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Staff de traducción Moderador *~ Vero ~*

Traductores Lei123

GaraziF

Ilsemm741

*~ Vero ~*

Staff de corrección Moderador Viqijb

Correctores Steffanye

MeellC

Carolyn ♥

Revisión final 2

Viqijb

Diseño Nati bell

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Val_mar

Sinopsis Algo falta en la vida de Violet. Aburrida de aventuras de una sola noche y novios que no pueden mantener la distancia, ella fantasea sobre su autoritario, y sintonterías jefe, el señor Evans. Las cosas toman un giro cuando su jefe le pide que se quede hasta tarde. Solos en la oficina, el señor Evans le ofrece una oportunidad para probar algo nuevo. Impulsada por su atracción hacia este sexy hombre, Violet rápidamente aprende sobre el mundo del placer... y el dolor. Y justo cuando ella piensa que ha encontrado lo que estaba buscando, su jefe tiene

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otra sorpresa para ella...

Bound by the boss Ven a mi oficina a las 5:30 PM. Vas a trabajar hasta tarde hoy. Sr. P. Evans Violet se quedó mirando la pantalla de su computadora y se frotó la frente. Tan él. Directo y al grano. Patrick Evans no creía en la etiqueta innecesaria, pensó con un bufido. A pesar de que sólo había trabajado para él durante seis meses, pronto se acostumbró a su estilo brusco de negocios. Y de una extraña manera, a ella le gustaba. No había nada de esa pequeña charla incomoda. No tener que ser amable con su superior. Él nunca pretendió ser amigo de sus subordinados. Patrick Evans era el jefe, nada más ni nada menos. Demandaba puntualidad, perfeccionismo y obediencia. Sorprendentemente, Violet se había encontrado obedeciendo con prontitud a su jefe. En sus tres años después de graduarse de la universidad, había tenido cuatro empleos, tres de los cuales “la dejaron ir” y uno del que ella se había ido. En sus esfuerzos por ser sus “amigos”, sus anteriores superiores le habían dado la excusa de que no les importaba una mierda. Pero eso no era lo que pasaba con el Sr. Evans. Por primera vez en su vida, Violet trabajaba

miraba el reloj de su computadora. Las cinco menos diez. Todo el mundo se iría a las cinco PM y entonces no serían más que ella y el Sr. Evans. Con sus anchos hombros, el pelo negro y grueso y un culo esculpido, oh si, había mirado eso con suficiente frecuencia, su mera presencia era suficiente para que su vagina se apretara de deseo. A veces la miraba fijamente, sus ojos

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Una pequeña onda de emoción revoloteaba en su estómago mientras

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duro para complacer a su temperamental jefe.

oscuros chocando con los de ella debajo de su frente y en sus mejores momentos, ella se preguntaba si él sentía lo mismo. No era casado y definitivamente no tenía novia, así que quizás, solo quizás había una posibilidad para ella… Con un suspiro, le echó un vistazo a su computadora. Y cincuenta y seis. Vamos. Apoyando la mano en la barbilla, miró su puerta. A veces… bueno, todo el tiempo, ella se lo imaginaba abriendo la puerta de golpe y arrastrándola fuera de su escritorio para un fuerte polvo. Humedad se formó con un charco entre sus piernas. Maldita sea, si tan solo estuviera sola en casa. Podría arrancarse las bragas y liberarse a sí misma con su juguete nuevo. O podría salir y encontrarse a un hombre para la noche. Sería bastante fácil. Con su trasero redondo y su mirada de “ven aquí”, los hombres la mirarían e inmediatamente pensaban en sexo. Un mohín de sus labios amplios, un movimiento de su cabello chocolate y un aleteo de sus ojos azules y podría ganar un compañero para la noche con facilidad. El problema era, que a pesar de que estaba en sintonía con su cuerpo y podía hacerlos llegar al clímax con la facilidad suficiente, ellos nunca parecían poder satisfacerla y rara vez duraban más de una noche. Suspiró otra vez. ¿Qué demonios estaba mal con ella? El resto de sus compañeros de trabajo comenzaron a recoger sus abrigos y

¿Por qué estaba tan nerviosa? Era como si nunca hubiera estado a solas con su jefe. Él le pedía ayuda a menudo en la oficina y ella atesoraba cada uno de esos momentos pero siempre había sido consciente del resto del personal de la oficina justo fuera. Sólo una risita. Esa era probablemente la única razón por la que no había perdido sus huesos aun.

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corazón latió con fuerza en su pecho.

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Violet se dio cuenta con un exalto que ya eran más de las cinco PM. Su

Cuando el último par de mujeres se despidió, murmuró acerca de trabajar hasta tarde y ellas le lanzaron una mirada de simpatía. Dio golpecitos con sus dedos en el escritorio mientras la última persona salía. Ahora, ¿qué iba a hacer durante media hora? Con la oficina vacía, Violet miró a su alrededor y se acomodó en su silla. Deslizando una mano debajo de su falda, aparto a un lado las bragas de encaje y movió los dedos rápidamente entre sus pliegues. Sí, empapada. Todo era culpa de su jefe, pensó con resentimiento. Soplando una respiración lenta, rodeó su clítoris, rozándolo suavemente hasta que se hinchó bajo sus dedos. Trabajando con más fuerza, cerró los ojos e imagino que era el Sr. Evans, cálidos dedos en lugar de los suyos delgados. Se lo imagino besando su cuerpo desnudo, tomando sus pezones entre los dientes antes de golpear los dedos contra su necesitada vagina. Su cuerpo se tensó y se retorció mientras deslizaba sus dedos dentro y fuera antes de llevarlos hacia atrás y hasta el fondo, y frotando con furia hasta que un clímax afilado la alcanzó. Poco a poco los retiró, abrió los ojos y se irguió de nuevo en su silla. Alcanzando un pañuelo para limpiarse los dedos húmedos, se congeló mientras la puerta del Sr Evans se abrió. Sus oscuros ojos estaban fijos en ella. —Violet, ven aquí.

Luego se llevó las manos a la espalda cuando él se dio vuelta, retorció las caderas esperando que sus bragas se acomodaran en su lugar. Mierda. Si él no olía su excitación en sus dedos, entonces sin duda la olería de entre sus muslos. Y no se atrevía a limpiar sus manos en su vestido rojo oscuro. El ojo del Sr. Evans seguramente detectaría las marcas de humedad.

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—Sí, Sr. Evans.

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Mirando de sus dedos mojados a su jefe, asintió y se levantó.

Siguiéndolo a la oficina, el olor de su costosa colonia se apoderó de ella mientras él cerraba la puerta. —Toma asiento. —Hizo un gesto hacia la silla. Sus mejillas se calentaron, se sentó en la silla de cuero, cruzando las piernas cuidadosamente y metiendo sus dedos húmedos en la mano. Echó un vistazo alrededor de la habitación. Espartano y simple, compuesto por un escritorio grande de vidrio, muebles de cuero negro y una mini nevera en una esquina. La oficina estaba situada en la esquina del edificio y tenía un frente hacia la ciudad. Su única concesión al diseño interior era una pintura abstracta que había en una pared. Levantó la cabeza y la estudió. Ahora que pensaba en ello, se veía como una mujer desnuda. Miró un poco más. Dios, tenía sexo en el cerebro. Lo que antes era una imagen de buen gusto se estaba convirtiendo en la imagen de una mujer con las piernas abiertas. Sacudiendo la cabeza, volvió la atención a su jefe. El Sr. Evans se apoyó contra la mesa, con los brazos cruzados sobre el pecho y la miró con una mirada calculadora. Violet cambió de posición a medida que el calor en sus mejillas se dirigía a su pecho mientras estaba bajo su mirada. ¿Lo sabía? No, no era posible. Sin embargo, había algo en su expresión que le decía que a él no le podía ocultar nada.

necesito para que lo atiendas. Tenemos un montón de papeleo para repasar. Se te pagará el doble de tiempo. —Por-por supuesto, Sr. Evans. No hay problema. —¿Por qué ella? A pesar de que no era inusual que se destacara en su trabajo, seguramente había trabajadores mucho más eficientes. Aun así, no se quejaría. Estaba en la ruina

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—El Sr. Harrison, de la oficina central, estará por aquí en poco tiempo. Te

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De repente, él rompió el silencio, haciéndola saltar.

después de andar de trabajo en trabajo y vivir en Londres no era para nada barato. Doble tiempo de trabajo ayudaría con el alquiler de este mes. —Tengo otra propuesta también. Una promoción, por así decirlo. —¿Una p-promoción? El Sr. Evans se apartó de la mesa y tomó un montón de papeles. Se los entregó en la mano y se movió detrás de ella. Violet miró los papeles pero no podía concentrarse en las palabras, no con él tan cerca. Joder, su presencia era tan... tan intimidante. Sin embargo, de la forma más convincente. Los hombres pueden mirarla y pensar en sexo, pero el Sr. Evans la hizo pensar en sexo y mucho más. Su mano cayó sobre su hombro y se inclinó para murmurar en su oído: —Es un contrato. Te he estado observando, Violet. Sé lo que quieres y lo que necesitas. Tengo un don, por así decirlo, para el reconocimiento de aquellos que son naturalmente... complacientes. Actúas insolente y confiada, pero sé que no eres así verdaderamente. Su garganta se apretó cuando el Sr. Evans acarició el lóbulo de su oreja con un dedo antes de seguir acariciándola hasta la clavícula. —No estoy segura de lo que quiere decir. —Quieres que te folle —dijo simplemente. —¡No! Él rió entre dientes en su oído y se dio cuenta de que era la primera vez

exponiéndola a su mirada. —Tus pezones están tan apretados y rosados rogando por mi boca. Violet se quedó sin aliento. —Quieres que te folle.

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presionó con más persistencia, apartando su vestido fuera de su pecho y

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que lo había oído reír. Dios, esto era tan humillante. La mano del Sr. Evans

Una mano se cerró sobre uno de sus senos y lanzó un gemido. Oh, ¿cuál era el punto de mentir? Lo quería, mucho. Tenía que ser la peor idea del mundo acostarse con el jefe, pero en ese momento no le importaba una mierda. Él sacó la mano de su vestido abruptamente. —Mira el contrato, Violet. Parpadeando, clavó los ojos en la escritura mientras él dio la vuelta y se colocó de nuevo en el borde de la mesa. Acuerdos, bla, bla, bla, derechos laborales, etc. Contrato entre Patrick Evans en adelante conocido como el... Sus ojos se abrieron... ¿Amo? Levantó la vista hacia el Sr. Evans, quien asintió con la cabeza hacia el papel. —Sigue leyendo. Violet Johnson, en adelante conocida como: ¿la esclava? ¿Qué demonios? —Vas a encontrar los términos muy agradables, Violet. Un aumento de sueldo, el uso del jet privado de la compañía y alojamiento de vacaciones... —Espere, Sr. Evans, ¿estoy en lo cierto al pensar que quiere tener sexo conmigo? —No es sólo sexo. Se erizó. —No soy una puta, no hace falta que me pague por sexo. Habría follado con usted de todos modos, pero no quiero que me pague. —Se puso de pie—.

Violet se estremeció al oír su agudo tono de voz y se sentó de inmediato. Se quedó boquiabierta al hombre que estaba al mando, su cuerpo se llenó con sentimientos encontrados. Quería follar con él, realmente quería, pero no quería provocarlo. Quería que la necesitara, que la anhelara como lo anhelaba a él, no que le pagara por echarse un polvo rápido.

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—Siéntate —ladró él.

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De hecho, creo que me gustaría olvidar la idea ahora mismo.

—Lo que quiero, Srta. Johnson, es algo más que sexo. Quiero tu obediencia total y absoluta. Y no te estoy pagando para que tengas sexo conmigo. Podría tomar eso con bastante facilidad, pero no voy a tener a mi esclava luchando para poder pagar el alquiler y viviendo de comidas rápidas. Te quiero relajada y saludable para que puedas poner tu atención al servicio de tu amo. Lamiendo sus labios secos, lo miró boquiabierta. —¿Tú…quieres dominarme? —Sí, puedes decir eso, eres sumisa Violet, incluso si no lo has realizado todavía. Ella sacudió la cabeza. —No. Siempre tomo el control. Siempre lo tengo. Una sonrisa torcida tiró delante de su fuerte mandíbula. —¿Por qué tus parejas te dejan? Son tan débiles y agradecidos como para tenerte en tu cama. Necesitas un compañero fuerte para que te trate correctamente. —Él bajó el tono de su voz—. Como una mujerzuela hambrienta de polla. Los ojos de Violet se ampliaron ante las crudas palabras, pero no podía ignorar el pulso de su vagina. ¿Él estaba en lo cierto? ¿Eso era lo que le hacía falta? No, no podía ser. No le gustaba el dolor. Nunca trató con BDSM 1, pero había leído mucha literatura erótica como para saber que trataba de nalgadas,

útil. Y podría irse de vacaciones. La compañía tenía casas en las Islas Canarias. Tal vez podría jugar su juego por el tiempo suficiente para conseguir unas vacaciones y guardar algún dinero. —Si hago esto, ¿qué pasaría si cambio de opinión?

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Echando un vistazo al contrato otra vez, se mordió el labio. El dinero sería

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pinzas en los pezones y cosas así.

—Lo mismo que cualquier contrato. Trabajas sobre aviso. Una semana y tendrás un paquete de indemnización saludable. Probablemente, suficiente como para pagar tu renta por el año siguiente. —Así que si cambio de opinión, ¿todavía tengo que… ser tu esclava por una semana? Asintió. Su cuerpo golpeó en anticipación como si considerara sus opciones. Podría hacer un intento. Si lo odiaba, podía soportar una semana de sus atenciones, y ganar una buena cantidad de dinero al final, y si le gustaba… bueno, de cualquier manera habría conseguido su pene dentro de ella. Estaba bastante segura que podría soportar un poco para darle una oportunidad. —Está bien, lo haré. Él no sonrió, sólo asintió otra vez, un destello de triunfo en sus oscuros ojos. Entregándole un pluma que sacó de la chaqueta de su traje, se recostó sobre el respaldo de su silla mientras ella se inclinaba sobre el escritorio y garabateaba su firma. Antes de que Violet pudiera enderezarse, el Sr. Evans vino detrás de ella y presionó sus caderas contra su trasero. Podía sentir su erección a través de su vestido, dura e hinchada. Mirando fijamente por encima de su hombro, notó la mirada predadora en su rostro y un estremecimiento la atravesó. ¿Qué

—Sí. —Oh. —También quieres Violet, sé que tu vagina está mojada y lista para mí. Especialmente después de tu pequeño… tiempo privado. Violet desplazó su enojada mirada de vuelta al escritorio de vidrio. —¿Lo-lo viste?

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—¿Qui-quieres empezar ahora?

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hacía que se dejara hacer esto?

—Tenemos cámaras, ¿recuerdas? —Oh, Dios. —No te preocupes, mujerzuela, estaré seguro de traerte a un clímax mucho más satisfactorio si te portas bien. Sólo recuerda que con dolor viene el placer. —Sus manos vinieron alrededor, agarrando sus pechos y tirando de ellos para ponerlos fuera de su ajustado vestido. Pellizcó sus pezones, haciéndola chillar antes de masajearlos y tirar cuidadosamente de ellos, haciéndola apretar el vientre—. ¿Ves? Sé una buena chica, toma lo que te doy y siempre serás recompensada. Asintió furiosamente mientras continuaba acariciando sus pezones. ¿Un poco de dolor estaba bien? ¿Qué tan malo podía ser? Podía hacer esto. Una mano se enredó en su lustroso cabello marrón y tiró de ella a sus pies. Gritó mientras la hizo darse vuelta, su cuero cabelludo quemaba. Le soltó el pelo, dio un paso atrás y posó su mirada sobre ella. —Muéstrame tu vagina. —Ella vaciló por un momento y él agarró su barbilla, forzando su asustada mirada con la siniestra suya—. Muéstrame tu vagina. —S-Sí. —Amo. —Sí, amo.

sus bragas. Los ojos del Sr. Evans se posaron en los pliegues de su vagina y una pequeña sonrisa tembló en sus labios. —Bien. —Acarició la pequeña franja de pelo por encima de sus labios—. Pero esto tendrá que irse, no quiero nada entre nosotros mentiras follamos. Asegúrate de depilarlos antes de la próxima vez.

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para el sexo todavía expuesto después de que no había sido capaz de ajustar

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Deslizó su vestido por encima de sus piernas, revelando su líquido viscoso

Dios, ¿ahora le estaba diciendo cómo arreglarse? Su lado rebelde peleó con el tonto. Una sonrisa ganó y suspiró por sus bruscas palabras. Pero después sus dedos probaron debajo de sus pliegues y olvidó lo que la tenía tan irritada. Dando vuelta en su clítoris, mucho más de lo que ella lo había hecho cuando se masturbó, su otra mano fue a la cremallera de su vestido y la bajó. Violet exhaló mientras el tejido apretado lanzaba sus pechos aplastados. Apartó su mano lejos de su sexo sólo por un momento mientras le sacaba el vestido, persuadiéndola para que saliera. Con un rápido movimiento, le arrancó la ropa interior, dejándola enteramente expuesta en nada más que sus tacones. Violet no podía hacer nada, pero puso sus manos delante de ella en shock. Aunque casi no estaba molesta, estar desnuda con él estando todavía con camisa y pantalones, la hizo sentir sumamente expuesta. Gruñendo, el Sr. Evans, agarró sus manos y tiró de ellas lejos. —Nunca te escondas de mí. Nunca. Para asegurarse que entendiera las consecuencias, llevó su mano a su vagina, apretando su clítoris entre sus dedos hasta que lloriqueó y trató de zafarse de su castigo. —Esta es mi vagina ahora para hacer con ella lo que deseo. No me importa

—Sí, sí. —Ella se retorció mientras su clítoris quemaba bajo sus dedos. —¿Sí, qué? —Sí, amo. Por favor… —suplicó con lágrimas en sus ojos. Liberó su parte y se hundió contra él mientras la sangre se apresuró a regresar a su vagina, creando un dolor extraño. —Placer y dolor, ¿recuerdas?

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entiendes?

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si estás avergonzada o inconforme. Esto es sobre lo que yo quiero, ¿lo

Mordiendo su labio, Violet dio un leve asentimiento, su piel se erizó en anticipación cuando su mano volvió a su vagina e hizo su camino a través de los pliegues mojados. Con un empuje repentino, él sumergió dos dedos en su interior mientras que la otra mano se enroscó posesivamente en su cuello. El Sr. Evans trabajó sus dedos adentro y afuera con fuerza. Haciendo que sus piernas se sacudieran. Justo cuando pensó que podría venirse, él retiró su mano y pellizcó de nuevo su vagina. Cubriendo su grito con su boca, él la probó codiciosamente y el dolor desapareció mientras el calor de su lengua invadía su boca. Ella se aferró a sus hombros, saboreando el beso mientras sus dedos se mantuvieron en su clítoris. Él la besó como un hombre poseído, murmurando su nombre. ¿La necesita como ella lo hacía? Y después volvió a introducirse en su caliente hoyo y ella explotó contra la palma de su mano mientras él presionaba con fuerza contra su sexo abusado. Temblando y jadeando, su clímax continuaba mientras él jugueteaba con su vagina. Antes de que fuera consciente de lo que estaba pasando, el Sr. Evans estuvo contra ella y levantó sus piernas alrededor de sus caderas. Él debía haberse desnudado a sí mismo mientras su caliente pene se presionaba contra

frío vidrio, provocándole un jadeo. Igual de rápido, le introdujo su fuerte erección de roca, invadiendo fácilmente su remojada vagina. Un rugido salvaje emanó de él mientras se introducía dentro de ella, difícilmente dándole un momento para ajustar su tamaño en su interior. Ella gritó mientras la golpeó contra la ventana. No dándole otra opción que aguantar y tomarlo.

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Sin ceremonia, la llevó a la ventana y presionó su desnuda espalda contra el

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ella.

—Eso es, pequeña mujerzuela, tómalo profundo. Apenas recobrada de su último orgasmo, Violet fue asombrada al sentir otro más construyéndose ya. Mierda, ¿quién era este hombre? ¿Y por qué el trato tan brutal una vez encendido? El vidrio se estremeció detrás de ella mientras él presionaba y presionaba dentro su inflamada polla con facilidad. —Oh dios, amo —suspiró ella mientras convulsionaba alrededor de su miembro. Apretó los ojos cerrados mientras el placer la rodeaba, más poderoso que nada que hubiera experimentado antes. Con un gruñido, el Sr. Evans salió de ella y la dejó caer al suelo. —Sobre tus rodillas —dijo. Todavía aturdida, Violet obedeció sin pensar. —Abre tu boca. —El Sr. Evans puso su pene en su boca, cerrando los ojos y lanzando un bajo gemido mientras su esperma brotó, salpicándola en su boca abierta y goteando sobre sus senos. Él sonrió al ver su expresión de shock mientras se tragaba lo que había aterrizado en su boca. Ella resistió la tentación de arrugar la nariz. Nunca le había gustado el sabor de eso, pero dudaba mucho que le importara. —Levántate.

Maldito sea, ya la había hecho suya. Sólo esperaba que tuviera más uso para ella. Después del alucinante clímax, todo lo que quería era más. Aparentemente el Sr. Evans era lo que le faltaba a su vida sexual. Su mirada se perdía sobre ella, viendo la crema blanca en su pecho con una mirada de satisfacción.

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contuvo el aliento mientras esperaba por la siguiente orden.

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Se puso de pie, sus débiles rodillas flaquearon. Juntó las manos atrás y

—Siéntate en la mesa. Deseosa de obedecer, Violet corrió y se sentó en el escritorio frente a la ventana. Mientras miraba hacia fuera en la noche oscura, se preguntó vagamente si alguien los había visto, si alguien podría verla ahora. Un vistazo a el miembro un poco hinchada del Sr. Evans le aseguró que a ella no le importaba. —Abre las piernas. Violet separó los muslos y fijó una expresión cuidadosamente seductora en su cara. Su pene tembló pero no la miró divertido, la metió de nuevo en sus pantalones del traje y subió la cremallera. Sentado en su silla de oficina de cuero, se deslizó hacia ella y abrió un cajón. Sacando un extraño objeto hecho de plástico con tiras unidas a él, y sonrió a su frente surcada de confusión. ¿Qué estaba haciendo? —Esto es un vibrador, Violet. Estoy seguro de que estás familiarizada con ellos. Apuesto a que te has metido un vibrador hasta tener tu coño apretado más de una vez. —Sí, pero no de esa manera. Eso no es para ir…hasta mí, ¿verdad? Se echó a reír. —No, tienes razón, esto es sólo para el clítoris. Deslizó una correa sobre su talón en alto, luego hizo lo mismo con el otro

Sacando un cuadro negro con un ademan, el Sr. Evans sonrió mientras presionaba el pulgar en su contra. Violet dejó escapar un grito de sorpresa cuando el vibrador saltó a la vida, estimulando su coño al instante. Tan rápidamente como había comenzado, con un movimiento de su dedo pulgar, se detuvo y ella se hundió. Se puso de pie, aflojándose la corbata y sacándola de su cuello.

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establecerse perfectamente contra su clítoris.

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y trazó todo el camino a su unión. El caucho del vibrador tenía la forma para

—Pon tus manos detrás de tu espalda. Violet se puso rígida, él quería atarla. Estaría completamente a su merced. Un golpe fuerte a su muslo le hizo obedecer inmediatamente y sin demora le ató las manos a la espalda con la corbata y tiró con fuerza sobre ella para que la seda sostuviera firmemente sus muñecas. Dio un tirón experimental y se dio cuenta que no había escapatoria. Violet resopló para sí misma. Como hombre de traje que era, probablemente era un experto en nudos. Recostándose en su silla, el Sr. Evans la empujó a un lado, su trasero chirriando a través del cristal, y se inclinó sobre unos papeles que estaban en su escritorio. Al hacer clic en el extremo de un bolígrafo, inclinó la cabeza y garabateó en algo, su frente arrugada debido a sus pensamientos. Fijando la mirada en el vibrador, Violet se inquietó. —¿S-Señor Evans? Plas. Gritó cuando la golpeó con fuerza en el interior de su muslo. Una huella de una mano de color rojo brillante inmediatamente floreció en su piel pálida y se mordió el labio para controlar un quejido. Reconociendo que quería a Violet en silencio, se sentó y esperó, los únicos sonidos provenían del rasgueo de la pluma y su aliento. Él la miró una vez antes de volver su atención a sus papeles. Pudo haberse sentado allí durante apenas diez minutos, pero se sentía más y se estremeció mientras su cuerpo se

su vagina. Lanzó un gemido y se resistió ya que le hacía cosquillas en contra de su capullo sensible, las vibraciones tan poderosas que inmediatamente hicieron que su sexo se contrajo y se tembló. Sin escape de las pulsaciones, se retorcía en la parte superior de su escritorio. El Sr. Evans no le prestó atención y continuó con su trabajo incluso cuando se dejó caer hacia atrás, sus caderas rodando con cada vibración. Sus

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De pronto, el vibrador volvió a la vida, zumbando incesantemente contra

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enfriaba con el aire acondicionado.

manos estaban atrapadas incómodamente debajo de ella pero estaba teniendo cuidado cuando un orgasmo la atravesó. El ruido del vibrador cambiado a un zumbido agudo. —¡Mierda! —gimoteó—. Mierda, mierda, mierda. La sensación de la vibración salvaje del caucho se estaba volviendo dolorosa pero todavía su coño palpitaba y se crispaba. Rodó sobre el escritorio en un intento de zafarse, pero no pudo y las lágrimas fluyeron libremente por sus mejillas. —Por favor —imploró al señor Evans—. Por favor, maestro, por favor — sollozó. Era una bola de fuego de agonía mientras el vibrador de tortura continuaba su implacable trabajo. El Sr. Evans dirigió una fría mirada en su dirección, golpeó el extremo de la pluma contra su barbilla y luego regresó la atención a su trabajo. El placer de la horrible quemadura se construía y se acurrucó llorando ya que llegó a su punto máximo. Y se detuvo. Un sollozo brotaba de su garganta y se dejó caer, su respiración viniendo duro y rápido. Las manos del Sr. Evans fueron sobre sus muslos y ella se estremeció. —Cállate. Estate quieta.

consuelo, el Sr. Evans le convenció para que se sentara. —Deja de lloriquear —ordenó con voz ronca mientras le pasaba una mano áspera por la mejilla—. El placer y el dolor —le recordó. Deslizándola hacia el borde del escritorio, tiró de la silla hacia adelante y se estableció entre sus piernas.

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por encima de su coño hinchado. Acariciándola y murmurando palabras de

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Violet gimió mientras le quitaba las correas de los muslos y barría el aire

—Oh, por favor, no lo hagas. —Violet no creía que pudiera soportar nada más. Él le dirigió una mirada severa. —Quiero probarte. El Sr. Evans metió la lengua en su sexo con sorprendente ternura, barriendo sobre ella como si tratara de calmar el dolor. Lamió y succionó suavemente, saboreándola con aprecio. El calor de su boca pronto superó a la ternura de su vagina y ella sintió el latido débil construyéndose con placer suave, totalmente diferente a los bruscos orgasmos que el vibrador le había dado. Se construyó lentamente mientras su lengua la probaba y acariciaba, golpeándola inesperadamente, un clímax largo y lento y deliciosamente satisfactorio. A medida que se alejó de ella, su aroma llenaba el aire y Violet le dio una sonrisa temblorosa. —Oh, gracias, S-Señor. —Se apresuró a añadir. —Estás aprendiendo, Violet. —Se pasó una mano por la barbilla y lamió sus dedos—. Sabes deliciosamente sangrienta. —Agarrando sus muslos, deslizó su cuerpo sin resistencia de la mesa y la recompensó con un beso profundo y lento. Rompiendo inesperadamente, la alejo bruscamente de él y frunció el ceño.

se sentía conectada a él. Una parte innata de ella llamaba para que la poseyera por completo. —Eres una criatura peligrosa, Violet, y demasiado seductora para tu propio bien —le dijo con dureza—. Esto es una follada, nada más. Recuerda eso.

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de nuevo. Violet no entendió por qué su tratamiento posterior hacia ella, pero

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¿Había hecho algo malo? ¿Lo hizo enojar? Más que nada, quería que la besara

Sorprendida por su repentina rudeza, ladeó la cabeza y lo estudió. Él también lo sintió, ella se dio cuenta y él se asustó. El pensamiento de su oscuro jefe, asustado por ella trajo una sonrisa a sus labios. Él entrecerró sus ojos y le arrebató la parte superior de su blusa, la cogió del brazo, haciéndola girar a su alrededor y golpeando sus pechos desnudos contra el frío cristal de la mesa. Ella abrió la boca mientras él la apretaba con fuerza antes de alejarse. El roce de la cremallera sonó y un calor en espiral subió por su estómago. Sí, sí, sí, quería ese pene en ella otra vez. Temblando de anticipación cuando su mano se sumergió en sus pliegues húmedos, apoyó la mejilla contra el cristal, esperando pacientemente a su maestro. ¿Su maestro? Mierda, estaba en lo profundo ahora. Pero entonces sus dedos presionaron contra su apretado agujero arrugado y se puso rígida. Oh Dios, eso no. Había probado el sexo anal un par de veces y no lo había disfrutado. ¡Y esos chicos tenían pollas más pequeñas que el Sr. Evans! Ella se apartó de la mesa, pero él empujó su espalda de nuevo hacia abajo con facilidad, presionando una mano en la parte superior de su cuello. Ella luchó contra él otra vez mientras su dedo probaba su apertura. —No, por favor, Sr. Evans. —Maestro —gruñó.

Llevo su boca a su oído y le susurró furiosamente a ella. —¿Crees que me importa? Eres mía, Violet. Mi juguete de mierda. Voy a hacer lo que quiera contigo, te guste o no. Su pulso latió con fuerza y ella podía sentir el cosquilleo del sudor bailando por su columna vertebral. Él tenía razón. La tenía justo donde la quería y

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a doler.

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—Maestro, por favor. No quiero hacerlo. Su pene es demasiado grande, va

podía hacerle lo que quisiera. Luchó contra él de nuevo, pero con las manos atadas detrás de su espalda, era inútil. Él movió un dedo en su culo y ella gritó e hizo una mueca mientras él presionaba más profundo. Un segundo dedo se unió y se movió con cuidado hacia dentro y hacia fuera. —¿Cómo se siente eso? —preguntó de forma amenazadora, obviamente, disfrutando de su malestar. —Basta, por favor. Me duele. —Intentó deslizarse lejos de él, pero la mantuvo bien sujeta—. Sr. Evans, ¡no! —añadió con la misma fuerza con la que él la presionó, nuevamente robándole el aliento de sus pulmones. —Sé una buena chica —dijo con una estocada de sus dedos—, toma mi pene en tu apretado y pequeño agujero y te recompensaré. —Yo-yo no quiero una recompensa. ¡No quiero tu pene en mi culo! —Cariño, no tienes muchas opciones. Violet sintió el calor de su miembro cerca de sus pliegues y gritó mientras él empujaba hacia delante. Empujó en su sexo y, por un momento, fue golpeada por la noción esperanzadora de que él había estado bromeando. Para su consternación, él retiró su sólida erección y la alineo con su pequeño agujero. Luchando con nuevo vigor, se retorció debajo de él, pero no sirvió de nada.

asentarse allí por un momento. —Mierda, eso esta apretado. El Sr. Evans empujó más adelante y Violet hizo una mueca cuando su pene duro invadió más allá en su culo. Con un empuje final, se hundió hasta el fondo, lo que la hizo gritar. Su culo ardía y podía sentir su verga estirando y agrediendo su estrecho agujero.

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por uno de sus jodidos dedos. Ella jadeó cuando él estiró su ancho y lo dejó

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La punta de su resbaladizo pene empaló su agujero fácilmente, aún abierto

Se retiró lentamente, casi hasta la punta y Violet se preparó mientras se conducía de vuelta a ella. Cuando su culo se aflojo a su alrededor, él cogió un ritmo punzante hasta que ella estaba llorando y suplicando que se detuviera. Haciendo caso omiso de sus gritos, el Sr. Evans continuó, tomando su culo como si estuviera follando una vagina empapada. Violet abandonó la lucha, descubriendo rápidamente que cuanto más luchaba peor le iba, se quedó sin fuerzas contra el escritorio y le permitió golpear dentro de ella. Sus respiraciones se volvieron ásperas y su miembro se crispó dentro de ella. Envió una fisión extraña a través de su cuerpo y su vagina palpitó de deseo. Él debió haber sentido eso porque puso un dedo en su clítoris y comenzó a acariciar cuidadosamente su tierna hendidura. A medida que continuó impulsando su pene dentro de ella, una oleada de placer corrió por debajo de su piel y ella se tensó y se movió, sus dedos estaban haciendo que su sexo palpitara y se hinchara. —Eso es, puta —urgió—. Vente para mí. Jugando hábilmente con su brote, la llevó hasta el borde antes de agarrar sus caderas y arremeter dentro de ella. Ella gimió con un estremecimiento atormentado y su cuerpo se tensó cuando el placer alcanzo su punto más alto, estallando en su viagina, en su culo maltratado y a través de ella. Esto envió al Sr. Evans sobre el borde y llegó con una maldición

el aliento y luego miró a su alrededor vacilante al verlo pasarse una mano por la cara. —Mierda. —Él camino, lanzándole miradas a ella mientras yacía lánguidamente sobre su escritorio—. Mierda, mierda, mierda. No tenía que ser así.

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dejando su culo abierto y adolorido. Ella se tomó un momento para recobrar

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murmurada, llenando su culo con su semilla ardiente. Salió rápidamente,

Violet logró alejarse de la mesa y flaqueo sobre sus pies. Él notó eso y la condujo a su silla. Ella frunció el ceño ante ese movimiento extrañamente cuidadoso. De hecho, todo lo que había sucedido la hacía confundir. Él había jodido su culo cuando claramente ella había dicho que no. No estaba dispuesta, sin embargo, de alguna manera había sido el mejor orgasmo de su vida. —Voy a dejar semen en la silla —dijo ella en voz baja. El movió la mano con desdén y se acercó a la mini nevera de la esquina, la jaló para abrirla y sacó una cerveza y la destapo. El tomó algunos tragos mientras Violet observaba como su manzana de Adán se movía antes de tendérsela a ella. Bebió con agradecimiento, un poco de cerveza se derramo por su barbilla mientras él la inclinaba para ella. —¿Qué está mal? —preguntó ella tímidamente. El se detuvo y la miró fijamente. —Esto estaba destinado a ser nada más que sexo, Violet. Tú estabas destinada a ser mi esclava, ni más, ni menos. —¿No soy tu esclava? Quiero decir, yo acabo de hacer todo lo que querías. Él se inclinó, poniendo sus manos sobre los brazos de la silla y fijando su mirada intensa en ella. —Tú también lo sientes. Esto es más que... que sólo sexo.

Su corazón se agitó mientras sus oscuros ojos taladraban los de ella. Después de aquel orgasmo increíble, estaba convencida de que no había otro hombre para ella ahora. Jesús, él le había enseñado más sobre sí misma en el espacio de una hora que ningún otro hombre había logrado en muchas noches de sexo. Violet se sonrojó.

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—¿Me estás diciendo que ese no fue el mejor sexo que has tenido?

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—Maldita sea, lo que sea, ¡tu follaste mi culo! —dijo ella indignada.

—Bueno, yo... no, pero yo... —Exactamente. —Cayó de rodillas frente a ella y la rodeó, aflojando la corbata y liberando sus manos. Ella se frotó las muñecas y el las tomo con cuidado en sus grandes manos, acariciando la suave piel—. Estabas destinada a ser un buen sexo, pero tú significas más que eso, Violet. Y ahora… —¿Qué? —Ahora ya no te quiero compartir. —¿Compartirme? —balbuceó. ¿Qué diablos quería decir? —El Sr. Harrison debería estar aquí dentro de poco. —¿Y? —Ella parpadeó—. ¿Quieres decir que me ibas a compartir con él? Él asintió con gravedad. —Pero-pero, ¡nunca estuve de acuerdo con eso! Iba a ser tu esclava. Yo-yo quiero ser tu esclava. Sólo tuya. —Añadió ella con voz ronca. El Sr. Evans le tomó la barbilla. —Yo también, cariño. Pero estuviste de acuerdo con esto, todo está en el contrato y el Sr. Harrison está esperando una follada. Ella cruzó los brazos sobre su pecho desnudo. —Bueno, dile que no la puede tener. —No es tan fácil. Él es de la oficina central. Probablemente te despediría y tiraría mi culo fuera también.

seriedad—¿Quieres ser mi esclava? Violet se miró las manos. Ella lo quiere. Por alguna jodida razón, ella no quería nada más que servirle a él cada hora del día. Quería que usara y abusara de su cuerpo, como ya lo había hecho. Maldita sea, ella era una sumisa, tal cual como lo había leído en todas esas novelas BDSM2. ¿Quién lo hubiera sabido?

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—Él puede hacer lo que quiera, Violet, él es el jefe. —La miró con

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—Él no puede hacer eso, ¿verdad?

Una sonrisa tembló en sus labios y ella le devolvió la mirada. —Sí. El Sr. Evans sonrió con satisfacción. —Bien, porque eres una pequeña puta caliente y yo tengo muchos usos para ese cuerpo. Pero primero, para mí, a la mierda el Sr. Harrison. Estaré aquí, mirando. Yo cuidaré de ti. Ella tragó saliva y vaciló, aunque sabía cuál era la respuesta. —Lo haré. —Buena chica. —Él le acarició la pierna mientras se levantaba y la atrajo hacia sus pies—. Acuéstate encima de la mesa, a él le gusta eso. —¿Debo limpiarme primero? Él observó el semen chorreando por sus piernas y movió la cabeza. —No, le gustara así. Luchando contra el impulso de alisar sus inexistentes ropas, se colocó encima de la mesa, con la parte inferior hacia la puerta. —¿Así? Giró alrededor de ella y con su zapato separó sus piernas. — Eso es todo —dijo—. Joder, podría tomarte de nuevo tan fácilmente. Tus hoyos son tan sangrientamente tentadores. Un golpe en la puerta la hizo saltar y los latidos de su corazón se

La puerta se abrió, pero Violet mantuvo sus ojos cerrados, la humillación quemaba a través de su cuerpo. —Patrick. —Una voz profunda saludó bruscamente—. Así que esta es ella. Tenías razón, es impresionante sangrienta.

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—Adelante.

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aceleraron mientras esperaba, completamente expuesta por otro hombre.

Sus manos frías la tocaron y gritó de sorpresa. Él le pasó los dedos por la espalda, por el costado de su pecho y sobre su trasero antes de trazar sus pliegues. —Una sumisa natural —murmuró. Violet abrió los ojos para ver al Sr. Evans mirándola fijamente. Centró su mirada en él y le daba coraje. Haría esto por su amo. El roce de una cremallera sonó y la cabeza de la erección del Sr. Harrison pinchó su entrada. Se tensó cuando sus frías manos agarraron sus caderas y él se abalanzó rápidamente, ensartándola fácilmente. No hay que esperar ni un poco con éste, pensó, suprimiendo una risita tonta. El Sr. Harrison la cogió rudamente mientras el Sr. Evans se quedó mirándola con una mirada nebulosa en sus ojos. Mientras el gemía y gruñía, Violet no podía dejar de observar la construcción tirada de los pantalones de su amo. Esto lo estaba encendiendo. El conocimiento la envolvió y envió una ráfaga de satisfacción a su vagina. Lo que acababa de tolerar se había convertido ahora en disfrute y se resistió de nuevo en los empujes del Sr Harrisons. —Tienes una salvaje aquí, Patrick —gruñó el señor Harrison—. Oye, ¿quieres un poco? Violet lo deseó con sus ojos y el asintió secamente.

lado de la oficina. Con un empujón fuerte, el Sr. Harrison le presionó el brazo sobre el borde de la parte inferior para que el trasero quedara en el aire. Apenas tomó un momento para dejar que se acostumbrara a la posición, se sumergió de nuevo en ella, con renovado entusiasmo.

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Se encontró arrastrada por el pelo hasta el sofá de cuero que ocupaba un

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—¿Por qué no?

El Sr. Evans sacó su pene duro y se acomodó en el sofá, y se lo llevó a la boca. Violet lo tomó con gratitud y lo chupó con avidez cuando el señor Harrison empujó la cabeza hacia abajo sobre él. Su pene golpeó la parte trasera de su garganta pero un vistazo a la cara de su amo la animó, y continuó llevándolo lo más lejos que pudo. Mientras el rostro del Sr. Evans se desencajaba por el placer, también lo hizo su vagina y el Sr. Harrison se introdujo en ella a una velocidad cada vez mayor. Con un gemido, él se derramó dentro de ella, la sensación de su semen contra sus paredes provocando su propio clímax. Gimió alrededor del pene del Sr. Evans mientras su vagina se crispó. Finalmente tirando de ella, el Sr. Harrison se subió la cremallera y le dio unas palmaditas en el trasero. —Es una buena chica... Te dejo con ella, Patrick. Y con eso, él los dejó. Ninguno de los dos tardó en darse cuenta, demasiado absortos en su propio mundo, la intención de Violet en dar placer a su amo tanto como sea posible. Un gemido surgió de su pecho y se aferró a su cabeza mientras le pinchó la parte posterior de la garganta. Sus caderas se apartaron del sofá cuando se tensó antes de estallar en su boca. Se tragó el semen salado, y todos los malos pensamientos de su disgusto por ello. En cambio, se lo comió como si se tratara de una delicadeza y luego lamió su pene hasta que

sonrisa. Lo miró a los ojos y le ofreció una sonrisa tímida. —Gracias —dijo. —Lo hice por ti. —Eres una buena chica. Una buena esclava. —Vino a sentarse y se la llevó a su regazo, jugando distraídamente con sus pezones—. Fue caliente verte

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El Sr. Evans acariciaba su pelo mientras terminaba, mirándola con una

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quedó limpio como había leído en los libros eróticos.

siendo tomada por otra persona, pero no vas a hacer eso otra vez. Una vez es suficiente. A partir de ahora, la única verga en tu vagina va a ser la mía. Violet asintió con entusiasmo, un calor de sedimentación en su pecho ante sus palabras. —¿Él no me quiere follar otra vez? —Le diré que querías salir y trabajar tus semanas de aviso. —La acarició con el pulgar en la nariz—. ¿Así que vas a ser mi puta para siempre? —Dije que lo haría, ¿no? —Seguirás recibiendo todos los beneficios. —No necesito ningún beneficio. —Fue gracioso como unas vacaciones en las Islas Canarias había perdido todo su atractivo, sobre todo si no estaba con su maestro. De pie de repente, ella caminó hacia la mesa, sabiendo que sus ojos serían pegados en el dominio de su culo. Agarró el contrato y dio media vuelta para mirarlo. Él la miró con recelo. —Se puede considerar esta nulidad del contrato, Maestro —dijo con una sonrisa mientras lo rompió en dos y lo arrojó a la basura. —¿Qué diablos? Caminando de nuevo hacia él, se le puso a horcajadas y tomó su cara entre las manos.

—Sangrientamente cierto —dijo con fuerza mientras la besaba con avidez—. Sabía que querías en el momento en que llegaste para tu entrevista, mi puta sucia. —Lo miró con sorpresa—. Bueno, no creíste que te contraté por tus habilidades, ¿verdad? La excitación inundó su vagina inmediatamente y suspiró con satisfacción. Cualquiera sea lo que faltaba para el infierno, lo había encontrado.

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eres mío, ¿no?

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—No necesito un contrato, Maestro. Sólo te necesito a ti. Soy tuya y tú

—Pero algunos de esos términos siguen en pie —murmuró entre besos—. Vacaciones... tiempo libre... y no te quedarás en ese piso de mierda tuyo. —Pero no nece… Golpeó su culo, haciéndola jadear y dejándole escozor. —El placer y el dolor, ¿recuerdas? Vas a necesitar esas cosas después de todo lo que tengo planeado para ti. Te vas a merecer algo de placer. Y si no puedo llevar a mi esclava a la villa de la empresa, entonces ¿cuál es el punto de ser el jefe? —Oh —suspiró ella—. Bien. —Excitación burbujeaba en su interior mientras sus manos acariciaban su cuerpo y su boca reclamó la suya otra vez. Lo que él había planeado para ella, era más que mirar hacia adelante a la misma. Le apretó un pezón entre sus dedos y gimió. —Oh, Sr. Evans. Él le dio un manotazo bruscamente en el culo. —Maestro. Ella sonrió. Si él pensaba que eso iba a detenerla, tenía otra cosa en camino. —Oh, Sr. Evans...

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BDSM: es la denominación usualmente empleada para designar una serie de prácticas y aficiones sexuales relacionadas entre sí y vinculadas a lo que se denomina sexualidad extrema noconvencional.

Sobre el autor Hoy en día, J.A. Bailey es una secretaria inglesa formal y correcta que trabaja para una corporación multinacional, pero en privado, ella sólo ama a sus fantasías. Y si no las está representando, ella los está escribiendo. Cuando su maestro le deja la correa suelta… Las historias de JA todas involucran a hombres fuertes, viriles, mujeres inteligentes y unos escenarios muy pornográficos. Ella cree que no hay nada

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más sexy que una mujer caliente a los pies de su magnífico amo.

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Traducido en…

Bound by the boss - J. A. Bailey.pdf

Page 3 of 31. Página3. Sinopsis. Algo falta en la vida de Violet. Aburrida de aventuras de una sola noche y novios. que no pueden mantener la distancia, ella fantasea sobre su autoritario, y sin- tonterías jefe, el señor Evans. Las cosas toman un giro cuando su jefe le pide que se quede hasta tarde. Solos en. la oficina, el ...

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