. Pongo un cuaderno y tres lápices a un lado. Dudo, luego llego de vuelta en el baúl por El Arte de la Guerra de Sun Tzu. Nunca he leído el libro, pero a juzgar por el título, me dará algunos consejos sobre qué hacer con quien sea que esté desenchufando a las personas. Lo escondo debajo del ordenador portátil, con la esperanza de que Elder no haya notado el título. De alguna manera, estoy segura de que su mentor Eldest está en el fondo de todo esto, y me temo que si se llega a esto, voy a tener que librar una guerra contra él por mí misma.

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Y entonces lo veo. Mi osito de peluche. La levanto. El gran lazo verde en su cuello está desequilibrado y el fieltro sobresalía de la nariz. El pelaje en su pata derecha casi ha desaparecido, porque cuando yo era bebé solía chuparla en vez de a mi pulgar. Abrazo a Amber contra mi pecho, anhelando algo que sé que sentí y que no me puede dar. —Último baúl —dice Elder, empujándolo hacia mí mientras cierro el baúl de papá. Tomo una respiración profunda. Aprieto a Amber. Pero el baúl está vacío. —¿Dónde están tus cosas? —pregunta Harley, inclinado sobre mi hombro. Las lágrimas se acumulan en mis ojos. —Papá no creía que iba a ir —dije—. Él no empacó nada para mí, porque no creía que realmente iría con ellos.

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Capítulo 38

Elder Traducido por Elena Vladescu Corregido por Aldebarán

—P

ero está bien —dije— tenemos todo lo que necesitas aquí en la nave. No tienes que preocuparte por las ropas ni por nada.

Harley me golpea en el brazo. —¿Qué? Amy abraza su animal de peluche y recoge el cuaderno, los lápices, el libro y la fotografía que seleccionó de los baúles de sus padres. —Ya terminé aquí — dice con una voz vacía. Harley me ayuda a cargar de nuevo los baúles en el armario. Él me sigue lanzando esas miradas y moviendo sus cejas hacia Amy, pero no tengo ni idea de qué significa. Click. Zas. Ruido sordo. Amy deja caer el peluche y los libros, los lápices repiquetean en el suelo y la fotografía de desliza hacia abajo. —Conozco ese sonido —ella respira y sale, corriendo por el pasillo hacia las filas de cuerpos congelados. —¡Amy espera! —la llama Harley, pero yo sólo corro detrás de ella. Ella patina alrededor de la fila de los números sesentas. —¡Dense prisa! —grita. Doy vuelta a la esquina. Una niebla se está levantando de una caja de vidrio ubicada en el centro del pasillo. —¿Tú hiciste esto? —pregunto, incluso si ya sé la respuesta. —¡Claro que no! —Amy dice, su voz está rasposa, como si estuviera tratando de decirlo todo de una sola vez—. ¿Se va a despertar como yo? Miro la caja, hay una mujer dentro, más alta y pesada que Amy, con un cabello oscuro y rizado y una piel más oscura que la mía. La luz en la parte superior de la caja parpadea roja. Miro a la caja eléctrica negra. El interruptor fue bajado. Llevo mi dedo a mi botón wi-com. —Com link: Doc. ¡Ahora!

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—¿Qué pasa? —la voz de Doc llena mi wi-com. —¡Doc! ¡Ha habido otro! ¡Hay otra caja aquí afuera! ¡Ven rápido! —Espera, ¿qué? —Abajo, en el Nivel de Criogenización. Una de los otros congelados. Fue sacada. ¡La luz está roja! —Estaré ahí enseguida. Doc desconecta el link. Espero que esté cerca. Si está en el Hospital, estará aquí en minutos, si está en La Ciudad o en el Nivel de Carga, tardará más. —¿Que está pasando? —pregunta Harley. —Alguien le hizo a esta mujer lo que me hicieron a mí —Amy dice—. Alguien simplemente me desconectó, me dejó aquí para morir. —¿Así que ella se despertará? —pregunta Harley. —No lo sé. Creo que si subimos de nuevo el interruptor, y la ponemos de nuevo dentro< pero no sé. Tengo miedo de arruinarlo. Parece tan simple, pero< —No dejes que se despierte —Amy dice suavemente—. Es horrible estar congelado, pero es mejor que estar despierto solo. Mi corazón se sacudió. Ella sigue pensando que está sola. —¿Elder? —una voz llama. —¡Aquí! —le respondo— Número< —miro a la puerta abierta—. ¡Número 63! Doc corre por el pasillo. Hace a un lado a Harley mientras se inclina sobre la caja. Limpia la niebla que hace borroso al vidrio. —No ha estado fuera mucho tiempo —dice Doc—. Casi no está descongelada. —Eso es bueno, ¿verdad? ¿Verdad? —Los dedos de Amy presionan a través de la caja de vidrio, como si estuviera tratando de atravesar el hielo y sostener la mano de la mujer. —Bueno —dice Doc. Él me choca. Doy un paso hacia atrás. Doc se inclina sobre el vidrio, mirando la caja eléctrica. Conecta un disquete a un cable en la caja y lee los números que saltan en la pantalla. Gruñe, pero no puedo decir si es un gruñido bueno o un gruñido malo. Golpea unos números más en el disquete, luego lo desconecta antes de subir el interruptor. La luz cambia del rojo al verde. Doc empuja la caja de vidrio dentro de la cámara de criogenización. Cierra la puerta y tira el pestillo hacia abajo. Un rastro de frío se arremolina a nuestro alrededor, es la única evidencia de que la Número 63 estuvo afuera.

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—Ella está bien —dice Doc—. La encontraron a tiempo. —¿Chicos? —llama Harley. Miro detrás de mí, sorprendido. Harley caminó por el pasillo, alejándose de nosotros, en el otro lado, fuera de la vista. —¿Cómo supieron que ella estaba aquí? —Doc pregunta. —Lo escuché —Amy dice. La cara de Doc se arruga en concentración. —Eso significa que quien sea que hizo esto, estaba aquí abajo mientras ustedes también lo estaban. De todos modos, ¿por qué estaban aquí? —Quería mostrarle a Amy los baúles de sus padres —dije antes de que Amy pudiera mencionar que íbamos a mirar a sus padres. De alguna forma, creo que admitir que íbamos a meternos con las cámaras de criogenización no era algo bueno en este momento. —¿Uh< chicos? —Harley llama desde dos filas más atrás. —No me gusta esto —dice Doc—. Quien sea que estuvo aquí abajo cuando ustedes también lo estaban debió haber sabido que ustedes estaban aquí, debió haber sabido que escucharían lo que estaba pasando. Además de ustedes tres, ¿vino alguien más?

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Amy y yo nos miramos. —No que yo sepa —dice. —Yo tampoco. —¡Chicos! —grita Harley. —¡¿Qué?! –grito de vuelta. —Vengan a la fila de los veintes. ¡Ahora! Doc empieza a caminar, pero Amy y yo nos damos cuenta: corremos. La urgencia en la voz de Harley no era falsa. Algo está mal. Cuando damos vuelta a la esquina, es evidente sobre qué estaba gritando Harley. Otra caja yace en el centro del pasillo. Pero esta se ha derretido. Y el hombre dentro de ella ya está muerto.

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Capítulo 39

Amy Traducido por Dangereuse Corregido por Aldebarán

—O

h. No había tenido intención de decirlo en voz alta. Pero conozco a este hombre.

El señor Kennedy había trabajado con mi madre, y siempre pensé que era un poco espeluznante. Era uno de esos hombres viejos que no se casó pero que piensa que, porque es viejo, puede ser un pervertido y salirse con la suya. Siempre estaba mirando por debajo de la camiseta de mi madre o pidiéndome que cogiese algo del suelo cuando iba al laboratorio a visitar a mis padres. Mamá siempre se reía, pero yo me preguntaba qué hacía el señor Kennedy en casa con sus recuerdos del rugoso escote de mamá o de mi ropa interior. Y ahora está muerto, flotando en el líquido crío con los ojos abiertos y los iris lechosos. Su piel está cetrina 11, como si la hubiesen empapado con agua igual que una esponja. Su boca está floja y sus mejillas hundidas, creando pequeñas burbujas de agua en la mandíbula. —El Número 63 fue una distracción —dice Elder. —No lo creo —dice Doc—. Este ha estado fuera por un tiempo. —Levanta la tapa de la cápsula de cristal, Harley y Elder le ayudan a colocarla en el suelo. Doc sumerge el dedo en el líquido en el que flota el señor Kennedy—. El agua está fresca, pero no fría. Podría haber sido desconectado ayer, anoche a más tardar. Elder encuentra mi mirada. Mientras corríamos a través de la lluvia, riendo, el señor Kennedy se ahogaba. Mientras esa pareja hacía el amor en el banco del estanque, el señor Kennedy estaba muriendo. Mientras me quitaba la ropa mojada y me metía en la ducha de vapor, mientras me quedaba dormida mirando los campos oscuros, el señor Kennedy nadaba hacia su muerte. Otro pensamiento: Harley estuvo aquí al mismo tiempo que el asesino. —¿Por qué? —pregunté.

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Cetrina: Dicho de un color: Amarillo verdoso.

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Doc da golpecitos en su especie de ordenador delgado. —Número 26. Un hombre llamado< —Señor Kennedy —digo. —Sí. —Doc me mira con sorpresa en su expresión. —Le conocía de antes. —Ah, lo siento —dice, pero de una forma casual, como si sólo lo estuviese diciendo para ser cortés—. Número 26< —El señor Kennedy. —El señor Kennedy era un especialista en armas. —¿En serio? —pregunto. A pesar de que el señor Kennedy trabajaba en el mismo departamento que mi madre, nunca supe que tenía algo que ver con las armas. Mi madre no lo tenía. Trabajaba en acoplamiento genético. Trataba con ADN, no armas. Doc asiente. —Estaba bien enseñado en bio-armamento. Dice aquí que trabajó con el gobierno para desarrollar eco-bombas. —¿Quién está haciendo esto? —pregunta Elder—. ¿Quién está desconectando a toda esta gente? Primero William Robertson, después la mujer, Número 63 y ahora este tipo. —Y yo —añado. La frente de Elder se arruga mientras se me queda mirando. —Dos víctimas, dos por poco —dice el doctor. —Y ningún motivo —me quedo mirando a la vacía cámara de crío, donde el señor Kennedy estuvo en algún momento. Y más allá de esto, a las filas y filas de puertas pequeñas con números garabateados en ellas. ¿Cuántas cámaras de crío estarán vacías antes de que podamos detener al asesino?

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Capítulo 40

Elder Traducido por kathesweet [SOS] Corregido por Aldebarán

H

arley y yo empujamos al Sr. Kennedy a la escotilla de liberación por Doc. Amy dice que nos esperará. Pero sé que quiere ir a la otra fila, a ver las puertas de sus padres, para asegurarse que todavía están sellados. Doc abre la puerta de la escotilla, y Harley y yo arrojamos el cuerpo dentro. La puerta se cierra, protegiéndonos de las fauces de un espacio abierto. Harley mira a través de la ventana de vidrio de la burbuja, sus ojos muy abiertos, saboreando una oportunidad más de ver las estrellas. Pero yo sólo veo el cuerpo hinchado del Sr. Kennedy. Y veo a Harley, y las miles de millones de estrellas están en sus ojos, y él está bebiéndolas todas, vertiéndolas en su alma. Levanta sus brazos contra la ventana, y por un momento tengo una loca visión de Harley tratando de abrir la puerta, volando detrás del Sr. Kennedy y alcanzando las estrellas. La escotilla se cierra. Pero la luz de las estrellas todavía está en los ojos de Harley. —Son más hermosas que cualquier cosa que alguna vez haya visto — susurra Harley. —Sí, estoy seguro que el Sr. Kennedy concuerda contigo —digo, pero Harley no nota mi sarcasmo. —Vamos chicos. —La expresión preocupada de Doc profundiza las líneas en sus ojos. Amy está limpiándose la cara cuando regresamos. Ha recuperado su peluche, fotos, lápices y libros de donde los había dejado por los casilleros. Doc los mira, pero no comenta. Recoge un disquete y juega con él. Perdiendo el tiempo. Preparándose para decir lo que sea que quiera decir. Y lo sé entonces: está pensando sobre cómo va a contactar a Eldest para decirle sobre esto. Y sé que la razón por la cual está jugando con el disquete es para darse tiempo para pensar algo que decirme, así yo lo aceptaré. Me paro un poco más derecho. Antes, Doc simplemente habría llamado a Eldest sin pensar en mí, sin siquiera consultarme.

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—Elder —dice Doc—. Sé que entiendes la gravedad de la situación. Pero Amy, Harley, es vital que no le digan a nadie más sobre esto. No sobre el Sr. Kennedy, ni sobre la escotilla —mira a Harley—, ni sobre las personas aquí abajo, ni sobre el hecho de que hay un nivel debajo del Hospital. Deben mantener ese secreto. Está llegando. Puedo sentirlo. Esa duda persistente que Doc tiene que le dice que todavía tiene que remitirse a Eldest. Su mano se mueve hacia su wi-com. Ah. Allí está. —No necesitas decirle a Eldest —digo—. Respondo por Amy y Harley. — Levanto mi peso así estoy entre Doc y ellos. Siempre he sido alto, pero ahora no me permito encorvarme. En su lugar, hago que Doc levante su mirada para encontrar mis ojos. Él vacila, pero finalmente asiente. —Eres el Elder. —Lo que trata de decir es que soy quien tendrá que responderle a Eldest. —El pececillo y yo estaremos bien —dice Harley, lanzando un brazo alrededor de Amy—. No tienes que preocuparte por nosotros. La duda de Doc regresa. —Quizás debería comunicarme con Eldest de todas maneras, sólo para ver lo que piensa. —No —digo. —¿Qué? —Tengo tanta autoridad como él. La Temporada está en pleno apogeo, y mi generación está viniendo de eso. Doc, has aprendido a confiar en mí, no solo en Eldest. Digo que Amy y Harley están bien conociendo esto, y podemos confiar en ellos. Y digo que es hora de irse. Pero primero —agrego antes de que Doc pueda decir algo más—, déjame ver tu disquete. —¿Mi
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Pero desde entonces, sólo ha habido una persona en el nivel de crío además de nosotros. Miro el nombre en la pantalla. Eldest.

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Capítulo 41

Amy Traducido por Mery Shaw Corregido por Aldebarán

E

lder no entró en el elevador.

—Tengo algo más que hacer —dice. Hay una manera oscura y seria en cómo él está ahora. Nunca noté lo mucho que se encorvaba hasta que estuvo de pie con la espalda recta. Antes, yo sabía que era el líder destinado de esta nave simplemente porque Doc y Eldest me dijeron que él lo sería. Ahora lo miro y puedo ver el determinado líder en su interior. Una parte de mí quiere quedarse aquí, en este nivel, y proteger a mis padres de quien sea lo suficientemente inteligente como para desconectar a la gente congelada mientras todos nosotros estamos aquí abajo en el mismo nivel, pero puedo ver que Elder necesitar estar aquí abajo por sí mismo, para cualquier propósito, y confío en él para proteger a mis padres. —Elder, creo que deberías regresar con nosotros, encontrarte con Eldest — dice Doc. —Oh, voy a encontrarme con Eldest —dice Elder, y alarga su mano para presionar el botón del elevador para Doc, y se echa para atrás mientras las puertas se cierran. Antes de que se cierren del todo, él se gira para alejarse del elevador y camina con pasos firmes por el pasillo. —Creo que su estupidez está creciendo, ¿no? —dice Harley en un tono conversación. Él está muy alegre para alguien que acaba de arrojar un cuerpo al espacio. Doc aclara su garganta. Cuando el ascensor se detiene, Doc se marcha molesto. Lo observo, esperando que presione el pequeño botón detrás de su oreja izquierda y chismee con Elder, pero no lo hace, sólo sigue caminando. —¿Quieres regresar a la Ward? —pregunta Harley, haciendo una bromista reverencia como caballero. —Quería ir al jardín que Elder me mostró —dije. —Oh, ¿él te mostró el jardín? —Una sonrisa de medio lado cruzaba el rostro de Harley. Comenzó a dirigirme hacia el pasillo.

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—Esto debe ser raro para él —dije—. Es el más joven en la nave, pero también es una especie de líder. No sé si yo podría decirle a un adulto qué hacer y esperar que lo haga. Harley me miró por el rabillo de sus ojos. —Eres extraña, pececillo. —¿Cómo así? —Sonreí de regreso, dispuesta a seguirle el juego. —Estás pensando en cuán raro es esto para Elder. Pero tú eres el pez fuera del agua en esta nave. Resoplé. —Debe de ser más fácil para Elder que para mí. —Un inesperado arranque de lágrimas ardía en mis ojos. No tenía intención de decir algo tan cercano a la verdad. Cuando llegamos a las puertas del vestíbulo, Harley las abrió para mí, y di un paso hacia la fresca luz solar y olor a la hierba después de una lluvia ligera. Y el sudor, almizclado con el olor del sexo. —Maldición. Olvidé la Temporada por un segundo —dice Harley mientras hay una pareja medio desnuda frente a él, tan distraídos en sus toqueteos y un beso apasionado que no notan a Harley de pie aquí—. Regresemos adentro. —Vamos, nos alejaremos de estas áreas bulliciosas. No creo que pueda soportar estar dentro más tiempo. —Creo que nunca me gustarán los espacios cerrados otra vez. Cuando era más pequeña, antes del congelamiento, nunca sentí claustrofobia. Ahora, incluso aquí, en el borde del jardín, afuera, siento mis pulmones contrayéndose en busca de aire, y la visión de mis dedos en las paredes me estresa constantemente. Cierro mis ojos. Si me permito pensar en esto, esto es mucho, mucho peor. —La luz es buena aquí afuera —dice Harley mientras comenzaba a bajar el camino lejos del Hospital—. ¡Mierda, desearía tener mis pinturas! Reí. —Adelántate. Ve por ellas. Esperaré aquí. Harley vacila. —Esto no es seguro. No ahora. Pienso en la multitud de personas que vi en mi primer recorrido. Ahora parece un momento perfecto para que una de esas personas venga a cuidar de mí. Ellos están demasiado ocupados con los otros. —En serio —dije cuando Harley veía con nostalgia hacia el Hospital—. Voy a ir a ese campo de trigo. Nadie estará allí; todos estarán por el jardín o por los senderos. —Ven conmigo —dice Harley. Agarra mi muñeca y comienza a tirar de mí hacia el Hospital, pero me deshago de su agarre.

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—Realmente no necesito estar en un edificio. Necesito algo de aire fresco. ¡Ve! —Río, señalándole el camino—. Estaré bien. Harley vacila otra vez, pero las ansias de sus pinturas son demasiadas. — Ten cuidado, pececillo —dice seriamente. Asentí, sonriendo. Él camina rápidamente por el sendero al Hospital. Yo troto en dirección opuesta, hacia el campo. Estaba en lo cierto: cuanto más llego hacia el jardín, menos personas están alrededor. El camino está prácticamente vacío, y por los gemidos y suspiros, sé que hay más personas en los campos, detrás de los árboles, en los arbustos al lado del camino. Trato de ignorarlos. Es escalofriante ver a las personas tan perdidas. Sé que cuando yo viví en la Tierra, debí de haber visto a las personas teniendo sexo en la televisión un millón de veces. Pero no es lo mismo cuando las personas están teniendo sexo justo en frente de ti. —Es ella. Mi primer instinto es congelarme; mi siguiente reacción es correr. Sé por el tono de voz de quien sea que habló se estaba refiriendo mí. Me arriesgué a mirar atrás. Había tres hombres, todos de la edad de Harley, todos siguiéndome. No reconocí a dos de ellos, Alimentadores, quienes hacen algún tipo de trabajo pesado a juzgar por el tamaño de sus músculos. Mi estómago se retuerce. Reconozco al tercero. Luthe, siempre mirándome, siempre observándome en la Ward. —¡Hola fenómeno! —Luthe me grita cuando me ve mirando. Él levanta sus dedos hacia mí en un saludo burlón, y los otros dos hombres ríen. Comienzo a caminar más rápido. Me pregunto si los gemidos, suspiros de masas de personas sudorosas en el campo levantarán la mirada si grito por ayuda. De alguna manera lo dudo. Puedo escuchar sus fuertes pisadas detrás de mí. Sus pasos son más largos que los míos; ellos ya han acelerado el ritmo. —No creo que yo quiera ser un fenómeno —dice uno de ellos. —Yo lo hago —responde Luthe. Dejo de preocuparme por cómo me veo. Corro. Mis piernas se mueven ligeras y fuertes, y tengo pánico llenándome. Uno de ellos maldice, y noto que están persiguiéndome. Atravieso un campo, pero el trigo me hace más lenta, y mi carrera salvaje deja un claro camino por donde paso. Salto sobre una pareja de amantes en el campo, quienes no notan mi presencia, dejándome sola en mi situación. Giro para ver cuán cerca están los hombres. Demasiado cerca.

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Y soy demasiado estúpida. Caí sobre un par de cuerpos pesados y palpitantes en la tierra, rodando sobre los tallos largos y afilados. La chica, que estaba arriba, miró hacia mí con una mirada de amor nublándole los ojos, luego sonrió en una manera de invitación. Echó una mirada atrás, sintiendo las ramas rompiéndose debajo de mi cuerpo, luchando por recuperar mi equilibrio. Pero no soy lo suficientemente rápida. Uno de los grandes Alimentadores levanta mi parte superior primero. Me esfuerzo por alejarme, pero mis movimientos únicamente lo excitan. Trato de golpearlo con mi cuerpo, pero inmoviliza mis manos. Él clava mis muñecas al suelo, y ahora los otros dos hombres me han alcanzado. El otro Alimentador agarra mis tobillos. Luthe cae al suelo a mi lado, inclinándose sobre mi cara. Sonriendo. Traté de golpear a los hombres. Todos ellos rieron, un sonido profundo y gutural que no era para nada humorístico. Moví mi cabeza hacia la pareja desnuda con la cual tropecé. —¡Ayúdenme! —dije. La mujer arqueó su espalda, clavando sus caderas contra el hombre que está montando. —¡Ayúdenme! —grité. El hombre mira hacia mí, pero sus ojos están vidriosos. Él sonríe soñadoramente. La mujer lo nota, y gira su mirada a mí. —Sólo duele la primera vez —dice, y luego se presiona contra el hombre, y él gime, y ella gime, y se olvidan absolutamente de mí. Luthe me extiende a ambos lados y desgarra mi túnica, maldice por la camisa que he estado usando en lugar de sostén, y la desgarra también. Los restos de mi ropa andrajosa está en mis brazos, pero mis pechos están expuestos. Y a pesar de que he visto a la mitad de la tripulación caminando desnuda para hacer el amor, me siento avergonzada de mi desnudez. Y aterrorizada. Luthe se inclina sobre mí y entierra su cara en mis pechos. Trato de zafarme, pero él gime de deseo y frota su pelvis duro contra mis caderas. Una mano lucha torpemente con sus pantalones mientras que la otra retuerce mi pecho, duro. El Alimentador sostiene mis brazos haciendo un profundo ruido desde su garganta, y se inclina, lamiendo mis brazos, mordisqueando mi piel juguetonamente la principio, luego muerde tan duro que ellos podrían haber tenido algo en común con mi novio Jason, más de lo que me gustaría. El Alimentador levanta su mirada hacia mí mientras comienzo a llorar. Hay una blancura en su mirada, un vacío. Él esta lujurioso, en la forma de un animal en celo. Luthe, sin embargo, no lo está. Su hambrienta sonrisa expone

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todos sus dientes. Él ha estado observándome desde el primer momento en que entré en la Ward. Y él lo sabe. Puedo verlo en sus ojos. La mayoría de las personas, los Alimentadores, actúan como animales. Pero este hombre no actúa como eso en absoluto. Él sabe lo que está haciendo. Y a él le gusta eso. Es inútil. El hombre sostiene mis tobillos para comenzar a tirar de mis pantalones. Lo pateo, y estoy bastante segura de que mi talón conectó con sus dientes. Él grita, y su grito no es de lujuria, sino de dolor. Pero Luthe entiende su idea y comienza a tirar de la cintura de mis pantalones. Abro mi boca para gritar, y el hombre que sostiene mis brazos presiona su boca contra la mía, su lengua ahonda profundamente en mí, tocando el suave paladar de mi boca. Lo muerdo hasta saborear su sangre. Muerdo incluso cuando él trata de apartar su lengua. Cuando él finalmente se escapa, escupí la sangre de mi boca y grito. —¡Pececillo! ¡Amy! —La voz de Harley está en pánico. —Harley —grito con todas mis fuerzas—. ¡¡HARLEY!! Y entonces él está aquí, y golpea su caballete en contra del hombre que está sujetándome, y su caballete se rompe en partes, y ahora está golpeando a los hombres con sus puños. Y me acurruco en una bola, abrazándome a mí misma, y reteniendo mis lágrimas. Los Alimentadores corren lejos, pero Luthe está de pie para pelear. Él y Harley caminan en círculos como buitres sobre un cadáver, y sé que yo soy el cadáver. Luthe golpea primero, pero Harley golpea más duro. Luthe cae, pero sé que él no está fuera de combate. Harley agarra mi muñeca. —Vámonos. Vámonos —dice, tirando de mí hacia arriba. Mis pantalones están desabrochados y se deslizan sobre mi cadera. Los sostengo con una mano, y agarro a Harley con la otra, y corro y corro y corro, y puedo escuchar los pasos pesados de los hombres detrás de mí, y luego no los escucho más, pero sigo corriendo y corriendo y corriendo, y me aferro a Harley como si él fuera la cuerda que lanzan hacia mí para rescatarme.

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Capítulo 42

Elder Traducido por kathesweet [SOS] Corregido por Aldebarán

O

rión me dijo que la única manera de llegar a Eldest era ser sigiloso. Nunca he tenido una razón para ser sigiloso antes. Pero no es como si no supiera cómo hacerlo.

Tan pronto como la puerta del elevador se cierra, llevando a Amy, Harley y Doc de regreso al Hospital, muevo el disquete en mi mano. Primero reviso los registros de escaneo biométrico. El elevador abrió el escaneo biométrico de Harley anoche, y él pasó toda la noche aquí en este piso. Doc estuvo aquí otra vez temprano en el día, antes que la lámpara solar se encendiera, y sólo estuvo por unos minutos. Pero otro nombre está registrado entre su nombre y el mío. ELDEST/ELDER, 0724 HORAS. No estuve aquí abajo a las 7:24 am. Eso sólo deja a Eldest. Ahora debo encontrar dónde está. Es algo lo suficientemente simple de hacer. Anulo el acceso con mi escáner de pulgar y cargo las locaciones de los receptores del wi-com. Agrando la pantalla. Allí está Doc, en su oficina. Bartie y Victria están en la sala común de la Ward, juntos. Harley va bajando el camino hacia los campos; por su velocidad, supongo que está corriendo. Me pregunto por qué. Amy no está en la pantalla, ya que no tiene wi-com. —Encuentra a Eldest —ordeno. Uno de los puntos empieza a parpadear azul. Está aquí. En este nivel. Paso los pasillos de congelados, detrás de la puerta en la pared m{s alejada. El “otro” laboratorio de Doc. La puerta está cerrada, y no estoy seguro si Eldest me dejaría entrar si golpeo. Orión me había dicho que las reglas no se aplican a Eldest, que él no sigue las reglas. ¿Entonces por qué lo haría yo? Un olor a desinfectante estéril me saluda mientras entro en la habitación estrecha. Filas y filas de tubos de refrigeración se alinean a un lado de la pared.

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Dentro de los tubos transparentes, veo más líquido crío con burbujas de algo pegajoso y masas sólidas flotando en el interior. Sin embargo, sé que debería estar buscando a Eldest, pero no puedo evitar ver de cerca el material gelatinoso. La cosa sólida en el interior de cada una de las burbujas parecen frijoles curvados y malformados. —Son embriones. Eldest me ha encontrado. Pero no está mirándome con el ceño fruncido. En realidad parece un poco complacido de verme. En todo caso, eso me pone más nervioso. —Cuando aterricemos, los veremos nacer artificialmente. —¿Embriones de qué? —pregunto. Deslizo el disquete en mi bolsillo. No hay razón para que Eldest sepa que estaba buscándolo, no cuando él me encontró primero. —Animales. Estás mirando el tubo de un gato. Pumas, creo, quizás linces. Tendría que buscarlo. Me esfuerzo por recordar qué es un puma. Creo que es algo como un león, pero las fotos que he visto en los disquetes en el Salón de Grabación pasan todas juntas. —¿Para qué están aquí? —Para cuando aterricemos. No sabemos qué animales de Sol-Tierra necesitaremos. Puede haber animales en el planeta que son perjudiciales, y necesitaremos depredadores para eliminarlos. Introduciremos uno de SolTierra. O puede haber animales que son buenos, pero necesitamos nuevas características para hacerlo útiles para nosotros. Intentaremos hacer híbridos o empalmes genéticos. No estoy interesado en leones-gatos grandes. Quiero saber por qué Eldest fue el último en la cámara de crío, sólo antes de que otra persona congelada se ahogara. Antes de que pueda hablar, Eldest pasa a mi lado a una mesa al otro lado de la habitación. Allí sólo hay un tubo de vidrio a un lado, medio vacío. Los embriones flotan en el líquido crío como burbujas en gel, repartidas por el tubo. Me inclino más cerca para ver uno, examinando el pequeño feto con forma de frijol en el interior del saco amniótico. Cuando levanto la mirada, veo a Eldest observándome intensamente, un ceño de preocupación arrugando su entrecejo. Su mirada no renuncia cuando nuestros ojos se encuentran. —¿A qué has venido aquí? —pregunta finalmente—. No creí que incluso supieras sobre este laboratorio. ¿Te lo dijo Doc? Me encojo de hombros, no dispuesto a echar al agua a Doc o a mí mismo.

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—Eso no importa. Debería haberte traído aquí antes. Solo tendrás esta Temporada para prepararte, luego tendrás que enseñarle al Elder después de ti qué hacer. —¿Qué hacer? —pregunto. Eldest recoge una gran jeringa de la mesa al lado del tubo de refrigeración. La parte de metal actual de la jeringa es de casi 30 cm de larga, y al menos hay veinte onzas de líquido en el interior del cilindro. —Sabes que una de las más grandes preocupaciones sobre una generación de nave es el incesto. —Eldest pone la jeringa en una canasta, toma otra, y la pone en la canasta al lado de la primera—. Eso es inevitable. Con una población de personas limitada, eventualmente los lazos de sangre se volverán demasiado entremezclados. Selecciona una jeringa de otra pila esta vez. Allí hay una etiqueta negra y roja cerca al embolo de cada aguja. La que está en la mano de Eldest ahora simplemente dice “arte visual”. —Conozco todo esto —digo—. Es por eso que el Eldest de la Plaga desarrolló la Temporada. Para que tú, nosotros, pudiéramos monitorear la reproducción. —Sí, es parte de eso. —Eldest está distraído mientras selecciona más jeringas para ponerlas en la canasta—. Pero otro problema no es sólo la prevención de discapacidades mentales y físicas del incesto. Otro problema es que la misión de esta nave es tan importante que no podemos permitir una generación que no tenga ingenio o talento. Ahora las jeringas que está seleccionando son de otra pila, una etiquetada como “matem{ticas”. Toma cinco de esas jeringas para la canasta. —Los fundadores de la nave nunca intentaron que sólo fuéramos granjeros ociosos mientras esperábamos aterrizar. Necesitamos inventores, artistas, científicos. Necesitamos personas que puedan pensar, procesar y desarrollar cosas nuevas para la nave y el nuevo mundo. Tres “artes de audio” van a la canasta, seguidas por diez “ciencia: biología” —Hemos ganado tanto durante nuestros siglos de viaje. Los wi-coms fueron desarrollados aquí. También los disquetes. Modificamos el tubo gravitacional cuando yo era más joven que tú. Eldest agarra un puñado de “ciencia: física” y pone cinco o seis en la canasta. Piensa por un momento, luego saca dos de la canasta y las pone de nuevo sobre la mesa con el resto de la pila.

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—De acuerdo, así que necesitamos personas inteligentes en la nave. ¿Qué tiene que ver eso con todo? —pregunto. Eldest levanta una jeringa etiquetada con “analítico”. —En cada una de estas agujas —dice, meneando la que está sosteniendo frente a mi cara—, hay un compuesto especial que combina ADN Y ARN, una quimera. Eso hace un lazo con el ADN del feto en una mujer embarazada y asegura que el niño nacido tenga ciertas características deseables. Abro mi boca para hablar, pero Eldest me interrumpe. —Cuando eres Eldest, debes analizar las necesidades de tu nave. ¿A tu generación le faltan científicos? Haz más. ¿Necesitas más artistas? Asegúrate de que nazcan. Es tu responsabilidad hacer que las personas de esta nave no sólo sobrevivan sino que florezcan. Mi estómago se retuerce. No estoy seguro si estoy de acuerdo con Eldest o no, no quiero pensar en una nave llena de idiotas innatos, pero tampoco me gusta cómo Eldest cree que simplemente puede “crear” genios. Eldest pone la última jeringa en la canasta y levanta su mirada hacia mí. Su cara está muy seria, pero también parece cansado, como si estuviera hecho de cera y estuviera derritiéndose lentamente. —No digo esto lo suficiente. Pero creo en ti. Creo que serás un buen líder. Algún día. Quiero sonreír y agradecerle —ni siquiera recuerdo la última vez que Eldest me halagó de esta manera—, pero al mismo tiempo, no puedo evitar preguntar si la razón de que Eldest esté tan seguro en que seré un buen líder es porque fui inyectado con algo de líquido pegajosos de “liderazgo” antes de que naciera. Y si ha sido así, me pregunto si fue suficiente.

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Capítulo 43

Amy Traducido por Emii_Gregori Corregido por Aldebarán

E

stoy enrollada en mi cama, con mis piernas metidas bajo mi barbilla y mis brazos envueltos alrededor de mis rodillas. Mi osito de peluche, Amber, está metido entre mi pecho y mis rodillas. Sus ojos de botón y su nariz se hincan en mis costillas, pero no me importa. Harley me da un vaso de agua fría. —Lo siento —dice Harley. Un furioso moretón color púrpura del tamaño de mi dedo meñique acentúa su ojo izquierdo. Él toca mi mano, y me estremezco. Quiero llorar, quiero gritar, quiero ocultarme, pero todo lo que puedo hacer es estremecerme porque un hombre se acercó lo suficiente como para tocarme. —Lo siento —dice Harley de nuevo. Retrocede y se sienta en la silla del escritorio, todo el camino al otro lado de la habitación. Se sienta en el borde de su asiento, como si fuera a saltar y a protegerme otra vez. Pero se contiene. Sus manos agarran el apoyabrazos, asegurándose de no tocarme de nuevo. Levanto mi cabeza. —No< quiero decir< gracias. Tú me salvaste. Harley sacude su cabeza. —Te dejé. Eso fue estúpido. Sabía que la Temporada estaba completa. La he visto empeorar cada vez más desde ayer. Y te dejé sola. —¿Por qué estaban así? —pregunto. En mi imaginación, todavía puedo ver la mirada vidriosa de la pareja teniendo sexo a mi lado, de cómo se apartaron de mis gritos. Presiono a Amber más cerca de mí, apreciando la sensación de sus botones moliendo mis costillas, preguntándome cómo se compararán los moretones que hace con los que ya florecen en mis muñecas. Harley se encoge. —La Temporada es así. ¿En Sol-Tierra no era así? Las personas son animales. No importa qué tan civilizados seamos, cuando la temporada de apareamiento llega, nos apareamos. —Tú no. Ni Elder. No todos están actuando como si estuvieran locos de lujuria.

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Las cejas de Harley se unen, una arruga de carne se forman entre sus ojos. Me recuerda a las cejas profundas y pesadas del hombre que estaba sobre mí, el que me estaba sujetando, bajando sus caderas contra las mías. Entierro mi cara en la falsa piel marrón de Amber, y respiro su olor a humedad. Mis brazos se tensan alrededor de mis rodillas y mis manos agarran mis piernas, y me alegro, porque si no me aferro a mí misma, creo que mi todo cuerpo se desmoronaría como un rompecabezas levantado en las esquinas. Harley no ha notado que estoy temblando bajo mi duro exterior. —En realidad, muchas de las personas en la Ward son geniales. Algunos están utilizando la Temporada como una excusa para actuar< imprudentemente, pero la mayoría de los pacientes de la Ward no son tan... —¿Locos? —Mi voz se agrieta. —Es irónico, ¿huh? Los locos son menos afectados por todo esto que cualquiera de los otros. Tal vez sea nuestra medicación mental. Se les conoce como “inhibidores”. Se supone que inhiben la locura, pero tal vez inhiben la lujuria también. No parecen inhibir la lujuria de Luthe. Él sabía lo que estaba haciendo. Sin embargo, los Alimentadores no lo sabían, no realmente. Me pregunto si es porque los Alimentadores son muy tontos. Lo que sea que les está haciendo que quieran follar, los Alimentadores simplemente lo hacen, como cuando esa chica con los conejos sólo creyó en lo que Elder había dicho, incluso cuando ella leyó la verdad. Gente como Harley y Luthe, que no son unos idiotas sin sentido, tienen más control sobre sí mismos. Pueden optar por ser amables, como Harley. O pueden elegir ser como Luthe. Harley sigue hablando, tratando de distraerme de todo. Habla sobre cómo hará que todo sea bueno de nuevo, pero no lo es, no puede serlo, no lo será. Sólo quiero que se vaya. Harley se levanta. —Déjame traerte más agua. —No. —Quiero estar sola. Quiero que se vaya y me deje encogerme en mí misma. —Pero creo< —¡NO! —grito. Mis manos se deslizan por mis brazos sudorosos. Mis dedos escabrosos sostienen mis codos, y mis uñas profundizan para que no pueda perder el agarre sobre mí misma de nuevo—. No —susurro—. Por favor. Sólo déjame en paz. Déjame estar a solas. —Pero< —Por favor —susurro contra la piel de Amber.

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Harley se va. Me quedo enrollada en la cama durante mucho tiempo, con mis ojos cerrados, pero mi visión aún es dolorosamente clara. Mis brazos se ponen más y más apretados, tirando de mis rodillas con tanta fuerza contra mi pecho que duele. No sirve de nada. Estoy cansada de abrazarme. Quiero que mi papá me abrace y me diga que matará a cualquiera que me lastime. Quiero que mi mamá me bese, acaricie mi cabello y me diga que todo estará bien. Porque la única manera en que puedo creer que todo siempre estará bien es si lo escucho de uno de ellos. Dejé que mis nudillos se relajaran. Están blancos en los bordes, y la punta de mis dedos hormiguea mientras la sangre regresa a ellos. El interior de mis codos está liso de sudor. Sonidos crujientes y explosivos escapan de mis rodillas mientas estiro mis piernas totalmente. Por un momento, me acuesto sobre la cama, pero eso me recuerda estar yaciente sobre la hierba del campo, y salto tan rápido que me mareo. Cruzo la habitación hasta la puerta en tres grandes pasos, pero cuando llego al botón para abrirla, mis manos tiemblan. Todavía están allí fuera. Con su sudoración, pulsantes cuerpos, con el ritmo desigual, con sus ojos hambrientos y sus manos crispadas. Tengo que hacerlo, me susurro a mí misma. Pero mis manos no dejan de temblar. Dejo caer mi cabeza contra fría pared. Jadeo por el esfuerzo de estar de pie cerca de la barrera entre ellos y yo. Quiero llamar a Harley o a Elder, pero no tengo ese audífono que utilizan para comunicarse. Y, además, Harley no me pueden salvar en todo momento. Golpeo el botón. Las puertas se abren a gran velocidad. Antes de que se haya despejado la puerta, presiono de nuevo el botón y la puerta se cierra nuevamente con la misma rapidez. Planeo la ruta en mi mente. Me imagino a mí misma corriendo, corriendo, corriendo tan rápido que nadie puede alcanzarme. Puedo ver el camino tan claro antes de que piense que podría funcionar sin abrir mis ojos en absoluto. Mi mano se desliza sobre el botón y la puerta se abre. La sala está, afortunadamente, libre de personas. Abro de un tirón la puerta de cristal de la sala común, y aguanto la respiración mientras corro por delante de la gente que está demasiado distraída para fijarse en mí pasando entre ellas. Mi cuello me grita por el número de veces que lo azoto, en busca de peligro por encima de mi hombro. Me deslizo en el interior del elevador vacío. Y por primera vez desde

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que salí de mi habitación, me permito volver a respirar mientras pulso el botón del cuarto piso. Ese pasillo está desierto también, y envío una oración en silencio por eso. Sin embargo, corro por delante de las puertas cerradas, parte de mí teme que se abran de golpe y revelen habitaciones llenas de impacientes hombres hambrientos por algo más que comida. No descanso hasta que estoy en el otro elevador, hundiéndome por debajo de la locura de la nave, en el silencio sepulcral del Nivel Crío. Quiero ver dónde están. Eso es todo. Me digo a mí misma, eso es todo. Primero corro. Pero mientras me acerco, mis pasos disminuyen hasta una caminata, y luego un ruido lento y rítmico... ruido sordo... ruido sordo< ruido sordo de cada paso en el duro suelo. Llegué a una parada completa en la fila. Me quedo mirando sus puertas numeradas: 40 y 41. Y luego corro a las puertas. Caigo de rodillas y mis manos se elevan, una en cada puerta. Y estoy segura de que parece como si estuviera alabando de forma muy entusiasta algo sagrado, pero todo lo que hay dentro de mí es un grito rebotando alrededor de mi cuerpo hueco. Durante mucho tiempo, me quedo arrodillada así, con los brazos y la cabeza hacia abajo. Sólo quiero verlos. Eso es todo, me digo, eso es todo. Me levanto. Envuelvo mis manos alrededor de la manija de la puerta etiquetada 40, cierro los ojos, aprieto la manija y la giro. Sin mirar el bloque de hielo expuesto, me giro sobre mis talones y abro el número 41, también. Allí están. Mis padres. O... bueno, por lo menos sus cuerpos están allí. Bajo el hielo azul veteado. La habitación está fría, tan fría que tiemblo. Mis brazos pican con la piel de gallina. Los ataúdes de cristal están fríos y secos. Las yemas de mis dedos se arrastran en la parte superior mientras corro mis manos sobre el rostro de mi madre. —Te necesito —susurro. Mi aliento empaña el vidrio. Lo limpio, un lustroso brillo húmedo en mi palma. Me agacho, con mi rostro paralelo al suyo. —¡Te necesito! —digo—. Es tan... extraño aquí, y no entiendo nada de ellos, y< y estoy asustada. Te necesito. ¡Te necesito! Pero ella es de hielo.

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Me giro hacia papá. A través del hielo, puedo ver las cerdas duras de su barba. Cuando era pequeña, él frotaba su cara contra mi vientre desnudo, y yo gritaba de alegría. Daría cualquier cosa por sentirlo ahora. Daría cualquier cosa por sentir algo excepto este frío. El cristal está nublado y el hielo no es muy claro, pero puedo ver dónde está la mano de papá. Froto mi dedo meñique contra el frío cristal, simulando que su dedo se envuelve alrededor del mío en una promesa. No me doy cuenta que estoy llorando hasta que chapoteo lágrimas sobre el ataúd. —Papá, no podía hacer nada. No podía levantarme, papi. Ellos eran más fuertes. Si no fuera por Harley< —Mi voz se agrieta—. ¡Papá, dijiste que me protegerías! ¡Dijiste que siempre estarías allí para mí! ¡Te necesito ahora, papi, te necesito! Aporreo mis puños contra el frío y duro cristal que rodea el hielo. Mis manos se agrietan y sangran, untando manchas carmesí en el cristal. —¡TE NECESITO! —grito. Quiero romper el cristal, para frotar la vida de vuelta en su hirsuto rostro barbudo. Mi cuerpo cae inerte. Me enrosco bajo su forma fría, sin vida, llevando mis rodillas a mi pecho, sollozando en seco y vacía, y escarbo para llenar mis pulmones con el aire que es muy delgado y débil. Una gigante gota de condensación se desliza por el cristal y cae haciendo plaf en mi mejilla. La froto, y la calidez de mis manos me devuelve la vida. No tiene por qué ser así. Puedo estar despierta, y puede ser imposible para mí volver dentro de una cámara criogénica... pero eso no significa que no pueda ver a mis padres. Me levanto. Esta vez no veo las caras de mis padres en el hielo. Esta vez, mis ojos buscan el pequeño recuadro negro en sus cabezas, el que tiene una luz verde intermitente. El que tiene el interruptor bajo la tapa. No puede ser tan difícil. Activar el interruptor. Eso es todo lo que tengo que hacer. Estaré aquí y esperaré. Los sacaré de la caja cuando se derrita para que no se ahoguen. Les ayudaré a salir de sus ataúdes. Los envolveré con toallas, los abrazaré y ellos me abrazar{n. Pap{ susurrar{: “Todo va a estar bien ahora”, y mam{ susurrar{: “Te quiero mucho”. Ellos son esenciales, susurra una pequeña voz en mi mente. Veo la fila de banderas en la parte inferior de la puerta, el símbolo del IRF, el Intercambio de Recursos Financieros. Ellos son parte de una misión que es más grande que yo. Mamá es una empalmadora genética, un genio biológico. ¿Quién sabe qué vida veremos en este nuevo mundo? Ella es necesaria.

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Pero pap{< est{ con los militares, eso es todo. Es un analista de campo. Él es el sexto al mando, pero los cinco delante de él son esenciales, no él. Ellos pueden hacerse cargo del nuevo mundo; papá puede hacerse cargo de mí. —Soy a prueba de fallos. —Puedo escuchar la fuerte y orgullosa voz de papá en mi mente, como el día que me dijo que seríamos una congelada familia feliz, ¿no estaba emocionada?—. Esa es mi misión, si algo sale mal, estaré allí. Un glorificado plan de reserva. Lo necesitaban en caso de que algo saliera mal. Pero, ¿y si nada salía mal? Si les dejaba a mamá, tal vez no les importara que me tomara de regreso a papá. Él no es realmente necesario. Mi mano ya está en la caja sobre la cabeza de papá. Tengo mi dedo sobre el escáner biométrico en la parte superior. La luz parpadea en amarillo. Acceso denegado. No tengo autorización de alta seguridad; no soy lo suficientemente importante como para ser capaz de abrir la caja, activar el interruptor y despertar a papá. Pero puedo romperlo. La idea juega en mi mente, mis ojos audaces y mi cabello balanceándose mientras golpeo la caja con los puños hasta que se rompe y puedo presionar el botón y derretir a papá. Es una imagen tan ridícula que me río. Una aguda risa histérica se rompe con un sollozo seco. No puedo despertar a papá. Él es necesario. Sé que lo es, aunque no quiera admitirlo. Soy una prueba suficiente de que es necesario... no me habrían dejado venir si él no lo fuera. Él y mamá sabían lo que significaba cuando se inscribieron para la nave. Recuerdo el primer día. Los dos estaban dispuestos a despedirse de mí para poder estar en esta nave. Papá ya lo había arreglado para que pudiera alejarme de ellos. Cuando me abrazó antes de que se congelara, estaba abrazando mi despedida. No esperaba volver a verme. Ni siquiera me embaló un baúl. Él me entregó para que poder despertar en otro planeta. No puedo llevarme su sueño. Si él puede decirme adiós, yo también. Además, no soy tan egoísta como para no recordar mi estado. Yo era la noesencial, no ellos. Si los alimentos no crecen y los animales no viven, mamá hará que suceda. Si ya hay un grupo de malvados alienígenas en el nuevo planeta, papá se encargará de ellos. De cualquier manera, son la diferencia entre un planeta de personas vivientes y de todo un planeta de personas que mueren.

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No puedo separarlos de eso. No puedo matar sus sueños, y no puedo matar el futuro de los habitantes del planeta que no alcanzaré hasta que sea mayor que ellos. Puedo esperar. Puedo esperar cincuenta años, hasta que vuelva a verlos. Deslizo sus bandejas en sus cámaras criogénicas y cierro las puertas, y luego me dirijo en silencio hacia el ascensor y hacia mi solitaria habitación. Puedo esperar.

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Capítulo 44

Elder Traducido por Anne_Belikov Corregido por Samylinda

—¿Q

ué es ese ruido? —pregunto, sólo ahora dándome cuenta del agitado sonido.

Eldest mira sobre su hombro, donde la habitación hace un fuerte ángulo recto. —La bomba de agua está ahí atrás. Frunzo el ceño. El procesador de agua está en el Nivel de Carga, no aquí. Pero entonces recuerdo los planos que Orión me mostró antes de que Amy despertara. Ahí había otra bomba de agua, en el cuarto nivel del diagrama. —Esta es vieja —digo. —¿Cómo lo sabes? —pregunta Eldest afiladamente, pero lo ignoro. Doy un paso hacia adelante, inspeccionándola. No es ni mucho menos tan grande como la bomba en el Nivel de Carga. Hay un panel de control, y, encima de ese, una boquilla. La bomba en el Nivel de Carga es usada para reciclar, purificar y distribuir el agua. Esta bomba sólo está diseñada para mezclar algo dentro del agua. Un cubo vacío descansa contra la bomba, una gruesa sustancia como jarabe en el interior. —¿Para qué es esta bomba de agua? —pregunto. Eldest me mira como si no pudiera creer mi estupidez. —Para bombear agua. —No. Eso es lo que hace la bomba en el Nivel de Carga. ¿Para qué es esta? Eldest sonríe, y realmente luce genuino. Como si estuviera orgulloso de mí por ver a través de él. —Era parte del diseño original de la nave. Godspeed es tan grande. Añadiendo suplementos nutricionales a la comida y al agua, podemos mantener una tasa de población de una persona por cada dos acres. Aunque, incluso con eso, la nave no puede soportar más que tres mil personas. Siempre hemos tenido que conservar el control de población. —Él se da cuenta de mi confundida cara—. Control de nacimientos. —¿A través de aquí? —pregunto, señalando la boquilla. Eldest asiente. —Usamos esta agua para distribuir anticonceptivos y vitaminas para todos. Mezclándolos directamente en el suministro de agua,

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mantenemos a todos saludables. ¿Por qué crees que las esposas de los Alimentadores dicen que bebas agua cuando no te sientas bien? Y, al principio de la Temporada, quitamos los Anticonceptivos y añadimos hormonas. Para incrementar el deseo sexual. Funciona particularmente bien en los Alimentadores. Recuerdo las palabras de Amy, sobre cómo la Temporada no era natural. Ella estaba en lo correcto. —Estoy contento de que hagas este tipo de preguntas —dice Eldest—. Contento de que finalmente empieces a pensar como un Eldest. —Él agarra la canasta en sus manos—. Es importante para mí saber que estás dispuesto a hacer lo necesario para hacer que esta nave y su gente prosperen. Lo. Necesario. —¿Lo estás tú? —Mi voz se rompe con las palabras. —Siempre lo he estado. —Eldest habla con tal sinceridad que no lo cuestiono—. Cada momento de mi vida lo he gastado en hacer que esta nave sea un mejor lugar para la gente que vive en ella. Sé que no siempre estás de acuerdo conmigo, pero funciona. —¿Cada momento, eh? —pregunto. Puedo sentir mi molestia subiendo gracias a la actitud de Eldest. Sé que está implicando que no estoy tan dedicado como él lo está. —Cada momento. —¿Entonces cómo estabas asegurándote de que la nave prospere cuando estabas en las cámaras de criogenización más temprano? ¿Qué gran acción de líder estabas haciendo entonces? Eldest se endereza. —No tengo que responderte, chico. Sé cómo funciona Eldest; sé cómo hacerlo hablar. —Pensé que la segunda causa de discordia era la falta de un líder central fuerte. ¿Cómo puedes ser un líder central fuerte sin revelar información importante a tu sucesor? Escucho un crujido. Eldest está aplastando los lados de la canasta de agujas bajo sus manos. —¿Por qué no sólo me dices lo que piensas que debo haber estado haciendo? —No es una pregunta, es más una amenaza. —¿Por qué no sólo dices lo que creo que no deberías haber estado haciendo? Como tal vez no deberías estar liberando a más personas de las cámaras de criogenización. El hombre murió. La mujer lo habría hecho también si Amy no la hubiese encontrado. Eldest apartó la canasta. Las agujas crearon un estruendo dentro de ella. — ¿Estás acusándome de abrir las cámaras de criogenización, de matar a los criogenizados?

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—Todo lo que estoy diciendo es que has estado terriblemente cerca cada vez que uno de ellos muere. —¡No tengo que escuchar tonterías de gente como TÚ! —ruge Eldest. Se dirige a la puerta, pero su pierna mala lo hace tropezar. Golpea contra uno de los cilindros grandes de baba y las cosas en forma de frijol oscilan en sus burbujas. —Algunos líderes —murmuro. Eldest se endereza, mirándome. —La tercera causa de discordia —dice en una terrible voz monótona—. Es el pensamiento individual. Ninguna sociedad prospera si un solo individuo puede contaminar a los miembros con el motín y el caos. —Se voltea ahora, mirándome—. ¡Y si el pensamiento individual está viniendo del futuro líder de la nave, y si el futuro líder de la nave está vomitando cosas estúpidas como acusarme de asesinar a los criogenizados, entonces rezo a las estrellas que ponga algo más de inteligencia en esa vacía cabeza suya antes de que yo muera y él tome el control! —¡Eso es más de ti intentando convertir esto en una lección sobre cómo seré un líder de mierda! —grito—. ¡Pero no me has dicho qué estabas haciendo aquí abajo, o cómo el Sr. Kennedy terminó ahogado justo al lado de esta puerta! —Disparo mi brazo hacia la puerta, golpeando el tubo de criogenización líquida y embriones, tan fuertemente, que los embriones dentro se mueven como fruta en gelatina. —Eres un tonto —escupe Eldest. Se marcha como una tormenta de la habitación, golpeando su pie contra la puerta cuando ésta se eleva demasiado lentamente. Las agujas crean estruendo cada que él da un paso. —Tal vez sea un tonto —murmuro—. Pero no me has dicho que no lo hiciste.

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Capítulo 45

Amy Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por Samylinda

T

engo un remordimiento. No sé por qué estoy pensando en esto ahora. Pero... es pensar en esto o pensar en eso.

Era nuestro último día. Ya le había dicho a Jason para entonces. Le dije cómo me habría ido pronto. Ido para siempre. Nos despedimos antes de esa noche, solos en su dormitorio. Juntos. Realmente juntos. Por primera y última vez. Después, él me llevó a este costoso lugar italiano llamado Little Sienna. Y fue tan maravilloso que todo lo que quería hacer era llorar, porque sabía que iba a terminar. Y, por supuesto, no me había puesto máscara resistente al agua así que, por supuesto, estaba manchada por todas partes, de modo que me excusé. Ahí había un solo baño, y una fila de mujeres que esperando. —¿Has venido con Jason? —preguntó la chica delante de mí. Asentí. Su nombre era Erin, y era una Senior, y eso es todo lo que sabía de ella. —Él me rompió el corazón el año pasado. No sé cómo lo hace. —¿Hacer qué? —Yo seguía sonriente, pero la sonrisa estaba empezando a sentirse superficial. —Mantener a todas sus chicas. —Mi sonrisa desapareció—. Te lo juro — dijo Erin—, pensé que era la única durante todos los meses que salimos, pero no sabía acerca de Jill y Stacy, no hasta después que rompimos. Me sentí como si hubiera tragado plomo hirviendo. —¿Él te engañó? —Oh, sí —dijo. Entonces se echó a reír—. Pero eso fue el año pasado. Estoy segura de que no es así ahora. Ustedes dos se ven muy lindos juntos. Me alegro de ver que fuiste capaz de reformarlo. Tu nombre es Kristen, ¿verdad? —No —dije vacía—. Amy. —¿Quién era Kristen? ¿Por qué ella piensa que mi nombre era Kristen? ¿Jason veía a Kristen por otro lado? —Mi error —dijo Erin.

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¿Había pena en sus ojos? Salí de la fila. Con todo y el rimel corrido. Pero cuando me senté en la mesa, Jason se rió y me pasó una servilleta, y luego lamió la esquina de la misma y me limpió mi ojo, y me rozó la mejilla con sus dedos y sus ojos se posaron en mis labios. Y recordé decirle adiós, antes esa noche. Una parte de mí quería exigir saber quién era Kristen. Para saber con quién se había estado enviando mensajes de texto, antes, cuando él no me dejaba ver su teléfono. Lo que sus amigos habían llamado “grandes planes” para el próximo sábado. Después de que me hubiera ido. Pero otra parte de mí dijo que era demasiado tarde. Ya habíamos... dicho adiós. ¿No sería más fácil creer que Jason era mi Jason, no un tramposo, no una basura? En ese momento, yo no creía que eso importara. Pero ahora, lo único que lamento es que no le exigí la verdad.

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Capítulo 46

Elder Traducido por flochi Corregido por Samylinda

—N

o está aquí —dice Harley. Está sentado en la antesala del cuarto común, mirando fuera de la ventana a los campos de trigo en la distancia.

Me dirijo a la puerta que conduce a las cámaras privadas. —No molestes —gruñe Harley—. Ella quiere estar a solas. —Abro mi boca para preguntar por qué, pero agrega—: Por eso quiero estar a solas también. —Se frota un costado del rostro, y noto un hematoma oscuro debajo de su ojo. Hago una nota mental para comprobar con el Doc sobre la última vez que Harley tomó sus medicinas. No son las medicinas mentales comunes de las que estoy preocupado... son las otras píldoras que el Doc le da, las que retienen el humor oscuro de Harley, las que lo hacen menos loco. Así que dejo el Hospital a solas. Paso la estatua del Eldest de la Plaga, pero no me detengo. No quiero que me vea también. En su lugar, me dirijo al camino de acceso del salón de grabación. Veo a las personas, todavía en pleno apogeo de la temporada, y me hace sentir enfermo del estómago el saber que todo esto sólo se logró a través de la bomba de agua de Eldest. Cuando llego a la salón de grabación, tengo que pasar sobre un par de cuerpos entrelazados para subir las escaleras. Victria se sienta sobre una mecedora en el porche, mirándolos, ocasionalmente escribiendo algo en su pequeño libro de cuero. Me sorprende que ella no esté con Bartie, sin hacer lo que las parejas en las escaleras están haciendo, pero Eldest dice que las hormonas afectan a los Alimentadores más que a los otros. Orión está de pie de espaldas a mí, de frente a la imagen de Eldest que se asoma a la inmensidad del Nivel Alimentador. Antes de que pueda decir algo, sin embargo, él levanta la imagen de su rincón en la pared y lo apoya contra el suelo del porche. —¿Qué estás haciendo? —pregunto, conmocionado. La pared del Salón de Grabación luce desnudo sin el rostro falsamente acogedor de Eldest asomándose en él.

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—Es momento de una actualización de la imagen —dice Orión, levantando la pintura y dirigiéndose de vuelta al interior del Salón. Eso tiene sentido. La pintura de Eldest tiene al menos una década. En la pintura, su cabello es mayormente marrón, sus ojos todavía claros, sólo una sugerencia de arrugas en su frente. Me pregunto lo que mostrará la nueva imagen. ¿Cabello largo de color blanco? ¿Hombros curvos que se inclinan más debido a los años de renguear? Quizás estoy equivocado por completo. Tal vez su edad lo haga más majestuoso. —Oye —dice Victria sin alzar la vista de su libro. No me ha hablado mucho desde que llegó Amy, aunque fuimos realmente unidos antes, cuando yo vivía en la Ward. Ella se ve más mala ahora, más amarga que hace tres años, cuando ella tenía diecisiete y yo trece. En ese momento, ella fue mi primer enamoramiento, pero ya no sé por qué. —Hola. ¿Escribiendo otro libro? —Victria ha creado una docena de libros y los ha subido a la red informática. Son fantásticos, no sé cómo lo hace. Historias realmente increíbles sobre héroes durante la Plaga. Cosas trágicas. Mi estómago se desploma. Supongo que Eldest le dio su “escritura” barata antes de que naciera. —No exactamente. —Cierra su libro de golpe y lo mete en el bolsillo grande de su chaqueta. No se vuelve hacia mí, sin embargo, sólo mira fijamente los campos perfectamente cuadrados y medidos en frente de ella, salpicados con parejas. Sigo su mirada. —Vaya, ten cuidado aquí afuera. La Temporada es bastante salvaje ahora. —Estoy contento de que Amy esté segura con Harley. Victria no me mira. —Luthe caminó conmigo. Orión está aquí ahora; puede caminar conmigo de regreso. Encogiéndome de hombros, me doy la vuelta a la pared, y estoy sorprendido de ver que la vieja pintura de Eldest ocultaba una placa. Sala de Grabación & Edificio de Construcción 2036 CE Financiado por IRF. Debajo hay letras que no reconozco, del alfabeto cirílico o griego, no estoy seguro de cuál. Entonces, debajo de eso: “Si no entiendes algo, observa su principio y su desarrollo”. -Aristóteles. Hay otras ocho líneas de texto, cada una en un diferente idioma, dos de los cuales no eran más que símbolos irreconocibles, pero no es difícil imaginar que es la misma cita en otros idiomas. —Esto es antiguo —le digo a Victria, a quien no parece importarle—. Realmente antiguo. Ha estado aquí desde la creación de la nave. Ella gruñe para dar a entender que me ha escuchado.

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Pienso en los planos de la nave que Orión me mostró hace unos días. Cómo, una vez, el Nivel Alimentador estuvo centrado en la “investigación biológica” y este “Salón de Grabación & Investigación” fue su centro de operaciones. La pareja por la que tuve que pasar para llegar al Salón de Grabación está gimiendo, ruidosamente. Esta no puede ser la clase de grabaciones e investigaciones para lo que los constructores de la nave la destinaron. Eldest habla tanto sobre cómo hemos progresado, cuánto mejor estamos mono-étnicamente, y sobre nuestro fuerte sistema de liderazgo. Pero, ahora mismo, me parece que las austeras palabras de este Aristóteles nos desprecian, a nuestra investigación que no es más que fornicación. Me pregunto sobre el tiempo de la pintura. Esta es la segunda vez que Orión me ha llevado a descubrir algo nuevo sobre la nave. ¿Cuánto sé sobre él, realmente? Apenas lo he visto en alguna parte que no sea el Salón de Grabaciones, e incluso en su mayor parte permanece oculto detrás de los libros y las sombras, un fantasma entre las palabras y la información digitalizada. Yo podría conocer a todos en esta nave —sus nombres, incluso sus rostros—, pero, ¿realmente los conozco? Él podría ser cualquiera. —¿Piensas que se aman? —la voz de Victria corta mis pensamientos. Ella no me está mirando, está mirando a la pareja ya terminando en las escaleras de la Sala de Grabación. —No —digo. —Es repugnante —murmura Victria—. ¿Pueden controlarse? No, pienso. Realmente no pueden. —Orión dice que es la naturaleza humana. —No lo es, pienso. —No lo es —dice Victria. La miro, sorprendido. —Si lo fuera, yo estaría entre ellos —dice mi amiga, asintiendo con la cabeza hacia la pareja en las escaleras. Bueno, ex-amiga. Ella tiene razón—. Pero no lo estoy. No tengo< deseo de ser así. No con alguien a quien no< Se detiene a mitad de frase, pero puedo suponer lo que iba a decir. No con alguien a quien no ame. Hace una semana, habría resoplado ante esas palabras. El amor no era más real que el “Dios” que Amy adoraba. Había escuchado el “amor” en el mismo contexto que escuché esos cuentos de hadas religiosos, como las historias que las personas en Sol-Tierra solían contar para sentirse mejor sobre el mundo imperfecto que ellas ayudaban a crear. Pero ahora...

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—Es mejor haber amado y perdido que nunca haber amado —dice Victria. —¿Es de tu nuevo libro? Victria resopla. Se remueve en su asiento, y noto la pila de libros —libros reales, de Sol-Tierra— ubicados sobre el piso del porche junto a su mecedora. Frunzo el ceño. Orión, como un grabador, debería saberlo mejor. Incluso los Grabadores tenían prohibido llevarse los libros antiguos. Si Eldest lo atrapa... En el césped delante de nosotros, la mano de la mujer descansa sobre su estómago desnudo, sus dedos curvándose sobre su piel, como si estuviera agarrando algo invisible pero precioso. —¿Al menos crees que son felices? —pregunta, cabeceando hacia la pareja. Antes de que pueda responder, ella agrega—: Porque yo nunca lo soy. —¡Bien, vamos a colgar esta antigua pintura! —dice Orión alegremente mientras sale del Salón de Grabación. El lienzo que está sosteniendo es tan nuevo que puedo oler la pintura sobre él. Me recuerda a Harley. Orión gira el lienzo para acomodarlo sobre el gancho sobre la placa, y jadeo. Él me mira y sonríe conocedoramente. No es Eldest sobre el lienzo.

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Soy yo. —Esta Temporada es el principio de tu gen —dice Orión, deslizando el alambre en la parte posterior de lienzo sobre el gancho y enderezando la pintura—. Es casi la hora de que Eldest dimita. Para que tú seas el nuevo líder. Mi pintura observa a Godspeed desde el lugar exacto donde la pintura de Eldest había mirado. Harley había hecho esto —reconozco su estilo— aunque nunca me senté para que me pintara. Debe haberlo hecho de memoria —lo que explicaría por qué agregó todo tipo de cosas en la pintura que no existen—. La misma inclinación de la cabeza que Eldest tiene, pero yo no. Los mismos ojos claros, la misma postura segura. No se parece a mí para nada. ¿Es así como Harley me ve? Ese no soy yo en absoluto. —No es exactamente como tú —dice Victria. Ha abandonado su mecedora y está de pie detrás de mí, asomándose sobre mi hombro para mirar la pintura. —Luce como un líder —dice Orión. ¿Un líder? No. Un líder sabría qué hacer.

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Capítulo 47

Amy Traducido por Susanauribe Corregido por Samylinda

A

la mañana siguiente, me duché, luego me duché de nuevo. Pero no puedo lavar los moretones en mis muñecas o piernas, y no puedo borrar el recuerdo de mi mente.

Menos personas estaban habitando los campos. Casi ninguna. “Las personas son animales”, Harley había dicho. Lo son. Luthe y los dos hombres Alimentadores probaron eso. Y ese hombre y mujer, que habían estado junto a mí, que ni siquiera me notaron, o les importaba< Elder me besó en el jardín, justo cuando la Temporada comenzó. ¿Fue un beso verdadero... o cualquier par de labios femeninos habrían servido en mi lugar? Mi cara ardía. Fue verdadero para mí. Pero probablemente no para él... No me importaba qué tipo de plaga pasó por la nave, o qué clase de reglas Eldest había hecho: la Temporada no es un comportamiento humano normal. Tenía que existir alguna razón para ello. Algo en lo que comen, o un químico en el aire reciclado; tal vez incluso una enfermedad para que las personas actuaran como animales en celo. Luego se me ocurrió: el doctor. Él debería saber que esto no es normal, él debería saber cómo aislar —y detener— lo que sea el desencadenante que hace a la gente tan barbárica. Salto hacia arriba y me dirijo a la puerta, pero mi mano tiembla mientras alcanzo el botón para abrirla. Aquí, estoy a salvo. Ahí afuera… No. No me quedaré en mi hueco de escondite como un conejo asustado. El objetivo de encontrar al doctor es para probar que las personas no son animales. No me puedo esconder como uno. El doctor, de todos modos, puede. No está en el tercer piso, o el cuarto. Una enfermera en el vestíbulo me dirige al segundo piso. —Pero él está ocupado —grita detrás de mí.

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Decenas de mujeres se alineaban en los pasillos del segundo piso, algunas usando trajes de hospital y sentadas en las puertas, aparentemente a la espera de que un cuarto sea desocupado, algunas usando sus túnicas planas y pantalones anchos, sosteniendo una bata de hospital pulcramente doblada y esperando para cambiarse. Todo el piso luce como la oficina de un ginecólogo. En cada habitación hay una cama con estribos, y casi cada cama está ocupada. Camino lentamente. ¿Por qué la oficina de un ginecólogo está tan llena ahora? Estas mujeres no pueden estar embarazadas ya, ¿verdad? No después de un día. Negué con mi cabeza. No podía estar segura de eso. En una nave donde los teléfonos están integrados a tus oídos y un plástico tan delgado como el papel es una computadora, no es tan loco pensar que tal vez puedes saber si estás embarazada así de rápido. Ninguna de las mujeres habla. —Ponte en la fila —una enfermera dice, entregándome una bata de hospital doblada. —Oh, pero sólo estoy aquí para ver al doctor< —empiezo, mi voz se iba apagando. Obviamente estoy aquí para ver al doctor, obviamente todas las mujeres aquí lo están—. Quiero decir —añado a la impaciente mirada de la enfermera—, no, uh, un ginecólogo, sino el otro doctor, el cual usualmente estaba en el tercer piso. —Sólo hay un doctor —la enfermera dice. Mira mi pelo rojizo y mi piel pálida un poco más de cerca—. ¿Supongo que no estás aquí por la Temporada? —¡No! Ella suspira. —Sígueme. La enferma me guía por el pasillo, abriéndose paso entre grupos de mujeres. Muchas de ellas miraban hacia arriba y se quedaban viéndome con un tipo de curiosidad, como se mira a un extraño en el autobús. Ninguna de ellas habla; no parecen estar enormemente molestas por mí. —¿Sólo un doctor, con tantos pacientes? —le pregunté a la enfermera. —Él nos tiene a nosotras las enfermeras, y tiene asistentes, varios de los científicos han estado trabajando directamente con él por años. —La enfermera suspira de nuevo—. Pero el Doc no escogerá a nadie como su aprendiz. No es del tipo confiado. Me pregunto qué tiene que ver la confianza con contratar más, pero no hay tiempo para preguntar. La enfermera se detiene en una puerta abierta y mueve su cabeza para decirme que entre. Entro. El doctor está sentado en una silla entre los estribos de una cama, con las piernas de una mujer apoyadas hacia arriba en los estribos. Todo lo que la mujer probablemente no quiere que vea está ahí mismo.

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—¡Oh, Dios mío! ¡Lo siento! —Cubro mis ojos y me volteo para partir. ¿Por qué la enfermera me dejó entrar en la habitación en medio de un examen... un muy personal y privado examen? —Está bien —el doctor dice—. ¿Para qué me necesitas? —Creo que ella no me quiere aquí< —A ella no le importa. ¿Verdad? —pregunta, mirando a la mujer por encima de sus rodillas. —No, por supuesto que no —dice ella, sonando aburrida. Todo lo que sabía es que si yo fuera la que estuviera tendida en una cama con estribos, mis pies en el aire y mis partes privadas sólo allí para que todos las vieran, estaría mortificada. Mi madre me hizo ir al ginecólogo después de que comencé en serio con Jason, y nunca había tenido una media hora más incómoda en mi vida. No quería a nadie más en la habitación conmigo, incluyendo al doctor, la enfermera y mi madre, y mucho menos a un extraño. Pero a esta mujer no le podía importar menos. Me arriesgué a abrir mis ojos, y ella encontró mi mirada con una vista calmada. No parecía estar molesta en absoluto por mi presencia. —Yo, um< —Tato de ignorar lo que el doctor está haciendo con esa porquería y esa cosa de metal que luce como un artefacto de tortura—. Quería preguntarle sobre la Temporada. —Ah —dice el doctor. Él sólo sigue adelante con su examen. Quiero decir, ¿no puede parar por un momento? —¿Cambia a las personas? —lo dije todo de una, tratando de terminarlo tan rápido como fuera posible. —¿Qué quieres decir? La cosa metálica del doctor se resbala. La mujer sonríe pero no dice nada. Está mirando el techo distraídamente. La mirada vidriosa en sus ojos, la forma pasiva en que está tendida ahí, todo me recuerda a la manera en que la pareja actuaba cuando fui atacada. La apatía de esas personas no era normal< pero tampoco lo es esta mujer. De hecho, todas las mujeres que vi en el pasillo eran un poco así. Todas estaban sentadas tan pacientemente, tan calladamente, tan< distraídas. Con tantas mujeres, todas en línea para tomar un examen ginecológico< deberían estar impacientes, deberían estar hablando, deberían estar nerviosas o asqueadas o ansiosas o miles de otras cosas. —¿Cuál es tu nombre? —le pregunto a la mujer. Su rostro se desplaza hacia abajo así puede verme, y me doy cuenta que había olvidado que estaba allí, pero no está completamente molestada por eso.

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—Filomina —dice en un tono uniforme, incluso aunque el doctor está haciéndole algo que me habría hecho retorcer con inquietud. —¿Eres feliz? —Sé que es una pregunta extraña, pero fue la primera cosa que pude pensar. —No soy infeliz. —Amy, ¿qué quieres? —dice el Doc. —Es como si ella ni siquiera fuera humana —digo—. ¿No puedes notarlo? ¡Eres un doctor! ¡Deberías saber que esto no es normal! —¿Qué no es normal? —pregunta mientras la mujer deja que su cabeza se deslice de nuevo al centro de la almohada. Ella mira distraídamente el techo, sus ojos pestañeando, pero de otra manera sin mostrar signos vitales. —Esto —digo—. Ella. El doctor lanza un chorro de líquido azul en el estómago de la mujer, luego frota un instrumento de mano con un fondo plano por él. Pienso, al principio, que está haciendo un ultrasonido, pero no hay pantalla que muestre borrosas imágenes a blanco y negro de un feto. En cambio, un pequeño monitor encima del dispositivo de mano hace beep.

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ESTADO: NIVEL HORMONAL ÓPTIMO POSIBILIDAD GENÉTICA DE DEFORMACIONES FÍSICAS: MEDIO POSIBILIDAD MEDIO-ALTO

GENÉTICA

DE

DEFORMACIONES

MENTALES:

INFLUENCIA INCESTUOSA DE LA SECUENCIA GENÉTICA: ALTA —Bueno, Filomina, ¡parece que estás embarazada! —el doctor dice mientras aleja el dispositivo. Ella suspira con contenido deleite, la única emoción real que ha tenido en todo el tiempo. —¿Cómo lo sabes? —digo. El doctor se voltea hacia la mesa junto a la cama. —¿Qué quieres decir? — pregunta. —Sólo lo han estado haciendo por pocos días. ¿No tienes que esperar un par de semanas antes de que puedas decir que alguien está embarazado? El doctor limpia la jalea lubricante del estómago desnudo de Filomina, luego friega su piel con algo que huele a alcohol. Él se agacha y abre una gaveta junto a la cama con estribos y saca una jeringa tan larga como mi antebrazo. El largo cilindro de vidrio está lleno con un líquido de color ámbar. Cerca del

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émbolo está una pequeña marca; puedo decir que tiene palabras escritas, pero estoy muy lejos para leerlas. —Su nivel hormonal indica que ella tiene una buena fertilización. Y si no estaba embarazada antes, lo estará después de esto. Esto arderá un poco —el Doc le advierte a Filomina, a quien no parece importarle. Luego la apuñala con la aguja, embistiéndola más adentro de ella, en su útero, supongo. Me contraigo de horror, mi propio estómago apretándose con ver, pero Filomina sólo da un pequeño ¡uh! de dolor, y termina. El doctor baja la jeringa, y el líquido ámbar se dispara hacia Filomina. —Esa cosa es para cambiar al bebé —digo en un susurro ahogado. El doctor me mira, todavía presionando la jeringa. —Hace al bebé más fuerte, mejor. Mi boca está seca. Recuerdo lo que la chica en el campo de conejos dijo sobre las “inoculaciones”. —¿Es por eso que todas estas mujeres son tan extrañas? ¿Porque las cambiaste antes de que nacieran? —Todos lo hicieron —él dice mientras comienza a sacar la aguja del abdomen de Filomina—, le da al bebé una secuencia de ADN extra, así la parte de su ADN que es más débil por el incesto puede ser rehecha. No estoy afectando su personalidad. —Si lo cambias, lo estás haciendo. El doctor saca la aguja. No puedo dejar de mirar la pequeña gota de sangre alzándose de la punción. El doctor deja caer la aguja en una caneca de basura y finalmente vuelve toda su atención hacia mí. —Todo esto es perfectamente normal —dice él, haciendo énfasis en cada palabra—. No hay nada malo aquí. Esta es la forma en que las personas normales son. —Oh, sí —Filomina dice en un tono monótono plano—. Esto es normal. Soy normal. Retrocedo, buscando a tientas el pomo de la puerta. Salgo de la habitación y corro por el pasillo. Las mujeres me miran silenciosamente mientras paso en carrera. E incluso aunque sé que sus ojos no están interesados en mí, el desalme en ellos me llena con un temor que no puedo explicar.

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Capítulo 48

Elder Traducido por CyeLy Divina Corregido por Samylinda

—B

rilla, brilla, pequeño murciélago. Me pregunto qué serás. —¿Perdón? —pregunto sonriendo.

—Sólo un texto de Sol-Tierra —dice Orión, regresando con el disco en la mano. Yo no esperaba ver a Orión en la Sala Común de nuevo, pero me alegro de que esté aquí. Una cara amable. Harley me indujo ayer a cambiar con él el Nivel de Crío. Por lo que he estado pegado a Eldest la mayor parte del día. —¿Has visto a Harley o a Amy? Orión sacude la cabeza. —¿Qué estás haciendo aquí? Pensé que no querías que Eldest o Doc te vieran. Orión se ríe. —Oh, no te preocupes. Los dos están muy ocupados, estoy seguro. —Yo casi creo que está tratando de decirme algo en secreto con sus ojos, pero sea lo que sea, no puedo entenderlo. Suspirando, Orión vuelve a su disco—. Estos textos de Sol-Tierra son tan fascinantes. —Golpea en la pantalla, moviendo de un tirón a través de diferentes textos. —Debes tener cuidado. Si Eldest se entera que le diste a Victria los libros de Sol-Tierra... eres un grabador. Sabes que se supone que los libros de SolTierra no salgan del Salón de Grabación, y no están destinados a ser vistos por los Alimentadores. —Trato de mirar por encima del hombro para ver lo que está leyendo—. ¿Qué es eso? Orión me tiende el disco, y veo un dibujo de un hombre alado con tres caras. —Es una historia sobre el infierno. La capa inferior de todo el hielo. No estoy mirando más al disco, estoy mirando a Orión. —Oh, ¿el acceso? —dice—. No te preocupes. Tengo acceso. Algo sobre la manera casual en que habla del acceso me hace detenerme. —¿Qué sabes? —le pregunto, mi voz baja para que los demás en la Sala Común

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no puedan oír. Orión es el que me mostró los planos que me llevaron a Amy. Ahora él está hablando de hielo infernal. Orión se encuentra demasiado cerca. Puedo tomar un paso atrás, pero se apoya al lado de mi cara. —¿Qué sabes? —pregunta—. ¿Sabes que tienes un amigo en mí?

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Capítulo 49

Amy Traducido por Elena Vladescu Corregido por Samylinda

C

uando entro a mi habitación, la primera cosa que hago es golpear el botón que opera la pantalla sobre la ventana. La habitación se oscurece. Bien. Quiero la oscuridad.

Alguien golpea la puerta. Lo ignoro. ¿Con quién en esta nave querría hablar? —¿Amy? —dice Harley— Te vi entrar. Quería chequear cómo estás. —Estoy bien —digo a través de la puerta. —No, no lo estás. Abre la puerta. —No. —Doc tiene el código maestro. Iré a buscarlo si es necesario. Me levanto de un salto y presiono el botón para abrir la puerta. El doctor es la última persona que quiero ver. Harley entra y escanea la habitación. —¿Qué? —pregunto. —Nada. Sólo pensé< que alguien estaría aquí contigo. Lanzo un resoplido. —¿Quién? Harley avanza hacia el escritorio y se sienta en la silla. —Pensé que Elder podría estar aquí. —¿Por qué él vendría a verme? —Porque le gustas. Miro fijamente a Harley, pero no veo ninguna señal de que esté mintiendo. —No creo que a alguien de aquí le guste. —¿Por qué dices eso? —él luce realmente sorprendido.

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—¿Acaso no viste a esos hombres ayer? ¡Eso no era “gustar”! Eso era< ¡ugh! Y justo ahora —me detengo—. No quiero hablar sobre Filomina. —Siento lo de ayer —dice Harley, y sé que lo dice en serio—. Pero la Temporada ya se acabó. No pasará de nuevo. —Puedo escuchar la amenaza en su voz. Espero estar ahí cuando él vea a Luthe de nuevo—. ¿Pero qué pasó hoy? —agrega— ¿Dónde estabas? —En el segundo piso —Harley espera que continúe— Las mujeres ahí< —¡Oh! —Harley sonríe— ¡Las mujeres Alimentadoras! Estaban ahí para sus exámenes. —Eran escalofriantes. —Oh, no, ellas son normales. Me estremezco ante su elección de palabras. —¡No eran normales! —escupo—. Esa no es la manera en que la gente normal actúa. ¡Las personas no son muñecos sin pensamiento! Harley sacude su cabeza. —Estás diciendo eso solamente porque has estado en la Ward desde que fuiste descongelada. Nosotros somos los anormales. Se supone que las personas tienen que ser así: obedientes, calmadas, trabajando juntas. Somos nosotros los que no podemos concentrarnos, los que no podemos trabajar juntos, los que no podemos hacer los trabajos de los Alimentadores o de los del Nivel de Carga, somos nosotros quienes no somos normales. Somos los que tenemos que tomar medicamentos mentales así no nos ponemos locos. Me quedo mirándolo. No sé qué está pasando, pero todo es al revés aquí. Las personas normales est{n “locas”, mientras que aquellas que perdieron cualquier capacidad para pensar son “normales”. Y la Temporada< los ojos burlones de Luthe aparecen en mi memoria, y trago mi bilis. —¿Acaso las personas de aquí no tienen emociones? —pregunto finalmente. —Por supuesto. Ahora, por ejemplo, tengo hambre. ¿Quieres ir a la cafetería conmigo? —No, lo digo enserio. ¿Tienen amor, o solamente la Temporada? Cualquier risa que haya arrugado los ojos de Harley está muerta ahora. —La Temporada no fue nuestro mejor momento, pero me gustaría que apreciaras el hecho de que no actué así. —¿Y por qué no lo hiciste? —pregunté, frustrada— ¿Qué pasa con esta nave? ¿Por qué algunas personas están en celo por las calles y otras no están afectadas para nada?

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Harley juega con los lápices que están acostados en el escritorio cerca del cuaderno que saqué del baúl de mi papi. —Tal vez no sepas tanto como piensas. —¡Entonces dime! —Estuve enamorado. Una vez. Es este “una vez” lo que me detiene. Porque yo estuve enamorada una vez, también. Y ambos estamos hablando en tiempo pasado. —Es probable que por eso no me vi afectado por la Temporada. ¿Por qué querría estar con otra mujer? —Sus ojos van a la deriva hacia el tapizado de hiedras que se enredan por el marco de la puerta—. Pinté eso para Kayleigh. Ni siquiera me atrevo a respirar. Tengo miedo de que cualquier cosa — cualquier movimiento, cualquier sonido— silencie la confesión de Harley. —Han pasado tres años. Era un poco menor de lo que Elder es ahora. Kayleigh y yo< conect{bamos. No podríamos haber sido m{s diferentes, pero conectábamos. A mí me gustaba el arte, a ella las máquinas y las cosas mecánicas. Cualquier cosa que yo pintaba, ella la retocaba con sus cosas. —¿Qué pasó? — le pregunté a Harley mientras el silencio crecía. —Murió. Las palabras flotan en el aire. Quiero preguntarle cómo. Pero no quiero que se ponga más triste. La lana tosca de mi ropa se siente incómoda en mi piel. Pienso en cómo encontré sus ropas aquí, durante mi primera noche. Recuerdo haber tocado la hiedra alrededor de la puerta, trazando los delicados pétalos, y puedo imaginarme a un Harley más joven pintándolas para una risueña Kayleigh, cuyo rostro no puedo ver, pero que está vistiendo estas ropas. —Ella no estaba hecha para un sol falso. Kayleigh necesitaba un cielo real, como el que nos contaste. Se sentía atrapada por las paredes de la nave. Todos sabíamos que algún día íbamos a aterrizar, que seríamos la generación que dejaría esta nave y viviría en el nuevo mundo. —Harley toma mi oso del escritorio y lo sostiene contra él, como si estuviera recordando el tacto de Kayleigh—. Pero ella no podía esperar tanto tiempo. Y supe, sin que me lo dijera, que ella se había suicidado. Y entendía completamente el por qué.

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Capítulo 50

Elder Traducido por Dangereuse Corregido por Samylinda

G

olpeo la puerta de Amy con más fuerza de la que tenía intención, con mi mente dándole vueltas a las palabras de Orión. Harley abre la puerta.

—¿Dónde está Amy? —lo aparto y entro en su habitación. Está en la cama. Me pregunto de qué habrán estado hablando. Solos. En su habitación. En su cama. —¿Qué quieres? —pregunta Amy, y aunque no suena impacientada, en mi mente me pregunto si está intentando deshacerse de mí para volver a estar sola con Harley. Harley entra al baño y regresa con un vaso de agua. —¿Por qué estás molesta? —No es nada. —Amy se bebe el agua. Me siento en la silla del escritorio. Harley se sienta al lado de Amy en la cama. Desearía haber dejado la silla libre para Harley. —¿Para qué querría alguien asesinar a los congelados? —pregunto. Harley y Amy parecen sorprendidos por lo abrupto de mi pregunta, pero ya he tenido bastante con Orión yéndose por las ramas—. Ahora dos están muertos. Muertos. Por ninguna razón aparente. —¿Qué te dijo Eldest cuando lo encontraste? —pregunta Harley. Dejo la pregunta en el aire lo suficiente como para que ambos caigan en la cuenta de que hay algo que va mal. No es que esté intentando ser misterioso. Es que simplemente no sé qué decir. ¿Que no pienso que pueda confiar en Eldest? Harley sólo ha visto la versión amable de Eldest; para él, es su líder sabio. ¿Cómo se supone que voy a decirle que de todas las personas de la nave, del que más sospecho es de Eldest? —Pienso que tenemos que descubrir por qué están siendo atacados —digo al final—. Esa es la clave; en eso es en lo que tenemos que centrarnos. Mientras tanto, tengo una idea. —Cogiendo el colgante de la mesa de Amy, pulso en mi acceso y saco el mapa localizador wi-com—. Éste es el Nivel Crío —digo,

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tendiéndole el mapa a Amy. Nuestros dedos se rozan, y puedo sentir el calor de su toque mucho después de que se aleje. —¿Qué es esto? —pregunta Amy, señalando al punto azul brillante. —Púlsalo. Cuando lo hace, un nombre aparece en la pantalla. —“¿Eldest/Elder?” Pero tú estás aquí. Asiento. —Eso significa que Eldest está debajo. Tenemos el mismo acceso a todo, así que el ordenador nos etiqueta igual, ¿recuerdas? Los dedos de Amy se aprietan, estrujando el borde del colgante. —Sé lo que estás pensando —digo—. Pero él está en el laboratorio. Las cabinas de crío están por aquí. Amy no parece tranquila. —Mira. —Harley señala al punto de Eldest mientras éste se mueve por el mapa y desaparece. —¿Qué ha pasado? —pregunta Amy, sorprendida. —Ahí es donde está el ascensor. Aparecerá en el nivel de Alimentación ahora. Pero he pensado que te gustaría quedarte con esto. Lo he programado para que funcione con tu huella dactilar cuando te escaneé antes. Así puedes ver quién va y viene. —Gracias —dice Amy—. Pero< esto no es suficente. Necesitamos estar ahí abajo. Todo el tiempo. Deberíamos ir ahora. —Se levanta, pero parece perdida—. Ahora mismo. Si no estamos ahí para protegerlos< ¡por eso est{ siendo asesinada la gente! ¡Porque no les estamos protegiendo! —No —mi voz suena calmada y segura—. La gente está siendo asesinada porque hay un asesino. Amy abre la boca, seguramente para insistir en ir al Nivel Crío, pero Harley le introduce otro vaso de agua en las manos. He estado tan concentrado en Amy que no he caído en que se ha levantado y ha ido a coger el agua del grifo del baño. Amy se lo arranca de las manos. —Ve con cuidado con el agua —digo, pensando en la segunda bomba de agua que Eldest ha escondido en el Nivel Crío. Sin embargo, Amy se bebe el vaso entero, y cuando lo deja sobre la mesa, su piel ya no es de manchas rojas y blancas, y su respiración ha vuelto a la normalidad. Harley se sienta vacilante en el mismo borde de la cama, listo para saltar y correr por más agua de un momento a otro. —Todavía sigo manteniendo la guardia cuando puedo —Harley le dice a Amy, con una mirada fría en sus ojos. Me pregunto si se está ofreciendo sólo

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para poder estar cerca de la escotilla que da al exterior de las escaleras. Me pregunto cuántas veces la ha abierto, sólo para poder echar un vistazo más. Una sombra cruza mi mente. Harley estuvo ahí abajo toda la noche. Podría haber abierto la bandeja del señor Kennedy y dejar que se derritiera. Puedo visualizarlo mentalmente: Harley de pie delante de un hombre derritiéndose, viéndole morir. Podría haberlo hecho. Pero, ¿por qué? Otra sombra me susurra, me recuerda los hoscos humores de Harley, la medicación extra que el Doc le da, y cómo se ha perdido una semana de esos medicamentos en todo este caos. Respiro profundamente para aclarar la mente. Harley no es el asesino. ¿Verdad? No… no, Harley nunca haría… —Y< —Amy empieza. Beep, beep, beep. Mi mano se mueve rápidamente hacia el botón del wi-com al mismo tiempo que Harley. Nos miramos el uno al otro. Es raro que aparezca un linkcom a la vez que otra persona. —¿Qué es? —pregunta Amy, con sus ojos moviéndose rápidamente entre nosotros. Entonces esa voz profunda y vieja llena mi oído. —Atención a todos los residentes del Godspeed. Tengo un comunicado muy importante.

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Capítulo 51

Amy Traducido por Liseth_Johanna Corregido por Samylinda

—¿Q

ué pasa? —pregunto de nuevo. Ambos chicos tienen sus cabezas inclinadas a un lado, escuchando. Me recuerdan la última vez que sucedió, la vez que la gente en el salón común se volvió en mi contra. Mi estómago cae y siento mis músculos tensarse. ¿Qué si Elder y Harley se vuelven en mi contra después de esto? Son todo lo que tengo. —¿Qué pasa? —pregunto de nuevo, más urgentemente. Elder balancea la mano hacia mí como si fuera algún bicho fastidioso. Me giro hacia Harley, pero él está concentrado, como si estuviera escuchando algo extremadamente importante. Agarro su codo, pero él me sacude, alejándome. Elder me mira fijamente. No puedo dejar que me odien ahora. No sé lo que están escuchando, pero puedo decir que es malo. Lucen muy serios. Y ahora Elder me está mirando con fijeza, con una oscuridad en sus ojos. No puedo dejar que me odien. No dejaré que me odien. Agarro a Amber del escritorio y la aprieto dentro de mí. Saboreo cobre antes de que me dé cuenta que me estoy mordiendo el labio. Robo el vaso de agua, corro hacia el baño y lo vuelvo a llenar. Lo dreno en cinco segundos. Lo lleno de nuevo. Luego trago todo de una vez. Hay algo con los cuidados de Harley; el agua en realidad me calma un poco. Es como tomar un profundo respiro antes de ponerme en fila para una carrera. Regreso a la habitación. Las cabezas de Elder y Harley se enderezan. Ambos me miran. Lo sabía. Me odian. Lo que sea que dijo ese botón en el oído, hizo que me odiaran. Y ahora me odian, y se volverán en mi contra justo como las otras personas en la Ward.

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El espacio entre mis ojos y el puente de mi nariz se siente apretado. No puedo respirar. —¿Qué pasó? —digo, incapaz de soportarlo por más tiempo. —No es bueno —es todo lo que dice Elder. —No sabes eso —le dice Harley. Elder se gira hacia él. —No puede ser bueno. —¿¡Qué pasa!? —Eldest hizo un anuncio para todos. Otro. Se supone que todos vayamos al Nivel de Conservación. —La boca de Elder se dobla, arrugando la piel en un profundo y preocupado fruncimiento. —Estoy algo emocionado. —Harley salta y empieza a dirigirse a la puerta—. Siempre me he preguntado sobre el Nivel de Conservación. — Recuerdo entonces que la mayoría de las personas tienen restricción a ese nivel. Es lo suficientemente malo estar atrapado en la nave, pero que no se te permita ir a diferentes partes de ella, parece ridículo. Harley presiona el botón para abrir mi puerta y sale. Empiezo a seguirlo, pero cuando Elder no se mueve, me detengo. —Tengo un mal presentimiento acerca de esto —dice Elder. —¡Vamos! —llama Harley. Elder y Harley discuten el uno con el otro mientras llevan la delantera por el camino tras el Hospital, más allá del Salón de Grabación y hacia la pared metálica que rodea el Nivel Alimentador. —Ella no puede montar en el tubo gravitacional; no tiene un wi-com — dice Harley. —Entonces, ¿cómo puede llegar al Nivel de Conservación? —pregunta Elder. —Supongo que podrían dejarme aquí —digo. Tal vez eso sería lo mejor. Mi cabeza duele. Mi cráneo se siente como si estuviera lleno de algodón. Algo acerca de lo que dijo Harley, sobre los wi-coms, está fastidiándome, pero no puedo pensar a través de lo borroso. —Imposible. —La mano de Elder se retuerce, como si fuera a estirarla hacia mí pero, al último momento, cambia de opinión. —Ella podría montar contigo —dice Harley, con la duda alargándose en las palabras. —¿Montar? —pregunto.

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Harley sonríe. —Sólo tienes que sostener a Elder y él en el tubo gravitacional. —Pero< —El rostro de Elder está sonrojado. —Aquí. —Harley me agarra de la muñeca y me acerca a Elder—. Envuelve tus brazos alrededor de él, así. Bien. Acércate. Más cerca. Y Elder, tienes que sostenerla de la cintura. No, tendrás que tocarla verdaderamente. Aquí. — Harley presiona el brazo de Elder contra mi cintura. Estamos cerca. Puedo oler la tierra y el césped en la piel de Elder. Es agradable. —¿Estás bien? —pregunta Elder. Le sonrío débilmente. No puedo decir si son nervios o algo más lo que me está haciendo sentir como si tuviera una cubeta de agua chapoteando en mi estómago. Diablos, probablemente sí tengo una cubeta de agua allí dentro, considerando la cantidad de vasos que bebí antes. —Dale la orden al tubo gravitacional —dice Harley, como dándolo por hecho. La mano de Elder tiembla cuando presiona el botón tras su oído. —Nivel de Conservación —dice—. Tendrás que tomar el tubo gravitacional en la Ciudad; no tienes acceso a este. Eldest debió haber abierto la compuerta en el Gran Salón para los demás —añade. Harley sólo asiente, despidiéndonos con la mano para que continuemos. —¡Y fuera! —dice Harley. Nos empuja directo al gran tubo. Tengo un segundo para mirar arriba, al viento arremolinándose adentro, sentirlo en mi cabello y respirar el aire comprimido, y luego, empezamos a elevarnos. El brazo de Elder se aferra e, instintivamente, me acerca. Cierro los ojos y lo dejo sostenerme, confiando en él, sintiéndome a salvo en su fuerte agarre. Por un momento, nos sostenemos en el aire que sopla a nuestro alrededor, moviéndonos como boyas en el océano, como si el torbellino que se arremolina a nuestro alrededor estuviera probando nuestro peso. Debería estar asustada, pero miro a los sonrientes ojos de Elder y no puedo evitar devolverle la sonrisa. El viento se hace más fuerte. Mi estómago se sacude cuando somos empujados hacia arriba, acelerando más y más, moviéndonos rápidamente a través del tubo, el viendo enluciendo nuestro cabello contra nuestro cuero cabelludo. —¿Qué está sucediendo? —grito, luchando para elevar la cabeza desde los hombros de Elder y mirarlo apropiadamente. —¡No te preocupes! —me tranquiliza Elder. Sus palabras revolotean más allá de mis orejas como colibríes.

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El viendo es tan rápido y ruidoso que no tendría sentido que él dijera algo más. Sus brazos se aprietan a mi alrededor y presiono mi cara contra su pecho. Y a través de todo —los vientos arremolinados, mi cabello azotándose a mi alrededor, el aletear de nuestra ropa—, puedo escuchar el latido de su corazón. El tubo se curva contra la pared y nos elevamos, una sola flecha planeando a través del corazón de un huracán. Puedo ver el borrón de pastos verdes abajo. Lucho por subir la cabeza, los músculos de mi cuello se tensan por la presión, y cuando lo logro, puedo ver los colores punteados de remolques cayendo en la lejanía, muy lejos en el otro lado del nivel. Y luego, con una sacudida que me deja con náuseas y mareada, el tubo se orienta bruscamente. Hay oscuridad por unos cuantos segundos cuando salimos a una abertura en el piso del nivel sobre nosotros. Finalmente, nos detenemos. Mis ojos están empañados, humedecidos. Me siento extraña, como si estuviera enferma. Intento tragarme la rara sensación. Estoy mareada, pero no puedo decir si por el paseo en el tubo gravitacional o por algo más. Me siento lenta y cansada. —Bienvenida al Nivel de Conservación —dice Elder—. Aquí es donde vivo.

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Capítulo 52

Elder Traducido por CyeLy DiviNNa [SOS] Corregido por Samylinda

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us fríos dedos envuelven mi mano. Ella me sostiene tan fuerte que mis manos ya están adormecidas por el frío del tubo gravitacional, pero no me importa. No me importa en absoluto. Ella está sin aliento y sonriendo, y me gustaría que pudiéramos quedarnos solos en el Centro de Aprendizaje, y que pudiera meter ese mechón de pelo tras su oreja, y que pudiera besar esos labios sonrientes. Pero ya puedo escuchar las voces de la gente al otro lado de la puerta mientras que todo el mundo entra a través de la escotilla del Nivel de Carga. Cuando me encuentro con sus ojos, hay una película vidriosa, como si ella acabara de despertar. Sin embargo, cuando sonrío, ella me devuelve la sonrisa. Nos damos la mano al cruzar el Centro de Aprendizaje, y entrar en la Gran Sala me sorprende; no creí que ella me dejara aferrarme a ella tanto tiempo, pero sólo sonreía a distancia, casi como si hubiera olvidado de que estoy sosteniendo su mano. Las personas se amontonan en la Gran Sala. Nunca me di cuenta que era tan grande, pero todo el mundo está aquí, y más gente todavía está subiendo de la escotilla. Veo a Harley llegar por fin, seguido por Bartie y Victria. Él está con ellos, cerca de la escotilla, pero me guiña el ojo al ver cómo me arrastra Amy. Sus ojos son grandes, deteniéndose en todas las caras nuevas que está viendo. Los alimentadores se agrupan, cacareando como gallinas. Los habitantes están todos de pie estoicamente alrededor de los bordes de la habitación. Me pregunto lo que saben. Eldest seguramente no habría revelado sus intenciones a ellos, pero la forma en que están de pie, amontonados, me hace pensar que sabe algo que yo no. Tal vez Doc lo sabe. Puedo explorar la multitud, pero no lo veo. Casi todas las personas tienen sus caras vueltas hacia arriba. Las “estrellas” de la pantalla metálica brillan y brillan. El punto rojo que indica que nuestra nave parpadea. Tan solo 49 años y 264 días lejos de la luz todavía, lo que representa a Centauro-Tierra. Su casa. —Mira las estrellas —oigo a un agricultor del Nivel Alimentador decirle a una mujer de pie junto a él. Se mueven un poco más cerca, tocando sus

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hombros, ya que miran hacia arriba. La mujer serpentea su brazo alrededor de su vientre, extendiendo los dedos sobre su abdomen. Susurran el uno al otro, sin dejar de mirar las bombillas quemándose que ellos piensan que son estrellas. Se siente como si cada persona en la Gran Sala esté en parejas de apareamiento, y una mujer más bronceada tiene sus manos sobre su vientre. Me apoyo más cerca de Amy, poniendo nuestros brazos en contacto, pero ella no contesta a mis manos de vuelta. El flujo de gente que se levanta de la escotilla se ralentiza, se detiene. Todos estamos aquí. Esperando. Unos pocos transportistas se reúnen cerca de la puerta de la cámara de Eldest. Sus espaldas están rectas, disparan miradas furtivas a la multitud. La gente agrupándose junta en la Sala, su voz se levanta sobre la multitud. Cuando miro hacia ellos, sin embargo, veo que Harley no se pronuncia. Se queda mirando para arriba, y me imagino que es cuando se da cuenta de que estas estrellas no son reales. ¿Cómo podría alguien que ha visto las verdaderas estrellas dejarse engañar por este espectáculo de luz? Abro la boca para preguntarle a Amy qué piensa sobre las estrellas falsas, pero antes de que pueda hablar, se abre la puerta de la cámara de Eldest. Él sale vestido con su atuendo oficial de Eldest, un conjunto pesado de lana con la túnica bordada, envuelto en silencio, con estrellas en los hombros y abundantes cosechas verdes en el borde, con la esperanza de todo el mundo a bordo de la nave. —Amigos —Eldest dice con su mejor voz de abuelo—, o mejor dicho, familia. Los habitantes a mi alrededor suspiran, y las mujeres frotan sus vientres y sonríen a sus hombres. —Los he invitado a todos ustedes aquí por una razón muy específica. En primer lugar, quería mostrarles las estrellas. —Barre su mano en alto, y todos los rostros lo siguen, todos los ojos girándose a las brillantes y quemantes “estrellas”. —¿Ven los caminos que siguen las estrellas? —Mientras Eldest sigue, los alimentadores asienten con la cabeza—. Ellos muestran lo rápido que nuestra nave se desplaza a medida que se dispara a través del espacio a nuestro nuevo hogar. Echo un vistazo a Amy, pero ella tiene la mirada perdida hacia ellos. No creo que se dé cuenta ahora de que estas estrellas no son reales. Me dirijo a Harley. Al otro lado de la habitación, que me está mirando directamente a mí, una profunda arruga en la frente. Él sabe que esto no es correcto.

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—Como ustedes saben, los jóvenes son la generación que está en la superficie de Centauro-Tierra. —Eldest hace una pausa, y dramáticamente da un suspiro profundo—. Pero, por desgracia, eso no va a ser. Aumentan los murmullos de la multitud. La luz roja indica que Godspeed se mueve hacia atrás en la pista, lejos de Centauro-Tierra. Los motores de nuestra querida Godspeed están cansados, amigos, y la nave no puede ir más rápido. Nos iríamos a la tierra en cincuenta años. —En 49 años, 264 días —una voz gritó, interrumpiéndolo. Como uno solo, todos a su vez nos giramos frente a Harley, que mira a Eldest. Su rostro está pálido, el moretón bajo su ojo oscuro es un buen contraste. Eldest sonríe amablemente—. Como tú dices. Y dentro de su vida, amigos. Sin embargo, me temo que esto no puede ser el caso. El aterrizaje en el planeta está más allá del alcance de los cincuenta años. —¿Cuándo? —dice Harley, su voz ahora más suave, más temerosa. —Debemos tener esperanza, amigos, de que la ciencia miente, y que Centauro-Tierra está más cerca de lo que había creído. —¿Cuándo? —Setenta y cinco años antes del aterrizaje —dice Eldest simplemente—. Veinticinco más de lo que pensábamos. El silencio impregna el Nivel Alimentador. ¿Veinticinco años más? No voy a ser un hombre viejo en el planeta de aterrizaje. Voy a estar muerto. Sujeto la mano de Amy, sin darme cuenta. Ella se aprieta contra mis dedos tan a la ligera que apenas puedo sentir su tacto. —¿Veinticinco años más? —grita Harley, empujando a la gente, yendo a través de la multitud hacia Eldest—. ¿Veinticinco años más? Bartie y Victria se mantienen detrás de Harley. Él traga, con fuerza, como si estuviera a punto de vomitar allí mismo, delante de nosotros. Puedo oírlo murmurar—: 74, 264... 74, 264... —Veinticinco más —habla Eldest sobre Harley—. Lo siento, pero no puedo evitarlo. Será demasiado tarde para que vean la tierra... pero sus hijos... A mi alrededor, todas las manos de las mujeres se cierran sobre sus vientres. —Nuestros niños. —La mujer más cercana a mí le dice al hombre a su lado—. Nuestros niños verán la tierra. Las palabras se extienden como el fuego, y todas las mujeres Alimentadoras están murmurando a los bebés en su interior. Susurrando palabras de esperanza, palabras de consuelo. Ellas no se preocupan por sí mismas. Ellas se preocupan por la formación de los niños en su interior, sobre el futuro.

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—Para haber calculado mal el viaje de siglos de duración por sólo veinticinco años no es gran cosa, amigos —dice Eldest, y ya puedo ver a algunos de los alimentadores asentir. —¡Lo es! —ruge Harley, que se libera de las garras de Bartie y Victria—. Nos prometiste la Tierra, nos prometiste una casa, nos prometiste verdaderas estrellas, ¡¿y ahora dices que vamos a morir antes de que tengamos la oportunidad de disfrutar de un aire que no ha sido reciclado por tantos malditos siglos?! —Pero nuestros hijos —dice una de las mujeres Alimentadoras—. Nuestros niños tendrán la Tierra. Eso es suficiente. —¡No es suficiente! —Harley grita. Está casi en la parte delantera ahora, casi cerca de Eldest—. ¡Nunca será suficiente, no hasta que yo pueda realmente sentir la tierra bajo mis pies! Eldest da un paso adelante, y luego en frente de Harley. Lo señala con el dedo, y Harley, a pesar de su rabia, se inclina para escuchar lo que Eldest le susurra al oído. Frente a todos, Harley se convierte en un fantasma, y sus ojos se llenan de dolor y muerte. Cuando Eldest termina de susurrar, Harley se endereza, mira a la gente detrás de nosotros, y sale de la Gran Sala. Se trepa por la escotilla. Estamos todos en silencio, escuchando sus pasos golpeando abajo, hasta que el sonido se desvanece en la nada. Echo un vistazo a Amy, esperando su rostro lleno de una rabia similar. Ciertamente estaba lo suficientemente enojada cuando le dije que tendría que esperar cincuenta años antes de aterrizar, ¿cómo se siente ahora que van a ser setenta y cinco años antes de dar nuestros primeros pasos en nuestro nuevo planeta? Mi corazón golpea. Cuando sus padres sean finalmente reanimados, su hija probablemente estará muerta. Y Amy nunca llegará a decir adiós. La cara de Amy está pálida, pero no hay ningún destello de ira en sus ojos, ni un desafío en la inclinación de su cabeza. —¿Amy? —digo entrecortadamente. Ella se vuelve hacia mí—. ¿Qué piensas de esto? Pausa. —Es triste —dice ella, pero no hay tristeza en su voz—. Lamento que así deba suceder. Pero supongo que todo irá bien—. Su tono es plano y liso. —¿Qué está mal contigo? —pregunto. —Nada está mal conmigo —dice Amy. Ella parpadea, sus ojos están desenfocados—. Son bastantes estrellas —añade. —¡No son estrellas de verdad! —silbo en su oído—. ¿No ves eso? —Me gusta la forma en que tienen la cola pequeña, como los cometas.

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Me inclino más cerca. —¡Has visto verdaderas estrellas! ¡Sabes que estas no son reales! ¡Ellos sólo añadieron las colas para hacer que parezca que vamos rápido! —Oh, vamos rápido —dice Amy. Ella apunta a Eldest—. Él nos dijo que lo hacemos. Doy un paso atrás para examinarla. Su cuerpo se desploma un poco. Sus hombros se hunden. Incluso su pelo se ve caído—. ¿Qué te pasa? —pregunto de nuevo. Ella parpadea. —Shh —dice—. Nuestro Eldest está hablando. La miro boquiabierto. ¿Nuestro Eldest? ¿Nuestro Eldest? —Amigos —dice Eldest—, yo sé que esto es una noticia difícil de soportar. ¡Pero quería traerlos aquí para ver las estrellas, para que puedan decirle a sus hijos, cuando nazcan, sobre el cielo que les espera! ¡Sobre el mundo que será su casa! Y la gente se alegra. De hecho, aplauden. Incluso Amy.

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Capítulo 53

Amy Traducido por CyeLy DiviNNa [SOS] Corregido por Anne_Belikov

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e siento extraña. No extraña-divertida. Extraña-extraña.

Corre, mi cuerpo le dice a mi cerebro. Cuando algo no está bien, corre. Correr te hace sentir mejor. Normal. Pero ¿por qué correr? ¿Correr a dónde? ¿Cuál es el punto? Correr parece una tontería. Puede ser bueno estar aquí. Y esperar.

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El mundo parece lento. Como caminar a través del agua. Como ahogarse. Los aplausos lavan sobre mí como una cálida ola de alegría, y me uno, levantando la voz con felicidad, convirtiéndome en una parte de la multitud. Elder me mira extraño (no extraño-divertido, sino extraño-extraño), y no aplaude. No sé por qué. —¿Por qué no te animas? —pregunto. Elder se toma mucho tiempo para contestar, y cuando finalmente lo hace, casi he olvidado la pregunta. —No tengo nada por qué aplaudir. ¿Por qué necesita una razón para aplaudir? ¿Por qué no... la alegría? Todo el mundo comienza a salir del Nivel de Conservación. Me quedo quieta, viendo que se van. Su caminar hace retumbar un poco el suelo, como las ondas cuando se arroja una piedra en el agua. Cierro los ojos y siento el mundo a través de mis pies. Por un momento, me acuerdo de la Tierra. Recuerdo las olas en los estanques. La memoria se desvanece. Yo estoy aquí. Ahora. No ahí. ¿Por qué pensar en la Tierra?

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Elder me toca el brazo. Abro los ojos. Todos los demás se han ido. Pero no Elder ni Eldest. Y no yo. Elder empieza a caminar hacia Eldest. Se da la vuelta y me mira. —Vamos —dice—. ¿No vas a venir conmigo? Oh, sí. Por supuesto. Lo sigo. Eldest me mira, y mi cuerpo reacciona ante mi mente, mi estómago se aprieta y mis intestinos se tuercen por las náuseas. Tropiezo, ¿por qué mis pies no quieren ir más cerca de Eldest? ¿Por qué está contenido mi aliento, y mi corazón se acelera? ¿Por qué no me gusta Eldest? Muevo la cabeza para despejar mi mente. Por supuesto que me gusta Eldest ¿Por qué no me gustaría? Él es mi líder. Un fuerte ruido me hace saltar. El ruido venía de Elder. Me he perdido parte de su conversación. Entrecierro los ojos y enfoco mi atención en ellos. Me parece muy importante que yo entienda. Me siento como si debiera entender, debiera preocuparme. —¿Qué hiciste? —grita Elder. ¿Por qué está gritando? —Nada más que lo que vas a hacer. —La voz de Eldest es un gruñido. —¡Nunca seré como tú! ¡Nunca! ¡Todo esto es una mentira! —Mi mirada sigue el brazo en alto, a las estrellas. Ellas son tan bonitas. Chispeantes. Brillantes. No como las estrellas en casa. Mi corazón pierde un latido y mi respiración se ha ido por un momento. ¿Hogar? Este es el hogar. ¿Por qué pensar acerca de otras estrellas? Tengo estas estrellas. Estas estrellas son suficientes. Son bastantes. Chispeantes. Brillantes. —¿A qué estás jugando? —grita Elder, y me doy cuenta de que me he olvidado de prestar atención de nuevo. Debería prestar atención. Pero... ¿Por qué? Esto no tiene nada que ver conmigo. Lo tiene, una voz susurra en mi cabeza. ¿Cómo?, pregunto. Pero no hay una respuesta. —Tú, maldito idiota —dice Eldest, inclinándose cerca de Elder—. Ellos necesitan esperanza, ¿no? Tienen que mirar a las brillantes y bonitas< Miro con frecuencia a las estrellas. Son bastantes. Y brillantes.

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Parpadeo. ¿A dónde se fue el sonido? Elder y Eldest me miran. ¿Debo decirles algo? Parece que quieren que les diga algo. Pero, ¿qué debo decir? —¿Amy? —pregunta Elder, en voz baja. Eldest sonríe mostrando todos sus dientes. Mi estómago se aprieta de nuevo, la bilis en mi lengua, pero mis labios se curvan, a juego con su sonrisa. Eldest se inclina hacia adelante. Él acaricia mi mejilla. Cuando llega a mí, tengo un repentino impulso de retroceder. Pero eso es una tontería, ¿por qué me estremezco? Me quedo de pie. Envuelve las dos manos a los lados de mi cara y me atrae más. —Quita tus manos de ella —gruñe Elder. —¿No lo ves? —dice Eldest. Creo que él le está hablando a Elder, no a mí, pero yo soy la que está mirando—. La gente de Godspeed tiene necesidades simples, quiere simpleza. Dales un poco de luz brillante y lo llaman esperanza. Dales esperanza, y no van a hacer nada. Van a trabajar cuando no lo deseen. Ellos se reproducen cuando la nave lo necesita. Y van a sonreír todo el tiempo. Eldest sonríe, sus labios moviéndose. Sus ojos miran a los míos tan calientes y de color marrón y reconfortantes. Le devuelvo la sonrisa.

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Capítulo 54

Elder Traducido por Cami.Pineda Corregido por Anne_Belikov

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lgo no está bien, Amy no está bien. —¿Qué pasa? —le pregunto. Parpadea.

—Nada. Tengo que llevarla al médico. No sé si puedo confiar en el Doc, pero no conozco a nadie más que pueda ayudarla. Estoy tan malditamente seguro de que no puedo confiar en Eldest. Saco a Amy del Nivel de Conservación y lejos de Eldest tan pronto como puedo. El miedo y la alegría que mostró cuando fuimos por primera vez por el tubo gravitacional se ha ido, reemplazada por un leve desinterés. Ella me sigue bajo el pasillo hacia el jardín del Hspital, como un perro. Sus ojos ven derecho, no a las flores, ni a la estatua del Eldest de la Plaga, sólo hacia el frente. Me pregunto si ella está viendo algo en absoluto. Al menos una docena de personas llenan la planta baja del hospital. La mitad de ellos es mayor, y la otra mitad son sus contrapartes más jóvenes, hijos e hijas quienes han traído a sus padres y madres. —Ella se ha ido —dice un hombre, inclinándose cerca de la enfermera de flácidos brazos, quien se dirige a la planta baja, a la sala de emergencias—. Ella es muy vieja para viajar a través de los tubos gravitacionales, pero le dije sobre la reunión. Ya sabes, la reunión en el Nivel de Conservación. Y esto la dejó desconcertada. Ella se ha puesto confundida. —No confundida —dice la mujer vieja detrás de él con voz quebrada—. Lo recuerdo, claro como el día. Esas estrellas que arrastraban luz. La única vez que he visto las estrellas. Saco a Amy detrás de mí, como si fuera un niño distraído, pero la verdad es que estoy más distraído que ella. La enfermera de brazos flácidos asiente hacia el hombre joven.

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—No es tu culpa. Muchos ancianos se confunden a su edad. Tenemos habitaciones para ellos en el cuarto piso. La enviaré allá y le diré al Doc que vaya a verla. —Gracias —dice el hombre joven, una seña de alivio flotando sobre sus palabras. Él se voltea a hablar con su madre, luego la entrega a una enfermera que la lleva al ascensor, donde Amy y yo estamos esperando. —Tú eres Elder. El que no murió —dice la mujer vieja mientras me ve—. Y ella es la chica rara de la que Eldest nos habló. —Hola —dice Amy con una sonrisa, extendiendo su mano hacia la señora. Si había tenido duda de que algo estaba mal en Amy, ya no la tengo. Amy (la Amy normal que he llegado a conocer) no habría saludado a una mujer anciana llamándola “chica rara”. —Ellos dicen que estoy enferma —le dice la anciana a Amy. —Esto es un hospital —dice Amy. Su discurso tiene una cadencia infantil, simple y efectiva. —No sabía que estaba enferma. —Tú sólo estás confundida, querida —dice la enfermera—. Estás mezclando el presente con el pasado. —Eso no es bueno —dice Amy, sus ojos bien abiertos. Las puertas se deslizan abriéndose y todos damos un paso dentro. Presiono el tercer botón. La enfermera se acerca y presiona el cuarto. —¿Qué hay en el cuarto piso? —pregunto. He notado que Doc ocasionalmente lleva a los pacientes (usualmente a los grises) allá, pero nunca he notado realmente nada especial sobre eso aparte del ascensor secreto. —Es donde tenemos las habitaciones para los mayores —dice la enfermera—. A veces, ellos llegan al punto en que no pueden cuidarse a sí mismos, así que les damos habitaciones allá. Ellos necesitan descanso y paz, y tenemos algunos medicamentos para eso en el cuarto piso. —Ella le da caricias a la mano de la anciana, y la mujer le sonríe a la enfermera, la sonrisa brillando a través de las profundas arrugas de su cara. Mi frente se arruga. ¿Por qué las puertas en el cuarto piso están cerradas si sólo contiene ancianos relajándose? Las puertas se abren en la habitación común de la Ward. Salgo. —¿No estás olvidando algo? —dice la enfermera. Amy sigue parada en el elevador, mirando vagamente a los números encima de las puertas. —Tres —dice solemnemente, leyendo el número iluminado.

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—Sí —le digo—. Vamos. —Agarro su muñeca y la empujo hacia la sala común. Muchos de los pacientes mentales están dentro, la oscuridad se ve en sus caras, furia en sus ojos. Amy hace muecas. Miro abajo a sus muñecas y veo manchas en su piel pálida de verde: moretones. —¿Yo hice esto? —pregunto, gentilmente levantando sus muñecas para inspeccionarlas. —No —dice Amy simplemente. Los moretones son viejos, de todas maneras, al menos de un día o más. —¿Que pasó? —Algunos hombres me inmovilizaron —dice Amy—. Pero está bien. Mi cabeza golpetea. —¿Algunos hombres te inmovilizaron? ¿Y está bien? —Sí. —P< pero< —murmuro. Amy parpadea hacia mí, como si ella no pudiera entender por qué eso es digno de esta gran emoción. —¿No te importa, o sí? —le pregunto. —¿Qué? —Nada. —Me importa —dice Amy, pero su voz suena aburrida. —¿Te acuerdas cuándo te hicieron esos moretones? —Le muevo las muñecas inertes frente a su cara. Sus ojos se centran en ellas, entonces se alejan. Ella asiente—. Piensa en cómo te sentiste después de eso. ¿Qué hiciste? —Recuerdo< ¿llorar? Pero eso es tonto. No hay nada que valga la pena para llorar. Todo está bien. No puedo aguantarlo. Suelto las muñecas de Amy, la agarro de los hombros, y la sacudo. Su cabeza se mueve como pompones en su cuello. Es como mover un muñeco. Y no importa lo mucho que la sacudo, no puedo volver la vida a sus ojos. —¿Que pasó contigo? —le grito, soltándola. —Nada. Estoy bien. —Voy a encontrar una manera de arreglarte. —No estoy rota —dice Amy en una voz tan vacía como sus ojos.

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La guío por el pasillo, depositándola en la sala, le digo que no se vaya a ir. No tengo duda de que va a seguir mis órdenes. Eventualmente encuentro a Harley en el otro lado del estanque, agarrando rocas del agua. —¿Qué fue lo que Eldest te susurró? —pregunto, parado a su lado. Él no me mira. —No te voy a decir —gruñe. No tengo tiempo para el mal ánimo de Harley. —Hay algo malo con Amy. La cabeza de Harley se levanta. —¿Qué es? —Ella est{< Ella est{ actuando como los Alimentadores lo hacen. La cabeza de Harley vuelve al estanque. —Oh, tal vez es mejor de esa manera. —¿Qué quieres decir? —Todos estaban bien con no aterrizar, ¿no lo notaste? Sólo a los casos mentales como nosotros fueron a los que les importó. Lo había notado. Sólo Harley, quien había visto estrellas reales, protestó, pero los demás en la Ward estaban alborotados con las noticias, y ellos ciertamente no estaban felices de eso. —Era de esperarse —digo—. Es típico que seamos los únicos a los que les importa. Es por eso que estamos en la Ward, ¿no? Porque no podemos tomar dirección, seguir liderazgo. Es por eso que tomamos los medicamentos inhibidores. —A pesar de que lo digo, sin embargo, estoy pensando en la pareja en el césped en frente del Salón de Grabación, sobre la forma en que no conocen el amor y, claramente, no conocen el dolor, tampoco. —Tal vez Amy sea más feliz de ese modo —dice Harley—. Creo que sería más feliz si no me importara salir de esta maldita nave. Quería decirle que no se preocupara, que íbamos a aterrizar en algún momento, pero sé que las palabras son huecas, y ninguna cantidad de esperanza en mi voz podría llenarlas. —Pero Amy no empezó de esa manera. Ella empezó como nosotros. Y ahora es como una de los Alimentadores. Harley se encogió de hombros. —¿Y? Eso sólo quiere decir que es normal. Bien por ella. —Pero me gustaba mucho más antes —digo más para mí que para Harley.

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Él se pone de pie y se dirige por el camino. —Voy a ir al Nivel de Crío a montar guardia de todos modos. Lo observo irse. Sus palabras se clavan en mí porque son verdad. A veces lo olvido, desde que gasté mucho tiempo en la Ward solo con Eldest, que la mayoría de la gente en la nave está en calma, complacida: no loca. Que no se molestan por cosas como estrellas falsas y tiempo de retraso en el aterrizaje. Más felices. ¿Amy sería más feliz si siguiera siendo vacía por dentro? ¿Yo estaría feliz si no tuviera que vivir con la idea de que tengo que vivir mi vida encerrado en una nave? Eso no importa. Sé que si a Amy le hubieran dado oportunidad, ella nunca habría escogido esa ciega ignorancia, aun si eso es felicidad. Algo —alguien— le ha hecho esto a ella, y voy a descubrirlo.

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Capítulo 55

Amy Traducido por Vannia Corregido por Anne_Belikov

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stoy sentada en mi habitación. La puerta se abre. —¿Qué estás haciendo? —pregunta Elder.

—Estoy sentada en mi habitación —digo. —¿Qué estás viendo? —La pared. —¿Por qué estás viendo la pared? Elder hace muchas preguntas. Elder se acerca a mí. Me toma de la mano. Sus dedos recorren mis moretones. —Ven conmigo —dice Elder. Me levanto. Él camina. Lo sigo. Elder presiona un botón. La puerta se abre. Lo sigo al interior. Me lleva hacia una silla. Me siento. —Amy —dice una voz profunda. Levanto la vista y veo al doctor. Estamos en su oficina. Él está sentado en su escritorio—. ¿Cuál es el problema? Parpadeo. —Ninguno. Todo está bien. —¡Nada está bien! —grita Elder. Lo miro. —Todo está bien. La silla en la que estoy sentada es azul. Está hecha de plástico duro. El escritorio se ve interesante. Todo está pulcramente colocado sobre el escritorio. Todos los lápices están en una posición vertical en la taza. —¿Qué te pasó? —grita Elder. Doy un brinco. Se me había olvidado que él estaba ahí. Lo miro fijamente. Elder gruñe, como un perro, y es gracioso, y sonrío.

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—No hay nada malo con ella, Elder —dice el doctor—. Creo que te has acostumbrado demasiado a estar con los enfermos mentales. Tal vez sea mejor que pases más tiempo con la gente normal. Te recomiendo< El doctor continúa hablando. Lo sé porque su boca se mueve hacia arriba y hacia abajo y emite un sonido, pero las palabras sólo tintinean en mi cabeza, todas desordenadas. El bloc de notas sobre el escritorio del doctor está bien cuidado, hasta en los extremos. Estiro mi mano y paso mis dedos a lo largo de los bordes. Son lisos, demasiado lisos, ya que el papel corta mi piel. Un pequeño hilo de sangre brota en la punta de mi dedo. Mira, el doctor tiene otro cuaderno al otro lado de su escritorio. Es lindo. Es simétrico. Me gusta lo simétrico. Si-métri-co. Es una palabra agradable. La digo en voz alta: —Si-mé-tri-co. —Sí. Suena bien. Elder se me queda mirando como si estuviera loca, pero eso es una locura, ja, ja, porque él es el que pasa su tiempo en un hospital mental por diversión. Las paredes están pintadas de un lindo tono azul. Es agradable. Igual que un cielo nebuloso. Algo tintinea. Busco qué es. El doctor coloca un frasco marrón de píldoras sobre el escritorio. Ladeo la cabeza, mirándolas. Las píldoras están acomodadas caóticamente en el fondo del frasco. Amontonadas como pequeños dulces. El doctor y Elder hablan. —Tienes razón —dice el doctor—. Su condición es inusualmente severa. ¿Ha tenido alguna crisis recientemente? ¿Algún trauma? ¿Aumento en su frecuencia cardíaca? Esto en ocasiones hace que la reacción sea más severa. —¿La reacción a qué? —dice Elder, en voz más alta. El doctor tiene una mirada divertida en su rostro. —A la nave. Tienes que comprender que las cosas ahora son diferentes de cuando ella vivía en Sol-Tierra. Tenemos medicinas y alimentos diferentes, tomamos más suplementos alimenticios y vitaminas. —Vitaminas —dice Elder, deteniéndose en la palabra—. ¿Como las que Eldest pone en el agua? —Síiii —dice el doctor, arrastrando la palabra de una forma graciosa. Doy una risita. Elder se gira para mirarme fijamente. Le doy otra risita. —Y las hormonas. Eldest pone hormonas en el agua. Por la Temporada. El doctor niega con la cabeza. —No deberían afectarla. Toma tiempo que las hormonas se acumulen en el cuerpo. Se necesitan varias semanas, más de un mes para que sean efectivas.

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—Ella ha estado bebiendo mucha agua últimamente, sin embargo. —Elder mira mis muñecas—. Y quizás hay algo de ese trauma que mencionaste. Parpadeo, y me doy cuenta de que el tiempo ha pasado, y por un momento me pregunto qué pasó en ese tiempo, pero no importa, nada ha cambiado, sigo estando aquí, ellos siguen hablando.

Parpadeo. Me había quedado ida de nuevo. Parpadeo. En realidad, es más fácil cuando me quedo ida. Es demasiado difícil entender las palabras que dicen Elder y el doctor. Son demasiado exagerados. ¿Por qué están tan alterados? Todo está bien. Elder chasquea los dedos frente a mi cara. —Amy, el doctor piensa que necesitas medicinas —dice en voz muy alta. —Ella está desequilibrada, no sorda —dice el doctor. Elder toma el frasco sobre el escritorio del doctor. —Estas son píldoras inhibidoras, medicamentos mentales. Te voy a dar una, ¿de acuerdo?, y veremos si eso te ayuda. Abro la boca. La píldora se queda en mi lengua, un sabor amargo se filtra en mi boca. —Trágala —me recuerda el doctor. Me la trago. —¿Recuerdas la noche que nos conocimos? —dice Elder—. Te retorcías en el líquido criogénico, y luchabas contra nosotros a cada momento. Tuve que mantenerte presionada hacia abajo para que el doctor pudiera ponerte las gotas de los ojos que te hicieron no quedar ciega. Y ahora simplemente te sientas ahí, tragándote la píldora como un perrito obediente. ¿No ves que eso es lamentable? —No —digo. ¿Qué había que lamentar? —¿Cuánto tiempo tardará en funcionar? —le pregunta Elder al doctor. —No estoy seguro —dice el doctor—. Como dije, su estado mental es más extremo que el de muchos otros alimentadores. Si es que funciona, sólo debería tomar algunas horas. —¿Si? —pregunta Elder, atragantándose con la palabra. Su voz se vuelve monótona y yo me desvanezco.

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Capítulo 56

Elder Traducido por LizC Corregido por Anne_Belikov

L

a dejé con Doc por la noche.

Créeme, no quería hacerlo. Pero Doc quería darle algunos medicamentos por vía intravenosa, y eso la noqueó. Sólo estaba durmiendo; no me haría ningún bien verla dormir. Doy una vuelta por la mayor parte de la noche, a la deriva fuera una vez en el jardín junto al estanque, pero estoy evitando lo inevitable. Tengo que ver a Eldest. Tomé el tubo gravitacional antes del amanecer. El Nivel de Conservación está vacío ahora, pero todavía huele a multitud. El sudor y la suciedad permanecen en el aire. Eldest está en el suelo, apoyado contra la pared a su puerta, mirando a las falsas estrellas. —¿Sintiéndote orgulloso? —gruño, recordando la última vez que lo encontré aquí, así. Eldest no se fija en mí. —No —dice simplemente. —¿Cómo puedes soportar hacerlo? —le grito—. ¿Mentirles de esta manera? —Silencio —gruñe Eldest, poniéndose de pie frente a mí. Y luego lo huelo. Ese olor áspero, tirante. No veo la botella, pero sé que tiene que estar en alguna parte, y probablemente vacía. ¿Pero por qué? ¿Por qué se emborracha ahora? Él dijo esta terrible verdad, y la gente todavía lo ama. Este es su momento de triunfo. ¿Qué tiene que ahogar con el licor? —No sabes lo que se siente. Pero lo sabrás. Lo harás. —Se inclina cerca, y su aliento me quema la nariz. No tengo tiempo para esta estupidez de ebriedad. —¿Qué pasó con Amy? —digo, apoyándome aún más cerca de él. Yo no lo intimido, puedo notarlo, pero no retrocedo tampoco. Eldest bufa, un gran graznido húmedo que nunca se permitiría hacer estando sobrio. —Amy, Amy, Amy —se burla—. ¡Lancen a un monstruo de piel

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pálida en tu dirección y te disparas hasta las estrellas! ¡Te has olvidado de la nave, de tu responsabilidad! —Hizo hincapié en cada sílaba de la última palabra, golpeando con el dedo en mi pecho cada vez. —¿Qué pasa con ella? —bramo. —¿Qué te pasa a ti? —dice Eldest, aún burlón—. ¿Qué me pasa a mí? ¿Qué pasa con toda esta maldita nave? —Sólo dime. ¿Tú lo hiciste? —¿Hacer qué? —pregunta con cautela. —¿Le diste algo para hacer que se enferme? —Él no está por encima de ello. Sé muy bien eso. Él le dio a los alimentadores exceso de hormonas antes de la Temporada para que sean lujuriosos. Se los proporcionó a los bebés también para hacerlos lo que son. ¿Qué le dio a Amy? ¿Y cómo? Eldest echa hacia atrás la cabeza y se ríe de mí. Así que le doy un puñetazo. Él deja de reír, una marca roja ya floreciendo en su mejilla. —También lo habrías hecho —sisea, el hedor de su aliento me da arcadas—. Eres más parecido a mí de lo que piensas. Me voy. No voy a conseguir respuestas de este loco borracho.

Cuando regreso, Amy está despierta. Más o menos. Ella yace en su cama con la espalda perfectamente recta, los brazos a su lado, los dedos de sus pies apuntando hacia arriba, con los ojos mirando fijamente al techo. Me pregunto cuánto tiempo pasará hasta que los medicamentos mentales hagan efecto. No uso la palabra que Doc utilizó. Si. Golpeteando el frasco de píldoras contra mi pierna, me paseo por la habitación pequeña. Por último, me siento en la mesa y tomo el disquete en ella. El mapa de localización wi-com sólo muestra a Harley en el nivel de criogenia, parado en el pasillo donde está la escotilla. Una parte de mí quiere ir hasta él y decirle que custodie a los congelados, pero no tengo ganas de tener otra pelea. Van a estar bien. Sin embargo, me preocupa, cuán obsesionado está con las estrellas. No ha sido así desde que Kayleigh murió, desde que Doc aumentó sus medicamentos mentales.

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Echo un vistazo a Amy, pensando en cuándo los medicamentos mentales la van ayudar. Si lo hacen. Le doy la espalda, y veo la pared que Amy pintó con la lista de víctimas. Ella actualizó la lista, añadiendo al Número 63, la mujer que no murió, y el Número 26, el hombre que lo hizo. Sólo había sido capaz de añadir la información que se sabía en ese momento: Número 63 es una mujer, negra, y sobrevivió. El número 26 es Theo Kennedy, hombre, blanco, especialista de bioarmamento, de Colorado. Y muerto. Después de ver sus archivos en el disco, agarro el pincel y pinto en la pared de Amy para añadir más detalles. La Número 63 se llamaba Emma Bledsoe. Tenía treinta y cuatro años y trabajó en la Marina como un táctico. Añado la edad del Sr. Kennedy, sesenta y seis, y que su lugar a bordo de Godspeed fue financiado por la IRF. Retrocedo y examino la pared. Líneas serpentean de una víctima a la otra, pero no hay ninguna línea que conecte a todos. El Sr. Robertson y el Sr. Kennedy son ambos hombres, pero Amy no lo es. Hay al menos una década en cada una de sus diferencias de edad. Ninguno de ellos nació en el mismo mes. Las similitudes que existen son débiles. Puedo añadir una línea desde la experiencia en la Marina de Emma Bledsoe a William Robertson. Tanto Amy como el Sr. Kennedy son de Colorado. Dudo ante el mapa de Amy, la pintura negra y espesa gotea de la brocha y por el muro antes de que pueda hacerme dibujar la línea que los conecta. Se siente mal pintar esta línea. Es extraño ver el nombre de Amy conectado a la del hombre muerto. Pero nada conecta a las cuatro víctimas. A partir de los garabatos y tachaduras con las que Amy ha rayado la pared, puedo ver que ha llegado a la misma conclusión que yo: que todo podría ser al azar. Hay a la vez demasiado y demasiado poco. Demasiados detalles insignificantes conectados, pero nada lo suficientemente importante para asesinar. Me vuelvo para preguntarle a Amy qué piensa. Pero ella sigue mirando al techo. Le preguntaré cuando esté mejor. Si alguna vez lo está. Dejando la brocha en el escritorio de Amy, un destello de color azul me llama la atención: el cuaderno que Amy sacó del baúl de su padre. Campanas

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suenan en mi mente cuando alcanzo el libro. La privacidad es valorada en este barco de espacio limitado, y nunca he violado conscientemente la privacidad de alguien antes. Sonrío. Excepto cuando irrumpí en la habitación de Eldest. Amy me parece inspirar a ser por completo diferente. La lección de Eldest resuena en mi mente: “la diferencia es la primer causa de discordia”. Muy bien. Este barco puede soportar un poco de discordia. En la primera página del libro hay una lista de nombres. En la parte superior está el de Eldest. Ha escrito sobre ese nombre en repetidas ocasiones, lo que hace que se destaque en negrita, y está subrayado y encerrado en círculo docenas de veces. En virtud de él est{ “el doctor” y un signo de interrogación, seguido por varias vetas pequeñas en el papel, como si ella hubiera golpeteado el extremo del lápiz contra la página, mientras que pensaba. Debajo del nombre de Doc, una lista apresurada de nombres y descripciones de personas está garabateado: yo, Harley (aunque su nombre ha sido tachado), Luthe (subrayado tan fuerte que su lápiz rasgó a través del papel), “la vil chica” (rodeada por signos de interrogación y un dibujo de una cara frunciendo el ceño) y Orión (también tachado). Me quedo mirando la lista de nombres, pensando en su importancia y en por qué Amy se tomaría la molestia de escribirlos en su cuaderno especial. Entonces me doy cuenta. Esta es su lista de sospechosos. Mis labios se tensan cuando miro hacia abajo en él. Ella está eliminando a Harley y a Orión, y parece insegura de “la vil chica” (¿Victria? Tal vez). Pero no me ha tachado. Todavía piensa que podría ser un sospechoso, o al menos lo hizo cuando escribió su lista. Me pregunto qué hizo Harley para que su nombre fuera tachado, qué tengo que hacer para tener ese mismo honor. Cuando se despierte, voy a demostrarle lo que valgo para ella. Si. Esto es sólo otra prueba, una que he fallado. Yo mismo me he probado, de alguna manera, como algo indigno a los ojos de Amy, como Eldest siempre se ha visto ante mí como indigno de ser un líder. —Uh... —Amy gime. Dejo caer el libro y el lápiz sobre su escritorio y me apresuro hacia ella. Sus dedos pellizcan su puente de la nariz, y cuando deja caer la mano, puedo ver que la luz ha vuelto a sus ojos.

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—Tengo un dolor de cabeza terrible —gime Amy, cerrando los ojos. Hay más expresión en su rostro ahora de lo que he visto en ella todo el día. —¿Qué pasó? —pregunta. —¿Qué crees que pasó? —Señor, no lo sé. Recuerdo cuando tuvieron esa wi-llamada. Y nos montamos en esa cosa del tubo. Eso fue divertido. Pero para el momento en que llegamos a esa gran sala con las luces, me estaba empezando a sentir en cierto modo... mareada. —Doc dijo que has tenido una reacción a la nave. Él te ha puesto en medicación: en píldoras inhibidoras. —¿Píldoras inhibidoras? ¿La misma píldora que Harley y tú y todo el mundo “loco” necesita? —Amy me hace a un lado para sentarse con la espalda recta. —Bueno, sí. —¡Gah! —chilla Amy. Ella salta de la cama, se pasea por la habitación, con sus manos encrespadas en puños—. ¡Esta nave es un jodido desastre! ¡No estoy loca! ¡Harley y tú no están locos. No digo nada porque medio le creo. Sin embargo, interpreta mi silencio como una contradicción. —¿Qué pasó para que tú y todos los demás en esta estúpida nave piensen que las cosas como... como joder con cualquier cosa que camine, como ser robots sin sentido, qué te hizo pensar que... que es normal? Me encojo de hombros. Es la forma en que siempre ha sido. ¿Cómo puedo explicarle a esta chica, que se crió entre las diferencias y la falta de liderazgo y el caos y la guerra, que ésta es la manera en que opera una sociedad normal, una sociedad pacífica, una sociedad que no sólo sobrevive, como la de ella lo hizo, sino que crece y prospera a medida que se precipita por el espacio hacia un nuevo planeta? Amy marcha a su mesa y levanta el disco. —¿Cómo haces que esta cosa loca funcione? —exige, jugueteando con él—. Esta cosa es como un ordenador, ¿verdad? ¿No tiene información sobre la Tierra? ¡Te voy a enseñar lo que la gente real, la gente normal, es! ¡Te voy a enseñar lo raro que es este lugar! Ella no lo está haciendo bien, está birlando su dedo por la pantalla, y trajo el mapa de localización wi-com que le mostré antes, pero no sabe cómo acceder a cualquier otra cosa. Le da golpecitos, luego lo empuja, luego envuelve su mano en un puño y lo golpea contra la mesa. Me pongo de pie, camino hacia ella, y quito suavemente el disco de sus manos. Hay lágrimas en sus ojos.

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—No puedo soportarlo —susurra—. No puedo soportar a esta gente, no puedo soportar este “mundo”. No puedo vivir aquí. No puedo pasar el resto de mi vida aquí. No puedo. No puedo. Entonces. Gran parte del discurso de Eldest en el Nivel de Conservación penetró en su mente. Ella sabe cuánto ella —y todos— estamos atrapados aquí. Quiero tomarla entre mis brazos y abrazarla. Pero al mismo tiempo, sé que es exactamente lo contrario de lo que ella quiere. Ella quiere ser libre, y todo lo que quiero hacer es sostenerla con fuerza contra mí. —Creo que sé de algo que ayudará —le digo.

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Capítulo 57

Amy Traducido por Adrammelek [SOS] y PokerF ♠ [SOS] Corregido por Anne_Belikov

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ientras caminamos por el sendero que nos llevaba fuera del hospital, Elder está muy misterioso. No me dijo nada, y supongo que eso es lo que realmente me levanta el ánimo, es como un niño pequeño, deseoso de mostrar a su amigo un juguete nuevo. Eso por sí solo me hace olvidar la extraña y confusa pasada-por-agua sensación del día. Una pareja sentada en el banco cerca de la laguna nos saluda mientras pasamos. El rostro de la mujer está radiante, y se inclina sobre el pecho del hombre con una mirada de felicidad absoluta. Su brazo derecho está envuelto en su estómago, y el brazo del hombre la acuna. La mujer inclina su cabeza, y me doy cuenta de que está hablando con su bebé, que está por nacer, no con el hombre contra quien está inclinada. —Todas las estrellas tienen rayos de luz que las persiguen, todas brillando sobre nosotros, sobre ti. —Eldest me dijo que no era para mí —dice Elder en voz baja mientras que se desvanece la charla de la pareja detrás de nosotros. Le doy una mirada confusa. —Las estrellas de la pantalla en el Gran Salón. Eldest me dijo que no estaba allí para mí cuando me enteré de que no eran verdaderas estrellas, sólo bombillas. —Él mira hacia otro lado y dice en voz muy baja—: Ese fue el día en que despertaste. —Sus palabras suspendidas en el aire entre nosotros. Se siente como que fue hace mucho tiempo, tanto para él como para mí. Elder le saluda de vuelta a la feliz pareja en el banco. —Eldest dijo que las falsas estrellas eran para ellos. —Oh, ya veo. —Típico de Eldest, que quiere controlar incluso las estrellas. Él las usa para manipular a la gente de la nave, de modo que cuando les dijera que no estarían vivos al aterrizar en el planeta, por lo menos tendrían el gusto de contarles a sus hijos acerca de las estrellas. Miro detrás de mí a la mujer sentada en el banco, sosteniendo su estómago con manos suaves y susurrando a su hijo que está por nacer acerca de las estrellas que vio, prometiéndole toda una vida bajo los cielos.

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—Es cruel —le digo—. Tentarles con el exterior, y luego quitárselos. Elder sacude la cabeza. —No es así. Se les dio una historia para contar a sus hijos. Es la forma en que la esperanza se transmite. Me le quedo mirando. —Estás de acuerdo con Eldest, ¿no? —Más o menos. Quiero discutir. Eldest es como un niño mimado tirando sus juguetes alrededor. Esperando una excusa para rompernos, en busca de cualquier señal de que no queremos jugar su juego. Siempre observando, con ojos que me recuerdan a Luthe. Él no está ayudando a las personas, como Elder parece pensar, él está manejando la situación para que nadie realmente se preocupe por el hecho de que todos estaremos muertos o súper-viejos antes de aterrizar en el nuevo planeta. Pero antes de que pueda decir nada, Elder anuncia: — ¡Estamos aquí! Él está tan orgulloso de sí mismo que no tengo el corazón para decirle que ya he estado en el Salón de Grabación. Por otra parte, la última vez que estuve aquí, yo era un desastre, cubierta en barro y lágrimas. Recuerdo el hombre que me ayudó, Orión. Su bondad me mantuvo cuerda. Uno de los ejes en el porche se balanceaba lentamente, como si alguien recién se hubiera ido, pero no hay señales de vida. Elder alcanza a abrir la puerta para mí. Veo unos ojos, y sonrío, a la espera de Orión, pero en cambio, la cara pintada de Elder me mira desde la pared de ladrillo. —¡Oh! —digo, inclinándome para inspeccionar la nueva imagen de la puerta. Su cara había sustituido la imagen severa de Eldest. —Sí. —Elder suena tímido. Mi primer pensamiento fue que iba a presumir con la pintura (que es lo que Jason hubiera hecho, sobre-actuándolo) pero puedo ver que desearía que yo no lo hubiera notado. —Entra —dice Elder. La sala de grabaciones está vacía excepto por nosotros, silenciosa y oscura. Él me muestra el gran modelo de la Tierra y la nave que vi antes. Pretendo prestar atención, pero estoy distraída por las imágenes intermitentes en las paredes, La última vez que estuve aquí con Orión, éstas estaban en blanco; apenas las había notado. —Muro de disquetes —dice Elder, cuando se da cuenta de mi distracción—. Esto es lo que Godspeed ha estado haciendo mientras dormías. Él me sonríe, pero apenas me doy cuenta. Estoy fascinada por todo lo que parpadea frente a mí, un diagrama de cómo funcionan los wi-com, y más acerca de los tubos de gravedad. Arte, puedo echarles un vistazo a las obras de arte de Harley (varias de ellas de peces koi, que parece ser su tema favorito) pero hay más, esculturas, cerámicas, dibujos, colchas cosidas a mano. Uno de los equipos

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de disquetes lista una cantidad de títulos diferentes, y cuando Elder toca la pantalla, la música llena la entrada. Por primera vez desde que me desperté, me siento como si éste fuera un lugar al que podría aprender a amar. No es la Tierra —no, por más que estire mi imaginación—, pero estoy viendo arte, inventos y vida que la tierra nunca supo. Y todo ocurrió mientras tenía pesadillas sobre gente de generaciones atrás. Ellos no sabían acerca de mí, pero yo sí sabía de ellos. —Esto es extraño —dice Elder, golpeando con los nudillos en una de las cosas de la gran computadora contra la pared. —¿Qué? —La imagen no cambia —dice. Si no fuera por la etiqueta —PROTOTIPO DE REACTOR RÁPIDO A BASE DE LEDS— no sabría lo que era en absoluto. No es que el nombre ayudara, ya que todavía no sabía lo que significaba. —Está cerrada —dice Elder—. Déjame ver si puedo< —Caminó hacia una de las cajas negras en la pared y apoyó su pulgar sobre el escáner. —Eldest/Elder, acceso permitido —la computadora chirrió. Todo alrededor nuestro cambió. Ahora, las imágenes de la tierra se entremezclaban con imágenes de Godspeed. Una pintura del Hospital y el jardín fueron sustituidas por una fotografía de Monument Valley 12. A pesar de que no viví allí, trajo recuerdos de un lugar al oeste, donde estaba el laboratorio espacial, a una hora de colorado, donde conocí a Jason, el último lugar al que llamé “hogar”. —La mayoría de las personas no están autorizadas a ver esto —dice Elder, aún intentando conseguir un monitor para mostrarme nada más que los esquemas del motor. —Cuando la nueva generación nazca, la escuela empezará de nuevo. Los niños verán el modelo de sol-tierra y el modelo de Godspeed. Pero no se les permite ver esto.

Monument Valley: (inglés: «Valle de los Monumentos») es una gran depresión situada en la frontera sur de Utah con Arizona, en los Estados Unidos. El valle está dentro de la reserva de los nativos navajo. El nombre navajo para el valle es "Tsé Bii' Ndzisgaii" («Valle de las Rocas»). 12

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—¿Por qué no? —pregunto. Rozando mi dedo contra el monitor que está mostrando el Monument Valley justo antes de que se funda con la esfinge de Egipto. Elder dice que es mejor para las personas no fijarse mucho en Sol-Tierra, que deberíamos pensar en el futuro, no en el pasado. —Pero él te dejó verlo. Elder se voltea para mirar a la pantalla y, por un momento, observa una foto de Kim Jong-Il13 a los ojos, pero luego la foto se desvanece por una de un presidente viejo. No recuerdo cuál es... el gordo con bigote. —Forma parte de sus lecciones. Quiere que aprenda sobre Sol-Tierra, así podré prevenir sus fallas. ¿Por qué no funcionará esta maldita cosa? Quería decir que la Tierra no tenía errores, pero sabía que no era cierto, y quería decirle que el método de Eldest de manejar un mundo no es correcto, pero no estoy segura de que sea cierto. Hay mucho sobre este mundo dentro de esta nave que simplemente no comprendo. —¡Orión! —llama Elder—. Uno de los disquetes está atorado. —¿Está él aquí? —Miro alrededor; el lugar parece solitario con excepción de nosotros. La pantalla detrás de Elder cambiaba, pasando de un antiguo presidente a otro. —Como estaba diciendo, Eldest quiere que aprenda de Sol-Tierra. Muchos de sus líderes estaban en lo correcto, sólo que no tenían gente que los apoyara. Como a él. Miro de nuevo a la imagen en la pantalla. —¿Quién? ¿Abraham Lincoln? Elder asiente. —Decimosexto presidente de los Estados Unidos de América, país localizado en el hemisferio norte de Sol-Tierra, en medio de los océanos pacífico y atlántico. Fue un líder durante la guerra, una guerra entre los estados. —Sí, lo sé. —Estoy cautelosa ahora. Hay algo en la manera en que Elder habla sobre Abraham Lincoln, muy fríamente y desconectado, que me pone insegura: o bien de lo que sabe, o de lo que yo no sé. Veo un parpadeo de movimiento en las sombras cercanas a la puerta. —Él es la clase de líder que Eldest quiere que yo sea. —La imagen empieza a desvanecerse, y Elder toca la pantalla y Abraham se queda. Espero a que él

Kim Jong-Il: Líder político de Corea del Norte, considerado un héroe por sus habitantes, y un dictador por el resto del mundo. Gobernó el régimen comunista de ese país durante 17 años, hasta su fallecimiento en diciembre de 2011. 13

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continúe—. Cuando los estados querían dividirse en discordia, Lincoln proporcionó un fuerte liderazgo central que los mantuvo unidos. —Sí. —La palabra sale de mis labios, larga y suave. La mitad de mi atención está en la puerta—. ¿Está Orión escuchándonos, o alguien más? ¿Y por qué el que sea que lo haga no sale y nos habla? —Y cuando las diferencias que existían entre los estados eran muy fuertes, Lincoln era el que eliminaba la causa de la discordia. —Yo< ¿Qué? —Mono-etnicidad. La causa de la guerra era que dos razas no podían vivir en un mismo país. Lincoln envió de regreso a la raza negra a África, y la guerra terminó. Farfullo: —¿De qué estás hablando? Eso no fue lo que pasó. Elder teclea en la pantalla, y la foto de Lincoln fue remplazada por un texto. Lee las palabras en voz alta, con un toque de reverencia en ella. —Hace ochenta y siete años nuestros padres fundaron, sobre este continente, una nueva nación dedicada a la idea de que todos los hombres deben ser iguales. Ahora estamos en medio de una guerra civil, probando que una nación puede durar si los hombres no son iguales. Estamos aquí en un gran campo de batalla o guerra para determinar el futuro de una nación, de un pueblo, libre de discordia, por la paz a través de la igualdad. Nuestra Nación descubrirá ahora la fuerza de la unidad y la uniformidad. El texto se mueve. Elder toma un respiro profundo, para empezar a leer de nuevo. —Detente. Elder me mira sorprendido. —Este no es el discurso de Grettysburg —digo. —Por supuesto que lo es. —No lo es. —Entonces ¿Cuál es el discurso de Grettysburg? Rebusco en mi cerebro tratando de recordarlo. —La parte de hace ochenta años es cierta. Pero ésta dice cosas como que todo el mundo debería ser igual, eso no está ahí. —Entonces, ¿qué es lo que el discurso de Grettysburg dice? —Este< hace ochenta y siete años< em< est{ bien, mira, no la tengo memorizada, pero sé lo suficiente para saber que esa está mal.

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Elder me mira con duda y me doy cuenta de qué débil se oye mi argumento. Dentro de mí, me estaba dando una tunda: ¿Cómo había podido haber dejado la Tierra sin saber eso? —Eso es, esta cosa es básicamente racismo —digo. Elder no parecía saber qué significaba racismo—. El discurso que acabas de leer, era todo sobre dividir las razas. Pero eso no es de lo que trata el discurso de Grettysburg, y además: mírate. Agito mi mano sobre la piel bronceada de Elder, ojos almendra, pómulos altos, cabello oscuro. —Eres lo último en combinación de razas. Elder me mira aún más confuso. No tiene concepto de que la raza es parte de la identidad de una persona, sólo lo ve como una diferencia, una diferencia que es mejor eliminar. Y me di cuenta: es exactamente como quiere Eldest que él piense. Luego oí risas, bufidos suaves, cerca de la puerta, pero cuando me giré para mirar, nadie estaba ahí. Sólo Elder, que aún no me entendía. Aunque, ¿por qué debería? ¿Cómo podía aprender historia si la historia estaba alterada? Soy la única que la sabe, pero no sé lo suficiente como para arreglarla. ¿Me creerían al menos si tratara?

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Capítulo 58

Elder Traducido por CyeLy DiviNNa [SOS] Corregido por Anne_Belikov

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my está mirando a la pantalla tan molesta como estaba antes de que llegáramos aquí. Esto no va según lo previsto. Se suponía que la haría feliz. Toco la pantalla y dejo que Lincoln se desvanezca. Una imagen de las personas durante la inflación Alemana sustituye a la cara arrugada de Lincoln, sus carretillas de dinero se mezclan con su caótico cabello. —Tenemos que regresar —dice Amy—. Harley ha estado vigilando el Nivel de Crío el tiempo suficiente. Voy a dar una vuelta. Hay mucho más aquí que quiero mostrarle: los cuartos de libros, libros de verdad, de Sol-Tierra. La sala de artefactos en el segundo piso, donde hay modelos y artefactos de Sol-Tierra, incluyendo un tractor original en que se basan nuestros tractores. Los registros de la clase de ciencias que muestran cómo se desarrolló el sistema wi-com y los tubos gravitacionales. Pero ella no quiere ver nada de eso, así que, ¿qué sentido tiene? —Yo conozco a ese hombre —dice Amy, con admiración y asombro en su voz. Ella me hace a un lado para que pueda ver la imagen en la pantalla. Me quedo mirando la foto, pero no lo recuerdo. Él es un hombre mayor, en algún lugar entre las edades de Doc y Harley, con el pelo y los ojos oscuros, pero algo raro y distinto en su mirada muestra lo diferente que es de nosotros, que no es mono-étnico, y se ve sólo... diferente. Está sentado en frente de un remolque, sosteniendo un bebé gordo en su regazo. Ciertamente, él no es importante, Eldest no me hizo memorizar nada sobre él. —Es Ed. —¿Quién? —Ed. Lo conocí justo antes de que fuera congelada. De hecho, era uno de los hombres que nos congelaron a mí y a mis padres. Lo que no parece ser una razón lo suficientemente importante como para que su imagen se encuentre al lado de Abraham Lincoln. Alcanzo a pasar a Amy y toco la pantalla. La imagen de este “Ed” se detiene, cuando toco la pantalla una vez más, el texto sobre él aparece.

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—Edmund Albert Davis, Junior —leí en voz alta—. El primer niño nacido en Godspeed, que se muestra aquí con su padre, Edmund Albert Davis, Senior, uno de los reclutas de Sol-Tierra en el vuelo de salida. —Yo lo conocía —dice Amy. Su cabeza está inclinada, y está mirando a la imagen como si Albert Edmund Davis Senior, estuviera vivo y ella estuviera hablando con él—. No tenía idea de que se inscribió para salir de la Tierra en Godspeed. Estoy pensando en Albert Edmund Davis Junior, y cómo fue la primera persona nacida en cautiverio aquí. Me pregunto cómo se sentía al respecto, rodeado de la gente que había vivido en la Tierra, sabiendo que nunca vería eso. —Ojala lo hubiera sabido —dice Amy—. Me gustaría haber hablado más con él. Ojala le hubiera preguntado por qué se había unido a la tripulación. Parecía tan amargado cuando nos conocimos. Pero tal vez eso era... —Ella se calla, mirando la pantalla sin verla. De repente, ella se ríe—. ¡Sólo piensa! ¡Conocí a este hombre siglos y siglos atrás, y ahora podría conocer a sus antepasados en esta nave! ¡Los descendientes del hombre que me dejó congelada! ¿Cómo de genial sería? —Se vuelve hacia mí, sus ojos muy abiertos—. ¿Qué pasaría si fueras un descendiente de Ed? ¡Hablando de una coincidencia! Me río, porque ella se está riendo. —Me pregunto si lo eres —dice ella, su mirada bailando entre yo y la imagen en el disquete de la pared. —¿Qué? —¿Un descendiente de Ed? —No lo sé. —¡Oh, por favor! —Amy resopla—. Con toda esta tecnología, sin duda alguien tiene un árbol genealógico. Apuesto a que Eldest o Doc tienen uno, son todos los interesados sobre lo concerniente al incesto. —Ellos mantienen todos los registros aquí. Este es el Salón de Grabación —le digo. No se da cuenta de mi tono hueco. Sé que incluso si nos encontramos con descendientes de Ed, no voy a ser yo. Mi acta de nacimiento está oculta. Podemos rastrear el linaje completo de Ed de regreso hasta Sol-Tierra, pero no puedo dar un paso atrás en mi árbol genealógico. —¡Oh, vamos! ¡Vamos a ver si estás relacionado con Ed! —me agarra del brazo, y yo no le he visto est{ emoción desde< nunca. El peso de la preocupación que ha estado llevando alrededor se le olvida, aunque sólo sea por un momento. Y no voy a hacer nada para evitar que regrese.

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—No debería ser demasiado difícil de rastrear —le digo—. Siendo este el primer bebé nacido en la nave, estoy seguro de que mantienen un registro. Mis dedos se cruzan con los puntos de acceso en la pantalla, pulsando en el punto de información, a continuación, tocando las palabras claves. Amy me observa, fascinada. Toco más rápido. Mis dedos se enredan todo para arriba, los pitidos de la pantalla me provocan ira, y tengo que arrancar el motor de búsqueda una vez más. Por último: —¡Aquí está! La cabeza de Amy se inclina hacia atrás a medida que lee la parte superior de la pantalla. —Ed Senior lleva a Ed Junior... —murmura. Sus ojos se hunden lentamente por la pantalla antes de que ella mire hacia arriba, perpleja. Ella se ve como si me fuera a hacer una pregunta, pero luego vuelve a mirar la pantalla y empieza a contar en voz baja—. Uno, dos, tres... —Finalmente me mira, sus cejas arrugadas—. Trece generaciones. Hay trece generaciones en esta tabla. De Ed Junior todo el camino hasta Benita, aquí, hay trece generaciones de personas registradas. —¿Y? Amy comienza a pasear por el modelo de Sol-Tierra de vuelta a la pantalla. —¿Cuántas generaciones pueden nacer en un siglo? ¿Tal vez cuatro o cinco? Así que trece generaciones sería de alrededor de tres siglos, ¿no? Asiento con la cabeza. —Pero mira esto. —Amy señala la parte inferior de la pantalla. Y de la misma forma bajo el nombre de Benita están las palabras: — Asesinada por la plaga. —¿Cuándo fue la peste? —Amy pregunta. —Hace mucho tiempo —le digo, poco a poco. Pienso en la estatua del Eldest de la Plaga en el jardín del Hospital. Está usada y desgastada, tanto que los detalles de su rostro han desaparecido. —¿Cuánto? —Sus palabras son rápidas, urgentes, y me infectan. —Más que Eldest. Más que el Eldest anterior. —Así que, como, tal vez un centenar de años. Eso significaría que Benita es la decimotercera generación de esta familia... que tenía que haber nacido alrededor de 300 años después de que la nave se fuera. Pero fue asesinada por esta plaga... y esto pasó hace como un centenar de años o más. Esta nave ha estado volando al menos un siglo más de lo que se suponía que lo haría< —Pero la nave tendría que aterrizar en cincuenta años. Sólo hemos estado volando durante doscientos cincuenta años —le digo.

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Amy deja de moverse, se gira, y se enfrenta a mí. Sus ojos están muy abiertos, clavados en los míos. —¿Cómo lo sabes con seguridad? —dice—. Vamos a mirar los gráficos después de la Plaga. Si tenemos en cuenta cuántas generaciones han nacido después de la Plaga, tal vez vamos a ser capaces de averiguar cuánto tiempo ha estado realmente viajando esta nave. Se siente como si tuviera una piedra en el estómago, tirando de mí hacia abajo, tirando toda la nave hacia abajo. —No hay cartas genealógicas después de la Plaga. Acabo de recordar que Doc me dijo una vez que la Plaga acabó con tantas personas que dejaron de hacer los gráficos después de eso. —La Temporada. —Amy susurra más para sí que para mí—. La Temporada se inició después de la Plaga, ¿verdad? —Ella está mirando fijamente a la nada—. Esto no puede ser una coincidencia. En esa treceava generación, la generación de Benita, era cuando la nave debía aterrizar. Debe haber sido cerca de tres siglos después, sin duda. Pero entonces ocurrió esta Plaga, y la Temporada se inició, y dejaron de hacer cuadros genealógicos. —Y la fotografía estaba prohibida —agrego—. No hay imágenes de la nave a partir del año antes de la Plaga hasta ahora. Yo estaba fascinado por la Plaga cuando era más joven, que es una de las primeras cosas que me enseñó Eldest, pero no hay fotos o videos de ella en absoluto, y ahora sólo los científicos en el Nivel de Carga pueden utilizar la fotografía, y sólo entonces, como un registro de sus descubrimientos. —Algo sucedió durante la Plaga —Amy dice lentamente—. Algo tan malo que todos los registros fueron destruidos. Y todo después de la Temporada, y la manera de todos de actuar aquí, todo regresa a la Plaga.

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Capítulo 59

Amy Traducido por Vannia Corregido por maggiih

E

lder va a comenzar a decirme algo, pero justo cuando abre la boca, la puerta del Salón de Grabación se abre. —¡Elder! —la voz de Eldest, fuerte y fría, resuena en la salón

vacío.

Elder se abalanza sobre los paneles de control. Todas las imágenes prohibidas de las personas y los lugares de mi hogar desaparecen. El revelador árbol genealógico se desvanece y la pantalla queda negra; la imagen atascada del motor se desliza. —No te molestes —gruñe Eldest. Se da un golpecito en la oreja izquierda con el dedo, donde el comunicador es implantado—. Me mantengo enterado de lo que estudias en esta nave. Sé para lo que has utilizado tu acceso. —Lo siento, señor —dice Elder automáticamente, pero puedo decir que lo dice en serio, y se lamenta diciéndolo. Se pone de pie y recupera compostura—. ¿Pero desde cuándo te mantienes “enterado” de mí? honestamente, me sorprende que siquiera lo notaras. La última vez que te estabas borr<

no la Y vi,

Mi cabeza se mueve rápidamente hacia Eldest. ¿Borracho? ¿Estaba Elder a punto de decir que Eldest estaba borracho? El movimiento no pasa desapercibido para Eldest. Sin embargo no se dirige hacia mí, sólo hacia Elder cuando dice: —Un verdadero líder nunca está fuera de control, ni borracho o cualquier otra cosa. —Ahora me mira a mí—. Me parece recordar creer que tienes el potencial para perturbar mi nave. Claramente, tengo razón. —¡Yo no hice nada! —digo. Hay una pizca de pánico en mi voz. No he olvidado su amenaza. Eldest sacude su mano desdeñosamente hacia mí. —Tu presencia es suficiente. Está distrayendo completamente a mi< estudiante. —Dice esta última parte con un rastro de desprecio en su voz, como si comparara a un estudiante con un fastidioso y ruidoso perro Chihuahua. Vuelve a mirar a Elder—. Es hora de que retomes tus estudios. He estado muy

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ocupado con la Temporada y te dejé jugar con tu pequeña amiga, pero si tienes tiempo para buscar lo que te vi buscando, entonces claramente es tiempo de reenfocar tus estudios en algo más productivo. Él camina hacia la puerta. Elder se muerde el labio, inseguro de si seguirlo o no. —¡Espera! Eldest se gira al escuchar mi llamado, pero no regresa. —Quiero algunas respuestas, maldita sea —digo, caminando hacia él—. Ambos sabemos que alguna loca mierda está pasando. Esta Temporada fue bastante mala, pero ahora el doctor está llamándome “loca”, y tengo que tomar la píldora que Elder me da, y este lugar tiene< —Suficiente —me interrumpe Eldest con una fría autoridad—. Te dije que no te convirtieras en un problema. Claramente no escuchas. —¡Creo que esta nave necesita algo de problemas! —El último hombre que pensó de esa manera ya no piensa en absolutamente nada. Aparte de la fuerte respiración de Elder, el Salón de Grabación está en silencio. Estamos frente a frente, Eldest cerca de la puerta, yo cerca de los planetas de arcilla, y Elder en medio, nuestra marca en un juego de tira y afloja de la verdad. —Vamos, Elder. —Eldest se da vuelta de nuevo hacia la puerta. —¡¿Qué pasó en la Plaga?! —le grito—. ¿Qué es lo que no nos estás diciendo? ¡Tú lo sabes, sé que lo sabes! ¿Por qué no puedes simplemente decirnos la verdad? Con esto, Eldest cruza el salón en tres largas zancadas y me hace frente. —Esta nave está construida con secretos, funciona con secretos —dice, pequeñas gotas de saliva vuelan de su boca hacia mi cara—. Y si sigues preguntando por ellos, verás hasta qué punto estoy dispuesto a llegar para guardarlos. ¡Vámonos, Elder! —grita. Elder da un salto y sigue a Eldest fuera de la puerta, dándome una disculpa justo antes de que la puerta se cierre, dejándome en el salón oscuro con las maquetas polvorientas. No me doy cuenta de que mis puños están cerrados hasta que relajo mis manos, dejando que mis dedos se estiren. Estoy temblando de rabia. Hay una cosa de la que estoy segura: averiguaré cualquiera que sea el secreto que Eldest está tan decidido a ocultar, y cuando lo haga, lo voy a gritar desde los tejados.

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Capítulo 60

Elder Traducido por CyeLy DiviNNa [SOS] Corregido por maggiih

N

o es sorpresa: Eldest me lleva directamente al tubo gravitacional y al Centro de Aprendizaje. Tomo asiento en la mesa como si estuviera esperando mi lección, pero mi mente está corriendo.

Sé que Amy piensa que yo he seguido humildemente a Eldest, como un perro obediente detrás de su amo. Pude ver la decepción en sus ojos cuando la dejé en la Sala de Grabación. Voy a tener que dejar que Amy piense que soy débil, voy a tener que sacrificar su imagen de mí. Porque eso es lo que un líder debe hacer. Tengo que jugar a este juego un poco más. Confiar en la percepción de Eldest de que soy un necio e ignorante, en su desprecio por mi debilidad. No para siempre. Lo suficiente como para romper el muro que mantiene entre yo y mi papel como líder a bordo de esta nave. Eldest se está desmoronando. La discusión con Amy, su forma tan rápida de perder la paciencia ahora, los repentinos estallidos de gritos y violencia que han surgido desde la Temporada... el Eldest genial, el abuelo exterior se está resquebrajando, y su verdadero yo, su pequeño y hambriento yo de auto-poder, se filtra a través de él. Cuando él estaba discutiendo con Amy, parecía tonto en su ira. No es más que un anciano sosteniendo su poder tan fuerte como pueda. Y todo lo que tengo que hacer es meterme en esas grietas, y voy a ser capaz de romper y descubrir qué es lo que me ha ocultado durante tanto tiempo, por qué nunca sintió que podía compartir los secretos de la nave conmigo. A pesar de que nací Elder, por primera vez me siento finalmente como si pudiera un día ser el Eldest. Frente a mí, Eldest se pellizca el puente de la nariz entre los ojos. —¿Por qué estás buscando este tipo de información? —¿Qué tipo de información? —La historia de Sol-Tierra, esquemas de motor, la Plaga. ¿Qué estás buscando? —Su voz es firme y controlada, pero por poco.

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—¿Por qué importa? —¡ES IMPORTANTE! —Eldest ruge, cerrando sus puños sobre la mesa. Yo no salto. Me fuerzo a la imagen de calma. Si he aprendido una cosa de Eldest a partir de hoy, es esta: La pérdida de mi temperamento me hará ser ridículo e infantil. En cambio, hablo despacio, con calma y claridad, como si estuviera explicando algo muy simple. —He empezado a buscar la información que te has negado a enseñarme. Se supone que debo ser el Eldest un día. Si no me dices qué hacer o lo que necesito saber para gobernar, entonces tendré que encontrar otra manera. Si vas a estar allí y enojarte conmigo por buscar respuestas a estas preguntas, entonces sólo tienes que culparte a ti mismo; es tu trabajo enseñarme esas cosas primero. El rostro bronceado de Eldest se pone pálido y luego morado. —¿Nunca has pensado que tenía una muy buena razón para mantener la información lejos de ti? —No —le digo simplemente—. Yo te conozco desde que era un niño, has tenido una mano en cada parte de mi crecimiento, he pasado los últimos tres años viviendo con esto. ¿Qué razón podrías tener para no confiarme ninguna información en absoluto sobre esta nave? —Crees que lo sabes todo —Eldest se burla—. Sigues siendo sólo un niño. —Lo estás perdiendo —le digo con calma, inclinando la cabeza hacia él—. No estás más en control. Mírate. Estás delirando. No estás en condiciones de ser Eldest. —¿Y tú lo estás? —Eldest está prácticamente gritando, alzando la voz a un tono dolorosamente alto. Me encojo de hombros. —Debe haber habido algo en lo que Amy y yo estábamos mirando para que te enojes tanto. Me pregunto lo que es< Eldest se encuentra en efervescencia. Me digo a mí mismo que Orión estaba equivocado. No tienes que ser astuto para moverte alrededor de Eldest. Sólo tienes que volverlo malditamente muy loco. —No pueden ser los discos de la historia que me mostraste antes. Debe ser la Plaga. Eldest levanta la cabeza y se enfrenta a mí. Su ira es ahora más profunda, un carbón encendido en su estómago, que se ha tragado para que no pueda verlo. —No he hablado de esto en un tiempo muy largo. Soy muy malo en mi respiración.

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—¿El Elder antes que yo? —Eldest asiente con la cabeza—. ¿Murió? ¿O es que...? —No me atrevo a formular la pregunta. —¿Quieres saber acerca de la Plaga? —dice en un terrible tono monótono—. Está bien. Déjame decirte acerca de la Plaga. Él salta a sus pies, luego cambia su peso de su pierna mala. Con los dos puños sobre la mesa, se cierne sobre mí, y no puedo hacer nada más que mirarle con ojos mansos, a la espera. —Permíteme empezar con esto —dice Eldest—: Nunca hubo una Plaga.

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Capítulo 61

Amy Traducido por Adrammelek [SOS] Corregido por maggiih

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espués de que Elder me abandonara en la sala de registros, me quedé allí, sola en la oscuridad. No estoy segura de por qué Elder se fue con Eldest... confío en él, pero no en el anciano, y pensé que él concordaba conmigo acerca de esto último. Debajo de todo, siempre, muy dentro de mí, existe una preocupación palpitante por mis padres, un deseo constante de encontrar al asesino para protegerlos, tan arraigado en mi ser como los latidos de mi corazón. Una ola de miedo se apoderó de mí. Los músculos de mis piernas temblaban, pero no podía decir si era debido a que quería correr o colapsar. —¿Amy? Contengo un grito de sorpresa. —Soy Orión —dice, caminando entre las sombras detrás del modelo de La Tierra. —¿Dónde estabas? —pregunto—. Pensé que te vi< Orión sonríe tímidamente. —Estaba mirando al wi-com, sólo por diversión, ya sabes. Vi a Eldest cerca. Yo< no me llevo bien con él. Pensé que sería mejor mantener un perfil bajo hasta que se hubiera ido. —Él te odia también, ¿eh? —pregunto. Orión asiente con la cabeza—. ¿Qué hiciste? —Es más que nada el problema de mi existencia. —Sí, el mío también. Orión corrió el pelo de su cara, y pude ver un destello de color blanco, una cicatriz detrás de la parte izquierda de su cuello. —He querido preguntarte —dice Orión—. Te he visto correr y< ¿de qué estabas huyendo? Es la segunda persona en preguntar esto, pero creo que quiere decir algo diferente que la chica en el campo de conejos.

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—No estoy segura —digo—, pero creo que ahora estoy cansada de correr. —Sí. —Orión mira detrás de él hacia el Salón de Grabaciones—. Yo también. —Mejor me voy —le digo, aunque no tengo a dónde ir. Sólo sé que no me voy a quedar aquí, estancada, con miedo a moverme, acurrucada en las sombras de los inalcanzables planetas. —Te veré pronto —me dice Orión después. No corro de regreso al Hospital. Camino. No voy a dejarme entrar en “la zona”, donde el movimiento de mi cuerpo ahoga los pensamientos de mi cerebro. Fuerzo a mis pies para ir poco a poco, así mi mente puede correr. El aire es húmedo en el jardín del hospital. Si yo estuviera en la Tierra, creo que estaría a punto de llover, pero no lo estoy, y la lluvia aquí no es otra cosa que aspersores en el cielo. —Déjame —una anciana voz detrás de mí dice—. Puedo subir las escaleras por mi cuenta. —Me vuelvo, curiosa. Esta anciana voz tiene una entonación de conocimiento y una perspicacia en ella... y la reconozco. Steela. La mujer que dispersó a la multitud de alimentadores en la ciudad, en mi primera corrida después de despertar. —Sí, mamá —el habla de la mujer más joven no se parece en nada a la de su madre. Tiene la misma voz muerta y monótona que Filomina utilizó cuando observé su examen por el doctor. Steela, con sus ojos nublados del color de la leche mezclados con barro, encuentra los míos. Me mira con recelo por un momento más, y luego sus labios arrugados se extienden en una arrugada sonrisa. Sus dientes están manchados y torcidos, y puedo oler la cebolla en su aliento, pero aún así es una bonita sonrisa. Es una sonrisa verdadera. —Madre —dice la mujer de nuevo. —Cállate —dice la vieja gratamente—. Sólo será un momento. —Está bien, madre. —La mujer se queda totalmente inmóvil, como un juguete de cuerda que se ha quedado sin ella. No está molesta con las duras palabras de su madre, y parece perfectamente calmada con sólo estar de pie. —Me alegro de verte otra vez —le digo, extendiendo la mano. El agarre de Steela es más fuerte de lo que esperaba. —Ojala pudiera decir lo mismo. Odio este lugar. —Madre —dice la hija de Steela gratamente—. Debemos llegar al Hospital, ahora. La anciana mujer se ve derrotada y desafiante al mismo tiempo.

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—Madre. —La voz de la mujer es como una aguja punzante, pero amable. Perfectamente agradable. Perfectamente espeluznante. —¡Ya voy! —Steela suena como una chica enojada, pero ella sólo se parece a una triste y anciana mujer que es demasiado mayor para tomar decisiones por sí misma. —Yo la llevaré —digo antes de que piense lo que dije—. Quiero decir, iba allí de todos modos, no hay problema. —Si tú te dispones, madre< —Sí, sí, ella está dispuesta. Ahora vete. —Steela observa a su hija irse—. Maldita vergüenza, ver a tu hija convertirse en uno de ellos. —Abro mi boca para preguntar quiénes son “ellos”, pero Steela está un paso delante de mí— .Uno de los idiotas sin cerebro. Me etiquetaron de loca cuando yo tenía doce años, me entrenaron para ser agricultora. —Ella mira el jardín detrás del Hospital mientras que le indico el camino. —Yo hice este jardín. No era nada más que arbustos y mala hierba hasta que llegué. He estado tomando las pequeñas azules y blancas pastillas desde entonces. Pero no importa. Prefiero estar loca y tomar drogas, antes que estar vacía de esa manera. Me hace desear que mi hija estuviera loca. Podría gustarme más de esa forma. Vacíos. ¡Qué buena forma de describirlos! —He oído hablar de ti en el wi-com —dice Steela, tomando mi brazo. Su agarre en mi hombro es fuerte, a pesar de sus nudosos dedos—. No pareces lo que dijeron que eras. —Creo que tú eres una de las personas más inteligentes en esta nave. Steela resopla. —No soy inteligente. —Ella levanta la vista mientras llegamos a las puertas—. No soy inteligente en absoluto. Sólo tengo miedo, eso es todo. — Agarra mi codo más fuerte, de alguna manera buscando la parte de piel más fina para clavar sus uñas. Quería soltar sus dedos de mi brazo, pero cuando la miro, puedo ver que me está usando como un salvavidas, y yo no iba a ser la que la dejara ahogarse. —¿A qué le tienes miedo? Steela mira sin expresión alguna hacia delante. —Soy uno de los últimos. —Ella levanta la vista y ve mi cara confusa—. Uno de los últimos de mi generación. —La puerta se abre y entramos en el interior, pero ella va poco a poco, lentamente, hasta que se detiene a pocos metros en el interior del vestíbulo—. Nadie ha vuelto de aquí. —No seas tonta. —me reí—. Me fui de aquí esta mañana.

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Ella mira suavemente mi brazo. —Yo no olvido. Nunca he olvidado a ninguno de ellos: Sunestra, Everard, mi Albie< todos ellos dejados aquí por sus amorosas y descerebradas familias, y ninguno de ellos regresó, nunca. Me muerdo el labio en preocupación. —Nunca los he visto —le digo, pero recuerdo, no hace mucho tiempo, a la mujer que estaban registrando. La enfermera se la llevó. Pero, ¿a dónde? Llevo a Steela hasta la recepción y carraspeo para llamar la atención a la mujer corpulenta. —¿Qué? —pregunta, mirando a Steela en forma fría y dura. —Su hija llegó a dejarla —le digo. La enfermera asiente con la cabeza y empieza a venir desde alrededor de su escritorio. —La llevaré al cuarto piso. —Pero ni siquiera has preguntado qué tiene de malo. La enfermera revoleó sus ojos. —¿Qué pasa? —le pregunta a Steela. —Nada —ella responde. —¿Tu hija dijo que estabas teniendo delirios? —Ella dijo que yo lo estaba< —Steela comienza, con una mirada de preocupación en su rostro. —Eso no es tan malo —le digo, acariciándole la mano—. Los ancianos no siempre piensan con claridad. No es nada de qué preocuparse —echo un vistazo a la enfermera—. No es nada como para llevarla a un hospital. Puedo llevarla de nuevo a casa. —¿Qué tipo de delirios? —la enfermera le pregunta, aburrida. La cara de Steela se oscurece. Puedo decir que ella está realmente preocupada, y con mucho miedo. —Yo< recuerdo que... —murmura. —¿Qué crees que recuerdas? —La enfermera no levanta la vista de la planilla en la que está escribiendo. —Las estrellas —Steela susurra. Mi agarre en su mano se fortalece—. Antes, cuando Eldest dijo< —Su voz se apaga. Ella no tiene que terminar. —Pero<

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Toda mi atención está en Steela. Puedo decir por la forma en que está temblando que lo que está tratando de decir es de vital importancia para ella. La enfermera bosteza. —Pero puedo recordar que esto sucedió antes. Cuando yo estaba embarazada de mi hija. —No pudo pasar —la enfermera intervino—. Muchos de los grises han estado diciendo lo mismo. Sólo están mezclando el pasado con el presente. Steela se enfurece. —¡No me digas lo que recuerdo y lo que no! —El clásico caso de delirio, provocado por la edad —afirma la enfermera en cuestión—. Ven conmigo. Ella sale de detrás del mostrador y alcanza el brazo de Steela. Ella se aferra a mí más fuerte y se niega a moverse. —¿A dónde la llevan? —pregunto. —Al cuarto piso. Mi mente está corriendo. Necesito relevar a Harley del deber de guardia; tengo que concentrarme más en resolver el misterio del asesino. Pero las manos frágiles de Steela están temblando. Dije que no sería quien dejaría que se ahogara. Me puedo permitir el tiempo suficiente para ser su salvavidas un poco más. Además, quiero desesperadamente saber lo que está detrás de estas puertas cerradas. —Yo la llevaré hasta allí —me ofrecí. Puedo sentirla aflojarse con alivio ante la idea. —Yo no< —No me importa. —Déjenme llamar a Doc. —La mano de la enfermera flota cerca de su oído-botón. —No, no te molestes. He estado allí antes. No nos perderemos. La enfermera se muestra reticente, pero asiente con la cabeza. Ella nos observa con ojos pequeños y brillantes a medida que nos acercamos al elevador. Está claramente esperando a que nos escapemos, pero presiono el botón para llamar al ascensor y esperamos. —Podemos escapar —murmuro para Steela—. Sé de algunos pasadizos... puedo sacarte de aquí sin que nadie lo note. —Ni siquiera estoy segura de por qué estoy ofreciéndolo; si necesita atención médica, ella necesita un doctor. Es sólo que todo su fuego ha desaparecido, reemplazado por el miedo, y me está matando por dentro. Steela sacude la cabeza.

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—Me veo a mí misma de pie en esa Gran Sala, embarazada de mi hija, mirando a las estrellas. Puedo verlo claramente. Pero no puede haber ocurrido, ¿verdad? La enfermera dijo que muchos de nosotros estábamos delirantes. Tal vez estoy en esa edad. Creo que debería ver al médico. Las puertas del elevador se abrieron. No solté el brazo de Steela hasta que ella estuvo a salvo y segura conmigo. Mis dedos vacilaron sobre el botón del tercer piso, dudando por un momento antes de que se deslizaran hacia arriba y presionaran el botón de la cuarta planta. Mi estómago se hundía más y más a medida que subíamos. Las dos estábamos en silencio. El elevador se balanceó por un minuto, luego se detuvo. La luz indicaba que estábamos en el cuarto piso. —Quédate conmigo —Steela me susurró mientras que las puertas se abrían.

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Capítulo 62

Elder Traducido por Emii_Gregori Corregido por maggiih

—¿Q

ué quieres decir con que no hubo una Plaga? — pregunto, con mi mente corriendo a toda prisa. Esta es una de las pocas cosas que nos enseñaron< a mí, a los Alimentadores, a los Cargadores, a todos nosotros. Es la primera lección que cada niño en el barco aprende: Debemos trabajar juntos, ser diligentes, o arriesgarnos a otra Plaga. Es parte de nuestras vidas el colocarnos un parche de medicina en caso de que aún creamos que estamos enfermos, y cada estornudo es reportado al doctor. —No hubo ninguna Plaga. Claro, han habido enfermedades en la nave — algunas de ellas muy perjudiciales, honestamente—, pero no era una Plaga generalizada. —Pero las muertes< aún estamos recuper{ndonos de las cifras de muertes de la Plaga. Ni siquiera hemos llegado a las cifras originales, y la Plaga pasó hace mucho tiempo. —Pienso en los remolques vacíos en la Ciudad, en cómo todavía hay habitaciones nacientes para que abordemos el barco, aún cuando la Plaga sucedió hace tanto que nadie vivo lo recuerda—. Me enseñaste sobre esto. Me dijiste que tres cuartas partes de la población del barco murió debido a la Plaga. —No puedo ocultar la nota de acusación en mi voz. Pero de verdad, no debería haberme sorprendido. Las bombillas con forma de estrellas en la sala de allá son prueba suficiente de esto. —Hubo muertes. Pero no por una Plaga. —¿Qué quieres decir? —los papeles se invierten ahora. Eldest está calmado; yo soy el que está al borde del pánico. ¿Cuánto más de mi vida descubriré que ha sido construido sobre mentiras? —Vamos —suspira Eldest como si no quisiera mostrarme nada, pero antes de que él pueda cambiar de opinión, salto y lo sigo hasta afuera del Centro de Aprendizaje, a través de la Gran Sala, y por la escotilla al Nivel de Carga. Sus zapatos taconean de manera desigual en el suelo de baldosas, haciendo más notable su cojera. Él nos ignora a mí y a los Cargadores que ajustan la atención. El Nivel de Carga me recuerda, de una manera extraña, al Nivel de Crío donde estaba Amy. No hay ninguna residencia aquí. Todos los Cargadores

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viven en la Ciudad, en el Nivel Alimentador, y toman el tubo gravitacional hasta aquí. En cambio, este nivel, como el Nivel de Crío, es todo de metal. Los pasillos se ramifican en laboratorios y oficinas, algunas equipadas con escáneres biométricos y algunas anticuadas que tienen cerraduras reales de Sol-Tierra. Principalmente, soy ignorante de lo que hay detrás de las puertas. Eldest nunca se ha molestado en dejarme aprender las complejidades de lo que los científicos y los Cargadores estudian y hacen. Sé, vagamente, que la importancia del trabajo está determinada por dónde se encuentra en el nivel. Las oficinas más cercanas al tubo gravitacional son las menos importantes, tratando con cosas como manipulación meteorológica y análisis de muestras del suelo. Cuanto más lejos vas por el pasillo, más importante es la investigación. Lo más lejos que he estado es a mitad de camino, donde se hace la investigación de la lámpara solar. Eldest nos lleva hasta el final del pasillo. Nunca he caminado tan lejos por el pasillo, y mucho menos pasado por estas puertas. Sé lo que hay allí porque estudio los diagramas del barco: la Sala de Energía, donde se estudia la física nuclear, que conduce directamente a la Sala de Máquinas, donde se encuentra el corazón masivo de la nave. Más allá está la comunicación con la nave, donde Eldest dijo que sólo iban los Cargadores Importantes, quienes finalmente aterrizarían en Godspeed en 49 años y 263 días... no, quiero decir, en 74 años y 263 días. 74 años. Maldición... 74. Eldest examina su dedo en el escáner biométrico en la puerta del cuarto de energía. —Eldest/Elder, acceso concedido —dice el escáner gratamente. Me detuve. Nunca he ido más allá de esta habitación. Pero Eldest sigue yendo hasta la puerta en la pared del fondo. Cuando la abre, oigo el profundo gruñido del motor del barco. Finalmente veré el motor. La sala de máquinas está caliente, calurosa. Tiro de mi cuello y subo mis mangas, pero Eldest aún no muestra ningún indicio de estar incómodo. A nuestro alrededor, los científicos corren de un lado a otro. Algunos sostienen frascos o cajas de metal, casi todos tienen disquetes bajo el brazo, mostrando importantes cuadros y diagramas. —Sígueme —dice Eldest. Pero no lo hago. Mis ojos se llenan con la cosa en el centro de la habitación: hundido en el suelo, y enorme, está el motor. Por alguna razón, nunca imaginé el motor en la sala de máquinas. Quiero decir, sabía que el motor estaba allí, obviamente, pero nunca me molesté en pensar en ello. Sabía por las lecciones de Eldest que, en su forma más cruda, el

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motor es un reactor nuclear de uranio rebalsado. La cosa frente a mí parece casi como un tubo de ensayo, aunque gigante y con tubos de metal pesados extendiéndose desde su cabeza y envolviéndolo. Una corriente oculta de zumbido-agitación-zumbido se repite una y otra y otra vez. Este es el latido del corazón del barco. —Es fuerte —gruñe Eldest deambulando—. Y huele mal.

cuando

ve

que

mi

atención

está

Yo no había notado el extraño olor a grasa y limpiador. —Es hermoso. Eldest bufa, y luego me mira con más atención. —No es hermoso. —Su mirada se desplaza hacia el motor—. Es la cosa más fea que he visto jamás —dice con voz plana—. ¿Sabes qué tipo de motor es? —Nuclear —digo. Eldest rueda sus ojos. —Sé un poco más específico, ¿quieres? —¿Un rápido reactor refrigerado por gas? —adivino, recordando el motor esquemático en el Salón de Grabación. Eldest retira el modelo a escala del motor, el que vi la última vez en su escritorio cuando me metí en su habitación, desde su bolsillo. Lo separa para que pueda ver las diminutas vísceras. El motor es como un ser vivo con venas, órganos y el lento zumbido-agitación-zumbido de vida. —Usamos uranio —continúa Eldest—. El uranio pasa por el reactor, luego aquí< —Señala una pequeña caja que está fuera del tubo de ensayo del motor, conectada por tubos y cables—. El uranio es reprocesado en la parte de atrás del ciclo nuclear del combustible. Se supone que debemos ser capaces de utilizar y reutilizar el uranio una y otra vez, un sistema constantemente reciclado de combustible. Las palabras claves, “debemos ser capaces”, no se me escapan. —¿No es eso lo que está sucediendo? —El reprocesamiento del ciclo del combustible no está funcionando como pensamos que debería —dice Eldest—. Se supone que mantiene la eficiencia del uranio. —¿Pero no lo hace? —pregunto. Sacude su cabeza. —No.

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—¿Qué está pasando? Puedo decir que Eldest quiere apartar la mirada, pero yo no rompo el contacto visual. —¿La respuesta corta? Vamos más lentos. Y más lentos. Al principio, estábamos en un 80 por ciento de velocidad máxima, luego 60. Ahora a veces llegamos al 40 por ciento de velocidad máxima, pero por lo general es peor. —¿Es por eso que el aterrizaje de la nave se retrasó? ¿Es por eso que está tomando años en aterrizar? Eldest resopla< su primera traición a las emociones desde que entramos en la Sala de Máquinas. —¿Veinticinco años retrasados? Ya quisiera. Ni siquiera estamos a mitad de camino. Desde ahora, estamos 250 años retrasados.

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Capítulo 63

Amy Traducido por Anne_Belikov Corregido por maggih

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oc está esperando por nosotros en el cuarto piso. Él no está sorprendido de vernos, lo cual significa que la enfermera gorda de abajo usó su auricular para llamarlo. Sabía que no podíamos confiar en ella. —Steela, ¿cómo estás? —dice el doctor en tono falsamente brillante—. Amy, puedo manejarla por mi cuenta; vuelve a tu cámara. —No, gracias —digo mientras la mano de Steela se aferra a mi brazo. —¿Qué? —El doctor parece sorprendido. —Me estoy quedando con Steela. —Pero< —Así lo quiero —dice Steela, sin temblor en su voz. El doctor frunce el ceño. —No voy a ir a ninguna parte —digo. Hay una delgada línea blanca alrededor de los labios del doctor. —Bien —dice él. Mira hacia abajo al disquete en su mano—. La cama 36 está disponible. —Él gira en la tercera puerta del pasillo. No hay escáneres biométricos en la puerta; en lugar de eso, el doctor saca una gran llave de metal de su bolsillo. La amplia habitación tiene diez camas, cinco de cada lado. El doctor conduce a Steela todo el camino a través de la habitación, hasta la cama que no está ocupada. —Estábamos esperándote —le dice el doctor a Steela. Un escalofrío baja por mi espalda—. Es mucho más fácil hacerlo en una habitación —murmura. El doctor indica una bata de hospital doblada sobre la cama. Steela me mira. Ella no quiere que me vaya; y yo no quiero dejarla ir. Cuando su mano libera mi codo, es como un adiós.

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El doctor sólo se queda ahí como si nada estuviera fuera de lo ordinario. Las manos de Steela tiemblan mientras desabotona la parte superior de su túnica. —Déle algo de privacidad —siseo. Cuando él no registra lo que he dicho, tomo su codo y lo hago girarse. Mientras estamos esperando a que Steela se cambie, inspecciono al doctor; está de espaldas mientras juega con los instrumentos en la mesa junto a la pared. Él no tenía intenciones de espiar a Steela: ¿por qué querría hacerlo? Ella es tan vieja. No, él sólo había olvidado que Steela tal vez sería sensible a desvestirse en frente de él. Él no parece verla como un humano con sentimientos. Ha estado jugando al doctor demasiado tiempo con los Alimentadores, y olvidó cómo es una persona real. —Listo —dice Steela en voz quebrada. Ella se sienta en la cama de hospital con sus piernas enfrente de ella y la sábana tapando sus rodillas. Mirando alrededor de la habitación, veo que cada otro paciente en la habitación está haciendo lo mismo, pero ellos son todos, como Steela diría “tontos sin cerebro”. Ella est{ imit{ndolos, tal vez inconscientemente. Su túnica y sus bragas están perfectamente dobladas en el extremo de la cama. La bata de hospital, mucho más delgada que su ropa normal, hace que Steela parezca más pequeña, más débil, más enferma que antes. Y mucho más asustada. Ella está temblando, pero no creo que sea por el aire frío soplando en la habitación. —¿Qué son esos? —pregunta Steela, su voz atrapada en su garganta. —Sólo intravenosas. —Él doctor las aparta—. Para< nutrición. —¿Por qué no usan esos parches médicos? —pregunto. —Los parches médicos son sólo para cosas simples, como dolores de cabeza o de estómago. Esto es más serio que eso. —Ninguno de los otros tiene tres intravenosas —dice Steela. La habitación está tan silenciosa que casi olvido que alguien más está aquí. Las personas en las otras camas son humildes, mirando al techo. Alimentadores. Pero Steela está en lo correcto: los otros tienen sólo dos intravenosas, una en la mano izquierda y otra en el antebrazo izquierdo. —La tercera es una especial, porque usted es especial. —Tonterías. El doctor sonríe secamente. —Es porque usted es la única aquí con problemas mentales.

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Steela muerde sus labios. Como Elder, ella cree que está tan loca como el doctor ha estado llamándola toda su vida. Y ahora está incierta, ahora piensa que necesita estar aquí, encerrada con los otros que están mirando en blanco. —Ni siquiera la han examinado aún —digo. —¿Hmm? —El doctor no mira hacia arriba desde donde está frotando el brazo de Steela con desinfectante. —Usted está pinchándola con agujas e intravenosas y ni siquiera la ha examinado. ¿Qué está sucediendo? —Mi voz se vuelve más baja y profunda. Me pregunto si el doctor se da cuenta de que así es como mi voz se vuelve antes de que esté muy, muy enfadada. —La enfermera de abajo me informó la situación. —¿Qué situación? —pregunto, mirando. Mi mirada es indiferente; él ni siquiera mira hacia arriba. Aunque Steela está mirándonos. —Ella está teniendo alucinaciones. Como todos aquí. —En rápido orden, el doctor coloca dos intravenosas en el brazo izquierdo de Steela, entonces se mueve hacia su brazo derecho con una tercera aguja. El doctor pincha la piel de Steela en el pliegue de su codo. Él coloca la intravenosa “especial” dentro de una grande y gruesa vena azul. Steela grita de dolor. E incluso aunque el doctor haya dicho que esta era una intravenosa para darle nutrición, una gruesa hebra de oscura sangre roja cae a la bolsa que está esperando al final del tubo. No pienso. Sólo impacto mi hombro tan fuerte contra el doctor que él sale volando y golpea la pared. Lo retengo ahí con mi brazo. Puede que yo no sea tan grande ni tan fuerte como él, pero tengo la ira de mi lado. —¿Qué está haciendo? —le grito—. Dijo que era una intravenosa, pero no lo es. ¿Por qué siempre está mintiendo? ¿Qué está escondiendo? Cuando termino de gritar, el silencio llena la habitación. Los otros nueve pacientes están en sus camas, mirando en blanco por encima de ellos, inconscientes de lo que sea que ha sucedido. Por la esquina de mi ojo, veo a Steela parpadear, mirando hacia arriba, ajena a mí, gritando a menos de un pie de distancia. —¿Steela? —susurro. Nada.

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Capítulo 64

Elder Traducido por flochi Corregido por maggih

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stamos en el centro de aprendizaje, y me siento tan vacío como el modelo de Godspeed en la Sala de Grabaciones, cada uno de nosotros careciendo de un motor que nos impulse a la vida.

—¿Doscientos cincuenta años atrasados? —pregunto. Las palabras resuenan en mi cabeza, reemplazando el ritmo de zumbido-churn-zumbido del motor que seguía sonando en mis oídos. Eldest se encoge de hombres. —Aproximadamente. Supuestamente íbamos a aterrizar hace ciento cincuenta años... ahora parece que aterrizaremos dentro de otros cien años. Tal vez. Si los sistemas de combustible resisten. Si nada sale mal. —¿Y si algo sale mal? —Entonces la nave flota muerta en el espacio, por así decirlo. Hasta que los reactores internos se enfríen. Y entonces las lámparas solares mueren, y todo estará en la oscuridad. Y después las plantas mueren. Y entonces todos morimos. Dentro de la nave, siempre estamos rodeados por alguien, tanto es así que valoramos nuestras diminutas habitaciones y los momentos a solas. Nunca antes he apreciado lo verdaderamente solos que estamos en la nave. No hay nadie más salvo nosotros. Siempre sentía antes de eso, que estábamos anclados entre los dos planetas, y aunque no pudiéramos alcanzarlos inmediatamente, estaban allí, al otro extremo de una cuerda invisible. Pero no es así. Si fallamos, no hay nada ahí afuera que nos salve. Si morimos, no hay nadie allí afuera para llorar por nosotros. —¿Lo ves ahora? —pregunta Eldest, sus ojos trayéndome de regreso a bordo de la nave. Asiento, sin registrar realmente su pregunta. —Esta es la razón por la que tú —tú— debes ser el líder. Un líder fuerte y seguro. La Plaga no fue una plaga. Fue lo que sucedió cuando el líder de la nave le dijo a las personas la verdad, cuánto tiempo tomaría aterrizar la nave. Cuando comprendieron que nunca verían el planeta de aterrizaje, que sus hijos

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y sus nietos no lo verían, que existía la posibilidad de que ninguno de ellos lo viera< la nave misma casi murió. Levanto mi rostro hacia Eldest, la humedad cegando mi vista de él. — ¿Qué pasó? —Suicidio. Asesinato. Disturbios y caos. Motín y Guerra. Habrían arrancado las paredes entrando al espacio si hubieran podido. —¿Eso es la Plaga? La tres cuarta parte de la nave que murió murieron... ¿eran los que aprendieron la verdad? Eldest asiente. —Así que un hombre, el líder más fuerte, se levantó y se convirtió en el primer Eldest. Trabajó con los sobrevivientes. Desarrollaron la mentira. Les surgió la idea de una Plaga para explicar las muertes a la siguiente generación, y a la generación después de esa. —¿Cómo sobrevivieron? —¿Cómo alguien podía sobrevivir al conocimiento que Eldest me había dado? La pérdida de un planeta de aterrizaje es mucho peor ahora que cuando escuché de ello antes. —El primer Eldest notó que la mayoría de los sobrevivientes eran miembros de una familia, o estaban embarazadas. Las personas sobrevivirían a lo que fuera por sus hijos. Ahora estoy confundido. Ladeo la cabeza y lucho para darle sentido a esta información. —Dijiste que las sobrevivientes estaban embarazadas. ¿Pero no estaban todas las personas de esa generación embarazadas? Si la Temporada acaba de pasar< Eldest puso los ojos en blanco. —Pensé que ya te lo había dicho la chica. El Eldest de la plaga desarrolló la Temporada. Antes de esto, las personas se emparejaban siempre que querían. Algunas estaban embarazadas; otras no. las generaciones estaban borrosas. El Eldest surgió con la idea de establecer la Temporada, asegurándonos que todas estuvieran embarazadas al mismo tiempo. A cada generación, luego de la Temporada, les informamos que no verán la nueva Tierra. Pero que sus hijos no natos sí lo harán. Esto es motivación suficiente para que ellos no vuelvan al caos y los disturbios. Es motivación suficiente para que acepten el retraso por otra generación m{s. Y luego otra, y después otra m{s< —La bomba de agua en el nivel de criogenización< —digo, pensándolo—. ¿Pero eso no era parte del diseño original de la nave? Eldest asiente.

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—Lo era. Solía distribuir vitaminas directamente a la población. Pero el Eldest de la Plaga descubrió otro uso< Eldest sonríe mientras cruzamos el cuarto hacia el grifo en la pared. Saca un vaso del gabinete sobre el lavamanos y lo llena con agua; luego regresa y pone el vaso en frente de mí. Miro fijamente el vaso. Claro, tranquilo, quieto. Nada salvo yo. Mi primer instinto es beber del vaso que hay ante mí. Después de todo, el agua es el remedio que todas las esposas de los Alimentadores usan para calmar a sus hijos, para aplacar a los adultos. Mis ojos se abren como platos. —No son sólo hormonas, ¿verdad? —pregunto, mi mirada se centra en el liquido que parece inocuo—. Hay algo más aquí. Eldest se sienta frente a mí. El vaso de agua se interpone entre nosotros como un muro. —Es Phydus. —¿Qué? —Phydus. Una droga desarrollada luego de la Plaga. —¿Qué hace? Eldest mantiene sus manos sobre la mesa, palmas arriba, como pidiendo gracias... o perdón. O tal vez piensa otorgarlo. —El Phydus asegura que la emociones de las personas no anulen su instinto de supervivencia, el Phydus controla las emociones extremas, para que la gente no cause tanta muerte y destrucción de nuevo. Pruebo la bilis en mi lengua. Esto no está bien. Todas esas veces que Amy se paseaba por su diminuto cuarto, declamando la anormalidad de la vida a bordo de la nave—le seguía la corriente, sin entender lo que realmente quería decir. Ahora lo sé. Por un breve momento, mi visión sube a medida que mi rabia asciende, y literalmente veo todo rojo. —Si este Phydus está en el agua, y quita las emociones, ¿por qué estoy tan jodidamente furioso ahora mismo? —Agarro el borde de la mesa, sintiendo la madera dura y lisa bajo mis dedos. Me pregunto si tengo la fuerza para derribar a Eldest. —¿Estás enojado? ¿Por qué? —¡No es correcto! ¡No puedes ir por ahí quitando las emociones de los demás! ¡No puedes matar una emoción sin matarlas todas! ¡Eres la razón por la que todos los Alimentadores están tan vacíos! ¡Tú y esta droga! —No todos están afectados.

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—¡Está en el agua! —grito, golpeando con mi puño la mesa y haciendo que el agua vibre dentro del vaso—. ¡Todos bebemos agua! Eldest asiente, su largo cabello cano agitándose en el aire. —Pero esta nave no puede permitirse ser manejada por imbéciles. Necesitamos a los Alimentadores para cultivar nuestros alimentos incondicionalmente, pero necesitamos algunas personas, personas como tú, para pensar, realmente pensar. —El Hospital< —digo, pensando con furia—. Todos aquellos de nosotros que est{n “locos”. No est{n locos en absoluto... solo no estamos afectados por el Phydus en el agua. Pero cómo< —Antes de que Eldest pueda responder, la verdad me llega de golpe—. Las medicinas mentales. Las píldoras inhibidoras. Inhiben el Phydus; evitan que el Phydus nos afecte. —Necesitamos pensadores creativos —dice Eldest—. Necesitamos que pensaras por tu mismo, necesitamos a los científicos para pensar cómo pueden arreglar el problema del sistema de combustible. Proporcionamos los genes — viste los replicadores de ADN—, y entonces les damos las píldoras inhibidoras a aquellos con habilidades innatas para que puedan evitar el Phydus. Necesitamos que tengan sus mentes claras. —¿Por qué artistas? —digo, pensando en Harley, o Bartie, o Victria. —Los artistas tienen su propósito. Proporcionan un nivel de entretenimiento para mantener ocupados a los alimentadores. Pueden carecer de emoción, pero incluso los monos se aburren. Algunos artistas también piensan fuera de sus replicaciones de ADN. Estamos enfrentando un problema en los motores que décadas de intensiva investigación no han sido capaces de resolver. No sabemos cómo se manifiesta la creatividad. ¿Tu amigo, Harley? Le fue dada la creatividad espacial y visual. Se volvió pintor, pero pudo haber sido fácilmente un redactor, o incluso, con los giros adecuados de deseo mental, un ingeniero. —Sólo somos peones. Un medio para un fin. Juguetes que fabricas para seguir jugando tu juego. —¡Este juego es la vida! —dice Eldest, su voz elevándose—. ¿No lo entiendes? ¡Estamos tratando de sobrevivir! Sin la Temporada, las personas no tendrían nada por qué vivir. Sin Phydus, derribarían esta nave en un estado de furia loca. Sin los replicadores de ADN, todos seríamos imbéciles innatos. ¡Lo necesitamos para sobrevivir! —¿Qué pasa si uno de esos Alimentadores “descerebrados” pudo haber crecido para resolver el problema del motor? —pregunto—. ¿Pero lo tienes tan drogado que ni siquiera puede pensar? ¿Por qué no dejar que todos piensen, dejar que todos trabajen en ese problema?

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Eldest entrecierra sus ojos al mirarme. —¿Has olvidado tus lecciones? ¿Cuáles son las tres principales causas de discordia? —Primero: las diferencias —digo automáticamente. No quiero jugar su juego, pero es un hábito responder inmediatamente. —¿Luego? —Falta de liderazgo. —Ahora solo quiero ver su punto. —¿Y por último? Suspiro. —Pensamiento individual. —Exactamente. El Phydus quita el pensamiento individual, a excepción de aquellos específicamente diseñados por nosotros, aquellos que pueden ayudarnos. Es nuestra mejor oportunidad. Eldest se inclina en la mesa y golpea sus dedos sobre el metal hasta que busco sus ojos. —Es muy importante que entiendas esto —dice, intensamente—. Es nuestra mejor oportunidad de sobrevivir. Se detiene. —Es nuestra única oportunidad de sobrevivir.

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mirándome

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Capítulo 65

Amy Traducido por Liseth_Johanna Corregido por maggih

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l doctor dejó de lado mi brazo. —Quiero que veas esto. —¿Qué está pasando? —pregunto apagadamente.

El doctor echa un vistazo impacientemente al cuerpo vacío de Steela. —Oh, eso. —¿Eso? ¡¿Eso?! —grito—. ¡Hace sólo un momento eso era una persona! ¿Qué hizo? El doctor camina alrededor de la cama y golpetea una de las bolsas de intravenosas vacías. —Hay una concentración muy alta de Phydus aquí. Es una droga —me responde antes de que pregunte—. Una que vuelve pasivas a las personas. Pienso en Filomina, en la hija de Steela, en mí misma. —Está drogando la nave —susurro. —La mayor parte. —Se encoge de hombros. —¿Por qué? —La medicina es una maravilla —dice el doctor, retorciendo la bolsa de IV —. Si hay un problema, incluso un problema con una sociedad entera, la medicina puede arreglarlo. 14

—Es malvado —digo, las palabras crean un sensación de hundimiento en mi mente. —Soy realista. Me inclino y agarro la mano de Steela. Esta fría y sin vida. —¿Qué está sucediendo? —digo, dejando caer su mano y retrocediendo con disgusto. El doctor no es consciente de mí y de sus pacientes, está absorto en la IV. 14

Intravenosa.

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—Te lo dije: el Phydus induce la pasividad. —¿Qué significa eso? —grito, una nota de pánico matizando mis palabras. —¿La pasividad? Los hace sentir en calma. En paz. Pasivos. —¡Pero ella no se está moviendo! —Mi voz se hace más y más alta—. ¡Ni siquiera está parpadeando! ¡Simplemente mira hacia el frente! El doctor luce sorprendido por mi angustia. —¿No ves que Steela, todos ellos, está más allá de la utilidad? Ella y los otros ya no son físicamente útiles; no pueden hacer trabajo como genes más jóvenes sí pueden. Mentalmente ya no son útiles, la exposición continua del Phydus deteriora sus mentes, incluso si están en Inhibidores como lo estaba Steela. Sus neuronas están saltando alrededor del Phydus y, o se confunden sobre lo que es real o no, o se vuelven rebeldes cuando se abren paso por la influencia de la droga. De cualquier manera, ellos ya no pueden ser nada más una carga para nuestra sociedad. Así que tomamos lo que podamos de ellos. — Asiente hacia la bolsa con la sangre de Steela—. Su ADN sostenía una particular percepción e inteligencia; puede que podamos reciclarlas. Una vez que hemos recogido lo que podemos usar de los grises, los ponemos a dormir. Steela no luce dormida. Luce muerta. Recuerdo el cachorro que mis padres me dieron cuando tenía ocho. Le dio la enfermedad de la Parvo15 y se enfermó más. Mi mamá me dijo que el veterinario lo había puesto a dormir. —¿Los está matando? —susurro, horrorizada. El doctor se encoge de hombros. —Técnicamente. —¿¡Técnicamente!? —chillo—. ¡O mueren o no; no hay algo en medio de eso! —Estamos en un ambiente contenido —dice el doctor—. Esta nave debe sostenerse a sí misma. —Su mirada va de Steela hacia a mí—. Necesitamos fertilizante. Me trago la bilis apresurándose en mi garganta. —¡Quítela! —grito. Arremeto contra la IV. —Es demasiado tarde. La droga ya está en su sistema. Arranco las agujas del brazo de Steela y puedo decir que el doctor no está mintiendo. Una gota de sangre cae del punto de la aguja de la IV, nada más. La

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Parvovirosis.

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bolsa está vacía. El brazo de Steela ha caído pesadamente al lado de la cama, pero ella no lo nota. —Amy —dice fríamente el doctor—, te digo esto porque necesitas entender la realidad a bordo de esta nave. Te he visto cuestionar a Eldest; te he visto hablando con Elder. Debes saber el peligro de causar problemas, de entrar en el lado malo de Eldest. La escotilla no es la única forma en la que Eldest puede disponer de ti. Eldest es peligroso, Amy, muy peligroso, y harías mejor en mantenerte lejos de su camino en el futuro. Suspiro y, por primera vez, me pregunto si él tiene simpatía o empatía, o algún sentimiento por todos estos pacientes. —Sabía, cuando Elder te trajo a mí, que estabas siendo afectada por el Phydus. Eldest y yo somos responsables de la distribución del Phydus a todos en el Godspeed. Es nuestro deber. Sin embargo, aunque creo que el Phydus mantiene la paz, no creo que sea para todos. —Encuentra mi mirada de lleno—. Pero si interrumpes esta nave, Eldest me ordenará que te traiga aquí, al cuarto piso. Y pondré esa aguja en tu vena. Y al principio sentirás una sensación de calidez y comodidad, y alegría. Su mirada cambia hacia Steela, y la mía le sigue. Una pequeñísima sonrisa persiste en sus arrugados labios. —Cuando el Phydus ha calmado tu mente, calmará tu cuerpo. Tus músculos se relajarán y te sentirás más calmada de lo que te has sentido antes. El cuerpo de Steela está hundido en las almohadas. La sonrisa se desliza de su cara, no porque parezca triste, sino porque los músculos en su boca no están funcionando para mantener sus labios curvados. —Tu cuerpo estará tan calmado que, eventualmente, a tus pulmones no les importará respirar y a tu corazón no le importará latir. Observo más de cerca a Steela, mis ojos moviéndose rápidamente por todo su cuerpo. Imagino que su pecho está elevándose y cayendo, que puedo escuchar muy suavemente el latido de su corazón. Pero sólo son ilusiones. Mis manos están temblando cuando cierro mis ojos. —Es una muerte piadosa —dice el doctor—. Pero aun así, es muerte. Si Eldest te encuentra inútil, o peor, una molestia, eso es lo que te espera.

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Beth Revis

Capítulo 66

Elder Traducido por flochi Corregido por maggih

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uedo escuchar sus sollozos a través de la puerta. Paso mi pulgar sobre el escáner, y la puerta se desliza abriéndose antes de que pueda darme cuenta de lo que he hecho: entré a un cuarto sin permiso. Pero eso no importa en este momento, lo que importa es que Amy está yaciendo en la cama, sollozando tan fuerte que todo su cuerpo está temblando. —¿Qué pasa? —pregunto, corriendo hacia adelante. Amy alza su mirada hacia mí, sus ojos de jade derretidos. Hace un sonido como un balido y se lanza hacia mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura y enterrando su cabeza en mi estómago. Puedo sentir la humedad cálida de sus lágrimas traspasar mi túnica. Por un momento, me quedo allí. Ella adherida a mi cintura, y no estoy seguro de qué hacer con mis brazos. Le da un poco de hipo tras un sollozo, y actúo por instinto: envuelvo mis brazos alrededor de ella, abrazándola contra mí, siendo la fuerza que necesita para animarse. Eldest piensa que el poder es control, que la mejor manera de ser el mejor líder es forzar la obediencia de todos. Abrazando a Amy, me doy cuenta que la verdad es ese poder que no se controla en absoluto... el poder es fuerza, y dar esa fuerza a otros. Un líder no es alguien que obliga a los demás a hacerlo más fuerte; un líder es alguien dispuesto a dar su fuerza a los demás para que tengan la fuerza para ponerse de pie por sí mismos. Esto es lo que he estado buscando desde ese primer día en que me dijeron que nací para dirigir esta nave. Liderar Godspeed no tiene nada que ver con ser mejor que todos los demás, con mando, fuerza y manipulación. Eldest no es un líder. Es un tirano. Un líder no hace peones, hace personas. Amy me empuja y mira mi rostro. Su piel pálida está enrojecida, las venas se marcaban en sus ojos ensombrecidos, y una línea brillante de mocos bajaba de su nariz a la cima de su labio. Se limpió el rostro con el brazo, manchándose con lágrimas y mucosidad. Ella nunca se había visto más hermosa para mí.

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—¿Qué pasa? —pregunto nuevamente, sentándome a su lado. Amy curva sus pies debajo de ella y apoya la cabeza contra mi pecho. Me olvido del Phydus, de todos los problemas a bordo de esta maldita nave, mientras una urgencia repentina y primaria de empujarla contra su cama y apartar sus problemas a besos me chamusca. —Descubrí lo que sucede detrás de las puertas cerradas del cuarto piso — dice Amy, hipando a mitad de la frase—. Es horrible. Me lo dice. Cuando llega al Phydus, le digo lo que había aprendido de Eldest. —Eso fue lo que me pasó —dice ella—. Cuando me sentí tan lenta y aturdida, fue esa droga. La misma droga que usaron en —se ahoga con el nombre— Steela. Asiento. Amy agarra mi brazo, apretándolo de la forma en que imagino Steela sostuvo su brazo. —Elder, tenemos que hacer algo. No es correcto. No es justo. Son personas, ya sea que el Doc o Eldest no lo vean así. Esa droga es malvada. ¡No deberían controlar a las personas así! —Su mirada va más allá de mí, y sé que ella ya no está conmigo: está arriba en el cuarto piso—. Esa droga hace que las personas obedezcan. Es una manera enferma de Eldest y el Doc de controlar la nave. Una parte de mí, una muy pequeña parte de mí que entierro tan profundo que espero que Amy nunca vea, piensa que los que Eldest y el Doc están haciendo es para nada incorrecto. Después de todo< funciona. La nave ha permanecido en paz por décadas. Y entonces recuerdo la mirada muerta en sus ojos cuando estuvo drogada con Phydus, y la sensación de sus brazos ahora, y empujo esa parte aún más profundo. —Y< ¡oh, no! —El rostro de Amy se disuelve en más lágrimas—. ¡Acabo de recordar! ¡Mis padres, en el nivel de criogenización! ¡No he estado ahí en todo el día! ¿Y si algo les ha pasado? Se voltea como para ponerse de pie, pero agarro su muñeca y con el más escueto tirón, ella cae en la cama. —¿Cómo he podido olvidarlos? —exclama. Coloco ambas manos alrededor de su rostro y levanto su cabeza para que pueda mirarme a los ojos. —Cálmate —digo en una voz tan calmada como puedo reunir—. Harley ha estado en el nivel de criogenización todo el día. No tienes que preocuparte por eso. Iré y pasaré la noche allí.

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Los ojos acuosos de Amy van y vuelven a los míos. —Soy tan inútil —suspira—. ¡No puedo hacer nada más que ocultarme aquí y llorar como una niñita! ¡Mírame! —Miro, pero no creo verla de la misma manera en que ella se ve—. ¡Es inútil! ¡No puedo salvar a mis padres, no tengo idea de quién ha estado matando a los congelados, y esta nave es lo peor, ¡y estoy atrapada aquí por el resto de mi vida, rodeada por gente drogada que va al cuarto piso a morir y convertirse en fertilizante! Se quiebra nuevamente. Es como ver la parte superior del cristal de la cámara de criogenización romperse cuando el Doc la sacó la noche que despertó. Por un momento, puedo ver las piezas de Amy vagamente todas juntas; luego, empezando con sus ojos y su boca temblorosa, se hace añicos. Sus manos están a los costados de su frente, sus dedos curvándose alrededor de su cabello. Golpea suavemente sus palmas contra su cabeza, obligándose a pensar, tirando de su cabello, jalando las hebras de su cuero cabelludo, aparentemente ajena a su dolor auto-infligido. Extiendo mi mano y suavemente desenredo su cabello de sus dedos y tiro sus manos de regreso a su regazo. —Podemos resolverlo —digo, bajando mi cabeza para poder atrapar su mirada—. No te rindas. No eres inútil. Le echo una mirada a la pared frente a nosotros, al gran gráfico negro pintado que empezó Amy. —Eres quien va a averiguar esto. Sigue haciendo lo que estás haciendo. Descubre la conexión. —Me acerco al escritorio y le tiendo el bote de pintura negra y el pincel—. Puedes hacer esto. Amy mira hacia arriba su pared pintada, y por un momento se concentra en él. Luego veo frustración y desesperanza atravesar su rostro. Antes de que tenga oportunidad de quebrarse una vez más, me levanto y repaso el gráfico, distrayéndola—. Sigue trabajando en él. —Me detengo—. Trata de averiguar cómo están conectados todos —agrego, indicando a todos en la lista menos ella—. Recuerda: tú despertaste, pero sobreviviste. Tal vez no estabas destinada a ser desconectada; quizás fuiste un accidente o algo así. Eres la que no encaja en la lista. Trata de buscar cómo están todos conectados cuando te quitas de la escena. Amy mira fijamente el grafico un momento más, luego asiente lentamente. Me pongo de pie, dudo, luego me inclino y la beso en la cima de la cabeza. Me mira, y mi corazón se hincha, y a pesar de que todavía puedo ver rastros de desesperanza en su rostro, tengo la suficiente esperanza para el futuro por ambos.

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—Bajaré y miraré a tus padres. Necesitas descansar —digo. Toco un costado de su rostro, y ella frota su cabeza contra mi palma—. Estarás bien — agrego, y espero que ella pueda creerlo. Espero yo poder creerlo.

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Capítulo 67

Amy Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por Alba M. Grigori

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is dedos están manchados con pintura negra. Examiné mi primera lista de sospechosos, pero no había mucho que hacer allí. Es Eldest, o quizás Eldest y Doc juntos.

Pero, ¿por qué? Si yo pudiera entender la razón, sabría qué hacer a continuación. Me quedo mirando la pared hasta que las líneas y las palabras me confunden. He añadido toda la información que pude de sus cartas, aunque la información parece irrelevante. No puede ser al azar. Eldest y Doc no actúan al azar. Me duermo con el pincel mojado todavía en la mano.

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Capítulo 68

Elder Traducido por PokerF ♠ Corregido por Alba M. Grigori

E

l nivel criogénico esta en silencio, un profundo, y penetrante silencio que me hace sentir como un intruso en un lugar privado.

—¿Harley? —llamo. ¿Dónde esta? Se supone que debe estar vigilando este nivel, protegiendo a los congelados durmientes. El silencio me responde. Empiezo a caminar a través de los pasillos de las cámaras criogénicas, luego empiezo a trotar, y para cuando llego a los setentas, estoy corriendo a toda prisa en medio de las filas, gritando el nombre de Harley. Mi pánico es abrumado por una sensación de hundimiento en la boca de mi estómago, con cada fuerte paso, me pregunto lo mismo: ¿Qué tal si el asesino ha continuado despertando victimas? Giro en la curva, con todo el terror de encontrar el cuerpo de Harley en el piso, un charco de sangre, el asesino abandonando la escena. Nada. Estoy siendo estúpido. Probablemente esté en la escotilla. Mi corazón palpita, cuando limpio el sudor de mi cuello, mis dedos rozan mi botón wi-com. Lo golpeo rápidamente. —Com link: Harley —jadeo mientras me dirijo hacia la escotilla. Beep-beep-beep. Mi corazón hace un ruido seco. Si no responde, regresaré, agarraré un disquete, lo localizaré y... —¿Qué? —Su voz es sombría, impaciente. —¿Dónde estás? —grito. —En el Nivel Criogénico. —Estoy aquí. ¿Dónde estas? —En la escotilla. Suspiro aliviado. Por supuesto, claro que está en la escotilla. Mi pánico anterior me hace sentir estúpido y malditamente enojado. Regreso por el pasillo y ahí esta él, su rostro presionado contra el vidrio en forma de burbuja.

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—¿Qué estas haciendo? —grito—. ¿Por qué no estás afuera vigilándolos? —¿Me dejaste aquí todo el día! —Harley grita en seguida—. Mierda. Estaba aburrido, ¿de acuerdo? —Los padres de Amy están aquí, toda esa gente indefensa aquí abajo, y todo lo que te pedí era que te sentaras y los vigilaras. ¿Eso era muy difícil para ti? Harley me mira con sus ojos entrecerrados. —No seas un imbécil —dice—. Solo porque vas a ser un Eldest algún día no quiere decir que me puedes estar dando órdenes. —No juegues con eso. ¿Cuánto esperaste antes de regresar aquí a mirar las estrellas? ¿O esperaste a que todo pasara? ¿Al menos revisaste para ver si había cuerpos derritiéndose antes de que regresaras? Creo recordar que ese último chico murió bajo tu “guardia”. —Harley se me acerca, me sujeta con ambas manos del cuello de la camisa y me empuja contra la pared en la escotilla. — ¿Cuánto las tuviste alejadas de mí? ¿Cuándo te las mostró Eldest? —¿Qué, las estrellas? —Las estrellas, las estrellas, por supuesto que las malditas estrellas. —Solo las vi hace algunos días. —Mentira. —Harley me apretó más fuerte contra la pared. Me giraba y retorcía contra él, pero ni siquiera cuando mis uñas se clavaron en sus manos, él renuncio a su agarre—. Tú y Eldest, siempre tan cercanos. —Como si tuviese elección. —Tal vez si ella hubiese podido ver las estrellas, no habría muerto. —Me grita Harley, su rostro arrugado por la ira, y lágrimas brillando en sus ojos. —¿De quién hablas? ¿Quién? —Luchaba por acomodar todo lo que estaba ocurriendo. —¡Kayleigh! —dice Harley con un aumento de pena. Me deja libre, y se aleja algunos cuantos pasos de la pared de metal frío—. Kayleigh... tal vez si solo hubiese visto las estrellas tal vez no se habría rendido. Harley retrocede hacia la puerta de la escotilla. Apoya ambas manos contra la puerta y presiona su rostro contra el cristal de la ventana. —No está bien, no está bien —murmura. —¿Qué no está bien? —Mi voz ahora está incluso calmada. Estoy recordando cómo Doc miraba a Harley por semanas la ultima vez, seguramente trataría de seguir a Kayleigh a la muerte. Cómo las enfermeras se preocupan

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por sus medicamentos, de esa manera Doc siempre se aseguraba de que tomara unos extra. —Harley, ¿por qué no vienes conmigo? Pasaré la noche aquí abajo. Tú regresa a tu cuarto y descansa. —Las quieres todas para ti, ¿cierto? —Harley gruñe. —¿¡Que!? ¡No! Su cara se arruga—. Lo sé, lo sé. Ahora tú eres mi amigo. —Se gira hacia la ventana—. Pero, aun así, no tiene utilidad. No hay un maldito sentido. —¿No tiene sentido para que? —No importa cuánto observe. No estamos yendo hacia la Tierra. ¿Cierto, Elder? Nunca vamos a salir de esta jodida nave. Todos vamos a vivir y morir en esta jaula. 74 años y 263 días. Demasiado largo< malditamente largo< esto es lo más cerca que estaré de afuera. ¿Cierto? Quiero decirle que no, que está equivocado, pero sé que es una mentira. Y ahora lo entiendo, oh, cómo entiendo que Eldest le miente y hace que la gente críe a sus hijos con una esperanza de aterrizaje en un planeta. Si no tuviésemos eso, ¿qué tendríamos para vivir? ¿Interesa si es una mentira lo que nos mantiene vivos? Perder la oportunidad de aterrizaje le ha dejado a Harley nada más que un vacío, y un desesperado caparazón. Harley se había desplomado todo el camino hasta el piso. Tenia un lienzo ahí, pero cubriéndolo con una manta. Y yo no tenía el corazón para preguntarle qué estaba pintando. En vez de eso, lo dejé ahí, lo más cercano que podría estar a la libertad. No voy a ser el que lo aleje de las estrellas. De regreso a las cámaras criogénicas, acerco una pila de batas de laboratorio y una manta, y hago algo que me cuelgue en frente de la gran puerta. No puedo permanecer despierto pero espero que mi presencia prevenga al asesino, y si no, espero al menos despertar cuando el elevador suene. Estoy muy cansado —demasiado cansado— y el peso de la nave, las estrellas, la desesperanza, Phydus, Amy y Harley... todo se desploma en mí al mismo tiempo. Me levanto por el olor a pintura. Harley. Pienso. Lucho con las batas de laboratorio en la que estoy acostado. Sus mangas me tiran hacia abajo, pero eventualmente me libero de ellas. —¿Harley? —pregunto, respirando profundamente.

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Me giro desde el ascensor hacia los niveles criogénicos detrás de mí. Al principio pienso que es sangre, pero cuando me acerco a los niveles criogénicos, veo que solo es pintura roja, espesa, todavía no pintura seca. Goteantes “X” gigantes marcadas por todos lados, pero no en todas las puertas del Nivel Criogénico. Toco la más cercana a mí, la número 54, y dejo una huella en la pintura. Desplazando la mirada por esa fila, veo seis puertas marcadas con “X”; la siguiente línea sólo tiene tres, pero la fila siguiente a esa tiene doce. Inmediatamente pienso: si esto lo está haciendo el asesino, ha marcado la gente que planea descongelar después. Agito mi cabeza. ¿Pudo haber bajado el asesino hasta aquí, mientras dormía al lado del ascensor? No, debe de haber sido Harley. Pero solo por si acaso... Me agacho por cada pasillo buscando a alguien que podría estar aun aquí, contando las puertas marcadas, treinta y ocho están marcadas en total, y en ninguna de ellas hay alguna pista de quién las pintó. Me imagino al asesino aquí, silenciosamente marcando las puertas de sus victimas mientras duermo. Agito mi cabeza de nuevo. La pintura significa Harley. Esta es la venganza de Harley por nuestra pelea a gritos la noche anterior, este es Harley tratando de asustarme o de espiarme, o solo esta siendo estúpido. Harley, tenía que ser Harley. No pude haber dejado que el asesino pasara en frente mío mientras dormía. No pude haberlo hecho. —¿Harley? —pregunto Nada. Corro en dirección al pasillo, pero cuando llego, sé que algo está mal. La manta que cubría el lienzo ya no está. La pintura está regada en todas partes. Por un enfermizo momento, pienso que es la escena de un crimen y que las manchas de pintura por todo el piso y por la pared son salpicaduras de sangre de un asesinato, pero luego me sacudo. Y suspiro —no—, porque si este fuera un asesinato, Harley habría muerto, pero no está aquí. La caja de control al lado de la puerta de la escotilla está rota. La cubierta del teclado ha sido arrancada, y hay cables delgados extendidos desde la caja hasta la puerta cerrada en la escotilla. Harley está dentro de la escotilla. Sosteniendo el teclado en su mano. Ya está tecleando el código. Golpeo la puerta, y me dirige una sonrisa floja. —Me puedo acercar más —dice.

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—¡No! —grito, golpeando el vidrio. Harley se voltea hacia la escotilla. Termina el código en el teclado. La escotilla se abre y Harley es succionado por el espacio. Por un momento, me mira, y su despedida es una sonrisa. Luego se gira hacia las estrellas. Y se ha ido. La puerta de la escotilla se cierra, dejando solo un vacío. Harley se ha ido.

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Capítulo 69

Amy Traducido por LizC Corregido por Alba M. Grigori

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e despierto con el pincel pegado a mi cara. Harley se reiría si ahora pudiera verme, me llamaría su “pececillo pintado”.

Por la puerta, hay un recuadro de luz roja intermitente. Es el botón del pequeño cubículo rectangular de metal al lado de la cabina de los alimentos. Cuando lo empujo, las pequeñas puertas se abren y una gran píldora azul y blanca es expulsada. Así que para eso es la puerta... El medicamento inhibidor. El medicamento que me mantiene cuerda. Lo miro fijamente, asqueada. Se pega en mi garganta cuando la trago. Quema cuando baja, y me llena de un sentido de repulsión y urgencia que me deja el estómago revuelto. Aprieto el botón de la puerta de alimentos, y me deja una pasta de algo que es casi como los huevos y rezuma con algo que es casi como queso. Ya lo he terminado después de un bocado. Estoy cansada de los casi-alimentos. Quiero algo real. Vuelvo a mi pared. Siguiendo el consejo de Elder, ignoro mi nombre y mi lista de características. ¿Qué puedo yo, o algo sobre mí, tener que ver con el asesinato? Una vez que aparto mi nombre, lo veo, de pie delante de mí con tanta intensidad como si las palabras estuvieran escritas con pintura de diferentes colores. Los militares. Cada víctima, incluso la mujer que no había muerto, todos ellos habían trabajado para los militares. Especialistas en tácticas, operaciones ofensivas, armas biológicas. Fueron congelados por su capacidad de matar< y fueron los que terminaron siendo asesinados. Pero, ¿por qué yo? ¿Por qué fui desconectada? No tengo nada que ver con eso. Elder había dicho: “tal vez no estabas destinada a ser desconectada, tal vez fuiste un accidente o algo así”. Un accidente...

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Tal vez el asesino tenía la intención de desconectar a alguien más... Alguien más en el ejército. Alguien como papá. Doy un salto y corro hacia la puerta, mi corazón retumba. Todo está en su lugar, el asesino tenía la intención de matar a papá, no a mí. Está matando a las personas con antecedentes de batallas. La puerta se abre, y me estrello contra Orión. Empiezo a murmurar mis disculpas y paso a su alrededor para ir al Nivel Criogénico y decirle a Elder lo que he descubierto, pero Orión agarra mi muñeca con la fuerza de una prensa. —Déjame ir —le digo. Él me agarra justo donde los hombres me sujetaron antes de que Harley me salvara, sus dedos presionando en la misma contusiones. —Harley pintó esto —dice Orión, con su voz suave. Dejo de tratar de apartarme de él y observo la tela cubierta de muselina 16 en sus manos—. Me dijo que te la diera, cuando le di un poco de alambre. —¿Qué es esto? —pregunto, curiosa. —Una pintura. Para ti. Orión libera mi muñeca y aprieta el lienzo en mis brazos. Mientras miro hacia abajo a ella, él se desvanece en las sombras. Me retiro a mi habitación, coloco el lienzo en mi escritorio, y rasgo la muselina, la cual se pega un poco a la pintura todavía húmeda. Es la pintura más hermosa que he visto jamás. Es un autorretrato, Harley flota en el centro del lienzo, rodeado del cielo y las estrellas, con el rostro hacia arriba en una expresión de entusiasta alegría, con los brazos extendidos como si estuviera a punto de envolverme en un abrazo. Un diminuto pez koi nada entre las estrellas alrededor de sus tobillos. Mis dedos tiemblan cuando toco la cara pintada de Harley, pero las retiro rápidamente: la pintura no está completamente seca. En su rostro, veo algo que sólo he visto una vez antes, y fue en aquel entonces cuando estaba hablando acerca de Kayleigh. En algún lugar, escondido debajo de la pintura, entiendo qué significa el hecho de que Harley me haya dado esto. Él se estaba despidiendo. Muselina: tela fina y transparente originaria de Moscú. Es ligera y sólida, se utiliza comúnmente para la confección de los trajes de las bailarinas de ballet. 16

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Así que cuando Elder irrumpe en mi habitación un momento después para decirme que Harley se ha quitado la vida, no me sorprendo.

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Capítulo 70

Elder Traducido por Susanauribe Corregido por Alba M. Grigori

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ay algo más allá de las lágrimas dentro de Amy. Ella asiente, muda, como si ya supiera lo que ha sucedido. Se vuelve idiota, pero no se quiebra como lo hizo la noche anterior. Da un paso hacia atrás para dejarme entrar. Y luego lo veo. —Harley —respiro. Mis manos están temblando. —Orión me dio esto —Amy dice—. Harley< supongo que él lo hizo antes< Es tan realista, más realista de lo que Amy alguna vez podrá saber. Cuando la escotilla lo había liberado, la adrenalina del momento incluso había aplastado más su pelo, y había más sorpresa en su rostro, y sí, dolor, pero en ese breve segundo antes de que la puerta de la escotilla se hubiera cerrado, antes de que la nave se hubiera movido detrás de él, antes de que el espacio lo extinguiera, esa era la mirada en sus ojos, exactamente esa alegría. —Puedes tenerlo —Amy dice—. Eras tan cercano a él como yo lo era. No estoy segura de por qué él me lo dio a mí y no a ti. Noto el pequeño pescado nadando a los pies pintados de Harley. Amy siempre pensó que Harley la llamaba “pececillo” porque su cabello rojizo combinaba con los colores de los koi que él estaba pintando cuando la conoció, pero él nunca le contó la razón por la que pintaba los koi en primer lugar —la razón por la cual su habitación estaba llena con pinturas de koi— era porque era el animal favorito de Kayleigh. —Él quería que tú la tuvieras —digo—. Le recordabas a alguien que él conoció. Nos quedamos un momento en silencio, mirando la pintura, absorbiendo lo que Harley ha hecho, cómo nos ha dejado. Solos, todavía de pie mientras él volaba lejos. —Lo entendí —Amy dice, señalando la pared y arrastrándome a la realidad—. La conexión entre ellos. Las personas que tienen una historia en la pelea militar. Esos son los que fueron asesinados.

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Examino la tabla. —Mi padre tenía una historia militar. ¿Qué pasa si el asesino me sacó en vez de él por accidente? —Su voz tiembla, y me pregunto si es por el miedo de su padre, o porque Harley se ha ido, o por ambos. —Cuando me desperté esta mañana, alguien había marcado docenas de pequeñas puertas de Crío. Al principio pensé que fue Harley< pero el asesino podría estar marcando a sus víctimas< —¿Estaba marcada la puerta de mi padre? —Amy preguntó urgentemente, dejando caer su cuaderno. —No< lo recuerdo. —No había estado buscando la puerta de su padre, había estado buscando a Harley. —¡Tenemos que ir a revisar! —Amy se dirige a la puerta. Me detengo lo suficiente para agarrar el floppy de su escritorio. Mientras corremos por el pasillo, paso mi pulgar y tecleo mi código de acceso. La computadora da un pitido “Acceso Eldest/Elder, garantizado” mientras el elevador se abre. Mientras subimos, abro el mapa localizador de wi-com. —¿Qué estás haciendo? —Amy pregunta, sus ojos en los números encima de las puertas. Deslizo el temporizador de vuelta, mirando los puntos, marcando en el mapa dónde y cuándo estaban todos los puntos la última noche que estuvo Harley, haciendo Beep suavemente, principalmente donde la puerta de la escotilla está, pero algunas veces paseando arriba y abajo por el pasillo y, una vez, alrededor de todo el piso de Crío. Nadie más está en el todo el nivel, hasta que yo aparezco. Ahí estoy, corriendo; ahí es dónde me detengo. Mi punto brillante se junta con el de Harley y recuerdo nuestra pelea, nuestra última pelea. Amy cerniéndose sobre mi hombro, mirando. Mi punto deja el de Harley, y ahora brilla cerca del elevador frente al Nivel Crío. Harley no se mueve de la puerta de la escotilla. Me pregunto qué estaba haciendo en esos últimos momentos. ¿Pintando? ¿Planeando? Le adelanto. Alrededor de la mañana, los puntos de Doc y Eldest se muestran, pero no se quedan, van directo al laboratorio al otro lado del Nivel Crío. Alzo la mirada a Amy tímidamente. —Me quedé dormido —digo. Me pregunto si Doc y Eldest me notaron. Amy niega con su cabeza. —No fueron ellos, sin embargo, ¿cierto? No se acercaron a las cámaras de Crío.

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Apagamos el mapa localizador de wi-com. Mi punto se mueve rápidamente subiendo y bajando por las filas de las cámaras de Crío, descubriendo las X pintadas. Y luego mi punto va a la escotilla. Ahí estoy, ahí está él. Un duro nudo se forma en mi garganta. Mis ojos se nublan en el momento en que sucede, cuando su punto de repente desaparece del mapa y no regresa. Amy se traga un grito, pero no deja que el aire salga por mucho tiempo, y luego solamente dice en voz baja. —Oh. —Nadie más bajó aquí —dije mientras la puerta del cuarto piso se abre—. Debe haber sido Harley. —Pero Harley nunca dejó la puerta, no después de que tú apareciste. Encontré los ojos de Amy. Harley no pudo haber pintado las “X”. —Esa cosa —Amy dice, señalando el floppy—, sólo puede rastrear a través de las botones de oídos, ¿cierto? Asiento. —No podría verme, ¿verdad? Niego con mi cabeza. —¿Qué hay respecto a Orión? Él es el que me trajo la pintura. Tendría que haber estado aquí abajo, pero eso significa que no tiene un botón de oído, ¿cierto? Tiene un largo cabello para cubrirlo, peor he visto esas cicatrices en su cuello, que están encima de su cabello. Apuesto a que él no tiene un botón de oído. Sería invisible. Y, oh, ella tiene razón. Orión.

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Capítulo 71

Amy Traducido por Cami.Pineda Corregido por Ellie

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a puerta al final del pasillo está cerrada. —¿Cómo vamos a
Rueda su dedo pulgar en el escáner, presiona el botón, y luego vamos bajando, bajando, tan dolorosamente lento. Froto mi dedo meñique hasta que duele, pensando en las promesas que le hice a mi papá. —¿Qué haces? —le pregunto a Elder mientras nos hundimos más allá de la primera planta. —Revisando los inicios de sesión del escáner biométrico —dice Elder. Toca el disquete—. Harley bajó al mediodía de ayer. Yo bajé luego de que oscureciera. Esta mañana, Doc y Eldest bajaron, y al parecer ellos siguen allí, en el otro laboratorio. Pero mira, no hay registro de Orión escaneando el pase del elevador, sólo muestra a Eldest entrando de nuevo, pero luego estaba en el laboratorio. Me pasa el disquete. Efectivamente, Edest/Elder está grabado una vez, luego Doc, y luego, quince minutos después, vuelve a aparecer. —Descubrió una manera de engañarlo —digo. ¿Este elevador podría ir más lento? —No puedes —murmura Elder, guardando el disquete en su bolsillo—. Esto escanea tu ADN. No puedes engañarlo. La puerta se abre. El frío nos golpea como una explosión. Docenas y docenas de congelados se encuentran expuestos, sus bandejas hacia afuera, la condensación ya empañando los ataúdes de cristal. Todas las puertas abiertas tenían una recién pintada “X”. Eder tenía razón. El asesino estaba marcando a sus victimas, preparándose para un último asesinato, de un solo golpe, para matar a todas las personas congeladas en el ejército.

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Solo tengo un pensamiento. —¡¡PAPÁ!! —grito, golpeando a Elder al pasar y corriendo hacia las filas de Crío. Voy corriendo al pasillo con los cuarenta, y allí, a la mitad, está el cuerpo congelado de mi padre. Limpio la condensación y miro su cara sólo por un momento. Estoy agarrando la fría tapa de cristal, y tengo la suficiente adrenalina en mi interior para cogerla y botarla al piso de concreto. Quiero. Quiero que se despierte, sacarlo del hielo, hacer que me sostenga contra su calor. Quiero esto. Miro la caja eléctrica al lado de su cabeza. La luz es verde, no roja. Orión acaba de sacar las bandejas, no los desconectó como me había desconectado a mí. Golpes y caídas me rodean. Elder está corriendo hacia los pasillos, metiendo todos los otros congelados de nuevo en su lugar y cerrando las puertas detrás de él. Empujo la plancha de mi papá dentro de la Crío-Cámara y balanceo la puerta para cerrarla. La “X” roja pintada en la puerta se burla de mí. Doy vuelta a la manija hacia abajo y la bloqueo en su lugar. Me permito una última mirada a la etiqueta de la puerta 41, luego corro por el pasillo a la siguiente exposición de congelados. No me toma mucho tiempo. Las puertas están cerradas, todos los congelados de vuelta en a su estado congelado. Y Orión no está a la vista. —¿Por qué no hizo esto? —pregunto, jadeando por el esfuerzo. La respiración de Elder se levanta en nubes tenues de sus labios. —Yo estaba en el camino. —Él está pensando mientras habla, dándose cuenta de la verdad mientras responde—. Abriendo todas las puertas mientras yo estaba aquí< eso pudo haberme despertado, eso pudo haber sido más ruidoso que marcar las puertas con pintura. Y una vez que estuvieron marcadas< yo corrí hacia ti. Ya que había tiempo de sobra para sacar a los congelados que él ya había marcado< —¿Pero por qué? —digo—. ¿Por qué molestarse? De seguro él sabía que íbamos a venir directo aquí, a ver lo que hizo< él ni siquiera los desconectó, solo los sacó. Elder hace pausa. —Es casi como si nos estuviera probando. —¿Qué quieres decir? —Nos está mostrando su plan. Está esperando a ver qué hacemos. Si los íbamos a dejar descongelándose, o a devolverlos. —¡Por supuesto que yo no iba a dejar que mi papá se descongelara! Elder me mira.

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—No creo que la prueba fuera para ti.

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Capítulo 72

Elder Traducido por Vannia Corregido por Alba M. Grigori

—¡S

hhh! —le siseo a Amy—. ¿Escuchaste eso? —¿Escuchar qué? —susurra, pero hago un gesto con mi mano para silenciarla.

Es bajo, pero hay un sonido de zumbido-chirrido-zumbido que me recuerda a la sala de máquinas. Pero no puede ser porque estamos a dos niveles debajo del motor. —Sale del laboratorio. Llevo a Amy a través del Nivel Crio. Lanza una mirada nerviosa hacia atrás—. Dejaremos la puerta abierta —digo, porque puedo decir que está preocupada dejando a su padre detrás. —¿Qué es este lugar? —pregunta mientras avanzamos dentro del laboratorio. Está susurrando, y apenas puedo escucharla mientras el ruido del zumbido se hace más fuerte. —El laboratorio —susurro, también. Algo del laboratorio invita al secretismo, y no he olvidado que Doc y Eldest están aquí dentro, si es que el mapa del wi-com es correcto. Tenemos que mantenernos cerca de las paredes. —He visto esas agujas antes. —Amy señala a las grandes jeringas etiquetadas con rasgos característicos, que Eldest quiere que los habitantes de la nave tengan. —Eso es lo que ellos hacen aquí. —¿Qué es eso? —Señala al gran tubo de color ámbar que se extiende desde el piso hasta el techo y está lleno de pequeñas burbujas de algo, flotando dentro de él—. Parecen como< —Ladea la cabeza—. ¿Como embriones? Miro los residuos que flotan en el líquido color ámbar, y me sorprendo de que Amy pudiera identificarlos tan rápidamente. El único feto que yo he visto alguna vez fue el del aborto de una vaca, y era más grande y más sangriento, y en realidad nada parecido a estas pequeñas burbujas redondas del tamaño de un dedo del pie.

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Dirijo a Amy al final del laboratorio, donde, oculta por la forma de los recodos en un ángulo recto de la habitación, está la bomba que Eldest me enseñó la primera vez que estuve aquí. Eso es lo que está haciendo el ruido de zumbido-chirrido-zumbido; la bomba está prendida, vibrando y haciendo ruido mientras su mecanismo interno lanza Phydus y estrellas y más dentro del sistema de agua. Eldest está en la bomba, sosteniendo un balde con un viscoso líquido claro. Doc está frente a él. Agarro a Amy y damos la vuelta de regreso hacia la esquina de la habitación. Ninguno de ellos nos ha visto todavía. Pongo mi dedo sobre mis labios, y Amy asiente. Ambos nos agachamos y nos asomamos por la esquina para verlos. Una silla bloquea nuestra visión, pero también nos da cierto nivel de protección. —¡Lo siento! —grita Doc por encima del ruido de la bomba. —¡No debiste haberla dejado ver! —Eldest camina furiosamente hacia Doc, su andar irregular hace que el balde en sus manos se balancee. Los ojos de Doc lucen nerviosos. —Pensé que eso haría que estuviera más dispuesta a comportarse. —Nada que no sea un poco de Phydus la controlará. ¿Por qué le diste las pastillas inhibidoras? Eldest deja el balde. —Están hablando de mí —susurra Amy en mi oído. Doc dice algo más, pero está de espaldas hacia nosotros y no puedo entenderle. —Bueno, la conseguiremos esta noche y la llevaremos al cuarto piso —dice Eldest, recogiendo el balde de nuevo y llevándolo hasta la bomba. —No creo< Eldest tira el balde. El líquido claro dentro chapotea, pero es más denso que el agua, parecido al jarabe, y no se derrama por los bordes. —¿Sabes qué? —grita Eldest, dando zancadas hacia Doc—. Realmente no me importa lo que tú creas. Si solo me hubieras escuchado la primera vez, con el otro, no estaríamos en esta situación. —¿De qué est{s
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—Elder está bien —dice Doc. —No este Elder. El otro Elder. Doc mira fijamente a Eldest, su rostro es impasible y frío, pero puedo decir que se está conteniendo a sí mismo. Hay una delgada línea blanca alrededor de sus labios, y su mandíbula está apretada. Eldest no se da cuenta de la reacción de Doc. —¡El Elder antes de este! ¡El Elder que se supone asumiría sus funciones ahora que yo puedo retirarme en lugar de desperdiciar lo último de mi vida en un adolescente que piensa con su chutz y no con la cabeza! —Me dijiste que llevara a ese Elder al cuarto piso, y lo hice. —Doc se para erguido, desafiante. —Pero no lo mataste como te dije, ¿o sí? —Pensé que< el Phydus< —Creo que tú deberías tomar algo más de Phydus —gruñe Eldest—. ¿Lo estás protegiendo, incluso ahora? ¿Lo estás escondiendo? —Pensé que< —Doc se ve pequeño y asustado—. Él desapareció del mapa wi-com. Pensé que se había quitado la vida a sí mismo. Eldest resopla. —Nunca lo comprobaste para asegurarte, ¿verdad? Ahora mira dónde estamos. Congelados siendo asesinados, uno de ellos despierta. —Está muerto, Eldest. Juro que él está muerto. No sé si Eldest le cree o sólo quiere creerle. Se da media vuelta y recoge el balde de nuevo. —¿Qué es eso? —susurra Amy, señalando ligeramente con la cabeza hacia la bomba. —Eso conecta hacia la fuente de agua —digo, mi mente se acelera. Y ese balde< Phydus. Me pongo de pie. Amy trata de detenerme, pero me libero de ella. No puedo dejar que Eldest los siga drogando. No puedo dejar que más Phydus caiga en el agua. Tengo que destruir esa bomba. Agarro la silla con la que Amy y yo nos habíamos estado ocultando. —¿Qué estás haciendo aquí? —pregunta Eldest con una mueca de desprecio al verme. Levanto la silla sobre mi cabeza. —¿Qué estás haciendo? —La voz de Eldest se eleva.

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Mis manos tiemblan. Puedo ver el futuro tendido delante de mí, un futuro conmigo como líder, no Eldest. Y sin Phydus. ¿Realmente quiero gobernar sin Phydus? Pienso en el desvanecimiento de las contusiones en la muñeca de Amy, en los conflictos que he visto en la Ward, aumentando por toda la nave. ¿Puedo gobernar sin Phydus? Luego pienso en los ojos de Amy cuando ella estuvo drogada. Lanzo la silla hacia la bomba. Hace un estruendo contra el metal y rebota sobre el suelo. La bomba de agua continúa con el zumbido-chirrido-zumbido. —¿Qué estás haciendo? —grita Eldest—. ¡Te has vuelto loco! ¡Igual que el Elder antes de ti! —¿Qué estás haciendo tú? —le grito en respuesta—. Eso es Phydus, ¿no? ¿Sólo estás preparando otro día de manipulación y control mental? —¡TÚ NO ERES ADECUADO PARA SER ELDER! —grita Eldest. Su cabello blanco se encrespa detrás de él, y parece un loco—. ¡Si no puedes hacer esto, no puedes dirigir la nave! ¡No eres lo suficientemente fuerte para ser el líder! ¡Nunca serás lo suficientemente bueno! En tres zancadas, atravieso la habitación hacia Eldest y le doy un puñetazo en la cara. Eldest deja caer el balde y cae al suelo. Su nariz está sangrando; la fina piel de su mejilla está roja y partida. Me agacho, lo agarro por la camiseta, y tiro de él para ponerlo en pie nuevamente. Él abre la boca para hablar, así que le doy otro puñetazo, pero todavía lo sostengo de la camiseta con mi mano para que no se caiga. —No soy débil —digo. Mi voz está temblando, no por el miedo, sino por la rabia contenida—. Soy lo suficientemente fuerte para saber que el Phydus está mal, y que tu intento por controlar a la gente con eso no es más que debilidad. Si realmente fueras fuerte, dirigirías esta nave sin drogas que hagan tu trabajo sucio. No es hasta que termino de hablar cuando me doy cuenta de que mi voz es el único sonido de la habitación. —¿Qué has hecho? —chilla Eldest, pero no hacia mí, sino hacia Amy. Levanto la vista. Mientras yo estaba golpeado y gritando a Eldest, Amy fue a hurtadillas alrededor de la bomba, encontró la pequeña puerta lateral, y simplemente arrancó todos los cables. Ella sostiene los cables de colores brillantes en su mano. —Bueno, eso resolvió el problema —dice, sonriendo.

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Capítulo 73

Amy Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por Alba M. Grigori

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e habría sentido mal por la nariz rota y la boca ensangrentada de Eldest, si no fuera un malvado y torcido tirano. Sin embargo, teniendo en cuenta que él planeó matarme antes, y otra vez, justo ahora, cuando le dijo a Doc que me dejara en el cuarto piso, digamos que yo no le tenía mucha simpatía al viejo idiota. El médico pone una mano sobre el hombro de Elder. —Elder, necesitamos la droga. Esta nave no funcionará sin el control que nos ofrece. Elder casi está de acuerdo con él, lo puedo ver en sus ojos. —Eso no es cierto —le digo, dispuesta a que Elder me mire, para recordarle cómo la droga me mató por dentro—. Sí, será más difícil sin la droga. Sí, puede ser más fácil para todos nosotros tener una vida sin el cielo, sin que estemos dopados más allá del pensamiento. Pero eso no es vida, no lo es. En medio de todo este dolor... —Me encuentro con los ojos del Elder entonces, y los dos sabemos que estoy hablando ahora de Harley—, también hay alegría. No puedes tener uno sin el otro. Elder tropieza lejos de Doc y Eldest, más cerca de mí. —No puedo ser el tipo de líder que quieren —les dice—. Yo nunca, nunca seré la clase de líder que quieren que sea. Y seré mejor por ello. Eldest gira en torno a Doc—. Hazlo. —¿Hacer qué? —pregunto. Eldest tiene la completa atención de Doc. —Vamos a hacer otro. Usa diferentes replicadores de ADN. Nos desharemos de éste y haremos otro. —¿Hacer qué? —dice Elder. Sus ojos están abiertos, como si él tuviera miedo de sus propios pensamientos. Eldest se vuelve a Elder. —Tú, maldito idiota. ¡No puedo creer que compartamos el mismo ADN! —¿De qué estás hablando? —La voz de Elder disminuye—. ¿Eres... mi padre?

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—¡Ahí, ahí! —Eldest dice, señalando. Más allá de ese muro está la tabla con las agujas, y el cilindro grande con líquido de color amarillo dorado y los círculos pequeños de los embriones en su interior. —¿Fue algo de tu ADN inyectado en mi madre? Eldest ruge en frustración. —¡Nunca tuviste una madre! ¡Somos la misma persona! Somos clonados, mismo ADN, mismo todo. Todo lo que hice fue sacarte de la jarra y ponerte en un tubo hace dieciséis años. —Nosotros no somos lo mismo —gruñe Elder, disgustado. —Compartimos nuestro código genético, somos réplicas exactas de cada uno antes que nosotros. Pero yo sé que eso no es lo que Elder quiso decir cuando dijo que no eran el mismo. —Es por eso que compartimos el acceso, por eso mi escaneo biométrico no nos llevaría a ningún lado —murmura Elder. Pienso en la voz de la señora agradable en el equipo: “Eldest/Elder. Acceso concedido”. El equipo nunca distinguió entre Eldest y Elder porque no había diferencia entre los dos. —No me importa —dice Elder más fuerte, mirando directamente a Eldest—. No me importa que sea lo mismo. Yo no soy tú, y no voy a tomar las decisiones que tú has tomado. No me preocupan tus lecciones, ya no me preocupan tus reglas. ¡Ya he terminado de escucharte! Oigo pasos suaves detrás de mí. Todo el mundo está tan concentrado en Elder y Eldest que no se dan cuenta que el hombre con cicatrices en el cuello camina en silencio hacia adelante. Orión llega a la cubeta de Phydus que se le cayó a Eldest cuando Elder le dio un puñetazo. El movimiento de él agachado llama la atención de Doc, luego de Elder, después Eldest. Los ojos de Eldest se amplían con el impacto. —Él está aquí —él susurra en voz tan baja que no estoy segura de sus palabras. Sus ojos se mueven a Doc y luego de vuelta al hombre ante él—. Juraste que estaba muerto. —Y lo estoy, Eldest —dice el hombre, levantando la cubeta—. El que hiciste ha muerto, ha desaparecido. Ya no soy ese. Soy Orión ahora. El Cazador. Eldest abre la boca para despotricar, con rabia, con ira, pero Orión lo interrumpe silenciosamente con la cubeta de Phydus en la cabeza. —¡Quítate de ahí! ¡No lo toques! —el doctor grita mientras el espeso líquido pegajoso se desliza hacia abajo del cuerpo de Eldest. Orión da pasos hacia atrás, sonriendo. Elder luce como si le gustaría correr a ayudar a Eldest, pero se detiene.

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La cara de Eldest está arrugada en una máscara de ira, pero la máscara se escurre mientras el Phydus arranca su piel. Ladea la cabeza como un niño curioso. Sus rodillas deformándose, y cayendo en el suelo, las piernas abiertas delante de él, con los brazos detrás, apoyando su peso. Se extiende una fácil y lenta sonrisa en su rostro, y luego cae en la nada. Se ve, por un momento, más suave y en paz de lo que jamás lo había visto antes. Sus manos se deslizan sobre el suelo liso, y su cuerpo bloquea todo el camino hasta el suelo. Él no se detiene, la cabeza se agrieta en las baldosas con tanta fuerza con hago una mueca de dolor. El Phydus se propaga por todo su cuerpo como una mancha de sangre. Puedo ver su lenta y gradual respiración hasta que se detiene. Eldest se ha calmado con la muerte.

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Capítulo 74

Elder Traducido por kathesweet Corregido por V!an*

—L

o mataste. Orión me mira y sonríe, claramente complacido consigo mismo. —De nada —dijo.

Parte de mí cree que es algo genial, matar a Eldest. Era un dictador tiránico. Era cruel. Nunca vio a nadie en esta nave, incluyéndome a mí, como una persona real. Pero también es el hombre con el que he vivido por tres años, el que tuvo la gran mano en mi crianza, y en el que siempre pensé que me convertiría. Y ahora sólo es una masa pegajosa. Quiero preguntar por qué, pero sé el por qué. A pesar de mí mismo, mis ojos se llenan con lágrimas calientes. Era lo más cercano a un padre que tenía. Orión baja el cubo. Camina hacia mí, su mano extendida. La tomo sin pensar, mis ojos todavía están sobre el cuerpo sin movimiento de Eldest —¡Sabía que estarías de mi lado! —dice Orión, agitando mi brazo arriba y abajo en un apretón entusiasta—. No estaba seguro< Habías estado bajo el pulgar de Eldest por tanto tiempo, y no respondías a los desconectados como pensé que lo harías. Pero simplemente sabía que estarías de mi lado al final. —¿Tu lado? —Levanto mi mirada borrosa del muerto Eldest hacia Orión, que, como Elder mayor a mí, técnicamente ahora es el Eldest de la nave. —Cuando empecé a decir que no me gustaba la forma de las cosas, Eldest me envió a Doc. Le dijo que me mantuviera en el cuarto piso. ¿No es así, Doc? Doc asiente silenciosamente. Sus ojos están muy abiertos por la sorpresa... o el terror. No puedo decir cuál. —Doc era mi amigo, ¿cierto, Doc? Doc no asiente esta vez, solo mira fijamente el cuerpo de Eldest. —Creí que, con suficiente Phydus< —susurra. Alejo mi cara de Doc. Él siempre creía

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que cualquiera podría ser curado si le inyectaba drogas suficientes. Doc nunca creía que las personas eran más poderosas que la medicina. —No podía dejar que Eldest me encontrara, así que lo primero fue ir< — Orión levanta su mano a donde su wi-com debería estar, y hace gestos de arañarse en el cuello. Cuando abre su mano, veo una cicatriz serpenteante sobre su pulgar—. Fue terrible. Lo peor que alguna vez hice, arrancar mi propia carne, con mis propias manos. Sentí como si estuviera arrancándome el alma. Hay un silencio en la habitación, puntualizado sólo por un goteo ocasional del Phydus sobre el suelo. Orión continúa. —Cuando Doc vio que el punto del wi-com estaba acabado, y ya que Eldest difícilmente deja el Nivel de Conservación< No fue difícil esconder la verdad de ellos. El viejo Salón de Grabación tuvo< un accidente, y me mezclé en mi nueva vida. —¿Por qué no hablaste? —pregunta Amy, sus ojos bloqueados en Doc. —No lo sé —susurra Doc, excusándose ante el cuerpo de Eldest—. Pensé... había esperado el suicidio. —Sus ojos se elevan a Orión—. Pensé, esa noche, en el Salón de Grabación. Que eras tú. —Se detuvo—. Pero habían pasado diecisiete años< —Podrías haberme encontrado si sólo hubieras ido a la puerta de al lado. Ya sabes, todo el primer año estuve escondido, detrás de las paredes, durmiendo con cables y tuberías. Pero luego me di cuenta que tú y Eldest ni siquiera me estaban buscando. Simplemente tuve que darme un nuevo nombre, una nueva casa, y los idiotas que hiciste me aceptarían sin preguntas. Pero — continúa, girándose hacia Elder—siempre me sentí mal. Por lo que sabía que Eldest estaba haciendo. Demasiado de esta nave está mal. —Sus ojos perforan mis pies—. Acabas de frotar la superficie con Phydus. ¿Has aprendido sobre el motor de la nave? —Asiento—. Bien —dice Orión—. ¿Y sabías sobre la misión, obviamente? —¿La misión? —digo. —¿La misión real detrás de esta nave? —¿Qué quieres decir? —pregunta Amy. Camina hacia mí y entrelaza su mano en la mía, dándome su fuerza justo como le di la mía cuando lloró. —¿Nunca te has cuestionado por qué estamos aquí? —me pregunta Orión, ignorando a Amy. —Para operar la nave< —La nave está en piloto automático. Puede llegar a Centauro- Tierra sin nosotros. —Para<

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—No. —Orión me interrumpe antes de que pueda empezar—. Lo que sea que Eldest te ha dicho es mentira. Guardaba secretos de ti, después de que yo lo traicioné. No, no hay una sola razón por la cual estamos a bordo de este barco, y la razón va más allá de esta puerta—. Apunta a donde están las cámaras de Crio, donde están los padres de Amy. —¿Qué quieres decir? —dice Amy de nuevo, su voz más urgente. —Sabes al menos para qué están aquí los congelados, ¿cierto? —Son expertos en terra-formación, medio ambiente y defensa. Orión bufa. —Son expertos en quitarnos el planeta. —No tiene ningún sentido —digo, apretando la mano de Amy más. —Ellos son los colonos, no nosotros. Nunca nosotros. Cuando finalmente aterricemos, nos usarán. Como esclavos en su terra-formación y, si hay alienígenas hostiles en el planeta, como soldados. Planean usarnos o matarnos. Pusieron a nuestros tatara-tatara-tatara-abuelos o como sea en esta nave así podrían criar esclavos y soldados. Eso es todo. Amy jadea. —Esa es la razón por la que estás matando a quienes tienen experiencia militar. Crees que harán que las personas nacidas en la nave peleen cuando aterricen. —¡Sé que lo harán! —ruge Orión. Puedo ver a Eldest en él ahora, cuando grita—: Y si allí no hay hostilidades para pelear, entonces usarán la experiencia militar para obligarnos a ser mano de obra esclava. Es un plan perfecto: ¡Criar personas prescindibles mientras duermen! —¿Pero por qué yo? —pregunta Amy, su voz en un susurro desesperado—. Cuando me desconectaste, seguramente podías decir que no era mi papá. ¿Por qué no me regresaste antes de que me descongelara? ¿Por qué me dejaste despertar? Una sonrisa lenta y malvada se extiende sobre la cara de Orión. Su mirada perfora la mía. Aprieto mis puños. Orión ladea una ceja hacia mí. —Tengo mis secretos —dice Orión, mirando a Amy. —Mi papá no es operador de esclavos —dice Amy—. Y si hubiera alienígenas “hostiles”, él no te obligaría a pelear. Orión se encoge de hombros. —¿Cómo lo sabes con seguridad? Y —agrega antes de que Amy pueda decir algo más—, de cualquier manera, es mejor prevenir que lamentarlo. —¡Tu prevención significa matar a mi papá! Orión mira detrás de ella al cuerpo de Eldest. Claramente, no tiene inhibiciones sobre matar.

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—Si no te gusta< —dice, caminando al tubo de congelación criogénica al otro lado de la habitación. Abre la puerta y mueve su brazo para mostrar el interior—. Sin falta, te re-congelarás. Dormida hasta que alcancemos el planeta, y ver qué clase de hombre es realmente tu padre. Eso es —agrega, pensando— si Elder y yo decidimos dejar a tu padre vivo hasta el aterrizaje. —¡Eres tan malvado como él! —sisea Amy, señalando el cuerpo sin vida de Eldest. —¿Pero sabes qué te va a revolver realmente? —pregunta Orión—. El hecho de que Elder de alguna manera está de acuerdo con todo lo que estoy diciendo. —No, no< —empiezo cuando Amy me mira con sus hermosos ojos acusadores. —Y el hecho de que Elder aquí es el que me dio la idea de desconectarlos en primer lugar. Amy se cubre la boca con su mano. Sus ojos llenos de disgusto, y es dirigido a mí. —No le creas —ruego. —No, de verdad, es cierto. Te has dado cuenta de eso, ¿verdad, Elder? — Orión se burla, riendo, y me pregunto cuánto sabe. Busco su cara, y veo la mía en ella. Compartimos el mismo ADN, pero no somos la misma persona. Pero quizás las mismas emociones, dudas y miedos están tejidas en nuestro código genético idéntico. —¿Por qué no le dices? —continúa Orión—. ¿O te gustaría que lo hiciera yo? —¿Decirme qué? —pregunta Amy. Me muevo a través de la habitación a donde Orión está parado al lado del congelador criogénico. Mis manos están apretadas en puños. —Ella es una cosa linda —Orión me susurra bajo, así Amy y Doc no puede oír—. Muy linda. ¿Por eso lo hiciste? —Cállate —gruño. —No la dejes cruzarse en nuestro camino. Sé que hay algunas razones lógicas que debería hacer. Orión es tan loco como Elder, su método de control igual de retorcido, si no más. Nunca seré capaz de disuadirlo de matar a los congelados, y necesita ser castigado por las muertes que ya ha causado. Pero esas no son las razones por las que empujo a Orión dentro del congelador Crio y lo encierro en el interior.

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—¡Déjame salir! —grita Orión. Hago girar el dial. El líquido Crio en el tanque del congelador se abre, derramando agua moteada de azul sobre la cabeza de Orión. —¡Maldición! —balbucea. Araña la puerta, su cara retorcida con terror puro. Amy viene a mi lado, mirando a Orión a través de la pequeña ventana en la puerta. Cuando él la ve, sus ojos se llenan con un destello malvado. Su boca se abre y le grita algo. Hago girar el dial de nuevo. El líquido Crio se derrama más rápido, llenando su boca, ahogándolo. Su cara está bajo el líquido ahora, sus mejillas hinchadas, sus ojos inyectados de sangre y saltones. Una mano se presiona contra la ventada, y noto la cicatriz dentada sobre su pulgar, lo único que separa la huella de su pulgar del mío. —Congélalo ahora, o morirá —dice Doc—. Podría morir, de cualquier manera. —Se encogió de hombros—. No lo preparaste para el congelamiento. Miro a los ojos de Orión y me veo en ellos. Golpeo mi puño contra el enorme botón rojo cuadrado. Un destello de vapor blanco escapa de la caja. La cara de Orión está presionada contra el vidrio, sus ojos hinchados. Pero ya no puede vernos.

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Capítulo 75

Amy Traducido por kathesweet Corregido por V!an*

E

lder mira a través de la pequeña ventana la cara congelada de Orión. Envuelvo mis brazos alrededor de él desde atrás. Trato de echarlo atrás, pero no se moverá, así que simplemente lo sostengo.

—Se ha terminado —dice el doctor—. A menos que lo vuelvas a despertar, eres el Eldest ahora. Puedo sentir a Elder endurecer bajo mí. Elder sacude la cabeza. —Dejemos que las personas que trató de matar lo juzguen cuando aterricen. Pienso en mi padre, y en la clase de juez que será para este hombre, y no siento ni un poquito de pena por él. —¿Cómo voy a dirigir una nave llena de personas? —pregunta Elder, su voz suave—. Cuando el Phydus desaparezca, van a darse cuenta de las mentiras. Van a estar enojados. Van a odiar a Eldest, y a mí. —No te odiarán —susurro en la parte posterior de su cuello—. Saborearán su ira, porque es la primera emoción que sentirán verdaderamente, y luego se darán cuenta de que hay otras emociones, y estarán satisfechos de ellas. —¿Te quedarás conmigo? —susurra Elder. Su respiración empaña el vidrio que cubre la cara de Orión. —Siempre. Elder pulsa el botón de su oído, y hace un anuncio para la nave entera, igual que hacía el Eldest antes de que le dijera a la nave que me tuvieran miedo. Su primer anuncio es simple. En términos sencillos, explica que todos han estado bajo la influencia de una droga, y que lentamente empezarán a recuperar sus propias emociones. Elder los anima a permanecer calmados mientras empiezan a sentir por primera vez, especialmente las madres embarazadas. Doc me pide los cables para arreglar la bomba. —Deberíamos al menos poner las hormonas en el agua —insiste—, así no empezarán a aparearse con parientes.

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—La mayoría de las personas no quieren cometer incesto —digo secamente—. Cuando se despierten de la droga, simplemente les explicaremos lo que es el incesto, y lo que hace, y que deberían tomar una prueba de sangre antes de tener sexo. Tienes esos escáneres que comprueban el ADN. Podríamos empezar ordenando los árboles familiares de nuevo. Le entrego los cables a Elder. Doc se gira hacia él. Elder sólo lo mira fríamente. —No más drogas —dice. Y eso es todo.

Más tarde, cuando hombres con guantes gruesos se han llevado el cuerpo envenenado de Eldest y lo han tirado de la escotilla por la que se arrojó Harley; cuando Doc ha puesto a Orión en una cámara de Crio vacía; cuando estamos seguros de vuelta en mi habitación con la pintura de Harley observándonos sobre nosotros, Elder da su segundo anuncio. Es una repetición del último anuncio de Eldest: Todo el mundo debe ir al Nivel de Conservación. Antes de que entremos allí, discutimos la verdad. —Eso fue lo que mató a Harley —digo—. La verdad. Cuando escuchó sobre cómo nunca dejaría la nave< —Me ahogo con mis palabras. —No pudo vivir con la verdad —Elder finaliza por mí. —Deberíamos haber sabido que no era Eldest matando a los congelados. Él habría sabido que estarías buscando la verdad, y quiso guardarla de ti, de todos. Elder mira abajo a sus manos, luego levanta la pintura de Harley. —Una parte de mí piensa que no podemos compartir la verdad, no toda. Empiezo a hablar, pero Elder me interrumpe. —Una parte de mí cree que la verdad los matará a todos, justo como mató a Harley. Esta es una verdad grande, enorme. No podemos simplemente decirla. Debemos dejar que las personas la descubran. Elder va al Nivel de Conservación solo. Se parará en la plataforma, y les dirá a las personas, que están sintiendo por primera vez, un poco de la verdad, pero no toda. Les dirá que él es Eldest ahora. Que el antiguo Eldest está muerto. Les dirá sobre el Phydus, sobre las hormonas en el agua, sobre la mentira de la Temporada. Estarán enojados, incluso furiosos, pero luego se darán cuenta que están sintiendo, y sabrán que Elder tenía razón en hacer lo que hizo.

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Él les dirá del motor, pero no hasta qué punto estamos atrasados. Alguien con cualquier interés en ciencia, mecánica o ingeniería, irá con los habitantes de la nave y verá el motor, y tratará de ayudar a los científicos a resolver el problema. Elder no les dirá sobre Orión, o los congelados. Pero tampoco les guardará la verdad. Mientras está diciéndoles lo mucho de la verdad que puede ser dicho, yo estoy escribiendo todo lo que sé en páginas arrancadas del cuaderno que mis padres trajeron de la Tierra. Doblo las páginas a la mitad, y las dejo en el Salón de Grabación. Están allí para que alguien que busque las encuentre. Muchos no lo harán. A ellos no les importará saberlo; no les importará buscar alguna clase de verdad. Alguien lo har{< y no creer{ la verdad. Pero otros necesitarán la verdad, la anhelan, y la buscarán y aceptarán por lo que es. Más tarde, Elder y yo continuaremos trabajando en el Salón de Grabación. Reescribiré tanto de la historia falsamente escrita como pueda. Todos los archivos pasados de la Tierra estarán disponibles para todas las personas. Y Elder hará que su gente empiece a grabar la vida de los habitantes de la nave, igual que antes, así pueden sentir que son más que sombras olvidadas de una nave flotando a través del espacio vacío. Pero ahora, abro mi cuaderno azul para ver el resto de las hojas en blanco. Sostengo el lápiz sobre la primera página, luego lentamente garabateo las primeras palabras: Queridos mamá y papá…

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Capítulo 76

Elder Traducido por Anne_Belikov Corregido por V!an*

V

ino a mí, la primera noche después de que Eldest fue asesinado y Orión congelado, que yo compartía el mismo ADN que esos dos hombres, pero no tenía nada que ver con ellos. La verdad de ambos retorcidos hombres de la nave, volviéndose uno un dictador y el otro un sociópata. Los tres éramos lo mismo. Crecimos con el mismo conocimiento, fuimos hechos del mismo material genético, la misma verdad. Pero uno de nosotros ocultó la verdad a través de las mentiras y el control, uno intentó cambiar la verdad a través del caos y el asesinato, y yo< bueno, todavía sigo averiguando cuál es la verdad. Y qué haré con ella. ¿Estaba mintiéndole a mi gente cuando no les conté sobre Orión? ¿Estaba equivocado al darles acceso a una verdad que tal vez los asesinaría como había asesinado a Harley? ¿Y qué derecho tengo a hacer mandatos sobre la verdad cuando mi más grande alegría es que Orión nunca tuvo la oportunidad de decirle la verdad a Amy? Al final, ¿soy yo tan diferente de Eldest u Orión si le dejo creer una mentira? EL PASADO Elder Esto es lo que sucedió. Esta es la verdad. La vi descansando ahí, congelada en una caja de cristal. Ella era tan diferente. Realmente diferente. No pude ver la puesta del sol en Sol-Tierra, pero estaba ahí, en su cabello, flotando inmóvil en hielo, piel pálida como lana de oveja. Joven. Como yo. Ella nunca lo entenderá.

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Fui ahí, después, para mirar y soñar. Para pensar en lo que ella podía decirme de Sol-Tierra. Para pensar en cómo ella (a diferencia de cualquier otra persona en esta maldita nave) ella sería de mi edad durante mi Temporada. Y no tendría que estar solo. Y entonces lo escuché. Un pequeño susurro en mi mente, una voz que casi ignoro. Pero no lo hice... Y la voz sostenía una pregunta. Y la pregunta era: ¿Y qué si la desconecto? Al principio la ignoré. Pero la pregunta sonó más fuerte. Más y más fuerte. Rugió. Y así, sólo para apagarla, alcancé y bajé el interruptor en la caja encima de la cabeza helada de Amy, y observé cómo la luz parpadeaba de verde a rojo. Y la voz dentro de mi cabeza suspiró en alivio y susurró palabras de confort y me dijo que ella estaría sonriéndome cuando el hielo se derritiera. Estaba esperando, justo ahí, por ella, cuando bostezó y emergió de la caja. Estuve ahí mientras sus ojos revolotearon abriéndose, mientras sus labios se curvaron en una sonrisa. Pero escuché< < a Orión, forcejeando en la oscuridad, escuchando su propia voz, pero entonces no lo supe. Juro que no sabía que estaba ahí, observando. Así que corrí al elevador y fui al jardín, e intenté pretender que no había traído a una chica de vuelta a la vida bajando un interruptor. Entonces vino la alarma. Y el grito de ella —¡aroo! ¡aroo!— se mezcló con el grito de Amy. Un grito de dolor. Y después, de pesar. Angustia. Sueños y esperanzas rotos. Yo rompí esos sueños. Yo. Nada la confortó, ni siquiera el amor que ella nunca vio en mí. Y Doc dijo que ella nunca podría volver atrás; ella nunca podrá regresar. Y yo lo sabía< lo sabía… Y nunca podré decirle la verdad.

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Capítulo 77

Amy Traducido por Elena Vladescu Corregido por V!an*

M

e siento enfrente de la escotilla, mi espalda contra la fría pared de metal, mis ojos mirando fijamente a través del vidrio a las estrellas que están más allá, pensando en Harley, preguntándome cómo se sienten esos breves momentos entre el volar y el morir. Ahora vengo seguido aquí. Con el despertar, las personas de las naves que habían sido pasivas y mansas ahora son exploradoras. Están en los jardines, en el Hospital, para leer los libros de Victria o escuchar a Bartie tocando la guitarra o ver las pinturas de Harley que sobrevivieron. Algunas están incluso en la Sala de Grabación, y algunos salen con los ojos muy abiertos por la verdad. Este es uno de los pocos lugares restantes en el cual puedo encontrar realmente soledad. Elder cree que no es seguro dejar que todos vengan a este nivel, incluso si algunos saben de su existencia ahora. Estoy de acuerdo. No quiero que nadie más tome la posición de Orión en el problema. La “X” pintada en la puerta de mi papá todavía no desaparece, a pesar de que la he fregado y fregado. Elder arregló el teclado, y lo mejoró, así que ahora cuando golpeo en la palabra “código”, la escotilla se abre y permanece así todo el tiempo que quiero, y puedo mirar las estrellas todo el tiempo que necesite. Es un largo camino de acá a casa, pero esto es lo más cerca que puedo estar. Me quedo mirando las estrellas. Hay tantas aquí, muchas más de las que pude haber visto cuando me paré en la superficie de la Tierra. Y aunque hay tantas y se ven tan juntas, sé que están a años luz de distancia. El brillo en el cielo se ve como si pudiera hacer una bola de él con mis manos y dejar que las estrellas remolineen y se toquen entre ellas, pero están tan distantes, tan lejos, y no pueden sentir el calor de las demás, aunque estén hechas de ardor. Este es el secreto de las estrellas, me digo a mí misma. Al final, todos estamos solos. No importa qué tan cerca pareces estar, nadie puede tocarte. —¿Amy? Elder está encima de mí y por un momento se ve siniestro, como un buitre.

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Le sonrío. —Estoy feliz de que terminara —digo. Elder no me devuelve la sonrisa—. Es un alivio. Creo que sería capaz de vivir una buena vida aquí si no tengo que preocuparme por mis padres a cada segundo. Ugh, eso suena ingrato. Sabes lo que quiero decir. —Amy. Miro hacia arriba. Su cara se ve muy seria. —¿Qué está mal? —Hay una risa en mi voz, pero es nerviosa—. ¿Pasó algo? —Mis dedos se curvan, raspándose contra el frío suelo de metal.— ¿Les pasó algo a mis padres? ¿No era realmente Orión? —No, no, no es nada de eso. —Elder se muerde el labio. —¿Entonces qué es? Aquí, siéntate a mi lado. Elder no se sienta. —Tengo que decirte algo —dice con esa voz que me hace saber que, sea lo que sea que tenga que decirme, no es nada bueno. —¿Qué es? —chillo finalmente, porque no puedo soportar su nervioso silencio.

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Capítulo 78

Elder Traducido por CyeLy DiViNNa Corregido por V!an*

—F

ui yo quien te desconectó.

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Capítulo 79

Amy Traducido por MariNC Corregido por V!an*

S

iento a mi corazón golpear una vez, fuerte, y luego es como un murmullo de sangre y emoción desde mi cuerpo, y estoy vacía por dentro, congelada como antes, y no veo nada, y no siento nada, pero no es cierto. Porque tan pronto como pienso eso, siento de nuevo, siento todo, y no puedo ver, no puedo respirar, pero siento. Y lo que siento es rabia. Pienso que, por un momento, estaba equivocada: sería mejor no sentir nada que sentir esto< y entonces dejo de pensar. Grito algo, pero aun no puedo distinguir qué palabras salen de mi boca. Estoy de pie ahora, no recuerdo levantarme, pero estoy de pie. Soy embestida por él. Quiero lastimarlo, no me importa cómo, siempre que pueda causar algún tipo de dolor, tal vez eso será suficiente. Doy un buen golpe sólido, y sé que lo he sorprendido más que hacerle daño, a pesar del hecho de que ya hay una marca roja en su pómulo bajo su ojo. Mis dedos se encrespan como garras, pero él agarra mis muñecas antes de que pueda atacar de nuevo, y me detiene. Pateo, pero mis cortas piernas no pueden abarcar la distancia de sus largos brazos, y hago la única cosa que me queda por hacer. Todas las lágrimas de rabia por mi garganta. —Lo siento —Elder implora. ¿Lo siento? ¿Lo siento? Lo siento no es suficiente. Cada. Simple. Cosa. Que he amado está fuera de mi alcance ahora. Todo lo que siempre quise. Todo lo que siempre fue. —¡Pude haber muerto! —le grito—. ¡Casi muero! —Yo no lo sabía —se tropieza con sus palabras—. Esto< quiero decir< ¡maldición! Yo no sabía que serías< y< Quiero preguntar por qué. Excepto que< no hay un por qué. Puedo verlo en su rostro. Él no tenía intención de hacerme daño. Llevándose mi única oportunidad de estar con mis padres. Para atraparme en una jaula de metal.

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Para matarme tan eficazmente como estoy muerta en la Tierra. Sólo lo hizo. No hay un por qué, al igual que no hay vuelta atrás. —Pero tenía que decirte la verdad. Eso me detiene. Algo dentro de mí encaja en su lugar, dolorosamente. La verdad tritura contra mis huesos. Papá me mintió cuando dijo que venir o no era mi elección. Él hizo la elección. El baúl vacío en la cámara criogénica es prueba suficiente de ello. Jason me dejó creer lo que quise creer. Esta nave entera ha sido mantenida junta por metal y mentiras. Todo el mundo o engañó o es un impostor. Excepto Elder.

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Capítulo 80

Elder Traducido por kathesweet Corregido por V!an*

L

a cara de Amy es de piedra, y no puedo ver ninguna grieta en ella. No ha estado así de inmóvil desde que estuvo conectada.

Mis manos se aprietan compulsivamente en mis bolsillos. Los cables de la máquina Phydus entre mis dedos. Amy esperaba que los botara, sé que lo hacía< pero no puedo. Su peso en mi bolsillo es el peso de otra mentira. Pero no puedo librarme de la voz persistente en mi cabeza, la que pregunta: ¿Puedes gobernar sin Phydus? Estoy asustado de que la respuesta sea no. Debería decirle. Debería sacar los cables como otra confesión. Pero eso simplemente la alejaría más. —Cuando lo hice< cuando te desconecté< —Mi voz se quiebra, algo que no ha sucedido desde que tenía catorce—. No sabía que Doc no podría regresarte. Pensé que podía despertarte, y que quizás podríamos conocernos, podríamos hablar, y después de que me hablaras sobre Sol-Tierra, estaría listo para dejarte ir y que fueras congelada de nuevo. No sabía que no podrías regresar. No sabía que casi te mataría. He dicho todo esto deprisa, pero ahora mis palabras desaparecen hasta que casi son nada. Amy no dice nada. Toco mi pómulo suavemente, presionando el lugar donde me golpeó. Habrá un moretón. Si hubiera apuntado más arriba, tendría un ojo negro. —Realmente lo siento —digo. Amy mira al frente de ella. No puedo decir si está mirando el metal que la atrapa en el interior de la nave o el vidrio que muestra el universo de afuera. —Lo sé —dice. No es mucho como una invitación, pero es lo único que obtengo. Me inclino contra la pared al lado de ella. Un remache se clava en mi espalda, pero no me importa. Esto puede ser lo más cerca que estaré a ella alguna vez.

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Amy no se aleja. Eso es algo, supongo. —Simplemente quería conocerte. No sabía que arruinaría tu vida entera. Silencio. Amy no levanta la mirada.

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Epílogo

Amy Traducido por CyeLy DiviNNa Corregido por V!an*

H

ay una mancha de pintura —roja— al borde de la escotilla. La última marca de Harley.

Más allá de la pintura, más allá de la ventana de burbujas, miro a las estrellas. Parece un lugar solitario y frío ahí fuera. Llevo las manos a cada lado de la ventana. Es un lugar solitario, frío aquí, también. —No quiero estar sola —susurro, y no es hasta que las palabras están ahí fuera que comprendo que en realidad lo estoy. Siento —más que veo— el más mínimo movimiento de Elder detrás de mí. Da un paso adelante, vacila, luego llega a mi mano. Me alejo. Al igual que Harley. Miro adelante decididamente a las estrellas. Me pregunto si todavía estaría aquí si sólo hubiera llegado a nosotros, en lugar de hacia ellas. Cierro los ojos y tomo una respiración profunda, pero todo lo que huelo es metal. La vida que una vez había conocido se ha ido para siempre. Mi aire no va a oler al verano o a primavera, a lluvia o a nieve verdadera. Abro los ojos y veo lo último que Harley vio antes de que nos dejara. Tal vez el secreto de las estrellas no tiene nada que ver con estar solo. Me doy la vuelta, y Elder está ahí. Como siempre lo ha estado. Me agarra la mano, pero yo me suelto. No estoy lista para esto. Pero... si mi vida en la Tierra debe terminar, va a terminar con una promesa. Va a terminar con esperanza. Envuelvo mi dedo meñique alrededor del suyo. Me aprieta el dedo, y este mundo ya no se siente tan frío. —¿Te quedarás conmigo? —susurro.

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—Siempre.

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A Million Suns Godspeed fue alimentada por mentiras. Ahora, es gobernada por el caos. Ya han pasado tres meses desde que Amy fue desconectada. La vida que siempre había conocido se acabó. Y en todas partes a donde mira, ve las paredes de la nave espacial Godspeed. Pero ahí puede haber esperanza. Elder ha asumido el liderazgo de la nave. Finalmente está libe de definir su visión: no más Phydus, no más mentiras. Pero cuando Elder descubre una impactante noticia sobre la nave, él y Amy empiezan una carrera para descubrir la verdad detrás de la vida en Goodspeed. Ellos deben trabajar juntos para resolver un rompecabezas que se puso en marcha cientos de años antes, mientras se sienten incapaces de luchar contra el romance que crece entre ellos y el caos que amenaza con separarlos.

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Adelanto de Across the Universe 2:

A Million Suns

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Capítulo 1

Elder Traducido por CyeLy DiviNNa y Mari NC Corregido por Ellie

—E

sto no va a ser fácil —murmuro, mirando la puerta de metal sólido que lleva a la Sala de Máquinas en el Nivel Carga de Godspeed. En la aburrida refacción, veo los ojos oscuros de Eldest, justo antes de morir. Veo la sonrisa en la comisura de la boca de Orión, mientras se deleitaba con su muerte. En algún lugar, debajo de mis características clonadas y los ecos de Eldest delante de mí, tiene que haber algo en mí que es solo mío, único y que no se encuentra en el material de clonación dos niveles por debajo de mis pies. Me gusta pensar eso, de todos modos. Pongo el pulgar sobre el lector biométrico y las puertas se abren, llevándose consigo la imagen de un rostro que nunca se ha sentido como el mío. Un olor muy mecánico con la mezcla de metal y grasa, se envuelve alrededor de mí, mientras entro en la sala de máquinas. Las paredes vibran con el corazón del motor de la nave, un sonido whirr-churn-whirr que pensarías que es hermoso. Los habitantes del Primer Nivel están en posición de firmes, esperando por mí. La sala de máquinas por lo general está llena de gente, llena de actividad de habitantes que tratan de averiguar lo que ha paralizado el reactor del motor principal de refrigerado rápido, pero hoy les pedí una reunión privada con los diez primeros habitantes, los oficiales de más alto rango por debajo de mí. Me siento desaliñado en comparación con ellos. Mi cabello es muy largo y complicado, y aunque mi ropa debería haber sido reciclada hace mucho tiempo, mi oscura túnica arena y mis pantalones bien planchados encajan perfectamente. No hay uniformes para los habitantes, no hay uniforme para cualquier persona a bordo de la nave, pero la Primera habitante Marae exige pulcritud de todos sobre los que tiene autoridad, en especial los habitantes del Primer Nivel, que están a favor de la misma ropa oscura usada por Marae. Marae está en la generación de los veinte años de edad, sólo un poco mayor que yo. Pero ya las líneas de pliegue en sus ojos y la caída hacia abajo de su boca parecen permanente. Un carpintero puede verificar la exactitud de su nivel en la línea del pelo rapado de Marae. Amy dice que todo el mundo a

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bordo de Goodspeed tiene el mismo aspecto. Supongo que, dado que somos mono-étnicos, ella está de alguna manera en lo correcto. Pero nadie podría confundir a Marae con nadie más, ni creo que ella sea nada menos que un Primer Habitante. —Eldest —dice a modo de saludo. —Ya te lo he dicho, llámame Elder. El ceño de Marae se profundiza. Las personas comenzaron a llamarme Eldest tan pronto como asumí el papel. Yo siempre había sabido que sería Eldest en algún momento, aunque nunca había soñado que lo sería tan pronto. Sin embargo, nací para este puesto. Estoy en este puesto. Y si no puedo verlo en mí mismo, puedo verlo en la manera en que los habitantes de la nave todavía están en posición de firmes, la forma en que Marae espera a que hable. Yo sólo< no puedo tomar ese título. Alguien me llamó Eldest frente a Amy, y no pude soportar la forma en que sus ojos se entrecerraron y su cuerpo se congeló, sólo por un momento, el tiempo suficiente para darme cuenta que no había manera de que pueda verla mirarme como a Eldest de nuevo. —Puedo ser Eldest sin cambiar mi nombre —digo. Marae no parece estar de acuerdo, pero no lo discutirá. Los otros habitantes del Primer Nivel me miran, esperando. Todos están quietos, con sus espaldas rectas y sus rostros en blanco dirigidos hacia mí. Sé que parte de su perfección es debido a la mano firme de Marae como Primera Habitante, pero también sé que una parte de esto viene del pasado, de Eldest antes de que fuera asesinado y de la manera exacta en que esperaba que todo el mundo lo llevara a cabo. No hay nada en mí de su estoica obediencia. Me aclaro la garganta. —Yo, uh, necesitaba hablar con ustedes, los Habitantes del Primer Nivel, sobre el motor. —Trago, mi boca está seca y con sabor amargo. No los miro, no realmente. Si miro sus caras —su vejez, sus rostros más experimentados— perderé mis nervios. Pienso en Amy. Cuando vi por primera vez a Amy, todo lo que pude ver fue su brillante cabello rojo arremolinado como tinta congelada en el agua, su pálida piel casi translucida como el hielo en el que estaba congelada. Pero cuando imagino su rostro ahora, veo el determinado conjunto de su mandíbula, la forma en que parece más alta cuando se enoja. Tomo una respiración profunda y doy zancadas a través del piso hacia Marae. Ella se encuentra con mi mirada de frente, su espalda muy recta, su boca muy apretada. Estoy incómodo cerca de ella, pero ella no se ve asombrada

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cuando levanto mis brazos y empujo sus hombres, fuerte, por lo que se estrella contra el panel de control detrás suyo. La emoción cruza sus rostros: La Segunda Habitante Shelby luce confundida; los ojos del Noveno Habitante Buck se entrecierran y su mandíbula se aprieta; la Tercera Habitante Haile susurra algo a la Sexta Habitante Jodee. Pero Marae no reacciona. Este es el signo de cómo Marae es diferente a todos los demás en la nave: ni siquiera me pregunta cuando la empujo. —¿Por qué no te caes? —pregunto. Marae se presiona contra el panel de control. —El borde paró mi caída — dice. Su voz es gruesa, pero puedo captar un tono cauteloso en sus palabras. —Tendrías que haber seguido adelante si algo no te hubiera detenido. La primera ley del movimiento. —Cerré mis ojos brevemente, tratando de recordar todo lo que había estudiado en la preparación para este momento—. En SolTierra había un científico. Isaac Newton. —Tropiezo sobre el nombre, no estoy seguro de cómo pronunciar una palabra con dos “a” consecutivas. Sale como Issaaahk, y estoy seguro que está mal, pero no es importante. Además, está claro que los otros saben de quién estoy hablando. Shelby mira nerviosamente a Marae, sus ojos lanzándose una, dos, tres veces a la máscara del todavía antinatural rostro de Marae. La constante postura de piedra de los otros Habitantes de Primer Nivel se derrite. Me muerdo una sonrisa amarga. Eso parece ser lo que siempre hago: romper el perfecto orden en el que Eldest trabajó arduamente. —A este Newton se le ocurrieron algunas leyes sobre el movimiento. Parece malditamente obvio, y esto se escribió pero< —Niego con la cabeza, todavía algunos están sorprendidos por cómo de simples eras sus leyes del movimiento. ¿Por qué nunca se me ocurrió antes? ¿O a Eldest? ¿Cómo fue que, mientras Eldest me enseñó los fundamentos de todas las ciencias, de alguna manera Newton y las leyes del movimiento nunca surgieron? ¿Simplemente no las conocía, o quería ocultar dicha información de mí? —Es la parte sobre la inercia lo que llamó mi atención —digo. Comienzo a pasear, un hábito que he tomado de Amy. He tomado un montón de cosas de Amy, incluyendo la manera en que lo cuestiona todo. Todo. En la parte superior de mis preguntas hay un miedo que he estado demasiado aterrorizado para vocalizar. Hasta ahora. Hasta que me paro frente a los habitantes de la Nave con la agitación del motor cojeando detrás de mi espalda. Cierro mis ojos un momento, y en la negrura detrás de mis párpados, veo a mi mejor amigo, Harley. Veo el hueco vacío del espacio mientras la escotilla se

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abre y su cuerpo sale. Veo el atisbo de sonrisa en sus labios. Justo antes de morir. —No hay fuerzas externas en el espacio —digo, mi voz apenas más fuerte que el whirr-churn-whirr del motor. No había fuerza que pudiera detener a Harley de ir por esa escotilla hace tres meses. Y ahora que él está en el espacio, no hay fuerza para impedirle flotar para siempre a través de las estrellas. Los habitantes de la nave me miran, esperando. Los ojos de Marae están entrecerrados. No va a darme esto. Va a hacerme sacar la verdad de ella. Continúo: —Eldest me dijo que el motor estaba perdiendo eficiencia. Que había cientos de años de retraso. Que teníamos que arreglar el motor o arriesgarnos a nunca llegar a Centauro-Tierra. —Giro alrededor y miro el motor, como si fuera a responderme—. No lo necesitamos, ¿o sí? No necesitamos combustible. Sólo necesitamos lo suficiente para llegar a máxima velocidad, y entonces podríamos apagar el motor. Allí no hay fricción, no hay gravedad, el barco podría mantener el movimiento a través del espacio hasta que alcancemos el planeta. —Teóricamente. —No sé si la voz de Marae es cautelosa porque está insegura de la teoría o porque está insegura de mí. —Si el motor no está funcionando —y no ha estado funcionando durante décadas— entonces el problema debe ser que vamos demasiado rápido, ¿verdad? Que vamos sólo a pasar volando el planeta< —Ahora no hay duda en mi voz, lo que estoy diciendo va en contra de todo lo que yo creía que sabía. Pero he estado investigando el problema del motor desde que Eldest murió, y simplemente no puedo correlacionar lo que Eldest me dijo con lo que he aprendido de los libros de Sol-Tierra—. Maldición, nuestro problema debe ser que vamos a chocar contra Centauro-Tierra porque no podemos disminuir la velocidad, no que vayamos a flotar sin rumbo en el espacio, ¿cierto? Siento como si incluso el motor tuviera ojos y me estuviera observando. Mirando a los habitantes de la Nave, puedo ver que ellos —todos ellos— sabían que el problema del motor no se encontraba en el combustible y la aceleración. Lo sabían desde el principio. No les he dicho nada nuevo con esta información. Por supuesto que los habitantes del Primer Nivel saben de Newton, física e inercia. Por supuesto que lo hacen. Por supuesto que entendieron que las palabras de Eldest sobre el ineficiente combustible y la cojera retrasada a través del espacio eran totalmente falsas. Y qué tan malditamente tonto soy por pensar diferente. —¿Qué está pasando aquí? —pregunto. Mi vergüenza alimenta mi ira—. ¿Hay siquiera algo malo con el motor? ¿Con el combustible?

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Los ojos de los habitantes de la Nave van hacia Marae, pero Marae está silenciosa mirándome. —¿Por qué Eldest me mentiría sobre esto? —Puedo sentirme a mí mismo perdiendo el control. No sé qué esperaba, ¿que iba a descubrir el gran problema y los habitantes de la Nave se levantarían y lo arreglarían? No lo sé. Nunca realmente me imaginé diciéndoles que las leyes de la física van en contra de las explicaciones que Eldest me dio. Nunca pensé que diría lo que vine a decir y ellos mirarían a la Primer Habitante, y no a mí. —Eldest te mintió —dijo Marae tranquilamente—, porque nosotros le mentimos a él.

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Acerca de la Autora

335 Beth Revis, escribe novelas de fantasía y ciencia ficción. Su novela debut, Across the Universe, es la primera de una trilogía. Beth nació y creció a los pies de los Montes Apalaches, en Carolina del Norte. Ocasionalmente pasa tiempo ahí cuando no está escribiendo, en compañía de su esposo y su perro... uno de ellos es su mejor amigo y el otro su segundo mejor amigo.

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